LA CONDICIÓN DE ESTABILIDAD PARA LA EXISTENCIA DEL IUS (Vis legibus
inimica)
Antecedentes de hecho:
En plena crisis de la República (siglo I a. C.), la rivalidad y la enemistad entre T. Milón
(del partido conservador senatorial) y P. Clodio (del partido de los populares) eran hechos públicos y notorios. A resultas de una pendencia entre ambos, al frente de sus séquitos, quedó P. Clodio muerto. Acusaron, pues, a T. Milón en 701 a. U. c. Abogó por él Cicerón, alegando la circunstancia eximente de legítima defensa, aunque no con el aliento acostumbrado, por los gritos amenazadores que daban los partidarios de Clodio. Pompeyo, que era el único cónsul, tenía apostadas las fuerzas de seguridad para reprimir a los clodianos, quienes pretendían mediante intimidación que se condenara al acusado. Fue juez pesquisidor L. Domicio, actuando ante un tribunal popular de cincuenta y un jueces. Habiendo sido condenado Milón, se fue desterrado a Marsella. En definitiva, el discurso en su defensa (Oratio pro Milone) fue redactado y reelaborado por Cicerón con posterioridad y, por tanto, no corresponde realmente a la intervención del abogado en el momento del juicio oral. Triunfaron, en efecto, las coacciones, físicas y psíquicas, en un clima pre-bélico ajeno a la condición de estabilidad en que se desenvuelve el ordenamiento jurídico.
Fundamentos de derecho:
El Derecho exige unas condiciones mínimas preexistentes de estabilidad, fuera de las
cuales se halla tan solo el conflicto abierto entre fuerzas contrapuestas, bellum omnium contra omnes. El cumplimiento de tales exigencias mínimas de paz, orden, seguridad y racionalidad hace que, frente a la “razón de la fuerza”, surja la “fuerza de la razón”. Cuando Cicerón afirma que las leyes enmudecen en el enfrentamiento armado (silent leges inter arma; 4, 10), viene a denunciar la ausencia de las garantías imprescindibles para el ejercicio de la actividad jurídica en sus diversas manifestaciones, aunque se guarden las formalidades aparentemente