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10 darse cuenta de que "alentar tendencias Por último, el autor realiza a lgunos co- 1

)roclives a una 'revolución antiimperíalísta' mentarios sobre la forma en que su gobier-


levaba a jugar con fu ego'' (pág. 244); por no enfrentó a la guerrilla, Y.emplea el térmi-
;jemplo, la impleme ntación de las famosas no de "guerra limpia", en obvia alusión y
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'cátedras nacionales" en la Universidad Na- contraposición a la "guerra sucia" del gene-
:ional de Buenos Aires. Tampoco desde el ral Videla y compai1ía. Para ello se basa en
~obierno tenían una visión correcta de quié- que la misma se llevó a cabo mediante el
1es eran los grupos guerrilleros que comen- imperio de la ley (ley número 19.053 del 28
zaron ·a actuar en e l país; "existía una per- de mayo de ·1971) y el control de la Cáma-
:epción tan pobre como esquemática de los ra Federal; y en que, a diferencia de los
?.dversarios" (pág. 247), ya que los imagina- años del "Proceso", "la gente que no tenia
ban como subversivos marxistas y barbudos nada que ver tampoco tenía nada que te-
al estilo de la revolución cubana o argelina, mer'' (pág. 263). Afirmaciones que por cier-
sin comprender que la situación era basta n- to pueden o no ser compartidas, ya que si
le más compleja , que existían, por ejemplo, bien al comparar la época de Lanusse con
importantes iníluencias del catolicismo y del .la ele Videla, seguramente estaremos de
nacionalismo que llevaron a gran cantidad acuerdo en reconocer que la segunda alcan-
de jóvenes a o ptar por la viole ncia para en- zó una magnitud de violació n a Los dere-
frentar al imperialismo norteamericano y a chos humanos que no tienen parangón con
sus mandatarios argentinos. la primera, no debemos olvidar que d uran-
Se ocupa también del asesinato del ge- te el gobierno de Lanusse también ocurrie-
neral Aramburu, que sirvió para que los ron episodios donde el derecho a la vida
Montoneros realizaran su carta de presenta- · fue dejado de lado, por ejemplo e n la muer-
ción, y posiblemente para evitar una salida te de los presos del penal de Trelew el 22
pseudodemocrática encabezada por el mis· de agosto de 1972. •
mo Aramburu, quien aparentemente estaba
dispuesto a derrocar al alicaído Onganía. ]osé Luis Vottem

Hugo Quiroga, El tiempo del "proceso". Conj1ictos y '•

coincidencias ent~e políticos y rnilitarest 1976-983.


Ed.Fundación Ross, Santa Fe, 1994, 493 págs.

n 1979 un polirólogo rosarino, Hugo Carlos Portantiero, dio sus frutos con la re-
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Quiroga, emprendió bajo la direc- cieme publicación de El tiempo .del proceso.
ción de Alain Rouquie en la Univer- Libro v?lumin oso (casi quinientas páginas),
sidad de la Sorbonne Nouvelle, una tarea pero de fácil lectura pofTa agilidad de su es-
tan fascinante como difícil: el estudio de las tild narrativo, constituye la primera investi-
relaciones entre el régimen militar y los lí- gación de largo aliento sobre ese periodo y,
deres políticos argentinos desde una p ers- posiblemente, la piedra basal de los futuros
pectiva que combinaba enfoques de teoría esrudios sobre el rema.
política e historia. Esta labo r, cominuada El autor ofrece una reconstrucción histó-
tuego en Argentina con la dirección de Juan rica sustentada en un entramado de hipóte-

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sis explicativas tanto del carácter del régi- como la llave maestra que cerraba el canda-
men como del comportamiento de los par- do de la crónica inestabilidad política argen-
tidos políticos. Desde su perspectiva, se es- tina. Así, la base de este nuevo orden polí-
tuvo en presencia de una dictadura institu- tico pseudo-democrático era la sustitución
cional, a saber, de una dictadura de las de la legitimación contingente del golpismo
Fuerzas Armadas como cuerpo institucionaL por una legitimación autoritaria permanen-
Este carácter se ret1ejó tanto en sus esfuer- te.
zos por evitar la personalización del poder ¿Era posible legitimar la dominación au-
(en vivo contraste con el Chile de Pinochet) toritaria? Para responder a este interrogante,
como en el tipo de distribución del poder. el autor recurre a una hipótesis de largo pla-
Los militares se dividieron el poder siguien- zo. Los militares contaban a su favor con la
do dos criterios: uno igualírario (dos minis- existencia de una cultura política pretoriana
tros por armas .en el gabinete) y otro que que desde hacía muchas décadas aceptaba la
respetaba la tradicional preeminencia del politízación de las FF.AA. Para importantes sec-
Ejército sobre las otras dos fuerzas (doce tores sociales, el fracaso de cada gobierno ci-
provincias son confiadas al Ejército, cinco a vil tornaba concebible, "lógica", la alternativa
la Armada y cinco a la Fuerza Aérea). militar. Por eso la peculiaridad del sistema po-
En segundo lugar, Quiroga sostiene que lítico argentino residió en la inclusión y reco-
la dictadura institucional de las FF.AA. se pa- nocimiemo explícito de los militares como
reció más -utilizando la célebre distinción fuerza política estatal. Desde .este ángulo de
de Carl Schmia- a una dictadura soberana análisis, el sistema político argentino "combi-
que a una díctadura comisaria/. En esta úl- nó" su funcionamiento a los gobiernos civiles
tima, se suspende la constitución existente con los gobiernos militares. El propio sistema
valiéndose de un derecho fundamentado en político operó como modo de "legitimación
ella. En la dictadura soberana, en cambio, el de la dominación militar".
poder tiene un sesgo constimyeme. El Acta En 1977 el Ministro de Planeamiento Díaz
y el Estatuto para el Proceso de Reorganiza- Bessone, sostenía en un documemo de traba-
ción Nacional tienen prioridad y están por jo que la transferencia tlel poder a los civiles
encima de la Constitución Nacional (arL 14 comenzaría en la década del '90. En 1981, el
del Estatuto). Esta dictadura institucional y general Harguindeguy aseguraba, en confe-
soberana obedeció a una voluntad política rencia de prensa, que en 1984 el presidente
fundacional: producir un nuevo orden, sería designado por la Junta Militar. ¿Por qué
transformar el Estado y la sociedad. De la historia posterior destruyó estos pronósti-
acuerdo con esta interpretación, en marzo cos?
de 1976 se asistió a un golpe estratégico. A Pese a la pasividad de la población, el res-
diferencia de experiencias ameriores, no se paldo fervoroso de las asociaciones empresa-
trató sólo de cubrir el "vacío de poder" sino riales más poderosas (Asociación de Bancos
de abrir un nuevo ·ciclo histórico definido Argentinos, ADEBA, Confederación de Asocia-
por la participación permanente e institu- ciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa,
cionalizada de las FF.AA. en los procesos de CARBEP, etc.), el apoyo explícito de algunos
toma de decisiones. Esta institucionalización partidos políticos (Fuerza Federalista Popular,
del poder político de los militares en el mar- Partido Socialista Democrático, y pattidos
co de una democracia tildada de represen- provinciales), la condescendencia de la igle-
tativa, republicana y federal, era concebida sia católica y el silencio inicial de peronistas y

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dica les, el gobierno militar fue impotente necesitaban para ~tvanzar sm condiciona-
tra vertebrar un proyecto político viable. Y miemos corporativos en el camino hacia la
: aquí una de las principales viltucles del !i- democracia.
n de Quiroga. Su análisis ~yucb a compren- Siempre me llamó la atención el contras-
:r y v::llorar l:t ilnportanria que tu vieron los te entre los innumerables Lrab;ljos clcdícados
;;en~os internos en d seno del gobierno. el a la transición democdtica en Argentin~l y los
ogresivo descane de las soluciones más ex- apenas contados con los dedos de una manu,
!mistas como ';d proyecto nacional" de Dí- centrados en el periodo militar precedente.
Ikssone, el "Movimiento de Opinión Na- Mientras la transición dio lugar a una fiebre
:mal" ele Albano Harguindeguy o el intento de estudios ele desigual calidad -la industria
n infmctt1oso como tardío de Galticri para de la ·'transición'' no es ni mucho menos aje-
•nstruir un panido oficial a través del nom- na a cie1ta ''papcnnanía" académica- los es-
amiemo ele dirigentes conservadores en las tudios sobre la díc¡adura perma necieron en
>bernadones de imponanres provincias. un cono ele sombra. A lo sumo, libros testi-
La incoherencia política del gobierno mi- moniales, catálogos de violaciones a los dere-
lr tornaba legítima las sospechas de los par- cllos humanos, juicios moralizadores... La
los. "l..os polftico~ temen que cuando los rni- ol.ml de Quiroga marca el inicio de una salu ~ 1
ures afirman r¡ue no babrú elecciones en dable ruptura con esta tendencia. Su investi-
)84, eu realidt1d quiere decir que nunca ha- gación, sólida y rigurosa, abre un nuevo capí-
'á elecciones en cuanto puedan ez.titarlo". El tulo en los estudios .sobre nueslra historia re-
1to despenar de b sociedad civil, el fracaso ciente, y como rodo trabajo pionero, desbro-
:1 proyeCLo económico (la deud<l externa za el camino e identi fica múltiples senderos
..
;

bíó de doce mil millones de dólares en que, sin duda, serán transitados por los inves-
78 a treinta y cinco mil millones a fines de tigadores que, en adelante, se atreva n a vol-
Hl) y la débil unidad de las FF.AA. conduje- ver su mirada al interior descamado del
n a un pumo de inflexión: la inv~sión a las ''riempo del proceso". •
a!-l Mal vinas. Su fracasó permitió a la !VIulri-
rtid<HÜ abrir el espacio de negociación que César Tcacb

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