Está en la página 1de 1

Una mañana llegó a nuestro salón una nueva compañera

llamada Susan. La profesora le dio la bienvenida, la


presentó ante todos y la ubicó en la primera fila.
Durante el recreo, nadie jugaba con ella y todos la
observaban y murmuraban; eso me preocupó, ya que la
notaba triste, así que decidí acercarme a ella y le dije:
“Hola Susan. Soy María, tu compañera de aula, ¿quieres
que te lleve a conocer el colegio?”, y Susan con una gran
sonrisa que se dibujó en su rostro, aceptó. La llevé por el
patio, el comedor del colegio, la biblioteca, los
laboratorios, la sala de cómputo y la de música.
Luego, me senté a su lado a conversar y me contó que
ella era de un pueblo llamado Tacabamba. Después, me
mostro algo que me dejó asombrada: un fólder lleno de
pinturas hechas con acuarelas. Susan dibujaba precioso,
pintaba hermosos paisajes de nuestra ciudad Cajamarca;
pues, ella asistía a un taller para perfeccionar sus técnicas
de pintura. Me dijo que para poder asistir por las tardes al
taller, primero debía cumplir con sus tareas del colegio.
Desde entonces, Susan en una de mis mejores amigas, y
en aquella conversación pude comprender que los niños
tenemos talentos que son tan importantes de desarrollar
sin cuidar nuestras labores escolares.

También podría gustarte