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Conducta antisocial y delincuencia juvenil

¿Qué es la conducta antisocial?


Por conducta antisocial entendemos al conjunto de comportamientos, prácticas, o
actuaciones que tienen como objetivo la perturbación del orden social o la agresión a
este. De la misma manera, todos aquellos discursos que fomentan este tipo de actos,
también son considerados como parte de las conductas antisociales.

Tradicionalmente, estos actos y comportamientos han sido categorizados como


transgresiones, abusos, infracciones o delitos juzgados y sancionados tanto por la ley,
como por la sociedad en general.
Las personas con conducta antisocial pueden establecer el foco de su actuación tanto
en espacios o propiedades ajenas, mediante actos de vandalismo, robos o atracos,
como con la intención de perjudicar otras personas mediante agresiones, ataques y
ofensas, así como abusos y acoso.

¿Cuáles son sus principales características?


El principal problema que existe ante la necesidad de establecer qué puede ser
considerado una conducta antisocial y qué no, ya que la definición de conducta
antisocial como toda aquella conducta o comportamiento que viole las normas sociales
o los derechos de las personas engloba una cantidad demasiado grande y variedad de
actos.

Por ejemplo, no lo mismo juzgar como conducta antisocial un atraco, que una pintada
en una pared, que una manifestación en contra de alguna ley o situación injusta. Sin
embargo todas ellas están orientadas a alterar el orden establecido.

El hecho de que exista tanta flexibilidad en cuanto a la interpretación de ciertos


comportamientos como conductas antisociales supone un problema en la sociedad
actual. Además, existe la percepción de que en los últimos años el número de
conductas antisociales ha aumentado considerablemente, puede ser que como
respuesta a los cambios y fenómenos sociales y económicos vividos.

¿Qué los causa o qué factores de riesgo existen?


Otro de los terrenos que investigan algunas disciplinas como la sociología, la
psicología, la criminología o incluso la legislación, son tanto las causas como los
factores de riesgo que pueden predisponer a la población en general a efectuar
cualquier tipo de conducta antisocial.

Aunque no se conocen las causas exactas por las que una persona puede desarrollar
una conducta antisocial, existen una serie de factores de riesgo que pueden aumentar
la probabilidad de desarrollar una conducta antisocial.

Estos factores se dividen en factores individuales, familiares y de contexto

1. Factores individuales

Elementos como el temperamento o la personalidad, así como la impulsividad y los


problemas de atención o la dificultad para adaptarse a los cambios pueden ser
factores de riesgo básicos para el desarrollo de conductas antisociales.

Igualmente, la falta de habilidades para resolver problemas, un bajo ajuste escolar o


social y una carencia de habilidades sociocognitivas, dificultan que la persona
encuentre alternativas eficaces y satisfactorias en la resolución de conflictos más allá
de las conductas antisociales.

2. Factores familiares

El ambiente familiar así como los estilos de crianza son esenciales a la hora de
favorecer la aparición o desarrollo de conductas antisociales. Experiencias como la
separación de los padres, los cambios de hogar o vivencias de situaciones más
extremas de abuso o violencia doméstica pueden resultar desencadenantes para
estas conductas.

Además, estilos de crianza inadecuados como los estilos muy permisivos o


autoritarios también pueden ejercer un fuerte efecto en ellas.

3. Factores ambientales

El contexto sociocultural, la influencia de los medios de comunicación, de la escuela,


los grupos de iguales o algunas instituciones, agrupaciones o asociaciones también
pueden favorecer o alentar las reacciones agresivas, violentas o coléricas de algunas
personas.

Diagnósticos asociados
Aunque estas conductas no tienen porqué darse como consecuencia o en asociación
con alguna patología psicológica o trastorno. Existen una serie de diagnósticos en los
que aparecen este tipo de conductas de manera reiterada.

1. Trastorno antisocial de la personalidad

Según los criterios del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
(DSM-IV), el trastorno antisocial de la personalidad se define por la aparición de un
patrón de conducta que
revela un desprecio general de las normas y los derechos de los demás.

Los principales síntomas o señales de este diagnóstico incluyen la infracción de las


normas, el engaño y la manipulación como los principales rasgos distintivos de este
trastorno. Así como la impulsividad, la falta de remordimientos o la despreocupación
por la seguridad ajena.

Para que pueda realizarse dicho diagnóstico, la persona debe de tener más de 18
años, de lo contrario se considera como trastorno disocial de la personalidad.

2. Trastorno disocial de la personalidad

En este segundo caso, los comportamientos son prácticamente iguales que los del
trastorno antisocial de la personalidad, pero con la diferencia de que se manifiestan en
una edad más temprana, concretamente en la etapa infantil o durante la adolescencia.

Estos comportamientos categorizados como antisociales deben darse de manera


recurrente y ser cualitativamente mucho más graves que las conductas típicas de
rebeldía que se esperan a dicha edad.

Delincuencia juvenil
La delincuencia juvenil comprende los delitos que cometen los menores de edad. En
nuestro país se consideran delincuentes juveniles aquellos adolescentes entre los 14 y
los 18 años que cometen delitos.
Delincuencia juvenil: ¿qué tipos hay?
Para entender el fenómeno de la delincuencia juvenil, hay que comprender que no
todos son iguales. Hay diferentes tipos en función de la duración de estos
comportamientos. Concretamente, encontramos tres:
• Conductas de delincuencia ocasionales. Como su nombre indica, son
comportamientos que tienen lugar de forma ocasional. Suelen ocurrir cuando el
joven se ve obligado a acostumbrarse a un estilo de vida que no le es familiar.
• Conductas de transición. Este tipo de delincuencia engloba comportamientos
más severos y prolongados en el tiempo. Habitualmente son respuestas a
cambios en la escuela o en la familia.
• Conductas de condición. Estas están asociadas a aquellos jóvenes que
mantienen los comportamientos delictivos y antisociales. Esto afecta de forma
más grave a su estilo de vida, lo que conlleva el desarrollo de lo que se conoce
como “carrera delictiva”

Causas de la delincuencia juvenil

Hay muchas causas que influyen en la delincuencia juvenil, las cuales se dividen en
varias teorías. Te las contamos a continuación:

Teorías psicobiológicas

Según estas teorías, el origen de la delincuencia juvenil se encuentra en los genes, los
cuales tienen componentes psicobiológicos y psicofisiológicos. Algunos ejemplos
podrían ser el exceso de agresividad o las anomalías genéticas

Teorías psicomorales

Estas teorías sostienen que los factores psicológicos, sociológicos o morales son los
que causan que el individuo presente conductas delictivas. También pueden influir
factores como el egocentrismo, la agresividad o la indiferencia afectiva, por poner
algunos ejemplos.

Teorías psicosociales

Estas explicaciones sostienen que la delincuencia proviene de la interacción entre varios


elementos, tanto individuales como sociales. Las teorías afirman que las personas que
tengan menos recursos serán más vulnerables en este sentido.
Teorías del conflicto
Según los profesionales que sostienen estas teorías, las contradicciones que tienen
lugar en la sociedad moderna causan el acto delictivo. La frustración o la inestabilidad
social podrían ser buenos ejemplos de estas contradicciones, las cuales generan
malestar hacia la incerteza.

Teorías radicales

Los profesionales que apoyan esta teoría conciben la delincuencia como una etiqueta
que se impone socialmente a aquellas clases más bajas y con menos capacidad
económica. Así, y según estas teorías, la delincuencia juvenil sería algo más parecido
a una concepción artificial que a un fenómeno real.

Sin duda alguna, hay una gran cantidad de elementos que pueden causar que un joven
realice actos delictivos. Estudiarlos y comprenderlos es una ardua tarea que lleva
décadas llevándose a cabo. Asimismo, las consecuencias que tiene la delincuencia
juvenil tanto a nivel social, como personal o jurídico pueden llegar a ser graves y
prolongadas en el tiempo.

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