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DIAGNÓSTICO POR IMÁGENES EN GINECOLOGÍA

Autor: Sebastián Giménez

INTRODUCCIÓN

La ecografía (abdominal y transvaginal) es la técnica inicial empleada para evaluar el aparato


reproductor femenino. Es un método accesible, de bajo costo, inocuo (ya que no emplea
radiaciones ionizantes). Para efectuar una ecografía por vía transabdominal, se utilizan
transductores convexos, de 3,5 a 5 Mhz, que presentan menor resolución, pero mayor penetración
en profundidad. Requieren que la vejiga se encuentre llena, para generar una buena ventana
acústica y poder explorar el útero y los anexos.
La ecografía transvaginal emplea transductores endocavitarios, que tienen una frecuencia de 7,5
Mhz o superior, lo cual brinda mejor resolución, pero menor penetración en profundidad
(aproximadamente 10 cm desde el extremo del transductor). Debido a esto último, quedan sin
evaluar aquellas estructuras localizadas más allá de esa distancia, por lo cual es de suma utilidad,
realizar una exploración transabdominal, para obtener una visión general y más amplia de las
estructuras pelvianas.
Como ventajas, la ecografía transvaginal tiene mejor definición, no requiere distensión vesical,
mejora la valoración de úteros en RVF, mejora el diagnóstico de patología maligna y permite guiar
procedimientos intervencionistas.
Los transductores lineales, de alta frecuencia y resolución, son empleados para evaluar la glándula
mamaria y las regiones axilares.
La tomografía computada (TC) y la resonancia magnética (RM) se utilizan principalmente
para caracterizar lesiones que no son completamente evaluables por ultrasonido y permiten
evaluar el compromiso extra pelviano de neoplasias ginecológicas.
La RM, es la modalidad más completa y definitiva del diagnóstico por imágenes para visualizar la
pelvis femenina. Por su elevada resolución tisular y espacial, es de gran utilidad para el estudio de
lesiones anexiales complejas, endometriosis pélvica profunda y extra pelviana, adenomiosis,
malformaciones uterinas, estadificación local de neoplasias endometriales, cervicales, vaginales y
en la evaluación de miomas múltiples.
En RM se obtienen imágenes de alta resolución de la pelvis. Se administra gel dentro de la cavidad
vaginal, para distender sus paredes para realizar una mejor valoración de las mismas y su relación
con el cérvix.
El contraste endovenoso resulta de gran utilidad para evaluar las neoplasias ginecológicas,
permitiendo identificar el realce del componente sólido y vascularizado de las lesiones.
La histerosalpingografía es de gran utilidad para la valoración de las trompas de Falopio y también
para la evaluación interna de la cavidad uterina. Es un estudio de radiología contrastada, donde se
instila contraste iodado hidrosoluble en la cavidad uterina y se visualiza en tiempo real bajo
radioscopia, como se rellena con contraste la cavidad uterina y el pasaje a través de las trompas a la
cavidad peritoneal.
La histerosalpingografía virtual es un procedimiento diagnóstico similar, pero en vez de radioscopia,
se realiza mediante tomografía computada, con lo cual obtenemos imágenes de alta resolución
espacial, que permiten efectuar reconstrucciones y navegar virtualmente dentro de la cavidad
uterina. Una desventaja respecto a la HSG convencional, es que en la tomografía computada, no
podemos ver las imágenes en tiempo real.
La histerosonografía, es un método en el cual se instila solución fisiológica para distender la cavidad
uterina y poder evaluarla en tiempo real con ultrasonografía. Es de gran utilidad para evaluar la
mucosa endometrial, sus lesiones y aquellas de localización submucosa.

ANATOMÍA NORMAL

En el estudio ecográfico, se identifica el útero en la línea media, pudiendo en ocasiones encontrarse


lateralizado. Tiene forma de pera invertida, mide 8 x 5 x 4 cm aproximadamente.
Es importante precisar su posición (versión-flexión) y su tamaño.
El tamaño uterino, presenta relación con la edad y con los antecedentes reproductivos.
Antes de la pubertad, la longitud cervical supera al cuerpo uterino, invirtiéndose dicha relación
durante el período fértil.
El miometrio normal es homogéneo, de baja ecogenicidad en ecografía y se distingue de la línea
endometrial, que es más ecogénica.
Se compone del canal endometrial, rodeado por dos capas de endometrio y varía sus características
durante el ciclo menstrual. En la fase menstrual, es una línea hiperecogénica de unos 3 mm.
Durante la fase proliferativa, el endometrio aumenta de espesor hasta unos 8 mm. Hacia el final de
esta fase, puede presentar un aspecto trilaminar. En la fase secretora, es hiperecogénico, con un
espesor hasta los 15 mm.
En RM, secuencia T1, el útero aparece de señal homogénea e isointensa a la musculatura. Mientras
que en las secuencias potenciadas en T2, diferenciamos tres zonas, una central hiperintensa, que
corresponde al endometrio. Otra zona intermedia, hipointensa llamada línea de unión, que
corresponde a la parte interna del miometrio, formada por músculo liso más compacto y menor
contenido de agua. El grosor normal de la línea de unión varía de 2 a 8 mm. Esta línea es hipoecoica
en ecografía y no siempre resulta visible con dicho método. Finalmente, una zona externa, que
corresponde a la parte externa del miometrio y muestra una señal intermedia.
El endometrio varía su espesor durante el ciclo como se expuso anteriormente y en RM es
hiperintenso en secuencias potenciadas en T2, con señal casi líquida.
El cuello uterino es el segmento inferior del útero, de forma cilíndrica. La mitad inferior del cérvix
protruye en el segmento superior de la vagina, que se conoce como porción vaginal. Presenta una
gruesa capa de estroma fibromuscular central, hipointensa en RM e hipoecoica en ecografía. Una
capa epitelial interna, hiperintensa en secuencia T2, ecogénica en ecografía, que mide menos de 10
mm de espesor y una delgada capa fibromuscular externa que muestra señal intermedia.
Los ovarios se visualizan como estructuras ovoideas o redondeadas, con imágenes foliculares de
escasos milímetros, anecoicos en ecografía, hipointensos en T1 e hiperintensos en T2.
Los folículos dominantes alcanzan dimensiones de 20 a 25 mm. Los quistes del cuerpo lúteo suelen
tener un tamaño variable, su señal puede ser baja o alta en T1, dependiendo su contenido y pueden
presentar un realce periférico.

En mujeres posmenopáusicas, el útero disminuye progresivamente de tamaño. El endometrio se


torna delgado, con un espesor de hasta 5 mm. En pacientes con terapia hormonal de reemplazo y
tratadas con tamoxifeno, se toma como límite máximo, un espesor de 8 mm.
Los ovarios disminuyen de tamaño, volviéndose atróficos y sin folículos.
PATOLOGÍA ENDOMETRIAL

Alteraciones difusas
Incluyen etiologías endocrinológicas/proliferativas, infecciosas y neoplásicas. Se producen
alteraciones en el espesor del endometrio y en su homogeneidad.
En la endometritis, en ocasiones, se puede identificar líquido complejo intracavitario, burbujas
aéreas y endometrio engrosado y heterogéneo.
En la hiperplasia endometrial, se produce un aumento difuso del espesor endometrial, pudiendo
presentar un aspecto heterogéneo en RM, pero sin gas ni colecciones líquidas asociadas. En
ecografía, se observa el aumento del espesor del endometrio, con imágenes quísticas. No es posible
distinguir mediante métodos de imágenes, entre una hiperplasia y un carcinoma endometrial.

Alteraciones focales del endometrio

Sinequias o adherencias:
Se manifiestan en RM como múltiples hipointensidades lineales, intracavitarias, con realce que
cubren el endometrio hiperintenso. Son seculares a trauma ocasionado por un legrado, una
cesárea, miomectomía, exposición a la radiación, endometritis, entre otras causas.

Cicatriz de cesárea:
Se presenta en RM, como una imagen focal hiperintensa de morfología triangular del miometrio
anterior, a nivel del istmo.

Pólipos endometriales
Representan hiperplasias glandulares y estroma focal cubierto por endometrio. No suele ser posible
diferenciar los pólipos respecto a un carcinoma endometrial con los estudios de imágenes. Pueden
ser pediculados o sésiles, presentar focos quísticos intralesionales, un centro fibrovascular de
menor señal en RM y realce puntillado, características que permiten diferenciarlo del endometrio
hiperintenso e hipovascular.

Carcinoma endometrial
No es posible diferenciar el carcinoma endometrial de los pólipos o de la hiperplasia endometrial
con los métodos de diagnóstico por imágenes, como para obviar la biopsia. El carcinoma
endometrial es poco frecuente que presente aspecto pediculado como los pólipos. Por lo general es
infiltrativo, no contiene centro hipovascular en la RM ni focos quísticos intralesionales. Con mayor
frecuencia, se presenta como un engrosamiento difuso, siendo imposible diferenciarlo de una
hiperplasia. En ocasiones también puede presentarse como una lesión focal.
Las lesiones son hipovasculares y muestran realce gradual en RM con el contraste endovenoso.
Puede presentar márgenes borrosos y expande el canal endometrial.
El principal objetivo de la resonancia magnética es la estadificación.
Puede diseminarse por invasión directa al cuello uterino, a la vagina y al miometrio adyacente.
Por vía linfática, a las cadenas ganglionares de la pelvis y abdomen.
Puede presentarse también diseminación transluminal a través de las trompas uterinas y
diseminación hematógena hacia pulmones, hígado y hueso.

PATOLOGÍA MIOMETRIAL

Leiomiomas
Son formaciones compuestas principalmente por fibras de músculo liso, intercaladas con colágeno,
lo que explica la hipointensidad respecto al miometrio en todas las secuencias de pulso,
especialmente en T2.
En ecografía, la forma de presentación más frecuente, es la de una masa sólida hipoecoica.
Pueden ser desde homogéneos hasta presentar un aspecto francamente heterogéneo.
Aunque en ocasiones pueden ser solitarios, lo más frecuente es que sean múltiples.
Se encuentran presentes en el 20% de las mujeres en edad reproductiva.
Los leiomiomas submucosos desplazan la superficie endometrial adyacente, proyectándose hacia la
cavidad endometrial.
Los leiomiomas intramurales están confinados al miometrio y es infrecuente que provoquen
síntomas.
Los leiomiomas subserosos protruyen hacia la superficie externa del útero, por debajo de la
superficie serosa. Pueden generar síntomas al producir efecto de masa sobre estructuras
adyacentes. Pueden ser pediculados, lo cual los predispone a la torsión y también pueden imitar
tumores anexiales.
Las imágenes son útiles para identificar el número, localización, las características de la lesión
(degeneración mixoide, hemorragia, presencia de calcificaciones, etc).
El tamaño varía desde escasos milímetros a más de 10 cm.
El realce con el contraste en RM puede estar ausente en los miomas difusamente calcificados, hasta
un realce intenso en los hipervasculares. Pueden identificarse áreas que no realzan por necrosis o
degeneración.
La degeneración maligna de los leiomiomas (leiomiosarcoma) es muy infrecuente, siendo alrededor
del 0,1%. Como características, se observa marcado incremento del tamaño de las lesiones en
comparación a las imágenes previas, sus márgenes se tornan borrosos e infiltran estructuras
adyacentes.

Adenomiosis
La adenomiosis es una enfermedad benigna del útero caracterizada por una invasión del miometrio
por estroma y glándulas endometriales que se asocia a hipertrofia reactiva de la musculatura lisa
que lo rodea, pudiéndose presentar de forma difusa o focal (adenomioma).
La adenomiosis, por lo general carece de márgenes delimitados, sin ejercer efecto de masa
significativo. Se manifiesta como un engrosamiento difuso de la línea de unión (zona de unión
endometrio-miometrial) con baja intensidad de señal en las secuencias potenciadas en T2.
El diagnóstico de adenomiosis difusa debe establecerse ante un grosor de la línea de unión superior
a 12 mm, con la presencia de pequeños focos hiperintensos en secuencias T2 que representan
endometrio heterotópico o dilatación quística de las glándulas endometriales.
En ocasiones pueden observarse estriaciones lineales surgiendo del endometrio y pueden
aparecer pequeños focos hiperintensos en T1, que traducen focos hemorrágicos. Para detectar
estos focos, las secuencias T1 con supresión de grasa son las más sensibles.
En ecografía, se puede visualizar un aumento de espesor de la zona de unión, con alteración de su
morfología habitual y pequeñas imágenes hipoecoicas, que dan un aspecto apolillado al miometrio.
También pueden identificarse pequeños quistes, inferiores a 1 cm.

Anomalías de los conductos Müllerianos


Los conductos paramesonéfricos primordiales, forman la porción superior de la vagina, el útero y
las trompas uterinas. Los extremos distales de los conductos, crecen en sentido caudal y medial, en
donde se fucionan para conformar el cuerpo uterino, el cérvix y los 2/3 superiores de la vagina. Tras
la fusión, un tabique residual sufre regresión y da como resultado un único canal.
Los segmentos proximales no fusionados, forman las trompas uterinas.
El grado de ausencia en la fusión de los conductos y reabsorción del tabique, explica las diferentes
configuraciones de estos trastornos.
El espectro de alteraciones va desde una deficiencia global (agenesia/hipoplasia), pasando por una
deficiencia unilateral (útero bicorne), hasta una fusión incompleta que abarca desde un (útero
didelfo, bicorne) hasta una falta de reabsorción completa o parcial del tabique residual (útero
septado parcial o completo).
Es importante diferenciar entre útero bicorne y septado, ya que esto es de relevancia para su
abordaje quirúrgico.
El útero tabicado se trata por histeroscopía para la septoplastia, mientras que el útero bicorne se
aborda por vía transabdominal.
El contorno fúndico externo es un factor diferencial entre las 2 entidades. El contorno del útero
tabicado varía desde convexo a plano o mínimamente cóncavo (menos de 1 cm).
En cambio el útero bicorne, presenta una hendidura fúndica más profunda, de 1 cm o más.
Se puede también medir un ángulo entre ambos cuernos, uniendo los márgenes mediales de las
líneas endometriales. Si el ángulo es de 105º o más, sugiere útero bicorne y si es de 75º o menos
sugiere útero tabicado.
Una separación de 4 cm o más entre los ápices de los cuernos es un hallazgo que sugiere útero
bicorne.
El tejido miometrial interpuesto entre ambas hemicavidades, indica un útero bicorne mientras que
una delgada lámina hipointensa lineal, uniforme, de tejido fibroso, sugiere útero tabicado.
El útero arcuato se considera una variante de la normalidad, visualizándose una pequeña
indentación hacia la cavidad endometrial, en el fundus, menor a 1 cm y el contorno es normal o con
una hendidura mínima, inferior a 1 cm.
Las alteraciones del tracto urinario como la agenesia renal, riñón en herradura, riñón pélvico y
duplicación del sistema colector, frecuentemente coexisten con las anomalías de los conductos
Mullerianos. Se deben valorar también los riñones en el estudio ecográfico u obtener imágenes en
el plano coronal para descartar alteraciones renales asociadas.
PATOLOGÍA DEL CUELLO UTERINO

Lesiones quísticas
Los quistes de Naboth son quistes benignos de retención, por obstrucción de las glándulas
endocervicales secretoras de moco.
Frecuentemente son múltiples, miden menos de 2 cm y presentan señal líquida.
Los quistes del conducto de Gartner, representan remanentes del conducto mesonéfrico. Se
originan en la pared anterolateral de la porción superior de la vagina, próximo a la sínfisis púbica.
Los quistes de la glándula de Bartolino son glándulas anormalmente dilatadas, localizadas en el
introito vaginal posterolateral, que se observan mediales a los labios menores.

Carcinoma de cuello uterino


La mayoría de los carcinomas de cuello uterino, son de tipo de células escamosas y presentan
aspecto sólido.
Se origina en la capa mucosa del de la unión escamocolumnar.
El tumor presenta una señal intermedia en las imágenes potenciadas en T2, siendo más oscuro que
la mucosa normal, pero más claro que el estroma fibromuscular central del cérvix. El realce de las
lesiones suele ser variable, pero siempre presente.
El objetivo de la resonancia magnética es la estadificación.
Como diagnósticos diferenciales, se incluyen el carcinoma endometrial, linfoma, metástasis y
leiomiomas cervicales.
Se debe evaluar la extensión extracervical del tumor hacia la vagina, los tejidos parametriales y a los
órganos vecinos, así como también la presencia de adenopatías regionales.
LESIONES ANEXIALES

Los anexos incluyen a los ovarios y trompas uterinas, ligamentos anchos, parametriales y las
estructuras vasculares asociadas.
El tamaño de los ovarios varía con la edad de la paciente.
Las hormonas femeninas producen el crecimiento y desarrollo de los quistes funcionales en el
ovario.
La ecografía es el método inicial que se emplea para detectar patología anexial. La tomografía
computada y la resonancia magnética, nos brindan un mayor detalle anatómico de las estructuras y
permiten mejor caracterización de la patología anexial, especialmente la resonancia magnética, por
su alta resolución tisular.
Es importante tanto en tomografía computada como en resonancia magnética, emplear contraste
endovenoso para poder caracterizar una lesión. Esto permite identificar la presencia de tejido
sólido vascularizado, el cual muestra realce con el contraste endovenoso.
En ecografía, se puede utilizar el doppler, para demostrar el componente sólido y vascularizado de
una lesión.
Las lesiones quísticas son frecuentes y el abordaje diagnóstico se centra en el contenido y la
complejidad del quiste.
Es importante también que diferenciamos las imágenes quísticas fisiológicas (folículos, quistes
funcionales y del cuerpo lúteo) de las lesiones patológicas del ovario.

Lesiones quísticas
Las lesiones quísticas simples son anecoicas, con refuerzo acústico posterior en ecografía y
presentan paredes delgadas.
No muestran realce con el contraste endovenoso en TC o RM. Son hipointensas en secuencia T1 e
hiperintensas en T2.
En resonancia magnética, se requiere de varias secuencias para por caracterizar una lesión quística.
Para evaluar el contenido de un quiste, debemos realizar secuencias de RM potenciadas en T1 sin y
con supresión grasa.
Los quistes que tienen un contenido hemorrágico, son hiperintensos en T1, por el contenido de
metahemoglobina. Dicha hiperintensidad, no se ve afectada en secuencias T1 con supresión grasa
(T1 FS).
Las lesiones que presentan contenido graso, como los quistes dermoides, también son
hiperintensos en T1-T2, pero una vez que se adquiere una secuencia con supresión grasa, la señal
de la lesión cae, tornándose hipointensos.
Durante el ciclo menstrual, se produce aumento del número y tamaño de los folículos, y la mayoría
miden menos de 1 cm. El folículo dominante alcanza aproximadamente 3 cm y habitualmente
experimental ovulación y forma el quiste del cuerpo lúteo.
Incluso en los ovarios posmenopáusicos, con frecuencia podemos observan quistes de hasta 3 cm
de diámetro, esféricos, simples y uniloculares.
Por lo tanto, con independencia de la edad, los quistes ováricos simples de hasta 3 cm no requieren
seguimiento.
Lesiones quísticas con contenido lipídico
La clave para definir entre un quiste con contenido hemorrágico y lipídico, es la pérdida de la señal
en las imágenes con supresión de la grasa en RM, en el caso de un quiste dermoide (con contenido
lipídico).
Los teratomas quísticos maduros, presentan señal grasa. Pueden presentar aspecto multilocular,
con elementos complejos internos como tabiques, detritus calcificaciones.
En ecografía, son hiperecogénicos y se describe el “signo de la punta del iceberg”, ya que la parte
anterior del quiste absorbe toda la energía y también el “enchufe dermoide”, que consiste en dos
áreas ecogenicas redondeadas, dentro de una masa más hipoecoica.
Pueden verse imágenes ecogénicas con sombra acústica posterior que corresponden a
calcificaciones.
Se trata de una neoplasia benigna, que se origina en una única célula germinal pluripotencial y
presenta componentes de al menos dos de las tres capas germinales
Endometrioma
Si se observa hiperintensidad en T1, sin caída de la señal en las imágenes con supresión de la grasa,
el contenido del quiste es hemorrágico.
La hemorragia muestra señal relativamente baja en las imágenes potenciadas en T2 (sombreado)
debido a la presencia de productos de hierro concentrados, en forma crónica, lo cual sugiere el
diagnóstico de endometriosis.
En cambio, los quistes hemorrágicos funcionales son hiperintensos en T1, y el resto de las
características son las de las de un quiste simple (hiperintensidad en T2).
En ecografía, suelen ser hipoecoicos, con ecos internos móviles, niveles líquido-líquido y en
ocasiones tabiques.
Pueden ser múltiples y bilaterales.
Lesiones anexiales agudas
Las patologías anexiales agudas como el absceso tuboovárico, la torsión ovárica y el embarazo
ectópico, se suelen asociar a la presencia de líquido libre en la cavidad pelviana.

Absceso tuboovárico
La EPIA abarca un espectro que va desde endometritis, piosálpinx, absceso tuboovárico y
pelviperitonitis.
Los abscesos tuboováricos se presentan como lesiones quísticas, con paredes gruesas. Los
contenidos son levemente hipointensos en T1 e hiperintensos en T2. En ecografía, se presentan con
un contenido hipoecoico y particulado, con niveles líquido-líquido.
El piosálpinx se caracterizar por ser una estructura tubular, tortuosa que se localiza entre el útero y
el ovario.
El absceso tuboovárico, con mayor frecuencia es multiloculado.
En ocasiones, los abscesos pueden también tener burbujas aéreas en su interior.

Torsión ovárica
Por lo general, existe una lesión anexial subyacente, que conduce a la torsión.
Los quistes dermoides y los quistes ováricos suelen ser los responsables.
La ausencia o la presencia de un realce mínimo con el contraste, suele ser la regla.
El ovario se encuentra anormalmente aumentado de tamaño, con proliferación del estroma central
y desplazamiento periférico de los folículos aumentados de tamaño. Este fenómeno, se denomina
edema ovárico masivo.

Embarazo ectópico
Se suele presentar con una triada que se compone de una masa anexial, un útero aumentado de
tamaño sin saco gestacional en su interior y la presencia de líquido libre intraabdominal.
En el anexo, en ocasiones se puede identificar un saco gestacional, con saco vitelino y en ocasiones
un embrión.
Neoplasias del ovario
Las neoplasias del ovario, se presentan como lesiones con diverso grado de complejidad, que
incluyen la presencia de septos, paredes gruesas y tejido sólido, vascularizado.
Los tumores epiteliales representan el 60% de todas las neoplasias primarias del ovario y la mayoría
de las neoplasias ováricas malignas (aproximadamente el 85%). Presentan una incidencia máxima
entre la sexta y séptima década de la vida. Pueden ser benignas 60%, limítrofes o de bajo grado 5%
y malignas 35%.
Varían desde completamente quísticas (por lo general de origen epitelial) a sólidas.
Las neoplasias epiteliales, tienen su origen en el espesor del epitelio ovárico, siendo los dos tipos
principales, el cistoadenoma seroso y el cistoadenoma mucinoso, que corresponden a lesiones
benignas. El cistoadenoma seroso suele presentarse como una lesión de gran tamaño, unilocular,
quística y de paredes finas. La estirpe mucinosa, se presenta como una lesión quística con múltiples
septos finos.
El rol de las imágenes, es identificar aquellas características que sugieran malignidad, como son el
componente sólido evidente, tamaño mayor a 4 cm, engrosamiento parietal mayor a 3 mm,
proyecciones papilares o la presencia de lesiones metastásicas (ascitis, adenopatías, implantes
peritoneales, invasión de órganos o estructuras adyacentes. Los tumores mucinosos, suelen tener
una predisposición a la diseminación mucinosa intraperitoneal.
Los otros tipos de neoplasias epiteliales ováricas son mucho menos frecuentes. El carcinoma
endometroide y de células claras, son lesiones malignas y pueden originarse en la endometriosis.
El carcinoma endometroide se aprecia como tumor quístico complejo, de gran tamaño, con bordes
sólidos y de frecuente distribución bilateral (30-50%).
Otras neoplasias ováricas primarias son menos frecuentes y pueden originarse en células
germinales o también en el estroma ovárico.
También podemos tener lesiones secundarias, que pueden asociarse al carcinoma gástrico, de
mama y de colon. Cuando se originan en una neoplasia primaria maligna gastrointestinal, se aplica
el epónimo de tumor de Krukenberg.
HISTEROSALPINGOGRAFÍA E HISTEROSONOGRAFÍA

En la actualidad se ha observado un incremento en el uso de estas técnicas, principalmente como


consecuencia de los grandes avances obtenidos en el campo de la medicina reproductiva.
El método consiste en instilar contraste iodado hidrosoluble a través de una cánula (de Rubinstein),
que se coloca en el cérvix y posee una oliva que obtura el orificio cervical externo. El contraste se
instila progresivamente, opacificando y distendiendo la cavidad uterina, las trompas de Falopio y si
estas se encuentran permeables, pasa a la cavidad peritoneal, distribuyéndose entre las asas
intestinales y en el fondo de Douglas.
El procedimiento se hace bajo radioscopia, con lo cual se obtiene una visión en tiempo real y se
realizan radiografías de frente y oblicuas.
Es muy importante obtener una radiografía con lleno parcial de la cavidad uterina, para identificar
las lesiones de menor tamaño, que pueden pasar desapercibidas una vez que la cavidad se
distiende completamente.
Al final se realiza la prueba de Cotte, solicitando a la paciente que realice un giro completo en la
camilla, para evaluar la distribución del contraste en el peritoneo.
La histerosalpingografía virtual se realiza bajo tomografía computada, adquiriendo imágenes
axiales, que luego permiten reconstrucciones multiplanares y tridimensionales.
Estos métodos diagnósticos son de utilidad para evaluar anormalidades relacionadas con el útero y
las trompas de Falopio.
Las anormalidades uterinas que se pueden evaluar incluyen leiomiomas, pólipos, sinequias,
adenomiosis y anomalías Müllerianas. Dentro de las alteraciones tubáricas, se pueden identificar
obstrucción, salpingitis ístmica nodosa, pólipos e hidrosálpinx. Según la distribución del material de
contraste en la cavidad abdominal, puede sospecharse la presencia de adherencias peritoneales,
peritubáricas y de masas anexiales.
En la histerosonografía, se instila solución fisiológica dentro de la cavidad uterina, a través de una
sonda balón. Las imágenes se obtienen con un transductor endocavitario de ecografía, en tiempo
real. De esta forma, es posible visualizar la relación que tienen las lesiones con el endometrio y el
miometrio, pudiendo diferenciar mejor entre pólipos, miomas submucosos y adherencias.
Es muy importante que para la realización de estos estudios, la paciente se encuentre entre el día 5
y 10 de su ciclo, sin sangrado menstrual ni procesos infecciosos ginecológicos en evolución. En caso
de dudas y/o amenorrea, debe descartarse siempre la posibilidad de embarazo antes de realizar el
examen.
BIBLIOGRAFÍA:

- Resonancia magnética del cuerpo, Christopher G. Roth, Ed Journal, Año 2017.

- Ecografía, Middleton, Ed Marban, año 2005.


- Imagen del útero por RM, patología benigna y malformaciones; Seram; 2014; M. Boada Ordis, et al
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- Utilidad de la histerosalpingografía como método diagnóstico en la infertilidad; Daniela Stoisa, et al; Revista
Argentina de Radiología; 2008: https://www.redalyc.org/pdf/3825/382538461007.pdf

Se agradece colaboración por imágenes aportadas a la Dra Bassi Luz, Sañudo Mercedes y Soloaga
Florencia.

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