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SUMARIO
INTRODUCCIÓN
186
El trabajo de base para nuestro análisis es el de KESSELMAN Mark, KRIEGER Joel y
JOSEPH William (eda.), lntroductlon to Comparativa Politlcs, Houghton Mifflin Co. New York,
USA, 2004, 343 pp.
234 JuAN CARLOS VEL.AzauEZ EuZARRA
Comienzan nuestros editores por afirmar que la política alrededor del mundo parece
más problemática que hace algunos años, cuando hubo celebraciones en todo el
orbe para iniciar un nuevo milenio. Los recuerdos de la guerra fría están aún frescos,
cuando los regímenes comunistas de la Unión Soviética y de los países del Centro
Este de Europa colapsaron a principios de 1989; dando la impresión entonces que la
política internacional sería dirigida por la competencia económica global y no por las
contundentes enemistades nacionales. En 2000, a pesar de que no había cristalizado
completamente un orden mundial, surgió la globalización como una nueva óptica
para analizar la política; dando lugar a la pregunta clave que prometía dominar la
agenda política de los inicios del siglo XXI, en cuanto a si los procesos de globalizaci6n
-la difusión global de inversión, comercio, producción y extraordinariamente las
(;APITULO VIl. DISERTACIÓN DE LA POLITICA COMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES... 235
Los términos de globa/ización y era global son usados y aplicados como una frase de
código general para identificar el profundo crecimiento, extensión y la diversidad de
lns conexiones que cruzan las fronteras estatales y que son una clave característica
del mundo contemporáneo. La discusión acerca de la globalización comienza con
los aspectos de la actividad económica, incluida la reorganización de la producción y
ltt redistribución mundial de la fuerza de trabajo (la "fabrica global") y en el extenso
Incremento e intensidad del comercio internacional, finanzas y la inversión extranjera
directa. La globalización envuelve los desplazamientos de las personas así como la
migración, el empleo, los negocios y las oportunidades educacionales. Incluye otros
• .1mbios profundos que son menos visibles pero igual de significativos. Por ejemplo,
11, aplicación de nuevas tecnologías de información (como Internet y CNN) enturbia
1!1 tradicional distinción •tntre lo que sucede alrededor del globo y lo que ocurre
286 JUAN CARLOS VELÁZQUEZ E LJZARIW•
187 Para mayor detalle ver a MAYER, Lawrence C., et al., Comparativa Politics. Nations and
Theories in a Changing World, Prentlce Hall, New Jersey, USA, 2001, 423 pp.
238 JUAN CARLOS VELÁZQUEZ ELIZAR
168 SCHMINER, Philippe, "Comparativa Politics", in Joel Krieger (ed.), The Oxford Com~m
nion to Politics ofthe World, New York, Oxford University Press, 2001 , pp. 160-165. Para unu
explicación y un enfoque diferente véase: LAITIN , David D., "Comparativa Politics: The Statc• '''
the Subdiscipline", en Ira Katznelson and Helen V. Milner (eds.), Politica/ Science: The Statc; '''
the Discipline, New York, Norton, 2002), pp. 630-659.
CAPITULO VIl. DISERTACIÓN DE LA POLITICA COMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES... 239
169
Véase por ejemplo el que pensamos es uno de los estudios extranjeros más completos
que se ha escrito sobre la maquinaria polftica estadounidense: TOINET, Marie-France, El Sistema
Polltíco de los Estados Unidos (Prólogo de Stanley Hoffman), 18 . ed. en espanol, FCE, México,
1994, 522 pp. También destaca el texto de HAURIOU, André, Derecho Constitucional e
Instituciones Polfticas, Ariel, Espana, 1980, pp. 475-576.
°
17
CAMPBELL, Collin, Govemments Under Stress: Política/ Executives and Bureaucrats in
Washington, London, and Ottawa, Unlverslty ofToronto Press, Ganada, 1983, 356 pp.
240
La comparación puede ser de gran ayuda para el análisis politico en muchos nlv4•1
diferentes. El científico político a menudo compara el desarrollo en ciudades, reglort
provincias, o entidades distintas al interior de un mismo Estado o en dos o m
Estados. El análisis comparativo se puede enfocar también en instituciones y proouu
específicos en varios Estados, como el poder legislativo, el poder ejecutivo, los partlclc
políticos, los movimientos sociales, o los sistemas de cortes y tribunales. Pnt
experiencia, sabemos que el mejor camino para comenzar con el estudio de polltlf
comparada es en el nivel de los Estados, estructuras complejas políticamente deflnkiM
que comprenden territorios disímbolos y que abarcan instituciones políticas, cultun•ln
económicas y étnicas, y otras identidades sociales. Los Estados han ••ttl
históricamente la fuente más importante de la identidad política colectiva de los puetllc
y son la arena más importante para organizar la acción política en el mundo mod4•1 11t
Por ello, constituyen la unidad natural del análisis para la mayor parte de las vt111
bies y procesos domésticos, los cuales incluyen: a) instituciones políticas: el goblttfllt
formal e informal y las relaciones estructurales que organizan el poder y los recurttu
en sociedad; b) cultura polftica: actitudes, creencias, y símbolos que influyM !ti
comportamiento político; y, e) desarrollo po/Jtico: las etapas del cambio de la estruetut
de gobierno y la participación de la sociedad en la toma de decisiones politic&l
Una perspectiva complementaría aunque relativamente más acotada, cont~'"''
en orientar la comparación hacia los cuatro elementos fundamentales de los sisten111
políticos contemporáneos, que según opinión que compartimos con 111
constitucionalista y comparatista político francés Maurice Duverger son: 172 • •) 1
autoridad gubernamental; b) la designación gubernamental; e) la estruolur
gubernamental; y, por supuesto, d) la limitación gubernamental. En cualquier pall• "1
171 Consúltese a SKOCPOL, Theda, Social Revolutions in the Modem World, CambrldU
Aunque no todos los autores hacen una distinción precisa entre País y Estado,
manejando incluso indistintamente ambos conceptos, los maestros estadounidenses
242 JuAN CARLOS VELAzauEZ EuZARRARM •
=
in comento, argumentan que los países son los principales conjuntos en política y loll
Estados son las organizaciones políticas y actores más significativos, representancf!•
los dos, las unidades críticas en el análisis de política comparada , que al observar
las similitudes y diferencias existentes involucra el desarrollo y aplicación de distinta•
teorías causales que incluyen factores (las variables independientes) que se cretJ
influirán en algún resultado (la variable dependiente), para arribar a la explicaci6
deseada. Pero aun cuando la explicación no involucra la prueba explicita de 111
hipótesis (a menudo no lo hace), los comparatistas tratan de identificar las diferencia
y similitudes entre los Estados y sus modelos significativos.
En cuanto a nuestro criterio, al margen de la opinión los universitarios que nos ocupan,
y sin pretender entrar en discusiones ociosas, semánticas, o de índole apreciativ
varios internacionalistas, politólogos y comparatistas mexicanos, preferimos en
nuestros estudios hacer referencia al Estado, y no al país, pues lo consideramos un
objeto de estudio más propio, tradicional y significativo de la ciencia política y, por
ende, de la teoría política y de la política comparada; subrayando además que estt•
mismo razonamiento es comúnmente aplicable en los campos del derecho
internacional, del derecho político y del derecho constitucional, donde es el Estado,
y no el país, quien aparece como sujeto jurídico y actor político principal, típico u
atípico, amén de que, fuera de la macro sociología o de algunos enfoques de 111
sociología jurídica, se identifica más como una disciplina o un eje de conocimiento
sistematizado, la construcción de una teoría del Estado, y no a una teoría del pall,
por ejemplo. Así pues, concebimos al Estado, como la suma de la representaciQfl
política y soberana del país. De ahí que, el presente libro PAPIME lleve por subtitule•
el de la organización política del Estado y su inserción en las relacionel
internacionales.
Desde otra perspectiva, es significativo reconocer los límites que existen en ni
campo de la ciencia política para la aplicación de la politica comparada. Son dos lae
diferencias importantes entre las ciencias "duras" (o naturales) como la física yl11
química, y las ciencias sociales como la política y las relaciones internacionales. Lu
primera, radica en que las ciencias sociales estudian a las personas en libertad, este•
es, dado que los individuos tienen un margen para tomar decisiones libremente, sue.
acciones, actitudes y comportamientos no pueden ser explicados mediante un anélis/14
causal; lo cual no significa necesariamente que los sujetos deciden de forma arbitrarla
Se decide dentro del un contexto material limitado, instituciones establecidas y
prescripciones culturales dadas, tocando a la política comparada analizar cómo ésto1
y otros factores orientan las decisiones políticas en formas sistemáticas; así, dadc•
que sus objetos de estudio son diferentes, siempre habrá distinciones capitales en
tre las ciencias naturales y las ciencias sociales. Una segunda diferencia, radica en
que las ciencias naturales, las técnicas experimentales pueden ser aplicadas paru
aislar la contribución de los distintos factores para un resultado en particular, et
posible cambiar el valor o la magnitud de un factor -por ejemplo, la fuerza que se lt•
aplica a un objeto- y medir cómo se afecta al resultado. Sin embargo, los cientffiCO&!
sociales, científicos pollticos y comparatistas, raramente tienen la oportunidad dt ·
aplicar dichas técnicas experimentales.
En el mundo de la política real, al contrario de lo que ocurre en un laboratorio, la1
CAPITULO VIl. DISERTACIÓN DE LA POLITICA COMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES.. . 243
173 Para diversos enfoques véase: KING Gary, KEOHANE, Robert O. y VERBA, Sidney,
una serie de casos aislados. Con una visión así, sería imposible reconocer lo que r
más significativo en el co/lage de características políticas que encontramos en muchCll
Estados alrededor del mundo y, como resultado , se perdería o empañarla 111
comprensión de las pautas de las similitudes y diferencias entre los objetos de análisltt
así como una herramienta importante para la evaluación de lo que es único y lo quf!
no lo es en la vida política de una nación.
Ahora bien, caminar en el sentido opuesto y hacer recomendaciones de pretendkltt
validez universal sobre el carácter verdadero de un fenómeno o un proceso pm
todos los Estados, tiene el alto riesgo de falsificar la verdad o de ignorar los diferent
intereses y las pautas de variación ; ello en razón de que el mundo politico ''
increíblemente complejo, moldeado por una amplísima serie de factores y una i nte~r
minable interacción de las variables. Además recordemos que después de un brov
período, entre 1950 y 1960 cuando los comparatistas trataron en vano de desarrolltu
una "gran teoría" que aplicara en todos los países, en la actualidad la mayorla ..,,,
de acuerdo con el valor de la teoría de nivel medio, o sea, la que se enfoca en ht
características especificas del mundo político, como las instituciones, las polltlc.n
los procesos o los eventos en común, como las revoluciones, las sucesionea, 1
alternancias o las elecciones. Por ejemplo, los comparatistas han analizado el proc " "
por el cual muchos Estados con formas de gobierno autoritarias, como las dictadwrt
militares y los Estados de partido único, han desarrollado regímenes más democr6tiC '
y participativos (transición a la democracia), y al hacerlo no han tratado cada r ,,
nacional como único ni de construir un patrón universal que ignore tod••·· 1
diferencias. Aplicando la teoría de nivel medio, nuestros autores identifican la influen1rl
en los nuevos regímenes de la estabilidad política y de las variables especlflc
como los legados institucionales, la cultura política, los niveles de desmr•tll
económico, la naturaleza del régimen antes de la transición y el grado de los confllc lt
étnicos o la homogeneidad. Verbigracia, en Europa los comparatistas han sido CfiJ•·••
de identificar patrones en el surgimiento y consolidación de los reglm111•
democráticos en el sur del continente en 1970 (Grecia, Portugal, y España) y IW• hlill
comparado con el desarrollo del paradigma democrático en América, Asia y Ahl•
desde 1980 y en el este y centro de Europa desde el inicio del rompimlantl• ,¡
modelo bipolar de la guerra fría a fines de los ochenta del siglo pasado . 17~
Aunque al igual que Kesselman y otros doctrinarios somos entusiastas irre•• h•ul
de la disciplina, es inocultable que el estudio de la política comparada tiene mu1l11
obstáculos, incluyendo la complejidad del objeto de la materia, el ritmo tan vertiiJir•
de los cambios en el mundo contemporáneo, la rápida ruptura de los paradl(tr urt
desbordamiento de los marcos de análisis de todas las ciencias particularmcmh
sociales, y la imposibilidad de manipular las variables o replicar las condl! l• '''
Entonces nos preguntamos, qué tanto se puede esperar si nuestro labor 1torlr
todo el mundo de la política. Cuando utilizamos los métodos de la política com1•· u
17
• Léase a LINZ, Juan J. y STEPAN, Alfred, Problems of Democratic Transitlon .mrl
so/idation: Southem Europe, South America, and PD$f-Communist Europe, John Hop ~ 111
versity Press, Baltimore, USA, 1996.
CAPÍTULO VIl. DISERTACIÓN DE LA PoLiTICA COMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES... 245
Desde 1648 con su nacimiento en la Paz de Westfalia, los Estados han sido los
actores principales en el escenario mundial. Aunque las organizaciones
internacionales y los actores privados como las corporaciones transnacionales
desempeñan hoy un papel relevante , son los gobiernos de los Estados quienes poseen
el dominio militar, el monopolio de la violencia permitida y el manejo de los esquemas
de seguridad nacional e internacional, amén de que es el código legal de los Estados
el que hace posible que operen los negocios fuera y dentro de sus fronteras. Los
Estados proveen la protección de los ciudadanos con el cuidado de la salud, pensiones
de la vejez, ayuda para los discapacitados y los desempleados; regulan los
movimientos de las personas a través de las fronteras mediante las leyes de migración;
crean las organizaciones internacionales que reflejan en gran medida el balance del
poder entre los Estados miembros. De ahí que la política comparada enfatice los
efectos que conlleva la interacci6n de la polltica doméstica y las fuerzas
internacionales
246 JuAN CARLos VELAzauEZ EuZAR
175
Todas las naciones están experimentando una intensa presión y creciente mezc lu
influencias externas. Pero las políticas internacionales y la dinámica económica no tlf'li""
mismo impacto en todas ellas, aunque es claro que mientras estén mejor organizada• polllll
y económicamente a su interior, mayor será su influencia globalmente y, de manera contr...t."'
la desorganización provocará que las políticas de los Estados en desventaja, sean mayomu•li
moldeadas por otros Estados y otros poderes, como las organizaciones internacionaiC"• 1
fuerzas internacionales y otros poderes fácticos transfronterizos.
CAPITULO VIl. DISERTACIÓN DE LA POLITICA COMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES... 247
considerarlo -no del todo justificada ni probadamente-, como una amenaza mundial.
La acción provocó una intensa controversia y oposición en todo el orbe. Los eventos
después del 11 de septiembre han desatado un efecto dominó en prácticamente
todos los conflictos anteriores a esa fecha, como el de Cachemira, que mantiene en
tensión predominante a India hindú y Pakistán musulmán. A este respecto, y
coincidiendo con nuestros colegas de Estados Unidos, el citado subtítulo que
manejamos en este libro de "La organización política del Estado y su inserción en las
relaciones internacionales", responde, entre otras, a la interrogante tópica de hasta
qué punto los Estados todavía son los componentes básicos de la vida política de la
humanidad, más aún si se considera que sus politicas están siendo influenciadas
cada vez más por diversos factores externos a menudo unidos en las categorías de
mundialización y globalización. Al mismo tiempo, muchos Estados enfrentan los
gobiernos locales y las municipalidades electorales que desafían el poder y legitimidad
de gobiernos centrales. En la lectura de los Estados que abordan Kesselman y
colaboradores en su obra, y los que por nuestra parte tratamos en el presente libro,
se busca identificar las presiones que impactan -de arriba a abajo y de afuera a
adentro- en el rol del Estado de reforzar sus funciones básicas y de sostener fielmente
la visión política de sus ciudadanos. 176
176
Por eso nos preguntamos si puede el Estado más poderoso (sobre todo Estados Unidos),
conservar un alto grado de autonomía en la toma de decisiones e imponerla en otros Estados,
o si los Estados están perdiendo su habilidad de controlar las polfticas y los resultados políticos,
o más aún, o si el grado de autonomía local y nacional, y la innovación polftica de muchos
paises en el mundo en desarrollo, es compatible con la globalización.
177 Este término fue tomado de HALL, PeterA., Goveming the Economy: The Politlcs of
State lnterventlon In Brltaln 11nd France, Oxford University Press, New York, USA, 1986.
248 JuAN CARLOS VELAzOUEZ EuZARRA
IJ
de la agenda política de un Estado, neoliberal o no. De ahí que el término polltl<·•
económica se refiera directamente a la manera en que un gobierno desempena 111
economía y cómo ésta afecta los procesos políticos del Estado. Cabe aclarar que •m
el trabajo de Kesselman y colaboradores, como en el nuestro propio, no se profundl••
en la política económica de los Estados cuyos sistemas políticos son analizadQII
pero ello es sólo por estrictas razones de tiempo y espacio, no porque carezca de h•
vital relevancia que tiene en la vida política de cualquier entidad política; sin em
bargo, se toma en cuenta su importancia pues la polrtica estatal está profunda me
influenciada por las relaciones entre el gobierno y la economía en ambas direccion
tanto la doméstica como la internacional.
También cabe advertir que el término "comportamiento polftico", da la impreslót1
de que existe un simple estándar para medir el comportamiento, lo cual es inexaot4'
pues en los hechos, es un asunto mucho más complicado. El desempeño no puede
ser medido sólo por la rapidez con que crece la economía de un país, o por cuén
equitativa es la distribución de los frutos del crecimiento económico, ni la calidad d4
vida de los habitantes puede medirse a través del criterio de las expectativas de vide•
el nivel de educación, o los niveles de desempleo. Hay que tener cuidado con ul
manejo de estándares de "uso general". Con esta prevención cabe preguntarse sobrt
qué factores políticos proporcionan el éxito en el desempeño económico. Estu
interrogante la han ponderado los estudiantes y los expertos de la política económl(:j'
durante mucho tiempo, y aun no existe una respuesta generalmente aceptada ni
convincente para todos los casos. Consideremos, por ejemplo, si los Estadol
democráticos son más o menos capaces de instaurar estrategias efectivas para ol
desarrollo. Aunque todas las economías, incluso las más poderosas experimentlln
altibajos, Estados Unidos, Canadá y los miembros de la Unión Europea -todQI.
democráticos- han tenido historias exitosas en materia económica; no obstante, aun
con la crisis económica del Este Asiático (que comenzó en 1997), muchos Estadoc
con regímenes autoritarios también han alcanzado records importantes d41
desarrollo. 178
El economista y analista de la política pública comparada Amartya Sen, prem1C1
Nobel de Economía, dijo hace pocos años que: "no existe una clara relación entre 111
178 la República de Corea (Corea del sur), Taiwán, y Singapur surgieron económicamen~
en 1960 y 1970, y Malasia y Tailandia los siguieron en 1980 y 1990. China ha disfrutado dc·l
mayor grado de crecimiento en el mundo desde principios de 1990, hasta la crisis financleh•
mundial de 2008-2009. Hoy en día, Europa enfrenta un alto grado de desempleo y problemw
con su pérdida de competitividad, lo cual según los críticos es originado tanto por los afie,
costos de los sueldos y la protección del bienestar social, como por el resultado de décadl!
de presiones democráticas desde partidos de centro-izquierda y los intereses de la clal<
trabajadora. El Este Asiático continúa en medio de una baja económica y continúa perdiendC•
la confianza internacional de los inversores y de las organizaciones internacionales 1l1
financiamiento como el FMI, lo que pone en duda si los elementos no democráticos de lot.
regímenes políticos permitirán a los Estados reformar sus instituciones y estabilizar .Ll
economía.
CAPITULO VIl. DISERTACIÓN DE LA POLITICA CoMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES. .. 249
crecimiento económico y la democracia en ninguna dirección" .179 Por otro lado, todos
los países están enfrentando intercambios entre un mercado conducido globalmente
y mayores estrategias de regulación del Estado. Entonces, al realizar nuestro ejercicio
de política comparada, debemos obtener nuestras propias conclusiones sobré de
qué manera los factores -como la responsabilidad gubernamental, la participación
de las instituciones políticas, las presiones populares y el desempeño del control de
la economía-, condicionan y conducen al éxito económico y sí algún patrón
determinado aplica en algunos Estados.
179
AMARTYA, Sen, "Democracy as a Universal Value", Jouma/ of Democracy 10, no. 3,
Julio de 1999), pp. 3-17. (http://muse.jhu.edu/demo/jod/1 0 .3sen.html). Otro estudio que llega a
una conclusion similar es el de PRZEWORSKI, Adam, et al., Democracy and Development:
Polltical lnstitutions and We/1-Being in the World, 1950-1990, Cambridge University Press, Cam-
bridge, 2000).
180 Supra, p 3.
250 JUAN CARLOS VELAzQUEZ ELIZARRA
contendientes por el poder político, en la cual ningún grupo gana la suficiente fuera
para controlar los resultados. La democracia resulta ser atractiva a los ciudadan(J
en los regímenes autoritarios porque los regímenes democráticos a menudo devienem
en los Estados más estables, opulentos y cohesivos del mundo. Asimismo, la preslófl
de los pueblos por la democracia nace del deseo humano por la dignidad y la igualdad
Aun cuando los regímenes autoritarios aparecen en la escena para beneficiar a su11
sociedades -por ejemplo, promoviendo el desarrollo económico o las expectativ
nacionalistas-, es claro que los ciudadanos a pesar de ello, demandan democrac
Aunque los gobiernos autoritarios pueden suprimir las demandas de una participaclótl
democrática, los costos domésticos e internacionales de hacerlo pueden ser muy
altos y hasta resultarles del todo contraproducentes
Siguiendo este razonamiento político, el estudio comparado de los Estadott
muestra también la alta variación de las democracias histórica, institucional y
culturalmente. Se puede poner atención especial en los diferentes sistemas d
partidos electorales, a fin de establecer la distinción entre los sistema
parlamentarios y presidenciales, y también para diferenciar los valores y expectativ
que moldean las demandas de los ciudadanos en los diferentes Estados. Asimismo
es posible encontrar que algunos Estados ilustren -como en el caso de México-lfl
fragilidad potencial de las transiciones democráticas, al grado que el imaginariO
social las llegue a identificar como verdaderas "transacciones" democráticas. Aaf,
el hecho de que muy a menudo los movimientos populares o los líderes de faccionet
moderadas desplacen a los regímenes autoritarios y que discurran muchos proceso
electorales, no significa que las instituciones democráticas prevalezcan: existe un
gran trecho entre la transición democrática y la consolidación de la democracl,
Históricamente, los grupos poderosos se han opuesto a la consolidación de las
instituciones democráticas porque temen que la democracia les quite sus privilegioe:
mientras que los grupos en desventaja se oponen al proceso democrático porque
lo ven insensible a sus demandas más sentidas y profundas. Pero los regímenel
democráticos han ocurrido en el pasado y ocurrirán sin duda en el futuro.
Entendamos bien que el estudio comparativo de los Estados no apoya la filosofle
histórica o la teoría del desarrollo político, que identifica a la democracia como un
simple punto en el que los Estados eventualmente convergen . En una fase temprana
de la reciente ola democrática, se publicó en 1997 un interesante trabajo que captura
el tenue proceso de la democratización en la mayoría de los Estados del mundo
contemporáneo bajo el título: Transitíon from Authoritarian Rule: Tentative Conclusion
About Uncertain Democracíes. 181 Ahí se sugiere con acierto que es mucho más fácil
para un Estado llevar a cabo una primera elección que la segunda y la tercera y que,
invariablemente, el hecho de que la idea de la democracia sea tan poderosa y
convincente, no significa que todos los Estados adopten o preserven las instituciones
democráticas. De esta suerte, la idea de democracia requiere que se examinen las
181
Véase a: O'DONNELL, Guillenno y SCHMITTER, Philippe, Transitions from Authorita,.
ian Rule: Tentative ConclusionsAbout Uncertain Democracies, Johns Hopkins University Presa,
Baltimore, USA, 1986.
CAPITULO VIl. DISERTACióN DE LA PoLITICA CoMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES... 251
Aquí Kesselman y sus colegas plantean una interrogante central combinada: cómo
comprenden los individuos quién de ellos encuadra en términos políticos, y en qué
se basan los grupos de personas que se reúnen para avanzar en los objetivos políticos
comunes; o en otras palabras, cuáles son las fuentes de la identidad polftica. De
entrada, los cientlficos sociales creen saber la respuesta, al mencionar que la antigua
262 JUAN CARLOS VELAzQUEZ EUZARAAI•
lealtad de las etnias, la afiliación religiosa, la raza, el género y el lugar fueron disuctllc
y remplazados por la modernización política, económica y cultural. Al respecto, lu
comparatistas piensan que las clases sociales -la solidaridad basada en compcut11
experiencias de trabajo y más ampliamente, la posición económica-, se ha convertiCII
en la fuente más importante de la identidad colectiva; creen de fondo que la mt•VCJI
parte del tiempo, los grupos persiguen pragmáticamente sus intereses en ferm ata
políticamente estables. 182 Empero, el día de hoy sabemos que la formación de gruf"'
y la interacción de las identidades pollticas colectivas son más complejas e incitfl
de lo que podríamos en principio suponer. En muchas democracias antigu&l• 1
importancia de las identidades basadas en los miembros de las clases ha declimulu
aunque la clase y las fuentes materiales de la identidad política colectiva permant• ••11
significantemente en la competencia política y la organización económica 1 t
contraste, contrariamente a las predicciones iniciales, en muchos Estados (tantc• • tt
las democracias establecidas como en las en desarrollo) ninguna identidad de cl11
ha crecido, ni disminuido de manera importante. Estas afiliaciones evoluciontm
partir de un sentido de pertenencia a grupos particulares basados en ellenguajll . 11
región, la religión, la etnia, la raza, la nacionalidad o el género.
La identidad política colectiva se explica en la definición de los grupos con mt•V
participación en la comunidad política y los que son marginados o aun excluldn
también encierra un constante juego sobre las relaciones de poder y la influem,J
tanto simbólica como substancial, entre los grupos. En esta lógica debe considero u
que los asuntos de la inclusión, el reconocimiento político, y la prioridad permantJuetl
en la agenda polltica de muchos Estados modernos, y nunca pueden ser resuoll&
completamente. Además, las cuestiones de representación son siempre muy diflc.ll
de resolver, por ejemplo: quién representa a una comunidad de minoría étni(.•l t
quién habla por la comunidad o negocia con las autoridades gobernantes parn
consecución de ciertos beneficios; preguntas que tienen una razón de fondo y
que los líderes políticos del Estado y de los movimientos de oposición buscun
menudo movilizar a la población apoyándose en la explotación de las rivalidtul
étnicas, religiosas, raciales, o regionales y manipulando los asuntos de• 1
representación. Esto se escucha de fuerte rudeza, pero es parte cotidiana dn 11
realidad interrelaciona! política; como frecuente es encontrarla identidad basadtt ..,,
los conflictos principalmente en las sociedades multiétnicas y, conforme el ritme• ' '
la migración mundial y el complejo entramado de la historia poscolonialista, que un•n
a las metrópolis con las colonias, no hay en realidad un solo Estado que no
multiétnico.183
Al arribar a este punto nuestros colegas estadounidenses resaltan la preacuu:l
de una nueva incógnita dual: la identidad colectiva y la distribución polftlf
162
Ver a: KESSELMAN , Mark, "The Conflictual Evolution of American Political Scltuu
From Apologetic Pluralism to Trilateralism and Marxism", en J. David Greenstone (ed.), 1'uhl•
Values and Private Power in American Democracy, University of Chicago Press, Chicago, 11111
USA, 1982, pp. 34-67.
183
En el Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, los asuntos de nacionalidad, ciudadi MII•
la inmigración, a menudo con tonalidades raciales o étnicas, han sido por lo común fcu
CAPITULO VIl. DISERTACIÓN DE LA PoLITICA COMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES... 253
argumentando que, una vez que las demandas de identidad han sido ubicadas en la
agenda política, cabe la duda de si los gobernantes pueden resolverlas mediante la
distribución política, económica y de otros recursos de forma que logren responder
eficazmente a las demandas de las minorías o los grupos políticos débiles.
Recordemos que las identidades colectivas operan en el nivel de los símbolos, las
actitudes, los valores, y las creencias y en el nivel de los recursos materiales; empero,
no debe sobrevaluarse el contraste entre lo material y lo no material base de las
identidades y las demandas. En la práctica, muchos grupos son imbuidos por
sentimientos de pertenencia y solidaridad y por el deseo de obtener beneficios
materiales e influencia política para sus miembros, por lo cual es muy útil la distinción
analítica entre las demandas materiales y las no materiales, más aún si se toma·en
cuenta que los aspectos no materiales de la política de las identidades colectivas
generan disputas pollticas acerca de la religión, el lenguaje o la nacionalidad muy
difíciles de resolver. Así, en una situación de extrema escasez, será imposible
mantener los compromisos entre los grupos con conflictos de demandas materiales;
pero si hay suficiente disponibilidad de recursos materiales, los conflictos serán fáciles
de resolver porque los grupos negociarán por lo menos un mínimo de satisfactores
compartidos. Este proceso que determina a quién corresponde qué o cuántos recursos
son distribuidos, es denominado política distributiva. Sin embargo, las demandas
étnicas, religiosas y los movimientos nacionales serán difíciles de satisfacer mediante
una política de modalidad distributiva. El estilo distributivo será inefectivo cuando,
por ejemplo, un grupo religioso demanda al gobierno que todos los ciudadanos
consientan sus prácticas sociales, o un grupo lingüístico dominante quiera que un
solo lenguaje sea usado en la educación y en el gobierno nacional (el caso de la
provincia de Québec en Canadá, o el de los kurdos en Turquía, son muy ilustrativos
de esta situación). En tales situaciones, los conflictos políticos tienden a moverse de
un ámbito distributivo a un ámbito cultural, donde los compromisos no se resuelven
mediante la repartición de los recursos materiales.
Finalmente, cabe advertir que el estudio comparativo de los Estados examina,
entre muchos otros aspectos, una gran variedad de conflictos que envuelven la
identidad colectiva, para ponderar, en su caso, si y bajo qué condiciones serían
susceptibles de llevarse al terreno de la negociación normal de las concesiones
políticas. Asimismo, se puede observar, cómo los cuatro tópicos temáticos antes
referidos proveen de una excelente plataforma analítica y una mejor alternativa para
comprender y aplicar el método de la polrtica comparada al estudio de la organización
política del Estado y su inserción en las relaciones internacionales.
crfticos que con frecuencia han influenciado la política electoral. Muchas veoes estos conflictos
son particularmente intensos en los países pos colonialistas como es el caso de Nigeria, donde
los poderes coloniales forzaron a los grupos étnicos a compartir juntos el objetivo de crear un
pafs independiente, las fronteras fueron impuestas sin poner atención en las identidades
colectivas preexistentes. Este prooeso de formación de Estados sembró la semilla para futuros
conflictos en Nigeria -y en casi toda el África negra-, constituyendo una real y continua amenaza
a la estabilidad polltlca en este pafs y en otros de reciente independencia.
254 JuAN CARLOS VELAzauEZ EuZAR~
184
El "tercer mundo" se ha ido convirtiendo en una forma más bien inútil para entender
muchos de los países formalmente clasificados en este grupo. Las llamadas naciones
"tercermundistas" en realidad comparten muy pocas características, como ser económicamente
menos desarrolladas que las industrializadas. Sus legados coloniales han quedado más y más
en el pasado; y algunos incluso han reforzado su industrialización y sus magnitudes económicas
como Brasil, México y los llamados "nuevos países industriales" o "tigres asiáticos". No obs-
tante, el término "tier monde" mantuvo su significado para referirse directamente a los 130
países que las Naciones Unidas clasificaban como "en vías de desarrollo", separados de los
50 más desarrollados por un amplio trecho económico. Pero dentro de esta categoría
encontramos también medio centenar de países -por ejemplo, Afganistán, Etiopía, y Haití-
que son clasificados por la ONU como los "menos desarrollados", con indicadores de pobreza
extrema, que no encajan dentro de los criterios de la citada clasificación (Kesselman, et al., op
cit., pp. 16 y 17).
256
El criterio para entender las similitudes y diferencias existentes entre los sistemll
políticos, debe enfocarse centralmente en el punto de si un régimen es democrétiC:u
pudiendo distinguirse entre democracias establecidas y las que se encuentran nn
desarrollo; y para ello, el comparatista puede basarse en si las prácticas y In
instituciones son estables y sólidamente establecidas, por lo que llega a hablar ''"
las democracias consolidadas y las democracias más frágiles, entendidas éstas cornc•
las que mantienen una limitada tradición de respeto por los requisitos democrétlt••
antes mencionados, aunque las limitaciones se pueden dar en todas las democraoU••
Por ejemplo, en países apreciablemente democráticos como Reino Unido y Estacte•
Unidos, han ocurrido infinidad de incidentes de abuso policial o judicial o de un tr.ellt
desequilibrado de los ciudadanos que son pobres o de etnias raciales minoritarcllh
como los hindúes, turcos, mexicanos y centroamericanos. Es innegable que lcu•
conflictos políticos en varias de las democracias establecidas a menudo conllevtu•
demandas que claman por más y mejor calidad democrática, pues la democracll• 111
es un proceso acabado en ningún lado. Además de las señaladas, otras democrac.ht
arraigadas en el mundo actual son Francia, Alemania, Japón, India, Australia y Canudn
C APITULO VIl. DISERTACióN DE LA PoLITICA CoMPARADA EN LAS UNIVERSIDADES.. . 257
elecciones han sido por lo general libres y confiables, y la lista de los procedimre'nf(
democráticos ha sido respetada; sin embargo, es innegable que ha habido alguNt•
violaciones a los derechos democráticos, y el país ha sido a menudo escenario •
olas de violencia comunal que han tenido por objetivo a las minorías religiosas, algulllt
veces con la activa participación de los oficiales de Estado. Y qué decir de los Estadc'
Unidos, una democracia que aunque data de 1776 y ha sido modelo de "exporta.
ha sido también calificada de "bananera" o inconsistente por las graves deficienol
en su sistema electoral, amén que la manera en que se resolvió la primera elecciOn
de George W. Bush dejó hondas sospechas de antidemocracia en esa ciudadanUe v
en el mundo entero, y en los últimos años de gobierno republicano se perciblet4111
evidencias tangibles de graves desigualdades raciales en el registro de votantes, nn
la oficialización del padrón electoral y en el conteo de votos; aunque no cabe ducl
que, con el arribo de Barack Obama como el primer presidente "afroamericano" en 1
historia del coloso del norte, ha cambiado favorablemente la percepción del modttkt
democrático y se han generado nuevas expectativas sobre la transparencia de algurmt
procesos políticos.
CAPÍTULO IX
EL EsTUDIO DE Los SISTEMAS PoLíTicos CoMPARADos
EN LA APRECIACIÓN TEóRICA y PRÁCTICA NEOITALIANA
DE GIANFRANCO PASQUINO
SUMARIO
INTRODUCCIÓN
192
PASQUINO, Gianfranco, Sistemas polfticos Comparados. Francia, Alemania, Gran
Bretaña, Italia y Estados Unidos, Buenos Aires, Bononiae libris, 2004, (p. 11)
CAPITuLo IX. EL EsruDto DE Los StsTEMAS PoLITtcos CoMPARADos ... 279
La teoría sistémica está vigente, aunque se le olvida con frecuencia. Elaborada por
David Easton entre los comienzos de los años cincuenta y mediados de los años -=-
sesenta, mantiene una validez general y una notable utilidad, pues destaca la
importancia de dos elementos cruciales para circunscribir el campo de análisis del
sistema político: los límites y los procesos de comunicación (feedback) entre las
demandas de los ciudadanos, las respuestas de las autoridades y la evaluación que
aquéllos hacen de esas respuestas y de sus consecuencias. Cada sistema político
puede hacer prevalecer sus "asignaciones imperativas de valor" hasta un cierto límite
que justamente marea sus limites. Cada sistema está expuesto a procesos de
comunicación que también proceden del exterior y que, al menos en parte, pueden
ser filtrados por el sistema mismo, y también como ha demostrado Deutsch
(1963, 1966) podrían servir para construir un esquema teórico, no alternativo, pero
compatible con el de Easton. Según este, los tres componentes cruciales de un
sistema político son: la comunidad politica, el régimen, y las autoridades. La comunidad
política, está conformada por los ciudadanos y todos aquellos que están expuestos
a las decisiones de las autoridades y a-rcm modalidades de funcionamiento del régimen.
El régimen, lo constituyen las normas, reglas, procedimientos de formación y
funcionamiento de las instituciones, la Constitución y las instituciones mismas. La
autoridad, la forman los detentadores de los cargos institucionales de representación,
gobierno, administración de la justicia y de cargos públicos.
La comunidad política está compuesta por todos aquellos que están sujetos a la
determinación imperativa de los valores, por todos los ciudadanos que se encuentren
o no en el territorio cubierto por el sistema. Hasta hace poco tiempo en muchos
países del Tercer Mundo, el problema de la definición de la comunidad política era
muy grave y llevó a conflictos entre etnias, a guerras civiles, incluso a la disgregación
de sistemas políticos enteros; pero también en los últimos lustros varias de las nuevas
democracias de Europa centro-oriental han enfrentado el problema de la definición
de la comunidad política como un asunto crucial en el proceso de democratización y
de consolidación democrática y que, con el derrumbe de la URSS y de la Federación
Yugoslava, ha llevado a la multiplicación de sistemas políticos independientes. La
dinámica y los fines de estos procesos son complejos, y son extensivos, en mayor o
menos medida, a todos los sistemas políticos actuales, cuyo estudio científico no
puede subestimar la · definición y discernimiento de la comunidad política;
principalmente porque la existencia de ésta, comparada o no, y los conflictos sobre
su delimitación, influye directamente en la estabilidad y el funcionamiento del sistema
politico. En efecto, las modalidades con las que fueron afrontados los problemas de
la definición de la comunidad política seguramente definieron las reglas y los
procedimientos en la Constitución, amén que la solución, más o menos duradera y
más o menos válida de esos problemas, impactó en tanto en la selección y en la
circulación de las autoridades como en sus políticas. Así, es claro que en todos los
sistemas polrticos que se elijan para el análisis comparado, el comparatista va a
enfrentar la existencia de diferencias significativas respecto a las correspondientes
comunidades polrticas.
280
193
En cuanto a las relaciones entre "Estado y mercado" y entre "lo público y lo prlvlldt
están en juego distintas y cambiantes concepciones de la política y de los límites de la polltlt
del intervencionismo al liberalismo, del Estado propietario -y algunas veces, emprendedor
Estado regulador.
194
En sentido especifico, las instituciones son las clásicas: los gobiernos, los parlamCifliC•
y las Cortes, especialmente las Cortes constitucionales. Sin embargo, en el contexto del réglmt •t•
entendido como un conjunto de instituciones, resulta oportuno introducir también la distrlbuc lf1t •
de los poderes entre el centro y la periferia, desde la descentralización a la devolution, pato.!lllh 1
por las numerosas variantes del federalismo. En relación a este componente los dlallnlc 1
sistemas políticos democráticos también presentan diferencias significativas. A menudo 1t•ot.,
diferencias se han traducido en la creación (o en la conservación) de una segunda Cámu"' " "
la que encontrasen representación las instancias territoriales y que, de algún modo, ope1 t
dentro de ciertos límites, como control y desaceleración de lo hecho por la primera Cémllm
CAPITULO IX. EL EsTUDIO DE Los SISTEMAs PoL1T1cos CoMPARADOs ... 281
decisiones, con una burocracia técnicamente mejor dotada y políticamente más leal,
incluso más atenta a las necesidades de la ciudadanía, de traducir mejor esas
decisiones en políticas públicas que producen las consecuencias deseadas. En otros
términos, si hay un espacio valioso y retribuyente en el análisis comparado de los
sistemas políticos es justamente el de la evaluación del rendimiento de las instituciones
y las individualizaciones de las razones por las que algunos órdenes institucionales
son mejores que otros.
Respecto del tercer elemento constitutivo del sistema político, las autoridades,
son aquellos sujetos que ocupan los cargos desde los que se deciden las
"asignaciones imperativas de valor" para una sociedad; con ellos se abre el discurso
relacionado con la clase política que está presente en los orígenes de la ciencia
política y que, correctamente entendido y en su sentido práctico, sigue siendo de
suma utilidad para la comprensión de la dinámica y el funcionamiento de los sistemas
políticos. En efecto, las modalidades de reclutamiento, selección y promoción de la
clase política, su proveniencia de los partidos y su pertenencia a los mismos o no, su
estabilidad en el curso del tiempo, o bien la frecuencia y la rapidez de su circulación,
son todos aspectos significativos no sólo para explicar el funcionamiento de un sistema
político, sino para evaluar el papel de la política en ese sistema específico. Cada uno
de los elementos del sistema político -la autoridad, el régimen, la comunidad y sus
componentes- puede ser objeto de comparación; y si se procede manteniéndolos
separados se podrán comparar: a) grupos de autoridad, por ejemplo, los Primeros
Ministros y sus uniones gubernamentales en distintos sistemas parlamentarios, o
bien los Presidentes y sus equipos en distintos sistemas presidenciales; b)
instituciones (Parlamentos y Congresos) y de procedimientos de decisión; y, e)
comunidades políticas y sus relaciones con el Estado y, eventualmente, con los
partidos, si diferentes componentes de la comunidad dan origen y/o apoyo a diferentes
partidos.
Coincidimos con Pasquino cuando en este punto señala que todas las anteriores
son comparaciones legitimas de medio nivel que, a veces, sirven para reducir los
riesgos de una comparación entre sistemas políticas en su integridad; y cuando
destaca que para los estudiosos de ciencia política, los conductistas y los especialistas
de ciencias sociales, la comparación entre sistemas no es la única estrategia a seguir
para entender y saber más, tanto sobre estos sistemas políticos como sobre la política
misma. Al respecto, consideramos que si bien no siempre puede ser ni la única ni la
mejor estrategia a seguir, en la mayoría de los casos -al menos esa es nuestra
experiencia- resulta ser bastante objetiva, redituable y didácticamente conveniente
(su valor en el aula es enorme). De ahí que la contribución de Sartori sigue siendo
decisiva e insuperable para todo lo que concierne, primero, a la formación y utilización
de los conceptos y, segundo, para la clarificación del deber y del aporte del método
comparado.
En cuanto a los conceptos, cabe precisar que cada uno de ellos tiene su historia,
su propia connotación y, en gran medida, hunde sus raíces en una tradición de
pensamiento e investigación, por lo que sólo pueden cambiarse a través de
"estipulaciones", es decir, acuerdos entre estudiosos que conduzcan a conceptos
más precisos, més comprensibles y, sin se¡ indebidamente "estirados" so pena de
282 JuAN CARLOs VELAzauEZ EuZARRNI
195 Por ejemplo, una vez colocado en la categoría de los sistemas parlamentarios, un slloh 111111
contabilizaron 108 democracias en el mapa político actual, de tal suerte que,- ahm
sí, sería posible aplicar y confiar en el método estadístico para lograr una pluralkh••l
de objetivos cognoscitivos. La objeción que Pasquino hace a este tipo de andlllltlt
comparado es que, aun llevado con rigor absoluto como lo hizo Przeworski, mientr
por un lado arroja una serie de respuestas generales de peso, por el otro no ilustnt k
suficiente cada caso particular o un conjunto de casos relativamente homogéi'WII
(para profundizar el análisis y generar nuevos conocimientos, el método comparruk
es insustituible). Sin embargo, la metodología estadística es el instrumento natur4d
indispensable cuando la comparación se enfoca, por ejemplo, a resultados electorert
muchas variables sociales y políticas, pero también muchísimos casos (los electo"'''
y una sola variable dependiente: el voto.
Los científicos sociales sabemos que, por obvias razones, es imposible reprod\11~1
o reconstruir en un laboratorio las realidades políticas significativas, o bien dispcm••
de experimentos políticos que, verbigracia, tengan como objeto a los ciudadano
las instituciones, las autoridades. Es decir, es improbable experimentar si un
determinada forma de gobierno, como el presidencialismo, se adapta mejor, a ltttll
por citar un caso, donde el parlamentarismo es utilizado hasta ahora. El mllmN
razonamiento se aplica, al federalismo, o bien a la verificación de la hipótesis •In ti
es mejor para Italia un Estado centralizado o regionalista que uno verdadttrlt
completamente federal. Por lo tanto, confirma Pasquino, ni siquiera el métodc•
perimental es útil para el análisis comparado de los sistemas políticos, aunq''
veces puede efectuarse un experimento de laboratorio, por ejemplo sobre los eftu 1t
de liderazgos autoritarios/democráticos en los pequeños grupos (pero a reserv11 •l
que se haga con la plena conciencia de todos sus límites y potencllrl
inconvenientes).
Entre los modelos comparativos más similares Pasquino siempre es dado a presentar
los casos de Francia y de Italia, y las conclusiones a las que generalmente arriba son
bastante sugestivas e interesantes, sin embargo, si se toma el camino de la
comparación de los regímenes parlamentarios entre los sistemas políticos más
distintos, entonces Inglaterra es un muy útil candidato para, por ejemplo, esclarecer
el caso de Italia. El modelo de Westminster, caracterizado por gobiernos
monopartidistas estables guiados por un Primer ministro jefe de su partido y que
dispone a su .antojo del poder de disolución del Parlamento, se encuentra en las
antípodas del caso italiano, al menos del de la Primera República, pero también, en
buena medida, de Italia en la fase actual. Según Lijphart, la democracia italiana, que
él ubica entre las democracias "consensuales", debería funcionar mejor que la
modalidades con las que las instituciones de los sistemas políticos de la Unión Europea han
hecho frente al desafío del Euro: cuán preparados estaban, cuánto y cómo han debido cambiar
y adaptarse. Si se hace un recorrido cauteloso, constatamos que la estrategia comparada
sincrónica es capaz de comunicar datos significativos sobre sistemas polfticos, permitir la
individualización de sus puntos institucionales de fuerza y debilidad y explicar las consiguientes
transformaciones en las Instituciones (gobierno, p~rlamento, burocracia, entes locales) y en
los procedimiento• d1 tomu de decisiones).
286 JuAN CARLOS VELAzauEZ EuZARFW
del gobierno sobre esas políticas, mientras que en el caso de la visión proporciona lista,
se admitirá una multiplicidad de actores en la producción de las políticas públicas
con base en su representación no sólo parlamentaria. Segunda, que en la perspectiva
de Powell, como en la de Lijphart, no se da suficiente atención a un fenómeno muy
significativo que ha tenido enorme difusión, al menos en Europa, o sea, que también
en regímenes democráticos que no pueden ser definidos como mayoritarios, incluso
en las "nuevas" democracias de Europa meridional (España, Portugal, Grecia), se ha
afirmado una dinámica de la competencia polftico-electoral bipolar, favorecida por
sistemas multipartidistas moderados en los que indudablemente, las políticas públicas
son decididas primordialmente por el gobierno. 201 Cabe resaltar que al final de su
estudio comparado G. B. Powell se manifiesta, en la trayectoria de Lijphart, a favor
de la visión proporcionalista.
Al abrir este apartado Pasquino no duda en sostener que, tanto el análisis de sistemas
políticos completos como la comparación de los efectos de las fórmulas electorales
mayoritaria y proporcionalista en las preferencias, en el poder de los ciudadanos y
en el comportamiento de los líderes, en lo que corresponde a las clasificaciones
propuestas y utilizadas, son totalmente tradicionales. Reconoce que éstas tienen el
mérito de haber recuperado, pero sólo de manera parcial y aun sesgada, la importancia
de las instituciones que, sobre todo una parte de la ciencia política de los Estados
Unidos, había suspendido privilegiando otros "procesos" poco precisos. Esta situación
origina el surgimiento de nuevos planteamientos, como el propuesto por George
Tsebelis (1995, 2002), acerca de una nueva y original clasificación de los sistemas
políticos con referencia al número de actores dotados de poder de veto (o bien, veto
piayer como se les conoce en el argot moderno). Son veto player todos los actores,
institucionales y de partidos cuyo consenso es necesario para que sea tomada una
decisión, esto es para que el status quo sea "movido". En la pugna modélica sobre
las virtudes y defectos de presidencialismos y parlamentarismos se ha pasado por
alto que los primeros pueden tener diferentes configuraciones en las relaciones
201
Y siguiendo con Powell, Pasquino señala que la identificación y el accountability de los
gobiernos son seguramente muy elevados, y que este desarrollo vuelve a la clasificación de
Lijphart sustancialmente superada y poco útil, mientras que, bajo determinadas condiciones, la
clasificación r:.le Powell resulta más sugestiva. Resalta además el hecho de que, con los sistemas
mayoritarios, los ciudadanos ejercen mayor poder en la formación de los gobiernos,
monopartidistas de preferencia, que tendrán mayores posibilidades de decidir las polfticas
públicas y que podrán ser fácilmente identificados como los responsables ele lo que han hecho
o no; mientras que, con los sistemas proporcionales, los ciudadanos eligen entre partidos que
se suman después del voto en coaliciones para formar gobiernos en los que cada uno de los
partidos sólo parcialmente decide las políticas públicas, de modo que los ciudadanos no podrán
hacer otra cosa que volver a elegir entre los partidos sin que les sea posible atribuir
responsabilidad!• • tt~lpeclflcas .
290 JuAN CARLOs VELAzouEZ EuZARFW'
gobierna, pero el Presidente, dentro de ciertos límites, es un veto playerque por otra
parte no puede tener y ejercer poderes de veto de la misma entidad y en la misma
cantidad que el Congreso en relación con el Presidente de Estados Unidos.202
Imbuidos en el pensamiento comparatista y a la luz de lo antes expuesto nos
preguntamos ahora qué tan compatible es la propuesta de Tsebelis, que nos parece
Bquilibrada y consecuente, con otras construcciones teóricas de la política. En principio
nos parece que es compatible con las arquitecturas comparativas desarrolladas por
Almond, Powell, Kesselman, Sartori, Duverger y otros, incluido el análisis político de
David Easton. En relación con este último la compatibilidad es más clara cuando
vemos que, en efecto, los actores dotados de poder de veto, si son de partidos, en
buena medida son asimilables a las "autoridades"; y si son instituciones pueden ser
absorbidas por el régimen, pues su estructuración está armada justamente de normas,
procedimientos e instituciones. Utilizándolas con una cierta dosis de flexibilidad las
dos teorías prometen significativos beneficios en términos de explicación y de
conocimiento sobre la dinámica y la transformación de los sistemas políticos. 203
Queda sin embargo, una gran interrogante de muy difícil respuesta. Se afirma
que cuanto más numerosos son los actores dotados de poderes de veto, más
estabilidad del status quo se consigue, pero no está claro cuál es y dónde se sitúa el
limite entre estabilidad de las preferencias y parálisis de las decisiones para una
mayoría de ciudadanos, o bien, cuáles son los actores que se mueven para encontrar
e imponer un nuevo status quo. Constátese que los actores insatisfechos también
pueden ser una mayoría pero si no se ponen de acuerdo en cuál es el nuevo punto
de equilibrio perseguir, el actual status quo, aunque sea insatisfactorio, permanece.
Así, coincidimos con Pasquino en que sólo un concreto "análisis comparado de los
sistemas políticos específicos puede suministrar una respuesta convincente al
interrogante concerniente al cambio del status quo".
202
Por la lógica de su argumentación, estamos de acuerdo con Pasquino cuando considera
que la comparación de los sistemas políticos formulada por Tsebelis tiene dos virtudes
fundamentales. Primera, su utilización de pocas variables relativas al número de veto player
consigue explicar de manera convincente el funcionamiento de los sistemas políticos
democráticos. Segunda, al redefinir los sistemas politices más allá de las clasificaciones
tradicionales, permite prever las consecuencias de eventuales transformaciones. En síntesis,
la teoría probabilística que se puede formular con referencia a las variables individualizadas
por Tsebelis es la siguiente: "si existe un número elevado de veto players entonces es probable
que el sistema politico no consiga ir más allá del status quo" y, "si se reduce el número de veto
players a través de una reforma electoral/institucional, entonces es probable que el status quo
sea superado". Pasquino, op. cit., pp. 47 y ss.
203 Pero en materia de sistemas políticos comparados siempre habrá problemas y situaciones
que rompen con las afirmaciones de la teoría, por ejemplo, véase de nueva cuenta el caso
italiano, donde el veto p/ayer opera también contra las decisiones que tienen que ver con las
reglas del juego. En Francia fue un actor externo, Charles De Gaul/e, inmediatamente después
de una crisis que era política y constitucional, quien obtuvo el poder necesario para cambiar
algunas reglas fundamentales del juego. En Italia sólo un referéndum popular sobre la reforma
electoral abrió el camino en 1993 a un cambio institucional que primero fue frenado por la
permanencia de demasiados veto players para después bloquearlo definitivamente.
'
292 JUAN CARLOS VEL.AzQUEZ EUZARFWtA