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12/9/23, 18:39 No hacen falta alas

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No hacen falta alas


Docente en Educación Física
ESEF México DF Miguel Ángel Dávila Sosa
(México) sosamig1@hotmail.com

Al trotar te encuentras también con una serie de pensamientos y reflexiones sobre tu cuerpo, lo interiorizas al grado de escucharte por dentro, tu respiración,
tus latidos, tus pasos, tu aliento y tus ganas las puedes sentir y proyectarlas hacia el frente, sientes tus rodillas y tobillos como nunca los habías sentido, y
descubres que ese momento del día (que ojala y fuera siempre el mismo), puede ser el momento para tu cuerpo, el momento para el encuentro con él si
desprenderte de tus órganos, aparatos y sistemas, ni de tus huesos, ligamentos y músculos. Tal vez sea como una especie de meditación en acción, de pensamiento
y movimiento al mismo tiempo

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 14 - Nº 135 - Agosto de 2009

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A la memoria de Adrian, Diana y Carlos

En estos tiempos de nuestro mundo posmoderno o tardío, en estos días de pasar del cinco para las doce (por el
trabajo claro está) a la calma de las vacaciones, me dediqué a encontrarle al ejercicio, el otro lado de la cara. Desde
luego que no escribiré enfatizando que la bradicardia (estado del corazón que refleja un grado de entrenabilidad, a
través de la cual se requiere menos esfuerzo cardiaco para lograr el mismo rendimiento en reposo), es de gran ayuda
para lograr estados óptimos del corazón a la hora de rendir; por cierto dicen que Amstrong (el ciclista fenómeno) en
reposo tiene una frecuencia cardiaca de 35 pulsaciones por minuto, con lo que se refuerza la idea de estimular al
aparato cardiovascular para mejorar otra funciones también vitales para nuestros organismos. Tampoco comentaré
que el O2 viaja de mejor manera a todos los músculos cuando corres, o que regresas a tu peso ideal con sólo correr
tres veces a la semana, además de cuidar tu dieta, claro está. Se sabe que al inhalar el aire pasa el oxígeno por los
pulmones a la sangre arterial llegando a todas las células para participar y permitir el metabolismo celular. La célula
recibe el oxígeno o combustible para su función o metabolismo y elimina como desecho el anhídrido carbónico que por
la sangre venosa llega al pulmón, en donde es eliminado por la espiración. El colesterol baja a sus niveles óptimos y
con ello reduces el riesgo de un infarto al miocardio, mucho menos enfatizaré acerca de la mayor circulación de la
sangre a nivel cerebral, con lo que mejoran los procesos del pensamiento.

No, ahora he pensado en explicar al ejercicio (mediante la carrera) desde otra visión, desde la visión de lo más
interno de nuestro ser, me refiero al pensamiento, a la reflexión, al encuentro con uno mismo y sus propias
competencias motrices cuando decides correr, flotar o tal vez ganarle a la tierra por unas milésimas de segundo la
fuerza de gravedad y desprenderte de ella para volver a caer e impulsarte casi perfectamente hacia un nuevo paso.
Correr me permitió ingresar a mí mismo por una puerta que tal vez no había podido entender, porque tal vez lo había
hecho por las causas mencionadas arriba, pero nunca lo había realizado por estas otras.

Al trotar te encuentras también con una serie de pensamientos y reflexiones sobre tu cuerpo, lo interiorizas al
grado de escucharte por dentro, tu respiración, tus latidos, tus pasos, tu aliento y tus ganas las puedes sentir y
proyectarlas hacia el frente, sientes tus rodillas y tobillos como nunca los habías sentido, y descubres que ese
momento del día (que ojala y fuera siempre el mismo), puede ser el momento para tu cuerpo, el momento para el
encuentro con él si desprenderte de tus órganos, aparatos y sistemas, ni de tus huesos, ligamentos y músculos. Tal
vez sea como una especie de meditación en acción, de pensamiento y movimiento al mismo tiempo.

Las endorfinas son hormonas que se activan con el ejercicio y entonces viene la alegría, el placer y el buen humor,
las relaciones humanas son diferentes cuando conoces mejor tu cuerpo, ese sentimiento jovial aparece como una

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droga que el propio cuerpo produce y te haces adicto a ti (ojo sin caer en la vigorexia, que ya es un trastorno aparte),
te haces un poco más amable y tolerante ante los demás, mejoras el sueño, tus metas parecen estar mucho más a tu
alcance porque te vuelves menos soñador y más realista. En una palabra diremos que mejora la calidad de vida,
porque te integras más a ti mismo.

Y qué decir de la creatividad, al conocer mejor tu cuerpo, tu capacidad de crear se hace más aguda, respondes de
mejor y rápida manera a las posibilidades que te imponen tus seres queridos y personas con las que convives durante
el día. Correr es mirar mejor lo que dicen nuestros pensamientos, nuestras ideas y sobre todo nuestros deseos.

Se dice que las ondas cerebrales se clasifican de acuerdo a la intensidad de su trabajo y por lo tanto de su actividad
neuronal, sin embargo cuando vivimos en la cotidianidad las ondas denominadas Beta, aparecen como resultantes del
trabajo común y corriente; asociado al hemisferio izquierdo, al intelecto, al pensamiento analítico, calculado y lineal.

Por el contrario cuando nos sentimos más relajados aparecen las ondas Alfa, que se asocian al estado de bienestar
sin estar sometido a la presión del estrés; por eso cuando corremos nuestras ondas cerebrales le permiten al
hemisferio derecho, ese que se encarga de ideas flexibles, místicas, creativas, novedosas entre otras, actualizarnos en
todo lo que posiblemente podemos hacer, desde luego sin salirnos de la realidad en la que vivimos.

Pero este lado del cerebro es bastante tímido y necesita de impulsos y estímulos constantes para poder ser
innovador, por eso la carrera debe ser no tres veces a la semana, debe ser diario, debe ser constante y con buen
ánimo; nunca “Tengo que correr”, siempre “Quiero correr”, esa es la diferencia. Dicen que Amadeus necesitaba
hacer ejercicio antes de componer.

Entonces necesitamos hacer cosas diferentes mientras corremos porque el automatismo reduce toda posibilidad de
crear, mientras corres, escucha música (Mi amigo Carlos me regaló las cantatas de Bach y es genial la combinación),
corre en otras direcciones, cuenta los árboles, mira a la gente y piensa ¿que platicarán cuando lo hacen en pares?,
dale nuevos ritmos a tu zancada, en fin las posibilidades no tienen límite.

Ahora bien que podemos hacer después de correr, al fin y al cabo este cuerpo sigue estando ahí mismo y requiere
atención permanente. Las neuronas hoy se sabe que no mueren por viejas, mueren por falta de uso y al hacer este
tipo de cosas las habilitamos permanentemente para que hagamos cosas diferentes: bañarse con los ojos cerrados,
comer con una sola mano, beber agua y jugar con ella en la boca, cambiar la orientación de nuestra cama y
almohadas, vestirse iniciando de diferente manera (no olvidar que los calzones invariablemente van debajo del
pantalón o la falda), ser buenos observadores y no mirar demasiada televisión (si ya tenemos una de las peores del
mundo, no vale la pena invertirle tempo a ella, definitivamente nosotros como personas no le importamos, sólo la
capacidad que tengamos de compra, lo demás es basura).

No hacen falta alas dice el título de este escrito, y pienso que no sólo me recuerda a unos seres queridísimos, sino
también me invita a volar sin avión, sin alas y desde luego que sin drogas, me invita a volar corriendo y correr
volando, invita a crear ambientes de aprendizaje cuando hacemos ejercicio también, a buscar lugares óptimos para
ello (la calle puede ser peligrosa además de sucia), un buen parque, un buen centro deportivo, una buena tarde y
porqué no una buena compañía harán que ese momento sea compartido y lo que se comparte no se olvida, lo que se
platica se recuerda y lo que se respira, se vive por siempre.

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revista digital · Año 14 · N° 135 | Buenos Aires, Agosto de 2009


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