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Tierra mala
14 de septiembre de 2023
Por: Viviana Marín

Mateo 13: 1-23. Parábola del sembrador.

Ese mismo día salió Jesús de la casa y se sentó a la orilla del mar. Y
se congregaron junto a Él grandes multitudes, por lo que subió a
una barca y se sentó; y toda la multitud estaba de pie en la playa. Y
les habló muchas cosas en parábolas, diciendo: He aquí, el
sembrador salió a sembrar; y al sembrar, parte de la semilla cayó
junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó
en pedregales donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó
porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se
quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre
espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Y otra parte cayó en
tierra buena y dio fruto, algunas semillas a ciento por uno, otras a
sesenta y otras a treinta. El que tiene oídos, que oiga.

Y acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas en


parábolas? Y respondiendo Él, les dijo: Porque a vosotros se os ha
concedido conocer los misterios del reino de los cielos, pero a ellos
no se les ha concedido. Porque a cualquiera que tiene, se le dará
más, y tendrá en abundancia; pero a cualquiera que no tiene, aun lo
que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas; porque
viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. Y en ellos se cumple
la profecía de Isaías que dice: «Al oír oiréis, y no entenderéis; y
viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se
ha vuelto insensible y con dificultad oyen con sus oídos; y sus ojos
han cerrado, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y
entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane». Pero
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dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen.


Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver
lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo
oyeron.

Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. A todo el que


oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata
lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel en quien se
sembró la semilla junto al camino. Y aquel en quien se sembró la
semilla en pedregales, este es el que oye la palabra y enseguida la
recibe con gozo; pero no tiene raíz profunda en sí mismo, sino que
solo es temporal, y cuando por causa de la palabra viene la aflicción
o la persecución, enseguida tropieza y cae. Y aquel en quien se
sembró la semilla entre espinos, este es el que oye la palabra, mas
las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se queda sin fruto. Pero aquel en quien se sembró la
semilla en tierra buena, este es el que oye la palabra y la entiende,
este sí da fruto y produce, uno a ciento, otro a sesenta y otro a
treinta.
Mateo 13:1-23 LBLA

La semilla junto al camino:

y al sembrar, parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las


aves y se la comieron.
Mateo 13:4 LBLA

A todo el que oye la palabra del reino y no la entiende, el maligno


viene y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es aquel
en quien se sembró la semilla junto al camino. Mateo 13:19 LBLA
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Lo que se está sembrando es "la palabra del reino", o sea el


mensaje sobre el gobierno de Cristo. Entonces, el que fue
sembrado junto al camino es el que oye ese mensaje pero no
entiende de qué se está hablando. Esa semilla del gobierno de
Cristo no germina, o sea, no crece ni se desarrolla. Si no se
entiende qué es de lo qué se está hablando, el mensaje se
pierde, no llega al corazón, pues Satanás roba ese mensaje. Da lo
mismo que si nunca lo hubiera escuchado, no se produce ningún
fruto en la vida de esa persona.

La semilla que cayó en pedregales:

Otra parte cayó en pedregales donde no tenía mucha tierra; y


enseguida brotó porque no tenía profundidad de tierra; pero
cuando salió el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.
Mateo 13:5-6 LBLA

Y aquel en quien se sembró la semilla en pedregales, este es el que


oye la palabra y enseguida la recibe con gozo; pero no tiene raíz
profunda en sí mismo, sino que solo es temporal, y cuando por
causa de la palabra viene la aflicción o la persecución, enseguida
tropieza y cae.
Mateo 13:20-21 LBLA

Está persona tiene una comprensión superficial del mensaje, no


lo entiende a profundidad, solo por encima, solo los beneficios y
eso le da alegría. Pero cuando ese mensaje en vez de alegría le
trae aflicciones o persecución, tropieza y cae. En esta persona si
germina la semilla, si parece crecer algo en su corazón sobre el
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gobierno de Cristo, pero no consigue crecer lo suficiente ese


reinado en su corazón, porque cuando ve que el dejar a Cristo
reinar en su vida le trae problemas y persecuciones, en vez de la
alegría y beneficios que esta persona quiere (sus propios
anhelos y deseos), pues tropieza y cae. Es una persona con una
fe superficial en Cristo, interesada, pensando en cómo esto le
viene bien a ella, a su ego.

La semilla que cayó entre espinos:

Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron.


Mateo 13:7 LBLA

Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, este es el que


oye la palabra, mas las preocupaciones del mundo y el engaño
de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto.
Mateo 13:22 LBLA

Esta persona oye la palabra (sobre el gobierno de Cristo),


aparentemente entiende y comienza a crecer algo del gobierno
de Cristo en su vida, pero está muy ocupada con los afanes de
esta época, que es pasajera y vana, vive para el momento
presente, no para la eternidad. Además está engañado por la
idea de que será feliz si alcanza riquezas, es decir, bienes
materiales, aunque también puede considerarse riqueza
cualquier otro bien, meta o éxito personal que le haga sentir que
es rica, exitosa, según los criterios del ambiente en el cual se
mueve. Estos afanes y ambiciones no dejan que crezca y se
desarrolle el gobierno de Cristo en su corazón.
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La semilla que cayó en buena tierra:

Y otra parte cayó en tierra buena y dio* fruto, algunas semillas a


ciento por uno, otras a sesenta y otras a treinta.
Mateo 13:8 LBLA

Pero aquel en quien se sembró la semilla en tierra buena, este es el


que oye la palabra y la entiende, este sí da fruto y produce, uno a
ciento, otro a sesenta y otro a treinta.
Mateo 13:23 LBLA

De esta persona se nos dice claramente, explícitamente, que


entendió el mensaje del reino. O sea, tuvo una comprensión
profunda de lo que significaba. Como dijo Jesús un poco antes de
pasar a explicarles la parábola:

Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque


oyen.
Mateo 13:16 LBLA

Esta persona que es buena tierra, tiene un corazón que ve, un


entendimiento que oye, y por eso su vida es transformada por la
revelación que ha recibido y su vida es sanada, produciendo el
fruto del gobierno de Cristo en su vida. No tiene el corazón
engrosado, un corazón que no está insensibilizado ni por las
riquezas, ni por los afanes, ni por el hedonismo y egocentrismo.
Es en definitiva una buena tierra. En esta persona, la semilla del
mensaje del reino, del gobierno de los cielos, cuyo rey es Cristo,
este mensaje germina, es decir, logra crecer y desarrollarse
hasta ser una planta madura que se reproduce, que da fruto,
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¿cuál fruto?, fruto de las mismas características de la semilla que


fue sembrada, fruto del reino (Pues el reino de Dios no se trata de
lo que comemos o bebemos, sino de llevar una vida de bondad, paz
y alegría en el Espíritu Santo. Romanos 14:17 NTV).

Podemos ver, que la diferencia fundamental entre la persona


que es buena tierra y la que es mala tierra es el entendimiento. A
los ojos de Dios las otras personas no entienden en realidad de
qué va el reino de Dios, no han entendido lo que implica, no han
entendido los intereses ni la vida del reino, no han entendido
que Cristo en nosotros esperanza de gloria (Colosenses 1:27),
que Cristo gobernando en nuestras vidas por el Espíritu Santo es
la verdadera gloria, el éxito eterno, imperecedero, la felicidad
verdadera.

Entonces, recapitulando:

¿Cuál es la semilla?, es la palabra del reino, el mensaje del


reino, los misterios del reino, es entender en qué consiste el
reino de Dios, el reinado de Cristo en nuestro corazón.

¿Y qué es lo que nos hace tierra mala donde no llega a


desarrollarse el reino de Dios?

La falta de discernimiento, entendimiento del mensaje, la


ceguera y sordera espiritual. Que puede venir por estar
completamente endurecidos directamente por Satanás, que
entra por un oído y sale por el otro, como en el caso de la tierra
que cayó junto al camino, o también por:
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1. Una fe superficial que solo piensa en beneficios y


bendiciones por creer y que le tiene miedo y huye ante las
aflicciones y persecuciones que puedan venir por dejarse
gobernar por Cristo.
2. Las preocupaciones de esta vida temporal, de esta
época. (¿Qué comeré, qué beberé, qué vestiré? Mateo
6:31).
3. El engaño de las riquezas. El amor al dinero y otro tipo de
riquezas, el creernos la mentira de que satisfaciendo esos
deseos y ambiciones vamos a ser felices.

¿Y cómo ser buena tierra?

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;


Sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin
entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
Porque si no, no se acercan a ti.
Salmos 32:8-9 RVR1960

Te haré entender = te haré buena tierra.

Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada


en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al
viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta
higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?
Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año,
hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto,
bien; y si no, la cortarás después.
S. Lucas 13:6-9 RVR1960
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Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer


muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de
muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
Hechos 14:21-22 RVR1960

Muchas circunstancias que estamos viviendo, tal vez sea el Señor


queriéndonos hacer entender el mensaje del reino, queriendo
limpiar y abonar esa tierra para que sea buena tierra donde
nuestro rey Jesús como semilla sembrada en nuestro corazón
germine como rey, crezca como rey, se desarrolle como rey y se
reproduzca como rey, de tal forma que su reino, su gobierno, su
carácter se vea en nuestras vidas.

Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad,


mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos
a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de
simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios
que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como
hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba
se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para
siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido
anunciada.
1 Pedro 1:22-25 RVR1960

Simiente: Grano contenido en el interior del fruto de una planta y


que, puesto en las condiciones adecuadas, germina y da origen a
una nueva planta de la misma especie. (Diccionario Oxford
Languages para Google).
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Condiciones adecuadas=buena tierra.

Porque la tierra que bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella
y produce vegetación útil a aquellos por los cuales es cultivada,
recibe bendición de Dios; pero si produce espinos y abrojos no vale
nada, está próxima a ser maldecida, y termina por ser quemada.
Hebreos 6:7-8 LBLA

Enfocarme en mi carne, en lo humano, va a hacer de mi tierra,


de mi corazón, una tierra mala, donde lo que va a salir a pesar
de ir una y otra vez a la iglesia o leer una y otra vez la Biblia son
espinos y abrojos, que no van a dejar brotar la semilla de la
nueva criatura que soy en Cristo, no van a dejar brotar a mi
nuevo yo. Estar centrado en mí mismo, en mi carne me hace
mala tierra.

Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del


Espíritu es vida y paz.
Romanos 8:6 RVR1960

Mi experiencia como tierra mala:


Al parecer durante muchos años fui tierra mala, no entendí
nunca en realidad los misterios del reino y por lo tanto nunca el
reino, el gobierno de Cristo, era una realidad en mi corazón, sino
que me seguía gobernando mi carne y detrás de mi carne
Satanás, llevándome a una vida infructuosa y de esclavitud.

Entonces, un día el Señor me dijo:


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"Te haré entender, te enseñaré el camino por donde debes


andar, sobre ti fijaré mis ojos". O sea, hacer que yo pudiera
entender los misterios del reino, era hacerme tierra buena.

Mientras fui tierra mala la palabra de Dios, la enseñanza bíblica


caía y caía y caía en abundancia pero no había en realidad
entendimiento profundo en mi corazón. Unas veces oía pero ni
siquiera llegaba a mi corazón la enseñanza. Otras veces oía y
entendía lo que quería entender, solo lo positivo, le tenía miedo
a la aflicción o a la persecución, esos temores me hacían dudar
de la buena voluntad y la bondad de Dios, me hacían temer
involucrarme más, comprometerme más. Otras veces oí pero
tenía muchas cosas que hacer, en realidad cosas vanas,
temporales, que me preocupaban o que tenía que hacer.
Además del día a día, también estaban los "engaños de las
riquezas", no sólo las riquezas económicas, sino las riquezas de
conocimiento, de grandeza, cosas en las que yo pensaba que
estaba el éxito. Perseguir lo vano te hace vano, perseguir lo
pasajero de esta vida terrenal y querer ser feliz siguiendo "las
riquezas" o las formas de ser feliz que te vende el mundo, todo
eso no dejaba que germinara la semilla de la Palabra del reino en
mí, no dejaba que creciera Cristo en mí, su gobierno y su vida en
mí.

Hasta que Él me hizo entender, me hizo perder el miedo a la


aflicción, no tanto a la persecución (seguro está ahí en camino
esa enseñanza en algún momento), pero si el miedo a la
aflicción, ¿cómo?, pues pasándome por ella con Él.
Me hizo ver la vanidad de la vida y la vanidad de los engaños de
mis riquezas, que en realidad eso era pasajero y era pobreza.
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Así puede que poco a poco consiguió o está consiguiendo


convertirme en buena tierra.

Y tú, que eres pastor, que junto al Maestro estás sembrando la


semilla del reino, ¿no sacarás una lección de esto?
No sólo siembra la palabra, pide al Señor y colabora en que las
tierras en las que siembras no sean mala sino buena tierra. Ya te
he dicho en qué consiste la mala tierra, no la alimentes en tu
vida ni en tu iglesia.

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos en verdad corren,
pero solo uno obtiene el premio? Corred de tal modo que ganéis. Y
todo el que compite en los juegos se abstiene de todo. Ellos lo hacen
para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una
incorruptible. Por tanto, yo de esta manera corro, no como sin tener
meta; de esta manera peleo, no como dando golpes al aire, sino que
golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo
predicado a otros, yo mismo sea descalificado.
1 Corintios 9:24-27 LBLA

Para finalizar, te pido que por favor escuches la siguiente canción


y reflexiones sobre lo que he escrito, es una canción de
despecho. Escúchala como si fuera el dolor del Señor por
nuestra falta de fidelidad y crecimiento en Él. Puede reflejar
también tu dolor por lo que has sembrado en otros también. Y
aunque pueda doler, escúchala con la esperanza de lo que Él
puede transformar también. Por otro lado, al entender el
propósito y el dolor de Dios, puede que entiendas el propósito
divino de las pruebas que estas pasando y/o están pasando tus
discípulos también. Pensemos, si con Cristo ya hemos muerto a
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la carne y sus frutos, ¿por qué en la práctica pareciera que


queremos casarnos de nuevo con ella?

https://youtu.be/k995K0X0f28?si=QPgcM11DfvVHbQof

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