Está en la página 1de 14

1º Bachillerato – Colegio Castilla

Unidad 3.
Filosofía de la
Ciencia

Paula Curzio
1.El saber científico
La palabra ciencia deriva del latín scire que quiere decir saber. No obstante, por poco que nos
fijemos en el inmenso abanico de saberes que se interesan por el mundo y por las cosas
humanas, nos damos cuenta de que no todos los saberes son ciencia. Decimos que la Física, la
Biología o la Medicina son ciencias mientras que la Metafísica, la Ética, la Política o la Estética
son consideradas especialidades filosóficas. La cuestión por esclarecer es cuál es la diferencia
entre aquello que denominamos saber científico o ciencia y el resto de saberes. Pues bien,
podemos afirmar que todos ellos son actividades cognoscitivas que buscan la ampliación y
mejora de nuestro conocimiento, y la diferencia viene marcada principalmente por el objeto de
estudio y el método que se emplea.

A las preguntas de por qué surge la ciencia y como se construye, se han dado a lo largo de la
historia diversas respuestas. Así, el pensamiento griego caracteriza la ciencia como episteme o
conocimiento universal, necesario e inmutable, pero no la diferencia del saber filosófico. En la
revolución científica del siglo XVI, la ciencia se distingue por el uso que hace del método
experimental. El neopositivismo del siglo XX, por su parte, califica al científico como el saber que
cumple el principio de verificación y el principio de confirmación.

En la década de 1960, Feyerabend, en su conocido libro “Contra el método”, mantiene que la


ciencia no posee características especiales que la hagan intrínsecamente distinta al resto de
tipos de conocimientos.

¿Qué es pues, la ciencia? Como se ha podido apreciar, no


es fácil responder a esta pregunta. A.F. Chalmers, en un
libro titulado ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Afirma
que no existe tal como ciencia, lo que equivale a decir que
no es posible definir la ciencia al margen de la enorme
diversidad de ciencias existentes en la actualidad. Es muy
difícil establecer una línea de separación racional entre
aquello que llamamos ciencia y el resto de los saberes.

Ahora bien, aunque no podamos ofrecer una definición


breve de lo que es la ciencia, sí que podemos, en cambio,
intentar descifrar qué es lo que hacen determinadas
disciplinas consideradas científicas. Y para ello, vamos a
recorrer la obra de M. Bunge (uno de los filósofos de la
ciencia contemporáneos, más importantes) llamada La
ciencia. Su método y su filosofía. Afirma Bunge que
solamente puede considerarse ciencia a aquel conjunto de
conocimientos que posea, al menos, las siguientes
condiciones:

1. Estar basadas en conocimientos fácticos: la ciencia se ocupa únicamente de


fenómenos que tienen lugar en el mundo físico. Desde este punto de vista, el
conocimiento científico describe y explica hechos del mundo tal como se dan,
prescindiendo de consideraciones éticas, emocionales o religiosas.
2. Seguir conocimientos que ofrezcan uniformidad o estabilidad: la ciencia parte del
supuesto que los fenómenos de la naturaleza están sujetos a leyes fijas y
universales, por lo que su comportamiento, en condiciones naturales, siempre es
estable, no cambia.

3. Los conocimientos trascienden los hechos particulares: aunque las encontrar


explicaciones universales. La ley de la gravedad no es válida únicamente en unos
casos y otros no; es válida en todo momento y en todo lugar.

4. Se utiliza un lenguaje unívoco: a diferencia del lenguaje cotidiano (natural) que es


el que usamos en nuestra vida diaria y que está lleno de metáforas, deseos,
intenciones, valoraciones morales, etc. el de la ciencia evita la ambigüedad y tiende
a la precisión en sus definiciones y conceptos.

5. Se siguen conocimientos elaborados siguiendo un método: la búsqueda en ciencia


debe su éxito al hecho que está rigurosamente planificada. En general, el científico
sabe lo que busca y como encontrarlo, porque sigue un método, lo cual no excluye
ciertos imprevistos. El descubrimiento de la penicilina, aunque en muchas ocasiones
se nos presenta como fruto de la casualidad, en realidad no lo es tanto, porque su
descubridor ya poseía una gran formación científica y se encontraba investigando
sobre la influencia de las bacterias en las enfermedades y la posibilidad de que el
moho ejerciera una acción bactericida.

Todo lo que se ha expuesto describe un tipo de conocimiento que se ocupa de aspectos


concretos de la realidad, con el objetivo de controlar y anticipar sus efectos. Pero la labor de la
ciencia no debe limitarse a la explicación y anticipación del comportamiento de los fenómenos
naturales. También ha de ser aplicable y contribuir a la mejora de la calidad de vida de la gente.
En este sentido la tecnología, como ciencia aplicada, es un elemento esencial de la cultura
humana.

1.1.El saber tecnológico.

Puede resultar extraño ver juntos, en un texto, los conceptos “tecnología” y “filosofía”. No
obstante, si por filosofía entendemos el esfuerzo por entender las cosas y los asuntos que nos
rodean, su sentido o la manera en que nos afectan, entonces la tecnología también concierne a
la filosofía. Y, para empezar, conviene recordar una diferencia terminológica importante: la
distinción entre técnica y tecnología. La técnica es un saber práctico y concreto orientado a
transformar el medio en beneficio de los seres humanos. La técnica produce herramientas o
instrumentos utilizables como, por ejemplo, el duplicado de una llave, la puerta de un armario,
el interruptor de una luz, etc. Por otra parte, el término tecnología, que proviene del griego
técne (arte o habilidad) y lógos (discurso), nos referimos a aquella disciplina que se ocupa de
racionalizar la técnica con la finalidad de optimizarla en vista a nuestra mencionada adaptación
al medio.

Existe una relación estrecha entre el ámbito de la cultura humana y la técnica; y es que, la
historia de la humanidad está íntimamente vinculada a los logros técnicos. No hay que olvidar
que, al fin y al cabo, el ser humano es también un homo faber, es decir, que una de sus tareas
más cotidianas es la de fabricar cosas. Y, por descontado, resultaría del todo imposible relatar la
historia de la humanidad al margen de sus conquistas tecnológicas. Por eso, cualquier retrato
sobre la cultura humana está siempre vinculado a las herramientas; desde el dominio del fuego
o las piedras afiladas para tallar, raspar o cazar del Paleolítico Inferior, hasta las actuales
investigaciones en nanotecnología, pasando por el descubrimiento del cemento en la época
romana. Así, entonces, algunas técnicas son actuales; pero otras nacieron hace miles de años y
son anteriores e independientes de la ciencia.

La ciencia vivió prácticamente al margen de la técnica hasta hace escasamente ciento cincuenta
años. Fue la Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XIX, la que impulsó la reflexión
sobre la técnica, con la finalidad de obtener mayor productividad y eficacia en los procesos
industriales. Por ejemplo, Ernst Kapp, geógrafo y filósofo alemán de finales del siglo XIX,
entendía la tecnología como una extensión del cuerpo humano. De esta manera, las máquinas
y toda suerte de instrumentos estarían inspirados en nuestra estructura corporal: los remos
serían una analogía de nuestros brazos, los platos lo serían de las palmas de las manos, etc. Y,
sobre todo, entendía que la tecnología tenía una misión esencial: contribuir a la igualdad y
felicidad de los hombres, liberándolos de los peligros del trabajo y sus penosos esfuerzos.

En definitiva, se trataba de dominar las técnicas de trabajo para mejorar su rendimiento y


producción. El resultado fue el paso de una actividad puramente práctica a una actividad
revestida necesariamente de teoría. Así fue como nació la tecnología o ciencia de la técnica.

La tecnología es, por tanto, una ciencia reciente, el objetivo de la cual es explicar el porqué de
las acciones y el resultado de la técnica. En la actualidad, ciencia y tecnología han establecido
una relación simbiótica. Los grandes avances científicos son una realidad gracias a máquinas
cada vez más precisas; por ejemplo, la astronomía se ha visto beneficiada por la construcción de
potentes telescopios. Y, a su vez, el espectacular desarrollo tecnológico de las últimas décadas
ha sido posible gracias a la investigación científica; así la bioconstrucción, la biotecnología, la
tecnología de la información y la comunicación, la tecnología nuclear, entre otras, han sido
posibles gracias a la contribución de la ciencia.

Es verdad que este vínculo entre ciencia y tecnología ha generado progreso y bienestar en
nuestra sociedad, como prueba el avance en los tratamientos contra el cáncer por medio de los
aceleradores de partículas, o el progreso en los sistemas de comunicación con el desarrollo de
la informática o internet. No obstante, también ha suscitado miedos, dudas e incertezas a nivel
moral, social o político, por los efectos negativos que pudieran derivarse de la aplicación de
determinadas técnicas.

Y es que no siempre reparamos en las consecuencias técnicas adversas del desarrollo


tecnológico, más allá de que nos afecta directamente. Como dice Martin Heidegger en su obra
La pregunta por la técnica, no pensamos en la tecnología porque, igual que el cristal de las gafas,
nos resulta transparente. Y lo sigue siendo mientras no nos provoque problemas. Pero cuando
hay alguna impureza o mancha, el cristal deja de ser transparente y el problema aparece delante
de nuestros ojos.

¿A qué tipo de problemas concretos nos referimos? Básicamente a aquellos que interesan a la
Bioética y a la Ética ecológica. Por ejemplo, sabemos la cantidad de beneficios para la salud y el
bienestar de la gente ha proporcionado el avance de la medicina en materia de trasplantes. No
obstante, esa tecnología, sin un control adecuado y en manos poco recomendables, propicia el
comercio de órganos. Lo mismo podríamos decir respecto a la ingeniería genética y a sus
derivados (alimentos transgénicos, clonación o el genoma humano). Los beneficios de estas
técnicas son innegables. Por ejemplo, la detección y el tratamiento precoz de enfermedades.
Por otra parte, corre serio peligro la privacidad de los datos genéticos del individuo que, en
manos de determinadas empresas (de seguros, por ejemplo), sirvieron para seleccionar a “los
mejores clientes”, en detrimento de otros menos afortunados por la naturaleza.
2.Clasificación de las ciencias
El saber científico, como tal, se concreta en decenas de disciplinas particulares con métodos y
objetos de estudio diferentes. La razón fundamental de esta pluralidad hemos de buscarla en la
propia diversidad y complejidad de la realidad, que exige, para que obtengamos conocimientos,
formas y métodos adecuados en cada caso.

2.1.Aproximación histórica
Podemos decir que desde hace mucho tiempo existió un gran interés por establecer una
clasificación de los diferentes saberes. Platón, por ejemplo, distinguía entre el conocimiento
auténtico (episteme) y el conocimiento proporcionado por los sentidos (opinión). Su discípulo
Aristóteles clasificó las ciencias en tres tipos:

-Teóricas: entre las que incluyó la matemática, la teología o la física.

-Prácticas: relacionadas con la acción humana entre las que incluyó la ética o la
política.

-Poiéticas o productivas: tienen que ver con el arte y la producción de vienes


materiales (poesía, artesanía, etc.). Después, los estoicos establecieron una
clasificación en la cual, en el ámbito de la filosofía, distinguían entre lógica, física y
ética.

Aristóteles se ocupó de muchas cuestiones científicas, y consiguió resultados importantes en el


ámbito de la biología. Sus estudios sobre los animales han servido de base para los estudios
científicos posteriores, y en algún caso constituyen ejemplos de aplicación rigurosa del método
experimental: por ejemplo, su estudio del desarrollo del embrión de pollo. Sin embargo, en física
experimental y en astronomía sus ideas dejaban mucho que desear, aunque no se le puede
culpar de que algunos aristotélicos del Renacimiento, muchos siglos más tarde, todavía las
defendieran y se opusieran a los resultados obtenidos mediante nuevos métodos. Además, la
física de Aristóteles sirvió como base de las discusiones medievales y, en este sentido, incluso
sus errores sirvieron para que se formulasen nuevas ideas que proporcionaron la base de la
nueva ciencia del siglo XVII. Durante toda la Edad Media y hasta la ilustración, se respetó con
mayor o menos fidelidad las clasificaciones clásicas, incluyendo la que habían introducido los
estoicos; de hecho, en el siglo XVIII, Kant siguió considerando válida la clasificación propuesta
por el estoicismo. La nómina de pensadores que se obstinaron a ofrecer una clasificación de los
diversos saberes está repleta de nombres ilustres: Avicena, Domingo Gundisalvo, Francis Bacon,
Thomas Hobbes, John Locke, Wilhelm Dilthey.

2.2. La clasificación de las ciencias en la actualidad


Las características de unas disciplinas y otras son diferentes porque también su estudio es
diferente tanto la parcela de realidad de la que se ocupan, es decir, su objeto de estudio, como
la manera en la que lo abordan, o sea, su método. Pero entre ellas también podemos encontrar
características comunes. Evidentemente, aquello que une y diferencia las ciencias es aquello
que permite su clasificación.
En la actualidad, la clasificación de las ciencias, más generalizada toma como criterios
fundamentales el método y el objeto de estudio de cada disciplina. Según lo que se ha dicho, si
nos atenemos a su objeto de estudio y al método, podemos establecer una primera gran
distinción entre Ciencias formales y Ciencias empíricas, cosa que nos permitirá, al mismo tiempo,
catalogar las disciplinas concretas.

a)Ciencias formales. Son disciplinas el objeto de conocimiento del cual no son los objetos de la
realidad. Es decir, no se ocupan de las cosas del mundo empírico, sino de entes formales. Dentro
de estas ciencias se engloban las matemáticas y la lógica. Los entes de los cuales se ocupan estas
disciplinas son abstractos, es decir, son construcciones de la razón. No obstante, aquellas
construcciones están correlacionadas con el mundo de las cosas: no vemos triángulos por las
calles pero si cosas triangulares. Por eso decimos que son ciencias formales, porque se ocupan
de formas o estructuras que pueden aplicarse a la realidad.

En cuanto al método, ni la Lógica ni las Matemáticas recurren a la experiencia


para demostrar sus teoremas. La garantía de su validez es la deducción
axiomática y este es su método.
Pero a pesar de que compartan el mismo método también existen diferencias
entre las matemáticas y la lógica. Diferencias que tienen que ver con su objeto
de conocimiento. Así, las matemáticas según la concepción tradicional y sin
entrar en los detalles, se ocupa de las propiedades y relaciones de los números
(aritmética) y de las propiedades del espacio (geometría). Por su parte, la Lógica
se ocupa de probar la validez de un razonamiento, comprobando la corrección
del proceso deductivo, desde las premisas a la conclusión, sobre la base de las
reglas del cálculo de inferencia.

b)Ciencias empíricas. Su objeto de estudio son los hechos del mundo. Por eso también se
denominan ciencias fácticas o factuales (del latín factum=hecho). Pero tengamos en cuenta que
los hechos del mundo también incluyen aquellos que se refieren a lo humano. Por lo tanto,
dentro del conjunto de las ciencias empíricas o factuales hemos de distinguir entre ciencias
naturales y ciencias humanas o sociales.

- Ciencias naturales. Se entiende por ciencias naturales aquellas que tienen


por objeto a los fenómenos del universo material. Se incluyen como tales la
física, la química, la biología y todas aquellas disciplinas que relacionamos
con la experimentación, como las ciencias de la salud (medicina, enfermería,
etc.). En todas ellas la validez de sus enunciados ha de estar garantizada no
solamente por la coherencia lógica de su estructura teórica, sino también
por la experiencia; es decir, deben ser contrastables con lo que ocurre en la
experiencia. La contrastación empírica es uno de los presupuestos
fundamentales del método hipotéticodeductivo, que es el método propio de
las ciencias naturales.
- Ciencias humanas. Se entiende por ciencias humanas aquellas el objeto del
cual son las diferentes actividades individuales o colectivas de los seres
humanos. Incluimos dentro de estas ciencias a disciplinas como la
psicología, la sociología, economía, política, historia, geografía,… La
hermenéutica (interpretación de un pensamiento) es el método principal de
estas ciencias.
Tanto las ciencias humanas como las naturales comparten el estatus de
ciencia empírica. La razón es sencilla: los dos tipos de saber sitúan su
actividad en el mundo de la experiencia. De hecho, es en el mundo de las
cosas y no en otro ámbito donde tienen lugar las crisis económicas, las
guerras, las modas, las depresiones, los problemas existenciales, la reflexión
estética, etc.
Pero, entonces, ¿por qué en el cuadro que sigue, en el que ofrecemos una
clasificación general de las ciencias, hemos situado a la economía, geografía,
política, en un apartado diferente al de la física, biología, etc.? La razón es
que sus objetos de estudio son diferentes y ello implica que el método
también debe ser diferente.

CLASIFICACIÓN GENERAL DE LAS CIENCIAS

CIENCIAS DISCIPLINAS NEXO ENTRE MÉTODO OBJETO DE ESTUDIO


CIENTÍFICAS PREMISAS Y
CONCLUSIÓN

FORMALES LÓGICA NECESIDAD AXIOMÁTICO (DEDUCTIVO) -ESTRUCTURA Y VALIDEZ DEL


MATEMÁTICAS FORMAL RAZONAMIENTO.
-RELACIONES
CUANTITATIVAS Y
ESPACIALES

NATURALES FÍSICA, NECESIDAD INDUCTIVO/HIPOTÉTICODEDUCTIVO EXPLICACIÓN DE LOS


QUÍMICA, FÍSICA FENÓMENOS NATURALES
BIOLOGÍA,
MEDICINA

HUMANAS ECONOMÍA, PROBABILIDAD INDUCTIVO/HIPOTÉTICO EXPLICACIÓN/COMPRENSIÓN


POLÍTICA, DEDUCTIVO DE LOS FENÓMENOS
GEOGRAFÍA HERMENÉUTICO HUMANOS.

3. Los métodos de las ciencias empíricas


Como hemos visto en el epígrafe anterior, todos los saberes necesitan seguir un método
para llevar a cabo su cometido. Estudiaremos el método propio de las Ciencias Naturales, así
como de las Ciencias Humanas.

Cuando abordamos las Ciencias Formales, indicamos que las matemáticas y la lógica recurren a
una variedad de métodos, aunque entre ellos prevalece el método deductivo. En las Ciencias
Naturales, ocurre algo muy similar: el científico utiliza diversos métodos, aunque el más utilizado
es el conocido con el método Hipotéticodeductivo, que se combina en muchas ocasiones con el
método inductivo. Comencemos por el segundo.

a)El método inductivo: el problema de la inducción. Podemos decir que la inducción o el


razonamiento inductivo, consiste en la formulación de enunciados generales a partir de la
experiencia.

La ciencia comienza por la observación y por la formulación de afirmaciones sobre aquello que
estamos observando. En Filosofía de la Ciencia, a estas observaciones se las conoce como
enunciados observacionales. Este tipo de enunciados son singulares ya que se derivan de la
observación de hechos concretos, en un momento y lugar determinados. Por eso, su ámbito de
validez depende y se circunscribe a la experiencia.

Un ejemplo de enunciado singular es: esta lámina de metal se dilató ayer a causa del calor. Si
examinamos el enunciado, comprobaremos que nos estamos refiriendo a una lámina de metal
concreta y no a todo el metal posible. Además, no se nos dice que la dilatación ocurra siempre,
sino que ayer la lámina se dilató. Es precisamente eso lo que lo hace singular.En cambio, existe
otro tipo de enunciados que se refieren a todos los sucesos posibles de una determinada clase,
en todo tiempo y lugar. Son los enunciados generales (o universales) y con ellos elabora la
ciencia sus leyes y teorías. A este grupo pertenecen enunciados del tipo: todos los metales se
dilatan a causa del calor.

Teniendo en cuenta las observaciones anteriores, podemos decir que el método inductivo
consiste en obtener enunciados generales (universales) a partir de enunciados observacionales
singulares (particulares). La inducción es aquel procedimiento mediante el cual obtenemos leyes
y teorías mediante hechos particulares. Podríamos ilustrar el procedimiento inductivo con un
ejemplo que ya es tradicional. Tras haber observado año tras año una gran cantidad de cuervos
y que siempre hayamos observado que el color de sus plumas es negro y no amarillo, azul o
violeta, podemos concluir que todos los cuervos son negros. Hemos pasado, por tanto, de un
enunciado particular este cuervo es negro, y este otro también lo es, y este otro también… a un
enunciado universal.

REFLEXIÓN: Hemos dicho que la ciencia comienza por la observación. No


obstante, puede ser que las observaciones objetivas no existan, sino que estén
precedidas por una carga teórica previa que las modela. Cuando la profesora
dibuja un cubo tridimensional en la pizarra, tu ves un dado porque has
aprendido a interpretarlo así; pero hay ciertas tribus africanas que, delante de
la misma representación, nada más ven un conjunto de trazos paralelos y
perpendiculares.

Para garantizar la fiabilidad del método inductivo, estas generalizaciones se desarrollan bajo
ciertas condiciones. Entre ellas, destacaremos dos de las más relevantes:

- La base sobre la que se asienta la generalización ha de ser suficientemente


grande. Es decir, el número de observaciones que avalan la teoría ha de ser
bastante amplio.
- Las condiciones de las observaciones han de ser suficientemente variadas.

Es cierto que lo que acabamos de exponer apela al sentido común. No obstante, es un método
que trae algunos problemas como, por ejemplo: si la ciencia exige un lenguaje formal o riguroso
no debería de admitir conceptos como suficientemente grande o suficientemente variadas, por
la vaguedad que manifiestan estas expresiones. Siguiendo el ejemplo anterior, cabría
preguntarse: ¿Cuántas observaciones sobre cuervos negros son suficientes para estar
completamente seguros de que todos los cuervos son negros? ¿Qué tipo de condiciones se
consideran suficientemente variadas? Pero además se da un problema lógico: ni apelando a la
experiencia, encontramos fundamento alguno que justifique el paso de lo particular a lo general.
Es lo que se conoce como el problema de la inducción: es imposible afirmar que algo ocurrirá
siempre (de forma infinita) cuando solamente se ha comprobado un número determinado
(finito) de veces. Si uno compra lotería un número finito de veces y no resulta ganador no se
puede demostrar que porque nunca haya ganado, nunca ganará. Finalmente, tal y como
criticaba David Hume, en su crítica a la inducción que vimos la unidad pasada, asumimos que el
futuro se vaya a comportar de forma análoga (similar) al pasado, pero esta suposición no es
necesaria ni tiene un sólido fundamento lógico.

b)El método hipotético-deductivo. La observación, por si misma, no pasa de ser un catálogo de


datos sin un sistema que les de sentido. Es verdad que la investigación científica precisa de datos
de la experiencia; pero también necesita de presupuestos teóricos que, al menos
provisionalmente, los relacionen. Además, la complejidad de labor de la ciencia no puede
reducirse a la observación y elaboración de teorías derivadas del proceso inductivo; también
debe explicar y predecir. Y todo eso es posible mediante el método Hipotético-deductivo, que
por influencia de la física es el más característico de las ciencias naturales.

El proceso consta, esencialmente de cuatro fases: OBSERVACIÓN (recogida de datos


que como sabemos, se denominan enunciados observacionales); HIPÓTESIS (una
propuesta de solución al problema de partida); DEDUCCIÓN DE CONSECUENCIAS
(predicción, posibilidad de adelantarse al comportamiento de la naturaleza);
CONTRASTACIÓN (en el momento en el que las hipótesis se comprueban
experimentalmente, desaparece su carácter provisional y se convierten en leyes y
teorías. En general, las leyes describen comportamientos particulares de la naturaleza.
Y las teorías son cuerpos teóricos formados por conjuntos de leyes, que explican de
manera integral, los fenómenos descritos por aquellas leyes).

INDUCCIÓN

Las teorías no son definitivas, sino que también poseen un carácter provisional de manera que,
a medida que se descubren más aspectos de la realidad, una teoría puede ser modificada o
sustituida por otra mejor, esto es: que explique la relación entre un número mayor de
fenómenos. Por ejemplo, la teoría geocéntrica de Ptolomeo fue sustituida por la teoría
heliocéntrica de Copérnico, y la teoría copernicana fue modificada por Kepler, quien estableció
que las órbitas de los planetas son elípticas.

3.2. El método de las Ciencias Humanas

Las Ciencias Humanas o Sociales tienen como objeto de estudio el comportamiento del individuo
o de la sociedad. La investigación en estas ciencias también se apoya en el método hipotético-
deductivo. Pero la especial dificultad de estudiar los diferentes objetos hace que el método
padezca modificaciones.
Así, el objeto de la Sociología es el estudio del comportamiento de la sociedad y los grupos
sociales; la Historia, se ocupa de las acciones humanas en el pasado; la psicología de la conducta
y del psiquismo humano, etc. Por eso, el método de estas ciencias no puede ser en todas las
ocasiones el método hipotético-deductivo. En este sentido, las diferencias fundamentales entre
las ciencias humanas y las naturales básicamente son:

a) La imposibilidad de repetir determinados fenómenos: por ejemplo en


economía, es imposible repetir la inflación de una determinadas época para
estudiar mejor sus consecuencias.
b) La imposibilidad de comprobar determinadas hipótesis: por ejemplo al final del
siglo pasado un sociólogo estadounidense sostuvo la hipótesis de que el
consumo de drogas se debía a la falta de ideales de la juventud. Es ilícito y
extremadamente complicado comprobar esta tesis puesto que para hacerlo
habría que atiborrar a drogas y los resultados del experimento serían así y todo
discutibles.
c) La matematización de las leyes en estas ciencias es prácticamente imposible. En
economía todavía se admite un cierto grado de matematización pero en
sociología o historia es muy insignificante.

Esto no nos debe llevar a concluir que en las ciencias sociales no se investigue. Lo que ocurre es
que la metodología es diferente. Efectivamente, cuando desde un punto de vista científico
queremos saber por qué se producen los sismos marinos, lo que necesitamos averiguar es una
determinada conexión causal pero nunca preguntaremos por el sentido que tiene un sismo
submarino. En cambio, el sentido es precisamente lo que necesitamos saber cuando analizamos
problemas de las ciencias humanas. El conocimiento y el control de las condiciones objetivas
que provocan las guerras no son suficientes para que no se vuelvan a producir. Los intereses, las
motivaciones casi siempre inconfesables, una personalidad patológica disfrazada de una buena
salud mental, una inercia cultural,… son factores que acompañan también al fatalismo de la
guerra. Lo mismo se debería decir en el caso del análisis estético, sociológico o económico. Por
eso, las ciencias humanas requieren de un método adecuado a la singularidad de su objeto; un
método que se afane no tanto en explicar, sino en comprender. Este método se llama
hermenéutica.

La hermenéutica (interpretación de un pensamiento) es el método principal de las ciencias


humanas. Por hermenéutica se entiende la interpretación de ideas y hechos que tienen que ver
con el ser humano, por medio de textos u otras manifestaciones humanas.

4.Contexto histórico: El nacimiento de la ciencia matematizada y


experimental moderna
Sería injusto hablar de filosofía de la ciencia, sin prestar atención a los avances científicos que
nutrieron la reflexión filosófica en este campo. Si hay un periodo por excelencia que abre un
nuevo paradigma en la ciencia, este se puede ubicar en la revolución científica es el siglo XVII.
Esta se centró en torno a la astronomía, a la mecánica, y a las relaciones entre ellas. Comenzó
cuando Nicolás Copérnico (1473-1543) propuso la teoría heliocéntrica según la cual la Tierra no
se encontraba inmóvil en el centro del universo, sino que es un planeta más que, como otros
planetas del Sistema Solar, gira en torno al Sol. Copérnico expuso su teoría en su obra Acerca de
las revoluciones de las órbitas celestes, publicada cuando su autor se encontraba a punto de
morir en 1543. Copérnico continuaba admitiendo que los planetas se mueven en órbitas
circulares. Siguiendo a Copérnico y utilizando los datos astronómicos obtenidos por Tycho Brahe
(1546-1601), Johannes Kepler (1571-1630) descubrió que los planetas describen elipses en uno
de cuyos focos se encuentra el Sol, y formuló las relaciones cuantitativas contenidas en sus
famosas tres leyes sobre el movimiento de los planetas. Galileo Galilei (1564-1642) realizó
importantes descubrimientos al observar la Luna, Venus, Júpiter y el Sol con el recién inventado
telescopio; criticó los aspectos caducos de la física de Aristóteles y argumentó en favor del
sistema de Copérnico, aunque no consiguió proporcionar pruebas concluyentes en su favor; y
contribuyó al desarrollo de la nueva ciencia de la mecánica, que estudia el movimiento de los
cuerpos. Isaac Newton (1642-1727) desarrolló la mecánica de modo completamente moderno
y formuló la ley de la gravedad, que explica las trayectorias elípticas de los planetas en torno al
Sol y muchos otros fenómenos.

Con Newton la física moderna se consolidó definitivamente. Otras ramas de la física se


desarrollaron a partir de ese momento, como por ejemplo la óptica, que recibió un gran impulso
del propio Newton (su obra Óptica fue publicada en 1704), y en el siglo XIX se mostró que la luz
visible es una radiación electromagnética que ocupa solamente una pequeña parte del espectro
de esas radiaciones. El camino para llegar ahí pasó por el descubrimiento de todo un conjunto
de fenómenos y leyes particulares referentes a la electricidad, al magnetismo, y a la relación
entre ambos. Hans Christian Oersted (1777-1851), físico danés, mostró en 1820 que una
corriente eléctrica produce un campo magnético alrededor del hilo por donde circula. Este
descubrimiento provocó una gran actividad en esa área. El inglés Michael Faraday (1791- 1867)
realizó en 1821 experimentos que se consideran como la invención del motor eléctrico y formuló
en 1834 las leyes de la electrólisis, sentando así las bases de la electroquímica.

A partir de estos descubrimientos sobre la electricidad y el magnetismo, el escocés James Clerk


Marxwell (1831-1879) formuló en 1864 las ecuaciones básicas que constituyen la teoría del
electromagnetismo, consolidando esa disciplina y haciendo posibles las aplicaciones prácticas
(ondas electromagnéticas) que se encuentran en la base de muchos avances ulteriores: Heinrich
Herz (1857-1894) produjo por primera vez, en 1888, ondas de radio. Otras ramas de la física,
como la acústica y la termodinámica, alcanzaron también su madurez en la misma época. A
medida que se desarrollaba la física, la química, que se basa en la física y le añade sus propias
perspectivas y técnicas, también se fue consolidando. Los antiguos estudios de alquimia
proporcionaron resultados que sirvieron, por ejemplo, para el progresivo descubrimiento de los
elementos químicos a lo largo del siglo XVIII. Antoine Lavoisier (1743-1794) suele ser
considerado como padre de la química; realizó importantes contribuciones, que se encuentran
expuestas en su Tratado elemental de química (1789), obra que ejerció una influencia en la
química comparable a la que ejerció la obra de Newton en la física un siglo antes. A comienzos
del siglo XIX, John Dalton (1770- 1831) formuló en 1808 la teoría atómica moderna, que todavía
consideraba que la materia se componía de pequeñas esferas indivisibles. Esa teoría se fue
consolidando a lo largo del siglo y ha llegado a ser una de las grandes columnas de la ciencia
experimental, aunque los átomos reales nada tengan de indivisibles. El progreso en la física y en
la química hizo posible el desarrollo de la biología moderna. Los estudios con el microscopio a
partir del siglo XVII abrieron nuevos horizontes. La teoría de la célula, formulada por Jakob
Schleiden (1804- 1881) y Theodor Schwann (1810-1882) en 1838-1839, se encuentra en el
centro de ulteriores avances, en los que también ha desempeñado un importante papel la teoría
de la evolución, formulada con diferentes variantes por Jean Baptiste Lamarck (1744-1829) en
1809, y por Alfred Russel Wallace (1823-1913) y Charles Darwin (1809-1882) en 1858 y 1859. En
1865, Gregor Mendel (1822-1884) publicó sus leyes de la herencia biológica, que permanecieron
ignoradas hasta su redescubrimiento en 1900 y que constituyen la base de la genética, una de
las ramas más importantes de la biología.
El enorme desarrollo de la ciencia experimental a partir del siglo XVII se explica por la peculiar
combinación de matemáticas y experimentación. Las matemáticas proporcionan un
instrumento muy preciso que permite obtener enunciados y demostraciones teóricas rigurosas
y, además, relacionar todo ello con los resultados de experimentos y mediciones. En el siglo XVII,
esa combinación de matemáticas y experimentación encontró un camino viable que ha
conducido a un progreso cada vez mayor hasta el momento actual. Los siglos XVIII y XIX fueron
testigos de un enorme desarrollo de las ciencias y de las aplicaciones tecnológicas que se derivan
de ellas, y ese progreso tuvo importantes consecuencias filosóficas. La revolución científica del
siglo XVII no carecía de precedentes. Fue posible gracias al trabajo previo, tanto teórico como
empírico, desarrollado durante muchos siglos. Sin embargo, significó la consolidación de un
nuevo modo de aproximarse a la naturaleza. El aspecto principal de la nueva ciencia consistía
en combinar las demostraciones teóricas con la experimentación, buscando un conocimiento
que pueda servir como base para el dominio de la naturaleza: las teorías de la ciencia
experimental se prueban recurriendo no sólo a argumentos teóricos, sino también a los
resultados de experimentos repetibles, de modo que el control experimental es una parte
esencial de la nueva ciencia.

5.¿Qué es la filosofía de la ciencia?


La filosofía de la ciencia es la rama de la filosofía que se ocupa de los problemas que derivan de
la ciencia. Aquí nos referiremos a su origen como una disciplina autónoma y, a continuación,
expondremos dos de los problemas fundamentales de los cuales se ocupa: en primer lugar,
hablaremos del criterio para distinguir lo que es ciencia de lo que no lo es, lo cual se conoce
como criterio de demarcación, y, en segundo lugar, nos ocuparemos del problema del progreso
de la ciencia.

4.1.Origen de la filosofía de la ciencia: El Positivismo y el Neopositivismo.

El cientificismo, que lleva a la exaltación de la ciencia como contraria a la metafísica y a la


religión, adquirieron una influyente formulación con el positivismo de Augusto Comte (1798-
1857), que es uno de los fundadores de la sociología moderna y pretendía conseguir una
reorganización de la sociedad basada en la perspectiva científica. El positivismo de Comte afirma
que la ciencia «positiva» se limita a relacionar hechos observables, evitando toda especulación
metafísica y religiosa. De este modo, si bien se afirma que la ciencia es la máxima expresión del
conocimiento, se limita su alcance a establecer relaciones entre fenómenos observables, algo
que es demasiado pobre para dar una imagen de la ciencia tal como existe en la realidad. De
hecho, la ciencia experimental proporciona muchos conocimientos sobre dimensiones de la
realidad que se encuentran muy alejadas de las posibilidades de observación; y, por otra parte,
no es el juez último del conocimiento humano: más bien se apoya en una racionalidad humana
que constituye un supuesto o condición necesaria para que la ciencia sea posible.

Si el positivismo fue el antecedente del nacimiento de la Filosofía de la Ciencia, aquello que


posibilitó el nacimiento de la Filosofía de la Ciencia, como disciplina autónoma, fue un grupo de
pensadores y científicos conocidos con el nombre de Círculo de Viena, impulsores del
movimiento llamado Positivismo Lógico o simplemente Neopositivismo. Veamos cómo surgió.

Durante las primeras décadas del siglo XX, un grupo de filósofos y científicos entre los cuales se
encontraban Moritz Schlick, Otto Neurath y Rudolf Carnap, se reunían en la Universidad de
Viena, inspirados por la idea que la ciencia no debía ir más allá de los fenómenos. Recogían así
la línea iniciada por el empirismo inglés y el positivismo de Comte, que establecían que los
conceptos metafísicos falseaban el conocimiento.

El acto fundacional del Círculo de Viena tuvo lugar con la publicación de un manifiesto que
preparó Rudolf Carnap (1891-1970), en 1929, bajo el título La concepción científica del mundo.
En el se recogen las actividades e iniciativas del grupo; pero, sobre todo, las ideas fundamentales
del nuevo movimiento, que podemos resumir en estas cuatro tesis:

1. El saber científico es una ciencia unitaria. Es decir, solamente hay una ciencia:
no existen ciencia diferentes con métodos diferentes ni diferentes fuentes de
conocimientos, sino que las diversas ramas de la ciencia deben entenderse
como diferentes perspectivas desde las que se habla de la misma realidad.
Además, cualquier proposición de cualquier ciencia debe poder traducirse a una
proposición de la física. Esto significa que, en última instancia, la unidad
científica se entiende como la posibilidad de convertir a todas las ciencias en
física.
2. La ciencia es una labor acumulativa. Es decir, las teorías científicas que
consiguen el estatus de ciencia, nunca lo pierden. Eso implica que nunca son
eliminadas a favor de otras mejores, sino integradas o acumuladas en ellas.
3. Las teorías científicas poseen una estructura lógica deductiva (axiomática) y
deben ser comprobables siguiendo el principio de verificabilidad, según el cual,
un enunciado solo se considera válido para la ciencia si se puede contrastar
empíricamente
4. El mismo Principio de verificabilidad proporciona un riguroso criterio para
distinguir entre lo que es ciencia y lo que no lo es. Es lo que se conoce como
criterio de demarcación, y constituye uno de los mecanismos más fuertes para
impedir el acceso a la ciencia de los conceptos metafísicos.

Uno de los pilares del neopositivismo fue su principio de verificabilidad, que en esencia podría
enunciarse así: un enunciado es significativo y científico si es susceptible de contrastación
empírica y ha sido corroborado un amplio número de veces.

6.Criterio de Demarcación: el falsacionismo de Karl Popper


Uno de los grandes problemas que plantearon los neopositivistas fue como distinguir los
conocimientos científicos de aquellos que no lo son. Se trataba de distinguir ciencias como la
Astronomía, la Física o la Biología, de las pseudociencias, como la astrología o la alquimia.
Distinguir entre unas y otras parecía crucial, porque las pseudociencias contaminaban las
opiniones de la gente y favorecían negocios millonarios que se aprovechaban de la ingenuidad
popular.

Los neopositivistas, como acabamos de ver, encontraron en el Principio de verificabilidad el


criterio de demarcación entre ciencia y no-ciencia. Verificar un enunciado o teoría es comprobar
en la práctica si sucede lo que afirma el enunciada o teoría. Así un enunciado como El agua
hierve a la temperatura de 100ºC ha de aceptarse como científico, ya que se ha verificado una
vez y otra; en cambio, este otro, El alma transmigra de unos cuerpos a otros, ha de cualificarse
como no científico, ya que nunca ha sido verificado.
Este criterio, sin embargo, encontró sus detractores; entre ellos, uno de los grandes filósofos de
la ciencia: K. Popper (1902-1994). Según este filósofo austríaco, el criterio de verificabilidad
nunca es concluyente, porque es imposible comprobar todos los casos. El enunciado universal
Todos los cuervos son negros nunca será un enunciado absolutamente verdadero, por mucho
que haya sido verificado en muchas ocasiones. ¿Quién es capaz de afirmar que nunca encontrará
un cuervo gris (contraejemplo) en algún momento? La imposibilidad de decidir la verdad o no
de un enunciado universal impide, a su vez, determinar si es científico.

Popper propone un nuevo criterio de demarcación: el falsacionismo. Básicamente, el


falsacionismo plantea lo siguiente: si bien es cierto que nunca podremos afirmar con seguridad
que una teoría ha sido verificada (como pretendían los neopositivistas), ya que nunca llegaremos
a comprobar todos los casos que implica, entonces intentemos probar que es falsa. Es decir,
pongamos todos nuestros esfuerzos como científicos, no al servicio de la verificación de la
teoría, sino a encontrar casos que la contradigan. Así, mientras la teoría no sea falseada seguirá
siendo aceptada por la comunidad, lo cual supone destacar el carácter provisional de las teorías
científicas.

Pero el falsacionismo es, también, un criterio para decidir qué teorías han de ser consideradas
científicas y cuáles no. Es decir, establece un criterio de demarcación que podemos enunciar así.
Para que una hipótesis o una teoría sea considerada como científica, ha de ser falsable. Es
decir, las teorías deben de estar construidas de tal forma que permitan a la comunidad científica
buscar casos que la hagan falsa (que la contradigan). Y esto significa que aquellas teorías en las
que su formulación o naturaleza no permitan buscar casos que entren en contradicción con ella,
no serán considerados científicos. Veamos un par de ejemplos básicos de enunciados falsables:

1.En Granada nunca nieva por la tarde.


2.Las cargas eléctricas de igual signo se repelen entre ellas.

Los enunciados propuestos son falsables. Y lo son porque en ambos casos podemos buscar
contraejemplos que podrían falsearlos. Nos ofrecen una información cuya falsedad podemos
rastrear. En el caso del enunciado 1 también podemos diseñar experimentos, para tratar de
encontrar casos en los que no se de el fenómeno de la repulsión de cargas eléctricas iguales. La
única cosa que diferencia a los dos enunciados es que el primero es falsable y también falso,
mientras que el segundo es falsable pero aún no ha sido falseado. No obstante, existe otra clase
de enunciados que no permite su falsación. Son enunciados del tipo: 3. Mañana nevará o no
nevará. El enunciado 3 es necesariamente verdadero; así y todo, no hay manera de falsarlo, en
consecuencia, no se considera científico. Como ejemplo de teorías de este tipo, Popper
menciona el Psicoanálisis y el Marxismo, afirmando que son sistemas explicativos tan
sumamente flexibles y generales que ningún caso particular los contradice. Ninguna conducta
humana entra en colisión con el psicoanálisis, como ningún hecho histórico contradice la
explicación marxista. Insistiendo en esta línea, Popper sostiene que los enunciados de las
pseudociencias, como La telepatía existe o de los mitos y religiones, como Yahvé creó el mundo
en seis días, tampoco pueden ser considerados científicos por razones análogas. Lo que
acabamos de decir no significa que todos los enunciados refutables sean científicos-Por ejemplo,
el enunciado La Iglesia de mi pueblo tiene un campanario es falsable; pero no puede ser
considerado científico. Además de ser falsable, un enunciado tiene que formar parte de un
conjunto de enunciados con capacidad predictiva y explicativa.

También podría gustarte