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Unidad 3.
Filosofía de la
Ciencia
Paula Curzio
1.El saber científico
La palabra ciencia deriva del latín scire que quiere decir saber. No obstante, por poco que nos
fijemos en el inmenso abanico de saberes que se interesan por el mundo y por las cosas
humanas, nos damos cuenta de que no todos los saberes son ciencia. Decimos que la Física, la
Biología o la Medicina son ciencias mientras que la Metafísica, la Ética, la Política o la Estética
son consideradas especialidades filosóficas. La cuestión por esclarecer es cuál es la diferencia
entre aquello que denominamos saber científico o ciencia y el resto de saberes. Pues bien,
podemos afirmar que todos ellos son actividades cognoscitivas que buscan la ampliación y
mejora de nuestro conocimiento, y la diferencia viene marcada principalmente por el objeto de
estudio y el método que se emplea.
A las preguntas de por qué surge la ciencia y como se construye, se han dado a lo largo de la
historia diversas respuestas. Así, el pensamiento griego caracteriza la ciencia como episteme o
conocimiento universal, necesario e inmutable, pero no la diferencia del saber filosófico. En la
revolución científica del siglo XVI, la ciencia se distingue por el uso que hace del método
experimental. El neopositivismo del siglo XX, por su parte, califica al científico como el saber que
cumple el principio de verificación y el principio de confirmación.
Puede resultar extraño ver juntos, en un texto, los conceptos “tecnología” y “filosofía”. No
obstante, si por filosofía entendemos el esfuerzo por entender las cosas y los asuntos que nos
rodean, su sentido o la manera en que nos afectan, entonces la tecnología también concierne a
la filosofía. Y, para empezar, conviene recordar una diferencia terminológica importante: la
distinción entre técnica y tecnología. La técnica es un saber práctico y concreto orientado a
transformar el medio en beneficio de los seres humanos. La técnica produce herramientas o
instrumentos utilizables como, por ejemplo, el duplicado de una llave, la puerta de un armario,
el interruptor de una luz, etc. Por otra parte, el término tecnología, que proviene del griego
técne (arte o habilidad) y lógos (discurso), nos referimos a aquella disciplina que se ocupa de
racionalizar la técnica con la finalidad de optimizarla en vista a nuestra mencionada adaptación
al medio.
Existe una relación estrecha entre el ámbito de la cultura humana y la técnica; y es que, la
historia de la humanidad está íntimamente vinculada a los logros técnicos. No hay que olvidar
que, al fin y al cabo, el ser humano es también un homo faber, es decir, que una de sus tareas
más cotidianas es la de fabricar cosas. Y, por descontado, resultaría del todo imposible relatar la
historia de la humanidad al margen de sus conquistas tecnológicas. Por eso, cualquier retrato
sobre la cultura humana está siempre vinculado a las herramientas; desde el dominio del fuego
o las piedras afiladas para tallar, raspar o cazar del Paleolítico Inferior, hasta las actuales
investigaciones en nanotecnología, pasando por el descubrimiento del cemento en la época
romana. Así, entonces, algunas técnicas son actuales; pero otras nacieron hace miles de años y
son anteriores e independientes de la ciencia.
La ciencia vivió prácticamente al margen de la técnica hasta hace escasamente ciento cincuenta
años. Fue la Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XIX, la que impulsó la reflexión
sobre la técnica, con la finalidad de obtener mayor productividad y eficacia en los procesos
industriales. Por ejemplo, Ernst Kapp, geógrafo y filósofo alemán de finales del siglo XIX,
entendía la tecnología como una extensión del cuerpo humano. De esta manera, las máquinas
y toda suerte de instrumentos estarían inspirados en nuestra estructura corporal: los remos
serían una analogía de nuestros brazos, los platos lo serían de las palmas de las manos, etc. Y,
sobre todo, entendía que la tecnología tenía una misión esencial: contribuir a la igualdad y
felicidad de los hombres, liberándolos de los peligros del trabajo y sus penosos esfuerzos.
La tecnología es, por tanto, una ciencia reciente, el objetivo de la cual es explicar el porqué de
las acciones y el resultado de la técnica. En la actualidad, ciencia y tecnología han establecido
una relación simbiótica. Los grandes avances científicos son una realidad gracias a máquinas
cada vez más precisas; por ejemplo, la astronomía se ha visto beneficiada por la construcción de
potentes telescopios. Y, a su vez, el espectacular desarrollo tecnológico de las últimas décadas
ha sido posible gracias a la investigación científica; así la bioconstrucción, la biotecnología, la
tecnología de la información y la comunicación, la tecnología nuclear, entre otras, han sido
posibles gracias a la contribución de la ciencia.
Es verdad que este vínculo entre ciencia y tecnología ha generado progreso y bienestar en
nuestra sociedad, como prueba el avance en los tratamientos contra el cáncer por medio de los
aceleradores de partículas, o el progreso en los sistemas de comunicación con el desarrollo de
la informática o internet. No obstante, también ha suscitado miedos, dudas e incertezas a nivel
moral, social o político, por los efectos negativos que pudieran derivarse de la aplicación de
determinadas técnicas.
¿A qué tipo de problemas concretos nos referimos? Básicamente a aquellos que interesan a la
Bioética y a la Ética ecológica. Por ejemplo, sabemos la cantidad de beneficios para la salud y el
bienestar de la gente ha proporcionado el avance de la medicina en materia de trasplantes. No
obstante, esa tecnología, sin un control adecuado y en manos poco recomendables, propicia el
comercio de órganos. Lo mismo podríamos decir respecto a la ingeniería genética y a sus
derivados (alimentos transgénicos, clonación o el genoma humano). Los beneficios de estas
técnicas son innegables. Por ejemplo, la detección y el tratamiento precoz de enfermedades.
Por otra parte, corre serio peligro la privacidad de los datos genéticos del individuo que, en
manos de determinadas empresas (de seguros, por ejemplo), sirvieron para seleccionar a “los
mejores clientes”, en detrimento de otros menos afortunados por la naturaleza.
2.Clasificación de las ciencias
El saber científico, como tal, se concreta en decenas de disciplinas particulares con métodos y
objetos de estudio diferentes. La razón fundamental de esta pluralidad hemos de buscarla en la
propia diversidad y complejidad de la realidad, que exige, para que obtengamos conocimientos,
formas y métodos adecuados en cada caso.
2.1.Aproximación histórica
Podemos decir que desde hace mucho tiempo existió un gran interés por establecer una
clasificación de los diferentes saberes. Platón, por ejemplo, distinguía entre el conocimiento
auténtico (episteme) y el conocimiento proporcionado por los sentidos (opinión). Su discípulo
Aristóteles clasificó las ciencias en tres tipos:
-Prácticas: relacionadas con la acción humana entre las que incluyó la ética o la
política.
a)Ciencias formales. Son disciplinas el objeto de conocimiento del cual no son los objetos de la
realidad. Es decir, no se ocupan de las cosas del mundo empírico, sino de entes formales. Dentro
de estas ciencias se engloban las matemáticas y la lógica. Los entes de los cuales se ocupan estas
disciplinas son abstractos, es decir, son construcciones de la razón. No obstante, aquellas
construcciones están correlacionadas con el mundo de las cosas: no vemos triángulos por las
calles pero si cosas triangulares. Por eso decimos que son ciencias formales, porque se ocupan
de formas o estructuras que pueden aplicarse a la realidad.
b)Ciencias empíricas. Su objeto de estudio son los hechos del mundo. Por eso también se
denominan ciencias fácticas o factuales (del latín factum=hecho). Pero tengamos en cuenta que
los hechos del mundo también incluyen aquellos que se refieren a lo humano. Por lo tanto,
dentro del conjunto de las ciencias empíricas o factuales hemos de distinguir entre ciencias
naturales y ciencias humanas o sociales.
Cuando abordamos las Ciencias Formales, indicamos que las matemáticas y la lógica recurren a
una variedad de métodos, aunque entre ellos prevalece el método deductivo. En las Ciencias
Naturales, ocurre algo muy similar: el científico utiliza diversos métodos, aunque el más utilizado
es el conocido con el método Hipotéticodeductivo, que se combina en muchas ocasiones con el
método inductivo. Comencemos por el segundo.
La ciencia comienza por la observación y por la formulación de afirmaciones sobre aquello que
estamos observando. En Filosofía de la Ciencia, a estas observaciones se las conoce como
enunciados observacionales. Este tipo de enunciados son singulares ya que se derivan de la
observación de hechos concretos, en un momento y lugar determinados. Por eso, su ámbito de
validez depende y se circunscribe a la experiencia.
Un ejemplo de enunciado singular es: esta lámina de metal se dilató ayer a causa del calor. Si
examinamos el enunciado, comprobaremos que nos estamos refiriendo a una lámina de metal
concreta y no a todo el metal posible. Además, no se nos dice que la dilatación ocurra siempre,
sino que ayer la lámina se dilató. Es precisamente eso lo que lo hace singular.En cambio, existe
otro tipo de enunciados que se refieren a todos los sucesos posibles de una determinada clase,
en todo tiempo y lugar. Son los enunciados generales (o universales) y con ellos elabora la
ciencia sus leyes y teorías. A este grupo pertenecen enunciados del tipo: todos los metales se
dilatan a causa del calor.
Teniendo en cuenta las observaciones anteriores, podemos decir que el método inductivo
consiste en obtener enunciados generales (universales) a partir de enunciados observacionales
singulares (particulares). La inducción es aquel procedimiento mediante el cual obtenemos leyes
y teorías mediante hechos particulares. Podríamos ilustrar el procedimiento inductivo con un
ejemplo que ya es tradicional. Tras haber observado año tras año una gran cantidad de cuervos
y que siempre hayamos observado que el color de sus plumas es negro y no amarillo, azul o
violeta, podemos concluir que todos los cuervos son negros. Hemos pasado, por tanto, de un
enunciado particular este cuervo es negro, y este otro también lo es, y este otro también… a un
enunciado universal.
Para garantizar la fiabilidad del método inductivo, estas generalizaciones se desarrollan bajo
ciertas condiciones. Entre ellas, destacaremos dos de las más relevantes:
Es cierto que lo que acabamos de exponer apela al sentido común. No obstante, es un método
que trae algunos problemas como, por ejemplo: si la ciencia exige un lenguaje formal o riguroso
no debería de admitir conceptos como suficientemente grande o suficientemente variadas, por
la vaguedad que manifiestan estas expresiones. Siguiendo el ejemplo anterior, cabría
preguntarse: ¿Cuántas observaciones sobre cuervos negros son suficientes para estar
completamente seguros de que todos los cuervos son negros? ¿Qué tipo de condiciones se
consideran suficientemente variadas? Pero además se da un problema lógico: ni apelando a la
experiencia, encontramos fundamento alguno que justifique el paso de lo particular a lo general.
Es lo que se conoce como el problema de la inducción: es imposible afirmar que algo ocurrirá
siempre (de forma infinita) cuando solamente se ha comprobado un número determinado
(finito) de veces. Si uno compra lotería un número finito de veces y no resulta ganador no se
puede demostrar que porque nunca haya ganado, nunca ganará. Finalmente, tal y como
criticaba David Hume, en su crítica a la inducción que vimos la unidad pasada, asumimos que el
futuro se vaya a comportar de forma análoga (similar) al pasado, pero esta suposición no es
necesaria ni tiene un sólido fundamento lógico.
INDUCCIÓN
Las teorías no son definitivas, sino que también poseen un carácter provisional de manera que,
a medida que se descubren más aspectos de la realidad, una teoría puede ser modificada o
sustituida por otra mejor, esto es: que explique la relación entre un número mayor de
fenómenos. Por ejemplo, la teoría geocéntrica de Ptolomeo fue sustituida por la teoría
heliocéntrica de Copérnico, y la teoría copernicana fue modificada por Kepler, quien estableció
que las órbitas de los planetas son elípticas.
Las Ciencias Humanas o Sociales tienen como objeto de estudio el comportamiento del individuo
o de la sociedad. La investigación en estas ciencias también se apoya en el método hipotético-
deductivo. Pero la especial dificultad de estudiar los diferentes objetos hace que el método
padezca modificaciones.
Así, el objeto de la Sociología es el estudio del comportamiento de la sociedad y los grupos
sociales; la Historia, se ocupa de las acciones humanas en el pasado; la psicología de la conducta
y del psiquismo humano, etc. Por eso, el método de estas ciencias no puede ser en todas las
ocasiones el método hipotético-deductivo. En este sentido, las diferencias fundamentales entre
las ciencias humanas y las naturales básicamente son:
Esto no nos debe llevar a concluir que en las ciencias sociales no se investigue. Lo que ocurre es
que la metodología es diferente. Efectivamente, cuando desde un punto de vista científico
queremos saber por qué se producen los sismos marinos, lo que necesitamos averiguar es una
determinada conexión causal pero nunca preguntaremos por el sentido que tiene un sismo
submarino. En cambio, el sentido es precisamente lo que necesitamos saber cuando analizamos
problemas de las ciencias humanas. El conocimiento y el control de las condiciones objetivas
que provocan las guerras no son suficientes para que no se vuelvan a producir. Los intereses, las
motivaciones casi siempre inconfesables, una personalidad patológica disfrazada de una buena
salud mental, una inercia cultural,… son factores que acompañan también al fatalismo de la
guerra. Lo mismo se debería decir en el caso del análisis estético, sociológico o económico. Por
eso, las ciencias humanas requieren de un método adecuado a la singularidad de su objeto; un
método que se afane no tanto en explicar, sino en comprender. Este método se llama
hermenéutica.
Durante las primeras décadas del siglo XX, un grupo de filósofos y científicos entre los cuales se
encontraban Moritz Schlick, Otto Neurath y Rudolf Carnap, se reunían en la Universidad de
Viena, inspirados por la idea que la ciencia no debía ir más allá de los fenómenos. Recogían así
la línea iniciada por el empirismo inglés y el positivismo de Comte, que establecían que los
conceptos metafísicos falseaban el conocimiento.
El acto fundacional del Círculo de Viena tuvo lugar con la publicación de un manifiesto que
preparó Rudolf Carnap (1891-1970), en 1929, bajo el título La concepción científica del mundo.
En el se recogen las actividades e iniciativas del grupo; pero, sobre todo, las ideas fundamentales
del nuevo movimiento, que podemos resumir en estas cuatro tesis:
1. El saber científico es una ciencia unitaria. Es decir, solamente hay una ciencia:
no existen ciencia diferentes con métodos diferentes ni diferentes fuentes de
conocimientos, sino que las diversas ramas de la ciencia deben entenderse
como diferentes perspectivas desde las que se habla de la misma realidad.
Además, cualquier proposición de cualquier ciencia debe poder traducirse a una
proposición de la física. Esto significa que, en última instancia, la unidad
científica se entiende como la posibilidad de convertir a todas las ciencias en
física.
2. La ciencia es una labor acumulativa. Es decir, las teorías científicas que
consiguen el estatus de ciencia, nunca lo pierden. Eso implica que nunca son
eliminadas a favor de otras mejores, sino integradas o acumuladas en ellas.
3. Las teorías científicas poseen una estructura lógica deductiva (axiomática) y
deben ser comprobables siguiendo el principio de verificabilidad, según el cual,
un enunciado solo se considera válido para la ciencia si se puede contrastar
empíricamente
4. El mismo Principio de verificabilidad proporciona un riguroso criterio para
distinguir entre lo que es ciencia y lo que no lo es. Es lo que se conoce como
criterio de demarcación, y constituye uno de los mecanismos más fuertes para
impedir el acceso a la ciencia de los conceptos metafísicos.
Uno de los pilares del neopositivismo fue su principio de verificabilidad, que en esencia podría
enunciarse así: un enunciado es significativo y científico si es susceptible de contrastación
empírica y ha sido corroborado un amplio número de veces.
Pero el falsacionismo es, también, un criterio para decidir qué teorías han de ser consideradas
científicas y cuáles no. Es decir, establece un criterio de demarcación que podemos enunciar así.
Para que una hipótesis o una teoría sea considerada como científica, ha de ser falsable. Es
decir, las teorías deben de estar construidas de tal forma que permitan a la comunidad científica
buscar casos que la hagan falsa (que la contradigan). Y esto significa que aquellas teorías en las
que su formulación o naturaleza no permitan buscar casos que entren en contradicción con ella,
no serán considerados científicos. Veamos un par de ejemplos básicos de enunciados falsables:
Los enunciados propuestos son falsables. Y lo son porque en ambos casos podemos buscar
contraejemplos que podrían falsearlos. Nos ofrecen una información cuya falsedad podemos
rastrear. En el caso del enunciado 1 también podemos diseñar experimentos, para tratar de
encontrar casos en los que no se de el fenómeno de la repulsión de cargas eléctricas iguales. La
única cosa que diferencia a los dos enunciados es que el primero es falsable y también falso,
mientras que el segundo es falsable pero aún no ha sido falseado. No obstante, existe otra clase
de enunciados que no permite su falsación. Son enunciados del tipo: 3. Mañana nevará o no
nevará. El enunciado 3 es necesariamente verdadero; así y todo, no hay manera de falsarlo, en
consecuencia, no se considera científico. Como ejemplo de teorías de este tipo, Popper
menciona el Psicoanálisis y el Marxismo, afirmando que son sistemas explicativos tan
sumamente flexibles y generales que ningún caso particular los contradice. Ninguna conducta
humana entra en colisión con el psicoanálisis, como ningún hecho histórico contradice la
explicación marxista. Insistiendo en esta línea, Popper sostiene que los enunciados de las
pseudociencias, como La telepatía existe o de los mitos y religiones, como Yahvé creó el mundo
en seis días, tampoco pueden ser considerados científicos por razones análogas. Lo que
acabamos de decir no significa que todos los enunciados refutables sean científicos-Por ejemplo,
el enunciado La Iglesia de mi pueblo tiene un campanario es falsable; pero no puede ser
considerado científico. Además de ser falsable, un enunciado tiene que formar parte de un
conjunto de enunciados con capacidad predictiva y explicativa.