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En numerosas ocasiones, una palabra latina ha dado lugar a los dos términos, una voz
patrimonial y un cultismo. Es lo que conocemos como DOBLETES.
Nominare(lat.) nombrar(patr.) nominar(cult.)/Fabulare(lat.) hablar(patr.) fabular(cult.)
Concilium(lat.) concejo(patr.) concilio(cult.)/ Clamare(lat.) llamar(patr.) clamar(cut.)
Por otra parte, también aparecen en nuestra lengua los llamados LATINISMOS,
palabras y expresiones que se conservan prácticamente igual que en la lengua latina. Ejs.:
currículum, accésit. Igual que sucedió en latín, muchos cultismos fueron tomados de la lengua
griega, que también era lengua de cultura. Numerosos términos científicos vienen del griego,
estomatología, monomaniaco, psicopatía…
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1.1.2. PRÉSTAMOS
Lo que más ha enriquecido el léxico de nuestra lengua a lo largo de toda su evolución ha sido
la introducción de préstamos. Llamamos PRÉSTAMOS LINGÜÍSTICOS a aquellos términos
procedentes de una lengua que se han incorporado al vocabulario de otra distinta .
En nuestra lengua se han incorporado préstamos dependiendo de la situación histórica
y política que se viviera y cuáles fueran las principales influencias, es decir, los hablantes de
diferentes pueblos conviven y se relacionan entre sí política, económica o culturalmente.
Los préstamos lingüísticos más importantes en español son los siguientes:
1.- Términos prerromanos. Antes de la llegada de los romanos existían otros pueblos: íberos,
celtas, vascos, tartesios, fenicios, ligures…Todos con sus propias lenguas, que desaparecieron
con la romanización(excepto los vascos). Pero dejaron huella en el latín. Es lo que conocemos
como SUSTRATO. Algunos ejs. Barro, perro, carro, losa, arroyo, brezo… Dentro de los
vasquismos podemos citar izquierdo, boina, cencerro, chistera…
2.- Helenismos. La mayoría fueron introducidos por los romanos en su lengua, y de esta
pasaron al castellano. Muchos son términos científicos o técnicos, como dodecaedro,
hemorragia, analgésico, isobara…. También existen muchos prefijos y sufijos provenientes del
griego, crono-, algia-, cardio-, que han dado lugar a términos como cronómetro, neuralgia,
cardiovascular.
3.- Germanismos. En el S.V los pueblos germánicos invaden el Imperio romano, pero ahora su
lengua no se impondrá al latín. Serán los visigodos los que dominan políticamente, pero fueron
un pueblo fuertemente romanizado, no alteran apenas la situación lingüística, pero si se
introdujeron vocablos de origen germánico, ejs.: guerra, espuela, tregua, rico, guardián,
guisar… , y son muy abundantes los ANTROPÓNIMOS como Rodrigo, Alfonso, Gonzalo, Álvaro,
…
4.- Arabismos. En el año 711 los árabes invaden la península Ibérica, invaden todo menos el
norte y serán los astures y cántabros los encargados de iniciar la Reconquista, que finaliza en
1492 con la toma de Granada (0cho siglos) de convivencia con los árabes, que dejaron una
profunda huella en el léxico, especialmente en el andaluz. Se trata después del latín, de la
lengua que más léxico aporta a nuestra lengua. 4000 palabras referidas a la agricultura
( alcachofa, zanahoria, berenjena, espinacas, aceituna…), la ropa ( chaleco, chilaba, albornoz…),
la vivienda ( alcoba, azotea, tabique, alféizar…), la construcción y la ingeniería (aljibe, alberca,
adobe, adobe, alcázar, alcantarilla…), la administración y el comercio (alcalde, almacén, arroba,
tarifa…), botánica ( alhelí, azucena, azahar, adelfa, albahaca…), la milicia( tambor, atalaya,
rehén, jinete…), las matemáticas( álgebra, cifra, algoritmo…), oficios( albañil, alguacil, alfarero).
También conservamos numerosos TOPÓNIMOS (Alcalá, Alcántara, Guadalquivir, Guadiana,
Guadalajara…)
5.- Americanismos. Tras el descubrimiento y conquista de América, nuestro léxico se
enriqueció con las aportaciones de las lenguas precolombinas como el araucano, el quechua, el
guaraní, el Caribe, el náhuatl…). Ej.: patata, chocolate, aguacate, papaya, iguana, tequila,
caoba, barbacoa…, muchos de ellos para designar realidades no conocidas hasta entonces
porque no existían en el Viejo Mundo: plantas, animales, alimentos…
6.- Italianismos. Durante los siglos XVI y XVII debido a la influencia de los movimientos
artísticos y culturales del Renacimiento y el Barroco, se favoreció la introducción de palabras
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del italiano. Por ej.: piloto, escopeta, escolta… , y vocablos relacionados con el arte y la
literatura, por ej.. novela, soneto, terceto, partitura, piano…
7.- Galicismos. Los términos procedentes del francés llegaron en distintos momentos, primero
en los siglos XII y XIII, gracias a las peregrinaciones a Santiago de Compostela. En el siglo XVIII
con Felipe V (de la dinastía borbónica de origen francés) hizo que entrarán muchos términos
franceses. Poe ej.: linaje, flan, servilleta, hotel, gendarme, joya, jardín…)
8.- prestamos de otras lenguas penínsulas. Catalanismos como butifarra, barraca, clavel,
turrón, masía…, Galleguismos como morriña, muñeira, meiga, vigía, carabela…
9.- Lusismos. Chubascos, mermelada, ostras, caramelo, mejillón…
10.- Anglicismos. A partir del siglo XX la lengua que más préstamos aporta al castellano es el
inglés. EEUU tendrá gran protagonismos en todos los ámbitos: cultura, política, economía, y
que el inglés es la lengua universal. Algunos anglicismos se han adaptado a nuestra fonética,
son términos como fútbol, yate, mitin; otros conservan su forma original: airbag, camping,
catering, zapping, hobby…
Se trata de los préstamos lingüísticos, que son aquellos términos procedentes de una lengua
que se han incorporado al vocabulario de otra distinta.
Cuando el castellano recibe algún préstamo, este puede tratarse de tres maneras diferentes:
La palabra se escribe y se pronuncia igual que en su idioma de origen. En este caso se
trata de un xenismo: blog, casting, spam, zapping, zoom, selfie. Los xenismos deben
escribirse con letra cursiva o entre comillas.
El préstamo se adapta a la ortografía y a la pronunciación castellanas. Es frecuente que
la adaptación suceda después de una primera fase en la que se lo trata como xenismo:
escáner, fútbol, güisqui.
La palabra no se recoge directamente, sino que se traduce. Recibe entonces el nombre
de calco: autoservicio es un calco del inglés self-service.
Cuando proceden de una lengua que no tiene alfabeto latino, o bien de una lengua que no usa
un sistema alfabético (como el chino), las palabras necesariamente se adaptan al castellano. Se
utilizan los caracteres del alfabeto español y las palabras se amoldan a la ortografía de nuestra
lengua.
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1.- Derivación. Consiste en añadir afijos (prefijos o sufijos) a un lexema o raíz. Así tenemos
prefijos que indican negación (a/an), repetición (re), superioridad (hiper, extra),… Los prefijos
no modifican la clase gramatical de la palabra. Por ej. hacer / rehacer. Los sufijos también
aportan diferentes significados; se pueden distinguir los apreciativos que no cambian la
categoría gramatical del lexema aumentativos (manaza), diminutivos (casita), despectivos
(pajarraco) y superlativos (guapísima) y los no apreciativos, que si cambian la categoría
gramatical como de grasa - grasiento u odio- odioso.
2.- Composición. Se forma una palabra nueva con la unión de dos lexemas.
*Compuestos consolidados , donde la fusión es total. Se escriben sin separación y el primer
elemento no admite morfemas flexivos. Se trata de palabras como telaraña, sacacorchos,
hierbabuena…
*Compuestos no consolidados, donde la fusión no es total, aparecen separados, bien sea con
guión (teórico-práctico), léxico-semántico), bien sin él (guardia civil, pez espada).
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El significado de las palabras está formado por un conjunto de semas o rasgos significativos
mínimos. Sin embargo, no todos esos semas son igualmente compartidos por los hablantes de
una lengua, sino que hay algunos de ellos que siempre están presentes, mientras que otros
varían. Es decir, el significado de una palabra no es siempre exactamente igual para todos los
que se expresan en la misma lengua.
Por ejemplo, si preguntásemos a varias personas por el significado de una palabra habitual
como playa, observaríamos que su significado se compone de dos partes:
Un componente común a todos: playa es la ‘ribera arenosa del mar o de un río
grande’.
Un componente variable: al que suele ir allí de vacaciones playa le sugiere descanso; al
camarero que trabaja en un restaurante del paseo marítimo la palabra playa le trae a
la mente esfuerzo. Para un habitante de la costa, este término no significa lo mismo
que para el que procede de tierra adentro, ni tampoco pueden considerarlo igual un
constructor y un ecologista.
En suma, el significado de una palabra está formado por denotación y connotación:
La denotación es la parte del significado objetiva y común a todos los hablantes.
Constituye un significado primario.
La connotación es la parte subjetiva del significado, la que depende de las
circunstancias del hablante. Es cualquier significado secundario que se asocia a un
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término.
Los diccionarios recogen en sus definiciones los semas denotativos, porque son los que
resultan válidos para todos. En cambio, los semas connotativos solo aparecen si se trata de una
connotación común a muchas personas. Así, si buscamos en el Diccionario de la lengua
española la palabra burro, encontraremos en primer lugar el significado denotativo,
compartido por el conjunto de los hablantes:
1. m. Asno (animal solípedo).
Pero además, como se suele atribuir a estos animales un temperamento tozudo y
desobediente, el Diccionario también recoge esta connotación:
6. m. Hombre o niño bruto e incivil.
Así pues, las connotaciones pueden clasificarse en dos grupos:
Connotaciones grupales o colectivas. Son las comunes a un grupo importante de
hablantes. Existen connotaciones compartidas por los que tienen una misma cultura
(la palabra plaza se asocia en los países mediterráneos con la vida pública), por los que
tienen un determinado trabajo (las connotaciones de la palabra paloma no pueden ser
las mismas para un ornitólogo que para un empleado que debe limpiar las calles que
las palomas ensucian) o por los que habitan en la misma zona (el término nieve
produce seguramente alegría y expectación a los toledanos, pero no a los habitantes
de un pueblo pirenaico que suela quedarse aislado durante el invierno).
Connotaciones individuales. Son los significados secundarios que una persona asocia a
cierta palabra a partir de su experiencia. Por ejemplo, la palabra perro puede tener
connotaciones desagradables para una persona que haya sido atacada por uno. Estas
connotaciones son fundamentales en poesía: para García Lorca, el color verde lleva
asociada la idea de muerte en algunos poemas, mientras que para la mayoría de
personas el verde está relacionado con la esperanza o, actualmente, con la ecología.
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No se debe confundir la polisemia con la homonimia. Son palabras homónimas, por ejemplo, el
sustantivo vino (‘bebida alcohólica’) y la forma verbal vino (pretérito perfecto simple del verbo
venir), o china (femenino de chino) y china (‘piedrecita’). No se trata de una sola palabra cuyo
significado se ha ampliado, como sucede en la polisemia, sino de dos palabras totalmente
distintas a las que la evolución ha hecho converger en una misma forma.
Dentro del concepto general de homonimia, se pueden distinguir:
Palabras homófonas. Coinciden en la pronunciación, pero se escriben con distintas
grafías. Así ocurre con sabia (‘mujer que posee sabiduría’) y savia (‘líquido vital de las
plantas’).
Palabras homógrafas. Además de coincidir en la pronunciación, también se escriben
igual, como haya (‘árbol’) y haya (forma del verbo haber).
1.4.3. SINONIMIA
Se produce sinonimia cuando dos o más palabras tienen un significado igual o muy parecido.
Hay distintos grados de sinonimia:
Sinonimia absoluta. Es muy poco frecuente, pues resulta difícil encontrar dos palabras
que compartan todos sus semas y valores de uso (alquilar/arrendar, esperar/aguardar,
verano/estío). Cuando es así, es habitual que uno de los dos sinónimos vaya dejando
de utilizarse en favor del otro, tal como sucede con la segunda palabra de cada par de
los ejemplos propuestos.
Sinonimia parcial. Dos palabras comparten una parte considerable de su significado,
pero no siempre son equivalentes a causa de sus connotaciones o de las diferentes
situaciones en que se usan. Así, cara y rostro son intercambiables en frases como La
cara / el rostro de esa joven me pareció interesante, pero no lo son en La moneda salió
cara / *rostro ni en Deberías atreverte a dar la cara / *el rostro.
Sinonimia contextual. Dos palabras que no comparten semas pueden funcionar como
sinónimas en determinados contextos. Por ejemplo, aunque el término lince no es en
principio sinónimo de astuto, funciona como tal en la oración Eres un lince / astuto
para los negocios.
Sucede otras veces que dos palabras pueden intercambiarse en un contexto determinado, pero
no se debe a que sean sinónimas, sino a que el significado de una de ellas está incluido en el de
la otra. Así ocurre en En su jardín crecían las rosas / las flores.
Llamamos hiperónimo a la palabra cuyo significado abarca el de otras, que se conocen como
hipónimos. Los hipónimos a los que se refiere una palabra hiperónima son, entre sí,
cohipónimos.
En el ejemplo anterior, flores es un hiperónimo de rosas. Rosas, claveles, margaritas, dalias,
etc. son hipónimos de la palabra flores y son cohipónimos entre sí.
1.4.4. ANTONIMIA
También es posible que la relación entre el contenido semántico de dos términos sea de
oposición. Es el caso de las palabras antónimas.
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