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Autor: Eva María Rodríguez

Valores: superación, coraje, aprendizaje


Los monstruos de AxelHabía una vez un niño llamado Axel, tan imaginativo y soñador
que podría pintar un arcoíris con solo pestañear. Su mente era como una caja mágica
de sueños e ideas. Bosques encantados, piratas espaciales… mundos de caramelo
¡Cualquier escenario imposible cobraba vida para él!

Sin embargo, había algo que le quitaba el sueño: los monstruos. Los monstruos eran
los únicos habitantes de sus sueños que le hacían temblar.

No muy lejos de la acogedora casa de Axel, vivían tres criaturas que habían salido
de los sueños de Axel: una mariposa, un tucán y un burro.

Posamari la Mariposa tenía alas de terciopelo brillante que podían cambiar de color
con cada aleteo. Además, era una sabionda de mucho cuidado. Cantu el Tucán era un
pájaro con un enorme pico multicolor y un corazón aún más grande. También era un
sabiondo tremendo, y discutía constantemente con Posamari a ver quién sabía más. Y,
Robu el Burro, que era tan terco y obstinado como tierno y leal. Se le daba
especialmente bien poner fin a las discusiones de sus amigos.

Una noche, Posamari, Cantu y Robu oyeron los sollozos de Axel. Intrigados, los tres
amigos se acercaron a la ventana de Axel.

—¿Qué le pasa? —preguntó Robu.

—Espera, que me cuelo dentro —dijo Posamari—. En cuanto descubra algo vuelvo.

Poco después, Posamari regresó y les dijo a sus amigos.

—Esto tiene pinta de ser un caso claro de monstruopatía.

—Y eso ¿qué es? —preguntó Robu.

—Pues está bien claro —dijo Cantu. Y poniendo su voz más pedante, añadió.

—La monstruopatía es un trastorno psicológico en el cual la persona presenta una


aversión extrema y patológica hacia los monstruos, lo cual puede generar un
malestar significativo en su vida diaria.

—Me alegro de que estemos de acuerdo por una vez —dijo Posamar.

—Para nada —dijo Cantu—. Yo me inclino más por otra cosa: monstruofrenia.

—¿La enfermedad psicológica que se caracteriza por la presencia de alucinaciones,


delirios y miedo intenso hacia los monstruos, lo cual puede afectar gravemente la
percepción y la realidad de la persona? —pregunto Posamari—. ¡No! Para nada.

—Dejadlo ya, por favor —dijo Robu—. Además, esas enfermedades os las habéis
inventado para haceros los listos. Si acaso, esto sería un caso de monstruosis, una
condición en la cual la persona experimenta un temor excesivo y paralizante hacia
los monstruos, lo cual puede provocar un impacto negativo en su bienestar emocional
y en su calidad de vida.

Posamari y Cantu se quedaron paralizados. Era la primera vez que su amigo


intervenía en sus discusiones.

—Ahora vamos a dejarnos de inventar cosas y vamos a ayuda a nuestro amigo. Que las
niñas y los niños que están leyendo este cuento se tienen que haber quedado de
piedra con esta sarta de tonterías que acabamos de soltar.
—Vale —dijeron Posamari y Cantu a la vez.

Posamari, con su gracia y vivacidad, planeó una travesía al corazón de la


imaginación de Axel para enfrentar a los monstruos. Cantu, con su voz melodiosa,
prometió distraer a los monstruos con sus canciones. A Robu, como era tan terco, le
tocó proteger a Axel pasase lo que pase.

Así, emprendieron un viaje mágico y lleno de aventuras. Cruzaron ríos de miel,


montañas de almohadas y desiertos de azúcar. La mente de Axel estaba llena de
lugares maravillosos, pero también había muchos retos y desafíos.

Cuando ya casi se habían olvidado de qué hacían allí, los tres amigos llegaron a la
morada de los monstruos.

—Amigo, estamos aquí, hemos vuelto para ayudarte —dijo Cantu.

PLos monstruos de Axelosamari empezó a volar a para distraer a los monstruos


mientras Cantu entonaba una hermosa canción. Robu se acercó sigiloso hasta Axel y
se preparó para lanzar su super rebuzno y propinar cuantas coces hicieran falta.
Pero no fue necesario.

Los monstruos, confundidos al principio, comenzaron a moverse al ritmo de la


canción de Cantu y de lvuelo de Posamari . Sus alas brillaban en colores que nunca
habían visto antes, hipnotizando a los monstruos con su belleza.

Al ver que los monstruos se alejaban de Axiel, Robu empezó a bailar, más que nada
para aprovechar la energía que había acumulado para dar de coces a los monstruos.
Su baile era tan contagioso que los monstruos no pudieron resistirse y se unieron a
él.

Axel, mirando esta escena, sintió cómo el miedo se iba esfumando. Descubrió que sus
monstruos, aterradores como parecían, también podían bailar, reír y disfrutar.

Después de esa noche, Axel ya no temía a los monstruos. En su lugar, cada vez que
cerraba los ojos, veía a sus nuevos amigos bailando y riendo. Y si alguna vez
sentía miedo de nuevo, llamaba a sus amigos, Posamari, Cantu y Robu, que estaban
siempre dispuestos a unirse a las aventuras de Axel.

Si alguna vez te encuentras con monstruos que te dan miedo, recuerda esto: en el
fondo
incluso los monstruos más aterradores, en el fondo, solo quieren aprender a bailar.

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