Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El inicio
Para entender los conceptos centrales que fundamentan el enfoque de género como teoría
de análisis social, es necesario recordar que su surgimiento es el resultado de la reflexión
y construcción académica del movimiento feminista desde hace varias décadas.
Desde las sociedades prehistóricas existió lo que después se conocería como la división
sexual del trabajo (Engels y Marx, 1846), Margarita Sánchez Romero (2007) en sus
investigaciones plantea que en la prehistoria se observa el importante papel de las mujeres
en las actividades que ella llama de mantenimiento; y las relaciones con la salud, la
higiene, el cuidado del fuego, el cuidado del resto de los miembros del grupo y la
socialización de los individuos infantiles. El problema, plantea, es que estas actividades
“domésticas” se han estigmatizado tradicionalmente como fáciles y por lo tanto que no
requieren demasiado esfuerzo pues la tecnología para realizarlas es básica y no requiere
mayor experiencia (Sánchez, 2007). Este sería el inicio de la desvalorización de este tipo
de trabajo.
En estas sociedades las mujeres realizaban labores fundamentales para el mantenimiento
de sus grupos sociales; junto con los hombres participaban de todas sus actividades desde
las religiosas hasta la provisión de alimentos; las mujeres cazaban, pescaban, cultivaban
el campo, recolectaban alimentos, atendían a los niños y a todas las personas que hiciera
falta (Sánchez, 2007). Sin embargo de esto, la presencia de la mujer en la mayor parte de
textos e imágenes de exposiciones divulgativas es prácticamente nula; por lo general se
presenta al hombre prehistórico, el neutro masculino como protagonista (Soler, 2006).
Existe una disciplina conocida como la arqueología de género que surgió en los años
setenta del siglo XX y que busca justamente resaltar hallazgos que dan cuenta de la
importancia que tuvo la mujer en todos los ámbitos de la vida de esas primeras sociedades.
Cuando cambia el tipo de relación con la naturaleza y los seres humanos se convierten en
sedentarios, surge la agricultura y con ella la construcción de la sociedad patriarcal. A
partir de allí, las familias comienzan a acumular bienes y se dividen las actividades de la
vida cotidiana imponiéndose normas para los hombres al frente de las actividades
productivas y las mujeres como principales responsables de las actividades domésticas
(Duarte Cruz, y García-Horta, 2016). Por supuesto, la división sexual del trabajo con el
advenimiento de la agricultura, y luego de varios siglos, con la revolución industrial, trajo
consigo la presión para la acumulación y con ello la necesidad de crecimiento de las
familias.
La división de roles, atributos y espacios, conceptos claves para entender la categoría
género comenzó en aquellas sociedades en donde se cimentó la idea de la dominación
física, sexual y social hacia las mujeres como certificación del control por parte de los
hombres. Descripciones relacionadas con las características relativas a la debilidad física
e intrínseca de las mujeres con el correspondiente papel protector y proveedor de los
hombres, debido a su “natural” fuerza, poder y agresividad (Pintos, 2007) se impusieron
como un principio dogmático que luego, con el pasar de los años, comenzaría a ser
cuestionado.
El hecho de que se considere a las mujeres como seres inferiores, dependientes y
subordinadas que necesitaban tutela y vigilancia, hizo que en lo formal y en la realidad
pasen a ser ciudadanas de segunda categoría, y su función quedaba centrada en la
reproducción y el cuidado de la familia; mientras que, los hombres fueron centralizando
funciones de dirección, cargos de liderazgo y de toma de decisiones en el ámbito público,
lo que hizo que se levanten como ciudadanos con todos los derechos.
Históricamente se registran momentos y acontecimientos que dan cuenta de
planteamientos desde las mujeres reclamando igualdad de condiciones y oportunidades,
desde finales del siglo XIX y con mucha más fuerza en el siglo XX surgen en diversos
países y años lo que hoy conocemos como corrientes del pensamiento feminista, a estos
movimientos se deben reflexiones, investigaciones y análisis que han posibilitado la
construcción y enriquecimiento de la teoría social conocida como enfoque de género;
entre las corrientes más importantes se pueden mencionar: movimiento sufragista (finales
del siglo XIX), feminismo socialista, finales del siglo XIX y principios del XX; y ya en
el siglo XX, surgen el feminismo liberal, feminismo radical, feminismo de la diferencia
(también denominado cultural), feminismo de la igualdad, ecofeminismo, feminismo
institucional, feminismo de la diversidad, ciberfeminismo.
Nuestra sociedad está conformada por personas relacionadas entre sí; es decir, la sociedad
funciona y es tal en cuanto las relaciones y los tejidos que se dan en su interior. En la
actualidad, estas relaciones no son asimétricas, es decir, no se dan en igualdad; una de las
partes posee mayores recursos materiales (dinero, medios de producción, bienes, etc.) y
simbólicos (conocimiento, educación, representación en los medios de comunicación,
participación política), ejerciendo con ellos mayor influencia – es decir, “poder”- en las
acciones de la otra parte. Esta estructura de poder, presente en cada una de las relaciones
humanas, determina la presencia de diferentes sistemas de subordinación.
Las relaciones entre mujeres y hombres, entre empleadoras/es y empleadas/os; entre
blancos/as y mestizos/as o entre mestizos/as e indígenas, negros/as; entre adultos/as y
niñas/os; entre el campo y la ciudad; entre quienes tienen tecnología y quienes no, son
relaciones de poder en las cuales una de las partes posee recursos económicos, políticos
y simbólicos que limitan el accionar de la otra.
Identificar las dimensiones del poder y los mecanismos para ejercerlo en todas las
relaciones sociales, permite analizar los distintos tipos de subordinación y discriminación
existentes en la sociedad.
Entre los sistemas de poder y subordinación más antiguos, extendidos, actuales y
determinantes en la historia humana se encuentra el sistema definido por las relaciones
de género. La importancia del sistema sexo-género se debe a que éste cruza absolutamente
todos los otros sistemas de dominación, es decir, una mujer sufrirá una mayor
discriminación que el hombre en cualquier situación que se plantee (la mujer será siempre
“la oprimida por el oprimido”). Esta doble o triple discriminación hacia la mujer es una
característica que se manifiesta en todas las sociedades del mundo. Es lo que hoy se
conoce con enfoque interseccional.
Para explicar este sistema de dominación de los hombres frente a las mujeres, es necesario
conocer de manera resumida los conceptos de sexo y género.
Sexo es el conjunto de características biológicas que diferencian a mujeres, hombres e
intersex, están definidas principalmente por los órganos genitales, la fisiología
relacionada con la reproducción y por supuesto, el aparato reproductivo. Estas
características biológicas son naturales, es decir, se nace con ellas y son permanentes
(excepto en casos quirúrgicos, que son ocasionales).
Género, en cambio, es una construcción social que se describe en los modelos o ideales
que se esperan de una persona de sexo femenino y de una de sexo masculino, y que luego
adquiere matices también con la diversidad por sexo y género así como las asignaciones
sociales, culturales que las describen; cada contexto social establece una especie de norma
o modelo para definir la relación entre mujeres y hombres; en el sistema actual, patriarcal,
esta relación de género está marcada por el poder, el dominio, y sostenida por la violencia
como mecanismo de control; la relación de género se define por un conjunto de
estereotipos que describen el mundo de los hombres y de las mujeres asignándoles una
diferente valoración. Por ejemplo, la valentía, la política, el trabajo remunerado son
características que nuestra sociedad ha asignado a los hombres (masculinidad
hegemónica); en cambio, la sensibilidad, el trabajo de la casa, el cuidado y crianza de
niños y niñas son características o funciones otorgadas por la sociedad a las mujeres (el
mundo femenino). Estas características son sociales, se aprenden en el proceso de
desarrollo y crecimiento y se refuerzan en cada estructura social: familia, educación,
religión, medios de comunicación, grupos de relación; las características así mismo, son
cambiantes de sociedad en sociedad y de época en época y, por lo tanto, pueden ser
modificadas. No se puede hablar de una construcción social de género que sea estática o
eterna.
Por lo anterior, las ideas o estereotipos sobre lo que tiene que ser o hacer un hombre, o
dónde debe estar; y, sobre lo que tiene que ser o hacer una mujer, y dónde debe estar,
varían según cada sociedad o cultura y cambian con el tiempo.
Los atributos (cualidades, emociones, actitudes), roles (profesiones, actividades, oficios)
y espacios (familiar, laboral, relacional social) que las sociedades asignan de manera
sostenida han asignado a los hombres son socialmente más valorados que los atributos,
roles y espacios que se han asignado a las mujeres; esta desvalorización refleja las
relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y se traduce en la práctica en una
brecha de género que ocasiona que las mujeres tengan menos acceso al ejercicio de sus
derechos humanos, y por lo tanto marcan la existencia de la discriminación y desigualdad.
Por ejemplo, se valora más el trabajo en oficina que el trabajo de la casa y, sin embargo,
los dos son importantes y representan una contribución social y económica a la economía
familiar y a la sociedad; más aún, el trabajo de cuidados de la casa es una actividad de
sobrevivencia, fundamental para un ser humano que debería ser aprendida y realizada por
todas las personas que forman parte del grupo familiar; y, sin embargo, al ser una
actividad “tradicionalmente” femenina ha sido y es desvalorizada, invisibilizada y
desprestigiada. Por otra parte, por ejemplo: se valora más la fuerza -característica
atribuida a los hombres- que la afectividad -atribuida a las mujeres-. Y en otro ámbito, es
considerado más valioso lo público que lo privado.
Dentro de los sistemas de subordinación existen, al interior de las construcciones sociales
masculina o femenina, diferentes intersecciones: masculinidades hegemónicas (p.e:
blanco-mestizos, citadinos, heterosexuales, con cuarto nivel de instrucción, con acceso a
recursos y oportunidades, en edad productiva) versus masculinidades marginadas
(indígenas, afroamericanas, rurales, diversas en su sexo y género, etc). En el mismo
sentido, no todas las mujeres viven de igual manera la discriminación, existirán menores
oportunidades mientras más intersecciones se puedan describir: sexo, diversidad sexo –
género, etnia, edad, procedencia, nivel de instrucción, etc). El enfoque de género permite
abordar el análisis de los sistemas de subordinación desde estas intersecciones para
entender sus relaciones, incidencia y consecuencias en la vida de las mujeres y en su
situación de desigualdad.
La desvalorización de todo lo relacionado con el mundo femenino, consecuencia de las
relaciones de poder, ha provocado que las mujeres, sus ideas, sus pensamientos y sus
acciones sean relegadas a un segundo plano, limitando su desarrollo integral como seres
humanos. Con las representaciones tradicionales de la masculinidad y la feminidad, las
mujeres crecen sintiéndose menos importantes que los hombres porque la sociedad
privilegia todo lo masculino sobre lo femenino; esta valoración social inicia cuando se
coloca el vestido rosado a las mujeres y la prenda celeste a los hombres.
Incorporar el análisis desde la perspectiva de género permite observar cómo se construyen
los imaginarios sociales que sostienen los modelos de dominación, sus confluencias,
orígenes, particularidades y consecuencias, para imaginar y proponer cómo cambiar estos
imaginarios con el fin de lograr igualdad en las oportunidades hacia el ejercicio de los
derechos humanos.
El sistema de subordinación que se basa en la diferencia sexual es el inicio de la
construcción por género, que tendrá como consecuencia la situación actual de
desigualdad en desmedro de las mujeres; por ello, el punto de partida para cambiar las
relaciones de género es la transformación de estos imaginarios en todos los espacios y
áreas del quehacer humano, comenzando por la esfera individual, avanzando y
apuntalándose en el trabajo colectivo de incidencia, para llegar a la generación y diseño
de políticas públicas para la igualdad.
Actualmente las mujeres enfrentan grandes desventajas para acceder a la educación,
salud, descanso, recreación, participación política, trabajo remunerado, acceso a créditos,
propiedad sobre la tierra, decisión sobre el uso del agua, proyectos de desarrollo,
autonomía, etc. Adicionalmente, a raíz de la pandemia por COVID 19, desatada a
principios de 2020, la situación de las mujeres se ha visto agravada por el incremento e
indefensión frente a la violencia, la sobrecarga de trabajo en el ámbito de la economía de
cuidados y la crisis económica, entre los más importantes.
La incorporación del enfoque de género busca incidir directamente en la creación,
mejoramiento y fortalecimiento de las oportunidades para acceder en igualdad de
condiciones para el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres; en este
sentido, es importante conocer el marco normativo internacional que cobija este accionar.
Artículo 7, establece la igualdad ante la ley y el derecho a igual protección de la ley, así
como, el derecho a igual protección contra toda discriminación y contra la provocación
a la discriminación.
Define 12 esferas, objetivos estratégicos y las medidas concretas que deberían adoptar los
Gobiernos, la comunidad internacional, las organizaciones no gubernamentales y el
sector privado, para alcanzar la igualdad de mujeres y hombres.
La Plataforma de Acción de Beijing, que 25 años después sigue orientada al futuro, ofrece
un foco de atención que reúne a las personas en torno a la igualdad de género y el
empoderamiento.
En esta agenda se dejó sentado que los objetivos globales más amplios como la
erradicación de la pobreza basada en el crecimiento económico sostenido, el desarrollo
social, la protección del medio ambiente y la justicia social, requieren como condición
indispensable la participación plena de las mujeres en igualdad con los hombres, en
calidad de agentes y de beneficiarias de un desarrollo sostenible centrado en las personas.
Las esferas o secciones de especial preocupación planteadas por la Plataforma son:
a. La mujer y la pobreza:
a.1 Revisar, adoptar y mantener políticas macroeconómicas y estrategias de desarrollo
que tengan en cuenta las necesidades de las mujeres y apoyen sus esfuerzos por superar
la pobreza.
a.2 Revisar las leyes y las prácticas administrativas para asegurar a la mujer igualdad de
derechos y de acceso a los recursos económicos.
a3. Dar a la mujer acceso a mecanismos e instituciones de ahorro y crédito.
a4. Formular metodologías basadas en el género y realizar investigaciones para abordar
el problema de la terminación de la pobreza
b. Educación y capacitación de la mujer
b1. Asegurar la igualdad de acceso a la educación.
b2. Eliminar el analfabetismo entre las mujeres.
b3. Aumentar el acceso de las mujeres a la formación profesional, la ciencia y la
tecnología y la educación permanente.
b4. Establecer sistemas de educación y capacitación no discriminatorios.
b5. Asignar recursos suficientes para las reformas de la educación y vigilar la aplicación
de esas reformas.
b6. Promover la educación y la capacitación permanentes de las niñas y las mujeres.
c. La mujer y la salud
c1. Fomentar el acceso de la mujer durante toda su vida a servicios de atención de la salud
y a información y servicios conexos adecuados, de bajo costo y de buena calidad.
c2. Fortalecer los programas de prevención que promueven la salud de la mujer.
c3. Tomar iniciativas en que se tenga en cuenta el género para hacer frente a las
enfermedades de transmisión sexual, el VIH/SIDA y otras cuestiones de salud sexual y
reproductiva.
c4. Promover la investigación y difundir información sobre la salud de la mujer.
c5. Aumentar los recursos y supervisar el seguimiento de la salud de las mujeres.
d. La violencia contra la mujer
d1. Adoptar medidas integradas para prevenir y eliminar la violencia contra la mujer.
d2. Estudiar las causas y las consecuencias de la violencia contra la mujer y la eficacia de
las medidas de prevención.
d3. Eliminar la trata de mujeres y prestar asistencia a las víctimas de la violencia derivada
de la prostitución y la trata de mujeres.
e. La mujer y los conflictos armados
e1. Incrementar la participación de la mujer en la solución de los conflictos a niveles de
adopción de decisiones y proteger a las mujeres que viven en situaciones de conflictos
armados o de otra índole o bajo ocupación extranjera.
e2. Reducir los gastos militares excesivos y limitar la disponibilidad de armamentos.
e3. Promover formas no violentas de solución de conflictos y reducir la incidencia de las
violaciones de los derechos humanos en las situaciones de conflicto.
e4. Promover la contribución de la mujer al logro de una cultura de paz.
e5. Proporcionar protección, asistencia y capacitación a las mujeres refugiadas, a otras
mujeres desplazadas que necesitan protección internacional y a las desplazadas
internamente.
e6. Proporcionar asistencia a las mujeres de las colonias
f. La mujer y la economía
f1. Promover la independencia y los derechos económicos de la mujer, incluidos el acceso
al empleo, a condiciones de trabajo apropiadas y al control de los recursos económicos.
f2. Facilitar el acceso de la mujer, en condiciones de igualdad, a los recursos, el empleo,
los mercados y el comercio.
f3. Proporcionar servicios comerciales, capacitación y acceso a los mercados,
información y tecnología, particularmente a las mujeres de bajos ingresos.
f4. Reforzar la capacidad económica y las redes comerciales de la mujer.
f5. Eliminar la segregación en el trabajo y todas las formas de discriminación en el
empleo.
f6. Fomentar la armonización de las responsabilidades de las mujeres y los hombres en
lo que respecta al trabajo y la familia.
g. La mujer en el ejercicio el poder y la adopción de decisiones
g1. Adoptar medidas para garantizar a la mujer igualdad de acceso y la plena participación
en las estructuras de poder y en la adopción de decisiones.
g2. Aumentar la capacidad de la mujer de participar en la adopción de decisiones y en los
niveles directivos.
h. Mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer
h1. Crear o fortalecer mecanismos nacionales y otros órganos gubernamentales.
h2. Integrar perspectivas de género en las legislaciones, políticas, programas y proyectos
estatales.
h3. Preparar y difundir datos e información destinados a la planificación y la evaluación
desglosados por sexo.
i. Los derechos humanos de la mujer
i1. Promover y proteger los derechos humanos de la mujer, mediante la plena aplicación
de todos los instrumentos de derechos humanos, especialmente la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer.
i2. Garantizar la igualdad y la no discriminación ante la ley y en la práctica.
i3. Fomentar la adquisición de conocimientos jurídicos elementales.
j. La mujer y los medios en difusión
j1. Aumentar el acceso de la mujer y su participación en la expresión de sus ideas y la
adopción de decisiones en los medios de difusión y por conducto de ellos, así como en
las nuevas tecnologías de comunicación.
j2. Fomentar una imagen equilibrada y no estereotipada de la mujer en los medios de
difusión.
k. La mujer y el medio ambiente (se amplía en capítulo 3)
k1. Lograr la participación activa de la mujer en la adopción de decisiones relativas al
medio ambiente en todos los niveles.
k2. Integrar las preocupaciones y perspectivas de género en las políticas y programas a
favor del desarrollo sostenible.
k3. Fortalecer o establecer mecanismos a nivel regional, nacional e internacional para
evaluar los efectos de las políticas de desarrollo y medio ambiente en la mujer.
l. La niña
l1. Eliminación de todas las formas de discriminación contra la niña.
l2. Eliminar las actitudes y las prácticas culturales que perjudican a la niña.
l3. Promover y proteger los derechos de la niña e intensificar la conciencia de sus
necesidades y su potencial.
l4. Eliminar la discriminación contra las niñas en la educación y en la formación
profesional.
l5. Eliminar la discriminación contra las niñas en el ámbito de la salud y la nutrición.
l6. Eliminar la explotación económica del trabajo infantil y proteger a las niñas que
trabajan.
l7. Eliminar la violencia contra las niñas.
l8. Fomentar la conciencia de las niñas y su participación en la vida social, económica y
política.
l9. Fortalecer la función de la familia en cuanto a mejorar la condición de las niñas
Bibliografía:
• Asamblea Nacional República del Ecuador (2018) Ley para Prevenir y Erradicar
la Violencia contra las mujeres.
• CNIG. (2017). Glosario Feminista para la Igualdad de Género (P. Cabrera, Ed.).
Ecuador: Consejo Nacional para la Igualdad de Género.
• Conway, J. K., Bourque, S. C., Scott, J. W., Rubin, G., Lamas, M., Ortner, S. B.,
… Buttler, J. (2013). El género. La construccion cultural de la diferencia sexual
(M. Lamas, Ed.). México.