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Zaldúa, G. (2000). “Prefacio”. Zaldúa, G. (Comp.) Género y Salud (pp. 13-21).

Buenos
Aires: Eudeba.

Convocar y convocamos como colectivos universitarios que trabajamos desde la perspectiva de genero
y salud colectiva, para la constitución de una red que facilite intercambios a nivel epistemológico,
metodológico y de modalidades de transferencia, requirió de una instancia propiciatoria.

Las V Jomadas de Investigacion de la Facultad de Psicología de la UBA fueron el espacio de encuentro


y de produccion. Somos conscientes que hay muchos mas grupos que los presentes en la tarea inicial,
fundamentalmente extra-universitarios, nucleados en organizaciones que reivindican los derechos de
las mujeres a elegir y decidir como ciudadanas autónomas y a no ser violentadas, discriminadas,
invisibilizadas, desvalorizadas o estigmatizadas.

Desde diversas perspectivas feministas y del movimiento de mujeres se lucha por la emancipacion social
y política, y también por la necesidad de decidir libremente sobre el cuerpo, el placer, el deseo. A su vez,
se debate crítica y autocríticamente sobre categorías de análisis, operaciones del pensar y sus dominios,
nociones de poder, subjetividad, ciudadania, derechos, y fundamentalmente de la igualdad y la
diferencia, como espacios de maxima tension teórica y política.

Los propósitos manifiestos de este espacio circulan por dos vertientes: por un lado, actualización, puesta
al día de las producciones, hallazgos, estrategias metodológicas. Por otro lado, debate en nuestras
universidades del enfoque de género y salud, propiciatorio del develamiento de la expropiación de la
subjetividad femenina a través de saberes y prácticas centradas en la maternidad, con la eficacia de la
asociación entre salud de la mujer y del cuerpo reproductor, partiendo de la categoría género.

La reflexión y construcción temática para analizar los problemas generales y locales y generar
estrategias, requiere volver al posicionamiento conceptual y debate de la categoría "género":

"Como constructor refiere a las relaciones socialmente construidas entre hombres y mujeres cuyos
efectos resultan en un acceso asimétrico a la producción material simbólica, canalizado en posiciones
de dominación y privilegio en el hombre, y subordinación en la mujer. Por tanto, es un elemento
constitutivo de las relaciones sociales, basado en las diferencias percibidas entre los sexos y las formal
de significar las relaciones de poder, implicando jerarquías. Estas diferencias percibidas incluyen cuatro
elementos interrelacionados: símbolos culturales , conceptos normativos, organizaciones e instituciones,
e identidades subjetivas"1

A través de este marco conceptual se visualiza el patrón de necesidades, roles, riesgos,


responsabilidades y acceso a los recursos según uno u otro sexo.
La articulación de salud y género habilita al reconocimiento de las diferencias y la afirmación del derecho
a la salud. Desde distintos organismos internacionales se despliegan discursos que incorporan las
demandas de las mujeres desde el enfoque de género. Sin embargo, es necesario advertir los riesgos
de desactivar el protagonismo encapsulando en programas y excluir las dimensiones críticas.
En America Latina, se manifiesta el reconocimiento de problemas y demandas a través de diferentes
organismos y auroras/es, como por ejemplo:

1
Scott, Joan: El género: una categoría útil para el análisis histórico. De género a mujer, Bs. As., 1993, Centro Editor de
America Latina.

1
"La experiencia de género es heterogénea y registra una amplia gama de variaciones relacionadas con
la clase social, la coyuntura histórico-político-social y los productos de la subjetividad"2
“En relación a género y salud, la dimension de género en el análisis de salud ha tornado visibles las
distintas maneras en que la construcciones sociales de lo masculine y lo femenino molderan
diferencialmente los perfiles de salud y de participación sanitaria de hombres y mujeres. El objetivo
central del enfoque ha sido develar aquellos mecanismos que, a partir de la division social del trabajo
según sexo, crean o refuerzan desigualdades intergenéricas y que se manifiestan en exposiciones a
riesgo y fundamentalmente en relaciones de poder con respect a los recursos para encarar dichos
riesgos, proteger la salud e influir en la dirección del proceso de Desarrollo sanitario”3.

"Utilizar la capacidad analítica que brinda el género como herramienta conceptual enriquece los marcos
explicativos del proceso salud enfermedad, modifica el levantamiento de perfiles epidemiológicos y
recontextualiza los procesos de planificación de acciones en salud"4.

El hecho de preguntarnos por la salud nos instala en una mirada diferencial y nos plantea si los datos
que aportan los sistemas de salud ponen en cuestión problemas relacionados con las diferencias
sexuales y las diferencias de investiduras en los discursos y las prácticas.

Desde los '70, la problematizacion sobre la diferencia sexual y la constitución de lo femenino y masculino
fue introducida en la producción de las Ciencias Sociales, promoviendo virajes epistemológicos y nuevos
campos del conocimiento. Combinadamente, es central y constitutivo la generación de espacios y
movimientos de mujeres, prensa y colectivos feministas herederos de los movimientos del siglo XIX.

“La noción de género como diferencia sexual ha fundamentado y sustentado la intervención feminista
en la arena del conocimiento formal y abstracto, en los campos cognitivos y epistemológicos definidos
por las ciencias sociales y físicas tanto como las ciencias humanas o humanidades. Al mismo tiempo e
independientemente de aquellas intervenciones se elaboraban prácticas y discursos específicos y se
creaban espacios sociales, espacios generizados en el sentido de espacios de mujeres (women´s room)
tales como los grupos CR, los comités de mujeres dentro de las disciplinas , los estudios de la mujer
(women's studies) los periódicos, medios de información colectivos feministas, etc. , en los cuales la
diferencia sexual misma podia afirmarse, consignarse, analizarse, especificarse o verificarse. Pero, esa
noción de género como diferencia sexual y sus nociones derivadas —cultura de mujeres, maternidad,
escritura femenina, femineidad— se han tornado ahora una limitación, algo así como una desventaja
para el pensamiento feminista”5.

Estos deslizamientos necesariamente debemos analizarlos en la perspectiva de no ser otra vez


capturadas en los términos del patriarcado occidental, sus discursos y sus narrativas dominantes que
definen a la mujer como una entidad arquetípica obviando la multiplicidad de las diferencias entre las
mujeres y las representaciones y las construcciones lingüísticas y culturales de las relaciones sociales
de clase y sexuales.

Para K. Offen6, hay dos tradiciones que marchan por vías paralelas en relación con las demandas. El
feminismo individual, contaminado por los compromisos históricos con el liberalismo político y

2
Gómez Gómez, Elsa: “Introducción”en Género, Mujer y Salud, OPS, 1993.

3
La salud y las mujeres en América Latina y el Caribe: viejos problemas y nuevos enfoques, Santiago de Chile, UN, 1997,
Serie Mujer y Desarrollo.
4
De los Rios, Rebeca: "Género, Salud y Desarrollo: Un Enfoque en Construcción", en Género, Mujer y Salud, OPS, 1993.
5
De Laurentis, Teresa: La Tecnología del Género, London Macmillan Press, 1989.
6
K. Offen, “Definir el feminismo. Un análisis comparativo”, en Historia Social N°9, 1991, Universidad de Valencia.

2
económico, provocó, por su impulso, la Conquista de los derechos civiles y cívicos, la disputa por puestos
de trabajo, el valor instrumental de la educación y la búsqueda de la igualdad, movimiento que tuvo su
mayor Desarrollo en Estados Unidos e Inglaterra.

En Segundo lugar, el feminism relacional, cuyos orígenes se encuentran en las Corrientes


anticapitalistas y críticas del funcionamiento social, solidario con las mujeres trabajadoras, y que
cuestiona las discriminaciones en la esfera de la producción y el consumo, en lo público y lo privado.

J. Kelly7 afirma que no es posible mantener dos esferas de realidad social: la privada, esfera domestica,
de la familia, la sexualidad y la afectividad, y la pública —del trabajo y la productividad, vale decir las
relaciones de producción—. En ese sentido, pueden imaginarse varias clases de relaciones sociales
intercoxiectadas: de trabajo, de clase, de raza/etnia, de sexo/género. No esferas, sino conjuntos de
relaciones sociales. Hombres y mujeres están posicionados/as de manera diversa, y las mujeres son
afectadas de manera desigual en los distintos conjuntos, no siendo un dominio de la existencia ni esferas
separadas sino una particular posición dentro de la existencia social general.

Así, la representación social de género afecta a las construcciones subjetivas, de igual modo que esas
autorrepresentaciones afectan a su construcción social, posibilitando brechas o nuevos agenciamientos
en el ámbito de prácticas cotidianas y micropolíticas.

Resulta central incluir el tema del poder y las diferencias, la dominación y el control como parte del
debate. Hay quienes desde un enunciado de superación del modelo convocan o convocaron a participar
desde una igualdad social, pero coadyuvante —desde la ideoloía y/o metodología implementadas— a
sostener el orden de dominación y control sobre otras/os. Otros, críticos del orden social existente, que
se comprometieron y comprometen en la lucha por el fin de la opresión sexual y social.

Estas divergentes líneas de acción y reflexión configuran el campo alrededor del problema de la
distribución del poder. Es sobre este campo controversial que se acuña un concepto clave en los
moimientos sociales, el empowerment, empoderamiento/potenciación, como proceso no solo de
conocimiento sino de acción, tendiente al cambio en las condiciones y relaciones de poder existentes.
Se refiere tanto al proceso como al resultado del proceso, en donde se puede ir fortaleciendo tanto las
esferas materiales como las psicológicas, al enfrentarse a nuevas ideas y a una mejor calidad de vida.

"Ello exige revisar el sistema de creencias, de valores, de cosrnovisión que las mujeres han
internalizado. Represiones, tabúes y supersticiones, falsas creencias, representaciones sociales que se
adquieren en el proceso de socialización de género"8.

Se ha Avanzado en las últimas décadas en forma Desigual pues coexisten algunas conquistas en el
plano de las representaciones políticas, laborales, científicas, etc., con postergaciones y exclusions
sociales, patrimonio de la Sociedad de clases y falocéntrica.

Asignaturas pendientes como las muertes evitables por abortos y el aumento de la incidencia del HIV-
SIDA en mujeres jóvenes, las violencias sexistas: domésticas, institucionales y sociales, etc., nos
demandan acciones reflexivas y practices.

Rotomar a Bell Hook en la perspectiva de la construcción de poder y el poder de descrier, anima a una
apuesta crítica posibilitadora de alumbrar como mujeres otras condiciones de vida y salud más
equitativas, igualitarias y éticas.

7
J. Kelly, “Women, History and Theory”, University of Chicago Press, Chicago, 1984.
8
Population policies reconsidered health, empowerment and rights, en Graciela Fabi (trad.), 1994.

3
“También es necesario aclarar sobre el poder de que hablamos. Las divergencias, sin embargo, en
relación con las propuestas de supercar el miedo a asumir pder, implicam que la desigualdad social con
los hombres es a costa de participar igual y necesariamente del ejercicio de dominación y de control
sobre otros, reflejando intereses de clase y perspectivas políticas. Unas alentando reformas conducentes
a la igualdad con los hombres quería obtener un poder mayor en el sistema existente. Otras, interesadas
en el cambio revolucionario, rotularon el ejercicio del poder como un rasgo negative, sin discriminar entre
poder como dominación y control y un poder que es creative y afirmación de la vida”9.

En esta última línea, hemos propuesto una forma de taller que cuestione los modos tradicionales de
producción y exposición de saberes. Desde una horizontabilidad que promueve el intercambio
pretendimos retrabajar ejes centrales, sin eludir ni soslayar las diferencias y con la convicción que la
heterogeneidad que permite enriquecernos en el debate y la acción colectiva.

Análisis de problemas, diagnósticos situacionales y nudos críticos, categorías epistemológicas y


operacionales, estrategias metodológicas y transferencia e impacto social de las acciones se
desplegaron en los dos días de trabajo y se proyectó una agenda que contempla prioridades y nuevos
encuentros.

Resulta intransmisible la experiencia producida, rica en modos de aportes novedosos para el ambiente
académico tradicional, y nos deja la expectativa de un espacio que abra a múltiples posibilidades
dialógicas, propiciatorias de convocatorias con ejes temáticos prioritarios, regionalizaciones y
localizaciones que potencien praxis universitarias y de los colectivos sociales desde una perspective
crítica y creativa.

Siguen a esta introducción las síntesis de las producciones presentadas por equipos de las Facultades
de Psicología y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de Periodismo de la
Universidad de La Plata (UNLP), de Psicología y Medicina de la Universidad de Rosario (UNR) y de
Trabajo Social de la Universidad de Entre Ríos (UNER).

9
Bell, Hooks: El poder de descreer. Feminist Theory From Margin to Center, South End Press, 1984.

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