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Introducción:

Podemos dividir este segundo capítulo del libro de efesios en 2 partes. La primera parte de los
versículos 1 al 10, donde se habla de la salvación que tenemos, de que antes estábamos
muertos, pero ahora, por gracia, como mencionaba ya el capítulo 1, somos salvos. Y una
segunda parte de los versículos 11 al 22, donde se habla de la obra reconciliadora de Cristo, y
de que esa obra no hace acepción de personas, sino que vale tanto para gentiles como para el
pueblo de Israel (judíos).

Bosquejo:

 Vv 1-10 – Salvados
o Vv. 1-3 – Muertos en pecados
o Vv. 4-10 – Resucitados en Cristo
 Vv. 11-22 – Reconciliados en Cristo
o Vv. 11-12 – Alejados, sin Cristo
o Vv. 13-19 – Obra reconciliadora de Cristo
o Vv. 20-22 – El edificio de “la iglesia”

Parte 1 – Vv 1-10 – Salvados:

1-3 – Muertos en pecados

El capítulo anterior terminó hablando sobre el poder de Dios que mora en el creyente y que
obró en Cristo Jesús, y esté capitulo comenzará siguiendo la misma naturaleza Cristo-céntrica.
Comienza con la declaración de que el dio vida, luego eso implica que antes había muerte. En
estos 4 versículos el apóstol va a hablar de que antes, todos los creyentes estábamos muertos
por causa del pecado, que andábamos en pecado siguiendo las corrientes del mundo conforme
al espíritu de satanás (el príncipe de la potestad del aire, título que hace referencia a su título
como príncipe de este mundo). También vivíamos en los deseos de la carne, hacíamos la
voluntad de la carne y la de los pensamientos, y éramos hijos de ira.

- Muertos en delitos y pecados


- Siguiendo la corriente de este mundo
- Conforme al príncipe de la potestad del aire
- Hijos de desobediencia
- Vivimos en los deseos de nuestra carne
- Hacíamos la voluntad de la carne y de los pensamientos
- Hijos de ira

Todas estas cosas y más aún, son las que se presentan en la vida de una persona que está
alejada de Dios, que no lo tiene en su vida, que está muerta. Simplemente la primera
declaración ya es tremenda: “muertos en vuestros delitos y pecados”. Ante esta situación, el
ser humano no puede hacer absolutamente nada. Él no puede hacer nada para reconciliarse
con Dios, ni para salvarse. Un muerto, no puede resucitarse a sí mismo, a menos que sea
Dios. De modo que solo podríamos depender de un agente externo para poder obtener vida.
4-10 – Resucitados en Cristo

Y ante esta situación de impotencia es donde entra Dios (v4). Dios que es rico en misericordia,
atributo que se manifiesta por medio de la obra que lleva acabo de dar vida a aquellos que
creen en Él, y por su gran amor con que nos amó (Jn. 3:16), aun estando muertos, aun no
mereciendo nada por su parte, el decide darnos vida (v5).

¿Cómo nos dio esa vida? Cuando Cristo resucitó, nosotros resucitamos con Él. Los que hemos
creído en Él fuimos resucitados juntamente con Cristo (Col. 2:12) y nos reservó un lugar en el
Cielo, junto a Él, junto al Padre.

¿Y porque lo hizo? Para su alabanza, para su adoración. Para mostrar durante toda la
eternidad, las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo
Jesús. Ya vimos en el capítulo uno que la obra de salvación ideada por Dios y ejecutada por Él
ha sido por su voluntad, para su alabanza y adoración. (Ef. 1:6, 12, 14). Y esto podría parecer
algo egocéntrico por su parte, pero realmente es Dios, es soberano, y el hecho de salvarnos es
la obra menos egocéntrica de la historia, de hecho, podría ser incluso considerada injusta por
el hecho de que no llegaremos nunca a entender como Dios amó a pecadores como yo…

Los versículos del 8 al 10 son una declaración que debemos grabar en nuestra cabeza, ya que
declaran de una forma muy directa el carácter de nuestra salvación. Una salvación que no es
por obra humana, ya que un muerto no puede revivirse a si mismo, sino que es obra
únicamente de Dios por su gracia y misericordia para con nosotros. Y repito, nunca llegaremos
a entender el porqué de ese amor. Pudiera ser que en aquella época se estuviera pregonando
alguna falsa doctrina donde se enseñase que la salvación es por obra humana, pero aquí el
apóstol lo deja bastante claro (v9).

Si la salvación fuera por obras sería como una competición entre nosotros. Dios nos conoce
demasiado bien, incluso desde antes de la fundación del mundo, e ideo un plan de salvación
donde el hombre solo tuviese que creer en Él, descansar en Él, tener fe y ya está. Sin embargo,
Pablo no echa por tierra las buenas obras, sino que esas obras son una consecuencia de la
salvación y redención que Dios ha obrado en nosotros. (v10). Dios preparó todas aquellas
buenas obras que íbamos a hacer los hijos de Dios para que anduviésemos en ellas, para que
las hagamos.

¿Y las “buenas obras” que no son llevadas a cabo por creyentes? Mi opinión personal es que
estas obras, aunque puedan tener un propósito bueno, el trasfondo puede ser egoísta o
malvado. Yo puedo alimentar a los pobres, pero luego alardear de ello (egoísmo). De modo,
que realmente las BUENAS OBRAS, son aquellas que Dios ha preparado para que sean
ejecutadas por sus hijos.

Parte 2 – Vv 11-22 – Reconciliados en Cristo

Vv. 11-12 – Alejados, sin Cristo

Pablo comienza declarando que los gentiles antes estaban alejados ya que no eran del pueblo
de Israel, luego no entraban dentro del antiguo pacto. Vemos que, en el antiguo testamento,
aunque Dios también mostraba misericordia para con los pueblos extranjeros, todo estaba
centrado en la nación de Israel. El apóstol aquí declara que antes estaban alejados, que
estaban sin Cristo. No tenían esperanza y mucho menos a Dios.
Vv. 13-19 – Obra reconciliadora de Cristo

Pero vuelve a entrar en escena el protagonista de la historia del mundo, Dios. Dios hijo ha sido
el encargado de acercar a los que estaban lejos, de reconciliar al hombre pecador con Dios
Padre. Vemos que, gracias a la obra de Cristo, que es para todos, podemos ser un solo cuerpo
del que Él es la cabeza, que es la iglesia. Cristo acerco a los gentiles al plan de salvación de una
manera directa y, como vemos en el libro de hechos, el crecimiento de esto fue exponencial.
Por ejemplo, el apóstol fue enviado por el Espíritu a predicar a los gentiles.

La obra reconciliadora de Cristo en la cruz, de la cual también se habla en la carta a los


colosenses, es narrada aquí por Pablo desde el enfoque de la unión. Una unión entre judíos y
gentiles dando como resultado un cuerpo, el cual es la iglesia. Y esta es reconciliada por medio
de Cristo en la cruz también, como vemos en colosenses.

Vemos que Cristo consiguió:

- Acercar a los gentiles por su sangre


- Hizo de ambos pueblos, uno solo
- Abolió las enemistades entre ambos y la ley de los mandamientos
- Hizo paz
- Reconcilió con Dios Padre a ambos en un solo cuerpo
- En la cruz mato las enemistades
- Vino y anunció las buenas nuevas de paz a los gentiles y a los judíos
- Por medio de Él tenemos entrada por un mismo Espíritu al padre

Luego, después de estas consideraciones acerca de la obra reconciliadora de Cristo, los gentiles
podemos decir con toda seguridad que ya no somos extranjeros, que somos conciudadanos de
los santos y miembros de la familia de Dios. Para Dios no hay acepción de personas, Él acepta a
todo aquel que decide creer en Él de una forma sincera y de corazón, Dios busca a adoradores
que en espíritu y en verdad le adoren.

Quizás estoy hoy en día ya no es nada realmente impactante, pero en aquella época era
realmente increíble. Hasta tal punto que Pablo tuvo muchos problemas por predicar el
evangelio a los gentiles, en general veían por parte de los judíos.

Vv. 20-22 – El edificio de “la iglesia”

Pablo termina el capítulo hablando acerca de ese cuerpo que Cristo unió, la iglesia. Un edificio
fundamentado en los apóstoles, en los profetas, y sobre todo en Jesús, la piedra angular, la
parte fundamental. Jesús mismo declaró que sobre la afirmación de que Él es el Cristo, el Hijo
del Dios viviente, edificaría su iglesia (Mateo 16:16-18)

Y es en Cristo en el que esta edificada la iglesia, y poco a poco BIEN COORDINADA, va


creciendo para ser un templo santo en el Señor. Cada creyente forma parte de ese “templo
santo en el Señor”, del cuerpo de Cristo. Y además, tenemos la certeza de saber que el espíritu
de Dios mora en ella, lo cual debería alentarnos a que sea edificada de una forma estable y
sana, con el fundamento claro de Cristo.
Resumen:

En este capítulo Pablo va a seguir la línea de la enseñanza de la doctrina de la obra de Dios,


más concretamente centrado en Cristo. Primero va a hablar sobre la salvación y de cómo
hemos sido resucitados con Cristo, como Él, aun estando nosotros muertos, nos dio vida por
amor, misericordia y gracia. Y segundo va a hablar de la obra reconciliadora de Cristo en la
cruz, como allí rompió las barreras que separaban a los judíos de los gentiles para crear un
cuerpo del cual Él es la cabeza, la iglesia, que está fundamentada en la piedra angular que es Él
mismo.

Texto clave:

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando
nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).”
Efesios 2:4-5

Me parece que resume la idea central del capítulo entero, incluso parte del capítulo 1 también.
Además, incluso es un buen resumen del plan de salvación, un texto de características
similares al famoso Juan 3:16. Dios Padre, en su misericordia y por amor al hombre, que está
muerto espiritualmente, decide salvarlo y darle vida por medio de Cristo Jesús y su obra.

Aplicaciones:

 En primer lugar, dar gracias a Dios de forma incesante por su misericordia, por el amor
incomprensible que tiene hacia nosotros. Ya que gracias a Él podemos decir que
tenemos vida con todas las implicaciones que eso implica.
 En segundo lugar, recordar que, aunque la salvación no es por obras, Dios puso las
buenas obras en las vidas de los creyentes para que anduviésemos en ellas. Son obras
que Él preparó de antemano para que las hagamos.
 En tercer lugar, tenemos que dar gracias a Dios porque, por medio de Cristo, ya no
somos extranjeros, sino que hemos sido acercados al plan de salvación (los gentiles) y
ahora formamos un cuerpo, la iglesia, del que Cristo es la base, la piedra angular, la
cabeza.
 En cuarto y último lugar, tenemos que alabar y adorar a Dios. Tanto efesios 1 como
ahora en este segundo capítulo Pablo no para de darnos razones para no cesar de
adorar al Señor. Tenemos mucho por lo que adorarle y tenemos que hacerlo sin parar.

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