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creyente
Reunión de Jóvenes – 18/12/2021
Lucas Gutiérrez Durán
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Introducción
El objetivo de ser cristiano, de seguir a Cristo, es querer ser cada día más y más
como Él. Desde que nos convertimos, entramos en un proceso llamado santificación. La
santificación consiste en un progreso en el que nosotros, cada día, tenemos que aspirar a
ser como Jesús, aspirar a su perfección (Lc 9:23, Col 3:1-3, Ef. 2:8-10, 5:1, Tito 3:8, Lv.
20:7/1P 1:16, 1P 2:5), aunque sabemos que no la vamos a alcanzar nunca.
Pregunta - ¿Es fácil seguir a Dios, a Cristo? ¿Os resulta fácil ser cristianos?
Cómo sabemos, el apóstol Pablo escribió esta carta a los cristianos de Éfeso,
aunque esta carta es denominada comúnmente como “circular”, de modo que, una vez
leída, se la pasaban a otra iglesia para que otros hermanos pudiesen leer las exhortaciones
y enseñanzas del apóstol.
Sin embargo, estas palabras no se han oxidado con el paso del tiempo y aún hoy siguen
siendo completamente útiles para nuestros días. Así que el objetivo de esta reunión y de
este estudio es ver cómo podemos aplicar a nuestras vidas cristianas esta enseñanza de
Pablo que es la Armadura de Dios.
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1 – La necesidad de una armadura (vv.10-13)
Si leemos toda la carta a los Efesios, veremos como Pablo lanza exhortaciones
prácticas a los cristianos lectores en donde la idea principal es que hemos sido salvos para
buenas obras (2:8-11), no para malas obras (5:11). Pablo advierte a lo largo de la carta
que debemos de guardar nuestra forma de andar (2:10, 4:1, 5:2,15). Debemos andar con
cómo es digno de la vocación (de la tarea) a la que hemos sido llamados, debemos andar
en las buenas obras que Cristo ha preparado de antemano para nosotros, etc.
De modo que podemos ver como el deseo de Pablo, tanto en esta como en otras cartas
(Fil 1:27, Col 3:1-3) es que los cristianos debemos caminar en dirección a Dios, viviendo
acorde a nuestra fe y demostrando con nuestras vidas que realmente Dios nos ha cambiado
y nos ha transformado.
Sin embargo, como hemos dicho antes, esto no es fácil ni mucho menos y Pablo era
totalmente consciente de esta verdad, por eso mismo termina esta carta con una última
advertencia: “fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”.
Pablo es consciente de que la vida no es de color de rosas. Pablo sabe que realmente, la
vida del creyente es una batalla constante llena de dificultades y de pruebas por las que
cada uno tenemos que pasar. Y por eso quiere acabar preparándonos para esa batalla:
“fortaleceos” – Y no de cualquier forma.
No vale con pensar: “yo puedo con esto”, “con ayuda de mis amigos, y mi familia este
problema saldrá adelante” NO. Pablo indica claramente que la fortaleza para la batalla la
tenemos que buscar en Dios y en el poder de su fuerza. Es Dios de quien dependemos
completamente, Él es nuestro Pan de vida (Jn 6:48), Él es la resurrección y la vida (Jn
11:25), el Alfa y la Omega (Ap. 1:8). Es gracias a Dios por quien podemos decir que
estamos espiritualmente vivos pues es gracias a Jesús que tenemos acceso a Dios. De
modo, que esta no va a ser la excepción que confirma la regla. Para nuestras batallas del
día a día necesitamos a Dios.
Y no es contra sangre y carne. No es una batalla cualquiera, es sin duda la batalla de las
batallas. Se trata nada más ni menos que de la guerra espiritual. Satanás, con todas sus
fuerzas está intentando hacernos caer constantemente. Busca alejarnos de Dios con todas
sus fuerzas y lo hace sin descanso.
El apóstol Pedro lo explicaba de esta forma: “Vuestro adversario el diablo, como león
rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1P 5:8)
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Recordemos como el diablo intentó tentar a Jesús en su debilidad, durante su estancia en
el desierto.
Satanás no nos da ninguna tregua, pues su objetivo es tirar de nosotros con todos los
recursos de los que dispone para alejarnos de Dios y de sus caminos.
No es una contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
gobernadores de las tinieblas de este siglo, contras huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. La segunda guerra mundial en comparación con esta guerra no es nada.
El diablo está poniendo hoy toda la carne en el asador para intentar alejarnos de Dios todo
lo que pueda y Pablo nos exhorta y advierte: TOMAD TODA LA ARMADURA DE
DIOS.
¿Para qué? Para resistir, para aguantar en el día malo. Someteos, pues a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros (Stg 4:7). Para que, cuando haya pasado todo, podamos estar
firmes gracias a Dios y los recursos que Él nos ha puesto a nuestro alcance para aguantar
las pruebas y tentaciones.
Tenemos que tener muchísimo cuidado, y más nosotros como jóvenes. Pues no es una
guerra que se pueda ver a simple vista con los ojos. Tenemos que tener presente que es
una batalla espiritual, y que Satanás está usando todos sus recursos para llamar nuestra
atención, y lo va a hacer de las formas más sutiles y atractivas que el mundo pueda ofrecer.
Recordemos también las palabras de Pablo en la carta a los Romanos: No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para
que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Rm 12:2.
Cada uno tiene sus debilidades y Satanás las conoce, y va a ir a atacarnos precisamente
ahí, donde nos duele. Recordemos que su objetivo es alejarnos de Dios sin que ni siquiera
nos demos cuenta. Puede ir poniendo pensamientos en nosotros de forma sutil:
- Es que estoy muy ocupado como para leer la biblia, ya lo haré el fin de semana.
- Debería de orar, pero es que ya es muy tarde y mañana tengo que madrugar.
Mañana a primera hora lo hago.
- ¿Para qué voy a estudiar la biblia si me la explican los domingos?
- ¿Por qué debería de orar si Dios sabe lo que necesito?
- Esto que estoy haciendo está mal, pero como nadie me ve…
Y un largo etc.
Tenemos que tener presente Dios no nos deja solos ni muchísimo menos (1Cor 10:13).
Nos está proporcionando su armadura para que podamos aguantar y resistir con firmeza
a estos ataques que Satanás nos hace constantemente. Pero nosotros somos los que
tenemos que ponerlos la armadura y vestirnos de toda ella. Somos nosotros los que
tenemos que dejar que el señor nos fortalezca y nos dé de su poder. Y para eso tenemos
que ser conscientes de que hay una guerra espiritual, y que nosotros somos soldados en
el campo de batalla.
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2 – La Armadura de Dios (vv.14-17)
Una vez que hemos entendido que tenemos una necesidad real de ponernos toda
la armadura que Dios pone a nuestro alcance para soportar las pruebas del día a día
tenemos que hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo es esa armadura? ¿Qué partes tiene?
Desde los versículos 14 al 17 Pablo va a estar describiendo en que consiste la armadura.
A primera vista podemos ver que se compone de seis partes:
- El cinturón de la verdad
- La coraza de justicia
- El calzado del evangelio de la paz
- El escudo de la fe
- El yelmo de la salvación
- La espada del Espíritu, la Palabra
Vamos a ir viendo uno por uno cada componente para que veamos cómo podemos usarlo
en nuestras vidas.
Y esta coraza de justicia tenemos que reforzarla bien con nuestro cinturón de la verdad.
Son dos elementos que van muy unidos.
La mentira es una de las principales armas de Satanás, de hecho, es el padre de mentira
(Jn 8:44). Por ejemplo, en el Edén, fueron las mentiras de Satanás lo que alejaron a Adán
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y a Eva de Dios y, por esa mentira, se terminó rompiendo la relación que había entre Dios
y el hombre.
Nosotros creemos que Jesús es La Verdad. ¿Cuándo hemos visto a Jesús mintiendo, aun
tan solo una mentira piadosa? Nunca. Tenemos de ejemplo a nuestro Señor. Por tanto, no
debemos mentir bajo ningún concepto. Además, nuestra justicia no se podría sujetar con
un cinturón de mentiras. Debemos llevar vidas sinceras que agraden a Dios con verdad y
justicia.
Al igual que antes, la verdad hará muchas veces que el mundo nos mire mal, pero tenemos
que saber que Dios se sentirá engrandecido cuando nosotros defendamos la verdad, pues
es en situaciones así donde nosotros podemos dar testimonio de nuestra fe. (Ex 23:7, Pr.
14:5, Col 3:9).
En nosotros debería de haber una constante preocupación por aquellos que nos rodean y
que no son salvos, pues sabemos que Dios los ama, que los quiere salvar, por eso envió a
Jesús al mundo, pero… Romanos 10:14.
Es impensable hoy en día salir de casa sin zapatillas; o jugar al futbol o salir a correr sin
deportivas. Pues en esta batalla espiritual es impensable salir sin el evangelio de la paz
como nuestro calzado, la base sólida sobre la que vamos a pisar el suelo.
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o tentaciones, nuestra fe debe ser nuestra herramienta de defensa principal. Por eso es de
vital importancia que la tengamos muy bien cimentada.
La fe se define perfectamente en Hebreos 11:1 como la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve. No podemos ver a Dios, pero nuestra certeza en Él debe
de ser clara y firme. No podemos decaer en esto, pues es mediante la fe que hemos sido
salvos (Ef 2:8). Recordemos también que Jesús nos enseña que tenemos que orar con fe
también.
Hebreos 11:6 dice que sin fe es imposible agradar a Dios, de modo que no podemos salir
a esta guerra espiritual sin nuestro escudo de la fe, nuestra defensa principal frente a los
ataques de satanás.
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Tenemos que estudiar la biblia todos los días. Tenemos que dedicarle un espacio de
tiempo en nuestro día a día, para leerla, meditar en ella, para estudiarla. A lo largo de la
biblia se nos enseña a que tenemos que hacer esto (Jo 1:8, Slm 119)
Podemos hacer un énfasis especial en el Salmo 119:9: ¿Con qué limpiará el joven su
camino? Con guardar tu palabra.
No podemos salir a la guerra sin nuestra espada, la biblia. Tenemos que conocerla y
alimentarnos de ella sin parar. Memorizar versículos, aprendernos historias bíblicas,
estudiar la vida de Jesús, etc. Para que cuando lleguen las pruebas y los momentos
difíciles, todo esto venga a nuestra mente y podamos resistir y aguantar con firmeza.
Pablo, además, nos dice que tenemos que hacer una petición especial por todos los santos,
es decir, por los demás creyentes. La compañía militar quiere decir que no estamos solos
en esta guerra espiritual, nos tenemos los unos a los otros, la familia de la fe, la iglesia,
un cuerpo, donde Cristo es lo que nos une. Debemos preocuparnos por los problemas de
los demás, tenemos que conocernos entre nosotros y saber nuestras debilidades y
problemas para poder orar los unos por los otros (Ga 6:2). También podemos ver como
muchas veces Pablo pedía a los creyentes que orasen por él, en los dos siguientes
versículos, por ejemplo.
No podemos dejar de pensar en los demás, pues Dios nos creó para vivir en sociedad. En
esta guerra espiritual no existen los héroes ni los lobos solitarios. Tenemos que apoyarnos
entre nosotros.
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Conclusión
Y hablando de compañía militar, no podemos olvidarnos de nuestro compañero más
importante, Dios. Él está con nosotros todo el rato. Él permanece fiel, luchando a nuestro
lado, dándonos salidas a las pruebas y tentaciones, proporcionándonos esta armadura,
escuchándonos cuando vamos a Él en oración…
Al igual que tenemos que tener presente que Satanás existe y que está haciendo todo lo
posible por alejarnos de Dios, sus hijos tenemos que saber que, con Dios, ya hemos
ganado la guerra. ¡Importante! Eso no signifique que queden batallas que librar, y que las
ganemos o las perdamos. Pero la guerra, esta ganada, porque la ganó Jesús muriendo en
la cruz y resucitando al tercer día.