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Inexorablemente, el mundo se achica y la juventud internacionalizada que se contempla a si

misma como espectáculo de los grandes medios de comunicación, encuentra,


paradójicamente, en una globalización que pende a la homogeneización la posibilidad de
diferenciarse y sobre todo, alterativas de pertenencia y de identificación que trascienden los
ámbitos locales, sin negarlos

Las constantes chapuzas, la inversión de las normas, la relación ambigua con el consumo,
configuran el territorio tenso en el que los jóvenes repolitizan la política "desde fuera",
sirviéndose para ello de los propios símbolos de la llamada sociedad de consumo, como
intento argumentar a lo largo de este libro.

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