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LA PAZ INTERIOR

El mundo le da prioridad a la paz interior, y ofrece un sinfín de posibilidades a quienes


buscan "la paz del alma y de la mente". Normalmente, los gurús de la paz interior
mencionan que uno mismo es la fuente de la paz. Se habla mucho de meditación, de
encontrar una "luz interior" y de los chakras. La sabiduría del mundo dice que si
necesitamos ayuda de fuera de nosotros, ésta vendrá en forma de "guía espiritual" o
quizás de algunos cristales o hierbas. El problema de estos consejos, además del obvio
respaldo a la brujería, es que ignoran por completo la fuente de la verdadera paz: el Señor
Jesucristo.

La Biblia tiene mucho que decir sobre la paz. A Jesús se le llama el Príncipe de Paz (Isaías
9:6). Pablo se refiere al "Dios de toda paz" (Romanos 15:13, 33; Gálatas 6:16). Con
frecuencia, el término paz se utiliza como saludo y bendición (ver Lucas 24:36). Así que,
¿qué es exactamente la paz, y cómo podemos tener "paz interior"?

Una palabra que frecuentemente se traduce como "paz" en la Biblia significa, en realidad,
"ligar en su totalidad, cuando todas las partes esenciales están unidas". La paz interior,
entonces, es una integridad de mente y espíritu, y un corazón totalmente en reposo. La
paz interior poco tiene que ver con el entorno externo. Jesús dijo: "La paz os la dejo, mi
paz os doy. No os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón y no tengáis
temor". También dijo a Sus seguidores: "En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo" (Juan 16:33). Así que la paz no es la ausencia de problemas; es la
presencia de Dios.

La paz es un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22). Cuando el "Dios de toda paz" viene a
habitar dentro de un corazón creyente (1 Corintios 6:19), Él comienza a producir Sus
propias características en esa vida. La paz interior nace del conocimiento de que las
circunstancias son temporales y que Dios es soberano sobre todo (Isaías 46:9-11). La paz
surge al ejercer la fe en el carácter de Dios y en Su Palabra. Podemos tener paz en medio
de los desafíos cuando recordamos que "todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28). Podemos optar por la paz en
lugar de dejarnos llevar por el miedo y la preocupación. La paz interior que resulta de una
relación con Dios nos permite mantener las cosas en la perspectiva adecuada. Podemos
aceptar situaciones difíciles en la tierra recordando que nuestra ciudadanía está en el cielo
(Filipenses 3:20).

Se nos manda "vivir en paz" con los demás, en la medida en que dependa de nosotros
(Romanos 12:18; 2 Corintios 13:11; Hebreos 12:14). Vivir en paz significa que interactuamos
con los que nos rodean de acuerdo con nuestra propia integridad mental. Nuestras
reacciones a las circunstancias pueden aportar paz a una situación que, de otro modo,
sería caótica. Jesús dijo: "Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos
de Dios" (Mateo 5:9). Y Santiago 3:18 dice: "Y el fruto de justicia se siembra en paz para
aquellos que hacen la paz". El deseo de Dios es que los que le conocemos aprendamos a
vivir en paz dentro de nosotros mismos primero. Así podremos irradiar esa paz a los
demás, brindando calma y sabiduría a las situaciones tensas, y de este modo seremos luces
en el mundo (Mateo 5:14; Filipenses 2:14-15).

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