Está en la página 1de 7

EL ESPÍRITU DE PAZ

Por Adrián Arreaza

Romanos 14:17 (PDT): “En el reino de Dios lo importante no es lo


que comamos o bebamos, sino vivir con justicia y buscar la paz y la
felicidad que trae el Espíritu Santo”

Tal como aprendimos la semana pasada, nuestro amado Padre


celestial se deleita en considerarse a sí mismo como “el Dios de
paz”; siendo omnipotente, omnisciente y omnipresente, es fácil
para él asegurarnos una vida llena de paz y bienestar.

Ahora bien, el ejecutor indirecto de dicha paz en medio de sus


hijos amados no es otro que el Espíritu Santo, el Consolador. La
tercera persona de la trinidad residiendo en la vida del creyente
regenerado por la gracia divina es la garantía de una paz segura.
Pero ¿Cómo es que el Espíritu Santo lleva a cabo su ministerio
como pacificador en el mundo? ¿Cómo podemos saber si
realmente estamos viviendo bajo el amparo y cuidado de la paz
que Dios nos ha prometido? ¿Qué se espera del creyente que
desea gozar de una vida plena marcada por la paz? Bueno, para
responder estas preguntas primero debemos aclarar un par de
cosas acerca de la paz.

1. La paz es un fruto que ha sido comprado a precio de


sangre.
Mencionado en tercer lugar como parte del fruto del Espíritu
en Gálatas 5:22 y 23, la paz viene a ser el resultado de haber
sido redimidos por el sacrificio expiatorio de Cristo, quien nos
compró con su sangre a fin de que pudiéramos presentarnos
sin pecado delante de Dios. A partir de entonces, ya podemos
disfrutar de una relación cercana con Dios y llamarlo “Abba”.

2. La paz es la consecuencia de vivir en la justicia de Dios.


Habiendo sido justificados por la fe, ya no hay deudas
pendientes con la justicia divina. Todo hijo o hija de Dios
puede presentarse confiadamente delante del Padre eternos
sabiendo que sus pecados ni transgresiones volverán a ser
siquiera nombradas.

3. La paz es el resultado de depender absolutamente de


la gracia divina.
El hijo de Dios que depende de la provisión perfecta del Padre
puede vivir bajo el control y dominio de la paz que
proporciona su reino. En Filipenses 4:6 y 7 se nos dice que la
paz de Dios vendrá a cuidar, proteger y resguardar nuestra
mente y emociones si, y solo si acudimos al Señor con
oraciones, ruegos, súplicas y acciones de gracia. Esa paz viene a
ser un vigilante que impedirá que cualquier pensamiento
angustioso o ansioso se instale en nuestra mente y corazón si
procuramos depender del Señor en cada aspecto de nuestras
vidas.
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y
ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y
sus pensamientos en Cristo Jesús” Filp 4:6-7

4. La paz es el estado natural del Reino de los Cielos.


En el reino de los cielos no existe el caos, la angustia, el afán, la
ansiedad, la depresión, el desorden, o el temor. El Mesías es
considerado el “Príncipe de paz” (Isaías 9:6), por lo que el
estado natural y eterno del reino de Dios es la paz, cuya base
se encuentra en la justicia, ya que sin ésta, todo estaría
manchado con “asuntos pendientes” que saldrían a relucir
constantemente. Vivimos dentro de un reino de paz que
subsume a este reino material de caos y desesperación.
 Romanos 14:17 (NVI): “porque el reino de Dios no es
cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en
el Espíritu Santo”
 Romanos 14:17 (PDT): “En el reino de Dios lo importante no
es lo que comamos o bebamos, sino vivir con justicia y buscar la
paz y la felicidad que trae el Espíritu Santo”
Habiendo aclarado estos aspectos sobre la paz, vamos ahora a
comprender cómo es que el Espíritu Santo viene a impartirnos la
paz de Dios.

1. El Espíritu de Dios es el gobernante autorizado en la


tierra, pero gobierna a través de nosotros.
El deseo eterno del Padre es extender el conocimiento de Su
gloria sobre la tierra, tal como el agua cubre los mares (Isaías
11:9; Habacuc 2:14). Sin embargo, él ha determinado que tal
expansión de su glorioso gobierno ocurra a través de sus hijos;
por lo cual hemos sido designados para apaciguar, pacificar y
apacentar a las naciones en el poder del espíritu Santo.

 Bienaventurados los pacificadores… Mat 5:9


 Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz… Rom
10:15
 Calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la
paz.… Ef 6:15
 Estad en paz con todos… Rom 12:18
 Dios nos ha llamado a vivir en paz… 1 Cor 5:15b

2. El Espíritu de Dios es la garantía de una vida plena,


pero se nos llama a santificarnos
Si la paz es el resultado de la obra redentora de Cristo ¿Cuál
es la respuesta que se espera de nosotros? Es imposible vivir
en plena paz mientras mancillamos los mandamientos del Señor
o ignoramos sus planes y propósitos. Y su principal propósito
es nuestra santificación.

“Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y


conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para
la venida de nuestro Señor Jesucristo” 1 Tes 5:23

¿Por qué no dice el “Dios todopoderoso, o el Dios de justicia,


o el Dios de amor” los santifique? La razón es porque no
puede haber madurez ni santificación en medio del caos y el
desorden. Dios primero establece un ambiente de armonía y
paz entre él y nosotros y a partir de allí construye una relación
de autoridad. En el versículo 19 se nos advierte que no
debemos apagar al Espíritu en nuestras vidas.

3. El Espíritu de Dios es la fuente inagotable de justicia y


paz en la tierra, pero la esparce a través de nosotros.
Jesús advirtió que una de las labores del espíritu Santo sería la
de convencer al mundo de justicia y de juicio, es decir, su labor
es convencer al mundo de que vive a espaldas de Dios y que
éste está más que interesado en hacer las paces con su
creación rebelde. Cada vez que compartimos las bondades del
evangelio estamos esparciendo la justicia de Dios, la cual se
convierte en paz en los corazones que aceptan su perdón, pero
se convierte en condenación y vergüenza en aquellos que le
rechazan.

¿Cómo se manifiesta el Espíritu de paz en nuestras


vidas?
El espíritu de paz se manifiesta en nuestras vidas de la siguiente
manera:

1. En la forma en que gobierna tu vida


Todo lo que el Espíritu Santo necesita para establecer la
voluntad de Dios en tu vida está en la Palabra de Dios. El
nunca usará otros mandamientos o estatutos para traer
orden y paz a tu vida. Él puede hablarte de muchas maneras,
pero nunca contradecirá o torcerá las Escrituras. El
resultado de vivir en la verdad es una conciencia limpia llena
de paz.
o “Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en
el Señor. Vivan como hijos de luz” Efesios 5:8

2. En la forma en que dirige tus pasos


El espíritu Santo siempre te hablará con amor y gentileza,
aun cuando seas rebelde a su voz. Él propiciará situaciones
especiales para tratar con tu terco carácter o tu corazón
endurecido, pero nunca te torcerá el brazo ni te obligará a
andar en el espíritu. Si eres lo suficientemente sensible a su
voz, podrás discernirlo en tu conciencia y corazón. El
resultado será una guianza llena de paz y armonía en la que
disfrutas ser instruido como hijo de Dios.
o “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son
hijos de Dios” Rom 8:14

3. En la forma en que purifica tus motivaciones


Nada traerá más paz a tu corazón que el descubrir las
verdaderas motivaciones detrás de tus decisiones y
actitudes. Él te las mostrará si se lo permites y escoges
andar en la verdad y no en tu propia opinión.
o “Rechazamos todas las acciones vergonzosas y los métodos
turbios. No tratamos de engañar a nadie ni de distorsionar la
palabra de Dios. Decimos la verdad delante de Dios, y todos
los que son sinceros lo saben bien” 2 Corintios 4:2

4. En la forma en que pacifica tus relaciones


Estar en paz con Dios es el primer paso para estar en paz
con el prójimo. Aunque no siempre dependa de ti, sabrás
que Dios estará allí contigo para mostrarte el camino a la
reconciliación.
o “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados
hijos de Dios” Mat 5:9
o “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz
con todos” Rom 12:18
o “Entonces, hagamos lo que trae paz y ayudémonos unos a
otros a fortalecer nuestra fe” Rom 14:19 (PDT)

5. En la forma en que te fortalece en la debilidad


Paz no es sinónimo de debilidad, todo lo contrario. Cuando
estás en paz en medio de las tribulaciones estás
demostrando una tremenda fortaleza de carácter. El Espíritu
Santo te llenará del poder y de la fortaleza que necesitas
para encarar las aflicciones de este mundo, tal y como Jesús
lo hizo:
o “Les dejo la paz. Es mi propia paz la que les doy, pero no se
la doy como la da el mundo. No se preocupen ni tengan
miedo” Juan 14:27 (PDT)
o “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En
este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he
vencido al mundo” Juan 16:33

PARA MEDITAR Y REFLEXIONAR:

o ¿Qué áreas de mi vida todavía están fuera del gobierno del


Espíritu Santo y por lo cual ando intranquilo y ansioso?
o ¿Qué pasos puedo dar para rendirme a la dirección y guianza
del espíritu Santo a fin de disfrutar de su paz?
o ¿Con cuál actitud debería enfrentar mis actuales aflicciones
sabiendo que el Santo Consolador está conmigo?

El Espíritu de Paz

Él es fuerza y potencia en la debilidad,

Refugio sereno en medio de la tormenta.

Su voz acalla las aguas del alma afligida y

Apacigua los vientos de la mente anegada.

Él se presenta con firme talante,

Mientras que los mares rujen en tempestades.

Lo que ha determinado hacer lo hará,

La justicia en tu vida la paz implantará.

Oh ven a descansar querido viajero,

Reposa tranquilo mientras el potente trueno

Anuncia la aurora de una paz refulgente.


Adrián Arreaza

También podría gustarte