Romanos 14:17 (PDT): “En el reino de Dios lo importante no es lo
que comamos o bebamos, sino vivir con justicia y buscar la paz y la felicidad que trae el Espíritu Santo”
Tal como aprendimos la semana pasada, nuestro amado Padre
celestial se deleita en considerarse a sí mismo como “el Dios de paz”; siendo omnipotente, omnisciente y omnipresente, es fácil para él asegurarnos una vida llena de paz y bienestar.
Ahora bien, el ejecutor indirecto de dicha paz en medio de sus
hijos amados no es otro que el Espíritu Santo, el Consolador. La tercera persona de la trinidad residiendo en la vida del creyente regenerado por la gracia divina es la garantía de una paz segura. Pero ¿Cómo es que el Espíritu Santo lleva a cabo su ministerio como pacificador en el mundo? ¿Cómo podemos saber si realmente estamos viviendo bajo el amparo y cuidado de la paz que Dios nos ha prometido? ¿Qué se espera del creyente que desea gozar de una vida plena marcada por la paz? Bueno, para responder estas preguntas primero debemos aclarar un par de cosas acerca de la paz.
1. La paz es un fruto que ha sido comprado a precio de
sangre. Mencionado en tercer lugar como parte del fruto del Espíritu en Gálatas 5:22 y 23, la paz viene a ser el resultado de haber sido redimidos por el sacrificio expiatorio de Cristo, quien nos compró con su sangre a fin de que pudiéramos presentarnos sin pecado delante de Dios. A partir de entonces, ya podemos disfrutar de una relación cercana con Dios y llamarlo “Abba”.
2. La paz es la consecuencia de vivir en la justicia de Dios.
Habiendo sido justificados por la fe, ya no hay deudas pendientes con la justicia divina. Todo hijo o hija de Dios puede presentarse confiadamente delante del Padre eternos sabiendo que sus pecados ni transgresiones volverán a ser siquiera nombradas.
3. La paz es el resultado de depender absolutamente de
la gracia divina. El hijo de Dios que depende de la provisión perfecta del Padre puede vivir bajo el control y dominio de la paz que proporciona su reino. En Filipenses 4:6 y 7 se nos dice que la paz de Dios vendrá a cuidar, proteger y resguardar nuestra mente y emociones si, y solo si acudimos al Señor con oraciones, ruegos, súplicas y acciones de gracia. Esa paz viene a ser un vigilante que impedirá que cualquier pensamiento angustioso o ansioso se instale en nuestra mente y corazón si procuramos depender del Señor en cada aspecto de nuestras vidas. “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” Filp 4:6-7
4. La paz es el estado natural del Reino de los Cielos.
En el reino de los cielos no existe el caos, la angustia, el afán, la ansiedad, la depresión, el desorden, o el temor. El Mesías es considerado el “Príncipe de paz” (Isaías 9:6), por lo que el estado natural y eterno del reino de Dios es la paz, cuya base se encuentra en la justicia, ya que sin ésta, todo estaría manchado con “asuntos pendientes” que saldrían a relucir constantemente. Vivimos dentro de un reino de paz que subsume a este reino material de caos y desesperación. Romanos 14:17 (NVI): “porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” Romanos 14:17 (PDT): “En el reino de Dios lo importante no es lo que comamos o bebamos, sino vivir con justicia y buscar la paz y la felicidad que trae el Espíritu Santo” Habiendo aclarado estos aspectos sobre la paz, vamos ahora a comprender cómo es que el Espíritu Santo viene a impartirnos la paz de Dios.
1. El Espíritu de Dios es el gobernante autorizado en la
tierra, pero gobierna a través de nosotros. El deseo eterno del Padre es extender el conocimiento de Su gloria sobre la tierra, tal como el agua cubre los mares (Isaías 11:9; Habacuc 2:14). Sin embargo, él ha determinado que tal expansión de su glorioso gobierno ocurra a través de sus hijos; por lo cual hemos sido designados para apaciguar, pacificar y apacentar a las naciones en el poder del espíritu Santo.
Bienaventurados los pacificadores… Mat 5:9
Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz… Rom 10:15 Calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz.… Ef 6:15 Estad en paz con todos… Rom 12:18 Dios nos ha llamado a vivir en paz… 1 Cor 5:15b
2. El Espíritu de Dios es la garantía de una vida plena,
pero se nos llama a santificarnos Si la paz es el resultado de la obra redentora de Cristo ¿Cuál es la respuesta que se espera de nosotros? Es imposible vivir en plena paz mientras mancillamos los mandamientos del Señor o ignoramos sus planes y propósitos. Y su principal propósito es nuestra santificación.
“Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y
conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo— irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo” 1 Tes 5:23
¿Por qué no dice el “Dios todopoderoso, o el Dios de justicia,
o el Dios de amor” los santifique? La razón es porque no puede haber madurez ni santificación en medio del caos y el desorden. Dios primero establece un ambiente de armonía y paz entre él y nosotros y a partir de allí construye una relación de autoridad. En el versículo 19 se nos advierte que no debemos apagar al Espíritu en nuestras vidas.
3. El Espíritu de Dios es la fuente inagotable de justicia y
paz en la tierra, pero la esparce a través de nosotros. Jesús advirtió que una de las labores del espíritu Santo sería la de convencer al mundo de justicia y de juicio, es decir, su labor es convencer al mundo de que vive a espaldas de Dios y que éste está más que interesado en hacer las paces con su creación rebelde. Cada vez que compartimos las bondades del evangelio estamos esparciendo la justicia de Dios, la cual se convierte en paz en los corazones que aceptan su perdón, pero se convierte en condenación y vergüenza en aquellos que le rechazan.
¿Cómo se manifiesta el Espíritu de paz en nuestras
vidas? El espíritu de paz se manifiesta en nuestras vidas de la siguiente manera:
1. En la forma en que gobierna tu vida
Todo lo que el Espíritu Santo necesita para establecer la voluntad de Dios en tu vida está en la Palabra de Dios. El nunca usará otros mandamientos o estatutos para traer orden y paz a tu vida. Él puede hablarte de muchas maneras, pero nunca contradecirá o torcerá las Escrituras. El resultado de vivir en la verdad es una conciencia limpia llena de paz. o “Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz” Efesios 5:8
2. En la forma en que dirige tus pasos
El espíritu Santo siempre te hablará con amor y gentileza, aun cuando seas rebelde a su voz. Él propiciará situaciones especiales para tratar con tu terco carácter o tu corazón endurecido, pero nunca te torcerá el brazo ni te obligará a andar en el espíritu. Si eres lo suficientemente sensible a su voz, podrás discernirlo en tu conciencia y corazón. El resultado será una guianza llena de paz y armonía en la que disfrutas ser instruido como hijo de Dios. o “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios” Rom 8:14
3. En la forma en que purifica tus motivaciones
Nada traerá más paz a tu corazón que el descubrir las verdaderas motivaciones detrás de tus decisiones y actitudes. Él te las mostrará si se lo permites y escoges andar en la verdad y no en tu propia opinión. o “Rechazamos todas las acciones vergonzosas y los métodos turbios. No tratamos de engañar a nadie ni de distorsionar la palabra de Dios. Decimos la verdad delante de Dios, y todos los que son sinceros lo saben bien” 2 Corintios 4:2
4. En la forma en que pacifica tus relaciones
Estar en paz con Dios es el primer paso para estar en paz con el prójimo. Aunque no siempre dependa de ti, sabrás que Dios estará allí contigo para mostrarte el camino a la reconciliación. o “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” Mat 5:9 o “Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos” Rom 12:18 o “Entonces, hagamos lo que trae paz y ayudémonos unos a otros a fortalecer nuestra fe” Rom 14:19 (PDT)
5. En la forma en que te fortalece en la debilidad
Paz no es sinónimo de debilidad, todo lo contrario. Cuando estás en paz en medio de las tribulaciones estás demostrando una tremenda fortaleza de carácter. El Espíritu Santo te llenará del poder y de la fortaleza que necesitas para encarar las aflicciones de este mundo, tal y como Jesús lo hizo: o “Les dejo la paz. Es mi propia paz la que les doy, pero no se la doy como la da el mundo. No se preocupen ni tengan miedo” Juan 14:27 (PDT) o “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” Juan 16:33
PARA MEDITAR Y REFLEXIONAR:
o ¿Qué áreas de mi vida todavía están fuera del gobierno del
Espíritu Santo y por lo cual ando intranquilo y ansioso? o ¿Qué pasos puedo dar para rendirme a la dirección y guianza del espíritu Santo a fin de disfrutar de su paz? o ¿Con cuál actitud debería enfrentar mis actuales aflicciones sabiendo que el Santo Consolador está conmigo?