Yo nunca hice rin raje, nunca comí alimento de mascotas, nunca
tuvieron que hacer palmas por mí porque nunca me perdí y si lo hice lo solucione sola, nunca me tire al barro, nunca me comí los mocos, nunca me metí objetos de dudosa procedencia por nariz o boca, nunca me abrí la pera ni la frente, nunca me escapé de mi casa, nunca me peleé por alguno de los juegos infantiles que jugaba. Tampoco arruine ningún mueble, ni corrí desnuda por la playa. Quizás porque no hice nada de lo que he nombrado es que me cuesta pensar en mí misma como una persona interesante. O que vale la pena. Nos preguntan quiénes somos, qué nos gusta o qué queremos, se me hace un nudo en la garganta y se me cierran las ideas. ¿Qué hice hasta ahora? ¿No será hora de que me largue a correr después de tocar un timbre? ¿Podré pelearme a esta edad por juegos infantiles; por quién usa la hamaca y quién se tira el tobogán? ¿O jugar afuera hasta que el sol se ponga, me coman viva los mosquitos y mi mamá me pida que entre? ¿No será momento de que me pierda y que me busquen? ¿Es muy tarde para meterme un M&M por la nariz o morder los bordes de los libros? ¿No será hora de lanzarme al barro, ensuciarme por un rato, y correr hasta escaparme? AFICIONADX EN EL AMOR (Idealizando la idea del amor romántico)
Respiremos el aroma del verano mezclado con el dulzor del polen
arrancado de su flor. Mendiguemos un poco de lo oculto a todas las raíces que se refrescan bajo el barro húmedo. Regá dentro mío las semillas atestadas de tierra y miel, mira florecer las orquídeas, las rosas, amapolas y tomemos un té. Corta las hojas que amenazan con salir de las ramas cubiertas de piel. Huyamos a lugares lejanos en barcos de papel. Recostada en el pasto mañanero recién regado, buscando las primeras nubes y los primeros rayos. Te puedo enseñar a mezclar colores, seamos compañeras, detengámonos en los faroles, te enseño a unir piezas. Tiremos barriletes al cielo, asumamos cosas buenas, tiremos franquezas al raudal y que la lluvia nos devuelva los momentos perdidos. Te invito un rato, a caminar por al lado de los charcos, a pisar las hojas secas, a mirar de reojo como se acumula la hierba, como se amontona en mis zapatos, escala por mis brazos y queda pegada a las esquinas de las calles por las que pasamos. Te invito un trago y lo mantenemos en secreto, trazo líneas rectas por tu cara tamizada con canela, dejo disgregados sobre la mesa, tus fragmentos más íntimos y tus pecados que al lado de los míos me hacen ver aún más infantil. Quito con pala de playa el espacio que nos separa, te regalo miradas y lindas falacias. Mis ojos reacios a encontrarte tomando mis manos, tus dedos perdidos en mi cabellera rebelde y abundante. Seamos amantes; bailemos entre pasos torpes y seguros, juzguémonos entre cada punto, entre cada pausa. Cuando los últimos minutos del día se desvanezcan, cuando las tejas en los techos terminen por perder su color dorado, los ventanales nos revelaran del otro lado. Dejame abrazarte fuerte para que el viento no nos aleje, déjame tenerte, déjame quererte. “Teenage wasteland: Portraits of Japanese Youth, 1964” Fotografía por Michael Rougier (para Life MAGAZINE) SER ADOLESCENTE ES ESTAR EN UNA CONSTANTE NOCHE DE VERANO (escrito de una noche de febrero de 2022) Queremos crear, distinguirnos, abrazarnos y decir lo que pensamos. Tenemos la ilusión de que las personas cambian y que una noche de verano puede ser eterna. Queremos guardar fotos y recuerdos para cuando seamos grandes y no queremos cometer los mismos errores que algunos adultos. Tenemos la capacidad de escuchar al otro, para comprenderlo o hacerle la contra. No queremos quedarnos siempre en el mismo lugar, pero tampoco nos gustan los cambios abruptos. Reflejamos nuestros sentimientos en cualquier canción que esté sonando en algún lado o en un párrafo de un libro. Queremos hacer un montón de cosas, y a veces terminamos haciendo nada, y eso está bien. Queremos saber todo, pero no sabemos nada, y esto está bien. La constante pregunta es “que hubiera pasado si?”, aunque nunca lo vayamos a saber. Nos tragamos los sentimientos en el día y a la noche escribimos en un papel todo lo que nos hubiese gustado decirte. Buscamos a las personas en canciones y en películas. Nos vamos a dormir pensando en alguien. Nos obsesionamos con alguien. Nos olvidamos de alguien. Terminamos disfrutando más la fiesta a la que no queríamos ir y extrañando un momento que ya se fue. Al fin y al cabo, cuando sos adolescente no sos más que vos mismo, pero en tu versión más rebelde e ilusionada, mas inocente y más mandada. Ser adolescente es estar en una constante noche de verano, de las que queremos que no terminen.