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memoria, se mezclan los personajes humanos con los dioses
bién les gustaban mucho los espectáculos deportivos y hasta
de la mitología: el poderoso Zeus, la bella Afrodita, el sabio
inventaron las Olimpiadas, unos juegos que se llamaron así
Apolo, etcétera. Realmente, los mitos eran un conjunto de
porque se celebraban en la ciudad de Olimpia. Para recor-
leyendas y cuentos que servían para explicar los orígenes del
mundo y de las costumbres humanas, como se ve claramente
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en las obras de otros poetas como Hesíodo. Pero sin duda el
género literario preferido por los atenienses era el teatro. Los
grandes festivales teatrales, en los que se representaban tra-
gedias como las de Esquilo o Sófocles y comedias como las de
Aristófanes, duraban días enteros y reunían a todos los habi-
-, tantes de la ciudad sin excepción, que comían, bebían y hasta
dormían a ratos en las gradas que rodeaban el escenario para
no perderse ni un detalle del espectáculo. Quizá ni siquiera
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la televisión ha llegado a ser hoy tan importante socialmente
dar y celebrar ese origen en las Olimpiadas actuales, la llama
como lo fue entonces el teatro.
olímpica sale siempre ahora desde la vieja Olimpia y es lle-
Sin embargo, los griegos no se dedicaban sólo al arte y
vada en una carrera de relevos hasta la ciudad que va a ser
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a la ficción que nace de la fantasía. También sentían pasión
sede de los juegos, sea Tokio, Los Ángeles o Barcelona. El de-
por el conocimiento basado en la observación de la realidad.
porte es también una forma de democracia, porque sólo.pue-
Querían saber de qué materia está hecho el mundo, qué son
1' den competir los que se consideran iguales entre sí: icual-
las estrellas y cómo funciona la naturaleza. No les bastaban
'
es algo presente en todos los pueblos por primitivos que sean,
-o, mejor dicho, ccPt~cl en verso- historias de la guerra
ellos apreciaban la 1."'C13ÓJt. algo mucho menos corriente. No
de Troya y las hazañas de héroes de uno y otro bando, como
rechazaban las leyendas (o sea, explicar una cosa real a través
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nas, con una modestia cercana a la pobreza, era más bien
de un. cuento fantást
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explicar una parte d e lo rea. l por me d"10 de causas tomadas del bajo, regordete y bastante feo (eso dicen al menos los que le
conocieron personalmente): se llamaba Sócrates. En su ju-
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resto de la real"1d a d que conocemos. Los primeros
. . grie-
sab10s .
ventud, Sócrates había sido un soldado valeroso y se había (.; 1
gos - Tales, Pitágoras, Ana.ximandro, etcétera- mezclaban
opuesto a quienes pretendieron imponer una dictadura que t, 1
en su enseñanza la imaginación con los razonamientos, las
acabase con la democracia ateniense. Pero después se ded icó c. l
leyendas con las teorías. Muchos les consideran una especie
de filósofos primitivos, pero yo creo que aún les faltaba cd50 a una tarea extraña, algo que nadie había hecho antes de él: e,
para llegar a serlo ... sencillamente, pasaba los días haciendo preguntas a los ciu- C. ¡
Ese «algo» es precisamente la discusión ' el . debate ' el dadanos y discutiendo luego con ellos sus respuestas. A cual-
quier hora se le podía encontrar en el ágora, la plaza pública
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diálogo libre y abierto con otras personas. También discutir
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es una costumbre democrática, porque sólo discutimos con
nuestros iguales: al jefe le damos temblando la razón pero " r
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a nuestro colega le planteamos críticas, objeciones y le ofre-
ce1nos argun1entos ... o sea, razonamDs con él. Uno puede
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descubrir solito que el fuego quema, el agua moja y que no ÍP
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esto o aquello si ignoro qué hacer con mi propia vida? Sería
hacía una pausa dramática, se rascaba la barbilla y paseaba
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Hiaflol."icl ele lea FiloaoV.iCI sht ~ff11?0J.> 11i ~ui,,bloJ.>
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Para ser capaz de vivir bien, pensaba Sócrates, habrá que
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igual que estar muy orgulloso de lo bien que sé andar y has- {t
tener '1haflud. ¿Qué es la virtud? Una mezcla de tflfflPael
ta de lo mucho que puedo correr ... pero sin tener ni idea de
(para vencer las dificultades, los peligros) Y de CICicnaCo p~a
dónde vengo ni hacia dónde me conviene dirigir mis pasos. i': ,
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saber qué es lo mejor que puedo hacer en cada caso. TodaVIa
A mis conciudadanos atenienses creo que les pasa lo mismo
hoy, en el siglo xx:1, seguimos utilizando la palabra «virtud» ·t;
que a mí, que tampoco saben cómo debe vivirse. Hacen lo que
ven hacer a los demás, pero sin saber en el fondo si es bueno
en ese sentido, cuando decimos que Rafa Nadal es un gran e:
o malo. Ni siquiera piensan por sí mismos sobre este asun-
virtuoso del tenis (o sea, que juega estupendamente, con t-
energía para sobreponerse al cansancio y con buen tino para
to, se conforman con repetir lo que hicieron sus padres Ysus
abuelos; otros prefieren imitar a los más ricos -iah, por algo aceitar siempre el mejor golpe de raqueta) o que Fulano es
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un vi1tuoso de la batería (porque la toca como nadie) o que
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~~-- Menganita tiene la virtud de ser la mejor maestra que pueda
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uno desear. Del mismo modo, Sócrates estaba convencido de
que debía haber una virtud o quizá varias que nos hicieran
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vivir excelentemente, del mejor modo posible. Porque es es-
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:."1!1 - "'- ·- mismo que nadie logra jugar al tenis como Rafa Nadal por
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' .. poco nadie logrará vivir bien sin pensárselo y sin reflexionar
sobre qué es la vida humana
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c:::::al Sócrates estaba convencido de que la virtud tiene que ver
con el saber, con la l."Cl&ÓJt (y no con la mtina, la imitación,
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serán ricos!- o a los más fanfarrones y brutos, confundiendo el capricho momentáneo o la tradición que repite las opinio- C:- (
su bravuconería con ser de veras enérgico y fuerte. Algunos nes de nuestros mayores). Ser virtuoso es tener el razonable ....
siguen su capricho de cada momento y hacen sólo lo que les
apetece: ahora como y bebo hasta hartarme, luego me echo
· conocimiento de lo que es una buena vida. ¿La prueba? Pues
que nadie hace mal las cosas e1 &c:lbi@JtclelS. Si me ves jugar .,_o
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a dormir y no me preocupo de qué pasará mañana. Y todos ª~ tenis a mí, que lo hago fatal, no pensarás que sé muy bien ~ -
están muy contentos consigo mismos y se las dan de listos ... ~orno se juega pero que lo hago mal aposta, sino que no sé C -ª
i Por eso dijo el oráculo de Delfos que yo, Sócrates, a pesar de Jugar. Lo mismo pasa · • l . ,
con qmen VJve ma : a 1o meJor el cree e IJ
no saber nada, soy el más sabio de todos!». que es muy listo h l ·
Y ace o que qmere, pero en realidad lo que el
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pasa es que no sabe cómo vivir bien. Llamamos vivir «bien», listo, se le pone cara de tonto y ya sólo balbucea: «Bueno, ve-
supone Sócrates, a vivir como de verdad JtOS coitvieite: por rás, claro, digo yo que ... ». Sócrates espera un poco a que se le
lo cual no nos queda más remedio que ponernos a pensar pase el desconcierto: está ya acostumbrado a esa reacción de
qué es precisamente eso que nos conviene. Vamos a ver: ¿qué sus interlocutores. Después, como si no hubiera pasado nada,
son las cosas que normalmente consideramos convenientes sigue con sus preguntas.
y deseables? Pues la belleza, el valor, el placer, la riqueza, et-
cétera. Estupendo, pero ¿sabemos de verdad qué son cada
una de esas cosas? ¿Quién lo sabe? Por eso Sócrates sale a la
calle, va al ágora, a donde está la gente, y comienza a hacer
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preguntas.
Se encuentra, pongamos, con Ripias, que tiene fama de . . . . .-@_,.,,_,~
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chico listo, y le pregunta: «Oye, Ripias, por favor, lpuedes -¡ - :_! T<~ -
decirme qué es la belleza?». El chico listo se muere de risa:
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tonto o qué? Ni que- ,... Ñ.
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fueras un niño pequeño ... Mira, mira lo buena que está esa - ¿-~j;¡zf~;,-~,..,,
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chica de allí: eso es la belleza». Sócrates le da muchas gracias ¡¡{,,.~~ , , . . _.,i::.r -~, -•"·.;' :I"" .-
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por la información: «Claro, tienes razón, mira que soy bobo».
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rece muy hermoso ese caballo ... ». Con un suspiro, como si
estuvieran poniendo a prueba su paciencia, Ripias responde:
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para describir cosas d.iStmtas
• se han dado cuenta de que no sabemos lo que creemos
· pero que no resulta fácil pre-
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cisar. Ya es saber l go: Y también sabe que los demás saber y quieren poner remedio a esta ignoran- r r _ ..,
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ru -1-'
se dé cuenta de que aún no
\ sabe... pero también para final la opinión que le l~
llegar a saber más él mismo. parecía más razonable
¿y qué le importa a Só- y verdadera. A veces, 1r
\ crates que los demás sepan esa toma de postura e fl .
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o no? Muy sencillo: Sócrates
está convencido de que nadie
tenía mucha importan-
cia para el objetivo final eª
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puede saber solo, de que lo que que buscaba Sócrates, es
sabemos lo sabemos entre todos, decir: saber cómo se debe
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de que quienes vivimos en socie- vivir. Por ejemplo, en cierta
dad tenemos también que saber ... ocasión mantuvo una discu- e
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socialmente. Ya lo hemos dicho antes,
la filosofía es una consecuencia de la de-
sión casi dramática con un jo- if -~
ven arrogante y fanfarrón llamado ,ti:.. ')
mocracia. Los llamados «filósofos» no for- Caliclés. El tema fue éste: ¿qué es me-
man una casta superior o una secta misteriosa, (C Jj[ lf:.
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vidad todos esos años. No estaba arrepentido de nada, todo lo no como para lo malo. Prefería morir de acuerdo con la le-
contrario: se sentía orgulloso de su eterna tarea de preguntón galidad que seguir viviendo a su edad de modo clandestino,
y discutidor. ¿Por qué? Sócrates lo resume muy bien en una huyendo y escondiéndose. Finalmente aparecieron, allá lejos ~ ;,. (
sola frase de ese discurso memorable: «Una vida que no re- en el horizonte, las velas de la nave fatal que regresaba. Así
flexiona ni se examina a sí misma no merece la pena vivirse». llegó el momento de la ejecución, que en Atenas se realiza-
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La principal tarea de la vida, según él, es preguntarse cómo ba por medio de un potente veneno, la cicuta. Sócrates pasó
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vivir y qué hacer con nuestra vida. Desde luego, estas explica- sus últimas horas charlando como siempre con sus amigos,
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ciones irritaron aún más a sus acusadores y a muchos miem- acerca de la muerte y de la posible inmortalidad del alma.
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bros del tribu~al que debía juzgarle. iSócrates no sólo no re- Estaba completamente tranquilo y casi parecía contento. Sus • -,~¡
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conocía su culpa, sino que decía tranquilamente que merecía -~
un premio de los atenienses por haber sido para ellos como un
últimas palabras, cuando ya la cicuta le hacía su letal efecto, €.- ,;-
tábano; que pica a la vaca hasta que logra despertarla y la
fueron: «Acordaos de que le debemos un gallo a Esculapio». {: I
Es una frase bastante enigmática. Esculapio era en Grecia el
pone en marcha! iQué arrogancia! iVaya frescura! dios de la medicina y solía ser costumbre ofrecerle sacrificios
Finalmente, el tribunal acabó declarando a Sócrates de animales, por ejemplo gallos, cuando algµien se curaba de t i- r
culpable. Y le condenó a muerte. La sentencia, sin embargo, una grave enfermedad. Quizá Sócrates, con su peculiar senti- t '.1:-.
no debería cumplirse hasta que la nave que había zarpado e-,:~
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do del humor, nos dejó como último mensaje que al morir se
hacia el santuario de Delos no volviese al puerto de Atenas. «curaba» de los sinsabores e injusticias de la vida, esa grave
Durante varios días, los amigos y discípulos de Só_crates le enfe1medad ...
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visita.ron en su mazmorra para intentar convencerle de que
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Alba y Nema se pasean entre l,a.s ruinas del ágora de Atenas.
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', ,, . \ ,tif,,: ;:".'!--•' . ..~~ . ¡¡, , '•., .• ....
pensar vive ya medio dormido! Como un zombi ... ·;..:_'...icé':;_· ' •,, . ' ,- ' 'J . ,,; ..
NEMO.-Y lo que Sócrates pretendía con tanta pregunta
.,,
era despertarles, ¿verdad? Creo que tienes razón. Pero debe
resultar muy incómodo pasarse la vida dudando de lo que ya
creía uno tener seguro. ¿y si algunos considerasen más agra-
_..-*.\,( :t :;¡;.:.:'' ''.~
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i,. -.· -~- ·=:· :'
. ,. ·s --.C.
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dable y cómodo seguir «dormidos», como tú dices? i~- \ .
( ,
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1 ALBA.-Por lo que nos acaban de contar, Sócrates no siem- -i
íl :- ., l
"'?J .'7,,.S"':,~'\~~·
· ~'!) ""._.. P.,;-.,.'W •
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pre tenía éxito con sus interrogatorios. iHay quien no se des- \~ ·. '¡ :,.;-
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pierta mentalmente ni a cañonazos! Y también los hay que se • :'.y • • llid '
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cabrean muchísimo con quien pretende despertarles. Acuér-
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NEMO. - iClaro, fueron los «dormidos» que se niegan a ,~_;.i., '" ":.~~ \ " ~- '':~; '· .
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despertar quienes mataron a Sócrates! iPobre hombre!
ALBA.-¿Por qué «pobre»? Yo creo que se lo pasó estupen-
damente, pensando en voz alta e intentando hacer pensar a NEMo.-¿Te lo imaginas ... ?
los otros. Vivió como quiso vivir, aunque no fuera como vi- ALBA.-Me lo imagino riendo o por lo menos sonriendo.
vían los demás. En cambio no puedo imaginarme a Sócrates llorando.
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