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10 Caminos de Inspiracion - Victor Sanz
10 Caminos de Inspiracion - Victor Sanz
Este trabajo está basado en el primer capítulo del libro “Tu factoría de
historias”, taller de escritura de novela del que también soy autor.
Aquí se han extractado los 10 caminos de inspiración propuestos en dicho
taller y se han completado con nuevos ejemplos y ejercicios.
El objetivo de este trabajo responde a la necesidad de quien tan solo busca
un motivo de inspiración para superar esos momentos de bloqueo que
acechan a todos los escritores.
El camino de inspiración nº 3, titulado “El elemento disonante”, es un
extracto del taller de escritura creativa que impartí en Valencia el día 8 de
junio de 2014 en el marco del encuentro de los profesionales de la Lengua:
LENGUANDO (www.lenguando.com)
Víctor J. Sanz
Julio-2014
El nacimiento de la idea
(índice)
Muchas veces sentimos el impulso de escribir sin tener una idea clara de
adónde nos va a llevar la escritura, simplemente lo sentimos. A menos que lo
consideremos como un simple ejercicio, no nos vendría mal tener una idea
sobre la que escribir.
Al hablar del nacimiento de la idea se suele pensar que es un acto casi
mágico que le ocurre únicamente a personas con ciertas capacidades
especiales. Desde luego no se puede negar que no haya algo de magia en el
surgimiento de la idea, pero lo que no está tan claro es que sea un proceso
reservado exclusivamente a un grupo reducido de individuos. Bien distinto es
que, una vez en el camino apropiado para alcanzar la idea, se tenga mayor o
menor capacidad para concretarla, para hacerla realidad.
Las ideas sobre las que basar un relato nos rodean por todas partes, tan es
así que, si pudiéramos ver todas ellas, nos volveríamos completamente locos.
Afortunadamente habitan una dimensión distinta. Para acceder a esa
dimensión donde vuelan libremente hasta posarse casi en cada objeto o en
cada persona que podemos observar a nuestro alrededor, es necesario cambiar
la forma de mirar esos objetos, esas personas y, por lo tanto el mundo que
conocemos.
En este trabajo vamos a señalar diez puertas por las que acceder a esa
dimensión paralela de las ideas; diez caminos distintos que nos pondrán tras
la pista de nuestra próxima idea; te ofreceremos diez billetes para un viaje
cuyo destino es el lugar donde residen las ideas en su formato natural: la
esencia.
Caminos de inspiración
1.- El diálogo interior (índice)
No son pocas las sesiones de trabajo que, a pesar de todos los esfuerzos,
aderezos, componendas, hechizos y supersticiones, un escritor comienza sin
una agenda de trabajo, incluso sin una brújula. Pues bien, por extraño que
pueda parecer, limitarse a seguir simple y llanamente el camino de escribir
puede conducirnos hasta la idea que estamos deseando ver aparecer. Bastará
con buscar en nuestro mundo interior hasta dar con ese recuerdo reincidente,
ese sueño que sigue sin explicación, aquel incidente (propio o ajeno) que aún
hoy nos sigue pareciendo tan extraño, aquella anécdota que todavía hoy nos
produce una sonrisa, aquella persona que sigue ocupando un espacio en
nuestra memoria sin que tengamos muy claro por qué…, da igual, cualquiera
de estos elementos —y otros similares que podamos encontrar por el camino
— servirá.
Una vez elegido el punto de partida, escribe. Hazlo libremente, ningún
lector te está observando; menos aún un crítico o un editor. Escribe.
Escríbelo. Nárralo. Haz que fluya una palabra tras otra hasta alcanzar una
velocidad de crucero que no te permita repensar cada palabra o expresión, de
eso ya habrá tiempo luego. Mientras te posea tu espíritu creativo no dejes que
intervenga tu espíritu crítico, debes conseguir que trabajen en horarios
diferentes.
Es muy probable que el texto que consigas al final de este ejercicio no sea
candidato a ningún premio, pero puede revelarte la idea que se convierta en tu
próximo relato o, quién sabe, si no lo habrás escrito ya con esta sencilla
práctica.
Así que adéntrate en el camino interior sin miedo de lo que puedas
llegar a descubrir. No todo lo que encuentres en este camino tiene por
qué quedar a la vista de otros ojos, no al menos en la misma forma en
que tú lo encuentres.
2.- La restricción (índice)
Fuera de contexto
La palabra tabú
La letra escondida
Así que explora sin reparos cualquier camino que puedas encontrar
gracias a una restricción del tipo que sea, porque te obligará a llevar tu
imaginación por lugares que antes ni podías imaginar.
3.- El elemento disonante (índice)
Las ideas fluyen a nuestro alrededor, tan solo hay que estar dispuestos a
recibirlas, a captarlas. Esto se entenderá mejor con un símil. Si queremos
escuchar una emisora de radio, lo mejor será que dispongamos de un receptor
y que lo pongamos en funcionamiento.
Los ojos del escritor están acostumbrados a señalar lo diferente, lo
singular. Se podría decir que son su antena para recibir esas señales
especiales. El escritor marroquí Tahar Ben Jelloun dice que escribe para
contar la diferencia. Esta sencilla frase encierra la que quizás sea la verdad
más inamovible y universal de la literatura. Parece evidente que nadie
intentará construir un relato sobre la base de un hecho normal o
intrascendente que no encierre cierto grado de singularidad. Tan solo es
preciso prestar atención a cuanto nos rodea y captar aquellas ideas que
devienen en especiales por diferentes: una palabra peculiar, un hecho distinto,
una persona extraordinaria…, esa chispa que enciende nuestra imaginación.
Ese elemento singular, ese elemento que desentona del resto de su entorno
es el elemento disonante. Esta excepcionalidad puede venir dada porque el
elemento en cuestión se encuentra circunstancialmente entre los de una clase
distinta a la suya o bien porque tiene una característica especial que lo hace
distinto del resto de los de su clase.
Como decíamos, el elemento disonante puede ser tanto un objeto, como un
personaje, como un escenario o como una característica de ese personaje,
objeto o escenario. Veamos cómo se concreta todo esto.
El personaje disonante
Nada mejor que comenzar con un ejemplo. Imagina una manada de ñus
pastando en la sabana africana. En un principio no hay nada singular en ello,
ninguno de los miembros de la manada destaca sobre los demás por nada en
especial. Cambiemos ahora uno de los ñus y coloquemos en su lugar una
cebra. Ahora sí tenemos un elemento singular dentro de un conjunto
homogéneo. Si de alguno de los miembros de la manada merece la pena
contar la historia, sin lugar a dudas ese miembro es la cebra. Puede que no
sea una gran historia, pero en ese contexto a buen seguro es el único centro
posible de cualquier historia que se quiera contar sobre la manada.
Otro ejemplo animal. Imagina una familia de patos, ese ave palmípeda,
con el pico de color naranja más ancho en la punta que en la base y en esta
más ancho que alto, con su plumaje blanco… Ahora imagina un cisne, ese
ave también palmípeda, también de plumaje blanco, también de pico
anaranjado, pero que tiene un cuello muy largo y flexible y las alas grandes.
Cierto, Hans Christian Andersen ya escribió en 1843 El patito feo.
Veamos un ejemplo más humano. Tomemos un grupo humano cualquiera,
de cualquier origen, nacionalidad, edad o número, cualquier grupo que
imagines servirá, ahora otorga a uno de esos humanos la capacidad de volar y
una fuerza sobrehumana. Está bien, Jerry Siegel ya creó Superman en 1932.
La idea es crear esa singularidad otorgando o eliminando características o
cualidades a un miembro de entre los de un grupo dado. ¿Acaso no son
Superman o El patito feo un elemento disonante de primer orden?
Estas son demostraciones de que un personaje resulta disonante cuando es
distinto entre los de su clase o cuando está entre los de una clase distinta.
Pero veamos más ejemplos. Otro disonante ejemplar es el protagonista de
la obra “Diálogo secreto” de Antonio Buero Vallejo. Braulio es crítico de arte
pero tiene una característica que lo hace muy distinto de los demás colegas de
profesión: es daltónico. Esta circunstancia es el elemento disonante sobre el
que gira toda la obra.
Hay multitud de ejemplos de personajes disonantes tanto en la literatura
como en el cine o en la televisión. Solo por citar algunas referencias y
siguiendo la estela de Superman, cualquier superhéroe es un personaje
disonante, pero también lo es El hombre invisible que H.G. Wells publicó en
1897; o La mosca, película dirigida por Kurt Nuemann en 1.959 en la que el
científico André Delambre trabaja en un experimento de teletransportación de
materia con consecuencias no deseadas. Podemos encontrar ejemplos más
recientes en Sin noticias de Gurb, la celebrada novela de Eduardo Mendoza
en la que dos extraterrestres vienen a parar a la Tierra por un aterrizaje de
emergencia y en una exploración rutinaria del entorno, uno de ellos, Gurb, se
pierde y se convierte en un personaje disonante practicante, valga la
expresión; o las películas E.T. (Steven Spielberg, 1982), Los visitantes (Jean-
Marie Poiré,1993) o El caballero negro (Gil Junger, 2001), la primera basada
en un viaje espacial y las dos últimas basadas en viajes en el tiempo como
detonante de la singularidad de sus personajes —perfectamente normales en
su contexto cotidiano— pero completamente excepcionales en el nuevo
contexto social y temporal.
En productos televisivos, los personajes disonantes también son la base de
muchas historias. La serie de TV Primos lejanos (1986) es un buen ejemplo.
En ella el personaje de Balki Bartokomous, un pastor de ovejas que vive en
Mypos (una imaginaria isla griega), emprende un viaje —en busca de unos
parientes lejanos— a los Estados Unidos, donde protagoniza un sinfín de
escenas chocantes tanto para él mismo como para el resto de los personajes y
los espectadores. Más reciente tenemos el caso de la serie The Big Band
Theory (2007), donde el personaje disonante es, curiosamente, el que
podríamos calificar de “más normal” entre todos los protagonistas, y a quien
su condición de excepcional le viene dada por, a su vez, la propia
excepcionalidad del resto de los personajes en cuyo mundo se va integrando
poco a poco. Más reciente aún tenemos otra serie en la que la singularidad no
viene dada por el personaje en sí mismo, sino por algo que le acontece en el
primer capítulo; se trata de Breaking Bad (2008).
Como podemos ver, la singularidad de un personaje —por su personalidad
o por sus características o la alteración de alguna de ellas— proporcionan una
buena base para construir una buena historia. Hemos visto ejemplos que
transitan los caminos de la comedia, del misterio, de la acción, de la ciencia
ficción, de la fantasía. Hemos visto ejemplos de literatura, de cine, de
televisión, de teatro. Quiere esto decir que si somos capaces de encontrar o —
en su defecto generar— un personaje disonante, podemos estar ante un punto
de partida a considerar muy seriamente.
El hecho disonante
El escenario disonante
Esta es una variante del camino anterior. Se trata del denominado ‘de la
crítica productiva’ por el crítico alemán Julius Petersen. Asegura Petersen
que existen obras cuya génesis viene determinada por la reacción provocada
por otra obra anterior. No está hablando de plagio ni nada parecido, se está
refiriendo a las obras que se constituyen en la visión particular de un escritor
sobre un tema ya tratado anteriormente aunque sea de forma muy concreta y
definida. Partiendo de una misma idea se pueden alcanzar resultados
completamente distintos y distantes. Esta crítica productiva es más
fácilmente detectable en el cine. Piensa por un momento en esas películas que
no solo tratan un mismo tema, sino que lo hacen aparentemente de una forma
tan parecida que nos lleva incluso a confundirlas entre sí con asombrosa
facilidad.
Toma una obra muy conocida, de la que puedas tener acceso a estudios,
análisis, críticas y reseñas. Haz de ella una lectura crítica y comienza su
reescritura, escríbela justo como tú la hubieras escrito, con tu estilo, tus
palabras, tu forma de contar las cosas.
En esencia: siéntate frente a una obra tan grande, tan imponente, que
solo tengas la esperanza de hacerlo mucho peor. Esto te despojará de
todo absurdo prejuicio al realizar esta práctica y te permitirá alcanzar
cotas de creatividad que solo la libertad concede.
6.- Círculos semánticos (índice)
Se puede concluir que todos los caminos que conducen a la génesis de una
idea para un relato —tanto los expuestos aquí como casi con toda seguridad,
cualquier otro— transcurren por los territorios de la curiosidad y la
observación, si el escritor no es curioso y no observa cuanto le rodea,
difícilmente va a poder desempeñar su oficio con garantías.
Las ideas están ahí fuera y no queda más remedio que hacerse explorador
para ir en su busca.
Existen otras muchas fuentes de ideas. En general, cualquier juego de
palabras es susceptible de convertirse en una fuente de ideas prácticamente
inagotable. Así que saca al niño que llevas dentro y juega con las palabras,
porque es donde residen las ideas.
La plasmación de la idea
Las ideas no son sin palabras, son como una concentración de palabras
que están esperando su big-bang para ser desentrañadas.
Sea cual sea el camino que has seguido para alcanzar tu idea, es
imprescindible que antes de empezar a plasmarla en una sucesión de palabras
con más o menos pretensiones, tengas una definición nítida de qué quieres
decir. Porque de lo contrario no te será fácil llegar a saber cómo decirlo.
Si te reconoces en la siguiente frase: “ya tengo la idea, pero cuando la
llevo al papel pierde fuerza, no es como me lo esperaba”, estás cometiendo
un error si crees que debes esperar a que ese problema se solucione por sí
solo. El simple hecho de comenzar a escribir rondando esa idea, aunque no
sea en la forma ni con el resultado que esperabas, puede depararte muchas
sorpresas agradables.
Pero comenzar a escribir rondando la idea no solo nos puede poner en el
camino de lo que finalmente será nuestra narración, sino que puede servir
como desatascador. Quizás estemos trabajando con una buena idea pero le
estamos aplicando un tono que no le favorece, por más que nos parezca el
ideal. Escribe algunas líneas y luego léelas para comprobar si el resultado se
parece más a lo que tú querías o a lo que la idea necesita.
Si has captado simultáneamente varias ideas para escribir, no trates de
meterlas todas en la misma habitación, muy posiblemente cada cuál requiera
la suya.
A pesar de la versatilidad de las ideas, también puede ocurrir que estés
manejando como iguales ideas que no lo son, por ejemplo, la base para un
relato o la base para una obra de teatro.
La inteligencia creadora participa del caos, un factor que resulta
absolutamente incompatible con la capacidad de organización y
estructuración que se requiere para el desarrollo de una idea. Por lo tanto, es
altamente recomendable dejar reposar las ideas un tiempo. Después
tendremos una visión más objetiva de ellas y eso nos permitirá esclarecer si
es una idea útil o no.
Además, la idea por sí sola no suele pasar de ser una frase —con suerte un
diálogo— o un personaje potencial o un título o…, pero nunca pasará de ser
eso, una pequeña parte del todo que podría llegar a ser. También por esto hay
que dejarla reposar.
Conclusiones
—Sé proactivo, no esperes a que la idea te encuentre, sal tú a buscarla.
—Sé observador, no dejes que nada especial a tu alrededor te pase
desapercibido.
—Sé curioso, hazte preguntas siempre y sobre todo.
—Sé paciente, no abordes el desarrollo de una idea para un relato nada
más surgir. Déjala reposar un tiempo. Las primeras impresiones sobre las
ideas pueden no cumplirse, ni las buenas ni las malas. Es decir: las ideas son
un plato que se escribe frío.