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Sobre las teorías sexuales infantiles1

Sigmund Freud, fue un médico nacido en Freiberg, Moravia, ciudad que en ese entonces hacia
parte del imperio astro húngaro. Vivió en Viena, Austria casi toda su vida (1856 - 1939). Es reconocido
como el fundador del psicoanálisis y aunque a lo largo de su vida se dedicó al estudio de problemas
nerviosos desde el campo medico y psiquiátrico, por ciertas circunstancias de vida e intereses personales
llego a encargarse de las expresiones histéricas que padecían las mujeres de su época, 2 considerando que
así entendería el fenómeno de su interes. En este apartado de su obra, Freud deja clara la procedencia de
los hallazgos que presentará. Son el resultado de la observación de los niños, de las narraciones de
pacientes mediante las cuales se acercaba a su vida infantil e igualmente de las relaciones que ellos
tejían a partir de sus recuerdos en el proceso psicoanalítico, y que traían como resultado el paso de
saberes inconscientes al plano de lo consciente.

Cuando uno comienza a leer el texto puede pensar que Freud de entrada se defiende de personas,
que por las bases morales y científicas de la época, contaban con los argumentos para cuestionar sin
vacilar el contenido de su exposición. Dice que la primera fuente (la observación del niño), a pesar de
ser la técnica que contribuye ampliamente en la constitución de saberes varios y mucho más precisos
sobre el niño, no puede ser abordada del todo. Los adultos guardaban un recelo que no les permitía
reconocer la presencia de una latente sexualidad en los infantes. Por esto, nunca se darían a la tarea de
observarlos u algo por ese estilo y mucho menos con la intención de rastrear ese tipo de conductas.
Finalmente aunque Freud no examine la legitimidad de las críticas al psicoanálisis y a los resultados que
arroja su práctica, asegura que ésta es lo que realmente le ha permitido confiar en sus resultados. Es
como si digiera: sí generalmente se dice que son los hechos lo que permite presentar resultados, cómo
negar que la experiencia de la práctica psicoanalítica puede presentarse como fundamento de mis
exposiciones.

Por mi parte, considero que el autor aclara la pertinencia de las tres fuentes para su análisis con la
intención de afirmar que la práctica psicoanalítica le permitiría a cualquiera que la ejerza, la constitución
de un asidero para sustentar la idea de sexualidad o vida sexual en los niños. Además, para no
simplemente debatir arbitrariamente quien tiene la verdad y a la vez dejar claro que por lo menos
describe lo cuidadoso (o pretensioso) que ha sido para establecer sus acercamientos y elaborar sus
concepciones.

Siguiendo con el texto, encuentro que Freud reconoce que puede ser un problema señalar
momentos en el desarrollo, y más, si se organizan en secuencias temporales inquebrantables.
Estandarizarlas en el estudio de las conductas sexuales e introducirlas en las concepciones de desarrollo
infantil sería infructuoso. Aún así afirma sin vacilar que sus sistematizaciones le permiten aseverar que

2
“la revolución Psicoanalítica”. Marthe Robert.
los niños, sanos en términos cognitivos y emocionales, se ocupan de su vida sexual desde tempranas
edades.

Según el escrito, Freud no atribuye valor a la afirmación que alienta la idea de que no se puede
rastrear claramente el pasado de un neurótico porque éste es un ser en degeneración. Dice que sus
investigaciones muestran claramente que las condiciones psíquicas que definen a una persona normal y a
un neurótico se dan por la manera en que las personas afrontan sus complejos. No puedo evitar decir que
me causo cierta impresión encontrar explícitamente en la lectura la comparación entre alguien normal y
alguien que no lo es. En el texto se dice claramente que el neurótico reprime sus conflictos al punto de
generar ciertas transformaciones –textualmente, formaciones sustitutivas (pág.188). Mientras que “el
normal” domina dichos complejos. Aun siendo arriesgado, expresó lo anterior porque, mediante las
exposiciones del Profesor Sampson he llegado a inferir –no sé si acertada o desacertadamente– que se
podría pensar que la estructura neurótica hace parte de la condición humana. Solo que se presenta,
constituye o expresa en cada individuo por la mediación o por la relación reciproca que establece con los
diversos factores implicados en su historia y sus relaciones desde sus disposiciones singulares.

Para defenderse de las afirmaciones que cuestionaban la técnica que implicaba y tomaba como
referencia las comunicaciones de sus pacientes –proceso que igualmente le facilitaba el acercamiento a
la vida infantil de los mismos–, Freud asevera que las narraciones de los neuróticos generalmente dan
cuenta de una actividad precoz en relación con la maduración y las conductas sexuales en los primeros
periodos de la vida. De la misma manera que lo evidencia las observaciones de niños, que por sus
conductas, según las consideraciones y conocimientos de Freud, probablemente se convertirían en
neuróticos. Lo dicho anteriormente me resulta importante, pues por una parte, permite reconocer que los
debates epistemológicos y metodológicos que han habido en la Psicología del Desarrollo, también se
dieron en los comienzos de la práctica psicoanalítica; y, por la otra, porque deja ver cómo estudiar
apropiadamente la vida subjetiva del niño, y en general del ser humano. Considero que es bastante
preciso conjugar las inferencias que surgen de la aproximación a la realidad psicológica de las personas
adultas mediante sus narraciones, con las inferencias que surgen de los datos aportados por una
metodología de observación al infante. Así, eventualmente estas inferencias podrían sustentase
recíprocamente.

Siguiendo la anterior línea de ideas, el autor llega a precisar que tratará principalmente asuntos
del desarrollo sexual masculino. Hasta este punto no aclara porque lo hace aunque señala que es por
circunstancias que condicionan así su estudio. Igualmente dice que los resultados de este último no
deben quedarse en el orden de lo descriptivo. Las ideas propias del niño frente a la sexualidad, además
de despertar curiosidad, contribuyen en el entendimiento de los cuentos tradicionales y en la
comprensión de la constitución de las neurosis y sus síntomas.

Cuando Freud hace alusión a la curiosidad que podría tener un ente descorporeizado al llegar a
nuestro mundo por primera vez y encontrarse con nuestra especie (Pág. 189), me queda la impresión de
que sugiere que al llegar al mundo el infante debería tener como pregunta fundamental la cuestión frente
a la existencia de dos sexos en una sola especie; lo que lo determina de esta manera y las respectivas
funcionalidades, inicialmente biológicas, del hombre y de la mujer. Aunque seguidamente uno infiere
que lo que buscaba decir era que este tipo de preguntas quedan solapadas por la cultura. Freud afirma
que el niño desde su nacimiento se encuentra envuelto por la presencia de un hombre y una mujer,
situación que lo lleva a establecer una claridad “incuestionable” frente a lo que son cada uno. Entiendo
que mediante dicha exposición primaria el infante determina los lugares que cada uno tiene en la
relación, en el hogar y posteriormente en la sociedad 3. Se podría decir que lo anterior hace que las
preguntas y acepciones del niño frente a las diferencias entre el hombre y la mujer tomen determinados
caminos.

Las teorías sexuales que construyen los niños, muchas veces provienen de los relatos de los
padres, uno de los asideros que tienen para resolver lo que les resulta misterioso. De esta manera, antes
de exponer las diferentes concepciones de sexualidad que construyen los niños tomando como base los
conocimientos constituidos en las relaciones con sus referentes familiares y sociales, Freud señala que la
curiosidad del niño y las resoluciones que hace a partir de ella frente a temas sexuales, surgen de sus
pulsiones egoístas. Al parecer el autor afirma la existencia de una condición que hace del niño un mar de
fuertes necesidades que no puede ser apaciguado sin antes afrontarlo y confrontarlo. Dicha conflicto se
expresa en las diferentes búsquedas o desencuentros de un infante, igualmente en el hecho de que la
angustia que resulta de dicho conflicto se desplazase mediante la atención y ciertas formas de
interacción con un cuidador.

Por esta razón creo que Freud plantea que el niño con tan solo percibir la llegada de una
presencia que pretenda la atención que se tiene destinada para él, pensará que ésta última se las arreglará
para robar sin recelo los cuidados que contribuyen en la resolución de sus necesidades. Se podría decir
que atribuirá a ese otro lo que él desea y se consolidara como individuo mediante esa capacidad. Según
el escritor del texto, es allí donde el niño construirá representaciones y procesos de pensamientos que
antes no alcanzaba; así como probablemente llegará a comprensiones frente a cuestiones que antes lo
aquejaban y que de cierta manera lo constituían y constituirán –eso si se tiene en cuenta que al
comprender o transformar la representación sobre algo que generaba angustia se configurará un saber de
manera particular, creo que justamente por que existió un tipo de conflicto frente a ese no saber
interiorizado que debió ser afrontado de manera singular.

Espero no esté fuera de lugar hacer alusión a la idea de constitución de yo propuesta por Lacan y
retomada por el Profesor Sampson en algunas de sus reflexiones 4. Lo hago porque fue mediante mi
mediana comprensión de ellas que pude ir acercándome acertadamente y atribuyendo un sentido –sí es
que lo estoy haciendo– a los planteamientos de Freud, no solo relacionados con el proceso de
identificación del niño, sino también con el proceso que posibilita la elaboración de las ideas de
sexualidad en los niños y la incidencia constituyente que tienen en todo el desarrollo humano.

En ese sentido, Creo que el Profesor Sampson dice que las conductas agresivas del niño hacen
parte de sus procesos de constitución, de inscripción en la cultura y el lenguaje. Muestran que el “yo”
3

4
tiene que ver con el “otro” directamente, puesto que uno debe verse en el otro, debe tomarlo como
objeto e introyectarlo para poder constituirse como individuo; esa relación manifiesta y da lugar a un
primer conflicto psíquico, o como lo sugiere Freud, comienzan a aparecer en el infante nuevas
preguntas, nuevas maneras de pensar. Volviendo al texto de Sampson y reiterando que de esta manera
me acerco menos confundido a las maneras de escribir de Freud y lo en ocasiones enigmático de sus
planteamientos. Interpreto que el profesor dice que hay un principio de agresividad que proviene de las
relaciones que establece un niño para afrontar o resolver su proceso de identificación. Verse y sentir (no
solo cosas bonitas) a través del otro le permite constituir su yo. Además el principio agresivo se
relaciona con la manera en que se interioriza la norma proveniente del orden simbólico cultural y por
tanto con ese moldeamiento que determina lo que se es. Para poner lo anterior en las situaciones
infantiles presentadas por Freud, uno podría preguntase ¿cómo el niño diezmará la necesidad de
deshacerse de quien llega a arrebatarle lo que es suyo?, ¿será que un adulto reconoce que todos esos
deseos infantiles siguen en nosotros de una u otra manera?

Continuando con los planteamientos de Freud, expondré las ideas que él rastreó y que provienen
de los niños que cuestionan el nacimiento. Aclaro que los párrafos anteriores buscaban explicar, entre
otras cosas, por qué el escritor sugiere que el niño se pregunta sobre el nacimiento cuando teme o
percibe que un otro le quitó o puede quitar a sus padres. Él afirma que debería haber sido brutalmente
adormecida la capacidad del niño para que este no cuestionase en algún momento a sus referentes
inmediatos buscando saber de donde provienen los otros. Igualmente considera que las preguntas de los
niños son generalmente evadidas y distraídas mediante mitos o reprimendas. Esto hace que los niños
queden insatisfechos y lleguen a considerar que sus padres o se en encuentran equivocados o quieren
esconder algo. Además este misterio impuesto al tema por los adultos los lleva a investigarlo en secreto.

Para el autor a partir de lo anterior se generan las condiciones para un primer conflicto psíquico.
A diferencia del conflicto primario que se planteó líneas arriba y desde perspectivas frente al tema
modernas, Freud asume que la opinión que tiene el niño frente a la sexualidad y el nacimiento se
conforman a partir de sus fuerzas interiores singulares o pulsiones, particularidad que lo lleva a una
oposición con la autoridad. Sus opiniones son señaladas incorrectas y de esa manera se impone la verdad
del adulto así genere inconformidad y desazón en el niño. Me da la impresión de que Freud sugiere que
la escisión psíquica que resulta del anterior conflicto infantil con la autoridad tiene que ver con la
conformación de los planos consciente e inconsciente. Por lo que me queda la pregunta que cuestiona en
qué momento del desarrollo se estructuran estas instancias. Pareciera que el conflicto planteado por el
autor se diera en la mediación del lenguaje verbal, por lo que me preguntó entonces, ¿qué hemos
constituido antes de ello? Uno lo podría resolver señalando que el lenguaje no es solo verbal, pero aun
así eso no agotaría la explicación. La verdad me parece que los procesos primarios son los más
complejos y por tanto difíciles de observar y entender.

Después, Freud descarta de las teorías sexuales infantiles la idea de que la cigüeña trae a los
niños. Lo hace señalando que el niño puede llegar a relacionar la aparición del vientre femenino con el
nacimiento, así esto devenga inconsciente después de su vivencia y por tanto constitución. También por
que justamente la vida sexual animal resulta bastante explicita para el niño, quien se interesa sagazmente
por los animales. A razón de lo anterior el autor sugiere que el niño a partir de conocimientos como
esos prueba o configura el camino para pensar adecuadamente, aunque su vida sexual condicione e
inhiba las construcciones simbólicas que pudo haber constituido mediante sus comprensiones para
definir la sexualidad humana y lo que ella implica a nivel de las relaciones.

Las diferentes concepciones de sexualidad que construyen los niños se fundan en los
conocimientos que surgen en nosotros a través de las relaciones con referentes familiares y sociales, por
esta razón, corresponden a una solución para los padres a la hora de resolver dudas sobre sexualidad.
Además, aunque tenga un alto grado de falsedad, llevan en sí mismas un grado de verdad. Este grado de
veracidad puede entenderse si se tiene en cuenta que las pulsiones contribuyen en la constitución de
saberes, ellas configuran las necesidades de identificación y definición sexual que tiene cada uno y que
se enmarcan en un contexto social particular. En otras palabras, esas concepciones infantiles no resultan
de la nada o de la casualidad, corresponden a la configuración que se hace del mundo a partir de la
influencia que tienen la fuerza de las necesidades primarias de cada ser.

Lo anterior es lo que le permite al autor hablar de teorías y de errores comunes en los niños en
cuanto la sexualidad. Por lo que para continuar con dicha exposición él afirma que el descuido frente a
las diferencias entre los sexos, tiene que ver con la atribución infantil masculina que señala a la mujer
como portadora de un pene. Como el pene corresponde a la zona erógena predominante en cuanto la
satisfacción, tiene un lugar preponderante en las representaciones que el infante hace de un igual. Creo
que un niño podría considerar imposible imaginarse al otro sin semejante componente. Además, la
afirmación del autor cuando se refiere al niño que ve a la hermana desnuda y asegura que tiene pene
(pág. 192), da a pensar que hay constituciones profundas que inhiben lo que para muchos se ha definido
como una realidad.

El hecho de que un hombre adulto no resista imaginarse u observar a una mujer con pene, da
cuenta de una identificación sexual heterogénea, si el niño se quedará fijado en sus ideas infantiles
acerca de la mujer, podría estar expresando la satisfacción sexual que puede encontrar en el hecho de
concebir el pene como la única forma de desplazar su deseo. Esta condición puede generarse por muchas
razones, pero Freud dice que principalmente se da por la amenaza de castración, la prohibición del
autoconocimiento que lleva a reprimir el gusto por la autosatisfacción y por tanto a no resolverlo
“normalmente”. El pene es la primera fuente de la satisfacción masculina, por lo tanto el niño, al no
pasar su deseo a la mujer real, tendrá que buscar su placer mediante la posibilidad de tomar como objeto
de deseo un pene. En cuanto a las mujeres, el escritor nos dice que el placer de tocar su clítoris configura
la sede de sus excitaciones, y aunque mediante las represiones morales y la castración la niña se hace
mujer, en ocasiones suelen disfrutar más del rose del clítoris que del coito, lo que las puede llevar a
desplegar su sexualidad, al igual que el hombre que no desplazo su objeto del deseo, mediante fuentes
de placer singulares, o anormales si hablamos en términos de la identificación sexual que se espera
socialmente. Además, en la mujer puede darse la anterior situación como consecuencia de
representaciones inconciliables que se traducen en fenómenos histéricos. Vale la pena resaltar que el
autor señala que la niña al igual que el niño asume la idea de que tiene o debe tener pene y esto a nivel
de sus representaciones y con las influencias sociales determina unas condiciones de ser en ella.
En el texto también se dice que la tesis de que la mujer tiene pene obstruye las comprensiones a
las que el niño podría llegar, los pensamientos que tiene de sí mismo y de su pene le generan excitación
y esto hace que lo relacione con la concepción o embarazo humano, una función importante equiparable
a la del pene. Aun así piense que el miembro masculino debe penetrar y que esa penetración podría
explicar cómo llegan los niños al vientre, todo se inhibe por ese saber interiorizado que dicta a la mujer
como portadora de un falo.

De la anterior acepción infantil se desprende la teoría sexual (de la cloaca) que Freud expone
seguidamente. Los niños al relacionar la llegada de otro con el crecimiento del vientre materno pueden
llegar a creer que este saldrá por vías intestinales, es decir, que será introducido al mundo mediante una
deposición. Así el autor afirma que los niños como consecuencia de los componentes sexuales anales
establecen este tipo de representaciones. También que en edades más avanzadas uno podía notar la
represión que se le impuso a esa representación. Las discusiones del niño un poco mayor frente a este
tema arrojaran acepciones que señalan el nacimiento a través del ombligo o mediante la apertura del
vientre. Esta “saber” construido por los niños les permite considerar que el hombre también es capaz de
dar a luz y es una expresión vivaz del erotismo anal ya reprimido.

Según el autor, la tercera teoría sexual de los niños tiene que ver con el hecho de presenciar el
acto sexual de los padres. Que el niño observe fugazmente dicho acto lo lleva a establecer una
concepción sádica del coito. Sucede de esta manera por que el niño intentará discernís el porqué uno
encima de otro, el porqué de los ruidos y gemidos, entre otras particularidades que se dan a lo largo de
una relación sexual. En resumen, se podría decir que el niño supone que el más fuerte de la relación
somete al débil mediante un acto violento. Igualmente Freud señala que los niños no llegan a relacionar
el acto sexual con el nacimiento justamente por representarlo como algo violento. Finalmente se dice
que esta teoría corresponde a componentes de sexualidad innatos puesto que determina la manera en que
se concibe el acto sexual posteriormente. Configura la posibilidad de “lucha” con el otro sexo.

Me resulta imprescindible destacar que el autor explica muy bien sus argumentos. En el caso de
esta teoría deja claro que el niño llega a representar el coito entre los padres como una lucha. En sus
huellas de memoria aun se guardan los momentos vividos en la habitación de los padres, allí
probablemente la madre se cuidaba del embarazo y la insatisfacción que le producía el acto, mediante el
rechazo de su pareja. Además las discusiones o confrontaciones diarias que por lo general se dan en una
relación de pareja, reafirman la idea de que padre y madre están en una constante lucha. Es preciso decir
que el contexto jugó una pieza clave para las aseveraciones de Freud, si retomamos la vida cotidiana de
Viena5 podemos reconocer que la mujer tenía un lugar bastante comprometido frente a las funciones
familiares. Debía responder a las necesidades de su esposo sin cuestionar lo que percibía o consideraba
como desagradable.

Personalmente creo que habían unas bases morales que señalaban los lugares de cada miembro
familiar, aun así, todo el cumulo de necesidades que tienen las personas hacían que se viviera un tipo de

5
Impresiones constituidas a partir de la lectura de “la revolución psicoanalítica” de Marthe Robert y la observación de la
película Viena 1900.
hipocresía colectiva que permitía desplazar toda esa angustia proveniente del deseo. Lo digo por el Caso
de Dora discutido a lo largo del curso. Allí se reconocieron situaciones en la vida cotidiana de esta
familia que permiten afirmar la existencia de un juego que buscaba guardar los deseos y su
desplazamiento a la mirada de otros. Se generaban pantomimas para hacer lo que a estas personas les
resultaba satisfactorio. Investían sus relaciones sociales y familiares de la normatividad moral, pero tras
ella se encontraba la intención de lograr situaciones para nada morales que permitieran la obtención del
otro sin adentrarse en discusiones acaloradas y vergonzosas desde la perspectiva de esa época.

La afirmación de Freud de que el miedo a la sangre puede expresarse en los neuróticos como el
resultado de su observación en las sabanas de los padres después de la noche y mientras se era un niño,
me lleva a pensar que los saberes conscientes e inconscientes se configuran individualmente pero a
través del contexto y las relaciones. En este caso se habla del miedo a la sangre, particularidad que se
debe haber dado en la época. Supongo que había nociones populares que concebían la presencia de
sangre como el inicio de la vida sexual y que además llegaban a los niños de alguna manera.

Finalmente se expone la última teoría sexual que el escritor del texto cree, construyen los niños
en su necesidad de saber de donde provienen las personas. Esta última tiene que ver con la comprensión
de lo que significa estar casado. Las “inferencias” del niño frente a los diferentes elementos que
transitan en la relación de sus padres y la configuración que hace de estas representaciones mediante la
influencia de sus pulsiones, lo llevan a considerar que estar casado brinda satisfacción y disipa la
vergüenza. A razón de esto las concepciones frente al matrimonio son las más significativos y las
mayormente relacionadas con las expresiones neuróticas que se dan a lo largo de la existencia.

Lastimosamente las represiones sociales y culturales hacían que en el contexto vienes de la época
coaptará la significación que debía hacerse frente a lo que implicaba el matrimonio y el lugar que este da
a los que llegan a formar parte de este núcleo. Entre tanto, en el texto se plantea que así sean
esclarecidas las dudas frente al coito, el nacimiento y el matrimonio, el niño tiende a vislumbrarlas desde
las representaciones infantiles que una vez aportaron para la constitución de su identidad sexual.

Además de lo anterior, Freud señala que después de la pubertad surgen nuevas teorías para
resolver los enigmas sexuales, pero que estas no guardan mayor relación con las conductas neuróticas,
razón por la cual no las presenta, aunque reconoce que su significatividad tiene que ver con el despertar
de las antiguas representaciones. Aun así cuando enuncia esto deja claro que en la infancia las
significaciones frente a situaciones sexuales están cargadas de las fuerzas primarias y que ellas al
haberse configurado relacionalmente o mediante el otro, revisten gran importancia a la hora de entender
las constituciones y apropiaciones que hacemos y hasta para comprender las diversas expresiones
neuróticas.

A grandes rasgos uno podría decir que Freud termina sugiriendo que los esclarecimientos que
otro haga para que un niño comprenda el origen de las personas y su relación con los núcleos familiares
es casi tiempo perdido. Si retomará lo que planteo Freud con base a lo que expone esta reseña, diría que
nosotros lo que hacemos es reconstruir y resignificar nuestro pasado de tal manera que podamos
situarnos con un sentido en una situación actual y externa. Lo hacemos de esta manera por que el
proceso constituyente es bastante conflictivo y deja en nosotros huellas que, aunque se resignifiquen
mediante la concientización u otros procesos, podrían llegar a determinarnos. Como bien lo señalo Freud
a lo largo del escrito hay fuerzas en el ser que necesitan ser contenidas por otros y que dependiendo de la
forma en que se contengan y se interrelacionen se obtendrán unas maneras de hacer y ser el mundo,
“patológicas y no patológicas”. Esas maneras de contener las vemos en las relaciones que se tejen para
introducir al otro en las normas culturales y sociales que harán de él un tipo singular de persona.

Ahora bien en cuanto a la sexualidad infantil, me parece preciso señalar que el autor contaba con
la capacidad intelectual para argumentar y defender sus presupuestos. Su manera de escribir, las
salvedades teóricas que hace antes de afirmar algo, la sustentación en la práctica y el conocimiento de
los saberes y quehaceres populares se presentan como una herramienta a lo hora de presentar lo que el
autor considera juega un papel fundamental en la constitución del yo y la configuración del ser que se
hace a partir de dicha definición. Además vale la pena decir que Freud tomaba como referencia todo el
marco existencial de la persona, el nos hablaba de cómo la cotidianidad configura nuestras fuerzas
primarias y como eso permite adentrarnos en un mundo simbólico de cierta manera. Lo único que podría
desagradar en sus planteamientos es que al parecer, y como lo sustenta la teoría, el estaba impregnado de
ciertas visiones de la época, que de una u otra manera tuvieron que ver en sus formas de trabajo y en las
maneras en que fue presentado y desarrollado. Aunque sea mediante una rebeldía se puede notar que
provienen o desafían la mayoría de cánones sociales respetados y asumidos en la época en la cual vivió.
Ciertas bases.

REFERENCIAS

- Sigmund Freud, “Sobre las teorías sexuales infantiles” en Sigmund Freud, obras completas.,
Buenos Aires, Amorrortu, 1899, vol. IX.
- Robert, M (1966). “La revolución psicoanalítica” (Traducción: Julieta Campos). México D. F.:
fondo de cultura económica.

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