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Para Freud, la sexualidad humana es una de las principales vertientes de la energía vital
que mueve el comportamiento del ser humano. Esta energía, a la que se le puso el
nombre de libido, es la fuente de los impulsos que para el padre del psicoanálisis hacen
que tendamos hacia ciertos objetivos a corto plazo y, a la vez, obligan a otras instancias
de nuestra psique a reprimir estas tendencias para no ponernos en peligro o no entrar en
conflicto con el entorno en el que vivimos.
La energía vital que se expresa a través de la sexualidad, según Freud, está presente ya
desde las primeras semanas de nuestra vida, lo cual significa que nuestra vertiente
sexual no nace en la adolescencia, tal y como muchos investigadores de su época
sostenían.
Pero las repercusiones de esto no tienen que ver simplemente con localizar el inicio de
nuestro desarrollo sexual en uno u otro punto de nuestro calendario vital. Tiene
implicaciones profundas en el modo en el que Freud relacionaba nuestra personalidad
con nuestra vertiente íntima, afectiva y basada en impulsos.
Según la teoría freudiana, las etapas de desarrollo psicosexual y sus características son
las siguientes.
1. Etapa oral
La etapa oral ocupa aproximadamente los primeros 18 meses de vida, y en ella aparecen
los primeros intentos por satisfacer las demandas promovidas por la libido. En ella, la
boca es la principal zona en la que se busca el placer. También es la boca una de las
principales zonas del cuerpo a la hora de explorar el entorno y sus elementos, y esto
explicaría la propensión de los más pequeños a intentar "morderlo" todo.
Si se impide tajantemente que los bebés utilicen su boca para satisfacerse, esto podría
producir un bloqueo que haría que ciertos problemas quedasen fijados en el inconsciente
(siempre según Freud).
2. Etapa anal
Esta etapa se produciría desde el fin de la etapa oral y hasta los 3 años de edad. Se trapa
de la fase en la que se empiezan a controlar el esfínter en la defecación. Para Freud, esta
actividad está vinculada al placer y la sexualidad.
Las fijaciones relacionadas con esta fase del desarrollo psicosexual tienen que ver con la
acumulación y con el gasto, vinculadas con el espíritu ahorrador y la disciplina en el
primer caso, y con la desorganización y el derroche de recursos en el segundo. Sin
embargo, según el padre del psicoanálisis, estas dinámicas de gasto y ahorro no se
expresarían solamente o principalmente a través de la gestión del dinero.
3. Etapa fálica
Esta fase pulsional duraría entre los 3 y los 6 años, y su zona erógena asociada es la de
los genitales. De este modo, la principal sensación placentera sería la de orinar, pero
también se originaría en esta fase el inicio de la curiosidad por las diferencias entre
hombres y mujeres, niños y niñas, empezando por las evidentes disimilitudes en la
forma de los genitales y terminando en intereses, modos de ser y de vestir, etc.
Además, Freud relacionó esta fase con la aparición del "complejo de Edipo", en el que
los niños varones sienten atracción hacia la persona que ejerce el rol de madre y sienten
celos y miedo hacia la persona que ejerce el rol de padre. En cuanto a las niñas que
pasan por esta etapa del desarrollo psicosexual Freud "adaptó ligeramente la idea con
Complejo de Edipo para que englobas a estas, a pesar de que el concepto había sido
desarrollado para que cobrase sentido principalmente en los varones. Fue más tarde
cuando Carl Jung propuso el complejo de Electra como contraparte femenina al Edipo.
4. Etapa de latencia
Esta fase empieza hacia los 7 años y se extiende hasta el inicio de la pubertad. La etapa
de latencia se caracteriza por no tener una zona erógena concreta asociada y, en general,
por representar una congelación de las experimentaciones en materia de sexualidad por
parte de los niños, en parte a causa de todos los castigos y amonestaciones recibidas. Es
por eso que Freud describía esta fase como una en la que la sexualidad queda más
camuflada que en las anteriores.
5. Etapa genital
La etapa genital aparece con la pubertad y se prolonga en adelante. Está relacionada con
los cambios físicos que acompañan a la adolescencia. Además, en esta fase del
desarrollo psicosexual el deseo relacionado con lo sexual se vuelve tan intenso que no
se puede reprimir con la misma eficacia que en etapas anteriores.
La zona erógena relacionada con este momento vital vuelve a ser la de los genitales,
pero a diferencia de lo que ocurre en la fase fálica, aquí ya se han desarrollado las
competencias necesarias para expresar la sexualidad a través de vínculos de unión de
carácter más abstracto y simbólico que tienen que ver con el consenso y el apego con
otras personas. Es el nacimiento de la sexualidad adulta, en contraposición a otra ligada
solo a las simples gratificaciones instantáneas y obtenidas mediante actividades
estereotípicas.
La teoría freudiana, en contexto
Cuando Sigmund Freud desarrolló sus teorías, se basaba en casos concretos de pacientes
que conocía, es decir, que su manera de investigar se fundamentaba en una mezcla de
estudios de casos e interpretación de los contenidos simbólicos del comportamiento de
las personas. Apenas establecía hipótesis que pudieran ser contrastadas con la realidad,
y cuando lo hacía, se limitaba a observar, no a realizar experimentos. La teoría del
desarrollo psicosexual no fue una excepción a esta norma.
Tampoco tiene mucho sentido investigar acerca de la utilidad de la teoría del desarrollo
psicosexual utilizando para ello análisis estadísticos, porque la formulación de estas
ideas se basaba en la interpretación que se hacía acerca de los actos de los pacientes y
de su pasado.
Referencias bibliográficas:
Bullock, A., Trombley, S. (1999) The New Fontana Dictionary of Modern Thought.
Londres: Harper Collins.
Scott, J. (2005). Electra after Freud: Myth and Culture. Ithaca: Cornell University Press.
Sigmund, F. (2012). Tres ensayos sobre teoría sexual. Buenos Aires: Alianza Editorial.