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“Anoche tuve un sueño muy raro.

Era el de una chica que es transformada en cisne

y necesita el amor para romper el hechizo,

pero el príncipe se enamora de otra y ella se suicida.”

Introducción

El cisne negro es una película del año 2010, dirigida por Darren Aronofsky y

protagonizada por Natalie Portman, Vincent Cassel y Mila Kunis. En esta ocasión, como en

otras anteriores (Pi: el orden del caos y Requiem por un sueño), Aronofsky se adentra en un

viaje a la vida psíquica y su gran complejidad, y, particularmente, al mundo de la psicosis y al

dolor que implica este retiro del yo de la realidad. El cisne negro nos muestra la historia de

Nina Sayers, una bailarina de la compañía de ballet de New York, a quién se le presenta la

oportunidad de interpretar el papel principal de la obra el Lago de los Cisnes, evento a partir

del cual se desencadenan los síntomas psicóticos y la desintegración paulatina de la

personalidad de la protagonista.

Así, con los elementos que ofrece este encuentro entre el séptimo arte y el campo de

la psicología, nos proponemos a realizar un análisis de las diferentes dimensiones de la vida

de la protagonista, como la relación con su madre, el papel del ballet en la configuración de

su subjetividad, la forma en la que vive su sexualidad, las maneras en las que se relaciona con

su propio cuerpo, el distanciamiento de la realidad objetiva, entre otras. Asimismo, a partir de

este análisis y con el uso razonado de los componentes de la semiología psiquiátrica y los

trastornos mentales expuestos en el DSM IV, procuraremos realizar un acercamiento

reflexivo a la comprensión de la estructura psíquica de Nina.

Descripción general
Nina Sayers, de aproximadamente 23 años de edad, es una bailarina de ballet que es

escogida para interpretar el papel de la reina cisne en una de las producciones de la compañía

a la que pertenece. Vive únicamente con su madre en un apartamento, quien también fue

bailarina de ballet, pero su carrera se frustró por el nacimiento de Nina. No se menciona ni se

hace presente el padre ni ninguna otra figura masculina en el hogar. En la película se

evidencia la existencia de un lazo entre madre e hija muy fuerte e intenso, en donde la

protagonista es tratada por su progenitora como si tuviera mucha menos edad de la que tiene

y aún necesitara los cuidados propios que se le dan a un infante. Esto se hace evidente en la

organización de su habitación, la cual es semejante a la de una niña, donde se conservan

peluches y muñecos propios de este periodo de edad.

Al inicio de la película, la madre de Nina señala que ésta tiene un pequeño sarpullido

en la zona del omóplato, y a medida que avanza la historia, la protagonista suele rascarse esta

zona constantemente lo que provoca la erupción; su madre es muy insistente en cuidar que

Nina no haga esto y en tapar la zona para que nadie lo vea, además de cortarle las uñas

constantemente y en ocasiones, ponerle calcetines en las manos mientras duerme para que no

se rasque.

Delirios y alucinaciones.

Lacan (1979) propone que los delirios en la psicosis se relacionan a una selección de

los comportamientos del paciente, por ejemplo: actitudes, juicios mentales, conductas

sociales y demás. Así mismo, junto con Freud (1923) concuerdan que estos delirios tienen

una base en lo real a la cual le subyacen sentidos y significados susceptibles de ser

analizados.

A medida que la protagonista ensaya y avanza con su interpretación del papel,

comienza a tener períodos delirantes y alucinatorios. Una de ellas es que al mirarse al espejo,
su reflejo se mueve de manera independiente de ella, como si fuera otra persona. Esto sucede

en varias ocasiones, siempre frente a los espejos de la sala de ensayos y en general en las

instalaciones de la compañía de ballet. En una ocasión, Nina está sumergida en el agua de la

bañera, y cuando abre los ojos ve a una persona idéntica a ella mirándola desde arriba con

una expresión malévola. A lo largo de la película, la protagonista se empieza a ver a las

demás personas exactamente iguales a ella, entre estas, un transeúnte que se encuentra de

camino a casa; Beth, la estrella de la compañía a la que Nina ha reemplazado, y Lily su

compañera de baile. Ésta última constituye la figura de delirio y alucinación más fuerte y

frecuente. La más notoria es el momento en que Nina entra con ella a su casa y después de

tener una pelea con su madre, entra a su habitación y cree tener un encuentro sexual con Lily,

a quien finalmente ve como ella misma, y todo el episodio termina siendo irreal, al Nina

corroborar con su compañera que ésta nunca estuvo en su casa.

En la escena de la fiesta de presentación de Nina, ésta se dirige al baño y en el

lavamanos se arranca un pedazo considerable de piel, y sangra mucho; para después meter la

mano en el agua y darse cuenta que no tiene ninguna herida ni rastro de sangre. Igualmente,

la alucinación más llamativa de toda la película es en donde la protagonista de manera

progresiva siente que se transforma en un cisne, adoptando las características más

significativas de este animal, como son la piel con poros muy notorios, la salida de las

primeras plumas, las patas con la articulación invertida, los ojos de tonalidad roja, el cuello

largo, las patas palmeadas y finalmente, el plumaje completo.

Justo antes de prepararse para ejecutar la coda de Odín, el baile del cisne negro, Nina

entra a su camerino y se encuentra con que Lily está vestida y maquillada, lista para

interpretar el papel principal. Mirándola a través del espejo, ésta le dice a la protagonista que

está preocupada por el siguiente acto, que tal vez Nina no está preparada para interpretarlo.

Ésta le dice que se detenga y Lily le dice “qué tal si yo bailo el cisne negro” dándose la vuelta
para transformarse en la misma Nina. La protagonista se le lanza encima y tienen una pelea,

de Nina contra Nina, a lo cual la otra le grita a la protagonista “es mi turno, es mi turno” y

ésta responde apuñalando a su enemiga con un trozo de vidrio y gritando “es mi turno”; para

descubrir que en realidad ha apuñalado a Lily. Esconde el cadáver y sale a interpretar la

danza del cisne negro.

Cuando regresa para cambiarse y ejecutar el acto final como cisne blanco, tocan a la

puerta del camerino, Nina abre y se encuentra con Lily, quien la felicita y se retira. A partir

de este encuentro, la protagonista revisa el lugar donde cree que escondió el cadáver que,

ahora no puede ser de su compañera, y se da cuenta que está vacío, no hay ningún cuerpo, ni

rastros de sangre, solo los trozos de vidrios en el piso. Nina se toca el abdomen y descubre

que se apuñaló a sí misma.

Esta pérdida de la realidad progresiva, constituye principalmente un conflicto de Nina

con sí misma, con relación a su interpretación del cisne negro. El proyectarse en otras

personas, en sus compañeras bailarinas y sobre todo en Lily, y ver estas imágenes como

enemigas o como agentes que quieren dañarla, da cuenta de este conflicto con su yo. En el

delirio Nina pone aquello que la angustia de sí misma en el otro, en el exterior, a suerte de

proyección donde la represión ya no tiene cabida. Se ratifica el mismo en el momento en que

Leroy, el director de la compañía, momentos antes de comenzar la función, le dice a la

protagonista “el único obstáculo entre tú y lo que quieres, eres tu misma”.

Cisne blanco vs. Cisne negro

Igualmente, gran parte de los delirios y alucinaciones de Nina dan cuenta de un

conflicto de dos partes, de una confrontación de su yo, dividido así por las mismas

características de su papel. En ese sentido, podemos hablar de la escisión del yo como

mecanismo de defensa, en tanto que Nina mantiene dos entidades, una simbolizada en el

cisne blanco, en la cual la protagonista toma una actitud controlada en donde se concentra en
ejecutar todos sus movimientos de manera perfecta, y en general en que toda su danza sea

perfecta; y, además, existe una suerte de represión en el ámbito sexual, en donde Nina tiene

un comportamiento recatado y pudoroso.

Con respecto a esto, encontramos que Freud (1923) propone dos momentos para la

escisión del yo, el primero es la negación de la realidad que está perturbando en conjunto de

mecanismos como la represión, la segunda, va de la mano con las funciones del ello para

transformar esa angustia en la creación de realidades nuevas que permita sobrellevarla. En el

caso encontramos que Nina va a reprimir esa parte pulsional de sí, para constituir un delirio

en el que todo ello es puesto en su compañera Lily. Es aquí donde notamos el encuentro del

cisne negro y el cisne blanco.

El cisne blanco se presenta como símbolo de pureza y bondad, cercano a referentes

infantiles, lugar en el que la madre de Nina la ha mantenido de forma aparentemente

inconsciente. Esto resulta ser una enorme dificultad cuando se enfrenta al reto de interpretar a

la reina cisne, ya que su interpretación del cisne negro es precisamente lo contrario a lo que

ella es, seductora, sin mucho control y abierta a la sexualidad, y al deseo. La correcta

interpretación de este papel le exige a Nina adoptar las actitudes propias del cisne negro, así

que, en orden de seguir esta necesidad de perfección, se entrega de lleno a tomar las

características de este personaje, constituyendo la segunda entidad, simbolizada en el cisne

negro. El cisne negro como símbolo de oscuridad, de energía pulsional, de posibilidad de

desear y así de seducir, este cisne negro representaría, para Nina, esa falta que su madre ha

procurado llenar toda su vida. Esta entidad, Nina lo proyecta en Lily, ya que ella es todo

aquello que caracteriza al cisne negro y le hace falta a la protagonista, esta bailarina es vista

por Nina como una figura de mayor libertad en contraposición a sí misma.

A pesar de que la protagonista deposita esta carga pulsional en algo externo a sí

misma, en las alucinaciones se evidencia que ve a Lily como si fuera ella misma, dándose una
separación del yo, en donde hay un enfrentamiento entre ambas partes; Hay entonces un

mantenimiento de dos actitudes al mismo tiempo, las cuales son contradictorias y se ignoran

mutuamente, al menos en el plano consciente, con respecto a la realidad.

El lugar de la madre en la vida de Nina

Nina vive sola con su madre, la cual es autoritaria y controladora en la mayoría de

aspectos de la vida de su hija. Destacan acciones en donde la madre trata a Nina de la manera

en que se trataría a una niña pequeña, como ayudarla a vestirse, cortarle las uñas, los

constantes regaños respecto a su sarpullido, entre otras; lo cual da cuenta de una marcada

sobreprotección que no permite que la hija se constituya como sujeto independiente.

En este punto, es importante resaltar la propuesta de Bergeret (1975) respecto al

primer tipo de madre del psicótico, la madre sobreprotectora. Donde la madre no da lugar a la

falta, por ende el sujeto nunca accede al registro del deseo. Bergeret va a hablar de una madre

omnipotente que no va a dar lugar a un tercero en la relación, el padre. En ese sentido, esa

relación dual madre exclusiva-hijo, va a negar la posibilidad de desplazar el deseo hacia un

otro y más aún, una relación con el exterior, con lo real.

En el caso, esta presencia excesiva de la madre en la vida de Nina, se contrasta con

una ausencia total padre, no tanto como una entidad tangible, sino sobre todo desde una

dimensión simbólica siguiendo los presupuestos de Lacan. El padre en tanto ley (funcón

paterna), ha sido forcluido, es decir, excluida del orden simbólico de la protagonista, por lo

que ha quedado sujeta en su totalidad al deseo materno.

En consecuencia, esto nos permite pensar el lugar de la castración en la constitución

edípica de Nina. Puesto que al forcluir la función paterna, la castración sería confusa, así

como la solución del conflicto edípico. Esto se evidencia en momentos como el enfoque de la

habitación de la madre, donde la decoración se basa, casi en su totalidad, por fotos y pinturas
de ella y de Nina. El lugar de Nina en la relación no es claro, aún más, por el hecho que su

carrera y éxito también se imponen para la madre como una forma de auto-realización,

cumplir a través de su hija deseos incompletos en su vida, lo cual valdría la pena preguntarse

si es uno de los motores a que la relación sea planteada de este modo por parte de la madre.

Sexualidad

En primer lugar, es importante resaltar que el papel del cisne negro le exigía a Nina

explorar una sexualidad que hasta ese momento había permanecido profundamente

adormecida. Esta confrontación entre. Al respecto Bergeret explica “Es el hundimiento

progresivo del Yo ante el fracaso de las antiguas defensas y el sujeto no puede investir ya

más su libido sobre los objetos externos ni sobre su propio cuerpo, ni identificarse con un

objeto total.” (Pag. 164)

Es también de suma relevancia reconocer que por las características de la constitución

edípica, la sexualidad en el psicótico es difusa, y está, como la mayoría de las facetas de su

vida, regida en extremo por el Ello. El superyó, que es fruto de la resolución edipíca, y que es

el paso de la sexualidad a la moral expresado en el pudor, el sentido de la intimidad y la

vergüenza, no gobierna las conductas sexuales del psicótico. Esto se puede evidenciar en la

ocasión en la que Nina conoce a dos hombres en una discoteca y tiene relaciones sexuales

con ambos. Asimismo, la protagonista parece tener una atracción hacía el género femenino

manifiesto en el delirio que tiene con su compañera de la compañía, Lily.

Hipótesis diagnóstica

A partir de lo anterior, podemos considerar algunos rasgos en la constitución psíquica

de Nina que consideramos propios de la estructura psicótica. Elementos como la relación con
su madre, los mecanismos de defensa, el marcado conflicto del yo y la pérdida de la realidad

se vuelven esenciales para definir este criterio diagnóstico.

Un elemento fundamental en la distinción estructural del caso es la ubicación del

conflicto de Nina que bien se asienta en su organización yoíca, también se manifiesta en una

ruptura de la realidad y el yo, dominados en gran medida por el ello. Así, el psicótico

compensa la pérdida de realidad a expensas de la configuración de una nueva. Es importante

resaltar también que la selección de nuestra protagonista para el papel constituye un elemento

movilizador de esta desorganización que causa la pérdida de realidad en ella. Sin embargo, no

es posible negar que hay elementos que vuelven la pregunta a considerar las demás

estructuras, neurosis y perversión.

En cuanto a las neurosis vemos como se hacen presentes dos elementos significativos:

en primer lugar la manifestación corporal, inexplicable, de un sarpullido en la piel de Nina, al

igual que la aparición de vómitos ocasionales. En segundo lugar la aparente represión propia

de Nina en la mayor parte del filme.

Con respecto a la represión, se ve cuestionada por la confrontación constante que

tiene que vivir Nina entre su personaje de cisne negro y cisne blanco. Esa cohibición también

se vería marcada por unos comportamientos infantilizados que trascienden la represión, a una

ausencia de verdadera posibilidad de desear y que finalmente se pone en juicio a la hora de

considerar los delirios y la proyección que aparece cuando este mecanismo no es suficiente,

lo cual tiene por consecuencia no la conciliación con la realidad propia del neurótico, sino la

ruptura y reemplazo de ésta propia del psicótico.

En cuanto a la constitución edípica y la relación con la madre, encontramos

similitudes con la estructura perversa en términos de la relación dual madre-hijo y una

ausencia aparente del padre. Sin embargo, en la perversión sí hay una interiorización de la ley

del padre y un portador de ésta. Mientras que en el caso de Nina claramente, su madre no
tiene deseos de portar esta ley, sino de mitigar la posibilidad de deseo de su hija e imponer su

deseo propio. Por otro lado, el papel del cuerpo y la intención autodestructiva de Nina puesta

en lo corporal, el conflicto interno de Nina se vive a través de su cuerpo, incluso en periodos

de alucinación y delirio, al punto que se apuñala a sí misma. Sin embargo estos hechos son

consecuencia de la angustia y conflicto interior que vive nuestro personaje, sin implicar que

haya un sentido del placer a partir de dichas flagelaciones, lo cual sí sería más cercano a una

estructura perversa.

A partir de los elementos anteriormente señalados y con base en el EPF podemos

establecer, inicialmente, que Nina presenta alteraciones en el juicio de la realidad, ya que su

capacidad para discernir qué corresponde a la realidad y que no está comprometida, por tanto

se originan alucinaciones y delirios en la protagonista. En principio, Nina sufre una serie de

alucinaciones visuales, es decir, ve imágenes idénticas a las que se producen perceptualmente

pero sin estímulo de los órganos sensoriales. Dichas alucinaciones visuales son formadas ya

que la protagonista percibe imágenes concretas de sí misma. Hablamos igualmente de una

alucinación compuesta, ya que afecta varias modalidades sensoriales, en el momento en que

Nina cree tener el encuentro sexual con Lily; lo anterior constituye una alucinación de tipo

sexual en donde la protagonista tiene la sensación de coito sin que éste haya sucedido

realmente.

Posteriormente, Nina presenta dos tipos de delirios. Primero, delirio de persecusión, al

creer que Lily la persigue e intenta sabotearla para robar su papel protagónico de la reina

cisne. Segundo, se observa un delirio de transformación corporal, en donde Nina cree que su

cuerpo se transforma progresivamente en el de un cisne, adoptando las características

principales de este animal (cuello largo, ojos de tonalidad rojiza, patas con rodillas invertidas,

piel con poros muy notorios, salida de plumas pequeñas, patas palmeadas y por último la

constitución completa del plumaje negro.)


Según algunos de estos señalamientos y tomando el DSM IV (2005) como guía

podríamos establecer un diagnóstico cercano a la esquizofrenia de tipo paranoide (259.30),

caracterizada por una presencia predominante de ilusiones y alucionaciones, con una relativa

preservación de funciones cognitivas y afectivas, aspecto de gran relevancia con respecto a

los otros tipos de esquizofrenia donde hay alteraciones en el discurso y en estados

emocionales.

Bibliografía

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