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Contexto histórico:

La disputa territorial entre Guatemala y Belice tiene sus raíces en el Siglo XVIII
cuando la Corona Española otorgó un permiso a la Corona Británica para extraer
palo de tinte en una región específica entre los ríos Hondo y Sibún.
Aprovechando las luchas de independencia en América Central (1821), Belice se
anexionó al territorio, que en ese momento tenía una fuerte presencia británica, y
lo llamó "British Honduras".
La disputa territorial persistió a lo largo de los años debido a la falta de claridad en
los tratados y acuerdos que se firmaron.

Tratado AycinenaWyke:

En 1859, se celebró el Tratado de AycinenaWyke, bajo el gobierno de Rafael


Carrera. Este tratado reconocía a Belice como un territorio británico y estipulaba la
construcción de una carretera desde la Ciudad de Guatemala hacia el Atlántico en
Belice.
Sin embargo, la construcción de la carretera nunca se llevó a cabo y hubo
desacuerdo sobre si se cumplió el compromiso.
El tratado fue ratificado por Carrera, pero luego fue anulado por el gobierno Liberal
en 1871.

Cambios políticos y disputas en curso:

La caída del régimen Conservador y el ascenso del gobierno Liberal tuvieron un


impacto en la validez y aplicación de los tratados anteriores.
La falta de claridad en los acuerdos y el incumplimiento de las partes involucradas
contribuyeron a la persistente disputa territorial entre Guatemala y Belice.

Consulta Popular y Corte Internacional de Justicia:

Para resolver la disputa, Guatemala y Belice optaron por la consulta popular y


buscaron la ayuda de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
Guatemala presentó su reclamo sobre el territorio insular y marítimo en 2020, y
Belice tenía un plazo hasta 2022 para presentar su contrademanda.

Personajes clave:

Charles Lennox Wyke y Pedro de Aycinena fueron negociadores importantes en el


tratado AycinenaWyke.
Rafael Carrera, presidente de Guatemala en ese momento, ratificó el tratado.
Reclamo o Diferendo Territorial:

Los reclamos de Guatemala respecto a la disputa territorial con Belice se pueden


resumir de la siguiente manera:
La discusión central gira en torno al área entre los ríos Sibún y Sarstún, que no
estaba incluida en el tratado entre Gran Bretaña y España.
Se acusa a Gran Bretaña de dos siglos de usurpación en el territorio, lo que ha
frenado el desarrollo económico y social de Guatemala y le ha privado de recursos
naturales.
La falta de acceso al mar ha limitado el desarrollo de regiones como Petén e
Izabal y ha restringido las oportunidades económicas y comerciales.
Guatemala argumenta que las islas, islotes y cayos también son parte del
usufructo de España y deberían estar bajo su jurisdicción.
Guatemala considera desproporcionada la longitud de la línea costera de Belice
en comparación con su propia longitud costera.

CONCLUSIÓNES

El Tratado de AycinenaWyke de 1859 fue celebrado entre Gran Bretaña y


Guatemala durante el gobierno de Rafael Carrera. Su objetivo era definir los
límites de Belice a cambio de la construcción de una carretera que conectara
Guatemala.
Los representantes de Guatemala y Gran Bretaña en este tratado fueron Pedro de
Aycinena y Carlos Lennox Wyke, respectivamente.
El tratado estableció que los límites entre la República de Guatemala y el
establecimiento británico comenzarían en la boca del río Sarstún y seguirían
ciertas líneas geográficas. También se acordó la construcción de un camino desde
Belice hacia la Ciudad de Guatemala. El tratado fue ratificado por Carrera y Wyke,
pero en 1871 fue anulado por el gobierno liberal debido a la falta de cumplimiento
por parte de Gran Bretaña.

La disputa territorial entre Guatemala y Belice es un asunto histórico y complejo


que ha involucrado acuerdos y desacuerdos a lo largo de los años. Los reclamos
territoriales, las acciones de ambos países y la falta de claridad en los tratados
anteriores han contribuido a la persistencia de este conflicto. La decisión de
someter la disputa a la Corte Internacional de Justicia demuestra la voluntad de
resolver el problema de manera legal y pacífica.

La consulta popular en Guatemala y el respaldo mayoritario a someter el conflicto


a la CIJ muestran el deseo de encontrar una solución definitiva.
Independientemente del fallo de la CIJ, el camino a seguir debe ser uno de
respeto mutuo, diálogo continuo y cooperación entre ambos países. Resolver esta
disputa no solo es crucial para la estabilidad en la región, sino también para liberar
el potencial de desarrollo y colaboración que podría beneficiar a ambas naciones y
sus ciudadanos.

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