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La revolución mexicana y su papel en el desarrollo

de la ciencia y la tecnología

l presente trabajo es un acercamiento y repaso histórico al


E desarrollo de la ciencia, la tecnología y la industria en el México
pre y post revolucionario.
Para comenzar repasemos de manera general lo que fue la Revolución
Mexicana.
Podemos definir a la Revolución Mexicana como un conflicto armado
que tenía como objetivo el generar un cambio en el país a nivel de
gobierno, políticas fiscales, libertad de expresión, repartición de la tierra,
educación, el motivo principal de buscar este cambio fue la dictadura de
Porfirio Díaz, personaje que estuvo en el poder por más de 30 años.
Este conflicto se llevó a cabo mediante diversos actores políticos y
militares, los cuales lucharon con la bandera de la bandera de la
revolución, pero cada uno de ellos tenía intereses particulares, lo que
creo no solo un conflicto entre el gobernó Porfirista y los jefes
revolucionarios, sino que, al conseguir la renuncia de Porfirio, estos
personajes se volvieron unos en contra de otros y lucharon unos contra
otros. Esto último ocasiona que la revolución no haya sido solo un
conflicto o una sola revolución, sino varios conflictos entre distintos
intereses revolucionarios.

Jefes revolucionarios de la División del Norte y el Ejercito Libertador del


Sur, con Villa sentado en una silla grabada con el águila del imperio de
Maximiliano.
Juan Pablo Sánchez Hernández La revolución mexicana y su papel en el desarrollo
de la ciencia y la tecnología

Ahora con esta pequeña visión general de lo que fue la revolución


comprendemos que la revolución fueron cambios, y es que de hecho
revolución prácticamente es sinónimo de cambio, y por supuesto que
estos cambios afectaron al desarrollo científico y tecnológico del país,
así que a continuación se explicaran las implicaciones de la revolución
en el mismo; así que comencemos por el inicio.

La primera revolución industrial

De la misma forma que en el resto de América Latina, La primera


revolución industrial paso inadvertida, esto es debido a que en la época
de la primera revolución industrial (1760-1830) México era aún el
Virreinato de Nueva España, lo que implicó que las condiciones
políticas, económicas y sociales de la Nueva España rica en metales
preciosos, no permitieron su desarrollo industrial, pues al ser una
colonia del Imperio Español, padecía el mismo atraso económico e
ideológico del resto de las colonias del Imperio Español.

Porfiriato
Durante uno de los múltiples periodos de gobierno de Porfirio Díaz
(alrededor de 1890), se dio una de las etapas más importantes del país
con el impulso a la actividad económica que lanzó a México sin
precedentes al ámbito internacional. La agricultura se orientó a la
exportación y producción de henequén, café, cacao, hule y chicle. Las
condiciones para la llegada de capital extranjero se dieron mediante
facilidades y concesiones otorgadas a diferentes empresarios de
Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Alemania. Se pagaron salarios
bajos, lo que evitaba la llegada de inmigrantes, y se favorecía el empleo
de mano de obra nacional con alta rentabilidad.
En esta etapa también se realiza la construcción y expansión de la red
de ferrocarriles concedidos a las compañías extranjeras y el desarrollo
de la minería de plata. Se privilegió un sistema económico capitalista

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que impulsó la llegada de empresas extranjeras que venían a México a


beneficiarse de la mano de obra barata, y que además contaba con una
gran variedad de recursos naturales, tanto agrícolas como mineros y
petrolíferos.
En esta época se potencializó la creación de la industria del transporte,
privilegiando el comercio y las comunicaciones, con la implementación
del telégrafo y posteriormente, el teléfono, con la instalación de diversas
compañías privadas, lo que dio inicio al servicio telefónico de larga
distancia.

Así, durante el gobierno de Porfirio Díaz hubo un momento de gran


crecimiento económico y de desarrollo en todos los ámbitos, además de
que el país obtuvo en 1895 el primer superávit de su historia
independiente.

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En materia de salud, se comenzó el control de epidemias gracias a la


creación del primer Código Sanitario de nuestra historia en 1891 y del
Reglamento de Sanidad Marítima en 1894.
Apareció la industria eléctrica que en 1890 alcanzó una capacidad
instalada de 22 mil kilovatios en cuatro plantas de vapor y 14
hidroeléctricas, infraestructura que se quintuplicó en los 10 años
siguientes. Asimismo, este auge industrial impulsó la red ferroviaria la
cual creció de 640 km a 28 500 km en la época porfiriana.
También aumentó el tendido de líneas de telégrafos que creció de 7 mil
a 68 mil km entre 1877 y 1907. La era telefónica también fue inaugurada
en el Porfiriato; la primera línea iba del Castillo de Chapultepec al
Palacio Nacional. Al finalizar el siglo XIX el país contaba ya con 5,000
aparatos.
El darle tanta prioridad a la inversión extranjera y pagar salarios bajos a
los obreros mexicanos acuso una gran desigualdad social, por un lado,
estaban los apoderados del gobierno, los empresarios, los
profesionistas altamente cualificados viviendo en una época de
bonanza y prosperidad y en el otro extremo estaba toda la demás
población mexicana viviendo en la pobreza y condiciones mucho
peores. Mis pensamientos sobre esta situación son que, si bien durante
el porfiriato la industria se desarrolló muchísimo, los beneficios de este
crecimiento económico no iban hacia el pueblo mexicano, las riquezas
se quedaban en manos de algunos pocos, pienso que efectivamente se
debía buscar la inversión extranjera y el desarrollo industrial y
tecnológico, pero este desarrollo debería de hacerse en la dirección en
que se vea reflejado en la calidad de vida de la población en general,
además pienso que no se debieron ofrecer unos salarios tan bajos sin
asegurarse que aún estos salarios son suficientes para una vida digna,
si bien está demostrado que la mano de obra barata fomenta muchísimo
la inversión extranjera(véase como ejemplo el crecimiento y proyección
económica de la China contemporánea); no creo que valga la pena
empobrecer tanto al pueblo Mexicano en pos del desarrollo de la
industria si los beneficios de este desarrollo no se utilizan correctamente

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Caricatura política en la que se critican los abusos de jefes y capataces hacia los
obreros durante el gobierno de Porfirio Díaz

Periodo revolucionario
Durante el periodo de las guerras revolucionarias (1910-1920) El
desarrollo industrial se vio en un estancamiento; sin embargo, aún se
llevaron a cabo acciones positivas hacia el desarrollo de la educación,
sobre todo en los primeros años del conflicto, en 1910, gracias a la
inercia cientificista del porfiriato y como parte del programa
conmemorativo del centenario del comienzo de las luchas por la
independencia, se fundó la Universidad Nacional de México (actual
UNAM). La novedad de la enseñanza de la ciencia estribó en la
intención de elevar su nivel académico y fomentar los diversos
conocimientos especializados con el establecimiento de la Escuela de
Altos Estudios el 18 de septiembre de 1910, dependencia que abrió
cátedras de biología, física, matemáticas y química.

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Universidad Nacional de México en proceso de construcción, llamada


actualmente Universidad Nacional Autónoma de México.

Se dio con la convocatoria y realización del Primer Congreso Científico


Mexicano, que, por sugerencia del científico Alfonso L. Herrera, fue
organizado por la Sociedad de Historia Natural José Antonio Alzate con
el apoyo del gobierno maderista, a través de la Secretaría de Instrucción
Pública y Bellas Artes, incluso el propio Presidente de la República
asistió a la ceremonia de inauguración. El evento tuvo lugar del 9 al 14
de diciembre de 1912 y se abordaron todos los temas que entonces se
trabajaban sobre ciencias exactas, naturales, sociales, humanas y de
carácter técnico en México. No obstante que los organizadores tuvieron
gran claridad de propósitos, por la situación revolucionaria de la que los
científicos estuvieron al margen, el Congreso dejó de tener continuidad
y la Sociedad de Historia Natural entró en receso hasta el año 1937
cuando resurgió.

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Visita de Venustiano Carranza al departamento de agricultura durante el


Primer Congreso Científico Mexicano, llevado a cabo en diciembre de 1912

El saldo principal de la Revolución Mexicana lo constituyó la aprobación


de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos el 5 de
febrero de 1917, en la cual quedaron consignados elementos que
produjeron un impacto en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en
México, en particular por artículo tercero, fracción I que señala, entre
otros principios de la educación, la laicidad y el fomento de los valores
democráticos, nacionalistas y de solidaridad internacional. Sobre la
laicidad ordena que “(...) el criterio que orientará dicha educación se
mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basado
en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y
sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios”.
Opinó que teniendo en cuenta las circunstancias en las que se
encontraba el país por aquellos años es que se realizaran estas
acciones es remarcable, ya que como detallaremos y analizaremos a
continuación, la ciencia y la tecnología no eran ni mucho menos temas
prioritarios en la agenda de los gobiernos revolucionarios, esto aunado
a las pobres condiciones del país, hicieron difícil el llevar a cabo
acciones en beneficio de la ciencia; por lo que es de reconocer el

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ejercicio de dichas acciones, a pesar de que en mi opinión la ciencia y


la tecnología debe ser uno de los ejes centrales de la inversión de un
país.

La creación de una nueva visión del país

Durante la década de 1920, los líderes políticos emanados de las


revoluciones evitaban decir que desde el Gobierno se apoyaría con
recursos públicos a un sector de la sociedad para que se encargara de
realizar actividades científicas o tecnológicas, pues en la memoria
colectiva seguía presente la posición de privilegio que en el régimen
porfirista habían ocupado algunos médicos, abogados e ingenieros –
llamados científicos–, frente a las carencias y la falta de educación de
las masas. En 1910 se había fundado la Universidad Nacional,
institución que nació con sello elitista, en un país donde más del 80%
de la población era analfabeta y sólo unos cuantos privilegiados de la
capital y de los estados podían aspirar a estudiar en ella. Esto motivó
más tarde la animadversión de los líderes revolucionarios en torno a las
profesiones liberales, que en las siguientes dos décadas fueron
catalogadas como de menor utilidad pública.
Tras la escisión de los constitucionalistas y el comienzo del Gobierno
revolucionario encabezado por el grupo sonorense –Adolfo de la Huerta,
Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles– continuó vigente el discurso que
consideraba la enseñanza popular como reivindicativa, frente a la
educación universitaria elitista e individualista. El esfuerzo educativo se
orientó hacia la enseñanza básica, cuyo objetivo era incorporar a más
del 84% de la población analfabeta a la nación y a la modernidad. No
es raro que los asuntos científicos y tecnológicos fueran relegados en
el discurso de los primeros gobiernos revolucionarios, y, cuando se les
trató, fue de manera demagógica, aduciendo que se emplearían para
mejorar al actor central de la reconstrucción revolucionaria: el pueblo.
Esto no significa que los líderes en el Gobierno rechazaran la ciencia y
la tecnología. El secretario de educación José Vasconcelos, por

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ejemplo, no ignoraba los avances que en esa materia habían alcanzado


Estados Unidos de América y los países de Europa occidental, pero
proponía que México, junto con toda América Latina, los obtuviera sin
perder en el proceso su propia identidad; concebía al individuo como un
ser integral, con sus bienes materiales y espirituales. Por tanto, la
sociedad ideal, para él, debía hacer suyos esos elementos por igual.
consideraba que la educación coadyuvaría al engrandecimiento del
país, que uniría la técnica con las expresiones culturales mexicanas en
obras materiales cuya dirección y mano de obra debían ser nacionales.
De acuerdo con sus propias palabras: “El espíritu, la fuerza dominante
de la era estética, construirá estructuras materiales: puentes, edificios,
ferrocarriles, fábricas, las embellecerá con el arte y las destinará a todos
los hombres en vez de ponerlas al uso de los privilegiados”. Respecto a
la ciencia y la tecnología Vasconcelos consideró que no debía caerse
en el error de convertir la técnica en un fin, como ocurría en los países
sajones, donde a su juicio carecían de expresiones espirituales por
buscar siempre la utilidad: eran ricos pero vacíos en cultura.

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El arte en la creación de una la nueva visión

El Estado abordó, desde el comienzo de la década de 1920, la tarea de


renovar la identidad nacional, pues como dice Elías Palti (2002), “no son
las naciones las que crearon al Estado moderno, sino los Estados
modernos los que crearon las naciones, tal como las conocemos” (p.
15). Desde la SEP, Vasconcelos promovió el arte como poderosa
herramienta para la construcción de imágenes con las cuales nutrir el
imaginario colectivo. Por un lado, lo hizo incorporando la educación
artística a las aulas, y, por otro, mediante el muralismo como medio para
elaborar y difundir imágenes con un mensaje cultural, convertidas en
instrumento para dar a conocer al pueblo la versión revolucionaria de la
historia de México bajo otra perspectiva. No se trataba de reproducir
una narración objetiva del pasado nacional, sino de construir una nueva
realidad, una nueva historia en la que la obra de los artistas se
convertiría en “un poderoso instrumento de producción y de control de
imaginarios colectivos”.
Vasconcelos convocó a artistas como Diego Rivera, Carlos Mérida,
Emilio Amero, Xavier Guerrero, Amado de la Cueva, el francés Jean
Charlot, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, entre otros,
con quienes habló de la función social que podía tener la pintura y su
enorme potencial como difusora y constructora de una nueva identidad
nacional, además de las enormes posibilidades de influir en quienes no
sabían leer. Para hacerlo, puso a su disposición los muros de edificios
públicos, donde su arte sería expuesto a todos, analfabetos y letrados,
con una clara función didáctica.
Las ideas del secretario encontraron sincronía con las del Sindicato de
Obreros Técnicos, Pintores y Escultores (SOTPE), agrupación que
elaboró un documento, titulado Manifiesto (1922), que se convertiría en
guía para el quehacer artístico de sus miembros. En él pedían sus
signatarios (entre ellos Rivera, Orozco y Siqueiros) un arte nacionalista,
basado en las expresiones culturales y populares de México, que se
orientara al pueblo y no a la burguesía; proponían desarrollar el arte
monumental, cuyas obras fueran patrimonio de todos. El arte

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necesariamente tendría un sentido social, los muralistas se


consideraron “obreros de la patria”, de ahí que usaran overoles, al estilo
de los trabajadores de la época. El documento dio personalidad a la
escuela mexicana de pintura, que comenzaba a manifestase en esos
años, aunque cada artista siguió las directrices sometiéndolas a su
consideración, estilo propio e intereses.
Diego Rivera de 1923 a 1928 trabajó en los murales de los corredores
del nuevo edifico de la Secretaría de Educación Pública, donde
manifestó gran sentido didáctico que facilitaba al público no letrado la
lectura de su mensaje. Rivera fungió como el contratista, y la superficie
pactada para ilustrar fueron 760 metros cuadrados, con un costo para
la sep de ocho pesos por metro. También se encargó de supervisar la
decoración pictórica de la Escuela Nacional Preparatoria, en la que
trabajaban Orozco y Siqueiros. Rivera realizó frescos en los patios
Principal y De Juárez, a los que nombró Del trabajo y Las fiestas. Las
imágenes abordan diversos temas y su simbología es múltiple.
Únicamente con el fin de observar las tendencias, se presentan a
continuación las temáticas principales que representó el pintor, así
como el número de veces que aparecen en los muros: paisajes
naturales del país (22); grupos humanos mestizos e indígenas (8);
fiestas y tradiciones (36); trabajadores, oficios, profesiones (32); justicia
social (18); combatientes de la revolución (14); ciencia (13); tecnología
(4). Las fiestas y tradiciones fueron los elementos más recurrentes en
el discurso iconográfico de Rivera, imágenes sustentadas en elementos
de las culturas indígena y popular mestiza. El segundo rubro fue el
trabajo, cuyo mensaje era de crítica hacia la explotación de las clases
bajas, en tanto que exaltó el valor social de las actividades productivas,

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unidas a las expresiones culturales mexicanas realizadas en las


artesanías.

Allí se manifestaron los elementos fundamentales de la construcción del


imaginario revolucionario, retomados constantemente durante las
siguientes décadas.
Fue en el segundo nivel del patio Del trabajo, en murales claroscuros y
de reducidas proporciones, donde Rivera representó la labor intelectual,
las ciencias y la tecnología en México. En el muro norte se encuentran
las obras El trabajo intelectual, La agrimensura, La medicina (2), La
química (2); aún más pequeños son Máquina-eléctrica, Arco eléctrico y
Rayos X. En el muro oriente están La geología y La operación; mientras

Foto de un muro de la Secretaria de Educación Pública, ornamentado con


uno de los murales de Diego Rivera.

que en el muro sur pintó La investigación, La ciencia e Investigadores.


En el tercer piso se realizaron El tractor y Las ciencias, que a diferencia
de los arriba mencionados son de mayor tamaño y fueron pintados con
color. En estas obras el artista plasmó rasgos claramente indígenas y
mestizos en los personajes, por lo que se reconoce su estilo.
Finalmente, en las escaleras encontramos como ejemplo de tecnología
el mural La mecanización del campo.

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“Maquina eléctrica”, obra de Diego Rivera. “Rayos X”, obra de Diego Rivera.

“El tractor”, obra de Diego Rivera.

Rivera empleó imágenes que resultaron significativas para el pueblo y


los líderes revolucionarios: los murales mostraron al espectador
representaciones de la supuesta esencia nacional por medio de
paisajes, fiestas y tradiciones; hicieron apología de los guerreros

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revolucionarios, del pueblo indígena y mestizo, de los obreros y


campesinos –los seres humanos marginados hasta entonces, que eran
mayoría–, y ubicó a esas personas y sus manifestaciones culturales y
valores como representativas de lo mexicano. Su éxito radicó en que
consiguieron satisfacer la necesidad del momento, que era construir
imágenes comunes a la mayoría de los mexicanos e incitar a que fueran
aceptados como iconos, como representaciones de la cultura popular,
entendida como cultura producida por el pueblo y para el pueblo .Las
obras elaboraron también un discurso histórico, escenificaciones del
tiempo nacional, símbolos y el futuro que el artista imaginaba para la
nación, donde la revolución se traduciría en justicia y cohesión sociales,
trabajo para todos, autodeterminación y progreso.
Sin embargo, son comparativamente pocas y mesuradas las alusiones
a temas científicos y tecnológicos contemporáneos en los edificios de la
SEP y de la ENA. Las personas que Rivera representó en la sep como
practicantes de esas ramas del conocimiento aparecen con rostros
indefinidos, impersonales, sin los rasgos mestizos o indígenas que
tienen los personajes de otras obras que alcanzaron gran difusión, como
La maestra rural, El arsenal, El abrazo, Garantías, Cantando el corrido
y Emiliano Zapata mártir, que se reprodujeron en postales, libros de
texto, folletos y cartillas de lectura. Rivera vinculó los temas tecnológicos
con el discurso de la justicia social, empleó los tractores como ejemplo
de la liberación del trabajador agrícola de las extenuantes y poco
productivas jornadas en el campo, como se observa en La
mecanización del campo y El tractor, casos en los que el artista
manifestó su admiración por el progreso, pero siempre y cuando se
enfocara en los oprimidos.
En este aspecto estoy en gran desacuerdo con los primeros presidentes
después de la revolución, los cuales, como ya se comentó en el texto
anterior, decidieron evitar el mostrar apoyo a la comunidad científica;
pienso que en lugar de tratar con desapego el papel y la importancia de
la ciencia, con el objetivo de que sus gobiernos sean aceptados por las
masas, se debió de reformar la imagen de la ciencia y la innovación;
Vasconcelos por medio de la educación y los murales busco este
propósito, el dignificar la labor de la innovación, pero con gobiernos tan

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opuestos a tan valiosa herramienta, no se puedo hacer en su momento


mucho más de lo que logro Vasconcelos.

La dignificación de la ciencia

Fue en la administración del general Lázaro Cárdenas (1934-1940)


cuando la ciencia y la actividad de sus practicantes se legitimaron y
desde el Estado se replanteó la idea de crear un organismo para
promover la investigación. Éste fue el Consejo Nacional de Educación
Superior y de la Investigación Científica, el cual se erigió el 25 de
octubre de 1935 como órgano de consulta para el Gobierno federal
adscrito a la Secretaría de Educación Pública. La institución expresó la
confianza de los gobernantes y de la élite social en la ciencia como
vehículo para el progreso, por lo que los términos ciencia e investigación
se reincorporaron al lenguaje político desde los primeros años de la
década de 1930.
A diferencia del grupo revolucionario que predominó en la década
anterior, los integrantes de la nueva generación que acompañaría a
Cárdenas –denominados por Luis González “los 300 cachorros de la
revolución” o generación “epirrevolucionaria”– nacieron entre 1891 y
1905 y se caracterizarían por su laboriosidad, su sentido práctico,
observador y su preferencia por la conciliación antes que la violencia:
“les repugna el desorden revolucionario, el conocimiento superficial de
la realidad mexicana, la poca consistencia de sus planes salvadores, el
ningún aprecio a los últimos gritos de la tecnología”. Desde que asumió
la presidencia de la república, Cárdenas puntualizó que su gobierno
intervendría en la planta productiva, por medio de incentivos o de la
creación de industrias consideradas indispensables, y reafirmó el papel
del Gobierno como árbitro para regular los conflictos en el sistema de
producción. También se propuso fortalecer el Estado empresario e
industrializador para impulsar y regular la economía, en aras de procurar
“la elevación económica, social y política de las masas trabajadoras
hasta conseguir la máxima igualdad posible entre explotados y
explotadores”.
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A pesar de las discrepancias políticas que existían entre los


epirrevolucionarios, compartían la confianza en el enriquecimiento de la
nación por medio de la ciencia y de la técnica. El Gobierno de Cárdenas
propuso apoyar a los empresarios mexicanos e incluso tomar el control
de la industrialización en las áreas estratégicas o en aquellas donde no
existiera participación de particulares, para lo cual mostró interés por
promover la educación científica y tecnológica (recuérdese la creación
del Instituto Politécnico Nacional). En el discurso político la palabra
ciencia connotó otra vez prestigio, modernidad. Incluso se acuñó el
término de investigación científica, idea que fue empleada para crear un
discurso congruente con el momento histórico y se incorporó al
lenguaje y la lógica políticos. Es útil considerar aquí la construcción
conceptual de Elías J. Palti (2007): “Un lenguaje político no es un
conjunto de ideas o conceptos, sino un modo característico de
producirlos” (p. 17). Así fue que empezó a hablarse de la investigación
como una necesidad, sin temor a que fuera rechazada, pues los
oradores insistieron en que los beneficios serían sociales y no
individuales, ya que el Estado sería, además, activo en la procuración
de la justicia social.

Conclusiones

La ciencia, la tecnología y la industria atravesaron diferentes etapas a


la vez que las administraciones cambiaban y con ellas el objetivo
revolucionario.
Durante la antesala a la revolución, el porfiriato, se le dio un gran
impulso a la ciencia y la industria, pero el medio principal para
obtenerlas fue el recurrir a la inversión extranjera y ofrecer bajos salarios
y malas condiciones de vida y laborales para los mexicanos, a la vez
que los extranjeros y la flor y nata de la política, ejercito e industria
mexicana vivían en unas condiciones muchísimo mejores que las de la
mayoría de la población; esta desigualdad fue uno de los principales
detonantes de la revolución.

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A lo largo de las administraciones del periodo bélico de la revolución, se


generó un estancamiento en términos de industria, con algunos avances
en materia educativa, debido a la inercia del porfiriato se pudieron
realizar acciones en beneficio de la educación, pero esta situación no
se prolongó más allá de los 3 primeros años del conflicto armado.
Los gobiernos de la década de 1920 y la primera mitad de la siguiente
década, se encargaron de tratar lo menos posible con la ciencia en el
discurso y agenda de estas administraciones, digamos que trataban con
la ciencia y la industria lo justo y necesario, sin apoyar de forma pública
y con fondos la investigación e innovación científica. Este desapego a
la ciencia es debido principalmente a la imagen que tenía la población
general de los profesionistas y a que las políticas de los jefes
revolucionarios eran en su mayoría de carácter agrario y educativo, pero
de educación básica, no educación universitaria.
No fue sino hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas en 1934, cuando se
le volvió a dar la importancia que la industria y la innovación se merecen,
este giro de timón se debió principalmente a que Lázaro Cárdenas y los
demás actores políticos, pertenecían ahora a una generación diferente,
fueron los llamados epirrevolucionarios, los que retomaron el papel del
estado en la ciencia y la industria.

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Referencias

http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/21423/articulo16.pdf;jsessioni
d=B6A62A05EDB571944F1CC37548E7E8E1?sequence=2
https://conaliteg.vitalsource.com/reader/books/9786072124882
https://www.ipn.mx/assets/files/innovacion/docs/Innovacion-Educativa-
67/imagenes-de-ciencia-y-tecnologia-en-la-contruccion-del-imaginario-colectivo-
tras-la-revolucion-mexicana.pdf
http://ciencia.unam.mx/leer/513/Impulso_a_la_ciencia_durante_el_Porfiriato
http://bibliotecavirtual.dgb.umich.mx:8083/xmlui/bitstream/handle/DGB_UMICH/24
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https://predictiva21.com/revolucion-industrial-
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https://edomex.gob.mx/revolucion_mexicana_2021
https://murales.sep.gob.mx/swb/demo/murales

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