Está en la página 1de 5

Inseguridad alimentaria, social y económica

El siguiente reporte de investigación se hace con la finalidad de dar a conocer que


es la inseguridad alimentaria, social y económica dentro del país, de igual forma
dar a conocer el por que surgen dichas inseguridades.

Inseguridad alimentaria:

¿Qué es el hambre?

El hambre es una sensación física incómoda o dolorosa, causada por un consumo


insuficiente de energía alimentaria. Se vuelve crónica cuando la persona no
consume una cantidad suficiente de calorías (energía alimentaria) de forma
regular para llevar una vida normal, activa y saludable.
Durante décadas, la FAO ha utilizado el indicador de prevalencia de la
subalimentación para estimar el alcance del hambre en el mundo, por lo que el
término “hambre” también suele denominarse subalimentación.

¿Qué es la inseguridad alimentaria?


Una persona padece inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a
suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo
normales y para llevar una vida activa y saludable. Esto puede deberse a la falta
de disponibilidad de alimentos y/o a la falta de recursos para obtenerlos. La
inseguridad alimentaria puede experimentarse a diferentes niveles de severidad.

Inseguridad alimentaria en México:

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 2018-19 (ENSANUT) revela


condiciones estructurales de malnutrición y presencia extendidamente negativa de
determinantes sociales de la salud, que constituyen un auténtico drama nacional.
Uno de los datos más duros que ofrece la ENSANUT (diseñada conceptualmente
por el Instituto Nacional de salud Pública y levantada por el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía), es el relativo a la inseguridad alimentaria en que viven
los hogares en México.
De acuerdo con esta encuesta, en el 2018 había en el país alrededor de
126,468,224 de personas, cifra que se agrupa en 32.93 millones de hogares. Con
base en esos datos, se puede decir que el tamaño promedio de los hogares en
México es de 3.8 integrantes en cada uno de ellos.
En esa lógica, destaca que únicamente 14.81 millones de hogares viven en
condiciones de seguridad alimentaria; es decir, apenas el 44.9% del total; en
consecuencia, había en el 2018 un total de 18.5 millones de hogares en
condiciones de inseguridad alimentaria; por lo que considerando que cada uno de
ellos está integrado en promedio por 3.8 personas, la cifra absoluta de personas
en hogares que viven en esa condición es de alrededor de 70.5 millones de
personas, lo que equivale al 55.58% de la población nacional.

Esta realidad es dramática y lamentablemente no se va a modificar


estructuralmente pronto. Su transformación requiere no sólo de la transferencia de
ingresos a las personas, sino el desarrollo de mercados locales justos; redes de
distribución y abasto eficientes; así como una nueva lógica de producción en el
ámbito rural articulada desde una perspectiva de desarrollo regional y local,
dirigida al fortalecimiento de las comunidades y de los mercados locales, y no
desde el pernicioso enfoque productivista que ha dominado en los últimos 30
años.

Estos datos ya se habían mostrado con anterioridad por el propio INEGI en la


Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto en los Hogares (ENIGH), en cuyos
tabulados relativos a las viviendas y sus condiciones, se había mostrado que
había, en el 2018, al menos un millón de hogares donde alguna niña o niño no
come todo el día o come una sola vez al día.
Inseguridad social:

La inseguridad constituye uno de los grandes problemas de México. Se manifiesta


en dos formas: la inseguridad que vive la población, afectada por el aumento de
los delitos, y el auge del narcotráfico, que se explica por la incorporación de
México a la ruta de la cocaína proveniente de Colombia con destino a Estados
Unidos. Esto se manifiesta diariamente en una creciente violencia, concentrada en
los enfrentamientos entre organizaciones criminales y entre estas y las fuerzas de
seguridad. El artículo argumenta que, aunque no puede hablarse de México como
un «Estado fallido», las estructuras de seguridad, inteligencia y justicia se
encuentran sobrepasadas y corrompidas, y es necesario encarar prontamente su
reforma si se quiere enfrentar el problema.

Una de las razones que explican esta grave situación es que la transición a la
democracia en México, desde fines de los 80 hasta inicios de los 90, no contempló
como parte de la reforma del Estado la transformación de los sistemas de
seguridad pública, justicia, defensa e inteligencia. Hoy ese déficit se refleja en la
crisis de seguridad, que afecta a la democracia en la medida en que ya golpea la
gobernabilidad y estabilidad social y política. El crimen organizado, que antes era
un poder paralelo y oculto, ha ampliado su radio de acción, con una descarnada
lucha de poder entre los carteles, y se ha lanzado a la ofensiva contra el Estado y
la sociedad.

La inseguridad se vive con distinta intensidad según el estado y el grupo social al


que se pertenezca. Los graves problemas socioeconómicos que arrastra el país
repercuten en la seguridad y la gobernabilidad: por ejemplo, la emigración masiva
de población hacia Estados Unidos incluye la trata de personas, una actividad de
crimen organizado que, a su vez, repercute en las violaciones de los derechos
humanos de los migrantes.
Inseguridad económica:

El costo económico de la inseguridad durante 2020 en México fue de 7 mil 155


pesos por persona afectada, revela la más reciente Encuesta Nacional de
Victimización (Envipe) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Ese estudio, dado a conocer ayer, señala que el costo de la inseguridad para el
país fue de 277.6 mil millones de pesos, cifra equivalente al 1.85 por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB)

Hace un año el INEGI reportó que en 2019 el costo de la violencia en el país fue
de 282.1 mil millones de pesos, equivalente a 1.53 por ciento del PIB. Esto
significa 6 mil 931 pesos, en promedio, por persona afectada.

De acuerdo con la Envipe, para 2020 el 64.3 por ciento del costo del delito
correspondió a pérdidas económicas directas a las víctimas; 33.3 por ciento, a la
aplicación de medidas preventivas, y 2.4 por ciento a gastos de salud.

“Las medidas preventivas representaron un gasto estimado para los hogares que
asciende a 92.4 mil millones de pesos, mientras que las pérdidas por
victimización representaron los 185.2 mil millones de pesos restantes”,
puntualiza el reporte.

Los costos por la inseguridad en 2020 fueron menores a los de 2019 debido a
que se calcularon menos ilícitos y víctimas como consecuencia del confinamiento
por la pandemia de COVID-19.

El estudio revelado ayer destaca que en 2020 se cometieron 27.6 millones de


delitos asociados a 21.2 millones de personas de 18 años y más, quienes fueron
víctimas de la inseguridad y la delincuencia.

Cabe destacar que en 2019 el número de delitos se estableció en 30.3 millones


asociados a 22.3 millones de personas de 18 años y más que fueron víctimas de
la inseguridad, lo que representa una tasa de 24 mil 849 víctimas por cada 100

mil habitantes.

También podría gustarte