Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La teoría semiológica de
Roland Barthes: el lenguaje de los
discursos, la ciencia de los signos,
la práctica del texto
a) La constitución de la semiología
De 1957 a 1963, nuestro autor trabajó al mismo
tiempo en el análisis de la moda (al que consideró un
objeto de estudio altamente estructurado) y en el
intento de concebir «cierta enseñanza de la
semiología» (la expresión es del mismo Barthes)
dentro de un proyecto fundacional de la nueva
disciplina científica, que dio por resultado los
«Elementos de Semiología». Este último trabajo se
publica en 1964 en la revista Communications[73] en
un número íntegramente destinado a hacer conocer la
ciencia de los signos.
Barthes lo llamó «el momento de la
sistematización», aunque diez años después
desmitificará esa actividad de constitución de la
semiología como ciencia, mantendrá intacta su
aspiración de encontrar el sistema que se esconde
detrás de los conjuntos significantes, de las formas o
los conjuntos de formas:
b) El sistema de la moda
La impronta saussureana
Barthes extrapoló los conceptos lengua/habla del
Curso de Saussure y en Elementos de Semiología[86]
expone el modo que debe asumir esa extrapolación a
la naciente semiología.
En el modelo lingüístico saussureano el usuario
toma del «tesoro de la lengua» una palabra, y a su
vez tal palabra solo forma parte del sistema en tanto
se ha probado en el habla. En cambio, en sistemas
como el mobiliario, el vestido, el automóvil, el
origen del sistema está en la misma masa de usuarios
(de hablantes de Saussure) que instituyen el sistema.
No solo habrá diferencias en el origen del
sistema sino también en el volumen de la relación
lengua/habla. El del mobiliario, por ejemplo es un
sistema en el que el habla es pobre. En cambio, en la
lenguas el sistema permite producir infinitas hablas
(mensajes) con una sistema reducido de unidades y
reglas combinatorias.
Existen, sin embargo, según advierte nuestro
autor, sistemas semiológicos como el de la
alimentación que muestran una estrecha relación entre
la lengua y el habla, y podría llegar a pensarse que
existe una lengua alimentaria semejante a la lengua de
Saussure.
La lengua alimentaria puede describirse por
cuanto existen reglas de exclusión que se sostienen en
los tabúes alimentarios; en la oposiciones como
caliente/frío, dulce/salado, por reglas de asociación
simultánea que nos permiten asociar, por ejemplo,
las milanesas con las papas fritas y sucesivas como
lo son carne de vaca/de cordero/de cerdo… en un
menú; por los protocolos que funcionan como una
retórica alimentaria: «comemos pastas los domingos»
o «el pescado se acompaña con vino blanco»; el
menú se conforma por estructuras nacionales,
regionales y sociales, como los dialectos de las
lenguas y a su vez se llena de formas diferentes según
los estilos de los usuarios.
La lengua de la alimentación al igual que la
lengua lingüística «se forma a partir del uso, es decir
de una forma de sedimentación de las palabras» que
constituirían el tesoro saussuriano, pero también las
recetas inventadas por un usuario pueden adquirir un
valor institucional cuando por ejemplo el nombre de
una comida inventada es reconocido en muchos
menús de una región. Por lo que la lengua alimentaria
se constituye o bien a partir de un uso colectivo o
bien de un habla individual.
Por otra parte, con referencia a las relaciones
sintagmáticas y asociativas del lingüista ginebrino,
Barthes considera que pueden extrapolarse a la
semiología y resultar allí productivas. Denominará a
las primera sintagmas en el habla, y a las segundas
sistema en el paradigma.
El semiólogo —dice refiriéndose al método de
identificación de unidades— segmentará en la
materia estudiada unidades sintagmáticas. Los
sintagmas deberán estar dotados de sentido. Luego
habrá que conmutar las unidades para encontrar allí
si son capaces de distinguir un sentido y sólo en ese
caso —si lo tienen— se constituirán en unidades del
sistema. En lingüística esta operación se realiza, por
ejemplo, frente a dos palabras como «peso» y «beso»
se encontrará que p/b son unidades sintagmáticas que
soportan la prueba de conmutación que nos muestra
que allí donde está «p” no puede estar «b» en la
cadena del habla. En el paradigma (el sistema) son
relaciones que permiten un paso del significado de
«beso» al de «peso», o de «vaso» al de «paso».
En semiología, cuando la materia no es
originariamente significante como ocurre con los
objetos, los iconos y otros sistemas no-lingüísticos,
la operación de identificación de unidades
significativas es más difícil.
En el cuadro[87] que sigue, Barthes ejemplifica
las distinciones que proporcionan un método al
semiólogo para el análisis del vestido, la
alimentación, el mobiliario y la arquitectura en las
dos dimensiones: sistema (paradigma) y en el
sintagma (habla).
El semiólogo tiene a su cargo la segmentación, de
identificación de unidades paradigmáticas, pero
además deberá determinar las reglas que las
gobiernan. Uno podría suponer, explica Barthes, que
en los platos de un menú, las combinaciones son en
cierto sentido libres, sin embargo, habrá que
investigar en qué consiste esa libertad que es en
cierta forma controlada.
Por último una cuestión crucial de arraigo
saussureano en Elementos… es la de la naturaleza
del signo lingüístico frente a la naturaleza del signo
semiológico, pero en este caso, la solución
barthesiana frente al problema de la relación
arbitraria o motivada entre los formantes del signo
será resuelta mediante conceptualizaciones de otra
teoría, la del lingüista danés Luis Hjelmslev. A ella
nos remitiremos en el próximo apartado.
Sistema Sintagma
Vestido Grupo de piezas, Yuxtaposición
aplicaciones o en un mismo
detalles que no se conjunto de
pueden usar al mismo elementos
tiempo en un mismo diferentes:
punto del cuerpo, y falda-blusa-
cuya variación saco.
corresponde a un
cambio del sentido
vestimentario: toca-
gorra-capelina-etc.
d) Sobre el signo
Volviendo ahora a la naturaleza del signo
semiológico frente al lingüístico. Barthes considera
que el signo semiológico tiene también dos caras (el
significante y el significado) como el saussureano
pero se distingue de él en plano de la sustancia de la
expresión.
El último concepto ha sido traído a la
problemática del signo de la glosemática (álgebra del
lenguaje) del lingüista danés Louis Hjelmslev que
propuso dos estratos componentes del signo, la forma
y la sustancia, dentro de los cuales deben hacerse
cuatro distinciones:
e) Denotación y connotación
La exposición anterior permite ahora, introducir otra
noción de raigambre no saussuriana la oposición
denotación/connotación que Barthes desarrolló a
partir de Louis Hjlemslev en su Glosemática.[90]
Barthes augura un lugar de privilegio a la
connotación que constituía en lingüística un problema
reciente, y que hasta el momento solo había sido tema
de la lógica:
f) Retórica de la imagen
El objeto de análisis es un aviso que publicita una
marca de fideos. El aviso fotografía una red de
supermercado sobre una mesa. De la red salen dos
paquetes de fideos con la etiqueta Panzani, una lata
de tomates con la misma marca, un sobre de queso
también Panzani, tomates, un ají, cebollas y un hongo.
Todo en tonalidades amarillas y verdes sobre un
fondo rojo. La leyenda en tipografía mediana,
colocada cerca del pie de página escrita en francés
dice «Fideos-Salsa-Queso a la Italiana de Lujo».
Encontramos allí tres mensajes —observa
Barthes— y muestra cómo encontrar el primero: «la
imagen entrega de inmediato un primer mensaje cuya
sustancia es lingüística, sus soportes son la leyenda y
las etiquetas (…) el código es la lengua francesa.
Pero a su vez, este mensaje puede descomponerse,
pues el signo Panzani no trasmite solamente el
nombre de la firma, sino también por su asonancia, un
significado suplementario que es si se quiere la
«italianidad»; el mensaje lingüístico es por tanto
doble (al menos en esta imagen): de denotación y de
connotación”.[95]
Se trata de un solo mensaje por cuanto el signo
que lo vehiculiza, la sustancia es el lenguaje verbal
articulado (escrito), aunque además connote el
significado ‘italianidad’.
En el mensaje existen otros signos discontinuos,
no lineales en el sentido de que no imponen un orden
de lectura. La red abierta se constituye en el
significante de un segundo signo que representa la
idea de volver del supermercado. Ese signo tiene dos
valores: la preparación casera y la frescura de los
productos (al ser recién traídos y no almacenados o
conservados en heladera). El hecho de «hacer uno
mismo las compras» se opone al de «civilización
más tecnologizada».
Hay además un segundo signo, que es la reunión
del tomate (rojo), el ají (verde) y de la tonalidad
tricolor del afiche (amarillo, verde, rojo) que evocan
los colores de la bandera italiana. Su significado
nuevamente es la italianidad, y es entonces un signo
redundante con el signo connotado por el mensaje
lingüístico: la asonancia italiana del nombre Panzani.
Este signo es cultural, es francés ya que un italiano no
le despertaría la idea de la italianidad, es el saber
del francés el que moviliza un estereotipo turístico de
la nacionalidad italiana.
Habrá que considerar también, otro signo
vehiculizado por los objetos: «la firma provee
fideos, latas, queso», es decir, todo los necesario
para fabricar un plato compuesto, pero al lado están
«los tomates, ajíes, cebolla» lo que es fresco, como
indicando el origen natural de los productos
publicitados. Los productos están además preparados
«como en casa».
Hay en la escena un saber que hace de puente
entre dos opuestos: natural versus artificial. También
podría incluirse un signo estético de naturaleza
cultural ya que el aviso evoca a «la naturaleza
muerta» tan frecuentada por los pintores.
También podría decirse que todos estos signos
nos remiten a que estamos «frente a un aviso
publicitario», lo que los constituiría en otro signo.
Se encontraron hasta ahora dos mensajes, el de
naturaleza lingüística y el de naturaleza icónica.
Pero aún falta un tercer mensaje y es el de los
objetos fotografiados, sabemos que por tratarse de
una fotografía los objetos «estuvieron ahí» para ser
fotografiados y ahora se nos presentan como una
representación analógica donde la relación entre el
significante y el significado ya no es arbitraria. No ha
habido una codificación, una transformación, el signo
de este mensaje no proviene de un depósito
institucional, «se trata de un mensaje sin código».[96]
Llamaremos a este mensaje literal, nos dice
Barthes, es semejante a las letras, es la letra de la
imagen. Por oposición a este el anterior es un
mensaje simbólico: