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LA CONFLICTIVIDAD SOCIAL EN LA HISTORIA RECIENTE

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LA CONFLICTIVIDAD SOCIAL
EN LA HISTORIA RECIENTE

Estudios sociohistóricos
entre lo local y lo regional

Guillermina Laitano
Agustín Nieto
(compilación)

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Laitano, Guillermina
La conflictividad social en la historia reciente: estudios sociohis-
tóricos entre lo local y lo regional / Guillermina Laitano; Agustín
Nieto; compilación de Guillermina Laitano; Agustín Nieto. – 1a ed.
– Mar del Plata: Agustín Nieto, 2022.
Libro digital, EPUB – (Antagonismos)
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-88-5733-6
1. Lucha de Clases. 2. Conflictos Sociales. I. Nieto, Agustín. II.
Título.
CDD 305.51

ISBN: 9789878857336
Imagen de tapa: Pablo González
Las opiniones y los contenidos incluidos en esta publicación son
responsabilidad exclusiva del/los autor/es.

La conflictividad social en la historia reciente


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Colección Antagonismos

Directorxs
Guillermina Laitano
Agustín Nieto

Comité Académico
Dra. Andrea Andújar
Dra. Patricia Collado
Dr. Pablo Ghigliani
Dr. Gonzalo Pérez Álvarez
Dra. Julia Soul
Dr. Oscar Videla

Evaluadorxs académicxs del libro


Dra. Patricia Collado
Dr. Oscar Videla

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Índice

Prólogo ............................................................................................ 11
Ana Natalucci
Introducción .................................................................................. 15
Guillermina Laitano y Agustín Nieto

Primera parte: lo local ......................................................... 71


1. Estrategias y experiencias de resistencias de los
movimientos de trabajadorxs desocupadxs en Bahía
Blanca y Mar del Plata (1997-2002) ........................................ 73
Pablo Ariel Becher y Nicolás Rabino
2. “Queremos cobrar”: análisis del conflicto por retrasos
salariales de les trabajadores municipales de Necochea,
año 2019........................................................................................ 121
María Luciana Nogueira
3. La conflictividad social en los barrios de Mar del
Plata (2016-2020): un acercamiento computacional........ 153
Guillermina Laitano y Agustín Nieto

Segunda parte: lo provincial............................................. 229


4. La conflictividad social en la Patagonia argentina. Un
estudio centrado en el noreste de Chubut desde 1983 a
2011................................................................................................ 231
Gonzalo Pérez Álvarez y Demián Suárez
5. Situaciones de conflicto laboral en San Juan
(2016-2019): sectores, ramas y motivos............................... 271
Francisco Favieri, Verónica Orellano, Adán
Morales Illanes y Mariano Padín

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10 • La conflictividad social en la historia reciente

6. La conflictividad laboral en la provincia de Córdoba


(2013-2018). Prácticas defensivas y fragmentadas ........... 325
Susana Roitman, Marina Falvo y Fabiana
Visintini

Tercera parte: lo nacional ................................................. 365


7. Formas de las acciones colectivas de violencia
punitiva en la Argentina reciente. El fenómeno del
linchamiento y sus implicancias en las potestades
punitivas........................................................................................ 367
Loreto Quiroz, Juan Ladeuix y Leandro
González
8. Ataques y resistencias: el mercado de fuerza de
trabajo y las relaciones laborales durante el Gobierno de
Cambiemos................................................................................... 389
Julia Campos, Luis Campos, Mariana Campos y
Jimena Frankel
9. En defensa de la propiedad privada (Argentina,
2002-2020) ................................................................................... 419
María Celia Cotarelo
10. Aproximación a las protestas sociales y laborales en
México y Argentina en 2001 ................................................... 453
Agustín Santella e Iván Montes de Oca

Sobre lxs autorxs ........................................................................ 479

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Prólogo
ANA NATALUCCI

El libro La conflictividad social en la historia reciente: estudios


sociohistóricos entre lo local y lo regional, compilado por Agus-
tín Nieto y Guillermina Laitano, parte de una premisa cen-
tral para entender los procesos de movilización contempo-
ráneos. Se trata de aquella que sostiene que la conflictividad
es constitutiva de los procesos sociales, que los atraviesa
y, en consecuencia, que no es una excepcionalidad sino un
pilar para analizar las formas de hacer política en un tiempo
y espacio delimitado y sus repercusiones sobre la reproduc-
ción -o cambio- del orden social.
Desde esta perspectiva, el libro realiza varios aportes al
campo de estudios sobre el conflicto y la acción colectiva
que me interesa destacar. Uno de ellos es la construcción
de una matriz cuantitativa como propuesta metodológica,
sólida y consistente, con capacidad de replicarse, es decir
que pueda realizar un aporte a otros/as investigadores/as al
estudio de la protesta. Durante mucho tiempo en el campo
de la acción colectiva ha predominado una falacia sobre la
división entre la identidad y el interés, y sobre esta, la divi-
sión entre métodos cualitativos y cuantitativos respectiva-
mente. Los métodos cuantitativos eran acusados de reducir
la complejidad de la protesta social y de los procesos más
amplios de conflictividad. Como muestra este libro, contra-
riamente a esa idea, los métodos cuantitativos tienen mucho
para aportar en su ambición comparativa, en el señalamien-
to de tendencias y de procesos de mayor aliento. Los datos
que obtenemos a partir de ellos nos permiten identificar
las diferentes temporalidades que atraviesan los procesos
de conflictividad social, nos permiten pensar en la “estacio-
nalidad” de ciertas dinámicas y en el aceleramiento de la

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12 • La conflictividad social en la historia reciente

previa a un ciclo. En definitiva, “contar protestas” no cons-


tituye un conjunto de números, sino datos fundamentales
para la construcción de mapas dinámicos de la conflictivi-
dad social. Como mencionan los autores en la Introducción,
estos mapas nos dan información acerca de “la sociogénesis
de organizaciones, la feminización de la protesta, la com-
plejidad de hilos que traman el devenir nacional desde his-
torias situadas regionalmente, los vínculos entre la política
callejera y la política institucionalizada y las correlaciones
de fuerzas en múltiples escalas, entre otros”. Y en este sen-
tido, dan pistas acerca de cómo se transforman las formas
de hacer política, los modos de escenificación en el espacio
público y las disputas de poder.
Asimismo, en relación con esta cuestión del reduc-
cionismo político, los autores mencionan otra crítica que
suele hacerse a este tipo de estudio, la relativa al uso de los
medios de comunicación como fuente. En coincidencia con
los autores es cierto que la subestimación de conflictos no
se limita al tipo de fuente, en este caso a la prensa gráfica,
sino que el sesgo de la información con la que construi-
mos datos atraviesa a muchas otras técnicas de investiga-
ción. Este problema metodológico está presente en nuestras
investigaciones y ahí antes que descartar una fuente a priori
o cuestionar una metodología lo que corresponde es buscar
alternativas para reducir esos sesgos. Desde esta perspecti-
va, los y las investigadoras que nos dedicamos al estudio de
la conflictividad social sabemos que no alcanza con fuentes
estadísticas, que son sumamente necesarias, pero no siem-
pre suficientes. Pero también sabemos que son necesarias
para elaborar esos mapas de largas tendencias que nos per-
miten captar los procesos de continuidad y, sobre todo, de
ruptura con las prácticas sedimentadas que se reproducen
también en las formas de hacer política.
Una de las claves para reducir ese sesgo es no solo
concentrarse en diarios de tirada nacional, aunque anclados
en la Ciudad de Buenos Aires. Como se lee en este libro
la construcción de bases con diarios provinciales y locales

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La conflictividad social en la historia reciente • 13

da mucha información acerca de dinámicas locales y de sus


conexiones con procesos nacionales.
Los y las autoras de este libro, Pablo Becher, Julia Cam-
pos, Luis Campos, Mariana Campos, María Celia Cota-
relo, Marina Falvo, Francisco Favieri, Leandro González,
Jimena Frankel, Guillermina Laitano, Iván Montes de Oca,
Adán Morales Illanes, Juan Ladeuix, Agustín Nieto, Lucia-
na Nogueira, Verónica Orellano, Mariano Padín, Gonzalo
Pérez Álvarez, Loreto Quiroz, Nicolás Rabino, Susana Roit-
man, Agustín Santella, Demián Suárez y Fabiana Visintini,
indagan sobre procesos locales, incluso algunos en pers-
pectiva comparada, pero sin perder de vista el entramado
relacional que suponen los procesos de conflictividad.
Sin dudas, leer este libro es leer también la dinámica
socio-política de la Argentina en los últimos 30 años. Leer
este libro es aprender sobre los cambios en el nivel estruc-
tural pero también en las formas en que los/as trabaja-
doras, sectores populares y dominantes fueron cambiando
sus intervenciones, disputas y luchas colectivas. En tales
sentidos, el libro realiza un gran aporte no sólo a otros/as
investigadoras sino fundamentalmente a los protagonistas
de estas historias.

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Introducción
GUILLERMINA LAITANO Y AGUSTÍN NIETO

Las contribuciones que dan vida a este libro presentan


matices en los enfoques, los conceptos y las metodolo-
gías; sin embargo, comparten un mismo punto de parti-
da y asumen que la comprensión integral del orden de lo
social no puede completarse sin incorporar la conflictividad
como dimensión transversal. Los procesos de conflictividad
social, lejos de ser una excepción o desviación -e inclu-
so, lejos de ser patrimonio de específicos grupos sociales-,
son una constante de lo social -de la totalidad social-, y
explican una parte sustancial de su realización. El orden
social, esa aparición que asumimos como diáfana, es resul-
tado, entre otras dimensiones, del devenir de los conflictos
que produce (Hobsbawm 1960; Marín 1995; Marx 1987; E.
P. Thompson 1984).
La temática general de esta compilación refiere al estu-
dio de la conflictividad social desde una perspectiva cuanti-
tativa. Desde allí se ingresa a un conjunto de problemáticas
historiográficas y sociológicas que en su desenvolvimiento
se enriquecen a partir de indagaciones profundas. Aunque
todos los capítulos que componen esta publicación intro-
ducen los análisis a partir de bases de datos sobre la con-
flictividad social, lejos de quedar anclados en descripcio-
nes estadísticas, avanzan en el conocimiento de procesos
sociales como la sociogénesis de organizaciones, la femini-
zación de la protesta, la complejidad de hilos que traman
el devenir nacional desde historias situadas regionalmente,
los vínculos entre la política callejera y la política insti-
tucionalizada y las correlaciones de fuerzas en múltiples
escalas, entre otros.

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16 • La conflictividad social en la historia reciente

Si bien el recorte temporal difiere de capítulo a capí-


tulo, conjuntamente los trabajos compilados cubren un
amplio periodo que comienza en los años de la transi-
ción democrática y culmina en la segunda década del siglo
XXI. Estos últimos cuarenta años se caracterizan, a gran-
des rasgos, por la consolidación del modelo neoliberal en
Latinoamérica (1980-2000), su crisis (2001, para el caso
argentino), la recomposición institucional del sistema polí-
tico y las disputas entre fuerzas sociales por su conducción
(2003-2020).
El libro que aquí presentamos nació con el propósito
de unir retazos de historias locales, regionales, provinciales,
comparativas, temáticas, que se construyeron a partir de la
pregunta por el conflicto; pero que, estando dispersas por la
impronta hiperproductivista a la que el mercado académico
nos somete y acostumbra, corrían el riesgo de quedar náu-
fragas de crítica y debate, y fundamentalmente, de lectura
dialógica. Nuestro propósito entonces, fue rescatar algunos
de estos retazos de la vorágine mercantilista, y ponerlos en
relación. Para lxs lectores, pero también para lxs autores;
para lxs académicxs y para lxs hacedores de los conflictos;
para lxs estudiantes y lxs docentes.

Los estudios de la conflictividad social en Argentina:


un estado del arte

El problema de la conflictividad social, específicamente en


las formaciones histórico-sociales donde la relación capital-
trabajo tiende a ser predominante, cuenta con una larga
trayectoria de estudio en los principales centros de cien-
cias sociales y humanas de Europa continental y el mundo
anglosajón. En Latinoamérica, y particularmente en Argen-
tina, cuenta con distintas tradiciones científico-académicas.
La temática general no es novedosa, la conflictividad
en las sociedades contemporáneas fue tratada desde muy

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La conflictividad social en la historia reciente • 17

temprano. Un racconto sistemático de este tópico lo encon-


tramos en Dirks y McLean Parks (2003) y Crompton (2013),
quien se ocupa de poner en relación la conflictividad social
con las situaciones de desigualdad. Otra deriva es la que
vincula los procesos de conflictividad con los de democra-
tización y empoderamiento organizacional (Chakrabarty
2008; Chatterjee 2008). También es un concepto central en
los estudios del cambio social (Roy 1984; Siregar y Zul-
karnain 2022).
En las páginas siguientes presentamos un recorrido por
el extenso itinerario de esta temática, de modo que per-
mita ordenar los aportes, las discusiones y los diálogos. Es
esta trayectoria la que nos permite hoy elaborar problemas
concretos y situados.
La conflictividad social fue un problema presente en
los clásicos de la sociología (Marx, Durkheim, Weber, Sim-
mel, entre otros). Fue también un problema desplegado
por la antropología durante los años cincuenta (Gluckman
1954; Turner 1957) y por los teóricos del conflicto social
desde las vísperas de la década del sesenta del siglo XX,
quienes tenían una fuerte impronta funcionalista (Coser
1957; Dahrendorf 1958; Rex y Moore 1967).1 En los años
subsiguientes el campo se expandiría generando una gran
diversidad de abordajes. La proliferación de enfoques fue
habilitada por “la crisis de los grandes relatos”, en parti-
cular con la identificación de la clase obrera como sujeto
único de la transformación social. Esta diversidad puede
ser ordenada en dos grandes tendencias interpretativas, con
matices y prestamos teórico-metodológicos en su interior.
Aunque todo estado del arte termina por esquematizar una
realidad bibliográfica rica en singularidades, para el campo
de estudios sobre la conflictividad social no deja de exis-
tir un fuerte consenso sobre su ordenamiento en torno
a dos núcleos (Viguera 2009). Por un lado, ubicamos las

1 Para una síntesis de esta perspectiva teórica recomendamos leer a Rex


(1981).

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18 • La conflictividad social en la historia reciente

obras identificables con la amplia perspectiva analítica de


los movimientos sociales, dentro de la cual podemos reco-
nocer dos grupos no excluyentes, pues existen explicitas
transacciones conceptuales entre ambos (Ibarra 2000). Uno
de ellos está centrado en la problemática de la construcción
de identidades en los nuevos movimientos sociales y su
enmarque cultural –frameanalysis– (Hunt, Benford, y Snow
1994; Melucci 1994; Offe 1992; Touraine 1991). Este con-
junto de trabajos brinda un amplio abanico conceptual para
indagar sobre el proceso de construcción de identidades y
subjetividades sociales en una clave cultural, a la vez que
nos alerta sobre los riesgos de perspectivas ancladas en la
estructura socio-económica. El otro grupo centra su inda-
gación en el aspecto organizacional de las acciones colecti-
vas contenciosas, articulando su análisis en torno a la teoría
de “movilización de recursos” y el concepto de “estructura
de oportunidades políticas”, sin dejar de hacer referencia a
los procesos de enmarque cultural en los que se despliegan
los movimientos sociales (Franzosi 1995; Shorter y Tilly
1986; Tarrow 1990, 1994; Tilly 2000, 2007; Tilly, Tilly, y
Tilly 1997; Tilly y Wood 2009; Zald y McCarthy 1987).
Esta constelación de autorías y escritos aporta categorías
analíticas útiles para la identificación de cambios y conti-
nuidades en los repertorios organizacionales y de protesta
desplegados en los procesos conflictuales.
Por otro lado, ubicamos las obras identificables con
la amplia perspectiva de la lucha de clases y los ciclos de
rebelión, dentro de la cual también podemos diferenciar
dos grandes puntos de vista. Uno de ellos, preocupado por
dar cuenta de los lenguajes y las culturas de clase en los
procesos, siempre conflictivos, de formación de los grupos
sociales subalternos. Dentro de esta perspectiva, el historia-
dor E. P. Thompson es referencia obligada, tanto por su dis-
cutido concepto de “experiencia” de clase (1989), como por
sus nociones de “economía moral de la multitud” (1984a) y
“lucha de clases sin clases” (1984b). También autores des-
tacados de esta tradición son Hoggart (1990) y su análisis

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La conflictividad social en la historia reciente • 19

de las tensiones entre la naciente cultura de masas y la


cultura obrera, Williams (2000) y su problematización de la
relación entre estructura y superestructura en los análisis
marxistas, y Stedman Jones (1989) y su original abordaje
de los leguajes de clase. Otras referencias, poco conocidas
pero tan sugerentes como las anteriores, las encontramos,
entre otros, en Steinberg (1999), Chakrabarty (2000) y Sel-
bin (2010). Al igual que los análisis sobre la construcción
de identidades en los movimientos sociales, estos escritos
aportan imprescindibles elementos conceptuales para des-
entrañar la compleja relación entre las condiciones sociales
de existencia y las subjetividades y conciencias obreras y
populares. El otro punto de vista se interesa por la intrin-
cada relación entre procesos económicos y procesos de
lucha, así como por los vínculos entre formas y sujetos de
la rebelión y sus grados de politicidad y radicalidad. Uno de
los autores más destacados de esta vertiente es Hobsbawm
(1952), quien en sus trabajos se preocupa por identificar
ciclos progresivos y jerarquizados de rebelión y formas de
acción. Una línea similar encontramos en la obra del his-
toriador británico Rudé (1981), quien busca relacionar las
formas de rebelión con las ideas inherentes y adquiridas
operantes en la multitud rebelde. Por su parte, Burawoy
(1989) y Negri (1979) se ocupan de dar cuenta de las rela-
ciones de dominación y resistencia en los lugares de trabajo.
En una perspectiva global destacan los aportes de Arrighi,
Hopkins y Wallerstein (1999) sobre los movimientos anti-
sistémicos, y la investigación de Silver (2005), quien entre
otros aspectos, da cuenta de las recurrencias en las olas
huelguísticas a escala planetaria, cuya dinámica, sostiene la
autora, es independiente del marco cultural.2
La recepción latinoamericana de los trabajos men-
cionados, con ediciones en lengua vernácula de autorxs

2 El soporte empírico de este último trabajo es una base de datos sobre con-
flictividad laboral con cerca de 100.000 registros de los distintos países del
planeta.

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20 • La conflictividad social en la historia reciente

europexs y anglosajonxs, fue configurando un campo de


estudios sobre conflictividad social que, con altibajos, llega
hasta nuestros días. Los años sesenta y setenta del siglo
anterior arrojaron un importante cúmulo de investigacio-
nes centradas en el accionar conflictual del movimiento
obrero y campesino. Entre las pesquisas y autores más des-
tacados encontramos a Alexander (1965), con una obra que
fue pionera en análisis históricos comparados del movi-
miento obrero latinoamericano; Touraine y Pecaut (1971),
con su ensayo sociológico sobre la relación entre el desa-
rrollo económico y la conciencia obrera en América Latina;
Quijano (1966), con su trabajo sobre el accionar campe-
sino en Latinoamérica; Sito (1971) quien analiza la relación
entre las determinantes estructurales y las dinámicas sin-
dicales en los países latinoamericanos; Jelin (1974), con su
libro sobre la protesta obrera y las relaciones entre bases y
direcciones; Spalding (1978), que en una clave historiográ-
fica publica su investigación sobre el accionar sindical en
países latinoamericanos marcados por el subdesarrollo; y
finalmente la compilación de pesquisas sobre movimientos
laborales latinoamericanos realizada por Katzman y Reyna
(1979). En la década del ochenta las investigaciones estarán
ya marcadas por el proceso de transición a la democracia
que transitó todo el subcontinente. Algunos trabajos siguie-
ron estando centrados en el movimiento obrero, en parti-
cular durante los primeros años (Bergquist 1988; González
Casanova 1984; Jelin y Torre 1982; Zapata 1986), mientras
que otros trabajos comenzaron a transitar la indagación de
los nuevos movimientos sociales en su vertiente identita-
ria (Calderón 1986; Calderón y Jelin 1987), fueron estos
últimos los que marcaron la agenda del momento. Más cer-
ca en el tiempo y tras la crisis del neoliberalismo, muchas
de las investigaciones incorporaron a la vertiente identita-
ria los aportes de la teoría de la movilización de recursos
para analizar la conflictividad social contemporánea (Cal-
derón 2012; Eckstein 2001; Seoane, Taddei, y Algranati
2006). Sin embargo, perduraron los análisis centrados en el

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La conflictividad social en la historia reciente • 21

accionar de clase (Cotarelo 2007; Galafassi y Puricelli 2017;


Modonesi 2008; Munck 2012; Petras 2000; Zapata 2015).
Un tópico que ganó presencia es el de los movimientos
ambientalistas latinoamericanos (Castro Soto 2005; Seoane
2006), vinculados a un cuestionamiento del modelo neo-
desarrollista imperante en la región (Svampa 2012). Duran-
te los últimos años, en el marco del CLACSO, que reunió a
investigadorxs de distintos países y de diversas perspectivas
teóricas, se editó la revista OSAL (Observatorio Social de
América Latina) y se publicaron libros de referencia en la
temática. Estas producciones son una buena referencia del
estado del campo en nuestro subcontinente (Caetano 2006;
López Maya, Iñigo Carrera y Calveiro 2008; Seoane 2004).
En Argentina, el campo de estudios sobre la conflictivi-
dad social acompañó, con singularidades, el devenir de los
estudios latinoamericanos. Más aun, algunas de las obras
más destacadas del campo vernáculo informaron la agenda
latinoamericana. Dentro de este universo, son muchos y
variados los abordajes de carácter cuantitativo y cualitativo
que, con diferentes propósitos y marcos teóricos, buscan
describir y explicar el movimiento de la sociedad, tanto
en el presente como en el pasado, privilegiando el análisis
desde el estudio de las protestas y las luchas sociales de
las clases subalternas.
Este conjunto de trabajos puede ordenarse en torno a
los dos grandes enfoques ya presentados: “enfoque clasista”
y “enfoque movimentista”. El primero de los enfoques nació
conceptualmente informado por la teoría de la lucha de
clases y los ciclos de rebelión, aunque cuenta con aportes
de otros marcos teóricos. El segundo de los enfoques se
formó en un diálogo crítico con el primero, en el mar-
co de la transición democrática. Sus reparos se centraron
en los conceptos de ideología, clase, conciencia de clase
y lucha clasista. Esta crítica habilitó un nuevo entramado
categorial centrado en los conceptos de sectores populares,
protesta, acción colectiva, cultura y nuevos movimientos
sociales. Nuevamente es importante hacer notar que entre

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22 • La conflictividad social en la historia reciente

ambos enfoques existen zonas de afinidades conceptuales y


metodológicas que evidencian la existencia de una frontera
permeable. Muchos de los aportes actuales (2001-2020) de
ambas miradas son comprensibles a la luz de sus anteceden-
tes (hasta 2001). Los fundamentos del enfoque clasista son
variados, pero presentan una fuerte constelación de pesqui-
sas desarrolladas en torno al CICSO (Centro de Investiga-
ciones en Ciencias Sociales) y su Programa de Investigación
(Balvé y Balvé 1989, 1989, 1993; Iñigo Carrera et al. 1991;
Jacoby 1978; Marín 1984). Cercana a esta experiencia pero
con una impronta más institucionalista aparecen los textos
de Doyon (1977) sobre la conflictividad obrero-patronal en
los años 1948-1955, Torre (1968) y Cavarozzi (1979) sobre
la dinámica sindical postperonista, y Jelin (1978) sobre la
conflictividad obrero-patronal en los años 1973-1976.3 Por
su parte, los trabajos de Sigal (1974) y Roldán (1978) se
muestran con una mayor preocupación por el impacto de
la conflictividad social de los años sesenta y setenta en
las subjetividades obreras. Desde otra tradición político-
académica, el sociólogo Roberto Carri elaboró dos sugeren-
tes ensayos (1967, 1968), uno referido a las formas políticas
de la rebeldía popular y otro preocupado por el sindicalis-
mo peronista. Muchos de los aportes de este último texto
son retomados por James (1999) en su historia thompsonia-
na de los trabajadores peronistas. En sintonía con los apor-
tes de James y de la escuela francesa de la regulación, son
publicados los trabajos de dos investigadoras interesadas
por el mundo obrero (Gordillo 1999; Lobato 1988). Aunque
sus objetos de estudio y análisis sean lxs trabajadorxs, por
perspectiva sus trabajos se corresponden con el enfoque
movimentista. Estas autoras desarrollan sus investigaciones
en un contrapunto con el paradigma clásico del movimien-
to obrero, enmarcándose en una nueva agenda investigativa

3 En un texto más cercano en el tiempo, Izaguirre y Aristizábal (2002) presen-


taron sugerentes y minuciosas críticas a las perspectivas teóricas y metodo-
lógicas de estos textos.

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La conflictividad social en la historia reciente • 23

que se preocupa por ampliar los horizontes temáticos de


la vieja historiografía obrera. Una investigación histórica
sobre lxs trabajadorxs durante los años 1969 y 1976, en
discusión con las tesis de James, es la realizada por los his-
toriadores Pablo Pozzi y Alejandro Schneider (2000). Otros
aportes realizados en clave socio-histórica y basados en
matrices de datos sobre conflictividad laboral son los tra-
bajos de Korzeniewicz (1993) sobre los procesos de lucha
y organización de los trabajadores argentinos durante los
años treinta; Amaral (1993) sobre la violencia política de
los años de la resistencia peronista; Izaguirre y Aristizábal
(1994) sobre las luchas obreras durante los años 1973-1976;
Villanueva (1994) y Gómez, Zeller y Palacios (1996) sobre
la conflictividad obrera durante la década del ochenta; Iñi-
go Carrera et. al. (1995) sobre los saqueos de 1989-1990;
Piva (2001) sobre la conflictividad laboral durante los años
noventa. Pese a las diferencias teóricas, las seis bases de
datos elaboraron sus registros a partir de la información
brindada por la prensa periódica. También los anteceden-
tes del enfoque movimentista son variados, sin embargo,
presentan una fuerte constelación de pesquisas desarrolla-
das en torno al CEDES (Centro de Estudios de Estado y
Sociedad). Uno de los tópicos más caros a este grupo de
trabajos es la relación entre movimientos sociales y demo-
cracia en un contexto de transición reciente (Jelin 1985,
1987). Otro tópico relevante y vinculado al anterior es el
que refiere a los movimientos por los derechos humanos
y su papel bajo regímenes democráticos (González Bombal
y Sondereguer 1987; Sondereguer 1985), y al movimiento
de mujeres en el contexto de transición a la democracia
(Feijoó 1983; Feijoó y Gogna 1985). Un tercer tópico es el
referido a la dimensión local de las prácticas políticas en los
municipios (Palermo y González Bombal 1987). Vinculadas
a este último encontramos las pesquisas preocupadas por
la emergencia de movimientos territoriales reivindicativos
–barriales, vecinales, fomentistas, etc.– (Fara 1985; Fei-
joó 1983; García Delgado y Silva 1985; González Bombal

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24 • La conflictividad social en la historia reciente

1985). Un cuarto tópico es el de la relación entre movi-


mientos sociales y partidos políticos (Palermo 1987). Otra
arista afín a estos estudios es la de la relación entre vida
cotidiana, política y democracia (Jelin y Vila 1987; Ramos
1981). Finalmente, un último aspecto que preocupó a este
grupo de intelectuales fue la relación entre el actor sindical
y el naciente régimen democrático (Abós 1987; Palomino
1985). A otros antecedentes del enfoque movimentista los
encontramos en el libro de Hebe Clementi (1982) sobre
juventud y política, en el trabajo de Vila (1985) referido al
movimiento de jóvenes en relación al Rock Nacional, en
los textos de Denis Merklen (1991, 1995, 1997) sobre los
asentamientos de población en el conurbano bonaerense,
en el ensayo de Marysa Navarro (1989) acerca de las madres
de Plaza de Mayo, y en los aportes de Giarracca y Teubal
(1997) sobre el protagonismo femenino en la protesta rural
en la Argentina contemporánea.
Hasta aquí, fueron presentados los antecedentes de los
dos enfoques hasta los años finales de la década de 1990, ya
que a partir de aquel momento se multiplicaron las inves-
tigaciones sobre el tópico de la conflictividad social tan-
to desde miradas eminentemente cuantitativas como desde
estudios de corte cualitativo. La elección del momento de
inflexión se fundamenta en el amplio consenso que existe
en identificar los acontecimientos que dieran lugar a las jor-
nadas de diciembre de 2001 como un quiebre social y polí-
tico en la historia de nuestro país, hito que necesariamente
impactó en las subjetividades de lxs investigadorxs.
El enfoque clasista contiene diversas perspectivas ana-
líticas en su interior. Un primer grupo identificable de
investigaciones es el desarrollado en torno al Programa de
Investigación sobre el Movimiento de la Sociedad Argen-
tina (PIMSA), coordinado por el historiador Nicolás Iñigo
Carrera. El trabajo colectivo del grupo es el registro siste-
mático de hechos de rebelión –desde 1993 hasta la actuali-
dad- identificables en la prensa comercial de tirada nacional

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La conflictividad social en la historia reciente • 25

y volcados en una base de datos diseñada para tal fin.4 Por


su parte, cada uno de los integrantes desarrolla una inves-
tigación sobre algún proceso o hecho singular de rebelión.
La lista de hechos de rebelión investigados se inicia con la
revuelta del hambre de 1989/90 (Iñigo Carrera et al. 1995),
continúa con los motines provinciales iniciados en 1993
con el llamado “santiagueñazo” (Cotarelo 2000), sigue en
los llamados “cortes de ruta” comenzados en 1996 con la
experiencia de Cutral Có y Plaza Huincul (Klachko 2000),
prosigue con el análisis de la insurrección espontánea de
2001 (Iñigo Carrera y Cotarelo 2004), y complementa todo
el ciclo con un análisis de las huelgas generales nacionales y
su papel en los procesos de rebelión (Iñigo Carrera 2010). A
partir de la combinación de investigaciones particulares, en
base a descripciones densas y reconstrucciones en profun-
didad con triangulación de diversos tipos de fuentes, y uti-
lizando también la base de datos construida de forma colec-
tiva, que permite un mapeo extenso de la conflictividad, el
grupo conceptualiza que entre 1993 y 2001 se desplegó un
ciclo de rebelión que fue de menor a mayor intensidad en
relación a las formas de lucha, a la vez que se desplazó de
la periferia al centro político del país (Iñigo Carrera 2008).
En cuanto a las investigaciones más recientes, cabe desta-
car el libro de Cotarelo (2016), que continuando el análisis
precedente, problematiza la formación de la fuerza social
del régimen mediante el análisis del ciclo de rebelión. Este
ciclo comienza con el santiagueñazo en 1993 y llega hasta la
primera década del siglo XXI, con lo cual este análisis com-
plementa y complejiza los hallazgos e interpretaciones pre-
cedentes. En sintonía teórico-metodológica con este grupo
–cuyo antecedente inmediato es CICSO– encontramos los
trabajos de investigadorxs preocupadxs por el devenir de la
conflictividad social en regiones específicas de nuestro país.
Dos de éstos son los trabajos de los historiadores Guillermo

4 Para mayor detalle recomendamos ingresar a


http://www.pimsa.secyt.gov.ar/informes.html

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26 • La conflictividad social en la historia reciente

Colombo (2010), quién investiga el acontecer conflictual en


la industria de la pesca marplatense durante la hegemonía
del neoliberalismo, y el de Gonzalo Pérez Álvarez (2012),
interesado por las luchas sociales ocurridas en Chubut entre
1995 y 2005. Además, en esta perspectiva, localizamos una
compilación reciente (Becher y Pérez Álvarez 2018) que
aborda el movimiento de desocupados desde la década de
los noventa hasta 2015 en diversas regiones del país, y un
artículo sobre la conflictividad en Chaco durante el año
2016 (Graciosi 2020).
Otros aportes que también tienen su antecedente
inmediato en el CICSO provienen del Programa de Inves-
tigación Sobre el Cambio Social (PICASO). De ellos, pode-
mos mencionar el trabajo de Antón, Cresto, Rebón y Salga-
do (2010) sobre las luchas sociales en nuestro país durante
la primera década del siglo XXI; el de Cresto y Salud (2010)
sobre las representaciones construidas por los asalariados
en torno a la legitimidad de diferentes formas de acción
contenciosa; y la tesis doctoral de Antón (2010) que, a partir
de un análisis cuantitativo, estudia la conflictividad política
en Argentina y la irrupción del kirchnerismo como fuerza
política emergente de la crisis de 2001.
Otro nodo de producción académica emparentada con
la “escuela” del CICSO es el Programa de Investigacio-
nes sobre Conflicto Social, dirigido por Inés Izaguirre.
Los tópicos más abordados por este grupo son los que se
corresponden con la lucha de clases del período 1969-1976,
la conflictividad obrera entre 1973 y 1976 y la violencia
estatal contra los militantes populares durante los años
1973-1983 (Izaguirre 1994, 2009; Izaguirre y Aristizábal
1994, 2002; Santella 2019; Santella y Andújar 2007). En
una perspectiva más preocupada por los regímenes de acu-
mulación que por los ciclos de rebelión, contamos con las
indagaciones de Adrián Piva (2009, 2012). Este autor, en
sus investigaciones, se ocupa de contextualizar el accionar
conflictual durante los regímenes de acumulación y vincu-
larlo al accionar del estado, con el objetivo de evitar caer

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La conflictividad social en la historia reciente • 27

en una mirada sesgada y unilateral. Un concepto caro a su


perspectiva es el de hegemonía. Dentro de este enfoque,
podemos ubicar a los aportes de Atzeni y Ghigliani (2008),
Varela y Lotito (2009), Santella (2009), Lenguita (2011),
Collado y Roitman (2015), en torno a la caracterización
del incremento de la conflictividad laboral en el marco del
relanzamiento de la negociación colectiva nacional, proble-
mática que la bibliografía especializada denomina “revita-
lización” o “resurgimiento” sindical. La mayor parte de los
estudios enmarcados en el enfoque clasista muestran entre
sus tópicos recurrentes la identificación de hitos que posi-
bilitan periodizar la secuencia de eventos de rebelión. Por
otra parte, se pretende establecer el estado y el momento
(de su formación) en que se encuentran las fuerzas sociales
en pugna. Asimismo, en el marco de las periodizaciones,
estos estudios buscan establecer las formas de lucha pre-
dominantes y subordinadas en el marco del conjunto de la
conflictividad social. Esta preocupación se vincula, por un
lado, con aportar la ubicación de las formas de lucha en
una escala relativa al grado de organización y radicalidad,
y por otro, con la determinación del sujeto predominan-
te. En el marco de esta perspectiva, la determinación del
sujeto preponderante se hace en contrapunto a la tesis que
sostiene la perdida de centralidad del movimiento obrero
como sujeto principal de la conflictividad social y la huelga
como su forma predilecta de acción. Finalmente, podemos
decir que el enfoque clasista, pese a la diversidad de análisis,
encuentra su identidad en el marxismo como marco teórico
y en la centralidad atribuida a la clase obrera en los procesos
de conflictividad social.
El enfoque movimentista también contiene diversas
perspectivas analíticas en su interior. En esta constelación
conviven las perspectivas de los nuevos movimientos socia-
les junto a la de movilización de recursos, estructura de
oportunidades políticas y procesos de enmarque cultural. Si
bien a través de autores como Touraine, Melucci y Offe en
un primer momento lxs investigadorxs vernáculxs fueron

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28 • La conflictividad social en la historia reciente

más afines a la recepción de la vertiente de los nuevos


movimientos sociales en relación a los conceptos de identi-
dad y subjetividad, con posterioridad habrían de incorporar
los aportes de las otras dos vertientes de factura anglosa-
jona (Tilly, Tarrow, McCarthy y Zald). Un buen ejemplo
de esta convivencia la encontramos en el ya clásico texto
de Svampa y Pereyra (2003) sobre el movimiento piquete-
ro. En esta obra se amalgaman los aportes de las distintas
perspectivas con una leve primacía de vertiente identitaria.
Algo similar ocurre con el estudio sobre el Movimiento de
Mujeres Agropecuarias en Lucha de Giarracca (2001), quien
combina la perspectiva de Melucci sobre la construcción
de identidades con aportes conceptuales de Tarrow y Tilly.
Estos conceptos de movilización de recursos y estructura
de oportunidades políticas son puestos en juego para dar
cuenta del devenir conflictual de la organización de muje-
res vinculadas a la actividad agropecuaria. Los mismos van
ganando preeminencia en trabajos posteriores, donde las
referencias a Tarrow son cada vez más recurrentes. Esto lo
podemos constatar en el artículo sobre protestas agrorrura-
les (2003), en el cual, a diferencia del primer trabajo citado,
se despliega un análisis cuantitativo en base a un banco
de datos sobre conflictividad agrorrural elaborado por el
Grupo de Estudios Rurales dirigido por Giarracca. En su
libro sobre el movimiento piquetero, Massetti (2004) pone
en relación las distintas perspectivas conceptuales para dar
cuenta de los procesos conflictuales y de politización del
movimiento de desocupadxs. Sin embargo, el eje de su tesis
refiere a las subjetividades e identidades puestas en jue-
go en las movilizaciones, las cuales son analizadas en cla-
ve etnográfica. Es en este punto donde la línea identitaria
del enfoque movimentista se impone. Por su parte, Auyero
(2002a, 2002b, 2007) en sus trabajos sopesa las distintas tra-
diciones, incorporando nociones thompsonianas al enfoque
movimentista para evaluar los procesos de conflictividad
social en relación a los cambios en los repertorios de la
acción colectiva. Esta problemática remite a la tradición

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La conflictividad social en la historia reciente • 29

anglosajona, con una significativa influencia de las tesis de


Tilly. Esta última problemática es cara a distintos trabajos
(Farinetti 2002; Lobato y Suriano 2003; Scribano y Schuster
2001). En el marco del Grupo de Estudios de Protesta Social
y Acción Colectiva (GEPSAC), coordinado por Schuster, se
ha elaborado una base de datos sobre acciones colectivas
de protesta para caracterizar la dinámica conflictual en la
Argentina contemporánea. Teóricamente, esta matriz está
informada por la línea anglosajona de la movilización de
recursos y estructura de oportunidades políticas. A partir de
dicho relevamiento y de análisis cualitativos, el grupo busca
identificar cambios en los repertorios de la acción colectiva
de protesta y la relación de éstos con los distintos gobier-
nos desde 1989 a 2007 (Natalucci et al. 2013; Pereyra et al.
2015; Pérez y Pereyra 2013; Schuster et al. 2002; Schuster,
Pérez, Pereyra, Armesto, y Armelino 2006).
En una línea de trabajo emparentada con la del GEP-
SAC, contamos con los aportes de Adrián Scribano (2005,
2009), quien en una de sus últimas contribuciones a la
temática problematiza la relación entre el conflicto social
y las políticas de las sensibilidades, a partir del estudio de
prácticas intersticiales (Scribano 2017). Dentro de este sub-
grupo también encontramos el trabajo del equipo dirigido
por Mónica Gordillo. En el marco de distintos proyectos
el grupo fue relevando en una matriz de datos ad hoc las
acciones colectivas aparecidas en el diario de mayor tira-
da de la provincia de Córdoba, La Voz del Interior, corres-
pondiente al período comprendido entre julio de 1989 y
diciembre de 2003; las referencias teóricas más relevantes
son Tarrow y Tilly (Gordillo 2012). Finalmente, desde la
teoría del enmarcado interpretativo, Gómez (2016) analiza
las protestas de la clase media en la historia reciente (entre
2001 y 2015), y focaliza en los procesos de definición de
sus intereses y de construcción de matrices de significación.
En la misma línea teórica del enmarque cultural se inscribe
el reciente trabajo de Alvarado y Gómez (2019), que trata

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30 • La conflictividad social en la historia reciente

sobre la movilización y la producción de marcos interpre-


tativos relacionados a la cuestión del aborto.
Los trabajos enmarcados en el enfoque movimentista
buscan entender y explicar los ciclos de conflictividad en el
contexto general de la gobernabilidad y los procesos de ciu-
dadanización, en relación a sus alcances y límites. Actual-
mente, esta perspectiva es considerada como predominante
en el campo de estudios sobre conflictividad social en la
Argentina contemporánea (Iuliano, Pinedo, y Viguera 2007;
Viguera 2009). Algunos tópicos recurrentes de este enfo-
que son los referidos a la identificación de nuevos reperto-
rios de acción, así como también la filiación de los nuevos
movimientos sociales que desplazaron al movimiento obre-
ro como principal sujeto de la protesta. Estos trabajos, en
su gran parte, sostienen la tesis de la pérdida de centrali-
dad del movimiento obrero y la huelga ante la emergen-
cia de nuevos movimientos sociales –como el piquetero-
y nuevas formas de acción conflictiva –como el piquete-;
y del desplazamiento de la identidad obrera por la identi-
dad piquetera. Una revisión de estas tesis, desde el enfoque
movimentista, la encontramos en un artículo de Marcelo
Gómez (2009) que versa sobre la reactivación sindical.
Si bien el campo de estudios sobre el conflicto social en
Argentina se estructuró en función de los enfoques clasista
y movimentista, durante los últimos años investigaciones
de ambas facturas han comenzado a problematizar las posi-
ciones más herméticas. Ya sea partiendo de reflexiones de
carácter teórico o de análisis empíricos concretos, transi-
tan una trayectoria de diálogos y prestamos conceptuales
para el análisis de la conflictividad social (Aiziczon 2020;
Galafassi, Puricelli, y Galafassi 2017; Gómez 2014; Millán
2009; Natalucci, Ríos, y Vaccari 2019; Piva 2020; Stratta y
Barrera 2009; Viguera 2009). En línea con Piva (2020), si
este encuentro logra superar al lugar de la polémica y en su
lugar hace emerger la crítica constructiva, se vislumbra una
senda de debate prometedora.

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La conflictividad social en la historia reciente • 31

Para finalizar, mencionamos brevemente dos líneas de


estudios que están ramificando nuevos problemas de inves-
tigación en el campo de la conflictividad social: su cruce
con las teorías de género y con el giro digital (Romein et al.
2020). En relación al primer cruce, dentro de la recepción
argentina del enfoque movimentista clásico podemos men-
cionar los aportes tempranos de Calderón y Jelin (1987),
quienes localizan en la década de los ochenta al género
como un área específica; un campo de conflicto donde los
movimientos de mujeres desplegaron demandas. También
el trabajo de Norma Giarraca (2001), que articula el aná-
lisis de la protesta agraria y el género a partir del estudio
de caso sobre el Movimiento de Mujeres Agropecuarias en
Lucha surgido a mediados de los noventa; y los aportes
de Di Marco (2003), quien estudia las asambleas barriales
-surgidas en el marco de la crisis de 2001- como formas
emergentes de acción colectiva, que contribuyen a los pro-
cesos de democratización, desde una perspectiva de género
y generacional.
En relación al movimiento de desocupadxs de fines de
los noventa, destacan los aportes con perspectiva de género
de Andújar (2005, 2014) sobre el protagonismo de las muje-
res en el movimiento piquetero, tanto en la organización
como en la realización de las protestas; también Partenio
(2012), quien realiza un estudio de caso sobre la forma-
ción de un espacio de mujeres dentro de una organización
piquetera desde una perspectiva de género. En relación al
mundo del trabajo, cabe mencionar el trabajo de Elizalde
(2006) que articula conflicto laboral y género a partir de dos
casos de estudio, mujeres obreras y mujeres en situación de
prostitución, en sus luchas contra políticas de represión y
de exclusión. Estos aportes son fundamentales en la histo-
riografía sobre la conflictividad social puesto que develan y
reponen el ocultamiento de las mujeres en la protesta polí-
tica realizada por la producción académica hegemónica.
En el marco de ascenso del movimiento feminista en el
presente siglo, y sobre todo a partir de 2015, el campo de la

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32 • La conflictividad social en la historia reciente

conflictividad social en relación al movimiento de mujeres,


se encuentra en expansión. Para nombrar solo algunos de
los aportes más recientes, desde una visión crítica hacia
los conceptos clásicos del enfoque movimentista, Nataluc-
ci y Rey (2018) analizan la experiencia argentina conocida
como #NiUnaMenos, evento que en 2015 abre un ciclo de
movilización política de las mujeres en torno a demandas
contra la violencia machista, por la legalización del aborto
y por derechos sociales y económicos de las mujeres. Tam-
bién con una visión crítica desde la teoría política hacia
los clásicos del enfoque movimentista, el trabajo de Rocío
Annunziata et al. (2016), analiza, entre otros, el caso de
#NiUnaMenos, poniendo el foco en la relación de lo que
definen como movimientos ciudadanos y el ámbito de la
virtualidad. En esta misma línea cabe mencionar el trabajo
de Stefanetti (2020), que analiza el uso de las TICs en el ciclo
de movilización que inaugura el caso de #NiUnaMenos.
Finalmente, el trabajo de Natalucci, Ríos y Vaccari
(2019), analiza el caso del Colectivo de Mujeres Sindicalis-
tas desde los conceptos de ciclo de movilización e inter-
seccionalidad, e interpretan que, a través de sus acciones,
tanto las contenciosas como las que no lo son, por un lado,
interpelan al movimiento feminista aportando una mirada
de clase, y por el otro, cuestionan las estructuras laborales y
sindicales desde la crítica de género. Asimismo, cabe men-
cionar el reciente trabajo de Nogueira, Salazar y Calderaro
(2020) que, desde el enfoque clasista y la teoría de la repro-
ducción social, analizan el caso de la Comisión de Mujeres
de la gráfica recuperada Madygraf. La fábrica aparece como
espacio de la organización central de ese conflicto, pero
también como expresión de la politización y la militancia
generizada en su interior, de la cual emergieron mutuas
influencias entre la fábrica y el hogar en lo que refiere al
trabajo de reproducción social.
Con el acceso masivo a internet y el desarrollo vertigi-
noso en los últimos años de plataformas, redes sociales, por-
tales de noticias digitales, etc., las formas y los espacios del

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La conflictividad social en la historia reciente • 33

conflicto social y político se extienden a un nuevo ámbito


de la vida: la llamada virtualidad. Dentro de la producción
académica que está explorando este nuevo espacio social,
podemos mencionar a nivel latinoamericano el libro Acti-
vismo político en tiempos de internet (Sorj y Fausto 2016), que
reúne estudios de casos de Argentina, Brasil, Chile, Colom-
bia, Ecuador y Venezuela, desde la perspectiva de los movi-
mientos ciudadanos; y el dossier “El subsuelo de lo político.
Sustratos sociales, culturales, comunicacionales y tecnoló-
gicos de la acción colectiva en el siglo XXI” coordinado
por José Villarreal Velásquez y Gilberto Rescher, donde se
analizan distintas experiencias en Chile, Argentina, Brasil,
Ecuador, Colombia, y Guatemala (2022). A nivel local, des-
de un enfoque movimentista, Fixman (2019) toma el caso de
una huelga docente en la ciudad de Mar del Plata y analiza
las relaciones entre acciones colectivas y acciones conec-
tivas, aquellas que se despliegan en la virtualidad (en este
caso, en Facebook). Concluye que estas últimas estimulan la
creatividad y el compromiso individual a la vez que alteran
las lógicas tradiciones de las luchas sindicales.
Por otro lado, existe un conjunto de trabajos en los
que se ha comenzado a incorporar lo digital, no sólo como
objeto de estudio, sino como mediación técnica para la pro-
ducción de conocimiento (Albrieu y Palazzo 2020; Fran-
zosi 2021; Liang y Zhu 2017; Palazzo 2017). Para el caso
argentino, desde el enfoque centrado en las luchas sociales,
encontramos los recientes aportes del GESMar (Laitano y
Nieto 2021b, 2021a; Nieto 2019, 2020; OCS 2020), don-
de el estudio de la conflictividad social (general, laboral,
portuaria, vecinal) se realiza a partir de la programación
computacional, mediante técnicas como el web scraping y
la minería de textos. Los aportes auguran cambios meto-
dológicos que impactarán hondo en la forma en que cons-
truimos e interpretamos los problemas y los catálogos de
eventos conflictivos.

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34 • La conflictividad social en la historia reciente

Reflexiones metodológicas sobre el abordaje


cuantitativo de la conflictividad social

En relación a la cuestión del método en el estudio de la


conflictividad social es interesante hacer notar que existen
solapamientos de estrategias metodológicas entre ambos
enfoques, el movimentista y el clasista. Por un lado, en las
vertientes culturalistas de una y otra tradición tienden a
predominar las técnicas cualitativas de investigación. Por
otro, en las vertientes centradas en los formatos y reper-
torios de las acciones, tienden a predominar las técnicas
cuantitativas.
Asimismo, constatamos cierto predominio de los estu-
dios de corte cualitativo (principalmente, estudios de caso)
en ambos enfoques. En particular, notamos que estos estu-
dios de corte cualitativo, en su gran mayoría, prescinden de
un mapeo de la conflictividad social total, lo que en algunas
ocasiones da lugar a un cierto impresionismo (Varela y Loti-
to 2009). Sin embargo, es importante señalar que existen
estudios de caso que se basan en un mapeo previo de la
conflictividad social total (Collado y Roitman 2015; Iñigo
Carrera 2010; Pérez, Pereyra, y Schuster 2008).
El registro sistemático (es decir, de corte cuantitativo)
de hechos de conflictividad social de distinto tipo es llevado
adelante tanto por agencias estatales -como el Ministerio
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS)-; consul-
toras privadas, -como la Consultora de Investigación Social
Independiente (CISI)-; grupos y programas de investigación
-como el Programa de Investigación sobre el Movimiento
de la Sociedad Argentina (PIMSA)- y el Grupo de Estu-
dios sobre Protesta Social y Acción Colectiva (GEPSAC).
También observatorios provinciales y regionales como el de
San Juan, Mendoza, Córdoba y del Nordeste Argentino, y
el Observatorio del Derecho Social de la CTA autónoma. A
grandes rasgos pueden ordenarse entre aquellas que cubren
sólo las acciones conflictivas de un grupo social (los/as asa-
lariados/as), y aquellas que pretenden cubrir las acciones

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La conflictividad social en la historia reciente • 35

conflictivas emprendidas por las distintas personificaciones


sociales (sean o no asalariados/as). Otro criterio de orde-
namiento para este universo gira en torno a su alcance:
los registros de conflictividad que pretenden un alcance
nacional y aquellos que tienen una cobertura provincial. Sin
embargo, hay algo que todas estas experiencias investiga-
tivas comparten: la utilización del periódico como fuente
para el estudio cuantitativo del conflicto social. Existe una
importante producción de críticas y reflexiones teórico-
metodológicas sobre esta cuestión (Benente 2011; Franzosi
2017; Ghigliani 2009; Río 2008; Sorribas 2010). En lo que
sigue presentamos las dos críticas que entendemos son las
centrales sobre el uso de la prensa como fuente histórica.
Una crítica frecuente tiene que ver con que el diario
subestima los conflictos realmente existentes (Ghigliani
2009). La crítica es aceptable, de hecho la cuantificación del
conflicto a partir de la prensa como fuente no refleja todos
los conflictos que realmente existieron, sino sólo aquellos
informados por la prensa. Sin embargo, debemos tener en
cuenta que, la subestimación de conflictos (o del objeto de
estudio que se trate) es inevitable independientemente de
la fuente, es decir, se trata de un hecho inherente a la pro-
ducción de conocimiento, y no de un problema específico
de la prensa. También es cierto que, hasta el momento, la
fuente que permite con mayor facilidad construir el proble-
ma del conflicto a partir de su registro estandarizado sigue
siendo la prensa. Al respecto y en su defensa, Izaguirre y
Aristizábal señalan que la prensa “…ha logrado constituirse
en un medio estandarizado de una gran masa de informa-
ción de todo tipo.” (Izaguirre y Aristizábal 2002:20). En este
sentido, entendemos que la crítica de la subestimación debe
ser un punto de partida en la producción de datos (la trian-
gulación se ofrece como un camino a seguir), pero no el
argumento metodológico que anule la utilización del dia-
rio como fuente de conocimiento histórico. En la profusa
producción de grupos de investigación e investigadorxs que
estudian el conflicto social, aun desde perspectivas teóricas

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36 • La conflictividad social en la historia reciente

muy disímiles, se evidencia un acuerdo tácito que identifica


en la prensa periódica, aun con sus problemas, la fuente
más completa y accesible -incluso muchas veces la única
disponible- a la hora de problematizar el conflicto social
cuantitativamente (Antón 2010; Franzosi 2017; Ghigliani
2009; Giarraca, Mariotti, y Comelli 2007; Iñigo Carrera
y Cotarelo 2003; Marín 2003; Río 2008; Schuster, Pérez,
Pereyra, Armesto, Armelino, et al. 2006; Silver 2005; SIS-
MOS 2019; Tilly 2011). A esto hay que agregar que, la cuan-
tificación del conflicto no apunta a conocer magnitudes
exactas, sino tendencias y cambios en el devenir conflictivo
(Antón 2010; Ghigliani 2009; Silver 2005). Finalmente, las
investigaciones muestran cómo la subestimación se regis-
tra particularmente en estudios que utilizan como fuente
diarios que pretenden una cobertura nacional, pero que
presentan una impronta fuertemente capitalina (Ghigliani
2009; Gómez 1997; Río 2008; SISMOS 2019). Es necesario
señalar en este sentido que proponerse estudiar el conflicto
social a nivel nacional, utilizando diarios de tirada nacional
pero con impronta capitalina, no responde a un error de
método, sino a las condiciones materiales de realización de
la ciencia en nuestro país. La emergencia de fuentes nacidas
digitales y su análisis computacional en el ámbito de las
ciencias sociales y humanidades, proporciona un novedoso
horizonte metodológico interesante en este punto (Laitano
y Nieto 2021a, 2021b; Nieto 2019, 2020; OCS 2020).
A la crítica de la subestimación del registro se debe
agregar la cuestión de que cada diario, en tanto institución,
expresa intereses políticos y económicos que repercuten,
para el caso de nuestro interés, en qué, cuántos y cómo se visi-
bilizan los diferentes conflictos. Las críticas han alertado
sobre el problema de que los diarios no sólo son un actor, y
de peso, con intereses políticos, sino también una empresa
que como tal representa intereses económicos (rentabili-
dad). Gustavo Antón señala en este sentido: “Las empre-
sas periodísticas son un actor más de la escena y la arena
política. Son parte de los procesos que reportan, tienen sus

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La conflictividad social en la historia reciente • 37

intereses como también sus contradicciones y están sujetos


a las leyes del mercado tanto como cualquier otra empresa.”
(2010:288). Por ello, es necesario incorporar al diario como
una variable independiente a tener en cuenta en el análisis
de los datos. Las investigaciones que proponen el enfoque
del frame analysis, por ejemplo, focalizan en los procesos de
producción de noticias que delimitan qué protestas y qué
sujetos (y a partir de qué imputación moral), y cuáles no,
son visibilizadas por la prensa (Río 2008; Sorribas 2010).
Sin negar que los periódicos pueden tergiversar deter-
minados acontecimientos – incluso hasta el absurdo, pen-
semos en el fenómeno de las fakenews-, lo cierto es que
justamente por su carácter público y masivo los diarios no
pueden mentir sobre todos los eventos ni todo el tiempo. En
este sentido, no podemos limitar la definición de un perió-
dico a la de una estructura homogénea donde sólo cuentan
los intereses políticos y económicos de lxs directores y lxs
dueñxs de la empresa; también están lxs periodistas y sus
trayectorias profesionales que se dan por fuera del diario,
las relaciones entre periodistas de diferentes diarios, crite-
rios estandarizados de construcción de las noticias, rutinas
de trabajo de los propios diarios, etc. (Río 2008). Esta enu-
meración dibuja un territorio un tanto más complejo que
la imagen típica del diario como un ‘leviatán’ de la infor-
mación sobre lo que acontece en una sociedad. Las posibili-
dades de publicación de un conflicto dependen de muchos
más factores que la línea editorial del periódico.5
La crítica metodológica (Franzosi 2017; Río 2008)
coincide en que existe información “dura” sobre los conflic-
tos que los diarios no suelen tergiversar, como el tipo de
acción, la fecha, la localización, lxs sujetxs participantes, y
reacciones estatales como las detenciones y los asesinatos.
En este sentido, una buena decisión metodológica en la pro-
ducción de los datos es limitar el relevamiento a este tipo

5 Para un panorama en profundidad sobre el tópico de este párrafo ver Río


(2008).

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38 • La conflictividad social en la historia reciente

de información “dura”, y descartar -o relevar como acciones


discursivas de la propia publicación- aquella información
dudosa o que claramente exprese la adjudicación valorativa
política-moral por parte del diario sobre el conflicto. En
este sentido, Franzosi (2017) concluye que tomar el diario
como fuente de datos históricos implica el riesgo de pro-
porcionar información insuficiente, más que defectuosa. En
el mismo sentido, señala Río

… la prensa nos proporciona una gran cantidad de datos


útiles y fiables, en la medida en que están sujetos a pautas
estandarizadas e interactivas de cobertura y publicación por
parte de los periodistas. Profesionales cuyo margen de mani-
pulación al reportar protestas sociales no es ilimitado, debido
a los efectos constrictivos que ejerce el campo periodístico
sobre los actores del mismo (2008: 80).

Entonces, mientras mantengamos una actitud crítica


hacia la fuente y en la forma de utilizarla (reconstruyendo
las condiciones de producción del periódico, identificando
la identidad política de su editorial, definiendo explícita-
mente las variables a relevar, controlando la selección de
los casos, y triangulando con otra documentación) el uso
del periódico como fuente histórica no presenta problemas
irresolubles en relación a sus sesgos.

La estructura del libro: escalas de análisis y temáticas


abordadas

El ordenamiento de los capítulos que componen este libro


se estructura en función de las escalas de análisis propues-
tas. Tres partes lo componen: escala local, escala provin-
cial y escala nacional/regional. Como todo ordenamiento,
no deja de ser arbitrario: simplemente organiza la lectura
según la dimensión de las aldeas (Geertz 2003). Sin embar-
go, los problemas allí estudiados exceden la cuestión del

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La conflictividad social en la historia reciente • 39

alcance del objeto de estudio. Con diferentes anclajes empí-


ricos, estos problemas se reactualizan y reacomodan capí-
tulo a capítulo, incorporando múltiples formas de acceso
(no sólo de escala, sino también de método y de instrumen-
tal teórico), así como agregan capas de sentido al debate
suscitado por el diálogo que quienes lean vayan hilvanando
a lo largo del libro.
El capítulo de Pablo Becher y Nicolás Rabino es un
estudio comparativo sobre la conflictividad social protago-
nizada por el movimiento de trabajadorxs desocupadxs, en
tanto fracción de la clase obrera, en dos ciudades del sud-
este bonaerense: Bahía Blanca y Mar del Plata, entre 1997 y
2002. La comparación se realiza a partir de cuatro dimen-
siones analíticas: la génesis de los movimientos, sus formas
de organización, las formas de conflicto en que expresa-
ron sus intereses y las estrategias que han desenvuelto en
relación a otros actores, incluido el Estado. Articulando las
temáticas de conflicto social y organización política des-
de un enfoque que privilegia la historicidad de los pro-
cesos sociales, y desde una metodología que triangula los
abordajes cualitativo y cuantitativo, los autores explican la
formación de lxs trabajadorxs desocupadxs como agentes
sociales colectivos y sus luchas, en tanto expresión de la
crisis argentina de fines del siglo XX y principios del XXI.
El capítulo constituye un aporte significativo para el campo
al incorporar un análisis comparativo. Reconstruir compa-
rativamente la formación de los movimientos piqueteros en
dos ciudades del sudeste bonaerense permite a los autores
destacar texturas y mixturas, señalar contrapuntos y carac-
terísticas comunes. Por complejos, los análisis comparativos
suelen quedar relegados en las agendas de lxs investigado-
res; sin embargo, son necesarios para construir una historia
nacional que se nutra a partir de las particularidades de
todas sus regiones.
Luciana Nogueira analiza el conflicto de lxs trabaja-
dorxs municipales del partido de Necochea durante el año
2019, desde la perspectiva de la teoría de la reproducción

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40 • La conflictividad social en la historia reciente

social. Metodológicamente, se asienta en la confección de


una base de datos de conflictividad social que le permite
reconstruir densamente el conflicto de lxs municipales, así
como la conflictividad general. Además, se opta por trian-
gular la producción de datos a partir de la observación
participante y el análisis de fotografías. A modo de contex-
tualización, el capítulo reconstruye la estructura productiva
y el mercado de fuerza de trabajo, describiendo también la
conflictividad global que tuvo lugar durante 2019 en Neco-
chea, dando cuenta de quiénes fueron sus protagonistas y
cuáles sus demandas principales. En este contexto, el con-
flicto de lxs trabajadorxs municipales sobresale, no sólo por
la cantidad de acciones de lucha que llevaron a cabo, sino
también por el número menor en Necochea de trabajadorxs
del sector público respecto del privado y la relación con
la magnitud del conflicto. El conflicto de lxs trabajadorxs
municipales surgió en torno a dos problemáticas principa-
les: el atraso en el pago de salarios y la falta de insumos
básicos en la salud pública. Desde la teoría de la reproduc-
ción social, la autora destaca que se trata de problemáticas
que impactan no sólo en la subsistencia de los hogares de
lxs trabajadorxs en conflicto, sino también, en el conjunto
más amplio de la clase trabajadora, que atiende necesidades
básicas como la salud, a través de los servicios públicos.
La duplicidad del impacto se transforma en la dimensión
que estructura el análisis de Nogueira sobre la magnitud
adquirida por la lucha de lxs municipales. Finalmente, bajo
la sugerente nominación de feminización de la protesta, se
problematiza el rol de las mujeres en el conflicto a partir
de cuestiones tales como la participación de las mujeres
en medidas de fuerza y el carácter de las tareas militan-
tes desarrolladas.
Por su parte, Agustín Nieto y Guillermina Laitano
presentan un estudio exploratorio desde una perspectiva
atenta a la dimensión territorial de la acción contenciosa
en el partido de General Pueyrredon (provincia de Bue-
nos Aires). Analizan el quinquenio 2016-2020, comparando

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La conflictividad social en la historia reciente • 41

la conflictividad general de anclaje barrial con la conflic-


tividad específicamente vecinal, a partir de la cantidad y
magnitud de conflictos, lxs sujetxs de las protestas, los for-
matos y geografías de las acciones y las demandas. Metodo-
lógicamente novedoso, el capítulo utiliza un acercamiento
computacional que abarca todo el proceso investigativo,
desde el relevamiento de las fuentes hasta la visualización
de los datos. Como resultados principales, además de ensa-
yar una periodización de la conflictividad en el periodo,
se localizan dos grandes temporalidades-territorialidades
en la dinámica de la protesta. Una de ellas, caracterizada
por patrones más estables y previsibles, y que de conjun-
to devuelve la imagen de una conflictividad más regulada
e integrada, está referida a las organizaciones de alcance
nacional e internacional. Otra, vinculada a organizaciones
de anclaje local, está caracterizada por patrones menos defi-
nidos, que de conjunto devuelven la imagen de una conflic-
tividad mucho más desregulada y con menor integración.
El capítulo de Gonzalo Pérez Álvarez y Demián Suárez
reconstruye la conflictividad social entre 1983 y 2011 en el
noreste de Chubut. Se sustenta en una base de datos cons-
truida a partir de un diario provincial y tres locales, comple-
mentados con entrevistas, archivos oficiales y relevamiento
bibliográfico. El escrito ofrece un análisis panorámico de un
periodo prolongado sobre la subregión patagónica a par-
tir de tres variables centrales: las formas de rebelión, lxs
sujetxs y las organizaciones protagonistas de las protestas.
El análisis se asienta en un conocimiento exhaustivo de las
mudanzas de la estructura económico-social de la región, y
en la problematización de sus relaciones con los modelos
económicos de los gobiernos nacionales. La argamasa así
construida por los autores – a la par que les permite pro-
blematizar los vínculos entre historia nacional y regional
– decanta en una interpretación de la conflictividad que se
estructura en la identificación de periodos. En esa inter-
pretación confluyen todas las dimensiones analíticas: desde
cuestiones estructurales del mercado de trabajo, cambios en

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42 • La conflictividad social en la historia reciente

las políticas públicas nacionales y provinciales, contiendas


electorales, sujetxs que participan de las protestas, formas
de lucha empleadas y tipo y variedad de demandas. Ancla-
do en la perspectiva de la lucha de clases, el capítulo pro-
fundiza la discusión sobre la centralidad del movimiento
obrero como sujeto de transformación social en la histo-
ria reciente.
En el capítulo de Francisco Favieri, Verónica Orellano,
Adán Morales Illanes y Mariano Padín, se describe la con-
flictividad laboral en la provincia de San Juan durante el
periodo 2016-2019. El foco apunta a la composición y evo-
lución de los conflictos y da cuenta de las particularidades
en función del sector y la rama de actividad, los intereses
expresados como demandas, las formas de organización de
lxs sujetxs colectivxs y el nivel de agregación del conflicto
(provincial o nacional). Desde un enfoque cuantitativo, ela-
boran una base de datos en base a tres periódicos digitales
provinciales. Entre varias conclusiones, el análisis pone de
manifiesto una tendencia a la baja de la conflictividad labo-
ral durante el periodo y un predominio del sector público
en las situaciones de conflicto laboral. También evidencia
el carácter estacional del predominio de sectores (público
o privado) en situaciones de conflicto, según el periodo del
año, – estacionalidad que se explica por el tipo de demandas
de cada sector – y los ritmos institucionales (del capital y del
Estado). Lxs protagonistas del periodo realizan trayectorias
de conflictos divergentes, que se explican por el sector de
actividad. Mientras que el sector público (particularmente
la rama de la enseñanza) focaliza sus demandas en moti-
vos salariales, sus situaciones de conflicto presentan una
agregación nacional y los momentos de mayor conflicti-
vidad se registran en los primeros y segundos trimestres;
el sector privado (particularmente las industrias manufac-
tureras) presenta demandas vinculadas a despidos, suspen-
siones y continuidad laboral, sus situaciones de conflicto
presentan mayoritariamente una agregación provincial y el
carácter estacional de su conflictividad se evidencia en la

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La conflictividad social en la historia reciente • 43

preponderancia de las situaciones de conflicto en los ter-


ceros y cuartos trimestres. Esta última cuestión sobresale
entre los aportes del capítulo al evidenciar la importancia
de ciertas dimensiones para los análisis de conflictividad a
escala provincial particularmente, pero sin limitarse a ella:
la estacionalidad de los conflictos laborales en función de
los contextos y las situaciones.
El capítulo de Susana Roitman, Marina Falvo y Fabiana
Visintini caracteriza la conflictividad laboral en la provincia
de Córdoba entre 2013 y 2018 desde un enfoque cuantitati-
vo sustentado en la base de datos que las autoras construyen
desde el Observatorio de Conflictos Laborales de Córdo-
ba. El análisis se estructura en torno a tres categorías teó-
ricas: movilización/desmovilización, participación/delega-
ción y solidaridad/fragmentación, categorías desarrolladas
por Richard Hyman desde una perspectiva marxista. Ade-
más de sostenerse en estos constructos teóricos, los datos
sobre conflictividad laboral se analizan contextualmente a
partir de datos macroeconómicos (empleo y salario). Arma-
das con la compleja y coherente argamasa de teoría, datos y
contexto (macroeconómico y político), las autoras aprehen-
den las correlaciones de fuerzas entre capital y trabajo para
el periodo en la provincia, y como hallazgos más relevantes
en este sentido sobresale el carácter defensivo y reducido
de los conflictos, que a su vez emergen desacompasada y
corporativamente. Esta fragmentación también se observa
en el análisis de los conflictos en los lugares de trabajo
que permiten problematizar las correlaciones de fuerzas al
interior de lxs trabajadores (base-dirección) y evidenciar la
ausencia de voluntades colectivas, tanto en sentido interno
como externo. Finalmente, el análisis problematiza la tesis
sobre la huelga general como indicador de un momento de
la conflictividad social que expresa solidaridad de clase, sos-
teniendo que no es aplicable al caso cordobés en el periodo
de estudio, puesto que las huelgas generales no expresan a
todxs lxs trabajadores, no sólo porque las centrales sindica-
les ya no incluyen a todxs ellos (no incluyen a lxs informales,

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44 • La conflictividad social en la historia reciente

no incluyen a lxs desocupados, etc.), sino también por las


disputas en el interior del movimiento obrero que se expre-
san en múltiples fracturas de las centrales sindicales.
En el capítulo de Loreto Quiroz, Juan Ladeuix y Lean-
dro González se problematiza los linchamientos, en tan-
to formas de acción colectiva de violencia punitiva. Por
un lado, se reconstruye el estado de la cuestión sobre la
temática a nivel nacional, particularmente centrándose en
sus abordajes cuantitativos. Tal sistematización pone de
manifiesto que el linchamiento pasó de ser un fenómeno
marginal durante los años noventa, a presentar un incre-
mento sostenido desde inicios del nuevo siglo; evidencia
la transversalidad geográfica del fenómeno a nivel nacio-
nal; y revela un repertorio de acciones que sobrepasan el
clásico linchamiento. Por otro lado, lxs autores analizan la
sistematización de casos de linchamiento ocurridos entre
2014 y 2018 en el Gran Buenos Aires, problematizando
particularmente la relación entre las acciones colectivas de
violencia punitiva y el accionar estatal. Desde una perspec-
tiva crítica que rechaza una concepción de Estado fetichi-
zada, el análisis ilumina cómo dicha relación expresa una
tensión en torno a la potestad del poder punitivo, que no
puede reducirse a la reivindicación de ejercicios de puniti-
vismo autónomo por parte de lxs linchadorxs en relación al
Estado. De conjunto, el capítulo contribuye con dos líneas
poco abordadas de la conflictividad social en Argentina:
las acciones colectivas de violencia punitiva y la relación
entre las formas de conflicto social y las reacciones esta-
tales frente a ellas.
El capítulo de Julia Campos, Luis Campos, Mariana
Campos y Jimena Frankel analiza la correlación de fuer-
zas políticas entre trabajadores y capital durante la gestión
del gobierno de Cambiemos a nivel nacional. En cuanto a
la relación de fuerzas objetivas, lxs autorxs analizan indi-
cadores del mercado de fuerza de trabajo (empleo y sala-
rio) y evidencian la situación profundamente desfavorable
para lxs trabajadorxs durante estos años. La relación de

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La conflictividad social en la historia reciente • 45

fuerzas políticas entre trabajo y capital, corazón del texto,


se problematiza a partir de dos indicadores: la conflicti-
vidad laboral y la negociación colectiva. El primer indi-
cador se construyó con los datos que lxs autorxs relevan
sobre la conflictividad laboral a escala nacional en el marco
del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma;
mientras que el segundo indicador se construyó con con-
venios y acuerdos entre trabajadorxs y empleadorxs homo-
logados por el Ministerio de Trabajo. El análisis eviden-
cia que mientras en el periodo 2003-2015 la conflictividad
laboral se caracterizó por presentar demandas de carácter
defensivo en los lugares de trabajo pero ofensivo a nivel
de la rama; luego de 2016, el carácter de las demandas se
volvió defensivo en toda su escala de expresión. Otra carac-
terística de la conflictividad laboral en el periodo es el alto
grado de intensidad de las acciones. El carácter marcada-
mente defensivo se expresa en ambos frentes, tanto por las
demandas en el caso de los conflictos, como por los acuer-
dos salariales alcanzados en el caso de las negociaciones.
Sin embargo, no se deduce de aquí una lectura en clave de
derrota del movimiento obrero en el periodo; al contrario:
en el contexto de deterioro en que tuvieron que actuar,
lxs trabajadorxs ejercieron resistencias -que actuaron como
contrapesos y frenos concretos ante las políticas laborales
que pretendía instalar el gobierno de Cambiemos- resisten-
cias que pueden explicarse en parte por la acumulación de
fuerzas -tanto en el momento económico como en el polí-
tico- realizada durante el periodo anterior (2003-2015).
El capítulo de María Celia Cotarelo aborda la política
callejera de la fuerza social del capitalismo financiero en
Argentina, entre 2002 y 2020. Compuestas de sectores reac-
cionarios, conservadores y reformistas neoliberales, todos
contrarrevolucionarios, las movilizaciones de esta fuerza
social se constituyen en contra de toda fuerza social popular
que ponga en cuestión su hegemonía. El texto ancla empíri-
camente en la base de datos sobre conflictividad social que
la autora elabora en el marco del Programa de Investigación

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46 • La conflictividad social en la historia reciente

sobre el Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA) y


en documentos de las propias organizaciones. El análisis de
las diferentes dimensiones abordadas (los objetivos de las
movilizaciones, los instrumentos de lucha empleados, las
formas de organización y los objetos contra los que fueron
dirigidas) le permite a la autora ir delimitando una perio-
dización del desenvolvimiento de la fuerza social oligár-
quica. Entre 2002 y 2007, luego de la insurrección espon-
tánea de 2001, localiza el proceso de reconstitución de la
fuerza; entre 2008 y 2011, un momento donde esta fuerza
social pasó a la ofensiva, avanzando en espacios institucio-
nales, pero sin lograr revertir la relación de fuerzas políti-
cas (reelección de la presidenta); un tercer momento entre
2012 y 2015, cuando la ofensiva se intensifica y la fuerza
social oponente entra en crisis, lo que culmina con la victo-
ria electoral que le permite acceder al gobierno del estado,
vía la alianza Cambiemos; un cuarto momento, durante el
gobierno de esta alianza, cuando la presencia en las calles
menguó; y un quinto momento, actual y en desarrollo, luego
de la contienda electoral de 2019, donde la fuerza social
del régimen vuelve a la ofensiva en las calles, como se ha
apreciado a lo largo del año 2020. El trabajo de María Celia
Cotarelo es innovador porque focaliza en procesos sociales
en general inobservados por la producción científica, como
lo es la movilización callejera de las clases dominantes. Asi-
mismo, es enriquecedor porque analiza de forma sintética
dos procesos que no siempre logran pensarse juntos: la
política callejera y la política institucionalizada, mostrando
cómo en el proceso de constituirse, reconstituirse o conso-
lidarse como fuerza social, el régimen hace uso de formas
de lucha que desde el sentido común hegemónico se asocian
en general a las clases subalternas.
El capítulo de Agustín Santella e Iván Montes de Oca
presenta un estudio comparativo de casos que indaga las
acciones colectivas conflictivas que expresaron oposiciones
y resistencias frente a las políticas de la fase capitalista neo-
liberal. Focaliza fundamentalmente en los casos de México

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La conflictividad social en la historia reciente • 47

y de Argentina durante el año 2001. Desde una perspec-


tiva clasista crítica, define la conflictividad laboral como
aquella que se expresa entre el capital y la clase proleta-
rizada, pero también entre el capital y la clase desposeí-
da (no necesariamente proletarizada). Los autores elaboran
una base de datos que toma como fuente las cronologías
del conflicto social, elaboradas por el Observatorio Social
de América Latina (OSAL), contribuyendo de esta forma
con una línea de trabajos que renuevan las formas en que
tradicionalmente se mide la movilización obrera. En este
sentido, el análisis de los indicadores clásicos (afiliación sin-
dical, negociación colectiva, representación política sindical
y actividad huelguística) se complementa tomando como
indicador las acciones colectivas conflictivas, lo que reper-
cute en las tesis a que se arriba en el capítulo. Finalmente,
otro aspecto a destacar en este sentido es que el foco en
la conflictividad laboral se pone en relación con la con-
flictividad social general que expresan las clases, grupos y
fracciones subalternas.

Sobre las flexiones de género

En nuestros días, la dominación de género constituye


socialmente una evidencia: hay un consenso hegemónico
sobre su existencia (aunque claro que siempre hay nega-
cionismos, porque siempre hay disputa). Este estatuto de
evidente es la realización de luchas pasadas y presentes,
primero de las mujeres y hoy de los géneros. Los avances
en términos de cambio social de esta opresión son múlti-
ples, expresan diferentes tiempos sociales de tramitación y
muchísimos aspectos de la vida en sociedad. Uno de ellos es
el lenguaje. El tema es complicado, la lengua es una de las
instituciones sociales cuyas temporalidades son más densas,
y sus cambios de largo plazo. La revolución de los feminis-
mos, en tanto revolución cultural, también lo es.

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48 • La conflictividad social en la historia reciente

El develamiento del carácter androcéntrico de una len-


gua que se postulaba como neutral y las luchas por instaurar
cambios en ella cuenta con varias décadas de historia. Sin
embargo, en los últimos años, y particularmente en Argen-
tina, este tópico se ha instalado con fuerza. Hoy la agenda
pública discute en torno al lenguaje inclusivo y las alternati-
vas de su construcción. Este tópico permeó la vida en socie-
dad: en grupos sociales de todo tipo (políticos, sindicales,
culturales, estatales, etc.) la cuestión del lenguaje en relación
al género es pensada y discutida. Esto es un indicador del
momento histórico del problema. Cuando la historia, en su
manifestación presente, nos interpela frente a algún tópi-
co, significa que el cambio está ocurriendo. Por ello, no es
opcional estar al margen del asunto. Por explicitación o por
omisión, nos posicionamos y damos forma a la historia.
Cuando este libro estaba en pleno proceso, una de las
colaboradoras nos consultó si habíamos establecido dentro
de las normas para la edición el uso de alguna variante
del lenguaje inclusivo en particular. Nuestra respuesta -
pensada en ese momento, a partir de su intervención, pues-
to que no lo habíamos contemplado antes- fue que cada
autore podía usar el lenguaje como decidiera. Y tomamos
esta decisión porque entendemos que refleja el estado actual
de la revolución de los feminismos en torno al lengua-
je. La historia está siendo: cuando hablamos en masculino
omitiendo el tema, cuando dedicamos tiempo de trabajo
en revisar y corregir cada los/las, cuando construimos una
escritura desde la e o la x. Este libro entonces, en lo que a
la expresión de la dominación de género en el lenguaje se
refiere, refleja, en el campo de producción escrita en cien-
cias sociales, un momento del cambio cultural que estamos
transitando como sociedad. Por ello, quienes oficien de lec-
tores encontraran tanto expresiones androcéntricas como
diferentes formas de lenguaje inclusivo, decididas (a veces
de formas consiente y otras no) por las múltiples autorías
que lo componen. En nuestro rol de compiladorxs, opta-
mos por mantener el desorden: evidenciar las tensiones y

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La conflictividad social en la historia reciente • 49

contradicciones es un buen ejercicio que colabora con la


desfetichización de lo establecido.

Para finalizar esta introducción, a modo de reconocimiento,


resta explicitar las instituciones y personas que han hecho
posible esta compilación. Ella condensa resultados que
varixs de lxs autorxs desarrollamos en el marco de PICT
“La conflictividad social en la Argentina contemporánea:
procesos de lucha y organización en las ciudades-puerto del
sudeste bonaerense, 2001-2008”, subsidiado por el Fondo
para la investigación científica y tecnológica de la Agencia
Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Ministe-
rio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva). Final-
mente, también condensa los frutos de vínculos académicos
que año a año fortalecemos quienes integramos la Red de
Observatorios de Conflictividad en Argentina.6

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Primera parte:
lo local

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1

Estrategias y experiencias
de resistencias de los movimientos
de trabajadorxs desocupadxs en Bahía
Blanca y Mar del Plata (1997-2002)
PABLO ARIEL BECHER Y NICOLÁS RABINO

Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo describir y analizar


las principales características de la conflictividad del movi-
miento de trabajadorxs desocupadxs (MTD) en las ciuda-
des de Mar del Plata y Bahía Blanca, en la provincia de
Buenos Aires (Argentina), durante el periodo enmarcado
entre 1997 y 2002. Se procura analizar las estrategias adop-
tadas por esta fracción de la clase obrera, en un perio-
do particularmente álgido a nivel nacional (Klachko, 2009;
Pérez Álvarez, 2013) donde se intensifican a nivel regional
y nacional las luchas de trabajadores y de diversos sectores
populares en una disputa económica y política generaliza-
da. A su vez, se comparan las relaciones socio- históricas
que incidieron en la formación de las organizaciones y sus
modalidades de acción colectiva en términos de lucha de
clases (Becher, 2019).
En esta investigación se comprende a los movimientos
de trabajadorxs desocupadxs como sujetos políticos atrave-
sados por relaciones e intersecciones de poder (clase, géne-
ro, raza), relaciones que ejercen una influencia importante

teseopress.com 73
74 • La conflictividad social en la historia reciente

en sus prácticas sociales en el marco del sistema hegemó-


nico patriarcal/capitalista. Se caracterizan principalmen-
te por la demanda de trabajo, vivienda, servicios básicos,
seguridad social y por la capacidad de generar espacios
de autonomía política. En muchos casos representan a un
conjunto de organizaciones sociales heterogéneas, donde la
territorialidad es un elemento vital en la formación de su
dinámica. Su antagonista fundamental no sólo es el Estado,
sino también las múltiples formas en que el capital tien-
de a revelarse.
Las hipótesis principales de este estudio comparativo
son las siguientes: en primer lugar, la conflictividad de
los movimientos sociales se asocia a las estrategias reali-
zadas en diversas coyunturas con momentos de intensi-
dad y/o latencia (Melucci, 1994) y que se relacionan con
los mecanismos de organización y negociación dispues-
tos en relación con el Estado, como principal interlocutor
de estos sectores. En segundo lugar, las fracciones obreras
de desocupadxs han incidido fuertemente en la formación
de un tipo de conflictividad laboral, generando un entra-
mado de alianzas políticas y sindicales importantes en el
reclamo de determinadas demandas colectivas. Sobre esto,
han cobrado importancia las relaciones de los MTD con la
Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y dos gremios
particulares (Suteba- Bahía Blanca y el Sindicato de Luz y
Fuerza- Mar del Plata) con posicionamientos articulados
y lazos en común, así como con diversas organizaciones
de izquierda. Por último, las estrategias adoptadas en la
organización territorial han jugado un rol insoslayable en
la configuración de una identidad colectiva, propiciando un
conjunto de experiencias de resistencia con similitudes y
diferencias en ambas ciudades.
Este capítulo es un resumen analítico de dos procesos
de investigación más amplios (Rabino, 2018; Becher, 2018)
donde se utilizaron metodologías de carácter cuantitativo y
cualitativo, con diversas fuentes documentales (fundamen-
talmente periodísticas), orales y elaborando una base de

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La conflictividad social en la historia reciente • 75

datos sobre hechos de conflictividad. La sistematización de


los conflictos se llevó a cabo a partir de la elaboración de
una base de datos siguiendo las categorías de análisis ela-
boradas por integrantes del Observatorio de Conflictividad
del Grupo de Estudios Sociales Marítimos (GESMar) de la
Universidad Nacional de Mar del Plata1.
Con la idea de reflexionar sobre algunos aspectos espe-
cíficos de los MTD de las dos ciudades señaladas, este tra-
bajo articula el abordaje de la cuestión del conflicto social, la
organización política y la historicidad de los procesos socia-
les, con la idea de explicar – en última instancia ‒las for-
mas en que los sujetos sociales se constituyen y organizan
colectivamente, asumiendo distintas maneras de pensarse a
sí mismos y de definirse en el plano político‒ cultural. En
este sentido, se entiende la necesidad de re-pensar la lucha
de clases como una herramienta explicativa de la realidad
social que contribuye a analizar los procesos contemporá-
neos desde una mirada crítica y constructiva.
El presente estudio se divide en cuatro secciones: una
primera parte donde se expresan algunas cuestiones rela-
cionadas con los conceptos teóricos relevantes para el obje-
to de estudio señalado; una segunda parte que describe
brevemente la estructura económica y social de ambas ciu-
dades; una tercera parte con varias subsecciones que iden-
tifican los aspectos relevantes del MTD bahiense y marpla-
tense en el periodo: génesis, organización y dinámica de la
conflictividad; un cuarto apartado que se refiere al análisis
de los MTD como sujetos colectivos que ejecutan diversas
estrategias dentro del entramado político y en relación al
Estado. Por último, se esbozan una serie de conclusiones
provisorias y líneas a seguir trabajando.

1 Este grupo, dirigido por el Dr. Agustín Nieto (CONICET- UNMDP) desa-
rrolla un trabajo específico sobre la conflictividad social en Mar del Plata y
otras ciudades portuarias. Véase su página web:
http://observatoriodeconflictividad.org/.

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76 • La conflictividad social en la historia reciente

Algunas discusiones previas sobre el abordaje teórico

La perspectiva marxista ha proporcionado una serie de


ideas sugerentes en torno a la cuestión del estudio de los
movimientos sociales en general (Becher, 2019; Gómez,
2014). En primer lugar, la idea de pensar la clase social no
desde el punto de vista sociológico, sino dentro de la noción
de lucha de clases, en su movimiento y enfrentamiento en
fuerzas sociales. El conflicto como concepto central posi-
bilita la comprensión de contradicciones que afectan a los
sujetos, llevándoles a movilizarse, atravesados por las rela-
ciones de dominación en términos de intersecciones (Vive-
ros Vigoya, 2016). A su vez, la idea de estudiar las prácticas
de resistencia y la constitución de la hegemonía (en tér-
minos gramscianos) dentro del marco de experiencia (en
términos de E. P. Thompson) y la estrategia (Iñigo Carrera,
2011), resultan conceptos sugerentes para pensar la dinámi-
ca social del MTD. De esta forma, la línea marxista permite
discutir la lógica movimentista de muchas otras concep-
ciones teóricas, sin caer en el sobredimensionamiento de
las características culturales/ simbólicas, la acentuación del
análisis del discurso como metodología explicativa y una
negación a dimensionar las relaciones de clase y sus enfren-
tamientos como una de las contradicciones importantes a la
hora de comprender el conflicto social.
Dentro de las herramientas teóricas principales se
identifica la noción de enfrentamiento social entre clases
sociales como un instrumento dialéctico para observar,
analizar la sociedad y comprender su movimiento (Ben-
said, 2013). Las clases sociales no se conciben como enti-
dades objetivas determinadas con existencia previa a las
relaciones sociales, sino como partes constituyentes de un
entrelazamiento o confrontación entre sí, lo que lleva a la
complejidad de su observación. En este proceso de enfren-
tamientos entre fuerzas sociales se genera un conjunto de
alianzas en pugna, cada una de las cuales expresa articula-
ciones de oposición, antagonismo y dominación (Gramsci,

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La conflictividad social en la historia reciente • 77

1980; Izaguirre y Aristizabal, 2002). En la actualidad, pensar


las fuerzas sociales y las clases implica redefinirlas como
cuerpos que se producen en situaciones reales, bajo cir-
cunstancias espaciales y temporales que portan relaciones
sociales y categorías condicionadas por el marco histórico
del capitalismo (Nievas, 2016).
Con la recuperación del concepto de lucha de clases a
través del análisis de la conformación de fuerzas sociales,
se intenta comprender el fenómeno de los MTD dentro de
un marco relacional más amplio. Los sujetos desocupadxs
atravesados por distintas formas de dominación, más allá
de la relación capital/trabajo, encuentran en la conflictivi-
dad una posibilidad de construir identidades colectivas. Al
plantear que la coerción no es unívoca ni prescriptiva, sino
contradictoria y dinámica, el análisis de las fuerzas sociales
y de los movimientos se vuelve relacional.
El concepto de estrategia nos permite visibilizar las
formas en que esos sujetos colectivos se dinamizan en lo
social. Esta herramienta teórica que tiene sus antecedentes
en el arte militar, se comprende como “el sentido general en
el proceso de lucha” (Iñigo Carrera, 2011) que adoptan en
determinados contextos los movimientos sociales en rela-
ción a un conjunto de prácticas sociales, tradiciones sindi-
cales y procesos de organización colectiva. En este sentido,
la fracción desocupada y organizada de la clase obrera se
plantea metas y objetivos políticos, que pueden constituirse
en una fuerza social, producto del desarrollo del enfrenta-
miento entre diversas alianzas sociales.
Las estrategias se hacen observables a partir del orde-
namiento de las acciones de lucha y a través de las distintas
formas que adquiere la conciencia de clase. De esta forma,
no existe una estrategia, sino varias estrategias y variables
dentro de una tendencia más general en el proceso de con-
flictividad. Más allá de las contradicciones en el uso y la
definición del concepto de estrategia (Cambiasso, 2015),
resulta relevante visibilizar dentro de este entramado un
conjunto de prácticas y tradiciones que lxs trabajadorxs

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78 • La conflictividad social en la historia reciente

realizan en sus espacios de sociabilidad, elementos que per-


miten abordar concretamente los procesos de construcción
interna como un colectivo reivindicativo.
Es importante diferenciar la idea de estrategia del con-
cepto que emana de las teorías norteamericanas, y funda-
mentalmente, de la teoría de movilización de recursos, don-
de se plantea que los sujetos que forman parte de los MS son
sujetos económicamente racionales y utilitaristas que hacen
elecciones de costos y beneficios de acuerdo a los recursos
de que disponen y atendiendo a la capacidad de influencia
que generan. En este proceso, los actores tienen intereses
que se colectivizan en términos de agregación (Mac Doug
et al, 2006), anteriores a su participación en un MS. Por otra
parte, el concepto de estrategia que estamos planteando se
diferencia de la lógica de las gramáticas políticas, como
corpus teórico de la performatividad de la acción desde
el pragmatismo (Natalucci, 2010). La gramática política se
plantea como un juego de reglas no escritas en el que se
delimitan las pautas de interacción de los sujetos y sus com-
binaciones de acciones, con el objetivo de coordinar, articu-
lar e impulsar intervenciones públicas, ya sea con acciones
que se dirijan a cuestionar, transformar o ratificar el orden
social (Natalucci 2010: 100). Según la autora Ana Natalucci,
estas lógicas en los MTD pueden ser autonomistas, clasistas
y movimentistas (Natalucci, 2012). Las estrategias remiten
a otro modelo teórico que permite reflexionar en términos
dialécticos con la estructura posicional de los movimientos
y sus agencias. Se caracterizan por ser flexibles y cambian-
tes de acuerdo a las coyunturas y formas de acción que
desarrollan estos colectivos. Mientras la gramática fija, la
estrategia se discute, cambia y se construye permanente-
mente entre los MTD, por lo que asignar tipologías prede-
terminadas puede ser un error si no se las observa dentro
del entramado de poder y el contexto político en el que se
encuentran. Ante esta batería conceptual, es posible pensar
– como lo hace Gerardo Munk – en una síntesis que permi-
ta estudiar el MS alrededor de tres problemas centrales: la

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La conflictividad social en la historia reciente • 79

formación de actores, la coordinación social y la estrategia


política (Munk, 1995: 24), teniendo en cuenta los conceptos
de identidad, estrategia y coordinación y lucha política.
Para nuestro caso de estudio sobre los movimientos de
trabajadores desocupadxs durante el periodo 1997- 2002 en
dos ciudades portuarias argentinas, estos conceptos resul-
tan claves porque permiten analizar la constitución del
fenómeno en términos estructurales, la organización del
mismo y la relación del MS dentro del campo de disputas y
luchas que se tejen en la sociedad.

Breve planteamiento de la estructura socio-económica


en ambas ciudades

La década de 1990 estuvo marcada por una reestructura-


ción de la economía argentina, donde distintos gobiernos
profundizaron las políticas neoliberales instauradas por la
última dictadura cívico militar (1976-1983): desregulación
de los mercados, apertura comercial y financiera, privatiza-
ción de los servicios públicos, la consolidación de un pro-
ceso de concentración y centralización económica (Azpiazu
y Schorr, 2010) y un retroceso en términos de conquistas
económicas y sociales de los trabajadores.
A partir de 1995, las elevadas tasas de desocupación,
subempleo, precarización e informalidad impactaron direc-
tamente en el incremento del empobrecimiento y en la vul-
nerabilidad de amplios sectores sociales (Ariño, 2010). El
aumento de la población sobrante trajo aparejado un condi-
cionamiento objetivo sobre los trabajadores activos y actuó
como mecanismo privilegiado para incrementar su pro-
ductividad y contener sus salarios (Marticorena, 2014). El
conjunto de los trabajadores experimentó una profunda
transformación en sus condiciones sociales de existencia, lo
que se manifestó a nivel colectivo en una clase obrera frag-
mentada y heterogénea (Piva, 2006:41) y en un crecimiento

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80 • La conflictividad social en la historia reciente

importante de la población sobrante o desocupada. Esta


situación debilitó a los trabajadores frente a la ofensiva del
capital, que actuó de forma disciplinadora ante un conflic-
to laboral principalmente defensivo. Durante este período,
varios estudios destacan la pasividad y la complicidad de
las centrales sindicales hacia las políticas neoliberales de un
peronismo redefinido (Bonnet y Piva, 2009).
Bahía Blanca y Mar del Plata se caracterizan por ser
zonas portuarias de exportación y de industrialización mix-
ta, con un elevado grado de integración económica y de
sus flujos de inversión (Aramburú y Cadelli, 2012). Además,
por su importancia relativa en términos de empleo, estas
ciudades representan dos de los cuatro aglomerados urba-
nos que utiliza el INDEC para medir y evaluar la situación
ocupacional de la provincia de Buenos Aires. En el período
bajo estudio, ambas ciudades se mantuvieron entre las cinco
poblaciones con mayores índices de desocupación no sólo a
nivel provincial, sino también en relación al resto del país.
Por este motivo, los conflictos que las atravesaron resultan
de gran relevancia al objeto de estudio propuesto.
Mar del Plata es la cabecera del partido de General
Pueyrredon, ubicado en el sudeste de la provincia de Bue-
nos Aires. En el año 2001 la población total del partido era
de 564.0562. A pesar de que el turismo fue históricamente
una de las actividades principales, hacia finales de la década
de 1970, el Producto Bruto Geográfico (PGB) revela que
el sector primario, y dentro de éste, la pesca como rama
hegemónica, concentraba un 22% del PBG. Las actividades
del sector secundario alcanzaban un 18%, destacándose la
construcción, gracias al empuje del turismo y la industria
textil, que se benefició de las políticas de protección indus-
trial del periodo bajo el modelo económico de industriali-
zación por sustitución de importaciones (Spadari, 2007)
A finales del siglo XX, la ciudad experimentó la crisis
del sector pesquero, de la construcción y de la industria

2 Según datos del censo nacional 2001.

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La conflictividad social en la historia reciente • 81

textil, lo que provocó que el 40% de la población mar-


platense, – es decir 200.000 personas – tuviera problemas
laborales en el periodo comprendido entre 1995 y 2001.
La Encuesta Permanente de Hogares indica que, en ese
periodo, más del 20% de los hogares de la ciudad sufrie-
ron pobreza estructural. Todo esto está relacionado con lo
dicho anteriormente, la situación crítica de los pilares de
la economía local: industrias textil, pesquera, de turismo y
de la construcción (Nieto, 2005), se reflejó en el cierre de
comercios e industrias, lo que haría crecer el número de
desocupadxs y del subempleo, cuyo número para fines del
año 2001, habría de llegar al 39,2%.
La población de la región de Bahía Blanca (que incluye
a la ciudad y a las localidades de los alrededores) según el
censo de 1991 ascendía a 272.191 habitantes, representan-
do el 2,16% de la población de la provincia de Buenos Aires
(12.594.974 en 1991; fuente: INDEC). Hacia el año 2001
hubo un importante crecimiento poblacional, aunque de
menor variabilidad que el sucedido entre 1980 y 1991, y la
Población Económicamente Activa, según datos del Boletín
Estadístico Laboral (INDEC), pasó de 101.387 personas en
1991, a 130.342 en 2001, es decir un crecimiento del 22%.
Bahía Blanca nació como una ciudad ligada principal-
mente a la actividad de exportación agropecuaria a través
de una amplia red ferroviaria que conectaba ésta con las
regiones cercanas con los puertos de Ingeniero White. Sin
embargo, a mediados del siglo XX, las transformaciones
económicas y sociales generaron un cambio cualitativo en
su estructura productiva, pasando a caracterizarse princi-
palmente por la inserción de actividades ligadas a los servi-
cios y el comercio. Por su parte, el desarrollo se acompañó
con la instalación de una gran industria relacionada con la
petroquímica y la continuidad en la exportación de produc-
tos agropecuarios a través de sus puertos marítimos.
En la década de 1990, el nivel de desocupación de
Bahía Blanca superó ampliamente al registrado en diversas
ciudades del país, pasando del 10% al 20% entre 1991-1995

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82 • La conflictividad social en la historia reciente

y manteniéndose en dos dígitos hasta bien entrado el 2003.


Asimismo, como contrapartida al aumento del desempleo,
se verifica, por un lado, un avance significativo de la
subocupación horaria visible (12%) – personas que trabajan
menos horas de las que desean y buscan un trabajo adicional
–; y por otro, un notable crecimiento de la sobreocupación.
Otro proceso importante en la ciudad ha sido la presencia
femenina en el mercado de trabajo en condiciones de pre-
carización laboral (Becher, 2018).
Si en un primer momento entre 1991- 1995, las priva-
tizaciones fueron el principal motivo de desocupación local,
la segunda fuente de desempleo provino del retroceso del
sector industrial y de las fluctuaciones del sector de la cons-
trucción. Durante 1997 y 1998, Bahía Blanca experimentó
una recuperación mucho más marcada que otras regiones,
principalmente por la recuperación del nivel de actividad y
empleo, aunque con un alto nivel de precarización laboral.
En esos años, las estadísticas de empleo reflejaron una gran
movilidad en el mercado de trabajo generada por la deman-
da de personal en nuevas actividades de servicios y por la
desaparición de empleos en funciones y sectores tradicio-
nales. Al analizar la composición de los nuevos empleos, se
advierte una sustancial importancia de empleos de menor
calidad bajo la forma de contratos promovidos en el sector
privado y de generación de trabajos en el sector público,
a través de programas de empleo temporarios e inestables.
Luego de dos años de leve recuperación del empleo, la ten-
dencia se revirtió y el desempleo volvió a aumentar hacia
1999, persistiendo altas tasas entre 2000 y 2002, donde se
observa el pico más alto del periodo analizado.

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La conflictividad social en la historia reciente • 83

Caracterizaciones principales de los MTD: génesis,


organización y conflictividad

En este apartado realizaremos una descripción y breve


análisis de tres cuestiones centrales para reflexionar sobre
los MTD: sus orígenes, su organización y los procesos de
conflictividad en el período seleccionado. De esta forma,
analizaremos posteriormente su relación con el Estado, dis-
cutiendo los procesos de institucionalización, la formación
de una subjetividad propia con prácticas determinadas y la
relación con los territorios populares.

Génesis de los movimientos


En todo movimiento social, la formación del mismo se
encuentra vinculada a cierta “incapacidad del sistema insti-
tucional establecido para encontrar respuestas a los proble-
mas articulados de la sociedad movilizada” (Raschke, 1994:
126). Si bien acordamos en parte con este nivel estructural
que provoca, justamente, la lenta o explosiva formación de
un movimiento colectivo, es necesario alejarse de la idea de
que los MS son simples respuestas mecánicas a los proce-
sos de crisis económica y/o institucional. En el caso de los
trabajadorxs desocupadxs, la disconformidad y la injusticia
jugaron un rol central, sin embargo, fueron los procesos de
conflictividad y de organización de un conjunto de sentidos
de pertenencia simbólica y de concientización política los
que propiciaron la conformación del MS. En muchos casos,
estos sentidos estaban ligados a los procesos de desafilia-
ción laboral, a los sentidos del trabajo genuino, a una matriz
estadocéntrica presente en los primeros años de la década
de 1990, o a la tradición clasista o vecinal de resistencia.
La capacidad de conformar un colectivo que incidiera en
la disputa política – más allá de lo institucionalizado por
el Estado – y la posibilidad de generar un cambio social,
fueron claves en la conformación de los MTD.

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84 • La conflictividad social en la historia reciente

En el caso de Mar del Plata, la génesis del MTD estuvo


vinculada a dos cortes de ruta producidos a mediados de
1997: el corte de la ruta 88, a fines de junio e inicio de
julio, y el corte de la ruta 226 en agosto, durante el paro
nacional del día 14.3
La importancia de los cortes de la ruta 88 y de la 226,
desde una perspectiva simbólica, estriba en que fueron las
primeras acciones de rebelión de cierta relevancia por par-
te de los trabajadores desocupadxs. Ayudaron a visibilizar
la problemática de la desocupación, y lograron la primera
obtención de planes de empleo en la ciudad, lo que permi-
tió consolidar las primeras organizaciones de desocupadxs
en el plano local, como el Movimiento Teresa Rodríguez
(MTR), la Corriente Clasista Combativa (CCC) y la Unión
de Vecinos Organizados (UVO).
La importancia de la organización territorial en la con-
formación del MTD en Mar del Plata ha quedado demos-
trada en el papel articulador mostrado por las sociedades
de fomento de barrios periféricos para organizar a la pobla-
ción desocupada. Esto se verificó también en la antesala a
la primera gran acción de rebelión, el corte de la ruta 88,
donde se realizaron algunas asambleas por parte de colec-
tivos de desocupadxs en los barrios periféricos de la ciudad
para analizar una estrategia ante la crisis de desempleo y
pobreza. En esas reuniones se organizó la acción de rebe-
lión que permitiría visibilizar el problema de la desocupa-
ción en Mar del Plata.
Durante las negociaciones con las autoridades, éstas les
ofrecieron acceso al Plan Barrios Bonaerenses,4 que final-
mente sería incluido -junto a otras reivindicaciones- en el
“Acta Acuerdo de la ruta 88”. Las autoridades comunales

3 Convocado por el MTA y CTA contra el gobierno nacional en rechazo al


desempleo, a la flexibilización laboral y al “modelo” socioeconómico.
4 Plan asistencial de la provincia de Buenos Aires destinado a familias que no
tengan a ninguno de sus miembros trabajando, financiado por la provincia y
el municipio, correspondiendo a la primera pagar los salarios y a la segunda
la provisión de herramientas y materiales.

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La conflictividad social en la historia reciente • 85

se comprometieron a incorporar a los desocupadxs al plan


Barrios y al plan Trabajar, la exención de impuestos y la
entrega regular de bolsas de alimentos y una garrafa. La
comuna aceptó así cuatro de los puntos reclamados: “eximi-
ción del pago de impuestos a los desocupadxs, compromiso
de congelar los desalojos, concesión de una garrafa con bol-
sas de alimentos, y el reconocimiento de la organización de
la Coordinadora de Desocupadxs como órgano de control
de las conquistas” (La Capital (LC), 03/07/1997,10).
El otro corte de ruta que posibilitó en la ciudad la con-
formación del MTD, fue el de la ruta 226. Este evento con-
tencioso formó parte de la huelga general del 14 de agosto
de 1997 convocada por el MTA y la CTA en contra del
gobierno nacional. Las agrupaciones que participaron fue-
ron las mismas que habían cortado la ruta 88 un mes atrás.
Al analizar en conjunto ambos cortes de ruta, se obser-
van algunas cuestiones relevantes. Quienes llevaron adelan-
te los primeros cortes fueron comisiones de desocupadxs
de los barrios, sectores muy afectados económicamente.
Ante la situación de desempleo generalizado, las entidades
fomentistas sirvieron de agrupamiento inicial para con-
formar las futuras organizaciones que formarían parte del
MTD en la ciudad. En el segundo corte importante, ya
durante el mes de agosto de 1997, se observan las comisio-
nes barriales en acción, pero también a las primeras organi-
zaciones de desocupadxs como el MTR, la CCC y el UVO.
Las dos primeras serán especialmente las agrupaciones más
activas durante el periodo analizado.
El origen del movimiento de trabajadores desocupadxs
en Bahía Blanca se remonta a las problemáticas de los sec-
tores populares en la ciudad durante la década de 1980,
cuando el modelo de crecimiento, basado en el sector
agroexportador y el desarrollo de la industria petroquímica,
comenzó a debilitarse.
Surgieron entonces las luchas por los servicios públicos
y por mejoras en la infraestructura de los barrios, luchas
que posteriormente, con el menemismo, tomaron mayores

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86 • La conflictividad social en la historia reciente

proporciones debido a la expulsión de grandes cantidades


de trabajadores del Estado. La conflictividad social no se
detuvo a pesar de las indemnizaciones y las dádivas esta-
tales que calmaron provisoriamente el malestar social. En
1995 y luego de la Marcha Federal de 1994 -con enormes
repercusiones en la región-, los procesos de lucha social y
conflicto en Bahía Blanca se aceleraron durante ese año,
que fue electoral. A partir de septiembre y octubre de ese
año surgió con fuerza un actor inesperado, que ya venía
ocupando un lugar cada vez más importante en los debates
de los principales medios: lxs trabajadorxs desocupadxs.
La primera organización en Bahía Blanca fue la Unión
de Trabajadores Desocupadxs (UTD) organizada en el
barrio Maldonado y con una fuerte influencia de liderazgo
de ex militantes que provenían del partido de izquierda
trotskista Movimiento Al Socialismo (MAS). De carácter
independiente, su núcleo fundamental estaba conformado
por desocupadxs de la construcción, del ferrocarril y des-
empleados estatales. Su primer objetivo fue sumar volunta-
des para luchar por empleo genuino y para que el Estado
se hiciera cargo de la situación de desempleo. A su vez, sus
reivindicaciones estaban marcadas por el reconocimiento
como organización, la posibilidad de acceder a tierras para
realizar trabajos autogestionables, el acceso a la vivienda,
exención del pago de servicios y posibilidad de viajar gra-
tuitamente por el territorio nacional en la búsqueda de un
trabajo. Se apelaba a la solidaridad y el compromiso social
con los sectores obreros y de desocupadxs. La Central de
Trabajadores Argentinos (CTA) (fuertemente liderada por
los gremios de estatales), SUTEBA y las organizaciones de
izquierda, como el Partido Comunista, la CCC y el Partido
Obrero, estuvieron desde un principio apoyando la lucha,
tanto en el plano legal como en la colaboración en tareas de
asesoramiento y acompañamiento material.
La organización y la resistencia confluyeron en la ocu-
pación de la plaza principal (septiembre a noviembre de
1995), con movilizaciones y demandas cotidianas al Conce-

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La conflictividad social en la historia reciente • 87

jo Deliberante y el municipio, lo que derivó en un replan-


teo del gobierno municipal que solicitó planes para estos
sectores. Finalmente, la conflictividad se resolvió momen-
táneamente cuando se iniciaron gestiones para que la UTD
pudiera continuar su actividad en galpones abandonados de
la ex Estación Ferrocarril Noroeste, con actividades donde
el municipio actuaba como principal comprador (ataúdes,
pavimento, cordón cuneta, limpieza de terrenos y plazas,
etc.). Las disidencias entre lxs desocupadxs llevaron a la
conformación de otras organizaciones, algunas auspicia-
das por la Iglesia (Cáritas) y otras por otras organizaciones
políticas, como fue el caso de Asociación Desocupadxs del
Sur (ADS). El municipio comprendió la necesidad de tra-
bajar con los desocupadxs tempranamente, e inclusive, de
administrar los primeros planes sociales, con el objetivo de
desincentivar la conflictividad. A partir del periodo 1997-
1999, se articularon proyectos con el gobierno municipal,
como la fabricación de mosaicos y bloques. Estos proyectos
basados en el modelo de cooperativas fracasaron debido a
diversos motivos (organizacionales, de demanda, conflic-
tividades internas, problemas de infraestructura, excesiva
dependencia estatal) por lo que, sectores importantes de
desocupadxs se retiraron de los micro-emprendimientos.
En una segunda fase de organización del MTD, en
Bahía Blanca surgieron otros sectores. Los proyectos eco-
nómicos de los primeros MTD comenzaron a perder base
social, mientras el conjunto de obreros despedidos, expul-
sados y desplazados siguieron organizándose durante el
gobierno de la Alianza (1999- 2001), esta vez bajo la direc-
ción política de organizaciones de desocupadxs nacionales,
principalmente la CCC, PO y MTL. Este segundo período
organizacional del MTD en Bahía Blanca fue diferente en su
composición generacional (obreros jóvenes, sin estabilidad
laboral perdurable, con familias en condiciones de informa-
lidad o precarización y en situación de vulnerabilidad social
prolongada), en sus demandas y en su grado de conciencia
política. La organización territorial cobró fuerza, así como

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88 • La conflictividad social en la historia reciente

también la relación con los sindicatos estatales. Sus méto-


dos cambiaron adoptando la asamblea, la manifestación y
el corte de calle como elementos constitutivos de un reper-
torio de protesta más intenso y con mayor predisposición
al enfrentamiento.
Por otro lado, también se generó una organización
de desocupadxs alrededor de un objetivo sindical, lo que
implicó la conformación de una agrupación interna dentro
de la UOCRA denominada Asociación de Desocupados de
la Industria de la Construcción Bahía Blanca (ADICBBA).
La crisis y las paradas de las plantas petroquímicas en los
años 2000 y 2001, sumadas a la poca construcción de obra
pública y civil incidieron en la merma de trabajo, lo que
significó una mayor pelea por las designaciones de la bolsa
de trabajo de la UOCRA. Como los conflictos internos de
toda la década de 1990 no dieron los resultados esperados,
un sector de desocupadxs de la construcción comienza a
organizarse y movilizarse denunciando a la comisión inter-
na. Finalmente, logran el poder en el año 2003/2004 luego
de una feroz batalla interna (Becher, 2018).
En 2001 nace Bahía Blanca en Lucha, acompañando
las movilizaciones docentes y de los desocupadxs de la
UTD. Fue la primera asamblea interbarrial de trabajadorxs
ocupadxs y desocupadxs de la ciudad, que se conformó
luego como organización independiente y que tuvo corta
duración (2003), integrada por trabajadorxs desocupadxs,
docentes, estudiantes y vecinos de los barrios Maldonado,
Delfina, Loma Paraguaya, Bordeau, Colonia Ferroviaria y la
localidad vecina de Gral. Cerri. La realización de un piquete
frente a las refinerías de EG3 y las plantas del polo llevó a
una feroz represión que disolvió gran parte de este movi-
miento, además de sus conflictos internos (Becher, 2020).
En síntesis, las personas que participaron en las orga-
nizaciones de desocupadxs inscribieron su experiencia en
un entramado de interdependencias (donde se incluyen
relaciones de parentesco, vecindad, trabajo, pertenencias
políticas, etc.) que relacionamos con una perspectiva expe-

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La conflictividad social en la historia reciente • 89

riencial, para referir a una mirada que, tomando distan-


cia de los modelos formales, busca restituir la dimensión
vivida de la participación y el involucramiento político.
Ser trabajador y tener dignidad eran sentidos como elemen-
tos de cohesión muy fuertes, que implicaban relaciones
con un pasado-presente que se transformaba rápidamen-
te y que posibilitaba nuevas identificaciones subjetivas y
de conciencia política. Por otra parte, el movimiento de
trabajadorxs desocupadxs tuvo como característica la hete-
rogeneidad en su conformación. Esta característica puede
observarse en la aglomeración de vivencias, experiencias y
trayectorias de lxs participantes, en sus afinidades políticas,
y también, en el atravesamiento generacional, de género y
de pertenencia de clase.

Formas de organización
En Bahía Blanca y en Mar del Plata, lxs desocupadxs se
organizaron alrededor de diversas formas colectivas con
distintas territorialidades (Fernándes Mançano, 2005). Los
MTD se nutrieron de las líneas nacionales y regionales
que operaban alrededor de todo el territorio argentino y
latinoamericano. No fueron movimientos sólo de carácter
localista. La construcción de su identidad colectiva tampo-
co fue un hito que se haya dado, manteniéndose estático
en el tiempo. Más bien, fue el resultado de un entramado
complejo de creaciones, proyectos y memorias que tras-
cendieron la lógica utilitarista, para crear y recrear sen-
tidos de pertenencia muy dinámicos, entretejidos por su
relación dialéctica con la situación económica, política y
socio- cultural.
Por un lado, como sujetos vinculados a una agrupa-
ción política partidaria, fue una de las formas más extendi-
das y estables entre estas organizaciones. La conformación
de diversas líneas de intervención barrial de organizacio-
nes políticas de izquierda favoreció el desarrollo de come-
dores, merenderos, espacios de organización y debate en

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90 • La conflictividad social en la historia reciente

instituciones barriales, junto a la creación de talleres y luga-


res de encuentro.
La mayoría de las organizaciones de MTD dentro
del partido tenían una gran autonomía en sus decisio-
nes, aunque seguían lineamientos generales. Estas mismas
organizaciones crearon espacios de economía social basa-
dos en cooperativas, talleres de producción, organización
de microemprendimientos y ferias de compra/venta. Los
trueques también se extendieron como lugares de merca-
do popular.
En este modelo organizacional, una gran mayoría de
los integrantes que actuaron en ámbitos de dirección fue-
ron parte de una militancia política que los correspondía
con diversos partidos de izquierda (Polo Obrero, Partido
Comunista, Partido Comunista Revolucionario, Movimien-
to al Socialismo, Frente Obrero Socialista), añadiéndose una
rama del peronismo revolucionario que siguió trabajando
en los barrios populares. Los agrupamientos principales
se organizaron alrededor de objetivos y de proyectos políti-
cos (Iñigo Carrera, 2011) que intentaron combinar con sus
objetivos partidarios, organizativos y metodológicos para
generar un sujeto que adscribiera a una causa mayor –de
alianza social, socialista o revolucionario–. Las organiza-
ciones dentro del MTD se diferenciaron entonces en sus
métodos y estrategias de corto y mediano alcance. En este
sentido, si bien la influencia de los partidos políticos y
de los/as militantes fue importante, no podemos pensar
las relaciones sociales en una forma mecánica y dirigista,
donde la organización y su dirección fuera un proceso de
implantación y manipulación por parte de los activistas por
sobre lxs desocupadxs. Es importante tener en cuenta la
elaboración de un proyecto gestado dentro de un espacio de
sociabilidad militante, a veces barrial o sindical, y donde se
producen encadenamientos sociales que articulan distintos
agentes sociales (Pinedo, 2009).
A su vez, otra forma de organización se dio alrededor
de la asamblea barrial, que se convirtió en una herramienta

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La conflictividad social en la historia reciente • 91

para decidir y efectuar tareas de información, propaganda,


debate, y planificación de planes de lucha. En este espa-
cio democrático, se socializaban las ideas, se conocían las
realidades de distintos representantes barriales y se vota-
ban mandatos para ser cumplidos en diversas instancias de
organización. Funcionaba replicando algunas de las carac-
terísticas de las organizaciones fabriles y sindicales, con la
elección de delegados y la conformación de distintos grados
de jerarquización en responsabilidades asumidas.
El territorio (el barrio, principalmente) fomentó la
organización de desocupadxs con algunas de las lógicas
vecinales y de sociedad de fomento, que durante gran parte
de la década se hicieron cargo tanto de relaciones asisten-
ciales como clientelares. Ante las necesidades sufridas en los
barrios periféricos de la ciudad, que estaban profundizadas
por las crisis sufridas en las industrias de la construcción,
textil y pesquera, se dio el incremento de desocupación
entre su población. Para dar respuesta a esta situación, en
algunos barrios comenzaron a organizarse comisiones de
desocupadxs.
La crisis de 2001 y la emergencia de los MTD de cor-
te territorial fortalecieron la dinámica de la conflictividad
en los sectores populares relacionada con la lucha dentro
del territorio y por la defensa del mismo (Varela 2010). El
territorio se fue erigiendo como un escenario de dispu-
ta desde fines de la década de 1980. Según Paula Varela,
(2010) el proceso de desindustrialización y transformación
radical del mundo del trabajo hicieron que las luchas y la
acción colectiva de los sectores populares se desplazaran
hacia los barrios. Para Denis Merklen (2010) el proceso
de integración territorial de los sectores populares invo-
lucra un conjunto de dimensiones: el barrio deviene una
fuente de poder que puede ser objeto de disputas por su
monopolización; lo local también actúa como un ámbito de
producción de solidaridades elementales a partir de la gene-
ración de un “nosotros”; en tercer lugar oficia como fuente
de prestigio, de distinción social; finalmente, actúa como

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92 • La conflictividad social en la historia reciente

vía de integración, de acceso a servicios sociales básicos y


redes de asistencia.
Dentro del concepto de territorialización parece existir
una separación entre barrio y fábrica que no se genera en
la realidad. Se produce una división arbitraria entre ámbito
de producción y ámbito de reproducción, como unidades
separadas y homogéneas, como esferas independientes de
la realidad social (Varela, 2010). El territorio resulta un
componente importante en el desarrollo de la dinámica del
sujeto colectivo (Maneiro, 2012), que circula en diferentes
ámbitos con una lógica atravesada por sus relaciones de
clase u otras formas de identidad social. Atravesado por
distintas políticas públicas de control y contención de la
pobreza, el barrio se transforma en una nueva usina de
organización comunitaria.
Por último, algunos sindicatos también fueron espacios
organizativos, de identificación de clase, que aglutinaron
a los desocupadxs, con la idea de unificar las demandas
y efectuar acciones conjuntas. Las estrategias sindicales
durante la década de 1990 fueron variadas y con múlti-
ples propósitos: participativas, negociadoras, empresariales,
combativas, autonomistas, etc., y se derivaron de factores
relacionados a las propias circunstancias de las grandes cen-
trales sindicales (Gómez, 2007). La CTA y el MTA fueron
las centrales que mayor acompañamiento tuvieron con lxs
desocupadxs, al menos en el intento de generar una salida
institucional al problema del desempleo.

Dinámica de la conflictividad
A diferencia de Bahía Blanca, el MTD en Mar del Plata
irrumpió con la fuerza de los cortes de ruta y de calle, como
acción colectiva predilecta y modular con el fin de lograr
determinadas reivindicaciones. Tuvieron un papel relevan-
te dentro de la conflictividad obrera local al vincularse con
el movimiento obrero organizado, estando acompañados

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La conflictividad social en la historia reciente • 93

por otras fracciones sociales, tales como jubilados, estu-


diantes y pequeña burguesía.
La tendencia general de la conflictividad del MTD
marplatense varía entre etapas de mayor intensidad y otras
de pasividad. Luego del pico de intervenciones en el año
1997, se producirá un descenso en 1998: este descenso se
explica por la etapa en la cual estaban inmersas las diversas
organizaciones, las cuales estaban concentrando sus esfuer-
zos en la organización territorial. Ya para 1999, se ve un
incremento en la intensidad de la conflictividad, con un
hecho emblemático para los desocupadxs marplatenses: la
ocupación de la Catedral. Sin embargo, en la cantidad de
acciones tan sólo se ve un leve aumento con respecto al año
anterior. Los años 2000 y 2001, en donde habría de darse
un mayor número de acciones articuladas entre las orga-
nizaciones de desocupadxs y de éstos con otras fracciones
obreras, dan cuenta de un mayor grado de conflictividad,
donde las manifestaciones callejeras y la ocupación de dele-
gaciones estatales serán las acciones predominantes.
El movimiento de desocupadxs en la ciudad de Mar
del Plata articuló sus luchas sobre la base de seis temas/
demandas que se irían desarrollando a lo largo del periodo.
Estos temas fueron demandas vinculadas a objetivos que
se proponía el MTD y que en algunos casos culminaban
en un resultado positivo, y en otros, con la derrota y cam-
bio de estrategia.
El primer gran objetivo de los MTD en la ciudad, y que sig-
nificó el inicio de su irrupción en la arena política, fue la deman-
da de planes sociales al Estado, pensados éstos como conquis-
tas sociales vinculadas a derechos laborales postergados. Esta
demanda tuvo éxito al lograr extender y exponer el problema
de la desocupación en toda la ciudad, presionando a la provincia
para que otorgase planes con mayor perdurabilidad. El corte de
ruta fue el tipo de acción que posibilitó este resultado, adopta-
do como método de lucha a raíz de los sucesos de Cutral-Co
y Plaza Huincul. La visibilidad del corte, diferente a la huelga
clásica, permitió contar con una herramienta eficaz para parar

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94 • La conflictividad social en la historia reciente

la producción y distribución de la mercadería del capital, colo-


cando al Estado frente a la disyuntiva de reparar o no la situa-
ción. Un segundo objetivo devino en evitar los ajustes en pla-
nes asistenciales emitidos por la provincia. Todos estos intentos
de ajuste fueron resistidos por el MTD, que planteaba la auto-
nomía en las decisiones de su propia organización y el mane-
jo autárquico de los planes sociales. Y un tercer objetivo, fue la
intención de incorporarse a los planes sociales provenientes de
Nación, como el Plan Trabajar, que no llegaban a la ciudad de
Mar del Plata. Este fin se buscó a través de acciones colectivas
disruptivas de repercusión nacional, como fue la toma de la sede
del Ministerio de Trabajo de la Nación que, sumado a los cortes
de ruta, tuvo un alto impacto en una ciudad balnearia.
Otro tema relevante fue el pedido de alimentos, una de las
demandas principales en el acta acuerdo de la ruta 88. En ese
momento el municipio se comprometió a entregar bolsas de ali-
mentos de 20 kilos a los MTD. Con el correr de los meses, los
kilos de las bolsas empezaron a reducirse hasta llegar a los 10
kilos. Esto motivó la reacción de las agrupaciones que le exigie-
ron al municipio, mediante manifestaciones callejeras, cumplir
con los envíos de alimentos acordados. La respuesta de la muni-
cipalidad fue contundente, la cantidad de alimentos entregados
era la correcta. Ante esto, el MTD cambió de estrategia, presio-
nando al sector privado – concretamente las cadenas de super-
mercados – para que se hiciera cargo del problema del hambre.
Desde la negativa del municipio hasta el acuerdo logrado entre
la Cámara de Supermercados, la Iglesia y el MTD, se sucedie-
ron varias acciones que consistieron en concentraciones fren-
te a diversos supermercados pidiendo bolsones de alimentos.
Esta estrategia dio sus frutos. Primero, al exponer el incumpli-
miento del municipio en cuanto a la entrega de alimentos acor-
dados, segundo, en lograr la entrega de bolsas de alimentos a
los diversos barrios periféricos de la ciudad. Lo único que no
logró el MTD fue administrar en forma directa la distribución,
ya que habría de ser la Iglesia a través de Cáritas la encargada
de esa tarea.

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La conflictividad social en la historia reciente • 95

Por otro lado, mediante las acciones colectivas pudo


demandarse una tarifa social de electricidad, por la falta del
servicio y la problemática de cortes debidos a falta de pago
en varios barrios de la ciudad de Mar del Plata por parte
de la empresa distribuidora EDEA. En un primer momento,
estos reclamos fueron fragmentados: cada comisión barrial de
desocupadxs llevó a cabo la demanda mediante la instalación de
ollas populares localizadas en los respectivos barrios, hasta la
conformación posterior de un frente amplio y aglutinador jun-
to a la CTA, agrupaciones de desocupadxs, barriales y empresa-
riales, que lograría el objetivo de conseguir una tarifa social.
Un punto fundamental del reclamo del MTD marplatense
fue contra las políticas económicas implementadas a nivel
nacional. En un primer momento, fueron las marchas y los
paros nacionales de la CTA y la CGT moyanista contra el
gobierno menemista. Ya con la llegada del gobierno de De la
Rúa, los paros nacionales aumentaron su frecuencia y el MTD
formó parte de todos ellos. Esto puede explicarse analizando la
demanda fundamental del MTD: lograr fuentes de trabajo. La
demanda primordial es la obtención de puestos laborales que
permitan a los sectores excluidos del mercado laboral, volver a
vender su fuerza de trabajo. El logro de este objetivo nunca se
podría realizar bajo un modelo económico que considera que
para la realización de las funciones elementales del capital, un
gran porcentaje de la población laboral deba permanecer como
sobrante. Por ende, la lucha contra la economía neoliberal o
contra sus promotores y ejecutores se convirtió en una meta
importantísima en la estrategia del MTD. El papel del MTD
durante estas jornadas de paro, fue el de hacer honor a la herra-
mienta de lucha por la cual la sociedad argentina lo conocía:
el piquete. La tarea de las organizaciones de desocupadxs en el
marco de estos paros fue el corte de ruta en los accesos a la ciu-
dad, o de calles en las arterias más relevantes, durante las prime-
ras horas de las jornadas de lucha. Luego el MTD acompañaba
al resto de los manifestantes en el acto de cierre en el monu-
mento a San Martín.

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96 • La conflictividad social en la historia reciente

Figura 1. Hechos de conflictividad normalizados – MTD Mar del Plata

Fuente: Elaboración Rabino en base a datos del Observatorio de con-


flictividad social para Mar del Plata (1997-2001).

Figura 2. Cortes de ruta entre 1997-2001 (Mar del Plata)

Fuente: Elaboración Rabino en base a datos del Observatorio de con-


flictividad social para Mar del Plata (1997-2001).

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La conflictividad social en la historia reciente • 97

El ciclo de conflictividad que inició el movimiento


obrero en estas zonas portuarias, en donde se insertaron
las capas de trabajadores desocupadxs, no fue la respues-
ta mecánica a la crisis económica, sino que constituyó
procesos y prácticas contestatarias que antecedían a la
coyuntura (Piva, 2009). Estas experiencias se relacionan
con un entramado político del peronismo combativo o
de la izquierda que tuvo su influencia desde diversos
sindicatos y gremios.
Las organizaciones de trabajadores desocupadxs
tuvieron una actuación importante dentro de la con-
flictividad obrera en Bahía Blanca. Su vinculación con
el movimiento obrero ocupado fue permanente a punto
tal de que sus expresiones de lucha siempre estuvieron
acompañadas por otros sectores sociales. La tendencia
general de las expresiones de conflictividad del MTD
bahiense oscilan entre momentos de pasividad y de
intensa acción, con un pico máximo en el 2001. Los
años 1997 y 1998 fueron años casi nulos en expresión
de manifestaciones de organizaciones de desocupadxs.
La diferencia entre estas dos etapas puede explicarse
por la puesta en marcha por parte del Estado hacia el
periodo 1996- 1999 de una batería de paliativos que
permitieron detener la conflictividad de los desocu-
padxs, especialmente a partir de dar impulso a micro-
emprendimientos, cooperativas, capacitaciones y planes
que tendrían muy corta duración. La crisis económi-
ca de los años 2000- 2001 recrudecieron la situación
y masificaron las protestas, aunque la organización se
nutrió de relaciones políticas que se irían tejiendo en las
luchas de los barrios y sindicatos.

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98 • La conflictividad social en la historia reciente

Figura 3. Hechos de conflictividad normalizados – MTD Bahía Blanca

Fuente: Becher (2020) en base a datos de Observatorio de conflictividad


(1995- 2003).

Figura 4. Comparación entre el total de la conflictividad obrera


y la de desocupadxs. Bahía Blanca, 1995-2003

Fuente: Becher (2020) en base a datos de Observatorio de conflictividad


(1995- 2003).

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La conflictividad social en la historia reciente • 99

El nivel de implicancia de la conflictividad fue alto


y con fuerte intensidad: cortes de calles, manifestaciones,
tomas, piquetes a empresas. Hubo también acciones de
nivel medio que fueron mayoritariamente reuniones entre
funcionarios/as o empresarios con el fin de negociar las
demandas presentadas. La calle, la ruta y los lugares especí-
ficos de trabajo – tanto públicos como privados- formaron
parte mayoritaria de los espacios controlados por las clases
dominantes que fueron ocupados por los sectores de pobla-
ción sobrante organizada. Estos rasgos nos indican que las
organizaciones de desocupadxs apostaron a la visibilización
de sus conflictos contra el Estado, ocupando sus instalacio-
nes y los principales espacios públicos. Los piquetes frente
a las empresas privadas expusieron la necesidad de recono-
cimiento de la desocupación como problema vital, dignifi-
cando un lugar perdido, contraponiéndose al ocultamiento
mediático y posibilitando generar un espacio de posiciones
defensivas-ofensivas en la lucha de clases.
La conflictividad de las organizaciones de trabajadorxs
desocupadxs tuvo una serie de características definidas
alrededor de determinados tipos de hechos (manifesta-
ciones y acompañamientos a huelgas generales), con una
mayor predisposición al método directo de enfrentamiento,
la realización permanente de asambleas, alto nivel de inten-
sidad en las acciones y una enorme energía desplegada por
los cuerpos. La conflictividad del MTD se ha periodizado a
partir de la conflictividad obrera. El análisis más amplio de
la conflictividad durante el período bajo estudio demues-
tra que los conflictos de la clase obrera fueron sumamente
importantes en la ciudad, a pesar del crecimiento de otro
tipo de conflictividades (vecinales, ambientales o por los
derechos humanos). Este resultado se contrapone con la
literatura que postula el descenso de la matriz sindical y
obrera en las acciones colectivas durante la década de 1990
(Schuster et al., 2006; Natalucci, 2010) y permite renovar
la discusión sobre continuidades y rupturas en los movi-
mientos sociales.

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100 • La conflictividad social en la historia reciente

Estrategias de alianzas políticas y de lucha

El periodo que va de mediados de 1995 a 2002 fue una etapa


convulsionada para la historia política en la Argentina. Si
bien es cierto que este periodo contó con una fuerza social
destituyente que renegaba de la institucionalidad y la repre-
sentatividad política (Natalucci, 2012), para la lógica de la
democracia liberal, es cierto que también fue un momento
de experimentación y transformación de lo que se enten-
día como político. En este sentido, resulta difícil argumen-
tar que las formas de hacer política vendrían después del
2001, con el gobierno kirchnerista, ya que mucho antes
distintas organizaciones, sindicatos y movimientos sociales
discutían, pensaban y tomaban acciones que representaban
modelos de representatividad y de decisión política. Las
estrategias que irían definiéndose con el paso de los años y
al calor de la lucha social más amplia, implicaron que de la
estrategia defensiva y reivindicativa, se pasara a una táctica
y estrategia más ofensiva, con la transformación del sujeto
en un actor político de importancia. En ese contexto los
períodos de latencia, en términos de Melucci (1994), fueron
momentos claves para la organización y profundización de
la discusión política interna de los MTD que cambiaron
el eje de sus reclamos para tejer un conjunto de alianzas
políticas con otros sectores sociales en el afán de discutir y
actuar contra el modelo económico y social imperante.
Lxs desocupadxs organizadxs en estos movimientos
formaban parte de una fracción de la clase trabajadora no
ocupada, cuyas vidas transitaban en las condiciones que
brindaban los barrios alejados del centro de la ciudad. Vin-
culados a un territorio en disputa con punteros, fomentis-
tas, políticos, y las propias fuerzas de seguridad, la organiza-
ción a nivel barrial buscó garantizar la subsistencia, mejorar
las condiciones de vida, ocupar tierras para hacerlas “pro-
ductivas” y habitables. Tomando en cuenta lo señalado por
Klachko (2004) acerca de que los objetivos de las accio-
nes de protesta constituyen un indicador del momento de

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La conflictividad social en la historia reciente • 101

relaciones de las fuerzas políticas en las que se encuen-


tran los grupos sociales y de los grados de conciencia que
las fracciones y/o clases sociales tienen de sí (de su situa-
ción y de cómo resolverla), y considerando los seis temas/
demandas vistas en el apartado anterior, se puede observar
la siguiente dinámica para el caso de Mar del Plata.
Como primer ítem, las organizaciones de trabajadorxs
desocupadxs respondieron a objetivos económicos reivindi-
cativos/corporativos de los sectores populares, trabajadorxs
informales urbanos y pobres, como demanda de planes sociales
y alimentos, lo que nos ubicaría en el primer momento de las
relaciones de fuerza política y de la conciencia política colectiva
que Gramsci ha denominado económico – corporativo, don-
de “es sentida la unidad homogénea del grupo profesional y el
deber de organizarla pero no se siente aún la unidad con el gru-
po social más vasto” (Gramsci, 2003). Esto se ve reflejado en los
primeros años del periodo 1997-1999 del MTD en la ciudad
de Mar del Plata, donde el inmediatismo de solucionar necesi-
dades básicas era acuciante. A su vez, varias acciones del MTD
fueron acompañadas por sectores del sindicalismo, en especial
gremios de la CTA como el Sindicato de Luz y Fuerza, lo que
hubo de generar una alianza estratégica entre un sector de las
fracciones de asalariados ocupados y no ocupados, demostra-
da en las intervenciones públicas del líder sindical José Rigane
a favor de la lucha de los desocupadxs, acompañándolos en sus
acciones más emblemáticas (corte ruta 88, toma de la Catedral)
y cediéndoles la sede del gremio para asambleas.
A nivel nacional, parte del movimiento obrero organi-
zado se va a oponer al modelo económico y social neolibe-
ral. Cotarelo (2016) ve en las huelgas generales de 1996 –
donde participaron la CGT, MTA y CTA -, el inicio de una
fuerza social opuesta al régimen, en la cual, a partir de 1997,
el MTD comenzará a participar. Sin embargo, será recién a
partir del año 2000, cuando se verá en más oportunidades
la acción en forma conjunta de esta alianza de trabajadores
ocupados, desocupadxs y estudiantes.

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102 • La conflictividad social en la historia reciente

En el año 2000, lxs trabajadorxs desocupadxs orga-


nizados fueron los principales protagonistas de la rebe-
lión contra la profundización de las políticas neoliberales
y sus efectos. Entre mayo de 2000 y diciembre de 2001 el
movimiento sindical, fragmentado y aislado en gran parte,
fue uno de los convocantes a las luchas contra el modelo
económico, y funcionó como articulador de la rebelión de
diversas fracciones sociales.
Esta segunda etapa, 2000-2001 en Mar del Plata, tuvo
como demandas ejes la implementación de la tarifa social
y la lucha contra el modelo económico/social neoliberal.
Ambas demandas requerirán la acción política en conjunto
del MTD con organizaciones sindicales, en especial la CTA.
Esto no quiere decir que no haya habido más demandas
de planes sociales o alimentos, incluso hubo momentos en
los cuales la CTA se puso a la cabeza de estos reclamos,
siendo parte de la estrategia del gremio como se verá en la
iniciativa del FRENAPO5.
Los MTDs no actuaron como un bloque homogéneo, se
divisaron algunas diferencias entre las agrupaciones mayo-
ritarias, la CCC y el MTR. Se puede considerar al MTR
como el más radical de los dos en la forma de accionar.
La toma de la Catedral junto a la UVO en 1999 fue una
acción solitaria que no contó con el apoyo de la CCC y
que puso en juego la relación con la Iglesia, algo que la
CCC no veía como beneficio alguno. A pesar de esta dife-
rencia, durante el periodo 2000-2001 ambas agrupaciones
actuarán en conjunto con el resto del MTD marplatense
en aquellas acciones en las que intervino la fuerza social
contra el régimen.
En síntesis, desde la génesis del movimiento de traba-
jadorxs desocupadxs, en la ciudad de Mar del Plata a mitad

5 Frente Nacional contra la Pobreza, integrado por CTA, Apyme, Ari, Polo
Social, PC, diversas agrupaciones de desocupadxs, proponía establecer un
Seguro de Empleo y Formación de 380 pesos, una Asignación Universal de
60 pesos por cada menor a cargo, para todos los jefes de hogar desocupadxs
y de 150 pesos para cada persona mayor de 65 años sin jubilación.

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La conflictividad social en la historia reciente • 103

del año 1997, hasta el cambio de gobierno a nivel nacional


en el año 2000, la mayoría de las acciones del MTD estu-
vieron apuntadas a reivindicaciones económicas inmedia-
tas (alimentos y planes asistenciales). Durante esta primera
etapa (97-99), los vínculos con el movimiento obrero orga-
nizado se darán a través del sindicato de Luz y Fuerza Mar
del Plata, perteneciente a la CTA. Esta alianza se expresó en
apoyo y asistencia mutua, gestos expresados, por ejemplo,
al ceder la sede gremial para reuniones del MTD o en la
presencia de dirigentes sindicales en los cortes.
Durante la segunda etapa (2000-2001), este vínculo se
enriquecerá al haber una mayor participación activa de la
CTA, y en especial, del dirigente Daniel Barragán de ATE,
en la cuestión del desempleo. La alianza entre CTA y MTD
se verá reflejada en dos demandas: la implementación de la
tarifa social y la lucha contra el modelo económico y social
neoliberal. Esta última será la demanda que aglutinará a
una serie de alianzas entre fracciones sociales (trabajado-
res ocupados, en especial docentes y estatales de la CTA,
CGT, pequeños empresarios nucleados en APYME, organi-
zaciones barriales y el MTD) para luchas en el plano local
por otro modelo económico y social que se presente como
alternativa al impuesto por la oligarquía financiera durante
la década de 1990.
Para pensar en parte la constitución de las estrategias
del MTD en Bahía Blanca, resulta necesario volver a obser-
var sus momentos de enfrentamiento. En el periodo 1997 –
1999 se produjo un descenso de la conflictividad social, y las
organizaciones de desocupadxs de tinte localista realizaron
un proceso de trabajo en cooperativas con base territorial
que generó una relación conflictiva con el gobierno radi-
cal. Esto formalizó un conjunto de prácticas de solidaridad
que no alcanzó a consolidar el movimiento y que produjo
una fragmentación.
A principios de 2000, el ascenso general de la conflic-
tividad convierte al sector de desocupadxs de la construc-
ción en una fuerza social que tensiona la relación con la

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104 • La conflictividad social en la historia reciente

gran burguesía (grandes empresas constructoras, empresas


petroquímicas y allegadas) y el propio Estado desde ese
periodo hasta fines de 2003. Sus luchas no sólo fueron de
vección vertical (contra el gobierno y las empresas) sino
también de vección horizontal (interna, por la acumulación
de poder dentro del MTD), que dinamizaron el enfrenta-
miento y las formas de acción colectiva.
El año 2001 dio lugar a la formación de un contexto
de resistencia popular, expresado en sus formas mate-
riales y simbólicas, donde se conjugaron fuertemente las
bases obreras estatales por fuera del sindicato, los secto-
res desocupadxs de la construcción y las organizaciones
de desocupadxs nacientes como el Polo Obrero, la CCC,
el MTL y Bahía Blanca en Lucha, cuyos militantes habían
capitalizado las experiencias de lucha en los primeros con-
flictos de desocupadxs de la década.
Finalmente, el año 2002 vería un nuevo auge de la
lucha en las calles, con un sector de desocupadxs radica-
lizado que se enfrentó cuerpo a cuerpo con las fuerzas de
seguridad. El resultado fue la derrota y el procesamiento de
los desocupadxs y la retirada de diversas organizaciones de
izquierda hacia formas de trabajo sindical y barrial. Estas
actividades continuarán durante toda la década, en algunos
casos, con un descenso en la conflictividad, pero en una
tensa relación con el Estado en sus diversos niveles, donde
las agrupaciones de desocupadxs tenderán a unificarse con
sus partidos políticos de origen, formalizando instituciones
sociales reguladas por el Estado o expresando un trabajo
barrial que tendrá en la conquista de planes sociales su
punto más importante.
Como corolario, se concluye parcialmente que la cri-
sis de gobernabilidad de 2001 no pudo ser traducida en
términos de acumulación por los MTD que lograron un
protagonismo hegemónico junto a un sector de la clase
obrera y una importante visibilidad a través de experien-
cias de coordinación. La carencia de un salto cualitativo
en la unificación de sus luchas impidió constituir a largo

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La conflictividad social en la historia reciente • 105

plazo un bloque contrahegemónico de clases subalternas


que políticamente permitiera transformar las estructuras
de poder y de gobierno, aunque constituyó una experien-
cia que pervivió en las futuras estrategias de acción de las
clases populares.
Si bien resulta difícil realizar una taxonomía de
las estrategias, existieron esquemáticamente tres tipos de
metas: por un lado, una línea estratégica que tuvo a largo
plazo la lucha sindical como objetivo principal. Esta estra-
tegia tuvo su expresión más acabada en ADICBBA y en
la agrupación Docentes Indignados, dentro del colectivo
Bahía Blanca en Lucha, con vocación de unidad en todas
las luchas. Estas organizaciones, si bien buscaban intervenir
en diversos ámbitos, entendían que el cambio en las con-
ducciones sindicales generaría cambios institucionales que
les permitirían influir en las luchas más generales, con una
perspectiva de poder resolutivo. La CTA y el MTA también
fueron organizaciones sindicales que influyeron en la orga-
nización de lxs desocupadxs, convocando y apoyando sus
decisiones y acompañando sus proyectos económicos. La
influencia de estas dos centrales implicó la búsqueda con-
tinua de un aglutinamiento entre ocupadxs y desocupadxs
en un mismo frente de acción, que resolviera problemas en
común, a pesar de las situaciones objetivas diferentes.
Otra línea estratégica se afianzó desde lo territorial,
tuvo su expresión en la UTD, la CCC, el MTL, en parte
en el Polo Obrero y en Cáritas, que influyeron profunda-
mente en la idea de organización de las barriadas populares.
Algunas de ellas tenían una perspectiva de la militancia que
debía integrar las reivindicaciones básicas vecinales con una
organización política de masas. No hubo una línea interna
que tuviera como norte estratégico el autonomismo o la
construcción de un poder popular, como en el Conurbano
bonaerense o en Salta. Estas organizaciones privilegiaban la
acción concreta, donde se rehabilitaba el componente bási-
co y esencial, tanto en las condiciones de vivienda, como

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106 • La conflictividad social en la historia reciente

en la urgencia alimenticia y los servicios públicos (agua,


electricidad y gas).
Todas las organizaciones privilegiaron, en mayor o
menor medida, la línea estratégica política (partidaria a
veces) como marco de identificación común, dentro de un
proyecto que implicaba la transformación de la realidad
social y económica. En todas las organizaciones hubo un
principio de acción orientado con medidas políticas especí-
ficas que surgían de debates locales y nacionales. Sin embar-
go, algunas organizaciones privilegiaron más el componen-
te del partidismo político por encima de la organización
de desocupadxs. Esto pudo verificarse en el Polo Obrero y
en el MTL, organizaciones que, si bien decían tener cierta
autonomía en relación a sus partidos de pertenencia, en
general su énfasis a niveles de organización y su reivin-
dicación a un programa político que excedía las propias
luchas de los desocupadxs, implicaba el ordenamiento de
este sector social hacia un fin partidista. Por otro lado,
fueron las organizaciones que más enfatizaron una salida
política posterior al Argentinazo. La CCC, si bien también
tuvo una enorme influencia del PCR, se expresó con mayor
autonomía, oponiéndose también a la salida devaluatoria y
proponiendo el voto en blanco como expresión del rechazo
popular a los partidos políticos tradicionales.
Las diferentes líneas estratégicas tendieron a amalga-
marse y a actuar en forma cooperativa. La “competencia”
entre organizaciones en la ciudad de Bahía Blanca no estuvo
tan marcada como en otras zonas del país: a nivel local,
las agrupaciones sostuvieron la unidad de acción con los
sindicatos más combativos, a pesar de sus diferencias. Es
importante no reducir el análisis de las organizaciones de
base a su contraposición con las organizaciones punteriles
de los partidos tradicionales. De esa forma, se tendería a
interpretar los MTD como construcciones político- socia-
les autónomas y democráticas, como si fueran islotes idea-
lizados de cómo serían las organizaciones revolucionarias.
Éstas estuvieron atravesadas por problemáticas, rispideces

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La conflictividad social en la historia reciente • 107

y modalidades de construcción que alternaron la democra-


cia de base con la verticalidad militante, y en muchos casos
hasta “caudillesca”.
Un tema importante para destacar en relación a las
estrategias de los MTD en ambas ciudades es cómo fueron
sus relaciones con el Estado. La relación entre movimientos
sociales, partidos y sistema político es un tema trascenden-
tal en los estudios sobre este campo. Aquí la concepción
del Estado cobra una relevancia central. El Estado no pue-
de pensarse como una institución neutra, disociada de las
relaciones sociales que se generan, ni tampoco como una
entidad arbitral en los diversos conflictos. Coincidimos en
pensarla como proceso y como relación social y objeti-
va del poder que se encuentra atravesada por las disputas
entre fuerzas sociales ancladas en el espacio y en el tiempo
(Bringel y Falero, 2016) (por supuesto, no como una simple
herramienta de dominación de clase en su visión instru-
mentalista). Como construcción histórica, su papel ha deli-
neado las fronteras y marcado un proceso de constitución
heterónoma de diversos sujetos sociales.
Algunos de los puntos de tensión y articulación entre
movimientos sociales y Estado están relacionados con las
diversas teorías de estudio sobre MS, en donde han prima-
do la relación del Estado con los contextos de producción
de determinadas estructuras de posibilidad de formación,
acción y reproducción de los MS, la teoría pluralista de
los sistemas políticos que ha hecho hincapié en la acción
política institucionalizada, la relación con los partidos polí-
ticos y los grupos de presión, o de los recursos estratégicos
que se obtienen en la relación entre ambas partes. Estos
análisis reduccionistas en muchos casos tendían a visibi-
lizar las acciones de los MS y su relación con el Estado
como una mera contienda de intereses contrapuestos, entre
demandantes y demandados, entendiendo al Estado como
una arena de disputa centrada en lo institucional. Por otro
lado, también ha primado la idea de pensar los MS como
alternativas políticas a los actores tradicionales o como

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108 • La conflictividad social en la historia reciente

actores estratégicos que refuerzan sus demandas de cambio.


Ya hace un tiempo atrás, Melucci expresaba que los proble-
mas de la acción colectiva son uno de los nudos centrales
del funcionamiento político de las sociedades complejas y
proponía algunos ejes como la descomposición analítica del
dato empírico, desde una perspectiva sociológica que fuera
más allá de la simple división entre actores institucionales
y no institucionales. El riesgo de caer en una reificación del
Estado o de un análisis que pretenda desvincular los MS
de la acción política podría ser superado sólo definiendo
los componentes analíticos del sistema político, su depen-
dencia y su autonomía. Al sistema político hacen referencia
los partidos, y hacia su interior sucede la mediación de
los intereses. Sin embargo, existen demandas y conflictos
sociales que se escapan al menos en parte de esta compe-
tencia regulada: ahí es donde se constituyen otras formas de
acción colectiva como los MS (Melucci, 1995).
Tres problemas deben ser tenidos en cuenta como nudos
importantes para la comprensión del MTD y el Estado: 1) el
lugar que ocupan los MTD en la sociedad y su relación con la
experiencia cotidiana de los sujetos, muchas veces presionados
a la integración y la institucionalidad en el Estado para garan-
tizar sus demandas (relación heteronomía y autonomía como
tensión); 2) la posibilidad de radicalizar su autonomía y gene-
rar un proceso autorreferencial totalmente desvinculado de la
discusión sobre poder; 3) los riesgos de burocratizarse y e ins-
titucionalizarse, convirtiéndose en un espacio desligado de la
discusión fundamental sobre la lucha por el cambio social.
Sobre estas cuestiones hay varios aspectos que merecen ser
tenidos en cuenta en el análisis del MTD marplatense y bahien-
se: primero, la cuestión de los planes sociales y su ejercicio en
términos clientelares o de creación de politicidad; segundo, los
modelos de organización de los MTD con sus diversas líneas
estratégicas (política, sindical, territorial) y por último, la for-
mación de una identidad colectiva en base a sus demandas prin-
cipales y discursos.

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La conflictividad social en la historia reciente • 109

En el ámbito de Bahía Blanca, la continuidad del


gobierno radical y su red de contención social, junto a
organizaciones afines, le permitió consolidar en un primer
momento un rol activo en la ejecución y administración
de los planes sociales (siempre en conflicto con la provin-
cia), dejando poco espacio para la administración por par-
te de las organizaciones de desocupadxs, quienes debieron
demandar constantemente y empujar sus reivindicaciones
para ser correspondidos. Hubo debates profundos en torno
a esta cuestión y se generaron disputas internas. En el caso
de Mar del Plata, con un municipio de la UCR también, el
MTD no controlaba la entrega de los planes (que corres-
pondía a la provincia), sino que solo contribuía aportando
los materiales para las cuadrillas de trabajo. El manejo de
los planes fue un motivo de lucha entre las organizaciones
de desocupadxs y el Estado durante los dos primeros años
del MTD (97-99). Con la llegada del gobierno de la Alianza
en el plano nacional, las organizaciones lograron un mayor
control sobre la distribución de los planes asistenciales.
Las organizaciones de desocupadxs en ambas ciudades
intentaron desligarse de las relaciones punteriles, religiosas,
sindicales burocráticas y, por supuesto, de las estructuras
tradicionales de los partidos políticos, pero sin dejar de
ser interlocutores con el gobierno, destinatario central de
cualquier demanda.
En el caso marplatense, la Iglesia fue una interlocutora
buscada por los desocupadxs. Ese papel de intermediaria
entre el MTD y el Estado comenzó con las negociacio-
nes ante el corte de la ruta 88 y finalizó con la toma de
la Catedral, momento en el cual el vínculo entre algunos
sectores del MTD, como el MTR y la UVO, y la Iglesia
se vio afectado. ¿Fue este papel de interlocutor por parte
de la Iglesia deseado por los desocupadxs? Deseado o no,
fue necesario, ya que logró descomprimir situaciones de
conflicto en favor de las necesidades del MTD. Un ejemplo
de lo anterior fue la resolución del tema de las bolsas de
alimentos, que culminó en un acuerdo entre empresarios

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110 • La conflictividad social en la historia reciente

supermercadistas, los desocupadxs y Cáritas como distri-


buidor de los bolsones.
Si bien la oposición y la crítica a la política asistencial
del gobierno siempre estuvo presente, desde el año 1995
fueron muy pocas las organizaciones que se mantuvieron
firmes en un proyecto de autogestión y organización autó-
noma6.
La noción de trabajo genuino y el reparto de horas
de trabajo, demandado al gobierno, siempre estuvo presen-
te en todas las organizaciones de desocupadxs como un
planteo excluyente y superador, contraponiéndose al traba-
jo subsidiado, aunque por determinados factores se termi-
nara posteriormente aceptando como instrumento táctico.
Esta contradicción tiene su explicación en las alternativas
reales que podían generar las organizaciones de desocu-
padxs frente a una situación económica y social que achica-
ba el margen de maniobra y frente a un sector político que
hábilmente disminuía las oportunidades de acción para ins-
titucionalizar o generar menos margen de autonomía por
parte de los MTDs. Esta “dependencia” del Estado es parte
constitutiva de un vínculo que resignificó las formas de
lucha o acción colectiva confrontativa y la identidad misma

6 Recordemos que las relaciones entre los gobiernos y las organizaciones no


fueron lineales y homogéneas en el tiempo. Los gobiernos argentinos de
mediados de los ´90 lanzaron programas de emergencia ocupacional que
contemplaban la entrega de subsidios monetarios a cambio de contrapresta-
ciones laborales estuvieron destinados a contener la situación sin una plani-
ficación a largo plazo. Se utilizaba la aceitada red clientelar del partido justi-
cialista o radical para distribuir los planes. Los sucesivos planes Trabajar I y
II (nacionales) y Barrios Bonaerenses (Buenos Aires) facilitaron la entrada de
las contrataciones flexibilizadoras. En el gobierno de De la Rúa no se conta-
ba con una red clientelar más exigua, lo que favoreció la consolidación de la
gestoría directa de las organizaciones piqueteras, dotándolas de un mayor
margen de decisión. Mientras, con Duhalde, el lanzamiento de los Planes
Jefas y Jefes de hogar dotaba de sentido a un proyecto de cooptación fiel a la
tradición del PJ. En este caso, los interlocutores serían parte de un consejo
consultivo municipal, descentralizando a la nación de las decisiones, con
determinadas organizaciones sociales como la Iglesia, ONGs, agrupaciones
políticas y sindicatos afines que en muchos casos se desprendían de las orga-
nizaciones MTD más combativas.

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La conflictividad social en la historia reciente • 111

de las organizaciones. Muchas veces sucedió que “el plan


social” criticado y enjuiciado como “pernicioso” también
sirvió para consolidar los reclamos y generar “un puesto
de lucha” que trascendiera la mediación con el gobierno de
turno y se convirtiera en un derecho adquirido.

A modo de conclusiones generales

Si bien comparativamente Mar del Plata y Bahía Blanca


tuvieron diferencias en las formas modulares en que lle-
varon adelante el conflicto, hubo una serie de similitudes
importantes que refieren a sus características definitorias.
En ambos espacios, los MTD surgieron en un contexto de
resistencia con un programa estratégico de carácter defen-
sivo en medio de una merma importante en la actividad
económica y ante un aumento de la desocupación. En Mar
del Plata, la génesis se desarrolló con fuerza desde lo veci-
nal (se organizaron primero mediante las sociedades de
fomento y por barrios), mientras que en Bahía Blanca la
organización caló profundo en un primer momento en lo
barrial, pero luego tuvo su punto fuerte en relación a la
organización sindical (construcción, por ejemplo) y de par-
tidos de izquierda.
Los movimientos, en general, jugaron un rol esencial
en la formación de la conciencia política de sus integran-
tes. Fueron espacios de construcción colectiva atravesados
por el conflicto y las tensiones internas (Gutiérrez Aguilar,
2015). El carácter táctico ofensivo de sus reivindicaciones
y acciones de conflictividad se dirigió fundamentalmente a
la adquisición de derechos constitucionales, que debían ser
correspondidos por el Estado, abriéndose a la posibilidad
de autogestionar pequeños emprendimientos productivos
o de vivienda.
Este carácter defensivo tuvo su correlato con las rela-
ciones de fuerza y la debilidad del movimiento obrero

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112 • La conflictividad social en la historia reciente

durante ese período, frente a la predisposición de un sector


sindicalizado a negociar y pactar la flexibilización laboral y
el aumento de la desocupación a costa de poder permanecer
institucionalmente. La constitución de sindicatos combati-
vos y de centrales sindicales con una clara predisposición a
la unidad de los trabajadores y la batalla por los derechos
laborales permitieron recomponer esta situación, generan-
do herramientas de lucha frente a los grandes sectores de la
burguesía y el Estado.
Los MTD revelaron que la contradicción principal se
encontraba en avanzar en la conciencia de que los proble-
mas no eran individuales, sino producto de un modelo eco-
nómico contra el que debía orientarse la lucha popular. Por
eso, dentro del movimiento social existió una pugna perma-
nente por otorgarle una direccionalidad a la organización
y a la acción conflictiva, como parte de las pautas perma-
nentemente negociadas dentro de las organizaciones. Ese
cálculo en base a la lectura de la situación en las relaciones
de fuerza y la caracterización del enemigo fundamentaba
las estrategias concretas que generaban los MTD. Hacia los
años 2000-2002, el carácter estratégico de los MTD, pasó a
ser completamente ofensivo, cuando se conjugó la alianza
con otros sectores sociales, obreros, estudiantiles y fraccio-
nes de la pequeña burguesía.
Las organizaciones de trabajadorxs desocupadxs, en su
gran mayoría, exigieron la intervención del Estado para la
concreción de sus reivindicaciones: ya sea en sus deman-
das de justicia, tierra, vivienda, trabajo, salud, etc. Su visión
del mismo distaba de ser instrumentalista y se tejieron
varias relaciones de participación, negociación y también
de enfrentamiento. Más allá de las prácticas autogestivas
y el discurso autonomista – que no fue predominante en
estos MTD -, las relaciones de hecho con las institucio-
nes estatales fueron permanentes. Esto implicó una limita-
ción importante en la autonomía de los MTD, aunque no
una sujeción de dependencia total. La institucionalización
en términos organizativos fue una constante con el fin de

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La conflictividad social en la historia reciente • 113

recibir subsidios y la posibilidad de ser reconocidos por el


Estado, canalizar demandas y mejorar la organización, lo
que derivaba en pérdidas de autonomía.
Las luchas de lxs desocupadxs han permitido generar
un espacio común, donde se cristalizaron determinados
marcos prácticos y simbólicos, configurando una identidad
común con elementos de acción comunes, demandas, orga-
nizaciones e inscripciones territoriales con modelos simi-
lares. Esto no significa que se pretenda resaltar el carácter
novedoso o disruptivo del movimiento, pero sí encuadrarlo
en un fenómeno histórico que tuvo un formato de protes-
ta y un conjunto de herramientas de lucha que sintetiza-
ron los procesos de conflictividad del movimiento obrero
y territorial.
La territorialización de los MTD no fue sólo en el
barrio: el conflicto marcó un eje reivindicativo sobre los
espacios públicos y las instituciones estatales de debate
político que fueron apropiadas y tomadas para la pro-
testa, convirtiéndose en espacio geográficos de conflicti-
vidad y disputa hegemónica. Las luchas por el territorio
y su reapropiación, en términos de territorialización de
los MTD, generaron nuevas formas societales de trabajo e
identidad dentro de las poblaciones de los sectores subal-
ternos. Bajo esa nueva forma de crear nuevas alternativas
(abonados en términos de mitos y utopías realizables) se
han propiciado economías sociales cooperativas y popu-
lares, agroecológicas, trueques y reciclados, pero también
de solidaridad, reciprocidad y sororidad, las que cambia-
ron las estrategias de acción y de relación con y desde los
territorios.
Entre los hechos de conflictividad desplegados, Bahía
Blanca apeló principalmente a la manifestación callejera o al
reclamo concreto sobre instituciones estatales (Bahía Blan-
ca) y al piquete en empresas en determinados momentos,
mientras que en Mar del Plata se intensificó la lucha social
alrededor del corte de ruta y las ollas populares. Estos pro-
cesos de acción directa fueron significativos alrededor de

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114 • La conflictividad social en la historia reciente

los años 2000 y 2001. En síntesis, las formas predominan-


tes de acciones de conflictividad de cada ciudad tuvieron
relación específica con una acción modular que les permitió
generar fuerza social y visibilidad política.
Al mencionar la relevancia de la manifestación como
instrumento de expresión del MTD en ambas ciudades, es
oportuno especificar aquellos elementos en común entre
ambos procesos. A la ya mencionada acción colectiva le
podemos sumar la extendida utilización en ambas localida-
des de la ocupación de edificios públicos, como instrumen-
to de lucha, a la hora de lograr la respuesta favorable del
Estado a sus demandas. Otro factor en común fue la pre-
sencia en ambos procesos de un Estado municipal ocupado
por la UCR, en clara oposición al partido gobernante en la
esfera provincial (el PJ). En este contexto, se dio también
durante la primera etapa de vida de los MTD la puja por
el control de los planes sociales, entre el municipio y las
organizaciones de desocupadxs. Con la llegada del gobierno
de la Alianza al plano nacional, las organizaciones tendrían
un mayor control sobre la distribución de los planes asis-
tenciales, dándose a su vez un incremento considerable en
Mar del Plata y Bahía Blanca en la frecuencia de las acciones
del MTD a partir del año 2000.
La construcción de sentido de conflictividad de los
trabajadorxs desocupadxs estuvo mediada por algunos fac-
tores importantes. Por un lado, por las propias experien-
cias enlazadas con el significado del trabajo, los procesos
de desocupación permanente o las nuevas estrategias de
reproducción bajo nuevas condiciones de precariedad. Si a
mediados de la década de 1990 la remisión de un simbolis-
mo que entendía al trabajador/a formal estable como por-
tador de un conjunto de derechos obtenidos por el estado
de bienestar implicaba la demanda de un trabajo genuino;
la persistencia y los derroteros laborales atravesados por la
informalidad y la desocupación, la caída del consumo y el
orgullo profesional llevaron a insistir en la sobrevivencia y
en la lucha por el plan social como una conquista sobre el

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La conflictividad social en la historia reciente • 115

Estado (Nardin 2013). Por otro lado, las diversas formas de


lucha y la relación con diversas entidades sindicales y socia-
les dentro de un entramado de fuerzas sociales implicaron
la conformación de una continuidad en la lucha social por
su propio reconocimiento.
Del análisis de los hechos de conflictividad en general
se desprende la importancia de las relaciones de clase y de
las alianzas estrategias generadas por los MTD para adqui-
rir visibilidad y formar una fuerza social que diera empuje
a sus reivindicaciones. La iglesia apareció como una inter-
mediaria necesaria en la dinámica de conflictos en Mar del
Plata, y en menor medida, lo hizo también en Bahía Blanca.
Sin embargo, mayor protagonismo tuvieron los sindicatos
combativos: el caso de estatales y docentes en Bahía y de los
trabajadores lucifuercistas en Mar del Plata, fueron para-
digmáticos de un modelo de sindicalismo opuesto a la CGT
que planteó la desocupación como tema de importancia en
la discusión de la agenda pública y como parte de las luchas
obreras más generales.

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2

“Queremos cobrar”: análisis


del conflicto por retrasos salariales
de les trabajadores municipales
de Necochea, año 2019
MARÍA LUCIANA NOGUEIRA

El conflicto laboral que tuvo como protagonistas a les tra-


bajadores municipales del partido de Necochea fue el más
significativo durante el año 2019 dentro de la conflictivi-
dad social local. Esta lucha tuvo como principal motiva-
ción el retraso del pago de los salarios a todo el personal
municipal, abarcó los meses de abril a diciembre e implicó
149 acciones conflictivas de diversa índole, entre las cuales
se destacaron las numerosas y extensas huelgas. En este
capítulo analizaremos algunos de los principales rasgos de
dicho conflicto, a partir de una base de datos elaborada de
acuerdo al procedimiento sistematizado por el Observato-
rio de Conflictividad del Grupo de Estudios Sociales Marí-
timos (GESMar) de la UNMdP.1 Para ello, nos valdremos
de algunas de las variables relevadas, tales como: tipo de
acción conflictiva, organizaciones que la emprenden, obje-
tivos, duración y fecha de realización. A su vez, empleare-
mos como fuentes complementarias observaciones partici-
pantes y análisis de registros fotográficos de las acciones.

1 Ver https://observatoriodeconflictividad.org/

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122 • La conflictividad social en la historia reciente

Dado que este trabajo inaugura el análisis de la con-


flictividad a nivel local del partido de Necochea, a fin de
otorgar un marco contextual comenzaremos este capítulo
con una breve caracterización de esta ciudad portuaria en
cuanto a sus sectores económicos preponderantes y prin-
cipales atributos de la población económicamente activa.
Seguidamente, presentaremos un análisis de la conflicti-
vidad local global correspondiente al año 2019, que nos
permitirá precisar características generales del conjunto de
acciones de lucha en la ciudad para situar la preponderancia
de los conflictos laborales -tanto en su globalidad como en
el caso tomado aquí- por sobre otras tipologías de conflicto.
En tercer lugar, sistematizaremos la lucha específica de les
trabajadores municipales.
Nuestros puntos de partida teórico-metodológicos
hacen hincapié en la relevancia de medir la conflictividad a
nivel local para emprender su análisis en profundidad “en
el pago chico” (Nieto, 2019), donde no siempre se expresan
las tendencias nacionales; pudiendo las mismas, a su vez,
no reflejar características propias de cada región o ciudad.
Asimismo, como el conflicto central en el que aquí hare-
mos foco se vincula con el trabajo de reproducción social,
tomaremos aportes de la visión marxista de la Teoría de
la Reproducción Social que nos permiten reflexionar acer-
ca del impacto de la actual “crisis de reproducción social”2
(Fraser, 2016; Varela, 2019) y el protagonismo de las traba-
jadoras en la conflictividad.

2 Nancy Fraser define la crisis de reproducción social como “…uno de los


componentes de una «crisis general», que incluye también vectores econó-
micos, ecológicos y políticos, que se entrecruzan y exacerban mutuamente
(…). Sostengo que toda forma de sociedad capitalista alberga una contradic-
ción o «tendencia a la crisis» socioreproductiva profundamente asentada:
por una parte, la reproducción social es una de las condiciones que posibili-
tan la acumulación sostenida de capital; por otra, la orientación del capita-
lismo a la acumulación ilimitada tiende a desestabilizar los procesos mismos
de reproducción social sobre los cuales se asienta.” (2016: 112).

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La conflictividad social en la historia reciente • 123

Características socioeconómicas y ocupacionales


del partido de Necochea

Necochea es uno de los partidos del sudeste de la provincia


de Buenos Aires, está compuesto por las localidades de
Necochea, Quequén, Juan N. Fernández, Estación La Dul-
ce, Ramón Santamarina, Claraz, Energía, Costa Bonita y
Balneario Los Ángeles. En ambos márgenes del río Que-
quén, entre las ciudades de Necochea y Quequén (en las que
habita la mayoría de la población del partido), se localiza el
puerto local desde donde se dinamizan actividades princi-
palmente agropecuarias.
Dentro de los sectores económicos preponderantes,3
la mayoría de las actividades productivas en Necochea son
agropecuarias, fundamentalmente ligadas a la producción
de soja, girasol, trigo y cebada cervecera, la explotación de
arcilla y la generación de energía eléctrica.
Según los datos del Censo Nacional del año 2010, en
9 actividades económicas se concentra el 80% de la pobla-
ción ocupada del distrito. Las comprendidas en los rubros
“Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca” y “Trans-
porte y almacenamiento” están directamente ligadas al sec-
tor agropecuario y representan el 17,19% de la población
ocupada. En paralelo, también se destaca el rubro “Comer-
cio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos
automotores y motocicletas”, con el 17,72% de ocupades
(ver Tabla N°1).

3 Datos extraídos del Informe del Ministerio de Hacienda de la provincia de


Buenos Aires (2018).

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124 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla Nº 1. Principales actividades económicas de acuerdo al porcentaje


de población ocupada en el partido de Necochea, año 2010

Sectores de actividad predominantes Porcentaje de población ocupada

Comercio al por mayor y al por menor; reparación de 17,72


vehículos automotores y motocicletas

Actividades administrativas y servicios de apoyo 9,51

Actividades de los hogares como empleadores de per- 9,17


sonal doméstico; o productores de bienes

Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca 8,84

Transporte y almacenamiento 8,35

Administración pública y defensa; planes de seguro 7,02


social obligatorio

Construcción 7,00

Enseñanza 6,67

Industria manufacturera 6,04

Total 80,00

Fuente: Elaborado en base a INDEC (2013) Censo Nacional de Pobla-


ción, Hogares y Viviendas 2010. CEPAL/CELADE Redatam+SP.

Para conocer las características ocupacionales de les


habitantes del partido de Necochea, las últimas estadísticas
oficiales con las que contamos corresponden al último Cen-
so Nacional del año 2010, que puntualizó una población
total de 92.933 habitantes y una población económicamente
activa compuesta por 46.297 personas, de las cuales 26.026
eran varones y 20.271 eran mujeres.

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La conflictividad social en la historia reciente • 125

Tabla Nº 2. Principales indicadores ocupacionales correspondientes


a la población de Necochea, año 2010

Categoría Total Varones % Mujeres %

Población eco- 46.297 26.026 56,2 20.271 43,8


nómicamente
activa

Población ocu- 43.393 24.921 57,4 18.472 42,6


pada

Población 2.904 1.105 38,0 1.799 62,0


desocupada

Tasa de Acti- 64,7 77,4 – 53,5 –


vidad

Tasa de 60,7 74,1 – 48,7 –


empleo

Tasa de 6,2 4,2 – 8,8 –


desocupación

Obreres 25.157 14.001 55,6 11.156 44,4

Público nacio- 1.005 637 63,3 368 3,7


nal

Público provin- 3.763 1.389 36,9 2.374 63,1


cial

Público muni- 1.895 977 51,5 918 48,5


cipal

Privado 18.494 10.998 59,4 7.496 40,6

Patrones 5.368 3.675 68,4 1.693 31,6

Cuentapropis- 8.483 5.495 64,7 2.988 35,3


tas

Trabajadores 1.847 922 49,9 925 50,1


familiares sin
remuneración

Fuente: Elaborado en base a INDEC (2013) Censo Nacional de Pobla-


ción, Hogares y Viviendas 2010. CEPAL/CELADE Redatam+SP.

A partir del análisis de la Tabla Nº2, dos aspectos aparecen


como relevantes. En primer lugar, podemos observar que las
desigualdades por género en el mercado de trabajo, ligadas a la

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126 • La conflictividad social en la historia reciente

“feminización del desempleo” a niveles nacional y latinoameri-


cano (OIT, 2018), se expresan fuertemente en la ciudad. Esto se
constata en el hecho de que a pesar de que hay menos mujeres
ocupadas que varones, la tasa de desocupación femenina dupli-
ca a la masculina. Este valor constituye una brecha muy alta
en comparación con el promedio latinoamericano, ya que de
acuerdo a la OIT (2018), la tasa de desempleo de las mujeres en
la región es equivalente a 1,4 veces la tasa de los varones.
En segundo lugar, si consideramos al conflicto puntual al
que nos abocaremos en este capítulo, vemos que entre les asa-
lariades del sector público municipal, la proporción de traba-
jadores y trabajadoras es prácticamente similar, con una leve
diferencia varones (51,5 contra 48,5%). Entonces, una amplia
base obrera del conflicto al que nos abocaremos aquí está con-
formada por mujeres, aspecto que será retomado más adelan-
te. Veamos ahora la distribución de la población ocupada (ver
Gráfico N°1).

Gráfico Nº 1. Población ocupada por categoría ocupacional. Necochea 2010

Fuente: Elaborado en base a INDEC (2013) Censo Nacional de Pobla-


ción, Hogares y Viviendas 2010. CEPAL/CELADE Redatam+SP.

Al considerar a les trabajadores en relación de depen-


dencia, observamos una predominancia del sector privado,
que representa las tres cuartas partes del total con respecto

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La conflictividad social en la historia reciente • 127

al sector público. En esta relación, les trabajadores muni-


cipales constituyen el 7,5% de les obreres y el 4,6% de la
población ocupada.4
Este grupo obrero, aunque minoritario en términos
cuantitativos en la estructura económico-social de la ciu-
dad, reviste una importancia otorgada por las múltiples
tareas que desempeñan para garantizar la dinámica social
local cotidiana: la salud pública en hospitales y centros
de salud; la educación pública en los cinco jardines y dos
escuelas de arte municipales; obras públicas de manteni-
miento de calles y espacios públicos, redes de agua y cloa-
cas; servicio de alumbrado público, actividades deportivas,
artísticas, culturales y turísticas; implementación de pro-
gramas relativos a las áreas de empleo, género, juventud,
discapacidad y desarrollo social; administración y distribu-
ción de fondos y subsidios a cooperativas, ONG y personas;
administración y recaudación de tasas municipales; servi-
cios de seguridad y otras labores administrativas variadas.
Gran parte de estas tareas están vinculadas al trabajo
de reproducción social5 socializado en el ámbito público
(Arruza y Bhattacharya, 2020),6 un trabajo necesario (Vogel,

4 De acuerdo al informe elaborado por el intendente Facundo López (perte-


neciente al Frente de Todos) días antes de finalizar su mandato, para
noviembre del año 2019 había un total de 2.328 trabajadores municipales.
https://nden.com.ar/nota/5455/cuantos-trabajadores-municipales-hay---
que-le-respondio-lopez-a-rojas, visitado el 17 de octubre de 2020.
5 De acuerdo a Arruzza y Bhattacharya, la reproducción social se refiere a
“…la reproducción de la fuerza de trabajo.”, trabajo que “…todavía es realiza-
do predominantemente por mujeres o cuerpos feminizados.” (2020: 40-41).
Retomando a Vogel (2000), estas autoras recalcan la diferenciación entre el
trabajo de reproducción social ligado a la manutención diaria para “…rege-
nerar al trabajador o la trabajadora.” y también a la familia obrera; y el desti-
nado a la “renovación generacional”, esto es, producir nuevas camadas de
trabajadores (Arruzza y Bhattacharya, 2020: 38).
6 Además del trabajo de reproducción social realizado por una mayoría de
mujeres en sus hogares de forma no remunerada, de acuerdo a Arruzza y
Bhattacharya hay “… tres principales formas en que el trabajo de reproduc-
ción social puede ser organizado de forma asalariada. Puede ser un trabajo
asalariado pero en sectores no productivos, por ejemplo el trabajo en secto-
res públicos como docentes, enfermeras, trabajadoras de limpieza en secto-

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128 • La conflictividad social en la historia reciente

2000)7 y fundamental para el sostenimiento de las vidas


obreras del distrito. Esto les otorga a les trabajadores muni-
cipales una relevancia dada por el impacto de sus activida-
des -y de sus luchas-, ya que éstas repercuten en el conjunto
de la clase obrera local.
Consideramos que esta dimensión es central para ana-
lizar la conflictividad laboral local, ya que esta ligazón con
la reproducción social conjugada con el importante número
de obreres empleades (como vimos, 1.895 trabajadores para
el año 2010) nos permite abordar dos cuestiones que busca-
remos destacar aquí. Por un lado, la incidencia de aspectos
de la crisis de reproducción social propia del neolibera-
lismo en la conflictividad local, en cuanto a la “…reduc-
ción presupuestaria a sectores que comprenden tareas de
reproducción social en el ámbito público y la consiguien-
te precarización laboral de les trabajadores que la llevan a
cabo.” (Varela, 2019:39). Por otra parte, un aspecto central
de las tareas de reproducción social asalarizada en el ámbi-
to público (como salud y educación) es que son efectuadas
predominantemente por mujeres, lo cual nos conduce a la
pregunta por la participación de las obreras en las luchas de
este sector, que abordaremos en el último apartado.
Previamente, veamos una caracterización de la con-
flictividad social general del año 2019, a fin de contar con

res públicos, etc. Puede ser un trabajo asalariado en servicios personales, por
ejemplo, empleadas domésticas o personal de cuidado en casas particulares.
(…) Y, por último, puede ser un trabajo asalariado de reproducción social
que sí produce valor, por ejemplo las trabajadoras de McDonald’s, las mozas,
las cocineras, las enfermeras en clínicas privadas” (2020: 48).
7 De acuerdo a Vogel (2000: 12), “El trabajo necesario tiene (…) dos compo-
nentes. El primero, explicado por Marx, es el trabajo necesario que produce
valores equivalentes a un salario. Este componente, que yo llamé compo-
nente social del trabajo necesario, está indisolublemente ligado con el traba-
jo excedente en el proceso de producción capitalista. El segundo componen-
te del trabajo necesario, profundamente velado en el trabajo de Marx, es el
trabajo no pago que contribuye a la renovación diaria y en el largo plazo de
los portadores de la mercancía fuerza de trabajo y de la clase obrera en su
totalidad. Llamé a esto componente doméstico del trabajo necesario o tra-
bajo doméstico.”

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La conflictividad social en la historia reciente • 129

elementos para contextualizar el conflicto puntual que ana-


lizaremos luego.

La conflictividad local en Necochea durante el año


2019

A continuación, presentaremos los resultados del releva-


miento de acciones de conflictividad local para el año 2019
en el partido de Necochea. La fuente para reconstruir estos
datos fue la prensa gráfica local (Ecos Diarios), sistematizada
mediante el procedimiento metodológico de carga de accio-
nes conflictivas elaborado por el Observatorio de Con-
flictividad Social. Las acciones conflictivas registradas fue-
ron “…todas las acciones colectivas dirigidas contra alguna
expresión del estado de cosas existente” (Observatorio de
Conflictividad Social, 2018). Desde aquí se relevaron los
distintos eventos de protesta que, de acuerdo a la demanda
principal que los orientaba, fueron agrupados como con-
flictos laborales, de género, en defensa del ambiente, por
condiciones de vida, por libertades democráticas y derechos
humanos, empresariales y de la pequeña burguesía, y otros
menos significativos en términos de cantidad de acciones
con respecto al total.
Durante 2019 registramos 425 eventos de protesta en
la ciudad, que distribuidas en los 365 días del año alcanza-
ron un promedio de 8 acciones acumuladas por semana.8
Al efectuar un análisis global del conjunto de la conflic-
tividad vemos que los objetivos principales de los reclamos
estuvieron orientados a la defensa de los salarios, las con-
diciones de trabajo y las condiciones de vida. Otra parte
importante se basó en la defensa de los derechos sociales,
civiles y políticos básicos; por ejemplo, el derecho a decidir

8 Las acciones acumuladas incluyen las acciones que inician y culminan en un


mismo día y las que continúan desarrollándose por extenderse en el tiempo
más allá de su fecha de inicio.

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130 • La conflictividad social en la historia reciente

sobre el propio cuerpo, el derecho a la identidad, el acce-


so a bienes y servicios esenciales, el derecho al ambiente
libre de contaminación, el derecho al trabajo, la defensa
de las libertades democráticas, y el reclamo histórico de
autonomía para la localidad de Quequén, entre otros (ver
Gráfico N°2).

Gráfico Nº 2. Densidad de conflictos de acuerdo a su demanda principal.


Necochea, 2019

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

A primera vista, observamos que el conflicto en torno


a la lucha entre patronales y trabajadores -sobre todo asa-
lariades- preponderó en gran medida sobre el resto, repre-
sentando el 55% del total de acciones conflictivas del año
2019. Este dato, además de reeditar -a nivel local- la ten-
dencia más general que indica el predominio del conflicto
laboral por sobre otras tipologías de conflicto (Silver, 2003),
se reitera en resultados de relevamientos efectuados por
el Observatorio de Conflictividad Social para la ciudad de
Mar del Plata (Nieto, 2019).

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La conflictividad social en la historia reciente • 131

Otras de las grandes protagonistas de la conflictividad


durante el 2019 fueron las organizaciones de género por
el derecho a la diversidad, contra los femicidios, a favor
de la ley de interrupción voluntaria del embarazo y contra
la desigualdad de género. También se registraron acciones
de organizaciones vecinales que reclamaron condiciones de
vida en barrios, así como de organizaciones ambientalis-
tas y de DD.HH. Cabe destacar también el resurgimiento
durante este año de acciones por la autonomía de Quequén,
reclamo histórico local que -si bien continuaba vigente-
había perdido presencia en la conflictividad de los últi-
mos años. Los conflictos protagonizados por organizacio-
nes políticas, culturales, empresariales y estudiantiles tam-
bién estuvieron presentes a lo largo de esos 365 días.
En torno a la frecuencia de los tipos de acciones con-
flictivas,, es decir, de los formatos que asume la expresión de
conflictividad, podemos decir que las huelgas, las acciones
comunicacionales y las manifestaciones fueron las mayo-
ritarias. En cuarto lugar, aparecen las reuniones entre las
partes y/o con las autoridades, seguidas por las manifes-
taciones no callejeras, las presentaciones escritas ante las
autoridades, las acciones institucionales, las ocupaciones y
los cortes,9 tal como se muestra en la siguiente tabla.

9 Las definiciones de las principales acciones relevadas son:


Acción comunicacional: refiere a todo tipo de acción donde el elemento pre-
dominante es el discursivo, es decir, el uso de la palabra. Ejemplos: comuni-
cado, solicitada, nota periodística, entrevista radial, declaraciones realizadas
en el marco de una acción directa.
Acción institucional: refiere a aquellas acciones efectuadas por las diversas
agencias estatales en el marco de un conflicto. Ejemplos: represión, orden de
desalojo, sentencia judicial, ordenanza, declaración de autoridades legislati-
vas o ejecutivas.
Manifestación: refiere a toda acción directa (es decir, no institucional) que
implica la presencia corporal de lxs sujetxs en la vía pública. Salvo excepción
de “bloqueo/piquete” y de “corte de calle/corte de ruta” que han sido indivi-
dualizadas como valores específicos porque comparten una característica
que las diferencian del resto de las manifestaciones callejeras: su ilegalidad,
o el caso de los ‘acampes’ en la vía pública, que se consignan como ocupa-
ción. Ejemplos: volanteada, concentración, movilización, marcha, radio
abierta, junta de firmas, acto, olla popular.

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132 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla Nº 3. Acciones emprendidas por cada tipo de acción conflictiva.


Necochea, 2019

Tipo de acción Total acciones Frecuencia relativa

Huelga 141 33%

Acción comunicacional 78 18%

Manifestación callejera 77 18%

Reunión entre las partes y/o con las 50 12%


autoridades

Manifestación no callejera 21 5%

Otras10 58 14%

TOTAL 425 100%

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

En cuanto a las organizaciones que emprendieron las


acciones, sobresalen les trabajadores estatales del Sindicato
de Trabajadores Municipales y de la Asociación de Pro-
fesionales de la Salud. Ambos colectivos desplegaron 202
acciones en el marco de las demandas y reclamos por condi-
ciones de trabajo y salarios, representando el 48% del total
general de acciones conflictivas. Muchas de estas acciones
fueron emprendidas en forma conjunta.
En base a estos datos generales, ahora nos focalizare-
mos en el análisis de los conflictos laborales. Veamos, en

Manifestación no callejera: refiere a acciones directas que tienen localización


física dispersa (ejemplo: apagón, boicot), o que tienen localización centrali-
zada pero ésta no se realiza en la vía pública (por ejemplo, al interior de una
agencia estatal). (Observatorio de conflictividad social, 2019).
10 Las acciones tipificadas como “Otras” fueron incluidas en esta categoría
dado su bajo porcentaje en relación con el total (entre el 1 y el 3% del mis-
mo). Entre ellas figuran acciones judiciales, presentaciones escritas ante las
autoridades ejecutivas o legislativas, asambleas, bancas abiertas, ocupacio-
nes, cortes de calle, ataques, bloqueos, estados de alerta y movilización y
residuales.

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La conflictividad social en la historia reciente • 133

forma desagregada, los distintos sectores obreros protago-


nistas de la conflictividad y la cantidad de acciones efectua-
das por cada uno (ver Tabla N°4).

Tabla Nº 4. Cantidad de acciones emprendidas de acuerdo al sector obrero


de pertenencia. Necochea, 2019

Sector Total acciones

Trabajadores municipales 151

Trabajadores de la salud pública 53

Trabajadores del transporte 7

Trabajadores del Casino 7

Trabajadores de la pesca 5

Cooperativistas 3

Docentes 2

Trabajadores de la recolección de residuos 2

Otros 4

Total 234

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

El sector obrero que más eventos de protesta empren-


dió fue el de les trabajadores asalariades estatales del muni-
cipio y de la salud, representando el 86% del total de accio-
nes emprendidas. Aunque el papel preponderante de este
sector de obreres en la conflictividad laboral también se
ha observado en la vecina ciudad de Mar del Plata (Nieto,
2019), aquí vemos una particularidad local: en Necochea
las acciones conflictivas por el reclamo de la recomposición
salarial (y de las discusiones paritarias) fueron marginales,
adquiriendo marcada relevancia otras razones enmarcadas
en dos contiendas principales: la falta de pago de los salarios

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134 • La conflictividad social en la historia reciente

que afectó a les municipales y, para el caso de les trabaja-


dores de la salud, la carencia de insumos básicos y cobro de
prácticas especializadas.
Si a estos resultados agregamos las acciones llevadas a
cabo en el marco de los conflictos de docentes y trabajado-
res del Casino, pertenecientes a la órbita estatal provincial,
el peso de les asalariades del sector público se eleva al 91%.
Al correlacionar este dato con su peso numérico en relación
con el total de asalariades, vemos que a pesar de que les tra-
bajadores del sector público representan sólo el 25% de ese
total, aun así durante 2019 se vio expresada una conflictivi-
dad mucho más elevada con respecto al grupo mayoritario
de asalariades del sector privado. La elevada proporción
relativa a la cantidad de acciones de conflicto de trabajado-
res municipales respecto del resto de conflictos laborales es
muy significativa, representando el 64,5% de la conflictivi-
dad laboral y el 35% de la conflictividad social anual.11
A partir de estos datos nos preguntamos: ¿por qué este
conflicto y este sector obrero cobraron tanto peso? Aunque
carecemos aún de datos que posibiliten análisis interanua-
les, a fin de captar si esto conforma una característica gene-
ral de la conflictividad local o si fue una excepcionalidad de
ese año, en el caso analizado, podemos hipotetizar acerca de
la injerencia de ciertos factores estructurales en el desarro-
llo y preponderancia de la conflictividad del sector público.
Esto es, su vinculación con las expresiones de la meta-
morfosis del mundo del trabajo (Antunes, 2005) y la “crisis
de reproducción social” actual, que de acuerdo a Varela
“…implica la combinación entre cada vez más mujeres en el
mercado de trabajo, cada vez peores salarios para atender
las necesidades de la familia obrera a través del mercado,
y cada vez menos presupuesto estatal para atender dichas

11 Cabe aclarar que en este conflicto incluimos sólo los retrasos en los pagos de
los salarios y demandas vinculadas a ellos directamente, por lo que las discu-
siones paritarias por aumento y recomposición salarial no forman parte de
las acciones analizadas aquí.

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La conflictividad social en la historia reciente • 135

necesidades a través de los servicios públicos.” (Varela, 2019:


39 ). Este ajuste al sector público en la ciudad durante 2019
ocasionó atrasos salariales que se prolongaron durante 8
meses, además de falta de insumos básicos en la salud públi-
ca, reclamo que comenzó en el año 2018. El gobierno muni-
cipal -la patronal- cometió dos graves afrentas contra sus
trabajadores empleados: al no abonar los salarios o retra-
sar demasiados días el pago, los despojó (por determinados
lapsos de tiempo) de sus medios de subsistencia, y a la vez
la escasez de personal y reducción de recursos empeoró o
tornó imposibles sus condiciones de trabajo.
Por ello, el ajuste a nivel estatal en las dependencias
municipales y el grave ataque hacia les empleades del
sector constituyen los factores determinantes de la den-
sidad conflictiva de este sector durante el año aquí
analizado. Esto los relegó a condiciones mucho peores
en cuanto a les obreres que reclamaban aumentos sala-
riales, ya que aquí no se trató de una “recomposición
salarial”, sino lisa y llanamente de la carencia del salario
estipulado, lo que generó el aumento en la expresión de
su conflictividad, dadas la bronca y la necesidad.
Partiendo de este marco general, abordaremos
seguidamente este conflicto local y para eso nos pre-
guntamos ¿Qué acciones desarrollaron les trabajadores
municipales? ¿Por cuánto tiempo se extendieron? ¿Qué
características asumió la participación de les trabajado-
res según su género? ¿Cómo intervinieron las organiza-
ciones sindicales y el Estado?

El conflicto de les trabajadores municipales


de Necochea, año 2019

La falta de pago de los salarios a les trabajadores muni-


cipales en la fecha prevista para su cobro (quinto día
hábil del mes) motivó el inicio del conflicto con una

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136 • La conflictividad social en la historia reciente

huelga el 10 de abril, precedida por una declaración de


estado de alerta y movilización el día anterior. Este fue
el primer eslabón de una larga cadena de huelgas que
sólo se interrumpieron al abonarse la totalidad de los
salarios. Los retrasos fueron haciéndose cada vez más
extensos con el correr de los meses, por lo cual la huelga
del mes de octubre implicó 18 días de duración.12
El destinatario central de las demandas fue el
gobierno municipal, comandado desde 2015 por el
intendente Facundo López de la fuerza política Un país,
que a partir de junio de 2019 pasaría a integrar el arma-
do electoral del Frente de Todos. Hasta ese momento,
Un país era opositor al armado político de Unidad
Ciudadana, la alianza política con la que confluyó a
partir de esa fecha en el marco de la campaña elec-
toral presidencial.

Las acciones emprendidas y sus características


En primer término, nos focalizaremos en la cantidad y
tipo de acciones emprendidas, la extensión del conflicto
y su evolución en el transcurso de los meses.

12 Cabe aclarar que en este conflicto incluimos sólo los retrasos en pagos
de salarios y demandas vinculadas a ellos directamente, por lo que las
discusiones paritarias por aumento y recomposición salarial no for-
man parte de las acciones analizadas aquí.

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La conflictividad social en la historia reciente • 137

Tabla Nº 5. Cantidad y frecuencia relativa de cada tipo de acción


emprendida durante el conflicto de trabajadores municipales (2019)

Tipo de acción Cantidad Frecuencia relativa

Huelga 89 60,0 %

Manifestación callejera 37 25,0 %

Acción comunicacional 7 4,7 %

Reunión entre partes 5 3,3 %

Asamblea 2 1,3 %

Corte 2 1,3 %

Ocupación 2 1,3 %

Reunión conciliación obligatoria 2 1,3 %

Estado de alerta y movilización 1 0,6 %

Manifestación no callejera 1 0,6 %

Amenaza a trabajador 1 0,6 %

TOTAL 149 100,0 %

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

Entre los tipos de acciones llevadas a cabo, observamos


una gran preponderancia de las huelgas (60% del total),
seguidas éstas por las manifestaciones callejeras (25% del
total). Luego, en menor preeminencia se encuentran las
acciones comunicacionales, las reuniones entre las partes,
asambleas, cortes, ocupaciones y otras acciones de muy baja
frecuencia relativa. En total, se realizaron 58 jornadas de
huelga distribuidas en siete meses. Tal como se ve en el
siguiente gráfico, la frecuencia de los días de huelga expresó
una tendencia creciente.

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138 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico Nº 3. Distribución de los días de huelga entre abril y diciembre.


Necochea, 2019

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

Este incremento en la extensión de las huelgas fue


acompañado por un incremento en el total de las accio-
nes durante el transcurso de los meses, con un pico en el
último trimestre del año. Este ascenso no se explica sólo
por las huelgas, sino también por manifestaciones callejeras,
entre las cuales sobresale un acampe frente al municipio
que se extendió durante 27 días entre los meses de octu-
bre y noviembre.

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La conflictividad social en la historia reciente • 139

Gráfico Nº 4. Distribución mensual de la cantidad de acciones emprendidas


durante el conflicto de trabajadores municipales. Necochea, 2019

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

En la comparación intermensual vemos que durante


octubre se concentró la mayor cantidad de las acciones
efectuadas, mes en el que se desarrollaron las elecciones
generales ejecutivas y legislativas de 2019, en las cuales el
intendente oficialista buscaba su reelección.
Si correlacionamos este incremento de las acciones, a
medida que se acercaba el día de votación, con una tercera
variable relevada como localización de las acciones, es de
destacar que los eventos de protesta por fuera de las huelgas
no sólo se llevaron a cabo en la vía pública, sino también
dentro y fuera de los establecimientos en los que se desarro-
llaron los debates de les candidates a intendente o en actos
institucionales locales. Por ejemplo, las protestas durante
los festejos por el aniversario de la ciudad, en particular
durante el tradicional desfile de entidades locales educati-
vas y culturales el día 12 de octubre, al que se sumó la mar-
cha de trabajadores municipales. Al culminar la recorrida,

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140 • La conflictividad social en la historia reciente

les manifestantes realizaron una concentración frente al


palco oficial y expresaron con gritos y cánticos el repu-
dio al intendente López, señalado como responsable ante el
incumplimiento salarial. Este repudio se manifestó también
a través de múltiples carteles alusivos al conflicto portados
por les trabajadores, como por ejemplo, el que expresaba:
“Feliz cumpleaños Necochea. No dejes que te destruyan”,
que podemos ver más abajo en la fotografía Nº4.
Por otra parte, en uno de los debates públicos preelec-
torales más concurridos13 y realizado por estudiantes del
instituto terciario ISFDyT Nº31, ingresaron decenas de
municipales que, ante cada intervención del intendente en
los temas de debate, respondían con variados abucheos y
gritos entre los que predominó “¡Pagá los sueldos!”
Aquí es pertinente proponer un contrapunto con otros
trabajos que señalaron un descenso de la conflictividad en el
marco de una coyuntura electoral que preveía un recambio
de gobierno (Cotarelo e Iñigo Carrera, 2004; Pérez Alvarez
y Suarez, 2020). Nuestro ejemplo expresa un caso contrario,
ya que en él se observa tanto una gran cantidad de acciones
con su progresivo acrecentamiento, como una gran par-
ticipación de obreres que, por el hecho de ser municipa-
les, confrontaban directamente con el Intendente mientras
éste buscaba su reelección, constituyéndose como máximo
representante patronal.

Los sujetos de la conflictividad y el protagonismo


de las mujeres
Enfoquémonos ahora en les protagonistas de la conflic-
tividad, es decir, las personificaciones que emprendieron
las acciones.
Una característica de este conflicto fue la cantidad de
trabajadores de base que formaron parte del conjunto de las

13 Según se estimó a partir de la observación participante y entrevistas a infor-


mantes clave, contó con la participación de alrededor de 350 asistentes.

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La conflictividad social en la historia reciente • 141

acciones, tanto de las realizadas en la vía pública como de


las huelgas. Aquí, retomando la pregunta por la participa-
ción obrera según el género, a partir del relevamiento foto-
gráfico y las observaciones participantes efectuadas, surge
un dato llamativo: la numerosa participación de obreras,
que en ocasiones superaba a la de los varones.
Para ilustrar este punto, veamos las siguientes foto-
grafías que registran cuatro manifestaciones callejeras (dos
movilizaciones, una concentración y el acampe) y una de las
ocupaciones del municipio.

Fotografía Nº 1. Marcha de les trabajadores municipales por las calles


céntricas de la ciudad de Necochea, mayo de 2019

Fuente: Ecos Diarios, edición del 7 de mayo de 2019.

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142 • La conflictividad social en la historia reciente

Fotografía Nº 2. Concentración frente al municipio de trabajadores


municipales. Mayo de 2019

Fuente: Ecos Diarios edición del 8 de mayo de 2019.

Fotografía Nº 3. Ocupación del hall de la municipalidad por parte


de trabajadores municipales, septiembre de 2019

Fuente: Ecos Diarios, edición del 10 de septiembre de 2019.

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La conflictividad social en la historia reciente • 143

Fotografía Nº 4 Movilización en la Fiesta por el 138º Aniversario


de Necochea

Fuente: Registro propio durante el 12 de octubre de 2019.

Fotografía Nº 5. Trabajadoras preparando alimentos en el acampe


frente al municipio, octubre de 2019

Fuente: Base de datos propia, 4 de noviembre de 2019.

Por un lado, en las fotografías Nº1, 2 y 5 se observa


que las trabajadoras municipales estuvieron presentes en
“primera fila” durante las distintas acciones a la par de los
varones. Luego, tanto en la fotografía Nº3 como en la Nº4
vemos que además su presencia numérica fue superior a

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144 • La conflictividad social en la historia reciente

la de los trabajadores. A su vez, a partir de las observacio-


nes participantes en el acampe, registramos que algunas de
las tareas militantes desempeñadas por las obreras guardan
una relación directa con tareas propias de la reproducción
social en el hogar, tales como la preparación de pizzas y
ollas populares.
¿Cómo podemos analizar este grado de feminización
de la protesta, en un sector en el que las mujeres conforman
una minoría numérica en relación a los varones? El rele-
vamiento y el análisis aquí expuestos son sólo una primera
aproximación al conflicto; los datos disponibles no permi-
ten ahondar en algunas variables que consideramos nece-
sario tener en cuenta (además de los registros y análisis
interanuales, datos como la afiliación sindical de las obre-
ras, el sector en el que se desempeñan, la antigüedad y tipo
de contratación, entre otras, que requieren nuevas fuentes y
trabajo de campo). Podemos delinear, a más no sea, algunos
interrogantes a tener en cuenta en futuros abordajes.
Uno de ellos es la pregunta por el vínculo entre el acti-
vismo de las obreras y la demanda principal que configuró
la lucha en este conflicto, esto es, el salario como medio
de subsistencia. En este caso, se produjo un ataque directo
de la patronal municipal a las condiciones de reproducción
social cotidiana de las familias obreras, cuyas tareas son
desempeñadas en su gran mayoría por mujeres. Entonces,
la “responsabilidad” de las obreras como “garantes de la
reproducción social de sus familias” podría ser un factor
que incida en su alta participación en el conflicto. Además,
en el caso que nos ocupa, muchas de ellas son “trabaja-
doras asalariadas de la reproducción social” en el ámbito
público (tanto en salud y educación como en otros servicios
públicos), sectores que desde los años 90’s experimentaron
recortes presupuestarios que impactaron en las condiciones
de trabajo, no sólo en cuanto a la atención de les usuaries
sino también en la creciente precarización laboral de estos
puestos de trabajo (Varela, 2019).

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La conflictividad social en la historia reciente • 145

Organizaciones participantes y acciones institucionales


Veamos ahora la participación de las organizaciones sindi-
cales en el mismo, así como las acciones emprendidas por
las agencias estatales:

Tabla Nº 6. Cantidad de acciones por cada organización participante

Organizaciones que impulsaron las acciones Cantidad de acciones

Sindicato de Trabajadores Municipales 108

Asociación de Profesionales de la Salud 62

ATE 15

Autoridades municipales, funcionarios y concejales 10

Fuente: Elaboración propia, Observatorio de Conflictividad, GESMar,


UNMdP.

De los datos de la tabla anterior se desprende que todas


las acciones obreras fueron convocadas por los gremios que
nucleaban a les trabajadores del sector, con gran influencia
del Sindicato de Trabajadores Municipales y La Asociación
de Profesionales de la Salud; y en menor medida también
participó ATE. El 31% de las acciones fueron emprendidas
de forma conjunta entre dos o tres gremios.
Entre los objetivos de estas acciones, los más preponde-
rantes fueron visibilizar los reclamos por los salarios atra-
sados y el estado deficiente de la salud pública. Sin embargo,
también aparecen otras demandas vinculadas al ingreso y
transparencia en los datos sobre la planta municipal, la falta
de pago de horas extras, difundir las razones del paro a la
comunidad, debatir propuestas efectuadas por funcionarios
del Estado empleador para el cobro salarial y debatir la
continuidad o el levantamiento de las medidas de fuerza. La
razón por la cual la demanda por el cobro de la totalidad
del salario adquirió tanta preponderancia en términos de

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146 • La conflictividad social en la historia reciente

cantidad de acciones se vincula con el accionar del Estado


municipal con el correr de los meses, que respondió con
un retraso cada vez mayor en la fecha de pago estipulada
y en el abono en cuotas, las que llegaron a ser entre 6 y
8 por mes en el último cuatrimestre del año. Esto generó
que en septiembre, octubre y noviembre, el monto total
salarial se terminara de cobrar los últimos días del mes, y,
por ende, que las huelgas se extendieran hasta esas fechas,
como vimos en el gráfico Nº3.
Otro de los reclamos que cobró relevancia fue la
demanda debida al deficiente estado de la salud pública, que
se expresó concretamente en la falta de insumos básicos y el
retraso en el pago del arancelamiento de las obras sociales
correspondiente a les profesionales de la salud; reclamos
que se incluyeron en gran parte de las acciones contra los
atrasos salariales generales de todo el personal municipal.
Podemos hipotetizar que este conflicto propio de les traba-
jadores de la salud acrecentó la bronca obrera y contribuyó
a la continuidad y radicalización de las acciones efectuadas
por el conjunto de municipales. Esto se observa en el gran
número de acciones unificadas por estos dos gremios y les
trabajadores nucleades en ellos, y también, en la confluen-
cia de ambas demandas en el marco de las movilizaciones
contra los atrasos salariales.
Asimismo, cabe destacar que desde las observaciones
participantes también se relevó la solidaridad y participa-
ción de otras organizaciones -principalmente de izquier-
da- en las movilizaciones callejeras, tales como el Frente
Nacional Darío Santillán, el Partido Obrero y el Partido de
Trabajadores Socialistas.
Si nos enfocamos ahora en las acciones efectuadas por
las autoridades municipales, la mayoría de ellas consistieron
en reuniones entre partes junto a los gremios, pero también
se desarrolló una conciliación obligatoria en el mes de mayo
y dos acciones del ejecutivo y concejales motivadas por la
amenaza con la que increpó un funcionario a un trabajador
que había acatado el paro.

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La conflictividad social en la historia reciente • 147

De la lectura de las notas periodísticas sobre las accio-


nes implicadas en esta última demanda, hallamos que estu-
vo basada en una maniobra intimidatoria por parte del
Subsecretario del área de Protección Ciudadana, Germán
del Rey, a un trabajador durante el mes de septiembre, en
la cual buscó disciplinar al obrero, enunciando las conse-
cuencias de adherir a las huelgas en términos de pérdidas
de “favores” (horas extras, por ejemplo). La denuncia efec-
tuada hacia este funcionario se efectuó tras la difusión de
un audio en el que se reproducía la conversación entre éste
y el trabajador amenazado, audio que circuló por diversos
medios de comunicación. A continuación, se exponen algu-
nos fragmentos del mismo:

Te hice venir por lo siguiente, para que no haya malos enten-


didos: nosotros podemos darle una mano a aquellos que nos
dan una mano a nosotros. Si vos parás cuando hay paro, estás
en todo tu derecho, pero después no pretendas que nosotros
te demos una mano con las otras cosas. Te lo dejo claro para
que vos te manejes (…) Paren, reclamen por sus haberes, está
perfecto… pero después todo lo que salga en más de todas
las manos que yo te pueda dar, las perdés (…) ¿Se entendió lo
que te dije? Vos sos grande y sabés lo que tenés que hacer. Si
vos querés parar, pará y no pasa nada. Ahora, que nosotros te
pasemos después a que te ganes unas extras allá, las corto a las
extras… Cuando hacen eso yo se las corto porque nosotros
les damos una mano porque ustedes necesitan una mano,
pero después no nos dan una mano a nosotros (…) No perse-
guimos a nadie, nada, ustedes están en derecho de parar. Eso
sí: después vos me venís a pedir favores y yo no te voy a hacer
el favor. Queda claro, ¿no? (…) Eso te lo quería aclarar para
que te puedas manejar con total libertad. Acá es: una mano
lava a la otra, si vos me ayudás, yo te ayudo; si no me ayudás,
no te puedo ayudar… (…) No seas gil. No seas gil (…) Enton-
ces no cometas esa burrada al pepe, porque si parás, te vas,
no vas a laburar y yo tengo que traer otro de otro lado que
labura y todo… para que te des una idea, en todo Protección
Ciudadana, sacando Tránsito, paraste vos y paró otra persona
más, dos personas pararon. El resto, laburó toda la oficina

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148 • La conflictividad social en la historia reciente

sin que yo tenga que decir nada. (…) Como vos sos nuevo
en el equipo este de las camionetas y demás debo decírtelo
para que sepas como manejarte (Extraído de Diario digital
CuatroVientos, edición del día 11 de septiembre de 2019).14

Ante la difusión de este audio, tanto el STM como el


cuerpo de concejales emitieron comunicados en repudio, lo
cual desembocó en que el intendente decidiera la remoción
de este funcionario de su cargo y exigiera su renuncia al
día siguiente.15
Esta acción puntual pone de manifiesto la pertinencia
de cargar las acciones institucionales en la conflictividad, ya
que permiten reconstruir este tipo de sucesos dentro de los
conflictos y brindan pistas sobre la diversidad de formas en
las que las agencias estatales proceden durante los mismos.
Además, ejemplifica los mecanismos de coerción institu-
cionales para coartar la protesta, ejercidos por funcionaries
estatales en la cotidianeidad del lugar de trabajo e imple-
mentados hacia les trabajadores de forma individual.

Conclusiones

A lo largo de este capítulo hemos presentado un primer


análisis de la conflictividad local en el partido de Necochea,
para el año 2019. El trabajo derivado de la elaboración de
una base de datos de la conflictividad social permitió ana-
lizar rasgos generales de la diversidad de conflictos y tipos
de acciones de protesta, y también evaluar la preponderan-
cia de determinadas luchas. Observamos que en Necochea,
localidad del interior de la provincia de Buenos Aires en
la que prima la actividad agropecuaria, el conflicto laboral

14 https://www.diario4v.com/necochea/2019/9/11/una-mano-lava-la-otra-
polemico-audio-del-subsecretario-de-proteccion-ciudadana-amenazando-
un-municipal-23786.html, visitado por última vez el 1º de diciembre de
2020.
15 Ecos Diarios, edición del día 12 de septiembre de 2019.

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La conflictividad social en la historia reciente • 149

fue predominante. Esta preeminencia se explica en gran


medida por dos conflictos particulares, en los cuales sus
protagonistas fueron les asalariades del sector público y del
ámbito local: les trabajadores municipales que lucharon por
el pago de sus salarios y les trabajadores de la salud pública
que reclamaron la falta de insumos en las dependencias
estatales donde se desempeñaban.
En esta oportunidad, buscamos hacer foco en el pri-
mero de esos conflictos, al cual identificamos como el más
relevante en la ciudad a partir de tres factores: a) su peso en
la conflictividad social y en la específicamente laboral; b) su
extensión temporal de nueve meses, cuyo pico se desarrolló
sobre el último trimestre del año; y c) el peso social de les
trabajadores del sector. Este peso tiene un doble carácter:
en términos generales, dado por su importancia en las múl-
tiples tareas de reproducción social asalarizada que llevan a
cabo, que impactan cotidianamente en la clase obrera y los
sectores populares; y en términos coyunturales, reside en el
hecho de que la protesta se desarrolló en un año electoral
en el que el intendente buscaba su reelección.
El análisis de esta “microconflictividad a ras del suelo”
nos permitió dialogar con resultados de otras investiga-
ciones a nivel regional y nacional, y desde allí detectamos
una particularidad de nuestro caso: en un año electoral,
con posibilidad de recambio de fuerza política gobernante
tanto a nivel nacional como local (recambio que, de hecho,
sucedió), las acciones de protesta obrera fueron incremen-
tándose en el transcurso de los meses, a diferencia de la
disminución señalada por otros estudios. En nuestro caso,
hipotetizamos que la gravedad del ataque fue uno de los
factores que fundamentó la duración y gran cantidad de
acciones que delimitaron la gran densidad del conflicto.
Más allá de la coyuntura anual, observamos que el
trasfondo de este conflicto fue el ataque generalizado a la
clase obrera en el contexto neoliberal vivido desde los años
80´s, ataque indisociable de la crisis de reproducción social
actual, caracterizada por la reducción presupuestaria de los

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150 • La conflictividad social en la historia reciente

servicios públicos y la precarización laboral que sufren les


obreres en sus condiciones de trabajo y contratación. Esta
crisis se expresó en una ardua lucha de les trabajadores del
sector público municipal, lucha en que las obreras tuvieron
un lugar notorio en cuanto al encabezamiento de accio-
nes directas y su masiva presencia en ellas. Para evaluar su
participación, consideramos pertinente tener en cuanto no
sólo su importante proporción en las dependencias munici-
pales, sino también el tipo de ataque del Estado empleador,
que impactó directamente en las condiciones de reproduc-
ción social del trabajo y el hogar. De esta manera, la pre-
carización y el ajuste presupuestario experimentados por
las obreras en su lugar de trabajo, en conjunción con su
rol protagónico en el trabajo de reproducción social efec-
tuado en sus hogares, serían factores que confluirían en
una posible explicación sobre su elevada participación en
este conflicto.
Nos queda pendiente, como agenda de investigación,
la pregunta por el impacto de la Nueva Ola Feminista en la
militancia sindical de las obreras, para lo cual será necesario
construir nuevos insumos y herramientas de investigación.

Bibliografía y fuentes

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ción Social, Elementos fundamentales para un feminis-
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La conflictividad social en la historia reciente • 151

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152 • La conflictividad social en la historia reciente

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Vogel, L. (2000). [1983]. Marxism and the Oppression of
Women. Toward a Unitary Theory. Londres: Historical
Materialism-Brill.

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3

La conflictividad social en los barrios


de Mar del Plata (2016-2020):
un acercamiento computacional1
GUILLERMINA LAITANO Y AGUSTÍN NIETO

Introducción

La espacialidad-territorialidad es una dimensión elemental


de la lucha social. Todo conflicto, toda acción de protesta,
se produce en el espacio a la vez que produce espacio. Claro
que ese “en” no refiere a un espacio contenedor vacío y
homogéneo. Tampoco es un mero reflejo de la lucha de
clases. Son espacios heterogéneos, heredados y activos. Son
espacios-tiempos que articulan de forma conflictiva/coope-
rativa territorialidades y espacialidades diversas y desigua-
les anudadas en los cuerpos como interfaz de la tensión
local-global (Lefebvre, 2013; Marín, 1995; Massey, 2012;
Sznol, 2007). El barrio y lo barrial, el vecindario y lo veci-
nal, son formas activas de territorialidades y espacialidades,
producto y productoras de antagonismos y luchas (Soja,
2008). A sabiendas de su centralidad, en las páginas del pre-
sente capítulo abordaremos la conflictividad, relevada por
la prensa periódica, producida en los barrios del partido de
Gral. Pueyrredon, cuya ciudad cabecera es Mar del Plata.

1 PI3CET: “Producción del espacio y derecho a la ciudad. Conflictos, viven-


cias y discursos. Mar del Plata, siglo XXI”, Universidad Nacional de Mar del
Plata.

teseopress.com 153
154 • La conflictividad social en la historia reciente

El análisis propuesto anuda dos dimensiones poco


exploradas en el campo de los llamados estudios cuanti-
tativos de la conflictividad social. Por un lado, ofrece un
modelo analítico computacional desarrollado en base al
lenguaje de programación R Project. Por otro lado, avanza
sobre la protesta no laboral, en particular, sobre las luchas
protagonizadas por “lxs vecinxs” en tanto personificaciones
de unas determinadas relaciones sociales que hacen a las
condiciones de vida de la población (Piva, 2009, 2012). El
grueso de esas relaciones atañen a los procesos de pro-
ducción y reproducción de la fuerza de trabajo (Harvey,
1998; Santos, 1996).
El análisis computacional de la conflictividad social en
los barrios tiene dos momentos: uno relacionado con el
conjunto total de eventos de protesta localizables (ocurri-
dos en el barrio), con independencia de lxs sujetxs prota-
gonistas, y un segundo momento centrado en el conflicto
barrial-vecinal protagonizado por organizaciones barriales
y grupos de vecinxs. Estos dos momentos habilitan una
perspectiva atenta a la dimensión territorial de la acción
contenciosa, tanto por la chance de reconstruir la geogra-
fía urbana de la protesta como por la posibilidad de dar
cuenta de los procesos de reconfiguración territorial en la
ciudad de Mar del Plata. En definitiva, buscamos testear
tópicos clásicos en los estudios de la protesta social, utili-
zando las herramientas conceptuales y técnicas que el giro
espacial y el giro digital nos facilitan (Bibiri et al., 2019;
Warf & Arias, 2008).

Lo barrial en cuestión
La lucha y el activismo barrial-vecinal son tan antiguos
como la historia urbana del país. Sin embargo, recién tomó
cierta significancia en el campo de los estudios de la protes-
ta hacia mediados de la década de 1980, cuando se abrió un
debate en torno a los llamados “nuevos movimientos socia-
les” y su preeminencia sobre el “viejo movimiento obrero”.

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La conflictividad social en la historia reciente • 155

Este incipiente debate, que en lo referido a lo barrial fue


bastante acotado (Fara, 1985; González Bombal, 1988; Iñigo
Carrera et al., 1991; Izaguirre & Aristizábal, 1988), tuvo un
nuevo despertar hacia fines de la década de 1990 y prin-
cipios de la década siguiente, producto de la emergencia y
consolidación del “movimiento piquetero” (Auyero, 2002b;
Klachko, 2002; Merklen, 2005; Svampa & Pereyra, 2003).
Desde otras preocupaciones, en los últimos años ha crecido
el campo de estudios sobre la protesta urbana, entendida
de forma no unívoca como eventos contenciosos referidos
al derecho a la ciudad (Bordas & Mosso, 2014; Crovella
& Acebal, 2018; S. M. V. Guzmán, 2018; Larker & Tonon,
2020; Núñez, 2016).
De conjunto, los distintos momentos del debate en
torno a lo barrial-vecinal, como espacio en y de lucha, posi-
bilita desplegar una serie de interrogantes para dar forma
a un sistema de problemas que guíe nuestra indagación.
¿Qué lugar ocupa la conflictividad barrial-vecinal dentro
de la conflictividad social general? ¿Cuáles son sus rasgos
más distintivos? ¿Cómo es su temporalidad y distribución
geográfica? ¿Hay barrios (vecindarios) más conflictivos que
otros, por qué? ¿Cuáles son las demandas más comunes?
¿Qué formatos de lucha se utilizan más, por qué? Vale decir
que estos interrogantes se enmarcan en un contexto bien
singular. Veamos.
El recorte temporal del problema es 2016-2020.
Durante el gobierno de Cambiemos en la ciudad, la pro-
vincia de Buenos Aires y el país (2016-2019), las condi-
ciones de trabajo y vida de las clases populares empeoró
abruptamente, lo que provocó distintas y numerosas accio-
nes de resistencia obrera y popular (Arecco, 2021; Carrera
et al., 2020; Cató & Ventrici, 2017; Mariños, 2020; ODS-
SISMOS, 2019; Piva, 2019; Varela, 2017). Esta situación no
hizo más que agravarse con la pandemia (2020) (Basualdo
& Peláez, 2020; Ghigliani, 2020; Nava & Grigera, 2020;
SISMOS, 2021). Sin embargo, el activismo y la conflicti-
vidad barrial en Mar del Plata tienen una larga historia

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156 • La conflictividad social en la historia reciente

que se remonta a sus orígenes urbanos (Núñez, 2008).


Es por este motivo que nos animamos a conjeturar que
la protesta barrial-vecinal ocupa un lugar destacado den-
tro de la conflictividad social general durante el período
2016-2020. Asimismo, consideramos que: 1) su temporali-
dad está menos institucionalizada que la de otras protestas;
2) su distribución es heterogénea y tiende a concentrarse
en los barrios (vecindarios) que conjugan una tasa alta de
agravios y algún grado de organización popular; 3) el con-
junto de demandas más comunes se concentran en torno
al tópico “infraestructura”; 4) finalmente, intuimos que la
conflictividad barrial-vecinal tiende a hacer un uso más
extendido de las formas de lucha menos institucionalizadas
y más disruptivas.

La metodología
Si la conflictividad barrial-vecinal está poco explorada en
el campo de estudios cuantitativos sobre la protesta, lo está
aún más en lo referido al enfoque computacional. Son vir-
tualmente nulas las pesquisas que utilizan un acercamien-
to computacional para analizar la conflictividad barrial-
vecinal. En este sentido, el presente capítulo pretende ser
un aporte que ayude a saldar esta vacancia.
Lo primero que debemos decir es que el enfoque
computacional, en este caso, abarca todos los pasos del
proceso investigativo: la recolección de la información, su
transformación desde un formato no estructurado o semi-
estructurado a un formato estructurado (tabular), la limpie-
za y normalización del corpus, la datificación de la informa-
ción, el análisis y la visualización de los resultados (Hürri-
yetoğlu et al., 2019). La primera etapa, la de recolección de
información, es la referida al web scraping (raspado de con-
tenido web). Las técnicas de raspado web permiten bajar
de forma automática y masiva el contenido de los portales
seleccionados y su pasaje a un formato tabular. La segunda
etapa, la datificación de la información, articula distintas

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La conflictividad social en la historia reciente • 157

técnicas de minería de textos: tokenización, lematización,


ngrams, etiquetado POS, detección de entidades, etc. La
tercera parte, la del análisis exploratorio de los datos, impli-
ca la utilización combinada de diccionarios y de distintos
algoritmos de clasificación. La cuarta etapa, la visualización,
continúa el análisis exploratorio y avanza en el testeo de
hipótesis. Las cuatro etapas se desarrollan íntegramente en
base al lenguaje de programación R (Franzosi, 2020; Kaze-
mi, 2020; Maerz & Puschmann, 2020; Puertas et al., 2018;
Talamé et al., 2019; Welbers et al., 2017).

La fuente
El diario La Capital de la ciudad de Mar del Plata es nuestra
fuente de información. Cuenta con una versión papel (la
principal) y una versión digital de acceso online gratuito.
Esta última versión es la que usamos en esta investigación.
La Capital es el periódico comercial de mayor trayectoria e
impacto en la ciudad y desde finales de la década de 1990
cuenta con un portal web. A diferencia de otros portales, la
web de La Capital carece de un archivo online. Además, no
están disponibles las publicaciones del período 1997-2005,
sólo se puede acceder a noticias sucedidas a partir de 2006.
Asimismo, entre 2006 y 2015, la frecuencia y cantidad de
publicaciones es muy fluctuante. Durante este período, hay
días con ausencia de publicaciones y días con un número de
publicaciones 5 veces por encima del promedio. Fue recién
en 2016 cuando el número de notas publicadas por día se
estabilizó. Este último es el motivo por el cual hacemos el
recorte del quinquenio 2016-2020 (Nieto & Laitano, 2021).
Del conjunto de secciones del periódico seleccionamos
la sección “La ciudad”, que incluye notas referidas a la reali-
dad social, política y económica local. El corpus que confor-
ma el contenido de esta sección reúne más de 60.000 notas
correspondientes al período 2006-2021. Cuando filtramos
las notas comprendidas entre el 1º de enero de 2016 y el
31 de diciembre de 2020, su número se reduce a 22.817.

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158 • La conflictividad social en la historia reciente

Sobre este subcorpus, aplicamos una serie de filtros más


para resolver distintos problemas de contenido. Primero,
filtramos aquellas notas en las que se nombra al menos un
barrio (8.182). El promedio anual de notas que refieren al
menos a un barrio es de 36%. El siguiente filtro lo hicimos
para quedarnos con aquellas notas que nombren al menos
dos palabras del diccionario de términos que refieran a dis-
tintas formas de lucha (3.817). El siguiente paso fue filtrar
las notas que nombran al menos unx sujetx (3.242). Final-
mente, nos quedamos con aquellas notas que nombran al
menos una demanda (2.857). Esta cantidad total de notas
representa un promedio de 571 por año, casi dos por día.
Tales notas contienen referencia explícita a un conflicto
(abierto o latente), localizado en alguno de los barrios de
la ciudad, emprendido por unx sujetx o más y orientado a
algún tipo de demanda.

Los apartados
El capítulo se estructura en base a una introducción, una
conclusión y dos grandes apartados, uno referido a la pro-
testa social general desplegada en el partido de General
Pueyrredon y otro que se ocupa de profundizar en el aná-
lisis de la protesta barrial-vecinal. En ambos apartados
damos cuenta de la frecuencia de los conflictos y las accio-
nes, en general y vecinal, respectivamente. Hacemos lo pro-
pio con las dimensiones referidas a lxs sujetxs y los motivos
de la protesta. En el apartado sobre la protesta barrial-
vecinal, incorporamos una dimensión más: la geografía de
la protesta vecinal. Finalmente, en el último apartado pre-
sentamos una síntesis de los resultados de la investigación y
planteamos nuevos interrogantes.

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La conflictividad social en la historia reciente • 159

La protesta social en Mar del Plata

Existe una cantidad no desdeñable de monografías sobre


protesta social en la ciudad de Mar del Plata para las
últimas tres décadas, en su gran mayoría centradas en
dos sujetxs, desocupadxs y trabajadorxs del pescado (Bour,
2020; Canestraro, 2015; Colombo, 2014; Cruz, 2020; Lai-
tano, 2019; Lohiol, 2018; Mateo & Santiago, 2016; Nieto,
2010; Nogueira & Schulze, 2018; Oriolani, 2018; Rabino,
2018; Santoro, 2010; Spadari, 2005; Tibaldi, 2015; Vissa-
ni, 2011). Sin embargo, y pese a la existencia de algunos
informes de coyuntura brindados por el Observatorio de
Conflictividad Social2 de la UNMdP, el grueso de los tra-
bajos arriba citados no llega a cubrir la conflictividad social
ocurrida en la ciudad durante los últimos años.
Por lo expresado previamente, en esta primera parte
del capítulo nos vamos a concentrar en los conflictos y
las acciones llevadas a cabo dentro del partido de Gral.
Pueyrredon por distintxs sujetxs a lo largo del quinquenio
2016-2020. La intención es obtener una primera panorá-
mica sobre la cantidad y temporalidad de los conflictos,
la cantidad, temporalidad y tipo de acciones, lxs distintxs
sujetxs que las emprenden y los tipos de demandas que se
expresan en las protestas. Los resultados de este análisis
serán de utilidad para contextualizar y realizar un contra-
punto en el segundo apartado, dedicado exclusivamente a la
conflictividad barrial-vecinal. Comencemos.

¿Cuánto se protesta en Mar del Plata?


Una de las dimensiones más abordadas en el campo de los
estudios cuantitativos sobre la protesta social es la referi-
da a su cantidad. Y uno de los primeros análisis es el de
su frecuencia temporal: ¿cuánto y cuándo se protesta en

2 Para más detalle ver: https://observatoriodeconflictividad.org/

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160 • La conflictividad social en la historia reciente

los distintos barrios de la ciudad de Mar del Plata? Para


responder a este interrogante básico desde una perspectiva
computacional tomamos como indicador de cantidad de
conflictos la frecuencia de notas que contienen referencias
precisas a una forma de protesta en algún barrio, con pre-
sencia de, al menos, unx sujetx y una demanda. De esta
forma, lo que hacemos es establecer una equivalencia entre
unidad de registro (la nota) y unidad de análisis agregada (el
conflicto). A partir de este primer indicador pudimos iden-
tificar el total de 2.857 conflictos en los distintos barrios de
Mar del Plata para el quinquenio 2016-2020.
Una vez identificadas las notas referidas a conflictos
(con mención de barrio/s, forma/s de protesta, sujetx/s y
demanda/s) y establecida su equivalencia con la cantidad de
conflictos, pasamos a ordenar la frecuencia anual de con-
flictos y notamos que la variación interanual es muy alta,
en especial en los bienios extremos del quinquenio (2016/
17 y 2019/20) y muy baja entre los años 2018 y 2019. La
serie arranca con el año que presenta la mayor cantidad de
conflictos del quinquenio. Durante 2016 se produjeron 712
conflictos. El 2017 registra 443 conflictos, 269 conflictos
menos que durante el año anterior. En 2018 la frecuencia
crece y alcanza los 623 conflictos, 180 más que durante
el año anterior. La frecuencia de conflictos en 2019 (619)
fue similar a la de 2018. Finalmente, durante el año 2020
se produjeron 460 conflictos, 159 menos que durante el
año anterior.3
El peso mayor del año 2016 en la cantidad de con-
flictos, conjeturamos, se debe al impacto del cambio de
gobierno local y sus políticas de desarticulación de los pro-
gramas barriales impulsados por el gobierno saliente, más
el cimbronazo que las políticas económicas lanzadas por el
gobierno nacional y provincial significó para los ingresos

3 Vale aclarar que la unidad temporal de los conflictos y de las acciones es de


un día. Esto quiere decir que si un conflicto dura tres días su valor es 3, no
1.

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La conflictividad social en la historia reciente • 161

de las clases populares, en particular, con los llamados “tari-


fazos”, más la devaluación, la recesión y la caída del sala-
rio real.4 Además, en un trabajo previo (SISMOS, 2019)
detectamos que el primer año del gobierno de Cambiemos
mostró una tendencia al incremento de los conflictos en
relación al periodo anterior (2011-2015), que en términos
generales duplicó los guarismos. Por otra parte, las esta-
dísticas del Observatorio de derecho Social de la CTA-A
(ODS, 2020) y del Ministerio de Trabajo5 de la nación para
el conjunto del país tienen en 2016 el pico de conflictos
laborales más alto del quinquenio.
Veamos ahora qué sucede cuando analizamos la fre-
cuencia mensual y semestral de conflictos a lo largo del
quinquenio bajo estudio.

Gráfico 1

4 Sobre los “tarifazos” del servicio de gas natural en 2016 ver Sabbatella y
Burgos (2017); sobre las protestas sociales que le hicieron frente ver Wyczy-
kier (2018).
5 https://www.trabajo.gob.ar/estadisticas/conflictoslaborales/

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162 • La conflictividad social en la historia reciente

La frecuencia semestral muestra algo que ya habíamos


detectado en el quinquenio previo (SISMOS, 2019), los prime-
ros semestres concentran más conflictos que los segundos, con
la excepción del año 2020. Esta preeminencia del primer semes-
tre se debe, en parte, al peso de las acciones emprendidas por lxs
trabajadorxs y su calendario de negociaciones paritarias. Esto
se ve más claro en el capítulo sobre las situaciones de conflic-
to laboral en San Juan.6 En los años electorales la tendencia a
la baja durante el segundo semestre se acentúa producto de los
comicios y de las expectativas de encauce institucional de las
demandas que genera en gran parte de la población y de las
organizaciones sindicales y sociales. Esta situación se hizo más
notoria en 2019, año de elecciones presidenciales, con una caída
mayor a 39 puntos porcentuales entre el primer y el segundo
semestre. Asimismo, las dos coaliciones mayoritarias apuntala-
ron esta tendencia con discursos y movimientos tácticos con-
trarios a la lucha en las calles (Carrera et al., 2020; Ghigliani,
2020; Natalucci & Mouján, 2022; Piva, 2019).
Por su parte, la frecuencia mensual muestra fuertes varia-
ciones. Hay picos ascendentes y descendentes fáciles de iden-
tificar. Como se ve en el gráfico, durante el año 2016 el mes
con mayor cantidad de conflictos es marzo (82); durante 2017
también es marzo (48); en 2018 es abril (64); en 2019 es marzo
con 96 conflictos. El último año del quinquenio, el 2020, tiene
en el mes de septiembre su pico ascendente con 52 conflictos.
También podemos observar picos descendentes muy marca-
dos. Con 37 diciembre es el mes con menos cantidad de conflic-
tos de 2016; en 2017 son septiembre y noviembre (28); en 2018
es septiembre (38); durante 2019 es diciembre (33). Finalmente,
el 2020 tiene su pico descendente más marcado en el mes de
abril (29). Queda claro que el 2020 invierte la tendencia, mien-
tras los cuatro primeros años del quinquenio tienen sus meses
más conflictivos en el primer semestre (marzo y abril) y sus
meses menos conflictivos en el segundo semestre (septiembre,

6 Ver “Situaciones de conflicto laboral en San Juan (2016-2019): sectores, ramas y


motivos”enestacompilación.

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La conflictividad social en la historia reciente • 163

noviembre y diciembre), el último año del quinquenio tiene su


pico ascendente más pronunciado en septiembre y su caída más
abrupta en abril. Según los resultados arrojados por trabajos
reciente sobre el impacto de la pandemia en la conflictividad,
esta tendencia parece ser de alcance nacional (MTEySS, 2022;
Nava & Grigera, 2022).
Ahora bien, ¿por qué se da esta concentración de conflictos
en torno a marzo? Según pudimos detectar, más allá de con-
flictos específicos del momento, como el accionar neonazi y la
huelga de recolectores en 2016, las movilizaciones contra los
tarifazos y el conflicto docente en 2017, la huelga de la UTA y
las acciones contra la acumulación de despidos y suspensiones
en 2019, marzo contiene un calendario marcado por las pro-
testas del movimiento de mujeres el 8M, las movilizaciones y
actos conmemorativos del 24M, las negociaciones paritarias,
los conflictos por el aumento del boleto de colectivo y los recla-
mos vecinales reactivados postemporada veraniega. Por su par-
te, el pico de abril de 2018 se explica por los acampes realizado
por los movimientos sociales de destinos barrios en el centro
de la ciudad, los reclamos de lxs familiares de la tripulación del
submarino ARA San Juan, la protesta de lxs artesanxs, el con-
flicto en torno al aumento del boleto de colectivo y los recla-
mos por el estado de la infraestructura barrial. Finalmente, sep-
tiembre de 2020 se destaca por el movimiento huelguístico de
la UTA, la huelga “a la japonesa” emprendida por la UOCRA,
varios reclamos empresariales (en particular, comerciantes), el
escrache a Etchecolatz y la continuidad del conflicto en torno
al ARA San Juan.
Por último, hay que advertir que el pico descendente en
abril de 2020 se explica por el impacto del ASPO.7 Por otra

7 Frente a la pandemia de la COVID-19, el poder ejecutivo nacional decretó el Aisla-


mientoSocialPreventivoyObligatorio(ASPO)el20demarzode2020yelDistan-
ciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO) el 8 de junio de 2020. Ambas
medidas gubernamentales restringieron la circulación en el territorio nacional, en
función de parámetros epidemiológicos relativos a la pandemia (decretos 297/
2020 y 520/2020, Boletín Oficial de la República Argentina, disponibles en
https://www.boletinoficial.gob.ar/).

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164 • La conflictividad social en la historia reciente

parte, debemos destacar que, pese a ser junto a 2017 uno de


los años con menor cantidad de conflictos, el 2020 está lejos de
ser un año de baja excepcional de la conflictividad. De hecho,
dada la situación excepcional de restricciones (ASPO/DISPO),
el número de conflictos se puede estimar como alto al igual que
la implicancia corporal de quienes protestan, ya que lo hacen
desobedeciendo a las autoridades gubernamentales que dispu-
sieron las restricciones de circulación. Esta constatación per-
mite desestimar las tesis que auguraban un proceso de desmo-
vilización creciente producto de la pandemia y sus consecuen-
cias. De hecho, fueron estas últimas el acicate para la remontada
del segundo semestre en Mar del Plata y en el resto del país
(MTEySS, 2022; Nava & Grigera, 2022).
Para desarrollar una comparación un poco más ajustada
entre el año 2020 y los restantes, agrupamos la frecuencia de
conflictos por bimestre y lo comparamos con dos series tempo-
rales, la del año más conflictivo del quinquenio (2016) y la media
bimestral del trienio 2017-2019.

Gráfico 2

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La conflictividad social en la historia reciente • 165

El gráfico deja ver primero que la distancia entre


2020 y 2016 no arranca muy pronunciada (menos de
20 puntos). Segundo, durante los últimos dos bimestres
las distancias se achican. Por un lado, el 2020 supera en
conflictos a la media del trienio 2017-2019 durante el
5º bimestre; por otro lado, en el 6º bimestre la distancia
es menor a 25 puntos. Tercero, el momento de mayor
diferencia (92 puntos) se produce durante los meses de
mayores restricciones y cuando el consenso sobre las
medidas gubernamentales es alto. Solo durante estos
meses la media de conflictos está muy por debajo de
la media del trienio.
Hecha esta primera panorámica sobre la frecuencia
de conflictos, nos ocupamos de establecer un índice
básico de magnitud en función de la cantidad de men-
ciones de palabras que, en cada nota, refieren a alguna
forma de conflictividad y son parte del diccionario
de nominaciones de conflictos. El índice nos permi-
te comenzar a reponer la densidad de los conflictos,
inobservada en las lecturas descriptivas de frecuencias
simples. No sin cierta arbitrariedad, irrenunciable en
cualquier tipo de clasificación, armamos cinco grupos de
conflictos según su magnitud: 1) Muy baja, 2 menciones;
2) Baja, 3 menciones; 3) Media, 4-6 menciones; 4) Alta,
7-10 menciones; 5) Muy alta, más de 10 menciones.

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166 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla 1. Frecuencia de conflictos y menciones según su magnitud,


quinquenio 2016-2020

Magnitud Frecuencia Proporción

Conflictos Menciones Conflictos Menciones

Muy alta 348 5.451 12,2% 33,0%

Alta 508 4.122 17,8% 25,0%

Media 860 4.155 30,0% 25,2%

Baja 491 1.473 17,2% 8,9%

Muy baja 650 1.300 22,8% 7,9%

Total 2.857 16.501 100,0% 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

La tabla 1 muestra que el grueso de los conflictos se


concentra en las tres categorías de menor magnitud (baja
y media) que de conjunto agrupan el 70% de los conflic-
tos. Solo el 30% refiere a conflictos de alta magnitud. Si
simplificamos aún más los tipos de magnitud el resultado
es el siguiente: 40% para magnitud Baja; 30% para magni-
tud Media; y 30% para magnitud Alta. Se ve que la base
de la pirámide está conformada por los conflictos de baja
magnitud y que los conflictos de alta magnitud son menos
frecuentes. Sin embargo, hay una media general de casi 6
menciones por conflicto que se explica por lo que aportan
las magnitudes altas y muy altas. Estas últimas tienen un
promedio de 11 menciones por conflicto. Si tomamos las
menciones como un primer indicador indirecto de cantidad
y diversidad de acciones podemos decir que los conflictos
de alta y muy alta magnitud contienen más de la mitad
de las acciones y muestran una mayor diversidad en sus
formatos.

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La conflictividad social en la historia reciente • 167

Gráfico 3

Según podemos ver en el gráfico de barras, los


años con mayor cantidad de conflictos (2016 y 2018)
no son los años en los cuales las categorías de más alta
magnitud (“Muy alta” y “Alta”) muestran su porcentaje
más alto. Los porcentajes más altos en esas categorías
los indican los años 2019 y 2020, con 31,5% y 29%
respectivamente, y están por encima de la media del
quinquenio (28,7%). Por su parte, los años con menor
cantidad de conflictos (2017 y 2020) son los años en
los cuales la categoría de más baja magnitud registra
su porcentaje más alto: 25,3% y 24% respectivamen-
te, y están por encima de la media del quinquenio
(22%). Asimismo, mientras 2018 muestra el porcentaje
más bajo de la categoría de mayor magnitud (11,1%),
la misma categoría detenta en 2020 el porcentaje más
alto del quinquenio (13,6%). El 2020 presenta una caída
relativa del peso de las categorías Alta (15,4%) y Media
(31,4%) con respecto al año 2019, y están por debajo de
la media del quinquenio (16,6% y 33,1%). Finalmente,

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168 • La conflictividad social en la historia reciente

vale destacar que durante el año 2018 los conflictos de


magnitud media estuvieron 7 puntos porcentuales por
encima de la media del quinquenio.
Estos datos, por un lado, reafirman el lugar del año
2016 en el proceso de resistencia al impacto que las
políticas de gobierno comenzaban a tener en la coti-
dianidad de las clases populares. Durante el 2017, año
de elecciones de medio término, baja la cantidad y la
magnitud de los conflictos. Durante el 2018 la tendencia
cambia, hay un aumento de la cantidad y la magnitud
de los conflictos que dura hasta iniciado el año 2020.
Hay que tener en cuenta aquí el contexto nacional. La
crisis económica que produjo el gobierno de Cambiemos
comenzó en abril de 2018 con una fuerte devaluación a
raíz de corridas bancarias, que dieron lugar al acuerdo
con el FMI (el mayor crédito en la historia de la insti-
tución financiera). En el último año (2020), ya bajo un
nuevo gobierno en la provincia y en la nación, la canti-
dad de conflictos baja producto del ASPO, en particular
durante los meses de marzo, abril y mayo. Esta baja no
implica una disminución en el peso relativo de los con-
flictos de muy alta magnitud. La excepcionalidad pan-
démica parece expresarse también en la conflictividad.
Hay menos conflictos, pero muchos de esos conflictos
son de mayor magnitud y diversidad.

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La conflictividad social en la historia reciente • 169

Gráfico 4

La frecuencia trimestral para el total de conflictos, pese


a lógicas variaciones con la frecuencia mensual, arroja una
silueta similar. La novedad está en el desagregado de la
frecuencia trimestral de conflictos según su magnitud. Los
conflictos de “muy baja” magnitud tienden a concentrar sus
picos más altos en los extremos, y a perder caudal en 2018.
Los conflictos de “baja” magnitud tienden a caer hasta fines
de 2018, suben durante 2019, vuelven a caer en los primeros
trimestres de 2020 y remontan en el último trimestre del
período bajo estudio. En estas dos categorías el índice de
menciones muestra una correspondencia casi perfecta con
la silueta de la frecuencia de conflictos y una brecha relativa
corta y estable. Por su parte, los conflictos de magnitud
“media” se concentran en torno a los primeros trimestres
de 2016 y 2018. En esta categoría la silueta del índice de
menciones sigue la silueta de la frecuencia de conflictos,
aunque con una brecha más marcada y fluctuante, asimismo
se detectan algunos pequeños desacoples. Por su parte, los
conflictos de “alta” magnitud tienen su pico ascendente más

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170 • La conflictividad social en la historia reciente

alto en el primer trimestre de 2019, luego muestra fluc-


tuaciones significativas, su pico más bajo se ubica en el 4º
trimestre de 2017. Esta categoría presenta fuertes diferen-
cias con la silueta dibujada por la frecuencia de conflictos y
una brecha muy amplia y variante. Estas cuatro series, más
la serie total, muestran una tendencia decreciente producto
del peso del año inicial, el de mayor cantidad de conflictos
y menciones del quinquenio (712 y 4.173, respectivamente).
Finalmente, la serie de conflictos de muy alta magnitud es
la que presenta mayores y más marcadas variaciones. Los
cuatro picos ascendentes más importantes se ubican en el
segundo trimestre de 2016, el cuarto trimestre de 2018,
primer trimestre de 2019 y en el tercer trimestre de 2020;
el momento descendente más marcado y sostenido se da
durante los tres primeros trimestres de 2017. Este último
dato refuerza el lugar de 2017 como el año de menor con-
flictividad del quinquenio. Asimismo, el 2020 toma otra
significancia debido a la detección de importantes picos en
las categorías “alta” y “muy alta”. Es así que esta última cate-
goría, con mayor incidencia que la anterior, presenta fuertes
diferencias con la silueta dibujada por la frecuencia de con-
flictos y una brecha muy amplia y variante. En contraste
con las restantes categorías, esta última se sobrepone al peso
del año inicial y presenta una tendencia creciente gracias
a la incidencia del año final, en particular, de su último
trimestre. Durante aquellos meses se produjo una amplia
diversidad de acciones de protesta de gran magnitud: ban-
derazos y caravanas contra el gobierno nacional, huelga de
municipales, cortes de ruta de vecinxs en distintos puntos
de la ciudad, usurpaciones de terrenos, acampe y piquete en
la municipalidad por parte de las organizaciones sociales,
manifestación con ataque a un balneario por mayor espacio
público en las playas, entre otras protestas.
Veamos ahora cuáles fueron los conflictos más desta-
cados a lo largo del quinquenio según su magnitud. Duran-
te la primera mitad de 2016 los conflictos que logran
mayor notoriedad pública fueron los protagonizados por

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La conflictividad social en la historia reciente • 171

los grupos neonazis locales, lxs cuidacoches, lxs docentes,


lxs vecinxs de los barrios Nuevo Golf y Playa Chapadma-
lal, lxs trabajadorxs de las cooperativas barriales de traba-
jo. Durante la segunda mitad de 2016 destacan la protesta
de vecinxs contra del cierre del centro de salud de Gua-
nahani, el conflicto de lxs vecinxs de Playa Serena, el paro
nacional de mujeres (19 de octubre), los paros de docentes,
estatales, trabajadorxs universitarixs y trabajadorxs muni-
cipales y el acampe de organizaciones sociales frente a la
Municipalidad.
En el primer semestre de 2017 destacan por su mayor
visibilización en la prensa el paro nacional convocado por
la CGT (6 de abril), el conflicto en torno a los ataques neo-
nazis, las protestas de lxs vecinxs contra las fiestas clandes-
tinas, el conflicto docente, las protestas contra los tarifazos
y la política del gobierno, los reclamos de las “Mamás en
lucha”, el conflicto de trabajadorxs municipales y la protesta
contra el secuestro de “autos bajos”. Durante el segundo
semestre de 2017 son las protestas contra las fumigaciones
en Félix U. Camet, los reclamos contra las reiteradas ame-
nazas de bomba en las escuelas, el paro de lxs recolectorxs
de residuos y la masiva movilización en la ciudad en recha-
zo a la reforma previsional en el marco de la huelga general
nacional convocada por la CGT (18 de diciembre).
El año 2018 comienza con un escrache en la casa del
represor Etchecolatz, sigue con el acampe de lxs trabaja-
dorxs de las cooperativas frente al Palacio Municipal y a
Desarrollo Social, nuevamente se producen protestas con-
tra los tarifazos y la política del gobierno y la CGT convoca
a una nueva huelga general nacional (25 de junio). Durante
el primer mes del segundo semestre de 2018 destaca la con-
tinuidad del acampe de lxs trabajadorxs de las cooperativas
frente al Palacio Municipal y a Desarrollo Social. A lo largo
de este conflicto, que se prolongó hasta diciembre, hubo
enfrentamientos con la policía y represión. La CGT convo-
ca a un nuevo paro general (25 de septiembre). En noviem-
bre se reaviva el conflicto de lxs trabajadorxs municipales.

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172 • La conflictividad social en la historia reciente

Por su parte, lxs vecinxs de Camet cortaron la ruta para


reclamar por el mal estado de las calles.
El 2019 aparece junto al 2016 y 2018 como uno de los
dos años con mayor frecuencia de conflictos. Enero arran-
ca con tres conflictos destacados: municipales, pilotxs de
avión, maleterxs de la nueva terminal de ómnibus. Pero el
conflicto con mayor notoriedad del año es el protagonizado
por lxs trabajadorxs de la UTA en marzo. Durante el mes
de abril los conflictos con mayor visibilidad son los pro-
tagonizados por las organizaciones sociales (CTEP, CCC,
Barrios de Pie), el paro nacional convocado por la CTA, el
conflicto del gremio de taxistas y la lucha de lxs docentes
municipales. El 29 de mayo se produce una nueva huelga
general nacional convocada por la CGT. Durante junio el
conflicto con mayor notoriedad fue el corte en el acceso a
Sierra de los Padres protagonizado por lxs vecinxs en recla-
mo por el estado de las calles. Durante el segundo semestre
fueron menos los conflictos con notoriedad pública: paro
de recolectorxs de residuos, reclamos por ataques de perros
callejeros y manifestación de la Asamblea Interurbana por
el Transporte frente a la Municipalidad.
El año 2020, como ya adelantamos, no es excepcional
en la cantidad de conflictos, pero es atípico en la distribu-
ción y concentración temporal de las protestas. La casi tota-
lidad de los conflictos con mayor notoriedad del año se con-
centran en el segundo semestre. Durante el primer semestre
solo destacan conflictos ocurridos en enero y febrero (antes
del ASPO) en torno al Hospital Español y lxs guardavidas
de las playas. Durante el segundo semestre destacan el paro
de choferes de colectivo en julio y septiembre, las denuncias
por usurpaciones de terrenos (septiembre), el “banderazo”
en contra del gobierno nacional y provincial, la moviliza-
ción contra el desalojo en Guernica (octubre) y el acampe
frente al Municipio por “una Navidad sin hambre”.
El presente apartado nos brinda información sobre la
distribución temporal de la cantidad y magnitud de los con-
flictos, pero aún no nos permite comenzar a pensar una

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La conflictividad social en la historia reciente • 173

periodización de la protesta que esté más sujeta a su propio


devenir que al del calendario. Para lograr esto último es
necesario avanzar sobre otras dimensiones de la conflictivi-
dad: formas, sujetxs, demandas. En los próximos apartados
analizaremos estas tres dimensiones.

¿Cómo se protesta en Mar del Plata?


Otra dimensión central en los análisis de eventos de pro-
testa refiere a su formato: ¿Cómo se protesta en los barrios
de la ciudad de Mar del Plata? ¿Cuáles son las formas de
protesta más frecuentes durante el quinquenio 2016-2020?
¿Cuál es la variación temporal que presentan las distintas
grafías de protesta? ¿Marca la pandemia una inflexión en
los modos más frecuentes? Estos son algunos de los inte-
rrogantes que abordamos en este apartado.
No todos los análisis de eventos de protesta contem-
plan las acciones comunicacionales;8 cuando se hace, el
resultado suele posicionarla como la forma predominante.
Efectivamente, el quinquenio bajo análisis no es la excep-
ción, las acciones de tipo comunicacional encabezan las
frecuencias y representan el 29,6% de las acciones totales.
A una distancia de cinco puntos porcentuales se ubican
las manifestaciones. Los tres formatos siguientes giran en
torno a las 450 acciones: reuniones (13,5%), ataques (12,3%)
y huelgas (11,8%). Con 5,4% se ubican las acciones de blo-
queo y ocupación. Finalmente, en el último lugar se encuen-
tran los cortes de calle y de ruta (2,9%).

8 La acción comunicacional refiere a todo tipo de acción conflictiva donde el


elemento predominante es el discursivo, es decir, el uso de la palabra; por
ejemplo: comunicados, adhesiones, solicitadas y declaraciones en los
medios.

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174 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla 2. Acciones según formato, quinquenio 2016-2020

Tipo de acción Frecuencia Proporción

Comunicacionales 1.059 29,6%

Manifestaciones 877 24,5%

Reuniones 482 13,5%

Ataques 439 12,3%

Huelgas 422 11,8%

Bloqueos y Ocupaciones 194 5,4%

Cortes 102 2,9%

Total 3.575 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

Después de presentar la distribución total de las


acciones según sea su tipo nos ocupamos de analizar
su distribución anual (Gráfico 5). Pese a la persistencia
de la silueta zigzagueante, un rasgo emergente es el
incremento de la variación anual de acciones en rela-
ción a la variación anual de conflictos. El promedio de
acciones por conflicto tiende a ser mayor en los años de
frecuencias más altas y menor en los años con frecuen-
cias más bajas de conflictos. Como vimos, el año 2016
es el que presenta el mayor número de conflictos. Sin
embargo, en lo que respecta a las acciones, el año con
mayor caudal de eventos de protesta es 2019. Ser el año
con mayor frecuencia de acciones no implica liderar el
ranking en todos los tipos de acción. Este año detenta el
peso relativo y absoluto más importante del quinquenio
en las categorías “Reuniones” (17,3% y 153) y “Huelgas”
(13,1% y 116), y el peso absoluto más alto en la categoría
“Comunicacionales” (251). Por su parte, el año 2016 se
ubica en segundo lugar en el número total de acciones
y lidera el ranking de conflictos. Durante este año se

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La conflictividad social en la historia reciente • 175

destacan el peso relativo (14,9%) y absoluto (125) de los


ataques y el peso absoluto de las manifestaciones (221),
con los valores más altos del quinquenio. Asimismo,
los bloqueos y las ocupaciones tienen el peso relativo
(2,3%) y absoluto (19) más bajo del quinquenio. El año
2018, el tercero en el ranking de acciones y segundo en
la cantidad de conflictos, presenta como particularidad
el peso absoluto más alto en la categoría “Bloqueo-
Ocupación” (56). El cuarto lugar en conflictos y acciones
lo ocupa el 2020 y presenta las siguientes particularida-
des: 1) el porcentaje más bajo de ataques (10,5%); 2) el
porcentaje más alto de bloqueos y ocupaciones (7,5%);
3) el porcentaje más alto de acciones comunicacionales
(36,6%); 4) el porcentaje y la frecuencia absoluta con los
valores más bajos en lo que refiere a reuniones (7,8% y
46, respectivamente); 5) el porcentaje más alto en cortes
de calle y ruta (3,7%). El último lugar en el ranking
de conflictos y acciones lo ocupa el año 2017 con la
frecuencia absoluta más baja en las acciones de tipo
comunicacionales (157), manifestaciones (136), ataques
(61), huelgas (46) y cortes (16); la frecuencia relativa más
baja en huelgas (9,1%); y la frecuencia relativa más alta
en manifestaciones (27,5%). Este último dato se condice
con el peso de las principales movilizaciones callejeras
de repercusión nacional para el año 2017 dentro del
período 2016-2019, relevadas por el PIMSA. También
el peso relativo más bajo en Manifestaciones en 2019
se corresponde con el relevamiento realizado por el
PIMSA (Carrera et al., 2020).

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176 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 5

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La conflictividad social en la historia reciente • 177

Quizás los tres datos más reveladores de este gráfico


están localizados en el último año del quinquenio (2020)
por la reducción absoluta y relativa de las reuniones, el gran
incremento porcentual de las acciones comunicacionales9 y
el crecimiento relativo de las ocupaciones y bloqueos. Por
otra parte, se nota que los años con mayor cantidad de
conflictos y acciones (2016, 2018 y 2019) son los que tienen
los valores absolutos y relativos más altos de la categoría
reuniones. También es durante esos tres años que la catego-
ría huelgas tiene un peso relativo y absoluto más alto. Por
su parte, durante aquellos tres años, las acciones comunica-
cionales presentan los valores relativos más bajos.

¿Quiénes protestan en Mar del Plata?


Lxs sujetxs están en el centro de los análisis de eventos
de conflictividad: ¿Quiénes protestan en los barrios de
la ciudad de Mar del Plata? ¿Cuáles son lxs sujetxs
más activxs de la protesta social durante el quinquenio
2016-2020? ¿Cuál es la variación temporal que pre-
sentan lxs sujetxs en lo que respecta a su activación?
¿Marca la pandemia una inflexión en la primacía de
lxs sujetxs de la conflictividad? Estos son algunos de
los interrogantes a los que intentaremos dar respuesta
en este apartado.

9 Los anuncios de acciones de protesta sin paro relevados por el MTEySS


(2022) muestran una tendencia equivalente.

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178 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla 3. Participación en los conflictos según sujetx, quinquenio


2016-2020

Tipo de sujetx Frecuencia Proporción

Vecinxs 1.566 36,9%

Trabajadorxs 1.381 32,6%

Empresarixs 663 15,6%

Estudiantes 244 5,8%

Mujeres 233 5,5%

Org. Sociales 154 3,6%

Total 4.241 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

La tabla 3, a partir de una frecuencia simple, deja en


claro que son dos lxs principales sujetxs de la protesta del
quinquenio bajo estudio. Vecinxs y trabajadorxs concentran
el 70% de las participaciones en la conflictividad social.10
Si contemplamos la relación capital-trabajo y sumamos las
participaciones de trabajadorxs y empresarixs, esta relación
concentra el 50% de las participaciones. Las tres suma-
das alcanzan el 85% del total de participaciones. Asimismo,
no deja de ser un dato sobresaliente el protagonismo de
lxs estudiantes, las mujeres y las organizaciones sociales.
En cierto modo, estas últimas representan otra forma de
manifestación de la relación capital-trabajo (Carrera et al.,
2020; Mariños, 2020; Piva, 2019). Veamos ahora cómo se
distribuyen anualmente las participaciones a lo largo del
quinquenio.

10 La utilización del filtro para la identificación de notas que nombran al


menos a un barrio puede estar generando un pequeño sesgo a favor del
sujetx vecinxs. En futura investigaciones ajustaremos el diccionario de
barrios para poder atribuir localización barrial a las sedes sindicales.

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La conflictividad social en la historia reciente • 179

Gráfico 6

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180 • La conflictividad social en la historia reciente

El año 2016 no lidera el ranking en todos los tipos


de sujetxs. Las mujeres presentan su peso absoluto (61)
más alto durante el año 2019 y su peso relativo más alto
en 2017 (6,3%). En términos relativos, el año con mayor
participación de vecinxs fue 2017 (43,2%), y el año con
mayor participación de trabajadorxs fue 2018 (36,9%).
Durante el 2020 se registraron los valores absolutos y
relativos más bajos de participación para estudiantes y
mujeres, y el valor relativo más alto en empresarixs. El
cierre de los establecimientos educativos en todos los
niveles explica la merma abrupta en la participación de
estudiantes en la conflictividad social durante el 2020.
Y las medidas de suspensión de actividades económicas
catalogadas como “no esenciales” explica la alta partici-
pación de lxs empresarixs en la conflictividad. En el caso
del movimiento de mujeres, después de la movilización
del #8M, hubo una profundización de protestas virtuales
como los tuitazos contra los femicidios.

¿Cuáles son los principales motivos de la protesta


en Mar del Plata?
Los motivos de la protesta es otra de las dimensiones
centrales del análisis de eventos de conflictividad: ¿Cuá-
les son los motivos más frecuentes de las protestas en
los barrios de la ciudad de Mar del Plata? ¿Cuál es
la variación temporal que presentan en sus motivos?
¿Marca la pandemia una inflexión en el ranking de
motivos? Estos son algunos de los interrogantes que
abordamos en este apartado.

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La conflictividad social en la historia reciente • 181

Tabla 4. Motivos de los conflictos, quinquenio 2016-2020

Tipo de demanda Frecuencia Proporción

Infraestructura y Vivienda 1.577 24,7%

Trabajo 1.166 18,3%

Educación 723 11,3%

Economía 720 11,3%

Género y DD.HH. 656 10,3%

Salud 460 7,2%

Alimentación 397 6,2%

Transporte 348 5,5%

Inseguridad 332 5,2%

Total 6.379 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

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182 • La conflictividad social en la historia reciente

Infraestructura-Vivienda y Trabajo son los dos motivos


más frecuentes en la conflictividad social del quinquenio
2016-2020. Estas dos categorías reúnen el 43% de los moti-
vos de protesta. Por su parte, Economía, Educación y Géne-
ro y DD.HH. giran en torno al 11%. Salud y Alimentación
representan el 7,2% y el 6,2%, respectivamente. Cierran la
lista Transporte e Inseguridad con 5,5% y 5,2% respectiva-
mente. Al menos dos datos llaman la atención: 1) el peso
de los motivos de protesta en torno a cuestiones de infra-
estructura y vivienda, que supera a los motivos relativos
al trabajo; 2) el bajo peso de la cuestión de la inseguri-
dad. Este último aspecto podría ser llamativo si tenemos
en cuenta la cobertura que los medios hacen de la cues-
tión de la inseguridad. Sin embargo, en este caso se debe,
por un lado, al hecho de la no correspondencia entre nota
sobre inseguridad y acción conflictiva (muchas de las notas
sobre inseguridad no refieren a conflicto alguno); por otro
lado, a la decisión metodológica de contabilizar unidades de
registro solo de la sección “La ciudad” de La Capital y dejar
por fuera la sección “Policiales”.11 En relación al peso de las
cuestiones de infraestructura, además de explicarse por el
peso de lxs vecinxs, sujetxs centrales de la conflictividad,
otra explicación es que gremios docentes y estatales como
SUTEBA y ATE desarrollan una importante cantidad de
reclamos por el estado de los edificios escolares.

11 La sección “Policiales” siempre fue incluida para la construcción de nuestras


bases de datos sobre conflicto, pues tempranamente detectamos que allí se
informa sobre acciones conflictivas cuyas demandas se estructuran en torno
a la inseguridad/seguridad. Sin embargo, en la sección se publican también
notas relativas a cualquier región de la Argentina sobre el tema. Aún no
hemos terminado de desarrollar los códigos que nos garanticen un control
suficiente sobre este sesgo; cuando lo hagamos, incluiremos nuevamente la
sección Policiales como parte del corpus.

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La conflictividad social en la historia reciente • 183

Gráfico 7

Al igual que pasa con lxs sujetxs, el año 2016 tampoco


lidera el ranking en todos los tipos de motivos. Las deman-
das en torno a lo alimentario presentan su peso relativo
más bajo (4,4%) durante aquel año, y su peso absoluto (109)

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184 • La conflictividad social en la historia reciente

y relativo (7,9%) más alto durante los años 2019 y 2018,


respectivamente. Por su parte, los motivos económicos pre-
sentan su peso absoluto (187) y relativo (14,8%) más alto
durante el año 2018. Las demandas por mejoramientos en la
infraestructura barrial y por el acceso al suelo y la vivienda
presenta su peso relativo y absoluto más alto en 2017 (393 y
36,3%). Estos guarismos inciden en el peso del año 2017 en
el análisis de la conflictividad barrial-vecinal desarrollada
en el segundo apartado. Los motivos vinculados a la salud
presentan su peso absoluto (289) y relativo (29%) más alto
durante el año 2020. Las demandas por empleo presentan
su peso absoluto (291) y relativo (21,6%) más alto durante
los años 2019 y 2018, respectivamente. Los motivos con-
cernientes al transporte presentan su peso absoluto (115) y
relativo (7,8%) más alto durante el año 2019. Acorde a los
datos referidos a lxs sujetxs, el 2020 detenta los valores más
bajos en las demandas que giran en relación con la edu-
cación, las identidades de género y los derechos humanos.
Pasemos ahora a analizar la protesta barrial-vecinal.

La protesta en los barrios y por los barrios

En esta segunda y última parte del capítulo nos vamos a


concentrar en los conflictos y las acciones protagonizadas
por vecinxs. Como los conflictos, al igual que las accio-
nes, implican a más de un sujetx, no sólo filtramos aquellas
notas que contienen referencias al sujetx “vecinxs”, sino que
también aplicamos un filtro para quedarnos con aquellas
notas en las cuales el sujetx “vecinxs” es el principal. Por
ejemplo, si una nota tiene 2 menciones a vecinxs y 4 a tra-
bajadorxs, queda fuera de la selección, y viceversa; o bien, si
una nota contiene 4 menciones a vecinxs y 2 a estudiantes,
queda seleccionada.
Uno de los objetivos principales de este apartado es
dar cuenta de la conflictividad vecinal como producto y

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La conflictividad social en la historia reciente • 185

productora la desigualdad social y urbana (Núñez, 2021;


Ursino et al., 2020). Otro de los objetivos es mostrar los
procesos de espacialización de la protesta por parte de lxs
vecinxs de los distintos barrios de la ciudad a partir de
distintas formas de apropiación-creación popular del espa-
cio urbano como forma de disputar el derecho a la ciu-
dad (Angelcos & Angelcos, 2021; Cuéllar Obando, 2015;
L’Huillier & Ouviña, 2016).12

¿Cuánto y cuándo protestan lxs vecinxs?


Después de identificar las notas referidas a conflictos
barriales-vecinales, nos ocupamos de presentar la frecuen-
cia anual de conflictos y notamos que la variación inter-
anual es muy alta, mayor que en la conflictividad gene-
ral. Veamos. Durante 2016 se produjeron 162 conflictos
barriales-vecinales, 45 conflictos más que durante el 2017
(117). Al año siguiente, 2018, la frecuencia cayó aun más y
retrocedió hasta los 94 conflictos, 23 menos que durante el
año anterior. En 2019 la frecuencia de conflictos aumenta
hasta sobrepasar los guarismos del año inicial (163, 69 más
que durante el año anterior). Finalmente, durante el año
2020 la frecuencia de conflictos vuelve a bajar y sólo alcanza
la cifra de 98, 65 menos que durante el año precedente.
Los años 2016 y 2019 son los que presentan mayor
cantidad de conflictos, 162 y 163 respectivamente. El peso
mayor de estos dos años en la cantidad de conflictos, con-
jeturamos, se debe al impacto inicial y final del cambio
de gobierno local y sus políticas de desarticulación de los
programas barriales que habían sido impulsados por el
gobierno saliente, más el golpe con el que las políticas eco-
nómicas lanzadas por el gobierno nacional y provincial
impactaron sobre los ingresos de las clases populares, en
particular con los llamados “tarifazos”. Los guarismos de

12 Para una crítica al uso y abuso del concepto “derecho a la ciudad” recomen-
damos la lectura de Joaquín Andrés Benítez (2019).

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186 • La conflictividad social en la historia reciente

2016 son el producto de la resistencia inicial a los cambios


abruptos en las políticas económicas, sociales y culturales,
y los de 2019 responden a la gran acumulación de agravios
bajo la gestión de Cambiemos en la ciudad, la provincia y la
nación: pico de despidos y suspensiones, fuerte reducción
del salario real, aumento abrupto de la desocupación, la
pobreza y la indigencia (Carrera et al., 2020; Piva, 2019).
Otro rasgo a destacar es la distribución diferencial
de frecuencias interanuales de conflictos entre la protesta
general y la vecinal. Esta última muestra una temporalidad
distinta. Mientras que en la conflictividad general el ran-
king de conflictos presenta el siguiente orden: 2016, 2018,
2019, 2020, 2017; el ranking de la conflictividad vecinal se
ordena como sigue: 2019, 2016, 2017, 2020 y 2018. Sólo
el año 2020 mantiene la misma posición, correspondiente
al cuarto lugar.
Veamos ahora qué sucede cuando analizamos la fre-
cuencia mensual de conflictos a lo largo del quinquenio
bajo estudio.

Gráfico 8

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La conflictividad social en la historia reciente • 187

A diferencia de lo que ocurre con la conflictividad


general, la frecuencia semestral es menos regular. Si
bien para algunos años se repite la tendencia a una
acumulación menor de conflictos durante los segun-
dos semestres como producto de los comicios y de
las expectativas para encauzar institucionalmente las
demandas, lo cierto es que emergen particularidades.
En 2016, el primer semestre concentra menos conflictos
que el segundo, y el 2020, pese al ASPO, concentra
levemente más acciones durante el primer semestre del
año. Estas variaciones parecen responder a un grado
menor de institucionalización del conflicto vecinal.
Al igual que ocurre con la conflictividad general,
la frecuencia mensual muestra fuertes variaciones con
picos ascendentes y descendentes fáciles de identificar.
Sin embargo, no parece haber un patrón claro vinculado
al calendario, ya que los picos mensuales no se dan
siempre durante el semestre con mayor frecuencia de
conflictos. Esto parece ser un indicio más del carácter
menos institucionalizado del conflicto vecinal. Como
se ve en el gráfico, durante los años 2016 y 2017, el
mes con mayor cantidad de conflictos es agosto (33 y
23, respectivamente). Como ocurrió con la conflictivi-
dad general, en 2018 abril es el mes que registró más
conflictos (27). El año 2019 presenta el pico en el mes
de febrero con 23 conflictos. Finalmente, el 2020 tiene
en el mes de enero su pico ascendente con 19 con-
flictos. También podemos observar picos descendentes
muy marcados: enero de 2016, octubre y noviembre de
2017, julio, octubre y noviembre de 2018 y mayo de
2020, todos con 3; y marzo de 2019 con 6 conflictos.
¿Qué conflictos explican los picos ascendentes en dis-
tintos meses y semestres a lo largo del quinquenio? Los
meses con mayor frecuencia de conflictos de cada año
muestran una gran diversidad de protestas: 1) en agosto
de 2016 se destacan las demandas por la situación de
los centros de salud en distintos barrios, el apedreo a

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188 • La conflictividad social en la historia reciente

la comitiva presidencial en el barrio Belisario Roldán,


los reclamos de vecinxs por el estado de la infraestruc-
tura barrial, la exigencia de vecinalistas por el pago de
convenios y mejoras en los barrios, el corte de la Ruta
2 por las cooperativas “Nueva Esperanza” y “Vecinos
Unidos” del barrio Libertad en reclamo de asistencia
alimenticia y trabajo; 2) en agosto de 2017 sobresalen
las protestas por el aumento de las tasas municipales de
servicios urbanos (TSU), el acampe de Barrios de Pie y
la CTEP en reclamos de la construcción de 56 viviendas
en el barrio Santa Rosa del Mar, la petición realizada
por vecinalistas del complejo Centenario en pro de un
espacio para el funcionamiento de un merendero, el
corte con ollas populares en la Ruta 88 organizado por
la CCC, la CTEP y Barrios de Pie en reclamo por
“pan, techo y trabajo”, en el marco del plan de lucha
nacional, la denuncia realizada por la Asamblea por los
Espacios Públicos contra la instalación de un alambrado
en las inmediaciones del balneario “Bahía de los Acan-
tilados” sobre el territorio municipal perteneciente a la
Reserva Forestal Paseo Costanero Sur, la protesta de
la Agrupación de Organizaciones Barriales y Sociales
del Sur (AROS) por la falta de mantenimiento de la
infraestructura barrial; 3) en abril de 2018 se destacan
las protestas por el aumento de las TSU, quejas de lxs
vecinxs del barrio Nuevo Golf por la falta de servicio de
micros debido al mal estado de las calles, la protesta de
distintxs vecinalistas contra el proyecto de conceder los
polideportivos barriales a una fundación de la Pastoral
Evangélica; 4) en febrero de 2019 toman notoriedad las
protestas en Batán por el deterioro de la infraestructura
barrial, los reclamos de vecinxs y trabajadorxs por los
traslados compulsivos en la sala de salud del barrio
Playa Serena, la protesta de distintas organizaciones
sociales en reclamo de que se declare la emergencia en
adicciones en el municipio, las denuncias de vecinxs y
ambientalistas por el abandono de los espacios públicos

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La conflictividad social en la historia reciente • 189

en la zona de Los Acantilados, el conflicto en torno


a la usurpación de terrenos fiscales por parte de la
asociación Rancho Móvil, nuevas quejas por el aumento
de tarifas de las TSU; 5) en enero de 2020 despuntan el
corte de la Ruta 88 realizado por un grupo de vecinxs
de El Boquerón y La Polola en rechazo al aumento
del boleto impuesto por la empresa Costa Azul y en
reclamo de un servicio urbano de transporte público, el
pedido de guardias de 24 horas en los centros de salud
barriales, nuevas protestas contra aumento de las TSU,
las quejas de lxs vecinxs de la terminal de ómnibus por
la protesta de lxs maleterxs.
Volviendo al gráfico, advertimos que el pico des-
cendente en mayo de 2020 se explica por el impacto
del ASPO, al igual que ocurre con la conflictividad
general. Por otra parte, debemos destacar que, pese a
ser junto a 2018 uno de los años con menor cantidad
de conflictos, el 2020 está lejos de ser un año de baja
conflictividad barrial-vecinal. Esta constatación ratifica
la idea expresada en el apartado anterior, contraria a
la tesis que auguraba un proceso de desmovilización
creciente como producto de la pandemia. De hecho, en
la ciudad de Mar del Plata la tradición militante en los
barrios devino en un proceso organizativo marcado por
la coyuntura pandémica que fraguaría en los Comités
Barriales de Emergencia -CBE- (Agüero et al., 2020;
Ferrari et al., 2020).
Para desarrollar una comparación un poco más
ajustada entre el año 2020 y los restantes, replicamos el
ejercicio realizado en el primer apartado: agrupamos la
frecuencia de conflictos por bimestre y la comparamos
con dos series temporales: la del año más conflictivo
del quinquenio (2016) y la media bimestral del trie-
nio 2017-2019.

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190 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 9

En primer lugar, el gráfico muestra que durante el


primer bimestre, antes de la aplicación del ASPO, el año
2020 estuvo por encima de las otras dos series. Sin embar-
go, durante el segundo bimestre cae por debajo de las dos
series, manteniéndose así hasta el cuarto bimestre. A par-
tir del quinto bimestre comienza a remontar, para quedar
en el último bimestre, nuevamente, por encima de las dos
series. En segundo lugar, podemos decir que, a diferencia
de la conflictividad general, la brecha más amplia entre las
series (cuarto bimestre) no se produce durante los meses
de mayores restricciones y alto consenso sobre las medidas
gubernamentales. De conjunto, los datos hasta aquí ana-
lizados dan cuenta de que aun en el contexto atípico de
la pandemia y las medidas gubernamentales al respecto,
la conflictividad vecinal expresa modulaciones temporales
propias que se explican, en parte, por su bajo nivel de ins-
titucionalización.
Hecha esta primera panorámica sobre la frecuencia de
conflictos vecinales, nos ocupamos de medir la magnitud de
la conflictividad barrial-vecinal.

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La conflictividad social en la historia reciente • 191

Tabla 5. Frecuencia de conflictos barriales-vecinales y menciones según


su magnitud, 2016-2020

Magnitud Frecuencia Proporción

Conflictos Menciones Conflictos Menciones

Muy alta 75 1.111 11,8% 31,1%

Alta 112 893 17,7% 25,0%

Media 202 975 31,8% 27,3%

Baja 107 321 16,9% 9,0%

Muy baja 138 276 21,8% 7,7%

Total 634 3.576 100,0% 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

Al igual que la tabla 1, la tabla 5 muestra que el grueso


de los conflictos se concentra en las tres categorías de
menor intensidad (baja y media). Estas tres categorías agru-
pan de conjunto el 70,5% de los conflictos. Sólo el 29,5%
refiere a conflictos de alta intensidad. Si simplificamos aun
más los tipos de intensidad, el resultado es el siguiente:
38,7% para intensidad Baja; 31,8% para intensidad Media;
y 29,5% para intensidad Alta. Puede verse también que en
la conflictividad vecinal la base de la pirámide está confor-
mada por los conflictos de baja intensidad y que los de alta
intensidad son menos frecuentes.

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192 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 10

Según podemos ver en el gráfico de barras, los años


con mayor cantidad de conflictos (2016 y 2019) también
son los años en los cuales las categorías de más alta inten-
sidad muestran su porcentaje más alto: 30,2% y 31% res-
pectivamente. Están por encima de la media del quinquenio
(26,1%). El año 2020 muestra una caída relativa del peso de
las categorías Muy Alta (9,7%) y Alta (11,7%); un aumento
relativo de la categoría Muy Baja (21,4%); y el aumento
relativo y absoluto de la categoría Media (43 y 41,7%).
Estos datos, por un lado, reafirman nuevamente el
lugar que ocupa el año 2016 en el proceso de resistencia al
impacto que las políticas de gobierno comenzaban a tener
en la cotidianidad de las clases populares en los barrios
marplatenses. Durante el 2017, baja la cantidad y la intensi-
dad de los conflictos. Durante 2018 la tendencia se acentúa:
hay una nueva caída de los conflictos que se revierte en
2019. En 2020 la cantidad de conflictos vuelve a bajar –pro-
ducto del ASPO–, en particular durante los meses de marzo,
abril, mayo, junio y julio. A diferencia de lo ocurrido con

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La conflictividad social en la historia reciente • 193

la conflictividad general, esta baja en los conflictos también


implica una baja en el peso relativo de los conflictos de muy
alta intensidad. Veamos ahora cuáles fueron los conflictos y
las acciones de mayor resonancia.
Durante la primera mitad de 2016 los conflictos que
logran mayor notoriedad pública son: 1) el corte en la inter-
sección de las calles Mario Bravo y Cerrito por parte de
lxs vecinxs del barrio en reclamo de la instalación de un
semáforo, la reparación de las calles y el establecimiento
de una línea de colectivos que llegue hasta la zona cén-
trica de la ciudad; 2) el corte de la Ruta 11 realizado por
familiares y vecinxs autoconvocadxs, con la adhesión de
sociedades de fomento de distintos barrios del sur de la
ciudad, la delegación municipal y colectivos sociales, como
‘Las Rojas’, en reclamo de justica por la violación de una
joven en la parada de colectivos de Playa Los Lobos; 3) el
conflicto en torno al demorado trasladado del Centro de
Salud N°2 ubicado en la zona portuaria de la ciudad; 4) el
corte de la Ruta 11 a la altura del arroyo Lobería por un
grupo de vecinxs autoconvocadxs de Playa Chapadmalal en
reclamo de mayor seguridad, concretamente más presencia
de efectivos policiales que ponga fin a la “ola de robos” en
el barrio. Durante la segunda mitad de 2016 destacan: 1)
la protesta de vecinxs de Los Acantilados contra la insegu-
ridad y contra nuevos casos de abuso sexual en el barrio;
2) el corte de la Ruta 11 por un grupo de vecinxs de Playa
Serena en reclamo de mayor seguridad, reparación de las
luminarias y de las calles del barrio; 3) la manifestación con
apedreo a la comitiva presidencial en el barrio Belisario
Roldán realizado por agrupaciones sociales y de derechos
humanos en rechazo de las políticas gubernamentales y el
discurso negacionista del presidente Macri; 4) una jornada
de cortes de calles y rutas en toda la ciudad organizada por
la Federación de Sociedades de Fomento para reclamar por
transporte público, arreglo de calles, seguridad, recolección
de la basura, cultura y educación pública y gratuita.

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194 • La conflictividad social en la historia reciente

En el primer semestre de 2017 destacan por su mayor


visibilización en la prensa: 1) el conflicto entre las socie-
dades de fomento y el intendente por el pago de los con-
venios y los recortes de programas barriales aplicados por
el municipio; 2) los cortes en distintos puntos de la ciu-
dad realizados por los movimientos sociales en reclamo de
trabajo para las cooperativas de trabajadorxs de distintos
barrios. Durante el segundo semestre de 2017 se destacan:
1) la manifestación de lxs vecinxs de Sierra de los Padres en
reclamo del mantenimiento de las calles, la normal recolec-
ción de residuos, el reparto de gas envasado, la colocación y
reposición de luminarias; 2) las protestas de la Agrupación
de Organizaciones Barriales y Sociales del Sur de Mar del
Plata (AROS) por el estado de la infraestructura barrial; 3)
las protestas de la Asamblea por los Espacios Públicos en
reclamo de acceso y espacios públicos en las playas; 4) el
corte de la Ruta 11 por un grupo de vecinxs contra las
fumigaciones en Félix U. Camet.
Durante el primer semestre de 2018 destacan los
siguientes conflictos: 1) un escrache impulsado por vecinxs
y organizaciones de DD.HH. contra el represor Etchecolatz,
preso domiciliario en una casa ubicada en el Bosque Peral-
ta Ramos; 2) el acampe con quema de neumáticos frente
al municipio llevado a cabo por vecinxs de más de diez
barrios e integrantes de cooperativas de trabajo, en reclamo
del pago por los trabajos realizados en distintos barrios de
la ciudad; 3) protestas de lxs vecinxs del barrio Belisario
Roldán y de otros barrios por el estado de las calles; 4) pro-
testa de lxs vecinxs de los barrios Parque Independencia y
Juramento para pedir un semáforo en el cruce de la avenida
Jorge Newbery y Narwall y la señalización vial en toda la
zona. Durante el segundo semestre de 2018 destacan los
siguientes conflictos: 1) cortes en la intersección de calles
Beruti y 190, Edison y Mario Bravo, Ruta 88 y Fortunato
de la Plaza y Tetamanti, organizados por Barrios de Pie
en el marco de una jornada nacional de protesta en recla-
mo por el “aumento de precios, la emergencia alimentaria

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La conflictividad social en la historia reciente • 195

y la creciente desocupación”; 2) corte de la Ruta 11 por


parte de un grupo de vecinxs del barrio Félix U. Camet
para manifestarse por el estado en que se encontraban las
calles del barrio.
Durante el primer semestre de 2019, destacan los
siguientes conflictos: 1) la caravana por “la tierra y la vivien-
da digna” organizada por Los Sin Techo y el Movimiento
de Trabajadores Excluidos (MTE); 2) el conflicto en torno a
la usurpación de terrenos fiscales por parte de la asociación
Rancho Móvil; 3) la protesta de lxs vecinxs de los barrios
La Florida, Las Margaritas, Aeroparque, 2 de Abril, Esta-
ción Camet, El Sosiego y El Tejado contra los reiterados
cortes de ruta; 4) la protesta de vecinxs del barrio General
Pueyrredon por el deterioro y el abandono en el que se
encontraban las calles del barrio; 5) los reclamos por mayor
seguridad realizados por el Foro Municipal de Seguridad;
6) el corte de calle con quema de neumáticos realizado por
un grupo de vecinxs de Sierra de los Padres en reclamo
del mal estado de las calles. Durante el segundo semestre
destacan los siguientes conflictos: 1) el reclamo de chapas y
tirantes realizado por organizaciones sociales (Movimiento
Teresa Rodríguez, Barrios Unidos en Lucha, Cooperativa A
Trabajar, Argentina Rebelde y Cuba MTR) en las oficinas
municipales de Desarrollo Social; 2) una nueva protesta de
lxs vecinxs de los barrios La Florida, Las Margaritas, Aero-
parque, 2 de Abril, Estación Camet, El Sosiego y El Tejado
contra los reiterados cortes de ruta; 3) protestas en el marco
del plan de lucha nacional impulsadas en la ciudad por la
CTEP, la CCC, Somos, Barrios de Pie y otras organiza-
ciones sociales y sindicales para exigir la declaración de la
emergencia alimentaria.
Durante el primer semestre de 2020 destacan los
siguientes conflictos: 1) las protestas en reclamo de asisten-
cia social en los barrios impulsadas por el Frente de Lucha
Piquetero (compuesto por el Movimiento Teresa Rodrí-
guez, Barrios Unidos en Lucha, la Cooperativa A Trabajar,
el Movimiento Argentina Rebelde, CUBA-MTR y el Polo

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196 • La conflictividad social en la historia reciente

Obrero). Los cortes se realizaron en las calles Juan B. Justo y


14 de julio, Ruta 88 a la altura de calle 39, Libertad y Bronzi-
ni y Ruta 2, en la entrada del barrio El Casal; 2) los reclamos
de profesionales de la salud y vecinxs por la reducción de
servicios en los Centros de Atención Primaria de Salud en
distintos barrios de la ciudad; 3) el corte de calle con quema
de neumáticos realizado en Canesa y San Salvador por un
grupo de mujeres del barrio Las Américas para impedir
la inauguración de un área de cirugía para animales en el
mismo lugar que la gestión municipal anterior había des-
tinado para la creación de un centro de integración comu-
nitaria. Durante el segundo semestre de 2020 destacan: 1)
una nueva protesta de lxs vecinxs de los barrios La Florida,
Las Margaritas, Aeroparque, 2 de Abril, Estación Camet, El
Sosiego y El Tejado contra los cortes de ruta; 2) la protesta
protagonizada por vecinxs del barrio Santa Rosa del Mar e
integrantes del movimiento Barrios de Pie por el acceso al
agua potable13 y mejores condiciones de vida en los barrios
del extremo sudoeste de Mar del Plata; 3) las denuncias de
vecinxs de distintos barrios por usurpaciones de terrenos;
4) el corte de la Ruta 11 a la altura del complejo hotelero
de Chapadmalal realizada por vecinxs del sur de la ciudad
en reclamo de la restitución de la ambulancia al Centro de
Atención Primaria de la Salud de la zona; 5) la protesta
de un grupo de manifestantes compuesto por transportis-
tas, remiserxs y vecinxs de algunos barrios en reclamo de
mayor seguridad, en el marco del cambio de autoridades
de la Secretaría de Seguridad; 6) la protesta en el balneario
Perla Norte por mayor espacio de playa pública; 7) el corte
en la Ruta 2 por parte de manifestantes que reclaman al
Municipio convenios laborales y un bono navideño.

13 Sobre la problemática del agua potable recomendamos la lectura de Ana


Núñez (2012) y Leonardo Lupi et al. (2021, 2021).

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La conflictividad social en la historia reciente • 197

¿Cómo protestan lxs vecinxs?


Las acciones de tipo comunicacional encabezan las
frecuencias y representan casi el 36% de las acciones
totales, con valores porcentuales por encima de los mos-
trados por la conflictividad general. Las manifestaciones
superan el 28% del total de acciones vecinales, también
por encima de lo que representan en la conflictividad
general. Los ataques son el tercer formato más frecuen-
te con una participación mayor al 16%. Las reuniones
ocupan el cuarto lugar con el 11%. Los cortes se ubican
en el anteúltimo lugar con el 4,5% y los bloqueos y ocu-
paciones en el último lugar con el 4%. Lo que aparece
como significativo es el desplazamiento de las reuniones
por los ataques y de los bloqueos y ocupaciones por los
cortes en la frecuencia de acciones.

Tabla 6. Acciones vecinxs según formato, quinquenio 2016-2020

Tipo de acción Frecuencia Proporción

Comunicacionales 329 35,9%

Manifestaciones 258 28,2%

Ataques 148 16,2%

Reuniones 103 11,2%

Cortes 41 4,5%

Bloqueos y Ocupaciones 37 4,0%

Total 916 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

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198 • La conflictividad social en la historia reciente

El promedio de acciones por conflicto tiende a ser


mayor en los años de alta frecuencia de conflictos y
menor en los años con baja frecuencia de conflictos, no
así en el caso del 2020, uno de los años con la frecuencia
más baja de conflictos del quinquenio y el promedio más
alto de acciones por conflicto. Como se observa en el
gráfico 11, durante 2016, los ataques tienen el peso rela-
tivo (22%) y absoluto (52) más importante del quinque-
nio, las acciones comunicacionales, las manifestaciones
y los cortes de calle y ruta tienen la frecuencia absoluta
más alta (79, 68 y 15, respectivamente). El año 2018
tiene la frecuencia absoluta (2) y relativa (1,4%) más baja
en la categoría bloqueos y ocupaciones, y la frecuencia
relativa (30,4%) más alta en la categoría manifestaciones.
En 2019 se presentan los valores más altos del quin-
quenio en las categorías bloqueos y ocupaciones (16 y
6,8%) y reuniones (35 y 14,8%). El año 2020 presenta
particularidades, ya que posee: 1) el porcentaje más alto
en la categoría comunicacionales; 2) el porcentaje más
alto en cortes de calle y ruta; 3) el valor absoluto más
bajo en la categoría reuniones.

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La conflictividad social en la historia reciente • 199

Gráfico 11

Quizás los tres datos más reveladores de este gráfico


sean la reducción absoluta y relativa de las reuniones, el
incremento relativo pronunciado de las acciones comuni-
cacionales y el incremento absoluto y relativo de los cortes

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200 • La conflictividad social en la historia reciente

en 2020 respecto a 2019. Por otra parte, es de notar que


los años con mayor cantidad de conflictos y acciones (2016
y 2019) son los que tienen los valores absolutos y relati-
vos más altos de la categoría ataques. Por su parte, durante
aquellos dos años las acciones comunicacionales presentan
los valores relativos más bajos.

¿Por qué protestan lxs vecinxs?


El orden y el peso en el tipo de demandas que dinamiza la
protesta varía fuertemente cuando pasamos de la conflicti-
vidad general a la barrial-vecinal. Las demandas referidas a
cuestiones de infraestructura y acceso al suelo y la vivienda
siguen encabezando el ranking, pero con un peso mucho
mayor, pasan de representar el 25% a representar el 40%.
Las demandas referidas a cuestiones laborales descienden
del segundo lugar (17%) al cuarto lugar (9%). Por su par-
te, las referidas a cuestiones económicas se desplazan del
tercer lugar (12%) al quinto (8%). Los reclamos en torno a
lo educativo ascienden del cuarto lugar (11%) al segundo
(10%). Las demandas referidas a identidades de género y
derechos humanos se mueven del quinto (10%) al tercer
lugar (9%). Los motivos vinculados a la salud mantienen el
sexto lugar y el mismo peso porcentual. Por su parte, las
cuestiones alimentarias declinan del séptimo lugar (6%) al
octavo (6%); mientras que las referidas al transporte bajan
del octavo lugar (5%) al noveno (3%). Finalmente, los recla-
mos por mayor seguridad suben del noveno (5%) al sép-
timo lugar (7%).

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La conflictividad social en la historia reciente • 201

Tabla 7. Acciones de vecinxs según demanda, quinquenio 2016-2020

Tipo de demanda Frecuencia Proporción

Infraestructura y Vivienda 609 40,7%

Educación 152 10,2%

Género y DD.HH. 135 9,0%

Trabajo 135 9,0%

Economía 116 7,8%

Salud 112 7,5%

Inseguridad 104 7,0%

Alimentación 91 6,1%

Transporte 42 2,8%

Total 1.496 100,0%

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

En el año 2019 se reúnen la mayor cantidad de deman-


das, y le siguen en el siguiente orden 2016, 2017, 2018,
2020. Mientras que 2016 lidera el ranking de frecuencia
absoluta en Economía (35), Género y DD.HH. (45) e Insegu-
ridad (36), el 2017 lidera el ranking de frecuencia absoluta
en Transporte (12), encabezando el ranking de frecuencia
relativa en Infraestructura y Vivienda (41%) y en Transporte
(4%). Por su parte, 2018 encabeza el ranking de frecuencia
relativa en Economía (14%) y en Educación (14%), mien-
tras que 2019 lidera el ranking de frecuencia absoluta en
Alimentación (29), en Educación (47), en Infraestructura y
Vivienda (171) y en Trabajo (43), y lidera el ranking de fre-
cuencia relativa en Alimentación (7%) y en Trabajo (11%).
Finalmente, el año 2020 encabeza el ranking de frecuencia
absoluta y relativa en Salud (42 y 24%).

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202 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 12

Un rasgo que se destaca es la preeminencia de las


demandas por infraestructura y vivienda a lo largo de todo
el quinquenio, ya que encabezan el ranking todos los años.
En contrapartida, las demandas en torno al transporte se

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La conflictividad social en la historia reciente • 203

ubican en todos los años del quinquenio en último lugar.


Todos los otros tipos de demanda cambian su peso y posi-
ción a lo largo del quinquenio. Es sintomático el creci-
miento absoluto y relativo de las demandas en torno a la
salud durante 2020.

¿Dónde protestan lxs vecinxs?


Sabemos que las divisiones administrativas son altamente
arbitrarias y que lxs sujetxs de la protesta se mueven sin
pensar en las líneas imaginarias que son cruzadas para lle-
gar frente al edificio municipal. Sin embargo, esas mismas
líneas imaginarias son producto y productoras de conflic-
tos (Sydiq, 2020; Tilly, 2000, 2006). También sabemos que
sin respetar a rajatablas esas fronteras, la ciudad expresa y
representa en y a través de ellas su creciente desigualdad
(Massey, 2008). En definitiva, estas fronteras heredadas no
determinan mecánicamente el discurrir de la conflictividad,
pero sí la condicionan (Auyero, 2002a; E. B. Guzmán, 2012;
Soudias & Sydiq, 2020). Los agravios no se producen todos
al mismo tiempo y en el mismo lugar y, al igual que la con-
flictividad, su espacialización es desigual, como es desigual
también la densidad de población entre los barrios (Goñi
& Roldán, 2021; Massey & Allen, 1984). La protesta tiene
un desarrollo espacio-temporal desigual. Un primer rasgo
de este desarrollo desigual se evidencia en la distinción
entre aquellos barrios que registran conflictos y aquellos
que no. Sobre 129 barrios que conforman el partido de
Gral. Pueyrredon, sólo 8 no contabilizan notas donde se
hayan identificado sujetx, conflicto y demanda: Camino a
Necochea, Caribe, Funes y San Lorenzo, La Arboleda, La
Germana, Lomas De Batan, Domingo Faustino Sarmiento,
Villa Serrana.
El mapa 1 muestra la distribución espacial de la fre-
cuencia absoluta (en escala logarítmica) de conflictos veci-
nales durante todo el quinquenio bajo estudio. Se destaca
el peso del Área Centro por sobre todos los otros barrios.

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204 • La conflictividad social en la historia reciente

En segundo lugar, aparece Batán, el segundo centro urbano


del partido de Gral. Pueyrredon. A partir del tercer lugar,
las distancias se acortan mucho, como se puede apreciar
en la tabla 8.

Tabla 8. Top 10 de frecuencia absoluta de conflictos vecinales, quinquenio


2016-2020

Barrios Conflictos

Área Centro 275

Batán 64

Nueve de Julio 42

Bernardino Rivadavia 41

Las Heras 37

Sierra de Los Padres 37

El Martillo 36

Los Acantilados 36

Playa Serena 35

Playa Grande 32

Cerrito Sur 32

Fuente: elaboración propia en base a las notas de La Capital.

El peso del Área Centro se explica, en parte, por la can-


tidad de protestas que se realizan frente al Palacio Munici-
pal y, en parte, por el carácter relacional de los conflictos.
Con esto último queremos señalar que distintas autoridades
gubernamentales que tienen residencia oficial en el Área
Centro son interpeladas por lxs vecinxs que llevan adelante
conflictos en distintos puntos del partido. Asimismo, en su
gran mayoría, las movilizaciones parten desde un determi-
nado barrio y culminan en el centro político del partido,
es decir el Área Centro de la ciudad de Mar del Plata.

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La conflictividad social en la historia reciente • 205

Finalmente, lo que es una obviedad, el Área Centro de la


ciudad alberga los símbolos del poder (edificio municipal) y
de la lucha popular (la plaza).

Mapa 1

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206 • La conflictividad social en la historia reciente

Por otro lado, el top 10 de la cantidad absoluta de conflictos


vecinales según barrio (tabla 8) nos permite poner en relación
los conflictos vecinales con el caudal de agravios que sufre cada
barrio. Para ello tomamos como referencia el Índice del Nivel
Socio-Habitacional (INSH) elaborado por Lucero (2016) con
datos del censo nacional 2010, que establece cuatro valores:
alto, medio, bajo y muy bajo. La investigación se circunscribe
a la ciudad de Mar del Plata por lo que no contamos con los
datos relativos a las localidades de Batán y Sierra de los Padres.
Para los restantes ocho barrios, se observa lo siguiente: el Área
Centro y el barrio Playa Grande presentan un INSH alto; por
otro lado, ninguno de los barrios del top 10 presentan INSH
muy bajo; los barrios 9 de Julio y El Martillo presentan un INSH
medio; los barrios Bernardino Rivadavia, Las Heras, Los Acan-
tilados y Cerrito Sur presentan una conjunción de INSH medio
y bajo; finalmente, Playa Serena exhibe un INSH bajo. De con-
junto, estos datos indican que, de los barrios que más conflic-
tos desplegaron en el periodo bajo estudio, la mayoría presenta
índices socio-habitacionales de nivel medio y bajo (seis barrios).
Los datos ponen de manifiesto que los barrios que desplegaron
más conflictos son aquellos que presentan condiciones socio
habitacionales adversas, pero no las peores. Por otro lado, la
activación vecinal en aquellos barrios que presentan un índi-
ce alto de condiciones socio-habitacionales (dejamos de lado el
área centro por las particularidades ya descritas) recurren a la
protesta excepcionalmente. En este sentido, quienes impulsan
la conflictividad barrial interpretan la situación material como
agravio en base a su economía moral colmada de nociones de
justicia e injusticia social (Thompson, 1984).
Con el objetivo de sopesar la sobrerrepresentación del
Área Centro elaboramos un índice de conflictividad vecinal
(ICV) para la comparativa interanual de la frecuencia de conflic-
tos, también en escala logarítmica.14 Como se puede apreciar en
el mapa 2, el Área Centro sigue con una incidencia excluyente

14 Para construir este índice dividimos la frecuencia de menciones de palabras que


refieren a alguna acción conflictiva sobre el total de conflictos y a este resultado lo

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La conflictividad social en la historia reciente • 207

por las mismas razones que ya esgrimimos. Sin embargo, tam-


bién se puede notar con claridad que la variación interanual
es pronunciada. Junto a la diferencia en la cantidad de barrios
implicados, se puede ver el grado de concentración/dispersión
barrial de los conflictos.

Mapa 2

Pese a ser un año con una cantidad menor de barrios


con conflictos, 2020 presenta una menor concentración de

multiplicamos por la cantidad de menciones de palabras que refieren a alguna


acciónconflictiva.

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208 • La conflictividad social en la historia reciente

conflictos en torno al Área Centro (la mancha naranja es


extendida) y una menor distancia entre el Área Centro y
los restantes barrios en lo que respecta al ICV (los barrios
en blanco/celeste/azul son menos que en años anteriores).
Una causa evidente de este rasgo es la aplicación por parte
del gobierno del ASPO, que impactó en la movilidad de las
protestas hacia el centro político. Otro año que presenta
rasgos similares es 2017. Contrariamente a la dispersión
que presentan estos dos años, 2016, 2018 y 2019 eviden-
cian una mayor concentración de la protesta, observada en
la ausencia de conflictos en una cantidad importante de
barrios (tonalidad azul).
Ahora vamos a ver la distribución barrial de los distin-
tos tipos de acciones. Al igual que en el mapa 2, elaboramos
un índice de conflictividad vecinal (ICV) para la comparati-
va entre formatos de acción, y lo aplicamos con escala loga-
rítmica. La diferencia reside en que las menciones refieren
a un tipo de acción particular.
Las acciones comunicacionales se muestran concentra-
das en torno al Área Centro. Esto se debe, principalmen-
te, a que la mayor parte de los comunicados se dirigen a
alguna autoridad municipal. Las manifestaciones también
se encuentran concentradas en torno al Área Centro; nue-
vamente su rol políticamente central vuelve a esta área un
destino casi obligado de la mayor parte de las movilizacio-
nes y concentraciones. Sin embargo, el formato manifesta-
ción presenta también una importante dispersión barrial,
poniendo de relieve la existencia de otros territorios signi-
ficativos para las movilizaciones. Finalmente, las reuniones
son otras de las acciones que tienen su incidencia mayor en
el Área Centro: esto se debe a que las sedes donde se llevan
a cabo la mayoría de las reuniones se encuentran allí ubi-
cadas: municipalidad, ministerios nacionales, ministerios
provinciales, etc. Sin embargo, también aquí emergen otros
territorios significativos para el formato reunión, aque-
llos donde se encuentran delegaciones municipales (Batán,

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La conflictividad social en la historia reciente • 209

Sierra de los Padres, y las zonas portuaria, norte y sur de


Mar del Plata).

Mapa 3

A diferencia de lo visto en relación a reuniones, mani-


festaciones y comunicados, los ataques desplazan a un
segundo lugar al Área Centro, ya que el índice mayor se
encuentra en el barrio Belisario Roldán (debido al apedreo a
la comitiva presidencial). Los bloqueos y ocupaciones tam-
bién desplazan a un segundo lugar al Área Centro, en este
caso el primer lugar lo ocupa el barrio San Juan (a razón del
bloqueo de lxs maleterxs en la nueva terminal). Finalmente,

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210 • La conflictividad social en la historia reciente

los cortes de calle y ruta desplazan al Área Centro al tri-


gésimo segundo lugar, y no hay en este caso un evento o
conflicto particular que explique su localización, como en
el caso de los ataques y los bloqueos.
Esto se explica por ciertos condicionantes para la pro-
ducción efectiva de este tipo de acciones, como la disposi-
ción de un punto en una arteria de circulación importante
en términos materiales y simbólicos. Un ejemplo son los
puntos de ingreso y egreso de vehículos automotores a la
ciudad, nos referimos a las rutas 2, 11, 88 y 226. En este
sentido, es necesario tener en cuenta que los cortes tienen
un contexto espacio-temporal social estructurado y estruc-
turante, facilitador a la vez que limitante (Sznol, 2007). Los
cortes no se hacen en cualquier lugar, hay un proceso de
selección de sitios para llevarlos a cabo, para quemar los
neumáticos, por ejemplo (Auyero, 2002a). Asimismo, los
cortes son liberadores. Liberan el espacio-tiempo de la lógi-
ca mandante de la ley del valor y producen nuevas subje-
tividades. Por otro lado, hay que destacar que las localiza-
ciones de los cortes de calle coinciden con los territorios
que Lucero (2016) incluye en el anillo exterior de la ciudad,
cuyos barrios se caracterizan por presentar un índice de
nivel socio-habitacional muy bajo. De conjunto, los lugares
que hacen a la efectividad del corte (las rutas) y los agravios
urbanos que viven lxs vecinxs de los barrios donde esos
lugares se emplazan, explican el comportamiento particular
del corte como formato de acción.
Para finalizar este apartado, vamos a ver cómo se da la
distribución barrial de los distintos tipos de demandas.

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La conflictividad social en la historia reciente • 211

Mapa 4

Como vimos, los seis tipos de acciones se reparten en


partes iguales, tres tipos encabezados por el Área Centro y
tres tipos encabezados por otros barrios. Por su parte, los
nueve tipos de demandas no se reparten balanceadamente.
Economía, Trabajo y Género y DD.HH. están encabezadas
por el Área Centro. Mientras tanto, Economía presenta una
alta concentración en el Área Centro y Batán; las otras dos
demandas presentan mayor dispersión (menos áreas azules

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212 • La conflictividad social en la historia reciente

y más de tonalidades naranja). Por su parte, las seis deman-


das restantes son lideradas por otros barrios y el Área Cen-
tro desciende al 3er puesto en Transporte, al 4º en Salud y
Educación, al 8º en Alimentación, al 9º en Infraestructura y
Vivienda y al 22º en Inseguridad. El predomino de las tona-
lidades naranjas en las demandas vinculadas a las cuestiones
de infraestructura y acceso al suelo y la vivienda, por un
lado, responden a su extensión y alcance barrial, la mayor
parte de los barrios presenta problemas de infraestructura.
Por otro lado, se condice con el alcance de los cortes y las
manifestaciones como formas predominantes en relación a
este tipo de demandas.
Al igual que en el caso de los cortes de calle, las deman-
das en torno a Alimentación se concentran en el anillo
exterior de la ciudad, donde se encuentran los barrios con
índices socio-habitacionales más bajos. Por el contrario, la
demanda Inseguridad se concentra en el anillo interior de
Mar del Plata, donde los barrios presentan índices socio-
habitacionales cercanos a la media. Evidentemente, el sesgo
del diario La Capital en cuanto a las secciones donde publi-
ca las noticias sobre reclamos de seguridad (“La Ciudad”
o “Policiales”) en función del sujetx que porta la demanda
está operando aquí y debe ser problematizado en futuros
avances.
Finalmente, si bien Educación presenta una locali-
zación más concentrada que Salud, ambas comparten un
patrón espacial que se explica por los lugares donde se
encuentran las escuelas y los centros de atención prima-
ria de la salud.
De conjunto, este set de mapas nos permite representar
la heterogénea espacialidad de la conflictividad vecinal. Las
formas y contenidos que presenta el devenir espacializa-
do de la protesta produce la reconstitución conflictiva del
espacio-tiempo social. Cada protesta, cada acción, no sólo
está condicionada por las capas del espacio-tiempo here-
dadas y que están dominadas por la configuración clasista
hegemónica: en su devenir, las acciones de protesta también

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La conflictividad social en la historia reciente • 213

producen capas espacio-temporales liberadas momentá-


neamente del yugo de la clase dominante. La protesta se
apropia y reconfigura, el espacio-tiempo dominado por la
ley del valor, lo reestructura y lo resignifica.

Coda

A lo largo de este capítulo hemos logrado construir dos


imágenes panorámicas de la conflictividad en la ciudad de
Mar del Plata a partir de la aplicación de técnicas compu-
tacionales: una referida a la conflictividad general, y la otra,
a la conflictividad vecinal. Los resultados obtenidos nos
permitieron testear nuestras conjeturas: la protesta barrial-
vecinal ocupa un lugar destacado dentro de la conflictivi-
dad social general durante el período 2016-2020; su tem-
poralidad y espacialidad están menos institucionalizadas
que la temporalidad y la espacialidad de otras protestas
como la laboral, la de género, o la estudiantil. Su distribu-
ción es espacial y temporalmente heterogénea, tendiendo
a concentrarse en los barrios (vecindarios) que presentan
índices medios y bajos en cuanto a condiciones socio-
habitacionales y algún grado de organización popular. El
conjunto de demandas más comunes se concentra en torno
al tópico “infraestructura”; la conflictividad barrial-vecinal
tiende a hacer un uso más extendido de las formas de lucha
menos institucionalizadas y más disruptivas, como son los
ataques, los cortes de ruta y calle, los bloqueos y las ocupa-
ciones. Finalmente, los cambios en las temporalidades, los
formatos de acción y las demandas durante 2020, expresan
cómo la pandemia condicionó las dinámicas, tanto de la
conflictividad general como de la vecinal.
El recorrido por la conflictividad social general y veci-
nal a lo largo del quinquenio nos permite ensayar periodi-
zaciones alternativas al calendario y a los tiempos institu-
cionales (mandatos y elecciones). Ambos, el calendario, con

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214 • La conflictividad social en la historia reciente

sus efemérides, y los tiempos institucionales, con sus plazos


de vencimiento y renovación, inciden decididamente sobre
la dinámica conflictual, al igual que, a su vez, lo hace esta
última sobre el calendario y los tiempos institucionales. Sin
embargo, estas dos aristas solas no alcanzan para ensayar
periodizaciones un poco menos elementales y recurrentes.
Lo primero que tenemos que decir es que las periodizacio-
nes ensayadas se componen de múltiples discontinuidades,
capas y pliegues espacio-temporales.
Según la caracterización realizada por el PIMSA y
con la cual acordamos, el quinquenio bajo análisis en este
capítulo estaría ubicado en un momento ascendente de la
lucha producto de una mayor unidad y alianza (Carrera
et al., 2020). Sin embargo, consideramos conveniente com-
plejizar aun más el análisis. Por un lado, podemos señalar
que, a grandes rasgos, hay cuatro intervalos de inflexión
en torno a la conflictividad general (incluida la vecinal): 1)
las luchas iniciales (2016) contra las políticas neoliberales
de los gobiernos de Cambiemos en lo local, provincial y
nacional, cuyo rasgo más característico es el aumento de la
cantidad de conflictos conjugado con su dispersión (menor
centralización)15; 2) los procesos de conformación de fuer-
zas sociales contra las políticas neoliberales que tienden a
confluir en las luchas (2017 y primer semestre de 2018),
cuyo rasgo más marcado es la reducción de la cantidad
de conflictos conjugada con una menor dispersión de las
luchas (mayor centralización) y cuyo epicentro catalizador
se ubica en la huelga general nacional con movilizaciones
y enfrentamientos del 18 de diciembre de 2017; 3) en el
contexto de agudización de la crisis económica a partir de
abril de 2018, las luchas finales contra las políticas neo-
liberales (segundo semestre de 2018 y 2019) que culmi-
nan con la derrota electoral de la alianza Cambiemos, este

15 Las nociones de dispersión/centralización refieren al grado de articulación


y unidad entre organizaciones sindicales y movimientos sociales en las
luchas del período bajo análisis (Carrera et al., 2020).

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La conflictividad social en la historia reciente • 215

momento se caracteriza por un aumento de la cantidad de


conflictos y acciones (hasta la huelga general nacional del
29 de mayo) en confluencia con un grado mayor de cen-
tralización de la lucha que también se expresa parcialmente
en el terreno electoral; 4) la reconfiguración de la dinámi-
ca conflictual por la conjunción del triunfo electoral del
Frente de Todxs, coalición electoral multipartidaria y multi-
ideológica, la cual integran algunos movimientos sociales y
organizaciones políticas progresistas y de izquierda partici-
pes de la conflictividad social del quinquenio, y la pandemia
de COVID-19, que implicó medidas extraordinarias como
el ASPO y el DISPO, aquí los rasgos predominantes son
la reducción de la frecuencia de conflictos y acciones y la
tendencia a la dispersión de las luchas populares.
Por otro lado, debemos apuntar que existen dos gran-
des temporalidades-territorialidades en la dinámica de la
protesta: 1) una referida a las organizaciones de alcance
nacional e internacional, como son, por ejemplo, el movi-
miento estudiantil, el movimiento obrero y el movimien-
to de mujeres, que tiene calendarios anuales que ordenan
gran parte de sus iniciativas en torno a espacios como los
lugares de trabajo, los establecimientos de enseñanza y la
plaza central de la ciudad; 2) otra vinculada a organiza-
ciones de anclaje local, en ocasiones sólo de tipo barrial,
cuyo calendario se organiza al ritmo de las necesidades más
acuciantes del momento (inundaciones, asaltos, violencia
machista, apropiaciones de terrenos y casas, cortes de luz,
etc.) como son, por ejemplo, las sociedades de fomento, los
clubes barriales, las organizaciones sociales y los grupos de
vecinxs autoconvocadxs en torno a las calles, avenidas y
rutas del barrio o adyacentes y los espacios barriales con
carga simbólica para la lucha, como plazas barriales, clubes,
sedes vecinales, etc. Mientras la primera presenta patrones
más estables y previsibles, la segunda carece de patrones
definidos y muestra una mayor imprevisibilidad en el ritmo
de sus acciones. Asimismo, la primera tiende a estar más
regulada e integrada y la segunda a estar más desregulada

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216 • La conflictividad social en la historia reciente

y menos integrada. Estas diferencias se detectan en el uso


más extendido que la conflictividad vecinal hace de las for-
mas de lucha menos institucionalizadas y más disruptivas,
como los ataques, bloqueos y cortes. También se detectan
en las modulaciones temporales, pues mientras la conflicti-
vidad general presenta una tendencia a la concentración de
conflictos durante los primeros semestres y en los años no
electorales; en el caso de la conflictividad vecinal emergen
particularidades propias y la tendencia tiende a desdibujar-
se. Las modulaciones propias del año de la pandemia (2020)
ilustran también esta baja institucionalización.
En la agenda de investigación anotamos algunos tópi-
cos para profundizar en otros trabajos el análisis de la
conflictividad barrial-vecinal iniciado en este capítulo. En
términos metodológicos, en primer lugar, pensamos en
ampliar el corpus de textos con notas provenientes de otros
portales noticiosos locales para ampliar la cobertura de
eventos de protesta ocurridos en la ciudad. Además, debe-
mos tener en cuenta que desde unos años atrás, con un hito
fuerte durante la pandemia, un territorio nuevo común a
lxs distintxs sujetxs de la protesta son las redes sociales y las
aplicaciones de mensajería instantánea (Hernández-Conde
et al., 2021; Liu, 2021; Pilgun et al., 2021; Sinpeng, 2021;
Tang & Cheng, 2022), por lo que proponemos incorpo-
rar corpus de textos, en principio de Twitter y Facebook.
En segundo lugar, consideramos necesario perfeccionar el
modelo de análisis computacional, mejorar los diccionarios
y aplicar algoritmos de clasificación supervisados, semi-
supervisados y no supervisados (Deutschmann et al., 2020).
Luego, en términos teóricos, en primer lugar, los datos aquí
analizados instalan la pregunta sobre qué explica que pese
a la centralidad cuantitativa de lxs vecinxs como sujetxs de
la protesta en General Pueyrredon, presenten como rasgo
particular la baja institucionalización de su dinámica con-
flictual. Para empezar a desentrañar el interrogante plan-
teado, en segundo lugar, nos parece relevante ensayar un
análisis comparativo directo entre la conflictividad laboral

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La conflictividad social en la historia reciente • 217

y la conflictividad vecinal, con la finalidad de identificar


semejanzas y diferencias en los procesos organizativos y de
lucha de lxs sujetxs preponderantes de la conflictividad en
General Pueyrredon.

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Segunda parte:
lo provincial

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4

La conflictividad social
en la Patagonia argentina

Un estudio centrado en el noreste de Chubut


desde 1983 a 2011

GONZALO PÉREZ ÁLVAREZ Y DEMIÁN SUÁREZ

Este trabajo consolida resultados sobre la conflictividad


social vivenciada entre 1983 y 20111 en una región específi-
ca de la Patagonia argentina: el noreste de Chubut. Analiza-
mos las características de la conflictividad en esta estructu-
ra económico-social, las articulaciones con lo nacional, los
sujetos y organizaciones que la protagonizan, las formas de
lucha utilizadas y los cambios que se produjeron de acuerdo
a la periodización construida.
Se incluyen 29 años de relevamiento, desde los últimos
meses de la dictadura militar (que ocupó el gobierno de
1976 a 1983) hasta el final de la primera presidencia de
Cristina Fernández (2007-2011). Esas fechas límites no
implican una periodización: se trata de una investigación
en desarrollo, en la cual incorporamos nuevos datos de
acuerdo a las posibilidades de sistematización. Los cortes

1 Se retoman elementos de Pérez Álvarez (2010, 2016a y 2017) y Pérez Álva-


rez y Suárez (2020). En cada avance se van sumando años al registro, modifi-
cando periodizaciones, extrayendo nuevos resultados y precisando los datos
relevados. Con relación al avance previo, este aporte incorpora dos años
(2010 y 2011) y corrige algunos datos -no significativos- en 1986.

teseopress.com 231
232 • La conflictividad social en la historia reciente

interiores sí se proponen desde un análisis que involucra


la dinámica de la conflictividad social, tanto a nivel nacio-
nal como regional.

La historia del territorio, la metodología y las fuentes

El noreste de Chubut tiene una compleja historia (Pérez


Álvarez, 2020) que en sus últimos 60 años estuvo mar-
cada por la implantación y posterior caída de un mode-
lo de industrialización subsidiada por el estado nacional
(Schvarzer, 1987; Pérez Álvarez, 2016b). Desde mediados
de 1950, la estructura económica regional puede definirse
como un “capitalismo de estado en enclaves”.2 En los años
60 se impulsó la instalación de industrias textiles en Trelew,
y en 1971 se creó su Parque Industrial. Al mismo tiempo se
implantaba ALUAR3 en Puerto Madryn.
La región vivió un marco de pleno empleo, con inau-
guración frecuente de nuevas plantas, mientras los sindi-
catos de ramas subsidiadas eran organizaciones de gran
peso social. Pese a ello, no consiguieron oponerse a la qui-
ta de beneficios para la región, ni a los despidos y cierres
que comenzaron a fines de los 80’s y que se extenderían
durante los 90.
La economía regional inició su crisis durante la década
del ‘80; en 1985 se registró la primera caída de la produc-
ción industrial y desde 1986-1987 se recortaron los bene-
ficios regionales, negando la promoción a nuevos proyec-
tos. A ello se sumó la problemática del estado provincial,
que pasó a percibir menos aportes por coparticipación y

2 Lo que define al capitalismo de estado en un país capitalista es la regulación


de la actividad económica por los grupos más concentrados de la economía,
mediante políticas de gobierno. La conceptualización se retoma de Iñigo
Carrera, Podestá y Cotarelo (1999).
3 Aluminio Argentino. Es la única productora de aluminio primario de
Argentina, y además, la fábrica de tecnología más avanzada en la Patagonia.
Ver Rougier (2011) y Pérez Álvarez (2019a).

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La conflictividad social en la historia reciente • 233

regalías petroleras. La hiperinflación de 1989 profundizó la


situación, acelerando la transformación regresiva.
Esa estructura económica pasó a configurarse como
un “…capitalismo de estado en enclave de grandes empre-
sas privadas en condiciones monopólicas” (Pérez Álvarez,
2013).4 Los monopolios acentuaron su dominio, y las polí-
ticas impulsadas desde el estado sólo beneficiaban al capi-
tal concentrado, desplazando a las pequeñas y medianas
industrias y empeorando las condiciones de vida de la masa
obrera explotada.
Nuestra fuente clave de registro han sido los diarios
regionales. La base de datos se construyó desde el Diario Jor-
nada, el más antiguo de la provincia (inaugurado en 1954 y
con circulación diaria hasta el presente). Se relevaron otras
publicaciones, a fin de completar vacíos o coberturas defec-
tuosas, integrando el Diario de Madryn, Diario de Rawson y
El Chubut. También se incorporaron entrevistas a trabaja-
dores, archivos oficiales y relevamiento bibliográfico.
La unidad de registro fue el hecho de rebelión (Engels,
1974), esto es “todo hecho colectivo de protesta o de lucha,
llevado a cabo por personificaciones de categorías econó-
micas, sociales o políticas, dirigido contra alguna expresión
del estado de cosas existente” (Cotarelo, 2009, p. 3). A partir
de esos hechos5 analizamos a los sujetos que los desarro-
llaron, las organizaciones convocantes y las formas de los
conflictos, estableciendo una periodización de los mismos.
Buscamos que el análisis sea comparable con el proceso
nacional, y para ello tomamos como esquema de registro
al que sigue el PIMSA (Programa de Investigación sobre el
Movimiento de la Sociedad Argentina; ver Iñigo Carrera
y Cotarelo, 2004).

4 Esto no implica que antes no existieran condiciones monopólicas, siendo


ALUAR el caso más evidente. La diferencia está en el rol clave que pasaron a
tener estas empresas en la formulación de las políticas de estado y en la pla-
nificación del futuro regional.
5 En este texto, y a fin de una redacción menos repetitiva, se utiliza "conflicto
social" o "protesta" como sinónimos de esa categoría conceptual.

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234 • La conflictividad social en la historia reciente

Consideramos que el noreste de Chubut constituye


una unidad económico-social con características dis-
tintivas, disímiles del noroeste o del sur provincial.
Esas particularidades deben entenderse como partes del
marco general que, a su vez, es constituido desde esas
múltiples particularidades (Marx, 1997). El vínculo entre
lo regional y nacional no puede enfocarse como una
contradicción excluyente; lo “regional” no plantea una
clave excepcional ni una mera repetición de lo general.
Se trata de un núcleo que combina y entrecruza las rela-
ciones de fuerzas generales con las locales (ver Andújar
y Lichtmajer, 2019) incidiendo desde ese vértice en la
dinámica general.

La conflictividad social en el noreste de Chubut

Presentamos un análisis de los hechos de conflicto social


a partir del registro sistematizado entre 1983 y 2011.
Observemos lxs sujetxs de la conflictividad:

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Cuadro 1. Hechos de rebelión entre 1983 y 2011 en el noreste de Chubut según sujeto6 que lo protagoniza

Año Asalariadxs Asalariad. + Estudiantes Pequeña Vecinxs y Deso- Pobres/ Militantes, Otros Total
otrxs burg. pobl. cupadxs villerxs dirig.

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1983 59 1 1 3 3 – 2 9 2 80

1984 137 2 8 – 2 – 2 11 15 177

1985 140 4 2 2 1 – 7 9 7 172

1986 153 6 5 6 4 11 8 193

1987 173 10 3 1 1 – 1 8 – 197

1988 166 7 7 5 2 1 – 8 – 196

1989 117 2 – 3 – – 1 5 2 130

1990 74 12 11 2 – 3 – 1 2 105

6 Asalariadx: incluye jubiladxs, profesionales asalariadxs y familiares de trabajadores. - Asalariadxs y otrxs: asalariadxs más pequeña
burguesía, estudiantes, patronxs, propietarixs, militantes, vecinxs, usuarixs, pobres, etc. - Estudiantil y comunidad educativa. -
Pequeña burguesía: comerciantes, empresarixs, propietarixs de medios de transporte, vendedores ambulantes, productorxs agro-
pecuarixs, profesionales, ahorristas. - Otrxs: familiares de víctimas, familiares de detenidxs, ecologistas, ex combatientes de Malvi-
nas, madres de un barrio, hinchas de club de fútbol, presxs, iglesias, pueblo.
La conflictividad social en la historia reciente • 235
1991 30 – 2 2 – – – – – 34

1992 44 2 1 2 1 – 4 – 1 55

1993 54 3 6 1 – – 2 – 1 67

1994 28 1 2 2 4 8 4 1 1 51

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1995 38 1 7 – – 4 – 1 – 51

1996 48 4 6 1 2 6 1 – 10 78

1997 53 6 2 3 5 13 5 1 – 88

1998 84 5 5 2 6 – – – 5 107

1999 86 11 8 6 – 7 2 6 3 129

2000 58 11 6 3 6 12 1 1 1 99

2001 105 13 16 10 3 23 1 1 7 179

2002ª 70 11 1 2 1 32 3 3 23 146

2002b 34 6 1 6 3 14 2 – 2 68
236 • La conflictividad social en la historia reciente

2003 46 2 2 1 2 33 12 1 3 102

2004 55 3 1 9 2 33 1 2 18 124

2005 120 8 14 6 1 26 3 3 5 186


2006 79 1 16 4 6 21 3 9 8 147

2007 156 3 2 4 3 10 5 8 6 197

2008 100 1 1 10 6 8 5 6 19 156

2009 134 2 7 1 8 10 6 6 10 184

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2010 112 1 2 9 6 6 6 6 26 174

2011 128 1 7 4 9 12 17 13 7 198

Total 2681 140 152 110 83 282 100 130 192 3870

% 69,3 3,6 3,9 2,8 2,1 7,3 2,6 3,4 5,0

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada. Nota: separamos el período enero-junio (2002a) y julio-diciembre (2002b).
La conflictividad social en la historia reciente • 237
238 • La conflictividad social en la historia reciente

A contrapelo de las interpretaciones que sostenían una


caída de los hechos protagonizados por asalariadxs (Fari-
netti, 1999; Schuster, 2005; Svampa, 2008)7, estxs aparecen
como el sujeto fundamental de la conflictividad regional
(como lo destacan Collado y Nieto, 2017).8 Casi el 70% fue-
ron desarrollados por asalariadxs, llegando esa proporción
casi al 73% si se suman “asalariadxs y otros”. Son el factor
clave, pero su centralidad parece ir reduciéndose con el
pasar de los años (esto se verá mejor en la periodización).
El siguiente sujeto, en cantidad de hechos, son lxs
desocupadxs. Concentran casi la totalidad de sus hechos
en la última década relevada, en especial entre el 2000 y
2006. Aunque para algunas perspectivas teóricas este sujeto
expresaría un “nuevo movimiento social”, es parte del grupo
social obrero: la fracción que no consigue vender su fuerza
de trabajo. De hecho, la condición de desocupadx es inhe-
rente a la de asalariadx, ya que sólo es consideradx en esa
situación quién procura, sin lograrlo, acceder a una relación
asalariada. Delimitamos esa categoría por razones analíti-
cas, sin que implique una diferenciación conceptual.
La relación entre ambas categorías se manifiesta en el
cuadro: si bien la proporción de hechos realizados por asa-
lariadxs tiende a bajar desde el 2000 al 2006 (a excepción del
2005), al considerar la sumatoria de hechos protagonizados
por asalariadxs y desocupadxs las proporciones se mantie-
nen semejantes. Volveremos sobre este rasgo al analizar la
rebelión por períodos.
También presenta una cantidad significativa el sujeto
estudiantil: otra expresión tradicional del conflicto. Dis-

7 Para el debate con estas perspectivas ver Izaguirre (2006).


8 Cotarelo (2016) sostiene “…la elaboración de una base de datos sobre hechos
de rebelión desde diciembre de 1993 en adelante nos permitió observar que
los trabajadores asalariados ocupados, organizados sindicalmente, seguían
siendo los principales protagonistas de la rebelión, lo que ponía en cuestión
la visión predominante en el mundo académico y político acerca de la pérdi-
da de importancia del movimiento sindical y el protagonismo casi absoluto
de los nuevos movimientos sociales” (p. 17).

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La conflictividad social en la historia reciente • 239

tintos agrupamientos, que muchos estudios han califica-


do de “nuevos sujetos” o “nuevos movimientos sociales”
(Jelin, 1985, 1987; Touraine, 1991; un enfoque distinto y
actualizado en Bonifacio, Wahren y Villagrán, 2017), repre-
sentan una proporción ínfima y por ello los agrupamos
como “otros”. Sólo son un factor clave durante ciertos años.
Durante 1984 se registran varias acciones protagonizadas
por presos, reclamando su libertad o mejores condicio-
nes, y algunos desde la categoría “pueblo”. En 1996 grupos
ecologistas impulsaron acciones contra el proyecto de un
basurero nuclear en la meseta central de Chubut. Durante
otros años, especialmente 2004, 2008 y el pico en 2010, la
mayoría de hechos de esa categoría los generaron familiares
de víctimas de delitos, reclamando penas contra lxs “delin-
cuentes” (Cotarelo, 2016).
Hay una fase especialmente relevante: entre inicios de
2001 y junio de 2002 registramos 30 hechos, que agru-
pamos en la categoría “otros”, realizados desde el sujeto
“pueblo”. Distintas fracciones sociales se manifestaron uni-
ficadas como campo popular, sin presentar sus reclamos
sectoriales como centrales y exigiendo transformaciones en
tanto fracciones excluidas del poder político.
A partir del segundo semestre de 2002, los conflictos
volvieron a fraccionarse. La evidente ruptura que se marca
a mediados de ese año nos llevó a tomar la decisión de pre-
sentarlo dividido en dos segmentos de seis meses cada uno.
Fue 2002 el único año con el que tomamos esta postura, ya
que allí se expresó una clara demarcación: desde junio-julio
comenzó a cerrarse la crisis de dominación9 abierta por la
insurrección espontánea de 2001 (Iñigo Carrera y Cotarelo,

9 Marcamos una distinción conceptual entre crisis de dominación y crisis


orgánica. Entendemos a esta última como un movimiento orgánico de la
sociedad, mientras la crisis de dominación es de coyuntura. En la crisis
orgánica el dilema es que no logran dirigir; en la de dominación es que no
pueden controlar la situación. Se trata de un marco de excepcional cuestio-
namiento a las instituciones a través de las cuales la clase dominante ejerce
su poder.

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240 • La conflictividad social en la historia reciente

2003). La importante caída de la cantidad de conflictos es


una primera evidencia de lo sostenido.
Otro rasgo a observar es la cantidad de hechos por año.
Vemos un alto número de conflictos hasta 1990 (con núme-
ros cercanos a los 200 en 1987-88) y una abrupta caída
desde 1991. A partir de allí, el registro se estabiliza en una
cifra baja pero en leve ascenso, hasta 1997. Desde ese año se
produjo un nuevo salto que establecería otro piso, de unos
100 hechos por año (casi el doble de los años anteriores).
Para 2001-02 se registró un considerable incremento, que
caería en 2003-04, recuperándose desde 2005 hasta 2011.
Podemos comprobar, entonces, que hasta 1990 se
registraba un estándar de conflictividad propio de la fase
anterior, con una cantidad de hechos superior a los años
posteriores. Ese momento de quiebre es el límite de la lucha
intentando sostener el modelo de polo de desarrollo, reivin-
dicación que finalmente fracasa.
Observemos qué sucede cuando analizamos los hechos
protagonizados por asalariadxs ocupadxs, discriminados
según sean realizados por quienes se desempeñan en
empleos estatales, privados o en conjunto:

Cuadro 2. Hechos protagonizados por asalariadxs ocupadxs, según hayan


sido realizados por trabajadorxs del sector estatal, privado o en conjunto,
entre 1983 y 2011 en el noreste de Chubut

Estatales Privadxs Conjunto Total

1983 19 31 10 60

1984 41 89 7 137

1985 50 85 9 144

1986 49 95 15 159

1987 93 73 7 173

1988 109 49 8 166

1989 64 53 – 117

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La conflictividad social en la historia reciente • 241

1990 56 18 – 74

1991 14 16 – 30

1992 17 26 1 44

1993 18 36 – 54

1994 6 22 – 28

1995 7 29 2 38

1996 14 30 4 48

1997 16 36 1 53

1998 26 58 – 84

1999 41 45 – 86

2000 17 38 3 58

2001 40 59 6 105

2002 a 55 15 – 70

2002b 27 7 – 34

2003 11 35 – 46

2004 23 32 – 55

2005 41 77 2 120

2006 23 56 – 79

2007 65 88 3 156

2008 42 57 1 100

2009 19 111 5 135

2010 26 84 3 113

2011 28 99 2 129

Total 1057 1549 89 2695

% s/Asal 39,2 57,5 3,3

% s/Total 27,3 40,0 2,3 69,6

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.

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242 • La conflictividad social en la historia reciente

Surgen dos resultados claves: el primero es la escasa


cantidad de protestas realizadas por ambos grupos. La
división entre estatales y privadxs es relevante, y enten-
demos que se explica por el rol que ha tenido el estado
en el desarrollo regional, tanto en el ámbito estatal
como en el formalmente privado. En muchas ocasiones,
lxs asalariadxs de empresas privadas reclamaron que el
estado provincial ocupase el rol que antes del ‘86-87
cumplía el estado nacional, subsidiando las inversio-
nes de empresas privadas. Por su parte lxs estatales
demandaban que esos recursos se destinasen al pago o
incremento de sus salarios.
El segundo, muestra que lxs asalariadxs del sector
privado protagonizaron la mayor cantidad de conflic-
tos (aun enfrentando condiciones más difíciles en sus
lugares de trabajo). Ese resultado también va a con-
tramano de las miradas más difundidas sobre la con-
flictividad reciente en Argentina (Duhalde, 2010; Frade,
2004; Gordillo, 2012), enfrentando un ‘sentido común’
(Nieto, 2010), que tiende a dar por demostrado que
lxs trabajadorxs estatalxs fueron el sujeto clave de la
protesta social en el país.
La mayoría de los hechos fueron realizados en
forma aislada; en ocasiones esto sucedió incluso durante
huelgas generales, instancias que anteriormente solían
generar ámbitos de unidad. La división se reforzó por
el agrupamiento de gran parte de lxs estatales en la
CTA (Central de Trabajadores de la Argentina): casi 2/
3 partes de las acciones en conjunto sucedieron durante
1984-88, previo a su formación.10
Como ya se destacó, se observa un alto grado de
conflictividad hasta 1989. Si bien entre lxs privadxs
las oscilaciones son menos marcadas, resalta la caída

10 Otros años portadores de varios hechos conjuntos fueron 1996 y


2001, en ambos casos a partir de huelgas convocadas por alguna frac-
ción de la CGT (Confederación General del Trabajo) con la CTA.

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La conflictividad social en la historia reciente • 243

abrupta desde 1990. Luego las cifras varían, siendo un


dato interesante que los dos extremos del lapso presen-
tan los números de conflictividad más altos en el sector
privado, durante fases de relativo bienestar económico.
Lxs estatales generaron una importante cantidad
de hechos entre 1986 y 1990, y en especial durante
1987-88, al profundizarse los recortes al gasto público.
Después de 1990 se produjo un claro descenso, sosteni-
do entre 1991 y 1998. Es un período caracterizado por
lo que denominamos un “acuerdo tácito” entre estatales
y el gobierno provincial, durante el cual lxs trabaja-
dorxs sostuvieron sus empleos pero sin accionar contra
la reducción de sus salarios. Eso acentuó la división
con lxs privadxs, quienes sufrieron continuos despidos
y suspensiones.
La baja cantidad de hechos registrada entre 1991
y 1997, continuando una tendencia que se inició en
1989, expresa la difícil recuperación de la rebelión tras
la derrota (Pozzi y Schneider, 1994) sufrida por lxs
trabajadorxs en 1989-91.
Son lxs asalariadxs – y dentro de ellos lxs agrupadxs
en empleos del sector privado -, quienes hubieron de
generar la mayor parte de la conflictividad. Veamos
cuáles fueron las organizaciones convocantes:

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244 • La conflictividad social en la historia reciente

Cuadro 3. Hechos entre 1983 y 2011 en el noreste de Chubut según


organización11 convocante

Sindi- Sindi- Multi- Empre- Estu- Desocu- Parti- Otros Total


cal cal y sec. saria diantil pad. dos y
otro org.

1983 57 – 1 3 1 – 9 9 80

1984 129 7 4 1 8 – 11 17 177

1985 141 5 – 3 4 – 9 10 172

1986 159 3 1 5 5 10 10 193

1987 172 5 6 1 3 – 7 3 197

1988 166 2 7 5 6 1 7 2 196

1989 118 1 – 3 – – 5 3 130

1990 74 3 8 2 4 3 1 10 105

1991 29 – – 2 2 – – 1 34

1992 46 1 – 1 1 – – 6 55

1993 53 4 – 1 4 – – 5 67

1994 27 1 3 2 2 8 1 7 51

1995 36 1 – – 6 5 1 2 51

1996 46 – 9 1 7 6 1 8 78

1997 54 3 2 3 2 13 – 11 88

1998 64 1 – 3 4 – – 35 107

1999 81 7 8 6 8 7 – 12 129

2000 58 5 5 3 6 12 – 10 99

2001 110 3 5 3 17 23 3 15 179

11 Sindical: incluye jubiladxs, profesionales asalariadxs y todas las instancias


de organización sindical, sean nacional, seccional, comisiones internas,
delegadxs, etc. Sindical y otros: sindical y partidos políticos, grupos de
DDHH, organizaciones vecinales, de pequeñxs propietarixs, estudiantiles,
multisectoriales, de desocupadxs, de empresarixs. Empresaria: de empresa-
rixs, profesionales y gubernamental. Estudiantil: incluye estudiantes y
comunidad educativa y estudiantes y grupos políticos. Otras: espontánea,
vecinal, autoconvocada, religiosa, de DDHH, familiares de víctimas, ecolo-
gistas, iglesias, pueblos originarios, presxs y familiares, etc.

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La conflictividad social en la historia reciente • 245

2002a 63 3 13 2 1 33 2 29 146

2002b 33 1 3 7 1 14 – 9 68

2003 46 – 3 – 2 34 1 16 102

2004 55 11 3 1 1 32 – 21 124

2005 121 9 4 – 15 26 4 7 186

2006 75 3 1 5 14 23 11 15 147

2007 144 5 2 4 2 11 8 21 197

2008 100 3 – 9 1 13 8 22 156

2009 134 3 – 1 7 14 6 19 184

2010 109 4 1 9 1 10 8 32 174

2011 123 3 3 7 8 24 13 17 198

Total 2623 97 92 93 143 312 126 384 3870

% 67,8 2,5 2,4 2,4 3,7 8,1 3,2 9,9

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.

La primera evidencia es la importancia de la organi-


zación sindical. Siempre fue la más convocante, aunque la
diferencia sería más acentuada durante los primeros años.
Allí también era relevante el peso de los partidos políti-
cos, explicado por la recuperación democrática y el creci-
miento de fuerzas de izquierda regionales (que se perdió
en 1990, recuperándose parcialmente desde 2005; Pérez
Álvarez, 2015).
El análisis cualitativo demuestra que la articulación
entre organizaciones se produce a partir de convocatorias
sindicales, en especial durante las huelgas generales. Lxs
desocupadxs también han logrado generar articulaciones
con otras fracciones, en especial, con lxs estudiantes, pero
esto sólo sucedió durante el auge de la movilización popu-
lar, entre 2001 y julio de 2002.
El importante porcentaje de “otros” (comparado con
la distribución por sujeto) se explica por el surgimiento de
episodios de movilización de algunos grupos u organizacio-

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246 • La conflictividad social en la historia reciente

nes, que luego irían perdiendo relevancia o se integrarían


(formalmente o sumando sus demandas) a organizaciones
tradicionales. Por ejemplo, en 1984-85 fueron relevantes
las protestas de presos y los hechos impulsados por fuerzas
represivas (acuartelamientos), que carecieron de convocato-
ria formal y se presentaron como “espontáneos”. También se
han registrado hechos generados por organismos de dere-
chos humanos, al igual que durante los últimos años estu-
diados (2005-2009). Desde 2003, como ya lo marcamos, la
categoría “otros” integra, centralmente, hechos convocados
por familiares de víctimas de crímenes.
A fines de los 90’s fue relevante el surgimiento de gru-
pos de trabajadorxs “autoconvocadxs”, conjuntos de asala-
riadxs que se organizaban por fuera de las estructuras sindi-
cales tradicionales. Adquirieron peso en 1998 e incidieron
en otros años. No se oponían a la organización sindical,
sino a sus dirigentes, y denunciaban que se les dificulta-
ba participar en el gremio. En los hechos, conformaron
embriones de sindicatos paralelos, con funcionamiento en
base a delegados y asambleas (en algunos casos, llegando a
ser reconocidos por instancias estatales). Su origen expre-
saba la pérdida de representatividad de algunas conduc-
ciones sindicales y el cuestionamiento hacia sus prácticas
antidemocráticas.
De 2005 a 2007 fue importante la cantidad de con-
flictos convocados por grupos de trabajadorxs que dispu-
taban con su propia conducción sindical. Cuerpos de dele-
gadxs, asambleas y comisiones internas, generaron acciones
enfrentando las posturas de las dirigencias. Es un rasgo
que a nivel nacional también registró Cotarelo (2009) y
que nuestro relevamiento ubica como hechos convocados
por la organización sindical. Lxs desocupadxs, como sujeto
u organización, no serían un protagonista relevante de la
conflictividad hasta el año 1994. Cuando el programa neo-
liberal transformó a una relevante porción de asalariadxs en
‘desocupadxs’, éstos comenzaron a organizarse y a movili-
zar desde esa nueva personificación social.

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La conflictividad social en la historia reciente • 247

Observaremos ahora cuáles fueron las formas que


adquirió la conflictividad social. Durante años se afir-
mó que se había producido un “cambio de repertorio” en
los instrumentos de protesta; según esas interpretaciones,
habrían perdido peso las huelgas y las acciones tradicionales
de la clase obrera:

Cuadro 4. Hechos entre 1983 y 2011 en noreste de Chubut según forma


o instrumento12 utilizado

Año/ Mani- Cortes Huelga Ocu- Saqueo Ata- Lock- Otros Total
forma festa- pación que out
ción

1983 35 – 42 – – – 1 2 80

1984 78 – 78 7 – 2 – 12 177

1985 85 1 70 8 – 3 1 4 172

1986 76 – 94 11 – 2 4 6 193

1987 99 – 70 10 – 5 – 13 197

1988 99 6 75 6 – 2 2 6 196

1989 58 1 64 1 – 1 – 5 130

1990 47 1 36 9 – 6 – 6 105

1991 17 – 12 2 – – – 3 34

1992 26 2 15 7 – 2 – 3 55

1993 26 1 21 12 – 1 – 6 67

1994 28 3 12 4 – 1 – 3 51

12 Manifestación: incluye marcha, carpas, escraches, radios abiertas, ollas


populares, festivales, abrazo a edificio, misas, asambleas públicas, caravanas,
clases públicas, cacerolazo, tractorazo, vigilia. Cortes: incluye corte de ruta y
de calle. Ocupaciones: de lugares de trabajo, facultades, escuelas, viviendas,
terrenos, locales, etc. Ataques: apedreos e incendios de edificios, medios de
transporte, locales, etc. Otros: huelga de hambre, motín carcelario, resisten-
cia a desalojo, encadenamiento, trabajo a desgano, acuartelamiento, cerco a
supermercado y legislatura, etc.

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248 • La conflictividad social en la historia reciente

1995 23 3 18 6 – 1 – – 51

1996 41 7 15 11 – – – 4 78

1997 51 7 9 15 – – 1 5 88

1998 68 3 23 8 – – 1 4 107

1999 85 5 24 11 – 1 – 3 129

2000 61 6 24 6 – 2 – – 99

2001 93 23 27 27 1 3 1 4 179

2002a 94 15 12 18 – 3 1 3 146

2002b 50 4 9 3 – – – 2 68

2003 56 18 13 12 – – – 3 102

2004 77 15 24 7 – 1 – – 124

2005 101 28 44 12 – – 1 186

2006 80 18 31 8 – 3 – 7 147

2007 105 12 64 10 – 4 2 – 197

2008 105 8 34 1 – 4 1 3 156

2009 94 25 35 15 – 9 1 5 184

2010 96 13 44 6 – 9 3 3 174

2011 111 11 48 21 – 6 – 1 198

Total 2065 236 1087 274 1 71 19 117 3870

% 53,4 6,1 28,1 7,1 0,002 1,7 0,5 3,0

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.

La protesta callejera (manifestaciones y cortes) agrupa


el 59,1% de los hechos, mientras que las huelgas mantienen
una importancia indiscutible. Veremos, en la distribución
por períodos, una tendencia a la reducción de las huelgas
que ya aquí se hace observable. En los primeros años hay
paridad entre manifestaciones y huelgas, pero eso cambia
abruptamente durante los 90’s. La huelga, sin el acompaña-
miento de otra acción que genere más contundencia, ya no
parece asegurar la consecución del objetivo.

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La conflictividad social en la historia reciente • 249

Aun así, la mentada caída de las herramientas tradicio-


nales de lucha no parece demostrarse. Sumando manifes-
taciones, cortes, huelgas y ocupaciones, – todos formatos
“clásicos” -, agrupan casi el 95% de los hechos.
Los cortes no aparecen como una forma significativa
recién hasta después del año 2000. Antes sólo tuvieron rele-
vancia durante años puntuales, por conflictos que utilizaron
de manera específica ese instrumento de lucha. En los pri-
meros años analizados, los cortes tuvieron poco peso, y se
destacaba la cantidad de huelgas. Luego de 2001, los cortes
consiguieron mayor incidencia, acercándose en ocasiones
al número de huelgas y siendo utilizados por asalariadxs,
pobres, vecinxs y fracciones empresarias.

Analizando los períodos

Periodizar la dinámica conflictual implica expresar la concep-


ción sobre las causas del movimiento de la sociedad y la manera
de delimitar sus puntos de quiebre. Dado que para nosotros la
lucha de clases es la que explica los procesos de cambio, identi-
ficamos esos hitos en el marco del enfrentamiento social.
El período relevado, en términos del movimiento orgánico
de la sociedad, abarca fases de dos ciclos históricos. El primero
comenzó en 1975-1976 y se cerró en 2001-2002, caracteriza-
do por el avance del capital financiero. Tras diciembre de 2001,
la alianza social que ocupaba el gobierno se fracturó, abrién-
dose un segundo ciclo, que integra los últimos años trabaja-
dos (2002-2011). Ellos son parte de otro ciclo, donde el capital
financiero ya no construye hegemonía, al menos no de forma
estable y duradera.
Esto permite observar cómo era la dinámica del conflicto
antes de la hegemonía neoliberal (primeros años de los 80),
durante el proceso de construcción de la misma, y en los años
en que se consolidó (Bonnet, 2008); a fines de los 90 e inicios
del nuevo siglo comenzó la caída de esa hegemonía, la crisis de

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250 • La conflictividad social en la historia reciente

dominación política (cuyo hito fue la insurrección del 2001),


y la posterior reconstrucción de la institucionalidad burguesa
(Bonnet, 2015; Cotarelo, 2016).
En términos nacionales, los trabajos que seguimos ubican
en 1993 el punto de inicio de un ciclo de rebelión que atrave-
só los 90 y se extendió hasta 2001 (Iñigo Carrera y Cotarelo,
2004). Observan un hito a fines de 1993, un segundo quiebre en
1996-97 y otro en 1999, iniciándose un período ascendente que
habría de desembocar en el diciembre de 2001; para nosotros
este último período se extendió hasta junio de 2002, cuando
comenzó una nueva fase (Pérez Álvarez, 2013).
Existen escasas investigaciones que propongan una perio-
dización del conflicto para los años previos. Los 80 han sido
poco explorados, en especial en clave de la conflictividad y su
relación de continuidad/ruptura con los 90 (Villanueva, 1994;
Iñigo Carrera, 2001, 2009).
El año 1983 tiene rasgos diferenciados, entre otros, la esca-
sa cantidad de hechos. Si bien durante los 90 se registran años
con cifras aun menores, para 1983 este dato se explica por tra-
tarse del año final de la dictadura. A partir del retorno al régi-
men constitucional se presentaría un marcado incremento de
la conflictividad, en especial del sector sindical: lxs trabajadorxs
de la región no parecían emerger de una profunda derrota.13
Aunque entre los años 1984-88 hay momentos en los que se
plantea un posible quiebre, optamos por presentar este perío-
do como un solo bloque por los rasgos similares que en él se
destacan.
Unificar cinco años en un solo período no implica ocul-
tar la heterogeneidad de situaciones que en él se vivenciaron.
Durante el primer bienio, 1984-85, resalta el rápido ascenso
de la conflictividad, cuya clave fue el final de la dictadura y el
retorno al régimen constitucional. Se sucedieron permanen-
tes conflictos por recomposición salarial y mejores condicio-
nes de trabajo; también fue relevante la movilización en torno

13 Existe una interesante polémica historiográfica sobre el tema. Ver una síntesis en
Ghigliani (2008) yunanálisis regional enPérezÁlvarez(2019b).

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La conflictividad social en la historia reciente • 251

al proceso de normalización sindical. En el plano local fueron


años de crecimiento económico, aunque ya en 1985 comenza-
ban algunos problemas por la nueva orientación que presenta-
ba el gobierno nacional (Pucciarelli, 2006).
En 1986 se ubica la bisagra entre el modelo que promovía
el polo de desarrollo en la región y el nuevo esquema donde las
pequeñas y medianas industrias serían desplazadas. Además, se
comenzaba entonces a impulsar políticas de ajuste en el estado
provincial. Desde allí se elevó la cantidad de conflictos, a cifras
que se mantendrían durante 1987-88.
El quiebre fue en 1989-90, cuando comenzaron a con-
solidarse los procesos de transformación socioeconómica que
ya estaban en curso. Si durante el período previo ubicamos a
1986 como una “bisagra”, aquí el polo desarrollista comenzó a
ser desmontado. Coincidiendo con diversos estudios (Donaire
y Lascano, 2002; Bonnet, 2002; Piva, 2006), vemos a la hiperin-
flación de 1989-1990 como un hito que permitió la realización
del capital financiero en Argentina y que también se vivenciaría
como una ruptura a nivel regional.
Recapitulando: hasta 1985 fueron claves los conflictos por
la normalización sindical, con debates sobre los modelos gre-
miales y acciones solidarias entre colectivos laborales. Esto
empezó a cambiar en 1986 y esa transformación se haría más
visible en 1987-88, con diversas luchas contra cierres de fábri-
cas que mostraban entonces la intención de una fracción obrera
a resistir la caída del polo desarrollista. Esa dinámica no lograría
sus objetivos, pero no se estaba (todavía) ante una derrota.
Hacia fines de 1988 y durante gran parte de 1989, las
expectativas de cambio se depositaron en el terreno electoral
(elecciones de presidente y gobernador), y muchos conflictos se
canalizaron hacia allí. Desde 1990 ya puede observarse cómo se
fue consolidando la hegemonía neoliberal en la región, aunque
todavía no se expresaba un desplome de la conflictividad: aún
parecía posible resistir.
Desde 1991, y hasta fines de 1993, se abrió un nuevo
período, caracterizado por una arrolladora ofensiva patronal.
La mayoría de lxs asalariadxs de la región intentaron construir

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252 • La conflictividad social en la historia reciente

una alianza con el capital menos concentrado, en la cual ellxs


tenían un rol subordinado, perdiendo iniciativa política. Allí sí
se expresó entonces la derrota: la conflictividad se derrumbó y
ya ni siquiera la resistencia parecía viable.
En un principio, lxs trabajadorxs quedaron aisladxs y frac-
turadxs, pero de a poco irían construyendo una nueva expe-
riencia sobre la situación que estaban sufriendo. El conflicto de
ALUAR (que se inició a fines de 1993 y culminaría en 1994) fue
un hito que evidenció rasgos del nuevo marco: lxs obrerxs avan-
zaron en su capacidad para resistir el avance del capital finan-
ciero, aunque todavía lo hacían de manera aislada y fragmen-
tada.14
La acumulación de aprendizajes hubo de expresarse en las
huelgas generales de 1996, las que lograron amplia convocato-
ria. Hacia el final de este período (1994-96), la clase ya no apare-
cía tan aislada ni dividida, ya que había conseguido recomponer
alianzas con otros sectores sociales.15
Demarcamos el siguiente período, existente entre
1997-99. Para Iñigo Carrera y Cotarelo (2004), allí la masa
obrera y popular volvió a fragmentarse por la coyuntura electo-
ral. La posibilidad de un recambio en el gobierno nacional divi-
diría a lxs asalariadxs; esa situación no se expresó en la región.
Quizás porque en Chubut se daba por segura la victoria del ofi-
cialismo, la mayoría de lxs movilizadxs siguió apostando a la
acción conflictiva como modo de impulsar sus reivindicacio-
nes.
En ese período surgieron los grupos de trabajadorxs
desocupadxs, que imprimirían nuevos rasgos al proceso. Se evi-
denció la voluntad de enfrentar a las fuerzas represivas, sur-
gió la forma asamblearia como expresión organizativa de los

14 Eneseconflicto,lxstrabajadorxsimpidieroneldescuentosalarialqueimpulsabala
empresa, pero sufrieron el despido del activismo sindical opositor a la UOM
(UniónObreraMetalúrgica, verPérezÁlvarez,2012).
15 MientrasanivelnacionalesasalianzasseconstruíanconsectoresopositoresaCar-
losMenem,enlaregiónsolíansumarsegruposvinculadosalPJ(PartidoJusticialis-
ta), ya que el gobierno provincial había estado en manos de la UCR (Unión Cívica
Radical)entre1991y2003.

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La conflictividad social en la historia reciente • 253

conflictos más radicalizados (Klachko, 2006), y se construyó


una nueva alianza con sectores de la pequeña burguesía, espe-
cialmente estudiantes.
De 2000 a junio de 2002 se abrió un período de ascenso,
que tuvo sus hitos regionales en las jornadas de marzo y abril de
200216, y en el corte de ruta de junio.17 Estos hechos fueron parte
del ciclo nacional: los primeros de la continuidad del diciembre
de 2001, y el segundo del quiebre impuesto por la masacre de
Avellaneda.18
El sujeto “pueblo”, que emergió en diciembre de 2001 y
siguió presente durante varios meses de 2002, fue desarticula-
do antes de 2003. Desde junio del 2002, los reclamos volvieron
a tener un predominante carácter corporativo. Se iniciaba un
nuevo período, extendido hasta fines del 2004, cuando volvió a
“normalizarse” la fragmentación y cayó la cantidad de conflic-
tos. La salida de la insurrección vía recomposición institucio-
nal llevó al descenso de los hechos de rebelión y a su división
corporativa.
Esto cambiaría en 2005, pero desde un nuevo piso de
contundencia. Las protestas pasaron a adquirir mayor impacto
social que las registradas antes del 2001, sin embargo, habían
recuperado el carácter corporativo y cada grupo daba “sus”
luchas por separado. Esto se reflejó en las grandes huelgas de

16 Del 13 al 19 de marzo se desarrolló un corte de la ruta nacional 3 en Trelew, que


obtuvo sus demandas y fortaleció a los grupos de desocupadxs. El 18 de abril,
desocupadxs, sindicatos y estudiantes enfrentaron la seguridad policial que cerca-
balaLegislaturadeChubut,enRawson,rompieronvidriosylaocuparon.Luegose
produjo una dura represión estatal y la detención de varios militantes. Este hecho
generó una ruptura entre los sectores radicalizados y quienes buscaban una salida
negociada.
17 En junio, los grupos de desocupadxs y la UOCRA (Unión Obrera de la Construc-
ción de la República Argentina) cortaron la ruta 3 en Trelew, simultáneamente y a
escasa distancia entre sí (alrededor de dos kilómetros), con amenazas de enfrenta-
miento y demandas sectoriales enfrentadas. El gobierno acordó con el sindicato y
aislóalxspiqueterxs; laaccióndeéstxsculminóenunaclaraderrota.
18 El 26 de junio de 2002 grupos piqueteros intentaron cortar los accesos a Capital
Federal desde el conurbano bonaerense, entre ellos el Puente Pueyrredón. La
represióndelgobiernonacionalyprovincialasesinóadosmilitantes:Maximiliano
KostekiyDaríoSantillán.Elimpactodeestaacciónfueclaveparadesarmarmoral-
mentelaescalada deluchas.

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254 • La conflictividad social en la historia reciente

pesquerxs, petrolerxs y docentes, y también durante la toma


universitaria de 2005.
Ubicamos a ese año como inicio del período 2005-2009.
Allí se expresó el regreso a formas más “tradicionales”: los
hechos tendieron a ser corporativos y perdieron dinamismo
los grupos de desocupadxs. Es una fase de recuperación econó-
mica, donde se generaron nuevos puestos de trabajo; muchxs
militantes de movimientos piqueteros consiguieron empleos y
dejaron esos agrupamientos. Fue desde lxs obrerxs ocupadxs
(entre ellos, muchxs antes desempleadxs) que se generaron nue-
vos conflictos. Éstos no trascendieron los límites del reclamo
económico más allá de la radicalización de ciertas metodolo-
gías.19
Volvieron a hacerse presentes distintos sectores de
izquierda en la conflictividad social. Varios reclamos tuvieron
como impulsores a grupos disconformes con las conducciones
sindicales, aunque esto no implicó que realizasen sus acciones
por fuera de la forma sindical. Cuerpos de delegadxs, comisio-
nes internas y asambleas disputaron la conducción de los con-
flictos.
En 2008 se plantea un quiebre, que demarcamos como ini-
cio de un nuevo período que llegaría hasta 2011. En una inves-
tigación en desarrollo, toda conclusión es relativamente pro-
visoria: esto se hace más patente para esta última fase, ya que
aún falta observar su continuidad. A nivel nacional, 2008 estuvo
marcado por la lucha de las patronales agrarias contra el pro-
yecto gubernamental de aumentar las retenciones a la exporta-
ción de soja (Armengol, 2015; Varesi, 2014; Giarracca, Teubal y
Palmisano, 2008). La victoria del sector de capital más concen-
trado expresó una modificación en los rasgos de la conflictivi-
dad social que también se expresaría en esta región.

19 Otro conflicto en ALUAR marcó la pauta. En la huelga de 2007 lxs trabajadorxs


desconocieron, por primera vez en 33 años, las actas esenciales del proceso pro-
ductivo, reclamando una recomposición salarial. A las pocas semanas se produjo
una tragedia en la obra de ampliación de la fábrica, muriendo once obreros de la
construcción: no hubo ninguna acción por parte de lxs metalúrgicxs, que poco
anteshabíanenfrentadotandecididamente alaempresa.

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La conflictividad social en la historia reciente • 255

Se incrementó el peso de las acciones de la pequeña bur-


guesía (aunque por debajo del período 2002b-2004) y especial-
mente de vecinxs y pobladorxs, con reclamos que hacían eje en
la “seguridad” y el derecho a la propiedad privada. En la misma
línea, la mayoría de las acciones registradas como “otros” fueron
desarrolladas por familiares de víctimas de delitos, exigiendo
penas más duras contra lxs “delincuentes”. Se incrementaron las
acciones de pobres y villerxs, cayendo las de desocupadxs: su
reclamo central fue por el acceso a tierra, vivienda y servicios.
Son sectores que en la fase de recuperación económica pudie-
ron acceder a un empleo pero no resolver el problema de la casa
propia.
Sintetizando, postulamos una periodización que presenta
a 1983 como parte de un ciclo previo, seguido por el período
1984-88 (de constantes conflictos obreros y una disputa que
parecía abierta), 1989-90 (como momento de ruptura y derrota
obrera), 1991 a junio de 2002 (expresión del ciclo de hegemo-
nía neoliberal y su posterior ruptura), y desde julio de 2002 al
2011 como un nuevo ciclo que integra la recomposición de la
institucionalidad burguesa, la “normalización” de las formas de
rebelión y, hacia el final, una relativa recomposición de elemen-
tos de la antigua hegemonía neoliberal.
Veamos entonces qué se observa cuando discriminamos
el relevamiento de acuerdo a la periodización propuesta.20 Allí
se evidencian algunas rupturas y continuidades en torno a las
características del conflicto social. En primer lugar, tomamos
a los sujetos:

20 Al no tratarse de períodos homogéneos temporalmente (ya que éstos están defini-


dos por criterios cualitativos), las comparaciones deben tomarse como indicado-
res,siendomásrelevanteslascifrasporcentuales quelasdecantidad.

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Cuadro 5. Hechos entre 1983 y 2011 en noreste de Chubut por sujeto que lo protagoniza según periodización

Asalariados Asalariados Estudiantes Peq. bur- Vecinos y Desocu- Pobres y Militantes, Otros Total
+ otros guesía pobl. pados villeros dirig.

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1983 59 1 1 3 3 – 2 9 2 80

% 73,7 1,25 1,25 3,7 3,7 – 2,5 11,2 2,5 –

1984-1988 769 29 25 14 6 1 14 47 30 935

% 82,2 3,1 2,7 1,4 0,6 0,1 1,4 5 3,2 –

1989-1990 191 14 11 5 – 3 1 6 4 235

% 81,3 5,9 4,7 2,1 – 1,3 0,4 2,5 1,7 –

1991-1993 128 5 9 5 1 – 6 – 2 156

% 82 3,2 5,8 3,2 0,6 – 3,8 – 1,3 –


256 • La conflictividad social en la historia reciente

1994-1996 114 6 15 3 6 18 5 2 11 180

% 63,4 3,3 8,3 1,7 3,3 10 2,8 1,1 6,1 –

1997-1999 223 22 15 11 11 20 7 7 8 324

% 68,7 6,8 4,6 3,4 3,4 6,2 2,2 2,2 2,5 –


2000-2002a 233 35 23 15 10 67 5 5 31 424

% 54,9 8,3 5,4 3,5 2,4 15,8 1,2 1,2 7,3 –

2002b-2004 135 11 4 16 7 80 15 3 23 294

% 45,9 3,7 1,3 5,4 2,3 27,2 5,1 1 7,8 –

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2005-2007 355 12 32 14 10 57 11 20 19 530

% 67,0 2,3 6,0 2,6 1,9 10,7 2,1 3,8 3,6 –

2008-2011 474 5 17 24 29 36 34 31 62 712

% 66,6 0,7 2,4 3,4 4,1 5,0 4,8 4,3 8,7 –

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.


La conflictividad social en la historia reciente • 257
258 • La conflictividad social en la historia reciente

Se observa un descenso en la participación de lxs


asalariadxs entre los años 84-88 y 2002b-2004, aunque
esa tendencia no parece ser definitiva: los dos períodos
más recientes registran un aumento, aunque por debajo
de los índices de los 80’s e inicios del 90´. No pode-
mos concluir en que exista una tendencia definitiva al
descenso de lxs asalariadxs como sujeto de la protesta,
aunque sí se observa una caída que tiende a balancearse
al sumar el aporte de lxs desocupadxs.
De todas maneras, debe destacarse una transforma-
ción significativa: se pasa de períodos donde la sumato-
ria de asalariadxs y asalariadxs + otrxs explica más del
85% de los hechos (1984-88 y 1989-90) a un período
(2002b-2004) donde ambas categorías integran el 49,6%
(sumando desocupadxs, llega al 76,8%). No puede con-
cluirse una tendencia definitiva, pero sí hay indicios
para sostener la posible existencia de este proceso.
Es evidente el aumento en el número de hechos
que registran lxs desocupadxs desde 1994 (aunque en
el período 1997-99 cae en términos relativos) hasta
2004; los últimos dos períodos presentan un importante
descenso absoluto y relativo de su número de hechos,
y un aumento porcentual de lxs asalariadxs y de otras
categorías (pequeña burguesía, vecinxs, pobres).
También la pequeña burguesía registra un relativo
aumento de hechos y de su incidencia en la conflictivi-
dad. Tal vez esto expresa el proceso de proletarización
que algunas de sus capas estaban atravesando (Donaire
y Rosati, 2010). Los militantes y dirigentes tienen activa
participación en los extremos, tanto durante la recupe-
ración del régimen constitucional como en los períodos
que agrupan de 2005 a 2011, evidenciando el retorno a
una disputa política mayor en lo regional.
Otro rasgo relevante es el porcentual al que llega
la categoría “asalariadxs y otrxs” en el momento de
mayor conflictividad (2000-2002a), desplomándose al

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La conflictividad social en la historia reciente • 259

corporativizarse la protesta.21 Por último, se hace evi-


dente el descenso de hechos desde 1986-88 hasta 1997,
cuando comenzó a ascender.
Resultados similares se registran al comparar los
hechos protagonizados por asalariadxs ocupadxs, según se
hayan desempeñado en empleos estatales o privados, por
período:

Cuadro 6. Hechos protagonizados por asalariadxs ocupadxs, según fuesen


realizados por empleadxs en sectores estatales, privados o en conjunto,
entre 1983 y 2011 en noreste de Chubut, por periodización

Estatales Privados Conjunto Total

1983 19 31 10 60

% 31,6 51,6 16,6

1984-1988 342 391 46 779

% 43,9 50,2 5,9

1989-1990 120 71 – 191

% 62,8 37,2 – –

1991-1993 49 78 1 128

% 38,3 60,9 0,8 –

1994-1996 27 81 6 114

% 23,7 71,1 5,2 –

1997-1999 83 139 1 223

% 37,2 62,3 0,5 –

2000-2002a 112 112 9 233

% 48,1 48,1 3,8 –

21 Esto no implica que un hecho protagonizado por asalariados y otros


sea necesariamente no corporativo, sino que en el 2000-2002a se
expresan tendencias en este sentido, registradas en el aumento de esa
categoría.

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260 • La conflictividad social en la historia reciente

2002b-2004 61 74 – 135

% 45,2 54,8 – –

2005-2007 129 221 5 355

% 36,3 62,3 1,4 –

2008-2011 115 351 11 477

% 24,1 73,6 2,3 –

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.

Se destaca la fragmentación en las luchas de ambas


fracciones. También se consolida la hipótesis de que la
división entre centrales sindicales hubo de solidificar la
fractura, quedando en la CGT la mayoría de los gremios
privados, y en la CTA, los estatales. Sólo los períodos
donde dicha partición no existía (1983 y 1984-88) pre-
sentan altos índices de conflictos conjuntos. El período
1994-1996, con importantes huelgas generales, también
muestra un momento de unidad, además de la excepcio-
nal fase 2000-2002a, momento en el cual las divisiones
del campo obrero y popular parecieron licuarse al calor
de la lucha.
En el lapso 1989-90 se destaca la conflictividad de lxs
estatales (hay registros semejantes para 1987-88), tratán-
dose de una fase de profunda transformación en el estado
provincial y nacional. Al mismo tiempo, lxs privadxs sufrían
el cierre de fábricas, despidos y suspensiones. Ese ataque
se prolongaría durante años, mientras entre lxs estatales
se imponía esa suerte de “acuerdo tácito” al que hicimos
referencia.
La evaluación de los hechos según organización convo-
cante muestra una distribución por períodos que coincide
con los rasgos descriptos.

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La conflictividad social en la historia reciente • 261

Cuadro 7. Hechos entre 1983 y 2011 en noreste de Chubut según


organización convocante, por periodización

Sindical Sindical Multi- Empres. Estud. Desoc. Parti- Otros Total


yotro sec. dosy
organi.

1983 57 – 1 3 1 – 9 9 80

% 71,2 – 1,25 3,75 1,25 – 11,25 11,25 –

1984- 767 22 18 15 26 1 44 42 935


1988

% 82,0 2,3 1,9 1,6 2,7 0,01 4,7 4,5 –

1989- 192 4 8 5 4 3 6 13 235


1990

% 81,7 1,7 3,4 2,1 1,7 1,3 2,5 5,5 –

1991- 128 5 0 4 7 – – 12 156


1993

% 82,0 3,2 0 2,6 4,5 – – 7,7 –

1994- 109 2 12 3 15 19 3 17 180


1996

% 60,6 1,1 6,7 1,7 8,3 10,6 1,6 9,4 –

1997- 199 11 10 12 14 20 – 58 324


1999

% 61,4 3,4 3,1 3,7 4,3 6,2 – 17,9 –

2000- 231 11 23 8 24 68 5 54 424


2002a

% 54,5 2,6 5,4 1,9 5,7 16,0 1,2 12,7 –

2002b- 134 12 9 8 4 80 1 46 294


2004

% 45,5 4 3 2,7 1,35 27,2 0,03 15,6 –

2005- 340 17 7 9 31 60 23 43 530


2007

% 64,2 3,2 1,3 1,7 5,8 11,3 4,3 8,1 –

2008- 466 13 4 26 17 61 35 90 712


2011

% 65,4 1,8 0,6 3,6 2,4 8,6 4,9 12,6 –

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.

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262 • La conflictividad social en la historia reciente

En un proceso semejante al que vimos en la distribu-


ción por “sujeto”, aquí se observa una caída relativa de los
hechos convocados por sindicatos, aunque con oscilaciones.
Se explica esto por el aumento de los hechos promovidos
por grupos de desocupadxs y del conjunto agrupado en
“otros”. Aunque no quedan dudas de que los sindicatos fue-
ron la organización clave, esto se ha fragmentado en com-
paración con la década del ’80 o los primeros años del ’90.
Finalmente, la distribución de las formas por período
muestra elementos de interés en torno a los cambios en la
configuración del conflicto.

Cuadro 8. Hechos entre 1983 y 2011 en el noreste de Chubut según forma


utilizada, por periodización

Mani- Cortes Huelgas Ocupac. Saqueos Ataques Lock- Otros Total


festac. out

1983 35 – 42 – – – 1 2 80

% 43,7 – 52,5 – – – 1,25 2,5 –

1984- 437 7 387 42 – 14 7 41 935


1988

% 46,7 0,07 41,3 4,5 – 1,5 0,7 4,3 –

1989- 105 2 100 10 – 7 – 11 235


1990

% 44,7 0,8 42,5 4,2 – 3,0 – 4,7 –

1991- 69 3 48 21 – 3 – 12 156
1993

% 44,2 1,9 30,8 13,5 – 1,9 – 7,7 –

1994- 92 13 45 21 – 2 – 7 180
1996

% 51,1 7,2 25 11,7 – 1,1 – 3,9 –

1997- 204 15 56 34 – 1 2 12 324


1999

% 63,0 4,6 17,3 10,5 – 0,3 0,6 3,7 –

2000- 248 44 63 51 1 8 2 7 424


2002a

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La conflictividad social en la historia reciente • 263

% 58,5 10,4 14,9 12,0 0,2 1,9 0,5 1,6 –

2002b- 183 37 46 22 – 1 – 5 294


2004

% 62,2 12,5 15,6 7,4 – 0,3 – 1,7 –

2005- 286 58 139 30 – 7 2 8 530


2007

% 54,0 10,9 26,2 5,7 – 1,3 0,4 1,5 –

2008- 406 57 161 43 – 28 5 12 712


2011

% 57,0 8,0 22,6 6,0 – 3.9 0,7 1,7 –

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada.

En todos los períodos se destaca la relevancia de los


hechos callejeros (manifestaciones y cortes). Sin embargo,
hay marcadas oscilaciones: mientras que en los últimos
períodos estas formas agrupan entre el 65 y el 75% de los
hechos, en los primeros sólo llegan al 50% (con excepción
de 1983, donde las huelgas superan las movilizaciones y
no hay cortes).
Esos cambios parecen explicarse por la pérdida de cen-
tralidad sufrida por la huelga como instrumento. En los
primeros períodos el porcentual de huelgas ronda el 40%
(llegando al 52% en 1983), para descender hasta estabilizar-
se por debajo del 20% en las fases recientes, a excepción de
las dos últimas donde existe un leve incremento. Se obser-
va un descenso de esa forma de lucha (que sólo pueden
realizar lxs asalariadxs ocupadxs) y el aumento de instru-
mentos – como cortes, marchas, etc. – que son utilizados
por diversos sujetos.
El descenso de las huelgas y el aumento de los cortes
evidencia una modificación en la forma del conflicto social.
Durante los últimos dos períodos se expresó la asociación
de huelgas con cortes de rutas y calles durante los conflictos
obreros más significativos. La huelga ya no parece garan-
tizar la victoria, o siquiera la visibilidad, de la demanda;
el corte es el que obliga al resto de la sociedad a verse

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264 • La conflictividad social en la historia reciente

implicada en el conflicto. Ante la movilidad del capital para


deslocalizar sus inversiones y buscar cuerpos dóciles que
acepten sus condiciones de explotación, lxs obrerxs necesi-
tan extender el conflicto por fuera del espacio laboral para
conquistar sus demandas. Son ellxs quienes intentan trans-
formar el conflicto laboral en una problemática de impacto
social y político.
Finalmente, las ocupaciones mantienen un número
relevante de hechos, con un aumento relativo durante los
años de recesión económica, explicado por las tomas de
fábrica ante los anuncios de cierre, quiebras o despidos.

A modo de cierre

El análisis de la conflictividad social en el noreste de Chu-


but entre 1983 y 2011 presenta diversos resultados, varios
de ellos ya destacados a lo largo del escrito. La presentación
de los cuadros permite realizar lecturas similares o alter-
nativas a las expresadas, comparándolas con registros de
conflictividad de otras regiones o de carácter nacional.
La dinámica conflictual en esta región toma un interés
específico, al tratarse de una estructura socioeconómica que
iría sufriendo profundos cambios durante el período abor-
dado. La caída de fábricas y la pérdida de puestos indus-
triales parecían hacer obvia la conclusión, sustentada por
muchos abordajes académicos, acerca de la supuesta des-
aparición o debilitamiento de lxs trabajadorxs como sujetos
clave de la conflictividad. El análisis de los hechos de rebe-
lión a lo largo de casi treinta años muestra que quienes
dependen de un salario para vivir (estén coyunturalmen-
te ocupadxs o desocupaxs) poseen una centralidad incues-
tionable para comprender la conflictividad social reciente.
La organización medular es el sindicato y las formas de
lucha fundamentales son las tradicionales (huelgas y mani-
festaciones callejeras). La periodización muestra una clara

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La conflictividad social en la historia reciente • 265

correlación con el ciclo nacional de rebelión, aunque con


algunas significativas particularidades.
Sin embargo, al observar los cambios por período sí
registramos una tendencia al descenso de la cantidad de
hechos protagonizados por asalariadxs ocupadxs, de las
acciones convocadas por sindicatos y de las huelgas. Estas
modificaciones expresan, de diversas formas, la transfor-
mación sucedida en la región durante el neoliberalismo y
los caminos que los sujetos subalternos formularon para
sostener sus reivindicaciones en el marco de la nueva rela-
ción de fuerzas.
Eso se evidencia, especialmente, en la tendencia a la
relativa pérdida de centralidad que durante los primeros
períodos tuvieron los sindicatos y huelgas, como efecto de
la desocupación estructural generada en los ‘90. Ante la
disponibilidad excedentaria de fuerza de trabajo, la sola
medida de negarse a trabajar no garantiza éxitos. Ahora
esas acciones deben ser acompañadas por instrumentos que
extiendan el conflicto más allá del ámbito laboral, como
los cortes. La continuidad del relevamiento dará elementos
para confirmar o descartar estas tendencias de cambio y
seguir afinando nuestros registros.

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Situaciones de conflicto laboral


en San Juan (2016-2019): sectores,
ramas y motivos
FRANCISCO FAVIERI, VERÓNICA ORELLANO, ADÁN MORALES ILLANES
Y MARIANO PADÍN

Introducción

El estudio de la conflictividad laboral implica dar cuenta


de los procesos dinámicos que supone el vínculo capital-
trabajo. Delfini, Drolas y Montes Cató (2014) señalan que
las relaciones laborales deben ser comprendidas en un sen-
tido amplio, es decir, que las mismas no se limitan al proce-
so productivo, sino que comprenden simultáneamente las
relaciones de control, dominación y explotación del siste-
ma capitalista en el proceso de trabajo. De esta forma, las
relaciones de trabajo en el capitalismo constituyen en sí
mismas el origen del conflicto, en tanto su base material se
sitúa en el proceso de trabajo, por medio del cual la fuerza
de trabajo se transforma en trabajo efectivo (Luque Balbo-
na, 2010). El antagonismo de intereses entre trabajadores
y empleadores es la manifestación de la lucha de clases al
interior de la organización de la producción: “…de ahí que
ambas partes pretendan utilizar la fuerza y movilizar recur-
sos para asegurar el predominio de sus propios intereses.
Las estrategias que adoptan inevitablemente chocan, y la
consecuencia obvia es el conflicto.” (Hyman, 1981 citado en
Luque Balbona, 2010, p. 43)

teseopress.com 271
272 • La conflictividad social en la historia reciente

Si bien el antagonismo y la asimetría de poder están


presentes, tanto en el proceso de circulación como en el
proceso de producción, es en este último donde el conflicto
se vuelve manifiesto. En el mercado, el trabajador poseedor
de su fuerza de trabajo se enfrenta al poseedor del dinero
como iguales, es decir, poseedores de mercancías sin dis-
tinciones (sólo de comprador y vendedor); sin embargo, en
la esfera de la producción la supuesta igualdad se trans-
forma en relaciones de dominación: el proceso de trabajo,
las actividades y el propio trabajador se encuentra bajo el
control del capitalista y el producto resultado de la labor es
propiedad del comprador de la fuerza de trabajo y no de su
productor (Luque Balbona, 2010). También la necesidad de
controlar y organizar el proceso de producción por parte
del capitalista está sujeto a la maximización de ganancias.
Al mismo tiempo, Luque Balbona (2010) señala que
las relaciones laborales (contrato de trabajo) se caracterizan
por un grado de indeterminación e incertidumbre en torno
a cómo la fuerza de trabajo se transforma en trabajo efec-
tivo, abriendo un terreno de conflicto en torno a intereses
contradictorios. De este modo, el modo en que se organiza
la producción constituye “… una lucha (si bien una lucha
desigual) entre el capital y el trabajo en torno a la tasa de
explotación de este último.” (Gintis, 1983 citado en Luque
Balbona, 2010, p.46).
Esto hace que los estudios sobre conflictividad laboral
no sólo se dirijan a estudiar los aspectos económicos que
dan origen a la manifestación de este fenómeno, sino tam-
bién a las formas de organización que los emprenden y a
los planteos políticos en tanto intereses que promueven a
las movilizaciones de los trabajadores y las trabajadoras.
El conflicto, entonces, es inherente a este modelo de pro-
ducción y diverge conforme a las fases de acumulación del
capital, entendiendo que cada parte readapta y reactualiza
sus formas al vincularse y cumplir sus objetivos en el mar-
co de las relaciones de trabajo. De este modo, se asume a
la conflictividad como una expresión multidimensional de

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La conflictividad social en la historia reciente • 273

las contradicciones –que en permanente movimiento- son


corporeizadas en sus diversos protagonistas como resisten-
cias a la progresiva explotación y alienación en sus espa-
cios de trabajo.
En este trabajo nos proponemos describir la dinámica
del conflicto laboral en la provincia de San Juan, y de forma
exploratoria, dar cuentas de los motivos que originaron las
situaciones de conflicto en el trabajo. Para ello, este capítu-
lo es dividido en 4 partes: metodología, resultados (carac-
terización general de las situaciones de conflicto laboral,
situaciones de conflicto según sectores -privado, público y
más de un sector-), debate y conclusiones. A continuación,
invitamos a su lectura.

Metodología

Definimos como Situación de Conflicto Laboral (de


aquí en más SCL) al episodio observable registrado
en los medios digitales que expresa la contraposición
de intereses entre empleadores y trabajadores con el
objetivo de alcanzar sus reivindicaciones laborales. Se
manifiesta en diferentes intensidades, pudiendo ser una
situación conflictiva de acción directa cuando se corres-
ponde con actividades que implican medidas de movi-
lización física entre sus protagonistas (paro, asamblea,
marcha, concentración, trabajo a reglamento, corte de
rutas y/o calles, toma, ejecución de acciones adminis-
trativas, negociación, acuerdo, escrache, entre otras), o
como enunciado de esas medidas, pero sin moviliza-
ción física.
Debe tenerse en cuenta que, cada SCL, puede referir
en un sentido socio-histórico a la dinámica y estructura
del conflicto. No lo hacen por sí solas, aisladas entre
sí, sino que su potencialidad se concreta cuando son
relacionadas con procesos más amplios.

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274 • La conflictividad social en la historia reciente

Con respecto a las fuentes de información, los


resultados que serán presentados a continuación corres-
ponden a tres periódicos digitales de la provincia de San
Juan: Diario La Ventana (https://diariolaventana.com/),
Diario de Cuyo (https://www.diariodecuyo.com.ar/) y
Diario Huarpe (https://www.diariohuarpe.com/). Cada
propuesta editorial combina aspectos que los constitu-
yen como medios de reconocida trayectoria e impacto
en la web.
Asimismo, destacamos que la importancia otorgada
a la noticia (en este caso, de una SCL) en términos de
publicación, contenido, ampliación y permanencia en la
web, queda supeditada a la decisión editorial de cada
medio digital. Por lo tanto, el registro de las situaciones
de conflicto laboral mediante estas fuentes no es exhaus-
tiva ni concluyente, por ello, la caracterización sobre
la dinámica de los conflictos laborales en este capítulo
debe considerarse como una apr aprooximación mediada bajo
las consideraciones mencionadas.
En cuanto al relevamiento, visitamos los sitios web
diariamente y de forma sistemática entre las 12:30 hs
a 13:30 hs. El rango horario nos permite establecer un
punto de referencia común frente a la vertiginosidad
en la publicación de contenido por cada sitio, permi-
tiendo a largo plazo mayor ajuste en la comparabilidad.
Por otro lado, el horario seleccionado supone que, los
eventos más importantes del día ya ocurrieron y, por lo
tanto, ya fueron anunciados o realizados.
Una vez que identificamos la nota, procedemos
a su impresión (guardando la información digitalizada
en archivos de formato liviano .pdf) para completar
luego un formulario de registro, que comprende los
siguientes campos:

a. Nombre del diario;


b. Fecha de publicación (día en que acontece la SCL);

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La conflictividad social en la historia reciente • 275

c. Nivel de agregación (si corresponde a un conflicto


cuyo origen involucra sólo a un departamento de
la provincia1, a más de un departamento, a toda
la provincia o es una expresión de origen nacional
a nivel provincial);
d. Desarrollo del conflicto (aquí identificamos si se
trata de una SCL como enunciación o como acción
directa);
e. Definición de la acción (entre las acciones que
incluimos se cuentan: acuerdo, anuncio, alerta, ame-
naza, asamblea, concentración, corte de rutas y/o
calles, ejecución de acciones administrativas, escra-
che, marcha, negociación, paro, toma y trabajo a
reglamento);
f. Ámbito de Despliegue de las acciones directas (en
el despliegue, las posibilidades pueden referirse a
expresiones en el local sindical, el lugar de trabajo,
una institución estatal o la vía pública);
g. Sector que se moviliza (como grandes sectores:
estatales, privados o más de un sector. También se
incluyen informales, desocupados y precarizados);
h. Sector según rama de actividad económica (se inclu-
yen: actividades primaras, explotación de minas
y canteras, industrias manufactureras, electricidad,
gas y agua, construcción, comercio, restaurantes y
hoteles, transporte, almacenamiento y comunicacio-
nes, establecimientos financieros, servicios empre-
sariales, administración pública, enseñanza, servi-
cios sociales y de salud, servicios comunitarios y
personales, servicios doméstico y expresiones como
“más de una rama”);

1 Capital, Rawson, Rivadavia, Chimbas, Santa Lucía, Pocito, Caucete,


Jáchal, Sarmiento, Albardón, 25 de Mayo, San Martín, Calingasta, 9 de
Julio, Angaco, Iglesia, Ullúm, Valle Fértil y Zonda.

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276 • La conflictividad social en la historia reciente

i. Protagonistas (entre los protagonistas se incluye el


nombre de la organización o grupo de personas que
se convocan para la ejecución de la SCL);
j. Adherentes a protagonistas, (bajo la figura de adhe-
sión a la organización o grupo de personas que se
convocan para la ejecución de la SCL);
k. Formas de organización (como sindicatos, fede-
raciones, centrales/confederaciones o autoconvoca-
dos);
l. Motivos del conflicto (responde al porqué de la
movilización, aquí se refiere a cuestiones de mejora
salarial, pagos adeudados, condiciones de trabajo no
salariales -horas, tareas, actividades, medio ambien-
te, tipo de contrato, blanqueo, incorporación, cum-
plimiento de acuerdos previos con empleadores,
despidos, continuidad laboral, suspensiones, empre-
sa en crisis/quiebra/vaciamiento-, solidaridad en
el reclamo de otras organizaciones, discriminación,
persecución, políticas impositivas y defensa de dere-
chos);
m. Mediaciones durante el conflicto (dependiendo el
tipo de SCL, puede encontrarse en medio de una
negociación paritaria, se indica al respecto si en ese
ámbito se pasa cuarto intermedio o es resultado de
una finalización exitosa, si existe una conciliación
obligatoria, si se menciona una reunión de partes
en la subsecretaría de trabajo en la provincia, o
bien, si el acuerdo es exitoso -más allá de la nego-
ciación colectiva-);
n. Destinatarios (refiere a quiénes se dirige la SCL,
pudiendo ser al Estado provincial, Estado Nacional,
empresas –particulares- y a empresas –como unio-
nes o federaciones-);
o. Duración del conflicto (menos de 1 día, 1 día, más
de 1 día, menos de 1 semana, 1 semana, más de 1
semana y menos de 1 mes, más de 1 mes y menos de

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La conflictividad social en la historia reciente • 277

1 semestre, 1 semestre, más de 1 semestre y menos


de 1 año, 1 año y más de 1 año) y;
p. Observaciones (es un campo abierto donde se inclu-
ye información adicional de otras fuentes, sirve
también para agregar dudas sobre el proceso de
carga y reflexiones sobre la SCL en general)

En este capítulo sólo trabajaremos con las siguientes


variables: nivel de agregación (resumen sobre origen de
conflicto: provincial o de carácter nacional), desarrollo
del conflicto (como acción directa o enunciación), sector
que se moviliza (resumen sobre sector: público, privado
o más de un sector), sector según rama de actividad
económica, formas de organización (bajo sindicatos o
uniones, federaciones, centrales o confederaciones y
como auto-convocados) y motivos de conflicto.
Respecto al tratamiento y análisis de las SCL: a cada
noticia le corresponde un número de registro (identifi-
cador) para determinar el flujo total de casos en la base
de datos, cada noticia refiere a una SCL.
Como el registro se realiza a través de diversos
diarios, es usual que se repitan casos que hagan refe-
rencia a la misma SCL para un mismo día. Por ello,
independientemente de la fuente original, seleccionamos
(filtramos) aquellos casos que brindan mayor precisión
informativa sobre la SCL de referencia durante ese día
de ocurrencia. Esos casos seleccionados son los que
utilizamos para la caracterización de la dinámica de los
conflictos. Posteriormente, analizamos la información
relevada a partir de las variables relevadas y sus combi-
naciones en tanto frecuencias absolutas y relativas para
su posterior descripción.

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278 • La conflictividad social en la historia reciente

Resultados

Contexto
Desde 2014, la provincia se encuentra en una etapa de
ralentización de la economía, en un contexto de crisis
a nivel nacional, según Manzanelli y Basualdo (2017).
En los años bajo estudio (2016-2019), el Producto Geo-
gráfico Bruto (PGB) de San Juan muestra variaciones
interanuales negativas para todos los sectores, siendo
mayores en el sector secundario, en particular durante
los años 2016 (-8,7%) y 2018 (-1,6%). En 2017, dichos
valores revierten la tendencia descendente sostenida
durante los años 2014, 2015 y 2016, presentado varia-
ciones positivas para servicios (6%) y el sector primario
(1,2) en 2017 (Ver IIEE, 2018).
Paralelamente, la desocupación desciende de forma
sostenida entre 2016 y 2018 (de 5,1% a 3,1% respec-
tivamente) y se incrementa 0,4 puntos en 2019 con el
3,5%; la tasa de actividad también aumenta en esos años
al igual que la tasa de empleo (ver cuadro Nº1). Por
otro lado, la presión sobre el mercado de trabajo exhibe
mayores variaciones: entre 2016 y 2017 se incrementa
de 24,5% a 32% para cada uno, desciende al 21,7% en
2018, para revertir luego la situación al aumentar en
2019 con el 42,1%. Dichas variaciones pueden explicarse
por el aumento de las personas ocupadas demandantes
de empleo (en particular, subocupados demandantes)
(ver cuadro Nº2).
Es importante destacar que los sectores de actividad
que generan más empleo en la provincia se posicionan
en el sector privado, siendo construcción, comercio e
industria manufacturera las ramas que caracterizan con
mayor frecuencia a la población ocupada en la provincia
(GESET, 2020). En este contexto, se presentan algunas
descripciones de los principales resultados sobre la con-
flictividad laboral en San Juan.

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La conflictividad social en la historia reciente • 279

Los conflictos en San Juan

Gráfico Nº 1. Evolución de situaciones de conflicto laboral según tipo


de acción. Años 2016-2019. San Juan. Frecuencias absolutas

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios


digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.

Durante el periodo 2016-2019 fueron registradas 694


SCL, entre ellas 394 eran acciones directas y 300, enuncia-
ciones. Como observamos en el gráfico anterior, las SCL en
2016 cuentan 197 situaciones, incrementándose en 2017 a
214. En los años siguientes, las SCL sostienen una tendencia
descendente, logrando registrar para 2018 190 conflictos
y sólo 93 para 2019.
Al desagregar las situaciones de conflicto laboral por
acciones directas y enunciaciones, destacamos que a lo lar-
go de la serie las primeras superan a las segundas, incluso
en el año 2019, cuando las acciones directas superan en una
sola SCL a las enunciaciones.
Por otro lado, al observar la distribución de las fre-
cuencias relativas por trimestre, se destacan el 1er trimestre

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280 • La conflictividad social en la historia reciente

de 2017 y el 2do trimestre de 2018, como los trimestres con


más SCL de toda la serie (11,8% y 10,4% respectivamente).
Para 2016 observamos un despliegue estable de los con-
flictos sin variaciones importantes y con valores cercanos
al 7%; sin embargo, para 2017, luego del pico en el 1er
trimestre, las SCL descienden al 4,8% en el 2do trimestre,
posteriormente se recuperan en el 3ro (8,2%) para descen-
der nuevamente en el 4to trimestre de ese año (6,1%).
El 1er trimestre de 2018 la conflictividad aumenta res-
pecto del trimestre anterior, logrando el 6,9% y continuan-
do la tendencia hacia el 2do trimestre de 2018 (10,4%) -
segundo valor más alto de toda la serie-, mientras que en los
trimestres siguientes descienden, con un 7,1% para el 3er
trimestre y un 3% para el 4to trimestre. A pesar de que las
SCL se recuperan en el 1er trimestre de 2019 (5%), el resto
de los trimestres en ese año sostienen un marcado descenso,
luego del 2do trimestre (4,5%), exhibiendo los valores más
bajos de toda la serie: 2,7% para el 3er trimestre de 2019 y
1,2% para el 4to trimestre de ese año.

Gráfico Nº 2. Evolución de situaciones de conflicto laboral. Años


2016-2019. San Juan. Frecuencias relativas

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios


digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.

teseopress.com
La conflictividad social en la historia reciente • 281

Al sumar las frecuencias relativas por trimestre


destacamos que los 1eros trimestres exhiben mayor
ocurrencia de situaciones de conflicto laboral (31,1%),
seguido por los segundos trimestres (26,7%) y con una
diferencia menor para los terceros (25,4%), mientras que
el valor más bajo se presenta para los cuartos trimestres
con un 16,9%. Para lograr mayor precisión explicativa
en las razones de ocurrencia sobre las variaciones obser-
vadas, se propone identificar los sujetos-protagonistas
que emprenden y conducen cada situación de conflicto.
Para ello, a continuación, se caracterizan a las situacio-
nes de conflicto laboral según sector y rama de acti-
vidad, haciendo referencia también a los motivos que
dan inicio a estos hechos. Es importante señalar que en
este capítulo trabajamos con las SCL sin desagregar en
acciones directas o enunciaciones.

Las situaciones de conflicto laboral según sectores


El sector público se posiciona en el primer lugar con
316 (46%) SCL frente a 275 (40%) del sector privado.
Destacamos que en la distribución, las expresiones con-
juntas en ambos sectores representan 103 (15%) de las
SCL durante los años bajo estudio, tal como presenta-
mos en la tabla siguiente:

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282 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla Nº 1. Evolución de situaciones de conflicto laboral por años


(2016-2019) y trimestres (1-4). San Juan. Frecuencias absolutas y relativas

Año Trimes- Público Privado Más de un Total general


tre sector

F. A F. R F. A F. R F. A F. R F. A F. R

2016 1T 31 4% 20 3% – 0% 51 7%

2T 25 4% 19 3% 5 1% 49 7%

3T 19 3% 25 4% 7 1% 51 7%

4T 15 2% 23 3% 8 1% 46 7%

Total 90 13% 87 13% 20 3% 197 28%

2017 1T 58 8% 15 2% 9 1% 82 12%

2T 19 3% 9 1% 5 1% 33 5%

3T 10 1% 45 6% 2 0% 57 8%

4T 16 2% 18 3% 8 1% 42 6%

Total 103 15% 87 13% 24 3% 214 31%

2018 1T 17 2% 15 2% 16 2% 48 7%

2T 41 6% 15 2% 16 2% 72 10%

3T 28 4% 12 2% 9 1% 49 7%

4T 5 1% 14 2% 2 0% 21 3%

Total 91 13% 56 8% 43 6% 190 27%

2019 1T 15 2% 16 2% 4 1% 35 5%

2T 5 1% 16 2% 10 1% 31 4%

3T 9 1% 9 1% 1 0% 19 3%

4T 3 0% 4 1% 1 0% 8 1%

Total 32 5% 45 6% 16 2% 93 13%

Total general 316 46% 275 40% 103 15% 694 100%

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios


digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.

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La conflictividad social en la historia reciente • 283

Gráfico Nº 3. Evolución de situaciones de conflicto laboral por años


(2016-2019) y trimestres (1-4). San Juan. Frecuencias relativas

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios


digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.

El avance en el tiempo de las expresiones de la con-


flictividad por trimestre señala al sector público como líder
en los primeros y segundos trimestres entre los años 2016,
2017 y 2018, siendo éste superado sólo en 2019 por el
sector privado durante esos trimestres. Por otra parte, el
sector privado se destaca por liderar los terceros y cuartos
trimestres, a excepción del 3er trimestre de 2018, donde el
sector público ocupa el primer lugar. En términos generales
señalamos que, a pesar de sostener una tendencia descen-
dente a lo largo de toda la serie, el sector público pierde
“estacionalidad” en el año 2019.
El comportamiento del sector privado es comparativa-
mente “más estable” frente al sector público. Exceptuando
el 2do y 3er trimestre de 2017, las expresiones de conflic-
tividad en este sector se sostienen sin variaciones impor-
tantes entre el 2% y el 3%; sin embargo, a partir del 3er
trimestre de 2019, desciende significativamente al igual que
el resto de los sectores

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284 • La conflictividad social en la historia reciente

Por otra parte, las situaciones de conflicto que com-


binan al sector público y al sector privado destacan una
participación sostenida que se incrementa desde el 1er tri-
mestre de 2016 hasta el 1er trimestre de 2017, con excep-
ción del 2do y 3er trimestre de ese año. Este tipo de expre-
siones aumentan, llegando a superar al sector privado en
situaciones de conflicto laboral durante el 1er y 2do tri-
mestre de 2018.
Ahora bien, las diferencias en la ocurrencia de situa-
ciones de conflicto laboral en cada sector en relación a su
despliegue trimestral pueden ser más precisamente expli-
cadas a partir de los motivos que las originaron. En las
páginas siguientes exhibimos la evolución y composición de
los motivos por sector, señalando además la participación
de las ramas de actividad que más contribuyen al quantum
global de la conflictividad.

Evolución y composición de los motivos en el sector privado


En términos absolutos, el sector privado sostiene igual par-
ticipación en situaciones de conflictos laborales (87 SCL)
entre los años 2016 y 2017, mientras que para los años
siguientes, desciende a 56 en 2018 y a 45 SCL en 2019. Del
total (275 SCL) durante el periodo, pagos adeudados es el
principal reclamo del sector (84 SCL), seguido por despidos,
continuidad laboral y suspensiones (70 SCL) y, en tercer
lugar, reclamos por mejoras salariales (32 SCL).
En términos de composición, el primero representa el
31%, el segundo el 25% y el tercero el 12% respectivamente
(ver tabla siguiente). A continuación, se realiza una bre-
ve caracterización del comportamiento de estos indicado-
res, combinando las frecuencias absolutas observadas y su
explicación en términos de composición por trimestre.
En relación a pagos adeudados, por año, ocupa el pri-
mer lugar en 2016 y 2018 con 31 y 23 SCL respectivamente,
que en términos de composición representan el 36% de los
conflictos en 2016 y el 41% de los ocurridos en 2017; sin

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La conflictividad social en la historia reciente • 285

embargo, es superado por despidos, continuidad laboral y


suspensiones en 2017 (34 SCL) -39% en la composición –
y en 2019 por mejoras salariales (13 SCL) -29% en la com-
posición de ese año-, posicionándose en el segundo lugar y
representando en 2017 el 22% de las situaciones de conflic-
to laboral y el 24% en 2019.
En su expresión trimestral, los motivos por pagos
adeudados contribuyen a explicar el 70% de las SCL en el
1er trimestre de 2016, el 50% en los 4tos trimestres de 2017
y 2018 y el 31% en el 1er trimestre de 2019; aunque su
participación trimestral es variable, se posiciona con mayor
frecuencia en los 1eros y 4tos trimestres; se destaca su pre-
sencia en 2018, explicando la mayor parte de la conflicti-
vidad en el sector durante ese periodo, donde también se
incrementan en la composición los motivos por empresas
en crisis al 47% (1er trimestre de 2018).
Con respecto a los motivos de reclamo originados por
despidos, continuidad laboral y suspensiones anualmente
lideran la segunda posición general, en el total de 2016 (20
SCL) y el primer lugar en 2017 (34 SCL) luego su frecuencia
de aparición en términos absolutos desciende a 8 SCL en
los años 2018 y 2019, siendo éstos superados en la segun-
da posición por empresa en crisis (11 SCL) y reclamos y
pagos adeudados (11 SCL). En relación a la composición
trimestral, observamos importantes contribuciones en el
2do y 3er trimestre de 2016 (37% y 36% respectivamente)
y durante todo el año 2017, exhibiendo su valor más alto
en el 3er trimestre de ese año y representando el 51% de
los motivos. Para los trimestres siguientes, logran explicar
la mayor aparición de conflictos en el 3er trimestre de 2018
con un 43% de las situaciones ocurridas y el 50% en el
4to trimestre.

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Tabla Nº 2. Evolución de situaciones de conflicto laboral en el sector privado según motivos por años (2016-2019) y trimestres
(1-4). San Juan. Frecuencias absolutas

Motivos 2016 2017 2018 2019 Total

teseopress.com
gene-
1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

Pagos 14 4 3 10 31 2 – 8 9 19 5 7 4 7 23 5 4 1 1 11 84
adeudados

Despidos/ 2 7 9 2 20 5 2 23 4 34 1 2 5 – 8 1 3 2 2 8 70
Continuidad
laboral/
sus-
pensiones

Salarios – 4 1 1 6 2 3 2 1 8 – 1 – 4 5 7 3 3 – 13 32
(mejora)

Condiciones 1 – 1 1 3 4 2 4 – 10 – 1 1 – 2 – 1 1 1 3 18
detrabajo
no
286 • La conflictividad social en la historia reciente

salariales

Cumpli- 2 1 4 2 9 1 1 1 1 4 1 – – 1 2 2 – – – 2 17
mientode
acuerdos
previos
Defensade – 2 4 2 8 1 – 3 1 5 – 1 – 1 2 1 1 – – 2 17
derechos

Empresaen – – 1 1 2 – – 2 2 4 7 2 1 1 11 – – – – – 17
crisis
(quiebra,
vaciamiento)

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Políticas 1 1 3 5 – – – – – 1 – – – 1 – 4 – – 4 10
impositivas

Sin dato – – 2 1 3 – 1 1 2 – – – – 1 – 1 6

Discrimina- – – – – – – – 1 – 1 – 1 1 – 2 – – 1 – 1 4
ción/
Persecu-
ción

Total 20 19 25 23 87 15 9 45 18 87 15 15 12 14 56 16 16 9 4 45 275
general

Fuente:Elaboraciónpropiaenbaseanoticiaspublicadasenmediosdigitales:DiariodeCuyo,DiarioHuarpe,DiarioLaVentana.
La conflictividad social en la historia reciente • 287
Tabla Nº 3. Composición de situaciones de conflicto laboral en el sector privado según motivos por años (2016-2019)
y trimestres (1-4). San Juan. Frecuencias relativas

Motivos 2016 2017 2018 2019 Total


gene-
1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

teseopress.com
Pagos 70% 21% 12% 43% 36% 13% 0% 18% 50% 22% 33% 47% 33% 50% 41% 31% 25% 11% 25% 24% 31%
adeuda-
dos

Despidos/ 10% 37% 36% 9% 23% 33% 22% 51% 22% 39% 7% 13% 42% 0% 14% 6% 19% 22% 50% 18% 25%
Continui-
dad
laboral/
suspen-
siones

Salarios 0% 21% 4% 4% 7% 13% 33% 4% 6% 9% 0% 7% 0% 29% 9% 44% 19% 33% 0% 29% 12%
(mejora)

Condicio- 5% 0% 4% 4% 3% 27% 22% 9% 0% 11% 0% 7% 8% 0% 4% 0% 6% 11% 25% 7% 7%


nes de
trabajo
no
288 • La conflictividad social en la historia reciente

salariales
Cumpli- 10% 5% 16% 9% 10% 7% 11% 2% 6% 5% 7% 0% 0% 7% 4% 13% 0% 0% 0% 4% 6%
miento
de
acuerdos
previos
(con
emplea-
dores)

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Defensa 0% 11% 16% 9% 9% 7% 0% 7% 6% 6% 0% 7% 0% 7% 4% 6% 6% 0% 0% 4% 6%
de
derechos

Empresa 0% 0% 4% 4% 2% 0% 0% 4% 11% 5% 47% 13% 8% 7% 20% 0% 0% 0% 0% 0% 6%


en crisis
(quiebra,
vacia-
miento)

Políticas 5% 5% 0% 13% 6% 0% 0% 0% 0% 0% 7% 0% 0% 0% 2% 0% 25% 0% 0% 9% 4%


impositi-
vas

Sin dato 0% 0% 8% 4% 3% 0% 11% 2% 0% 2% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 11% 0% 2% 2%

Discrimi- 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 2% 0% 1% 0% 7% 8% 0% 4% 0% 0% 11% 0% 2% 1%
nación/
Persecu-
ción

Total 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%
general

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios digitales: DiariodeCuyo,DiarioHuarpe, DiarioLaVentana.
La conflictividad social en la historia reciente • 289
290 • La conflictividad social en la historia reciente

En relación a los reclamos por mejora salarial, su posi-


ción en tanto frecuencias absolutas sostiene el tercer lugar
en los años 2016 y 2017 con un leve aumento de 6 SCL a
8 SCL respectivamente, luego desciende a 5 SCL en 2018
y ocupa el primer lugar en 2019 con 13 SCL. En relación
a la composición, se destaca su participación durante el
2do trimestre de 2016, representando el 21% y ocupando el
segundo lugar en tanto ocurrencia, mientras que en 2017
logra el primer lugar con el 33% en ese trimestre. Luego,
las mayores concentraciones se observan en 2018, caracte-
rizando al 29% de las SCL ocurridas en el 4to trimestre de
ese año y logrando posicionarse en el primer lugar durante
el 1er trimestre de 2019 con el 44%.
Para el resto de motivos se destaca condiciones de tra-
bajo no salariales con importante participación en la com-
posición trimestral durante el 1er y 2do trimestre de 2107
(27% y 22% respectivamente) y los 3eros y 4tos trimestres
de 2019 (11% y 25% para cada uno).
En términos globales los motivos asociados a pagos
adeudados, despidos, continuidad laboral y suspensiones,
mejoras salariales y condiciones de trabajo no salariales
lideran entre las causas que se despliegan desde el sector
privado. Por otra parte, en la relación trimestral, los pagos
adeudados se concentran con mayor frecuencia entre los
1eros y 4tos trimestres de cada año, los motivos por despi-
dos, continuidad laboral y suspensiones se encuentran fre-
cuentemente entre los 2dos y 3eros trimestres de cada año,
mientras que aquellos motivos relacionados a las mejoras
salariales suelen hacerlo en los 2dos trimestres de cada año.
Eventualmente, comparten los tres las primeras y segundas
posiciones entre ellos.
Por último, los motivos relacionados a condiciones de tra-
bajo no salariales al igual que empresa en crisis, por ejemplo,
parecerían ser expresiones más ajustadas a situaciones particu-
lares y no tanto a reclamos “más sistemáticos” con una ocurren-
cia sostenidamente visible y asignable a un trimestre en parti-
cular.

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La conflictividad social en la historia reciente • 291

Evolución y composición de los motivos en el sector


público
El motivo de movilización que caracteriza al sector público
y que ocupa el 49% de la expresión sobre el conjunto de
SCL es el relacionado a las mejoras salariales. Se concentran
fundamentalmente entre el 1er y 2do trimestre. Durante
2016 se registraron 42 SCL asociadas a este motivo, luego
el número se incrementa a 64 SCL, y desde ese año des-
ciende a 37 SCL para 2018, mientras que en 2019 mejoras
salariales exhibe el valor más bajo de toda la serie: 12 SCL.
En segundo lugar, se posiciona defensa de derechos, que
representa el 16% de todas las situaciones de conflicto del
periodo para este sector. En términos absolutos, los valores
observados son sensiblemente menores, obteniendo 16 SCL
en 2016, descendiendo para 2017 a 13 SCL y recuperándo-
se al siguiente (16 SCL) para descender a 6 SCL en 2019.
En tercer lugar y con una representación menor (8%) en la
composición, entre 2016 y 2019 se encuentran los motivos
por despidos, continuidad laboral y suspensiones; se desta-
ca su participación en términos absolutos en 2018, cuando
logra reunir 14 SCL. Para el resto de los motivos, se observa
menor ocurrencia y mayor dispersión.
Volviendo al análisis de los motivos salariales, éste
explica a más del 50% de las situaciones de conflicto en
los 1eros trimestres de 2016 (68%), de 2017 (74%) y 2018
(53%) al igual que en los 2dos trimestres, aunque en menor
proporción, siendo la excepción el año 2019, donde el 3er
trimestre de 2019 ocupa el primer lugar con un 56% frente
al 40% observado en el 1er trimestre de ese año (segundo
lugar). Los reclamos y motivos en defensa de derechos se
concentran en los 3eros y 4tos trimestres con mayor fre-
cuencia relativa, con valores que representan entre el 20
al 30% de las situaciones de conflicto en la composición.
Por último, despidos, continuidad laboral y suspensiones
también suelen presentar similar comportamiento, aunque
con valores más bajos.

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Tabla Nº 4. Evolución de situaciones de conflicto laboral en el sector público según motivos por años (2016-2019) y trimestres
(1-4). San Juan. Frecuencias absolutas

Motivos 2016 2017 2018 2019 Total

teseopress.com
gene-
1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

Salarios 21 10 8 3 42 43 13 5 3 64 9 17 10 1 37 6 1 5 – 12 155
(mejora)

Defensa 2 4 5 5 16 2 1 – 10 13 2 7 6 1 16 4 1 – 1 6 51
de dere-
chos

Despidos/ 2 – 2 3 7 1 – 2 3 1 5 7 1 14 1 1 – – 2 26
Continui-
dad labo-
ral/sus-
pensiones

Sin dato – 5 1 – 6 4 2 1 – 7 1 4 2 2 9 1 1 1 – 3 25
292 • La conflictividad social en la historia reciente

Condicio- – 2 – 2 4 1 – 3 – 4 1 6 – – 7 – – – – – 15
nes de tra-
bajo no
salariales
Cumpli- 2 4 2 1 9 5 – – – 5 – – – – – 1 – – – 1 15
miento de
acuerdos
previos
(con
empleado-
res)

teseopress.com
Solidari- 3 – – – 3 3 3 2 1 – – 3 1 3 2 6 15
dad

Pagos 1 – – 1 2 1 – 1 – 2 – 1 3 – 4 1 – – – 1 9
adeuda-
dos

Discrimi- – – – – – 1 – – – 1 1 – – – 1 1 – – – 1 3
nación/
Persecu-
ción

Empresa – – – – – – – – 1 1 – – – – – – – – – – 1
en crisis
(quiebra,
vaciamien-
to)

No corres- – – 1 – 1 – – – – – – – – – – – – – – 1
ponde

Total 31 25 19 15 90 58 19 10 16 103 17 41 28 5 91 15 5 9 3 32 316


general

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.
La conflictividad social en la historia reciente • 293
Tabla Nº 5. Composición de situaciones de conflicto laboral en el sector público según motivos por años (2016-2019)
y trimestres (1-4). San Juan. Frecuencias relativas

Motivos 2016 2017 2018 2019 Total


gene-
1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

teseopress.com
Salarios 68% 40% 42% 20% 47% 74% 68% 50% 19% 62% 53% 41% 36% 20% 41% 40% 20% 56% 0% 38% 49%
(mejora)

Defensa 6% 16% 26% 33% 18% 3% 5% 0% 63% 13% 12% 17% 21% 20% 18% 27% 20% 0% 33% 19% 16%
de
derechos

Despidos/ 6% 0% 11% 20% 8% 2% 0% 0% 13% 3% 6% 12% 25% 20% 15% 7% 20% 0% 0% 6% 8%


Continui-
dad
laboral/
suspen-
siones

Sin dato 0% 20% 5% 0% 7% 7% 11% 10% 0% 7% 6% 10% 7% 40% 10% 7% 20% 11% 0% 9% 8%

Condicio- 0% 8% 0% 13% 4% 2% 0% 30% 0% 4% 6% 15% 0% 0% 8% 0% 0% 0% 0% 0% 5%


nes de
294 • La conflictividad social en la historia reciente

trabajo
no
salariales
Cumpli- 6% 16% 11% 7% 10% 9% 0% 0% 0% 5% 0% 0% 0% 0% 0% 7% 0% 0% 0% 3% 5%
miento
de
acuerdos
previos
(con
emplea-
dores)

teseopress.com
Solidari- 10% 0% 0% 0% 3% 0% 16% 0% 0% 3% 12% 2% 0% 0% 3% 0% 20% 33% 67% 19% 5%
dad

Pagos 3% 0% 0% 7% 2% 2% 0% 10% 0% 2% 0% 2% 11% 0% 4% 7% 0% 0% 0% 3% 3%


adeuda-
dos

Discrimi- 0% 0% 0% 0% 0% 2% 0% 0% 0% 1% 6% 0% 0% 0% 1% 7% 0% 0% 0% 3% 1%
nación/
Persecu-
ción

Empresa 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 6% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
en crisis
(quiebra,
vacia-
miento)

No 0% 0% 5% 0% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
corres-
ponde

Total 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%
general

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.
La conflictividad social en la historia reciente • 295
296 • La conflictividad social en la historia reciente

Es importante destacar que, en general, los motivos


salariales explican casi la mitad de los conflictos en este
sector y se posicionan en los 1eros y 2dos trimestres con
mayor frecuencia. En tanto que defensa de derechos, despi-
dos, continuidad laboral y suspensiones ocupan el segundo
y tercer lugar respectivamente en términos absolutos y en
relación a la composición general, y suelen concentrarse
alrededor de los 3eros y 4tos trimestres de cada año.
Se observa además, una importante dispersión para el
resto de motivos. Sin embargo, dependiendo del año, algu-
nos tienen más participación y persistencia que otros, como
es el caso de condiciones de trabajo no salariales durante
el 4to trimestre de 2016 y el 3er trimestre de 2017; o las
expresiones de cumplimiento de acuerdos previos, situa-
ción común de ocurrencia en todos los trimestres de 2016;
o bien, las expresiones de solidaridad que se observan entre
el 1er trimestre de 2018 y el 2do trimestre de 2019.

Evolución y composición de los motivos en más de un sector


En las expresiones de reclamo conjunto sectorial se des-
tacan dos motivos preponderantes: defensa de derechos y
reclamos por mejora salarial. En la composición, el prime-
ro representa el 46% de las SCL mientras que el segundo
lo hace con un 37%. Se observa que la mayor cantidad de
expresiones de este tipo suceden en 2018, con 43 SCL, al
tiempo que desde 2016 hubo una tendencia creciente leve
(20 SCL en 2016 y 24 SCL en 2017). Es importante destacar
que durante 2017 y 2018 los motivos por mejoras salariales
lideran con el 54% y el 44% respectivamente.

teseopress.com
Tabla Nº 6. Evolución de situaciones de conflicto laboral en más de un sector según motivos por años (2016-2019) y trimestres
(1-4). San Juan. Frecuencias absolutas

Motivos 2016 2017 2018 2019 Total

teseopress.com
gene-
1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

Defensa – 1 3 4 8 1 1 2 7 11 3 3 7 2 15 3 9 1 – 13 47
dedere-
chos

Salarios – 1 2 2 5 8 4 – 1 13 8 10 1 – 19 – – – 1 1 38
(mejora)

Otros – 3 2 2 7 – – – 0 5 3 1 – 9 1 1 – 2 18

Total 5 7 8 20 9 5 2 8 24 16 16 9 2 43 4 10 1 1 16 103
general

Otros:seincluyenpolíticasimpositivas,despidos/continuidadlaboralysuspensiones,solidaridadenreclamodeotrasorganizacionesyseguridad.
Fuente:Elaboraciónpropiaenbaseanoticiaspublicadasenmediosdigitales:DiariodeCuyo,DiarioHuarpe,DiarioLaVentana.
La conflictividad social en la historia reciente • 297
Tabla Nº 7. Composición de situaciones de conflicto laboral en más de un sector según motivos por años (2016-2019)
y trimestres (1-4). San Juan. Frecuencias relativas

Motivos 2016 2017 2018 2019 Total


gene-
1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

teseopress.com
Defensa – 20% 43% 50% 40% 11% 20% 100% 88% 46% 19% 19% 78% 100% 35% 75% 90% 100% 0% 81% 46%
de
derechos

Salarios – 20% 29% 25% 25% 89% 80% 0% 13% 54% 50% 63% 11% 0% 44% 0% 0% 0% 100% 6% 37%
(mejora)

Otros – 60% 29% 25% 35% 0% 0% 0% 0% 0% 31% 19% 11% 0% 21% 25% 10% 0% 0% 13% 17%

Total 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%
general

Otros:seincluyenpolíticasimpositivas,despidos/continuidadlaboralysuspensiones,solidaridadenreclamodeotrasorganizacionesyseguridad.
Fuente:Elaboraciónpropiaenbaseanoticiaspublicadasenmediosdigitales:DiariodeCuyo,DiarioHuarpe,DiarioLaVentana.
298 • La conflictividad social en la historia reciente
La conflictividad social en la historia reciente • 299

Las situaciones de conflicto laboral según rama


de actividad
En relación a las ramas de actividad, lideran enseñanza
(207 SCL), industrias manufactureras (112 SCL), transpor-
te, almacenamiento y comunicaciones (80 SCL) y servicios
sociales y de salud (68 SCL). Estas cuatro ramas logran
reunir el 67% de las SCL a nivel global2. En la composición
del total general, enseñanza explica el 30% de la conflicti-
vidad en todos los años de la serie, seguida por industrias
manufactureras con el 16%, transporte almacenamiento y
comunicaciones con el 12% y servicios sociales y de salud
con el 10%.
Podemos destacar otro “pelotón” de sectores que expli-
can -cada uno- aproximadamente el 7% de la composición
en la configuración de las SCL, entre ellos se señala: admi-
nistración pública (51 SCL) y establecimientos financieros
(49 SCL) y con el 4% comercio (28 SCL).
Por otro lado, las ramas de actividad con menos regis-
tros son construcción con 17 SCL (2% en la composición),
luego electricidad, gas y agua (9 SCL), restaurantes y hoteles
(8 SCL), actividades primarias (5 SCL) que logran explicar el
1% de la composición global y el resto menos del 1%: explo-
tación de minas y canteras (3 SCL), servicios comunitarios
y personales (2 SCL) y servicios empresariales (1 SCL)3.

2 Las siguientes lecturas combinarán las tablas donde se exhiben frecuencias


absolutas para analizar la evolución de las SCL y las tablas que señalan su
composición en términos relativos con la ocurrencia de SCL comparadas en
columnas.
3 Se destacan las expresiones de más de una rama, que expresan el 8% de la
conflictividad en términos relativos durante 2016 a 2019. Aquí se destaca
SCL en las que se adhieren diversas ramas sea por convocatoria general de
las confederaciones o centrales obreras a nivel nacional o por formaciones
especiales, como las denominadas multisectoriales, que logran concertar
una agenda común de reclamos incorporando además movimientos sociales
y agrupaciones políticas. Estos formatos tuvieron un importante papel
durante parte de 2017 y fundamentalmente en 2018.

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Tabla Nº 8. Evolución de situaciones de conflicto laboral según ramas de actividad por años (2016-2019) y trimestres (1-4). San
Juan. Frecuencias absolutas

Ramas 2016 2017 2018 2019 Total

teseopress.com
de Acti- gene-
vidad 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

Ense- 16 15 12 7 50 44 13 5 8 70 12 25 25 2 64 10 4 7 2 23 207
ñanza

Indus- 10 7 7 12 36 3 3 20 14 40 14 5 6 4 29 3 3 1 7 112
trias
Manu-
facture-
ras

Transpor- 4 2 12 5 23 6 2 11 19 2 7 2 6 17 7 8 5 1 21 80
te,
Almace-
namiento
y
Comuni-
300 • La conflictividad social en la historia reciente

caciones

Servicios 11 10 5 6 32 8 3 2 2 15 5 10 15 2 1 3 6 68
Sociales
y de
Salud
Más de 2 3 2 1 8 3 5 2 6 16 5 8 4 2 19 3 6 1 10 53
una rama

Adminis- 4 1 4 2 11 7 3 3 7 20 5 7 1 13 4 2 1 7 51
tración
Pública

Estable- 3 1 9 13 7 1 1 2 11 10 9 1 2 22 3 3 49

teseopress.com
cimien-
tos
Finan-
cieros

Comercio 2 2 4 2 10 2 2 2 6 3 1 4 1 4 2 1 8 28
al por
Mayor y
al por
Menor

Cons- 1 4 5 10 10 1 1 2 17
trucción

Electrici- 1 4 5 2 2 2 2 9
dad, Gas
y Agua

Restau- 1 1 4 1 5 2 2 8
rantes y
Hoteles

Activida- 1 1 2 2 1 1 2 5
des
Primarias
La conflictividad social en la historia reciente • 301
Explota- 1 1 1 1 2 3
ción de
Minas y
Canteras

Servicios 1 1 1 1 2
Comuni-
tarios y

teseopress.com
Persona-
les

Servicios 1 1 1
Empre-
sariales

Sin dato 1 1 1

Total 51 49 51 46 197 82 33 57 42 214 48 72 49 21 190 35 31 19 8 93 694


general

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.
302 • La conflictividad social en la historia reciente
Tabla Nº 9. Composición de situaciones de conflicto laboral según ramas de actividad por años (2016-2019) y trimestres (1-4).
San Juan. Frecuencias relativas

Ramas 2016 2017 2018 2019 Total


de acti- gene-
vidad 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

teseopress.com
Enseñan- 31% 31% 24% 15% 25% 54% 39% 9% 19% 33% 25% 35% 51% 10% 34% 29% 13% 37% 25% 25% 30%
za

Industrias 20% 14% 14% 26% 18% 4% 9% 35% 33% 19% 29% 7% 12% 19% 15% 9% 10% 5% 0% 8% 16%
Manufac-
tureras

Transpor- 8% 4% 24% 11% 12% 7% 6% 19% 0% 9% 4% 10% 4% 29% 9% 20% 26% 26% 13% 23% 12%
te,
Almace-
namiento
y
Comuni-
caciones

Servicios 22% 20% 10% 13% 16% 10% 9% 4% 5% 7% 10% 14% 0% 0% 8% 6% 0% 5% 38% 6% 10%
Sociales
y de
Salud

Más de 4% 6% 4% 2% 4% 4% 15% 4% 14% 7% 10% 11% 8% 10% 10% 9% 19% 5% 0% 11% 8%


una rama

Adminis- 8% 2% 8% 4% 6% 9% 9% 5% 17% 9% 0% 7% 14% 5% 7% 11% 6% 5% 0% 8% 7%


tración
Pública
La conflictividad social en la historia reciente • 303
Estable- 0% 6% 2% 20% 7% 9% 3% 2% 5% 5% 21% 13% 2% 10% 12% 0% 10% 0% 0% 3% 7%
cimien-
tos
Finan-
cieros

Comer- 4% 4% 8% 4% 5% 2% 0% 4% 5% 3% 0% 4% 0% 5% 2% 3% 13% 11% 13% 9% 4%


cio al por

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Mayor y
al por
Menor

Cons- 0% 2% 8% 0% 3% 0% 0% 18% 0% 5% 0% 0% 0% 0% 0% 3% 0% 5% 0% 2% 2%
trucción

Electrici- 2% 8% 0% 0% 3% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 10% 1% 6% 0% 0% 0% 2% 1%
dad, Gas
y Agua

Restau- 0% 0% 0% 2% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 8% 5% 3% 6% 0% 0% 0% 2% 1%
rantes y
Hoteles

Activida- 2% 0% 0% 0% 1% 0% 6% 0% 0% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 3% 0% 13% 2% 1%
des Pri-
marias
304 • La conflictividad social en la historia reciente

Explota- 0% 2% 0% 0% 1% 0% 3% 0% 2% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
ción de
Minas y
Canteras
Servicios 0% 0% 0% 2% 1% 0% 0% 2% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
Comuni-
tarios y
Persona-
les

Servicios 0% 0% 0% 0% 0% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%
Empre-

teseopress.com
sariales

Sin dato 0% 0% 0% 0% 0% 1% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0% 0%

Total 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100%
general

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.
La conflictividad social en la historia reciente • 305
306 • La conflictividad social en la historia reciente

A continuación, desarrollamos una caracterización


pormenorizada sobre las primeras 4 ramas de actividad
según su peso relativo en la composición general de SCL.

Educación

La rama de actividad que más situaciones de conflicto


presenta entre 2016 y 2019, inicia en 2016 con 50 SCL
explicando el 25% de la conflictividad de ese año. Al año
siguiente, incrementa en términos absolutos las SCL regis-
tradas, logrando reunir las 70 SCL que representaron el
33% del conflicto en 2017. Los años posteriores las SCL
descienden, acompañando el comportamiento del conjun-
to de todos los sectores. Aunque registraron 64 SCL en la
composición global de 2018, su participación en términos
relativos llega al 34%. El año 2019, el más bajo de toda la
serie, llega al 25% con 23 SCL.
En la relación a los trimestres se caracteriza por sos-
tener una presencia activa durante los 1eros y 2dos trimes-
tres. Se destaca el 1er trimestre de 2017 al representar en
términos relativos el 54% de las SCL, y con la excepción del
3er trimestre de 2018 que alcanzó el 51% de las SCL.
En relación a los motivos, del total de SCL registradas
(207 SCL), 172 SCL se distribuyen entre reclamos por
mejoras salariales (123 SCL), defensa de derechos (38 SCL)
y expresiones de solidaridad en el reclamo de otras organi-
zaciones o sectores (11 SCL). Como veremos más adelante,
la mayoría de las expresiones de conflicto se encuentran
organizadas bajo sindicatos.
En el caso de este sector, los gremios docentes estatales
y privados fueron los protagonistas que más apariciones
han tenido en los medios locales. Los gremios de docentes
de rama media y primaria provincial como la Unión de
Docentes Agremiados Provinciales (UDAP), vinculado a la
Confederación de Trabajadores de la Educación de la Repú-
blica Argentina (CETERA), se han destacado por sus reite-
radas manifestaciones, no sólo por reclamos en mejoras

teseopress.com
La conflictividad social en la historia reciente • 307

salariales sino al realizar acciones de apoyo a las medidas


adoptadas por CETERA a nivel nacional, incluso una vez
que la paritaria a nivel local fuese resuelta satisfactoria-
mente. Por otro lado, se destacan los gremios de docentes
universitarios, como la Asociación de Docentes, Investiga-
dores y Creadores de la Universidad Nacional de San Juan
(ADICUS), vinculado a la Federación Nacional de Docentes,
Investigadores y Creadores Universitarios (CONADUH) y
el Sindicato Docentes de la Universidad Nacional de San
Juan (SIDUNSJ), asociado a la Federación Nacional de
Docentes Universitarios (CONADU). Cabe también men-
cionar la participación de la Unión Docentes Argentinos
(UDA) y el Sindicato Argentino de Docentes Particulares
(SADOP), gremios con presencia en la provincia. No sólo
los reclamos salariales han caracterizado a esta rama en
la defensa de derechos, también diversas manifestaciones
y medidas de fuerza fueron tomadas bajo la consigna de
“defender a la educación pública” como respuesta a las polí-
ticas emprendidas a nivel nacional.

Industria manufacturera

Esta industria representa la segunda rama de actividad que


más situaciones de conflicto registra entre 2016 y 2019
(172 SCL), representando el 16% de la composición global.
En 2016 registra 36 SCL, para incrementar ese número
levemente en 2017 con 40 SCL. En los años siguientes,
desciende a 29 SCL para 2017, contando sólo 7 SCL para
2019. En términos relativos, ocupa el segundo lugar año
tras año detrás de educación, siendo superada en esa posi-
ción sólo en el año 2019 por transporte, almacenamiento
y comunicaciones.
La relación trimestral exhibe que las SCL de esta rama
sostienen los valores más altos en los 1eros trimestres (a
excepción del 2017) donde se desplazan hacia el 3er y 4to
trimestre. Por otro lado, 101 de las 112 SCL del total se
distribuyen entre 3 motivos principales: pagos adeudados

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308 • La conflictividad social en la historia reciente

(54 SCL), reclamos por despidos, continuidad laboral y sus-


pensiones (33 SCL) y empresa en crisis (14 SCL).
En esta rama, durante el periodo se destacan 3 grandes
conflictos que involucran a los trabajadores y trabajado-
ras del plástico, ceramistas y químicos y que influyen en
el comportamiento de la rama. Sin embargo, cada conflic-
to debiera ser trabajado más extensamente y con mayor
profundidad, ya que se caracterizan por ser situaciones de
larga data. Aun así, puede advertirse que las empresas vin-
culadas a esas sub-ramas al entrar en crisis suspendieron
y despidieron a trabajadores y trabajadoras, algunas cerra-
ron y se re abrieron con otros grupos propietarios, exis-
tiendo demoras o impago de indemnizaciones, entre otros
problemas.
En ese contexto, en las primeras expresiones del con-
flicto registradas en los diarios, señalaron la presencia
de trabajadores y trabajadoras autoconvocados que luego
serían representados sindicalmente, entre ellos se destacan:
la Unión de Obreros y Empleados del Plástico (UOYEP), el
Sindicato de Obreros Ceramistas (SCO) y el Sindicato de
Obreros Químicos (SOQA).

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Tabla Nº 10. Evolución de situaciones de conflicto laboral de ramas de actividad seleccionadas según motivos por años
(2016-2019) y trimestres (1-4). San Juan. Frecuencias absolutas

Ramas 2016 2017 2018 2019 Total

teseopress.com
de Acti- gene-
vidad 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total 1T 2T 3T 4T Total ral
2016 2017 2018 2019

Ense-
ñanza

Salarios 13 9 5 3 30 36 11 4 1 52 7 13 10 – 30 6 1 4 – 11 123
(mejora)

Defensa – 3 5 3 11 – 1 – 7 8 2 5 8 – 15 2 2 – – 4 38
de dere-
chos

Solidari- 2 – – – 2 – 1 – – 1 2 1 — – 3 – – 3 2 5 11
dad en
reclamo
de otras
organi-
zacio-
nes/sec-
tores

Total 15 12 10 6 43 36 13 4 8 61 11 19 18 0 48 8 3 7 2 20 172
La conflictividad social en la historia reciente • 309
Industria

Pagos 9 3 1 7 20 1 – 4 9 14 4 3 2 4 13 3 3 1 – 7 54
adeuda-
dos

Despi- – 3 4 2 9 2 2 12 2 18 2 1 3 – 6 – – – – 33
dos/

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Conti-
nuidad
laboral/
suspen-
siones

Empresa – – 1 1 2 – – 1 2 3 7 1 1 – 9 – – – – 14
en crisis
(quiebra,
vacia-
miento)

Total 9 6 6 10 31 3 2 17 13 35 13 5 6 4 28 3 3 1 0 7 101

Trans-
porte,
almace-
310 • La conflictividad social en la historia reciente

namien-
to y
comuni-
caciones

Salarios – – 1 – 1 – – – 2 2 1 – 3 – 4 5 3 3 – 11 18
(mejora)
Condicio- 1 – 1 1 3 4 1 2 – 7 1 1 – – 2 – 1 1 – 2 14
nes de
trabajo
no sala-
riales

Defensa – 1 4 – 5 1 – 2 – 3 1 1 1 – 3 1 1 – – 2 13
de

teseopress.com
derechos

Total 1 1 6 1 9 5 1 4 2 12 3 2 4 0 9 6 5 4 0 15 45

Servicios
sociales
y de
salud

Salarios 6 1 2 – 9 6 1 1 – 8 2 4 – – 6 – 1 1 – 2 25
(mejora)

Condicio- – 2 2 4 – – 1 – 1 1 5 – – 6 – – – – 11
nes de
trabajo
no
salariales

Defensa 1 1 2 1 5 – – – 1 1 – 1 – – 1 – – 1 – 1 8
de dere-
chos

Total 7 4 4 3 18 6 1 2 1 10 3 10 0 0 13 0 1 2 0 3 44

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios digitales:DiariodeCuyo,DiarioHuarpe, DiarioLaVentana.


La conflictividad social en la historia reciente • 311
312 • La conflictividad social en la historia reciente

Transporte, almacenamiento y comunicaciones

Esta rama de actividad cuenta con un total de 80 SCL entre


2016 y 2019, representando el 12% de los conflictos de la
composición del total general. En 2016 es protagonista de
23 SCL, y en los años siguientes disminuye en sus aparicio-
nes, 19 SCL para 2017 y 17 SCL para 2018. Sin embargo,
para 2019 será uno de los sectores junto a comercio que
incrementen en el número de SCL, llegando a 21. En térmi-
nos relativos, esta rama de actividad ocupa el 3er lugar en
relación a las frecuencias observadas anualmente a excep-
ción de 2018, que es desplazado al 4to lugar por estableci-
mientos financieros al representar solo el 9% de las SCL de
ese año. En 2019 ocupa el 2do lugar al lograr el 23%.
En el despliegue trimestral, observamos más ocurren-
cias en los 3eros trimestres de 2016 y 2017 y en los 2dos
trimestres de 2018 y 2019. De las 80 SCL registradas para
esta rama, 45 SCL se distribuyen entre los siguientes moti-
vos: 18 SCL salariales, 14 SCL sobre condiciones de trabajo
no salariales y 13 SCL para defensa de derechos.
Los protagonistas en esta rama se encuentran con fre-
cuencia organizados gremialmente, sea en la Unión Tran-
viaria Automotor (UTA), en el Sindicato de Trabajadores y
Obreros del Transporte Automotor de Cargas (STOTAC),
en el Sindicato de Peones de Taxis (SPT) y en la Unión de
Conductores de Autos al Instante y Remises de la República
Argentina (UCAIRRA). Para UTA y STOTAC los motivos
de conflicto se han concentrado en el aspecto salarial por
mejoras, reclamos por pagos demorados y en las condicio-
nes de trabajo sobre los controles de productividad median-
te sistemas de geo localización integrado a las unidades,
entre otras. Por otro lado, los gremios de taxis y remises
suelen discutir problemas de regulación de la actividad.

Servicios sociales y de salud

Representando el 10% de la composición del total general


de las SCL en los años bajo estudio, contando 68 SCL, esta

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La conflictividad social en la historia reciente • 313

rama de actividad ocupa el 4to lugar. Inicia 2016 con 36


SCL y durante 2017 y 2018 sostiene la misma ocurren-
cia: 15 SCL, respectivamente. En 2019 desciende y logra
sólo reunir 6 SCL.
En términos absolutos, esta rama de actividad sostiene
mayor presencia en los 1eros y 2dos trimestres a excep-
ción del año 2019, donde se observa mayor cantidad de
SCL en el 4to trimestre de 2019 (3 SCL). En relación a la
composición relativa por trimestre y año, en 2016 ocupa
el tercer lugar en el orden de conflictos, logrando el 16% y
siendo quienes aportan más SCL en el 1er y 2do trimestre
de ese año (22% y 20% respectivamente) posicionándose
en el segundo lugar detrás de educación. Sucede lo mis-
mo para el 1er trimestre de 2017 con el 10% de las SCL
comparadas aunque, en su expresión anual, queda en el 4to
lugar con un 7%.
Para 2018 se observa un descenso en la composición,
participando en el 4to lugar en el 1er trimestre con un 10%
y el segundo lugar en el 2do trimestre de ese año (14%),
aumentando a la vez 1% en relación a 2017 para el total
anual. Para 2019 su máxima participación se observa en el
4to trimestre, expresando el 38% de las SCL y ocupando el
primer lugar, aunque descendiendo al 6% en el total anual.
En relación a los motivos, la mayoría se reúnen en
reclamos por mejoras salariales (25 SCL), seguidos por con-
diciones de trabajo no salariales (11 SCL) y defensa de dere-
chos (8 SCL), representando a 44 SCL de las 68 SCL totales
ocurridas entre 2016 y 2019. Se destaca la participación de
la Asociación Sindical Médica (ASMED) y la Asociación de
Trabajadores de la Sanidad Argentina (ATSA).
Los principales motivos de conflicto, además de los
salariales, corresponden a cuestiones de carrera profesional.
También se registran algunas expresiones de trabajadores y
trabajadoras de la salud autoconvocados frente a despidos y
suspensiones en clínicas y hospitales privados.
Como ya hemos señalado en las descripciones prece-
dentes, la participación sindical es casi total en la expresión

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314 • La conflictividad social en la historia reciente

de cada SCL, conduciendo el 84% de sus expresiones. La


tabla siguiente indica que durante 2016 a 2019, el 60% de
las SCL fueron desplegadas por sindicatos o uniones, el
16% por federaciones y el 8% por centrales o confederacio-
nes. Comparativamente, los sindicatos o uniones estatales
tuvieron un 52% de presencia en las SCL frente al 79%
en los privados, mientras que estos últimos en términos
de federación reunieron el 1% de las expresiones frente al
31% para los estatales.

Tabla Nº 11. Composición de situaciones de conflicto laboral según formas


de organización de los protagonistas. Años 2016-2019. San Juan.
Frecuencias relativas

Organización Estatales Más de un Privados Total general


sector

Sindicato o 52% 37% 79% 60%


Uniones

Federaciones 31% 10% 1% 16%

Autoconvoca- 11% 13% 19% 14%


dos

Centrales/Con- 4% 41% 1% 8%
federaciones

Sin dato 3% 0% 1% 1%

Total general 100% 100% 100% 100%

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios


digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.

Para las expresiones conjuntas entre estatales y pri-


vados, destacamos que el ámbito común más importante
sucede bajo la organización de centrales y confederaciones
obreras (41%), seguido por iniciativas de sindicatos o unio-
nes (37%) y un 10% a partir de federaciones. Por otro lado,
en autoconvocados, su presencia en el total general destaca
una presencia del 14%, siendo más importante en el sector

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La conflictividad social en la historia reciente • 315

privado (19%) que en el público (11%), pero encontrando


también expresión conjunta como más de un sector en el
13% de las SCL registradas.
Debe señalarse el componente fuertemente solidario
(quizás también “orgánico”) entre los gremios de la rama de
enseñanza para explicar la importante participación en la
proporción de federaciones. Otras ramas de actividad que
cumplen con ese componente suelen ser las de transporte,
almacenamiento y comunicaciones. De todas formas, debe
destacarse que:

a. los sindicatos en las SCL de San Juan fueron los princi-


pales protagonistas en la expresión de la conflictividad
durante el periodo
b. las uniones, federaciones y centrales o confederaciones
que tienen alcance a nivel nacional han mostrado
una importante influencia sobre la dinámica interna
y externa en la expresión de la conflictividad sindical
a nivel provincial

Sobre esto último, en la tabla siguiente indicamos el


nivel de agregación del conflicto para ayudar a problemati-
zar la importancia o trascendencia de los sucesos que a nivel
nacional impactan sobre la provincia durante el periodo
bajo análisis. Sin embargo, debe advertirse que el 28% de los
casos registrados en esta variable no brindaron información
concerniente a este asunto, motivo por el cual la lectura
de la tabla no es rigurosa en términos de robustez sobre
la información captada. Este problema es un aspecto que
demanda el perfeccionamiento futuro de los indicadores de
relevamiento. Señalado lo anterior, se destaca que del total
de SCL, el 36% responden a un conflicto a nivel nacional y
el 36% restante a conflictos de origen provincial.

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316 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla Nº 12. Composición de situaciones de conflicto laboral según origen


(nivel de agregación) por sector. Años 2016-2019. San Juan. Frecuencias
relativas

Nivel de agre- Estatales Más de un Privados Total general


gación sector

San Juan expre- 44% 80% 12% 36%


sa conflicto
nacional

San Juan 31% 17% 49% 36%

Sin dato 25% 4% 40% 28%

Total general 100% 100% 100% 100%

Fuente: Elaboración propia en base a noticias publicadas en medios


digitales: Diario de Cuyo, Diario Huarpe, Diario La Ventana.

Si se observa su distribución según sector, los estatales


concentran las expresiones que se despliegan a nivel nacio-
nal en un 44% de las SCL frente al 12% de los privados,
observando la máxima ocurrencia en las acciones conjuntas
como más de un sector en un 80% de las SCL, mientras que,
entre los conflictos de agregación provincial, los privados
logran el 49% de las SCL frente al 31% expresado por los
estatales, quedando sólo el 17% para más de un sector.

Debate

Recuperando las reflexiones iniciales en los resultados de


cada apartado destacamos que:

a. existe un marcado descenso de las situaciones de con-


flicto laboral luego del repunte observado entre 2016
y 2017. El año 2019 exhibe los valores más bajos de
la serie
b. gran parte de la conflictividad puede explicarse por
el aporte del sector público, encabezado fundamen-

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La conflictividad social en la historia reciente • 317

talmente por enseñanza, que sólo es superado por el


sector privado en el último año de la serie.
c. el sector público sostiene “cierta” estacionalidad al
registrar más ocurrencias de SCL entre los 1eros y
2dos trimestres, mientras que el sector privado suele
concentrarse entre los 2dos y 3eros trimestres. Estas
diferencias pueden explicarse a partir de las dinámicas
propias que caracterizan los principales motivos por
sector. El sector privado se caracteriza por concentrar
mayor frecuencia en pagos adeudados entre los 1eros y
4tos trimestres, seguido esto por despidos, continuidad
laboral y suspensiones entre los 2dos y 3ros trimestres,
al tiempo que el sector público expresa como principa-
les motivos los reclamos por mejoras salariales en casi
la mitad de las SCL registradas, ubicándose en los 1eros
y 2dos trimestres. No debe olvidarse que, las expresio-
nes de conflictividad de más de un sector se concentran
en reclamos salariales.
d. al caracterizar el comportamiento por rama de activi-
dad, se observa una tendencia similar en las frecuen-
cias observadas para enseñanza y servicios sociales y
de salud, cuya composición mayoritaria responde al
sector público, al igual que industrias manufactureras
y transporte, almacenamiento y comunicaciones con
respecto al sector privado. Sin embargo, su comporta-
miento no es estrictamente homogéneo. Fuera de esas
4 ramas de actividad, se observa una importante dis-
persión en el resto.
e. en relación a las formas de organización se resalta la
participación de los sindicatos como principal forma
de organización para viabilizar la expresión de los con-
flictos, incluyendo también una importante participa-
ción de las federaciones en el sector público y de las
centrales y confederaciones obreras para las expresio-
nes en más de un sector. Por otro lado, las organiza-
ciones de trabajadores y trabajadoras bajo el formato

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318 • La conflictividad social en la historia reciente

“autoconvocado” exhibieron mayores ocurrencias en el


sector privado.
f. por último, en relación al nivel de agregación del con-
flicto, la distribución se presenta proporcionalmente
igual entre los de origen provincial y nacional, eviden-
ciando que las frecuencias relativas para los primeros
se concentran en el sector público y para los segundos
en el sector privado. Sin embargo, como se señaló, es
necesario perfeccionar el instrumento de relevamiento
para dar cuenta con mayor precisión sobre este tipo
de situaciones.

Ahora bien, ¿por qué desciende la conflictividad? Algu-


nas investigaciones destacan que, en los momentos de
expansión económica, es de suponer que existirá más con-
flictividad y en los de retracción, todo lo contrario. Como
indican Medel Sierralta y Pérez Valenzuela (2017) “…bajo
el supuesto de que los dirigentes sindicales estarían siem-
pre buscando maximizar los beneficios para sus miembros,
actuarían estratégicamente movilizando a los sindicatos en
los ciclos económicos favorables con el objetivo de obtener
más y mejores ganancias para sus miembros.” (Rees, 1952
en Medel Sierralta y Pérez Valenzuela, 2017, p. 180). Otros
estudios que incluyen factores como la inflación y el des-
empleo destacan que las huelgas aumentan cuando el des-
empleo y la inflación disminuyen mientras que lo contrario
sucede en etapas de crisis económicas. La explicación para
el primer caso señala que “…habría mejores condiciones
para canalizar las demandas de los trabajadores y las tra-
bajadoras.” (Franzosi, 1989 en Sierralta y Pérez Valenzuela,
2017, p. 180) y en el segundo, las dificultades económicas
reducirían las facilidades para negociar (Kafuman, 1982 en
Sierralta y Pérez Valenzuela, 2017, p. 180)
Similares son las reflexiones de Nava (2017) y Luque
Balbona (2010), cuando indican que la incidencia de las
acciones conflictivas (huelgas) son pro-cíclicas, señalando
que en las etapas de auge económico existe mayor conflic-

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La conflictividad social en la historia reciente • 319

tividad, fortaleciendo la posición de los trabajadores y las


trabajadoras en el mercado laboral. En los periodos de crisis
y recesión económica cuando el desempleo es elevado, la
situación es inversa, ya que los riesgos son mayores (despi-
dos, bajo nivel de empleo).
Otros estudios, que incluyen el análisis de los ciclos
económicos cortos, retoman ese debate, integrando los
indicadores de huelgas, desempleo e inflación y agregan-
do la variable de “régimen institucional”. Medel Sierralta y
Pérez Valenzuela (2017) destacan una investigación reali-
zada por Snyder en 1975 que estudia el efecto de media-
ción institucional en la expresión de los conflictos (huelgas)
antes y después de la segunda guerra mundial. Destaca entre
sus conclusiones

… que los factores económicos tienen impacto solamente si


hay un marco institucional que garantice sindicatos estables
y funcionales, así como la negociación colectiva institucio-
nalizada. Por el contrario, si se carece de un piso institu-
cional fuerte para las relaciones laborales es probable que
la ocurrencia de huelgas esté más determinada por factores
políticos propios del conflicto industrial y no por factores
económicos (Snyder 1975, p. 269-270 en Medel Sierralta y
Pérez Valenzuela, 2017, p. 181).

En San Juan, durante 2016 y 2019, la desocupación


abierta disminuye pasando del 5,1% en 2016 al 3,5% en
2019. La tasa de empleo se incrementa del 31, 9% en 2016
al 41,9% en 2019 (ver cuadro siguiente)

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320 • La conflictividad social en la historia reciente

Cuadro Nº 13. Principales tasas del mercado de trabajo. Gran San Juan.
4tos trimestres. Años 2016-2019

2016 2017 2018 2019

Actividad 33,6% 42,8% 40,1% 43,4%

Empleo 31,9% 40,8% 38,8% 41,9%

Desocupación abierta 5,1% 4,8% 3,1% 3,5%

Ocupados demandantes 16,3% 19,9% 14,5% 31,7%


de empleo

Subocupación 7,8% 12,0% 10,5% 19,3%

Subocupación deman- 6,5% 9,0% 8,3% 14,5%


dante

Subocupación no 1,3% 3,0% 2,2% 4,7%


demandante

Fuente: GESET – Boletín de Coyuntura Laboral de San Juan Nº1 – Vol


1 –Mayo 2020.

Al mismo tiempo, la presión sobre el mercado de tra-


bajo -esto es, la sumatoria de desocupados abiertos, ocupa-
dos demandantes de empleo y ocupados no demandantes
disponibles- aumenta del 24,5% en 2016 al 42,1% en 2019
(ver cuadro siguiente).

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La conflictividad social en la historia reciente • 321

Cuadro Nº 14. Grupos de población económicamente activa según tipo


de presión sobre el mercado de trabajo. Gran San Juan. 4tos Trimestres.
Años 2016-2019

2016 2017 2018 2019

1 Desocupados abiertos 5,1% 4,8% 3,1% 3,5%

2 Ocupados demandan- 16,3% 19,9% 14,5% 31,7%


tes de empleo

Subocupados demandan- 6,5% 9,0% 8,3% 14,5%


tes

Otros ocupados deman- 9,7% 11,0% 6,2% 17,1%


dantes

3 Ocupados no deman- 3,1% 7,3% 4,1% 7,0%


dantes disponibles

Subocupados no deman- 1,3% 3,0% 2,2% 4,7%


dante

Otros ocupados no 1,8% 4,3% 2,0% 2,3%


demandantes disponibles

4 Ocupados no deman- 75,5% 68,0% 78,3% 57,9%


dantes ni disponibles

Población Económica- 100,0% 100,0% 100% 100,0%


mente Activa

Presión sobre el merca- 24,5% 32,0% 21,7% 42,1%


do de trabajo (1+2+3)

Fuente: GESET – Boletín de Coyuntura Laboral de San Juan Nº1 – Vol


1 –Mayo 2020.

Si bien no se retoman con rigor todas las variables pro-


puestas por el modelo de Cassut (2012) y Medel Sierralta y
Pérez Valenzuela (2017) -formación del capital, inflación y
desempleo-, a excepción de los valores para desempleo, se
destaca que a pesar de encontrar una tasa de desocupación
a la baja y un crecimiento de la presión sobre el mercado de
trabajo, la conflictividad general disminuye; sin embargo,
estas comparaciones en los términos exhibidos no son con-
cluyentes. Es necesario para futuras investigaciones profun-
dizar en estos indicadores y diseñar modelos de control a

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322 • La conflictividad social en la historia reciente

fin de relacionar desde estos enfoques los resultados obser-


vados en la coyuntura de los últimos años.

Conclusiones

A lo largo de este trabajo se observó el comportamiento


general de las situaciones de conflicto laboral (SCL) entre
2016 y 2019, ramas de actividad y motivos consignados
para cada una. También se destacaron la fuerte presencia
del componente sindical en este tipo de expresiones y la
agregación del conflicto.
Como conclusión general es de notar que la expresión
del sector público, marcadamente impulsada por enseñan-
za, en términos de ordenamiento-concentración temporal,
responde a la lógica paritaria dado que los principales moti-
vos se vinculan a la cuestión salarial, donde además se inclu-
yen en los reclamos a nivel nacional. Mientras, en el sector
privado y en referencia particular a las industrias manu-
factureras, las SCL se vincularon a motivos de despidos,
continuidad laboral y suspensiones, haciendo referencia a
aspectos de carácter más local. Al tiempo que podría pen-
sarse que en el sector público para las ramas seleccionadas
existe mayor estabilidad que en el sector privado.
Se considera necesario profundizar sobre las expre-
siones de la conflictividad desde el denominado “enfoque
económico”, a fin de brindar mayor potencia explicativa a
los valores observados, también incorporando aspectos que
incluyan la dimensión política y organizativa para explicar
la persistencia, incremento o ausencia de las expresiones
de la conflictividad. Tal tarea queda, incluso abordando el
grado de institucionalización en la negociación colectiva
para registrar la dinámica de los conflictos en términos de
ocurrencia, centralización, periodicidad y duración.

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La conflictividad social en la historia reciente • 323

Bibliografía

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deuda externa (pública y privada) y la fuga de capitales
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flict: comparative analysis of France, Italy and the Uni-
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6

La conflictividad laboral en la provincia


de Córdoba (2013-2018)

Prácticas defensivas y fragmentadas

SUSANA ROITMAN, MARINA FALVO Y FABIANA VISINTINI

Aproximaciones a la temática

Este artículo tiene como objetivo reflexionar sobre la diná-


mica de los conflictos laborales en la Provincia de Córdo-
ba a partir de datos sistematizados por el Observatorio de
Conflictos Laborales de Córdoba (OCLC) entre los años
2013 y 2018. La delimitación temporal tiene que ver con la
disponibilidad de información, pero desde el punto de vista
de la acumulación capitalista, son años de estancamiento y
crisis. En el régimen político nacional hubo un cambio de
gestión en 2015 –del kirchnerismo al macrismo- a partir
del cual se intentó enfrentar la crisis acentuando el ajuste.
En la provincia se viene repitiendo el “pejotismo” desde
1999, procurando equilibrios imposibles entre favorecer a
sus aliados -el agronegocio, los desarrollistas inmobiliarios
y la industria de capitales multinacionales- y contener una
situación social cada vez más complicada.
Pretendemos interpretar tendencias y singularidades
de las movilizaciones de estos años que habiliten hipótesis
para períodos más largos y que permitan el ejercicio com-
parativo con otras provincias, el nivel nacional y otras

teseopress.com 325
326 • La conflictividad social en la historia reciente

regiones del mundo. Entendemos que el análisis de la diná-


mica específica de los conflictos laborales reviste interés
para vislumbrar la “correlación de fuerzas” entre capital-
trabajo en un período determinado. Esto no significa que
supongamos los conflictos en torno al trabajo como expre-
sión empírica de la lucha de clases sino, parafraseando a
Marx en El 18 Brumario, el reconocer la importancia his-
tórica de los y las trabajadores organizados/as en nuestra
sociedad y la huella que sus prácticas, su “hacer historia”
ejerce sobre “las condiciones que no se eligen”.
Pese a que gran parte de la conflictividad está ligada a
las lógicas sindicales, en ocasiones emergen grupos espon-
táneos en vías de organizarse a más largo plazo, e inclu-
so con modos alternativos de protesta; por eso buscamos
dar cuenta de la diversidad de estos modos de organiza-
ción y expresión. Asumimos que lo acotado del período y
los recortes temático y metodológico no nos permiten aún
precisar los criterios de distinción entre lo “orgánico” y lo
“ocasional” que recomendaba Antonio Gramsci (2013); no
obstante, sí nos posibilitan una aproximación a las meta-
morfosis y sedimentaciones orgánicas y de más largo alien-
to, de la subjetivación política entre las clases subalternas.
En el análisis de seis años de acciones conflictivas en
Córdoba, año a año hemos visto que las

… condiciones materiales y políticas habilitaron un momento


corporativo que multiplicó los focos de conflicto (…) pero
que dificultan su momento hegemónico por la intensa frag-
mentación tanto en la materialidad de las condiciones obje-
tivas (salarios, jornada, condiciones contractuales, condicio-
nes del ambiente de trabajo); como subjetivas (diversidad de
formas de vida y valores orientadores, adscripciones/no ads-
cripciones políticas, distancias generacionales, heterogenei-
dad de consumos, entre otros) (Falvo, 2016).

Para profundizar el análisis, hacemos una relectura de


categorías propuestas por Richard Hyman y las ponemos en
diálogo con nuestros datos.

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La conflictividad social en la historia reciente • 327

Breve discusión conceptual sobre las relaciones


laborales

De acuerdo a Hyman (1981), las relaciones laborales en


la sociedad capitalista son relaciones de control. Esta idea
nos permite captar los conflictos de intereses intrínsecos
a la relación, aunque estos no siempre se expresen como
conflictos abiertos. Al mismo tiempo, el autor subraya que
si la dominación es inherente al sistema, también lo es la
resistencia, pudiendo ésta ir desde la negativa a obedecer
más allá de ciertos límites, poner en tela de juicio la domina-
ción despótica en el lugar del trabajo ensayando el “control
obrero”, cuestionar la tasa de explotación exigiendo mayo-
res salarios o disminución de la jornada laboral o rechazar
el incremento de la productividad vía intensificación del
trabajo. Su formalización ha adoptado históricamente la vía
“sindicato”, asociando a trabajadores para una mayor capa-
cidad del ejercicio de la resistencia1. No obstante, si bien
históricamente el sindicato se ha organizado para contra-
rrestar la competencia entre trabajadores –impulsada por
el capital– y su propia organización, lo que implica el reco-
nocimiento de situaciones e intereses comunes, también ha
comportado toda clase de segregaciones: internamente, la
estructura jerárquica, la discriminación a trabajadores pre-
carios, el estímulo del sexismo o del racismo; externamen-
te, las dificultades de un movimiento obrero unificado así
como de relaciones con otros grupos subordinados. Asi-
mismo, la tensión entre el conflicto en el “lugar de trabajo”
que implica una disrupción en el sistema de regulación y

1 Los autores clásicos de la teoría y la praxis marxista -Marx, Engels, Trotsky,


Lenin, Gramsci, Luxemburgo entre otros– han producido abundante y
polémica literatura sobre las relaciones entre la lucha sindical acotada a los
intereses de un grupo delimitado de trabajadores y que actúa generalmente
en forma fragmentada y parcial y las estrategias para abordar transforma-
ciones radicales sobre el sistema en su conjunto que cualquiera sea su forma
–partido de vanguardia, amplio movimiento de masas, articulaciones diver-
sas– debe implicar al conjunto de las “clases subalternas”.

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328 • La conflictividad social en la historia reciente

el control del conflicto vía mediaciones jurídicas, pone de


manifiesto los niveles de intereses diversos que entran en
juego en las lógicas sindicales.
Con estas premisas, Hyman insiste en no confundir
las organizaciones sindicales con organizaciones de clase.
Los sindicatos están acotados a un grupo delimitado de
trabajadores que actúa generalmente de manera parcial y
fragmentada, y sus organizaciones más amplias –confede-
raciones, centrales– no escapan a la lógica de la compe-
tencia entre organizaciones ni a los difusos límites entre
dinámicas internas y externas de control y de resistencia.
Luciana Zorzoli resume así la definición de sindicato
de Hyman:

El sindicato es entonces el producto o la “base formal” com-


pensadora de la dominación “natural” del capital. Es un ins-
trumento y un medio de poder asociativo que se proyecta
sobre patrones y gobiernos y sufre sus influencias, pero que
también se proyecta sobre sus miembros, ejerciendo sobre
ellos una (particular) forma de control. Pueden reconocerse
debidamente estos dos aspectos, tanto las relaciones externas
del sindicato frente al capital y el Estado; como las inter-
nas, del sindicato frente a sus miembros, habilitando así una
comprensión dinámica de la gramática y determinaciones de
las relaciones del sindicato que no permite desvincular lo
externo de lo interno, y que tendrá importancia posterior
para pensar cuestiones que hacen a la democracia y la buro-
cracia (2014, p. 7).

Los aportes de Hyman sobre la cuestión sindical exce-


den el marco de la industria,2 lo que permite indagar en la
“forma sindicato” según la cual se organizan muchos secto-
res de la “clase-que-vive-del-trabajo” (Antunes, 1999), aun-
que es menester reconocer que tal “forma”, incluye sobre

2 Es útil aclarar aquí que Hyman publica su texto en inglés en 1975, en polé-
mica y ruptura con los teóricos de las relaciones de trabajo industriales, las
que eran entendidas como un subsistema de la sociedad de corte parso-
niano, con el énfasis puesto en la regulación legal.

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La conflictividad social en la historia reciente • 329

todo a los asalariados formales que tienden proporcional-


mente a disminuir luego de la crisis del Estado de Bienestar.
A partir de nuestra lectura del autor, el grado o nivel
de movilización o desmovilización, de participación o dele-
gación, de fragmentación o solidaridad3 entre distintos sec-
tores, son elementos dilemáticos, paradójicos, contingentes
que caracterizan el cambiante escenario de las relaciones
laborales, elementos que se combinan de maneras no linea-
les. Para discutirlo en clave gramsciana, una correlación de
fuerzas favorable a las clases subalternas implicaría movili-
zación, solidaridad entre grupos en desmedro de intereses
particulares y participación desde las bases para avanzar en
la “guerra de trincheras”, y construir otra hegemonía.

Esquema 1. Representación de los tres ejes en tensión desarrollados


a partir de Hyman (1981)

Fuente: Roitman (2016) a partir de Hyman (1981).

3 Otra lectura del eje fragmentación-solidaridad es la idea de “organización/


desorganización de la clase” (Piva, 2011).

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330 • La conflictividad social en la historia reciente

Estos tres ejes nos ayudan a precisar el espacio de


alternativas en el que se desenvuelve la dialéctica entre tra-
bajadores y organización sindical, dialéctica que provoca
tensiones en el sindicalismo y que externamente se pue-
de describir por la dupla movilización-desmovilización e
internamente por el par participación-delegación. El tercer
par, solidaridad-fragmentación, involucra a las expresiones
sociales organizadas.
El primer eje de tensión se refiere a si la relación con
la patronal o el Estado se dirime por la vía del conflicto
abierto o de la negociación/regulación (conflicto institucio-
nalizado). El primer término obliga a desbordar la norma, el
segundo contiene o encorseta al conflicto. Esta dupla resul-
ta no antinómica en términos de significación colectiva,
sino más bien complementaria, aunque la primacía de uno u
otro polo pone un sello en el carácter de la organización.
La segunda tensión remite a la pregunta sobre quiénes
y cómo participan del conflicto. En este trabajo, conside-
ramos que el conflicto en el lugar de trabajo es indicador
de participación, lo que no necesaria pero sí probablemente
implicará cierta horizontalidad y una apertura a mayor par-
ticipación. En el otro extremo, la delegación de la disputa
en las conducciones sindicales, ya sea que se las canalice en
negociaciones o en confrontaciones, tienden a sostener la
estratificación interna y a contener cualquier rebasamiento.
En cualquier caso, una vez más, no se trata de situaciones
puras sino de polos de un continuum, de prácticas que con-
tribuyen a construir ciertas modalidades de subordinación
o resistencia. De hecho, los conflictos en el lugar de tra-
bajo suelen ser acompañados por las conducciones y hay
decisiones paritarias que son empujadas o controladas por
las bases. El rol de los delegados en estas mediaciones es
sumamente significativo (Basualdo, 2010).
La tercera tensión, entre fragmentación y solidaridad,
es tanto externa como interna. Si hay fragmentación pre-
valecen en el interior las disputas, las segregaciones, y en el
exterior las dificultades para articular con otros sindicatos

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La conflictividad social en la historia reciente • 331

y sectores subordinados. La solidaridad, por el contrario,


busca la amplitud y la articulación para habilitar la “dis-
posición a actuar como clase” según la expresión de E.P.
Thompson (1989).

El contexto político-económico y el trabajo actual

En el período bajo análisis, la tendencia es al estan-


camiento y retroceso en la actividad económica. Piva
(2019) sostiene que desde 2012 nuestro país vive “…un
período de estancamiento y tendencia a la crisis…” que
remite a la matriz estructural del capitalismo depen-
diente argentino. Esta crisis estalla en 2018, tras la
pérdida de acceso a los mercados voluntarios de cré-
dito, fuerte devaluación y recurrencia al FMI con las
conocidas consecuencias sociales. El autor sugiere que
la crisis de mayo de 2018 fue consecuencia de la derrota
política del gobierno en diciembre de 2017, cuando
de la triple reforma propuesta tras el triunfo electoral
de octubre -previsional, laboral y tributaria- sólo pudo
concretar la primera y sin el alcance previsto. La derrota
política se refiere a las históricas jornadas donde las y
los trabajadores resistieron las leyes en enfrentamien-
tos en el Congreso de la Nación. De este modo, la
correlación de fuerzas del momento no habilitó el gran
ajuste que condujera al orden bajo control del capital y
generó una disrupción generalizada en la vida cotidiana.
En esta pulseada, una propuesta discursiva de consenso
y “moderación” entre formas de gestionar la crisis y
el orden fue un argumento electoral contundente para
las elecciones presidenciales de 2019. También puede
interpretarse lo ocasional de la reorganización popular
si se tiene en cuenta el devenir posterior. Hoy, frente
a la triple dimensión económica, sanitaria y social de
la crisis y la fragmentada respuesta de los trabajadores,

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332 • La conflictividad social en la historia reciente

se muestra la precariedad de esa incipiente reorgani-


zación y el intento de su reconducción por la vía del
aparato estatal.
Córdoba, con su despliegue de zona núcleo pampea-
na, que avanza ferozmente sobre la agricultura familiar
y el bosque nativo, una agroindustria que configura
el “interior” con fuerza política e ideológica, una ciu-
dad segregada interna y externamente y una industria
metalmecánica y autopartista oscilante y dependiente,
refleja y refracta las lógicas nacionales. El “pejotismo”
gana elecciones desde 1999 y permea con su alquimia
corporativista-neoliberal todos los órdenes de la vida
cotidiana, habilitando un sentido común individualizado
y cooptado que es suelo fértil para la mercantilización
electoral. Por otra parte, también son notables las resis-
tencias disruptivas que interpelan lo naturalizado: el
acampe contra la instalación de Monsanto entre 2013
y 2016, la revuelta de los choferes del transporte inter-
urbano en 2017, la lucha de los/las estudiantes que
incluyó una larga toma del Rectorado de la UNC en
2018, son ejemplos de los brotes rebeldes que sacuden
la letanía “cordobesista”.
La situación social, por su parte, continúa su noto-
rio deterioro. A lo largo de apenas un año, entre 2018
y 2019 en el aglomerado Gran Córdoba, la cantidad de
personas pobres se incrementó en un 34% (Roitman y
Visintini 2020), número que sólo es la punta del iceberg
de una catástrofe social, sanitaria y laboral.
Profundizamos a continuación en tres dimensiones:
la evolución del empleo, el salario y las condiciones
de trabajo.

Evolución del empleo


Comenzamos con datos sobre el empleo registrado
que es el que se organiza en los clásicos sindicatos,
aquellos cuyas luchas podemos captar mediante nuestra

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La conflictividad social en la historia reciente • 333

metodología. Hemos optado aquí por distinguir entre


el trabajo en el sector estatal y el privado, ya que en
ambos la conflictividad presenta características diferen-
tes, como veremos más adelante.

Gráfico 1. Evolución del empleo en el sector público entre 2016 y 2020

Fuente: Caja de Jubilaciones de la Provincia de Córdoba.

En el Gráfico 1 se observa que el número de tra-


bajadores del sector público dependientes tanto de la
provincia como de la municipalidad de la capital, se
mantiene estable. El descenso en todos los febreros se
debe a las condiciones contractuales de las/los docentes
suplentes, cuyo vínculo laboral y cuya remuneración
se suspenden cada año, situación que se repite por la
ausencia de efectivizaciones.

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334 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 2. Asalariados registrados en el sector privado de la Provincia


de Córdoba (abr 2009-abr 2020)

Elaboración propia en base a EIL – Ministerio de Trabajo de la Nación.


Notas: Miles de trabajadores en números absolutos con cortes en abril
de cada año// *Datos provisorios.

Se puede ver en el Gráfico 2 la evolución del empleo


del sector privado registrado en los meses de abril, entre
2009 y 2020. Observamos un repunte en 2011 y una situa-
ción de estancamiento con oscilaciones a partir de 2012;
un crecimiento en abril 2018 (arrastre del “veranito” 2017)
para precipitarse cuesta abajo en 2019, y en 2020 –pande-
mia mediante- el decrecimiento se agudiza. Sin ir más lejos,
entre enero y mayo de 2020 -siempre según datos de la
Encuesta de Indicadores Laborales (EIL)- se ha registrado
una caída de 22 mil puestos de trabajo entre los asalaria-
dos del sector privado registrado, lo que implica una caída
porcentual de 4,6%. El DNU de prohibición de despidos,
emitido el 31 de marzo, no incidió en esta tendencia.
En números absolutos, la cantidad de empleos regis-
trados en abril de 2020 es prácticamente igual a la de abril
de 2010. Si tenemos en cuenta que la Dirección Gene-
ral de Estadísticas y Censos de la Provincia proyecta un

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La conflictividad social en la historia reciente • 335

crecimiento poblacional del 11,5% en ese período, (LVI, 31/


05/2019) advertimos la notable caída del empleo registrado
en relación a la población. En el sector manufacturero, se
produjo una pérdida de puestos registrados de trabajo de
quince puntos porcentuales entre el segundo trimestre de
2010 y el de 2020, mientras se incrementaron el comer-
cio y los servicios financieros, según datos del EIL. Esta
constatación remite a desplazamientos intrasectoriales de
largo aliento.
Como acuerdan todos los análisis sobre mercado de
trabajo, los más vulnerados en esta crisis son los sectores
informales de la economía. Mencionemos que la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH) del segundo trimestre de
2020, publicada el 23 de septiembre por el INDEC, señala
que en el Gran Córdoba la desocupación alcanzó el 19,1%,
casi duplicando a la del primer trimestre. Aunque todavía
no están los datos desagregados para el Gran Córdoba, con
seguridad la situación más dramática ha de producirse en
el sector informal. En la última EPH de 2019, el 45% de los
asalariados no tenía aportes jubilatorios y el cuentapropis-
mo venía en avance. Sin paraguas legal alguno y en el marco
de la pandemia, estos sectores fueron los más vulnerados.
La caída del empleo se sostiene tanto por el despido
hormiga como por los masivos (resistidos en conflictos
abiertos, resueltos entre cúpulas, o judicializados pluriin-
dividualmente), como en situaciones de crisis y cierre de
empresas. Según los registros del OCLC, entre estos últi-
mos las metalúrgicas encabezan el ranking, seguidas por
las agroindustrias. Ambas son las principales fuentes de
empleo industrial en la provincia. En tiempos de creciente
desocupación, precarización e incremento de la pobreza, la
amenaza de despido y su efectivización operan como fuer-
tes disciplinadores a la hora de la acción colectiva. Como
se sabe, la dicotomía salarios-condiciones de trabajo vs.
empleo es agitada una y otra vez por las patronales, el Esta-
do y las conducciones sindicales. En el marco de la orga-
nización capitalista dependiente y con una correlación de

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336 • La conflictividad social en la historia reciente

fuerzas debilitada para las clases subalternas, esta amenaza


es una realidad desoladora.

El salario de las y los trabajadores


Los salarios de los agentes dependientes de la Provincia de
Córdoba y de la Municipalidad de Córdoba no han tenido
mejor suerte, pese a la furibunda campaña de presentar a
estos trabajadores como “privilegiados”, campaña sostenida
por los medios más influyentes en las decisiones políticas
y en la formación de sentido común: La Voz del Interior y
Cadena 3, y amplificados en las redes sociales.
Vemos en el siguiente gráfico el desplome que sufrie-
ron los salarios de la Administración Pública Provincial y
sectores descentralizados (donde se incluyen las y los traba-
jadores de salud), y de la Municipalidad de Córdoba entre
2016 y 2020.

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La conflictividad social en la historia reciente • 337

Gráfico 3. Evolución del salario real de la Administración Pública Provincial


y Municipalidad de Córdoba 2016-2020

Fuente: Elaboración propia en base a Estadísticas Caja de Jubilaciones


de la Provincia e IPC Córdoba (Dirección General de Estadísticas de la
Provincia de Córdoba). Base: julio 2014=1.

En el próximo gráfico se puede ver el desenvolvimiento


del salario del trabajo registrado del sector privado para los
años comprendidos entre 2013 y 2020. Pese a ser una serie
demasiado corta, podemos ver más allá del clásico “serru-
cho” que “levanta” los resultados en los años impares en que
hubo elecciones. A partir de 2018, el desplome es imparable
y cualquier salida reactivadora se ubicará en un piso bají-
simo, máxime teniendo en cuenta el acuerdo CGT-UIA, la
minimización de los acuerdos paritarios y la amenaza del
despido en tiempos de una crisis inédita.

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338 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 4. Salarios reales de manufactura, transporte y total registrados


privados. Provincia de Córdoba

Fuente: Elaboración propia en base a EIL (evolución del salario del


empleo registrado en Córdoba) e IPC Córdoba (Dirección General de
Estadísticas de la Provincia de Córdoba). Base: 2014=1.

Condiciones de trabajo
Como ya señalamos, un porcentaje muy alto de los/las
asalariados/as del Gran Córdoba no percibe comprobante
alguno por su trabajo. Sobre esta base, hay que considerar
un abanico de situaciones lejanas al clásico “contrato por
tiempo indeterminado en el lugar de trabajo”: monotribu-
tos, consultoras, tercerizadas en el Estado y en el sector
privado, que conforman una diversidad difícil de cuantifi-
car y que avanza con más prisa que pausas en la Reforma
Laboral de hecho. El alto número de contratados en la Pro-
vincia de Córdoba y en las municipalidades son elementos
de disciplinamiento y fragmentación.
Siguiendo la tendencia mundial, la tercerización de
servicios, la contratación vía consultoras, las formas de
monotributo, pasantías, y planes de empleo son estrate-
gias extendidas de fragmentación, elusión de la normativa
y disminución del salario que se extienden como mancha

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La conflictividad social en la historia reciente • 339

de aceite. La pandemia ha puesto al descubierto la esen-


cialidad de las y los trabajadores precarizados de la salud,
la limpieza, el transporte y la problemática sanitaria aso-
ciada al pluriempleo.

Caracterización y análisis de la conflictividad laboral

En este contexto de deterioro generalizado del empleo, el


salario y las condiciones de trabajo, nuestro análisis de la
conflictividad laboral en el período 2013–2018 a partir de
la base de datos del OCLC sigue los ejes planteados en el
apartado conceptual. Para todas las series de datos, hace-
mos una lectura de la conflictividad de acuerdo a “grandes
sectores”: trabajadores estatales, privados, multisectoriales
y otros trabajadores4, según la siguiente secuencia:
En primer lugar, abordamos el par moviliza-
ción–desmovilización a partir de la distinción entre accio-
nes conflictivas directas (ACD) e indirectas (ACI), para
identificar su magnitud relativa a lo largo de un período
(2013-2018). Las ACD implican la presencia de los colec-
tivos de trabajadores en el espacio público o semipúblico5,
por lo que el análisis posterior se basará sólo en ellas. Pro-
fundizaremos también en las demandas por las que recla-
man.
En segundo lugar, el continuum participación-
delegación, se construye a través de dos dimensiones: “ini-
ciativa en la participación” y “nivel de agregación”, aborda-
das de modo diferenciado entre sector público y privado.

4 a) Estatales: asalariados dependientes de los tres niveles del Estado; b) Priva-


dos: asalariados de empresas privadas; c) Multisectoriales: acciones coordi-
nadas por centrales o coordinadoras con distinto grado de amplitud pero
excediendo el lugar de trabajo o la rama de actividad; d) Otro/as trabajado-
res: cuentapropistas, jubilados, feriantes.
5 Para más detalle sobre las acciones específicas incorporadas en cada catego-
ría consultar: https://observatoriodeconflictoscordoba.wordpress.com/
nuestra-metodologia/

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340 • La conflictividad social en la historia reciente

La “iniciativa” refiere a quiénes impulsan la movilización:


las bases6 (trabajadores autoorganizados/as, y/o delegados/
as) o si se opera desde las cúpulas (conducción y/o cuer-
pos orgánicos). El nivel de agregación es una categorización
que nos permite una primera aproximación cuantitativa a
la relación entre el “conflicto en el lugar de trabajo”, recu-
perando la participación de las bases, y el que mueve a la
“rama” en su conjunto. Cabe también la posibilidad (que
reservaremos para el eje fragmentación – solidaridad), de
que el conflicto abierto surja desde “varias ramas”, las que
típicamente están representadas por las centrales obreras.
Dado que la iniciativa en la participación se vuelve rele-
vante sólo al abordar las dinámicas conflictuales específicas,
y que el nivel de agregación también refiere al espacio de
origen del reclamo, presentamos aquí la dimensión donde
estas variables se solapan: el lugar de trabajo. En nuestros
registros, la totalidad de los conflictos surgidos en el lugar
de trabajo son iniciativa de las bases, por lo que esta situa-
ción se convierte en un eje explicativo del primer término
del continuum participación-delegación7, con sus gradientes
según los casos.
El tercer y último eje de análisis es solidaridad-
fragmentación. Por ser una dimensión que intenta cono-
cer el potencial unificador de las clases subalternas en las
luchas, su análisis excede al conflicto en el lugar de tra-
bajo (aunque su práctica pueda implicar el aprendizaje de
dinámicas participativas y la toma de decisiones de manera
más inclusiva). Refiere a las dificultades de la forma sin-
dical (de primer, segundo y tercer grado) y de los colecti-
vos de trabajadores para superar las segregaciones externas,

6 La noción de movilización “por iniciativa de las bases” fue desarrollada pre-


viamente por Roitman (2018).
7 Esto no significa que la otra correlación (iniciativa de cúpulas-movilización
por rama o varias ramas) sea válida o explicativa de la “delegación”. Por el
contrario, aparece como el aspecto más controvertido y demandante de un
análisis extenso. Por eso hemos resuelto presentar aquí la parte menos pro-
blemática de esta categorización y que aporta datos significativos.

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La conflictividad social en la historia reciente • 341

construyendo lo común por sobre la competencia propi-


ciada por el capital.

Movilización/desmovilización
En este apartado analizamos cómo se ha desplegado en
el tiempo la conflictividad laboral aproximándonos al par
movilización-desmovilización8.
Un primer recaudo metodológico que tomamos con-
siste en distinguir entre “acciones conflictivas Directas”
(ACD) e “Indirectas” (ACI). Las primeras son del orden de la
movilización activa de las trabajadoras y trabajadores que
incluye su decisión de frenar la actividad (paros), tomar
decisiones colectivas (asambleas), realizar marchas, tomas
de lugares de trabajo, cortes de calle, reuniones abiertas
(actos públicos). Las “Indirectas” son aquellas vinculadas a
la difusión y comunicación y las negociaciones o firmas de
acuerdos paritarios. Incluimos allí también las llamadas de
“alerta y movilización”, aunque de esta última reconocemos
su condición ambigua.
Presentamos el gráfico 5 con el desenvolvimiento en el
período de referencia de ambos tipos de acciones.

8 La unidad de análisis que utilizaremos a partir de aquí es la Acción Conflic-


tiva (AC), manifestación de una disputa de intereses, que abarca condiciones
o relaciones laborales, y cuyos actores son provinciales o visibles en el ámbi-
to provincial. Las acciones conflictivas se agrupan en conflictos (Co), una
unidad de análisis mayor, en las que las AC tienen los mismos protagonistas,
antagonistas y demandas. Esto permite seguir el despliegue en el tiempo de
disputas de distinto tenor. Dado el recorte de este artículo nos limitamos a
las AC. Cada AC se caracteriza según varias variables. En este caso pondre-
mos en juego el formato de protesta -¿cómo se reclama?- , la demanda -¿por
qué se reclama?-, el nivel de agregación -¿desde las bases, desde la conduc-
ción de la rama, desde articulaciones multisectoriales? La fuente de los datos
son medios de comunicación provinciales y regionales (La Voz, Cba24n; la
izquierda Diario, Diario del Centro del País, el Puntal de Río Cuarto y La Voz de
San Justo).

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342 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 5. Acciones conflictivas Directas e Indirectas, años 2013-2018


(frecuencia absoluta)

Fuente: Base de Datos OCLC.

De este gráfico inferimos dos cuestiones: las ACD han


sido siempre mayores en número que las indirectas, y las
relaciones entre ambos tipos son oscilantes.
Sin negar la importancia de las ACI, la performatividad
del discurso en las declaraciones o el papel central de las
negociaciones, en adelante sólo consideraremos las accio-
nes conflictivas directas, debido a que nos interesa resal-
tar aquellas donde la participación sea siempre colectiva y
requiera la corporeidad de los/las trabajadores en un espa-
cio común de protesta y de encuentro (la calle, el lugar de
trabajo). Como siempre, las distinciones binarias sólo son
indicaciones, existiendo matices e intermedios.
El “movilizar” es parte de la dinámica externa que seña-
laba Hyman frente al capital y al Estado, y es también un
índice (nunca exhaustivo) de la capacidad de los trabaja-
dores para defender derechos o avanzar sobre los mismos
(estrategias defensivas u ofensivas). En el período analizado,
conforme al contexto, las estrategias han sido, sin excep-
ciones, de carácter defensivo: despidos, pagos adeudados,

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La conflictividad social en la historia reciente • 343

condiciones de trabajo, salario; reclamos que se enarbolan


para frenar el deterioro.

Gráfico 6. Acciones conflictivas directas por sectores en Córdoba


2013-2018

Fuente: Base de Datos OCLC.

Vemos ante todo que las ACD estatales son siempre


superiores al resto. Sin embargo, representan sólo al 13% de
los asalariados en el Gran Córdoba según la EPH, aunque
si consideramos toda la provincia y sólo los trabajadores
registrados, el número se acerca al 25%. La “sobrerrepre-
sentación” de la conflictividad estatal es común en todo
el país y es característica desde la posdictadura. Entre las
razones que la explican podemos mencionar que las luchas
docentes, las resistencias a las privatizaciones, la confor-
mación de la CTA con columna vertebral en gremios esta-
tales, han construido espacios con características diferen-
ciales del sindicalismo tradicional. Sumado a lo anterior
aparece la relativa estabilidad del empleo público –siem-
pre en disputa- aunque cada vez más resquebrajada con el
peso creciente de contratados, monotributistas, pasantes o

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344 • La conflictividad social en la historia reciente

becarios. Agreguemos, por último, que la flexibilización por


la vía litigiosa del modelo sindical de unicidad promociona-
da en el ámbito estatal durante los últimos años habilita un
pluralismo que acicatea la movilización.
Finalmente, en el sector privado, se mantiene estable
el nivel de conflictividad, aunque los momentos de mayor
ajuste y crisis habrían generado –y esto lo profundizare-
mos más adelante- un incremento mínimo de conflictividad
abierta impulsada desde las cúpulas o apoyada por ellas.
Además, por temor al despido, el reclamo habría pasado a
canalizarse por la vía sindical mediante negociaciones (esto
último no se mide en el gráfico 6, que sólo capta las ACD).
Volviendo al gráfico 6 señalemos que: (a) Hay dife-
rencias notables entre la cantidad de acciones conflictivas
de cada año, 2016 y 2018 son los años más movilizados
del período seguidos por 2013 -450, 402 y 378 acciones
conflictivas respectivamente-; (b) la oscilación entre años se
explica fundamentalmente por lo pendular de la dinámica
estatal que a su vez responde a especificidades sectoriales,
así como alineamientos político partidarios, en cuyos deta-
lles no podemos incursionar por razones de espacio; (c) las
acciones conflictivas de trabajadores privados se mantienen
estables, aunque como veremos luego, varían en su nivel
de agregación; (d) las acciones multisectoriales que inclu-
yen aquellas promovidas por las centrales obreras nacio-
nales o provinciales, las que resultan de la articulación de
varios gremios por reclamos comunes (especialmente esta-
tales) y las de sectores sindicales con otros que no lo son
(por ejemplo, estudiantiles) tienen escaso peso cuantitativo,
aunque crecen en 2017 y 2018. Volveremos sobre ello en
el apartado de solidaridad; (e) los “otros/as trabajadores”,
incluyen sectores de la llamada economía popular, jubila-
dos y desocupados, no tienen peso significativo. Entende-
mos que, en lo referente a la economía popular, su escasa
incidencia responde más a una metodología cuya fuente
son medios de comunicación que invisibilizan la protesta
que a la ausencia de conflictividad. El trabajo y la disputa

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La conflictividad social en la historia reciente • 345

en territorio, propios de la economía popular, pocas veces


implican la irrupción callejera, por lo que requieren otras
formas de abordaje.
Ahora veamos los motivos por los que se movilizan los
sectores estatal y privado mediante ACD.

Gráfico 7. Demandas principales de trabajadores del sector estatal


en Córdoba 2013-2018

Fuente: Base de Datos OCLC.

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346 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 8. Demandas principales de trabajadores del sector privado


en Córdoba 2013-2018

Fuente: Base de Datos OCLC.

Es interesante señalar que la prevalencia de motivos


impulsores de acciones conflictivas es distinta en el sector
estatal respecto del privado. Como se ve en el gráfico 7,
los estatales se movilizaron principalmente por cuestiones
salariales, y en segundo lugar, por crisis (incluyendo despi-
dos, ceses de contratos, pagos adeudados). Para los privados,
en cambio, predominan las de crisis y luego la demanda
salarial. La mayor incidencia de lo salarial para los estatales
se vincula a que el lugar de negociación para la mayoría
de ellos es la Provincia de Córdoba o las municipalidades,
mientras que los privados negocian en el ámbito nacional,
con algunas especificidades locales y algunas excepciones.
El tercer motivo de reclamo, tanto en estatales como en pri-
vados, es por “condiciones de trabajo”. Vemos que en ambos
casos este motivo va en descenso relativo, y esto no se debe
a que haya mejoras en ese ámbito, sino a lo acuciante de

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La conflictividad social en la historia reciente • 347

las otras dos9. Los otros tres motivos de reclamos – políti-


cas públicas, disputas inter o intrasindicales y solidaridad –
aunque de menor cuantía como demandas principales-, tie-
nen importancia cualitativa y frecuentemente acompañan
pliegos reivindicatorios extensos.
Como síntesis, digamos que la movilización en Córdo-
ba es alta, con oscilaciones que obedecen más bien a diná-
micas internas o externas sectoriales. En cualquier caso, la
movilización del período siempre tuvo un carácter emi-
nentemente defensivo, ya fuese para defender el empleo,
conservar los salarios -que como vimos se replegaron- o
poner límite al deterioro de las condiciones de trabajo.

Participación/delegación
El lugar de trabajo es un campo de batalla donde el des-
potismo patronal pretende avanzar sobre el control de una
mercancía ficticia, la fuerza de trabajo, que resiste de mane-
ra más o menos organizada.
La revitalización del conflicto en el lugar de trabajo,
desde comienzos del siglo XXI, ha sido abordada por una
extensa literatura. Algunos han puesto el foco en la demo-
cratización que ello implica, otros en la emergencia de una
izquierda en sectores fabriles o logísticos. Atzeni y Ghi-
gliani (2012) señalan ambos aspectos al considerar que se
trata de

… un suelo fértil para la reemergencia de la democracia y de


la iniciativa desde abajo para el sindicalismo. Por un lado, ha
dado pie a las movilizaciones de base y acciones directas que
empoderan a los trabajadores en el lugar de trabajo y por otro
lado han favorecido la renovación de estrategias y liderazgos
en un marco de discursos de tintes más izquierdistas (p. 3).

9 Sobre este punto, conviene destacar que aquí contemplamos sólo la deman-
da principal de cada acción conflictiva, por lo que algunas de ellas pueden
persistir o incluso incrementarse, pero ocupando un lugar subordinado en
cuanto a las prioridades de la movilización.

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348 • La conflictividad social en la historia reciente

El OCLC ha seguido con atención los más impor-


tantes conflictos en el lugar de trabajo de la Provincia en
el período señalado y nuestros estudios cualitativos evi-
dencian más el aspecto participativo que el surgimiento
de dirigentes y discursos de izquierda, que se han visto
solo en contadas ocasiones y con disputas internas. Ante
este impulso democratizador, las “conducciones” -para
simplificar una categoría que tiene muchos recovecos-
tienden al control de la situación, ya sea canalizando
el conflicto por vía de negociaciones o enfrentándose
abiertamente a las bases; es decir, a fomentar que las y
los trabajadores deleguen en sus dirigentes sindicales el
cierre de los conflictos.
Metodológicamente consideramos conflicto en el
“lugar de trabajo” a aquel que se inicia por reclamos
propios de ese ámbito, casi siempre por crisis: despi-
dos, pagos adeudados, condiciones de trabajo. También
se inician en el lugar de trabajo reclamos más gene-
rales -salariales o de democratización de las prácticas
sindicales-. Es el caso de las y los trabajadoras/es del
transporte. Tales conflictos implican a veces un proceso
de maduración democrática de los colectivos -como en
Molinos Minetti- u oscilaciones pendulares -habituales
en el sector salud-. También es común la eclosión frente
a una afrenta, sin antecedentes y sin continuidad -como
varios casos en la industria frigorífica-.
El siguiente gráfico indica la cantidad de acciones
conflictivas en el lugar de trabajo por año y según
sector estatal o privado. Vemos también su incidencia
porcentual, considerando como total la suma de la rama
y el lugar de trabajo.

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La conflictividad social en la historia reciente • 349

Gráfico 9. Distribución de ACD de estatales y privados en el lugar


de trabajo en la provincia de Córdoba (2013-2018) en frecuencias
absolutas (FA) y porcentajes

Fuente: Base de Datos OCLC. Nota: Los porcentajes refieren a la distri-


bución lugar de trabajo-rama.

Porcentualmente, en el ámbito público predomina


la ACD por Rama (aunque la frecuencia absoluta del
lugar de trabajo sea mayor que en el privado). Dos sec-
tores estatales se han caracterizado por la recurrencia al
Lugar de Trabajo: las dependencias de la Municipalidad
de Córdoba y la salud pública provincial. Se trata de
conflictos “crónicos” que tuvieron su mayor expresión
durante 2013 y 2016. La falta de insumos, la preca-
rización, las direcciones despóticas y el salario fueron
las principales fuentes del reclamo. La persecución y el
desgaste redujeron sus expresiones en 2017 y 2018. En
tiempos de pandemia, reaparecieron.
En el sector privado, hasta 2017, prevalece la ACD
en el lugar de trabajo, superando ese año el 60% del
total. En 2018 el porcentaje cae a menos del 40%, lo que
se explica en parte por efecto disciplinador de la dura
derrota de las bases del transporte urbano en junio de

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350 • La conflictividad social en la historia reciente

2017 y en parte por la crisis generalizada que obligó


a las conducciones -aún las más remisas- a absorber
algunas de las demandas bajo pena de pérdida de legi-
timidad. Sin espacio para discutir en detalle más datos,
señalemos dos cuestiones en relación al Conflicto en el
Lugar de Trabajo de privados. La primera es que las
demandas fueron ante todo por Crisis (pagos adeuda-
dos, despidos, suspensiones, vaciamiento de empresas)
y, en segundo lugar, por las Condiciones de traba-
jo. La segunda es que estas acciones raramente son
acompañadas por las conducciones, y muy a menudo
las bases confrontan con éstas, tanto de forma abierta
como solapada.
En estatales y privados, el conflicto en el Lugar
de Trabajo remite a la participación y democratización,
pero si no logra proyecciones queda cerrado y aislado.
En la Provincia, conflictos tales como los de Weather-
ford (en Río Tercero), Volkswagen, Molinos Minetti o el
transporte urbano de pasajeros,10 sufrieron derrotas al
encontrarse confrontando con la fuerza del Estado, la
patronal y las conducciones gremiales, sin poder esta-
blecer alianzas para romper el aislamiento.

Solidaridad/fragmentación
Superar la fragmentación y desarrollar actividades que
excedan las condiciones de contratación, el sector, la
rama de actividad o el encuadre sindical es parte de esta
búsqueda de construcción de “lo común”, que unifique
demandas y logre una correlación de fuerzas más favo-
rable a las/los trabajadores, en la construcción de una
disposición a la acción consciente de clase.

10 https://observatoriodeconflictoscordoba.wordpress.com/2019/12/30/
un-molino-detenido-es-harina-de-nuestro-costal/ y
https://observatoriodeconflictoscordoba.wordpress.com/2016/10/18/
apostillas-a-el-transporte-urbano-en-sus-corredores-por-que-
elecciones-libres/

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La conflictividad social en la historia reciente • 351

En este sentido, aquellas acciones conflictivas que


exceden una rama de actividad o que suman a otros
sectores (estudiantes, movimiento feminista) están indi-
cando algún tipo de solidaridad. En Córdoba han sido
moneda corriente las multisectoriales estatales contra
las sucesivas reformas previsionales que fueron primero
distanciando la movilidad jubilatoria, luego recortando
los aportes patronales y de los trabajadores a la Caja
de Jubilaciones provincial hasta llegar a la reducción
del clásico 82% móvil. En cuarentena y “entre gallos y
medianoche”, se dio el último ataque a la jubilación esta-
tal con una nueva reforma imprevista que en contexto
de pandemia despertó resistencias escasas.
También existen articulaciones de las CGT en las
ciudades del interior más importantes, las que han per-
manecido en general unidas y se han movilizado con
otras organizaciones por razones regionales. Tal es el
caso de la lucha contra el aumento del boleto urbano
en Río Cuarto, el excesivo costo del coseguro médico
en Bell Ville, la solidaridad con los trabajadores de
Fabricaciones Militares en Villa María o la lucha contra
el cierre de un frigorífico en Huinca Renancó.
Como se puede observar en el siguiente gráfico,
las acciones multisectoriales son reducidas en núme-
ros absolutos y porcentuales, aunque ganaron peso en
2017 y 2018.

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352 • La conflictividad social en la historia reciente

Gráfico 10. ACD multisectoriales. Frecuencia absoluta y porcentaje


sobre el total

Fuente: Base de Datos OCLC.

Más allá de que el poco peso de las acciones conflictivas


directas multisectoriales indica la escasa tendencia a la
solidaridad, podríamos recostarnos en la “huelga general”
como indicador de momentos en que una intensa conflic-
tividad y movilización pueden condensar en solidaridad de
clase, como propone Santella (2009).
El autor, en su análisis de un siglo de huelgas generales
en Argentina -entre 1902 y 2002- se apoya en la tradi-
ción marxista que pone el conflicto abierto en el centro
de la conformación de la clase trabajadora, lo que remite
a Gramsci y otra miríada de autores que entienden como
crucial el momento del enfrentamiento para comprender el
devenir clase. Entre los conflictos que desarrollan las y los
trabajadores, considera que la huelga general es un indica-
dor privilegiado de la conflictividad y cita a Iñigo Carrera
para delimitar el concepto:

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La conflictividad social en la historia reciente • 353

Cuando el conjunto de los obreros se enfrenta con el conjun-


to de los capitalistas es el momento de la huelga general, que
es también el momento en que el conjunto de los obreros se
encuentra con el gobierno del estado, sea porque éste expre-
sa el poder de los capitalistas en un conflicto determinado,
sea porque los obreros se proponen establecer o defender
una legislación favorable a sus intereses inmediatos, sea por
ambas razones. La huelga general, es pues, una lucha polí-
tica, lo que nada nos dice de la forma de conciencia de su
situación y cómo superarla (reformista o revolucionaria) que
tienen los obreros (p. 13).

Resaltemos de esta cita dos cuestiones. La primera es


que se trata de una lucha política, ya que surge del conjunto
de los trabajadores; la segunda, que no es indicativa del
momento de subjetivación o de conciencia. Santella sostie-
ne que en Argentina lo que ha prevalecido desde los años
30, y en particular desde el peronismo, es la huelga general
como expresión de la “conciencia corporativa de clase”, un
momento que es político porque supera el mero economi-
cismo de la reivindicación inmediata para mostrarse como
fuerza que sostiene la posición en el sistema social, pero que
no se proyecta como hegemónica en el sentido de plantear
el interés de la clase como universal. De la importancia del
momento y la complejidad de la huelga general, se sigue
que se trata del momento clave para la periodización del
movimiento obrero puesto que son “…acciones que unifi-
caron sus distintas fracciones y orientaciones políticas en
contra de las clases dominantes.” (p.7) y agrega que esta
forma de lucha

… fue expresando los cambios de largo plazo en las estrate-


gias obreras cambiantes respecto de los medios de lucha, los
objetivos, las ideologías, las formas de organización, las alian-
zas con otras fuerzas sociales y la relación con el estado. Dada
la relevancia histórica, la huelga general posibilita localizar
alrededor de un tipo de hechos específico un medio de lucha
en que son superadas las contradicciones internas entre gru-
pos de trabajadores en la acción colectiva como clase (p. 7).

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354 • La conflictividad social en la historia reciente

Más allá de la discusión sobre la politicidad y la sub-


jetivación que se ponen en juego en la huelga general, si
atendemos a la idea de “conjunto de los obreros” que se
organizan como clase (aunque sea corporativamente) para
enfrentar al Estado o al capital, nos encontraríamos efecti-
vamente en la huelga general con un momento de solidari-
dad interna que operaría contra la fragmentación.
Piva (2006), por su parte, cuestiona el intento de perio-
dizar el movimiento obrero a partir de las huelgas generales
por dos razones; una es la creciente fragmentación de las/
los trabajadores, especialmente entre ocupados y desocu-
pados, y la otra es que hay un desacople entre las huelgas
generales y los momentos de mayor conflictividad de las
y los trabajadores. Es decir, que las huelgas generales no
se producen en momentos de alza de las movilizaciones,
paros por rama o actos públicos, lo cual dificulta pensar
la “huelga general” como momento de condensación de los
conflictos de trabajadores o como lectura de la correla-
ción de fuerzas. Aunque Piva remite al período 1989-2001,
podemos preguntarnos si esto es sugerente o no para nues-
tro objeto de estudio.
Encontramos que la respuesta es afirmativa. En efecto,
las “huelgas generales” acaecidas durante estos años no son
“del conjunto de trabajadores”, no sólo por la separación
estructural y subjetiva entre formales e informales, ocupa-
dos y desocupados, separación que produce que las convo-
catorias nacionales de la o las CGTs sólo impliquen aunque
sea nominalmente a un grupo cada vez menor de trabaja-
dores, sino porque las fracturas al interior de las centrales
obreras nacionales, sin correlato en Córdoba11, ponen en
duda que una huelga general pueda poner en marcha a la

11 Mientras que a nivel nacional la CGT estuvo particionada en tres sectores


(de Moyano, de Caló y de Barrionuevo) entre 2012 y 2016, más las dos CTA,
logrando una unidad endeble desde el “triunvirato” surgido en 2016, en
Córdoba la tripartición obedeció a otras lógicas, sin correspondencia con
las nacionales. Sólo la CTA y sus divisiones se reflejaron de una manera
aproximadamente igual en Córdoba.

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La conflictividad social en la historia reciente • 355

totalidad o a un número extenso de sectores ocupados y


formales agrupados por las centrales obreras. El desaco-
ple pone en evidencia también que las “huelgas generales”
no tienen raíz en el movimiento existente y que incluso
se producen en momentos de poca conflictividad, como se
muestra en el siguiente gráfico.

Gráfico 11. Relación entre la frecuencia de las movilizaciones provinciales


y los momentos de huelga general

Nota: Los puntos negros corresponden a las huelgas nacionales con


acatamiento en la provincia. Fuente: Base de Datos OCLC.

Límites y potencialidades de una solidaridad ampliada

En Córdoba, los acontecimientos 2017-2018 se concate-


naron de manera témporo-espacial diferente a la de las
movilizaciones que tuvieron gran impacto en AMBA por
cuestiones que afectaban, sobre todo, a los grupos subal-
ternos. En junio de 2017 encontramos una situación que
podríamos llamar de “solidaridad negativa” o “contra el tra-
bajo”. Una mayoría de choferes del transporte urbano de
pasajeros liderados por cuerpos de delegados combativos
recientemente elegidos, en donde destacaron las conducto-
ras de trolebuses, realizaron un paro durante nueve días con
masivos actos públicos, pidiendo por una paritaria salarial
en la que no se quedara por debajo de la inflación, condicio-
nes de trabajo y democratización de la UTA. La seccional

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356 • La conflictividad social en la historia reciente

local estaba intervenida desde 2016 por decisión de la con-


ducción nacional. El conflicto traía a la superficie una serie
de demandas de larga data por políticas públicas contra la
privatización de la empresa estatal12, el estado de los coches
y la inseguridad de los choferes en los recorridos.
La revuelta fue derrotada y las consecuencias fueron
gravosas: sanciones, despidos, derivación en causas judi-
ciales para las/los trabajadores y hasta sanción de una ley
que limita el derecho a huelga a los denominados “servicios
esenciales”. El poder gubernamental (municipio, provincia
y nación) actuó abroquelado junto a empresarios, conduc-
ción gremial y medios de comunicación, que se dedicaron
a focalizar las demandas como internas sindicales y a exa-
cerbar los impactos del paro en la movilidad de la pobla-
ción. Varios gremios amagaron con apoyar a los choferes,
incluso con declarar un paro provincial. Pero la solidaridad
quedó sólo en palabras encendidas. En la práctica, las y los
choferes quedaron solas/os, estigmatizados por la prensa e
incomprendidos por los usuarios. Allí donde el apoyo era
indispensable para ganar una batalla, la solidaridad brilló
por su ausencia
Pocos meses después y ya con un clima nacional cal-
deado, desde comienzos de 2018, se movilizaron los colec-
tivos feministas y estudiantiles. Sus luchas, en lugar de
transcurrir paralelamente al conflicto laboral como venía
sucediendo, lo “empujaron” incluso más allá de lo que las/
los trabajadores pretendían. Los destellos de rebelión en
Córdoba vinieron de la mano del conflicto universitario
y el movimiento de mujeres, que ganaron las calles. Las
manifestaciones por la sanción de la ley de interrupción
voluntaria del embarazo presentaron un acople sincrónico
con las marchas de docentes y estudiantes universitarios/

12 En agosto de 2013, durante el primer año de gestión del intendente Mestre,


se disolvió la empresa estatal que prestaba el 60% de los servicios de trans-
porte, permitiéndose la concentración del 75% de la concesión del servicio
en una única empresa (ERSA).

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La conflictividad social en la historia reciente • 357

as bajo consignas que se iniciaron en el reclamo paritario y


evolucionaron hacia el aumento de presupuesto para edu-
cación; cuestionamiento del proyecto rectoral que traduce
trayectos académicos a un sistema de créditos canjeables en
ámbitos educativos públicos o privados y modificaciones
en las incumbencias de algunas carreras que redundan en
precarización del mercado de trabajo profesional. El 22 de
agosto de 2018 docentes y estudiantes confluyeron en una
marcha multitudinaria de más de 80 mil personas que mar-
charon en defensa de la educación pública.
Al ritmo de una incorporación al reclamo de demandas
que excedían lo salarial, los protagonistas de la protesta se
articulaban en dos movimientos que comenzaban a distan-
ciarse, ejerciendo al tiempo modalidades de participación
diferenciadas. Por un lado, la asamblea interfacultades, en
formato de base, planteaba junto a la solidaridad con los
docentes en lucha, reivindicaciones que le eran propias. Por
otro lado, las conducciones sindicales, acompañadas por
grupos rotativos de docentes desarticulados, apuraron la
finalización de un conflicto que sospecharon se les esca-
paría de las manos. Ante las dificultades de diálogo entre
ambas posturas, la cada día más numerosa asamblea interfa-
cultades decidió hacerse oír mediante la toma de facultades
y del Pabellón Argentina (sede de la paradójica celebración
del centenario de la reforma universitaria meses antes).
El golpe maestro del quiebre se produjo cuando la
conducción (federación y sindicato) decidió el levantamien-
to del paro, esgrimiendo un magro resultado paritario
(aumento de 25% contra un índice de inflación que alcan-
zaría el 47,6%), una promesa (dos cláusulas de revisión) y
una estrategia (“hay que apostar al tratamiento de la ley
de presupuesto en el Congreso”, “hay que votar bien en
2019”). El plan de lucha de la asamblea interfacultades en las
tomas comenzaría a debilitarse, planteándose una instancia
de negociación que fue saboteada con violencia por militan-
tes de la Franja Morada y una patota de no docentes. Final-
mente, se levantó la toma y la justicia de Córdoba imputó a

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358 • La conflictividad social en la historia reciente

27 estudiantes y una docente por usurpación. Cabe acotar


que, en pleno contexto de pandemia, el Poder Judicial de
Córdoba avanzó en los procesamientos.
En conclusión, la democratización y la solidaridad
se desencontraron en el tiempo. Sin proyecto colectivo la
movilización deviene en formas corporativas, fragmentadas
o gestas acotadas que no encuentran anclajes y proyección.

Consideraciones finales

Este recorrido por experiencias de movilización de trabajado-


res exhibe el contradictorio y complejo entramado de intere-
ses y posibilidades, de potencias y debilidades que conviven
cuando se activan formas organizativas. ¿Qué claves de lectu-
ra son capaces de arbitrar en los intersticios y echar luz sobre
tácticas óptimas y efectivas en las instancias de lucha? El aná-
lisis de la dinámica específica de los conflictos laborales, desde
los continuums movilización-desmovilización, participación-
delegación, solidaridad-fragmentación aporta claridad para
vislumbrar la “correlación de fuerzas” entre capital-trabajo en
el período expuesto. En este sentido, sostenemos la centralidad
de los conflictos en torno al trabajo y el alcance que estos pro-
cesos tienen en la construcción de subjetivación política de los
grupos subalternos.
El conflicto abierto durante el período analizado tiene
oscilaciones de intensidad, pero está siempre presente e
incide en el escenario sociopolítico. En un contexto de
ofensiva del capital, acompañada por el Estado, para reducir
salarios, precarizar trabajo y atentar contra las condicio-
nes de trabajo, la conflictividad es de carácter defensivo y
está protagonizada por un conjunto numéricamente redu-
cido de trabajadores: estatales, transporte y algunos secto-
res industriales. La movilización está desacompasada entre
los sectores, casi siempre corporativa y fragmentada tanto
estructural como subjetivamente.

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La conflictividad social en la historia reciente • 359

Aunque la conflictividad laboral está protagonizada en


general por organizaciones sindicales, se observa la emer-
gencia ocasional de grupos espontáneos con potencialidad
de organizarse a más largo plazo, incluso en modos alter-
nativos de protesta.
Si hacemos foco en el conflicto en el lugar de trabajo,
vemos que estos conflictos tienen una mayor incidencia en
el sector privado. Sus reclamos se centran en la defensa de
los puestos de trabajo, ya sea por despidos o vaciamiento
o pagos adeudados; todas estas demandas que llamamos
“de Crisis”. En segundo lugar, ponen como prioritarias las
“Condiciones de trabajo”. En estas situaciones, la relación
base-conducción generalmente es de confrontación o de un
acompañamiento condicionado o formal. Por su parte, las/
los trabajadores estatales muestran una dinámica conflic-
tual inversa, ya que predomina la movilización con presen-
cia de las conducciones gremiales –a veces impulsada por
éstas; otras, desde las bases.
En este artículo consideramos que el conflicto en el
lugar de trabajo, por reclamos específicos, es indicador de
participación, lo que no necesaria pero sí probablemente
implica cierta horizontalidad. En el otro extremo, las dele-
gaciones en la toma de decisiones y en la gestión de los
conflictos propiciadas por las conducciones, tienden a sos-
tener la estratificación interna y contener cualquier rebasa-
miento. Destacamos, asimismo que no se trata de situacio-
nes puras sino de polos de un continuum, de prácticas que
contribuyen a construir ciertas modalidades de subordina-
ción o resistencia. De hecho, ciertos conflictos en el lugar
de trabajo suelen ser acompañados por las conducciones,
mientras que algunas decisiones paritarias son empujadas o
controladas por las bases, con un significativo rol mediador
de los delegados.
Las experiencias desde el lugar de trabajo son ricas,
significativas y tienen componentes democráticos, pero no
han podido traspasar la barrera de la fábrica, el hospital o
los medios de transporte y han sido disciplinadas desde el

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360 • La conflictividad social en la historia reciente

Estado, la empresa o la conducción sindical. La ausencia


de una “voluntad colectiva” que impulse conjuntamente la
movilización, la solidaridad interna y externa y la partici-
pación desde las bases es notoria. De este modo, la potencia
para incidir en el curso de los acontecimientos se debilita.
Analizamos también la relación de las huelgas gene-
rales nacionales con los movimientos de la conflictividad
laboral en la Provincia de Córdoba donde, si bien a nivel
nacional puede sobrevolar un “clima de época” favorable a
la expresión pública del descontento social -como las de
2017-18-, el desacople con los conflictos locales de nivel
provincial se hace evidente.
El período 2017-2018 pareció mostrar un giro en la
tendencia de los conflictos corporativos, segmentados y
fragmentados. Un 2018 atravesado por las luchas feministas
y por estudiantes rebelados contra sus propias organizacio-
nes, redimensionaron la habitual protesta salarial al orden
del acontecimiento y de alcance nacional. De pronto, las
calles de Córdoba rebasaron desde múltiples vertientes en
el grito de defensa de la educación pública: movilización,
solidaridad y democratización se conjugaron con potencia
esperanzadora, aunque teniendo al fin una duración quizá
efímera. Su discurrir debe ser analizado a la luz de los años
posteriores, una tarea necesaria para avanzar en la com-
prensión orgánica de la conflictividad laboral. En particu-
lar, resulta sugestiva la lectura de lo invisibilizado durante
el año de pandemia para ver continuidades, emergencias
o rupturas ocurridas en un momento de transformaciones
mayores y negativas para el mundo del trabajo.
Por otra parte, las comparaciones interregionales
siguen siendo un desafío pendiente para entender mejor
tanto las características compartidas como las específicas.

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La conflictividad social en la historia reciente • 361

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Jornadas de Sociología de la UNLP, 3 al 5 de diciembre


de 2014, Ensenada: UNLP. Memoria Académica. Dis-
ponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
trab_eventos/ev.4222/ev.4222.pdf

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“Cantidad de aportantes y cargos por sector.
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https://www.cajajubilaciones.cba.gov.ar/portal/grafi-
coAportantes Acceso: 29/09/2020
INDEC. “Cuadros regulares – EPH continua”. Disponible
en: https://www.indec.gob.ar/indec/web/
Institucional-Indec-bases_EPH_tabulado_continua
Acceso: 28/09/2020
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social
“Empleo registrado del sector privado. Encuesta
de Indicadores Laborales (EIL)”. Disponible en:
http://www.trabajo.gob.ar/estadisticas/eil/ Acceso:
30/09/2020

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Tercera parte:
lo nacional

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7

Formas de las acciones colectivas


de violencia punitiva
en la Argentina reciente

El fenómeno del linchamiento y sus implicancias


en las potestades punitivas

LORETO QUIROZ, JUAN LADEUIX Y LEANDRO GONZÁLEZ

Introducción

Desde hace ya varios años, y particularmente durante el


año 2014, en la Argentina se han vuelto recurrentes las
imágenes en torno a los linchamientos. Entre abril y mayo
de ese año, una sucesión de hechos ocurridos en Buenos
Aires y Rosario despertó el interés mediático sobre el fenó-
meno, cuestión que, en palabras de Evangelina Caravaca,
generó un “toque de reunión” para políticos, periodistas,
juristas y académicos que fueron consultados sobre los “lin-
chamientos en la Argentina” y los peligros de los fenóme-
nos de “justicia por mano propia” (Caravaca, 2014). Una
importante cantidad de informes televisivos y de repor-
tajes periodísticos buscaba entender cómo, un fenómeno
propio de las “sociedades más postergadas del continente”,
se podía vislumbrar en la sociedad argentina. Además, lla-
maban la atención los escasos trabajos académicos que, a
pesar del auge actual de los estudios sobre la protesta y los

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368 • La conflictividad social en la historia reciente

nuevos movimientos sociales en la Argentina después de


2001, se habían ocupado de la cuestión. La novedad de las
“acciones de justicia por mano propia” como una práctica
recurrente en la Argentina puede ser una de las causas de
esa carencia inicial.
Los linchamientos no son una novedad en la historia.
El homicidio de personas a manos de una muchedumbre
que, sin mediar procedimiento legal alguno, asume el poder
punitivo que se esperaría fuese reservado para el Estado se
remonta a tiempos inmemoriales. No obstante, esta deno-
minación es relativamente reciente, como lo señalaba James
Cutler (1905) al describir “la ley del linchamiento” como
uno de los principales problemas de la sociedad estadouni-
dense. Los linchamientos como fenómeno social presentan
una complejidad, tanto en sus motivaciones como en sus
formas, de la cual ha dado cuenta la importante producción
académica sobre el problema en Estados Unidos.
Los linchamientos de 2014, que despertaron tal interés
mediático, son acompañados en Argentina por toda una
serie de prácticas sociales punitivas que los precedieron y
sucedieron.
En el presente texto pretendemos exponer, en primer
lugar, un breve estado de la cuestión en torno a los estu-
dios de las acciones colectivas de violencia punitiva -en los
que se inscriben los linchamientos-, con especial atención a
un conjunto de estudios que abordaron el fenómeno desde
una perspectiva cuantitativa. Por otro lado, en una segunda
sección, pretendemos plantear, mediante la focalización en
una serie de casos sucedidos en el Gran Buenos Aires entre
junio de 2014 y marzo de 2018, una de las variables que
consideramos fundamentales para comprender la impor-
tancia del fenómeno: los linchamientos como un momento
de tensión entre los actores colectivos y los actores institu-
cionales por la potestad del poder punitivo.

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La conflictividad social en la historia reciente • 369

Las acciones de violencia colectiva en la Argentina


reciente: los aportes de los estudios cuantitativos

Como hemos señalado anteriormente, el interés de los


investigadores sociales por este tipo de accionar colectivo
en Argentina es relativamente reciente. Si bien en el ámbi-
to anglosajón así como en varios países latinoamericanos
existe una importante tradición de estudios en torno a estas
expresiones de violencia social – especialmente sobre los
linchamientos-, no fue sino a partir de la década de 2010
que en la Argentina comenzaron a realizarse las primeras
investigaciones sobre estas formas de acción colectiva. De
esta manera, durante estos últimos años, se han llevado
adelante un conjunto de estudios que en cierto modo han
comenzado a revertir la carencia de investigaciones sobre la
temática que primaba hasta hace poco tiempo atrás.
A grandes rasgos, pueden identificarse dos líneas de
investigación desarrolladas por estos estudios. Una de ellas
se ha interesado, sobre todo, en explorar la construcción de
sentido, los discursos y representaciones sociales en torno
a los llamados casos de “justicia por mano propia”. Estos
estudios se han abocado a analizar el papel de los medios de
comunicación, la construcción de discursos punitivos y su
relación con la problemática de la “inseguridad”, que emer-
gieron en la arena pública argentina luego de la denominada
“ola” de linchamientos de 2014.
Otra línea de estudios, en cambio, se ha caracterizado
por un abordaje más próximo y atento a los interrogan-
tes propios de los estudios de la acción colectiva, la pro-
testa y las violencias sociales. Estas investigaciones se han
dirigido a cuestionar tanto las narrativas mediáticas como
las sociológicas que tienden a presentar estas formas de
acción colectiva como reacciones mecánicas sujetas a estí-
mulos como la ira o la desesperación y, por ende, caren-
tes de racionalidad. En su lugar, estas investigaciones han
propiciado un abordaje de carácter cuantitativo a partir de
la compilación de noticias aparecidas en la prensa escrita

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370 • La conflictividad social en la historia reciente

(González, Ladeuix y Ferreyra, 2011; Alvarito y Schvartz-


man, 2014; Gamallo, 2017). El primero de estos trabajos
fue realizado por los historiadores Juan Ladeuix, Leandro
González y Gabriela Ferreyra (2011) quienes aportaron los
primeros datos sistemáticos a partir del análisis de 98 noti-
cias de la prensa argentina entre 1997 y 2008. Poco tiempo
después, los abogados Rodolfo Alvarito y Claudia Schvar-
tzman publicaron un estudio a partir de la recopilación de
195 casos ocurridos en la provincia de Buenos Aires entre
los años 2004 y 2014. El sociólogo Leandro Gamallo (2017),
finalmente, produjo el más reciente aporte al ofrecer un
nuevo análisis para el período 2009-2015 sobre la base de
más de 250 casos relevados en todo el país.
Existen matices entre las distintas investigaciones, atri-
buibles en ocasiones a los diversos campos disciplinares de
los que proceden los autores, y con ello, a las variadas tra-
diciones teóricas que nutren a cada uno de éstos. De todas
formas, los principales hallazgos referentes a las acciones
colectivas de violencia punitiva destacadas por estos estu-
dios pueden resumirse de la siguiente manera:

a. Al igual que lo acontecido en otros países de la región,


en la Argentina se observa un creciente número de
acciones colectivas de violencia punitiva. De esta for-
ma, de ser un fenómeno marginal en la década del
noventa, se advierte un incremento sostenido de casos
desde comienzos de siglo a la actualidad, con un pico
de eventos de estas características en el año 2014 (ver
gráfico 1).
b. Las acciones colectivas de violencia punitiva son un
fenómeno extendido a lo largo y ancho del país. Su
distribución geográfica es, sin embargo, muy desigual,
puesto que la mayoría de casos suele concentrarse en
la periferia de los centros urbanos más importantes
del país.
c. Mientras que en otros países del continente los delitos
contra la propiedad son los que suelen catalizar accio-

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La conflictividad social en la historia reciente • 371

nes como los linchamientos, en Argentina los delitos


contra las personas (homicidios, agresiones con armas
de fuego, violaciones, etc.) parecieran ser los eventos
más importantes que los detonan.
d. Los delitos que pretenden vindicarse tienen una vincu-
lación de vecindad o parentesco con aquella/as perso-
na/as que son señaladas como victimarios;
e. En la Argentina las acciones colectivas de violencia
punitiva se componen de un repertorio que excede
claramente la práctica del linchamiento, teniendo una
importancia destacada la quema y a veces el saqueo de
las viviendas de los supuestos victimarios.

Fuentes: Gonzalez, Ladeuix y Ferreyra (2011), Gamallo (2017).

Linchamientos e institucionalidad estatal

En lo que se refiere a la relación con la autoridad estatal,


la literatura sobre los linchamientos (Favarel-Garrigues y
Gayer, 2016; Comaroff y Comaroff, 2006; Vilas, 2001; San-
tillán, 2008; Nivette, 2016) sitúa estas acciones en una posi-
ción dicotómica frente a los marcos institucionales propios
del Estado. Nuestro trabajo justamente se interroga sobre
dicha relación, reconociendo como punto de partida que

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372 • La conflictividad social en la historia reciente

estas acciones revelan conflictos que van mucho más allá


de los hechos y circunstancias que las motivan. Se trata de
dilucidar cómo estas acciones se instalan sobre tensiones
preexistentes y se relacionan, en particular, con el poder
estatal. En definitiva ¿implican los linchamientos la reivin-
dicación de una cierta autonomía y/o oposición frente al
poder punitivo estatal, o más bien logran entablar formas
de articulación con el mismo?
De acuerdo a lo señalado, resulta pertinente trabajar
con un concepto de linchamiento amplio, que permita
incluir acciones que presenten cierta variabilidad, pero
reconociendo su carácter de acción colectiva de violencia
punitiva.
En razón de lo señalado resulta apropiado para el pre-
sente trabajo el concepto que nos da Antonio Fuentes. Este
autor sostiene que los linchamientos constituyen

… una acción colectiva, punitiva, que puede ser anónima,


espontánea u organizada, con diferentes niveles de rituali-
zación, que persigue la violencia física sobre individuos que
presumiblemente han infringido una norma, sea esta formal
o virtual (es decir, instituida por la colectividad), y que se
encuentran en considerable inferioridad numérica (Fuentes,
2011, p. 125).

De esta definición destacamos que es la intencionalidad


del despliegue de violencia sobre el cuerpo de el o los indi-
viduos, que se señalan como infractores, la que permite
identificar una acción como linchamiento y no la efectivi-
dad del despliegue de dicha violencia. Por otra parte, a la
definición agregamos que la violencia desplegada en estas
acciones es ejercida por agentes que no pertenecen a las
instituciones del Estado.
Teniendo como referencia una extensa noción de vigi-
lantismo que abarca los linchamientos, Nivette (2016) seña-
la que muchas investigaciones indican que el apoyo y la
participación en estas acciones corresponden a contextos
en los que las instituciones formales encargadas de impartir

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La conflictividad social en la historia reciente • 373

justicia son débiles, están ausentes o resultan inaccesibles.


A este respecto, el autor destaca que la justicia institucio-
nal en Latinoamérica se caracteriza por la corrupción, la
falta de profesionalismo, la impunidad y la violencia. Éstas
son constantes que caracterizan la inestabilidad política y la
falta de legitimidad de los sistemas de justicia institucional
en la región. Circunstancias así generarían las condiciones
para una especie de ausencia del Estado, situación en la cual
los ciudadanos desconocerían las formas legales de resolu-
ción de conflictos, comprometiéndose en formas violentas
de justicia no institucional (Nivette, 2016), eso sin perjuicio
de los hallazgos de su investigación relativos a la variabili-
dad del apoyo de este tipo de acciones en el subcontinente.
Algunos antropólogos han planteado que existe una
estrecha relación entre el neoliberalismo y la actual exten-
sión global del vigilantismo. Definido este último como
formas baratas de hacer cumplir la ley, llevadas a cabo por
aficionados, es decir comprendiendo a los linchamientos,
se plantea que estas iniciativas son el resultado de varios
decenios de desregulación, descentralización y privatiza-
ción de las funciones policiales por parte del Estado Neoli-
beral (Comaroff y Comaroff, 2006).
Las lecturas centradas en la relación entre el Estado
y estas acciones muchas veces implican una reificación del
Estado. En estas interpretaciones se piensa el aparato estatal
en abstracto, como un bloque monolítico, prescindiendo
de las particularidades que encarna en las distintas forma-
ciones sociales y tiempos. Es así como estas tesis sugieren
implícitamente que los Estados coloniales, y luego post-
coloniales, como los latinoamericanos, habrían ejercido en
algún momento un monopolio efectivo de las funciones
policiales, para luego, en el marco del Estado Neoliberal,
agobiados como resultado de los programas de privati-
zación y ajuste estructural, deshacerse de tal monopolio
(Favarel-Garrigues y Gayer, 2016).
Las aproximaciones a los linchamientos, centradas en
la deficitaria presencia del Estado en los espacios donde se

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374 • La conflictividad social en la historia reciente

producen, implícitamente le atribuyen al Estado el carácter


de externalidad respecto a la sociedad civil, lo que implica
desconocer el proceso social como una totalidad y confun-
dir al Estado con el aparato Estatal (Lechner, 2006). Por el
contrario, si consideramos al Estado menos como garante
coercitivo del orden social y más bien como organización
del sentido del orden (Lechner, 2006) podemos afirmar que
los linchamientos, aun cuando constituyen acciones diver-
gentes del canon de castigo propio del discurso estatal, más
que develar una presencia deficitaria del Estado en los espa-
cios donde estos se producen, podrían dar cuenta de la
particular organización del sentido de Estados, sociológica
e históricamente determinados.
El planteamiento de la cuestión en estos términos nos
habilita para superar la mirada sobre los linchamientos, glo-
balizante y anclada en el presente, apartarnos de la mirada
del déficit y, en cambio, relevar las matrices culturales e
históricas y las particularidades de los Estados y su dere-
cho, en las que se inscriben estas acciones, como elementos
que contribuyen a una mejor comprensión del significado
de las mismas.
En este punto es preciso destacar que si bien en Lati-
noamérica, a pesar de múltiples dificultades, se constituye-
ron Estados en términos jurídicos-constitucionales, el apa-
rato estatal no habría logrado aparecer como administrador
del interés general de la sociedad y la falta de integración
social exige el permanente recurso a la coacción directa
(Lechner, 2006).
En este contexto, el orden existente no deja de verse
como parcial y arbitrario, cuestión que decanta en una falta
de compromiso categórico con el cumplimiento de las nor-
mas institucionales, tanto por parte de la autoridad como
por parte de los subordinados, de ahí se puede entender
lo que se ha identificado como una actitud ambivalente
de los latinoamericanos frente al derecho (García y Rodrí-
guez, 2003).

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La conflictividad social en la historia reciente • 375

Por otra parte, el déficit de maniobra política de los


Estados latinoamericanos redunda en la permanente recu-
rrencia del Estado al uso simbólico de las normas y los
discursos jurídicos (Santos y García, 2001). La producción
de derecho pasa a ser un sustituto del sistema político. Se
recurre al derecho para responder a las demandas sociales,
sin que esto sea acompañado por un interés o capacidad por
parte de esos mismos Estados de lograr el cumplimiento
de las normas que se producen desde su propio discurso
jurídico oficial. Esto explica en buena medida una de las
características del derecho latinoamericano: la ineficacia de
ese discurso jurídico oficial (García y Rodríguez, 2003). Sin
embargo, esa ineficacia debe tener un límite; el uso simbó-
lico del derecho cumple su objetivo en la medida en que al
menos un mínimo grado de eficacia instrumental se logre
(Bourdieu y Teubner, 2000).
Para contrarrestar la tensión que se produce por la
constante apelación al uso simbólico del derecho, y a la vez,
la ineficacia del mismo, se ha observado la recurrencia a
otra práctica institucional: la excepción jurídica, destinada
a atenuar el alcance de los derechos. El exceso de retó-
rica jurídica por parte del Estado se compensa entonces
por éste con catálogos y prácticas que plantean excepcio-
nes a los derechos pregonados por esa retórica (García y
Rodríguez, 2003). Esta práctica institucional permea todo
el campo jurídico, así es como en América Latina, es fre-
cuente que los funcionarios cumplan con el derecho sólo
en ciertas circunstancias, cuando consideran que las situa-
ciones fácticas lo permiten (Gutiérrez, 1998), práctica que
también es frecuente entre los ciudadanos (García y Rodrí-
guez, 2003). Esto se explica si consideramos que el com-
portamiento de quienes representan y hacen cumplir la ley
manda importantes señales a los ciudadanos acerca de la
legitimidad de los agentes e instituciones estatales (Bottoms
y Tankebe, 2012).
La ocurrencia de linchamientos podría constituir una
de esas prácticas que expresan la posibilidad de la excepción

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376 • La conflictividad social en la historia reciente

jurídica como forma de canalización de la tensión que pro-


duce la permanente recurrencia del Estado al uso simbólico
de las normas y los discursos jurídicos (Santos y García,
2001), acompañada de la regular ineficacia de esas normas,
en tanto implica la posibilidad de una excepción al canon
del derecho moderno que significa el cuerpo humano como
un valor no sacrificable.

Linchamientos en el Gran Buenos Aires:


entre la coexistencia y la disputa de las potestades
punitivas de los agentes del Estado

Con el objeto de contribuir a la problematización cualita-


tiva del fenómeno, en esta parte del trabajo se indaga en la
construcción de la relación con la autoridad institucional
estatal en los linchamientos. Dicho análisis se funda en la
revisión de archivos de prensa electrónicos de Clarín y La
Nación, correspondientes a episodios sucedidos entre junio
de 2014 y marzo de 2018 en el Gran Buenos Aires, período
en el que se identificaron 35 casos. Sobre los archivos se
trabajó realizando análisis de contenido, centrándose en los
elementos descriptivos de la acción de los agentes y en la
interacción entre ellos.
Con base en los archivos de prensa examinados se
observó que, en la gran mayoría de los casos, existe una
abierta tolerancia respecto de los linchamientos por parte
-justamente- de quienes deberían tender a su reproche, los
agentes estatales, específicamente, las policías.
Por otra parte, las características descriptivas de estas
acciones en cuanto a los grados de estructuración que pre-
sentan nos permiten afirmar que, dentro de una gran varia-
bilidad, éstas se configuran, con una tendencia a aparecer
como acciones más bien desorganizadas y espontáneas. Los
casos en los que se observan grados de estructuración más
elevados corresponden a casos en los que existen lazos

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La conflictividad social en la historia reciente • 377

previos entre quienes participan del linchamiento, y en


algunos casos también, entre linchadores y linchados.
Se aprecia también una tendencia marcada hacia for-
mas de interacción cordial con los agentes institucionales.
A su vez, en los casos que se desvían de esta tendencia se
observa que existen vínculos entre quienes participan de
la acción. Pareciera ser que, a vínculos más intensos entre
quienes aparecen como actores en la acción de linchamien-
to, corresponde la emergencia de una cierta disputa de las
potestades punitivas del estado y/o una cierta posibilidad de
protesta frente al actuar de las agencias institucionales.
En base a los datos es posible afirmar que, en ocasiones,
se aprecia una articulación entre los linchamientos y el
accionar de la institucionalidad estatal. Esto sucedería por-
que la acción deriva en algún tipo de intervención de agen-
tes estatales, orientada a la represión del linchado y/o al res-
tablecimiento del orden público, sin que ello implique dar
indicios de represión contra los linchadores. Pero en otro
grupo de casos la potestad punitiva del Estado y las acciones
punitivas de los agentes no estatales no convergen tan cla-
ramente; en tanto la autoridad no reprime al linchado.
En el primer grupo de casos, en los que las potestades
punitivas de los agentes del Estado y la acción de los lin-
chadores aparecen más en convergencia que enfrentadas,
la suspensión de los cánones de castigo institucionalmente
establecidos es sólo temporal. Los agentes institucionales
retoman sus funciones para castigar al supuesto ofensor,
en el accionar represivo de la institucionalidad sobre éste
revive la eficacia de dicha institucionalidad, nutriéndose de
ello el propio poder simbólico de esta última.
Ahora bien, en los casos en que la potestad punitiva del
Estado y las acciones punitivas de los agentes no estatales
no convergen, esto es en los casos en los que la autoridad
parece no orientarse a la represión de la ofensa que gatilla
el linchamiento, se aprecia que ello sucede debido a:

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378 • La conflictividad social en la historia reciente

i. Cuestiones de facto que lo impiden, no es posible el


castigo del supuesto ofensor, porque éste resultó muer-
to o el linchado no puede ser calificado institucional-
mente como ofensor.
ii. Ausencia de intervención de las instituciones. En algu-
nos de estos casos queda la duda respecto a la posibi-
lidad de calificar institucionalmente al linchado como
ofensor.

En estos casos, el equilibrio entre ineficacia y poder


simbólico se tensiona, este último se debilita puesto que los
linchamientos se relevan como acciones que se constituyen
en una especie de paralelo a la potestad punitiva del Estado,
debido quizá a que la acción de linchamiento se mueve en
registros distintos a esa potestad punitiva estatal. Se trata de
niveles de violencia absolutamente intolerables a nivel ins-
titucional o de ofensas que no pueden ser calificadas como
tales por las instituciones. Tal vez porque las instituciones
estatales parecen simplemente no intervenir respecto de
estas acciones, aparece la idea del “dejar hacer”.
Sin embargo, el poder simbólico de la institucionalidad
tiende a restablecerse en los límites a la tolerancia institu-
cional sobre los linchamientos. Si bien es cierto que en los
datos observados se aprecia una tendencia por parte de las
autoridades a tolerar los linchamientos, ésta tiene límites.
Pareciera que la autoridad, en términos generales, tiende a
retomar su función represora o contra la violencia inter-
personal, o da indicios en ese sentido cuando:

i. Los niveles de violencia sobre el supuesto infractor


superan ciertos límites.
ii. Cuándo no hay claridad alguna respecto de la supuesta
ofensa que gatilla el linchamiento.
iii. Cuándo la violencia se dirige también contra los agen-
tes de la autoridad.

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La conflictividad social en la historia reciente • 379

Los límites en cuanto a la tolerancia institucional sobre


estas acciones encuentran un factor común en que, en todos
los casos en los que emergen estos límites, las acciones de
linchamiento no sólo constituyen una apropiación de la
potestad punitiva que oficialmente corresponde al Estado,
cuestión implicada en toda acción de linchamiento, sino
que implican también poner en disputa cuestiones canó-
nicas de esa institucionalidad, el derecho penal del enemi-
go, la certeza de la ocurrencia de la ofensa (independiente
de su autoría) y la posibilidad de represión por parte de
las agencias institucionales. Este juego entre tendencia a la
tolerancia y límites a los linchamientos, a la vez que permite
la coexistencia de potestades punitivas fuera de los már-
genes institucionales, resguarda la persistencia de la insti-
tucionalidad misma. Pareciera entonces que la idea de los
linchamientos enfrentados al derecho del Estado comienza
a desdibujarse, tratándose más bien de un dejar hacer, pero
con ciertos límites, y esas fronteras tienen por objeto que el
poder simbólico de esa institucionalidad persista.
Lo anterior nos permite intuir que en los linchamientos
en Argentina la tensión entre ineficacia y poder simbólico
de la institucionalidad se resuelve a través de la convergen-
cia de las potestades punitivas de agentes institucionales y
agentes no institucionales y del establecimiento de ciertos
límites a la tolerancia sobre estas acciones. Esta afirmación
es reforzada a su vez por los datos relativos a la gran can-
tidad de casos de la muestra. En 24 casos de 35, los lincha-
mientos constituyen acciones claramente desorganizadas y
espontáneas, en las cuales se ha dado una marcada tenden-
cia a la interacción pacífica entre los agentes institucionales
y los agentes no institucionales. De los 25 casos en los que
se observa que las policías intervienen en la acción, y por
tanto, interactúan de alguna manera con quienes participa-
ron del linchamiento, se aprecia que en 18 de estos casos no
hay mayores tensiones en la interacción entre los policías
y las personas que participan de los hechos. La tendencia
observada en los linchamientos en Argentina a constituirse

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380 • La conflictividad social en la historia reciente

como acciones más bien desorganizadas y espontáneas y a


desarrollarse sin gatillar mayores tensiones con los agentes
institucionales devela que estas acciones, en la mayoría de
los casos, no pretenden disputar la potestad punitiva de la
institucionalidad estatal, y por ende, no llevan a cuestionar
el lugar que ocupa ese poder, sino que más bien aspiran a
coexistir con esa potestad punitiva.
Sin embargo, la configuración de los linchamientos en
Argentina no resulta del todo homogénea. La tendencia a
configurarse como acciones que coexisten con la potestad
punitiva del Estado, sin disputarla, tiende a ser revertida
cuando se trata de acciones en que existen vínculos previos
al linchamiento mismo, ya sea entre los linchadores, entre
éstos y la víctima de la ofensa que gatilla el linchamiento
y/o con el sujeto al que se atribuye dicha ofensa. Los datos
develan que cuando existen tales vínculos, las acciones pue-
den presentar mayores grados de estructuración y en algu-
nos casos se pueden observar indicios de tensión entre los
cuerpos policiales y los agentes no institucionales. Pareciera
ser entonces que los vínculos previos, en algunas ocasiones,
dan lugar a acciones que, en atención a los mayores grados
de estructuración observados y/o por los indicios relativos
a tensión con los agentes institucionales, pueden ser leídos
como acciones, no sólo de apropiación de poder punitivo,
sino también como acciones que disputan ese poder a las
instituciones estatales y que por tanto no sólo dan cuenta de
la ineficacia de dichas instituciones, ya que implican formas
de castigo divergentes de sus cánones, sino que también
debilitan el poder simbólico de esa potestad punitiva del
Estado. Sin embargo, en todos los casos que presentan estas
características se observa que las agencias estatales hacen
frente a esa disputa de la potestad punitiva del Estado, ya
sea dando indicios de sancionar a los linchadores, ya sea
dando señales en el mismo sentido sobre los linchados y/o
tratando de gestionar el control de la situación.

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La conflictividad social en la historia reciente • 381

Consideraciones finales

Las formas de desarrollo de los linchamientos examinadas


ponen de manifiesto que, aun cuando estos repertorios de
acción, en consonancia con lo planteado por la literatura,
emerjan fuera de los marcos institucionales y tiendan a
presentarse de formas más bien desorganizadas y espontá-
neas (Nivette, 2016; Eriksson, 2009; Huggins, 1991), tales
características descriptivas no pueden servir de base para
explicar estas acciones lisa y llanamente en términos homo-
géneos, como la reivindicación de una cierta autonomía y/
o oposición respecto del Estado.
Al observar las interacciones implicadas en los lincha-
mientos apreciamos que, a través del desarrollo de estas
acciones, se expresan dos rasgos que han sido descritos
como característicos de las formas de operar del derecho
latinoamericano que resultan paradójicos. Mientras, por
una parte en estas acciones se manifiesta la relativa inefica-
cia del discurso propio del derecho positivo del Estado, al
mismo tiempo se identifica el peso del poder simbólico de
este derecho. Todo el espectro en la variabilidad de los casos
puede explicarse por la falta de compromiso categórico con
el cumplimiento del derecho observada en Latinoaméri-
ca, tanto por parte de la autoridad como por parte de los
subordinados (García y Rodríguez, 2003), cuestión que se
explica a su vez por una condición estructural: el déficit de
hegemonía de los Estados de la región (Lechner, 2006). Los
linchamientos mirados desde la perspectiva de su relación
con la institucionalidad estatal nos permiten ver al Estado
ya no como un bloque monolítico, haciendo visibles sus
particularidades en las formaciones sociales donde se desa-
rrollan estas acciones.
Los Estados Latinoamericanos han sido descritos como
estructuras que presentan un déficit de maniobra políti-
ca (García y Rodríguez, 2003): ya que no son capaces de
hacerse obedecer en razón de un orden de sentido, porque
son incapaces de generarlo, entonces se hacen obedecer por

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382 • La conflictividad social en la historia reciente

la fuerza, constituyéndose así como Estados autoritarios


(Lechner, 2006). Sin embargo, ese mismo autoritarismo, en
tanto en definitiva no suple la falta de hegemonía necesaria
para generar un orden de sentido, media en la generación
de prácticas complejas de desobediencia. Así se origina un
comportamiento ciudadano complejo y dispar: la obedien-
cia a la ley es a menudo excluida, negociada o, en el mejor de
los casos, adaptada a cada nueva situación, prácticas en las
que los agentes pueden operar no sólo en consonancia con
los intereses del Estado, sino también bloqueándolos, sub-
virtiéndolos, transformándolos o apropiándose de la actua-
ción del Estado (García y Rodríguez, 2003).
En el caso de los linchamientos, la tensión que está en
juego es el equilibrio entre poder simbólico e ineficacia del
poder de las instituciones estatales, a la que alude Bourdieu
y Teubner (2000), como una cuestión necesaria para que
el poder simbólico persista. De acuerdo a los antecedentes
analizados, este equilibrio se logra mediante el estableci-
miento de límites a la tolerancia institucional hacia estas
acciones, esos límites ponen a resguardo, aunque de manera
precaria, variable y ad-hoc, el lugar de la potestad punitiva
de las agencias estatales.

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8

Ataques y resistencias: el mercado


de fuerza de trabajo y las relaciones
laborales durante el Gobierno
de Cambiemos
JULIA CAMPOS, LUIS CAMPOS, MARIANA CAMPOS Y JIMENA FRANKEL

Introducción

La gestión de Cambiemos al frente del Gobierno Nacional


ha constituido el cierre de una etapa abierta con la rebelión
popular de 2001. El agotamiento de la “convertibilidad” y
la creciente resistencia social que venía expresándose en
las calles desde mediados de los años ’90 transformó una
crisis económica y social en un cuestionamiento abierto a
la administración política del Estado, lo que hizo eclosión
en diciembre de 2001 (Iñigo Carrera y Cotarelo, 2003).
El período de transición abierto por entonces comenzó a
cerrarse a mediados del año 2003, dando paso a un ciclo
largo que parecería haberse agotado con la nueva crisis por
la deuda que estalló en 2019 y la irrupción de la pande-
mia a comienzos de 2020. Este trabajo apunta a describir
las características que asumió la conflictividad laboral y la
negociación colectiva durante la gestión de Cambiemos al
frente del Gobierno Nacional.
Desde esta perspectiva, muchas de las variables políti-
cas, económicas y sociales que sirven para explicar el perío-
do 2015 – 2019 se vinculan con el período abierto casi dos

teseopress.com 389
390 • La conflictividad social en la historia reciente

décadas atrás, cuyos impactos han sido muy importantes


sobre el sistema de relaciones laborales. En particular, a
partir de 2003 se consolidaría un esquema donde el con-
flicto laboral en el sector formal y la negociación colecti-
va volvieron a ocupar un lugar central, que les otorgó a
las organizaciones sindicales un papel muy relevante en la
regulación de la compra venta de fuerza de trabajo.
El análisis de las razones que contribuyen a explicar
la consolidación de dicho esquema excede el marco de este
trabajo. Nos basta señalar aquí la existencia de elementos
objetivos que operaron como condiciones de posibilidad
para ello, entre los cuales se encuentran la devaluación real
de la moneda y el consiguiente abaratamiento de los costos
locales, la existencia de una importante capacidad ociosa
producto de años de recesión económica y la disponibili-
dad de recursos externos. Esto ha sucedido, en un primer
momento como consecuencia de la falta de pago de los
servicios de la deuda y posteriormente originándose en el
ciclo alcista de los precios internacionales de las commodities
exportadas por nuestro país. A partir de 2012, comenza-
ron a hacerse evidentes los límites y tensiones de dicho
modelo, en tanto desde entonces la economía argentina
entró decididamente en un período de estanflación que sólo
pudo sostenerse con la adopción de medidas que implica-
ban postergar la resolución de la crisis y limitar aun más
los márgenes de maniobra en el futuro. El acuerdo firmado
con el FMI en abril de 2018 constituye el punto cúlmine de
este proceso y, en otras palabras, el principio del fin, sólo
alterado por la irrupción de la pandemia del Covid-19. Sea
cual sea la salida de la emergencia sanitaria, la economía
argentina en general y el sistema de relaciones laborales,
en particular, difícilmente volverán a un escenario similar
al existente con anterioridad a marzo de 2020. Una nueva
transición se ha abierto, sin que estén definidos aún los
principales lineamientos de la próxima normalidad.
El accionar de las organizaciones sindicales entre 2003
y 2019 experimentó un proceso de “fortalecimiento o revi-

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La conflictividad social en la historia reciente • 391

talización” (Etchemendy y Collier, 2008; Palomino, 2010;


Senén González y Borroni, 2011; entre otros) que si bien va
perdiendo fuerza conforme avanzan los años, logra man-
tener hasta el final del periodo una fuerte capacidad de
movilización y resistencia. La recuperación del empleo for-
mal, que creció al 5% anual acumulativo entre 2001 y 2011,
constituyó la piedra angular de esta etapa y contrarrestó
el proceso de disciplinamiento masivo que había supuesto
el desempleo durante los años 90 y la hiperinflación de
los 80. Este fortalecimiento estuvo signado por la apari-
ción en escena de una nueva generación de trabajadores y
trabajadoras con experiencias organizativas distintas (Arec-
co y cols., 2008; Lenguita, Montes Cató y Varela, 2010;
Abal Medina y Diana Menéndez, 2011; Varela, 2013; Varela,
2015; entre otros) y su vínculo e interacción con dirigen-
tes que habían vivido y sobrevivido a las derrotas sucesi-
vas de la década del ‘90. En otras palabras, el análisis de
la dinámica de las relaciones laborales en todo el perío-
do, a partir de la vinculación entre conflicto y negocia-
ción, requiere considerar la interacción entre direcciones
sindicales relativamente consolidadas que se encontraban
ante condiciones objetivas favorables para la acción sindi-
cal, y nuevas camadas de trabajadores y trabajadoras que
en muchos casos hacían sus primeras experiencias en el
mercado formal de fuerza de trabajo y en la actividad sin-
dical. Esta “revitalización sindical” no se llevó adelante sin
tensiones y contradicciones internas. Tal como ha ocurrido
en otros momentos de auge, aparecieron divisiones y pujas;
formas que asumen las organizaciones gremiales para cana-
lizar tendencias internas y construir su propia fuerza. Efec-
tivamente, la conformación de estructuras centralizadas y
de bases dinámicas constituye el fenotipo de la estructura
sindical argentina, y la etapa postconvertivilidad, con todas
sus tensiones, no hubo de constituir una ruptura en este
patrón de comportamiento.
Como parte de este proceso, la conflictividad laboral
volvió a ocupar un lugar destacado, tanto en los ámbitos

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392 • La conflictividad social en la historia reciente

descentralizados como por rama de actividad -e incluso-


a nivel de huelgas generales de alcance nacional. Durante
toda esta etapa pudo registrarse a nivel nacional un incre-
mento de los reclamos en los lugares de trabajo, incluso con
disputas que, durante los primeros años del período, eran
impulsadas por trabajadores y trabajadoras por fuera de
las organizaciones sindicales. Por cierto, no fue un proceso
lineal, en tanto estuvo condicionado por la evolución del
ciclo económico y los cambios en las relaciones de fuerzas
políticas a lo largo de la etapa. Así, se sucedieron entonces
conflictos ofensivos y defensivos, con una dinámica cam-
biante que influía en los niveles, contenidos y modalidades
de las acciones colectivas llevadas adelante por les trabaja-
dores y sus organizaciones sindicales. Es evidente, de esta
manera que las características de la conflictividad laboral
están lejos de poder ser explicadas a partir de caracterizar a
las bases como combativas y a las dirigencias como meros
aparatos de control y disciplinamiento; más bien habría que
poner el acento en las interacciones entre los distintos nive-
les de la estructura sindical y sus vinculaciones con el ciclo
económico y las relaciones políticas.
Como contracara del crecimiento de la conflictividad
laboral, y ante la persistencia de niveles de inflación que se ubi-
caron en torno al 25% anual a partir de 2007 y que rondaron
el 40% anual a partir de 2014, la negociación colectiva -en tan-
to otra forma de cristalización de la relación de fuerzas entre
capital y trabajo- recuperó su lugar como herramienta de regu-
lación de las condiciones de compra venta de la fuerza de tra-
bajo. La renovación periódica de acuerdos salariales importó,
para las organizaciones sindicales, el acceso a crecientes recur-
sos materiales y simbólicos, así como también un ejercicio de
aprendizaje para toda una nueva generación de activistas. Aun
así, en su mayoría estos acuerdos no pudieron superar su carác-
ter salarial, y fue difícil, cuando no imposible, imponer nuevos
temas de negociación o revertir e impedir la profundización
de la flexibilización instalada convencionalmente durante las
décadas anteriores (Campos y Campos, 2010).

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La conflictividad social en la historia reciente • 393

Estas características generales de la etapa se mantu-


vieron entre los años 2015 y 2019, condicionadas por un
contexto donde las condiciones objetivas para la acción
sindical resultaban crecientemente desfavorables y por un
retroceso en la relación de fuerzas políticas. En efecto, la
asunción de un gobierno con un discurso marcadamente
contrario a las organizaciones sindicales no impidió que
los conflictos laborales y la negociación colectiva conti-
nuaran ocupando un lugar central en la determinación de
los salarios nominales. Por cierto, esta dinámica asumió un
marcado carácter defensivo, predominando los conflictos
vinculados al sostenimiento de los puestos de trabajo y en
oposición a las iniciativas de reforma laboral, y las nego-
ciaciones salariales centralizadas que una y otra vez corrían
tras una inflación creciente.
Desde esta perspectiva, este trabajo apunta a describir
las características que asumió la conflictividad laboral y
la negociación colectiva durante la gestión de Cambiemos
al frente del Gobierno Nacional. Para ello, en un primer
momento incluimos una breve referencia a la evolución de
las principales variables del mercado de fuerza de trabajo,
en tanto estas últimas nos permiten realizar una primera
aproximación al estado de la relación de fuerzas objetivas
(Gramsci, 2000), sobre la cual se montan aquellos conflictos
y sobre la que se construyen los mecanismos de regula-
ción, tanto de carácter general (legislación) como sectorial
(negociación colectiva).
Frente a esto, son preguntas que guían este trabajo:
¿cuál es la característica específica que asume la conflicti-
vidad laboral durante los últimos años del ciclo, cuando el
avance patronal y la profundización de la crisis económica
resultaron más evidentes? ¿Cuáles son las características del
mercado de fuerza de trabajo que condicionaron la cons-
trucción y sostenimiento de dicha fuerza? ¿De qué forma
se expresó o evidenció en estos años la fuerza construida
durante los años anteriores, tanto en los enfrentamientos
como en los resultados de los mismos?

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394 • La conflictividad social en la historia reciente

Para observar el conflicto laboral desde la conflictivi-


dad abierta, realizamos un análisis cuantitativo a partir de
la elaboración de una base de datos. La misma se realiza
desde el 2007, a partir de la lectura de un medio de pren-
sa por región, dos diarios de tirada nacional y un medio
sindical. Desde el 2014 relevamos las acciones que ocu-
rren en el marco de cada conflicto laboral, a fin de poder
caracterizar las formas que asumen las luchas y su nivel
de intensidad. En este sentido, un conflicto puede reunir
más de una de estas manifestaciones y en parte, de ello
depende su intensidad.
Para el análisis de la negociación colectiva, hemos limi-
tado el estudio a la negociación formal, es decir, aquellos
convenios y acuerdos celebrados entre trabajadores y tra-
bajadoras con sus empleadores homologados por el Minis-
terio de Trabajo, por lo cual, esta selección supone una serie
de aclaraciones que limitan y dan forma a un particular
objeto de estudio: 1) los convenios y los acuerdos colectivos
de trabajo que se analizaron fueron sólo aquellos homolo-
gados por el Ministerio de Trabajo y socializados a partir
de su publicación en la web; 2) las condiciones acordadas en
los mismos aplican a trabajadores y trabajadoras registra-
dos en el Sistema de Seguridad Social; por lo cual, quedan
excluidos del universo de análisis aquellos trabajadores no
registrados y/o que trabajan de manera informal; 3) casi la
totalidad de esos convenios y acuerdos pertenecen a secto-
res del ámbito privado, quedando por fuera una variedad
de negociaciones desarrolladas en el ámbito público; y 4)
los convenios y acuerdos se registraron según su fecha de
homologación, es decir que ésta no coincide necesariamen-
te con la fecha de celebración: a veces hay sólo unos meses
de diferencia entre ambas; otras, la diferencia puede ser
de uno o más años.

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La conflictividad social en la historia reciente • 395

El mercado de trabajo y las reformas durante


el Gobierno de Cambiemos

En enero de 2016, a pocas semanas de haber asumido como


ministro de Economía del nuevo gobierno, Alfonso Prat-
Gay dejó clara la postura de la nueva gestión frente a la
relación existente entre salarios y empleo. Señaló que:

Cada paritaria discute lo que puede discutir. Me parece que


acá no es solamente la dimensión del salario sino también
cuidar el empleo. Cada sindicato sabrá dónde le aprieta el
zapato y hasta qué punto puede arriesgar salarios a cambio
de empleos1

Cuatro años más tarde, el comportamiento del merca-


do de fuerza de trabajo durante el Gobierno de Cambiemos
puede leerse a la luz de aquellas declaraciones: no sólo los
salarios de trabajadores y trabajadoras encuadrados bajo un
convenio colectivo se deterioraron significativamente, sino
también que el empleo lo hizo al mayor ritmo alcanzado
desde la crisis final de la Convertibilidad a finales de 2001
y principios de 2002. En otras palabras, el supuesto dilema
entre salarios y empleo se demostró completamente falso,
mientras que las políticas laborales y económicas imple-
mentadas en estos cuatro años fueron impactando negati-
vamente, tanto en materia de precios como de cantidades,
profundizando el escenario de estancamiento y retroceso
iniciado en 2012.
El deterioro del empleo se observa en la caída constan-
te de los puestos de trabajo registrados en el sector privado
y en un crecimiento muy importante de las modalidades
más precarias de inserción en el mercado de trabajo, en
particular los puestos no registrados y el trabajo por cuen-
ta propia. En efecto, entre el primer trimestre de 2016 y
el cuarto trimestre de 2019 la cantidad de ocupados se

1 Diario El Cronista, 01 de enero de 2016.

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396 • La conflictividad social en la historia reciente

incrementó en casi un millón y medio. Esto se explica, sin


embrago, por el crecimiento de las formas más precarias
de inserción en la estructura ocupacional: trabajadores por
cuenta propia y asalariados no registrados. Simultáneamen-
te, en el mismo período se registró una caída absoluta de la
cantidad de ocupados registrados en el sector privado, des-
cendiendo hasta una cifra que llegó a ubicarse en los valo-
res mínimos desde el año 2012, y una relativa estabilidad
del sector público, cuya variación acompañó al crecimiento
vegetativo de la población (ver tabla n° 1).

Tabla Nº 1. Puestos de trabajo totales según modalidad de inserción


en la estructura ocupacional. 1er trimeste 2016 vs. 1er trimestre 2019.
En miles

1° Trim 2016 4° Trim 2019 Variación

absoluta %

Total general 19.735 21.195 1.460 7,4%

Total sector 3.400 3.528 128 3,8%


público

Sector privado 7.213 7.090 -123 -1,7%


registrado

Asalariados no 4.404 5.078 674 15,3%


registrados

No asalariados 4.718 5.499 781 16,6%

Fuente: INDEC, Cuenta de Generación del Ingreso.

Este proceso de deterioro y precarización del mercado


de fuerza de trabajo se hizo más evidente a partir de abril
de 2018, coincidiendo temporalmente con la firma de un
nuevo acuerdo con el FMI que no hacía más que denotar
la incapacidad de repago de la deuda y preanunciaba una
crisis que se manifestaría con toda crudeza desde enton-
ces. En particular ello se hizo evidente en la destrucción
ininterrumpida de puestos de trabajo formales que habría

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La conflictividad social en la historia reciente • 397

de prolongarse entre abril de 2018 y diciembre de 2019, y


que implicó una caída del 4,5% en el total de trabajadores
registrados pertenecientes al sector privado en poco más
de un año y medio.
El retroceso del empleo registrado y la creciente preca-
rización de la estructura ocupacional estuvieron lejos de ser
producto de un incremento salarial en términos reales. Muy
por el contrario, durante los cuatro años de la gestión de
Cambiemos, el salario de los trabajadores y las trabajadoras
retrocedió en forma constante, alcanzando un deterioro de
casi el 20% y ubicándose en los mínimos desde el año 2008
(ver gráfico n° 1).

Gráfico Nº 1. Evolución del salario real de los trabajadores registrados


del sector privado, enero 2009 = 100

Fuente: Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores


de la Argentina (CTA Autónoma) con datos del Ministerio de Trabajo –
OEDE, IPC 9 provincias, IPC CABA e IPC INDEC.

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398 • La conflictividad social en la historia reciente

La caída del empleo registrado, el incremento de la


precarización laboral y el retroceso salarial deben comple-
mentarse con la mención a los intentos gubernamentales de
introducir ciertas modificaciones en la legislación laboral y
previsional, en todos los casos con contenidos perjudiciales
para les trabajadores.
En particular, el Gobierno Nacional presentó varios
proyectos de ley que incluían reformas a la ley de contrato
de trabajo, la creación de formas contractuales por fuera de
la legislación laboral, el reemplazo de la indemnización por
despido por un fondo de cese laboral, la eliminación de las
sanciones por la falta de registración laboral, la reducción
de los aportes patronales, etc. Estos proyectos, a excepción
de la reducción de los aportes patronales y la modificación
de la ley de movilidad jubilatoria, no pudieron siquiera lle-
gar a ser tratados por el Congreso Nacional, en gran medida
por la oposición que generaron dentro del conjunto de tra-
bajadores y trabajadoras y de las organizaciones sindicales.
Como veremos a continuación, el creciente deterioro
del mercado de fuerza de trabajo implicó un debilitamiento
de les trabajadores en la relación de fuerzas objetiva, difi-
cultando la promoción de conflictos colectivos. Sin embar-
go, ello no constituyó por sí mismo un obstáculo al impulso
de numerosas acciones de resistencia, tanto en el plano del
conflicto abierto como a través de la resistencia por vía
de las herramientas institucionales. En otras palabras, la
acumulación de fuerza subjetiva durante el período previo
habría contrarrestado, al menos parcialmente y en el corto
plazo, la existencia de una relación de fuerzas objetiva cre-
cientemente desfavorable. La imposibilidad del Gobierno
de Cambiemos de modificar sustancialmente la dinámica
de la lucha, tanto en su faz de conflicto abierto como en la
de negociación colectiva, constituye una muestra resultante
de aquel proceso.

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La conflictividad social en la historia reciente • 399

La resistencia obrera durante el Gobierno


de Cambiemos

La profundización de la crisis económica, el retroceso del


empleo y la necesidad de avanzar sobre derechos y con-
quistas laborales por parte del gobierno no se tradujo en
una disminución drástica de la conflictividad laboral, aun-
que sí en una modificación de su dinámica, contenido y
modalidad. En efecto, el conflicto laboral, en tanto acto
colectivo, calculado y diseñado para expresar un agravio o
hacer cumplir una demanda por parte de un grupo de traba-
jadores (Griffin en Hyman, 1989), puede asumir múltiples
formas, más o menos visibles, incluyendo desde una nego-
ciación pacífica hasta boicots al proceso productivo: estos
medios de expresión son tan ilimitados como el ingenio
de los trabajadores. Acciones así pueden afectar a un gran
número de trabajadores, ser ejecutadas sólo por un sector
o trabajador clave, ser promovidas por un sindicato o una
organización de delegados (Kerr en Hyman, 1989) e incluso
por un colectivo sin presencia de una estructura sindical.
Más allá de la manera en que se plasme, el conflicto laboral
es inherente al antagonismo entre quienes son los dueños
de los medios de producción y quienes sólo cuentan con la
venta de su fuerza de trabajo para subsistir, y es la forma
en la cual se exterioriza el antagonismo de clases, entre
trabajadores y empleadores.
El ciclo de conflictividad laboral iniciado a partir de
2003 y que llega hasta 2015 estuvo signado por conflictos
defensivos en los lugares de trabajo y ofensivos a nivel de
actividad. En los establecimientos, los delegados y delega-
das sindicales motorizaron disputas por deudas salariales
y despidos, contra las prácticas antisindicales por parte de
las empresas (persecución de activistas, amenazas, despidos
antisindicales, etc.), y también, en algunos casos, conflictos
ofensivos ligados a reclamos por regularizaciones y mejo-
ras de las condiciones de trabajo. Por el contrario, a nivel
de rama de actividad, las estructuras sindicales buscaron

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400 • La conflictividad social en la historia reciente

mejorar los salarios mediante el reclamo de aumentos por-


centuales y bonos de fin de año2.
La dinámica de la conflictividad empezó a mostrar
cambios a partir de 2016. Las luchas defensivas atravesaron
todos los niveles: conflictos en los lugares de trabajo vin-
culados a despidos masivos y cierre de empresas, además
de medidas de fuerza a nivel de rama por el deterioro sala-
rial, junto a huelgas generales contra las reformas laborales.
Fueron estos los rasgos principales que se vislumbraron
durante 2016-2019.
Las luchas obreras durante el Gobierno de Cambiemos
se plasmaron en, al menos, 3.3303 conflictos laborales. De
éstos, el 51% ocurrieron en el sector público, el 35% en el
privado, el 8% en la economía informal y el 6% en más de un
sector. A lo largo de este período, el patrón de conflictivi-
dad iría variando, incluyendo momentos de mayor y menor
centralización e intensidad.
En 2016 los conflictos fueron mayoritariamente
impulsados por les trabajadores del sector público (56%) a
través de acciones en gran medida descentralizadas, aunque
ya durante los primeros meses se registran acciones a nivel
más agregado como el paro y las movilizaciones de ATE del
24 de febrero, las movilizaciones de la CGT, la CTA-A, y la
CTA-T el 29 de abril por la sanción de la ley antidespidos,
la movilización multisectorial por “Pan, Paz y Trabajo” el 7
de agosto y la Marcha Federal, entre el 31 de agosto y el 2
de septiembre. Este protagonismo de la conflictividad en el
sector público se dio como respuesta al intento de avanzar
sobre los puestos de trabajo y el control del gasto público.

2 La dinámica que adquiere la negociación colectiva en este período fue anali-


zada en distintos informes anuales, disponibles es:
http://ods.ctaautonoma.org.ar/informes-periodicos/
3 El Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la
Argentina (CTA Autónoma) realiza desde el 2007 un relevamiento de con-
flictos laborales a partir de la lectura de un medio de prensa por región, dos
diarios de tirada nacional y un medio sindical. El resultado de este releva-
miento fue un registro de mínima del total de conflictos ocurrido en todo el
país.

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La conflictividad social en la historia reciente • 401

En el sector privado la conflictividad laboral iría en


alza a lo largo del año. En particular, se explicó por motivos
vinculados a situaciones de crisis, cuya participación en el
total de conflictos se ubicaría en los valores más altos de la
década. En el marco de esta situación generalizada de despi-
dos, suspensiones y deudas salariales, y luego de una masiva
movilización convocada por todas las centrales sindicales
para el 29 de abril, el Congreso Nacional sancionó una ley
de prohibición de los despidos, que sin embargo, habría de
ser vetada por el Gobierno Nacional.
De esta manera, la conflictividad durante 2016 se foca-
lizó en la resistencia contra los despidos y la búsqueda por
limitar la caída del salario real. Estos dos ejes estructuraron
los planes de lucha desarrollados por las organizaciones
sindicales, que en comparación con períodos anteriores,
fueron incrementando su intensidad y centralización.
Las disputas de les trabajadores informales fueron en
alza y sus organizaciones confluyeron con las centrales sin-
dicales en una movilización desde la Iglesia San Cayetano
hacia el Ministerio de Trabajo bajo el lema “Paz, Pan, Tie-
rra, Techo y Trabajo”. Esta articulación se mantuvo durante
todo el segundo semestre y sumó al pliego de demandas, un
salario universal y la sanción de la emergencia social.
En 2017 y 2018 se produjo una caída de la cantidad
de conflictos en los sectores público y privado, mientras
que comenzaban a crecer las disputas de les trabajadores
informales. Se observa, no obstante, una mayor centrali-
zación impulsada por centrales sindicales, intersindicales,
multisectoriales y frentes sindicales mediante movilizacio-
nes masivas y huelgas generales.
En 2017, el retroceso en la cantidad de conflictos labo-
rales se dio a la par de la presencia de masivas movilizacio-
nes de trabajadores, desarrolladas en los meses de marzo,
abril, junio, agosto, noviembre y diciembre. Los motivos
de los conflictos también tuvieron un patrón diferencia-
do. Por un lado, la resistencia frente a situaciones de cri-
sis se mantuvo mayoritariamente en forma descentralizada,

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402 • La conflictividad social en la historia reciente

a nivel de los lugares de trabajo, pero incluyó crecientes


acciones a nivel nacional, incorporando este reclamo en
huelgas generales o provinciales y en numerosas moviliza-
ciones masivas donde las organizaciones sociales tuvieron
un rol fundamental. La resistencia a la pérdida salarial se
plasmó en acciones centralizadas, mayoritariamente a nivel
de rama de actividad, mediante paros y movilizaciones por
apertura o reapertura de paritarias por sector. Por último, la
resistencia centralizada de todo el arco sindical a la reforma
previsional y laboral a fines de 2017.
En 2018, a medida que la crisis económica se iba pro-
fundizando, la respuesta del conjunto de les trabajadores
tendió a expresarse de distinta forma. Por un lado, los con-
flictos descentralizados, tanto en el sector público como
en el sector privado, se fueron limitando crecientemen-
te a aquellas situaciones de crisis donde la reivindicación
pasaba por la defensa de los puestos de trabajo. A su vez,
la crisis económica fue ampliando las condiciones para el
crecimiento de los conflictos de los trabajadores del sector
informal, que a lo largo del 2018 ocuparon un lugar cada
vez más relevante. Finalmente, estos cambios en el patrón
de la conflictividad laboral se combinaron con un marcado
crecimiento de protestas sociales vinculadas a cuestiones
de género, donde las organizaciones sindicales participa-
ron activamente.
Entre los principales conflictos se encuentran: la huel-
ga general del 25 de junio de 2018 contra el acuerdo con el
FMI, el atraso salarial, el ajuste y el aumento de tarifas; la
huelga general del 25 de septiembre de 2018 por “la defensa
del empleo y el salario, el rechazo al ajuste y el endeuda-
miento, la rectificación del plan económico y un pedido a
poner como eje central a la seguridad social” y la movi-
lización masiva del 25 de octubre contra el presupuesto
2019. Ello permitió mantener altos niveles de conflictivi-
dad a pesar de una marcada retracción en los reclamos a
nivel de empresa en el sector privado, y a nivel provincial y
municipal, en el sector público.

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La conflictividad social en la historia reciente • 403

La respuesta del Gobierno de Cambiemos a esta diná-


mica conflictiva fue contundente. En efecto, durante 2018
se registró la mayor cantidad de hechos de represión por
parte de las fuerzas de seguridad desde el inicio de su
gestión4.
Durante 2019 continuó decreciendo la cantidad de
conflictos en el sector público. Por el contrario, los con-
flictos en el sector privado habrían de crecer un 10% pro-
ducto de las situaciones generalizadas de despidos, cierres,
suspensiones y deudas salariales en empresas de diversas
actividades. Los conflictos de trabajadores informales tam-
bién se incrementaron, registrando su máxima presencia
desde 2011.
Esta modificación en la dinámica de la conflictividad
laboral puede responder a múltiples causas. En términos
generales los efectos disciplinadores de la crisis del mercado
de trabajo sobre el conjunto de les trabajadores no deben
ser subestimados. A la par de ello, la existencia de eleccio-
nes en todo el país, podría haber impulsado a numerosos
gobiernos provinciales a buscar rápidos acuerdos con los
sindicatos del sector público provincial para disminuir la
conflictividad, tal como se aprecia en las múltiples cláusulas
gatillo incorporadas en los acuerdos salariales del sector
durante 2019.
A lo largo de cuatro años también pueden destacarse
particularidades en la evolución de las acciones conflicti-
vas5. Por un lado, la importante cantidad de acciones en
el sector público en el año 2016, como respuesta al fuerte
ajuste en el Estado Nacional, seguido de una caída de los

4 La caracterización de la política represiva del Gobierno fue desarrollada en


el documento “Informe sobre represión y criminalización de la protesta
social en la Argentina (2016-2018)”.
5 Los conflictos están constituidos por acciones conflictivas o medidas de
fuerza. Un conflicto puede tener más de una de estas manifestaciones, y en
parte, de ello depende su intensidad. Desde el Observatorio del Derecho
Social de la CTA Autónoma relevamos a partir del 2014 las acciones que
ocurren en el marco de cada conflicto laboral, a fin de poder caracterizar las
formas que asumen las luchas y su nivel de intensidad.

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404 • La conflictividad social en la historia reciente

reclamos en el 2017, año en el que las variables macroeco-


nómicas tendían a mostrar cierta estabilización e indicios
de recuperación. Por el otro, un fuerte crecimiento de las
acciones conflictivas durante 2018 que abarcó a todos los
sectores, y que fue particularmente importante en aquellas
medidas en las que confluían organizaciones de distinto
tipo y actividad. En contraste, en 2019 se observa una fuerte
caída de las acciones en el sector público y en ambos sec-
tores, aunque en este último caso sigue por encima de los
valores registrados en 2016 y 2017.

Gráfico Nº 2. Evolución de las acciones conflictivas totales según sector


2016-2019

Fuente: Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma.

Al observar la evolución de los distintos tipos de accio-


nes6 vemos que el paro de actividades fue la medida de

6 Estas acciones pueden ser analizadas según intensidad. El grado de intensi-


dad refiere a la disponibilidad de los cuerpos a llevar adelante una medida
específica, exponiéndose a las posibles represalias por parte de les emplea-
dores o las fuerzas de seguridad del Estado (despidos, sanciones, represión,
apertura de causas judiciales, entre otros). Así medidas como paros, trabajo a
reglamento, movilizaciones, cortes, ocupaciones, piquetes, refieren a una

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La conflictividad social en la historia reciente • 405

fuerza con mayor frecuencia, registrando un total de 1250


acciones seguida por las movilizaciones, las medidas comu-
nicacionales, las actividades en la vía pública y los cortes.
En todos los casos se registra una caída en 2019, producto
de una menor cantidad de acciones en el sector público.

Tabla Nº 2. Distribución de las acciones conflictivas según tipo 2016-2019

2016 2017 2018 2019 Total

Paro 395 289 316 250 1250

Movilización 254 208 325 203 990

Comunica- 168 229 248 222 867


cional

Actividad en 175 200 258 188 821


la vía pública

Corte 140 106 142 85 473

Ocupación 50 64 64 22 200

Piquete 50 74 24 22 170

Otros7 229 169 260 174 832

Total 1461 1339 1637 1166 5603

Fuente: Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma.

El agrupamiento de la Tabla n 3 muestra el alto grado


de intensidad que adquirieron las luchas obreras a lo largo
de los cuatro años del Gobierno de Cambiemos. En efec-
to, el 70% de las acciones sindicales totales fueron las de
mayor grado de intensidad, tendencia que iría decreciendo

mayor intensidad que “estado de alerta y movilización”, asambleas, medidas


comunicacionales.
7 El agrupamiento “otros” incluye las siguientes acciones conflictivas con
menor frecuencia: alerta, asamblea, trabajo a reglamento, paro levantado,
acciones administrativas, amenaza de medida, amenaza de paro y otras
medidas.

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406 • La conflictividad social en la historia reciente

levemente a lo largo del período8. El resultado de esta diná-


mica es que las acciones se traducen en una paralización
de los lugares de trabajo y/o en una exteriorización de los
conflictos en las calles y rutas.

Tabla Nº 3. Distribución de las acciones sindicales según su grado


de intensidad 2016 – 2019

2016 2017 2018 2019 Total

Menor grado 388 395 500 390 1673


de intensi-
dad

Mayor grado 1073 944 1137 776 3930


de intensi-
dad

Total 1461 1339 1637 1166 5603

Fuente: Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma.

Al observar la distribución trimestral del total de accio-


nes más intensas puede verse cómo este comportamiento se
corresponde con el momento de negociación de paritarias,
dando por resultado que se yuxtaponga la resistencia por
las situaciones de crisis y la de pérdida de salarios durante
los segundos trimestres, y una profundización a partir de
abril de 2018, a la par de la firma del acuerdo Stand By con
el FMI, medida que fue rechazada por las organizaciones de
trabajadores en numerosas acciones.
Las resistencias colectivas se expandieron durante los
cuatro años y en cierta medida puede afirmarse que resul-
taron exitosas, aun a pesar del persistente deterioro expe-
rimentado por el empleo y los salarios. La vitalidad de las

8 Ello también puede explicarse debido a que estas acciones son las que habi-
tualmente tienen mayor presencia en las fuentes utilizadas para hacer el
relevamiento, mientras que aquellas otras que presentan una menor intensi-
dad suelen quedar invisibilizadas.

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La conflictividad social en la historia reciente • 407

organizaciones sindicales, incluyendo aquí no sólo a los sin-


dicatos formales sino a todas aquellas experiencias de arti-
culación colectiva de trabajadores y trabajadoras en tanto
tales, fue un dato distintivo de la etapa, así como también su
capacidad de imponer un veto a la profundización del ajuste
en los términos buscados por el Gobierno Nacional.

Resistencias y adaptaciones: la negociación colectiva


en los últimos cuatro años

La negociación colectiva y el conflicto laboral son parte


del mismo proceso: mientras el conflicto es un elemen-
to constitutivo de las relaciones laborales, la negociación
colectiva constituye una de las expresiones de ese conflicto
en un momento determinado, es un acuerdo coyuntural
entre dos fracciones cuyos intereses son antagónicos. Ese
acuerdo será provisorio y esa “paz laboral” (Hyman, 1979)
permanecerá hasta que el conflicto, siempre latente, vuelva
a manifestarse mediante alguna acción de descontento que
dará origen a una futura negociación.
Durante la etapa iniciada en el año 2003, la negociación
colectiva se convirtió en un factor central del sistema de
relaciones laborales, principalmente por su intervención en
la regulación del precio de compra-venta de la fuerza de
trabajo9. En particular, a partir de 2006 se transformó en un

9 Para el análisis de la negociación colectiva, hemos limitado el estudio a la


negociación formal, es decir, a aquellos convenios y acuerdos celebrados
entre trabajadores y trabajadoras con sus empleadores homologados por el
Ministerio de Trabajo, por lo cual, esta selección supone una serie de aclara-
ciones que limitan y dan forma a un particular objeto de estudio: 1) los con-
venios y los acuerdos colectivos de trabajo que se analizaron fueron sólo
aquellos homologados por el Ministerio de Trabajo, socializados a partir de
su publicación en la web; 2) las condiciones acordadas en los mismos aplican
a trabajadores y trabajadoras registrados en el Sistema de Seguridad Social;
por lo cual, quedan excluidos del universo de análisis aquellos trabajadores
no registrados y/o que trabajan de manera informal; 3) casi la totalidad de
esos convenios y acuerdos pertenecen a sectores del ámbito privado, que-

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408 • La conflictividad social en la historia reciente

mecanismo para impulsar aumentos reales de los salarios


de convenio, y desde 2016, en un mecanismo para impedir
un ajuste aun mayor al que efectivamente tuvo lugar.
Hasta el año 2015 la negociación colectiva se centró en
la renovación o creación de convenios colectivos de trabajo
por actividad o empresa, los que incluyeron cláusulas sobre
distintos temas, salariales y no salariales, y fundamental-
mente en la actualización salarial a nivel de actividad, a
partir de la renovación de las escalas de los convenios y/o,
la inclusión de ítems de remuneración variable, tales como
premios, bonificaciones, sumas por única vez, entre otros.
La llegada de Cambiemos al Gobierno Nacional inclu-
yó planteos a nivel discursivo tendientes a introducir modi-
ficaciones en el sistema de negociación colectiva. Si bien
la intervención del Ministerio de Trabajo en las discusio-
nes paritarias favoreció la postura de los empleadores, esto
no llegó a plasmarse en cambios institucionales, a excep-
ción de la eliminación de la paritaria nacional docente en
el año 201710.
Por su parte, la negociación colectiva salarial intentó
ser condicionada a partir de la búsqueda de imponer
“techos salariales”, es decir, topes a la hora de negociar
aumentos en línea con la inflación prevista, que las orga-
nizaciones sindicales no deberían traspasar. Sin embargo
y debido a los fallidos intentos de controlar la inflación,
desde el año 2016 las negociaciones salariales adquirieron

dando por fuera una variedad de negociaciones que se desarrollan en el


ámbito público; y 4) los convenios y acuerdos se registraron según su fecha
de homologación, es decir que ésta no coincide necesariamente con la fecha
de celebración; a veces hay sólo unos meses de diferencia entre ambas, a
veces hay uno o más años de diferencia.
10 Por entonces, el Gobierno decidió delegar la negociación en cada provincia,
incumpliendo así con lo dispuesto en el artículo 10 de la ley 26.075. Si bien
la “cláusula gatillo” acordada en la paritaria del año 2016 había establecido
que el salario mínimo debía ser un 20% superior al salario mínimo, vital y
móvil, la misma no excluyó ni suplantó la paritaria nacional. Poco tiempo
después, el Gobierno Nacional directamente eliminó la posibilidad de dis-
cutir salarios en dicha instancia.

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La conflictividad social en la historia reciente • 409

distintas particularidades para intentar paliar la pérdida de


poder adquisitivo de los ingresos (ver tabla n° 4). Durante
la ronda de ese mismo año, en muchos casos se optó por
desdoblar la negociación en dos acuerdos semestrales; un
año más tarde la estrategia sindical se plasmó en el impulso
de cláusulas gatillo y cláusulas de revisión. A su vez, en el
año 2018 se replicó el modelo del año anterior, incluyéndo-
se en la mayoría de los acuerdos cláusulas de revisión que
empujaron a sindicatos y empleadores a negociar y “revisar”
más de una vez al año las escalas salariales. Con las revisio-
nes realizadas en el último trimestre del año 2018, la gran
mayoría de los aumentos anuales rondaron el 40%, lejos de
la inflación anual que fue del 47,6%.
El comienzo de la ronda salarial del año 2019 tuvo
como centro la revisión de los aumentos negociados en
2018. La mayoría de los aumentos de la ronda de 2019
giraron en torno al 30% y se pactaron revisiones para eva-
luar el impacto del índice de precios sobre los salarios. En
algunos casos, se optó por negociaciones trimestrales para
revisar periódicamente este índice e ir pactando aumentos
según su comportamiento. En otros, se optó por repetir la
misma estrategia que el año anterior, es decir, la inclusión
de cláusulas de revisión que comprometan a las partes a
negociar y evaluar la situación de los salarios en relación al
comportamiento de la economía. La imposibilidad de con-
trolar los aumentos de precios y la fuerte devaluación post
elecciones primarias de agosto volvieron a impulsar una
ronda de revisiones que en muchas actividades se prolongó
hasta entrado el año 2020, en el que encontramos sectores
que han logrado aumentos totales entre el 50% y el 55%
anual y sectores que han quedado muy lejos de la inflación
anual para 2019 (53,8%).

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410 • La conflictividad social en la historia reciente

Tabla Nº 4. Comparación entre meta inflacionaria, primeras negociaciones,


aumentos finales e inflación anual (2016-2019)

Año Meta Primeras negociaciones Aumentos anuales Inflación


inflacio- finales anual
naria (INDEC)

2016 25% Los acuerdos que se Los aumentos finales ron- 40,9%
negociaron en el primer y daron entre el 30% y el
segundo trimestre, acor- 40% anual, incluyendo
daron entre el 15% y el tanto aquellas actividades
25% de aumento, como el que desdoblaron su nego-
caso del sector de entida- ciación como aquellas que
des civiles y deportivas, negociaron un porcentaje
construcción, comercio, anual; algunos ejemplos
plástico, papelera, esta- son: textiles, administra-
ciones de servicio y gráfi- ción pública, transporte
ca. de pasajeros, bancarios,
sanidad, químicos, aceite-
ros, alimentación.

2017 12-17% Los acuerdos que se Los aumentos finales, 24,8%


negociaron entre el pri- cláusulas gatillo y de revi-
mer y el segundo trimes- sión de por medio, ronda-
tre, acordaron entre el ron entre el 20% y el 25%
10% y el 20% de aumen- anual; entre estas activi-
to, como el caso de ferro- dades se encuentran:
viarios, mecánicos, banca- entidades civiles y depor-
rios, municipales de tivas, comercio, gastronó-
CABA y no docentes uni- micos, construcción, esta-
versitarios. ciones de servicio,
metalúrgicos y vestido.

2018 15% Los acuerdos que se Los aumentos finales, 47,6%


negociaron entre el pri- revisiones de por medio,
mer y el segundo trimes- rondaron entre el 40% y
tre, acordaron entre el el 45% anual, ejemplo de
15% y el 19% de aumen- ello son los siguientes
to, tales como las siguien- sectores: metalúrgica, ali-
tes actividades: bancaria, mentación, sanidad,
entidades civiles y depor- transporte de cargas,
tivas, aceitera, comercio, comercio, mecánica, acei-
construcción, transporte tera y estaciones de servi-
de pasajeros, administra- cio.
ción pública y petroleros
(refinación).

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La conflictividad social en la historia reciente • 411

2019 Sin meta Los acuerdos que se Los aumentos finales, 53,8%
de infla- negociaron entre el pri- revisiones de por medio,
ción ofi- mer y el segundo trimes- resultaron muy dispares
cial. Pau- tre del año, acordaron de acuerdo a la capacidad
ta inicial aumentos en torno al de revisión durante el
en torno 23% y 30% anual, tales año. Así, tenemos algunos
al 23% como las siguientes acti- sectores que cerraron en
vidades: entidades civiles torno al 50% y 55% anual
y deportivas, encargados (farmacia, entidades y
de edificios, metalúrgica, civiles y deportivas, ban-
bancaria y aceitera. caria, agentes de propa-
ganda médica, aceitera,
rurales, mecánica y sani-
dad) y otros que lo han
hecho en torno al 30% y
35% anual (administra-
ción pública, maestranza
y textiles).

Fuente: elaboración propia en base a los acuerdos salariales y al Minis-


terio de Economía.

Finalmente, cabe destacar que la introducción de con-


diciones de trabajo “flexibles” por vía de la negociación
colectiva tampoco se generalizó durante este período, que-
dando limitada a algunos casos puntuales. Para mencio-
nar algunos ejemplos, el acuerdo firmado en 2017 entre la
Unión del Personal Civil de la Nación y el Estado Nacional
para les trabajadores de la Administración Pública Nacional
incluyó premios por presentismo y por productividad; a
su vez, la renovación de convenios colectivos de la indus-
tria petrolera incluyó la flexibilización de un conjunto de
condiciones de trabajo. A nivel de empresa -pero no por
eso menos importante- encontramos la firma del convenio
entre una de las empresas nacionales líderes, Mercado Libre
y la Unión de Trabajadores de Carga y Descarga. Si bien
es un convenio que abarca a pocos trabajadores, su firma
tuvo un importante peso simbólico, dada la visibilidad del
fundador y CEO de esta empresa, Marcos Galperín, un
empresario muy cercano al Gobierno de Mauricio Macri.
El acuerdo, ente otras cuestiones, desdibuja por comple-
to la jornada laboral, afectando así los descansos diarios,
las licencias anuales y las horas extras; así como también,

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412 • La conflictividad social en la historia reciente

eliminando el sistema de categorías, incorporando el con-


cepto de “polivalencia funcional”, donde todos los trabaja-
dores están obligados a realizar cualquier tarea.
Si bien son pocos los ejemplos de negociación de con-
venios con estas características, esto no quiere decir que la
ofensiva contra las y los trabajadores haya sido menor; los
datos sobre la reducción de puestos de trabajo, la precariza-
ción del empleo, la pérdida de salario real y el descenso de la
conflictividad, nos alertan sobre un contexto que sí golpeó
al conjunto de trabajadoras y trabajadores. La imposibilidad
de avanzar con modificaciones institucionales por parte de
la gestión de Cambiemos nos muestra la importante resis-
tencia durante este periodo, pero no por esto debemos dejar
de lado que la clase trabajadora ha perdido mucho de lo
que había logrado recuperar, al menos en parte, luego de la
salida de la crisis de principio de siglo.

Las relaciones laborales durante el Gobierno


de Cambiemos: una mirada de conjunto
sobre los retrocesos y las resistencias

Una lectura superficial de la evolución de las principales


variables sociales, y en particular, de aquellas vinculadas al
mercado de fuerza de trabajo durante los años 2015-2019
podría conducir a caracterizar dicho período como un
período de derrota para el conjunto del movimiento obrero.
Caída del empleo y los salarios, disminución de la cantidad
de conflictos laborales y una negociación colectiva mar-
cadamente defensiva fueron tan sólo algunas dimensiones
salientes de la etapa. Sin embargo, una mirada más deta-
llista sobre la dinámica de las relaciones laborales permite
matizar significativamente tal afirmación. En efecto, en un
contexto de persistente deterioro de las principales varia-
bles del mercado de fuerza de trabajo, el conjunto de los

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La conflictividad social en la historia reciente • 413

trabajadores, trabajadoras y las organizaciones sindicales y


sociales mostraron una gran capacidad de resistencia.
Las características de la conflictividad laboral durante
el período 2015-2019, entendida como la articulación entre
acciones de lucha y negociación colectiva, estuvieron rela-
cionadas con una acumulación de fuerza que, en gran medi-
da, estuvo condicionada por los vaivenes políticos y econó-
micos de la etapa cuyos principales pilares se estructuraron
a partir de 2003. En otras palabras, el ciclo de crecimiento
económico iniciado por entonces, su impacto en términos
de una relación de fuerzas objetiva más favorable para los
trabajadores, junto a un lugar de mayor importancia de las
organizaciones sindicales en la relación de fuerzas políticas,
permitieron impulsar acciones reivindicativas durante los
años de bonanza y, a la vez, moldearon la capacidad de
resistencia una vez que las señales de agotamiento comen-
zaron a hacerse evidentes a partir de 201211. De esta mane-
ra, durante el período de auge económico se gestaron las
condiciones para una expansión del conflicto reivindicativo
tanto a nivel centralizado como descentralizado, mientras
que en momentos de crisis económica y embestida empre-
sarial la morfología de la conflictividad laboral mutó. Des-
de entonces, los reclamos descentralizados se focalizaron
en la defensa de los puestos de trabajo, mientras que los
conflictos centralizados apuntaron a impedir u obstaculizar
los avances patronales en el plano institucional vinculado
a la regulación de las condiciones de compra venta de la
fuerza de trabajo.

11 La etapa de acelerado crecimiento económico se prolongó desde el año


2003 a 2011, con la única excepción del retroceso registrado en el año 2009,
en gran medida ligado a los impactos en nuestro país de la crisis internacio-
nal del año 2008. Sin embargo, a partir de 2012 dicho proceso se detuvo y
Argentina entró en una etapa de estanflación que se iría profundizando con
el paso de los años: entre 2011 y 2015 el PBI per cápita se redujo un 2,9%
mientras que la inflación anual promedio fue del 28,5%; por su parte, entre
2015 y 2019 dichas variaciones fueron de -7,8% y 38,9% respectivamente.

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414 • La conflictividad social en la historia reciente

Por otra parte, el triunfo electoral de Cambiemos en


2015 no se tradujo en un cambio radical del sistema de
relaciones laborales. De ello no debe desprenderse que ella
no haya sido la intención del gobierno entrante, sino más
bien que les trabajadores y sus organizaciones contaban con
una fuerza acumulada que les permitió resistir exitosamen-
te y, de esa manera, garantizar la continuidad de un sistema
donde el conflicto, entendido como lucha y negociación, se
encuentra dentro de sus principales herramientas de dispu-
ta. Este sistema no fue suficiente para impedir el deterioro
persistente de la situación social en general, y del mercado
de trabajo en particular. Sin embargo, sí contribuyó a des-
legitimar socialmente el proyecto político de Cambiemos
al punto tal que su gobierno culminaría sin haber podi-
do implementar gran parte de las políticas laborales de su
agenda inicial; ni siquiera luego de su victoria electoral de
medio término en 2017. Las iniciativas legislativas tendien-
tes a modificar a la baja las normas laborales ni siquiera
fueron tratadas por el Congreso Nacional. El sistema de
negociación colectiva por rama de actividad no se modificó
en lo sustancial y tan sólo realizó ajustes defensivos en su
dinámica para eludir las presiones oficiales y responder así
a niveles crecientes de inflación. Además, la capacidad de
resistencia colectiva por medio de la acción directa mos-
tró altos niveles de conflictividad, incluyendo cinco huelgas
generales y numerosas movilizaciones masivas.
Incluso la modificación de la fórmula de actualización
de jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares apro-
bada por el Congreso en diciembre de 2017 –el avance más
importante logrado por el oficialismo de entonces– fue al
mismo tiempo uno de los momentos de mayor resistencia
de los trabajadores y trabajadoras. En efecto, se trató de una
victoria sumamente costosa para el Gobierno Nacional, por
cuanto las movilizaciones masivas del 14 y 18 de diciem-
bre, y la resistencia contra la represión de las fuerzas de
seguridad, mostraron la capacidad de respuesta ante inicia-
tivas que tenían como objetivo descargar las consecuencias

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La conflictividad social en la historia reciente • 415

del ajuste sobre las espaldas de trabajadores y trabajadoras.


El gobierno consumió en dichas jornadas gran parte del
capital político que había acumulado en el triunfo electoral
obtenido apenas dos meses atrás, y que poco tiempo des-
pués habría de entrar en una pendiente de descomposición
que culminaría con su derrota electoral en agosto de 2019.
Desde esta perspectiva, las políticas económicas imple-
mentadas por el Gobierno de Cambiemos pueden enten-
derse, en un primer momento, como el intento de superar
los límites al proceso de acumulación que la economía local
venía acumulando desde 2012 en perjuicio de la clase tra-
bajadora. Fracasado este intento, no sólo por las propias
inconsistencias del programa económico sino también por
la resistencia social que provocaba, en una segunda etapa
se abriría un período de salida que implicaba generar las
condiciones para la realización y puesta a resguardo de las
ganancias acumuladas en los años anteriores por parte de
las fracciones más determinantes de la burguesía que opera
localmente. El acuerdo celebrado con el FMI en abril de
2018 operó como bisagra y al mismo tiempo como señal
de largada para el cierre de una etapa iniciada casi dos
décadas atrás. A partir de entonces, el ritmo de deterio-
ro de los indicadores sociales se profundizará y el margen
de maniobra para llevar adelante políticas económicas será
cada vez más estrecho.
Por el contrario, desde la posición de los trabajadores
la forma que adoptaría la resolución de esta crisis presenta
aspectos contradictorios. Por un lado, la capacidad de veto
del conjunto de los trabajadores y trabajadoras, junto a sus
organizaciones colectivas, se plasmó durante cuatro años en
miles de acciones de resistencias -centralizadas y descentra-
lizadas- y contribuyó decisivamente con la derrota electoral
del oficialismo de por entonces. Sin embargo, se trata de
un triunfo que no pudo traducirse en acciones ofensivas
que plantearan alternativas para enfrentar los desafíos del
estancamiento en el que la economía local se encuentra
desde el año 2011.

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416 • La conflictividad social en la historia reciente

El triunfo del Frente de Todos en las elecciones presi-


denciales de 2019 pudo haber generado alguna expectativa
sobre la posibilidad de revertir las medidas implementadas
durante el gobierno anterior y, de alguna manera, volver a
la senda trazada entre los años 2003 y 2015. El análisis de la
factibilidad de dicho objetivo, a la luz de los acontecimien-
tos que tuvieron lugar en 2020, no pasa de ser un mero ejer-
cicio contrafáctico. Sin embargo, si el Gobierno de Cambie-
mos es entendido como el cierre de un período más largo,
en el que algunas tensiones venían asomando ya hacia 2007
y cuyas consecuencias se descargarían con mayor intensi-
dad a partir de 2012, los desafíos previos a la pandemia del
Covid-19 resultaban aun mucho más importantes.
La dinámica de los mecanismos de organización y
acción colectiva de los trabajadores y trabajadoras junto con
sus organizaciones sindicales, y su acumulación de fuerza
en el período abierto luego de la crisis de diciembre de
2001, resultan elementos ineludibles a la hora de analizar el
fracaso del Gobierno de Cambiemos. En otras palabras, se
trata de una fuerza social que resultará clave para pensar no
sólo el cierre del ciclo largo iniciado dos décadas atrás, sino
también la forma en la que habrá de operar la transición
que actualmente está en curso y cuya salida todavía resulta
extremadamente incierta.
A modo de cierre, algunas evidencias que muestran la
importancia que podría tener dicho señalamiento. La cri-
sis global producto del COVID-19 ha generado impactos
todavía difíciles de cuantificar en las economías y mercados
de trabajo nacionales. Nuestro país no ha estado al margen
de este proceso: en el primer semestre de 2020 se pro-
fundizó la caída del empleo y los salarios. A pesar de ello,
los conflictos laborales y las negociaciones colectivas que
establecen aumentos salariales han comenzado a recuperar
su vitalidad, aun en contextos de fuertes restricciones a la
movilidad y, por ende, a la capacidad de acción colectiva.
Acciones de este tipo llevadas adelante por trabajadores de
la salud, repartidores, en el transporte, en el sector informal,

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La conflictividad social en la historia reciente • 417

sumadas a acuerdos que establecen aumentos salariales en


actividades cada vez más representativas12, dan cuenta de
una dinámica que estaría mostrando su vigencia, incluso
en uno de los contextos más adversos que se recuerden en
las últimas décadas.

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trabajadores de los siguientes sectores: aceiteros, bancarios, camioneros,
concesionarias de autos, carga y descarga, perfumistas, químicos y petroquí-
micos, farmacia, plásticos, desmotadores de algodón, sanidad (laboratorios
y droguerías), alimentación, molineros, frigoríficos.

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418 • La conflictividad social en la historia reciente

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9

En defensa de la propiedad privada


(Argentina, 2002-2020)
MARÍA CELIA COTARELO

Durante las dos primeras décadas del siglo XXI se han pro-
ducido manifestaciones callejeras y otras formas de protesta
en distintos países de América Latina y del resto del mundo
que presentan rasgos similares entre sí. Manifestantes con
velas encendidas y vestidos de blanco reclamando seguri-
dad en Argentina, Distrito Federal de México, Guayaquil
y muchas otras ciudades; propietarios rurales en Argenti-
na y en la Medialuna boliviana cortando rutas y haciendo
caravanas y marchas; ciudadanos indignados clamando por
la libertad y contra el supuesto autoritarismo de gobiernos
tildados de populistas o comunistas en numerosas ciuda-
des de la región y del mundo; fieles religiosos movilizados
contra la extensión de derechos ciudadanos vinculados con
el género y la sexualidad en Argentina, Estados Unidos,
España y otros lugares; ciudadanos xenófobos enardecidos
contra el crecimiento de la inmigración en sus respectivos
países; más ciudadanos escandalizados por la corrupción
-real o supuesta- de los políticos “populistas”, pero siendo
solidarios con otros políticos o empresarios sospechados de
lavado de dinero o evasión en Argentina, Brasil, Ecuador
y otros países. Ya en tiempos de pandemia, manifestantes
anticuarentena, junto con antivacunas contrarios al “nuevo
orden mundial”, en Argentina, Brasil, España, Estados Uni-
dos, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia. Estas movili-
zaciones tienen variadas expresiones políticas; a través de

teseopress.com 419
420 • La conflictividad social en la historia reciente

las mismas, en algunos países han llevado adelante golpes


de estado mediante distintos mecanismos, desplazando a
gobiernos surgidos de elecciones, como en Bolivia, Bra-
sil, Honduras y Paraguay. En otros países, accedieron al
gobierno o a espacios parlamentarios por elección de los
ciudadanos.
En esas movilizaciones han confluido tanto sectores
reaccionarios, nostálgicos de tiempos pasados; como con-
servadores, determinados a mantener el orden vigente sin
demasiados cambios; y reformistas neoliberales, decididos
a conservar el régimen social imperante pero también a
seguir impulsando su transformación en beneficio de los
sectores más concentrados del capital, la oligarquía finan-
ciera; todos, contrarrevolucionarios en términos históricos,
más allá de la coyuntura en cada país y en el mundo. Cons-
tituyen una fuerza social internacional, conducida por la
oligarquía financiera, que pasó a la ofensiva a partir de la
década de 1970 hasta lograr realizar su hegemonía a nivel
mundial. Se encuentra en disposición de guerra en todos
los frentes y actúa para neutralizar o aniquilar toda fuer-
za social popular reformista, o potencial o efectivamente
revolucionaria, que apunte a resistir, poner en cuestión o
terminar con esa hegemonía.
Como parte de ese proceso internacional, esta clase fue
construyendo una fuerza social en Argentina en las últimas
décadas. Como toda fuerza social, se constituye, se desa-
rrolla, entra en crisis, se reconstituye, según las alternativas
de la lucha. En distintos trabajos hemos señalado cómo
esta fuerza se ha ido reconstituyendo tras la insurrección
espontánea de 2001, en confrontación con una fuerza social
que caracterizamos como popular, democrática y nacional,
emergente de aquel hecho1.

1 Esa fuerza social popular se constituyó en el proceso de protesta y lucha


contra las llamadas políticas neoliberales y sus efectos durante la década de
1990. Ese proceso de rebelión se inició con el motín de Santiago del Estero
en diciembre de 1993 y tuvo su punto culminante en la insurrección espon-

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La conflictividad social en la historia reciente • 421

En este trabajo, abordamos su estudio a partir de la


observación, desde un enfoque cuantitativo, de los hechos
de protesta que hicieron a ese proceso de reconstitución
entre 2002 y 2020 (hasta el 31 de agosto). Para ello tomamos
hechos registrados en nuestra Base de Datos, que reúne
hechos de rebelión en los distintos lugares del país desde
diciembre de 1993 y que contiene más de 37 mil regis-
tros, a partir de la información brindada por cuatro diarios
de Buenos Aires de alcance nacional –Clarín, La Nación,
Página 12 y Crónica–. Dado que esta base incluye hechos
protagonizados por muy diversos participantes –trabaja-
dores, pobres, vecinos, pobladores, militantes, ciudadanos,
mujeres, ambientalistas, indígenas, familiares de víctimas de
crímenes y muchos otros–, quienes utilizan diversos ins-
trumentos de lucha, organizados de muy diversa manera
y que plantean reclamos de todo tipo, debemos aquí deli-
mitar nuestro universo específico –como hemos dicho, las
protestas que hicieron a la reconstitución de una fuerza
social conducida por la oligarquía financiera, con elementos
reaccionarios, conservadores y reformistas neoliberales.
Como es habitual en todas las bases de datos sobre
protesta social, la inmensa mayoría de los hechos son pro-
tagonizados por distintos sectores de las clases subalternas
o del pueblo, que protestan o luchan contra aspectos de
las condiciones de explotación, expoliación y opresión en
que se encuentran. Sin embargo, en coyunturas en que una
alianza social con participación popular –en el grado que
sea– logra acceder al gobierno del estado o en momentos
en que esa fuerza existe y se encuentra en condiciones de
confrontar, las clases dominantes apelan a la movilización
callejera y otras formas de protesta, entre otros muchos
instrumentos de lucha, a fin de constituir, reconstituir o
consolidar su propia fuerza social en defensa del régimen
social vigente. En esta fase capitalista, cualquier intento de

tánea de diciembre de 2001, hecho que marca un punto de inflexión en el


período. Para un mayor desarrollo, ver Cotarelo, 2016.

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422 • La conflictividad social en la historia reciente

avance democrático del pueblo constituye, para la oligar-


quía financiera, una amenaza inaceptable. En algunas de
esas protestas han participado distintas capas y fracciones
del proletariado, que se mueven, no en tanto tales, sino en
función del interés de la cúpula de la burguesía como parte
de esa fuerza social o como atributo del capital.
A fin de delimitar el universo, comenzamos por tomar
la variable “objetivo”, es decir, el reclamo o la consigna cen-
tral expresados, ya que se trata del indicador más evidente
del carácter del hecho; tomamos también las variables “par-
ticipante”, “tipo de organización” y “objeto” (contra quién
se dirige la protesta). En el lapso considerado, registramos
4.022 hechos, el 10,82% del total de hechos registrados en
nuestra Base de Datos (37.137), en los que se han planteado
demandas que agrupamos en los siguientes ejes: seguri-
dad (incluye demanda de penas que sean más severas para
los delincuentes, “mano dura”, rechazo a la instalación de
pobres en el barrio), guerra antisubversiva de la década
de 1970 (reivindicación de la misma, oposición a los jui-
cios a los genocidas), valores cristianos (incluye el repudio
ante obras artísticas, la oposición a la despenalización del
aborto, al matrimonio igualitario y a la Educación Sexual
Integral, a favor de imágenes religiosas en espacios esta-
tales), libertad de mercado (rechazo a la intervención del
estado en la actividad privada a través de la aplicación de
retenciones y otros impuestos, (re)estatización de empresas,
regulaciones o controles, defensa de la propiedad priva-
da); paz social (contra protestas de trabajadores y pobres,
acción de militantes populares); libertad individual (contra
el autoritarismo); institucionalidad republicana (defensa
de la república, independencia del poder judicial, costo de
la política, contra el populismo, contra la corrupción de
los políticos); alineamiento internacional anticomunista
(contra gobiernos progresistas o revolucionarios en Amé-
rica Latina).
No incluimos aquí otros hechos que pueden haber
contribuido también al desarrollo de la fuerza social oli-

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La conflictividad social en la historia reciente • 423

gárquica a partir de sus motivaciones o de la utilización


política que se hizo de ellos, como por ejemplo, las protestas
policiales en reclamo de aumentos salariales en 2013, las
olas de saqueos a comercios en barrios pobres de distintas
ciudades durante 2012 y 2013, las ocupaciones de terrenos
por pobladores sin techo en 2010 y 2011 en varios luga-
res del país, las protestas a raíz de tragedias colectivas, los
llamados linchamientos de delincuentes o hechos de justi-
cia por mano propia individual o colectiva. Estos hechos
contribuyeron a generar un clima político y un estado de
ánimo en la población, apelándose al miedo, la incertidum-
bre o el odio.

Principales rasgos

Los que protagonizaron las protestas lo hicieron en tanto


pequeños y medianos empresarios – en su gran mayoría,
agrarios-, ciudadanos, vecinos, militantes, familiares de víc-
timas de crímenes, fieles religiosos y profesionales indepen-
dientes. En más de 200 hechos (230), participaron también
trabajadores asalariados, ocupados, desocupados y pobres,
organizados en sindicatos o en agrupaciones de desocu-
pados o pobres urbanos. Aunque generalmente en escaso
número, estuvieron presentes en algunos de los hechos más
masivos, como en jornadas por la paz social en 2002, en
marchas convocadas por Blumberg por más seguridad, en
el conflicto de las patronales del campo en 2008 y en el
cacerolazo del 8N (8 de noviembre de 2012). También par-
ticiparon de protestas en contra de la aplicación de reten-
ciones a las exportaciones petroleras y agrarias, en defensa
de la actividad minera y sojera y por la libertad de empre-
sa, junto con sus patrones y en defensa de los intereses
de estos últimos.
Veamos algunas características generales de estos
hechos, atendiendo a los objetivos, instrumentos de lucha,

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424 • La conflictividad social en la historia reciente

las formas de organización y los objetos contra los que


fueron dirigidos. En el apartado sobre los objetivos, pre-
sentamos una periodización a partir de los enfrentamientos
sociales generales desarrollados en el lapso analizado.

Objetivos
Los ejes que ocupan los dos primeros lugares según can-
tidad de acciones son el de la libertad de mercado (1.859
hechos, 46,2% del total de 4.022), y el reclamo de seguridad
(1.129 hechos, 28,1%). Luego siguen los de la institucio-
nalidad republicana (191 hechos, 4,7%), la defensa de los
valores cristianos (185 hechos), la paz social (130 hechos),
guerra antisubversiva (51 hechos), libertad individual (32),
alineamiento internacional anticomunista (26 hechos). En
otros 280 hechos se plantearon demandas que correspon-
den a más de uno de estos ejes. El resto (133) corresponde
a “otros”; y 6 sin datos.
Durante los primeros años del lapso que abordamos,
entre 2002 y 2007, y sobre un total de 15.168 hechos
registrados entre esos años, una pequeña parte, apenas 538
(3,6%), correspondió a acciones que presentaron demandas
referidas a los ejes mencionados más arriba. Los objetivos
de las protestas referían principalmente al eje de la segu-
ridad: los hechos en reclamo de seguridad, “mano dura”,
penas más severas para los delincuentes o rechazo a la insta-
lación de pobres (sospechados de delincuentes) en el barrio,
constituyeron dos tercios (349; 64,9%) del total de 538
hechos. En mucho menor medida, tuvieron repercusión
protestas referidas a la paz social (47 hechos) y a la reivin-
dicación de la guerra antisubversiva (18). Si bien también
existieron hechos referidos a la libertad de mercado (78) y
a la defensa de los valores cristianos (25), no alcanzaron la
relevancia que habrían de tener en los años posteriores.
Al comienzo, en las manifestaciones en reclamo de
seguridad y de paz aparecían carteles con leyendas como
éstas: “La paz sólo se consigue con educación, trabajo,

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La conflictividad social en la historia reciente • 425

justicia y salud” o “para que no haya tanta gente en la calle”


(en la jornada “Tres minutos para decir basta”; Clarín, 7/
9/02). Más allá de cuál haya sido el propósito de los orga-
nizadores –entre los cuales las instituciones religiosas, y
en particular la iglesia católica, tuvieron un rol central-,
se percibe la influencia del proceso de rebelión que había
tenido su punto culminante en diciembre de 20012. Esta
influencia se observa también en algunas protestas contra
la inseguridad en las que se apuntaba a la policía como
causante de la violencia. Sin embargo, en 2002 este tipo de
hechos coexistió con protestas cuyo reclamo de seguridad
se circunscribía exclusivamente a endurecer las penas a los
delincuentes, en particular aquellos provenientes de capas
pobres que cometían robos, tal como se ve en la jornada
de protesta convocada por la Confederación Argentina de
la Mediana Empresa (CAME) y muchas otras que se fueron
sucediendo. Este tono se acentuó y se terminó imponiendo
con las marchas masivas convocadas por Juan Carlos Blum-
berg3 entre 2004 y 2006.
La primera de esas marchas, donde el endurecimiento
de las penas era el leitmotiv, fue convocada una semana des-
pués del acto de transformación de la Escuela de Mecánica
de la Armada (ESMA) –donde funcionó uno de los centros
clandestinos de detención más importantes durante la últi-
ma dictadura cívico-militar- en un espacio de la memoria
por parte del gobierno de Néstor Kirchner, que tuvo lugar
el 24 de marzo de 2004.
La derogación de las leyes de obediencia debida y pun-
to final en el gobierno de Kirchner y el impulso que cobra-
ron los juicios por crímenes de lesa humanidad llevaron a

2 En esas primeras manifestaciones contra la inseguridad se asociaba a ésta


con los efectos de las políticas neoliberales y se señalaba la necesidad de
mejorar las condiciones de vida de la población para mitigar el delito. El
ciclo de rebelión que culminó en 2001 contenía estos reclamos.
3 Padre de Axel Blumberg, un joven secuestrado y muerto cuando intentaba
escapar, en marzo de 2004. Se trató de un secuestro extorsivo, realizado por
delincuentes comunes.

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426 • La conflictividad social en la historia reciente

una sucesión de concentraciones de militares retirados y


familiares de militares en las que expresaban su rechazo a
los juicios, afirmaron que los genocidas que estaban sien-
do juzgados eran presos políticos, reivindicaron la guerra
antisubversiva, condenaron la acción de las organizaciones
guerrilleras de la década de 1970 y propusieron que el 5
de octubre fuera declarado Día Nacional de Homenaje a
los Muertos por la Subversión. Además de considerar que
el Che Guevara fue un “asesino internacionalista”, afirma-
ban que los Montoneros estaban en el gobierno nacional
de entonces: “El enemigo es el mismo y se agazapa no
en los montes sino en la Casa Rosada” (Clarín, 6/10/07).
La cuestión de la “verdad completa” se observa en estas
declaraciones de Cecilia Pando, titular de la Asociación de
Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina,
en una concentración en la Plaza de Mayo con la consigna
“Una plaza sin discriminaciones y una Justicia sin impuni-
dad para los terroristas de los ‘70”: repudió que la política
del gobierno nacional “continúe reflejando una memoria
parcial y hemipléjica de nuestra historia reciente”; en ese
hecho, mujeres del grupo dibujaron cintas negras con la
frase “víctimas del terrorismo” sobre los pañuelos de las
Madres de Plaza de Mayo impresos en el suelo de esa plaza
(Crónica, 6/3/08).
Como reacción ante la “anarquía” que derivó de la
insurrección espontánea de 2001, en la que los trabajadores
desocupados jugarían un papel preponderante durante los
dos años siguientes, se produjeron hechos de protesta en
demanda de paz social, contra la violencia –en particular, la
“piquetera”- y en reclamo de orden: se repudiaban huelgas,
cortes de calles o rutas u otras protestas. Las declaracio-
nes de algunos dirigentes políticos sintetizan lo expresado
en estas protestas: según Macri, había “…que aplicar la ley
con los líderes piqueteros para que el orden vuelva a rei-
nar y la libertad de todos sea respetada. Y que los planes
sociales tengan contraprestación.”; Ricardo López Murphy
exigió al presidente Kirchner que ejerciera “el principio de

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La conflictividad social en la historia reciente • 427

autoridad”; “…si la orden de liberar las rutas o las plazas no


es acatada, debería haber acciones de las fuerzas de segu-
ridad. Lo mismo para quienes bloquean un supermercado
con sus camiones.”; Hilda González de Duhalde señalaba
que “…es preciso aplicar la ley y regular las manifestacio-
nes, como ocurre en otros países en los que las expresiones
callejeras no entorpecen el normal desenvolvimiento de las
actividades laborales.”; y para Elisa Carrió había que “…ase-
gurar un orden legal que garantice determinados lugares
para la protesta y el resto, para la libre circulación.” (Cla-
rín, 21/8/05).
Comenzó así el proceso de reconstitución de una fuer-
za social oligárquica. En ese momento no logró encontrar
una expresión política nacional con capacidad para con-
frontar exitosamente en el terreno electoral. Sin embargo,
sí logró el control de un territorio político importante: la
jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires; Mauri-
cio Macri, de Propuesta Republicana (PRO) resultó electo
en 2007.
A partir del llamado conflicto de las patronales del
campo en 2008 –primer gran enfrentamiento social desde
el de 2001- y el enfrentamiento electoral de 2011, pasó a
primer plano el eje de la libertad de mercado (1.386 hechos),
como respuesta a varias medidas del gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner tendientes a fortalecer el papel del
estado en la fijación de las reglas de juego de la economía.
Los propietarios rurales se opusieron a la suba de las reten-
ciones a las exportaciones agropecuarias por considerar que
la rentabilidad empresaria debía quedar en sus manos y no
en la del estado; éste los estaría esquilmando para mantener
a “…los vagos que no quieren trabajar…” (población pobre
subsidiada, empleados estatales). Para legitimar su protesta,
se presentaban como la verdadera expresión de la nación
argentina y como la quintaesencia de los productores de la
riqueza nacional. “Estoy asombrado por lo que veo, a uste-
des no los trajo ningún colectivo ni les pagaron para venir”;
“…a los campesinos no les gusta que el gobierno meta mano

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428 • La conflictividad social en la historia reciente

en sus bolsillos, para mantener más vagos que viven sin tra-
bajar” (Boyero Rondoni en un acto en Gualeguaychú; Clarín,
3/4/08); “…el campo engorda novillo, no piqueteros” (Cla-
rín, 17/6/08). También aparece la referencia a un gobierno
cuyos integrantes serían los “subversivos” de la década de
1970, “…dejaron de ser jóvenes pero siguen siendo imber-
bes…” o “Basta de montoneros resentidos” (Ricardo Osella,
titular de CARTEZ; Clarín, 20/3/08 y 17/6/08), así como
expresiones tales como “…los Kirchner nos quieren conver-
tir en una Cuba” (Clarín, 16/7/08).
En protestas contra la estatización de las AFJP volvió a
plantearse la idea de que el estado se apropiaba del dinero
de los ciudadanos y que violaba las libertades individuales:
“no al saKeo de tu futuro”, “Yo elegí. No me roben. Tra-
bajador AFJP”, “La plata es tuya. Defendela”, “Sí a la libre
opción jubilatoria” (Clarín, 24/10/08). Por lo tanto, se inten-
taba instalar la premisa de que se estaba ante un gobierno
autoritario: “se va a acabar, la dictadura de los K” (Clarín,
29/10/08), “No a los superpoderes. No al saKeo de nuestros
ahorros” (Clarín, 2/11/08).
Asimismo, el proyecto de ley de matrimonio igualitario
en 2010 llevaría a varias protestas en defensa de los valores
cristianos (49 hechos entre 2008 y 2011, 36 de los cuales
se realizaron en 2010). “A favor de la vida y la familia”,
“Todo niño tiene derecho a tener papá y mamá”, “Salvemos
la familia” y “Matrimonio: fuente de vida” (Clarín, 20/6/10)
fueron algunas de las consignas de las marchas.
Ese momento corresponde así al desarrollo de la fuerza
social oligárquica, que pasó a la ofensiva en su confron-
tación con la fuerza popular, democrática y nacional. La
cantidad de hechos aumentaría fuertemente: 1.859 hechos
(casi la mitad de los hechos que estamos considerando). El
mayor número se produjo en 2008 (1.035), y en los años
siguientes habría de ir bajando drásticamente, hasta llegar
a 86 hechos en 2011.
Desde 2012 hasta el enfrentamiento electoral de 2015
se volvió a intensificar esa ofensiva. Hubo una menor

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La conflictividad social en la historia reciente • 429

cantidad de hechos (1.094) pero se extendió la movilización


a mayores porciones de las fracciones y capas sociales parti-
cipantes. En ese momento alcanzaron mayor relevancia los
ejes referidos a la institucionalidad republicana (126) y la
libertad –individual, de empresa y de expresión (328)–, al
tiempo que se mantenía el de seguridad (297). A diferen-
cia de los momentos anteriores, se llevaron adelante 200
hechos en los que confluían consignas referidas a todos los
ejes, dirigidas contra el gobierno nacional en general y no
tanto contra alguna política en particular.
Apenas unos meses después de haber asumido su
segundo mandato Cristina Fernández de Kirchner, en mayo
de 2012 diputados del PRO, del peronismo disidente y de
sectores de la UCR convocaron a un abrazo a los tribunales
de Buenos Aires para exigir que se respetara “la indepen-
dencia de los poderes”4. A partir de entonces comenzaron a
circular por las redes sociales convocatorias a realizar cace-
rolazos semanales, aunque éstos tuvieron escasa adhesión.
Sin embargo, el 13 de septiembre la convocatoria alcanzaría
mayor apoyo ciudadano, siendo masiva el 8 de noviembre.
En esos cacerolazos se expresaron múltiples reclamos:
en defensa de las instituciones republicanas y contra el
supuesto autoritarismo del gobierno, que incluía las res-
tricciones a la compra de dólares (el llamado cepo cambia-
rio), la posibilidad de que se impulsara una reforma consti-
tucional para establecer la reelección presidencial ilimitada,
el abuso de la cadena nacional por parte de la presidenta,
el estilo de gestión de la presidenta (calificado de “sober-
bio” y “despótico”), un proyecto de reforma judicial, por
la independencia del poder judicial y el respeto a la divi-
sión de poderes -“justicia, justicia, justicia independiente”,
“Viva la división de poderes” (Clarín, 23/5/12); “se va a
acabar, la dictadura de los K” (Clarín, 1/6/12), “Libertad,
libertad” (La Nación, 1/6/12), “…democracia sí. Monarquía

4 Con la presencia de Eduardo Amadeo, Patricia Bullrich, Gabriela Michetti,


Federico Pinedo, Jorge Triaca y Laura Alonso.

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430 • La conflictividad social en la historia reciente

no.” (La Nación, 8/6/12), “No queremos una Cuba ni una


Venezuela.” (Clarín, 8/6/12), “…queremos educación y no
adoctrinamiento.”, “No puedo creer que no pueda comprar
dólares, parecemos Cuba. Pero lo peor es que Cristina se
quiere quedar a vivir en la Casa Rosada”, “Cristina quiere
ser Chávez, pero la Argentina no es Venezuela. Acá está el
pueblo para oponerse a la chavización” (Clarín, 14/9/12),
“Estoy cansada de escucharla por TV, no quiero una demo-
cracia donde tenga que pedir permiso para todo”, “…estoy
acá porque siento que quieren organizar mi vida. Queremos
vivir en libertad.” (La Nación, 14/9/12), “Quiero comprar
dólares”, “…vine porque hay mucha soberbia.”, “…quiero que
dejen hacer con mi dinero lo que quiera, no como en Cuba o
la Rusia de Stalin”, “No al pensamiento único”, “…vine para
que se respeten los derechos civiles y que haya mayor liber-
tad.” (Clarín, 9/11/12); contra la corrupción de los políti-
cos – “Se va a acabar, esa costumbre de afanar”, “Boudou
chorro”, “Boudou, Boudou, queremos tu prisión”. “Basta de
impunidad”, “Basta de corrupción”, “Boudou miente” (Cla-
rín, 23/5/12), “Cristina, devuelvan el país” (La Nación, 1/6/
12), “…estoy harto de la ola de robos y de la corrupción
de los políticos.”, “TN no miente, Cristina miente y roba”
(La Nación, 14/9/12), “Basta de políticos chantas, parásitos,
ineptos y chorros” (Página 12, 9/11/12); contra la inseguri-
dad – “Jueces garantistas=inseguridad” (Página 12, 9/11/12),
“Aníbal F: la inseguridad no es una sensación. Me mataron
a mi hermano” (Clarín, 9/11/12); referencias a los pobres
que recibían subsidios – “…basta de vagancia” (La Nación,
8/6/12)- y a militantes de la década de 1970 – “Monto-
neros resentidos”.
Estas consignas y declaraciones se repitieron una y otra
vez en todas las manifestaciones callejeras realizadas duran-
te esos años –los principales cacerolazos fueron el 18 de
abril y el 13 de noviembre de 2013-, junto a aquellas por la
libertad de expresión, supuestamente puesta en peligro por
la ley de servicios audiovisuales impulsada por el gobierno,
y por justicia a raíz de la muerte del fiscal Alberto Nisman

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La conflictividad social en la historia reciente • 431

en 2015 –considerada por estos sectores como un asesinato


ordenado por la presidenta Cristina Kirchner.
Esta ofensiva terminó con un cambio en la relación
de fuerzas. Tras lograr una expresión político-electoral en
la alianza Cambiemos, el enfrentamiento electoral de 2015
se definió a favor de su candidato presidencial, Mauricio
Macri, por escaso margen con respecto a su rival en segun-
da vuelta, Daniel Scioli, del Frente para la Victoria.
En el siguiente momento, tras haber accedido al
gobierno del estado, la cantidad de hechos disminuyó drás-
ticamente (368). Sin embargo, se destacan dos tipos de
movilizaciones: las de defensa de los valores cristianos, con-
tra el proyecto de despenalización del aborto en 2018 (69
hechos) y las de apoyo al gobierno de Macri, estas últimas
con el mismo contenido que presentaban los hechos entre
2012 y 2015, y que se proponían demostrar que esta fuer-
za social se encontraba en disposición de enfrentamiento,
repitiendo en cada una la consigna “sí, se puede”.
Finalmente, la relación de fuerzas volvió a cambiar. El
enfrentamiento electoral de 2019 llevaría al desplazamiento
del gobierno de esta fuerza social. Poco tiempo después
de la asunción del gobierno de Alberto Fernández-Cristina
Fernández de Kirchner, volvieron a incrementarse expo-
nencialmente las protestas (163 hechos en sólo 8 meses)
en torno a los ejes de la libertad individual y de empre-
sa, el institucionalismo republicano, la corrupción de los
políticos (kirchneristas, y en particular Cristina Kirchner)
y la seguridad. Cada una de las medidas tomadas por el
gobierno fue considerada autoritaria, anticonstitucional o
confiscatoria. Las medidas de aislamiento obligatorio a raíz
de la pandemia de covid dispuestas por el gobierno refuer-
zan las denuncias de supuesto autoritarismo y violación
de las libertades individuales, a las que se suman sectores
reaccionarios, como los “antivacunas” y los que se oponen
al “nuevo orden mundial”. Asimismo, varias de las protes-
tas giraron en torno a la defensa de la propiedad privada
en forma explícita: éste fue el caso de las manifestaciones

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432 • La conflictividad social en la historia reciente

en contra de la intervención a la empresa de agronegocios


Vicentín, en concurso de acreedores; contra un proyecto de
impuesto a las grandes fortunas; contra la declaración de
los servicios de Internet, telefonía móvil y televisión paga
como servicios públicos esenciales y el congelamiento de
sus tarifas hasta fin de ese año, entre otras medidas.

Instrumentos de lucha
Más de la mitad de los instrumentos de lucha (2.216; 55,1%)
que se utilizaron fueron marchas, concentraciones, carava-
nas de vehículos y escraches, ocupando un lugar importante
las concentraciones con golpeteo de cacerolas en plazas y
esquinas de las ciudades. Esta modalidad se repitió casi sin
cambios desde 2008 en adelante, pasando a ser una de las
formas más típicas de los participantes de estos hechos.
Las manifestaciones sólo serían superadas en número en
2008 por otro instrumento de lucha -los cortes de ruta
y bloqueos- en el llamado conflicto de las patronales del
campo, durante el transcurso de un cese de comercializa-
ción. Aun cuando expresar el rechazo a la utilización de ese
instrumento por parte de pobres y trabajadores ocupados
y desocupados fue uno de los objetivos de los hechos de
protesta que estamos considerando, esos cortes de 2008,
realizados por propietarios agrarios, habían sido conside-
rados legítimos por esos mismos sectores. Fueron acom-
pañados por asambleas, en las que decidían los pasos a
seguir, en particular en aquellas organizadas por autocon-
vocados. En la mayoría de los hechos, tanto en las marchas
y concentraciones como en los cortes de ruta, los manifes-
tantes utilizaban los símbolos patrios -banderas argentinas,
globos celestes y blancos, la entonación del himno nacio-
nal- y portaban carteles improvisados con las consignas,
presentando las movilizaciones como apartidarias, como
un movimiento espontáneo de ciudadanos indignados y
como verdadera expresión de la nación argentina. Se con-
traponía esa supuesta espontaneidad de ciudadanos libres

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La conflictividad social en la historia reciente • 433

autoconvocados con una contraparte en la que supuesta-


mente existía una extorsión y manipulación hacia los mani-
festantes por parte del kirchnerismo o del populismo, en
particular de aquellos pertenecientes a las capas más pobres
del proletariado, calificados de “choriplaneros”. “En la mar-
cha no se vio acarreo de gente, ni aparatos partidarios,
sólo hubo banderas argentinas, familias, una concurrencia
heterogénea, con predominio de clase media y de todas
las edades, con carteles y ningún micro estacionado en
las inmediaciones” (La Nación, 2/4/17). Como afirmaba un
funcionario del gobierno de Macri: “Esto no fueron las
redes sociales y los trolls, como nos acusan. Esto fue el boca
en boca de la gente que se enteró de la marcha y quiso venir.
Ratifica lo que decimos, que el cambio viene de abajo para
arriba, que la gente hace lo que quiere”. O, en palabras de
los manifestantes, “Vinimos con la SUBE”, “No nos paga
nadie” (Clarín, 2/4/17).
Junto a las consignas, se incluían fuertes insultos hacia
los políticos y militantes kirchneristas, especialmente hacia
Cristina Kirchner, su vicepresidente Amado Boudou, la
agrupación juvenil La Cámpora, dirigentes sindicales, de
organizaciones de desocupados y pobres y de organizacio-
nes de derechos humanos, medios de comunicación afines
al kirchnerismo, entre otros. Por momentos, la agresión
verbal expresaba odio de clase.
En varias de las concentraciones en reclamo de segu-
ridad se movilizaron también portando velas encendidas
y vestidos de blanco, tal como sucedió en otros países de
América Latina durante los mismos años. En las manifes-
taciones en defensa de valores cristianos, en particular en
aquellas en contra de la despenalización del aborto, incor-
poraron los pañuelos celestes, junto a imágenes religiosas.

Formas de organización
El tipo de organización que convocó a mayor cantidad de
hechos fue, de lejos, la organización empresaria (un tercio

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434 • La conflictividad social en la historia reciente

de los hechos de los cuales tenemos datos sobre la orga-


nización convocante5); su mayor peso fue durante los años
2008 y 2009 (498 y 363 hechos respectivamente), lo que se
corresponde con el conflicto de las patronales del campo.
Las principales organizaciones convocantes fueron la Fede-
ración Agraria Argentina (FAA), la Sociedad Rural Argen-
tina (SRA) y Confederaciones Rurales Argentinas (CRA),
que junto con Coninagro, integraban la Mesa de Enlace
Agropecuario. Las organizaciones empresarias también se
destacaron en 2012; en este caso, quienes convocaron fue-
ron la SRA y Confederación de Asociaciones Rurales de
Buenos Aires y La Pampa (CARBAP), integrante de CRA.
Además de estas entidades nacionales, fueron convocantes
otras organizaciones de propietarios rurales locales, como
la Asociación de Productores Chaqueños, la Asociación de
Productores de Granos del Norte, la Asociación de Produc-
tores de Villarino, Confederación de Asociaciones Rura-
les de Santa Fe (CARSFE), Confederación de Asociaciones
Rurales de la Tercera Zona (CARTEZ) y Sociedad Rural de
numerosas localidades. También algunas protestas fueron
convocadas por otras organizaciones, como la Cámara de
Comercio, o por empresas, como Techint (siderurgia), el
Grupo Clarín (multimedia) y Coto (hipermercados).
En segundo lugar, los hechos fueron convocados desde
las redes sociales (437), que comenzaron a ser relevantes
desde 2012. Existen innumerables blogs, cuentas de Face-
book, Twitter e Instagram, desde donde se vienen difun-
diendo las convocatorias a las movilizaciones, junto con
una constante publicación de mensajes de agitación, que
luego también circulan por grupos de whatsapp. Si bien
entre los titulares de esas cuentas hay militantes de partidos
políticos y otras organizaciones, recurrentemente se afirma
que las protestas son apartidarias e, incluso, apolíticas y sin
ideología. Por ejemplo, en 2012 había “…unos 45 grupos de

5 Hay más de 900 hechos de los que no tenemos datos sobre la organización
convocante.

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La conflictividad social en la historia reciente • 435

Facebook que participan de la organización de los cacerola-


zos. Entre ellos, El Cipayo, El Anti K, Yo no voté a la Kretina
y Ud.? y ONG Salvemos a la Argentina” (Rodríguez Niell,
2012). Algunos de los múltiples organizadores (agitadores)
eran: Yamil Santoro, del partido Unión por la Libertad, con-
ducido por Patricia Bullrich, quien luego formaría parte de
la alianza Cambiemos; Mariana Torres y Marcelo Morán6;
Marcelo Bustos7; Jorge Sonnante8; Luciano Bugallo, luego
de la Coalición Cívica9 (organizadores de los cacerolazos de

6 “La conexión entre ellos empezó en el cacerolazo del 14 de junio, relatan.


Días después se hizo la primera reunión, en una oficina de la avenida Cór-
doba. ‘Fui a Santa Fe y Callao y ahí tomé contacto con varios que hasta ese
momento sólo conocía de Internet’, cuenta Marcelo Morán, administrador
de El Anti K, una página con más de 42.900 adherentes, es decir, personas
que le dieron click a ‘me gusta’ en la página y reciben todo lo que él postea.
Según Morán, ese número crece de a 500 en cada discurso de la Presidenta.
‘Sin que hagamos nada. Ella habla y se dispara’, cuenta Morán. Es abogado y
vive en San Miguel. Está de novio con Mariana Torres, a quien conoció en la
página No a la renuncia de Julio Cobos, también creada por él. En estos días,
ella coadministra El Anti K (…) Admiten, no obstante, que tienen diálogo
con dirigentes de muchos de los partidos opositores, como Pro, la Coalición
Cívica y el peronismo federal, y que dirigentes del macrismo, por ejemplo,
se contactaron para decirles que acompañarán el 8-N” (Rodríguez Niell,
2012).
7 “Tiene 33 años y es comerciante. Se define como ‘miembro fundador’ de la
Agrupación Ciudadanía Activa, que, según cuenta, ‘nació con los primeros
cacerolazos’. ‘No los de hace unos días. Los de 2001’, aclara enseguida. Bus-
tos forma parte del universo de manifestantes que ayer protestaron frente a
la Casa Rosada no como autoconvocados, sino como integrantes de grupos
surgidos en los últimos años al calor de distintos reclamos” (Bullrich, 2012).
8 “Integra Indignados Argentinos, una suerte de ‘filial’ local del 15-M español
con adherentes en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Internet y sobre todo
Facebook y Twitter son claves en la comunicación entre ellos. ‘Ya le dimos
demasiadas oportunidades a la clase política. Ahora nos toca a nosotros’,
asegura sin más precisiones” (Bullrich, 2012).
9 Es licenciado en Economía y Administración Agraria. “Inicié mis primeros
pasos en política allá por el 2008, cuando el campo y el Gobierno se enfren-
taron a raíz de la Resolución 125. En aquel momento sentí que como jóve-
nes del sector agropecuario teníamos la obligación de involucrarnos, que ya
no alcanzaba con protestar desde afuera, sino que había que estar adentro,
donde las decisiones se tomaban. Ahí es donde empecé con este largo reco-
rrido. En el camino emprendí varios proyectos, algunos personales y otros
colectivos como la Red Ser Fiscal, en el que junto a un gran equipo logra-
mos que más de 43.000 voluntarios participaran como fiscales electorales a

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436 • La conflictividad social en la historia reciente

2012; Perfil, 7/10/12); Maximiliano Mai (uno de los orga-


nizadores del cacerolazo de abril de 2013; Infobae, 9/5/13);
José Luis Berón de Astrada, a través de su cuenta de Twitter
en la que se identificaba como Rex_Aluminio (uno de los
organizadores de la Marcha por la Democracia el 1 de abril
de 2017). Varios de estos organizadores de protestas des-
de las redes sociales, desarrollando tareas de agitación, se
encontraban vinculados a los partidos políticos conducidos
por Patricia Bullrich y Elisa Carrió.
Los autoconvocados (227) también tuvieron mayor
peso en el conflicto de 2008. Se trata casi exclusivamente de
propietarios agrarios que no respondían a las entidades que
integraban la Mesa de Enlace Agropecuario, a la que criti-
caban por su supuesta moderación. Tomaban las decisiones
en asambleas, en general al costado de las rutas.
Le siguieron en número los hechos convocados por
organizaciones políticas (160), las organizaciones no guber-

lo largo y ancho del país. Allá por el 2012, junto a un grupo de amigos,
me vi envuelto en algunas protestas en contra del Gobierno de turno,
donde millones de argentinos invadieron las calles del país; esos momen-
tos terminaron siendo mis primeros pasos en el terreno político. En 2014
pasé a las filas de la política partidaria de la mano de Lilita Carrió, mi
máxima referente política. Integro la Coalición Cívica en Provincia de
Buenos Aires, donde estuve abocado al armado territorial, principalmente
en la cuarta sección electoral. Integré la lista de candidatos a Diputados
Provinciales en 2015, como Candidato a Diputado Nacional en 2017 y
finalmente en 2019, fui electo Diputado Provincial por la primera sección
electoral. Mis principales temas de interés tienen que ver fundamentalmen-
te con todo aquello vinculado al sector agropecuario, la desburocratiza-
ción del Estado, la disminución del gasto público y la presión impositiva”
(https://luchobugallo.com/bio/). “El promotor de los encuentros fue Lucho
Bugallo, de 31 años, oriundo de Ascensión, un pueblo rural bonaerense. Es
un lazo clave de los caceroleros con dirigentes de la oposición. En Ascen-
sión, estaba en Federación Agraria y cuando se instaló en Buenos Aires se
sumó al ateneo de la Sociedad Rural. Hizo un curso en la fundación Fragua,
que presidía Max Gulmanelli, actual funcionario del gobierno porteño, e
integra Soy Fiscal, organización dedicada a capacitar a fiscales electorales,
de la que participa el rabino Sergio Bergman. Bugallo creó Red de Encuen-
tro Ciudadano (REC), con gente de partidos como Unión por Todos y la
Coalición Cívica. Todos los martes hacen charlas en la Legislatura porteña”
(Rodríguez Niell, 2012).

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La conflictividad social en la historia reciente • 437

namentales (112), las organizaciones religiosas (111), orga-


nizaciones sindicales (105) y colegios profesionales (43).
En cuanto a las organizaciones políticas –tanto parti-
dos como otras formas organizativas de carácter político,
aun cuando se presenten como asociaciones civiles-, men-
cionaremos algunos ejemplos. Algunas de ellas reúnen a
defensores de la guerra antisubversiva de la década de 1970
y la última dictadura cívico-militar, como la Asociación de
Familiares y Amigos de los Presos Políticos de la Argentina
(AFyAPPA), conducida por Cecilia Pando, esposa de un ex
militar. La AFyAPPA es

… una Asociación Civil, sin fines de lucro, apartidista,


que nuclea a familiares y amigos de miembros de las
Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policías y Personal Civil,
que se encuentran injustamente detenidos y/o procesados,
por haber cumplido con el sagrado deber de defender a la
Patria durante la Guerra contra el Terrorismo en la Déca-
da del 70. Afirmamos que se encuentran INJUSTAMENTE
DETENIDOS: Porque durante su proceso se han violado y
se siguen violando principios y garantías claramente esta-
blecidas en la Constitución Nacional. Porque se desconoce
que todo lo actuado contra el terrorismo se dio en el mar-
co de un Conflicto Armado no Internacional, sujeto por lo
tanto al Derecho de Guerra y no al Código penal Ordina-
rio que rige durante la paz. Porque mientras los miembros
del Estado Nacional que participaron en dicho Conflicto
son sometidos a una justicia arbitraria, los terroristas que
intentaron tomar por asalto el poder, matando y atentan-
do contra miles de inocentes, hoy disfrutan la libertad y las
prebendas que les otorga un gobierno identificado con la
demencia mesiánica de las organizaciones terroristas de los
70 (http://afyappa.blogspot.com/).

Esta cita es ilustrativa de la ideología de las distintas


organizaciones de este tipo que convocaron a moviliza-
ciones durante estas décadas, levantando la bandera de la
“verdad completa” y el repudio a los juicios por crímenes
de lesa humanidad. Algunas de estas organizaciones son la

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438 • La conflictividad social en la historia reciente

Asociación Familiares y Amigos de Víctimas del Terrorismo


en Argentina (AFAVITA), Hijos y Nietos de Presos Políti-
cos –que cambió su nombre a Puentes para la Legalidad10-,
entre varios otros.
Otras de estas organizaciones son partidos políticos.
Entre ellos, el Partido Unidad Federalista (PAUFE), condu-
cido por el ex comisario Luis Patti, paladín de la “mano
dura”; Fuerza Republicana, fundado por Antonio Bussi,
militar condenado por crímenes de lesa humanidad; Acción
Comunal (partido vecinalista fundado por Ricardo Ubie-
to, quien fuera intendente durante la última dictadura
cívico-militar); Partido Nacionalista Constitucional, presi-
dido por Alberto Asseff (hoy diputado nacional por Juntos
por el Cambio); Vanguardia Nacionalista11; Vanguardia de
la Juventud Nacionalista; el Partido Libertario, cuyos refe-
rentes son los economistas neoliberales José Luis Espert y
Javier Milei; los partidos integrantes de Cambiemos –lue-
go Juntos por el Cambio: Propuesta Republicana (PRO),
la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica y el
Partido FE.
También se encuentran grupos políticos “apartidarios”,
como Equipo Republicano, que

… está formado por Ciudadanos sin banderas políticas, har-


tos de la corrupción y de la impunidad. El ingreso como
la participación al Equipo es absolutamente gratuito. Los
Requisitos son: Amor a la Patria, Respeto a la Constitu-
ción Nacional y la Lucha Inclaudicable Contra la Corrup-
ción y en favor de la Justicia Independiente. Tiene su origen
en las Cruzadas por Justicia Independiente en Tribunales

10 “Somos un grupo de jóvenes argentinos que compartimos el dolor de ver a


nuestros padres y/o abuelos presos que están siendo condenados por suce-
sos acontecidos hace casi 40 años en el contexto de la Guerra Revoluciona-
ria de los años 70. Estamos sometidos a juicios ilegales y arbitrarios que se
realizan en distintos puntos del país”
(https://hijosynietosdepresospoliticos.wordpress.com/about/).
11 Grupo neonazi de la ciudad de La Plata (provincia de Buenos Aires); Página
12, 26/11/2016.

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La conflictividad social en la historia reciente • 439

en Diciembre de 2012. Nuestro objetivo es apoyar a todos


los Jueces y Fiscales independientes de todo el país, como
asimismo denunciar a Jueces y Fiscales corruptos. Nuestra
herramienta de lucha es la Condena Social con participa-
ción en las calles, ruidosas y silenciosas, con carteles que
hablan por nosotros, convocatorias sociales a diferentes luga-
res a donde tenemos que apoyar y/o denunciar y/o repudiar
(https://www.facebook.com/EquipRepublicano/).

Cabe mencionar también al Foro Nacional Patriótico,


que se define como un “Grupo de Patriotas Argentinos con
una visión de profundo Amor a la Patria. Luchamos contra
la corrupción en todas sus formas desde el Nacionalismo”
(https://www.facebook.com/FONAPApampillon/).
Asimismo, el Club Político Argentino reúne intelectua-
les que apoyaron activamente al gobierno de Cambiemos;
se encuentra presidido por Graciela Fernández Meijide, que
formó parte del gobierno de Fernando de la Rúa.
También hubo convocatorias de grupos políticos
extranjeros, como Rumbo Libertad, que lucha contra la
revolución bolivariana en Venezuela.
Entre las organizaciones no gubernamentales convo-
cantes de algunos hechos, y que se presentan como ajenas a
cualquier alineamiento político, abocadas a la elaboración y
propuesta de políticas públicas, se encuentra Conciencia:

Conciencia es una asociación cívica no partidaria, sin fines de


lucro, centrada en la educación en valores y la participación
ciudadana para una sociedad más justa y democrática. Fun-
dada en 1982, en vísperas de la restauración de la democracia,
desde sus inicios, los objetivos estuvieron centrados en pro-
pagar y fortalecer los valores democráticos y republicanos,
con la premisa de que todos tenemos los mismos derechos
(https://conciencia.org/quienes-somos/).

El Centro de Implementación de Políticas Públicas


para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) “…es una orga-
nización independiente, apartidaria y sin fines de lucro
que produce conocimiento y ofrece recomendaciones para

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440 • La conflictividad social en la historia reciente

construir mejores políticas públicas.” Al igual que la Asocia-


ción por la Igualdad y la Justicia:

… es una organización apartidaria, sin fines de lucro, dedi-


cada a la defensa de los derechos de los grupos más desfavo-
recidos de la sociedad y el fortalecimiento de la democracia
en Argentina. Fundada en 2002, ACIJ tiene por objetivos
defender la efectiva vigencia de la Constitución Nacional y
los principios del estado de derecho, promover el cumpli-
miento de las leyes que protegen a los grupos desaventaja-
dos y la erradicación de toda práctica discriminatoria, así
como también contribuir al desarrollo de prácticas partici-
pativas y deliberativas de la democracia (https://acij.org.ar/
asociacion-civil-por-la-igualdad-y-la-justicia/).

O la Asociación por los Derechos Civiles, que:

… promueve y defiende los derechos fundamentales de las


personas, fomenta el fortalecimiento democrático y aboga
por una sociedad inclusiva, con especial atención a los gru-
pos en situación de vulnerabilidad, a través de la identifi-
cación e investigación de temáticas de vanguardia, el desa-
rrollo de estrategias de incidencia y comunicación, y en
particular, el uso del litigio estratégico de interés público
(https://adc.org.ar/sobre-la-adc/).

Otro grupo lo constituyen las organizaciones de aboga-


dos. Entre ellas se encuentra la Asociación de Abogados por
la Justicia y la Concordia, “…una organización sin fines de
lucro registrada en Argentina y surgida ante la necesidad de
reestablecer el orden jurídico en este contexto de desinte-
gración nacional.” (https://justiciayconcordia.org/quienes-
somos/quienes-somos-2/); está presidida por Alberto Sola-
net, socio del Colegio de Abogados de la Ciudad de
Buenos Aires y presidente de la Corporación de Aboga-
dos Católicos (http://www.estudiosolanet.com.ar/es/web/
equipo). El Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos
Aires, fundado en 1913, pone “…particular énfasis en la
prédica constante a favor de la defensa del derecho, de

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La conflictividad social en la historia reciente • 441

la ética, del libre ejercicio de la profesión, y de las liber-


tades individuales”; su actual presidente es Máximo Fon-
rouge (http://www.colabogados.org.ar/institucional/histo-
ria.php). Éste es a la vez presidente de la agrupación Será
Justicia, creada en 2012, cuyos integrantes se identifican
como “…un grupo de abogados que busca asumir su rol
en la sociedad, velando siempre por el respeto a las ins-
tituciones y la democracia.” (https://www.facebook.com/
SeraJusticiaok/).
Varias organizaciones no gubernamentales surgieron a
partir del reclamo de seguridad. Una de ellas es la Funda-
ción Axel Blumberg, dirigida por el padre del joven secues-
trado y asesinado en 2004. Entre sus integrantes se encon-
traban Gerardo Ingaramo, abogado con formación de pos-
grado en las universidades Austral (del Opus Dei) y Católica
Argentina (UCA), electo como legislador porteño en 2007
por el PRO; el ex militar Alfredo Goetz y Cornelia Schmidt
Liermann (quien también sería luego diputada por el PRO)
(Ámbito Financiero, 31/5/04).
Usina de Justicia relata su creación, concretada en
2014, y su “misión”, la que

… comenzó a gestarse en el año 2011, cuando Diana Cohen


Agrest – Dra. en Filosofía de la República Argentina- enfren-
taba el juicio por el asesinato de su hijo Ezequiel. Inmersa
en la búsqueda de justicia por dicha muerte injusta, Diana se
abocó al estudio del Derecho Penal y su implementación. (…)
Poco tiempo después, Diana tuvo un encuentro informal con
una referente política y social argentina, que había transitado
una situación semejante. En dicho encuentro Diana le pidió
un consejo y la respuesta de dicha referente fue contundente:
“Únanse”” ””.. “Usina de Justicia está compuesta por víctimas que
han perdido un ser querido en situaciones violentas y pro-
fesionales de distintas especialidades que voluntariamente
apoyan nuestra labor. Constituye una Asociación Civil apar-
tidaria fundada bajo las siguientes premisas: recuperar una
justicia justa que contemple a las víctimas y trabajar contra la
impunidad (https://usinadejusticia.org.ar/nosotros/).

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442 • La conflictividad social en la historia reciente

Finalmente, otro grupo de ONG convocantes son


aquellas que luchan contra la despenalización del aborto,
el matrimonio igualitario, la Educación Sexual Integral y
otros derechos vinculados al género y la sexualidad. Jun-
to a instituciones religiosas como la Conferencia Episco-
pal Argentina (iglesia católica) y organizaciones evangélicas,
principalmente las agrupadas en la Alianza Cristiana de las
Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA),
en estos años han sido muy activas aquellas organizaciones
autodenominadas Pro Vida y la Red Federal de Familias.
A modo ilustrativo, citamos la declaración de principios
de esta última:

I. DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS. Formamos una red de


instituciones, personas y/o familias, cuya finalidad es la pro-
moción de la vida humana, el matrimonio y la familia, según
lo establece su ideario. La red es apartidaria y respetuosa
de las personas y convicciones religiosas de sus miembros.
(…) II. IDEARIO. a) La promoción y defensa de los dere-
chos humanos –entendidos como los inherentes a la natu-
raleza del hombre y exentos de toda carga ideológica–, y
la defensa de la dignidad de la persona humana. Esos dere-
chos pertenecen a todo ser humano por el sólo hecho de
serlo –motivo por el cual está dotado de la personalidad jurí-
dica–, con independencia del reconocimiento estatal, pues
son anteriores a la creación del Estado (…). Tales derechos
son universales (…). b) La promoción y defensa de la familia
como célula natural y fundamental de la sociedad, por ser
el ámbito propio de acogida a toda vida, y la dispensadora
de humanidad a sus miembros y a la sociedad entera. La
familia se funda en el matrimonio, entendido como unión
indisoluble de un varón y una mujer (…). c) La promoción
y defensa del derecho a la vida humana desde el momen-
to de la concepción (fecundación), hasta la muerte natural.
d) La promoción de una verdadera educación para la vida
desde las primeras etapas del desarrollo cognitivo. Esta for-
mación, como toda educación, corresponde primariamente a
los padres. El Estado desempeña en materia educativa una
función subsidiaria que, en cualquier caso, debe amparar y
respetar la formación religiosa y moral que los padres quieran

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La conflictividad social en la historia reciente • 443

transmitir a sus hijos. En consecuencia, el Estado debe posi-


bilitar que en la escuela, de gestión pública o privada, se
transmita dicha formación, especialmente en todo lo refe-
rido a la sexualidad humana. e) La promoción integral de
la mujer y el reconocimiento de la maternidad como bien
social y personal. El Estado y la sociedad deben reconocer
la función insustituible de la mujer madre y educadora –en
armoniosa complementariedad con el padre–, tanto para el
crecimiento integral de los hijos, como para el progreso de la
sociedad. f) La promoción de políticas públicas ordenadas al
bien común, centradas en la dignidad de la familia y la per-
sona, de modo tal que les aseguren las condiciones culturales,
sociales y económicas adecuadas, tanto para el libre ejerci-
cio de sus derechos y responsabilidades, como para alcanzar
su pleno desarrollo. g) En todas las cuestiones relacionadas
con la vida y la dignidad humanas, el matrimonio y la fami-
lia; velar por la plena vigencia de la objeción de conciencia,
tanto personal como la que preserva el ideario institucional
(https://www.facebook.com/Red.Federal.de.Familias/).

En cuanto a las organizaciones sindicales, la gran


mayoría de los hechos fueron convocados por cuerpos de
delegados de líneas de colectivos y sindicatos de peones
de taxis en demanda de seguridad. Se registraron también
otros tipos de conflictos, por ejemplo, aquellos entre con-
ducciones de sindicatos y militantes de líneas internas sin-
dicales de izquierda. Así, la Confederación de Sindicatos
Industriales de la República Argentina se opuso a una pro-
testa en una fábrica autopartista impulsada por militantes
de izquierda; el dirigente petrolero Alberto Roberti afirmó
que “…son infiltrados que van cambiando las reglas de juego
que existen entre los gremios y el sector patronal.” (Clarín,
6/6/14). En una manifestación de integrantes de la Unión
Tranviarios Automotor (UTA) para oponerse a una huelga
en los subterráneos de Buenos Aires conducida por los lla-
mados metrodelegados, cantaban “Yo sabía/yo sabía/ que
a los zurdos/los cuida la Policía” (Página 12, 6/11/09). En
2010, la disputa en el gremio ferroviario llevó al asesina-
to del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra por

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444 • La conflictividad social en la historia reciente

parte de militantes de la Unión Ferroviaria en el transcurso


de una movilización.
En otros casos, los trabajadores se movilizaron alinea-
dos con los intereses de sus patrones. Entre ellos, periodis-
tas agrupados en la Asociación de Prensa de Buenos Aires
(APBA) que hicieron una concentración contra el proyecto
de Ley de Servicios Audiovisuales con las consignas “No a
la Ley de Medios K” y “No al modelo de Santa Cruz, donde
el 90 por ciento de los medios está en manos K” (Clarín, 1/
9/09). Por su parte, los trabajadores gráficos de los diarios
Clarín, Olé, La Razón y Muy difundieron un comunicado:
“Con preocupación y temor los trabajadores asistimos
al avance directo del Gobierno para forzar una intervención
del Grupo Clarín por parte de la Comisión Nacional de
Valores. Los trabajadores gráficos de ARTE Gráfico Edito-
rial Argentino SA no podemos permanecer ajenos frente a
este plan que busca destruir la empresa de la cual forma-
mos parte.”; “…aquí no estamos hablando de las discusiones
habituales de una relación laboral: aquí está en juego mucho
más que eso. Aquí se juega si Clarín, Olé, La Razón y Muy
seguirán existiendo como tal, si seguiremos trabajando para
un medio independiente. No debemos permanecer ajenos
y movilizarnos más que nunca en resguardo de la Empre-
sa y nuestra fuente de trabajo. Y frente a eso no tenemos
dudas: RECHAZAMOS TERMINANTEMENTE cualquier
injerencia del Gobierno o de sus organismos en la empresa,
sea cual sea.” (Clarín, 15//5/13).
Ya mencionamos la participación de trabajadores rura-
les agrupados en la Unión Argentina de Trabajadores Rura-
les y Estibadores (UATRE) a favor del reclamo de las patro-
nales del campo en 2008, de sindicatos petroleros en contra
de las retenciones a las exportaciones de petróleo duran-
te el gobierno de Kirchner, así como trabajadores mineros
de la Asociación Obrera Minera Argentina en respaldo a
la explotación minera a cielo abierto. Asimismo, la Unión
de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN) se movili-
zó en contra del proyecto de reforma judicial en 2013 y

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La conflictividad social en la historia reciente • 445

participó de las marchas contra el supuesto asesinato del


fiscal Nisman.

Objetos
Esta variable nos permite aproximarnos a cuáles son los
enemigos que delimitan quienes se movilizan.
Correspondiéndose con los ejes de movilización seña-
lados más arriba, uno de los objetos de las protestas fueron
los trabajadores, pobres o militantes políticos y sindicales
que habían llevado a cabo huelgas, manifestaciones o cor-
tes de calles o rutas; a nivel local, también integrantes de
comunidades originarias que luchan por su derecho a la
tierra. Algunos ejemplos de declaraciones de participantes
de las protestas, cánticos y consignas en carteles: “Los seño-
res piqueteros tienen que cambiar la forma de reclamo, no
cortando las rutas, no faltando el respeto a todos los ciuda-
danos” (Juan Carlos Blumberg, orador en un acto contra la
inseguridad en abril de 2004; Clarín, 24/4/04); “…cambian
los gobiernos pero seguimos igual, con las calles cortadas
en cualquier lugar, parece que importan más los piqueteros
que la gente que labura.” (un comerciante de Puerto Madero
ante una protesta de empleados de casinos despedidos; Cla-
rín, 20/1/08); “basta de piquetes”, “Los chicos a la escuela”,
“Ba-ra-del, dejate de joder”12, “Hay que cantar, hay que can-
tar, los piqueteros a laburar” (en “marcha por la democracia”
el 1 de abril de 2017).
Las referencias a los “Montoneros”, los “zurdos” o “el
trapo rojo” se vinculan directamente con la reivindicación
de la guerra antisubversiva de los años ’70 del siglo pasado,
así como el repudio a Cuba y Venezuela como ejemplos
de dictaduras.
Otros objetos son los delincuentes y los pobres, muchas
veces asociados entre sí, dado que no se oponen a los delin-

12 Roberto Baradel es el secretario general del Sindicato Unificado de Trabaja-


dores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA).

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446 • La conflictividad social en la historia reciente

cuentes en general –incluyendo, por ejemplo, a los grandes


empresarios que lavan o evaden dinero en paraísos fiscales-,
sino a delincuentes residentes en barrios pobres, asenta-
mientos y villas miseria. Así, la sospecha se hace extensiva
a todos los habitantes de esos barrios, considerados poten-
ciales delincuentes que pueden atentar contra su propiedad.
A la vez, se señala a los pobres como masa de maniobra del
llamado populismo, “gente que no quiere trabajar”, “vagos a
los que mantienen” con sus impuestos, etc.
Desde 2003, el principal objeto de las protestas (un
60%) fue el llamado kirchnerismo, calificado de populismo:
entre 2003 y 2015, y nuevamente en 2020, se movilizaron,
pues, contra el gobierno nacional; entre 2016 y 2019, en
apoyo al gobierno nacional de Macri y contra la posibili-
dad de que el kirchnerismo volviera al gobierno. Para los
sectores movilizados, era la encarnación de la inseguridad
por sostener el “garantismo”, es decir, el respeto por las
garantías de los delincuentes por sobre los de las víctimas;
de la subversión de la década de 1970, por contar entre
sus integrantes con militantes revolucionarios de enton-
ces, genéricamente identificados como los Montoneros, por
pertenecer a ese espacio político la mayor parte de los orga-
nismos de derechos humanos, por favorecer la realización
de los juicios por crímenes de lesa humanidad, por haber
invitado al país y tener vínculos políticos con Fidel Castro,
Hugo Chávez y otros dirigentes “comunistas” o “populis-
tas” de América Latina; de la corrupción, por las denun-
cias generalizadas contra varios funcionarios, en particular
Cristina Kirchner, el vicepresidente Boudou, el ministro
Julio De Vido y muchos otros, y contra algunos empresarios
asociados a ellos, como Lázaro Báez o Cristóbal López; del
autoritarismo, por medidas de gobierno que implicaban
algún grado de intervención estatal en la actividad econó-
mica y que afectaban, en alguna medida, a los intereses de
algunos capitales o fracciones del capital, sumado esto a
un estilo presidencial “soberbio”, persecución a los perio-
distas “independientes”, supuestas intenciones de detentar

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La conflictividad social en la historia reciente • 447

el poder de manera absoluta atentando contra la república;


lo que se vinculaba, por un lado, al ataque a las institucio-
nes republicanas por parte del kirchnerismo, intentando
manejar el poder judicial, atacando a la oposición en el par-
lamento, alentando el odio en la sociedad; y por el otro, al
espacio que ocupaban los dirigentes sindicales y de orga-
nizaciones sociales, con capacidad de presionar y extorsio-
nar a las patronales para impedir la flexibilización laboral,
ahuyentando así las inversiones, y viviendo a expensas de
los ciudadanos que pagaban sus impuestos –cada vez más
confiscatorios y onerosos- y de los que brindaban empleo.
Parecía tratarse, así, de un modelo que propiciaba un estado
voraz, opresor, que violaba las libertades individuales y los
derechos de propiedad y de expresión, que bastardeaba la
república, que anulaba la democracia; y que, además, aten-
taba contra los valores de la familia, adoctrinaba a niños
y jóvenes y fomentaba la alteración del orden público por
parte de las clases subalternas.
Tal era el discurso que legitimaba y cohesionaba a
esta fuerza social contra un enemigo claramente delineado;
discurso que era cotidianamente difundido por los medios
masivos de comunicación y las redes sociales.

En síntesis

El hilo conductor de estas movilizaciones fue la defensa de


la propiedad privada, directamente o a través de la defensa
de los pilares sobre los que se sostiene el régimen social y
político vigente: familia, magistratura, ley, fuerzas armadas,
religión, libertad individual.
Si bien ese hilo conductor podía aparecer más o menos
velado en la mayor parte de las protestas, en 2020 se rea-
lizaron hechos explícitamente convocados con la consigna
“en defensa de la propiedad privada”: éste fue el caso del
“banderazo” del 20 de junio, tras el intento del gobierno

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448 • La conflictividad social en la historia reciente

nacional de intervenir la empresa Vicentín –a raíz de las


deudas que tiene con el Banco Nación, entre otros muchos
acreedores y en medio de denuncias de manejos irregulares
por parte de la compañía-, para oponerse a todo intento del
estado por avanzar sobre la propiedad privada. Uno de los
organizadores, Roberto Porta (que fue asesor agropecuario
en la zona de Rafaela, provincia de Santa Fe, y pertenece
a la agrupación de propietarios agropecuarios autoconvo-
cados Campo más Ciudad), declaró: “Nosotros no vamos
a defender a Vicentín, que la empresa se defienda con las
armas que tiene. Nosotros vamos a defender la propiedad
privada. Hoy fueron por Vicentín, después irán por tu casa
o el departamento.” (Clarín, 19/6/20). Celebrando la pro-
testa, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, afirmó que
sintió “…un gran orgullo de que tantos argentinos en todo
el país dijeran libertad, república, constitución, propiedad
privada.” (Clarín, 21/6/20).
La mayor parte de los movilizados en las calles fueron
pequeños propietarios: de tierras y de empresas agrope-
cuarias, de comercios y de pequeñas y medianas empresas
industriales, de viviendas (bajo la figura de vecinos), y su
figura en el ámbito político, ciudadanos –que pagan sus
impuestos-; junto con asalariados que asumían como pro-
pios los intereses de sus patrones. Pequeños propietarios
que no se enfrentaron con el gran capital sino que, por
el contrario, se movilizaron en su defensa, en contra de
lo que consideraban una amenaza de fracciones y capas
del proletariado que pugnaban por mantener, recuperar o
acceder a mayores espacios sociales y políticos, aun dentro
del régimen social vigente. La fuerza social que conduce
la oligarquía financiera se basa, pues, en la acción de los
pequeños propietarios, que temen perder su propiedad real
o imaginaria.
Delimitamos distintos momentos en el desarrollo de
esta fuerza social. El primero se extendió entre 2002 y 2007,
y fue el inicio del proceso de reconstitución de la fuerza.
Comenzó tras el enfrentamiento social de 2001 que llevó a

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La conflictividad social en la historia reciente • 449

la caída del gobierno de De la Rúa; su final estuvo marca-


do por otro enfrentamiento social, de características muy
diferentes: el llamado conflicto de las patronales del campo.
El principal eje de movilización fue el de la seguridad, y
en torno a éste emergió la figura de Juan Carlos Blumberg,
como paladín de la mano dura contra los delincuentes. Sin
embargo, no logró convertirse en un líder político y la fuer-
za social no logró una expresión política nacional. Sí hubo
de lograrlo a nivel local, y en particular, en la ciudad de Bue-
nos Aires, de la mano de Mauricio Macri y el PRO. También
fueron importantes los ejes referidos a la paz social y la
guerra antisubversiva.
El conflicto de las patronales del campo en 2008 marcó
el comienzo de un segundo momento, en el que esta fuerza
social pasó a la ofensiva, avanzando en espacios institucio-
nales y debilitando a la fuerza oponente pero sin lograr
revertir, finalmente, la relación de fuerzas políticas. Este
momento se extendió hasta el enfrentamiento en el terreno
electoral en 2011, que culminaría con la reelección de la
presidenta. El principal eje de movilización durante esos
años pasó a ser el de la libertad de mercado, mientras cobra-
ba también más importancia el eje de los valores cristianos.
Pocos meses después, en 2012, comenzó un tercer
momento, en el que esta fuerza social intensificó su ofensi-
va, al tiempo que la fuerza oponente entraba en crisis13. El
resultado fue la derrota de esta última en el terreno elec-
toral, en 2015, por estrecho margen. De esta manera, tras
haber logrado una expresión política mayoritaria, esta fuer-
za social accedió al gobierno del estado, con la presidencia
de Macri, de la alianza Cambiemos. En este momento pasó
a primer plano el eje referido a la institucionalidad repu-
blicana, la democracia, la libertad individual, la libertad de
empresa y de expresión, confluyendo con otros ejes: segu-
ridad, guerra antisubversiva y paz social.

13 Para un desarrollo de la crisis en esa fuerza social, ver Iñigo Carrera, Cota-
relo y Fernández, 2020.

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450 • La conflictividad social en la historia reciente

El cuarto momento se desarrolló entre 2016 y 2019,


cuando la fuerza social accedió al gobierno del estado –su
conducción ejercía el poder político, económico y social,
que, obviamente, nunca había perdido. Tras disminuir nota-
blemente su presencia en las calles, al final de este momento
se volvió a incrementar, poniendo en evidencia la disposi-
ción a emprender una nueva ofensiva.
Efectivamente, esta ofensiva puede observarse al
comienzo del quinto momento, luego de un nuevo enfren-
tamiento electoral a fines de 2019 y con el nuevo cambio de
alianza en el gobierno. Estamos transitando un momento,
pues, en el que han arreciado las protestas protagonizadas
por esta fuerza social.

Bibliografía

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marcha”; La Nación, 14 de septiembre.
Clarín (2002) “Con emoción, la gente manifestó su senti-
miento contra la inseguridad”; 7 de septiembre.
Clarín (2007) “Duras críticas a Kirchner en otro acto de
militares retirados”; 6 de octubre.
Cotarelo, María Celia (2016) El proceso de desarrollo de
una fuerza social. Argentina 1993-2010; Editorial Imago
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Iñigo Carrera, Nicolás; Cotarelo, María Celia; y Fernández,
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diante da ofensiva da oligarquia financeira. Tem-
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0103-2070.ts.2020.165055.
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La conflictividad social en la historia reciente • 451

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10

Aproximación a las protestas sociales


y laborales en México y Argentina
en 20011
AGUSTÍN SANTELLA E IVÁN MONTES DE OCA

Introducción

¿Quiénes se opusieron o presentaron resistencia frente a


las políticas neoliberales? ¿Qué fracciones de la clase tra-
bajadora se movilizaron? ¿De qué modo estas resistencias
condicionaron el proceso? En este capítulo realizaremos un
avance empírico especificando los tipos y la composición
de estas movilizaciones en relación a las acciones colecti-
vas conflictivas. Para ello, construiremos algunos indica-
dores para especificar críticamente la propuesta de tipos
de conflictividad laboral que incluya tanto a las fracciones
proletarizadas como a las fracciones de la sobrepoblación
relativa que resisten la proletarización. Por un lado, en este
estudio ampliamos la mirada de la movilización más allá
de los indicadores institucionales de la movilización obrera.
Por otro, esta exploración nos permite introducir algunas
preguntas teóricas sobre los significados de las resistencias
a la fase capitalista neoliberal, desde la perspectiva de los

1 Este capítulo es resultado una de investigación del Proyecto PICT


0870-2016. Debemos a Julia Soul contribuciones sustanciales en la formula-
ción de los problemas y conceptos usados para este estudio. Facundo Bian-
chini colaboró en la construcción de los datos.

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454 • La conflictividad social en la historia reciente

procesos de formación (organización) y desorganización de


clase en clave comparada. A partir del estudio de casos,
introduciremos preguntas sobre los modos de conflictivi-
dad social y laboral y su relación con la formación desigual
y combinada de la clase trabajadora. El estudio se realizará
centralmente sobre México y Argentina en torno al año
2001. Tomamos para este capítulo el 2001 como avance
parcial de un período mayor. El recorte de este año nos
introduce a particularidades de dicho período.
En Argentina se experimentó entonces una crisis eco-
nómica de proporciones mayúsculas como resultado de
las políticas neoliberales y de las tendencias estructura-
les de largo plazo. En México, en el 2000 el PRI dejó el
gobierno, luego de haber virtualmente monopolizado el
control del estado desde la Revolución Mexicana. En este
texto damos por sentado el conocimiento de estas parti-
cularidades coyunturales, las cuales son importantes para
la interpretación de las principales figuras que surgen del
estudio. Asimismo, en la comparación incluiremos el caso
de Brasil para el contexto de algunos datos. La inclusión
de un tercer caso nos permite buscar generalidades y par-
ticulares de las dimensiones observadas respecto de los dos
casos en los que profundizaremos la comparación.

Acumulación y desposesión neoliberales

Para neoliberalismo retomamos la denominación que se


ha hecho de un período económico, político e ideológico a
escala mundial que comienza a principios de los años 80’s y
que consiste, esencialmente, en la ofensiva del capital sobre
el trabajo. Esta relación expansiva del capital comprende
dos procesos, uno en torno de la explotación y otro median-
te la desposesión o expropiación. Harvey (2004) define al
neoliberalismo en los dos sentidos: como ofensiva del capi-
tal, pero agregando que la acumulación en este período se

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La conflictividad social en la historia reciente • 455

basa en la desposesión. Estos procesos se expresan en dos


tipos de conflicto. Por un lado, tenemos la lucha del capital
y trabajo por las formas y grados de explotación y, por otro,
entre aquel y los pequeños propietarios o semiproletarios
quienes se resisten a la proletarización.
La distinción entre estos dos procesos se ha incorpo-
rado a los estudios sobre protesta y formación de las clases
obreras. ¿Cómo se relacionan estas dos formas de protes-
tas con los procesos de formación de clases? El argumento
muestra que es necesario situar la mirada en ambos pro-
cesos para dar cuenta de los modos concretos en que se
forman las clases trabajadoras. Distinguir la desposesión de
la explotación en la dinámica del conflicto de clase nos per-
mitiría construir conceptualmente el análisis de una serie
de formas de antagonismo de clase por fuera de la esfera
inmediata de la producción capitalista, en la idea tradicional
de “fábrica” como el lugar de organización obrera. El con-
cepto de gran industria permite identificar este lugar tradi-
cional, ya que éste designa tanto la fábrica de la industria
manufacturera como cualquier actividad organizada formal
y realmente por el capital en el proceso de concentración.
Sin embargo, esta apelación sobre la observación más
allá de la gran industria ha sido delineada de maneras dis-
tintas. En una de las líneas posibles, se ha incorporado el
problema de la sobrepoblación relativa (SPR en adelante)
para dar cuenta de la fracción de los trabajadores por fuera
del sitio de la gran industria. Este concepto señala al sujeto
de clase sobre el que opera la desposesión y el conflicto. La
desposesión refiere a la expropiación de los productores,
proceso que potencialmente se convierte en su proletari-
zación. El paso entre expropiación y proletarización no es
inmediato, dado que este conjunto de productores puede
permanecer en distintas modalidades de la SPR. Esto indica
entonces el carácter contradictorio y procesal de la compo-
sición/formación de la clase trabajadora.
Karatsali et al (2014) y Silver, Karatsali y Kumral
(2018) siguen la composición de clase en la protesta global

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456 • La conflictividad social en la historia reciente

incorporando la SPR como una categoría. Empero, mien-


tras que en el primer estudio se menciona a la sobrepo-
blación relativa explícitamente, en el último se la nombra
por un contenido que es asimilable al primer concepto. En
éste se sigue un “tercer tipo” de conflictividad por parte de
la fuerza de trabajo proletarizada pero no absorbida por el
capital. Aquí, por tanto, se distinguen tres tipos de conflic-
tividad laboral (labor unrest), y no dos como en Silver (2005).
En contraste, por nuestra parte distinguimos desposesión y
proletarización, en tanto la población expropiada puede no
convertirse en explotada (empleada) por el capital. No obs-
tante, podemos definir a la SPR no empleada por el capital
como un momento de la formación de la clase trabajadora.
Esto nos permite incluir a fracciones de la clase trabajadora
no directamente explotadas.

Del análisis de eventos de protesta

En este texto analizaremos los datos sobre la conflictivi-


dad construidos a partir de la cronología realizada por el
OSAL-CLACSO2. De aquí obtenemos información sintéti-
ca sobre los principales conflictos sociales diarios durante
todo el año (abarca el periodo entre los años 2000 al primer
cuatrimestre de 2012). A partir de estos textos, estructu-
ramos la información en las variables relativas a cada una
de las acciones mínimas en que se componen los conflic-
tos, siguiendo los métodos del Protest Event Analysis (Hut-
ter 2014, Franzosi 2010: 43). Éste refiere a las definicio-
nes y procedimientos para registrar, medir y analizar los
eventos de conflicto. Ello se realiza mediante un registro
estructurado de los atributos de las acciones en eventos.
Franzosi (2010) ha definido las dimensiones fundamentales

2 Estas cronologías son síntesis tomadas en la lectura de los diarios principa-


les de cada país.

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La conflictividad social en la historia reciente • 457

de los eventos en relación a los componentes del análi-


sis gramatical. Así, la división sujeto – acción (verbo) –
objeto representa la acción que se quiere reproducir en la
estructura del dato.
Hutter (2014: 336) define al PEA como “…un tipo
de análisis de contenido (cuantitativo)…” que “…convierte
palabras en números.” El análisis de contenido es un pro-
cedimiento de codificación de textos (comunicaciones). En
nuestra investigación, partimos del análisis de los textos
(síntesis de las noticias sobre conflictividad) cuyo contenido
se estructura en las variables de las unidades de análisis
(cada evento). El registro de las categorías en cada varia-
ble es abierto, replicando, con la menor síntesis teórica,
las categorías originales del texto. El método seguido aquí
parte de una mínima estructuración del dato para, en pasos
posteriores, realizar nuevas codificaciones más sintéticas
(“agregarlos”) (Franzosi 2010: 36).
Esto nos permite introducir los problemas de la inves-
tigación. Un problema específico refiere a la formación de
clase de los actores. Partir de las categorías del texto nos
permite registrar el modo en que los actores se presentan y
son presentados antes de que nuestra teoría les asigne cate-
gorías. En la primera fase de investigación hemos registra-
do todas las “personificaciones” de estos actores. Mediante
nuevas categorizaciones de ellos (así como de las acciones,
objetivos, y otras), se intentará arribar mediante la “agre-
gación” a nuevos códigos. En tanto proceso inductivo, no
está exento de conceptualización o abstracción de los rasgos
comunes introducidos por comparación y analogía. El obje-
tivo de la síntesis es la búsqueda de categorías que agrupen
dispersiones teóricamente complejas, intercediendo aquí
desigualmente la intervención teórica del investigador.
Esta discusión técnica sugiere un problema sustantivo
en el análisis. La manera en que se presentan los actores
hace al problema de la forma y contenido de estas formacio-
nes colectivas. “Camionero” puede referir tanto a trabajador
o empresario, así como “productor”, e inclusive “trabajador”

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458 • La conflictividad social en la historia reciente

puede no referir al concepto teórico marxista de clase tra-


bajadora. A partir de todas estas categorizaciones del actor,
realizamos un primer momento del análisis. Tanto “camio-
neros” como “productores” son identificaciones subjetivas
de los actores a partir de la personificación del tipo de
actividad económica. Dependiendo del contexto específico,
estas identidades designarán fracciones de clase particula-
res, sin embargo, esta hipótesis debe ser un resultado de
la investigación.

La movilización de los trabajadores en México


y Argentina3

Usualmente, la movilización de los trabajadores es seguida


mediante los datos disponibles oficiales de afiliación sindi-
cal, negociación colectiva, representación política sindical
y actividad huelguística. Éstos constituyen el objeto sobre
el que ha reposado la tesis de la declinación de la clase
obrera y el sindicalismo. En ambos países se ha observa-
do una tendencia descendente en todos estos procesos. La
afiliación sindical en México ha pasado de representar el
30% en 1990 al 20% en el año 2000 respecto a los asa-
lariados no agrícolas; mientras que, en el mismo período
en Argentina, ha variado del 40% al 42%. En la manu-
factura, en el mismo período 1990-2000, estas tasas cam-
biaron desde el 30 al 20% en México y desde 70 a 66%
en Argentina. Las tasas de afiliación sindical son toma-
das como indicador de organización, pero junto con este
dato necesita precisarse la naturaleza de la relación que
representa. Se asume que la afiliación expresa la capaci-
dad organizativa autónoma de los trabajadores, cuando es
cada vez más reconocido que los estados y las patronales

3 Para los datos de este apartado, así como para el contexto histórico amplio,
remitimos a Santella y Montes de Oca (2020).

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La conflictividad social en la historia reciente • 459

intentaron instrumentar la organización sindical para sus


propios fines. La dependencia ha llegado al punto que, en
México, se hayan hecho conocidos los denominados “sindi-
catos de membrete”, aquellos que afilian a trabajadores de
empresas sin su consentimiento, incluso antes de la crea-
ción de la empresa. En estos casos, la afiliación es realizada
por los sindicatos en negociaciones previas.
Otra tendencia que puede tener interés interpretativo
es la composición sectorial. En México, la afiliación se ha
concentrado en el sector público y en la educación. Más
de la mitad de la afiliación sindical corresponde al sector
estatal y, como parte de éste, un cuarto del total en el sec-
tor educativo, concentrándose en el Sindicato Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE) (Zepeda Martínez
2009: 76). Basándonos en estudios históricos, durante la
declinación de la afiliación en los noventa parece haberse
acentuado una tendencia histórica del sindicalismo mexi-
cano de apoyarse en el sector estatal. Con esto debemos
agregar que la afiliación sindical en el sector estatal (inclu-
yendo maestros) era de tipo obligatoria, con el ingreso en
el cargo. “Durante gran parte del siglo XX, los trabajadores
del sector público estuvieron afiliados a la Federación de
Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FTSTE)
y la membresía era obligatoria.” (Zepeda Martínez 2009:
76). En 2004, el SNTE se apartó de esta federación, crean-
do una propia bajo su dirección (Federación Democrática
de Sindicatos de Servidores Públicos, FEDESSP), que pasa-
ría a convertirse en la central sindical con más trabajado-
res, incluyendo la tradicional CTM. En 1978 el sindicato
de la educación representaba también casi un cuarto del
total de afiliados de todos los sindicatos mexicanos (Midd-
lebrook 1995: 152), con aproximadamente medio millón
sobre los dos millones doscientos mil afiliados. La afiliación
del SNTE ascendería al millón hacia el año 2000. Esta figura
presenta la centralidad de los trabajadores de la educación
pública, hecho no afectado sustancialmente por las políti-
cas neoliberales. Las tasas de sindicalización en el sector

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460 • La conflictividad social en la historia reciente

educativo se mantuvieron como las más altas en compara-


ción con los demás sectores de actividad, siendo cercanas
en los sectores estratégicos de la extracción, industriales,
transportes y comunicaciones.
La extensión de la negociación colectiva también es
muy baja en México: sólo el 10% de los asalariados esta-
rían cubiertos, mientras que en Argentina, la cifra alcanza
el 60%. En México existe la práctica de ponderar el pago
salarial por la fijación de salarios mínimos, los que se esti-
pulan en una comisión tripartita. Sin embargo, durante el
período neoliberal, esta institución se caracterizó por tener
una política de congelamiento, e incluso, depreciación real
del salario mínimo. También hay que señalar que la estruc-
tura de la negociación colectiva es diferente respecto del
nivel de agregación; en México predomina la celebración
de convenios al nivel de empresa, por sobre el nivel de
sectores de actividad.
La medición de la actividad huelguística es un tercer
indicador usado para aproximarse al poder sindical y/o la
fuerza social de la clase trabajadora. El contraste entre el
comportamiento comparado es aun más amplio. Mientras
que México se encuentra entre los países con menor tasa
de actividad huelguística, Argentina se destaca por altas
tasas. La representación política de los sindicatos en insti-
tuciones del estado es un cuarto indicador del poder sin-
dical. Las tendencias en ambos países aquí convergen en
el período. La cantidad de parlamentarios provenientes de
los sindicatos desciende dramáticamente tanto en México
como en Argentina.

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La conflictividad social en la historia reciente • 461

El análisis ampliado de las protestas en la movilización


de los trabajadores

A continuación, queremos completar y/o modificar algunas


hipótesis sugeridas en el cuadro anterior, amplificando el
análisis a los sectores no tradicionales de la protesta laboral.
Como vemos en el cuadro 1, los trabajadores ocupan
un lugar destacado en el conjunto de actores populares de
la conflictividad social. La discriminación de actores popu-
lares respecto de los que no lo son es un paso previo que,
como toda selección categorial, implica conceptos relativos
a un ejercicio de abstracción. Con popular aquí nos referi-
mos a grupos, clases y fracciones en una posición subalterna
en la estructura social del poder. Esto comprende las situa-
ciones proletarias y semiproletarias en términos de rela-
ciones de producción. Desde el punto de vista del sistema
institucional del poder político estatal, estos grupos com-
prenden los que no ejercen sus funciones. En la medida que
estos grupos intervienen en formas de acción colectiva en el
conflicto, estos son registrados, tanto por la fuente provista
por OSAL-CLACSO como en nuestra base de datos de con-
flictos. Entre los actores dominantes se destacan las fuerzas
de seguridad (69 de los 932 casos totales en los tres países en
2001). La mayoría de sus acciones es, naturalmente, represi-
va. De toda la conflictividad, las acciones populares ocupan
un lugar central (755/932 casos). Respecto de los secto-
res populares, es notable que los trabajadores representen
aproximadamente la mitad de las acciones colectivas. En
Argentina, trabajadores y desocupados se encuentran des-
agregados, ya que aparecen generalmente como fracciones
separadas en los relatos, aunque desde la perspectiva teórica
ambas formen parte de la clase trabajadora. Si agregamos
estos dos grupos, la participación de la clase trabajadora es,
como en Brasil, del 69%.

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462 • La conflictividad social en la historia reciente

Cuadro 1. Acciones colectivas de sectores populares en Argentina, Brasil


y México en 2001

Argen- % Brasil % México % Total %


tina

Trabaja- 167 45 88 69 116 43 371 49


dores

Desocu- 88 24 1 89 13
pados

Manifes- 50 13 5 4 18 7 73 10
tantes

Militan- 14 4 7 5 33 12 54 7
tes

Campesi- 1 12 10 41 11 54 7
nos

Produc- 12 3 37 10 49 6
tores

Estudian- 9 2 8 6 15 6 32 4
tes

Presos 9 2 6 5 1 16 2

Vecinos 10 2 3 13 2

Mujeres 1 3 4

Total 361 100 127 100 267 100 755 100

Fuente: Base de datos Proyecto PICT 0780-2016. Nota: los casilleros


vacíos designan valores porcentuales menores a 1.

La importancia de los trabajadores en el conflicto


mexicano debería, en principio, matizar el mapa sobre la
debilidad de su movilización. Del mismo cuadro se des-
prende una diferencia que es la presencia en ese país de
otros actores como militantes, pero también campesinos
y productores. Militantes designa varios tipos de sujetos,
pero son mayormente formas de activismo político, inter-
sectorial o partidario. Se destacan los zapatistas del EZLN
en este grupo (12 casos sobre 33 en México). Las personifi-
caciones políticas en varios casos se vinculan estrechamente

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La conflictividad social en la historia reciente • 463

con categorías sociales (el EZLN con el campesinado indí-


gena, las acciones del FRENAPO en Argentina con la cen-
tral sindical CTA, etc.). Sin embargo, en estos casos los
actores representan formas de acción políticas, cambiando
el carácter e identidad de la organización. En este grupo
militante, se cuentan, por supuesto, los partidos políticos.
Algunos de ellos como el PRI o PAN no pueden sindicarse
como populares con precisión. Si bien en tanto partido el
PAN no se trata de un partido “popular”, sino que es orgá-
nico a las clases dominantes, se incluyen algunas acciones
en donde movilizan personas más allá de los actos institu-
cionales rutinarios en donde actúa generalmente. Lo mismo
para el PRI, el cual representa un caso más complejo, ya que
incluye sectores populares en su entramado (CTM, CNC,
etc.). Sin embargo, nuevamente, no se trata de la organi-
zación como tal lo que se registra, sino de determinado
tipo de acciones.
La categoría Manifestantes se construye en casos simi-
lares al de militantes, cuyos actores son coaliciones creadas
en la movilización misma, los cuales mayormente respon-
den a grupos de los sectores populares. Este grupo concen-
tra muchas personas en grandes manifestaciones. En Méxi-
co, los zapatistas movilizaron cientos de miles en varias
ocasiones durante 2001. Sin embargo, en conjunto, los tra-
bajadores movilizaron más personas. De los casos que pudi-
mos registrar cantidad de personas (se contaron en 221
eventos sobre el total de 931) que participaron en accio-
nes colectivas (que fueron unos dos millones aproximados
para los tres países), tenemos que participaron el doble de
personas como “trabajadores” (un millón cien mil) respec-
to de las que lo hicieron como “manifestantes” (seiscientos
cincuenta mil).

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464 • La conflictividad social en la historia reciente

Cuadro 2. Personas participantes de acciones colectivas en Argentina,


Brasil y México según actor principal en 2001

Manifestantes Trabajadores Otros Total

Argentina 115500 307170 Desocupados 567670


96050

Brasil 185150 252950 510237

México 356100 558120 Campesinos 1010810


42700

Total 656750 1118240 2088717

Fuente: Base de datos Proyecto PICT 0780-2016. Calculado sobre canti-


dad de participantes en 221 casos de eventos.

Las cantidades de personas movilizadas son un indi-


cador del grado de movilización conflictiva a nivel nacio-
nal y sectorial4. Esta estimación corresponde a todas las
formas de acción, no solamente a manifestaciones o actos.
Pero aquí los participantes en huelgas representan una parte
menor de los participantes. La participación está menos
registrada en las huelgas en Argentina. Esto puede deber-
se al carácter nacional de las huelgas (de tipo sectorial o
general), cuya estimación por parte de la prensa es más
difícil de realizar5. Volveremos sobre este punto cuando
analicemos las huelgas.
Otros actores importantes en Argentina son, por
supuesto, los desocupados, cuya presencia contrasta nota-
blemente cuando la comparamos con México. En el año
2001, aunque aun más en 2002 y 2003, el movimiento de

4 Véase Biggs (2018) para una discusión y defensa de este indicador del peso
de la protesta.
5 De las 92 huelgas que pudimos registrar en 2001 en los tres países, la fuente
brinda dato de participantes en 24 casos, de los cuales 18 corresponden a
México, y ninguno a Argentina. Sin embargo, en Argentina hubo 41 huelgas
mientras que en México hubo 29. Es decir que en más de dos tercios de las
huelgas en México hay datos de participación y en Argentina no tenemos
información alguna.

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La conflictividad social en la historia reciente • 465

desocupados en Argentina se convirtió en el protagonista


de la protesta social, incluso más que el tradicional movi-
miento obrero de los ocupados. Esto de hecho ha llevado a
gran parte de los analistas de ese momento a pronosticar el
fin de la protesta sindical o ver en este dato la confirmación
de este pronóstico anterior. Durante estos años, la Argen-
tina alcanzó niveles históricos de desocupados, superan-
do toda la experiencia anterior. En este sentido, la apa-
rición de un movimiento así se explica como respuesta a
la desocupación. Una explicación alternativa es mirar a la
desocupación misma en relación al funcionamiento de los
mercados de trabajo en clave comparativa, a partir de la
posibilidad de diferencias estructurales. Como se ha seña-
lado, la desocupación potencial en México no se expresa en
las tasas de desempleo por una serie de fenómenos propios.
La desocupación se encuentra contenida por una economía
del sector informal mucho más extendida históricamente.
Una manera de interpretar la cuestión del sector informal
es, en términos marxistas, relacionándolo con las formas
de sobrepoblación relativa. La desocupación abierta refiere
a la población “fluctuante” que entra y sale del mercado
de trabajo (empleos asalariados a patrones). Sin embargo,
otros sectores son la población “estancada” (sectores infor-
males de baja productividad) o “latente” (campesinos). La
desocupación en Argentina es posterior de un proceso de
proletarización anterior, mientras que en México proviene
desde otro punto. Aquí el proceso más importante previo y
que continua en el neoliberalismo, refiere a la expropiación
de la pequeña propiedad rural (privada o colectiva), con la
consiguiente expansión de la sobrepoblación relativa. Esto
tiene implicancias en la composición de la misma, que pasa
a circular entre formas distintas pero siempre en modos de
empleo o subempleo.
Este marco histórico-analítico puede ayudarnos a
interpretar las diferencias en la composición de la protesta
laboral. El fenómeno que contrasta paralelamente entre
México y Argentina es la acción de los campesinos y, como

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466 • La conflictividad social en la historia reciente

veremos, de los productores de aquel país y de su ausen-


cia (particularmente campesina) en Argentina. Otro actor
importante en México, entonces, es el movimiento campe-
sino. En la categoría de campesinos hemos agregado tam-
bién a los movimientos indígenas, aunque los “producto-
res” aparecen como grupo distinto. Las organizaciones más
relevantes entre los productores son las Uniones naciona-
les de productores agrícolas (de cañeros, arroceros, cafete-
ros, etc.), afiliadas a la Confederación Nacional Campesina
(CNC), tradicionalmente alineada con el PRI y luego los
Frentes de Defensa del Campo. La protesta de los produc-
tores rurales es más significativa en México. No obstante,
en Argentina también encontramos en 2001 acciones de
grupos de productores rurales. Como sabemos, en 2008 en
Argentina la movilización de este sector ocupará el lugar
protagónico de la protesta social, alcanzando dimensiones
históricas. Sin embargo, hay relaciones por las que se dife-
rencian ambos grupos nacionales, que por ahora sólo pode-
mos esbozar hipotéticamente. Los productores moviliza-
dos en Argentina son propietarios en tierras de alto valor
mientras que lo contrario ocurre en México. Resultado de
procesos históricos diferentes (no separados de lo anterior),
el productor rural mexicano conformó regímenes de traba-
jo políticamente como parte de los repartos agrarios post-
revolucionarios, con la extensión de la organización colec-
tiva. En Argentina, otro proceso muy diferente tuvo lugar
en la distribución y uso privado capitalista de la tierra.
Para una caracterización social de los productores
mexicanos nos basamos en estudios de caso secundarios
que caracterizan a los campesinos-productores como semi-
proletarios (Otero 2004). Este grupo se diferencia de los
trabajadores asalariados rurales, por cuanto poseen la tie-
rra, sea de modo comunal o colectiva (ejidos) o también
privado. En algunos casos contratan trabajadores eventua-
les (migratorios, por cosecha) pero se basan en el trabajo
propio junto con el trabajo familiar no remunerado. Sin
embargo, la fuente del conflicto aquí reside en el proceso de

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La conflictividad social en la historia reciente • 467

negociación con las grandes empresas (ingenios) así como


con la Secretaría de asuntos agrarios, ya que el Estado tiene
responsabilidad en el crédito para los productores, funda-
mental para la cosecha. Este sujeto, entonces, compondría
el movimiento campesino que en 2001 tuvo un importante
momento de movilización y que se incrementará en años
sucesivos, dando lugar a las demostraciones masivas del
movimiento “El campo no aguanta” en 2002 (Singelmann
2006, Bartra 2006).
El análisis histórico de los conflictos de cañeros de
Puebla nos acerca a la cuestión de las formas de la protesta
laboral. Las luchas campesinas de estos productores reco-
rrieron distintas relaciones por las cuales predominaron
las formas proletarias o “empresario-campesinas” según el
período. Este cambio depende de un conjunto de relacio-
nes de fuerza económicas y políticas. Del estudio de caso
mencionado, la misma organización ejidal pudo ser instru-
mentada interna y externamente por las grandes empresas
y el Estado (imponiendo los dirigentes, por ejemplo). En
situaciones así, la organización de productores pasa a ser
un mecanismo de disciplina laboral extendido del ingenio
(privado, antes de las estatizaciones de los años 80’s), pro-
letarizando en la práctica a sus miembros. En esta etapa,
los productores ejidales laboraban conjuntamente mediante
una cooperativa que pagaba salarios a sus miembros. Esta
práctica cambió por las resistencias, “campesinizando” la
política de su organización e imponiendo cambios en las
relaciones de trabajo. En una etapa posterior, los mismos
campesinos rechazaron prácticas de negociación y organi-
zación colectiva de la comercialización y cosecha (una parte
de éstos eligió afiliarse a la UNC, organización rival de la
UNPCA que enfatizaba su carácter de pequeño productor
antes que de campesino). No obstante, el empeoramiento
económico hacia los noventa ha generado malestar cre-
ciente, sobre la base de una identidad campesina que sigue
predominando sobre la empresarial (Otero 2006).

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468 • La conflictividad social en la historia reciente

Volviendo al grupo principal de los conflictos, pasemos


a ver cómo se componen las acciones colectivas de trabaja-
dores. El tipo de acción y la composición sectorial ayudan al
análisis comparado de la fuerza relativa de los trabajadores.
Siguiendo el enfoque de “recursos de poder”, los trabaja-
dores cuentan con recursos distintos, fundamentalmente
de tipo estructural o asociativo. Mientras que el primero
refiere al poder potencial que los trabajadores tienen por su
posición en la estructura económica y del trabajo, el segun-
do da cuenta del poder que emerge como resultado de su
organización. También puede incluirse en el poder asocia-
tivo la influencia que la organización tiene como resultado
sea de alianzas sociales o de posiciones clave en el sistema
institucional estatal (ver Santella y Montes de Oca 2020).
Este enfoque nos sirve para el análisis sectorial de las
luchas obreras. Del conjunto de acciones de trabajadores,
los docentes son el principal colectivo conflictivo en Méxi-
co (53%), mientras que en Argentina lo son los estatales y
docentes (26 y 23% respectivamente)6. Brasil incorpora una
diferencia en este momento en varios aspectos. Por un lado,
aparece en el grupo de trabajadores el grupo de trabaja-
dores rurales, mostrando una diferencia en las identidades
referidas a la cuestión campesina vista anteriormente. La
cuestión rural en Brasil es tan importante como en México
(sólo en términos de conflicto popular, ya que en Argen-
tina será quizá incluso más importante desde el punto de
vista de los grandes y pequeños capitalistas agrarios). Sin
embargo, en Brasil la lucha por la tierra ha sido organizada
centralmente por el Movimiento de trabajadores sin tierra
(más conocido como MST), que se postula en la articulación
de las identidades de clase y rural, es decir, como parte de la
clase trabajadora. Esto es parte de otra trayectoria histórica,
distinta de la mexicana, donde la expulsión de la propie-
dad rural no se acompañó del proceso revolucionario de

6 Datos elaborados a partir de la base de datos de conflictividad social de


Argentina, Brasil y México.

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La conflictividad social en la historia reciente • 469

México. Quienes luchan por la tierra ya han sido expulsa-


dos, siendo parte de la sobrepoblación relativa más amplia,
orientándose no obstante hacia el campo en su estrategia.
Esta comparación es significativa para la discusión sobre las
estrategias posibles en los trabajadores campesinos. Otro
aspecto diferencial de Brasil, respecto Argentina y México,
es que los docentes y estatales no ocupan el lugar central
de la protesta en 2001.
El segundo grupo que participa de los conflictos en
México son los trabajadores de industria, y esto nos intro-
duce un matiz al panorama sindical esbozado más arriba.
Trabajadores en general hace referencia a acciones en las
que no se distingue el sector, sea por falta de información
pero también porque se tratan de acciones de conjunto
entre sectores, como las huelgas generales en Argentina o
las manifestaciones organizadas por las centrales sindicales.
Un rasgo común a los dos países es que la protesta de
trabajadores se ejerce en el sector público estatal (educativo
y administrativo). Este dato puede interpretarse, junto con
la ausencia de luchas en sectores estratégicos de la econo-
mía capitalista, como debilidad en el poder de negociación.
Las huelgas en sectores no estratégicos de la estructura
económica no tienen la misma capacidad de afectar a los
capitalistas, lo que redunda en un balance desfavorable en
el poder de negociación. La destacada participación de los
docentes en la comparación sectorial como rasgo común a
los dos países es una tendencia internacional. “El sector de
la enseñanza es uno de los pocos que ha reflejado una ten-
dencia ascendente de conflictividad laboral en las últimas
décadas del siglo XX. Además, la difusión geográfica de ésta
ha sido mucho mayor de lo que fue históricamente el sector
textil o en el automóvil” (Silver 2005: 134). No obstante,
Silver desmiente que los maestros no posean recursos de
poder estructural. Tienen a su favor, la imposibilidad de
la movilidad del capital, o la autonomía en el proceso de
trabajo, aunque no cuentan como recurso con la interde-
pendencia (que es su contrario) de las partes del proceso de

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470 • La conflictividad social en la historia reciente

trabajo, como sí sucede en las grandes empresas automovi-


lísticas, por situar una comparación. También cuenta a su
favor con la dependencia que la división social del traba-
jo tiene respecto del trabajo de los maestros en actividad
(formación de fuerza de trabajo) (ibíd, p. 134). Algunos de
estos aspectos pueden ayudar a explicar estructuralmente,
la capacidad de movilización de los maestros y el hecho de
que ésta haya dado resultados favorables de negociación en
términos de conquistas laborales.
La participación sectorial docente se enfatiza si mira-
mos la participación en cantidades de personas según las
formas de acción. Como habíamos mencionado, sólo en
México la fuente arroja datos respecto de la cantidad de
personas en las huelgas, no sucediendo así en Argentina e
imposibilitándonos de comparar este indicador. Sin embar-
go, esta información es significativa respecto del estado del
conocimiento en la literatura especializada sobre este tipo
de estimaciones, prácticamente inexistente. Casi un tercio
de las personas en México participan mediante huelgas
(278.000 sobre un millón). La composición mayoritaria de
los huelguistas es abrumadoramente de docentes (243.800).
Esta cantidad se concentra en 9 huelgas (3 en Oaxaca, 3
en Sinaloa, 1 en Chiapas, 3 Zacatecas, 1 universitaria en
Texcoco y 1 interestatal organizada por la CNTE). Se trata
de huelgas al nivel del estado (provincias) con, evidente-
mente, alta convocatoria, siendo tres de éstas por tiem-
po indeterminado. También los docentes en México son
quienes más participan de la movilización de trabajadores
(430.0800 sobre 558.120 trabajadores participando en las
distintas formas de acción).
Aunque la composición sectorial económica de la con-
flictividad de trabajadores es similar en ambos países en
cuanto al protagonismo docente y/o estatal, una diferencia
-que concierne a una dimensión del poder tanto estructural
como asociativo- es la extensión o nivel de la acción colec-
tiva (alcance geográfico). Desde esta perspectiva, vemos que
en Argentina las acciones se organizan a nivel nacional

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La conflictividad social en la historia reciente • 471

mientras que en México este nivel es prácticamente ausen-


te. A partir de este nivel de observación, aparecen formas
de acción y actores relevantes, como es la acción de trabaja-
dores sin distinción de sector al nivel nacional. 12 de las 21
huelgas docentes en Argentina se realizaron a nivel nacional
(convocadas por CTERA o CONADus, las centrales de tra-
bajadores educativos de los tres niveles) mientras que, como
vimos, no se registran huelgas de nivel nacional en México.
Del mismo modo, las huelgas generales de trabajadores se
registran en 4 ocasiones en Argentina, representando una
forma de acción ausente en México. Del total de huelgas
en Argentina, un poco más de la mitad se realiza a nivel
nacional, no manifestándose las huelgas nacionales en su
par. De estas huelgas generales participaron todos los sec-
tores de actividad, con desigual acatamiento según cada una
de ellas. En 2 ha participado la CGT oficial, junto con la
CGT disidente de Moyano y la CTA, mientras que las otras
2 quedaron en manos de los disidentes de la CGT y CTA. Si
bien la fuente de datos no informa de la cantidad de huel-
guistas, la estimación de la actividad huelguística sectorial y
nacional alcanzaría a millones de trabajadores.
Estos datos tienen significación en términos del poder
asociativo y estructural y complementan el análisis secto-
rial. En 2001, por un lado, los sindicatos de los sectores
estratégicos no participan en conflictos sectoriales ya que,
en términos generales, esta conflictividad se concentra en
el sector educativo y estatal. Sin embargo, hemos observado
una importante actividad huelguística que ha sido denomi-
nada de tipo política o de huelgas masivas de breve dura-
ción, las que se ejercen como presión directa al Estado en
función de la agenda sindical que incluye, no raramente,
demandas de política económica general.
Por último, exploramos las demandas que explícita-
mente los actores del conflicto formulan en sus acciones
(los objetivos de la acción). Intentaremos distinguirlas en
torno de la diferencia entre desposesión y explotación, así
como respecto del poder de negociación. La mayoría de las

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472 • La conflictividad social en la historia reciente

demandas son de tipo económico en los dos países durante


2001. Nuevamente, los reclamos salariales representan el
39% de las demandas en México y 24% en Argentina, estan-
do naturalmente vinculadas a los trabajadores. Una deman-
da realizada en Argentina, pero poco común en Méxi-
co, es la planteada respecto a las políticas económicas del
gobierno (29 y 7%). En Argentina, el 46% de estas demandas
son efectuadas por protestas de desocupados y 22% de tra-
bajadores. Luego del reclamo salarial, en México le sigue en
importancia los pedidos de subsidios a la producción (13%),
reclamado desde los productores (rurales). En Argentina,
dada la presencia del movimiento de desocupados, los sub-
sidios mayormente pedidos son por desempleo. Si los recla-
mos salariales refieren a las formas de conflicto vinculadas
al antagonismo de la explotación, los reclamos de subsidios
(producción o desempleo), o también las medidas protec-
cionistas (8% en México, realizadas por campesinos) nos
remiten a la cuestión de la “desmercantilización” o regu-
laciones del mercado. Estos tipos de reclamos son típica-
mente anti-neoliberales, en el sentido que específicamente
se relacionan negativamente con los programas de reformas
de liberalización de mercados. Los reclamos salariales no se
relacionan de modo directo con estos programas, aunque lo
hacen en la medida en que la mayoría de la conflictividad
sindical se ubica en el sector público afectado por estas mis-
mas políticas. Por último, dada la relevancia en Argentina
del actor trabajador ocupado y desocupado, la importan-
cia de los reclamos económico-políticos es un indicador
de politización de las demandas. Desde la perspectiva de
recursos de poder de negociación, esto puede indicar una
estrategia para oponerse a los efectos de la ofensiva neolibe-
ral desde un “frente unido” del trabajo, vinculando intereses
particulares (ejemplo, desocupados) con los intereses gene-
rales de clase e incluso desde el punto de vista de la “socie-
dad”. La forma de construir las demandas, y de despegarlas
en acciones, puede incidir en el balance de fuerzas en tanto
se parte de la formación de fuerzas sociales.

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La conflictividad social en la historia reciente • 473

Cuadro 3. Tipos de demandas en las acciones en Argentina y México 2001

Argentina México Total

Salarial 78 24% 78 39% 156 29%

Política Econó- 97 29% 13 7% 110 20%


mica

Denuncias y 21 6% 21 11% 42 8%
solicitudes polí-
ticas

Subsidios a la 0 0% 26 13% 26 8%
producción

Subsidios al 35 11% 3 2% 38 7%
desempleo

Organizativa 6 2% 25 13% 31 6%

Contra repre- 19 6% 9 5% 28 5%
sión

Económica y 26 8% 0 0% 26 5%
democrática

Proteccionismo 8 2% 15 8% 23 4%
mercantil

Contra cierre de 10 3% 1 1% 11 2%
empresas

Educativa 8 2% 3 2% 11 2%

Contra despidos 7 2% 3 2% 10 2%

Negociación 3 1% 3 2% 6 1%
colectiva laboral

318 100 200 100 518 100

Fuente: Base de datos del Proyecto PICT 0780-2016.

Conclusiones

Esta observación pone de relieve formas y actores del con-


flicto poco medidos sistemáticamente (estimaciones cuan-

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474 • La conflictividad social en la historia reciente

titativas) por las investigaciones comparadas en la región7.


Hemos mencionado que la observación de nuevas variables
permite incorporar más datos en torno al problema de los
recursos de poder de negociación de la clase trabajadora.
Los casos principales convergen en el protagonismo de la
movilización en el sector público. Desde la perspectiva del
poder de negociación de la clase -y no de sectores por
separado- esto denuncia una baja movilización de secto-
res estratégicos. Esta conclusión, de todos modos, debe ser
matizada, cuando incorporamos las movilizaciones nacio-
nales de clase en Argentina, lo cual también se refleja en una
politización mayor de la lucha económica.
Por otro lado, hemos planteado que este estudio puede
interpretarse desde el problema de la relación entre conflic-
to laboral y definición de las clases trabajadoras. Un marco
para elaborar críticamente nuestros datos es la investiga-
ción histórico global que Silver y su grupo han realiza-
do rastreando la conflictividad laboral desde 1870 hasta el
presente. En este marco, sin embargo, se puede plantear
una serie de problemas conceptuales y empíricos. El campo
antagónico de la desposesión es, de hecho, ambiguo en Sil-
ver, tanto que no se siguen las formas concretas de este tipo
de acciones colectivas y sus sujetos. No sucede así con los
sujetos de las luchas “marxianas” (explotación capitalista),
en este caso el análisis histórico sigue los ciclos de negocios
de los sectores globales de actividad seleccionados (donde
se incluye a la enseñanza). Las luchas contra la proletari-
zación son definidas, de modo “polanyiano”, como luchas
contra la mercantilización. Una crítica que se ha hecho
de Polanyi es que este antagonismo sociedad-mercado es
abstracto por cuanto no identifica actores específicos en
el curso de sus conflictos (Steinberg 2016). En esta tesis,

7 Véase la profusa bibliografía de Nicolás Iñigo Carrera y María Celia Cotare-


lo que damos por conocida entre los lectores de este volumen. Respecto de
México, Cadena Roa (2016) realiza una exploración con fuente en las crono-
logías de OSAL-CLACSO y del Laboratorio de Organizaciones y Movi-
mientos Sociales de México.

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La conflictividad social en la historia reciente • 475

la mercantilización es confrontada por la “sociedad” como


entidad global, sin especificar las fuerzas sociales del con-
flicto. Cuando se identifican estas fuerzas, son los estados
(como representación general de la sociedad) los que reac-
cionan mediante políticas de desmercantilización.
Una contribución del presente estudio es identificar
los actores de este conflicto de clases que es más amplio,
no centrado en la explotación. En este sentido, el campe-
sinado es importante para la conflictividad mexicana, así
como en la Argentina grupos sociales rurales fueron el cen-
tro de las luchas de clases en el año 2008. Sin embargo,
en este país, estas fracciones representan a personificacio-
nes capitalistas, mientras que en México expresan formas
de campesinado. Por otro lado, aunque este campesinado
pueda concebirse como parte de la sobrepoblación relati-
va, el mismo parece llevar adelante estrategias en términos
distintos respecto de la clase trabajadora. Una variación se
encuentra en el caso brasileño, donde las luchas por la tierra
se realizan desde la identidad de “trabajador rural” y en
alianza con las organizaciones de la clase trabajadora. La
introducción de este caso como “control” es relevante para
la conceptualización de las clases trabajadoras, dejándonos
planteado un conjunto nuevo de preguntas para seguir en
avances posteriores de investigación.

Bibliografía

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ciencia alimentaria y la soberanía laboral. En G. Otero
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La conflictividad social en la historia reciente • 477

Ponencia presentada en Eastern Sociological Society


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Sobre lxs autorxs

Pablo Ariel Becher


Magister en Sociología. Profesor y licenciado por la Uni-
versidad Nacional del Sur. Becario de CONICET con lugar
de trabajo en el Departamento de Humanidades de la UNS.
Docente e investigador de la Universidad Nacional del
Sur, integrante del Colectivo de Estudios e Investigacio-
nes Sociales (CEISO) y del Grupo de Estudios Sociales y
Marítimos (GESMar) de la Universidad Nacional de Mar
del Plata. Coordinador del Grupo de Trabajo de CLACSO
“Anticapitalismos y sociabilidades emergentes”. Sus líneas
de investigación refieren al estudio del movimiento obrero,
el sindicalismo latinoamericano y la conflictividad social.

Julia Campos
Licenciada en Sociología (UBA). Investigadora del Obser-
vatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Investiga-
dora de la línea Feminismo sindical de la Fundación Rosa
Luxemburgo. Sus líneas de trabajo son las relaciones labo-
rales, conflictos laborales, negociación colectiva y los temas
vinculados a géneros.

Luis Campos
Abogado (UBA). Maestro en Economía Política y doctor
en Ciencias Sociales (FLACSO). Investigador del Observa-
torio del Derecho Social (CTA-A) y docente en la Univer-
sidad Nacional de Lanús. Su línea de investigación refiere
a mercado de fuerza de trabajo y las relaciones laborales
en Argentina.

teseopress.com 479
480 • La conflictividad social en la historia reciente

Mariana Campos
Licenciada en Relaciones del Trabajo. Investigadora del
Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma.
Investigadora de la línea Feminismo sindical de la Funda-
ción Rosa Luxemburgo. Sus líneas de trabajo son las rela-
ciones laborales, conflictos laborales, negociación colectiva
y los temas vinculados a géneros.

María Celia Cotarelo


Doctora en Ciencias Sociales (UBA) y profesora en Historia
(UBA). Investigadora del Programa de Investigación sobre
el Movimiento de la Sociedad Argentina (PIMSA). Investiga
sobre la conflictividad social a escala nacional, focalizando
en los procesos de confrontación de fuerzas sociales.

Marina Falvo
Licenciada y doctora en Ciencia Política. Docente en las
Carreras de Sociología y Ciencia Política de la Facultad de
Ciencias Sociales de la UNC. Integrante del Observatorio
de Conflictos Laborales Córdoba y de la Red de Observa-
torios de Conflictividad. Su línea de investigación refiere a
la relación entre políticas estatales, sectores económicos y
conflicto laboral, en particular en el sector automotriz.

Francisco Favieri
Doctor en Ciencias Sociales (UNCuyo). Licenciado y
profesor en Sociología (UNSJ). Es becario posdoctoral
del CONICET en el Instituto de Investigaciones Socio-
Económicas (IISE-FACSO-UNSJ). Profesor asociado de
Sociología Política y jefe de trabajos prácticos de Socio-
logía de la Población (Dpto. de Sociología-FACSO-
UNSJ). Coordinador del Gabinete de Estudios e Inves-
tigación en Sociología (GEIS-FACSO-UNSJ). Coordina-
dor del Grupo de Estudios sobre Sindicatos, Empresas y

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La conflictividad social en la historia reciente • 481

Trabajos (GESET) y co-director del Programa de Inves-


tigación y Estudios sobre el Trabajo (PIET-IISE-UNSJ).
Es integrante de la Red de Observatorios de Conflictivi-
dad. Investiga sobre juventudes trabajadoras, militancia
sindical juvenil, conflictividad laboral y mercado de
trabajo-precarización.

Jimena Frankel
Licenciada en Relaciones del Trabajo (UBA). Maestranda
en Políticas Públicas y Feminismos (UNPAZ). Investi-
gadora del Observatorio del Derecho Social de la CTA
Autónoma. Investigadora de la línea Feminismo sindical
de la Fundación Rosa Luxemburgo. Sus líneas de trabajo
son las relaciones laborales, conflictos laborales, nego-
ciación colectiva y los temas vinculados a géneros.

Leandro González
Historiador y profesor (Facultad de Humanidades de la
Universidad Nacional de Mar del Plata). Profesor de la
Universidad Nacional de Mar del Plata. Integrante del
Grupo de Investigación en Historia Rural Rioplatense
(GIHRR) de la Universidad Nacional de Mar del Pla-
ta y del Grupo de Trabajo CLACSO “Vigilantismo y
violencia colectiva”. Su línea de investigación se inserta
en los estudios rurales rioplatenses del siglo XIX y las
violencias colectivas.

Juan Ladeuix
Licenciado y doctor en Historia por la Universidad Nacio-
nal de Mar del Plata. Investigador del Grupo de Investiga-
ción Sobre Movimientos Sociales y Sistemas Políticos en la
Argentina Moderna (GMSSPAM), del Centro de Estudios
Históricos (CEHis) de la UNMdP. Docente en las cátedras
de Historia Universal Contemporánea e Historia Social

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482 • La conflictividad social en la historia reciente

General (UNMdP). Sus trabajos de investigación se han


centrado en el análisis de los ciclos de violencia política
durante la década del setenta en los espacios locales de la
provincia de Buenos Aires y en las dinámicas de los enfren-
tamientos intraperonistas durante el mismo período.

Guillermina Laitano
Licenciada en Sociología. Becaria doctoral del CONI-
CET, con lugar de trabajo en el Instituto de Humanida-
des y Ciencias Sociales (CONICET-UNMdP). Integrante
del Observatorio de Conflictividad Social (UNMdP) y
de la Red de Observatorios de Conflictividad. Su línea
de investigación refiere al conflicto social y su tramita-
ción estatal en el sudeste bonaerense durante la historia
argentina reciente.

Iván Montes de Oca


Licenciado en Sociología (UBA), maestrando en Historia
Económica y de las Políticas Económicas (FCE-UBA) y
becario doctoral de CONICET. Es docente en la Facul-
tad de Ciencias Sociales (UBA). Participa como editor en
la Revista Conflicto Social del Instituto de Investigación
Gino Germani. Su línea de investigación actual indaga
sobre el reconocimiento estatal de la relación laboral en
los trabajadores de plataformas en Argentina.

Adán Morales Illanes


Estudiante avanzado de la Licenciatura y el Profesorado
de Sociología. Miembro del Grupo de Estudios sobre
Sindicatos, Empresas y Trabajo (GESET), Instituto de
Investigaciones Socio-Económicas (IISE), Facultad de
Ciencias Sociales (FACSO), Universidad Nacional de San
Juan (UNSJ). Su línea de investigación se refiere a la
conflictividad laboral en el Gran San Juan.

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La conflictividad social en la historia reciente • 483

Agustín Nieto
Doctor en Historia. Investigador adjunto del CONICET,
con lugar de trabajo en el Instituto de Humanidades y Cien-
cias Sociales (CONICET-UNMdP). Docente de la carrera
de Sociología de la Facultad de Humanidades de la UNMdP.
Coordinador del Observatorio de Conflictividad Social
(UNMdP) e integrante de la Red de Observatorios de Con-
flictividad. Su línea de investigación refiere a las experien-
cias obreras y el conflicto social en el sudeste bonaerense.

María Luciana Nogueira


Psicóloga y doctora en Historia. Becaria posdoctoral del
CONICET, con lugar de trabajo en el Centro de Estu-
dios e Investigaciones Laborales (CONICET). Integrante
del Observatorio de Conflictividad Social (UNMdP) y de
la Red de Observatorios de Conflictividad. Sus líneas de
investigación refieren a las empresas recuperadas y al con-
flicto social en el sudeste bonaerense.

Verónica Orellano
Licenciada y profesora en Sociología por la Universidad
Nacional de San Juan (UNSJ). Maestranda en Políticas
Sociales de la Maestría en Políticas Sociales de la Facul-
tad de Ciencias Sociales (FACSO – UNSJ). Codirectora
del Grupo de Estudios sobre Sindicatos, Empresas y Traba-
jo (GESET), Instituto de Investigaciones Socio-Económicas
(IISE), Facultad de Ciencias Sociales (FACSO), Universi-
dad Nacional de San Juan (UNSJ). Su línea de investigación
refiere a las trayectorias laborales de las mujeres en contex-
to de pandemia en el Gran San Juan.

Mariano Padín
Estudiante avanzado de la Licenciatura y el Profesorado
de Sociología, consejero directivo estudiantil. Miembro del

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484 • La conflictividad social en la historia reciente

Grupo de Estudios sobre Sindicatos, Empresas y Traba-


jo (GESET), Instituto de Investigaciones Socio-Económicas
(IISE), Facultad de Ciencias Sociales (FACSO), Universidad
Nacional de San Juan (UNSJ). Su línea de investigación se
refiere a la conflictividad laboral en el Gran San Juan.

Gonzalo Pérez Álvarez


Doctor en Historia. Investigador adjunto del CONICET y
docente-investigador de la UNP, con lugar de trabajo en el
Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales (INSHIS).
Sus investigaciones se centran en analizar los conflictos
sociales producidos en la Patagonia argentina durante el
desarrollismo, las dictaduras y el neoliberalismo.

Loreto Quiroz
Doctora en Estudios Americanos. Académica de la Uni-
versidad Alberto Hurtado, Chile. Investigadora adjunta del
Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES),
Chile. Co-coordinadora del Grupo de Trabajo del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Vigilan-
tismo y Violencia Colectiva (2019-2022). Desarrolla líneas
de investigación en sociología jurídica y violencia colectiva.

Nicolás Rabino
Licenciado en Historia. Becario doctoral de CONICET con
lugar de trabajo en el Instituto de Humanidades y Ciencias
Sociales (UNMdP). Actualmente analiza la conflictividad social
en la ciudad de Mar del Plata en la historia reciente, a partir de la
intersección de la historia social y la historia digital.

Susana Roitman
Doctora en Ciencias Sociales (Univ. Nacional de Cuyo). Magis-
ter en Ciencia Tecnología y Sociedad (Univ. Nacional de Quil-
mes). Licenciada en Filosofía (Univ. Nacional de Córdoba).

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La conflictividad social en la historia reciente • 485

Docente e investigadora en el Instituto Académico Pedagógico


de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María
en las licenciaturas de Sociología, Ciencias Políticas y Trabajo
Social. Directora del Observatorio de Conflictividad laboral de
Córdoba. Integrante de la Red de Observatorios de Conflictivi-
dad. Investiga en temáticas de trabajo, agro-ruralidad y conflic-
tividad social en la provincia de Córdoba.

Agustín Santella
Doctor en Ciencias Sociales (UBA), licenciado en Sociología
(UBA) y maestro en Ciencias Sociales por FLACSO-México.
Es investigador independiente de CONICET y del Instituto de
Investigaciones “Gino Germani” de la Universidad de Buenos
Aires. Investiga sobre la conflictividad social latinoamericana
en clave comparada a partir de los casos de Argentina, Méxi-
co y Brasil.

Demián Suárez
Estudiante de la Licenciatura en Historia en la UNP, miembro
del Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales (INSHIS-
UNP). Sus investigaciones se centran en analizar los conflic-
tos sociales producidos en la Patagonia argentina desde 1976
al presente.

Fabiana Visintini
Trabajadora Social. Maestra en Políticas y Gestión del Desarro-
llo Local. Docente de la carrera de Trabajo Social de la Facultad
de Ciencias Sociales de la UNC e investigadora del Instituto de
Política, Sociedad e Intervención Social (FCS-UNC). Miembro
del Observatorio de Conflictos Laborales de Córdoba e inte-
grante de la Red de Observatorios de Conflictividad. Sus líneas
de investigación se concentran en la explotación laboral y las
dinámicas conflictuales en torno al trabajo en la provincia de
Córdoba.

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