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PORTAFOLIO 3: EL TÉRMINO NUEVO

El secreto de Dalila
Fabiana Margolis

Se llamaba Dalila.
Llegó por primera vez al colegio un miércoles, un frío día de fines de mayo. Como las
clases ya habían empezado, la directora fue con ella hasta el aula, para presentarla a
sus compañeros.
“Dalila se quedará sólo unos meses con nosotros”, explicó con esa voz almidonada y
almibarada, la misma que acostumbraba a usar en los discursos de las fiestas patrias.
Después de carraspear, contó que, debido al trabajo de sus padres, Dalila se veía
obligada a viajar mucho. “Seguramente”, agregó,
“ella tendrá muchas cosas interesantes para compartir con nosotros”.
Todos se quedaron callados, como si Dalila en vez de llegar ya se estuviera yendo y
su ausencia se volviera asfixiante. Dalila parecía hechizar a todos con su presencia,
con su mirada aterciopelada, con su especial manera de sonreír.
A Maxi también.
Se quedó mirándola embobado, incluso mucho tiempo después de que ella se sentara
y empezara a copiar lo que en ese momento dictaba la profesora de música,
seguramente una explicación sobre las corcheas y las semicorcheas. O algo así.
Maxi trató de imaginar qué fantástica profesión obligaría a sus padres a viajar tanto.
¿Serían artistas? Tal vez magos. O, por qué no, integrantes de un circo ambulante.
Los días que siguieron, Maxi no pudo dejar de admirarla de lejos.
Dalila no sólo era hermosa: era perfecta, y él no sabía cómo hacer para acercarse.
Tenía y no tenía ganas, como si el hecho de estar muy cerca de ella rompiera el
hechizo que lo hacía maravillarse cuando la observaba de lejos, en silencio. Todos los
chicos querían tener su oportunidad de invitarla a salir antes de que Dalila se marchara
para siempre del colegio. Despertaba una fascinación de la que era imposible
apartarse.
A veces un año es muy poco tiempo, pensaba con tristeza Maxi, a quien los meses
escolares siempre le habían resultado interminables.
Sin embargo, la oportunidad para acercarse se le presentó un tiempo después, de la
manera menos pensada: la profesora de música los invitó a los dos a participar en uno
de los actos de la escuela. Dalila tenía una voz hermosa y Maxi tocaba bastante bien la
guitarra.
En otro momento, Maxi se hubiera negado, inventando cualquier excusa, porque los
actos y él eran absolutamente incompatibles.
— Claro —dijo esa vez, y aquella misma tarde comenzó a ensayar.

Algunos días, sobre todo cuando ya faltaba poco para el acto, los sacaban de las clases
para que pudieran ensayar juntos. Maxi no tenía ni idea de lo que tocaba y ni siquiera
sabía qué decía la letra de la canción: sólo la escuchaba cantar, y con eso le alcanzaba.
Unos días antes del acto, Dalila lo invitó a su casa para terminar de ensayar la parte
más difícil, en la que los dos cantaban a dúo. Fue ahí cuando Maxi descubrió que
nadie en su familia sabía hacer trucos de magia, ni tampoco formaban parte de ningún
circo ambulante. Su papá era un distinguido diplomático, y por eso vivían viajando de
una ciudad a otra.
— El viaje se adelantó —le contó esa tarde Dalila, entornando sus ojos verdes– Esta
vez, nos vamos a París.
Pero su voz no sonaba muy entusiasmada.
— No voy a estar para el acto —agregó ella, entristecida.
Sin embargo, en lo que menos pensaba Maxi era en el acto de la escuela.
Sólo podía pensar en que los días se habían pasado demasiado rápido.
Entonces, cuando comprendió que ésa iba a ser su última oportunidad, fue cuando se
animó a confesarle que la quería. Mucho, tal vez demasiado.
Ella lo miró sin decir nada. Ahí mismo agarró unas tijeras que estaban sobre la mesa y
empezó a cortarse el cabello con furia, tirando los mechones dorados al suelo, hasta
formar una cascada clara a sus pies.
Maxi se quedó mudo, boquiabierto, sin saber qué hacer.
— Ya está —dijo ella. Y, encogiéndose de hombros, agregó—. Vuelve a crecer
enseguida.
Al día siguiente, que era el último para ella, Dalila apareció con una melena cortita y
despeinada; casi parecía un varón si uno la miraba de atrás.
Era cierto.
Su encanto pareció desaparecer, esfumarse de a poco como las hojas de los árboles en
invierno. De pronto, cuando uno quiere acordarse y mira para arriba ya no están, y
sólo quedan las ramas desnudas.
Dalila había dejado de despertar en los demás aquella fascinación inexplicable. Ya no
cautivaba con su mirada ni provocaba en los chicos esos enormes deseos de acercarse
para hablarle.
Era como si el hechizo se hubiera quebrado.
Ese mismo día se despidieron.
Dalila se marchó tranquila, con su melena cortita ondeando al viento, segura de que
nadie la extrañaría.
Sin embargo, Maxi nunca pudo olvidarla del todo. Se deshizo de muchas cosas
cuando terminaron las clases, pero no de ese mechón de cabello rubio, de una belleza
extraña y poderosa, que todavía guarda en el bolsillo de su guardapolvo.

Ejercicio individual

1. Identifica las 3 palabras clave en la historia “El secreto de Dalila”


2. Identifica las 3 frases más importantes (para ti) de la historia “El secreto de Dalila”

3. Compara ambas historias

3.1. Secuencia de hechos (Breve resumen en cada etapa)

ANTES DURANTE DESPUÉS


ANTES DURANTE DESPUÉS

3.2. Conceptualización de palabras (En esta parte, también pueden ser válidas
aquellas que se reconocen como palabras clave)

CRITERIO SEMEJANZAS DIFERENCIAS


Fuerza
Amor
Rol de la mujer (Dalila)

4. Identifica los 3 términos desconocidos en la historia “El secreto de Dalila” y, con


ayuda de un diccionario etimológico, redacta su significado real u objetivo.

1.
2.
3.

5. Resignifica cada término desconocido en ambos contextos

TÉRMINO SANSÓN Y DALILA EL SECRETO DE


DESCONOCIDO DALILA

6. Redacta una nueva historia basada en las dos anteriores (considerando un nuevo
contexto: lugar, tiempo, personajes, actitudes, etc). Debes terminar con la vida
(explícita o implícitamente de uno de los personajes)
7. Resalta o subraya el fatídico final y sus razones.

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