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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Christina Lee

Un caleidoscopio de
mariposas

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Nota a los lectores


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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

A Evan
Por el título genial y por ser la luz de mi vida.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Sinopsis
Lo último que Emerson Rose espera es enamorarse de su mejor
amigo, Rhys, especialmente porque nunca antes se ha sentido atraído
por un hombre. Todo en su vida ya es bastante complicado. Ha puesto
su propio futuro en espera para criar a sus dos hermanos menores, y
tiene sentimientos confusos por el tipo que tiene la espalda embarrada1.
Pero entonces sucede algo sorprendente. Por un momento perfecto, cree
que Rhys puede sentir lo mismo, sólo que su mundo se derrumba por
segunda vez.
Rhys Lancaster siempre ha sabido que es gay y que Emerson no lo
es. Son mejores amigos desde la infancia, su fácil compañía ha sido
suficiente. Entre su trabajo, sus aventuras llenas de adrenalina, y pasar
el tiempo con Emerson y sus hermanos, lo pasa bien... hasta que se
despierta en el hospital sin recuerdos del último año de su vida.
Como suelen hacer cuando las cosas van terriblemente mal, Rhys
y Emerson se apoyan mutuamente. Frustrado por todo lo que ha
perdido, Rhys se queda con Emerson durante su recuperación, y
Emerson ayuda a Rhys a salir de su pérdida de memoria, mientras deja
de lado esos otros sentimientos. Para empeorar las cosas, Rhys sabe que
Emerson le está ocultando algo. Todo se siente diferente ahora cuando lo
mira, y al caer en una cómoda rutina, ese doloroso deseo no permanece
enterrado por mucho tiempo.
Pero Emerson tiene una familia que criar, y Rhys está luchando
para averiguar lo que pasa dentro de su cabeza. A menos que puedan
superar las dudas y temores para sellar esa conexión entre ellos de
nuevo, esta tragedia podría convertirse en un peso para ambos.

1
Que tiene la espalda embarrada. Es una expresión que se utiliza para referirse a
alguien que monta en bici, en trineo, en patinete, etc… porque normalmente las ruedas
de atrás salpican la nieve, el agua y el barro contra la espalda.

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Prólogo
Siete años antes
Emerson
Su mejor amigo, Rhys, se unió a la familia Rose mientras cantaban
el feliz cumpleaños a Emerson. Habían vivido al otro lado de la calle toda
su vida, y era una extensión de su familia, excepto por el pelo pelirrojo y
las pecas que Emerson detestaba.

Rhys había estado allí para cada evento e hito importante,


prácticamente cada ocasión triste o feliz. Como cuando su padre biológico
lo abandonó cuando sólo era un niño pequeño, o cuando su madre se
volvió a casar y luego tuvo dos hijos más cuando tenía doce años.

Los vecinos se habían acostumbrado a sus travesuras, que


implicaban que Emerson saltara las vallas para atravesar el parque o que
Rhys usara la acera levantada del vecino para hacer saltar trineos o
patinetas. Emerson generalmente jugaba a lo seguro porque eso estaba
arraigado en su personalidad, pero normalmente se divertía con las
travesuras de Rhys, y de vez en cuando lo desafiaba si no era demasiado
peligroso.

Como por ejemplo el verano pasado cuando un idiota en la piscina


del barrio los retó a jugar chicken gay, que era un juego estúpido en el
que dos tipos ‘heterosexuales’ acercaban cada vez más sus caras como si
se fueran a besar, y el primero que se acobardara perdía la apuesta.
Emerson era lo suficientemente inseguro como para preocuparse por lo
que pensaban esos chicos en ese momento.

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Pero Rhys fingió que se lo creía. Le guiñó un ojo conspirador a


Emerson, y justo cuando los labios de Rhys se acercaron peligrosamente
y su pulso palpitaba con fuerza, Rhys susurró:

—En realidad soy gay. —Emerson apenas tuvo tiempo de


reaccionar antes que Rhys lo empujara riendo. Su brazo juguetón
agitándose antes de caer al agua fue aparentemente tan divertido para
los que estaban en espera que el juego se olvidó rápidamente y se produjo
una lucha de lanzamientos al agua antes que los socorristas usaran sus
silbatos y los echaran a todos.

—¡Feliz cumpleaños! ¡Vives en un zoológico! —Rhys ahora cantaba


con una voz tonta junto con el padrastro de Emerson, Brad. Y mientras
Emerson reía y daba un codazo juguetón a su mejor amigo, admitía que
la confesión de Rhys del verano pasado no sólo lo había sorprendido sino
que también lo había fascinado, por estar tan seguro de sí mismo, eso
era muy típico en Rhys, mientras que él siempre estaba preocupado por
el que dirán. Sin embargo, se había convertido en un asunto sin
importancia. Los padres de Emerson y la madre de Rhys siempre habían
predicado la inclusión y la aceptación, y nunca volvieron a mencionarlo.

Además, ninguno había experimentado ningún primer


enamoramiento en su primer año como algunos de los otros chicos de su
instituto, al menos no que Rhys haya compartido o que Emerson haya
notado. Y pensó que se daría cuenta, ya que estaban siempre juntos. Su
madre le había dado un sermón sobre las hormonas y la pubertad, pero
normalmente no le prestaba atención porque le daba mucha vergüenza.
Además, lo hacía sentir aún más atrasado, pero al menos Rhys parecía
estar en el mismo barco, así que tal vez el cumplir quince años les traería
buenas sorpresas a ambos.

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Después de devorar el pastel de chocolate y limpiar la mesa, Rhys


ayudó a Emerson a descargar el nuevo videojuego que le regalaron para
su cumpleaños.

—¿Listo para que te de una paliza? —preguntó Emerson con una


sonrisa. Era una de las únicas cosas en las que era mejor que Rhys. Lo
cual no decía mucho porque sólo implicaba una buena coordinación ojo-
mano y pensamiento estratégico, pero lo aceptaba.

—¡Ya quisieras! —se burló Rhys, siempre seguro de sí mismo


aunque perdiera todas las veces. En algunos casos en que se sintió mal
y lo dejó ganar, Rhys se dio cuenta de su plan inmediatamente.

Normalmente acababan en un combate de lucha donde a veces


Rhys se llevaba la palma y se ponía a horcajadas de Emerson y le hacía
cosquillas en la zona más sensible de su caja torácica hasta que éste
admitía la ofensa en medio de las lágrimas que eran en parte frustración,
en parte risa. Emerson odiaba sentirse fuera de control y se enfadó tanto
una vez, que pateó a Rhys en la ingle, así que Rhys sabía que no debía
intentarlo de nuevo.

Justo cuando cogieron los mandos y estaban a punto de empezar


a jugar, su madre metió la cabeza en la habitación.

—¿Qué tal si salimos de la casa con este tiempo increíble y llevamos


a Sam y Audrey al carnaval?

La Feria de Woodcrest comenzó a finales de agosto con caminatas


y juegos, y Emerson sabía lo emocionados que estaban sus hermanos, de
cuatro y seis años, por visitar el zoológico de mascotas.

¿Pero no podía tomarse un descanso, especialmente en su


cumpleaños? ¿No se daba cuenta su madre que prefería pasar el tiempo
con sus amigos? No tenía tantos, al menos, no como Rhys, que era mucho

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más extrovertido que él, pero sin duda se divertiría más si no tuviera que
arrastrar a su hermano y hermana.

Supuso que la feria era bastante sosa de todos modos y la mayoría


de los niños de su edad probablemente sólo irían porque no tenían mucho
más que hacer. Con eso en mente, dejó escapar un suspiro exasperado y
dejó caer el mando.

—Sí, claro.

Emerson era bastante bueno en reprimir su frustración frente a


Rhys, pero sin duda había escuchado su parte a lo largo de los años. Le
gustaba ser el hermano mayor, y pensaba que sus hermanos eran muy
dulces la mayor parte del tiempo. Tenían sus disputas, por supuesto, que
siempre parecían fascinar a Rhys, como hijo único criado por una madre
soltera.

A veces, después de una maratón de videojuegos, se quedaban


despiertos hasta pasada la medianoche, hablando de todo tipo de cosas,
incluso de la familia. Los padres de Rhys se habían separado cuando era
sólo un bebé, y su padre nunca había vuelto, así que tenían eso en
común. Era durante esas charlas que Rhys sonaba más vulnerable,
cuando se quejaba de algunos de los horribles novios de su madre y
deseaba tener una familia más parecida a la de Emerson. No es que no
amara a su madre, eran innegablemente cercanos, siendo sólo ellos dos,
pero era muy protector con ella y pensaba que se merecía algo mejor.

Emerson le recordaba que ya era parte del clan Rose, y Rhys


suspiraba con tristeza antes de dormirse, aparentemente satisfecho con
esa respuesta. Pero Emerson siempre había sido reflexivo, así que se
quedaba despierto mirando al techo, preguntándose qué le depararía su
futuro, hasta que finalmente sucumbía al agotamiento.

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—¿Tienes ganas de ir a la feria con nosotros? —preguntó Emerson


en un tono serio aunque sabía que lo estaba poniendo en modo súplica
y que Rhys tendría problemas para rechazarlo, especialmente en su
cumpleaños.

La madre de Rhys tenía algo de trabajo esta noche, le había dicho


él, así que tal vez querría acompañarlos de todas formas. O,
probablemente se iría a casa y vería más videos de YouTube. El
skateboarding, la escalada en roca y las motos de cross siempre lo
mantenían pegado a un asiento, y confesó que un día le encantaría
escalar la ladera de una montaña. No así a Emerson que le gustaba tener
los pies bien puestos en el suelo.

—Suena bien —dijo Rhys, lanzando un brazo alrededor de sus


hombros—. Será divertido.

Ese era Rhys. Casual y relajado y siempre deprimido por casi todo.
Emerson puso los ojos en blanco.

—Si tú lo dices.

—Y cuando terminemos, podemos volver —miró por encima del


hombro con astucia— y jugar a los videojuegos toda la noche.

—Trato hecho. —Emerson sonrió con suficiencia. Eso hizo que el


tener que llevar a sus hermanos a la estúpida feria valiera la pena.

Emerson tomó las manos de Sam y Audrey mientras caminaban


las tres cuadras hasta la feria, con Rhys subido en su patineta. Rara vez
estaba sin ella. Iba a la pista de patinaje casi todos los fines de semana y
se enseñaba a sí mismo trucos básicos. No era genial, pero Emerson
podía decir que le encantaba la adrenalina que tenía cuando su patineta
salía al aire. Normalmente, si eran sólo ellos, se mostraba un poco loco.
Sin embargo, frente a los niños, actuaba de manera súper responsable,

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lo que hacía que Emerson fuera menos efusivo. Pero también era
entrañable porque era como si intentara ser un buen hermano mayor
para ellos también. Así que mantuvo su tabla bien firme hasta que
llegaron a la entrada de la feria, que estaba en un parque cerca del centro
de la ciudad.

Después que Emerson les compró un montón de boletos, el regalo


de su padrastro, caminaron por ahí, considerando qué hacer primero.
Sam siguió señalando a las ovejas del zoológico de mascotas, pero en
lugar de entrar en el corral, se interesó más en recoger dientes de león y
encontrar bichos de la patata en la franja de hierba fuera de él. Buen
Dios. La selección de animales era bastante patética este año de todos
modos, así que en su lugar, fueron y pidieron algunas limonadas recién
exprimidas de un puesto cercano.

Luego se dirigieron a la fila de juegos de la feria. Fue divertido hacer


los lanzamientos de anillos y globos, tratando de conseguir un premio,
aunque todos fueran bastante infructuosos.

—¡Oooh, ese! —Audrey tenía el ojo puesto en un cerdo de peluche,


y Sam quería un mono sosteniendo un plátano, así que Emerson seguía
intentando ganarles uno en cada puesto. Siempre era genial salir con
Rhys aunque los hermanos tuvieran que acompañarlo.

Hasta que todo pareció cambiar en el lanzamiento de baloncesto.


Emerson supuso que el tipo que trabajaba detrás del mostrador era
decente, con su pelo rubio ondulado y una bonita sonrisa. Rhys
ciertamente debió pensar eso porque no podía apartar los ojos de él.

Cuando el tipo preguntó si estaban interesados en jugar, Rhys se


ruborizó y el estómago de Emerson se revolvió. Audrey le hizo una
pregunta a Rhys sobre el lanzamiento, pero él estaba tan distraído por el

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chico lindo, que ni siquiera la escuchó. Y eso hizo que Emerson se sintiera
extrañamente confundido y un poco herido.

¿Iba a perder a su mejor amigo por este tipo? Míralo, ya estaba


sacando conclusiones.

—¿Oigan chicos? Yo, um, trataré de ganaros esos premios —dijo


Rhys distraídamente sobre su hombro, como si no pudiera molestarse en
prestarles más atención, y de repente toda la alegría de la noche de
Emerson se fue.

De hecho, se sentía como un dolor físico al estar de pie y ver como


Rhys se inclinaba sobre el mostrador y apuntaba a los peluches mientras
el tipo guiñaba el ojo en su dirección.

Con las palmas de las manos húmedas y el corazón latiendo en su


pecho, Emerson miró detrás de él y vio la rueda de la fortuna2. Recordó
esa sensación de estar lejos del mundo cuanto más alto subía, lo cual era
probablemente el alcance de sus travesuras atrevidas en comparación
con Rhys.

—Vamos a ir un momento allí... —Emerson se alejó cuando se dio


cuenta que Rhys apenas había respondido, y mucho menos miró en su
dirección.

Supuso que así era como se veía un maldito enamoramiento.

Emerson nunca se había interesado en ninguna chica, así que no


entendía por qué esto le molestaba tanto. Dada la opción de tomarlo o
dejarlo, lo dejaría en un abrir y cerrar de ojos. No querría hacer el ridículo.

Estúpido Rhys. Joder, su estómago estaba palpitando.

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La Rueda de la Fortuna. Es la noria.

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Acompañó a sus hermanos hacia la noria, queriendo alejarse de las


duras emociones que se le lanzaban al pecho.

La fila era corta, y le entregó los boletos al tipo que llevaba el viaje
y se subió al asiento junto a sus hermanos, incluso cuando Audrey
protestó por no pedirle a Rhys que se uniera a ellos. Tan pronto como el
viaje lo hizo volar por los aires, lejos de... bueno, de todo, se sintió más
tranquilo. Aunque un poco mareado.

Cuando la noria se detuvo en la parte superior para dejar entrar a


más clientes en la parte inferior, hizo callar a un Sam parlanchín y
finalmente miró hacia el suelo. Podía ver a Rhys cerca de los juegos.
Parecían motas de arena, y eso lo ponía todo en perspectiva para él. Se
recordó a sí mismo que el mundo era más grande que él, y que algún día
pronto sería un adulto y libre de resolver las cosas por sí mismo. Tal vez
incluso saldría del estado para ir a la universidad, si era capaz de obtener
una beca o alguna ayuda financiera.

Rhys dijo que planeaba tomarse un año libre entre el instituto y la


universidad e ir de excursión a todos los parques nacionales que se le
ocurrieran o quizás viajar a Europa. Apuesto a que le hubiera gustado
estar en la noria con ellos. Ahora se sentía culpable. Sacudió el
pensamiento de su mente. Estaba siendo estúpido y egoísta. Era
inevitable que uno de ellos se enamorara de alguien. No significaba que
su amistad hubiera terminado.

Se sintió mucho mejor cuando se bajaron de la cabina y vio a Rhys


esperándolos cerca de la taquilla, sosteniendo el cerdo para Audrey y el
mono para Sam. Maldito sea. Parecía nervioso, como si los hubiera estado
buscando. El remordimiento se abrió paso dentro de él otra vez.

—¿Por qué os fuisteis? —Rhys preguntó, arrodillándose para dar a


los niños sus premios.

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—Parecía que estabas ocupado. —Emerson miró hacia atrás al


stand de baloncesto, donde el nuevo amigo de Rhys lo miraba con una
tímida sonrisa.

—¿Qué? No estaba... —Un rubor se arrastró por sus mejillas.

—Está bien. Lo entiendo. —O lo haría. Algún día. ¿Verdad?

***

Tres años después


Rhys
—¡Hueles como un mono y también te ves como uno! —Estaban
celebrando el séptimo cumpleaños de Sam. Rhys cantó a propósito más
fuerte, con una voz tonta, tratando de mantener la atención de la familia
lejos de los asientos vacíos alrededor de la mesa.

El año después del accidente que se llevó la vida de la madre y el


padrastro de Emerson fue brutal. Acababan de graduarse en el instituto,
y Emerson iba a ir a la universidad para obtener su título de enfermería
y se habrían separado por primera vez en sus vidas, lo que había hecho
que Rhys sintiera todo tipo de melancolía. Aun así, no le desearía lo que
pasó después a su peor enemigo.

Rhys había comenzado un curso de verano en el colegio


comunitario para obtener un título en Educación Física mientras
trabajaba en Flying High3, una tienda de deportes de aventura, cuando
recibió la llamada telefónica que le daría pesadillas para siempre. Un
minuto los padres de Emerson estaban allí, y luego simplemente... se
habían ido. El camión que chocó con su coche en la autopista se llevó la

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Flying High. (Volando Alto). Lo dejamos en inglés porque es el nombre de la tienda.

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vida del camionero también, y las autoridades sospecharon que podría


haberse quedado dormido al volante.

La forma en que Emerson había sonado, como si estuviera


entumecido y horrorizado a la vez, era algo que no olvidaría pronto. Había
dejado todo para estar con la familia Rose, pasando el tiempo con los
niños mientras Emerson y su tía hacían los arreglos del funeral y la
madre de Rhys cocinaba sus comidas con muchas sobras.

El primer mes, Rhys había dormido en la cama de Emerson


algunas noches, cuidándolo o abrazándolo mientras sollozaba en su
hombro, llenándolo de lágrimas, pero a Rhys no le importaba; su corazón
también estaba roto. A veces los niños entraban en la habitación para
meterse bajo las mantas, alguna variación entre asustados, tristes y
confundidos, o se ofrecía como voluntario para dormir en una silla en las
habitaciones de Sam o Audrey.

El verano pasó en forma borrosa antes de mezclarse con las dos


estaciones siguientes. No había duda en la mente de Emerson que criaría
a sus hermanos y los mantendría no sólo en sus rutinas, sino también
en su casa de la infancia, así que rápidamente se retiró de la universidad
y consiguió un trabajo en el departamento de facturación de un hospital,
probablemente asumiendo que era un compromiso decente de sus
objetivos. Y mientras que Emerson era bastante firme en ese frente,
estaba en una niebla espesa en todas las demás áreas de su vida.
Normalmente parecía estar haciendo los movimientos, mientras que su
tía Janice ayudaba a organizar los bienes de sus padres y todo lo demás
que acompañaba a la pérdida de alguien inesperadamente. Ella tenía su
propia familia pero aun así venía cada fin de semana para ayudar a
revisar sus cosas y hacer montones de donaciones que Rhys ayudaba a
llevar a una organización benéfica local.

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Una vez que todo estaba ordenado, el dormitorio principal de los


padres, que se encontraba en la primera planta, había permanecido
cerrado, conservándolo como una instantánea en el tiempo. Incluso
evitaron usar el baño adjunto. Fue idea de Rhys entusiasmar a los niños
para que durmieran en sus propias habitaciones de nuevo con nuevas
capas de pintura, colchas y peluches, y había funcionado en gran parte.

Porque eso era lo que hacían los amigos. Incluso los amigos que
empezaban a ir a la deriva en diferentes direcciones. Emerson tuvo una
novia llamada Morgan en el penúltimo año del instituto, y era más
hogareña, mientras que Rhys había explorado su sexualidad teniendo
encuentros aquí y allá, manteniendo su enfoque principal en algunos
viajes, así como salidas a la naturaleza con amigos. Incluso había
empezado a añadir nueva tinta a su manga de tatuajes de lugares
geniales que había visitado. Pero sabía que siempre estarían conectados
por la historia, y más aún después de esta enorme tragedia.

Cuando Emerson se unió, cantando un segundo verso de la


tradicional canción del cumpleaños feliz, Sam puso los ojos en blanco —
el chico era tan serio como su hermano— y Rhys se deleitó con la
deslumbrante sonrisa de Emerson al otro lado de la mesa, porque no la
había visto exhibirla mucho últimamente. Aunque su dolor no lo había
hecho menos guapo o admirable. Joder, el tipo era valiente y fuerte y...
bueno, guapo. Nadie podía culpar a Rhys por darse cuenta de vez en
cuando. Era un gay de sangre caliente después de todo.

Desde que confesó en la piscina en un verano su corazón había


palpitado en su pecho, pensó en cómo se veía Emerson en ese momento.
La sorpresa y la vacilación habían revestido su frente, pero también la
curiosidad y la franqueza, al menos así le había parecido en ese momento.
Rhys había estado visualizando el beso hasta que pensó en cómo el
resultado podría afectarlos a ellos y a él. Y como no habían sacado a

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relucir su confesión o el casi toque de labios desde entonces, estaba


agradecido de que Emerson no pareciera perder el ritmo y lo aceptara
incondicionalmente.

Una vez que comieron el pastel de crema de plátano, en lugar de la


tarta, ya que Sam no era fan, pasaron a los regalos. Cuando Sam pareció
satisfecho con el microscopio y los libros sobre métodos científicos que
había pedido, los hombros de Emerson finalmente comenzaron a
destensarse, su frente se relajó. Sin duda, la preocupación por hacer del
cumpleaños de Sam una celebración decente después de tal tragedia le
había estado arañando las entrañas.

Joder, este año había sido horrible, y Emerson se había convertido


en un hombre con toda la pesadez del mundo en sus hombros. Lo que
sólo aumentó su atractivo. Bastardo. Algún día haría feliz a alguna chica.
Pero por ahora, el plan de Rhys era evitar que su mejor amigo se
desmoronara por completo.

Rhys aplaudió.

—¡Ahora mi regalo!

Emerson negó su cabeza mientras Rhys le entregaba su caja


envuelta a Sam.

—Eres como uno de los niños.

Rhys sacó la lengua para probar su punto mientras los ojos de Sam
se iluminaban, algo que no había visto en semanas. Sam cuidadosamente
sacó el lazo, luego el colorido papel de envolver mientras Audrey lo
apresuraba. En la primera inspección de su regalo, Audrey pareció
confundida mientras Sam soltaba un jadeo.

Rhys sintió la necesidad de explicar.

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—Es...

—¡Larvas de mariquita! —Sam anunció antes de escupir los hechos


de la biología sobre cómo las mariquitas pasan por su metamorfosis.

Sam se levantó de su asiento y puso sus brazos alrededor de la


cintura de Rhys. Rhys se rio y le frotó la cabeza mientras Emerson y
Audrey miraban más de cerca el hábitat que venía con el kit.

—Ewwww, eso es asqueroso —declaró.

—No lo es —respondió Sam, alcanzando la caja—. Apuesto a que


no sabías que las mariquitas comen pulgones y ayudan a los agricultores
con los cultivos, lo que a su vez ayuda al medio ambiente.

—¡Ni siquiera vivimos en una granja! —remarcó Audrey y luego


retrocedió cuando Sam trató de ofrecerle una vista más cercana de las
larvas.

—Planeo tener un jardín este verano. Emerson dijo que podía. —


Su mano se movió salvajemente hacia su hermano—. Y tal vez incluso
abono —añadió, como si fuera un profesor de biología de treinta años en
lugar de un genio de la ciencia de siete. Rhys sintió que su corazón se
amplió un poco más en su pecho.

Esperaba que la señora Rose aprobara sus habilidades de pseudo


hermano mayor. De hecho, se encontró a sí mismo preguntándose mucho
sobre eso. No se había dado cuenta de cuán segunda madre había sido
para él, y sintió la pérdida en sus huesos.

El calor de la mano de Emerson aterrizó en su hombro, el peso y el


tamaño que había llegado a reconocer. Sus dedos no eran tan callosos
como los suyos, pero eran fuertes y seguros la mayor parte del tiempo, al
menos en momentos como éste.

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—Qué manera de sorprenderlo —murmuró Emerson, y cuando


Rhys se dio vuelta, su amigo tenía una sonrisa aguada.

—No lo harías de otra manera.

La cruda gratitud en su voz hizo temblar a Rhys.

—¿Dónde encontraste tal cosa? —preguntó.

Rhys sonrió con suficiencia.

—¿Quizás hayas oído hablar de algo llamado Internet? — Emerson


le empujó el hombro juguetonamente.

—¿Sabías que a un grupo de mariquitas se le llama “encanto”? —


le preguntó Sam, empujando sus gafas sobre el puente de su nariz
mientras quitaba cuidadosamente el envoltorio de la caja.

—¿En serio? —Emerson preguntó con una ceja levantada.

—De ninguna manera —se burló Audrey.

Rhys levantó su teléfono para hacerle la pregunta a Siri. Cuando el


dispositivo repitió la información, Audrey jadeó.

—Eso es bastante guay. ¿Qué significa?

—Significa que algo es... —Rhys se encogió de hombros—.


Encantador. Agradable. Bonito. Diablos, no lo sé.

Audrey se presionó la nariz.

—Pero son unos bichos asquerosos con demasiadas patas


pequeñas.

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—¡No lo son! —Sam parloteó sobre el color de su caparazón y cómo


se formaban sus manchas para alejar a los depredadores hasta que los
ojos de Audrey se pusieron vidriosos y le dijo que estaba hablando
demasiado.

Pero Rhys pensó que el cerebro del chico era asombroso, y esperaba
que ambos chicos prosperaran a pesar de perder a sus padres.

—Audrey —advirtió Emerson—. Espero que no le eches a perder


ese día.

—En unas tres semanas, Sam tendrá que decidir dónde dejar ir a
las mariquitas. —Rhys pensó en las bonitas vistas que había visto en las
caminatas—. Conozco un par de lugares geniales.

—Esperemos que no en la cima del Acantilado de la Nutria —


murmuró Emerson, refiriéndose a la popular estructura costera que Rhys
esperaba escalar un día en el Parque Nacional Acadia de Maine.
Cualquier mención de que Rhys participara en algo aventurero era una
fuente de preocupación para Emerson, especialmente después de la
muerte de sus padres, así que definitivamente no lo presionaría.

El dedo de Sam se dio un golpecito en la barbilla.

—A las mariquitas les encantan los geranios, y los tenemos en


nuestro patio trasero.

—¿En serio? —preguntó Emerson, con la mirada dirigida a la


ventana.

—Uh-huh. Mami y yo los plantamos... —Se detuvo abruptamente


y parpadeó rápido, como para evitar cualquier lágrima perdida.

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Cuando la habitación se calló, Emerson cerró los ojos y suspiró


pesadamente, como si alguien acabara de poner una pesada armadura
sobre sus hombros.

—Podemos plantarlos todos los años. Para mamá —dijo Audrey


mientras le daba una palmadita en el hombro a su hermano y se metía
en los zapatos de su hermana mayor—. Y las mariquitas.

Todavía peleaban como cualquier hermano, no es que Rhys lo


supiera, pero él siempre notaba la suavidad en sus ojos si alguna vez se
esforzaba demasiado y hería los sentimientos de su hermano.

Emerson le besó la cabeza y luego comenzó a limpiar los platos de


la mesa. Cuando sus ojos se encontraron con los de Rhys, la melancolía
de su sonrisa se hizo demasiado profunda.

***

Han pasado otros tres años


Emerson
Los niños se habían ido a la cama, así que se dirigió al porche a
tomar un par de caladas de un porro porque a veces le ayudaba a dormir.
Miraba fijamente al tranquilo vecindario desde su oscuro rincón, su
mirada regresaba continuamente a las oscuras ventanas de las modestas
viviendas de Cape Cod, al otro lado de la calle.

Rhys se quedó en la casa de su infancia después que su madre se


comprometiera y se escapara a Florida con su novio el otoño pasado. La
señora Lancaster encontró fácilmente otro trabajo de gerente de oficina,
mientras que su prometido, Carl, comenzó un nuevo puesto de ventas en
la oficina de su compañía en Florida. Rhys no se había entusiasmado con
el hombre que su madre había elegido para mudarse fuera del estado,

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

había oído a Carl menospreciarla una vez, pero ella parecía bastante feliz,
y Emerson le deseó lo mejor.

Rhys no tuvo mejor suerte con las relaciones, pero tampoco parecía
importarle quedarse soltero. Todavía trabajaba en la tienda de aventuras,
y su nueva pasión era la escalada en algunos de los parques nacionales
de Maine. De hecho, Emerson se encontró admirando al hombre en el
que se había convertido y deseaba ser tan carismático y despreocupado.
Rhys era alto y delgado, con músculos en lugares que sólo las estructuras
altas de escalada podrían crear, y ojos color coñac. Su flequillo oscuro
caía continuamente sobre su ceja, y su sonrisa torcida aún hacía que
Emerson se sintiera mejor al instante.

Notó que los faros iluminaban la entrada de enfrente, y miró con


curiosidad. Rhys salió del lado del pasajero del coche y le dijo adiós a su
amigo. Pero el tipo también salió, y obviamente dijo algo gracioso porque
Rhys se rio. Emerson casi puso los ojos en blanco. Ya conocía ese sonido
coqueto, pero nunca había sido testigo de lo que pasaba después.

El tipo agarró la mano de Rhys y lo sujetó a la puerta del conductor.


Sus labios devoraron el cuello de Rhys, y maldita sea, la forma en que los
dedos de Rhys agarraron la parte carnosa del culo del tipo hizo que la
polla de Emerson cobrara vida.

Tal vez fue porque no se había acostado con nadie en toda su vida,
pero algo en la escena que se desarrollaba delante de él era muy
excitante.

Se concentró en los músculos de los antebrazos de Rhys, haciendo


que su manga de tatuajes bailara, y luego su mirada se dirigió hacia
arriba para ver cómo el tipo estaba besando su boca. Joder. No era como
si no hubiera visto a Rhys besar a otro hombre a lo largo de los años,
pero no así. El primer flechazo de Rhys en la feria volvió a su mente.

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Como Rhys se había ruborizado, y lo molesto y confundido que se había


sentido. Ya había determinado que estaba celoso en ese entonces, pero
esto... esto era totalmente diferente. Esto era él poniéndose duro viendo
a su mejor amigo frotarse contra otro tío. Su reacción era jodidamente
preocupante.

Y ahora sólo estaba siendo un observador.

Emerson se dio la vuelta y apagó su porro en la lata llena de arena


que tenía en la esquina. Todo su cuerpo se sonrojó. Estaba tan abrumado
por la sensación que tropezó e hizo un montón de ruido cuando su pie
golpeó la lata y casi se volcó.

¿Qué demonios le pasaba?

—¿Todo bien? —La voz de Rhys sonó desde el fondo de los


escalones que conducián a su porche. Emerson estaba tan perdido en su
propia cabeza, que no se dio cuenta que el tipo que había dejado a su
amigo ya se había ido. Maldita sea. Demasiado para ser sigiloso.

—Sí, por supuesto —respondió en un tono ronco, tratando de


tragarse el nudo en la garganta—. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Yo sólo... —Rhys lo inspeccionó más a fondo mientras subía las


escaleras—. Bueno, para empezar, estás todo sonrojado y sudoroso.

—Jesús. —Se frotó una mano en la cara—. Debo… estar


enfermándome de algo. Será mejor que entre antes que te contagie.

Las cejas de Rhys se elevaron hasta la línea de su cabello, sin duda


porque Emerson actuaba de forma extraña.

23
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí, está bien. Podría tomarte la temperatura... —Su mano se


extendió para tocar su frente, y Emerson tembló. En realidad tembló,
demonios.

—No, está bien. —Dio un paso atrás y apretó los puños, tratando
de controlarse—. ¿Te lo pasaste bien?

Rhys se encogió de hombros.

—La mayor parte del tiempo sí.

Emerson asintió hacia la calle.

—¿Ese tipo es alguien que...?

—Sólo fue una cita que no condujo a nada. Era lindo, pero no lo
sé. No quería...

—Podrías haberme engañado. —Las palabras salieron de sus labios


antes que pudiera detenerlas. Sonaban acusadoras y... y demonios, ni
siquiera sabía qué más.

—Espiándome, ¿eh? —Rhys sonrió con suficiencia—. ¿Has visto


algo bueno?

El cuerpo de Emerson se calentó incluso cuando entró en pánico.


¿Qué demonios estaba pasando, y por qué su estómago era un desastre?

—No, yo...

Rhys se puso serio.

—Oye, sólo estaba bromeando. —Miró fijamente a Emerson


durante un largo momento, como si tratara de leer algo en su expresión—

24
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

. Sabes, siempre puedo vigilar a los niños mientras sales. ¿Cuánto tiempo
ha pasado?

—No, todo está bien. —Hizo un gesto de dolor—. Será mejor que
entre antes que Sam se despierte y... ¡buenas noches!

Huyó dentro de la casa, pensando que podría inventar una buena


excusa mañana si Rhys le preguntaba de nuevo.

Emerson se dirigió al fregadero y bebió un vaso de agua,


sintiéndose menos ruborizado, aunque sus palmas aún estaban
húmedas. Rhys probablemente pensó que se estaba volviendo loco,
excepto que no sería nada nuevo. Rhys se preocupaba sin cesar por él, lo
podía notar por los profundos pliegues en su frente durante las cenas con
él y sus hermanos, las cuales, ahora que lo pensaba, habían tenido lugar
más infrecuentemente en los últimos meses desde que Rhys había
empezado a escalar con un nuevo grupo con el que se había conectado.
Así que ver a Rhys con alguien nuevo tenía sentido.

No era que sus intereses se superpusieran mucho, a menos que se


tratara de videojuegos o películas o de sentarse a tomar una cerveza.
Normalmente eran buenos en eso. Sólo estar presentes en la vida del otro.

El recuerdo de su casi beso, así como el paseo en la noria, que


confundió a Emerson hacía tanto tiempo, parecía estar a mundos de
distancia... hasta esta noche cuando había visto a Rhys con otro hombre,
y había despertado sentimientos confusos en su interior.

Pero tal vez tenía sentido. Emerson era esencialmente un padre


soltero con dos hijos. La vida no era mucho más excitante que eso, y su
vida sexual era una mierda. Su última novia seria había sido antes del
accidente, y desde entonces se sentía generalmente insensible hacia
todos.

25
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Excepto que siempre había sido así, si lo pensaba bien. Nunca le


había gustado mucho el sexo y las citas. Siempre pensó que algo
eventualmente encajaría o tendría sentido, pero nunca lo tuvo.

Añade el accidente que había cambiado sus vidas, y Emerson


aparentemente había gastado hasta la última emoción de su cuerpo. Se
sentía como muerto por dentro.

No tenía nada más que dar más que a Audrey y Sam, y ciertamente
no quería ser una carga para una posible cita. Además, tenía que estar
en casa a cierta hora para acostar a Sam porque todavía tenía miedo
muchas noches, sobre todo de que Emerson se fuera, pero también por
otras razones, como el cambio climático que aplastaba sus planes futuros
como biólogo. Y no podía esperar que la tía Janice lo entendiera o que
Audrey consolara a su hermano ella sola. Ella tenía sus propias
preocupaciones. Parecía que se daba cuenta de cada pequeño detalle, y
llevaba sus emociones cerca de la superficie, aunque actuaba como sino
la afectara la mayor parte del tiempo.

Era una extraña yuxtaposición de ser su hermano y su padre, y él


luchaba, pero pensó que finalmente, quizás, lo conseguiría. Nada como
un curso intensivo de paternidad. Sam era demasiado inteligente para su
propio bien, y a veces demasiado sensible, y Audrey era compasiva y
ocasionalmente malhumorada, pero Emerson también reconoció su
profundo temor de que él también muriera en un terrible accidente.

A veces Emerson todavía se sentía engañado y derramaba lágrimas


de ira en su almohada a altas horas de la noche porque su mundo se
había puesto patas arriba.

Pero entonces oiría a Sam gritar por un mal sueño, y sabría que
estaba exactamente donde debía estar. Necesitaba presentarse a sus

26
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

ferias de ciencias, y a los partidos de fútbol de Audrey, y dejar todos sus


sueños a un lado porque lo necesitaban.

Rhys también ha sido un apoyo para ellos en los últimos cuatro


años. Aparecía al azar con una pizza para ver películas, y a menudo se
quedaba dormido en lo que se había convertido en su sillón favorita.

Se le consideraba familia, así que era confuso por qué esta noche
había parecido cruzar a un nuevo territorio.

Se retiró a su habitación pero sólo se revolvió en la cama, su polla


se endurecía cuanto más pensaba en Rhys y su cita. Se ajustó en sus
calzoncillos antes de finalmente, finalmente, tocarse a través del material.

Fue una reacción puramente física, y necesitaba acabar con ello.


Ni siquiera podía recordar la última vez que se había masturbado. Se
recostó y liberó su polla, usando su puño presionando fuerte mientras se
acariciaba.

Trató de recordar lo bien que se sentía al tener sexo con su novia


del instituto. Se había preocupado mucho por ella, y el hecho de intimar
con alguien en quien confiaba en ese entonces se había sentido muy bien,
especialmente porque era una especie de despertar, su cuerpo finalmente
respondiendo y teniendo sentido.

Pero Rhys seguía entrometiéndose en sus pensamientos. Así que


dejó de luchar contra sí mismo y comenzó a pensar en él. Esta vez. Fue
una casualidad de todos modos. ¿No lo era?

Se imaginó las manos de Rhys sobre él de la forma en que lo habían


hecho con ese tipo. Sus uñas clavadas en la carne de Emerson mientras
su boca probaba la piel salada de la garganta de Rhys. Se imaginó
tocando la piel caliente de Rhys bajo su camiseta, y sus bocas

27
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

encontrándose, mientras él se acariciaba más rápido y trataba de no


dejar escapar ningún gemido.

Se preguntaba qué se sentiría al hundirse en el culo de un tipo,


bueno, en el culo de Rhys. Supuso que iba a ir allí sólo esta vez. Rhys no
hablaba de sus encuentros a menudo, pero una vez lo escuchó bromear
sobre ser pasivo, y Emerson sabía lo que eso significaba, incluso lo miró
después, echando un vistazo. Nunca había pensado en ello en estos
términos, pero ahora no podía evitarlo. Estaba completamente excitado.

No pensó que querría que nadie le penetrara o incluso le tocara el


culo... ¿o sí? De alguna manera se sentía demasiado vulnerable. ¿Lo
disfrutaría con Rhys? No lo creía. ¿Entonces por qué la aguda conciencia
del acto de alguna manera lo puso más duro? Tal vez fue la idea de
finalmente dejarse ir con alguien en quien confiaba.

Mientras imaginaba su propia polla bombeando entre sus redondas


y apretadas mejillas, santa mierda, de ninguna manera podría admitirlo
ante nadie, se le puso tan dura, que le crujieron los dientes.

Jadeando con fuerza, miró fijamente al techo, dejando que la


euforia de su orgasmo le inundara. Joder, lo necesitaba. Ahora podía
superar esto, lo que fuera.

Usando un pañuelo de papel para limpiarse, se metió bajo las


sábanas y cerró los ojos, esperando que el sueño finalmente lo
consumiera.

De repente, el recuerdo de una larga conversación que había tenido


con su madre se le subió a la cabeza. Sus ojos se abrieron de golpe. No
pensó en nada en ese momento, pero recordarlo ahora hizo que su pecho
se estremeciera.

28
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No me interesaba salir con Brad hasta después que nos hicimos
amigos por el trabajo. Siempre fue muy guapo, por supuesto —dijo ella,
y Brad le sonrió al otro lado de la habitación.

Emerson siempre pensó que eran buenos el uno para el otro y


siempre estaría agradecido que su padrastro lo adoptara oficialmente y
lo hiciera parte de la familia Rose. Por primera vez desde el accidente, la
idea de que sus padres estuvieran juntos en algún lugar del universo le
tranquilizó como un bálsamo.

Su mente se apresuró a la conversación con su madre, recordando


lo que ella había añadido al final.

—Una vez que nos conocimos mejor, confié en él, y mi atracción


sólo creció.

De repente, se sentó. De hecho, recordó a su madre diciendo algo


similar sobre su padre biológico. Habían sido novios en el instituto. Ella
nunca había tenido citas casuales, no que él pudiera recordar.

¿Era como su madre? ¿Por eso su única relación seria había sido
con alguien que conocía bastante bien en el instituto? ¿Pero cómo
explicaba eso su repentina atracción por Rhys?

Emerson se sentó mirando al espacio durante demasiado tiempo


antes de reposicionarse bajo las mantas y cerrar los ojos. Estaba seguro
que podría pensar más claramente por la mañana.

***

29
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Diez meses después


Rhys
Rhys estaba en Sneaky Pete's, su club gay favorito, para apoyar a
su amigo pinchadiscos Lance, que solía trabajar con él. En la noche, se
encontró con algunos conocidos y un par de chicos con los que había
tenido alguna cita anterior. Acababa de salir de la pista de baile y se abrió
paso entre la multitud hasta el bar, cuando notó una cara familiar al otro
lado del camino. Se quedó atónito al ver a su mejor amigo pedir un trago
mixto, y luego bebérselo de un solo trago, como si necesitara valor.

¿Qué demonios hacía Emerson aquí?

Un hombre que se había acercado a Emerson le susurró


coquetamente al oído, y las mejillas de Emerson se pusieron rojas cuando
negó la cabeza para rechazarlo. Algún instinto protector surgió en Rhys,
aunque sabía que Emerson podía cuidarse a sí mismo, especialmente
contra un coqueteo, e incluso si estaba fuera de práctica.

La última vez que lo comprobó, Emerson era definitivamente


heterosexual, aunque una o dos veces Rhys había cuestionado algunas
cosas, como lo nervioso que estaba aquella noche hacía unos meses
cuando lo vio con una cita en la entrada y luego huyó dentro de casa una
vez que le preguntó sobre ello. De hecho, había estado actuando un poco
extraño desde entonces. Un par de veces había pillado a Emerson
escudriñándolo durante las cenas familiares, pero no había sido lo
suficientemente valiente para preguntarle de qué demonios se trataba.

Rhys miró alrededor del club para descifrar si Emerson estaba con
alguien más, pero parecía que había aparecido solo. Sólo pudo concluir
que vino esta noche porque él lo había invitado. Excepto que siempre

30
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

invitaba a Emerson, y Emerson siempre lo rechazaba. Pero siguió


haciéndolo, por si alguna vez cambiaba de opinión.

Suponía que esta era la noche.

Pero Rhys nunca hubiera esperado que el maldito Emerson Rose lo


aceptara para reunirse en un club gay, no es que no hubiera gente
heterosexual aquí. Además, ¿desde cuándo Emerson iba a los bares?
Habían compartido un par de copas alrededor de una hoguera en el patio
trasero cuando finalmente cumplieron la edad legal para poder beber,
pero por lo demás, nunca supo que Emerson saliera con amigos o solo.
Rara vez dejaba a los niños por la noche, y sabiendo lo herido que estaba
por estar ahí para ellos, Rhys necesitaba pellizcarse para asegurarse que
su presencia esta noche no fuera un espejismo.

Cuando hizo contacto visual con su amigo al otro lado del bar,
Emerson parpadeó como si casi no reconociera a Rhys en este escenario
tampoco. Lo miró de arriba a abajo, y entonces se dio cuenta de sus
rasgos. Rhys levantó su mano en un saludo, y los ojos de Emerson se
abrieron de par en par en pánico antes que su expresión se transformara
en alivio.

Emerson se bebió su bebida y se abrió camino, recibiendo miradas


interesadas por el camino. Rhys podía entender por qué. Emerson era un
sueño con sus ondas color canela, jeans ajustados y una camiseta azul
que resaltaba sus ojos. Aunque Rhys siempre había sido consciente de
que Emerson era hermoso, ver a otros hombres notar su atractivo lo hizo
aún más pronunciado.

—¡Viniste! —Rhys dijo mientras Emerson se rascaba la nariz,


parecía confundido—. ¿Por eso estás aquí?

Porque dije...

31
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Oh, claro, tu amigo DJ —dijo con prisa, como si de repente


recordara.

¿Qué demonios?

—Lance.

—Sí, claro. —La mirada de Emerson se dirigió por encima de su


hombro a la cabina del DJ. Parecía nervioso, sus mejillas se volvieron
rojas—. Mencionaste que debutaría esta noche. —Se mordió el labio y
miró hacia otro lado con culpa, activando las alarmas a través de los
sentidos de Rhys.

—Bien, ¿qué pasa? —Rhys se cruzó de brazos. Conocía a su mejor


amigo demasiado bien—. ¿No es por eso que apareciste?

—En realidad no. Ni siquiera recordaba que mencionaras la fecha...


—Emerson bajó la cabeza—. Yo... sólo quería salir de la casa.

Los hombros de Rhys se relajaron.

—Eso tiene más sentido. Lo entiendo, totalmente.

¿Pero por qué un club gay? No es que los heterosexuales no


pudieran entrar en el edificio, pero había un bar a la vuelta de la esquina
de sus casas, así que si necesitaba un trago fuerte...

Emerson debe haber visto la confusión en sus ojos porque agregó:

—Estoy aquí tratando de entender alguna cosa.

—¿Si? —el cerebro de Rhys sufrió casi un cortocircuito para saber


lo que eso podría significar—. ¿Y por qué no me has hablado de ello?

Emerson hizo un gesto de dolor.

32
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Yo... no lo sé. Las cosas han sido extrañas últimamente.

—La vida ha sido definitivamente una mierda para ti —señaló


Rhys—. Dios, no sé cómo no te vuelves loco a veces. Lo siento, eso fue...
Ya sabes lo que quiero decir.

—Sí, por supuesto. No hay problema. —Emerson respiró


profundamente y lo dejó salir lentamente—. Supongo que finalmente...

—¿Finalmente...? —Rhys se animó mientras Emerson retorcía sus


manos—. Lo siento, no debería entrometerme. Tienes todo el derecho de
ir a cualquier bar que quieras. Además, es hora de que tengas un
momento para ti.

—Sí, eso es lo que estoy haciendo. Tomándome un momento para


mí. —Se puso de pie más recto—. Explorando cosas sobre mí mismo.
Supongo que eso es lo que es esto.

Joder, ¿estaba diciendo que era gay, bi, pan? ¿Curioso? Rhys sintió
que estaba teniendo una experiencia fuera de su propio cuerpo, sin
embargo, como algunas cosas las reconocía su conciencia, se dio cuenta
que sonaba cierto. Aun así, no quería presionar. Emerson siempre
mantenía sus sentimientos cerca de su pecho.

Rhys levantó su mano al cantinero.

—Esa noticia merece un chupito.

El alivio inundó los rasgos de Emerson.

—Suena bien.

Una vez que se bebieron el tequila, se sonrieron el uno al otro como


una tensión incómoda construida entre ellos.

33
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Asumo que Janice se está quedando con los niños?

—Sí, así que no quiero estar fuera hasta muy tarde. —Revisó la
hora en su teléfono—. Sólo necesitaba... —Se alejó como si estuviera
demasiado enredado en su cabeza para explicarlo.

Rhys le dio una palmadita en el hombro.

—Oye, no tienes que justificar nada. No a menos que estés listo.

—Gracias —respondió Emerson, y luego entraron fácilmente en la


conversación sobre sus trabajos y los niños.

Cuando una canción familiar comenzó a sonar, Rhys sintió un


golpecito en su brazo del amigo con el que había estado antes. Rhys se
volvió hacia Emerson.

—¿Quieres ir a bailar?

Se sobresaltó, y un rubor se arrastró por sus mejillas.

—Todavía no.

—Me parece justo. Sabes dónde encontrarme.

Rhys trató de sentir la energía de la multitud, pero tuvo dificultades


para conseguir que sus pies se movieran al ritmo. Casi podía sentir la
intensa mirada de Emerson desde el área del bar como una marca
caliente. Su escrutinio esta noche en este escenario se sentía
extrañamente diferente. Todo en esto se sentía diferente. Cristo, ¿qué
estaba pasando?

—¿Quién es el chico guapo con el que estás? —preguntó su amigo,


asintiendo a la pared donde Emerson se había dirigido mientras
terminaba su bebida.

34
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Ese es mi mejor amigo, Emerson —respondió mientras el hombre


miraba a Emerson de arriba a abajo, y Rhys se sintió protector de nuevo,
casi deseando haberse guardado la información para sí mismo. Quería
decirle que estaba fuera de los límites, pero eso era obviamente el motivo
por el que Emerson había aparecido, ¿verdad? Tal vez quería encontrarse
con alguien, y Rhys lo había arruinado.

—Bien —respondió su pareja de baile.

Rhys todavía estaba en shock mientras miraba fijamente a su


mejor amigo de la infancia. ¿Su no tan heterosexual mejor amigo?
Emerson sólo había tenido una novia antes que su vida se fuera al
infierno. No había salido con nadie desde entonces, al menos no que lo
supiera. Era así de cuidadoso con todo, incluso con la gente con la que
elegía salir. Rhys sabía que debía considerarse afortunado. Emerson
siempre había sido leal y confiable. Cristo, lo hacía sonar como un
cachorro.

Un cachorro muy lindo y dulce.

Cuando vio a Emerson balanceándose al ritmo de la música, pensó


que finalmente se había relajado un poco. Rhys prácticamente podía ver
las ruedas girando en su cerebro mientras bajaba su bebida y colocaba
el vaso vacío en una mesa cercana. Una vez tomada la decisión, se dirigió
a la pista de baile con determinación, siguiendo el camino de Rhys.

Rhys trató de mantener su respiración a un nivel normal mientras


Emerson se detenía momentáneamente, una mirada fugaz e intranquila
cruzando su rostro. El tipo con el que Rhys estaba bailando tenía la mano
plantada en su cadera, pero se encogió de hombros. Nada pareció más
importante en ese momento que Emerson encontrando su confianza.

—¿Estás bien? —Rhys gritó cuando se acercó.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí... sólo estoy... cansado —respondió, y de alguna manera Rhys


supo que estaba hablando de algo más que de las tenues sombras bajo
sus ojos. En ese momento, reconoció el profundo cansancio en lo que la
vida de Emerson se había convertido.

Quería desesperadamente ayudarle a olvidar, aunque sólo fuera


durante una canción.

—Muéstrame tus movimientos chico duro.

La mano de Rhys agarró tentativamente la cadera de Emerson, y


cuando se balanceó al ritmo, Emerson lo siguió de una manera
adorablemente torpe hasta que finalmente encontró su ritmo. Entonces
se dejó llevar, levantando sus brazos, girando sus caderas, cerrando sus
ojos, y perdiéndose en la música. Y por el amor de Dios, se veía tan libre,
tan impresionante, que por una fracción de segundo, Rhys pudo
imaginarse como se vería Emerson en medio de la pasión.

Joder. Esa imagen, junto con los roces y empujoncitos entre sí por
la multitud que se apretaba a su alrededor, hizo que su polla se hinchara.
Se volvió hacia la cabina del DJ para no entregarse. Era peligroso pensar
de esa manera sobre su amigo más querido, incluso si se presentaba en
un club gay para resolver algunas cosas.

Sintió el tenue agarre de Emerson en su cintura y su aliento


cosquilleando su nuca, lo que envió pinchazos a través de su columna
vertebral mientras continuaba balanceándose al ritmo de la música.
Creyó escuchar el más débil sonido, como un gemido contenido, y cuando
Rhys se giró para enfrentar a Emerson, notó cosas nuevas en él. Cómo
su flequillo sudoroso parecía un tono más profundo de color caoba
mientras se aferraba a su frente, y cómo sus ojos azules se veían casi
translúcidos por el brillo de la bola de cristales que giraba sobre ellos.
Sus miradas se conectaron y permanecieron unidas mientras la tensión

36
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

se hacía más fuerte, como una cuerda que los ataba. Y cuando Rhys
permitió que sus ojos se deslizaran por la parte delantera de Emerson,
no había forma de disfrazar el bulto de sus jeans, probablemente por todo
el roce indiscreto.

No podía permitirse considerar lo contrario. No creía que su cerebro


pudiera soportar el ataque. O su polla.

El sonido se borró de la habitación mientras Rhys se concentraba


en los labios de Emerson, húmedos y brillantes por su lengua, y se
preguntaba no sólo lo salado que podría saber su boca, sino cómo
respondería Emerson si lo giraba hacia la pared y lo besaba.

Un grupo de bailarines los golpeó por detrás, rompiendo el hechizo


entre ellos. Lo cual fue algo bueno. ¿Verdad?

Emerson probablemente estaba desconcertado, sino un poco


asustado. Se había aventurado a un club gay, y era el deber de Rhys
como amigo ver que estaba a salvo y se divertía.

Le hizo señas a Emerson para que lo siguiera desde la pista de baile


hasta el bar, donde pidió dos aguas heladas. Después de beber el líquido
frío, se encontró con la mirada de Emerson, y se sonrieron el uno al otro.
A pesar de la incomodidad inicial, se habían divertido juntos.

Y justo en el momento oportuno, como si Emerson estuviera a


punto de convertirse en una calabaza después de la medianoche, miró la
hora en su teléfono y vio que había llegado el momento salida.

—Gracias por la diversión. Tengo que ir a casa.

Golpearon sus puños, y Rhys lo vio irse. Tenía la sensación de que


las cosas estaban a punto de ponerse mucho más interesantes.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

***

Dos meses después


Emerson
—Sam, usa tu tenedor —advirtió mientras su hermano ponía los
ojos en blanco y ponía su pedazo de pollo en el plato, limpiando la grasa
en su camiseta, lo que puso a Emerson con los pelos de punta. Ahora
tendría que enjuagarlo antes de tirarlo a la lavadora. Sam era listo como
un científico pero a veces carecía de modales. Tenía miedo que fuera
porque no tenía a su madre cerca para enseñarle a cuidarse o cualquier
otra cosa, y él estuviera fallando mucho en esa área.

Las comidas eran otra cosa. Bastaba con que fuera un cocinero
pésimo, pero se había visto obligado a aprender un puñado de recetas
porque comer fuera les habría costado una fortuna.

Cuando notó que Rhys sonreía al otro lado de la mesa, se burló.

—¿Qué?

—Hablando como un verdadero padre —respondió mientras daba


su último mordisco.

Rhys era mucho mejor cocinero que él, y le había dado algunos
consejos, pero como no podía venir a prepararles la comida cada noche,
tenían que conformarse con los platos de Emerson, que... tendían a ser
malos. Preparaba lo que fuera que llenara sus estómagos y trataba de
mantenerse sano, pero normalmente fallaba miserablemente.

Al menos los niños no se quejaban. Demasiado.

38
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Seguro que tiene la palabra no en oferta —refunfuñó Audrey—.


Ni siquiera me dejó quedarme en casa de Maddy anoche.

Todavía estaba enfadada con Emerson por ser sobreprotector. Ah,


la crianza de los hijos. Si alguien le hubiera dicho lo difícil que sería la
escuela para su hermana, o que tendría que lidiar con las hormonas o
los cambios de humor de sus hermanos por su cuenta, no lo hubiera
creído. De hecho, había soñado con estar lejos de casa y con su propia
carrera para entonces. ¿Quién iba a saber que la vida podía lanzarte
tantas malditas bolas curvas?

—Es bastante estricto. Y neurótico —respondió Rhys con un guiño.

Emerson tuvo que mirar hacia otro lado para disimular cómo
cualquier gesto aparentemente coqueto de Rhys le hacía sentir que su
estómago estaba en un ciclo de giro.

Desde esa noche en el bar, las cosas entre ellos se habían sentido
diferentes, por decir lo menos. Una gruesa tensión parecía arremolinarse
a su alrededor cuando estaban en compañía del otro, y Emerson no creía
que fuera unilateral pero no podía estar seguro. Era peligroso cruzar la
línea de una amistad forjada hace tanto tiempo. Perder a Rhys lo
destrozaría tanto como perder a sus padres. Así que se mantendría a la
ligera y guardaría sus pensamientos y sentimientos para sí mismo hasta
que pudiera controlar mejor qué demonios estaba pasando entre ellos.

Emerson había ido al bar esa noche para tratar de encontrarle


sentido a sus confusos pensamientos sobre su sexualidad, aparte de
sentirse atraído por su mejor amigo. Fue un gran paso, y estaba
aterrorizado. Resultó ser que nadie se destacaba para él o le hacía sentir
algo hasta que puso los ojos en Rhys al otro lado de la habitación. No
estaba seguro de qué hacer con eso.

39
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Y bailar con él fue... surrealista. No era como si nunca se hubieran


entretenido en sus habitaciones cuando eran niños con la música
popular. Pero esto fue en medio de la pista de baile de un club gay con
las manos en la masa.

Si le hubiera confesado algo de esto a Rhys, en cuanto a su


sexualidad, Rhys sin duda lo hubiera animado a explorar sus opciones,
pero todo lo que Emerson había hecho desde entonces fue masturbarse
pensando en él. Y eso sólo hacía las cosas más incómodas, especialmente
cuando se le formaba una erección por un toque inocente. Ni en un millón
de años pensó que sentiría esas cosas por su mejor amigo. Era como verlo
bajo una nueva luz.

Después de la cena, Rhys y los niños se trasladaron a la sala de


estar para jugar a los videojuegos mientras Emerson cargaba el
lavavajillas. Le encantaba escuchar sus risas, y confesaba que las noches
en que Rhys cenaba con ellos eran algunas de sus favoritas. Llegó a
admitir que la casa se sentía más tranquila las noches en que no estaba
presente. Pero no podía pretender que Rhys estuviera en sus vidas para
siempre. Al menos no de esta manera. Y como se acercaba su cumpleaños
veintidós, así como el comienzo de otro año escolar para los niños, era
hora que finalmente se pusiera las pilas.

Se limpió las manos y se acercó hasta la puerta de la sala, desde


donde vio a Sam patearles el trasero a ambos en el juego de Mortal
Kombat, pero tenía la sensación que Rhys le había dejado ganar un par
de veces. Dulce. A veces discutía con él que los niños necesitaban
aprender la agonía de la derrota, pero luego era acusado, por Audrey y
Rhys, de ser un disciplinario. ¿Y cuándo se ponían de acuerdo?
Lamentablemente, era superado en número.

40
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Como si Rhys sintiera su presencia, inclinó su cabeza sobre su


hombro, y cuando sus ojos se encontraron, Emerson sintió que una
corriente eléctrica se movía a través de él. Vale, ahora estaba perdiendo
la cabeza. Eran amigos, siempre lo habían sido, y esperaba que siempre
lo fueran. Amén.

Después que acostó a los niños, bajó las escaleras y encontró a


Rhys todavía de pie en el fregadero de la cocina con un vaso de agua,
mucho después de haber dicho buenas noches.

—Rhys, ¿qué estás...? —Su voz se apagó cuando éste se alejó del
mostrador.

—No puedo hacer esto más. —Sus dedos se bifurcaron en su


cabello mientras se acercaba—. Algo está pasando aquí, y necesito que
hablemos de ello.

Mierda. Tragó bruscamente, tratando de encontrar su valor.

—Bien, tienes razón.

Rhys se puso de pie ante él y asintió solemnemente.

—Esa noche viniste al club y nos vimos y bailamos... —Negó con la


cabeza—. ¿De qué demonios iba eso?

Esencialmente, habían evitado el tema, pero no tuvieron el valor de


sacarlo a colación. Pero eran buenos amigos, así que deberían haber sido
capaces de discutir esto como adultos.

—Recuerda la vez que te vi con... —Emerson agitó su mano—. ¿Con


ese tipo en tu entrada?

—Sí, por supuesto.

41
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson comenzó a caminar a lo largo de la cocina.

—Después de esa noche, yo... empecé a sentir algo. —Allí. Lo había


dicho. No todo, pero era un comienzo.

No era la verdad absoluta, porque pensaba que probablemente


había empezado a sentir algo cuando eran adolescentes, pero no podía
encontrarle sentido entonces, o apenas ahora.

La frente de Rhys se arrugó.

—¿A qué te refieres?

—Yo estaba como... —Emerson se sujetó al mostrador, sus mejillas


se calentaron—. Encendido. Estaba excitado, ¿vale?

—Joder —juró Rhys en voz baja mientras sus mejillas se volvían de


color rosa—. Y desde entonces... ¿Te has preguntado si también te gustan
los chicos? —Rhys preguntó, sin duda llenando los espacios en blanco
para él.

—Sí —admitió Emerson, la tensión se fue drenando de sus


miembros. Joder, se sintió bien al sacarlo finalmente.

Excepto que todavía faltaban grandes piezas. Sólo estaba


empezando a entenderse a sí mismo, así que ¿cómo podía esperar que
Rhys lo hiciera?

La postura de Rhys pareció relajarse mientras apoyaba su cadera


contra el borde del refrigerador.

—¿Y?

42
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Su pulso latió de forma errática, sus pensamientos lo abrumaron.


No podía creer que fuera real, y mucho menos que estuviera a punto de
contarle esta mierda a Rhys.

Pero luego lo dejó salir.

—Y hasta ahora, sólo me siento así a tu alrededor.

Rhys inhaló bruscamente.

—¿Qué quieres decir?

—Creo que sabes lo que quiero decir. —Dejó de respirar—.


¿Realmente necesito deletrearlo?

—Sí... no... no lo sé. —La voz de Rhys sonaba áspera y un poco


torturada, lo que hizo temblar a Emerson—. Joder, Em.

Cuando sus ojos se encontraron, fue como si todas las moléculas


de la habitación comenzaran a recalibrarse a su alrededor,
chisporroteando con una intensidad que nunca antes había sentido. Sus
uñas se clavaron en las palmas de sus manos mientras se contenía.
Quería alcanzar y tocar a Rhys, pero estaba aterrorizado y aún no sabía
cómo su amigo podría responder.

Así que cuando Rhys se acercó a él, rodeándolo contra el


mostrador, acogió su sólida presencia, hizo que sus miembros vibraran
con un calor que sentía en los dedos de los pies.

—Dime lo que quieres —dijo Rhys, con un ligero temblor en los


labios—. No siempre eres bueno para cuidar de tus propias necesidades.

Tenía razón. Emerson había dejado de lado todas sus necesidades


para cuidar de sus hermanos. No había permitido que los pensamientos

43
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

sobre sí mismo entraran en la ecuación. Hasta que simplemente no pudo


ignorarlos por más tiempo.

—Sólo... quiero sentir algo más que el entumecimiento —confesó.

—Eso tiene sentido. —Rhys extendió la mano y agarró con


vacilación su cadera, más suave que en la pista de baile. Sin embargo, se
sentía profundamente diferente. Más íntimo.

Estuvieron así por un largo momento mientras el calor de la palma


de Rhys empapaba su piel.

—No quiero que te arrepientas. —Emerson se había susurrado esa


parte casi para sí mismo, pero debería haber sabido que Rhys no lo
dejaría pasar.

—Pase lo que pase, siempre seré tu amigo. —Ahora su otra mano


se agarraba a su cintura, dándole la seguridad que necesitaba en ese
momento—. Incluso si sólo quieres experimentar. O averiguar lo que sea
que esté pasando en tu cabeza.

Emerson tragó abundantemente. ¿Rhys también sentía algo? ¿O


sólo estaba tratando de ayudar a su mejor amigo a resolver su duda?
¿Importaba? Por supuesto que sí, pero no podía pensar con claridad, no
con él tan cerca.

Y entonces el pulgar de Rhys se estiró para rozar su mandíbula, y


casi se derritió en un charco en el suelo.

—Así que dime lo que quieres.

—Te quiero... a ti. Sólo a ti. —Era simple, en realidad. Pero


complicado como el infierno. Y él se había expuesto totalmente a sí mismo
ahí fuera. Joder.

44
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Pero este era Rhys. Su mejor amigo. Si no podía confiar en él,


¿entonces en quién podía confiar?

—Maldita sea, Emerson. La forma en que dices las cosas. —El


aliento de Rhys se emplumó sobre los labios de Emerson—. Tienes un
segundo para cambiar de opinión.

Emerson negó con la cabeza. De ninguna manera iba a cambiar de


opinión.

Su pecho estaba tan dolorido y apretado, que pensó que podría


romperse en multitud de pedazos.

Dada la tensión creciente entre ellos, Emerson esperaba que Rhys


le besara en la boca salvajemente. En su lugar, sus labios rozaron los
suyos con una ternura que fue casi su perdición. Suave, cuidadoso,
respirable... era casi insoportable.

Y Dios, fue incluso mejor que lo que había imaginado cuando Rhys
le enrolló las manos en el pelo y lo besó en su boca nuevamente, esta vez
inclinando su cabeza y gimiendo tan profundamente, que envió una onda
expansiva a través de Emerson. Pasó su mano por la cintura de Rhys y
lo atrajo desde la parte de atrás de su espalda, acercándolo, y luego más
todavía, hasta que no podía haber ningún espacio entre ellos.

La punta de la lengua de Rhys trazó sus labios, luego entró y salió


de la boca de Emerson. Emerson apenas pudo soportarlo mientras los
giraba, encajó a Rhys contra el mostrador, y tomó su boca en un feroz y
profundo beso.

Permanecieron así por una eternidad, parecía, o había


desaparecido el tiempo, mientras las manos de Emerson se deslizaban a
lo largo de las protuberancias de la columna vertebral de Rhys,

45
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

memorizando cada curva, tocándolo mientras aún tenía la oportunidad.


Antes que se despertara de este loco sueño.

Rhys capturó la cara de Emerson en sus manos mientras le lamía


la boca y soltaba suaves gemidos en su garganta. Cuando Rhys se alejó,
su aliento chocó contra la mejilla de Emerson, una buena dosis de miedo,
junto con la culpa, encontró su camino dentro de él.

—Lo siento... lo siento si esto arruina...

—Cristo, no lo lamentes. Te sientes muy bien. —Tiró de Emerson


contra él, y sus bocas se deslizaron juntas de nuevo. Sus manos se
enrollaron en el pelo del otro, y Emerson pudo sentir lo duro que Rhys
estaba contra él. Cuando gimió, sintió que Rhys temblaba. Era bastante
intoxicante que le respondiera de esta manera.

Escucharon un crujido en la escalera, y Emerson se detuvo a


escuchar, y luego se alejó. Reconoció ese sonido después de tantos años.

Tomando la delantera de Emerson, Rhys se hizo a un lado justo


cuando Audrey doblaba la esquina.

—¿Qué haces levantada? —preguntó mientras Rhys se daba la


vuelta y se tocaba la boca.

Audrey se dirigió hacia el fregador.

—Sólo necesitaba un poco de agua.

—Por supuesto. —Emerson abrió el armario y sacó un vaso.

—Tengo que irme —dijo Rhys. Sus labios estaban hinchados, sus
mejillas sonrojadas, y tenía problemas para hacer contacto visual, lo que
hizo sonar las campanas de advertencia en el cerebro de Emerson.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí, claro, te acompañaré...

—¡No! Está bien —respondió con una voz brusca, y luego


prácticamente salió corriendo por la puerta. El corazón de Emerson se
hundió hasta su estómago, y no podía respirar.

Quería asegurarse que estaba bien, pero tal vez algo de distancia
ahora mismo era lo mejor.

Acababa de besar a su mejor amigo, y Rhys probablemente estaba


considerando las repercusiones.

En primer lugar, ¿por qué demonios lo hizo? ¿Y por qué deseaba


tanto hacerlo nuevamente? ¿Y si lo hubieran echado todo a perder?

Emerson se lamió los labios no sólo para perseguir el sabor, sino


para asegurarse que todo lo que acaba de pasar no era una ilusión. Sería
el único recuerdo que tuviera del beso, estaba seguro de ello.

Cuando Audrey se aclaró la garganta, casi saltó de su piel.

—¿Qué? —preguntó cuándo una extraña mirada cruzó sus rasgos.

—¿Cuánto tiempo hace que tú y Rhys...? —Agitó la mano cuando


sus pecas se hacían más pronunciadas, lo que normalmente ocurría
cuando era tímida o estaba avergonzada.

Su estómago tocó fondo.

—¿Qué quieres decir?

—Ustedes estaban... bueno, se estaban besando.

Emerson se quedó sin aliento.

47
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Lo viste? Nunca... —Tartamudeó, tratando de encontrar algún


tipo de explicación—. Simplemente sucedió. Jesús, Audrey. —Nunca
imaginó que su primer beso con un chico, con Rhys... fuera menos
privado de lo que esperaba.

Pero ella suspiró con tristeza.

—Bueno, creo que es increíble.

Sus cejas se elevaron hasta la línea del cabello.

—¿Ah, sí?

Se encogió de hombros.

—Es increíble enamorarse de tu mejor amigo.

Se pasó los dedos por el pelo. Santo Cristo.

—No estoy... Fue sólo un beso, Audrey. Y tenemos cosas de las que
hablar, así que no deberías sacar conclusiones o pensar que un beso
significa... —balbuceó, pero Audrey se rió y salió de la cocina.

—Lo que sea.

Se quedó mirando el mostrador, y luego caminó hasta la puerta


principal para cerrarla por la noche.

¿Qué he hecho?

Tuvo esa sensación de convulsión en su estómago de nuevo,


cuando parecía que su vida estaba siendo sostenida por un alfiler. Pero
la vida también se sentía llena de maravillas porque Rhys lo había besado
y había sido increíble.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Y sin embargo, esa mirada de pánico en sus ojos... ¿Era


arrepentimiento? No había forma de saberlo hasta que hablaran de
nuevo. Aunque estaba bastante seguro que ya sabía la respuesta.

—Pase lo que pase, siempre seré tu amigo.

Lo había prometido.

Y Emerson se retractaría si eso significara que su amistad se vería


afectada. No podía soportar no tenerlo en su vida.

No podía perderlo a él también.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

1
Día actual
Rhys
—Ten cuidado ahí —advirtió Martin, el jefe de Rhys en Flying High,
la tienda de deportes de riesgo en la que trabajaba, desde su posición
como vendedor. Habían llegado al Parque Nacional Acadia esa mañana
para un fin de semana de caminata y escalada. La Colina Hawkeye estaba
menos concurrida y la subida era más corta que la de los otros
acantilados, por lo que se tardaría menos tiempo en llegar a la cima.
Martin se quedaba atrás para acampar con un par de otros de su grupo
de escaladores.

—Siempre —dijo Rhys mientras tiraba de la cuerda del ancla y


colocaba su zapatilla de escalada favorita en el primer punto de apoyo,
mientras sus dedos se trababan en una pequeña fisura de piedra para
hacer palanca. Rhys y Jill estaban escalando libremente hoy, lo que
significaba que usaban la cuerda sólo como un ancla, no para ayudar a
su ruta de ninguna manera.

Era liberador encontrar la mano y los puntos de apoyo por tu


cuenta; estimulante, en realidad. A un así, sabía que incluso los
alpinistas experimentados no debían tener una actitud casual sobre la
apuesta que hacían cada vez que escalaban una estructura. La repetición
y la experiencia nunca sustituían a la vigilancia, y conocía a alpinistas
que habían aprendido de la manera más dura con equipos de mala
calidad o riesgos irreflexivos.

Admitiría, sin embargo, que estaba distraído esa mañana. No sólo


estaba el beso con Emerson en constante rotación en su mente, sino

50
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

también la perspectiva de verlo mañana en su cena familiar, donde


cantarían esa estúpida interpretación que se había convertido en
tradición y comerían pastel para el cumpleaños de Emerson. Su semana
ocupada se les había escapado, así que él estaba deseando pasar tiempo
juntos y finalmente enfrentarse a lo que había pasado entre ellos. De
hecho, no podía esperar.

¿Por qué diablos se había escapado así la otra noche? Debería


haberse quedado para hablarlo o, diablos, volver a hacerlo, pero cuando
Audrey entró, su cerebro se volvió loco y necesitó un minuto para pensar.
O varios minutos, supuso.

La confesión de Emerson le había impactado mucho. Pero


también... le hizo sentir cosas que aún no entendía. Cosas abrumadoras
que hicieron que su estómago revoloteara y que su corazón le doliera.

Realmente sólo me siento así a tu alrededor.

Maldición. Esa revelación había sacudido su mundo, e hizo que


Rhys se preguntara si podía estar a la altura de lo que eso significaba.
Porque Emerson era probablemente la mejor persona que conocía.

Y la forma en que se lanzó al beso... Tan jodidamente sexy. Después


de ignorar el tema y la tensión entre ellos durante semanas, Rhys lo
deseaba tanto esa noche que pensó que podría arder. Tal vez
subconscientemente siempre lo quiso. Para ser justos, Rhys nunca
consideró que tenía una oportunidad, por supuesto que había enterrado
su atracción hace mucho tiempo. Pero también existía el riesgo de perder
su amistad, así que mantenía cualquier indicio de sentimientos bajo
llave.

Pero Emerson era nuevo en todo esto, y Rhys necesitaba proceder


con cautela. Esto no era un encuentro al azar, y su historial de relaciones

51
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

era tan bueno como el de su madre. Ninguno de los dos tenían mucha
experiencia en esa área, pero no se trataba de eso. Se estaba
adelantando, considerando todas las posibilidades aunque le asustaba
mucho. Definitivamente seguiría el ejemplo de Emerson. Además, no
quería herirlo, o ser herido por él, una vez que Emerson decidiera que
necesitaba desplegar sus alas.

Se rio para sí mismo. ¿Desde cuándo Emerson había extendido sus


alas? Vale, eso no fue justo. Se le había dado tanta responsabilidad a una
edad tan temprana. ¿Lo habría hecho él mejor? No es probable. Además,
le preocupaba bastante por el compromiso de su madre, que ya llevaba
dos años, y la decisión de Carl y ella de mudarse fuera del estado. No es
que no fuera adulta, y parecía feliz. Bueno, mayormente. Sus discusiones
le habían molestado, pero sabía que sólo estaba siendo protector con su
madre. Ella siempre dio demasiado de sí misma en las relaciones, y él
odiaba que ella sacrificara tanto para hacer feliz a alguien más.

Sólo habían sido los dos durante tanto tiempo, fuera de la única
vez que su menos deseable novio se mudó e intentó disciplinarlo, que él
sintió una punzada de preocupación por ella, lo que era más que probable
que fuera infundado.

Volviendo a concentrarse en la subida, se detuvo un momento y vio


a Jill escalando por encima de él, dejando mucha distancia entre ellos.
Si por casualidad perdía el equilibrio, podría causar una reacción en
cadena. Se dio cuenta de cómo ella hizo un bucle con la línea sobre su
pierna como medida de seguridad para evitar cualquier sacudida
innecesaria o un salto al revés. Él haría lo mismo cuando se elevara.

Tantas cosas podían salir mal, así que no quería correr ningún
riesgo. A pesar que su madre siempre sospechó que lo hacía. Le gustaba
la emoción de las alturas y la velocidad, pero no era estúpido ni

52
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

irresponsable. De acuerdo… tal vez cuando era más joven. Siempre se


torcía el tobillo o tenía moretones.

Muy pronto se metió en el espacio de cabeza correcto donde todos


sus pensamientos se ajustaban a los dedos y los pies y la respiración. Su
corazón bombeaba salvajemente en sus oídos como siempre lo hizo, la
adrenalina lo impulsó a la siguiente posición sin perder su equilibrio o
su nervio. Resopló con esfuerzo mientras llegaba al punto crucial de la
escalada, considerada la parte más difícil, y cuando levantó la cabeza,
pudo ver la cima que tenía delante.

De repente hubo un grito desde abajo que hizo que su cuerpo se


pusiera rígido, y casi perdió el equilibrio. Con el corazón saliendo de su
pecho, escuchó más de cerca la voz de Martin.

—Se han desprendido piedras, trata de ponerte a cubierto.

Miró hacia arriba justo cuando un trozo de roca esquivado por Jill
le golpeó el hombro. Joder.

Buscó por todos lados un lugar para salir del camino de piedras
cayendo, y notó que Jill hacía lo mismo en un momento de pánico
mientras sus dedos se agarraban a una fisura de piedra aún más fuerte.
Si pudieran deslizarse más a la derecha, habría un mejor punto de apoyo
hasta que el polvo se asentara. Cualquier cosa podría patear las rocas, el
viento, un animal, pero no tuvo tiempo de especular qué estaba causando
este último mini desprendimiento.

Justo cuando abrió la boca para gritarle su plan a Jill, una roca
más grande, o lo que se sentía como una que venía a esa velocidad, lo
golpeó en la parte superior de su casco y lo escuchó crujir justo antes
que un dolor repentino y vertiginoso se apoderara de él. Lo último que
recordó fue soltarse de la ladera de la montaña y se cayó.

53
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

2
Emerson
—Ha habido un accidente.

Fue la misma sensación de nuevo, al recibir la llamada sobre Rhys.


Esa presión en sus entrañas que hizo que sintiera que las paredes se
cerraban sobre él. Excepto que esta vez, Rhys estaba en la UCI en
condición grave por un accidente de escalada, pero aún estaba vivo.
Gracias a Dios. Aun así, hizo que su estómago se revolviera, y vomitó en
el baño inmediatamente después de colgar con la enfermera.

—Te tiene en nuestro sistema como un contacto de emergencia —


dijo, y eso lo sorprendió mínimamente. Tenía sentido, considerando que
la señora Lancaster ya no vivía en la zona y que sin duda se habían
convertido en su familia a lo largo de los años.

Emerson se puso unos vaqueros y llamó a su tía para preguntarle


si podía ir a ver a los niños un par de horas para que él pudiera ir al
hospital.

Luego, le dio la noticia a Audrey y Sam mientras terminaban su


desayuno.

—¿Él también morirá? —preguntó Sam.

—¡No digas eso! —Audrey le regañó, y luego salió furiosa de la


cocina. Sus emociones eran enmascaradas a menudo como frustración
hacia cualquiera en su camino.

Emerson alcanzó a Sam y lo abrazó fuerte, sintiéndose un poco


emocionado.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No, amigo. Está herido, pero lo ayudaremos a mejorar.

Haría cualquier cosa para ayudar a su amigo a recuperarse. Cristo,


no podía creer que esto estuviera sucediendo.

Poner los ojos en él ayudaría a que se quedara más tranquilo.

—¿Podemos verlo? —preguntó Sam muy serio.

—Oh, amigo, no estoy seguro. —Aunque trabajaba en el


departamento de facturación de otro hospital, las reglas eran bastante
comunes para todos ellos—. Creo que sólo permiten a la familia en la
UCI.

—Somos su familia.

Sí... sí lo eran.

Suspiró.

—Veré lo que puedo hacer.

Se puso de pie y buscó sus llaves. Encontró a Audrey acurrucada


en el sofá y le dio un beso en la cabeza, sabiendo que necesitaba tiempo
para procesar la información. Pero también confió en que ella se
encargara cuando lo necesitara en lo que respecta a su hermano.

—La tía Janice estará aquí dentro de una hora. Mantén el fuerte
hasta entonces. Te enviaré un mensaje de texto pronto.

Llamó a la madre de Rhys de camino al hospital. Inmediatamente


se echó a llorar, y él se agarró al volante, tratando de mantener sus
emociones bajo control.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Estará bien? —dijo ella mientras sentía una presión en su


pecho, en un agarre parecido al de una visera. Ella había estado ahí para
él cuando sus padres murieron, y ahora él necesitaba ser fuerte para ella
también.

—Definitivamente. Trata de no preocuparte. —Era más fácil decirlo


que hacerlo, lo sabía muy bien, así que esperaba que sus palabras no
sonaran huecas—. Te informaré de los detalles tan pronto como los tenga.

—Gracias. Eres un buen amigo. —Respiró como si estuviera


aliviada—. Reservaré mi vuelo mientras espero tu llamada.

Una vez que se estacionó y entró al edificio, preguntó por Rhys en


la recepción. Le señalaron un banco de ascensores, y él hizo que sus
piernas se movieran mientras entraba y presionaba el botón.

Pero, joder. Era peor de lo que había imaginado. El jefe de Rhys,


Martin, estaba en la sala de espera cuando llegó. Sus muñecas aún
estaban cubiertas de barro, aunque sus manos parecían más limpias,
como si se las hubiera lavado rápidamente, y sus dedos temblaban.

—¿Qué diablos pasó? —preguntó con prisa.

—Rhys estaba haciendo una escalada libre con Jill... —Martin


retrocedió en el tiempo, como si reviviera la escena en su mente.

De repente una acalorada charla entre Emerson y Rhys surgió en


su memoria, y reconoció el término. Significaba que el escalador usaba
una línea para asegurarse a la montaña con poco equipo para guiarlo. La
idea era que no tenía restricciones para encontrar su propio camino,
usando cualquier ayuda natural y puntos de apoyo que encontrara. Rhys
le explicó que podía escalar el mismo acantilado y tener una experiencia
diferente cada vez según el lugar donde comenzara su ascenso.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿No es eso peligroso? —le preguntó Emerson a Rhys en ese


momento.

—Estás pensando en el libre solitario, el tipo de escalada del que


se oye hablar en las noticias cuando la gente se cae de la ladera de una
montaña porque no usaron ningún equipo o protección. No soy tan
aventurero ni tan tonto —se burló—. Aunque entiendo por qué se sentiría
excitante.

Se concentró de nuevo en Martin, esperando que Rhys hubiera


tomado algunas precauciones. Su compañero de escalada también.

—¿Está Jill...? —Emerson miró a su alrededor, esperando que no


estuviera en una habitación de hospital también.

—Ella está bien —respondió—. Un poco nerviosa. Fue capaz de


salir del camino de los escombros. Las rocas vinieron en cascada desde
la cima, sospechamos que podrían haber sido pateados por algún animal
y una golpeó a Rhys en la cabeza.

El estómago de Emerson tocó fondo.

—¿Llevaba un casco?

—Afortunadamente sí. Aunque con el impacto se ha rajado.

Emerson se desplomó contra la pared. Era como si su peor


pesadilla se hiciera realidad, todos los pequeños miedos que había
imaginado a lo largo de los años cuando Rhys iba a escalar o a bucear en
un acantilado o a saltar de un avión. Había mejorado en subvertir su
ansiedad, pero después del accidente de sus padres, se había convertido
otra vez, en un caso perdido, y Rhys había evitado el tema por un largo
tiempo, probablemente reconociendo lo molesto que lo volvía.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Entonces, ¿qué pasó? —Emerson contuvo la respiración, casi


temiendo la respuesta, pero tal vez ya había oído lo peor.

—Perdió el equilibrio. —La mano de Emerson se cerró de golpe


sobre su boca—. La línea estaba anclada y atrapó su caída. Pero golpeó
el lado de la montaña bastante fuerte, lo que significa que su cuerpo se
llevó la peor parte. Así que entre eso y su cabeza...

—Joder. —Emerson se enderezó—. Necesito verlo. ¿Puedo verlo?

—Por supuesto. —Martin lo condujo a través de las puertas dobles,


pasando el mostrador de enfermeras, y luego entró a su habitación en la
UCI.

Tan pronto como lo vio, Emerson cerró los ojos y apoyó su mano
en la esquina de la mesa cerca de su cama. Su cabeza estaba vendada,
al igual que sus brazos, lo más probable por las abrasiones o... demonios
si lo supiera. Estaba conectado a una intravenosa y a otras máquinas
que hacían ruido.

Cuando se acercó a la cama, la enfermera que estaba ajustando


alguno de los aparatos se volvió para saludarlo.

—No se preocupe, está descansando cómodamente.

Rhys estaba dormido, así que Emerson no podía ni siquiera ver sus
ojos y leer las emociones en ellos.

O tal vez estaba demasiado fuera de sí como para entender la


gravedad de lo que había pasado.

Extendió la mano para tocar la suya, para sentir su piel caliente,


la única indicación de que la sangre de su amigo seguía bombeando

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

dentro de él. Se negó a pensar en ese otro recuerdo, en la morgue del


hospital y la fría mesa de metal.

—¿Ha dicho algo ya? —preguntó, esperando que la situación no


fuera más grave de lo que parecía.

La enfermera le lanzó una mirada compasiva.

—Ha sufrido un traumatismo craneal, así que el descanso es lo


más importante ahora. Sabremos más en un par de días.

Mierda. Se sentó angustiado en la silla detrás de él. Ver a Rhys en


un estado vulnerable y sin respuesta era desgarrador.

—Rhys, estoy aquí —le dijo, aunque estaba bastante seguro de que
no podía oírlo. Aun así, persistió—. Tu madre está en camino.

De repente, recordó que necesitaba poner al día a la madre de Rhys.

—Tengo que llamar a la señora Lancaster —le dijo a Martin


mientras pasaba junto a él por el pasillo.

Atrapó a la señora Lancaster mientras estaban en espera de un


vuelo. Esperaba que pudieran abordarlo. Trató de aligerar su carga al
darle la información de que Rhys estaba descansando cómodamente y
siendo atendido. De ninguna manera necesitaba ser un manojo de
nervios en el avión.

—Nos informarán mejor sobre su estado una vez que llegues aquí.
—Emerson sabía que ella también se preocupaba, pero ahora sonaba
más estable, posiblemente porque Carl estaba con ella. Le agradeció la
llamada y dijo que lo vería en unas horas.

Una mujer estaba de pie cerca de la cama de Rhys cuando él


regresó a la habitación, y Martin la presentó como Jill, la escaladora con

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

la que Rhys había estado en la montaña. Parecía perturbada mientras


relataba el accidente.

Emerson lo imaginó cayendo, la línea lo atrapó en el aire mientras


se golpeaba con la ladera de la montaña. Definitivamente podría haber
sido mucho peor, excepto que se sentía muy mal ahora con Rhys
inconsciente mientras hablaban del accidente. Dio un paso atrás,
permitiendo a los amigos de Rhys más espacio para visitarlo antes que
ambos se despidieran, prometiendo visitarlo de nuevo mañana.

Después de estar en la habitación un par de horas, viéndolo


respirar, Emerson condujo a casa para ver cómo estaban sus hermanos
justo cuando su tía los estaba cargando en su coche en la entrada.

—Iba a enviarte un mensaje de texto. Voy a llevármelos para que


se queden a dormir en mi casa esta noche.

—¿Estás segura?

—Por supuesto. Les encanta pasar tiempo con sus primos. —Puso
su mano en el hombro de Emerson—. Además, alguien más te necesita
ahora mismo.

¿Podría notarlo? ¿Cómo estaba innegablemente rompiéndose por


dentro? ¿Partiéndose en una docena de fragmentos de emociones?
Esperanza y dolor y miedo y preocupación... ¿Podría ella saber cómo sus
sentimientos habían cambiado dramáticamente desde el beso en su
cocina la semana pasada?

Joder, eso parecía un mundo de distancia ahora. ¿Habían pasado


unos cuantos días desde que sus labios y manos se tocaron tan
fervientemente? Se suponía que se verían por primera vez mañana, y la
espera lo había estado matando.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Para tu información, estaré fuera un par de días. Escalando


en Acadia.

Qué bien. Diviértete.

Todavía planeo estar allí el domingo para tu cena de


cumpleaños.

¿Sí?

No me lo perdería.

Nos vemos entonces.

Esos mensajes de texto se habían sentido algo prometedores, casi


como en los viejos tiempos, antes del beso. Así que esperaba que eso
significara que su amistad permanecía intacta aunque Rhys hubiera
salido corriendo de la casa como si se hubiera incendiado. Era algo para
seguir, incluso si se marchitaba lentamente por dentro y revivía
dolorosamente ese beso cada vez que pasara un maldito minuto y deseara
un resultado diferente.

Metió la cabeza por la ventana del asiento trasero del coche de su


tía.

—¿Rhys va a estar bien? —preguntó Audrey, y Sam se mordió el


labio inferior mientras esperaba la noticia.

Asintió.

—Sí. Sólo necesita unos cuántos días más de descanso.

Joder, le temblaban las manos.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Quién está listo para la pizza y helado? —preguntó la tía Janice


mientras se sentaba en el asiento del conductor, y eso hizo que Sam
charlase excitadamente sobre su sabor favorito, pero Audrey se quedó
mirándole fijamente, con su mirada ardiente clavada en un lado de su
cara. Ella sabía que él estaba preocupado, pero no podía ir allí ahora
mismo. La distracción sería buena para ambos.

—Gracias —le dijo a la tía Janice. No sabía qué haría sin ella. O su
mejor amigo.

Entró en la casa para comer y ducharse y andar sin pensar antes


de volver al hospital y montar una vigilia al lado de su cama.

Cuando Rhys murmuraba en sueños, se preguntaba con qué


soñaba. Esperaba que cosas buenas.

Alargó la mano para tomarla, tal vez para atar su conciencia.

Finalmente el agotamiento consumió a Emerson, así que cerró los


ojos y se puso más cómodo en la silla, sólo para ser despertado horas
después por Carl, el prometido de la señora Lancaster.

Vio cómo ella se inclinaba sobre Rhys y le besaba la frente.

—Oh, cariño —dijo con voz cansada.

—Gracias quedarte con él —dijo Carl, dándole palmaditas en el


hombro—. Deberías irte a casa con tu familia. —Rhys es mi familia,
quería discutir. Pero era tarde, y probablemente querían pasar tiempo
con él.

Emerson asintió mientras se levantaba y se estiraba.

La señora Lancaster le dio un fuerte abrazo y le susurró un


agradecimiento al oído.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Todo estará bien —dijo Emerson—. Lo superaremos.

La enfermera vino a hablar con la madre de Rhys y le dio la misma


información que le habían dado a él, que no era mucha.

—Si se despierta... —le dijo Carl—. Te llamaremos.

Miró por última vez desde la puerta antes de volver a casa.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

3
Rhys
Rhys abrió los ojos, fue un rápido parpadeo y sintió algo tirando
de su muñeca junto con un dolor agudo en su cuello mientras intentaba
mover su cabeza. Hizo un gesto de dolor, su brazo tirando de la guía
intravenosa que ahora se dio cuenta que estaba asegurada en su mano.
A medida que los bordes de la habitación se volvían menos borrosos, lo
primero que vio fue la expresión de preocupación en la cara de su madre.

—Rhys, estás despierto. Carl, llama a la enfermera —casi se


ahogó—. Oh, cariño, nos diste un gran susto.

Sus dedos se extendieron para agarrar el hombro de Rhys mientras


su otra mano empujaba el flequillo sudoroso de su frente.

—¿Qué ha pasado? —Su voz sonaba ronca, como si no la hubiera


usado en un tiempo.

—Shh, esperemos otro minuto a la enfermera.

Todo se sentía vago e indistinto alrededor de su memoria, y su


madre... ¿por qué estaba de vuelta en la ciudad?

Joder, ¿cuánto tiempo llevaba dormido?

Una mujer alta con bata azul atravesó la puerta y golpeó un par de
botones en una máquina. Intentó sentarse, pero la acción hizo que un
dolor punzante se disparara a través de su caja torácica. Perdió el aliento,
y un gemido escapó de su boca.

64
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Tranquilo —dijo la enfermera, ayudando a ajustar su almohada.


Le ofreció un pequeño sorbo de agua a través de una pajita de una vaso
al lado de la cama—. Es bueno verte despierto.

—¿Cuánto tiempo he estado durmiendo? —La boca de Rhys se


sintió como si le hubieran metido algodón en la garganta.

—Unos pocos días. Has tenido una lesión cerebral, un traumatismo


craneoencefálico.

—¿Cerebral? —Trató de levantar la mano a la cabeza, pero era


como estar bajo el agua, la presión en sus oídos era prácticamente
insoportable mientras apretaba sus dientes.

—Un desprendimiento de piedras impactó contra tu cabeza —le


dijo su madre, apretando su rodilla, y él hizo un gesto de dolor al
contacto. Todo su cuerpo se sentía golpeado y magullado—. Sufriste una
conmoción cerebral junto con una costilla fracturada y algunos otros
cortes y moretones.

Trató de recordar el evento traumático que ella le dijo que había


ocurrido, pero no lo logró. La única indicación de que algo había sucedido
provenía de los incómodos dolores del cuerpo.

—No... no lo recuerdo.

—A veces sucede —respondió la enfermera, dándole palmaditas en


el brazo—. Lo más importante ahora mismo es descansar mucho para
que tu cuerpo pueda curarse. Habrá tiempo para hablar más tarde.

Se ajustó en el colchón e hizo un gesto de dolor, los dolores en su


cabeza coincidieron con los pinchazos de sus costillas.

65
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

La enfermera pulsó un botón en el lado de la cama, y sintió un


alivio casi instantáneo del dolor punzante. Suspiró mientras sus ojos se
cerraban y volvió a flotar hacia el país de los sueños.

Estuvo entrando y saliendo de la conciencia durante horas o tal vez


días, y cada vez que despertaba, encontraba a su madre vigilando su
cama. Y cada vez notaba algo nuevo en ella. Como su peinado más largo
y rubio, o lo delgada y dorada que era su piel. Se sentía como si estuviera
en la zona del crepúsculo o hubiera estado en una cápsula del tiempo.
Carl se veía casi igual, a excepción de su barriga cervecera, que había
crecido un poco más, y que le gustaba palmear y bromear. Pero ahora no
había bromas, sólo la tensión en el aire a su alrededor, probablemente
debido a su condición.

—¿Dónde fui a escalar? —preguntó una de las veces que estuvo


despierto.

—Hawkeye Hill, con Martin y una encantadora chica llamada Jill


—respondió su madre mientras otra enfermera atravesaba la puerta para
controlar su tensión arterial—. Estuvieron aquí antes, pero tú estabas
dormido.

—¿Jill? —preguntó, devanándose los sesos—. ¿La conozco? —Su


madre miró incómodamente a la enfermera.

—Algunos pacientes pueden olvidar los detalles que rodean un


accidente —explicó—. Al principio es mejor dejar que Rhys se deshaga de
las cosas turbias por su cuenta, así no es tan difícil. —Ella lo miró con
vacilación—. Tranquilo, es lo que siempre decimos.

No apreció el tono que ella había adoptado, como si estuviera


hablando con un cuarto lleno de niños de guardería, pero no pudo

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

concentrarse en eso punto ya que una ola de fatiga lo golpeó y se volvió


a dormir.

La siguiente vez que tomó conciencia, fue asaltado por vívidos


recuerdos de su feliz infancia en Birch Road, y de la familia Rose que vivió
toda su vida al otro lado de la calle.

Su mejor amigo... Emerson... podría ayudarlo a darle sentido a las


cosas.

—¿Dónde está Emerson? Se preocupará si cree que estoy herido.


—Aunque no sabía exactamente cómo lo sabía. Sólo que Emerson se
preocupaba y se ponía triste.

Su madre y Carl se miraron el uno al otro, otra vez. Como si hubiera


preguntado algo que los tomó desprevenidos.

—Emerson ha estado aquí contigo desde la primera noche, pero


has estado inconsciente la mayor parte del tiempo cariño.

Trató de recordar si podía sentir su presencia allí y estaba en


blanco.

—Tenía que ir a trabajar, pero no te preocupes, volverá a visitarnos


pronto. Todavía necesitas descansar.

Un calor pesado y oscilante llenó sus sentidos mientras regresaba


a un sueño tranquilo.

***

Aletargado por un sueño de recuerdos de infancia que siempre


incluía a la familia Rose, se movió en la cama, recordando que estaba en
una habitación de hospital, y según su madre, que había sufrido una
lesión en la cabeza en un accidente de escalada.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Así que cuando escuchó una voz familiar, abrió los ojos
rápidamente y vio a su jefe de pie al final de la cama junto a una mujer
que no reconoció.

—Te has dejado el pelo suelto —dijo Rhys a Martin, con su mano
tensando la vía intravenosa mientras intentaba hacerle un movimiento.

La frente de Martin se arrugó con una mezcla de alivio y


preocupación mientras sus dedos se levantaban para acariciar su cuero
cabelludo.

—¿No pensaste que me daría cuenta? —murmuró mientras Martin


parecía estar tratando de resolver algo en su cabeza. Puede que no haya
visto a Martin desde que estuvo en el hospital por... ¿cuántos días?...
pero definitivamente se daría cuenta si cambiara la forma en que llevaba
su cabello. Y un corte de cabello, junto con una mandíbula bien afeitada,
era imposible dejar pasar por alto.

—Amigo, yo... me corté el pelo el otoño pasado y te burlaste de mí


por eso, ¿recuerdas?

—Supongo que no. Dijeron que eso pasa cuando te golpean en la


cabeza —respondió Rhys mientras se concentraba en sus miradas
nerviosas—. ¿Quién es tu amiga?

Un ordenanza entró en la habitación en ese momento y colocó una


bandeja de almuerzo cerca de él que no le gustó nada. El caldo y la
gelatina de naranja no era comida de verdad, y por primera vez, su
estómago retumbó ante la idea de comer algo más sustancioso.

—Rhys —dijo Martin, aclarando su garganta— ella es Jill de


nuestro grupo de escalada. Ella estaba en la montaña contigo cuando...
tuviste el accidente.

68
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Estaba? —Un silencio descendió sobre la habitación. ¿Se


suponía que conocía a esta persona? Estudió las ansiosas líneas
alrededor de sus ojos, esperando que algo se registrara.

Se acercó más.

—Me alegra ver que vas mejor.

Cuando su estómago se agitó intranquilamente, se alegró de que


no le ofrecieran nada más para comer.

—¿Tú también saliste herida? —preguntó, pero no notó ningún


golpe o vendaje en ella.

—No, pude esquivar la mayor parte. Si quieres, puedo contarte


más...

Su cerebro comenzó a girar, y cuando movió su mano a la frente,


gritó de dolor. Su madre se acercó de inmediato, tratando de que se
sintiera más cómodo.

—Vamos a tomarlo con calma por ahora. Puedes llenar los espacios
en blanco más tarde.

—Lo siento —dijo Jill, sus mejillas se volvieron rojo brillante, y se


excusó de la habitación.

—No pasa nada, no tenía que irse —dijo Rhys en un tono irritado.

Lógicamente, sabía que lo que le había pasado era enorme, dados


los susurros de su madre y de Carl y las palabras que había oído; como
un traumatismo craneal e hinchazón del cerebro, pero sus pensamientos
seguían siendo un desorden que no se podía atar. Aun así, la fuerte
tensión en la habitación prácticamente lo asfixiaba, y lo frustraba
muchísimo.

69
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Está bien. Iré a hablar con ella. Ha estado preocupada —dijo


Martin—. Es bueno verte despierto hombre.

Deseaba poder imaginarse el accidente con todo detalle, pero su


mente estaba en blanco en lo que se refiere a ese evento.

—¿Fue la escalada épica? —preguntó, concentrándose en Martin—


. ¿Antes del accidente, quiero decir?

Fue la primera vez que Martin sonrió.

—Definitivamente.

—No lo recuerdo —murmuró, hundiéndose contra las sábanas.


Necesitaba dormir. Dormir haría que las oscuras sombras retrocedieran
por un tiempo—. Dile a Jill que me encantaría hablar con ella en otro
momento.

Cerró los ojos, borrando el mundo, y aunque el zumbido de su


cerebro se calmó, no pudo evitar un detalle importante que faltaba.

—Emerson —murmuró—. ¿Dónde está?

Sintió la cálida mano de su madre en su hombro.

—Volverá esta noche después del trabajo.

—Esta vez necesito despertarme. Necesito...

—Se lo haré saber.

Satisfecho, dejó que el cansancio lo arrastrara al sueño.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

4
Emerson
—No recordará, ¿verdad? —Audrey preguntó con una voz
derrotada.

—No deberías espiar mis conversaciones —respondió Emerson,


poniendo su móvil en el mostrador, con el estómago inquieto.

Deseaba que ella nunca hubiera presenciado el beso entre ellos.


Desde entonces, lo había mencionado un puñado de veces o le había
echado miradas de complicidad que no le gustaban. Especialmente
porque era un asunto sin terminar. Y después de esa llamada telefónica,
tal vez para siempre.

—Vamos a dejar el asunto en paz.

—¿Pero por qué? —Se cruzó de brazos, haciendo pucheros.

—Porque será demasiado abrumador para Rhys recordar ciertos


detalles. —Como el hecho de que haya besado a su mejor amigo. Tal vez
para Rhys su beso había sido tibio, o incluso estándar, o no tan
impactante como lo había sido para Emerson. Rhys había estado con
muchos chicos, mientras que para Emerson, él había sido el primero.

Añadió:

—Ni siquiera sabemos cuánto le falta a su memoria.

—Dijiste que el último año de su vida. ¡Te escuché!

Sus hombros se desplomaron. Por lo que la señora Lancaster acaba


de compartir, Rhys no reconoció a Jill, y aunque la enfermera había dicho

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

que los detalles del accidente podían ser irregulares, Jill era también un
miembro más reciente de su grupo de escalada. Nuevo como si se hubiera
unido a ellos en agosto pasado, eso es lo que habían dicho.

Añade otras porciones de información que la señora Lancaster


había recogido de Rhys, como el hecho de que no recordaba sus visitas
de Navidad o vacaciones de primavera, y la línea de tiempo de su lapsus
parecía sumar. Afortunadamente Rhys parecía recordar los eventos más
importantes de su vida: puntos clave de su niñez, y el compromiso de su
madre y su posterior traslado.

Pero no todas las grandes cosas, claramente. O más bien, no la


cosa más grande que ha sucedido en el último año en lo que respecta a
Emerson, es decir, ese beso.

Y luego estaba el hecho de que no habían hablado después que lo


besara, así que Rhys no era consciente de cómo eso había despertado y
aflorado a la superficie tantos sentimientos que parecían encerrados
dentro de Emerson hasta ese momento. O el hecho de que hace unos
días, Emerson se había encontrado con un término en una búsqueda de
Google que lo había detenido. Y luego lo había llenado de tanto alivio y
validación porque finalmente había encontrado algo que lo describía.
Demisexual4. La razón por la que no tenía mucho impulso sexual excepto
cuando se trataba de personas con las que estaba muy familiarizado y
con las que podía sentirse romántico. Podía ir a cien citas y nunca sentir
ni remotamente la atracción, y siempre había pensado que había algo
roto dentro de él.

4
Demisexual. La demisexualidad hace referencia a la atracción por personas con las
que se tiene una gran conexión emocional, una gran intimidad y un afecto significativo.
Las personas denominadas “demisexuales” no sienten atracción erótica hacia otras
personas a menos que sientan ese potente vínculo emocional con ellas. Aún con un
físico muy atractivo o características personales que coincidan con sus gustos, sin esa
conexión afectiva y emocional, las personas denominadas “demisexuales” no sentirán
atracción hacia otras personas.

72
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Pero cuando besó a Rhys, quien había estado cerca desde la


infancia, un mundo entero se abrió ante él. Había planeado hablar con
Rhys sobre ello antes que todo se fuera a la mierda. Se lo imaginaba.
Siempre lo sacaban del partido justo cuando estaba comenzando.

La universidad, Rhys, la vida.

Estaba sintiendo lástima por sí mismo otra vez y necesitaba dejarlo.


De todos modos, ni siquiera sabía lo que el futuro interpondría entre
ellos, y ahora puede que nunca lo supiera. Tal vez era lo mejor. Rhys no
era de los que se apegaban a nadie por mucho tiempo. Era un espíritu
libre y no se le podía inmovilizar. Pero era leal a la familia, y ahora ellos
necesitaban ser lo mismo para él y dejar todo lo demás a un lado.

Sin embargo, todavía había un parpadeo de esperanza viva dentro


de él. No sabría realmente lo que Rhys recordaba de esa noche entre ellos
hasta que finalmente se encontraran cara a cara. Y hasta ahora, Rhys
había estado inconsciente cada vez que estaba con él. La noticia de que
se despertó lo inundó con un inmenso alivio. Y cuando la señora
Lancaster mencionó que había preguntado por él, se sintió aún más
animado.

Comparado con todo lo demás, su beso y su sexualidad no eran


tan cruciales. Por eso necesitaba compartimentarlo. Y hubiera podido
hacerlo en privado si Audrey no hubiera entrado a la cocina y los hubiera
visto besándose la semana anterior.

Le dio a Audrey una mirada aguda.

—Vamos a cuidar de él, ¿de acuerdo? Que se ponga bien. Va a


necesitar nuestra ayuda.

—Pero nunca llegaste a...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Vamos a dejar esto por ahora. Prométemelo.

Podía sentir su cálido resplandor cuando empezó a cargar el


lavavajillas.

—Sí, está bien —finalmente cedió.

—Necesita tiempo para conseguir que su memoria regrese por sí


misma.

—¿Y si no lo hace? —Se veía afectada, y Emerson se sentía culpable


de que se hubiera involucrado tanto, aunque la razón era más difícil de
desliar. Excepto que tal vez estaba tratando de aferrarse a cualquier
fragmento de la vida familiar que habían dejado.

Suspiró.

—No puedes forzar nada. Las cosas sólo suceden. Ya lo sabes.

Ella frunció el ceño.

—Puede que lo sepa, pero no me gusta.

—Sí, a mí tampoco. Pero tenemos que seguir avanzando. —Le dio


una palmadita en el brazo—. Tendrás muchas cosas buenas que esperar
en tu propia vida, Audrey. Te lo prometo.

—¿Y qué hay de ti? —La tristeza en su tono casi lo destripa. No


quería que ella pensara que su vida estaba jodida, aunque lo sintiera a
veces. Y ahora ella estaba dejando sus intenciones más claras.
Probablemente pensó que Emerson estaba solo y que necesitaba a
alguien como Rhys, como algo más que un amigo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Voy a estar bien. —Su voz vaciló—. Y tengo la suerte de teneros


a vosotros dos. Dejemos esto antes que se vuelva melodramático.
Además, ahora tienes que pensar en la escuela.

Desde el accidente, su cumpleaños y su primer día de escuela


pasaron con poca fanfarria, pero no se pudo evitar, no cuando sus
mentes estaban puestas en un miembro muy importante de su familia.

Sam entró en la habitación después de completar su primera tarea


de ciencias en tiempo récord.

Puede que tengan que considerar esas clases para él después de


todo.

—¿Se recuperará Rhys?

—Definitivamente. —Esperaba que Audrey tomara su liderazgo—.


¿Sabes lo que deberíamos hacer?

—¿Qué? —preguntó Sam, alcanzando el portátil, sin duda para


jugar a su juego favorito de construcción de naves espaciales, del tipo del
que Emerson no podía quejarse porque usaba cálculos matemáticos.

Limpió el mostrador con un trapo húmedo.

—Deberíamos preparar la casa para Rhys.

Sam jadeó.

—¿Va a vivir con nosotros?

Las cejas de Audrey se elevaron y se juntaron.

—Pero su casa está bien...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Tiene un traumatismo craneal y algo de pérdida de memoria,


junto con otras lesiones —señaló Emerson—. Necesitará a alguien que lo
cuide por un tiempo.

—Leí sobre las costillas rotas. Son muy dolorosas —dijo Sam. Por
supuesto que lo había buscado. Su propio pequeño Einstein—. Hay que
tener cuidado con la neumonía y otras cosas de los pulmones porque
duele sólo al respirar.

—Oh, bien, entonces nos mantendrás alerta —dijo despeinando el


pelo de Sam mientras Audrey sonreía y afirmaba con su cabeza.

Recordó la conversación con el doctor de Rhys en su hora de


almuerzo durante el trabajo, agradecido de que ella lo haya conferido. Se
sorprendió que pudiera pasar el día siguiente sin pedir permiso para
salir, pero no le quedaban más días de enfermedad o vacaciones y sabía
que tenía que aguantar hasta la noche.

—Por lo que usted describió, definitivamente hay lagunas en la


memoria de Rhys, lo que puede suceder con las lesiones en la cabeza —
había reiterado el médico.

—¿Recuperará su memoria? —preguntó la señora Lancaster


mientras Emerson contenía la respiración.

—Ahí es donde las cosas se ponen difíciles. Muchos pacientes


recuperan sus recuerdos, o al menos algunos de ellos. Pero puede llevar
tiempo y ser abrumadoramente frustrante, por lo que sugerimos que el
paciente se quede en un lugar que conoce bien. Darles un aluvión de
información no sería aconsejable.

Emerson dejó salir un fuerte suspiro. Joder, todo esto era


demasiado para asimilar. No podía imaginar lo que Rhys debía estar

76
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

sintiendo. Sólo lo había hecho más decidido a dejar de lado todo lo que
pasó entre ellos. Su recuperación era lo que importaba ahora.

Después, Emerson se quedó hablando con la señora Lancaster


sobre las semanas posteriores al alta. Rhys se mudaría a uno de los
dormitorios de su casa, comenzaría la terapia ocupacional, y si
continuaba mejorando, podría ser dado de alta en algún momento de la
semana siguiente.

Desafortunadamente, no podía permitirse el lujo de tomar muchos


días más de trabajo y tendría que volver a Florida. Su prometido volaría
de vuelta mañana sin ella.

Emerson insistió en que Rhys se quedara con ellos en vez de tratar


con las escaleras de su casa él mismo, y ella parecía aliviada,
agradeciéndole de corazón.

Pero necesitaba que Audrey y Sam estuvieran de acuerdo con el


plan.

—Tenemos un dormitorio con un baño adjunto en la planta baja, y


eso realmente ayudaría a Rhys a recuperarse.

Audrey jadeó.

—¿La habitación de mamá y papá?

—¿No crees que ya es hora? —preguntó Emerson, y Sam asintió,


aunque su rostro se veía adolorido—. ¿Audrey? —Emerson se mordió los
labios mientras esperaba.

Sus ojos se dirigieron hacia el pasillo donde se encontraba la


habitación de sus padres, casi como el oscuro pasillo de un museo.

77
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuando su mirada vidriosa se encontró con la de él, accedió en un


susurro. —Sí.

Se pasó un mechón de pelo detrás de su oreja.

—¿Me ayudarás a elegir un color de pintura y ropa de cama?

Finalmente vio un poco de luz en sus ojos.

—Podría ser divertido.

Se quedó sin aliento.

—Gracias.

Dejar la puerta de su dormitorio abierta podría ser tolerable con


una nueva capa de pintura. Y tener a Rhys recuperándose allí le daría
nueva vida al espacio. Si Emerson podía o no soportarlo era una cuestión
diferente. Sin embargo, lo intentaría, no sólo por su familia, sino por su
amigo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

5
Rhys
La siguiente vez que Rhys abrió los ojos, el calor se extendió por
sus extremidades mientras encontraba a la primera persona en su línea
de visión. Los penetrantes ojos azules, el característico pelo color
jengibre, la sonrisa vacilante.

—Emerson. —La familia Rose siempre había representado la


comodidad y la seguridad. Tenía un profundo aprecio por su mejor amigo
que sentía hasta los huesos. Habían pasado por muchas cosas juntos, y
aunque las últimas semanas parecían ambiguas en su cerebro, lo que le
asustaba mucho, se sentía más tranquilo por primera vez desde que se
había despertado. No es que la presencia de su madre no le diera
consuelo, pero podía leer fácilmente la preocupación en sus ojos.
Emerson era como una roca en la que podía apoyarse para capear
cualquier tormenta.

—Estoy aquí —respondió con una voz gruesa al acercarse—. He


oído que has causado todo tipo de problemas en Acadia. Reordenando las
rocas y haciendo que los paramédicos se involucren. Qué alborotador.

Rhys se rio, luego jadeó y cerró los ojos con dolor. Joder, le dolían
hasta las costillas.

—No me hagas reír.

Emerson estaba serio, obviamente recordando sus heridas.

—Mierda, lo siento.

—De acuerdo —murmuró—. Creo que me va a llevar un poco.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Definitivamente. —La voz de Emerson sonaba inestable, y


mientras Rhys lo miraba, notó el rastrojo en su mandíbula y las sombras
bajo sus ojos que le decían que también había tenido unos días difíciles,
probablemente por su culpa, y que eso hacía que su estómago se
estrechara.

—¿Cómo te sientes de otras cosas? —pregunto Emerson. Si Rhys


le preguntaba lo mismo, Emerson se lo quitaba de encima, así que se
callaría.

—Estoy mejor —murmuró Rhys mientras una ola de agotamiento


golpeaba—. Mejor ahora.

Emerson extendió la mano y la tomó, lo que hizo que su piel le


pinchara. Normalmente no se mostraban afecto el uno al otro tan
fácilmente, excepto bajo ciertas circunstancias, así que sabía que era la
forma de Emerson de ofrecer apoyo.

Rhys aplicó presión en su mano.

—Gracias por estar aquí.

—Por supuesto. ¿Dónde más podría estar? —Emerson miró hacia


otro lado mientras aparecían los puntos rojos de sus mejillas, y le pareció
a Rhys que algo se sentía diferente en él, pero no podía decir exactamente
qué era.

¿Había algo que le faltaba, algo importante que no podía recordar?


Sintió una oleada de frustración que necesitaba apisonar. Tratar de
recordar cosas agotaba su cuerpo así como su cerebro, y el doctor había
advertido que necesitaba tomarlo con calma. Ciertamente no quería
retroceder en su recuperación.

Hizo un gesto hacia la mesa lateral y dijo con voz ronca:

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Me das un poco de agua?

Su madre se adelantó inmediatamente.

—Claro, cariño.

—Puedo hacerlo —dijo Emerson, y vio como alcanzaba la jarra y


llenaba el vaso con agua. Deseaba que su madre y Carl les dieran algo de
privacidad para poder hablar con Emerson sin preocuparse por su
madre.

—Aquí tienes —dijo Emerson, sosteniendo la pajita. Cuando


intentó tomar el vaso, hizo un gesto de dolor. Le dolía sólo levantar los
brazos. No sólo por las costillas, sino porque sus antebrazos estaban
magullados; lo mismo que sus rodillas. No podía imaginar cómo había
sido su accidente visto desde el suelo. O de cerca. La culpa le inundaba
por no recordar a la chica que había venido con Martin.

¿Se llamaba Jill? Aparentemente estaba con él. La frustración


surgió de nuevo, pero se la tragó.

Mientras sorbía de la pajita, notó que Emerson estudiaba su cara,


pero cuando levantó la vista, la mirada de Emerson se alejó. Sí,
definitivamente algo se sentía extraño entre ellos.

—¿Cómo están los niños? —preguntó.

—Preocupados por ti, pero por lo demás bien —respondió


Emerson—. Están en la sala de espera porque insistieron en venir. Las
reglas de la UCI no suelen permitirlo, pero creo que convencí al personal
para que los dejen visitarte durante cinco minutos. La otra opción es
traerlos de vuelta mañana cuando te muden a una habitación normal.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

La mirada de Rhys se dirigió al mostrador de enfermeras mientras


su pecho se inundaba con una profunda consideración. Esos niños eran
como una familia.

—Me encantaría verlos.

—Tienen una regla de visita de tres personas —dijo su madre,


señalando la puerta—. Así que nos dirigiremos a la cafetería por un rato.

—Vuelvo enseguida —dijo Emerson, siguiéndolos.

—Em, espera.

—¿Si? —Emerson se acercó a la cama.

—¿Dímelo directamente? ¿Va a estar todo bien? —Su voz sonaba


titubeante por el miedo, así que tragó bruscamente.

—Sí, por supuesto. —Los ojos de Emerson eran de un azul


tormentoso lleno de emoción—. Sólo necesitas tiempo. Estoy aquí para ti.

—Gracias —se ahogó, luego miró hacia otro lado, avergonzado


mientras le temblaba el labio.

—No hay de qué —respondió Emerson, y luego se fue, dándole a


Rhys suficiente tiempo para recuperarse.

Sam se quedó más cerca de la puerta cuando Rhys los llevó a la


habitación, pero Audrey se dirigió hacia él, aunque disminuyó la
velocidad cuando Emerson le advirtió que tuviera cuidado.

—Te ves tan crecida —dijo Rhys mientras la miraba, y ella sonrió,
la realización se apoderó de ella. Su cara se arrugó un poco—. Lo siento,
no recuerdo...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No lo sientas —dijo Emerson—. Sam, ven a saludar.

Sam se tambaleó sobre las plantas de sus pies mientras su mirada


se dirigía hacia el equipo cerca de su cama.

—No hay necesidad de asustarse, amigo. Sé que tú y las cosas


médicas no siempre os lleváis bien.

Rhys de repente recordó que Sam se puso aprensivo cuando ayudó


a limpiar un profundo rasguño en la rodilla de Rhys por haberse caído
en su bicicleta.

Poniendo una cara valiente, Sam se acercó hacia su cama.

—¿Para qué son? —preguntó, señalando las máquinas.

—Hmm, sé que uno monitoriza mi ritmo cardíaco, y oh, éste me da


líquidos. —Sam miró de reojo hacia la aguja de su muñeca, con un
aspecto algo verdoso—. Definitivamente no deberías ejercer una profesión
médica.

—Lo siento —contestó Sam, una fina capa de sudor apareció por
su piel—. ¿Volverás a casa pronto?

Intentó recordar lo que el doctor le había dicho la última vez que


hizo las rondas.

—Creo que sí.

Sam asintió.

—Emerson dice que te vas a quedar con nosotros.

Los ojos de Rhys se dirigieron a Emerson, que parecía un poco


nervioso.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sólo mientras te recuperas.

—No, no deberías tener que...

—Ya está decidido. —Cuando Emerson lo inmovilizó con una


mirada aguda, Rhys casi sonrió ante la severa reprimenda. Descubrió
que le gustaba que alguien de su confianza tomara las decisiones,
especialmente cuando estaba atravesando una pendiente tan
resbaladiza—. Tu madre y yo creemos que tiene mucho sentido, ya que
tenemos un dormitorio principal y un baño en la planta baja.

—¿Planta baja? —Por alguna razón sus ojos se nublaron, y un


recuerdo le bañó en varios grados. Joder, señor y señora Rose. El dolor
atravesó su estómago mientras recordaba el accidente y su dolor—. Pero
es el dormitorio de tus padres...

—Emerson dice que ya es hora —dijo Audrey con una voz sólida,
aparentemente decidida—. Y será divertido tenerte viviendo con nosotros.

Arqueó una ceja.

—¿Así puedo darte una paliza en Mortal Kombat?

Parecía momentáneamente desconcertada antes de responder:

—Últimamente hemos estado jugando al Fortnite.

—Definitivamente recuperaremos tus recuerdos —dijo Emerson en


tono de advertencia cuando la mente de Rhys comenzó a girar de nuevo.
Joder, realmente no recordaba nada reciente.

En ese momento un tipo con uniforme azul entró en la habitación.


Parecía familiar, pero había habido tantos malditos empleados entrando
y saliendo a todas horas del día.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Hora de la resonancia magnética amigo.

La rabia se encendió en su pecho. Había olvidado que el doctor


había ordenado otra, y justo tenía que ser cuando acabara de ver a
Emerson de nuevo. Hizo pucheros y refunfuñó mientras lo empujaban
hacia la puerta.

—Te veré mañana —dijo Emerson mientras lo veían salir.

Miró a la familia Rose por última vez para tener una instantánea
de ellos capturada en su cabeza.

Solo por si acaso.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

6
Emerson
—¿Quieres ir a almorzar? —preguntó su compañero de trabajo,
Neil.

Emerson se puso recto brevemente antes de mirar el reloj de la


pared. Estaba tan absorto en la actualización de los datos de los
pacientes, que había perdido la noción del tiempo.

—No estoy seguro —admitió—. Llevo atraso, y quiero llegar a casa


a tiempo hoy.

Neil elevó una ceja. Emerson era muy reservado, pero había
trabajado con él durante casi un año y se habían hecho amigos. Bueno,
todo lo amigos que podían cuando siempre corrías a casa con tu familia.
Pero siempre que había una curso de trabajo, siempre iban juntos, y se
habían conocido un poco mejor a lo largo del tiempo.

Neil sabía que Emerson había perdido a sus padres y se esforzaba


en criar a su familia en lugar de ir a la universidad para obtener su título
de enfermería. Y Emerson sabía que Neil tuvo una desagradable ruptura
con su último novio y esencialmente había dejado las relaciones por un
tiempo. Neil también estaba en medio de conseguir su título de técnico
farmacéutico, y Emerson todavía tenía que deshacerse de su envidia
buena.

—Te hará bien —respondió Neil—. Has estado distraído


últimamente.

—Tengo muchas cosas que hacer —respondió Emerson en un tono


frustrado. A veces pensaba que Neil era demasiado insistente, pero

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

también sabía que si no lo era, probablemente nunca saldría del edificio


o tendría conversaciones reales con sus amigos.

—Vamos, puedes contármelo todo mientras nos comemos los


mejores rollos de langosta de la ciudad.

Parecía tan serio que Emerson cedió.

—Bien.

Siguió a Neil hasta el grupo de los ascensores, bajó dos pisos y


luego salió por la puerta. El tiempo era perfecto para el comienzo del
otoño, unos templados setenta grados. Después de una caminata de dos
cuadras, esperaron en la fila de la tienda, ordenaron su comida, y
encontraron un banco del parque para sentarse cerca del campus del
hospital. Pensó en el hospital al otro lado de la ciudad donde Rhys
probablemente estaba en una sesión de terapia ocupacional y
preparándose para su alta para el próximo día.

Había recibido órdenes estrictas de descansar los próximos días, y


de no cargar maquinaria pesada o realizar actividades extenuantes
durante al menos seis semanas. Esperaba que Rhys se negara a seguir
esas instrucciones, así que cuando se quedó callado durante la visita al
médico, Emerson pudo ver que no se sentía como él mismo. Le dolían las
costillas y la cabeza, y había veces que miraba fijamente al espacio como
si tratara de organizar sus pensamientos. Era tan inusual, que le había
dado un descanso y le hizo redoblar su promesa de cuidarlo hasta que se
recuperara.

—Entonces, ¿qué pasa? —Neil preguntó en un bocado de su


sándwich.

Emerson se limpió la boca con una servilleta.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Te hablé de mi mejor amigo que tuvo un accidente de escalada.

—Rhys, ¿verdad?

—Sí. Y se está recuperando lentamente. Todavía tiene dolores, pero


el pronóstico es bueno, así que se recuperará.

—Son buenas noticias. —Tomó un largo sorbo de su refresco—.


¿Qué hay de su memoria?

—No hay cambios. —Suspiró. Había olvidado que se lo había


contado a Neil la semana pasada después de hablar con la madre de
Rhys. Estaba muy sorprendido por la información, y se sintió bien en ese
momento al compartirla con alguien—. Todavía falta que recupere el
último año de su vida.

—Dios, eso tiene que ser difícil.

Tenía razón. Había visto la lucha en Rhys, que normalmente era


bastante frío en todo. Pero cuando no podía recordar las cosas, apretaba
sus puños y sus dientes. Era cierto lo que el doctor había dicho sobre
dejar que se desarrollara naturalmente. Presionar a alguien para que
recuerde nunca sería útil.

Se sentó con los niños y les dijo que no forzaran ninguna


información sobre Rhys, mirando intencionadamente a Audrey. En este
punto, y tal vez para siempre, Rhys no sabía que su relación se había
desviado hacia un nuevo territorio. Pero siempre estuvo en la mente de
Emerson. ¿Qué habría pasado si no hubiera sucedido el accidente?
¿Habrían sentido la misma tensión en el aire una vez que se encontraran
de nuevo, o él le había dado demasiada importancia? Lo superaría y
seguiría adelante, con el tiempo. Tenía que hacerlo por su amigo... y por
su propia cordura.

88
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Recuperará la memoria? —preguntó Neil después de masticar


su último bocado.

—No hay una forma segura de saberlo.

Joder, Emerson lo esperaba, pero no podía estar seguro. No podía


forzar la magia que había ocurrido entre ellos esa noche. Necesitaba
materializarse naturalmente, no porque le dijera a Rhys que había
sucedido. Él podía imaginar lo confundido que estaría Rhys. No
entendería la tensión, la acumulación, el deseo de explorar lo que había
entre ellos. Rhys estaba actualmente atascado en una brecha temporal.
Pensaba que Emerson era heterosexual, y así tenía que seguir siendo, al
menos por el momento. Así que por ahora, necesitaba concentrarse en
ayudarlo a recuperarse.

—Lo siento —dijo Neil, y Emerson sintió su mano caliente en su


rodilla. Cuando sus ojos se encontraron, la mirada de Neil se alejó. Él
había visto esa mirada una vez antes, cuando Neil se había atrevido a
decirle que era un tipo guapo. Él también lo era, pero hasta ese momento,
Emerson nunca había considerado la posibilidad de explorar nada más
allá de lo que había llegado a sentir por Rhys.

La idea le hizo sonrojarse y sentirse mal al mismo tiempo. Pero a


menos que le diera a Neil algún tipo de señal, no creía que éste cruzara
la línea. Se levantó de repente y tiró su envoltorio vacío, ofreciéndose a
tirar el de Neil también.

—Gracias. Siento haberme distraído tanto. —Estaba demasiado


nervioso. Neil era un amigo. Alguien en quien podía confiar. No tenía
muchos amigos. Todos con los que se había graduado habían ido a la
universidad, algunos ya estaban en sus carreras.

89
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Sólo Rhys se había quedado por aquí. Había obtenido un título de


dos años en Educación Física en la universidad comunitaria, pero se
había quedado en la tienda. Feliz con su trabajo y todas sus actividades
extracurriculares, y eso era todo lo que importaba. Pronto volvería a su
vida y Emerson también.

—No te preocupes. Nos vemos luego.

Después del almuerzo, se perdió en la preparación de facturas y


llamando a los pacientes sobre los planes de pago, preguntándose cómo
se había convertido esto en su vida. Tal vez cuando los niños crecieran
podría volver a la escuela.

Neil le había animado una vez a tomar algunas clases, aunque sólo
fuera para flebotomía, pero nunca lo hizo. Supuso que podía poner su
inexistente título a trabajar ayudando a Rhys a recuperar la salud.

Cuando llegó a casa, los niños estaban haciendo sus deberes en la


cocina. Tenían un buen sistema con Audrey acompañando en el autobús
a casa a su hermano, usando su propia llave para poder entrar, y para
entonces tenían poco más de una hora antes que Emerson llegara a casa
del trabajo.

Se echó un poco de agua del frigorífico, y luego caminó a la


habitación de sus padres, que había sido recién pintada de un verde
abeto relajante basado en las ideas que Audrey había encontrado para
ellos en Pinterest. Compraron un nuevo juego de sábanas, así como
toallas para el baño, y si no lo observaba mucho, le pareció un espacio
completamente diferente.

Caminó hacia la cama para enderezar el edredón color crema y


simuló dar a sus dedos algo que hacer. Y, si era honesto, fue para

90
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

acostumbrarse a estar en este dormitorio después de ignorarlo durante


tanto tiempo.

Era el único de los tres que no se atrevió a poner un pie dentro a


menos que fuera necesario. Incluso cuando supo que Sam y Audrey
estaban juntos, buscando recuerdos, decidieron guardarlas en el cajón
de arriba por motivos sentimentales. O que una vez después de una
noche particularmente mala, cuando encontró a su hermano dormido en
el colchón desnudo, las sábanas en una caja junto con la ropa de sus
padres.

—Mamá y papá querrían esto —dijo Audrey en un tono confiado


desde la puerta del dormitorio. Ella podría ser muy joven, pero era
madura de maneras que no se daba ni cuenta.

Parpadeó el escozor de las lágrimas, que parecieron aparecer de


repente. En este caso, no estaba realmente seguro de por qué. Tal vez
porque seguir adelante era doloroso, y nunca dejó de llorar; llegaba en
oleadas, arrasando en él en un momento dado.

—Sí —respondió—. Amaban a Rhys.

—Y querrían que alguien usara este espacio. —Asintió—. Bueno,


ahora alguien lo hará.

La presencia de Rhys sería como un soplo de aire fresco. Y aunque


era agonizante seguir adelante, tal vez ignorar su habitación por tanto
tiempo sólo había prolongado su sufrimiento.

Esto sería bueno. Y necesario. Cerró la puerta mientras seguía a


Audrey hacia el pasillo, y luego se detuvo. Audrey sonrió con tristeza.

91
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Qué queréis para cenar? —preguntó Emerson con su garganta


contraída por el agarre de las lágrimas mientras se unían a Sam en la
cocina.

—¿Queso a la parrilla? —preguntó Audrey.

—¿Con sopa de tomate? —añadió Sam.

Emerson sonrió.

—Suena perfecto. —Era la cena favorita de su madre, y ahora


parecía apropiado. Cenaron mientras se ponían al día, y hablaron de
cuando Rhys llegara a casa al día siguiente.

Iba a ser difícil para Emerson no acercarse y tocarlo de una manera


más significativa. Pero había tenido que vivir con muchas cosas dolorosas
en su vida, así que, esa idea, la archivó en un oscuro rincón de su
corazón.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

7
Rhys
Tan pronto como su madre lo ayudó a pasar por la puerta de su
casa, Rhys respiró aliviado. Era algo familiar después de días de sentir
que su cuerpo no era el suyo. De repente se alegró de su decisión de
quedarse en la casa de su infancia después que su madre se mudara a
Florida, no sólo porque le proporcionaba un lugar para que lo visitara
cuando estaba en la ciudad, sino porque en esta precaria instancia se
sentían cómodos.

Se sintió muy mareado la semana pasada, en parte por los


analgésicos, de los que se alegraría no tener que depender a su debido
tiempo. Pero la otra razón era que su memoria estaba bastante borrosa.
Había trozos de tiempo que faltaban, lo que aparentemente podría
suceder con una lesión traumática, y como resultado, todo se sentía fuera
de lugar. Si añadía a todos los que lo trataban con guantes de seda, iba
a gritar.

Se apoyó en el hombro de su madre para quitarse los zapatos con


cuidado, no sea que se cayera. En resumen, básicamente sintió que
alguien le había dado una paliza.

Cuando miró alrededor de la casa, todo parecía igual, aunque


demasiado ordenado, lo que significaba que su madre había limpiado. Su
mesa de comedor tenía montones de correo, su cocina una nueva fuente
con fruta, y apostaría que su madre también había hecho la colada.

Hizo una doble toma cuando su mirada se posó en los muebles de


su salón. Espera un momento...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Me compré un nuevo sofá? —preguntó con el ceño fruncido


mientras lo miraba.

Recordó su búsqueda online del año pasado, pero su madre no


podía saber cuál esperaba comprar para sustituir el de cuadros escoceses
por los cojines deshilachados de su infancia. Así que debe haber sido
obra suya. Otra cosa que no podía recordar. Joder.

Su madre lo miró con esos ojos tristes que había estado usando
cuando creía que no prestaba atención.

—Sí, cariño. Lo compraste después de las fiestas. Realmente te


encanta.

Se acercó cojeando al mueble que parecía demasiado grande para


el pequeño espacio, con su madre siguiéndole de cerca por si se caía de
culo, lo cual era totalmente posible, por desgracia, y pasó la mano por el
brazo del sofá.

—Es bonito —comentó, como si no le perteneciera. Ciertamente no


se sentía como si lo fuera. Pero la manta afgana que su madre tejió
cuando era un bebé, estaba colgada en la parte de atrás del sofá como en
el sofá antiguo. Le ofrecía la conexión que necesitaba en ese momento.

—Vamos a ponerte cómodo —sugirió, alcanzando su codo.

—Bien. —Odiaba confiar en cualquiera pero necesitaba tragarse su


orgullo en esta ocasión. Ella le reforzó el hombro, ayudándole a relajarse.
Rhys apretó los dientes mientras el dolor le atravesaba el costado como
siempre ocurría ahora cada vez que hacía algo remotamente diferente a
la maldita respiración. Una vez que controló sus jadeos, pudo situarse
con las piernas apoyadas sobre el cojín.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Es cómodo —meditó. Su madre sacó los analgésicos de la bolsa


de la farmacia y los puso en la mesa de café a su alcance.

—Déjame traerte un poco de agua —dijo caminando hacia la cocina


y volviendo con un vaso lleno.

Miró por la ventana para reacomodarse con el vecindario que


conocía como la palma de su mano. La casa de los Roses se veía igual,
con su pintura amarilla descolorida y la puerta azul que siempre llamaba
su atención. Ciertamente no reconoció la fila de girasoles que la señora
Fischer había plantado en su jardín, pero todo lo demás se veía casi igual,
y eso le ayudaba a relajarse.

El fisioterapeuta le ayudó con actividades de estimulación sensorial


que se suponía que ayudarían a mejorar su salud cerebral. Palabra clave
para la pérdida de memoria, probablemente. Como si su cerebro
estuviera lleno de lodo, y eso era ciertamente lo que se sentía.

Vio a su madre bostezar mientras descargaba el lavavajillas. Carl y


ella se habían quedado aquí mientras él estaba en el hospital, y Carl ya
había regresado a Florida. Su vuelo era esa tarde, y Emerson la llevaría
al aeropuerto. Sabía que estaba deprimida por irse y probablemente
exhausta, pero nunca fue una persona que se quedara ociosa por mucho
tiempo, que era probablemente de donde él había heredado su energía y
desempeño.

Excepto que ahora se sentía completamente agotado. Le dolía


demasiado como para moverse. Estos últimos días se dio cuenta que ni
siquiera echaba de menos algunas de las actividades de las que antes
había recibido una descarga de adrenalina.

Empujó hacia abajo la emoción que seguía burbujeando en la parte


posterior de su cerebro. Si la identificaba, tendría que enfrentarla, y no

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

estaba listo para eso. Nunca había sido de los que rehuían de un desafío.
Pero tampoco se había golpeado la cabeza tan fuerte que perdiera parte
de su memoria. Se estremeció al pensar en que esto pasara de nuevo,
rezando para que el doctor tuviera razón al decir que volvería a la
normalidad antes que se diera cuenta. Una ilusión.

Cuando vio a su madre apoyada en el mostrador y cerrar los ojos


momentáneamente, se alarmó.

—Mamá, ¿estás bien?

Se enderezó inmediatamente.

—Sí, por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?

—Pareces cansada. —Distraída también. Rara vez era comunicativa


en lo que se refería a su salud. Pero también sabía que había estado
yendo sin parar desde que llegó, y que sin duda eso le había pasado
factura. También se preguntaba si la discusión que había escuchado
entre Carl y ella en el hospital una noche cuando pensaban que estaba
dormido estaba contribuyendo. Carl argumentó que él necesitaba volver
al trabajo y que ella también debería hacerlo. Ella dijo que estaba justo
donde debía estar, y Carl se había quejado de que ella odiaba el calor de
Florida. Bueno, eso tenía que ser verdad. Siempre le había gustado la
primavera y el otoño, y él recordaba sus quejas por perderse las
estaciones de Maine.

Carl siempre había sido franco en sus críticas y había herido sus
sentimientos en más de una ocasión. Eso hizo que Rhys la protegiera,
pero también sabía que ella podía defenderse sola. Aun así, se había
quedado callada después de eso, y él sabía que estaba molesta. La culpa
se agitaba en sus entrañas por haber mantenido a su madre en la ciudad
demasiado tiempo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No tienes que esforzarte tanto por...

—Por supuesto que sí —dijo con determinación en sus ojos—. Soy


tu madre.

—Deja que tu madre te regañe —dijo Emerson mientras atravesaba


la puerta, y fue como un estallido de sol con su pelo rojo, sus ojos azules
y un puñado de pecas en sus mejillas, que Emerson siempre había
odiado—. Es lo que mejor hace.

—Emerson —dijo ella entonó mientras él se quitaba los zapatos, y


le daba un beso en la mejilla.

—Ella es muy buena en eso —Rhys estuvo de acuerdo, conociendo


las sonrisas de ambos—. Y ahora tendrás a Emerson preocupándose por
ti también.

Su estómago se apretó con anticipación. Muy pronto cruzaría al


otro lado de la calle para quedarse con Emerson y los niños, y tenía
emociones encontradas sobre ello, mitad orgullo, mitad vergüenza, sobre
las que Emerson le diría, sin duda, que era ridículo.

Pero demonios, Emerson ya tenía suficiente en su plato.


¿Realmente necesitaba cuidarlo también? Sin embargo, todos insistieron
en que necesitaba tener más atenciones durante las próximas dos
semanas. Si él trataba de salir de eso, su madre sin duda trataría de
inventar una manera de quedarse más tiempo, y aparte de dejar su
trabajo... Él sabía que la pondría en una posición incómoda, y no lo haría.

También esperaba que ahora que había recibido el alta, Emerson


finalmente se relajaría. Últimamente, parecía el más tenso de todos, y
Rhys se moría por saber qué tenía en mente. Tal vez era lo usual, lo cual
era suficiente, pero Rhys no podía dejar de sentir que había algo más. Su

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

memoria era una mierda en ese momento, así que esperaba no perderse
demasiados detalles relevantes.

—Ponte cómodo mientras preparo el almuerzo —dijo su madre,


alcanzando el pan en el mostrador.

—Mamá, no tienes que...

—Silencio. Será mi última vez por un tiempo. —La tristeza se


apoderó de él cuando cedió.

—¿Quieres un refresco? —le preguntó Emerson, dirigiéndose a la


nevera.

—No, gracias —respondió Rhys, sintiéndose fuera de lugar.

Evitó tomar un analgésico, quería estar despierto las últimas horas


con su madre, pero le dolía todo y sabía que pronto lo necesitaría.

Vio como Emerson abría torpemente los armarios, buscando un


vaso como si estuviera preocupado y no pudiera recordar dónde estaban.
Esto hizo que su estómago se inclinara incómodamente.

Emerson puso su refresco en la mesa de café, y luego ajustó el


afgano sobre las piernas de Rhys.

—No sé quién está siendo más una mamá gallina.

—Cállate —respondió Emerson, finalmente sonriendo y tomando


asiento.

Cristo, esto iba a ser interesante. Tal vez se matarían entre ellos
antes que todo esto terminara.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

8
Emerson
¿Por qué estaba siendo tan torpe con Rhys?

Obviamente tenía algún indicio. Cuando miraba a Rhys, podía


recordar claramente cómo se sintió al besarlo, al escuchar su gemido
suave mientras sus cuerpos se alineaban... Joder.

Mientras que cuando Rhys lo miraba, esa misma honestidad y


confianza brillaba de nuevo, pulida por la historia compartida y una larga
amistad. Su instinto le dijo que Rhys se había asustado esa noche,
dándose cuenta que no era para nada lo que quería, y que por eso había
hecho una salida tan rápida. Y la idea de que recordara de repente todo
con el mismo resultado le dio náuseas.

Pero, ¿y si, después que se hubieran visto de nuevo, todo volviera


a su sitio por arte de magia? O tal vez habría decidido que sólo deberían
ser amigos, lo cual era dudoso, porque esa noche lo fue todo, pero aun
así era posible.

Él nunca lo sabría, ¿y la vida no era una mierda en ese sentido?


Joder, odiaba la sensación que le pasara algo así y no tener nada que
decir del asunto. Quería rabiar, llorar y gritar, pero no quería preocupar
a Rhys, por lo que haría todo lo posible para camuflar su expresión,
tratando de ocultar todos estos pensamientos frustrantes.

Sabía cuánto odiaba Rhys sentirse indefenso, así que necesitaba


salir de eso y dejar de pensar en cuánto habían cambiado las cosas, cómo
había cambiado, porque Rhys no tenía todos sus recuerdos y cabía la
posibilidad que nunca los recobrara.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Fue sólo un beso, por Dios, pero Emerson sabía que experimentaría
pocos como este en su vida.

—¿Qué te parece mi nuevo sofá? —preguntó Rhys con una sonrisa.

—¿Eh? No es... Oh, ya veo, un chiste. Es nuevo para ti. —Arqueó


una ceja, agradecido que pudieran bromear sobre ello—. Lo conseguiste
en oferta y luego me hiciste ayudarte a meterlo dentro para no tener que
pagar el costo de la entrega.

Rhys se encogió de hombros.

—Suena más o menos bien.

Emerson puso los ojos en blanco justo cuando captó la tensión en


la mandíbula de Rhys. Fue similar a los momentos de frustración que
había presenciado en el hospital. Debía ser una bola de contradicciones.
Pero ahora Emerson se preguntaba si se sentiría desarraigado porque
tenía que dejar la seguridad de su propia casa. Afortunadamente sólo
estaban al otro lado de la calle. Y cuando recordó las escaleras del
segundo piso donde estaban el baño y los otros tres dormitorios, supo
que era la decisión correcta. Usar esos escalones sería asesino para Rhys
ahora mismo, especialmente solo.

—¿Estás enfadado conmigo? —La pregunta fue lanzada a Emerson


aparentemente de la nada—. ¿Tuvimos una pelea o algo antes del
accidente?

Las cejas de Emerson se elevaron uniéndose por la sorpresa.

—¿Por qué preguntas eso?

—Pareces tan... no sé, distante. Así que me imagino que o todo esto
es demasiado para ti, o estás decepcionado de que me haya hecho daño.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Una bombilla se encendió en la cabeza de Emerson cuando se


volvió hacia Rhys.

—Probablemente todos en tu vida hemos estado preocupados por


ti en algún momento. —No es que no estuviera preocupado; seguro que
lo había estado y siempre lo estaría, pero los accidentes ocurrían, como
Emerson sabía muy bien—. Pero este fue un extraño accidente y no fue
tu culpa. Lo sabes, ¿verdad?

Asintió con la cabeza.

—No hay manera de que pudiera haber visto venir eso.

—Bien. Quiero decir, sí, es probable que esté muy ansioso por mis
padres y todo...

—Lo recuerdo —respondió, la emoción en sus ojos.

—¿Si? —Emerson murmuró, preguntándose si se sentía más cerca


de la superficie para Rhys ya que había perdido un año entero de su
vida—. ¿Qué más recuerdas? —Su mano voló hacia su boca—. No
importa, no debería haber preguntado eso.

No era algo que habían discutido hasta este momento. Emerson


había conseguido toda la información a través de la señora Lancaster.
Cuando visitó el hospital, intentó centrarse en los planes futuros.

—No, está bien. Mis recuerdos de la infancia parecen intactos. Pero


no hay nada más reciente. Como... —Miró por la ventana—. La fecha del
calendario. Lo último que recuerdo es que preparé la casa para la Noche
de Brujas del año pasado.

—Lo siento. —Maldición... eso debe haberle dolido. Halloween


siempre fue un gran evento en su calle porque había muchas familias

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

jóvenes, y el año pasado Rhys había comprado suficientes dulces para


alimentar a un ejército. Los dedos de Emerson se movían en su regazo.
Deseaba poder alcanzarlo y tocarlo, calmarlo. Había sostenido su mano
en el hospital cuando estaba dormido, pero ahora parecía demasiado
íntimo y podría confundir a Rhys aún más. Buscó en su cerebro algo que
decir para ayudarle a sentirse más tranquilo. Algo que los conectara más.

—Espero que las cosas vuelvan... —Los hombros de Rhys se


desinflaron—. Pero también sé que hay una posibilidad de que no lo haga,
así que tendré que seguirle la corriente.

—Va a ir bien. —Le dio una palmadita en la rodilla a Rhys—. Poco


a poco.

Emerson trató de leer la mezcla de emociones en los ojos de Rhys


mientras se miraban fijamente. Preocupación y miedo, y tal vez incluso
algo de cariño, aunque sin duda era un deseo de su parte, y eso hizo que
la melancolía tomara el centro del escenario en su pecho.

Quería saber lo que Rhys sentía por él, aunque nunca recordara
nada de lo que pasó entre ellos. ¿Rhys tuvo alguna sospecha sobre él a
lo largo de los años? ¿Alguna vez pensó en besarlo antes que ocurriera?
Pero tenía demasiado miedo de preguntar; además, era el momento
equivocado. Todo parecía estar lleno de tensión, y sólo embarraría las
aguas.

—¿Estás nervioso por esto? —Rhys preguntó, y a Emerson le


preocupaba que lo leyera demasiado bien.

—No, hemos pasado por cosas peores, ¿verdad? ¿A menos que


estés preocupado?

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Confío en que me cuides bien —dijo, y Emerson sonrió mientras


la calidez se extendía a través de él por el cumplido. Él era confiable,
aunque no en lo que quisiera.

—Aunque eres un cocinero de mierda, así que tendré que ayudar


en la cocina, o al menos dirigirte.

—Oh, ya veo —se burló Emerson—. Ahora la verdad sale a la luz.

—Alguien tenía que decirlo en voz alta —respondió, doblando el


borde del afgano.

—Estoy seguro que los niños piensan igual. —Puso los ojos en
blanco—. El otro día Sam se negó a comer los guisantes que serví con las
chuletas de cerdo. Dijo que estaban demasiado blandos.

—¿Cómo puedes estropear los guisantes? —Rhys bromeó antes de


volver a ponerse serio—. ¿Me cuentas que han estado haciendo? ¿Audrey
sigue jugando al fútbol? ¿Y qué tal sobre si Sam sigue leyendo todos los
artículos sobre el cambio climático disponibles?

—Por supuesto. El chico es un Einstein junior.

Pasaron unos minutos hablando de los estados de ánimo de Audrey


y las discusiones de Sam con sus compañeros en la escuela, y eso ofreció
el puente entre ellos que Emerson estaba buscando. Cuando Rhys se
movió en el sofá, mostrando una mueca de dolor, Emerson vio los
analgésicos en la mesa de café y supo que Rhys estaba atrasado con la
dosis.

Rhys suspiró.

—Sé que necesito uno.

—No seas un mártir. Todavía te estás curando.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí, está bien —admitió Rhys a regañadientes—. Tienes razón.

Después que se tragó la pastilla, Emerson ayudó a su madre a


servirles el almuerzo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

9
Rhys
Fue el mismo sueño. Rhys estaba cayendo, caía y seguía cayendo
en un vacío negro. No podía ver nada, sólo sentir la reacción de su cuerpo
a la creciente velocidad. Su estómago estaba revuelto, su pecho apretado,
sus brazos agitándose sin cesar, esperando el golpe. Jadeaba mientras
parpadeaba abriendo los ojos a una habitación vacía y a las ventanas
oscurecidas, la única luz que parpadeaba era la de la pantalla del
televisor y las bombillas colgantes de la cocina.

Joder, ¿de qué coño iba eso? ¿Y por qué nunca llegaba al fondo?

Jadeando suavemente, escuchó los sonidos familiares en su casa,


recordando que su madre ya se había ido al aeropuerto con Emerson. El
grueso tronco del majestuoso arce centenario se asomaba en la sombra
contra la ventana de la cocina. Se sintió extrañamente solo, pero de
repente se sintió seguro de que Emerson volvería a por él.

Habían compartido un almuerzo con su madre, luego la


acompañaron por las horas que le quedaban antes que ella preparara su
neceser y maleta para irse a donde Emerson y se despidieron. Su madre
había estado llorando, y él trató de mantenerse fuerte, pero casi se sintió
como un niño pequeño otra vez, deseando que pudiera quedarse y
cuidarlo por un tiempo más. Emerson le había dado una mirada
significativa mientras seguía a su madre a la puerta, y prometió volver
por él en un par de horas como máximo.

Pero dada la hora de su teléfono, Emerson parecía llegar tarde. ¿Se


había olvidado de él? Por supuesto que no; él nunca haría eso. Rhys se
tragó la frustración, diciéndose a sí mismo que Emerson era más

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

confiable que eso, siempre lo había sido. Incluso si recientemente parecía


distante, nunca lo dejaría en la estacada.

Si había alguien con quien podía contar, era él. Había sido la roca
de su familia durante años. Y Rhys sabía que lo llevaba encima, lo cual
era una discusión para otro día.

Además, Rhys era un adulto y podía cuidarse a sí mismo si llegaba


a eso. Estaba completamente fuera de sí desde el accidente. Mientras
estaba en el hospital, abría los ojos cada pocas horas para encontrar a
veces la habitación tan vacía como su sala de estar. Sin embargo, algo
acerca de estar finalmente en casa y darse cuenta del impacto de sus
heridas lo había dejado sintiéndose adolorido y vulnerable.

Emerson había preparado la habitación de sus padres para él al


otro lado de la calle, y eso podría explicar por qué parecía bastante
perdido los últimos días. Rara vez ponía un pie en esa ala de la casa desde
que sucedió el accidente, así que invitarlo a quedarse allí era un gesto
enorme. Y ahora ese miedo irreconocible burbujeaba dentro de él otra
vez, amenazando con derribarlo. Recordaba vagamente que el doctor
mencionó la tasa de depresión de los pacientes con amnesia, pero tenía
miedo de nombrar cualquiera de sus preocupaciones en voz alta. Todavía
no.

¿Y si había perdido otras partes de su memoria?

¿Se sentiría como si los pedazos de él se estuvieran deshaciendo y


pronto no quedaría nada?

Sacudiendo los oscuros pensamientos, se sentó con algo de


esfuerzo, sujetando sus costillas, haciendo un gesto de dolor en el
proceso. La enfermera de rehabilitación le dijo que podrían tardar varias
semanas más en sanar, pero el dolor agudo y punzante era agonizante.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Inmediatamente después del accidente le dolía cada vez que inhalaba.


Una vez que fue advertido de los riesgos de neumonía de los pacientes
con costillas rotas, aprendió a respirar profundamente a través del dolor
para ayudar a filtrar las bolsas de aire a través de sus pulmones.

Jesús, desarrollar una infección era todo lo único que le faltaba.


De vuelta al hospital iría, y estaría en cama por más tiempo. Ya había
perdido mucho trabajo, pero Martin le había asegurado que su trabajo lo
estaría esperando una vez que se curara. No sabía qué haría si perdiera
su seguro médico.

Inspira y aguanta. Exhala.

Los ejercicios le dolían mucho, y ahora estaba muy acalorado, así


que se quitó la camiseta con algo de esfuerzo, luego se desplomó sobre
los cojines y cerró los ojos.

Pensó que estaba soñando cuando sintió que alguien le tocaba la


cabeza, el hombro, la mejilla. Se agitó en su sueño, y luego suspiró con
alivio cuando se dio cuenta que era Emerson tratando de despertarlo.

Un fugaz anhelo surgió en su interior para pedirle a su mejor amigo


que lo abrazara, lo sostuviera, calmara sus miedos, y no tenía idea de
dónde venía, excepto que era como se había sentido antes cuando se
despertó solo. Además, no era como si no hubiera hecho lo mismo por
Emerson en los momentos difíciles, así que no debería haber tenido
miedo de pedir algo de tranquilidad para sí mismo. Entonces, ¿por qué
lo tenía?

—Hola —murmuró Rhys con voz ronca, sus ojos medio entornados.

—Te quedaste dormido —dijo Emerson, mirando hacia atrás en la


televisión para ver la película que había dejado puesta para Rhys ahora
estaban pasando los créditos.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí. Tardaste demasiado —dijo Rhys, y Emerson abrió la boca, sin


duda para disculparse, pero Rhys le ganó de mano—. Sólo estoy
bromeando contigo.

—Recogí a los niños de la casa de sus primos después del vuelo de


tu madre —explicó Emerson, aunque ya le había contado sus planes—.
Están emocionados de verte.

—Yo también. —Se levantó y se estremeció ante el dolor punzante.


Los ojos de Emerson se llenaron de lástima, y a Rhys no le gustó ni un
poco. No quería compasión. Quería... bueno, casi cualquier otra cosa.

Cuando la mirada de Emerson vagó por su pecho desnudo, Rhys


sintió la necesidad de cubrirse. Sabía lo blanquecino que estaba su torso,
y se sentía demasiado expuesto al escrutinio de cualquiera.

Maldición, fue casi como si le hubieran hecho un transplante de


personalidad o algo así.

—Mi pregunta es, ¿cómo demonios te has quitado esa camiseta? —


Emerson arqueó una ceja—. Apenas puedes levantar los brazos por
encima de los hombros.

—¿El chico lento y constante gana la carrera? —dijo.

Emerson sonrió, y luego se puso serio.

—Siento haber tardado demasiado.

—No, no estás a mi disposición —respondió Rhys, sintiéndose


culpable de haber sido tan artero—. Aunque no es una mala idea.

—Capullo —se burló Emerson.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Compartieron una sonrisa que se sentía muy familiar y alivió el


malestar de Rhys.

—Así que... ¿esto es Rhys necesitándome? Porque definitivamente


no estoy acostumbrado a él.

La cara de Rhys se calentó.

—Supongo que soy un bebé cuando estoy todo maltratado.

—No. —Los ojos de Emerson se suavizaron cuando le tocó el


hombro—. Asegúrate de pedir lo que necesites.

Una mirada pasó entre ellos que Rhys no entendió del todo, pero
por alguna razón lo hizo sentir cálido en todas partes.

Las mejillas de Emerson se salpicaron de rosa, y se aclaró la


garganta y se dio la vuelta. Eso hizo que Rhys se diera cuenta, haciéndole
preguntarse por centésima vez si había algo que le faltaba.

Sí, un año entero de tu vida, idiota.

—Bien, dime qué artículos de tocador necesitas que recupere de


arriba para que podamos poner en marcha este espectáculo.

—En realidad, mamá ya ha hecho una maleta para mí. —Rhys


señaló la puerta principal, donde ella había dejado su mochila.

—Por supuesto que lo hizo. —Emerson sonrió con suficiencia—.


Ella es la mejor. Sé que está triste porque tuvo que irse.

—Sí, yo también. —Rhys suspiró—. Pero estoy en buenas manos.

—No lo olvides. —Emerson le guiñó un ojo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Tú, tonto. —Rhys tomó su camiseta y puso sus pies en el suelo—


. Asegúrate que no me muera mientras me pongo esto.

—Déjame ayudar. —Sintió el suave aliento de Emerson contra su


mejilla, la tensión en sus temblorosos dedos, y se preguntó si le
preocupaba hacerle daño.

Mientras Emerson metía la camiseta sobre su cabeza y ayudaba a


levantar un brazo, Rhys se empapó de la cálida piel y el suave toque de
Emerson... Desorientado, intentó dar sentido a lo que sentía, pero una
ola de mareos lo invadió. Emerson estaba justo ahí en su codo, ya
cuidando bien de él, y en ese momento, Rhys estaba tan jodidamente
agradecido por su amigo. Caminaron juntos al otro lado de la calle, y
mientras cruzaba la puerta, los niños aparecieron dándole la bienvenida,
haciendo que su corazón se hinchara.

—¡Rhys! —exclamó Sam, abalanzándose hacia él.

—Ten cuidado con sus costillas —advirtió Emerson.

Rhys se puso rígido a su lado.

—Joder, odio esto.

—Sé que lo haces —dijo Emerson en voz baja, entendiendo que


Rhys nunca en su vida se había sentido tan frágil.

Sam rodeó suavemente su cintura, y Audrey sonrió mientras le


cogía la mano y le tiraba hacia el dormitorio que se convertiría en su
habitación durante las próximas dos semanas.

Rhys jadeó mientras se maravillaba con el color de la pintura y la


nueva ropa de cama.

110
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Vaya, se ve muy bien. —Encontró la mirada de Emerson—.


¿Estás seguro que estás bien con esto?

—Como dije, ya era hora —respondió Emerson en tono solemne—.


Por extraño que suene, tu accidente nos empujó a hacer este cambio.

Rhys arqueó una ceja.

—¿Estás insinuando que me caí por la ladera de una montaña para


que pudieras repintar esta habitación?

Audrey y Sam se rieron mientras Emerson le sonreía.

—Suena estúpido, pero es la verdad.

—Eh, la vida es definitivamente extraña. —Cojeó hacia la cama, y


por primera vez en días, se sintió esperanzado.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

10
Emerson
—¿Cómo va la recuperación de tu amigo? —Neil preguntó mientras
Emerson apilaba los archivos en su escritorio y colocaba los bolígrafos
extraviados en el soporte de metal junto a su ordenador.

—Todavía es pronto, así que lo estamos averiguando, pero creo que


bastante bien —respondió en un tono distraído. Era el final de la jornada
laboral, y no podía esperar a llegar a casa. Odiaba dejar a Rhys durante
tantas horas, pero habían enviado mensajes de texto con cosas estúpidas
durante el día, que ciertamente se sentían como en los viejos tiempos, lo
que ayudó a que el tiempo pasara volando—. Gracias por preguntar. Nos
vemos mañana.

Salió corriendo por la puerta y se dirigió al aparcamiento, sin ganas


de charlar.

Sabía que los niños ya estaban en casa porque había recibido un


mensaje de Audrey de que estaban haciendo sus deberes y Rhys estaba
durmiendo la siesta en su habitación. Su habitación.

Cristo, tener a Rhys en su casa era extraño, y sin embargo no. Se


sentía cómodo, pero tal vez demasiado cómodo. Necesitaba mantener
esos otros sentimientos separados y concentrarse en su recuperación.
Por un lado, Rhys siempre había sido un accesorio en la casa, siempre
había estado cerca, pero ahora era diferente porque estaba herido, y se
habían besado justo antes de eso, y Emerson deseaba que supiera dónde
estaban. Era más difícil de lo que él creía posible seguir adelante y olvidar
que algo de eso había pasado.

112
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

En lugar de parar para hacer un recado, condujo directo a casa,


queriendo asegurarse que Rhys estaba bien pero también sintiéndose
estúpido porque por supuesto lo estaba.

Esta mañana había dejado a Rhys a su aire mientras llevaba a los


niños a la escuela, y luego volvió para ver cómo estaba durante el
almuerzo, sólo para encontrarlo sentado en la cama, viendo videos de
escalada en YouTube. El mismo Rhys de siempre, excepto que había una
suavidad que Emerson no había visto desde la muerte de sus padres, y
era más probable que fuera por tener que depender de la ayuda de otros
durante su recuperación.

Cuando llegó a casa, primero revisó a los niños, luego se dirigió a


la habitación de Rhys. La luz estaba encendida, y él estaba sentado,
leyendo algo en su teléfono.

—Hola —dijo Emerson.

Rhys le lanzó una sonrisa cansada.

—Hola.

—¿Qué tal si te instalamos en el salón mientras preparo la cena?

—Perfecto.

Emerson le ayudó a salir de la cama, esperó fuera de la puerta


mientras se lavaba en el baño, tanto tiempo, en realidad, que se habría
preguntado si Rhys se había caído si no fuera por el ritmo de una canción
a la que no podía ponerle título. Se veía refrescado cuando finalmente
salió, y mientras se apoyaba en él mientras caminaba hacia la cocina,
Emerson contuvo un suspiro tembloroso.

113
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Sam y Audrey salieron con Rhys y se fueron al sofá, viendo un viejo


episodio de Jimmy Neutron que Rhys les dijo que era su favorito de la
infancia.

—No he visto esto en años —proclamó Rhys, y Emerson señaló


cómo Sam y Audrey hicieron un breve contacto visual. Habían tenido la
misma conversación hace un par de meses cuando Rhys había estado
haciendo clic en los canales para ver algo. De hecho, había influido en
Sam para que buscara más episodios y tuviera su propio maratón,
especialmente porque el protagonista era un niño genio. Emerson pensó
que Sam podía verse reflejado.

Emerson siguió la pista de los niños, esperando a ver si se lo


mencionaban. Si lo hacían, ¿se sentiría mal Rhys? Los niños parecían
tener la misma preocupación, y lo dejaron pasar.

Buscó en el armario, sacando fideos de fetuccini y un frasco de


salsa Alfredo5. Sabía que debería haber descongelado las pechugas de
pollo o parar en la tienda para añadir algo más a la comida, pero por
ahora, tenía que apañarse.

Y olvídate de hacer cualquier tipo de salsa desde el principio; era


deplorablemente inepto y deseaba haber prestado más atención cuando
sus padres estaban vivos, como Rhys obviamente hizo con su madre.

A Rhys le encantaba la buena comida y probablemente podía comer


lo que quisiera después de gastar tanta energía en la naturaleza. A veces
Emerson lo encontraba en su cocina, hasta los codos en los platos,
habiendo probado una u otra receta. Algún día haría muy feliz a alguien.
Esa idea no le gustó nada, e intentó como el demonio hacer a un lado el

5
Fetuccini. Es un tipo de pasta. La salsa Alfredo es una salsa para aderezar pastas.
Originalmente contenía simplemente queso parmesano y mantequilla, aunque
modernamente, además de dichos ingredientes, suele agregársele roux o crema de leche.
Algunas variantes incluyen perejil, ajo, huevo, vegetales, mariscos o pollo.

114
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

pensamiento oscuro cuando algo que parecía celos se asentó en su


estómago.

Se avergonzó de su insípida comida mientras todos se reunían


alrededor de la mesa para comer. Al menos había encontrado un poco de
pan de ajo en el congelador para añadir a su cena.

—Lo siento si esto es lamentable —comentó, rociando parmesano


en sus fideos.

—Oye, es mejor que la gelatina y el caldo —respondió Rhys, y luego


se metió un tenedor en la boca—. La próxima vez puedes añadir a la salsa
unos champiñones en rodajas o tomates secos.

—¿Tomates qué? —Emerson bromeó.

—Ew, los hongos son asquerosos —dijo Sam, levantando sus gafas.

Emerson arqueó una ceja.

—¿Ves a lo que me enfrento?

Rhys se rio.

—Claramente.

—A Sam casi no le gusta nada —se quejó Audrey—. No te ofendas


Emerson, pero lo intentaría si tú lo hicieras.

—No me ofendo —respondió Emerson—. Tal vez cuando Rhys se


recupere, podamos sobornarlo para que sea nuestro chef a tiempo
completo.

—Trato hecho —respondió Rhys, y luego se puso pensativo.


¿Estaba pensando en su recuperación?— ¿Siempre me gustó cocinar? —

115
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

preguntó, mirando a lo lejos. La mesa se quedó en silencio, y justo cuando


Emerson estaba a punto de comentar, Rhys respondió su propia
pregunta—. Supongo que sí. Casi olvido cuánto compartíamos mamá y
yo las tareas de la cocina antes de que llegara Carl. —Sonaba casi
amargado por el hombre, lo cual no era nada nuevo, pero ahora Emerson
se preguntaba si había algo que se había perdido cuando estaban en la
ciudad.

Todos se atrincheraron en su comida mientras un tranquilo


silencio caía sobre la habitación.

—¿Cómo estuvo el colegio? —preguntó Emerson, pasando la cesta


de pan de ajo.

—Bien. Obtuve una A en mi examen de matemáticas —respondió


Audrey.

—Impresionante. Choca los cinco.

—¿Sam?

—Los chicos de la escuela son unos imbéciles —se quejó.

Emerson atrapó cariñosamente su muñeca y dio un apretón


reconfortante.

—¿Pasó algo?

—En realidad, no. Sólo lo de siempre. —Frunció el ceño—. Nadie


me entiende.

La tristeza se filtró a través de los ojos de Rhys, y Emerson se


preguntó cuánto recordaba de los problemas de Sam. Cómo se habían
burlado los niños de él casi siempre y cómo eso hacía que Emerson se
sintiera impotente incluso cuando intentaba dar a Sam apoyo y

116
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

esperanza. Había hablado con sus maestros incontables veces y alentó a


Sam a que las cosas mejoraran.

—Algún día conocerás a otro chico que sienta pasión por las
mismas cosas, y os convertiréis rápidamente en amigos. —A Sam nunca
le gustaron los deportes organizados, a no ser que fuera un juego dentro
de su ordenador, y era un gran ratón de biblioteca, así que prefería
quedarse en casa y leer o jugar a los vídeo juegos. Emerson a menudo se
preguntaba qué sugeriría su madre si estuviera aquí, y la verdad es que
él no lo sabía. Definitivamente ella siempre lo animaba, y así lo hacía
Emerson también.

—Sé lo que se siente —dijo Rhys de repente, y Emerson tuvo la


sensación de que sabía a dónde iba con esto.

Sam levantó sus gafas.

—¿Lo sabes?

—Sí. —Se encogió de hombros—. Nadie entendía realmente por qué


me atraían los deportes de aventura. No era el fútbol o el béisbol.

—O el baloncesto o el fútbol —añadió Sam, y Audrey puso los ojos


en blanco pero se quedó callada.

Ella sabía lo sensible que era Sam sobre ciertos temas.

Emerson esperaba que Rhys hablara de ser gay en un mar de


heterosexuales. No había considerado su elección de actividades porque
en realidad era mucho más social que Emerson. El clima podía ser
temperamental en Maine, pero Rhys estaba al aire libre haciendo cosas
que disfrutaba más días.

117
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson también sintió que estaba esperando al margen mientras


todos los demás salían y se volvían locos por las chicas, y en ese sentido,
siempre fue reconfortante tener a Rhys como amigo. Él era simplemente
él mismo y nunca lo hizo sentir extraño por ser un introvertido y sólo ser
parte de un puñado de clubes escolares que le interesaban, como el que
lo involucraba en el servicio comunitario durante las vacaciones de
verano. Emerson jugó en las pequeñas ligas en algún momento, pero eso
no continuó en años posteriores, aunque siguió siendo un fan de algunos
equipos profesionales o semiprofesionales.

Y maldita sea, a la luz de sus recientes revelaciones sobre sí mismo,


las sinapsis se disparaban en su cerebro. Quería decirlo en voz alta, pero
no quería arruinar su momento. Estaban sonriendo y riendo, y Sam
parecía satisfecho de que Rhys hubiera normalizado sus sentimientos.
Joder, quería besar a Rhys en ese mismo momento. Se levantó de su
asiento para llenar su vaso con más agua helada y calmar su pulso
acelerado.

—¿Los adultos siempre te dijeron que debías ser consciente de tu


entorno? —Audrey preguntó con los ojos en blanco y Emerson casi se rio
mientras repetía como un loro una conversación reciente que habían
tenido sobre el toque de queda y también sobre la caza de gatos,
considerando el tiempo que pasó en su teléfono.

—De hecho, lo hicieron. —Rhys lo miró por el rabillo del ojo—. ¡Y


mira lo que pasó!

Sam y Audrey rieron nerviosamente, como si no estuvieran seguros


de si debían hacerlo.

—No pudiste evitar lo que pasó —dijo Emerson en voz baja.

118
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Tiene razón —añadió Audrey, y estaba orgulloso de ella.


Reconoció que Rhys se sentía muy deprimido y que probablemente le
vendría bien una charla de ánimo propia.

—Sí, pero aun así apesta de todas formas. —Rhys se encogió de


hombros—. Así que así son las cosas Sam. Nunca sabes lo que va a pasar.
Mantente fiel a ti mismo y haz lo que te gusta por encima de cualquier
cosa.

—¿Lo harás? —Sam preguntó, y luego mordió su pan de ajo.

Rhys levantó su tenedor de nuevo, lo que parecía una lucha para


él.

—¿Qué?

—¿Todavía harás lo que tú quieres?

Emerson notó cómo Rhys tragó pesadamente.

—Bueno, no esta noche. —Emerson sintió un extraño punto en su


pecho mientras Audrey y Sam se reían.

—¿Podemos retirarnos? —Sam rogó después de terminar su último


bocado de pan, y cuando Emerson cedió, ambos se levantaron para
enjuagar sus platos y colocarlos al azar en el lavaplatos. Emerson miró
hacia otro lado, sabiendo que los reordenaría más tarde, simplemente
agradecido de que lo recordaran.

Rhys todavía no había pinchado en su plato de pasta, y Emerson


no creía que fuera porque no tenía hambre. Podría haber sido su cocina,
pero más que eso, notó cómo Rhys luchaba con el movimiento repetido
de levantar su tenedor a su boca. Se preguntaba si había olvidado una

119
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

dosis de sus medicamentos para el dolor. Estaba convencido de ello


cuando Rhys dejó caer el utensilio, que se estrelló contra el suelo.

—Maldición —dijo Rhys, apretando los dientes.

—Aquí... déjame.

Emerson pinchó con un tenedor limpio sobre la pasta del plato de


Rhys y se lo llevó a la boca.

Los ojos de Rhys se abrieron mucho mientras miraba a Emerson.

—No tienes que darme de comer —dijo con fuerza.

—Obviamente te cuesta trabajo —murmuró, tan silenciosamente


que los niños no lo escucharon en la habitación de al lado—. Para eso
estoy aquí.

—Bien, enfermero Rose. —Sus ojos se arrugaron en las esquinas,


y Emerson supuso que era apropiado. Y tal vez algún día llegaría a buen
puerto—. Supongo que eso es lo que hacen los amigos, ¿verdad?

—Es absolutamente lo que hacen los amigos —respondió Emerson,


con sus mejillas poniéndose coloradas.

Entonces alimentó a Rhys mordisco tras mordisco, de la pasta


cremosa, de un modo lento y deliberado, y mientras lo hacía, podía sentir
a Rhys mirándolo, realmente mirándolo. Como si estuviera estudiándolo,
tratando de entenderlo, y Emerson no pensó que Rhys era consciente de
su escrutinio hasta que lo miró fijamente a los ojos.

Hubo un momento prolongado cuando una cierta gravedad colgó


en el aire entre ellos. Para Emerson, la gravedad era marcadamente
diferente a la de Rhys. Rhys probablemente se sintió un poco indefenso,
y su orgullo amenazaba con levantar su tristeza. O esperaba que sólo

120
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

estuviera agradecido de que no estuviera haciendo un gran problema de


ello... a pesar que se sentía como un gran problema para él por razones
totalmente diferentes. Por Dios.

Emerson quería inclinarse y tomar su boca, probar su esencia. Era


insoportable no tener la oportunidad de explorar lo que habían estado a
punto de hacer antes del accidente. Ciertamente podría haberse
estrellado o fracasado estrepitosamente o no haber ido a ninguna parte
después de eso. Estuvieron a punto de poner su amistad en peligro, así
que tal vez fuera todo para bien. No es que su desgracia fuera algo bueno.

Pero Emerson no pudo aliviar el profundo dolor en su pecho


cuando miró a su herido, magullado y hermoso amigo, ni el dolor de tocar
a Rhys de una manera significativa. En cambio, lo alimentó y cuidó y le
hizo saber que no estaba solo.

Era lo mejor que podía hacer en una situación horrible.

121
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

11
Rhys
Emerson todavía parecía tenso y nervioso cuando estaba cerca,
pero cuando le dio de comer su cena... Jesús. Ni siquiera sabía cómo
sentirse al respecto. Rhys estaba mortificado, pero también había acogido
desesperadamente la intimidad del acto porque se sentía inquieto y
Emerson era como un ancla para un barco a la deriva. En muchos
sentidos era como si estuvieran empezando de nuevo, como si su amistad
estuviera colgando de la balanza, lo que no tenía sentido. ¿Había pasado
algo entre ellos antes del accidente? ¿Habían empezado a distanciarse?

De todas formas, era reconfortante tener a Emerson allí, junto con


Sam y Audrey. Eran buenos para el alivio, así como para la distracción
necesaria.

Después de la cena, todos se acomodaron en el sofá, Emerson


distraídamente pasando por los canales de televisión.

—¿Hemos empezado alguna nueva serie juntos? —preguntó Rhys.


Era lo único que él recordaba de todos ellos juntos, ver series y programas
divertidísimos, mayormente en la casa de Emerson. Eso le trajo un cierto
confort, la idea de que algunas cosas permanecieran igual cuando todo
lo demás era tan desconcertante.

Cuando Emerson no respondió de inmediato, notó que buscaba


una respuesta de Sam y Audrey.

—Estábamos en medio de la tercera temporada de Stranger


Things. —Audrey asintió hacia la pantalla, y Emerson buscó el programa
en Netflix.

122
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

El alivio lo inundó. Estaba bastante seguro de que recordaba este


programa.

—¿Hay un personaje llamado Eleven?

—¡Sí! —Sam elevó su puño en el aire—. Has visto todas las


temporadas con nosotros. ¿Por qué no empezamos desde el principio para
que Rhys lo recuerde?

—No, no tienes que... —Rhys comenzó en un tono frustrado.


¿Cuántas cosas serían así? ¿Cuántas pequeñas cosas se le ocurrirían que
no pudiera recordar o que tuviera que recordar?

—También nos ayudaría a nosotros —señaló Sam—. No he podido


recordar un par de detalles sobre el Upside Down.

Se le podía aplicar a él mismo. Una descripción perfecta de cómo


se sentía.

—Si estáis de acuerdo.

—Claro —dijo Audrey, y Emerson le dio a Play mientras Audrey se


instalaba junto a Rhys en el sofá. Cuando ella se inclinó hacia él, le dolió
el brazo, lo cual fue culpa suya por no haber tomado su última dosis de
medicamentos, pero de todas formas estaba disfrutando de la cercanía.
Solían acurrucarse así, recordó, y la sensación de familiaridad era
impresionante.

Después de dos episodios, que fueron reconocibles para Rhys,


gracias a todo, Emerson hizo que los niños se durmieran, luego hizo
guardia fuera del baño mientras Rhys orinaba, y lo ayudó a acostarse.

123
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuando tomó el frasco de pastillas y el agua de la mesita de noche,


haciendo un gesto de dolor, apreció que Emerson se abstuviera de hacer
comentarios.

Luchó con sus sábanas, incapaz de ponerse cómodo a pesar de


sentirse exhausto.

—¿Te sientes ansioso? —preguntó Emerson con voz vacilante—.


¿Estás listo para volver a subir al caballo, por así decirlo?

—No, todavía no. —Rhys vaciló, tragándose esos sentimientos de


ansiedad que iban creciendo—. Si pudiera sólo recordar el accidente,
podría ser capaz de averiguar lo que pasó. Quiero decir, Martin dijo que
fue un desprendimiento de rocas y que estaba fuera de mi control. Pero
quiero saber si estaba preocupado o mal colocado, para no cometer el
mismo error otra vez.

Cuando levantó la vista, Emerson se quedó boquiabierto.

—¿Qué?

—Yo... no lo sé. Es lo más incierto que te he oído nunca —respondió


Emerson, con cara de estar nervioso—. Desde que te conozco, nunca has
tenido miedo de saltar con ambos pies. Patinar, escalar, hacer
paracaidismo, lo que sea. Solía asustar a nuestros padres.

Rhys asintió, sabiendo que los había preocupado, pero no podía


detenerse. Estaba en su sangre. Pero ahora estaba probando ese miedo
que sin querer había repartido en bastantes dosis.

—Y te he sacado de quicio en más de una ocasión.

—Llámalo preocupación, capullo. —Sonrió Emerson con


suficiencia—. Sólo somos diferentes, eso es todo.

124
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No lo sé —dijo Rhys con una risa—. Por eso, a todos los efectos,
esto no funcionaría en el papel.

Emerson se puso serio inmediatamente.

—¿Qué no funcionaría?

—Nuestra amistad. —Rhys señaló entre ellos—. Está funcionando,


¿no?

—Por supuesto. —El cuello de Emerson se puso rojo, como si


estuviera ofendido o herido por la pregunta—. ¿Por qué preguntarías eso?

—Trata de que te borren la memoria —se quejó Rhys, poniendo los


ojos en blanco—. No es divertido. Y me estás tratando de forma diferente.

—¿Qué? ¿Cómo? —Emerson se sentó en el borde de la cama,


pareciendo desconcertado, y Rhys se sintió culpable, pero Cristo, estaba
perdiendo la cabeza y necesitaba recuperarla.

Podía sentir su corazón latiendo en sus oídos mientras decía:

—Estás de puntillas a mi alrededor. Como si yo me pudiera... no


sé... romper...

Cuando sus miradas se encontraron, los ojos de Emerson se


suavizaron una fracción. Rhys temía que sonara demasiado necesitado y
deseaba poder retomar la conversación y empezar de nuevo.

—Estás herido, y eso es difícil de ver.

—Lo siento —inmediatamente Rhys se arrepintió de haberlo


mencionado—. Supongo que soy una contradicción necesaria.

—Está bien —murmuró Emerson—. Se te permite serlo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

¿Emerson se daba cuenta de la increíble persona que era? Muchos


de los buenos recuerdos de Rhys lo involucraban. E incluso ahora, no
sabía lo que habría hecho sin su apoyo. El hecho de tenerlo allí ayudaba
mucho.

Rhys se inundó de repente de un cariño tan profundo por su amigo


que sin pensarlo, extendió la mano y empujó un mechón de pelo perdido
detrás de la oreja de Emerson, como lo había hecho unas cuantas veces
antes, después que sus padres fallecieran. Era tan grueso y oscuro como
el de sus hermanos. Más parecido al de su madre.

—Gracias por estar aquí para mí, Em. —Escuchó el aliento de


Emerson y se dio cuenta que dejó sus dedos ahí. Los apartó rápidamente,
sus mejillas se calentaron y su pecho sintió una punzada desconocida.

Emerson sujetó la mano de Rhys.

—Siempre.

Y entonces sus dedos desaparecieron, pero fue suficiente contacto


para hacer que su piel zumbara con calor. Estaba tan jodidamente
contento de no estar solo.

En ese momento su teléfono sonó con un mensaje de texto, y era


de uno de sus compañeros de trabajo que lo había vinculado a un video
de skateboarding que había prometido enviar.

—¿Quédate un poco y mira este video conmigo? —suplicó—.


Probablemente no debería pedírtelo. Sé que debe ser difícil para ti estar
en esta habitación, pero yo sólo...

—Ayuda tenerte aquí. —Emerson sonrió—. Definitivamente


necesito acostumbrarme a ello. Además, la habitación tiene una
vibración diferente ahora, lo que también ayuda.

126
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson levantó las mantas y se deslizó bajo ellas, y se sintió como


en los viejos tiempos, cuando se quedaban a dormir en la casa de
cualquiera de ellos los fines de semana.

Después que Rhys saliera públicamente, algunos de los chicos de


la escuela comenzaron a tratarlo de manera diferente. Los chicos de los
vestuarios le daban la espalda, como si fuera a estudiar sus genitales o
algo así. Era un asco, pero podría haber sido mucho peor. Los niños
susurraban mierda, pero nunca fue intimidado, y por eso estaba
agradecido.

Pero Emerson siempre lo trató de la misma manera, y aunque


tenían diferentes intereses, siempre estuvo ahí para él. Así que ser
vulnerable frente a su mejor amigo ahora no debería haberle hecho
perder tanto tiempo pensando, pero de alguna manera aun así lo hizo.
Emerson había pasado por mucho, pero lo había recibido, sin hacer
preguntas.

—¿Y qué es esto? —preguntó Emerson, inclinándose hacia el


teléfono.

—Es de los X Games6, y este chico tiene madera de campeón.

Le dio a Play y escuchó la reacción de Emerson a algunas de las


acrobacias. Su mente siguió derivando hacia otros recuerdos de su
infancia, como instantáneas en el tiempo. A veces, si se esforzaba
demasiado en refrescar su memoria, su cabeza nadaba y se sentía
bastante fuera de sí. Lo cual estaba sucediendo ahora. Eso, junto con los
analgésicos que se le administraban, lo hacían sentir somnoliento.

6
Los X Games son un certamen de deportes extremos organizado por el grupo mediático
de deportes de los Estados Unidos ESPN. Reúne a profesionales de diversas disciplinas
de todo el mundo. Los participantes compiten para ganar las medallas de oro, plata y
bronce, además de premios en dinero.

127
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¡Eso fue genial! —exclamó Emerson, pareciendo genuinamente


impresionado. Puede que haya sido una persona muy cautelosa cuando
se trataba de... bueno, la vida, pero siempre fue un buen amigo al
escuchar y actuar interesado en los hobbies de Rhys—. Haz clic en el otro
video de este mismo chico.

Rhys pulsó Play en otro video de YouTube, y Emerson sostuvo el


teléfono más cerca de su cara, pero después de otro minuto los ojos de
Rhys se cerraron y su cabeza se inclinó hacia el hombro de Emerson.

Emerson se puso tenso brevemente, pero entonces Rhys sintió su


brazo en su espalda, lo más probable es que lo mantuviera estable.
Inmediatamente se fundió con él, enterrando su nariz en la camiseta de
algodón de Emerson y tomando una bocanada del aroma limpio del
detergente para ropa con un toque del olor almizclado de Emerson. El
aroma lo rodeó de una manera familiar y reconfortante.

—¡Oye! —dijo Emerson en su pelo, haciendo que un cálido zumbido


viajara por sus hombros—. Vamos a acomodarte en la cama.

Aun así, ninguno de ellos se movió. Era como un peso muerto, y


esperaba que Emerson lo perdonara por disfrutar demasiado de su calor.

Se sentía seguro y contento, como si todo fuera a estar bien.


Recuperaría la memoria, dejaría de soñar con caerse y no tendría miedo
de volver a escalar.

128
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

12
Emerson
—¿Qué es lo que hacen exactamente en rehabilitación? —preguntó
Neil mientras se sentaba en la silla frente al escritorio de Emerson en su
cubículo.

Acababa de regresar al trabajo después de llevar a Rhys a su cita y


volver en su hora de almuerzo, y se estaba acomodando, a pesar que su
jefe estaba siendo comprensivo con la situación. Aun así, tenía que
organizar algunas hojas de cálculo mientras comía su almuerzo en su
escritorio, y Neil tuvo la amabilidad de incluir su pedido con el suyo.

Rhys estaba exhausto después de la sesión, pero Emerson logró


que comiera un poco de sopa antes de sentarlo en el sofá y entregarle el
mando de la televisión. Tenía un par de horas antes que los niños llegaran
a casa. Hasta ahora, su organización estaba funcionando bien.

—Buena pregunta —respondió, mientras Neil abría la bolsa de


papel y sacaba un par de hamburguesas y patatas fritas—. Rhys dijo que
hacen algunas actividades para ejercitar el aparato motor y actividades
para ejercitar la mente.

—¿Para ayudarle a recordar? —preguntó Neil, desliando su


hamburguesa con queso.

—Posiblemente. —De repente sintió que el tema era demasiado


personal. También era un tema delicado, y después del accidente, cuando
se sintió más vulnerable, estuvo a punto de contarle a Neil lo que pasó
entre él y su mejor amigo. Pero al final decidió no hacerlo, no sólo porque
era algo privado, sino porque no era como si Neil pudiera ayudarle a

129
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

superar su enamoramiento por su mejor amigo. Tendría que superar ese


obstáculo por sí mismo.

Y anoche no ayudó. La forma en que Rhys se había puesto cómodo


sobre su hombro hizo que su estómago temblara de deseo. Después de
deleitarse con su cercanía por mucho tiempo, lo ayudó a instalarse en la
cama. Rhys sólo murmuró y se volvió a dormir, lo cual fue totalmente
entrañable.

El hecho que Rhys se hubiera relajado lo suficiente, significaba que


había confiado en él como para dormirse sobre su hombro mientras
Emerson miraba el video del patinador, y eso hizo que su corazón se
disparara. Había sido un video genial, y Emerson siempre se
impresionaba con el nivel de habilidad de algunos de estos deportistas,
pero normalmente aceptaba ver cosas con Rhys porque era importante
para él. No era que no le gustaran los deportes, de hecho, se le conocía
por ver los partidos de cualquier deporte con pelota de las ligas menores
durante el verano, otra cosa que él y Neil tenían en común.

—¿Cómo van las clases? —preguntó Emerson, y luego mordió una


patata frita. No se iba a quejar, porque se estaba muriendo de hambre.

—Bastante bien. Tengo que entregar un trabajo en mi clase de


farmacología. —Neil estaba casi terminado con su título de asociado y
esperaba pasar al departamento de farmacia del hospital tan pronto como
hubiera una vacante. Iba despacio porque estaba tomando clases on line
y nocturnas, pero era bueno que estuviera trabajando en algo.

Emerson tenía un trabajo estable, los niños estaban en su seguro


médico, además el seguro de vida de sus padres había ayudado a pagar
algunas de las facturas más grandes, pero no se había organizado lo
suficiente como para cubrir la escuela en sus planes. Todo se sentía
demasiado abrumador en ese momento.

130
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Lógicamente sabía que esta empresa era mucho más grande que
todo eso. Estaba ayudando a sus hermanos a convertirse en adultos
responsables, y ni siquiera sus noches más oscuras, cuando se sentía
más devastado, podían socavar eso. Eran su responsabilidad, y tenía que
ver a través de sus padres. Y por él mismo.

Joder, echaba de menos a sus padres. Y extrañamente, se sentía


más cercano a ellos cuando él y sus hermanos estaban en casa juntos
como una familia.

El hecho de que Rhys se quedara en su habitación al principio se


sintió sacrílego, luego como una oración contestada, y no era un hombre
que rezara. Pero si alguien podía dar nueva vida a su hogar, era Rhys.

Joder, casi lo pierde a él también.

—Oye, casi lo olvido —dijo Neil, interrumpiendo sus reflexiones—.


Si los Rockets llegan a los playoffs, ¿te interesaría ver un partido
conmigo? Tengo un amigo con abonos de temporada que no puede
usarlos.

—¿En serio? —Los Rockets eran un equipo de ligas menores que


jugaba cerca de Bangor y estaban teniendo una temporada muy buena—
. Creo que probablemente podría hacerlo.

Fue muy amable de su parte preguntar. Para ese momento,


esperaba que Rhys volviera a estar en pie y todo hubiera volvería a la
normalidad. Lo que sea que eso significara. Sacudió el pensamiento
melancólico.

—¡Impresionante! —Neil sonrió—. Cruza los dedos para que lo


logren.

131
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Definitivamente —contestó mientras Neil se reía y tiraba el


envoltorio a la basura.

—Gracias de nuevo por el almuerzo.

***

Escuchó voces excitadas y risas cuando atravesó la puerta después


del trabajo, y no pudo evitar sonreír cuando vio a los tres acurrucados
juntos en el sofá, cada uno con un mando en la mano.

—Se despliega automáticamente —instruyó Sam, dando un codazo


a Rhys.

—Sólo dame tiempo, y le cogeré el truco. —Rhys miró brevemente


en su dirección mientras Emerson colgaba sus llaves en el gancho y
colocaba su mochila en la esquina cerca del perchero—. Bienvenido a
casa.

El sentimiento lo calentó hasta la médula.

—Querrás llegar a un terreno más alto —sugirió Audrey, señalando


la pantalla.

Cuando Emerson se acercó y miró la pantalla, notó que estaban en


Spawn Island en el juego de Fortnite, que podía ser usado como una
arena de práctica para principiantes.

—No puedes llevarte la munición contigo —añadió Emerson,


incapaz de evitarlo.

Rhys dejó caer el mando en su regazo y suspiró.

132
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Et tú, Brute7?

—Lo siento —dijo Emerson, mordiéndose el labio y mirando hacia


otro lado—. ¿Estáis cansando a Rhys? —pudo oír el pequeño suspiro que
Audrey le dirigía.

—De ninguna manera —respondió Rhys—. Me están haciendo


compañía.

—Y no te preocupes, nuestra tarea está hecha —dijo Audrey.

Ahora sólo se sentía tonto. Como si fuera el padre no genial que


entró en la habitación y arruinó su buen momento.

—Está bien. Comenzaré a hacer la cena, entonces.

Rhys aclaró ruidosamente su garganta.

—Así que, en realidad pensamos que deberías unirte a nosotros por


unos minutos.

Emerson señaló con el pulgar sobre su hombro hacia la cocina,


confundido.

—No, realmente debería...

Audrey aplaudió con entusiasmo.

—La cena se está haciendo.

—¿Eh? —Su mirada se dirigió hacia la cocina, y fue entonces


cuando notó que la luz del horno estaba encendida y el temporizador
ajustado para doce minutos más—. ¿Qué está pasando?

7
¿Et tu Brute? Es una expresión francesa que significa. ¿Nos estás intimidando?

133
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Las mejillas de Rhys se salpicaron de rojo, como si no estuviera


seguro de haberse excedido.

—Le enseñé a Audrey cómo marinar pechugas de pollo.

—Y no te preocupes, me aseguré que se lavara las manos y limpiara


el mostrador —añadió Sam, y Emerson le devolvió la sonrisa. No hay
manera que se salgan con la suya con la propagación de gérmenes, si
Sam tiene algo que decir al respecto.

Audrey enderezó sus hombros, como si estuviera orgullosa de sí


misma.

—Y luego pusimos el pollo en el horno para hornearlo antes, luego


Rhys nos dirá que lo saquemos y lo terminemos de hacer en una sartén.

—¿En serio? —Emerson se quedó atónito mientras caminaba hacia


el horno y miró dentro de la cacerola de pollo. En efecto, parecía marinado
con algo que no podía identificar, lo que no era en absoluto
sorprendente—. Estoy impresionado.

—No fue tan difícil —añadió Audrey. Qué manera de restregárselo.


Emerson levantó una ceja.

—No queríais que yo cocinara.

—Tal vez —dijo Sam con su habitual honestidad, y Emerson no


podía culparlo por eso—. Pero Rhys dijo que te vendría bien un descanso.

Sus ojos se encontraron en la distancia.

—Gracias —dijo, y la sonrisa de Rhys iluminó toda la maldita


habitación.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Además, todavía tienes que hacer un poco de arroz y terminar la


receta una vez que el pollo esté casi cocido. Pero te voy a ayudar.

—¿Te has pasado el día buscando recetas en Pinterest o algo así?


—preguntó Emerson con una risa. Había sido uno de los sitios favoritos
de su madre, y admitía que había hecho un par de búsquedas por su
cuenta, normalmente agobiándose y cerrando la cuenta.

—Por favor. —Rhys puso los ojos en blanco—. Ahora ven aquí y
juega una ronda de Mortal Kombat conmigo. Ha pasado una eternidad.

Emerson casi se ríe, pero la cara de Rhys era tan seria que decidió
quitarse un peso de encima y sentarse a su lado en el sofá. Se sentía bien
después de una tarde estresante de llamadas de clientes.

Y tuvo que admitir que realmente se divirtió. Le ganó fácilmente a


Rhys en el primer asalto, probablemente porque sus costillas no podían
soportar el constante golpeteo de los botones. Así que Rhys le concedió el
control a Sam, y en un momento dado no hubo más que risas y alegría
pura y sin adulterar en la habitación. Emerson sintió el escozor de las
lágrimas detrás de sus ojos, sin duda porque se había convertido en un
completo cobarde. Su madre solía llorar en los comerciales, por Dios, y
ahora él tenía la misma aflicción. No podía evitar ahogarse con las cosas
más pequeñas.

Después, Rhys comenzó a hervir el arroz en el fogón, luego se sentó


en la isla de la cocina y llevó a Emerson a hacer un roux de mantequilla,
harina y ajo para lo que se convertiría en su pollo frito. Y maldita sea, era
realmente muy simple, y se avergonzaba de no saber lo básico de casi
nada. Tal vez la Red de Alimentos necesitaba estar en constante rotación
por las noches. Tal vez necesitaba preparar algo propio y sorprenderlos
una noche. Bien, se estaba adelantando un poco. Era sólo una comida.

135
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Eso huele increíble —exclamó Audrey cuando finalmente levantó


la vista de su teléfono. Estaba constantemente enviando mensajes de
texto a sus amigos, y Emerson había necesitado establecer reglas para la
hora de dormir donde su teléfono estaba apagado por la noche.

—Tengo hambre —declaró Sam mientras Emerson servía la comida


y Audrey ayudaba a llevar el tazón de arroz al centro de la mesa de la
cocina.

—Esto está delicioso —dijo Rhys después de un buen bocado.

—Fue todo tuyo. —Emerson apuntó su tenedor en dirección a


Rhys—. Tendremos que retenerte.

Inhaló bruscamente sus propias palabras y esperaba que pasara


desapercibido para todos los presentes. Pero podía sentir a Audrey
mirándolo, y no quería mirarla, no sea que se entregara. Rhys también
se quedó callado, y Emerson no tenía ni idea de lo que debía estar
pensando.

Afortunadamente, Sam no se dio cuenta y proporcionó un alivio


cómico al poner una montaña de arroz en su plato.

—¿Qué? —preguntó mientras todos se reían. Ciertamente no


estaba siendo demasiado exigente con su comida esta noche. Tal vez, pille
el truco a la crianza de los hijos después de todo.

Después vieron otro episodio de “Stranger Things”, y luego


Emerson tuvo un Rhys bastante agotado instalado en la cama.

—No exageres idiota.

—Si exagerar es jugar a los videojuegos y darte órdenes en la


cocina, entonces estoy a favor —respondió bostezando.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Es así? —Ayudó a ajustar las mantas sobre Rhys.

—Quería que me instalaras en la ducha, pero ahora estoy


demasiado cansado. ¿Me ayudas mañana?

Habían discutido previamente que Rhys evitaba ciertas actividades


por su cuenta, como bañarse o ducharse. Rhys no hizo un escándalo por
la sugerencia, tal vez porque sabía que caerse en una bañera resbaladiza
era una posibilidad real. Al menos hasta que su equilibrio fuera más
estable y su cabeza menos borrosa. Para la próxima semana
probablemente estaría listo para hacerlo por su cuenta.

—Por supuesto que te ayudaré —respondió Emerson, empujando


el flequillo de Rhys de su frente. Fue algo instintivo y no pudo detenerse.
Ser capaz de tocarlo de nuevo lo inundó de un inmenso alivio después de
casi perderlo. Aunque en este punto, sólo podía referirse a la pérdida en
el sentido físico. Emocionalmente, era algo más, algo que permanecía
enterrado en lo profundo de la psique de Rhys, y Emerson no estaba
seguro de si alguna vez podría llegar a él allí de nuevo.

—Gracias. Espero no oler a maduro —dijo en voz baja mientras


cerraba los ojos—. ¿Apesto?

—No, hueles bien. —Emerson pasó una mano por su mandíbula, y


cuando la acción envió un temblor por los hombros de Rhys, su estómago
tuvo esa sensación de caída en picado que podía hacerlo temblar cuando
estaban tan cerca—. Puedo ayudarte a afeitarte también, si quieres.
Acabo de comprar un nuevo juego de cuchillas que te dan un afeitado
más suave.

—Sí, me gustaría eso —murmuró mientras se alejaba hacia la tierra


de los sueños.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

13
Rhys
—Definitivamente echo de menos el trabajo —le dijo Rhys a Martin,
que había llamado para ver cómo estaba. Rhys nunca se había imaginado
a sí mismo en el comercio, pero descubrió que realmente disfrutaba del
ambiente en Flying High, probablemente porque estaba rodeado de gente
igual de apasionada por los deportes de aventura al aire libre. Además,
el trabajo tenía sus ventajas, como ser parte del grupo de escalada de
Flying High.

Rhys miró distraídamente el jarrón de flores que había recibido del


personal la semana pasada. Las margaritas estaban a punto de
marchitarse, pero él no quería tirarlas todavía. Esperaba que le ayudara
a refrescar la memoria, ya que algunos de los nombres firmados en la
tarjeta adjunta eran extraños para él. Debían ser personal nuevo. O eso,
o sus peores temores se hicieron realidad, que había algunos déficits que
se extendían más allá de la marca de los doce meses, y no quería ni
siquiera considerar esa posibilidad.

Aunque sabía que su condición podría haber sido mucho peor, y la


tarde que pasó haciendo clic en el portátil, leyendo historias de amnesia
más graves, había sido suficiente para él. Lo apagó rápidamente y juró
vivir el momento. Su terapeuta le advirtió que se frustraría cuanto más
insistiera en los detalles de sus recuerdos. Era mejor dejar que se
desentrañaran solos, si es que alguna vez lo hacían.

—Sólo concéntrate en sentirte mejor —respondió Martin en ese


tono paternal que usaba con su personal. En su época de apogeo, Martin
había pasado por su cuota de accidentes y miembros rotos, por lo que

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

usaba la precaución, lo que le venía bien a Rhys porque estar todo el día
de pie y ayudar a los clientes aún no estaba en las cartas.

Pero estaría mintiendo si no admitiera que odiaba sobrecargar de


trabajo a la gente. Que sus compañeros de trabajo se hicieran cargo de
sus turnos y Emerson lo llevara a sus citas hacía que la culpa se
profundizara más.

—Gracias —dijo—. Y oye, dile a Jill que estaré absolutamente en


marcha de nuevo en un par de semanas. Aunque tal vez escalando.

Escuchó un pequeño suspiro.

—Ella apreciará que digas eso. Sabes, ha sido muy duro para ella,
ya que estabais solos arriba.

—Sí, lo sé, y me gustaría poder recordarlo. —Devolvió su tono


frustrado. Esperaba que decir su nombre en voz alta le ayudara a
refrescar la memoria. Qué estúpido—. Parece una persona increíble, así
que será genial conocerla de nuevo.

Después de despedirse, vio desde el sofá cómo Emerson terminaba


de lavar los platos y se limpiaba las manos con un trapo de cocina. Los
niños ya estaban arriba en la cama.

Al menos Emerson se relajó anoche cuando lo sorprendieron con


la cena. Esos niños lo amaban mucho, y darle un respiro fue algo que
ninguno de ellos dudó en hacer una vez que les expuso la idea.

—¿Qué tal si vamos a dar una vuelta este fin de semana? —


preguntó Emerson, aparentemente sintonizado con lo loco que se sentía.
Era mejor que tenerlo de puntillas a su alrededor, inseguro de hasta
dónde preguntar. Pero maldición, él quería que Emerson empujara, que
tomara el control como lo hacía en otras situaciones y que le dijera que

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

moviera su trasero y dejara de sentir lástima por sí mismo—. Donde


quieras.

—Suena bien —respondió Rhys, alcanzando el vaso de agua de la


mesa de café—. Pero, escucha. Tampoco quiero impedir que hagas cosas
con otros amigos. O no sé, ¿citas?

Sabía que Emerson no tenía citas a menudo, o demonios, tal vez lo


había hecho últimamente y Rhys no lo recordaba. Aunque algo se sintió
un poco mal en eso, quería asegurarse que sabía que no tenía que estar
con él todo el tiempo.

—Sabes que realmente no... —Se alejó, y luego negó con la cabeza
como si hubiera cambiado de opinión.

—¿Citas? —preguntó Rhys, con la frustración asentándose en sus


entrañas—. Bueno, deberías.

Emerson agitó su mano.

—Es complicado.

—¿Por qué? ¿Porque estás cuidando a tus hermanos? —¿Y ahora


tu mejor amigo?—. Por eso estoy aquí. Puedes usarme como tu niñera
incorporada. Debería ser capaz de valerme por mí mismo mucho mejor
en una semana más.

—Sí, tal vez —respondió Emerson con una mirada lejana—.


Aunque realmente no hay nadie con quien quiera... No importa.

—¿Qué? —suplicó Rhys, aunque no quiso presionar porque


Emerson podía ser terco. Sin embargo, estaba desesperado por volver a
ese lugar donde podían compartir cualquier cosa. No es que ellos
realmente nunca discutieran su vida sexual, pero normalmente podían

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

hablar de sentimientos. Al menos él pensaba que podía. Ese pensamiento


recurrente se cernía en su mente, ¿había cambiado algo?

Las cejas de Emerson se juntaron.

—Me lleva un poco de tiempo... trabajar con alguien.

El recuerdo de ver a Emerson con una chica por primera vez en el


instituto revoloteó por su cerebro. Recordó lo extraño que era cuando
caminaban por los pasillos cogidos de las manos. Cómo la bilis se había
subido a su garganta antes de que se la tragara y abrazara la situación
de frente, caminando a su lado a la clase y bromeando.

Siempre supo que Emerson sería un tipo comprometido, pero verlo


mostrarle a alguien que no sea su familia, y bueno, él, cualquier tipo de
ternura era definitivamente surrealista. Podía admitir ahora que estaba
celoso de ella, pensando que tendría toda la atención de Emerson, y la
idea era absurda. Porque no era como si hubiera arruinado su amistad.

Pero si Rhys lo hubiera admitido en voz alta, pensó que Emerson


seguramente habría entendido el sentimiento. Hubo una vez cuando eran
adolescentes y se enamoró por primera vez de un chico guapo que
trabajaba en la feria de verano. Emerson había actuado de forma extraña
y distante durante días después, así que Rhys nunca compartió que él y
el tipo habían enviado mensajes de texto durante un tiempo antes que se
esfumara.

Su primer encuentro con un tipo no se produjo hasta los diecisiete


años. Era un chico del parque de patinaje, y a veces se besaban y se
metían en la casa del árbol del patio de recreo cuando oscurecía. Cristo,
qué memoria. Pero también recordaba estar despierto por la noche,
preguntándose qué pensaría Emerson o qué tan diferente sería su sabor,

141
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

si fuera honesto. No había podido evitarlo, su mejor amigo nunca estaba


lejos de sus pensamientos, incluso en ese entonces.

—Sí, lo recuerdo —respondió Rhys, volviendo a sintonizar y


notando cómo Emerson tenía problemas para hacer contacto visual—.
Pero por eso es especial para cualquiera que tenga el privilegio de
acercarse a ti. De tener tu atención.

Emerson jadeó y luego negó con la cabeza.

—Rhys, yo... —Una mirada de remordimiento cruzó su rostro que


Rhys no entendió del todo—. No importa, sólo estoy siendo sensiblero.

Rhys le hizo señas que no era nada.

—Supongamos que quiero que te des cuenta de lo mucho que


aprecio todo lo que has hecho.

La tímida sonrisa de Emerson se convirtió en una amplia sonrisa.

—Supongo que me deberás una.

Rhys se burló.

—Oh, estoy seguro que encontrarás una manera de que yo pague.

Emerson se dirigió hacia el sofá y se acercó a él.

—¿Listo para la ducha ahora?

—Sí, gracias. —Usando el brazo de Emerson como palanca, se puso


de pie—. Mayormente puedo hacerlo yo mismo, pero levantar los brazos
sigue siendo mortal.

—Date un respiro —dijo Emerson, ayudándole a caminar hacia el


baño—. Estabas inconsciente no hace ni diez días.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí, sí —dijo Rhys, agarrándose al fregadero—. Hagamos un trato,


¿vale?

—De acuerdo. —Emerson parecía indeciso.

—¿Qué tal si nosotros...? no sé. Fingimos. Que nada de esto es tan


pesado. —Rhys se quedó sin aliento—. Pero tal vez eso es injusto. No
puedo imaginarte recibiendo la llamada y corriendo al hospital... otra vez.
Lo siento...

—Vale, para. —Le cortó la charla con una indicación de su mano—


. No estás siguiendo tu propio consejo. No quiero... no puedo... —Cerró
los ojos—. Es un trato.

—¡Genial! —El alivio inundó los rasgos de Emerson, y Rhys


esperaba que eso significara que finalmente había dicho lo correcto—.
Ahora aféitame. Me pica la mandíbula como el infierno.

Una risa saltó de la garganta de Emerson. Cuando sus ojos se


encontraron, las mejillas de Emerson se sonrojaron, pero sus labios se
extendieron en una sonrisa que lo hizo ver... impresionante.

—Me encanta verte sonreír. No lo haces lo suficiente.

Su rubor se profundizó.

—Siéntate en el inodoro y déjame hacer lo mío.

Estar afeitado se sentía increíble, y meterse en la ducha sería aún


mejor. Emerson estaba tranquilo y concentrado en la tarea, y Rhys cerró
los ojos mientras Emerson usaba sus dedos para posicionar su
mandíbula de una manera y de otra para darle un afeitado decente.
Intentó quedarse quieto mientras la cara de Emerson se acercaba y podía
sentir su aliento en sus labios. ¿Por qué demonios se sintió tan íntimo de

143
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

repente? Seguro, no tenía el hábito de dejar que la gente le afeitara la


maldita cara, pero sabiendo lo gentil y atento que Emerson estaba
siendo... hizo que su estómago se sintiera cálido y excitado.

Emerson definitivamente debería intentar salir con más gente.


Sería genial en eso. Además, lo jodidamente atractivo que era sería un
bonus. Y bueno, ahora estaba pensando demasiado en lo guapo y lo fácil
para salir que era su mejor amigo heterosexual.

Cristo. Demasiado tiempo en sus manos, obviamente.

Se mareó y sus ojos se abrieron de golpe justo cuando Emerson


buscaba una toalla para limpiarle la mandíbula. Joder, esperaba que los
mareos acabaran desapareciendo. Sabía que era un síntoma residual,
pero también le asustaba y le hacía sentirse inseguro de sí mismo. ¿Y si
volvía a ocurrir en un momento crítico, como al lado de un montaña
escarpada otra vez?

Forzando a bajar el miedo, cojeó hasta la bañera con la ayuda de


Emerson.

Después de abrir el grifo, Emerson tiró con cuidado de su camiseta


y su pantalón. Rhys entendía lo que había en sus calzoncillos grises, y
Emerson no miró en ningún momento, posiblemente por respeto a Rhys,
pero maldición, Rhys casi quería que lo viera completamente. Sería mejor
que esta extraña tensión entre ellos.

—¿Ves?, esto es lo que quiero decir. No es como si nunca hubieras


visto mi culo desnudo.

—No desde que éramos adolescentes —dijo Emerson, con sus


mejillas sonrojándose otra vez—. Joder, tienes razón. Lo siento. Tal vez es
extraño, que necesites apoyarte en mí cuando yo me he apoyado en ti
durante tanto tiempo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Bueno, joder. ¿Era así como lo veía? Su estómago estaba todo


caliente ahora.

—Nadie lleva la cuenta aquí —respondió Rhys, con la piel de gallina


en sus brazos por el aire frío que se arremolinaba, y tal vez también por
la vulnerabilidad en el tono de Emerson. Inclinándose hacia él, Rhys
añadió—. Pero me alegro que seas tú quien me cuide.

El aliento de Emerson se recuperó cuando finalmente se encontró


con la mirada de Rhys, y la mirada de profundo afecto hizo que su piel
picara. Decidió entonces que le gustaba hacer sentir bien a Emerson, y
quería más de esto, cualquiera que fuera el sentimiento cálido entre ellos.

Emerson asintió sutilmente antes de estirar su brazo más allá de


la cortina de la ducha para comprobar la temperatura del agua.

—¿Necesitas ayuda para entrar ahí?

—Creo que te necesito cerca en caso de que me resbale y me rompa


el culo.

Emerson sonrió, pero se puso serio rápidamente cuando Rhys se


bajó los calzoncillos y los liberó de sus tobillos con sus pies. Se dio la
vuelta, pretendiendo alcanzar una toalla en el armario de la ropa, pero
Rhys se dio cuenta y lo dejó pasar mientras su pulso se estrellaba en sus
venas.

¿Por qué su estómago se sentía tan extraño e inquieto? Cristo.

—Sólo déjame agarrarme a ti mientras entro.

Emerson, mirando a la pared lejana, extendió su brazo para


anclarlo. Rhys se habría reído si no estuviera nervioso de caer en la
superficie resbaladiza.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson no era más que un caballero. ¿No sería algo verlo perder
el control por primera vez? Mierda, esa imagen sólo sirvió para que su
polla se animara. No podía hacer nada al respecto ahora, y además, era
sólo porque no se había masturbado en algún tiempo.

El agua se sintió increíble cuando pasó cálidamente mojando su


piel.

—Maldición, esto es tan bueno.

Alcanzó el gel de baño, cogiéndolo a tientas, y finalmente obtuvo lo


suficiente en su mano como para enjabonarse su cuerpo, lavándose lo
mejor que pudo. Incluso el recipiente se sintió pesado en sus dedos
después de otro minuto, lo cual era ridículo, y deseaba no tener que
pasarlo tan mal. Sumergió su cabeza, dejando que el agua cayera en
cascada sobre sus hombros, con la esperanza de proporcionar alivio a
sus músculos.

Mierda, sus costillas lo estaban matando.

—¿Estás bien? —Emerson preguntó en un tono cauteloso.

—Lo estaré. —Su aliento salió de sus labios en un jadeo superficial


mientras apoyaba su mano contra la pared—. Joder, me duele.

—Déjame ayudarte. —La voz de Emerson era suave y cálida


mientras buscaba el champú. Pronto sus manos estaban en su cabello y
masajeando su cuero cabelludo, y fue tan increíble, que gimió, deseando
que nunca terminara. Sintió a Emerson tensarse brevemente antes de
redoblar sus esfuerzos con el mismo vigor, pero también con una
suavidad que sólo podía venir de su conexión compartida. El hecho que
estuviera haciendo esto por él... Demonios, no sabía cómo sentirse. Aquí
estaba, desnudo y vulnerable, y maldición, no creía que pudiera confiar
en las manos de nadie más sobre él de esta manera. Nunca así. Sus ojos

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

escocieron de repente con lágrimas, pero se las tragó. Estaba siendo


demasiado emocional, y necesitaba cortarlo. Era sólo una ducha, por el
amor de Dios.

Después de poner su cabeza bajo la ducha para enjuagarse, miró


a Emerson, y su mirada se llenó de una ternura que hizo que el corazón
de Rhys se alojara en su garganta. La parte delantera de su camiseta
estaba húmeda y temblaba por el frío, o quién sabe qué más.

—Te estás mojando.

—Está bien. Luego me cambiaré —respondió, como si saliera de un


trance—. ¿Has terminado, o quieres quedarte más tiempo?

Era tentador estar bajo el rocío por un minuto más pero no era
justo para Emerson.

—Estoy listo.

Emerson cerró del grifo y alcanzó la toalla. Después de pasársela


por el pelo, y luego por sus brazos, se la puso en la espalda y lo envolvió
en ella. Rhys podía sentir su pesado aliento contra su mejilla, y cuando
sus miradas se encontraron, vio una chispa tan brillante de cariño en los
ojos de Emerson, que hizo que su piel se erizara. Joder, ¿de qué demonios
iba eso?

Salió con cuidado de la bañera, y Emerson lo llevó a su dormitorio,


donde buscó en la bolsa de Rhys para sacar ropa interior limpia. Rhys se
sentó en la cama, y Emerson le ayudó a subir los calzoncillos por sus
caderas. Se dio cuenta que estaba tratando de no mirarle la polla, que
estaba recobrando vida por la atención, aparentemente teniendo una
mente propia, aunque no tenía ningún sentido común.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Joder, lo siento. —Bajó la cabeza mientras sus mejillas se


calentaban—. Bueno, al menos sé que mi polla todavía funciona.

—No te preocupes —dijo Emerson con voz áspera—. Probablemente


sólo sea una reacción natural.

Bien, esa repentina y completa tensión entre ellos estaba ahí de


nuevo y lo mató completamente. Pero también lo estaba su cuerpo. Sus
costillas estaban matándolo, así que se acostó en la cama y jadeó como
si hubiera corrido una maratón.

—Voy a terminar de descargar el lavavajillas. Grita si me necesitas.


—Mientras Emerson daba un paso atrás, Rhys quiso pedirle que se
quedara, pero no pudo precisar por qué, aparte que parecía ansiar su
cercanía—. Buena noche.

—Buena noche —murmuró y cerró los ojos.

Maldita sea, estaba duro como el puto acero. Pero incluso la idea
de esforzarse para masturbarse le hacía retroceder. Tendría que esperar.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

14
Emerson
Maldita sea, la vista del cuerpo delgado de Rhys. Claro, lo había
visto desnudo de adolescente cuando se cambiaban rápidamente para ir
a nadar o ponerse un pijama o lo que fuera. Pero el Rhys adulto, con esa
zona de vello en la ingle, su culo perfectamente redondo, y esa espalda
musculosa, probablemente de todas esas caminatas y escaladas, era algo
para contemplar.

No podía creer que pensara esas cosas sobre un hombre, y mucho


menos sobre su mejor amigo. Mierda.

Y la muy hermosa polla de Rhys se había engrosado un poco en la


ducha y luego mucho en la cama, cuando Emerson se esforzó tanto en
no darse cuenta. Pero lógicamente sabía que era sólo una reacción física.
¿Qué más podría ser? Rhys ciertamente no recordaba su beso, y nunca
se había sentido atraído por él antes de esa noche en el bar cuando las
cosas parecieron cambiar entre ellos. ¿Verdad? Todos esos detalles
habían sido robados de la memoria de Rhys, y todavía se sentía como un
golpe en las tripas.

Casi como una muerte.

Se puso nervioso al salir de la habitación de Rhys, revisó a sus


hermanos, y luego fue a su propia habitación a masturbarse. Cristo,
había pasado tanto tiempo desde que alguien lo había tocado. No es que
quisiera tener sexo tan a menudo, pero estaba seguro de que le atraía
mucho Rhys y no sabía cómo parar.

Mientras se acariciaba hasta el olvido, imaginó lo que podría haber


pasado después de ese beso. Eso era todo lo que tenía, y eso es lo que le

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

tendría que bastar. Esperaba que el recuerdo de los labios de Rhys


moviéndose contra los suyos no se desvaneciera, pero al mismo tiempo
esperaba que lo hiciera.

Pura tortura.

Cayó de espaldas contra la almohada con un gemido bajo, sus


miembros débiles, su pulso desbocado, su corrida secándose sobre su
estómago. Se sobrepondría a esto. Había pasado por cosas mucho peores.

***

Ese fin de semana Rhys aceptó su oferta de ir a dar una vuelta.

—¿Seguimos con el plan? —preguntó antes de meterse en la boca


un trozo de panqueque, que era la única comida que Emerson podía
dominar sin mucho esfuerzo. Recordó que su madre añadía vainilla y
canela a la masa, y sus hermanos dijeron que sabían casi igual de bien,
así que eso era algo para presumir en lo que a ellos respecta. Rhys parecía
disfrutarlos también, rociando más jarabe en su pila.

—Me gustaría volver al lugar de mi accidente.

Emerson se puso tenso.

—¿Estás seguro que es una buena idea?

Recordó que el doctor les dijo que dejaran que Rhys les indicara el
camino, pero que no lo abrumaran con información.

Si él fuera Rhys, supuso que querría hacer lo mismo. Querría hacer


lo que pudiera para refrescar su memoria. Y hasta ahora, no había pedido
mucho. En absoluto.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Por favor... no me trates con guantes de seda. —Su mirada era


suplicante—. Sólo confía en mí.

—De acuerdo. —Emerson le dio una palmadita en el hombro—. No


lo haré.

Rhys se abrochó el cinturón en el asiento delantero, y Sam y


Audrey se acomodaron en la parte trasera con bocadillos y algún que otro
dispositivo electrónico. Sería casi una hora de viaje al Parque Nacional
Acadia. Sam les dijo que las especies de abejas eran las más importantes
para el medio ambiente, y Rhys le dijo que el senderismo le permitiría
disfrutar de la naturaleza.

—Deberías hacerlo conmigo alguna vez —dijo Rhys, y luego se rio


cuando Sam se tapó la cara. Todos sabían que Sam no era de los que se
esforzaban mucho, así que su amor por la naturaleza sólo se extendía al
jardín de su patio trasero, que cuidaba fielmente cada verano como su
madre, leía sobre el cuidado de las plantas, y su sueño era trabajar algún
día en un laboratorio de biología.

—Te das cuenta de que podrías tener que hacer trabajo de campo,
¿verdad? —le había preguntado Emerson a Sam después de ver un
magnífico documental sobre cómo se formó la tierra y que contaba con
una impresionante selección de biólogos.

—Mientras no haga mucho calor y no tenga que caminar mucho —


había respondido, y todos se sorprendieron.

—Sólo quiere esconderse detrás de libros y un microscopio —


señaló Audrey.

—No —respondió Sam, luego empujó el hombro de su hermana, y


ella empujó hacia atrás con mucha más fuerza. Audrey siempre era capaz
de presionar los botones de Sam, y él siempre mordía el anzuelo. Ninguna

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

cantidad de inteligencia de libros le ayudaría, sólo la madurez y una piel


más gruesa.

—¡Hey!, ya basta —advirtió Emerson. Le dio a Audrey una mirada


severa a través del espejo retrovisor, y ella desvió su mirada, sabiendo
que debería haber tomado el camino más corto. Pero eran hermanos, y
los hermanos definitivamente se ponían de los nervios de vez en cuando.
O en su caso, todo el tiempo.

Pero también había estado ahí para su hermano de manera


significativa desde que sus padres murieron, y ahora la imagen de ellos
abrazados mientras lloraban desconsoladamente, aferrándose el uno al
otro antes de la mañana del funeral pasó por su mente. Lo sacó
despiadadamente de su cerebro. De ninguna manera quería ir allí. No
cuando tenía otra casi tragedia sentado a su lado en el asiento del
pasajero. Rhys quería desesperadamente recuperar sus recuerdos y
Emerson también, pero sus razones eran egoístas, y eso lo hacía sentir
como un imbécil. Así que hizo todo lo que pudo para ayudar, no por él
mismo, sino para su mejor amigo.

Entraron al parque por la entrada de Bar Harbor en la ruta 3. El


camino era bonito, y con las hojas comenzando a cambiar, aún a
semanas de su caída, era una vista impresionante. Viajar a uno de los
parques nacionales de su estado no era algo que hicieran a menudo, pero
ahora Emerson pensó que deberían hacerlo. Se sentía bien alejarse de la
rutina diaria. Dejar que Rhys los empujara fuera de sus zonas de confort.

—¿Algo de esto te resulta familiar? —Audrey preguntó


tentativamente.

—Sí —dijo Rhys, y el corazón de Emerson saltó momentáneamente


antes de sumergirse en las profundidades, mientras Rhys añadía— pero
sólo porque he caminado y escalado aquí antes, así que no quiero

152
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

ilusionarme todavía. —Emerson y Sam se mantuvieron callados mientras


recorrían los caminos panorámicos para llegar a Hawkeye Hill, donde
Rhys había empezado a escalar un risco escarpado ese fatídico día. Los
senderos de excursión parecían atestados. Emerson no había
considerado pedir hora ese día para su visita, pero supuso que no
importaba a menos que no pudieran acercarse a la zona debido a las
multitudes.

—¡Allí! —Sam señaló una señal que indicaba que estaban cerca, y
un suave silencio cayó en el coche mientras Emerson se dirigía en esa
dirección. Había cierta pesadez en el aire cuando el pintoresco risco se
hizo visible; se enorgullecía de tener unos 370 metros8, que no era tan
alto como la Montaña Cadillac, aunque sabía que Rhys ya había
abordado esa subida y generalmente disfrutaba de los lugares menos
conocidos.

Rhys observaba por la ventana, su silencio casi reverente mientras


lo asimilaba todo. Emerson quería preguntar si algo estaba refrescando
su memoria, pero no quería arruinarle el momento. Audrey debió tener
la misma idea porque la oyó callar a Sam cuando estaba a punto de decir
algún hecho o estadística.

Mientras conducían a lo largo de los caminos del parque, Emerson


casi podía visualizar la ambulancia tratando de rodear todos los
vehículos para correr hacia Rhys, quien para entonces ya estaría tirado
inconsciente en el suelo. En una de sus últimas discusiones en el
hospital, Martin le dijo cómo su línea había soportado su peso mientras
era cuidadosamente bajado al suelo por su equipo de escaladores, así
como algunos otros que habían intervenido para ayudar. Rhys tenía un
impresionante grupo de amigos que lo cuidaron bien, pero Emerson no

8
En el original indica 1200 pies. Unos 366 metros.

153
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

podía dejar de imaginarlo asustado y solo esa mañana al amanecer,


aunque no supiera conscientemente lo que le estaba pasando.

Había pensado en sus padres de la misma manera a lo largo de los


años, sobre todo cuando se acurrucaba abrazándose a sí mismo por la
noche, asustado y enloquecido. Los oficiales le habían dicho que habían
muerto instantáneamente en el accidente, dado lo mal que estaba su
coche, pero a menudo se preguntaba si eso sólo se lo dijeron para
calmarlo. Cómo diablos sobrevivió a esos días que lo único que sentía a
su alrededor era tristeza.

En el momento justo, los dedos de Rhys se enroscaron alrededor


de su antebrazo para señalar un área para estacionar, y los recuerdos de
esas noches desgarradoras y tiernas cuando Rhys lo abrazaba y le
susurraba que estaba bien para que pudiera cerrar los ojos durante unas
horas hasta la mañana. Le hizo querer entrelazar sus dedos. Para que
Rhys supiera cuánto lo apreciaba.

El momento se rompió cuando Sam le hizo a Rhys preguntas


estadísticas sobre el buceo bajo los acantilados del océano.

Mientras se movían hacia el camino que los llevaría a la base de la


montaña, Emerson fue sorprendido por el tamaño de la estructura que
Rhys había sido lo suficientemente valiente para escalar. Y mientras que
normalmente habría sido un risco sin importancia para Rhys, su reacción
pareció reflejar la de Emerson, sus ojos se abrieron de par en par al
elevarse hacia el cielo.

—Vaya —dijo Sam, mirando a la cima.

—Dímelo a mí —dijo Audrey mientras observaba con curiosidad a


un grupo de escaladores con cascos ajustando sus cuerdas.

154
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Apartaros del camino —dijo Emerson, arrastrándolos hacia una


zona de césped.

Pero Rhys estaba en su propio mundo, y Emerson contuvo la


respiración mientras se alejaba de ellos y se acercaba a la base de
Hawkeye Hill. Audrey hizo la moción de unirse a él, pero Emerson la
detuvo, permitiendo a Rhys trabajar por su cuenta. Apretó los puños,
esperando que Rhys no perdiera el equilibrio, pero estaría ahí si el
hombre tropezara aunque fuera un poco.

Después de unos minutos, Audrey empezó a ayudar a Sam a


buscar rocas interesantes, probablemente por aburrimiento más que por
interés, mientras Emerson se dirigía a Rhys.

Se mantuvo al margen, sabiendo que Rhys era consciente de su


presencia, y por ahora eso era suficiente.

—¿Algo? —Emerson preguntó después de unos minutos


tranquilos, su pulso palpitaba en su garganta. Era jodidamente horrible
querer algo y no querer algo al mismo tiempo. Y eso lo convertía en un
imbécil, porque quería que finalmente Rhys recordara todo para que
pudieran tener un cierre del asunto del accidente, de una manera u otra.
Pero el hecho que recordara, enloqueciera y lo abandonara de nuevo
también lo aterrorizó.

—No —respondió Rhys solemnemente. Emerson trató de llamar su


atención, pero Rhys sólo le ofreció el frío contorno de su perfil. Aunque
podía ver su frente arrugarse en decepción.

Rhys apuntó hacia arriba.

—Martin dijo que un montón de rocas se desprendieron en la


cumbre y cayeron por el lateral, una me golpeó justo en la cabeza.

155
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson notó que Rhys temblaba, así que puso su mano en su


espalda, esperando calmarlo y preguntándose si todo esto era demasiado
para él. Después de todo, tal vez no deberían haber venido aquí.

—¿Estás...?

Rhys le dio una severa advertencia a través del contacto visual, así
que Emerson cerró la boca y simplemente le proporcionó un apoyo
silencioso mientras Rhys trabajaba con sus pensamientos y
sentimientos.

Se suponía que estar aquí era traumático aunque no lo recordara.


Había leído que a veces la idea de un evento perturbador podía
desencadenar algo en la psique de un paciente con amnesia. Y en este
caso, Rhys podría haber captado el peligro de la situación.

—No hay manera que me subas ahí arriba —dijo Sam, y se puso
de pie junto a ellos—. La probabilidad de que algo suceda...

—¡Sam! —Emerson lo advirtió, evitando que siguiera hablando.

—Tampoco estoy seguro de poder —respondió Rhys con una risa


hueca.

Audrey jadeó.

—Pero es parte de lo que eres.

Rhys se encogió de hombros.

—Tal vez ya no. Se siente diferente. Al menos ahora mismo.

Cuando sus ojos se encontraron, había tristeza y preocupación en


la mirada de Rhys, como si ya no supiera quién era o no se reconociera a
sí mismo. Y Emerson sabía muy bien lo que se sentía.

156
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Audrey parecía molesta, y Emerson sintió que debía decir algo, pero
no sabía qué. Joder, esto se estaba convirtiendo en una salida miserable.

—La vida está llena de sorpresas, ¿no es así? —añadió Rhys—. Pero
fue un buen paseo, y es genial estar fuera.

—Había una señal en ese camino hacia un mirador. —Apuntó


Audrey en dirección a un árbol enorme que daba sombra en la zona—.
¿Alguien quiere caminar un poco?

—Puedes ver el océano desde ese lugar —respondió Rhys—. ¿Por


qué no vamos todos? Y antes que tu hermano o Sam se quejen, no está
lejos.

—Sí. —Sam alzó sus brazos al aire, y mientras se dirigían hacia el


camino, recogió un par de rocas más, así como una rama para apoyarse.
El bueno de Sam.

Rhys tenía razón. No había muchos pasos para la vista


panorámica, pero podía decir por la forma en que se aferraba a sus
costillas que la inclinación de la estructura no se sentía muy bien. El área
estaba llena de espectadores tratando de sacar fotos, así que esperaron
un poco, Sam de puntillas, tratando de ver por encima de los hombros
de la gente. Una vez que finalmente les tocó el turno y Audrey grabó un
video corto, Sam se quejó de que le habían picado los mosquitos y quería
regresar. Emerson puso los ojos en blanco y Audrey señaló que no sería
un gran biólogo si no pudiera aguantar estar en la naturaleza.

Emerson estaba seguro que volverían a empezar una partida de


empujones, pero en cambio Audrey lo sorprendió poniéndose en cuclillas
y dando a su hermano un paseo a caballo9 por los árboles.

9
Paseo a caballo. Es que Audry tomó a su hermano sobre su espalda.

157
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Tal vez, después de todo, el aire fresco había sido bueno para ellos.

Una vez que bajaron la pendiente, Emerson se puso delante de


Rhys y se puso en cuclillas.

—Vamos.

—¿Vamos qué? —Rhys preguntó en un tono confuso.

—Duh, sube, te llevaré —dijo Emerson.

—Soy demasiado pesado —se burló.

—Pruébame —respondió Emerson, y después de sólo un momento


de vacilación, Rhys se subió a su espalda. Caminaron con dificultad hacia
su coche mientras Rhys les señalaba otros lugares que podrían visitar en
otro viaje. Sentir su aliento en su oído y sus extremidades envueltas a su
alrededor hizo cosas extrañas en el estómago de Emerson mientras se
deleitaba en la cercanía.

—Gracias. —Cuando el aliento de Rhys le rozó la oreja, Emerson


tembló y casi perdió el equilibrio, pero se mantuvo firme mientras los
brazos de Rhys se estrechaban alrededor de su cuello—. ¿Estás seguro
que no soy demasiado pesado?

Emerson negó con la cabeza. Incluso si lo fuera, no lo admitiría. No


renunciaría a esta oportunidad de estar cerca aunque más tarde se
sintiera destrozado. Así que cuando Rhys se acomodó más cerca y
Emerson sintió que su mandíbula rasposa rozaba su oreja, suspiró,
disfrutando de la aspereza de la misma, imaginando el roce contra su
mejilla, labios y garganta por razones totalmente diferentes.

Después que se subieron en el coche, Emerson circuló por la


carretera.

158
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Hay una magnífica heladería en la siguiente salida.

—¡Adjudicado! —respondió Sam, y Emerson sonrió.

Cuando salieron del parque, Rhys miró hacia atrás como si


intentara una última vez despertar su memoria. O tal vez se estaba
despidiendo del Rhys que una vez conoció, y Emerson no supo cómo
sentirse al respecto.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

15
Rhys
—Feliz cumpleaños. Vives en un zoológico...

Rhys sonrió a la familia Rose mientras lo rodeaban en la mesa de


la cocina. Habían colocado una tarta de chocolate con glaseado de crema
de mantequilla delante de él, con velas en forma de un par de dos.
Comprada en la tienda, obviamente, pero era lo mejor porque aunque
había estado ayudando a Emerson en la cocina con la cena cada noche,
no se le podía confiar los postres.

—Pide un deseo —dijo Audrey, y cuando levantó la vista, vio pasar


una mirada entre ella y Emerson.

¿De qué se trataba? Lo había notado a menudo últimamente, como


si los dos supieran algo que el resto no. Cerró los ojos por un breve
momento y deseó lo mismo que anhelaba a diario desde el accidente.
Sentirse más como él mismo, lo que sea que eso significara.

Rhys dio la bienvenida a su 22 cumpleaños porque habían sido


unas semanas difíciles. Pero tampoco podía evitar sentir que había
perdido una parte de sus veintiún años en las sombras de su cerebro.
Regresar a Hawkeye Hill hace un par de fines de semana no ayudó a
refrescar su memoria, pero estaba contento de haber vuelto al lugar de
su accidente, aunque sabía que Emerson temía que fuera un movimiento
equivocado. Notó la decepción mezclada con cautela en la expresión de
Emerson en el viaje de regreso, e incluso hizo callar a Audrey cuando ella
lo mencionó después de llegar a casa.

De todas formas, había sido como superar un obstáculo porque


estaba un poco asustado por lo que podría descubrir.

160
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Desafortunadamente, lo único que había descubierto era que no podía


verse a sí mismo escalando de nuevo. Así que no sólo había perdido la
memoria, sino también un poco de sí mismo en el proceso. Por lo tanto,
era el motivo del deseo de cumpleaños.

Mientras Emerson cortaba el pastel, Rhys repartía cucharas


pequeñas, su equilibrio era ahora mucho más fuerte. Le seguían doliendo
las costillas, pero tenía menos mareos y podía valerse por sí mismo. Se
había destetado de los medicamentos para el dolor, sólo necesitaba tomar
uno de vez en cuando o cuando Emerson se empeñaba en ello después
de un día agotador. Su última cita con el médico había sido positiva, y
sólo necesitaba un seguimiento más, a menos que sus síntomas
volvieran.

Su cumpleaños también marcaba otra especie de celebración


porque ese fin de semana volvería a dormir en su propia cama y volvería
a trabajar el lunes, a tiempo parcial. Aunque admitiría que se sentía
melancólico por ello. Se habían convertido en una unidad familiar,
cenando juntos y dando paseos nocturnos por el vecindario. Aunque era
más él y Audrey porque ella lo disfrutaba mucho, y él prometió llevarla a
una mini caminata durante el mayor apogeo de las hojas de otoño.

A Sam le gustaba sentarse en el porche con un libro de no ficción


u otra clase hasta que volvían de su paseo alrededor de la manzana, y la
mayoría de las noches Emerson se quedaba con él. Rhys normalmente
encontraba a Emerson con las piernas estiradas en el escalón superior,
y mirando entretenido a su teléfono.

Verlo esperando allí siempre hacía que su corazón se agitara,


probablemente porque Emerson se sentía como en casa y no porque fuera
un hombre devastadoramente guapo con el pelo ondulado y canela que

161
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

hacía juego con esas pecas que salpicaban sus mejillas. Hombre hetero,
se recordaba a sí mismo.

Y, por supuesto, apreciaba de verdad todo lo que había hecho por


él. Rhys aún se sentía culpable por aprovecharse de la situación, pero
había empezado a ver un cambio en Emerson. Estaba más relajado ya
que fácilmente se tumbaba a su lado para ver un video o un programa de
televisión, y el otro día, cuando regresó del trabajo y encontró a los niños
con sus tareas extendidas sobre la cama king size 10 , Rhys notó la
satisfacción en su rostro.

Una vez que terminaron el pastel y el refresco, se dio cuenta que


Sam estaba a punto de estallar.

—¿Qué te pasa? —preguntó en un tono divertido.

—Sam está ansioso por llegar a los regalos —respondió Emerson,


dándole una mirada de conocimiento.

—Por supuesto, hagámoslo —dijo mientras apilaba los platos


vacíos en el centro de la mesa, una rutina a la que se había acostumbrado
cuanto más tiempo permanecía con ellos—. No tenías que comprarme
nada, pero no me voy a quejar.

Mientras Emerson llevaba los platos al fregadero, Sam alcanzó una


caja de tamaño medio en el suelo. Rhys pudo decir que la había envuelto
él mismo porque los pliegues y la cinta adhesiva estaban un poco
descuidados, pero eso sólo hizo que Rhys la apreciara más.

—Esto es para ti —dijo Sam, y Rhys notó como sus dedos


temblaban de excitación.

10
King Size. Es tamaño gigante. Las medidas dependen de cada país, aunque los
tamaños más comunes son 180x200 y 200x200.

162
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson y Audrey se reunieron mientras él arrancaba el papel y


sacaba la foto en la caja.

—Vaya, un caleidoscopio de mariposas —dijo, tratando de


transmitir lo animado que estaba por el gesto. Sam obviamente recordó
el regalo de mariquita que Rhys le había dado en su primer cumpleaños
después de la muerte de sus padres. Ciertamente había mantenido el
jardín de geranios para ellos todos los años. Y maldición, ahora Rhys
estaba tan agradecido que también lo recordara.

Ves, podría haber sido mucho peor.

—Esto es realmente increíble. Gracias.

—Las larvas de oruga se alimentarán del agua azucarada y de la


fruta que les suministramos —señaló mientras Rhys retiraba la red que
las albergaba, que parecía una pequeña tienda circular—. Podemos
añadir algunas ramitas u hojas también. Se colgarán boca abajo y
construirán sus crisálidas.

—Mira esto, Audrey. —Rhys se acercó a las criaturas de rayas


negras y doradas mientras Audrey miraba sonriente pero estaba callada.
Algunos insectos le parecían espeluznantes pero había madurado lo
suficiente como para saber cuándo cerrar la boca. Bueno, mayormente.

Pero de alguna manera, sintió que este regalo era importante para
Sam y ahora se había convertido en importante para Rhys también.

—Pensé que podíamos mantener el hábitat en el solario y verlas


transformarse en mariposas en unas pocas semanas, y luego averiguar
dónde soltarlas.

—Sam —dijo Emerson— Rhys se mudará de nuevo al otro lado de


la calle este fin de semana...

163
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Me encantaría que se quedaran aquí y volver a verlas —intervino


Rhys—. ¿Está bien?

—Es perfecto —dijo Audrey mientras una pequeña sonrisa


levantaba las comisuras de la boca de Emerson. Y carajo, se dio cuenta
de lo mucho que quería mantener esa conexión con la familia Rose. Su
familia.

—¿Seguirás cenando con nosotros? —Sam preguntó en un tono


serio.

—Claro, siempre y cuando no esté trabajando o tenga otros planes


—respondió, imaginando cómo sería su vida de aquí en adelante. Parecía
que hacía meses que no tenía su propia rutina en lugar de semanas. Pero
no podía admitir que lo esperaba con ansias. Todavía no—. Además, no
puedo someterte a la cocina de Emerson todas las noches.

—¡Eh! —Emerson se burló—. He mejorado, ¿verdad?

Rhys y los niños dejaron su pregunta colgada durante un largo


instante, como si hubiesen desarrollado la perfecta sincronización
cómica, antes de reír y solucionar la duda.

—Idiotas —dijo Emerson en voz baja.

Rhys abrió un juego de pulseras de goma de Audrey con las


palabras “hope and believe” y un nuevo kit de afeitado de Emerson que
coincidía con el que había usado con Rhys esa noche, y luego se fueron
a dar un tranquilo paseo por el vecindario. Se detuvieron a hablar con la
señora Fischer sobre sus bonitos girasoles, que habían crecido más altos
aparentemente de la noche a la mañana, y Sam le preguntó sobre las
condiciones correctas para plantarlos, posiblemente para su propio
jardín el próximo año.

164
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Después, siguió a Sam al solárium para comprobar las orugas.


Había recogido una rama caída de uno de los muchos grandes arces del
vecindario para ayudar a sus nuevos amiguitos.

—Son fascinantes. —Rhys miró fijamente sus antenas y sus


pequeñas patas.

—Casi siento lástima por ellas —murmuró Sam mientras ajustaba


la rama dentro de la tienda—. Pero probablemente vale la pena. Escuché
que no tienen receptores de dolor, no como los humanos.

Las cejas de Rhys se elevaron hasta la línea de su cabello.

—¿Qué quieres decir?

—Pasan por una completa transformación dentro de sus crisálidas


—explicó—. Liberan enzimas que derriten su tejido de adentro hacia
afuera, así que terminan pareciéndose un poco a la sopa.

—Mierda, no me di cuenta. —Las miraba fijamente, con la idea de


que sus cuerpos se derritieran o se licuaran o lo que fuera.

—Pero imagina en qué se convierten finalmente y cuánto han


pasado para llegar allí —señaló—. Para cualquier otro ser, parecería una
destrucción completa, pero en realidad, se trata de una transformación y
de convertirse en algo totalmente distinto. Y las alas que crean desde la
nada son increíbles.

—Además, pueden volar —añadió Rhys, pensando en las coloridas


monarcas en los que esas pequeñas se convertirían pronto.

—Sí —Sam estuvo de acuerdo—. Por eso pensé que era un buen
regalo para ti... porque estás pasando por tu propia metamorfosis.

165
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys sintió el escozor de las lágrimas detrás de sus ojos y se las


tragó. Este chico. Tan joven y a la vez tan sabio, mucho más adelantado
de sus años.

—¿Quieres decir por mi accidente? —Rhys preguntó notando su


garganta reseca.

—Sí. Bueno, y tu memoria. —Hizo un gesto con la mano—. Te


sentías un poco roto, y ahora te gustará, transformarte en algo genial. No
es que no fueras genial antes. Sólo quiero decir...

—Maldición. —Rhys alcanzó a Sam y le dio un fuerte abrazo—.


Gracias, amigo. Me encanta tu regalo. Y la forma en que funciona tu
mente.

Cuando Rhys miró por encima de su hombro, se sorprendió al ver


a Emerson de pie en la puerta, con la mirada baja y el labio entre los
dientes, como si no estuviera seguro de haber sido testigo de su
conversación privada. Pero Rhys estaba realmente contento de haberlo
hecho.

—De nada —respondió Sam mientras se alejaba del abrazo y


miraba a las orugas, aparentemente desconcertado por lo mucho que
había afectado a Rhys.

Rhys observó silenciosamente a las orugas por un minuto más,


pensando en lo anclado que se sentía a esta familia incluso después de
una caída libre así.

—Oye, si un grupo de mariquitas se llama... —Rhys se alejó,


tratando de recordar su conversación de otra celebración de cumpleaños.

166
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Encantandoras 11—dijo Sam, y Rhys asintió, todavía le gusta el


sonido de la palabra.

—¿Qué tal un grupo de mariposas? —preguntó.

Sam levantó sus gafas.

—Un caleidoscopio.

—¿Un caleidoscopio de mariposas? —Rhys se sintió un poco sin


aliento por la conversación—. Eso es hermoso, Sam.

Y cuando miró a Emerson, sus ojos se habían suavizado antes que


se volviera y los dejara en su conversación.

***

Esa noche Rhys tuvo ese sueño otra vez en el que caía. Esta vez,
sin embargo, no estaba rodeado por todos lados por una completa
oscuridad. Esta vez había un filtro de colores alrededor de los bordes de
la oscuridad, como astillas de un arco iris. Pero aun así estaba cagado de
miedo mientras se agitaba y lloriqueaba, esperando no golpearse contra
el fondo y morir.

—¡No! —se escuchó a sí mismo gritar, aunque no se registró como


su propia voz. Era áspera y dura, como si hubiera estado gritando la
palabra por un tiempo.

De repente, volvió a su cuerpo al sentir que unas manos le


sacudían insistentemente.

—Rhys, está bien. —Reconoció la voz de Emerson.

11
En el original a un grupo de insectos mariquitas lo llaman Loveliness. Encantadoras.

167
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Abrió los ojos y vio lirios azules y mechones de canela flotando


sobre él. Rhys trató de hablar.

—¿Q-qué?

—Estabas soñando —respondió Emerson, sus hombros


visiblemente relajados.

—S-sí. —Un hormigueo le acarició los brazos y las piernas cuando


la sensación comenzó a regresar a sus miembros. Temblando, se ajustó
las mantas, tratando de calentarse—. No sé qué me está pasando.

—Shh, está bien. —Sintió a Emerson deslizarse bajo las sábanas,


y de repente se vio envuelto en un ligero abrazo. Rhys sabía que Emerson
estaba siendo cuidadoso por sus costillas, y aunque todavía se sentían
como un constante y doloroso moretón, definitivamente le agradaría más
presión. Aun así, se sintió muy bien cuando el calor se filtró a través de
su piel hasta sus huesos. Suspiró y se metió más dentro de sus brazos,
saboreando su peso y su calor. Emerson pareció captar la idea,
envolviéndolo más fuerte—. Fue sólo un sueño, Rhys.

—Fue horrible —dijo en su cuello, absorbiendo su olor a almizcle.


Nunca antes se había dado cuenta de lo mucho que le calmaba. Otra cosa
que había dado por sentado sobre su amigo más cercano.

—¿Quieres hablar de ello? —Emerson preguntó en un tono


vacilante.

—Me estaba cayendo. En un oscuro e interminable vacío.

Emerson se puso tenso.

—¿Fue como un recuerdo de tu accidente?

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No lo sé. De alguna manera, no lo creo. Estaba todo negro a mí


alrededor, excepto que esta vez, había algo de luz filtrándose en los
bordes.

—¿Esta vez? —La voz de Emerson había tomado un tono más alto.

—Uh, sí. Y se sentía interminable, y yo estaba tan frustrado y traté


de sujetarme a algo, pero no había nada allí.

Empezó a temblar de nuevo, y Emerson lo acercó.

—Suena como uno de esos sueños de ansiedad en los que te sientes


fuera de control.

—¿Qué quieres decir? —murmuró, enterrando su nariz en su piel,


tomando otra inhalación profunda en sus pulmones.

Emerson se retiró para mirarlo.

—Después de que mis padres murieron, tenía estos sueños de


conducir donde me estrellaba contra una pared. El coche giraba y giraba,
y no era capaz de enderezar el volante ni de salir por mucho que lo
intentara.

Rhys inhaló bruscamente.

—Joder, siento que te haya pasado eso. ¿Por qué no me lo dijiste...?

—Había tanto que hacer en ese momento, ¿sabes? —Emerson


confesó con una voz torturada—. Tantas malditas cosas en mi cerebro
que apenas dormí las primeras semanas.

—Sí, lo recuerdo. —Empujó un mechón de pelo extraviado detrás


de la oreja de Emerson, memoria muscular por ahora. Cuando sus dedos

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

se acercaron a su sien, Emerson suspiró—. Y aquí estoy, invadiendo tu


vida cuando…

—¿Estás bromeando? —La voz de Emerson fue ruda y exigente,


haciendo que Rhys se estremeciera—. Joder, Rhys. Me haces sentir... —
Se arrastró mientras su aliento áspero se liberaba contra el cuello de
Rhys, haciéndolo temblar.

—¿Sentir qué? —Rhys susurró, casi temiendo preguntar.

La pregunta pendía en el aire, y Rhys no podía hacer rima o razón


de por qué la respuesta parecía importar tanto.

De repente Emerson alcanzó la mano de Rhys y se la agarró al


pecho.

—Como si no estuviera tan solo. Como si tal vez la carga no fuera


tan grande.

El aliento de Rhys se enganchó.

—¿De verdad?

Su mirada era suave y penetrante.

—Sí, de verdad.

—Joder, haría cualquier cosa, Em. —Sus temblorosos dedos se


curvaron contra la mandíbula de Emerson—. Cualquier cosa para
disminuir la carga pesada.

Emerson cerró brevemente sus ojos.

—Lo sé.

170
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Por si sirve de algo, esos niños te adoran. —Jugó con un mechón


de pelo de Emerson cerca de su oreja—. Has hecho que sus vidas
merezcan la pena ser vividas.

—No lo sé. Seguro que la cago mucho. —Emerson se mordió el


labio—. La mitad de las veces ni siquiera sé lo que estoy haciendo.

—Pero tú sigues aquí, y eso es exactamente lo que necesitan. —


Sintió que los hombros de Emerson se relajaban una fracción.

—Yo también quiero estar aquí, para todos vosotros.

—Ya lo estás —murmuró Emerson—. Ellos también te adoran.


Todos te adoramos.

Los latidos de su corazón aumentaron por el profundo afecto que


escuchó en la voz de Emerson. Emerson no se alejó y él tampoco,
sintiéndose tan seguro y cómodo en sus brazos. La carne caliente de su
mejor amigo, los latidos de su corazón y los alientos contra su cuello le
hicieron sentirse vivo. Pero también algo más profundo que eso. Algo que
tenía demasiado miedo de nombrar porque seguro que le impulsaría a un
vacío negro del que nunca se recuperaría.

171
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

16
Emerson
¿Por casualidad viste el partido de anoche? Era un mensaje de
Neil, preguntando por el campeonato de los Rockets que Emerson había
sintonizado antes usando la aplicación —First Pitch —en el iPad.

¡Claro! Fue una victoria estupenda.

Playoffs, aquí vamos.

Estoy deseando que llegue.

—¿Por qué sonríes? —preguntó Rhys.

Emerson no se dio cuenta que había estado sonriendo a su


pantalla. No había compartido su emoción por la victoria del equipo con
ninguno de ellos, sabiendo que sin duda caería en picado, y ahora se
sentía culpable, preguntándose si Rhys siempre había sentido lo mismo
por sus propios intereses.

Acababan de regresar de un paseo en el que las nubes se cerraron


y llovió a cántaros empapándolos. No podían correr a casa porque las
costillas de Rhys protestarían, así que cuando Rhys hizo un juego de
meterse en tantos charcos como pudo encontrar y los niños se unieron,
Emerson supo que era una causa perdida.

Usaron toallas, metieron sus ropas embarradas en la lavadora y se


acurrucaron bajo las mantas en el sofá. Audrey había seleccionado la
última película de Marvel para intentar distraer a Sam de la tormenta.
Desde el primer relámpago, se había metido más debajo del brazo de

172
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson. Algo acerca de los relámpagos y los truenos y las nubes oscuras
siempre lo había asustado.

—Es sólo Neil, mi amigo del trabajo, ¿recuerdas? —preguntó


Emerson, y Rhys asintió. Habló brevemente sobre él en el pasado y sobre
su interés compartido en las ligas menores—. Los Rockets ganaron el
juego del campeonato.

—Ahora sé por qué tu nariz estaba enterrada en tu aparato anoche.


—Su tono era en parte sonriente, en parte acusador. Emerson había
hecho clic en la pantalla tan pronto como regresaron de llevar a la casa
de Rhys algunas de las cosas que había acumulado desde que vino a
quedarse con ellos. También era una buena distracción del hecho de que
volvería a su casa mañana.

—Sí —respondió Emerson con timidez—. Lo que me recuerda. Neil


tiene entradas para un próximo partido de desempate. Una vez dijiste que
debería...

—Absolutamente, deberías. Y yo me quedaré con los niños


mientras tú pasas una noche divertida —respondió Rhys, aunque parecía
un poco conmocionado. Lo más probable es que fuera porque Emerson
raramente salía.

Y era extraño para Emerson también. No es que estuviera


interesado en Neil, aunque era guapo y considerado, pero sería genial ir
al juego de los Rockets con un amigo. En cuanto a la extraña idea de que
Neil se sintiera atraído por él... tal vez eso estaría bien y no sería nada
raro.

—Eso sería increíble. Gracias.

La noche de la pesadilla de Rhys, Emerson pensó por un momento


sorprendente que había sentido algo más de él, lo que le dio un parpadeo

173
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

de esperanza y le hizo doler de anticipación. Desafortunadamente, no


había habido más pistas obvias desde entonces. Se imaginó que había
dejado volar su imaginación con él, y había llegado a la dolorosa
conclusión que el tierno momento compartido sólo había servido para
profundizar su amistad.

Pero al menos estaba más seguro que incluso después que Rhys se
mudara de nuevo al otro lado de la calle, su cercanía no cambiaría, no
después de experimentar esta tragedia a través de sus ojos e intentar
como el infierno ayudarle a superarla. Aunque a Emerson le encantaba
tenerlo cerca, no era plausible a largo plazo. Rhys necesitaba volver al
trabajo y a su vida. Y también él. Asistir al partido con Neil sería un
comienzo.

—¿Vas a salir? —preguntó Audrey, y Emerson tenía miedo que


hiciera pucheros o se quejase de una cosa u otra, pero parecía aturdida.

—Cielos, no hagas que parezca que soy un ermitaño.

—Tú lo has dicho —murmuró Rhys, y Emerson lanzó suavemente


una almohada en su dirección.

Cuando hubo un fuerte estruendo, todos se tensaron. Poco


después las luces comenzaron a parpadear, pero entonces la electricidad
pareció pasar a través de la línea eléctrica y se mantuvo mientras que los
relámpagos aparecieron por la ventana, seguidos por fuertes truenos.

Aún así, Emerson hizo una nota mental sobre dónde habían
guardado las linternas y las velas. Hacía un par de años que no tenían
una tormenta tan fuerte.

—Ese rayo definitivamente golpeó algo en el vecindario —dijo Rhys.

174
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Creo que tienes razón —dijo Emerson, levantándose para mirar


por la ventana. Pensando en todas las ramas caídas y en la suciedad que
se esparciría por el césped tras una tormenta tan fuerte, se alegró que no
tuvieran grandes árboles con los que luchar en su jardín, no como otros
vecinos. Entonces el cielo se iluminó, y tuvo una clara visión de las casas
de su calle—. ¡Santo cielo!

—¿Qué está pasando? —preguntó Sam con pánico, levantando la


manta hasta su barbilla.

—Estará bien, Sam —dijo Audrey en un tono tranquilizador,


buscando incómodamente en el perfil de Emerson. Pero no queriendo
alarmar a Rhys, no pudo responder hasta que averiguó si sus ojos lo
estaban engañando.

Hizo un gesto a Rhys hacia la ventana, y una vez que Rhys se


levantó, notó el problema inmediatamente.

—Joder. Tienes que estar bromeando. —Un gran rama había caído
del gigantesco arce rojo sobre su techo. El mismo arce que les
proporcionaba sombra durante los calurosos veranos, pero que en los
últimos años había amenazado con derrumbarse con la edad.

—Quédate aquí. —Emerson buscó un impermeable en el armario


de la entrada—. Déjame comprobar los daños.

—Espera hasta que la tormenta se calme. —Sintió que la mano de


Rhys le sujetaba el brazo—. No es seguro.

—Estaré bien —se burló, pero luego escuchó a Sam enloqueciendo


silenciosamente y a Audrey tratando de calmarlo. Joder, no quería
asustar a nadie—. Saldré al porche hasta que se despeje.

175
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys salió fuera muy cerca de él, y el pulso de Emerson latió


doblemente. A medida que su vista se despejaba, se dio cuenta que era
peor de lo que había pensado. Parecía que la rama había atravesado el
techo. Lo que significaba que había un agujero sustancial y que la lluvia
entraría a raudales.

—¿Ves lo mismo que yo? —Emerson preguntó en un tono cauteloso


mientras Rhys juraba y los truenos retumbaban a su alrededor.

—Simplemente genial. —Empezó a caminar de un lado a otro—.


Supongo que ese maldito árbol está compitiendo por arruinar mi año.

—Es un extraño accidente —señaló Emerson, aunque no pensó que


ayudaría.

—Sí, creo que sé un poco sobre accidentes raros —refunfuñó, y


Emerson se quedó callado. De ninguna manera quería empeorar las
cosas. Estaría igual de molesto si las cosas se dieran vuelta—. Jesús,
joder. Mamá se va a enfadar.

Mientras Rhys maldecía, caminando dentro del porche como un


animal enjaulado, Emerson decidió que necesitaba dar un paso adelante
y tomar las riendas. Rhys estaba demasiado estresado para pensar con
claridad. Levantó su teléfono y marcó a los servicios de emergencia para
pedir ayuda. Explicó que no podían estar seguros de si el árbol había
derribado algún cable eléctrico. Era de noche, y la casa estaba oscura,
pero Rhys siempre mantenía una luz encendida en la cocina. Desde su
punto de vista, no había electricidad en la casa, ni en las direcciones de
alrededor de ese lado de la calle.

—Joder, gracias —dijo Rhys tan pronto como colgó—. ¿Qué haría
sin...?

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—Está bien. Lo resolveremos. Además, tu seguro debería cubrir


cualquier daño.

Podía oír sirenas a lo lejos, lo que significa que probablemente


había más ramas en la zona, lo que no le sorprendería. Era una tormenta
bastante fuerte.

—Audrey, tú y Sam tenéis que esperar aquí —explicó a la primera


señal de que la tormenta se estaba apagando.

—Ten cuidado —Emerson oyó decir a Audrey mientras cruzaba la


calle con Rhys en sus talones.

Primero evaluaron el techo desde el patio, con cuidado de no


acercarse demasiado en caso de cables caídos, pero no se dieron cuenta
de la extensión del daño hasta que entraron. Lo primero que notaron fue
el sonido de un silbido de viento y la fría temperatura.

Cuando Rhys trató de arrastrarse hacia las escaleras, Emerson lo


retuvo.

—Tenemos que esperar a los servicios de emergencia. No quiero


que te electrocutes.

Afortunadamente, Rhys estuvo de acuerdo y se quedó quieto,


probablemente por la gravedad de su tono. Sólo pasaron uno o dos
minutos antes que los bomberos se detuvieran, y luego fueron llevados
en grupo a la acera mientras evaluaban los daños. Aparentemente, la
rama había atravesado el techo del baño y el agua había inundado el
segundo piso.

Fue una larga noche. Los vecinos salieron a ver a los trabajadores
serrando la rama para quitarla, y luego colocaron una lona sobre el techo.
Rhys llamó a su madre y le pidió la información del seguro. La compañía

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

de electricidad apareció mucho después que Emerson acostara a sus


hermanos, Sam necesitaba una seguridad extra de que Rhys estaría a
salvo y se quedaría con ellos, pero sería otro día hasta que la electricidad
fuera restaurada en la manzana.

—¿Estás bien? —Emerson le preguntó a Rhys después que sacara


dos cervezas de la nevera y se sentaran en el porche, mucho después de
la medianoche.

—Sí. Mamá va a volar a casa durante un par de días.

Emerson tomó un sorbo de su cerveza.

—Bueno, esperaba llegar aquí para tu cumpleaños.

—¿Vaso medio lleno? —preguntó Rhys con una sonrisa.

—Pensé en intentarlo —respondió encogiéndose de hombros. Hizo


un gesto hacia la casa oscura de Rhys—. ¿Estaba deprimida?

—Dijo que podría haber sido peor; podría haber sido todo el maldito
árbol. —Suspiró.

—Ella tiene razón.

—¿Ahora quién está tratando ver el vaso medio lleno?

Rhys se acercó y tintineo la botella de Emerson. Fue la primera


sonrisa que le había sacado en toda la noche.

—También mencionó que prometí podar el árbol la primavera


pasada. —Hizo un gesto de dolor.

—¿Es cierto eso?

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

No había preguntado sobre recuerdos específicos con demasiada


frecuencia, y normalmente era sobre cosas significativas como
vacaciones u otros eventos.

—No lo sé. Tal vez lo mencionaste de pasada. Estos viejos árboles


son temperamentales. —Emerson miró hacia el arce que se asoma detrás
de la casa de Rhys—. Y oye, necesitabas un nuevo techo de todos modos.

Cuando Rhys giró los ojos y sonrió, hizo que su estómago se


revolviera.

—¿El baño también una remodelación?

La boca de Emerson se levantó en las esquinas.

—Ahí lo tienes.

Rhys se acercó a una roca entre las tablillas de madera del porche
mientras bebían silenciosamente sus cervezas. Emerson estaba cansado,
así que imaginó que Rhys debía estar exhausto.

—Creo que mamá tiene nostalgia —dijo Rhys frunciendo el ceño.

—¿Sí? ¿Algo que dijo, o sólo un sentimiento?

—¿Ambos? Cuando estaba en el hospital, los oí discutir sobre el


calor de Florida.

—Se ha quejado de lo brutales que pueden ser los veranos —dijo


Emerson—. ¿Quizás convenza a Carl de que se mude?

—Tal vez—. Pero él podía ver la otra posibilidad que se estaba


gestando en el cerebro de Rhys, que si su madre se deshacía ya de Carl,
sería más feliz. Aunque Rhys nunca lo diría en voz alta sin sentirse
culpable—. Pero estoy seguro de que no viviré con ellos.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Siempre puedes quedarte aquí.

—Em…

—Ni se te ocurra. Es lo que es. La mierda pasa, y estamos ahí el


uno para el otro, ¿verdad?

—No quiero seguir dándote la lata. De hecho, estaré bien en mi sofá


mientras el segundo piso se seca.

—¿Y dónde esperas ducharte? No seas ridículo. No nos estás


molestando —Emerson le razonó—. A los niños les encanta tenerte aquí.
Y obviamente me gusta cuando cocinas.

—Oh, ahora veo el plan malvado —bromeó—. Puedo ser tu ama de


casa incorporada para que puedas ver los partidos de pelota con tu
amigo.

Sus palabras tuvieron un efecto que Emerson no entendió.

—Amigo. No tienes que vigilar a los niños...

—Lo siento, me estoy volviendo loco —respondió, aunque su voz


todavía tenía un tono triste—. Últimamente estoy teniendo una gran
suerte.

—Lo sé. —Emerson suavizó su tono—. Creo que te sentirás más tú


mismo cuando vuelvas al trabajo el lunes.

—Joder, entre las facturas del hospital y un nuevo techo, tendré


que trabajar horas extras.

—Oye, respira hondo. —Cuando Emerson puso su mano en su


espalda y le frotó en círculos para tratar de calmarlo, Rhys pareció
derretirse en su toque. Ahora más que nunca, Emerson necesitaba

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

tragarse esos otros sentimientos y estar ahí para su amigo, que podría
quebrarse bajo la tensión si no le ayudaba a mantener todas las piezas
juntas.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

17
Rhys
Rhys había llegado a casa del trabajo y estaba amasando una pizza
casera cuando Emerson entró por la puerta, pareciendo un poco
distraído. Era la noche del partido de los playoffs al que asistiría con Neil.
Se sentía como un gran problema porque Emerson nunca hacía nada
para él mismo. También podría haber sido la razón por la que actuaba
tan cautelosamente cuando los saludó distraídamente y fue a su
habitación a cambiarse.

Rhys sonrió con confianza y prometió a los niños una divertida


noche de cine con pizza casera y palomitas de maíz con mantequilla
aunque estaba agotado por su semana caótica.

Su madre había volado durante un par de días, y como su casa


estaba en reparación, se alojaba en la habitación de Sam. A Sam, por
supuesto, le encantaba la idea de usar un saco de dormir en la habitación
de su hermana, que normalmente estaba fuera de los límites. Su madre
se había quedado atónita al ver los daños en su casa. Un representante
de la compañía de seguros se presentó para evaluar la pérdida,
prometiendo que la mayor parte de la destrucción estaría cubierta por los
desastres naturales, lo que le hizo dar un enorme suspiro de alivio. Tal
vez Emerson tenía razón. La desgracia pasó, y eso fue todo. Ciertamente
había tenido su parte, así que definitivamente lo sabría.

Rhys se sentía como su propio desastre andante. Aunque era


bueno volver al trabajo, también era abrumador. Recordaba a la mayoría
del personal, y la rutina básica de la tienda le resultaba familiar, pero el
sistema informático y la línea de productos no. Luchó por mantenerse al
día, sintiendo que había entrado en un túnel del tiempo.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Martin le animó a tomarse su tiempo, pero al final de su segundo


día volvió a casa frustrado. Su madre le dio ánimos.

—Lo conseguirás, cariño. Agradece que tengas un lugar cálido para


dormir y buenos amigos. Esos niños te quieren.

—Estoy agradecido.

Y lo estaba, realmente lo estaba. No sabía por qué tenía tan poca


energía últimamente, excepto que tal vez era porque su vida se había
puesto patas arriba una vez más cuando sentía que las cosas volvían a
la normalidad. Además, había leído que las lesiones cerebrales podían
afectar cosas como su estado de ánimo y su personalidad en diversos
grados, y esperaba que lo que sentía no fuera permanente. Pero no podía
negar que le gustaba estar aquí con la familia Rose. Le hacían sentirse
seguro y cómodo, y Emerson le hacía sentir otras cosas que no debería
entretener, así que trató de sacudirse su mal humor.

—Yo también los amo.

Antes de salir para el aeropuerto, Sam le mostró las crisálidas de


la oruga, y mientras le explicaba el proceso, Rhys pensó en lo que le había
dicho sobre que tenía una metamorfosis propia. Una destrucción
completa que era en realidad una transformación, ¿no era así como la
había descrito?

Actualmente estaba en las etapas de la ruina, y no sabía lo que


estaba por venir, pero estaba dispuesto a vadear en la oscuridad para
averiguarlo. Aunque le asustaba mucho. Su mundo había cambiado en
un abrir y cerrar de ojos, y el daño de la tormenta sólo había añadido sal
a la herida. ¿Qué decía el dicho? Cuando llovía, llovía a cántaros.

Sí, literalmente.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuando Rhys trató de hablar con su madre sobre Carl, ella le hizo
señas para que lo dejara, que era lo que normalmente hacía cuando no
quería balancear el barco. Por ahora, la dejaría en paz. Además, tal vez
estaba equivocado. Tendría sentido, ya que su marco de referencia había
cambiado al perderse un año entero.

Emerson se veía un poco nervioso mientras caminaba frente a la


puerta, esperando que Neil lo recogiera para el partido. Se había puesto
sus jeans rotos y una sudadera de béisbol de los Rockets que Rhys ni
siquiera sabía que tenía, así que eso en sí mismo se sentía un poco raro.

Cuando Neil llegó a la puerta y Emerson le presentó a su familia,


Rhys le dio la mano, y luego volvió al sofá, donde había estado
encargándose del control remoto mientras los niños se decidían por una
película.

—Vaya, la familia Rose realmente se parece —comentó Neil, y verlos


desde su punto de vista hizo que Rhys se sintiera extrañamente posesivo
con ellos. Aunque estaba acostumbrado al pelo rojo, la piel clara y las
pecas, podía entender lo llamativos que se veían como grupo.

Siempre lo había pensado cuando los veía en la distancia.

Neil era un tipo bien parecido, y mientras discutían entre la comida


del estadio durante el partido contra la parada en algún lugar para
comer, Rhys vio un breve destello de algo familiar en los ojos de Neil.
Definitivamente reconoció esa mirada. Neil se sentía atraído por
Emerson, y ahora la inquietud de Emerson antes que llegara hizo sonar
las campanas de advertencia en el cerebro de Rhys.

¿Esto era una cita?

No. Emerson era heterosexual, ¿no? Ese desarrollo no podía ser


algo que se haya perdido en el último año, ¿no?

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Escuchó a Audrey refunfuñar mientras los miraba fijamente.

—¿Qué pasa? —le susurró—. ¿No te gusta el tipo?

—No para Emerson —respondió, y antes que él tuviera tiempo de


procesar lo que eso significaba, se estaban despidiendo y saliendo por la
puerta. Notó a Neil poniendo brevemente su mano en la parte baja de la
espalda de Emerson, e inexplicablemente, se sintió repentinamente
sonrojado y mareado al ser bombardeado con emociones guerreando
entre los celos y la posesividad. ¿Qué demonios está pasando?

—¿Estás bien? —Audrey preguntó en un tono alarmado—.


¿Debería llamarlo de nuevo?

Eso lo puso nervioso.

—¡No! Todo está bien.

Apuntó hacia el televisor con el control remoto y comenzó la


película que Sam había seleccionado. Mientras se perdían en la escena
inicial, Rhys consideró por qué se sentía tan caliente y húmedo.

Era cierto que se habían acercado en las últimas semanas.


Probablemente más cerca de lo que nunca habían estado, así que tal vez
era natural sentir celos que tuviera otro amigo cuando se había sentido
tan aislado durante la recuperación. Pero esto se sentía como un tipo
diferente de celos. Siempre había encontrado atractivo a su mejor amigo,
pero sabía que estaba fuera de los límites porque era heterosexual. Y
ahora sentía que esos sentimientos florecientes que habían estado
enterrados durante tanto tiempo empezaban a brotar nuevas raíces en
su pecho, haciendo que se sintiera nervioso y divertido.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Sacando los pensamientos confusos de su mente, o al menos


intentándolo, acabaron de ver la película, y luego metió a los niños en la
cama, recibiendo miradas extrañas de Audrey todo el tiempo.

Después de eso, se quedó en la sala de estar, pasando


distraídamente a través de los canales, fingiendo que no estaba
esperando a Emerson. Excepto que eso era exactamente lo que estaba
haciendo, no que supiera por qué o qué nuevos conocimientos obtendría
al verlo entrar por la puerta.

Pero se sentía como si un peso estuviera sentado directamente


sobre su pecho. A Rhys le faltaba algo enorme, él lo sabía, y la única
manera de llegar al fondo de esto era directamente desde la fuente.

Debió quedarse dormido porque sintió una mano que lo despertaba


y la voz de Emerson en su oído.

—Oye, ¿estás bien?

Se frotó los ojos y se sentó, notando que el canal de cocina seguía


sintonizado en la televisión.

—¿Ganaron los Rockets?

—Sí, fue increíble. —La voz de Emerson crepitaba de emoción—.


Impresionante —resonó con una voz tensa.

Cuando miró a Emerson, notó que sus ojos estaban un poco


vidriosos. ¿Estaba borracho por una cerveza de más durante el partido?
No era propio de él, pero también lo era la forma en que había actuado
antes.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys se agarró el estómago mientras sus tripas se retorcían de


nuevo. Su cerebro estaba en ciclo de giro, pero de repente no estaba tan
seguro de que debía hacer sus preguntas en voz alta.

Emerson se arrodilló en el suelo delante de él, su frente se arrugó


por la preocupación.

—¿Te pasa algo?

Joder, ahora se sentía culpable por haberle alarmado. Había salido,


obviamente se lo había pasado bien, ¿y ahora lo iba a bombardear con
preguntas confusas?

—No, yo... no lo sé.

—¿Estás enfermo? —El tono de pánico de Emerson le hizo


replantearse todo. Deseaba haber ido directamente a su habitación y
esperar hasta la mañana.

—¿Qué? No. Sólo tengo cosas en la cabeza. No es gran cosa.


Olvídalo.

—Suéltalo, Rhys. —Sus dedos calientes se apoyaron su rodilla—.


Puedes decirme cualquier cosa, lo sabes ¿verdad?

—Sí, está bien. Es sólo que me di cuenta... —Respiró


profundamente. Vamos, no pasa nada—. Cuando te ibas con tu amigo,
algo me llamó la atención... —Joder, esto era más difícil de lo que él
pensaba—. Lo que quiero decir es, ¿era una cita?

Emerson jadeó, y sus mejillas se tiñeron de un tono carmesí.

—Mi culpa si me equivoco —dijo mientras Emerson se hundía junto


a él en el sofá—. Creí haber notado algo allí. Quiero decir, mi radar gay

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

puede estar un poco dañado por el accidente, pero todavía puedo


reconocer cuando un hombre se siente atraído por otro.

Emerson se quedó completamente inmóvil, y Rhys temía que de


alguna manera lo hubiera ofendido. Pero cuando miró en su dirección,
estaba jadeando fuertemente por la nariz, su pecho se agitaba por el
efecto.

—No quería ofenderte, Em. Lo siento si te he molestado.

—No lo hiciste. —Su mirada buscó la de Rhys—. Y no estás


exactamente equivocado. Creo que Neil se siente atraído por mí.

Sintió un punto en el pecho al hacer la pregunta que más le


interesaba.

—¿Te sientes atraído por él?

Emerson se encogió de hombros.

—¿Tal vez? Yo... no lo sé. Pero de ninguna manera me metería en


una relación con un compañero de trabajo.

La habitación se inclinó en un ángulo nauseabundo mientras toda


su visión del mundo se movía completamente en su eje. Simplemente por
escuchar un puñado de palabras. Excepto que las palabras eran como
agujas que le pinchaban la nuca cuando la conciencia se estremecía,
haciéndole temblar. Cogió un cojín, prácticamente exprimiendo el relleno,
y de alguna manera eso le hizo caer en tierra.

—¿Ya tuvimos esta conversación y no lo recuerdo? —preguntó, con


su mirada implorante fijando a Emerson en el lugar—. ¿Qué te interesan
los chicos?

—Sí...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

¿Qué demonios? Se estaba arrastrando fuera de su piel mientras


esperaba a que Emerson se pusiera a pensar.

—Hubo una noche en la que me presenté en Sneaky Pete's, sin


darme cuenta que estarías allí. Estaba explorando cosas sobre mí mismo.

—¿Sneaky Pete's? —Rhys tragó bruscamente. Era un club al que


había ido un puñado de veces, sobre todo con su amigo Lance, que amaba
la música y el ambiente. Su cabeza nadaba como si estuviera flotando en
otra dimensión gravitacional—. ¿Y cómo lo tomé?

Emerson miró hacia otro lado, pero no antes de ver toda su cara
sonrojada. Obviamente era una conversación difícil para él.

—Te sorprendiste y me apoyaste.

Eso tenía sentido. Al menos podía estar seguro de sí mismo en ese


sentido.

—Sólo he querido lo mejor para ti.

—Sí, sí, lo sé.

Silencio otra vez. Respiraciones fuertes. El aire a su alrededor


crepitaba con una extraña tensión.

—Hay algo que no estás diciendo, Em. Te conozco. Al menos


siempre pensé que lo hacía.

—¿Ves? Por esto no quería... Esto podría ser demasiado para ti.

—No me trates como si fuera frágil, o voy a gritar —mordió, y pudo


sentir que su cara se calentaba.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Tienes razón, lo siento. Es que... nos dijeron que no te


abrumáramos con detalles. Que necesitabas buscar respuestas tú
mismo.

—Bueno, aquí estoy, buscando la verdad —señaló.

Emerson asintió y tragó bruscamente.

—Estoy bastante seguro que soy demisexual —dijo en voz baja, y


Rhys se estrujó el cerebro por la definición. No la había escuchado en
mucho tiempo. O, bueno, no desde que perdió un año entero. Ahora se
preguntaba cuántos otros términos se le habían ocurrido a la gente para
describir su sexualidad. Apostaría que muchos.

—Bien, wow —respondió Rhys, con la esperanza de animarlo—.


¿Puedes explicármelo?

—Podría ser por eso que sólo he salido con gente que he llegado a
conocer primero. Como Morgan en el instituto después que nos
hiciéramos amigos, ¿recuerdas?

Rhys asintió, tratando de mantenerse al día.

—Así que supongo que tiene menos que ver con el género y más
con estar cómodo con alguien antes de sentirme atraído.

—Eso tiene sentido. —La cabeza de Rhys estaba dando vueltas,


pero no quería parar. Quería saberlo todo—. ¿Y con Neil?

—Hemos llegado a ser amigos por el trabajo, y sé que se siente


atraído por mí. Pero no sé si me siento así con él, aunque definitivamente
es guapo. —Mierda. Emerson hablaba de un hombre real que era guapo.
Y oh mi maldito Dios, esto es surrealista—. Almorzamos juntos, y ambos

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

disfrutamos del béisbol, así que cuando me pidió que fuera a un partido
con él, pensé ¿por qué no?

Rhys miró fijamente a Emerson como si lo viera por primera vez.


Sus mejillas estaban rojas, y estaba un poco sudoroso, y tan jodidamente
adorable. Rhys estaba agradecido que confiara en él lo suficiente como
para compartirlo. Otra vez.

—Lo siento, no lo recuerdo —dijo Rhys, con la voz llena de


remordimiento.

—No te atrevas a castigarte por eso.—Emerson colocó su mano


sobre la muñeca de Rhys y añadió presión, y su piel cosquilleó, haciendo
que todo se confundiera de nuevo. Después de esa confesión, no pudo
evitar preguntarse sobre todas las posibilidades.

Cuando Emerson apartó sus dedos, quiso alcanzarlo de nuevo,


para no sentirse como un barco sin amarrar.

—Audrey parecía molesta cuando Neil apareció —dijo Rhys,


recordando su extraña reacción.

—¿Ah, sí? —Emerson miró con recelo hacia la escalera.

—¿Por qué se molestaría?

—No estoy seguro. Tal vez no está acostumbrada a que salga con
amigos.

—Sí, eso tiene sentido.

Emerson se puso de pie.

—Hablaré con ella por la mañana.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Bien.

Se miraron fijamente el uno al otro un poco más mientras los


rasgos de Emerson parpadeaban a través de una serie de emociones,
miedo y preocupación y alivio, tantas cosas que Rhys no pudo entender
o razonar en ese momento.

—Gracias por... —Emerson se detuvo—. Gracias. —Estuvo de pie


en el mismo lugar un poco más—. Me voy a la cama.

—Sí, está bien. —Rhys quería pedirle que se quedara, pero eso era
ridículo. Además, ambos estaban cansados—. Buenas noches.

Y entonces Emerson huyó de la habitación como si no pudiera


escapar lo suficientemente rápido. Pero supuso que tenía sentido.

Tuvo que salir delante de él nuevamente. Eso era suficiente para


hacer querer salir corriendo a cualquiera.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

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Emerson
Emerson bostezó y se sentó en la cama. Tenía unos minutos extra
para ducharse y tomar café antes de llevar a los niños a la escuela. Tuvo
una noche inquieta debido a que repitió su conversación con Rhys
demasiadas veces para contarlas. Prácticamente corrió a su habitación
después y tuvo problemas para contener su respiración mientras se
hundía contra sus sábanas y miraba fijamente al techo hasta que
finalmente sucumbió al sueño.

Casi le había contado todo a Rhys. Casi. En retrospectiva, estaba


contento de haberse contenido. No solo porque estaba mal bombardearlo
con demasiada información a la vez, sino también porque no podía
pensar en nada peor que Rhys sintiera lástima por él o se viera obligado
a darle un puto beso que ni siquiera recordaba o sentimientos que no
pudiera recrear.

No. Diablos, no.

Además, Rhys estaba emocionado últimamente,


comprensiblemente, así como en terreno irregular, y existía la posibilidad
que se aferrara a lo que le resultaba familiar aunque no fuera lo que
realmente quería. Y luego estaba esa otra cosa... el insidioso temor de
que tan pronto como se lo dijera, se retiraría, y se preguntaría en qué
demonios estaba pensando. No creía que pudiera manejarlo en ese
momento, aunque sabía que tendría que hacerlo eventualmente.

Rhys aún estaba dormido mientras Emerson llevaba a los niños a


su coche y al colegio un poco antes de lo normal. Rhys tenía un turno de
mañana en Flying High, y dado lo cansado que parecía anoche, le vendría

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

bien el descanso en una casa tranquila. Físicamente podría parecer


recuperado, pero Emerson podía ver que el nuevo ritmo lo estaba
alcanzando. Así que continuaría vigilándolo aunque no quisiera ser
mimado.

Emerson dejó a Sam frente a la escuela y le dijo que entrara sin


Audrey porque necesitaba hablar con ella. Cuando se detuvo en el
estacionamiento, Audrey aún no lo miraba.

—Suéltalo —dijo mientras veía a otros padres llevar a sus hijos a


la escuela. Ella se cruzó de brazos y se reclinó.

—Estoy enfada contigo.

Emerson casi puso los ojos en blanco.

—Caramba, ¿en serio? No me había dado cuenta. Tal vez


dispararme dagas durante el desayuno debería haberme dado una pista.

Ella finalmente lo miró, señalando un dedo acusador en su


dirección.

—No puedes salir con otra persona.

—No estoy saliendo... Neil es sólo un amigo. Por fin estoy haciendo
cosas divertidas, ¿y tú te vas a quejar? —Emerson no quería sonar
demasiado duro, pero era esa línea entre hermano y padre con la que
siempre había luchado, especialmente con Audrey, aunque
probablemente sería Sam también a medida que creciera y se volviera
más rebelde.

—¿Qué tal si hacemos más cosas así con Rhys? —preguntó, como
si ellos no estuvieran ya juntos todos los días. No se sorprendería si Rhys
ya estuviera harto de su compañía, aunque nunca había detectado tal

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estado de ánimo en él. Siempre encajaban juntos, lo que no ayudaba a


esta conversación en este momento.

Suavizó su voz.

—Cariño, no puedo predecir cómo van a ir las cosas. Sé adónde vas


con esto, y necesito que tú...

—Os lleváis tan bien, y yo... bueno, veo cómo lo miras.

Joder. Esperaba no ser tan obvio para Rhys. Pero no, ni hablar.
Justo anoche Rhys se quedó atónito con su confesión.

—Nos llevamos bien porque hemos sido amigos desde siempre. Y


no puedo forzarlo o incluso influenciarlo para que tenga ese tipo de
sentimientos hacia mí. —Suspiró Emerson—. Ha sufrido un accidente
traumático, y ahora tiene que quedarse con nosotros aún más tiempo por
culpa de ese estúpido árbol. Así que haremos todo lo que podamos para
ayudarlo. Como él hizo por nosotros.

Audrey parpadeó como si entendiera. Y luego:

—Pero tal vez si lo supiera…

Si lo supiera, podría salir por la puerta corriendo como un rayo,


como la última vez.

Se giró en su asiento para enfrentarla mejor.

—He compartido más cosas personales con él últimamente, ¿y


adivina qué? Estaba abrumado, por lo que nos advirtieron que fuéramos
a su ritmo. Poco a poco. ¿Entiendes?

Su labio inferior comenzó a temblar, y se arrojó a sus brazos.

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—Lo siento. Sólo quiero que seas feliz.

—Shh... está bien, dulce niña. —Apartó con sus dedos unos
mechones de pelo de ella y los pasó a su espalda, su cabello era un tono
más claro que el suyo—. Es mucho para asimilar, y lamento que te hayas
visto envuelta en mi decisión. No quiero que Rhys se sienta culpable por
algo que no puede controlar, y desearía que no hubieras entrado cuando
lo hiciste. —Respiró profundamente, tratando de parecerse más al adulto
más sabio que se suponía que era—. El asunto es que las decisiones
difíciles son parte de la vida, y en este caso, te pido que lo dejes pasar o
al menos le des más tiempo. No es una información que tú debas
compartir Audrey.

Se limpió los ojos y se retiró para mirar a Emerson.

—Creo que entiendo lo que quieres decirme.

—¿Sí? —Emerson no estaba preparado para una aceptación tan


fácil.

Se mordió el labio, inclinándose sutilmente hacia adelante.

—Hay un chico del que soy amiga.

Recientemente había empezado a hablar de un chico de la escuela


con el que fue emparejada para un proyecto de arte. Por la forma en que
sus ojos se iluminaron, Emerson se preguntó si estaba enamorada, pero
cuando le preguntó sobre ello, aunque ligeramente, había eliminado el
tema de conversación en un instante. Pero ahora que había abierto la
puerta, tal vez podrían tener una conversación decente.

Arqueó una ceja.

—¿Kevin?

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Ella estaba más dispuesta a discutir sobre las cosas de las flores y
las abejas, Dios, sonaba como su madre ahora, o la tía Janice, y ni
siquiera quería empezar con la menstruación y cualquier cantidad de
cosas que era lamentablemente inepto para clasificar. Siempre estuvo
agradecido de poder contar con la ayuda de su tía. Sólo espera, le había
dicho ella, y él le creyó.

—Sí —Audrey se sonrojó profusamente—. Yo... bueno, me gusta un


poco.

Emerson intentó como el demonio mantener sus labios en una


línea recta y firme. No quería estropearlo.

—Ah, vale. Así que...

—Así que, entiendo que quieres decirme. Si le dijera a Kevin que


me gusta y yo no le gusto, sería muy incómodo. —Su rubor se
profundizó—. Y entonces podrían cambiar las cosas.

—¿Cómo vuestra amistad? —preguntó él, y ella asintió. Él sintió


alivio que pareciera entender el quid de la cuestión.

Una línea de preocupación apareció entre sus cejas.

—Excepto, ¿cómo lo sabrás?

—Definitivamente es difícil leer las señales.

—¿Y qué pasa si terminas estando equivocado?

—Exactamente por qué los asuntos del corazón son tan


complicados.

—Maddy dijo que a veces hay que ir a por ello —dijo Audrey. Maddy
era una de sus amigas, que siempre estaba hablando de un chico u otro.

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Al menos eso fue lo que notó cuando le echó un vistazo a sus mensajes
de texto. La tía Janice dijo que era una medida de seguridad que los
padres debían tomar, pero aun así se sentía culpable por ello.

—Tendrás que hacerme saber cómo va —respondió con una


sonrisa, esperando que esto fuera el comienzo de algo nuevo para ellos.
Tal vez ella confiaría más en él. Lo deseaba.

—Siento haberme enfadado. —Ella desvió su mirada—. Pero sigo


pensando que cuando se trata de Rhys...

—¿Que ha pasado por mucho? —Emerson respondió—. ¿Así que


realmente necesita nuestro apoyo ahora mismo? Habrá tiempo para otras
decisiones. Más adelante.

Respiró con impaciencia.

—¿Vas a ver a Neil de nuevo?

—Bueno, lo veo todos los días en el trabajo, ¿lo recuerdas? —Lo


cual era otra cosa muy difícil. Juguetonamente le golpeó el hombro—.
Pero me preguntó si yo también quería ver el próximo partido con él, así
que ya veremos.

—Mejor me voy antes que suene la campana. —Terminada la


conversación, salió del coche y fue engullida por un grupo de amigos,
liderados por Maddy, que le susurró furtivamente al oído.

Emerson no pudo evitar respirar un suspiro de alivio cuando


comenzó a circular y se dirigió directamente al trabajo. Tenía un día
ocupado por delante, de informes de Excel y llamadas telefónicas, lo que
significaba que realmente no tendría la oportunidad de hablar con Neil.
La única vez que se le cruzó en el pasillo de camino a la sala de descanso,
se sonrieron y chocaron los cinco por el partido.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Se alegró que Neil actuara con normalidad porque aunque la noche


fue divertida, hubo un momento incómodo en el que le preguntó por Rhys
y señaló lo guapo que era. Eso hizo que Emerson se sintiera posesivo con
Rhys, lo cual era simplemente ridículo. Pero Neil también parecía tener
una pregunta en sus ojos al preguntar sobre su amistad, y tal vez fue
porque vio la tensión que irradiaba de Emerson mientras los sacaba
rápidamente por la puerta.

Si a Emerson no le hubiera afectado ese beso… Cristo, ¿por qué


demonios no lo habría olvidado ya?... Podría haberle dado una
oportunidad a Neil. O al menos hablarle sobre su sexualidad.

Esa noche hicieron la cena juntos, con Rhys en su tarea de cortar


verduras, y formaron un equipo tan bueno que Emerson no pudo evitar
preguntarse... Joder. Había hecho un esfuerzo tan concertado para no ir
allí, lo cual no fue fácil, especialmente porque sintió que Rhys lo miraba
demasiado tiempo cuando pensaba que él no se daba cuenta. Luego en
la mesa, se sintió bajo el escrutinio de Audrey también, aunque no podía
estar seguro de si era sobre Rhys o su conversación sobre Kevin.

Más tarde, cuando se fue a acostar, le hizo un gesto para que se


acercara a la habitación.

—Maddy me retó a pedirle a Kevin su número de teléfono para que


pudiéramos hablar del proyecto de arte el fin de semana —dijo con una
voz de ensueño.

—¿Y?

—¡Y lo hice y él dijo que sí! —Se rio como si fuera lo mejor del
mundo, y a él le encantó verla tan ligera y feliz.

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—Entonces, ¿qué significa esto? —preguntó, intentando con tanta


fuerza no entrar en el modo crianza pero fallando miserablemente, si su
giro de ojos era alguna indicación.

—¿Que nos mandaremos un mensaje de texto? —respondió en tono


sarcástico, y él pudo sentir que se alejaba.

—Impresionante —respondió él, y luego apagó la luz, ya que estaba


haciendo una lista de porque la situación era preocupante. Es sólo un
número de teléfono.

Bajó las escaleras, donde Rhys estaba esperando en el sofá con el


control remoto en la mano.

—¿Estamos bien? —Rhys preguntó tan pronto como se sentó, con


los ojos llenos de preocupación.

—Creo que sí... Pero dime.

Rhys buscó brevemente algo en los ojos de Emerson, tal vez un


parpadeo de la persona que siempre había conocido, antes de asentir.

—Lo siento si estoy actuando de forma extraña. Sólo estoy tratando


de acostumbrarme a las cosas.

—Ese es el tema de moda por aquí —respondió Emerson con una


sonrisa.

Rhys suspiró.

—Demasiado cierto.

Vieron en un nuevo show de Netflix, nuevo para Rhys, pero él


nunca lo contaría, porque se sentía como en los viejos tiempos cuando

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

compartían la manta, con sus rodillas tocándose y el calor


envolviéndolos.

A mitad del primer episodio, Rhys se volvió hacia él.

—¿Em?

—¿Sí?

—Audrey me dijo que te invitaron a otro partido. —Emerson


contuvo la respiración. Debían haberlo discutido antes que llegara a
casa—. Creo que deberías ir. Yo cuidaré el fuerte por aquí.

Emerson no respondió inmediatamente, y la tensión se hizo más


fuerte y se arremolinó a su alrededor.

—Ya veremos —respondió finalmente, y notó que Rhys dejaba


escapar un rápido respiro.

Se volvieron hacia la pantalla, probablemente sentados más cerca


de lo que normalmente lo harían dos amigos. Pero estos eran ellos -Em y
Rhys- sus hombros rozándose, su piel caliente y hormigueante, tal como
le gustaba a Emerson.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

19
Rhys
Los playoffs12 del partido fueron un sábado por la tarde, y según
Neil, que había entrado a saludarlos de nuevo, era una serie al mejor de
cinco partidos, con los últimos tres partidos, en el estadio de los
oponentes. Así que la oportunidad de asistir a los dos primeros partidos
era bastante impresionante.

Y como Rhys le dijo exactamente eso, Neil no le había dado la


oportunidad de no discutirlo, entonces una vez más había puesto su
mano en la parte baja de la espalda de Emerson, lo que hizo que el puño
de Rhys se apretara.

Emerson parecía entusiasmado con el partido, pero también un


poco nervioso mientras salía con Neil por la puerta, lanzando a Audrey
una mirada de advertencia mientras hacía pucheros en la isla de la
cocina.

No estaba seguro de por qué Audrey actuaba tan malhumorada, a


menos que ella también sospechara que su salida era una cita. Y si eso
era cierto, entonces Audrey también sabía de la sexualidad de Emerson.
Aun así, Neil parecía un tipo bastante agradable, así que Rhys no estaba
seguro de por qué ella le guardaba rencor.

A menos que temiera que Emerson saliera con alguien que


significara menos tiempo en familia. Pero si sabía algo sobre su hermano,
era que era leal y confiable y sin duda abandonaría una relación en un
instante si hubiera siquiera el indicio de un ultimátum.

Los Playoff son los partidos y eliminatorias para decidir quién gana la liga. El mejor
12

equipo, es decir el que más victorias tenga en los playoff, es quién gana.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Ahora Rhys se sentía aún más culpable por esa burbuja de celos
que había surgido cuando Emerson saludó a Neil en la puerta, usando
jeans ajustados, la misma sudadera de los Rockets, sin duda debido a la
superstición, y con su brillante pelo castaño peinado hacia atrás, dejando
su cara despejada, lo que sólo hizo parecer que se estaba esforzando más.
El tipo era demasiado guapo para su propio bien.

Los sentimientos de Rhys por su mejor amigo obviamente se habían


transformado desde el accidente. Probablemente era toda la cercanía,
pero él estaba viendo a Emerson bajo una nueva luz. Y lo estaba
matando, especialmente ahora que sabía sobre su sexualidad. La
atracción que había enterrado en su juventud se había materializado de
repente, y cuanto más imaginaba a Emerson y Neil sentados juntos en
las gradas, más se le revolvían las tripas. Joder.

Así que se mantuvo ocupado limpiando el polvo de las superficies


y aspirando las alfombras y pidiendo a los niños que arreglaran sus
habitaciones para que Emerson pudiera tachar algunas tareas de su lista
de trabajo.

Luego reunió la ropa sucia, y después de poner una carga en la


lavadora, se sentó al lado de Sam y le preguntó sobre su juego de
ordenador basado en la ciencia, donde estaba ocupado creando sus
propias galaxias. Un material bastante bueno.

Vio como Audrey enviaba mensajes de texto y le sonreía al teléfono


prácticamente toda la tarde, y negó con la cabeza, preguntándose si él se
habría visto igual a esa edad.

—La tía Janice quiere saber si queremos pasar la noche en su casa


—dijo Audrey en un tono emocionado, sosteniendo su teléfono móvil.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Sam? —le preguntó Rhys, y asintió distraídamente, mientras


jugaba embelesado en su juego—. Bien. Déjame comprobarlo con
Emerson.

Sacó su teléfono para enviarle un mensaje de texto.

¿Pueden los niños tener una fiesta de pijamas con sus primos?

¡Claro!

Se sintió extrañamente satisfecho con la inmediata respuesta.

Genial, se lo haremos saber.

Una vez que los arreglos fueron establecidos, Rhys se sintió


extrañamente hueco cuando debería haber sentido cualquier otra cosa.
Los niños se irían en un par de horas, y no sabía cuánto tiempo Emerson
estaría fuera con Neil, así que era libre de hacer lo que quisiera. Sin
disfrutar de la inquietante sensación, levantó su teléfono para responder
un mensaje a Lance, que le había preguntado si quería quedar para
tomar una copa. No se dio cuenta hasta la semana pasada que Lance
había dejado de trabajar en Flying High y ahora era DJ en Sneaky Pete's,
así que obviamente tenían mucho para ponerse al día.

Mis planes han cambiado. Me encantaría quedar.

El resto de la tarde pasó volando, y antes que se diera cuenta,


Audrey caminaba nerviosa frente a la entrada, la tensión se le fue de las
manos, mientras esperaba que la tía Janice los recogiera.

—¿Estás bien?

—Sí —respondió con una mirada lateral por la ventana—. Estoy


ansiosa por ver a mis primos.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Pero algo parecía fuera de lugar. Cuando puso sus manos sobre
sus hombros, se relajó un poco.

—¿Estás segura de eso?

Su mirada se posó en sus pies.

—No lo sé.

—¿Tiene esto algo que ver con que hayas estado malhumorada
antes?

—Sólo quiero que me recojan antes que Emerson y Neil lleguen a


casa. —Sí, definitivamente gruñón por algo o alguien.

—¿Por qué? —Trató de usar un tono relajante—. ¿Le pasa algo a


Neil?

Frunció el ceño y pateó el borde de la alfombra en la esquina.

—Él no es tú, ¿de acuerdo? —Todo su cuerpo se puso rígido, y su


mano bajó sobre su boca. Parecía que iba a llorar.

—Audrey, cariño. ¿Por qué dices eso? —Su pulso se estaba


debilitando cuando se arrodilló delante de ella—. Está bien, puedes
decírmelo.

Negó con la cabeza vigorosamente.

—Em no quiere que lo haga.

De repente todas las miradas severas entre ellos las últimas


semanas comenzaron a sumarse.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

¿Qué demonios estaba pasando? Todo lo que se le ocurrió fue que


tal vez ella había imaginado algo acerca de que todos ellos eran una
familia. O estaba totalmente fuera de lugar.

—Está bien que Emerson pase tiempo con otros amigos —dijo—.
¿Esperabas que Em y yo pudiéramos...?

—No es algo que haya inventado en mi cabeza —dijo—. Yo los vi.

Todo su cuerpo se estremeció desde la cabeza hasta los dedos de


los pies mientras una especie de conciencia acechó en las sombras de su
cerebro.

—¿Nos viste hacer qué? —¿Por qué tenía tanto miedo de su


respuesta?

—Besarse. —Hizo un gesto detrás de ella—. En la cocina. Yo estaba


arriba en la cama, pero bajé a buscar un vaso de agua, y vosotros
estabais... um... —Toda su cara se puso roja como el tomate, y se dio la
vuelta, ofreciéndole su perfil.

¿Estaba teniendo una experiencia extrasensorial?

—¿Cuándo fue eso? —preguntó sintiendo su garganta


encogiéndose.

—Justo antes de tu accidente —susurró, como si decirlo en voz alta


fuera demasiado sagrado. La gravedad de lo que ella había confesado se
estrelló contra él como las olas, intentando sumergirlo.

¿Por qué demonios Emerson no le dijo esto? No podía entender los


pensamientos que pasaban por su cerebro a velocidad warp.

¿Eso significaba que los dos...? ¿Era eso posible? ¿Fue algo tonto
lo que pasó, o fue algo real y verdadero y... y...? ¡mierda!

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Emerson y yo estábamos saliendo? —Apenas podía sacar las


palabras; parecía surrealista, poco probable. Su respuesta podía poner
su mundo entero patas arriba.

—No. Emerson dijo que lo ibais a resolver —respondió Audrey—.


Fue como, vuestro primer beso. —Ahora Rhys se sintió un poco mareado
mientras se aferraba a la barandilla. Todo eso de la distorsión del tiempo
otra vez.

—¿Por qué no me lo dijo? —Rhys se dijo a sí mismo otra vez pero


lo suficientemente fuerte para que Audrey lo oyera.

—Porque no quería hacerte sentir responsable o arruinar vuestra


amistad —explicó—. Quería decírtelo, pero creyó que era una mala idea.
Dijo que era importante que resolvieras las cosas por tu cuenta.

Se sentó sobre sus talones y apoyó su mano en el suelo de madera


para tratar de orientarse.

—Oh, Dios mío.

—Se va a enfadar porque te lo dije.

Se veía tan afectada que la tomó para darle un abrazo.

—Todo estará bien. —Lo estaría, ¿verdad?

Cuando las luces brillaron en la entrada, Audrey pareció asustada


hasta que se dio cuenta de que era Janice que venía a recogerlos.

—Sam, baja —gritó Rhys mientras estaba de pie y se limpió la


suciedad imaginaria de sus rodillas—. Tu tía está aquí.

Sam bajó las escaleras y salió por la puerta.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¡Adiós!

—¿Prometes que todo va a estar bien? —preguntó Audrey, con los


ojos muy abiertos y llorosos.

—Lo prometo. —Seguro que esperaba que así fuera.

Una vez que cerró la puerta detrás de ella, apoyó su frente en el


fresco marco de madera. Ellos se habían besado.

Y Audrey los había atrapado. Oh, él apostaría que eso le fue muy
bien a Emerson.

Sonreiría si no estuviera tan abatido. Deseaba poder recordar lo


que se había sentido así como las circunstancias que lo llevaron a ello.

Pero entonces ocurrió su accidente, y Emerson no quiso... ¿qué?


¿Hacer que se sintiera obligado o incómodo al respecto cuando ni siquiera
lo recordaba? Sí. Así era él.

O espera un minuto... tal vez después del beso Emerson decidió


que era una muy mala idea... O tal vez... tal vez no estaba tan interesado
en él. Eso hizo que el estómago de Rhys se encogiera.

¿Pero podría explicar por qué se sentía tan extraño cerca de


Emerson últimamente?

¿Estaba en la cúspide de recordar algo, o su atracción estaba


evolucionando naturalmente? ¿Acaso importaba? Le importaba a alguien
como Emerson.

Como si Emerson hubiera escuchado sus pensamientos, el móvil


de Rhys vibró con un texto de él.

Estaré en casa en una hora.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Tómate tu tiempo. Los chicos se han ido, y me reuniré con


Lance para tomar una copa.

Oh, de acuerdo.

La casa es toda tuya.

Hizo un gesto de dolor cuando lo envió. No tenía ni idea de por qué


diría tal cosa. Especialmente después de lo que acababa de descubrir.
Pero estaba tan jodidamente confundido, y necesitaba tiempo para
trabajar la idea en su cabeza antes de enfrentarse a Emerson. Emerson
y su cita. O lo que sea que ese tipo fuera. Ahí estaban los celos otra vez.

Y ahora contenía la respiración, esperando su respuesta. Joder.

No es... No es eso lo que es. No estoy interesado en él.

Se agarró el pecho. ¿Por qué eso le trajo un inmenso alivio?

Ah, está bien. Mantén la calma. ¿Al menos te divertiste?

Bueno, perdimos, lo cual fue una mierda, pero sí, claro. ¿Y qué
hay de ti? ¿Todo bien por tu parte?

Lo será una vez que recuerde esto.

Sí, sí... Los niños también están genial. Hasta luego.

Rhys sintió que se le salía la piel, y fue un alivio salir de la casa y


tomar el primer sorbo de cerveza, sentado junto a Lance en un taburete,
como solía ser en una noche normal de fin de semana. Antes que todo
en su vida diera un vuelco.

Y ahora era diferente. Completamente. No sólo había cambiado su


vida, sino también su perspectiva. Veía las cosas desde un nivel de

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gratitud que no había comprendido antes, y le ayudaba a apreciar las


pequeñas cosas que realmente importaban. Si esto hubiera ocurrido hace
unos meses, podría haber estado buscando una cita esta noche o
tomando unas cuantas copas más. Pero nada de eso le interesaba ahora.
Incluso había revisado su teléfono y borrado algunos números al azar
que sin duda habían sido un buen momento.

Ahora sólo bebía su cerveza, temiendo que se mareara, aunque


últimamente los mareos habían sido pocos y poco frecuentes. El
accidente que no podía recordar le había asustado mucho, su cuerpo
magullado y golpeado era un recordatorio de lo frágil que era la vida.
Tener miedo definitivamente tenía su efecto, pero también le dio la tan
necesaria claridad, y por eso estaba agradecido.

De repente se sintió bombardeado por una serie de emociones, se


sintió tan cerca de la superficie, y apenas podía concentrarse mientras
Lance lo alcanzaba en el último año de su vida. Estaba agradecido de no
estar hablando mientras bebía y escuchaba, sus pensamientos se
desviaban y luego volvían a gravitar. Cuando Lance mencionó a Sneaky
Pete, los oídos de Rhys se animaron.

—¿Sigues trabajando allí?

Lance asintió. Siempre le había gustado la música, y aparte de


tocar un par de instrumentos diferentes, también pinchaba en pequeñas
reuniones y bodas.

—Genial. ¿Cuánto tiempo hace?

—Sólo unos cuantos meses.

De repente recordó su conversación con Emerson de la otra noche.


Sobre él identificándose como demisexual.

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—Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Por supuesto —respondió Lance, señalando al camarero para


otra copa.

—Hubo una noche en la que estabas de DJ en Sneaky Pete's... no


sé si lo recordarás, pero no puedo, así que me arriesgaré a preguntarte.

Lance tomó un sorbo del vaso fresco que el camarero había puesto
delante de él.

—Adelante.

—Mi mejor amigo, Emerson, había venido al club una noche que
yo estaba aquí.

Arqueó una ceja.

—¿Alto, pelirrojo, guapo?

—Él mismo. —Rhys sonrió ante la descripción exacta—. ¿Entonces


te acuerdas?

—Sí. —Era mi primera noche, así que estaba nervioso y miraba


mucho la pista de baile.

Su pulso se aceleró.

—¿Estábamos en la pista de baile?

—Sí, juntos. Pasando un buen rato, al menos lo parecía. Además,


la música era genial.

Rhys sonrió.

—Por supuesto.

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Mierda. ¿Em y él bailando juntos en un club gay?

Lance se inclinó hacia adelante.

—¿Por qué lo preguntas?

—Yo sólo... —Negó con la cabeza—. Todavía estoy tratando de


juntar algunas piezas.

—Lo siento por ti. Tiene que ser extraño. —La lástima en sus ojos
hizo que el estómago de Rhys se agitara.

—Lo es. Pero oye, podría ser peor. —Enseñó una sonrisa, y
mientras brindaron con los vasos, de repente quiso salir de allí. Para ir a
casa con Emerson.

¿Tenía sentimientos por Emerson?

¿Habría evolucionado el beso hacia algo más profundo?

Rhys no sabía nada excepto que quería estar cerca de él ahora


mismo. Emerson siempre lo hacía sentir más como él mismo. Como si
todo estuviera bien y eventualmente tuviera sentido.

La confesión de Audrey definitivamente ayudó a explicar por qué


Emerson siempre parecía estar conteniéndose, como si estuviera al borde
de... ¿qué? ¿Ceder a sus emociones? Joder. Y había estado dejando que
Rhys y el azar le devolvieran la memoria. Y ahora la decepción en sus ojos
después de su visita a Hawkeye Hill tenía mucho sentido. Tal vez
esperaba que lo recordara, aunque el resultado no fuera agradable para
ninguno de los dos. Sólo para finalmente tenerlo ahí fuera a la vista.
Junto con algún cierre.

Estas últimas semanas debían haber sido una tortura también


para él.

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Emerson
Emerson reajustó su almohada por centésima vez y cerró los ojos.
Acomodándose, escuchó el silencio de la casa. Sabía que no le gustaba.
Parecía austero, ensordecedor, definitivo, y se sentía solo de una manera
que no había visto en mucho tiempo.

Lo cual era absurdo porque había ido al partido con Neil y se había
divertido a pesar de la derrota de los Rockets. Pero Neil se dio cuenta que
estaba preocupado, y cuando preguntó si era por Rhys, Emerson no lo
negó, poniendo la excusa de que su vida estaba un poco desviada
últimamente. Y luego se aseguró de hacerle saber a Neil que disfrutaba
salir con él sólo cómo amigos.

Afortunadamente, Neil dijo que lo entendía, porque demonios,


Emerson no quería herir sus sentimientos, especialmente cuando quería
ir directo a casa en vez de detenerse a tomar una cerveza, pero podía
sentir que Neil estudiaba su perfil demasiadas veces. Pensó que Neil
podría haber estado a punto de hacerle una pregunta más personal, pero
por suerte se había contenido. Emerson se sentía tan desnudo, que
podría haber confesado todo.

El sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose hizo que


su corazón subiera hasta la garganta. La noche de Rhys había terminado
antes de lo que él pensaba, y Emerson casi se levantó para saludarlo.
Pero el hecho de tenerlo en casa se sentía bien. Estaba a salvo y cerca, y
eso debería haber sido suficiente. ¿Entonces por qué casi se salía de su
piel? Joder, necesitaba tener cuidado con estos sentimientos
abrumadores, o estaría aún más devastado cuando Rhys finalmente se
fuera.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Después de unos minutos, escuchó pasos en las escaleras, y su


pulso se volvió errático cuando sintió la presencia de Rhys en la
habitación.

—¿Em? —susurró, acercándose a la cama.

—¿Está todo bien? —Emerson preguntó mientras sus ojos se


ajustaban a su forma. Rhys estaba sin camiseta, usando un par de
pantalones cortos de cintura baja que obviamente se había cambiado
para ir a dormir. No importaba cuantas veces hubiera estado cerca de
Rhys en diferentes estados de desnudez, Emerson no podía dejar de
admirar su cuerpo musculado y su piel bronceadaa que mostraba los
tatuajes que había añadido a lo largo de los años en su brazo y caja
torácica. Emerson no estaba mucho mejor sólo en sus calzoncillos, pero
las sábanas estaban al menos subidas hasta sus hombros, oscureciendo
su reacción.

Rhys se mordió el labio como si no estuviera seguro de molestarlo,


pero si hubieran sido niños, no habría sido una tontería. Desde su
conversación sobre la sexualidad de Emerson, esa misma tensión gruesa
colgaba en el aire entre ellos. Y algo más también brillaba en la mirada
de Rhys, algo que se parecía mucho a la determinación.

—Todo está bien. Siento haberte despertado.

—Esta bien. No estaba dormido —respondió mientras Rhys se


acercaba.

—¿Puedo...? —Cuando el colchón se inclinó, Emerson se dio


cuenta que estaba tratando de meterse bajo las sábanas como lo habían
hecho cientos de veces antes, pero ahora el aire chispeaba, se cargaba,
al menos en el extremo de Emerson y no sabía si podría soportar tener el
calor de Rhys a su lado. Aun así, deslizó la sábana parcialmente abierta,

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

sus emociones demasiado cerca de la superficie mientras la rodilla de


Rhys se hundía más bajo la sábana... y destruía la barricada de su
corazón. Y mientras Rhys se tumbaba de espaldas, mirando al techo,
Emerson respiró un suspiro de alivio porque enfrentarse a él en ese
momento se habría sentido demasiado íntimo.

—¿Qué tal tu noche?

—Bien. Fue agradable ver a Lance —respondió Rhys con una


mirada superficial, y luego permaneció callado por una eternidad, o al
menos lo pareció, mientras su garganta intentaba tragar. Emerson tenía
la sensación de que tenía cosas que decir, así que le dio tiempo para
ordenar sus pensamientos—. ¿Esa noche que fuiste al club?

—¿Sneaky Pete's? —preguntó, y Rhys asintió.

—Nosotros, uh... ¿bailamos juntos?

—Bailamos. ¿Te lo dijo Lance? —Su pecho se contrajo mientras


intentaba no parecer muy esperanzado de que tal vez recordara todo por
sí mismo.

—Sí. Ojalá recordara eso.

—¿A mí bailando? —bromeó—. Lo has visto mucho. Siempre


hacíamos el tonto cuando éramos niños, ¿recuerdas?

—Pero no cuando adultos.

—Cierto, pero estoy bastante seguro que sólo sería embarazoso —


señaló Emerson—. La mayoría de las veces sólo movía los pies, movía las
caderas y miraba lo tú que hacías.

—Sí, claro. —Rhys le dio un codazo juguetón—. Más aún, me


hubiera gustado ser una mosca en la pared.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Qué habrías visto? —meditó.

—Yo, respondiendo a tu aparición, por ejemplo —confesó, como si


hubiera sido un espectáculo. Ciertamente parecía sorprendido esa
noche—. Y luego, para ver cómo respondían los demás. Un pelirrojo alto
y sexy caminando por el club, moviendo las caderas en la pista de baile.

—Detente. Me estás avergonzando —dijo, con sus mejillas


ardiendo.

—No actúes como si no fueras atractivo.

—Mira quién habla. —Emerson hizo un movimiento con su mano,


su pulso latiendo en su garganta—. Maldición, Rhys. Escucharte decir
eso es... —Se sentía como si estuviera flotando en sus palabras.

—¿Es qué? —murmuró Rhys.

—No lo sé. ¿Bonito?

Silencio otra vez mientras Rhys miraba el techo y el corazón de


Emerson latía.

—¿Recuerdas aquel verano en la piscina?

Emerson casi se atraganta. Pensó que sabía exactamente a dónde


iba Rhys con esta línea de interrogatorio.

—¿Cuándo esos imbéciles nos retaron a jugar a la gallina gay?

—Sí... no tengo ni idea de lo que estábamos pensando al escuchar


a esos perdedores —confesó Rhys—. Mirando atrás, apuesto a que
sospechaban y querían delatarme. O burlarse de mí.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Tú crees? —Emerson ni siquiera había considerado esa idea,


probablemente porque estaba tan atrapado en sus propios pensamientos
sobre ello, sus propios sentimientos confusos—. Apuesto a que a ese
chico, como se llame, probablemente le han dado una o dos patadas en
el culo desde entonces.

—Sin duda —Rhys estuvo de acuerdo, mientras Emerson


recordaba lo bocazas que era ese chico. Sólo pasaba los veranos en la
piscina del vecindario cuando se quedaba con su abuela—. O finalmente
él salió del armario.

—Bueno, maldición. —Emerson se puso serio, pensando en


cuántos niños eran unos gilipollas sólo porque no podían aceptarse a sí
mismos. Si hubiera sabido de sí mismo en ese entonces, ¿cómo se lo
habría tomado? Nunca fue malo, pero ciertamente podría haber tratado
de hacerse invisible.

—¿Por qué no volviste a mencionarlo? —Rhys preguntó—. Lo que


confesé.

—Supongo que no quería que pienses que tengo un problema con


que seas gay. Y obviamente no lo tuve.

—Y lo agradecí totalmente —dijo, finalmente volviendo a Emerson,


sus respiraciones se mezclaron en el estrecho espacio entre ellos—.
Siempre me has cubierto las espaldas.

—Y tú las mías.

Rhys respiró profundamente.

—Ya que estamos viajando por el carril de los recuerdos... esa


noche en el carnaval...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Cuándo te pusiste en plan ojitos de corazón con ese tipo rubio


en el lanzamiento de baloncesto?

Rhys sonrió con suficiencia.

—Supongo que sí. Y tú... no sé. Te volviste loco y distante.

—Creo que estaba celoso —reconoció Emerson—. Temía perderte


como amigo. —En realidad se sentía bien hablar de esta mierda después
de todo este tiempo.

—Tiene sentido, supongo. —Rhys se encogió de hombros—.


Siempre hemos estado involucrados en la vida del otro. Me sentí igual
cuando salías con Morgan.

El pulso de Emerson se aceleró. Mierda. No se lo esperaba.

—¿En serio?

—Completamente en serio. No es que no me hubiera alegrado por


ti y te deseara lo mejor, pero...

—¿Qué?

—Creo que probablemente siempre me he preguntado... cómo sería


si tú... si nosotros... — Rhys inclinó su cuerpo hacia él, su pulgar
alcanzando para rozar la mejilla de Emerson—. Dios, estas pecas. Te
hacen aún más hermoso.

Emerson se puso tenso, su cuerpo lo traicionó, y Rhys se alejó


inmediatamente. Maldita sea. Su reacción fue solo porque no podía creer
que Rhys lo tocara de esa manera.

—Lo siento, no quise decir...

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Espera, por favor. —Emerson agarró sus dedos y arrastró la


mano de Rhys de vuelta a su posición—. Yo sólo... no esperaba eso.

Rhys lo miró con recelo, su aliento rozando contra los labios de


Emerson mientras suavemente le tocaba la mejilla.

Emerson sintió que estaba volando simplemente por su toque.

Tembló al levantar su mano para agarrar el hombro de Rhys, como


si fuera su ancla. Y de muchas maneras, lo era.

—Yo también me he preguntado lo mismo. Sólo que no me di


cuenta en ese momento.

—Maldita sea, Em. —Se inclinó hacia adelante, conectando sus


frentes, y respiraron el mismo aire durante unos segundos vertiginosos.
Cuando Rhys le acarició el cuello de Emerson, y sintió que se estremecía,
lo acercó, sus dedos bajaron por las protuberancias de su columna
vertebral en un intento de consolarlo, aunque no estaba seguro de qué
demonios estaba pasando. Estaba disfrutando de tenerlo tan cerca.

Al momento siguiente tembló al sentir un vacilante roce de labios


justo debajo de su oreja, donde estaba más sensible. Emerson se quedó
perfectamente quieto, preguntándose si se lo había imaginado. Pero
cuando Rhys le puso sus suaves labios en el cuello, hasta la garganta,
los labios de Emerson se abrieron en shock. Se sintió tan bien, que no
pudo detener el gemido que se le escapó.

Se agarró del hombro de Rhys y se retiró para mirarle a los ojos.


Había aprensión en su iris, como si su cuerpo hubiera estado en piloto
automático. Sin embargo, también había algo escondido debajo. Una
necesidad y un anhelo que coincidían con los suyos.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

La realización hizo que su cerebro se volviera loco, sus emociones


se le quedaron grabadas en la garganta. Reunió la cara de Rhys en sus
manos.

—Rhys, ¿qué estás...?

Rhys negó con su cabeza, tal vez tratando de aclarar la duda, la


preocupación.

—Sólo haciendo lo que se siente bien.

—¿Estás seguro...?

—Shh... por supuesto que sí. Eres jodidamente hermoso, y yo... —


Rhys puso su pulgar contra el pulso en su garganta y le miró fijamente a
los ojos—. ¿Puedes, por una vez...?

—Sí. —Emerson cerró los ojos en un suspiro—. Joder, sí.

La mano de Rhys rodeó la parte posterior del cuello de Emerson


hasta el pelo de su nuca. Mientras posaba sus dedos allí, el ligero raspón
de sus uñas encendió un fuego dentro de él. Se dio cuenta de lo mucho
que quería a Rhys en ese momento, lo mucho que probablemente siempre
lo quiso.

La boca de Rhys se mantuvo lo suficientemente cerca como para


sentir la corriente subterránea que corría entre sus labios, como un
campo magnético que los unía. Sus iris color coñac eran estanques
iridiscentes de calor maravilloso y necesidad, y Emerson quería dejarse
llevar por ellos.

¿Estaba pasando esto realmente?

Cuando los labios de Rhys rozaron los suyos en un beso suave, los
pelos de su nuca se erizaron. Emerson cerró los ojos y tarareó. Todo lo

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que quería, necesitaba, se redujo a la sensación de la boca de Rhys


rozando la suya.

—Rhys —susurró mientras todo su cuerpo se elevaba como un


aleteo de alas en el viento.

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21
Rhys
¿Rhys estaba siendo tan atrevido con su mejor amigo? Sí, lo estaba
siendo. Lo quería tanto, quería mostrarle todo lo que sentía. Emerson
nunca se habría acercado a él por su cuenta, no después de lo que Audrey
le había dicho, así que se preocuparía de lo que significaba todo eso más
tarde.

El estómago de Rhys se apretó mientras alineaba sus bocas de


nuevo, sintiendo la curva de sus tiernos labios, amando el rasguño de su
barba casi inexistente, y esperando como el infierno que Emerson no
entrara en razón de repente. A menos que se equivocara, esta sería sólo
su segunda vez besando a un chico. Y Rhys también había sido el
primero, lo que hizo esto súper especial. Y bastante malditamente
embriagador.

Porque la forma en que Emerson le respondía, como si estuviera


despojado de sus instintos más básicos, le hacía querer explorar esto con
él, fuera lo que fuera, ir aún más lejos.

Pero también necesitaba seguir su ejemplo y no hacer ningún


movimiento equivocado que pudiera asustarlo. Así que cuando Emerson
respondió con su propia y decidida presión, Rhys finalmente se soltó,
fundiéndose en su abrazo, dejando sus preocupaciones a un lado por
ahora. La respiración de Emerson era superficial mientras Rhys
intentaba tragarse sus gemidos, deleitándose con la forma sólida de
Emerson, y no pudo resistirse a inclinar su torso bajo la sábana para
acercarse aún más.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuando Rhys mordisqueó ligeramente su labio inferior, sintió el


temblor viajando a través de los hombros de Emerson y hasta la parte
baja de su espalda, donde el brazo de Rhys lo estaba reforzando.

Emerson gimió en su garganta, su lengua metiéndose dentro de la


boca de Rhys, caliente, húmeda, exigiendo, actuando como un diapasón
dentro del cuerpo de Rhys. Emerson lo besaba como si necesitara
memorizar sus labios, la lengua y el sabor. Era casi demasiado para
soportarlo, así que Rhys se calmó, respiró hondo, lo besó suave y dulce,
tratando de saborearlo mientras los dedos de Emerson se enroscaban en
la nuca de Rhys, como si apenas se aferrara a los últimos vestigios de su
control. El estómago de Rhys se llenó de un tierno calor que nunca antes
había experimentado.

Lo que no daría por ver a Emerson derritiéndose por él. Llenándolo


hasta el borde. Arrasándolo. Consumiéndolo. Joder.

Los ojos de Rhys se llenaron de lágrimas calientes y confusas, sus


emociones estaban al límite, como había sido muy frecuentes desde el
accidente. Pero maldición, estaba besando a su mejor amigo, y el
momento era complicado. Sorprendente. Jodidamente increíble.

Demasiado grande para palabras simples.

Dedos acariciando del pelo de Emerson, Rhys rodó a su espalda,


arrastrando al hombre más grande con él. Posicionándolo sobre él así,
con sus pechos e ingles alineadas, Emerson jadeó contra sus labios, sus
besos se volvieron urgentes mientras su lengua profundizaba en la boca
de Rhys.

Rhys devolvió del mismo modo, la sedosa y húmeda fricción de sus


lenguas que se deslizaban juntas a un ritmo adictivo, ya que la dura
longitud de Emerson proporcionaba la presión perfecta. La verga de Rhys

223
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

se hinchó, y sus bolas hormiguearon. Ya estaba en el borde, y tenía todo


que ver con el hombre sexy que se ceñía a él, perdiéndose en sus propios
impulsos viscerales.

—Maldita sea, Em. Me estás volviendo loco. —Los dedos de Rhys


tentativamente alcanzaron y agarraron los globos redondos de su trasero,
y Emerson sin liberar sus bocas se tragó un silbido por la sensación
placentera.

—Más. —Cuando Emerson empujó sus caderas hacia adelante, se


sintió como un millón de pinchazos en todo el cuerpo de Rhys.

Soltó un fuerte jadeo contra el cuello de Emerson y apretó su culo


de nuevo, cumpliendo con sus impulsos.

—Quiero sentirte desnudo —dijo Rhys, esperando que su audacia


fuera bienvenida—. Desnudémonos... sólo si te sientes... cómodo.

—Diablos, sí. —El tono áspero de Emerson envió a los sentidos de


Rhys a una completa caída en picado. Sintió la anticipación creciendo en
su ingle mientras Emerson le bajaba los pantalones, y luego quitaba los
suyos. Cuando sus pollas desnudas finalmente se encontraron piel con
piel, todas sus terminaciones nerviosas parecieron pulsar
simultáneamente, haciendo hipersensible cada lugar que su piel tocaba.

Y cuando la polla de Emerson comenzó a moverse contra él, el


mundo pareció detenerse, ya que la singular sensación se concentró
directamente entre ellos. Le dolían las costillas, pero de ninguna manera
se detendría ahora. De ninguna manera.

—Nunca he... maldición. Nunca he sentido nada como esto. —


Emerson alternó entre presionar rápido, y luego cuidadosamente lento,
como si disfrutara de la sensación de su piel deslizándose. Pero Rhys no

224
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

iba a durar mucho más, este era Emerson presionándose contra él.
Además, había pasado demasiado tiempo.

Todo comenzó a hormiguear, su columna vertebral, su ingle,


incluso las raíces de su cabello. El calor se extendió a través de sus
miembros como lava caliente, y estalló en todo su estómago.

—Oh, mierda.

Sintió que el semen de Emerson se unía al suyo ni un segundo


después cuando palabras ininteligibles cayeron de sus labios. Sus
piernas temblaron, sus brazos también hasta que se rindieron y se
hundió en la cima de Rhys, dejándole todo su peso.

—Joder. Nunca me he corrido tan duro en mi vida —Emerson


resopló, pero Rhys se quedó quieto y sin moverse, simplemente
respirando en su oído. Emerson se retiró, con la alarma en sus ojos—.
Oh mierda, me olvidé de tus costillas. ¿Te estoy haciendo daño?

—No, se siente bien —respondió Rhys, una pequeña mentira


blanca. Le dolía, pero se sentía como un buen tipo de dolor después de
un increíble orgasmo. Rhys apoyó su antebrazo en la espalda de
Emerson, mientras que su otra mano tocó su cuello con un movimiento
relajante. Recuperó el aliento después de un par de largos minutos
mientras flotaba de vuelta a la tierra de los vivos.

En algún momento, Emerson cogió una camiseta del suelo y


descuidadamente se la pasó por el abdomen para limpiarlo. Una vez que
se recostó, Rhys se llenó de un alivio aplastante de que no pareciera
haber ningún arrepentimiento por parte de Emerson. En vez de eso, lo
acurrucó en sus brazos, su suave polla descansando contra su cadera
mientras Rhys caía en un profundo sueño. Y esta vez, sus sueños sólo
estaban llenos de un complejo patrón de colores cálidos y atractivos.

225
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

22
Emerson
Emerson pensó que escuchó el suave sonido de su teléfono, y justo
cuando se giró hacia él en su mesilla de noche, se detuvo. Debió haber
estado soñando, lo consideró distraídamente antes de volver a caer en un
sueño profundo. ¿Quién podría culparlo con los tibios miembros de Rhys
enredados con los suyos?

Fue el sonido de la puerta principal siendo abierta a empujones lo


que finalmente lo despertó. Se sentó en pánico, quitándose el sueño de
los ojos, cuando escuchó el sonido de la voz de la tía Janice abajo.

—¡Mierda, es casi mediodía! —Emerson se levantó de la cama,


maldiciéndose a sí mismo por ser tan irresponsable, mientras se
apresuraba a ponerse unos pantalones y una camiseta. Rhys apenas se
movió, su pelo una mopa marrón oscura contra su funda de almohada
color crema, y Emerson apenas tuvo tiempo de digerir lo surrealista que
era tenerlo en su cama después de una noche que no olvidaría pronto. —
Los niños están en casa. Hay que levantarse.

Cerró la puerta tras él mientras bajaba las escaleras.

—Siento irrumpir —dijo la tía Janice en un tono preocupado


mientras estaba de pie en la entrada—. No respondiste a mi mensaje, así
que nos dirigimos hacia aquí.

Se bajó el dobladillo de la camiseta, esperando no ser evidente.

—Lo siento. Me quedé dormido.

Janice sonrió.

226
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Bien. Lo necesitabas.

Podía sentir que sus mejillas se calentaban cuando miró hacia la


cocina, donde los niños discutían frente al frigorífico con la puerta
abierta.

—No te bebas todo el zumo, Sam —se quejó Audrey mientras


alcanzaba el recipiente en su mano y vertía un poco en su propio vaso—
. Ve a buscar tu traje de baño.

—¿Qué está pasando? —Emerson preguntó alrededor de un


bostezo. Se sintió como si estuviera en la zona del crepúsculo o algo así
mientras Sam le daba un rápido apretón de cintura antes de subir las
escaleras a su habitación.

—Los niños fueron invitados a última hora a una fiesta de


cumpleaños en Splash World. —Era un parque acuático cubierto al que
los había llevado un puñado de veces, normalmente cuando se volvían
locos en el invierno. Siempre apestaba a cloro, que Sam le había
informado que seguro mataría todos los gérmenes de las hordas de
gente—. Espero que no haya ningún problema porque vayan.

—Por supuesto que está bien. Gracias por incluirlos —respondió,


pero se distrajo por Audrey, que parecía evitar interactuar con él, a menos
que fuera su imaginación. Ella fingía mirar su teléfono o su bolsa cada
vez que él hacía contacto visual.

Caminó hasta la cocina para apretar el botón de la máquina de


café, y luego le rodeó el hombro con un brazo. Cuando ella se puso rígida,
su pulso se aceleró.

—Oye, ¿todo bien?

Asintió y luego murmuró:

227
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Y tú?

Cuando se acordó de su noche con Rhys, su estómago se sacudió.

—Todo está genial.

—Oh... eso es... eso es bueno. —Los hoyuelos en sus mejillas se


mostraron cuando una deslumbrante sonrisa se abrió paso a través de
su cara—. Tengo que coger mi traje de baño.

Se desequilibró cuando ella corrió hacia las escaleras con una risa
excitada. No tenía ni idea de qué se trataba, pero no estaba seguro de
entender sus estados de ánimo.

—¿Café? —le ofreció a Janice, que se negó, así que cogió una taza
y se sirvió. En el último minuto, sacó una segunda taza y la colocó cerca
de la máquina para Rhys. Era algo que hacía con frecuencia, pero esta
mañana o tarde, debería decir, parecía tener un significado más
profundo.

Mientras Janice le hablaba de la sesión maratónica del Monopoly


de anoche que tuvo que parar antes de mandarlos a la cama, él notó a
Rhys y Audrey susurrando sobre algo en lo alto de las escaleras. Sabía
que se habían acercado en las últimas semanas, especialmente desde que
empezaron a caminar juntos por las tardes. Aun así, se preguntaba qué
compartía ella con Rhys que no compartía con él, pero tampoco quería
ser mezquino.

—¿Lo tenéis todo? —La tía Janice preguntó cuándo se encontró con
los niños en la puerta.

—Sí —dijeron al unísono, emocionados.

—¿Necesitan toallas? —Emerson preguntó.

228
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Lo tenemos cubierto —dijo la tía Janice—. Los traeré de vuelta


en algún momento después de la cena. —Cerró la puerta detrás de ellos,
luego los vio subirse en el coche y salir.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —preguntó cuándo sintió el


calor de Rhys detrás de él.

—Parece que tienes la tarde libre —dijo, sonando divertido.

—No estoy seguro de saber qué hacer conmigo mismo.

—Tengo algunas ideas —respondió Rhys en un tono lascivo que


hizo que la piel de Emerson se calentara—. Pero primero, una ducha.

Luego se dirigió hacia el dormitorio principal, y Emerson oyó que


la ducha se encendía. ¿De verdad tenían toda la casa para ellos solos otra
vez?

Emerson cruzó la sala de estar hasta que se decidió. Necesitaba


dejar de pensar y analizar cada detalle minuciosamente y sólo ir con lo
que se sentía bien para variar.

Aun así, era una maldita bola de energía nerviosa cuando dejó su
ropa en el suelo del baño y entró vacilante en la ducha. Una tímida
sonrisa apareció en los labios de Rhys, y Emerson respiró aliviado
mientras temblaba. ¿Estaba pasando esto realmente? Tembló mientras
la mirada de Rhys vagaba ávidamente sobre su piel desnuda, y su polla
se endureció en respuesta. Joder, su cuerpo reaccionaba por sí mismo
cuando estaba cerca de Rhys.

No sabía cómo podría volver a la normalidad si Rhys no lo quería


más.

Deja de pensar demasiado y sólo siente.

229
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Además, Emerson había estado en este escenario con Rhys antes.


Pero mientras que la última vez se aseguró de no mirar fijamente a su
cuerpo por pura determinación, ahora no podía dejar de mirarlo. El
cabello de Rhys estaba mojado mientras sus dedos sujetaban un tubo de
jabón, el aroma de vainilla llenaba el espacio cerrado. La mirada de
Emerson se deslizó perezosamente por su torso hasta el oscuro vello que
rodeaba su bonita polla, que se estaba poniendo cada vez más dura.

¿Bonita? Nunca había pensado en la polla de otro hombre de esa


manera. Pero ahora se preguntaba cómo sabía y olía. Sería muy inepto
en la tarea de hacerle una mamada, pero demonios, quería intentarlo,
aunque sólo fuera para darle placer a Rhys y verlo perder el control.

Rhys le agarró la muñeca y le instó a que se sometiera a los chorros


calientes. Emerson suspiró mientras el agua caía en cascada sobre su
cabeza y por su torso. Rociando más jabón en su mano, Rhys comenzó a
enjabonar los hombros y el cuello de Emerson como lo había hecho para
él después de su accidente.

Estaba en la punta de la lengua protestar hasta que Rhys le dio


una mirada severa.

—Quiero cuidar de ti para variar.

Emerson trató de no retorcerse ya que Rhys tuvo un cuidado


extremadamente suave frotando la parte delantera de él, desde su pecho
hasta su ingle, prestando especial atención a sus pezones, que no se
había dado cuenta que eran tan sensibles. Rhys deslizó sus nudillos a
través del rebelde vello en su ingle y se sintió tan íntimo que Emerson
gimió. Rhys lo miró de cerca mientras bifurcaba sus dedos a través del
pelo enredado, y las rodillas de Emerson casi se doblan.

230
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuando Rhys besó dulcemente su hombro, y luego levantó la mano


de Emerson para besar su palma, el pecho de Emerson se sintió muy
apretado. Con la garganta encogida, luchó por hablar mientras tomaba
con ternura la mejilla de Rhys, demasiadas emociones colgando de sus
labios. Los ojos de Rhys se suavizaron mientras acariciaba la palma de
su mano.

Jesús. No sabía cuánto más podría soportar.

Rhys se dedicó a enjabonar la polla y el escroto de Emerson, y


Emerson casi se corrió por toda su muñeca. Fue un alivio volverse hacia
la pared, y respiró profundamente para controlar su pulso.

Rhys pasó sus manos enjabonadas por su espalda hasta su


trasero, y Emerson apretó sus dientes mientras las puntas de los dedos
de Rhys enjabonaban entre sus mejillas.

—¿Esto está bien? —Rhys murmuró en la parte posterior de su


cuello.

Presionó su frente contra la fría baldosa mientras luchaba contra


el impulso de empujar su mano. Nadie había tocado nunca esa zona tan
privada, pero que lo jodieran si no le hizo humedecer la polla. Gimió.

—Se siente bien. Quiero tocarte a ti también.

—Pronto. —Una vez que el tormento terminó, Rhys alcanzó la


botella de champú para lavarle el pelo con tanta ternura, que Emerson
suspiró y cerró los ojos, deleitándose al ser atendido por el hombre que
tenía su corazón en la palma de su mano.

Pero todavía estaban en esa zona gris. Rhys había venido a él


anoche, y había sucedido exactamente como él esperaba, actuando por
sus propios impulsos naturales por Emerson.

231
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys torció la manija de la ducha y alcanzó una toalla. Salió


primero, y luego le dio una toalla a Emerson, permitiéndole
afortunadamente que se secara. No estaba seguro de poder soportar más
caricias. Estaba duro y listo, y Rhys no estaba mucho mejor.

Lo siguió a su dormitorio, donde no pudo aguantar más. Tiró de


Rhys en un abrazo y le dio un beso ardiente.

Rhys bajó para su mano para capturar la polla de Emerson y


acariciarla.

—Dime lo que quieres. No siempre eres bueno cuidando de tus


propias necesidades.

Emerson jadeó y lo miró fijamente.

—¿Qué pasa?

—Es sólo que... me lo dijiste una vez antes. —Le dolía el corazón
positivamente al recordarle su primer beso en la cocina.

—¿Sí? ¿Algo más que no puedo recordar?

Emerson besó tiernamente sus labios en lugar de responder. No


quería que nada se agriara entre ellos, y de repente sintió que estaba en
tiempo prestado.

Besándolo a lo largo de su mandíbula, Rhys se dirigió a la oreja de


Emerson.

—Déjame hacerte sentir bien.

—Joder. —Emerson se quejó—. Sí, quiero eso.

232
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys empujó a Emerson para que se sentara en el borde de la


cama, luego se arrodilló cuidadosamente delante él, y qué espectáculo
contemplar su polla enrojecida y húmeda por las caricias.

—Puedo parar si es demasiado. —Rhys presionó sus muslos y se


asentó entre sus piernas—. Pero no puedo esperar a probarte.

Emerson ya sabía que cualquier cosa que hiciera Rhys lo dejaría


alucinado, y aceptaría cualquier cosa que le ofreciera. No sólo porque
sentía algo por él, sino porque le confiaba su vida, incluso si su corazón
no estaba tan seguro y ya había pasado por suficiente. Rhys pasó sus
dedos a través de su oscuro vello, saboreando la sensación de su
expectante aliento contra sus muslos y el gemido que se le escapó
mientras miraba su polla. Sólo eso le hacía sentir que estaba en la cima
del maldito mundo. Hacía tanto tiempo que no sentía una boca sobre él,
que no había sido tocado por un amante, e incluso esos recuerdos
palidecían en comparación.

233
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

23
Rhys
—Espera. Tus costillas. —La culpa de Emerson estaba inundando
su cabeza, y Rhys necesitaba distraerlo, pronto.

—¿Estás bromeando ahora mismo? —Se apoyó en sus muslos y


Emerson tembló—. Nada me va a impedir que te la chupe.

Joder, Emerson estaba sentado desnudo delante de él, con la polla


presionada contra su estómago, y Rhys no podía recordar un momento
en el que hubiera querido a alguien más.

Ya me lo has dicho alguna vez.

Rhys casi le dijo a Emerson que sabía lo de su beso pre-accidente.


Pero si tuvieran esa discusión ahora, podría arruinarlo todo. Conocía a
Emerson, casi podía imaginárselo refugiándose en su caparazón
protector, como esas orugas en sus crisálidas, descompuesto en su forma
más básica mientras miraba el mundo a través de lentes con filtro.

Mientras que ahora estaba desnudo delante de él, las


inseguridades se desvanecieron, la emoción cruda en su cara. Había
entrado con confianza en la ducha, poseyendo su sexualidad, sus deseos;
verle ir tras lo que quería era jodidamente impresionante.

Rhys se apoyó en su rodilla, queriendo saborear su suave piel y su


olor almizclado con una toque de vainilla del gel de ducha. Lamió su
muslo hasta el hueso de la cadera, y luego a través de su abdomen hasta
el otro lado mientras Emerson se agarraba a las sábanas. Evitó su polla,
que estaba dura como un tronco de árbol, también gruesa, y mientras

234
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

bajaba sus labios hasta los testículos de Emerson, se imaginó lo que


podría ser tener esa hermosa polla metida dentro de él.

—Rhys —Emerson presionó mientras Rhys lamía cada una de sus


bolas con su lengua. Se veía abrumado, sus dedos ahora apuñalaban el
cabello de Rhys, sus piernas abiertas, sus ojos salvajes, indómitos.

La mano de Rhys se asentó en la base de su polla antes que se


inclinara para enterrar su nariz en el parche rojo en su ingle. Tan
jodidamente sexy. Pasó su lengua por la cabeza, saboreando la explosión
de sabor en sus papilas gustativas.

—No sé lo que me estás haciendo. —La voz de Emerson estaba


ronca, quebrada, recordándole lo importante que era para él. Y especial
para Rhys, al permitírsele tocarle así.

—Lo mismo que tú me estás haciendo a mí —respondió con su


garganta encogida, y lo dijo en serio. Su corazón se estaba volviendo loco,
salvaje por este hombre. Por su más querido amigo. Y se dio cuenta que
quería esto con él. Lo quería todo. Emerson era su todo.

—Joder. —Emerson inclinó la cabeza hacia atrás y gimió mientras


Rhys ahuecó sus mejillas y lo llevó al fondo de su garganta, asegurándose
de trabajar su lengua en toda su longitud y dejarle sentir sólo el más
mínimo rasguño de sus dientes para mayor sensación.

—Tan bueno. —Golpeó sus caderas hacia adelante y pasó sus


dedos por el cabello de Rhys, tirando lo suficiente para hacer su cuero
cabelludo hormiguear. Y a él le encantaba. Era un vistazo de lo que
Emerson podría ser si se soltara más a menudo.

—Oh Dios. —Cuando arqueó su espalda, Rhys supo que había


ganado. Se dobló mientras Emerson gritaba, ráfagas de semilla con sabor
dulce y salado golpeaban el techo de su boca mientras se derramaba por

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

su garganta. Se detuvo y lamió las últimas gotas en su hendidura cuando


las piernas de Emerson se debilitaron y se tumbó sobre las sábanas.

—Tan condenadamente caliente. —Rhys se puso de pie, sus


piernas temblorosas y comenzó a menear su polla, sabiendo que no
tardaría mucho en correrse.

—Espera —dijo Emerson, levantándose sobre sus codos—. Ven


aquí. Quiero mirarte.

Los ojos de Rhys prácticamente se cruzaron cuando se subió a


horcajadas a la cintura de Emerson, su muñeca torciendo su polla en el
ángulo correcto. Sabía que iba a correrse rápido sólo por tener a Emerson
como un público cautivo y ansioso.

—Eres tan sexy. —Cuando Emerson se inclinó hacia adelante,


Rhys lo encontró a medio camino, empujando su ingle en su dirección.
Para su total sorpresa, Emerson fue lo suficientemente valiente como
para pasar su lengua por su cabeza para probarla. Santo cielo.

—¿Quieres más de mí? —Rhys preguntó a través de su mandíbula


apretada, y cuando Emerson asintió, se mantuvo quieto para que
Emerson pudiera meter torpemente la cabeza en su húmeda y cálida
boca. Rhys se tragó un gemido estrangulado, tratando de no empujarse
y correrse, pero en este punto no se necesitaría mucho.

Esperaba que a Emerson le gustara, no quería que se asustara o


fuera demasiado intenso para él, pero no lo hizo. Solo sostuvo la punta
de la polla de Rhys en su boca, usó su lengua para trabajar con él, y joder
si no era buena cada maldita caricia.

Le temblaban las piernas y tenía una sensación frenética y


explosiva creciendo en su interior mientras salía de su boca y brotaba

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

una espesa y gruesa cuerda de semen cayendo en su cuello, barbilla y


pecho.

—Joder, lo siento —dijo, mientras sus ojos se cerraban y trataba


de conseguir una apariencia de control—. Puede que necesites otra
ducha.

—No lo sientas. Eso fue... wow. —Acomodó a Rhys con él y lo besó


sin aliento durante un par de minutos.

Pasaron la tarde haciendo cosas totalmente normales que se


sentían nuevas y especiales después de lo que acababan de compartir.
Fueron de compras, primero a comprar comida, y luego a una tienda para
comprar toallas nuevas para su baño inundado.

Antes de llevar las bolsas adentro, cruzaron la calle para hacer un


balance de los progresos en el arreglo del techo, no habían bastado un
par de días. Tuvieron que reemplazar partes de los cimientos del techo
antes de colocar nuevas tejas. Y hasta ahora, todo iba bien. Rhys estaba
emocionado por el trabajo que finalmente se haría, pero al mismo tiempo
estaba de acuerdo en que llevaría más tiempo acabar, si eso significaba
que pudiera pasar más tiempo con Emerson.

Mientras preparaban la cena, Emerson puso música, y bebieron


vino y cenaron un simple sofrito, hablaron del trabajo, los niños y su
infancia, riéndose de algunas de las payasadas temerarias de Rhys, que
habían tenido lugar sobre todo mientras Emerson se quedaba mirando,
siempre el más sensato de los dos.

Rhys confesó lo mal que estaban las cosas en la tienda de


aventuras, cómo sentía que tal vez ya no encajaba, y Emerson lo animó
a aguantar mientras aún se orientaba. Y tenía razón. Su accidente no fue

237
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

hace mucho tiempo. Entonces, ¿por qué se sentía como si todo hubiera
cambiado?

Pero también como si estuviera justo donde debía estar...

Después de lavar los platos, sirvieron más vino, y Rhys arrastró a


Emerson al salón, sintiéndose juguetón.

—¿Bailas conmigo?

Emerson arqueó una ceja cuando la canción cambió a otra balada


más lenta.

—No bailamos despacio esa noche, si estás tratando de recrear


algo.

—No, sólo estoy creando nuevos recuerdos —respondió, sintiendo


que Emerson podía ver a través de él—. Además, es el único tipo de baile
que puedo hacer, al menos por un tiempo.

Cuando sus ojos se encontraron, Emerson asintió, y luego se


acercó lo suficiente para tomar a Rhys en sus brazos y comenzar a
balancearse con la canción. Y tal vez fue la melodía o el increíble día que
tuvieron, pero a Rhys le dolió el corazón. Le dolía el anhelo del hombre
que lo envolvía en un abrazo y se besaron, engatusando sus labios
abiertos con su lengua para profundizar el beso.

Rhys se había besado con su parte de hombres a lo largo de los


años, pero ahora que sabía lo que era besar a Emerson, no estaba seguro
de que ningún otro tipo estuviera a la altura. Y a decir verdad, ya no tenía
ganas de averiguarlo.

Emerson siempre había representado un faro en un mar


tormentoso, un punto de luz deslumbrante en un cielo ennegrecido,

238
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

haciendo que Rhys estuviera seguro de sí mismo y de donde sin duda


pertenecía.

Bailaron lentamente y se rieron, y se besaron durante tanto tiempo


que sus labios se sintieron doloridos. Sólo se separaron cuando los faros
de la tía Janice iluminaron la entrada, y un minuto más tarde dejó a dos
chicos exhaustos en su puerta.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

24
Emerson
Audrey todavía estaba cansada a la mañana siguiente cuando
Emerson los llevó a la escuela, pero Sam habló desde el asiento trasero
sobre su fin de semana.

—Me metí en la piscina de olas, y fue tan impresionante.

—Pasó todo el tiempo allí porque estaba demasiado asustado para


bajar por el gran tobogán con nosotros —añadió Audrey en tono
exasperado.

Sam carraspeó.

—No estaba asustado

—Lo estabas —respondió Audrey. Ah, habían sido unas tranquilas


treinta y seis horas mientras duró.

—Deja de burlarte de tu hermano. Esos toboganes solían asustarte


también —dijo Emerson en tono de advertencia, y Audrey se quedó en
silencio mientras Sam sacaba la lengua para decir la última palabra.

Pero sus discusiones no fueron suficiente para calmar su humor.


Su fin de semana también había sido jodidamente increíble. Después de
acostar a los niños, casi le pide a Rhys que se acostara con él, pero al
final decidió no hacerlo. Probablemente ambos necesitaban el espacio
para considerar lo que había ocurrido entre ellos. Además, ¿estaba
dispuesto a arriesgarse a que los niños lo supieran y se confundieran?
Bueno, al menos Sam.

240
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys había sido tan dulce y paciente... y tan ardiente... mientras


Emerson se abría camino a tientas en su primera vez con un hombre. No
lo hizo sentir como un aficionado, sólo sexy y merecedor mientras prendía
fuego a su cuerpo. Emerson definitivamente necesitaba más de eso, más
de él. Pero estaría mintiendo si no admitiera que casi quería demasiado
a Rhys, y eso lo asustaba mucho.

Sam salió del coche primero, pero Audrey se quedó sentada con la
mano en el tirador de la puerta. Pasó otro largo momento antes que él
notara que ella estaba temblando.

—Audrey, ¿qué...?

—Siento habérselo dicho —dijo con prisa—. Espero que no me


odies.

—Cariño, nunca podría odiarte. —El corazón de Emerson latía con


fuerza porque sabía lo que se avecinaba; era lo que temía, pero esperaba
que se equivocara—. Ahora explica lo que quieres decir.

—Sobre el beso —murmuró, manteniendo la mirada fija en el suelo,


donde su mochila de libros estaba alojada entre sus rodillas—. Estaba
molesta porque tú y Neil salían juntos, y quería que fuera...

—¿Cuándo fue esto? —imploró, tratando de sonar normal en vez


de asustado y enfadado—. ¿Cuándo se lo dijiste?

—Después que te fuiste para ver el partido.

El cerebro de Emerson se tambaleó con instantáneas de su fin de


semana. Rhys había salido con un amigo esa noche, luego llegó a la
habitación de Emerson... y el resto es historia.

241
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Oh Dios mío, ¿no lo sabías? —Se veía afectada, sus ojos se
llenaron de lágrimas—. Pero dijiste que todo estaba genial. Y Rhys dijo
que todo estaría bien.

Emerson extendió su mano temblorosa, sabiendo que era el


momento de cambiar al modo de padre responsable antes que se pusiera
histérica. Podía tragarse las náuseas hasta que la hiciera entrar en el
edificio. Ella era sólo una niña y no necesitaba la culpa o la presión sobre
sus hombros, pero maldita sea si no acababa de sacudir su mundo.

—Está bien. —Se obligó a decir las palabras con una voz tensa
mientras ella se arrojaba a sus brazos y clavaba su cara en su hombro.

—Lo siento. Sólo quería que tuvieras una oportunidad. —Parecía


estar destrozada.

—No era justo pedirte que guardaras un secreto. Es totalmente mi


culpa. —Emerson la apretó más fuerte, más para mantener las piezas de
sí mismo juntas—. Sólo intentaba darle tiempo. Pero tal vez esa no era la
mejor idea.

Tiempo para recordarse a sí mismo o llegar a la misma conclusión.


¿Pero no fue eso lo que pasó? Obviamente no.

Sólo vino a su habitación después que Audrey se lo dijera.

Aun así, vino y obviamente lo quería. ¿Verdad? Joder, su cerebro


se sentía como si estuviera paseando por una feria.

¿Podría confiar en sus propios instintos? De repente no estaba tan


seguro.

—¿Va a estar todo bien? —preguntó ella con una voz tan seria que
se le formó un bulto en la garganta.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Por supuesto. Rhys nunca dejará de estar en nuestras vidas —


respondió, tratando de sonar esperanzado y más paternalista pero
probablemente fallando miserablemente—. Es parte de nuestra familia y
siempre será mi mejor amigo.

—¿En serio? —Se sentó y se limpió los ojos, pareciendo aliviada.


No estaba seguro de si era porque ella no estaba en problemas o porque
había prometido que Rhys se quedaría. No necesitaba más pérdidas en
su vida.

—¿Qué tal si te preocupas por tus propias cosas y nos dejas a Rhys
y a mí resolverlo por nosotros mismos, vale?

—Es un trato —dijo distraídamente mientras saludaba a un niño


en la acera, con la cara sonrojada de color rosa.

—¿Kevin? —preguntó él, tratando de mantener su voz equilibrada.


Joder, casi se había olvidado de su enamoramiento.

Ella se encogió de hombros, cerrándose a cualquier pregunta


intrusa.

—Me tengo que ir.

Entonces ella estaba fuera del coche, dejándole para que vadeara
a través de la destrucción de la bomba que acababa de lanzarle.

Llegó al trabajo sin siquiera recordar cómo llegó allí, estaba tan
preocupado.

Afortunadamente pudo sumergirse en su trabajo matutino y perdió


la noción del tiempo hasta que Neil estaba de repente cerca de su
escritorio, sosteniendo una bolsa de su delicatessen favorita.

—Tengo un rollo de langosta que tiene escrito tu nombre.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Eres un salvavidas. —Se apartó de su escritorio y aceptó la oferta


de Neil mientras se sentaba en el asiento de enfrente y abría la bolsa—.
La próxima vez invito yo.

—No te preocupes. —Le entregó el sándwich, mirándolo con


recelo—. ¿Estás bien? ¿Todavía tienes muchas cosas en la cabeza?

Suspiró mientras abría el refresco que había estado sobre su


escritorio y ni lo había abierto. Honestamente no sabía por qué Neil
estaba allí con él.

—Lo siento si he sido un amigo de mierda.

—No, está bien. Pero estoy aquí si quieres hablar.

—Gracias. Sólo... las cosas en casa... —Y entonces no pudo


contenerse más. No tenía ningún otro adulto en quien confiar aparte de
Rhys. Y Rhys estaba fuera de discusión hasta que pusiera sus
pensamientos en orden—. Antes del accidente de mi amigo, nosotros...

Neil elevó una ceja.

—¿Teníais algo?

—Dios no. —Agachó su cabeza mientras el calor le recorría las


mejillas. Básicamente se dirigía a su amigo, que obviamente ya tenía un
presentimiento—. Estaba descubriendo mi propia sexualidad...

—¿Quieres decir que no eres heterosexual? —Neil sonrió mientras


Emerson se inundaba de alivio. Quién iba a saber que se sentiría tan bien
al sacarse algo de sus problemas del pecho. Sin duda, se aferraba a las
cosas con demasiada fuerza. ¿Por qué no compartir la carga con alguien
que estuviera dispuesto a escuchar y actuara como un verdadero amigo?

—¿Creo que probablemente soy demi?

244
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Ah. —Masticó un bocado de su sándwich de pavo—. Eso tiene


mucho sentido.

Aguantó un jadeo.

—¿Ah, sí? —¿Cómo era posible cuando no pudo averiguarlo por sí


mismo durante tanto tiempo? Pero Neil siempre fue muy culto y muy
inteligente en un montón de cosas. Era una persona muy interesante si
Emerson aprendiera a apreciarlo como amigo.

—Suena como si te hubieras enamorado de tu mejor amigo. —Neil


se encogió de hombros, como si fuera la cosa más simple del mundo—. Y
si tuviera que adivinar... No importa. No quiero pasarme de la raya.

Emerson se limpió la boca con una servilleta.

—No, adelante. Me gustaría tener tu opinión.

—Vale... bueno, me pregunto si algo ocurrió antes de su accidente


que tal vez... —Hizo un gesto de dolor—. ¿No puede recordar ahora?

La boca de Emerson se abrió. Se sentía tan transparente. Y tan


fácil de leer.

—Joder, eres bueno en esto.

Neil se rio.

—¿Tal vez debería entrar en psicología?

Emerson hizo un gesto con su mano.

—O trabajo de detective. —Maldición, se sintió bien reírse. Sus


tripas no se sentían tan tensas.

245
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Entonces, ¿cuál es el problema, además de lo obvio? —preguntó


Neil mientras hacía una bola con su envoltura y la tiraba al cubo de
basura cerca del escritorio.

—Fue algo muy importante después de haber sido amigos durante


tanto tiempo y haber vivido al otro lado de la calle toda nuestra vida. Nos
besamos, y luego se fue corriendo después que Audrey nos viera, y nunca
tuvimos la oportunidad de tener una conversación sobre lo que
significaba todo. Todo lo que sé es que se asustó y se fue, y no puedo
evitar preguntarme si me abandonó porque no sentía lo mismo. —La
agonía lo atravesó, pero siguió adelante—. Y cuando despertó de su
accidente y me di cuenta que no tenía ningún recuerdo de esa noche, que
me miraba como lo hacía normalmente, como un amigo... —Se alejó,
sacudiendo el recuerdo de su cabeza, aunque todavía le hacía palpitar el
corazón.

—Ouch. Qué doloroso. —Los ojos de Neil mostraron empatía


cuando se acercó a darle una palmadita en la mano—. Lo siento.

—Gracias. Fue una mala situación. —Se tomó un respiro,


confiando en que la forma en que había manejado la noticia era la mejor—
. Así que me concentré en que se recuperara y no quería abrumarlo con
demasiados detalles porque era duro para él, no imagino lo que es perder
un año entero de tu vida.

Neil asintió.

—Así que lo acogiste mientras se recuperaba. Luego lo ayudaste de


nuevo cuando el rayo golpeó el árbol.

—Exactamente. Lo que cualquier amigo haría. —Hizo un gesto de


dolor—. Tenerlo cerca todo el tiempo fue bastante desgarrador al
principio. Pero no lo haría de otra manera.

246
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Finalmente lo admitió, y joder, el alivio fue como levantar una


pesada manta de sus hombros. Y entonces le dijo a Neil el centro del
problema, la misma experiencia que era hermosa y horrible a la vez.

—Entonces algo pasó entre nosotros este fin de semana.

Neil sonrió un poco triste, y Emerson no quiso imaginar lo que eso


significaba. Le hizo cuestionarse si decírselo era una buena idea.
Después de todo, él también había pasado tiempo con Neil ese fin de
semana, y había pensado que habían llegado a un entendimiento.

Se alegró que Neil no presionara por los detalles, lo que lo hubiera


hecho más incómodo, y en cambio respetara su privacidad leyendo entre
líneas.

—Eso estuvo bien, ¿verdad?

—Lo estuvo, hasta que...

Sus cejas se tejieron juntas.

—¿Hasta qué?

—Hasta que me enteré que Audrey le dijo que nosotros... ya sabes.


—Negó con la cabeza, sin querer recrear todos los detalles.

—¿Y ahora no sabes lo que es real? ¿O cómo se siente realmente


por todos los asuntos pendientes? Algo así como, ¿qué fue primero, la
gallina o el huevo?

¿Los sentimientos o el recuento de los sentimientos? Vaya. Sí, tal


vez eso.

Emerson asintió débilmente.

247
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Eres bastante bueno en el papel de ser amigo.

—Gracias. —Neil se inclinó hacia adelante con una expresión


seria—. La verdadera pregunta es, ¿importa cómo se produjo todo?

—Tal vez no debería, pero para mí sí. No quiero... Ha habido


demasiado... —Mierda que había salido mal en mi vida. Sintió un punto
de dolor en su pecho—. ¿Y si Rhys estaba conmigo este fin de semana
porque le resultaba familiar, porque soy su familia? ¿O si termina
enloqueciendo como lo hizo antes? —Cerró su mano en un puño para
amortiguar la sensación en su estómago—. No puedo perderlo de nuevo.
Simplemente... no puedo.

Joder, ¿acaba de confesar eso en voz alta? Neil probablemente


pensaba que estaba siendo demasiado dramático, pero cuando levantó la
vista, sus ojos contenían una emoción diferente, y un toque de tristeza.
Tal vez entendía muy bien lo de perder a alguien, y tan pronto como
Emerson se volviera a poner en su lugar, iba a devolver el favor y ser un
oído atento también si Neil lo necesitaba. Porque eso era lo que los amigos
hacían. Y él podía usar todos los amigos que pudiera conseguir.

—Entonces deberías tomarte el tiempo que necesites para trabajar


con tus emociones. — Los labios de Neil se levantaron con una sonrisa
tranquilizadora—. Le diste el tiempo. Tú también mereces algo de eso.

—Joder, gracias.

—Pero entonces habla con él y mira si puedes expresar lo que estás


pasando. Incluso si eso significa que todas las cosas a las que tienes
miedo se hacen realidad. Puedes enfrentarlo, y yo estaré aquí si necesitas
hablar.

Casi abrazó a Neil, pero eso hubiera sido extraño, así que en vez de
eso le palmeó el hombro y volvió al trabajo.

248
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

***

Esa noche trató de actuar normal, mayormente por el bien de


Audrey, pero se dio cuenta que Rhys sabía que algo pasaba, podía sentir
su mirada en él durante toda la cena, que era un pedido de su
restaurante chino favorito, gracias a Dios, y aunque quería sonreír para
hacerle saber que no se estaba gestando una tormenta dentro de él, no
pudo reunir las palabras. Estaba inquieto, deprimido y confundido, y no
podía evitar la sensación que lo que habían compartido se había
contaminado de alguna manera, así que se quedó más tranquilo que de
costumbre. Cuando mandó a los niños a la cama, Rhys ya lo esperaba en
la cocina, con los codos apoyados en el mostrador.

—¿Teniendo dudas? ¿Sobre lo que hicimos? —Rhys se veía tan


perdido y desamparado que Emerson quiso abrazarlo y asfixiarlo a besos.

Pero entonces la ira se encendió dentro de él, y se agarró a la


encimera, tratando de mantenerse unido.

—¿Cuándo ibas a decírmelo? —Se delató a sí mismo atrapando su


mirada.

—¿Sobre Audrey? —preguntó Rhys y Emerson asintió, sus nudillos


se volvieron blancos—. Joder, no lo sé. ¿Quizás esta noche? Yo sólo...
sabía que esto pasaría, qué pensarías demasiado las cosas, y yo... maldita
sea. Este fin de semana fue tan...

¿Magnífico? ¿Increíble? ¿Lo mejor que había tenido?

—¿Este fin de semana fue una especie de experimento para ver si


tu memoria regresaba? ¿O quizás estabas conmigo porque me siento
seguro?

249
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Estás bromeando? —Rhys parecía haber sido golpeado en la


cara, sus mejillas estaban rojas, y Emerson sintió inmediatamente la
culpa tratando de abrirse camino en su cegadora miseria.

—Baja la voz —siseó Emerson, esperando que su conversación no


superara el sonido de la música de naturaleza con la que Sam solía
adormecerse todas las noches. Pero ni siquiera el sonido del maldito
arroyo balbuceante podía calmar los nervios de Emerson esta noche.

—¿Para que Audrey no se altere de nuevo? —soltó Rhys—. ¿Por qué


demonios no me lo dijiste tú mismo?

Su pulso golpeó contra su garganta.

—Porque el personal del hospital dijo que no te abrumara con


recuerdos, y eso es exactamente lo que te abrumó después.

Rhys señaló un dedo acusador.

—Esa es una maldita excusa de mierda.

—Bien. —Empezó a caminar a lo largo de la cocina, tirándose del


pelo con la mano en señal de frustración—. Es porque la forma en que
sucedió entre nosotros, antes del accidente, fue tan natural e increíble, y
luego Audrey nos sorprendió y fue como si hubieras salido y entrado en
pánico, o demonios, ni siquiera lo sé... pero te fuiste corriendo. Saliste
corriendo por esa puerta, y no supe nada de ti ni si quiera al día siguiente.

Los ojos de Rhys se abrieron mucho.

—Em…

—Y luego fuiste a escalar, e íbamos a vernos por primera vez ese


fin de semana, pero entonces ocurrió el accidente. Y cuando te
despertaste y no recordaste lo que pasó entre nosotros, quedé

250
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

jodidamente devastado. —Todas sus emociones obstruyeron su garganta


a la vez, y casi pierde la voz. Casi se rompió en lágrimas. Admitirlo a Neil
antes y ahora a Rhys fue como ponerlo en el escurridor—. Y he estado
tan condenadamente aterrado que de repente te dieras cuenta que no
quieres nada de esto. O que tal vez lo que pasó entre nosotros fue una
especie de sentimiento fabricado. Tal vez porque te resulto familiar ahora
mismo cuando tu vida se ha puesto patas arriba.

—¿Crees que mis sentimientos son artificiales por lo mal que está
mi memoria? —Rhys se acercó a él, pero Emerson no pudo soportar la
cercanía, no en ese momento, así que se encogió contra la nevera. La cara
de Rhys cayó, pero se quedó quieto, a una distancia segura de él—. ¿No
podías saber cuánto te deseaba?

—Maldita sea, no lo sé, ¿vale? Sólo después que Audrey te dijo lo


que pasó me volviste a besar.

—¿Otra vez? —Sus ojos fijaron a Emerson en su lugar—. ¿También


inicié el beso la última vez?

—Sí. —Bajó la cabeza. Él era absolutamente el gallina en este


escenario, ¿no es así? Siempre cauteloso e inseguro y temeroso de que
todo se jodiera. Excepto cuando se trataba de sus sentimientos hacia su
mejor amigo.

Se miraron el uno al otro a través del espacio entre ellos, lo que se


sentía como un gran abismo que no podía ser salvado. Al menos no
todavía.

—No puedo soportarlo si pierdo... —A ti. No puedo perderte. ¿No lo


entiendes, Rhys? Emerson hizo una pausa y tomó un respiro—. Sólo
necesito algo de espacio ahora mismo y... tiempo.

251
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Claro. Bien. —El labio de Rhys se elevó como si estuviera a punto


de decir algo más. Tal vez un eco de las discusiones pasadas que tuvieron
sobre que Emerson era demasiado tenso o súper terco—. Tómate todo el
puto tiempo que necesites.

Pasó junto a él hacia la puerta principal. Al igual que la última vez,


iba a salir corriendo. ¿Y qué? ¿Dormir en el sofá de enfrente? ¿O llamar
a un amigo para que se reúna con él para tomar una cerveza?

Emerson contuvo la respiración mientras veía a Rhys agarrar la


manivela de la puerta, y luego quedarse perfectamente quieto, como si
todo hubiera encajado en su lugar también. Que se iba a ir. Otra vez.
Rhys apoyó su cabeza contra la puerta, respirando pesadamente, antes
de girar y dirigirse en dirección opuesta, a su habitación.

Emerson se quedó inmóvil durante otro largo minuto, y de alguna


manera el silencio acentuó el miedo. Todo estaba tan jodido en su cabeza.

Parte de él esperaba que Rhys regresara y le diera su opinión,


convenciéndole de que estaba equivocado.

En cambio, le dio exactamente lo que había pedido. Su espacio.

Así que Emerson subió a su habitación y dejó que las lágrimas


cayeran sobre su almohada hasta que se agotó lo suficiente como para
caer en un sueño inquieto.

252
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

25
Rhys
—Que tenga una buena noche. —Rhys sonrió mientras cobraba a
su último cliente, sintiendo por primera vez que tal vez había sido un día
productivo. Se estaba familiarizando con la mercancía, a veces llegaba
temprano para familiarizarse con los expositores de venta para deportes
en tierra firme. Su esfuerzo extra le había ayudado a atender mejor a
los clientes, que era lo único que tenía para él antes del accidente. Tenía
clientes habituales que lo buscaban, y otros empleados lo consideraban
un experto en ciertas cosas, como las perfectas zapatillas de senderismo
o el equipo de snowboard.

Lo que le recordó.

Se acercó a la gran pared con todas las zapatillas y botas,


clasificadas por deporte, preguntándose si a Emerson le importaría
comprar unas zapatillas de senderismo para Audrey, o al menos un par
mejor para caminar. Habían salido todas las noches cuando el clima era
bueno y planeaban probar un par de senderos en el parque ya que la
temporada de otoño estaba a la vuelta de la esquina.

Excepto que había sido una semana incómoda con Emerson


mientras andaban de puntillas desde su charla. Era todo estoico y terco
como el infierno, y Rhys lo entendió. Emerson estaba herido y
confundido, pero mayormente asustado. Si sabía algo sobre su mejor
amigo, era que siempre necesitaba trabajar con su propia línea de tiempo.

Pero Rhys también estaba enfadado. Y frustrado como la mierda.


Más que nada, lo extrañaba. Le dolía mucho.

253
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

No sabía cuándo, si es que Emerson volvería o le dejaría tocarle de


nuevo de forma íntima, así que todos estarían mejor cuando la
remodelación del baño estuviera finalmente terminada en un par de
semanas, y podría volver a mudarse al otro lado de la calle, y las cosas
podrían volver a ser como siempre.

Supuso que podría haber regresado ahora por principio solamente


y haber dormido en el sofá. Era lo que había planeado la noche de la
discusión hasta que se dio cuenta que era lo mismo que Emerson dijo
que había hecho antes. Lo que lo había matado. Y no podía volver a
hacerlo.

¿Lo había abandonado? ¿Cómo fue posible? ¿Se había sentido


abrumado o Emerson había sacado conclusiones precipitadas?

Porque no podía imaginar no sentir por su mejor amigo lo que


sentía en este momento. De ninguna manera.

Estaría mintiendo si no admitiera que se quedó porque había una


parte de él que esperaba que Emerson lo buscara eventualmente para
que pudieran llegar a algún tipo de entendimiento.

No es que Emerson lo estuviera ignorando... bueno, mayormente.


Como cualquier padre hábil, era bueno para fingir que todo estaba bien
delante de los niños. Pero si terminaban uno al lado del otro en el sofá
durante una película, rozándose los muslos, Emerson temblaba... Al
menos sabía que seguía afectado por él, y eso era suficiente para que se
quedara. Además, no estaba listo para adaptarse de nuevo a la soledad
de la casa de enfrente, algo que solía cubrir con citas, trabajo y muchos
planes después que su madre se fuera del estado. Y había funcionado
bien. Hasta que no lo hizo. Solía imaginar que era parte de la familia Rose
cuando era un niño, así que este pequeño sabor de un futuro con ellos
seguro que lo destrozaría.

254
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Se frotó las sienes, sintiendo uno de esos dolores de cabeza que le


provocaban mareos y náuseas desde el accidente. Era un efecto
secundario con el que tendría que vivir por un tiempo, según el médico,
sobre todo si se esforzaba demasiado o se sentía muy estresado. La
respiración profunda y una habitación oscura, junto con un analgésico,
parecían ayudar a que pasara lo peor.

—¿Te vas a casa? —le preguntó Jill al pasar por detrás de la caja
registradora para recuperar la botella de agua que había dejado allí al
principio de su turno. Era la persona más amable, sinceramente, y la
culpa que había sentido al volver al trabajo se había disipado una vez que
empezaron a hablar de las cosas. El hecho que ella recordara haber
escalado con él ese día y viera su accidente de cerca y personalmente la
hizo sentir incómoda, lo admitió, pero siempre acogió con agrado
cualquier pregunta que él tuviera.

¿Dónde solíamos escalar? ¿Cuáles eran las condiciones esa


mañana? Ella era una verdadera profesional sobre sus investigaciones, y
él podía ver por qué se habían hecho amigos. También era amable y
extremadamente paciente con él en lo que respecta al nuevo sistema
informático, bueno, nuevo para él, por lo que le estaba eternamente
agradecido.

—Sí. Que pases una buena noche —respondió, girando hacia la


salida, y luego se detuvo en seco, recordando otra pregunta que tenía
para ella. No había ningún cliente en la cola, así que tal vez él podría
acaparar su atención por otro minuto. —En realidad, ¿está bien hacer
otra pregunta sobre... ya sabes...?

Sonrió con tristeza.

—Por supuesto.

255
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuadró sus hombros, decidido a juntar todas las piezas que


pudiera.

—¿Estaba preocupado esa mañana?

Sus ojos se abrieron de par en par.

—Rhys, no deberías golpearte a ti mismo ab…

—No, no es nada de eso. —Hizo un sonido frustrante—. Me ayuda


a crear una imagen para mí mismo porque de lo contrario todo está en
blanco, y eso tampoco sienta bien.

—Lo entiendo. Um, veamos... —Ella frunció el ceño—. ¿Tal vez un


poco? Pero parecías feliz. Como si tu vida estuviera yendo bien y...
también recuerdo algo más. Necesitabas volver el domingo porque dijiste
que era el cumpleaños de Emerson y que todos ibais a celebrarlo.

Su aliento se quedó atrapado en su garganta. Joder, el cumpleaños


de Emerson. Obviamente nunca llegó a esa celebración. Emerson había
cumplido veintidós años antes que él, y entonces se desató el infierno.

Pero Jill dijo que era feliz. Estaba jodidamente feliz, Emerson.
¿Escuchaste eso? Tal vez estaba en shock, y sí, había salido corriendo por
la puerta cuando Audrey entró en la habitación. Tal vez estaba
aterrorizado y lo hizo todo mal, pero maldición, podía sentir en su alma
que quería estar con Emerson, siempre querría estar con él.

—Gracias.

—De nada —respondió, y luego abrió y cerró la boca un par de


veces como si no estuviera segura de si debía preguntar algo—. ¿Lo echas
de menos?

—¿Escalar?

256
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí. —Se mordió el labio—. Lo has estado haciendo durante un


par de años, así que tienes otros recuerdos en los que apoyarte, ¿verdad?

Asintió.

—Están un poco nublados, sin embargo. Como si hubiera una capa


de miedo cubriéndolos. —Pero recordó lo libre que le hacía sentir. Y
definitivamente extrañaba esa sensación.

—Tiene sentido. Como si tu subconsciente te dijera algo.

—Debe ser. No estoy seguro de poder hacerlo de nuevo, al menos


no en un futuro cercano —admitió—. Como, ¿qué pasaría si sucediera de
nuevo?

—Creo que lo entiendo. Pero oye, tómalo con calma por ahora. —
Le dio una palmadita en el hombro—. Después de todo, tienes el resto de
tu vida.

Eso era cierto, ¿verdad?

Además, había otras cosas que esperaba, como futuras


excursiones a la naturaleza y paseos con Audrey. Y era la primera noche
clara en un puñado de días. Si tan sólo su dolor de cabeza desapareciera.

—Espera un minuto, Rhys —dijo Martin, justo cuando empujó la


puerta de salida. Llevaba un folleto y lo se lo tendió—. Me preguntaba si
te interesaría este nuevo grupo de aventura al aire libre.

Su pulso palpitó. Ciertamente no quería decepcionar a su jefe.

—No estoy seguro de si estoy listo para escalar cualquier...

257
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No es para escalar. —Le hizo señas al folleto—. Es un nuevo


grupo de senderismo, para adolescentes. —¿Adolescentes? Esa era la
primera vez que lo escuchaba.

—Se pondrán sus camisetas de Flying High y se reunirán en uno


de los senderos naturales cada domingo por la mañana. Eres increíble
con ese grupo de edad.

¿De veras? Fue como una sacudida a su sistema, despertando una


parte de sí mismo largamente olvidada. Incluso había hecho antes una
demostración de escalada de paredes interiores para unos pocos jóvenes
entusiastas.

—Suena divertido. Gracias por pensar en mí.

Mientras conducía a casa, su estómago estaba inquieto, como


siempre antes de ver a Emerson. Pero solía estar lleno de mariposas que
agitaban sus coloridas alas, y últimamente sólo eran polillas
monocromáticas inseguras de lo que estaba por venir. Un hombro frío o
una rara sonrisa.

Emerson hizo la cena con Audrey, la receta de pollo que les enseñó
hacía semanas. Escuchó distraído mientras Sam le hablaba de la escuela
y de un artículo sobre el cambio climático que había leído sobre las
emisiones de carbono.

—Hola, Audrey —dijo Rhys, sacando el folleto de su bolsillo y


aplanándolo sobre la mesa—. ¿Crees que te interesaría hacer esto
conmigo?

—¿Qué es? —preguntó, poniendo un plato de brócoli en el centro


de la mesa.

Rhys pinchó un pedazo de pollo con su tenedor.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Un grupo de senderismo para adolescentes.

Sus ojos se iluminaron con entusiasmo.

—¿Puedo, Em?

—Por supuesto que puedes. —Emerson alcanzó el folleto que


estaba al otro lado de la mesa, y le dio a Rhys una excusa para estudiar
a su amigo mientras lo leía. Se veía increíble como siempre, aunque un
poco cansado, si las sombras bajo sus ojos eran una indicación—. Parece
divertido.

Después de la cena, Rhys se retiró de la caminata por su dolor de


cabeza y se acostó temprano. Se dio cuenta que estaba justo en el borde
de los labios de Emerson recerle su ayuda, pero se mordió la lengua. Y
mientras que antes su preocupación abierta hacía que Rhys se sintiera
un poco indefenso, ahora prácticamente rogaba por su atención total.

—Buenas noches.

No sabía cuántas horas habían pasado cuando intentó abrir los


ojos, y gimió. La luz de la luna que se filtraba por las cortinas era casi
cegadora, el pitido de la bocina de un coche fuera era demasiado fuerte,
y su cabeza parecía pesar una tonelada.

Todos los colores de la habitación parecían mezclarse en un vívido


halo de luz mientras el dolor recorría sus sienes. Dedos fríos como
carámbanos afilados pinchaban cada centímetro cuadrado de su cuerpo
mientras temblaba. Gimió, sus manos temblorosas agarrando su
estómago mientras se inclinaba al lado de la cama.

—Oye, está bien. —Unas manos calientes se agarraron a sus


hombros, y luego sintió una muñeca caliente en su frente. ¿Estaba
soñando?—. No tienes fiebre, así que debe ser otro fuerte dolor de cabeza.

259
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Emerson? —Rhys entrecerró los ojos a su amigo, que se veía


borroso en los bordes, brillante en el centro.

—Te oí gritar mi nombre —respondió Emerson. ¿Lo hizo? Joder, si


no se sintiera como si hubiera un yunque en su cabeza, podría estar
avergonzado. En cambio, estaba jodidamente aliviado de no estar solo—.
Estaba viendo la televisión. Pensé que debía quedarme cerca, por si
acaso.

—Joder. Gracias —murmuró—. Es una mala noche.

—Si sigue ahí por la mañana, llamaremos al doctor. —Emerson le


hizo sentarse un poco para traerle un medicamento para el dolor y un
poco de agua, luego se acomodó y se sentó en el lado de la cama, frotando
la frente de Rhys. Era la sensación más asombrosa de ser atendido por
él, a pesar de todo lo que pasaba entre ellos, o no pasaba.

Mientras entraba y salía del sueño, podría jurar que escuchó a


Emerson susurrarse a sí mismo.

—Joder, Rhys. No quiero perderte a ti también.

Lo que no pudo decirle durante la discusión. Tal vez porque era


demasiado personal y vulnerable.

Y fue entonces cuando temió que la decisión de Emerson ya


estuviera tomada. Que sólo podría ser su amigo. Resultó que ambos
tenían miedo, pero de cosas diferentes. Rhys estaba aterrorizado de
perder más de sí mismo, y Emerson estaba asustado de perder otra
persona importante en su vida. Nunca había superado la devastadora
pérdida de sus padres, y era muy probable que no estuviera dispuesto a
desmantelar más pedazos de su corazón.

260
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Había sido tan fuerte, recogiendo los pedazos de sí mismo y


uniéndolos de nuevo para crear una vida. Emerson era una persona
cautelosa y complicada, y cuando calculaba los riesgos con Rhys, podía
cortar sus pérdidas en lugar de apostar por la posibilidad de más
angustia. Y la idea de estar sin él hizo que las tripas de Rhys se
estremecieran aún más.

***

El sonido de los pájaros cantando despertó a Rhys por la mañana,


y una sonrisa extendió sus labios cuando se dio cuenta que el dolor de
cabeza se había ido. Gracias a Dios.

Cuando se dio la vuelta, sólo para ver la forma de su amigo


acomodada en una silla al otro lado de la habitación, su pulso se aceleró.

—Emerson.

¿Se había quedado en su habitación sólo para vigilarlo? Joder.

—¿Estás bien? —Emerson se incorporó, limpiándose los ojos.

—Sí, estoy bien.

—Genial. —Su voz era áspera cuando se levantó, se estiró y se


dirigió a la puerta.

—¿Por qué te quedaste? —preguntó Rhys, su corazón latiendo


doblemente.

Emerson agarró la manija de la puerta.

—Porque eres familia.

261
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Ese fue el momento exacto en el que Rhys supo que ninguna otra
persona se le podría comparar.

262
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

26
Emerson
Era sábado por la mañana, y Emerson estaba haciendo
panqueques a petición de Audrey. Era una de las únicas comidas que
hacía que ella disfrutara, pero estaba mejorando, con la ayuda de Rhys,
por supuesto. Si tenían algo, era eso, su amistad, y se haría más fácil
siempre y cuando aceptaran no alejarse de ella después de que él
regresara a su casa.

Pero la tensión lo estaba matando, y todo era culpa suya. No podía


evitar la idea de que Rhys se despertara un día y se arrepintiera de haber
pasado de amigos a amantes, especialmente cuando regresara a su vida
sin la familia Rose constantemente juntos, y entonces él estaría aún más
destrozado.

Estaba demasiado asustado para admitir que quería tanto a Rhys,


que iría a los confines de la tierra para cuidarlo, pero aun así lo mantenía
a distancia para proteger su propio corazón, y no supo cómo detenerse,
cómo derribar sus propias paredes y finalmente llegar a él. Hubo tantas
veces que quiso ir a él por la noche y envolverse en sus brazos y
empaparse de su calor. Especialmente esa noche en la que lo llamó, y
Emerson lo encontró sudoroso y sufriendo por uno de esos dolores de
cabeza postraumáticos que el doctor advirtió que podría ocurrir hasta un
año después de una lesión en la cabeza.

No había sufrido ninguna desde entonces, pero Emerson lo vigilaba


de cerca por si acaso. Si había algo que le había recordado esa noche, era
lo cerca que había estado de perderlo, y cualquier indicio que Rhys
sufriera de nuevo no le sentaba bien.

263
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Por su parte, Rhys se mantenía ocupado con el trabajo y los paseos


nocturnos, que el doctor también había recomendado, y la fácil relación
que había desarrollado con Audrey llenó a Emerson de satisfacción. Sabía
que se arrepentiría del día en que dejara esa habitación, se arrepentiría
hasta los huesos. Si no hacía algo al respecto, nunca se lo perdonaría.
Pero parecía que no podía llenar ese vacío. Todavía no. El miedo
probablemente lo dominaría un día más.

—¡Rhys! —Sam gritó desde el solárium y vino corriendo, con los


brazos agitados—. ¡Es la hora!

—¿Qué demonios? —Emerson preguntó mientras Rhys doblaba la


esquina de su habitación.

Pero Rhys lo entendió inmediatamente, lo que sólo hizo que


Emerson lo apreciara más.

—¿Las mariposas?

—¡Sí!

Esa semana, durante la cena, discutieron lo cerca que estaban las


orugas de su transformación y lo que harían una vez que la metamorfosis
fuera completa. La elección fue de Rhys, al igual que las mariquitas
habían sido de Sam.

A Emerson no le sorprendió que Rhys quisiera volver a Hawkeye


Hill y liberarlas en la naturaleza. Era la metáfora perfecta para él, y
posiblemente otra oportunidad de conseguir un final. Era tan valiente en
muchas formas que Emerson nunca podría serlo.

—¿Podemos irnos? Por favor. —Sam señaló hacia el solario—.


¡Están todas revoloteando esperando ser liberadas!

264
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys le lanzó a Emerson un mirada interrogativa, una de las únicas


veces que lo atrapó con su mirada desde que lo cuidó esa noche. Sus ojos
decían: —No te preocupes si no quieres ir. —Pero que se joda si Emerson
se lo iba a perder. Se sentía importante.

—Que alguien se coma esta pila de panqueques para que podamos


salir a la carretera. —Los ojos de Rhys se suavizaron brevemente antes
que se diera la vuelta.

Una vez que se atiborraron con el desayuno, se montaron en el


coche con Emerson al volante y Sam sosteniendo el hábitat en el asiento
trasero.

—Os sorprenderá que haya todo un mundo ahí fuera —dijo Sam a
las mariposas, y Emerson se tragó el nudo de su garganta. Las palabras
de Sam parecían encapsular casi demasiado bien los sentimientos que
tenía sobre Rhys dejando el nido de la familia Rose, por así decirlo.

Era un bonito paseo al parque nacional con el cambio de las hojas,


y como otros parecían tener la misma idea, la entrada del parque estaba
llena de gente. Así que fue un alivio alejarse de los lugares populares,
hacia la más apartada colina Hawkeye, que era impresionante por sí
misma. El majestuoso risco con el telón de fondo de hojas color oro y
naranja era impresionante. Aparcaron, y luego caminaron por la senda
que llevaba a su destino, Sam todavía arrullando las mariposas, que sin
duda estaban ansiosas por desplegar sus alas. Eran bonitas, y Emerson
casi se entristecería al verlas irse, pero se sentiría culpable de
mantenerlas atrapadas.

A la mierda sus estúpidas metáforas.

Rhys observó fríamente a un par de escaladores preparándose en


la base de la formación rocosa, a una distancia segura, no sólo desde el

265
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

suelo, sino también en su mente. Emerson notó que parecía más


tranquilo en este viaje, casi resignado a la realidad de que sus recuerdos
podrían no volver nunca. Tampoco parecía estar tan asustado cuando
miró a la cumbre y volvió a bajar la mirada, posiblemente haciendo las
paces consigo mismo. Esta vez Emerson no se atrevió a preguntar si
recordaba algo. Eso sólo lo convertiría en un hipócrita.

Una vez que encontraron un lugar más aislado, Rhys ayudó a


Audrey y Sam a escalar una roca más grande, y luego desde la roca más
baja, Emerson le entregó a Sam el hábitat que encerraba a las mariposas.

—¿Estás listo? —Sam preguntó en un tono solemne, en claro


contraste con cómo había sonado esa mañana. Tal vez quería
maravillarse de su belleza por un poco más de tiempo también.

—Espera. —La voz de Audrey era reverente—. Creo que Rhys


debería pedir un deseo. —Rhys arqueó una ceja, una sonrisa burlona en
sus labios.

—¿Qué? Las mariposas eran para tu cumpleaños, así que sólo tiene
sentido que pidas otro.

—Vale, bien. —Rhys le hizo un gesto a Sam para que le diera el


hábitat. Miró dentro, a las criaturas voladoras mientras pedía un deseo
silencioso, despertando la curiosidad de Emerson. Pero no tenía derecho
a preguntar—. Hola, maripositas, sois todo un caleidoscopio de colores.
¿Lo entendéis?

Emerson se rio, y cuando Rhys le devolvió su deslumbrante


sonrisa, fue como si la tierra se hubiera movido bajo sus pies. Pequeños
pinchazos de conciencia se alinearon en su piel mientras veía a Rhys
abrir la red.

266
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Bienvenidas a vuestro nuevo hogar —dijo mientras observaban a


las mariposas salir del recinto una por una y volar a su alrededor en
zigzag, y luego hacia el cálido sol.

Sam estiró sus brazos hacia el cielo, tratando de tocar una, pero
volaron fuera de su alcance.

—¿Podemos seguirlas? —preguntó con entusiasmo, señalando


hacia un bosquecillo de árboles que conducía a la misma vista escénica
que habían recorrido en su visita anterior.

—Iré contigo —dijo Audrey, saltando, y luego ayudando a su


hermano. Corrieron hacia el camino.

Emerson los vio irse, asegurándose que estuvieran a salvo, antes


de dirigirse a Rhys. Su aliento se enganchó en su garganta. Rhys estaba
en la misma posición sentado en la roca, sus ojos cerrados, sus codos en
las rodillas, su cara mirando hacia el cielo. El fuerte ángulo de su
mandíbula brillaba al sol, y sus oscuras pestañas se abanicaban en sus
mejillas, creando la imagen de un Adonis marmolado.

Un grupo de monarcas gemelas se tejieron sobre su cabeza en una


exhibición entrecruzada, y Emerson no pudo quitarle los ojos de encima.
El darse cuenta que se había enamorado de su mejor amigo lo sacudió
como un golpe físico. Tan abrumador que sus rodillas se sentían
tambaleantes. Rhys se había convertido en una parte esencial de su vida,
tan central como el mismo aire que respiraba. Y no sabía qué demonios
haría sin él.

Debió hacer un pequeño ruido en su garganta porque los ojos de


Rhys se abrieron, su mirada se enganchó en la de Emerson por un largo
y prolongado momento.

—¿Qué? —Rhys murmuró.

267
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Nada. —Emerson casi tropezó hacia atrás pero se mantuvo


firme—. Te ves tan... No importa.

—Por favor, Em. —Hizo un sonido frustrante—. No puedo soportar


el silencio entre nosotros. Sólo dime qué demonios estabas pensando.

Asintió, tragando abundantemente.

—Iba a decir que te veías impresionante sentado ahí con el sol


brillando en tus pestañas. También sereno.

Rhys se mordió tímidamente el labio y volvió a sostenerle la mirada.


Emerson sintió como si esas mariposas agitaran furiosamente sus alas
contra los lados de su estómago.

—No estoy seguro que “sereno” sea la palabra correcta. — La culpa


surgió dentro de Emerson otra vez. Asintió en señal de comprensión—.
Tal vez en paz con mis sentimientos lo describiría mejor.

El estómago de Emerson palpitó en respuesta. Esto era todo,


cuando todo se iba al infierno, y no habría posibilidad de unir su corazón
esta vez.

—El asunto es que me arriesgué contigo dos veces. —Rhys lo miró


fijamente—. Fui yo quien te besó primero. Dos veces seguidas.

Emerson asintió.

—Siempre has sido más valiente que...

—¡No! —lo cortó, y luego tomó un respiro tembloroso—. Tú eres el


que perdió a sus padres justo cuando te dirigías a la universidad. Y lo
dejaste todo. Todo. Para criar a Audrey y Sam. Eso es valentía.

268
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Sintió el escozor de las lágrimas detrás de sus ojos. Sólo hizo lo que
sentía que era correcto. No era un mártir.

—Hubo muchas veces en las que me resentí por tener que criarlos.
Incluso me molestaba que fueras tan libre.

Rhys tragó bruscamente, encogiéndose de hombros.

—Definitivamente he hecho cosas que otros sólo han soñado. Todo


eso —hizo un gesto hacia Hawkeye Hill— estaba en mi sangre.

Emerson miró al acantilado en la sombra detrás de él.

—¿Sigues siendo libre?

—No sé. Tal vez soy como esas mariposas. Todo en mi vida se siente
diferente, cambiado, y estaba asustado al principio. Enfadado. Pero lo he
superado porque he ganado otras cosas que son mucho más importantes.

—¿Qué otras cosas? —Emerson preguntó tentativamente,


temiendo su respuesta.

—Familia —respondió Rhys con una voz firme, pero luego vaciló un
poco—. Y más claridad sobre mi mejor amigo.

Dio un paso adelante.

—Rhys…

—La cosa es... —Rhys habló por encima de Emerson, obviamente


tratando de marcar un punto, así que Emerson se quedó en silencio—.
Me he preguntado sobre nosotros a lo largo de los años, incluso cuando
pensaba que eras heterosexual. Y definitivamente lo hice cuando me
estabas cuidando, lo creas o no.

269
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

El pulso de Emerson palpitó contra su garganta.

—Entonces me golpeó de la nada... ni siquiera me di cuenta todo


este tiempo. —Rhys liberó un aliento, casi como un suspiro—. Me estaba
enamorando lentamente de ti... durante todos los grandes y pequeños
momentos de nuestras vidas... y todos los espacios intermedios.

Joder. Emerson cruzó sus brazos fuertemente alrededor de sí


mismo, tratando de mantenerse unido.

—Incluso cuando creía que no tenía oportunidad contigo, ya estaba


enamorado de tu coraje, de tu resolución y de tu corazón. ¿Y luego tener
la oportunidad, dos veces, de actuar sobre esos sentimientos? Eso es una
suerte. Abrazarnos y besarnos. ¿Ver cómo te entregabas a mí? Eso fue
un regalo.

Emerson apenas podía respirar, todo su cuerpo temblaba.

—Siempre has sido tú, Em, para mí. —Miró fijamente a los ojos de
Emerson—. Y tal vez necesité mi accidente para darme cuenta. Tal vez
no. La vida es tan jodidamente extraña a veces.

Los labios de Emerson se separaron, y las palabras, una letanía


entera de ellas, se atascaron en su garganta mientras Rhys buscaba en
sus ojos. Sintió que su corazón comenzaba a desempolvarse, brillando a
través de las grietas, un suave resplandor que irradiaba desde las
profundidades.

Rhys se puso de pie, se limpió las rodillas y el culo de sus


pantalones.

—Y sé que te estás tomando tu tiempo, aparentemente tomándote


mucho de él. —Negó con la cabeza, murmurando la palabra “terco”—. Sé
que estás aterrorizado porque me fui esa noche y no sabes por qué. No

270
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

creo que fuera por las razones que crees, pero no voy a discutir eso
contigo. Sigo pensando que habría llegado a la misma conclusión que
ahora. Así que te pido que por favor te arriesgues conmigo, con nosotros.
Un salto de fe.

El pecho de Emerson se llenó de emoción, su estómago en caída


libre por sí solo, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas e
intentaba limpiarlas con la palma de su mano.

Pero no pudo detener la avalancha de sensaciones abrumadoras


que bombardeaban su cuerpo de una sola vez. Había pasado semanas
dudando, suspirando, dolido, por el hombre hermoso que estaba de pie
frente a él, sólo para que culminara en este único momento, y su cuerpo
respondió derramando más lágrimas.

Maldita sea.

—Rhys, yo...

De repente Sam estaba gritando de emoción mientras Audrey y él


subían a la cima de la roca y volvían a su espacio. Se sentía lleno de gente
otra vez, y Emerson dio un paso atrás para poder respirar.

—Los seguimos tan lejos como pudimos, pero subieron al dosel de


los árboles.

—Probablemente encontraron otros como ellas —añadió Audrey.

—Bueno, estos dos se han quedado atrás. Puede que necesiten


ayuda para encontrar a sus amigos. —Rhys hizo un gesto a los dos
monarcas encaramados juntos en una roca cercana, disminuyendo el
batir de sus alas como si estuvieran disfrutando de la cálida brisa.

271
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¡Ooh, tal vez eso signifique algo! —exclamó Sam, acolchando más
cerca para estudiarlos.

Audrey se rio entre dientes.

—¿Cómo qué?

—Tal vez sea una señal. Mamá y papá nos están vigilando o algo
así. —Hizo un gesto hacia las criaturas como si sus palabras no fueran
sólo un golpe—. Algunas personas creen en esas cosas.

Bueno, joder. Eso lo hizo. Ahora Emerson estaba limpiando


continuamente sus ojos. Audrey se veía afectada.

—Em, ¿está todo... qué pasa?

Cerró los ojos, completamente abrumado.

—Sólo estoy sintiendo algunas cosas.

Ella se levantó y lo rodeó con sus brazos, enterró su cabeza en su


hombro. Entonces Sam se unió, serpenteando sus brazos alrededor de
su cintura por detrás. Un momento después sintió unos brazos más
fuertes, con los suyos enlazados alrededor de todos ellos respiró aliviado,
fundiéndose en el sólido cuerpo de Rhys, sintiendo tantas malditas cosas,
pero sobre todo como si estuviera en casa.

Permanecieron así hasta que una burbuja de risa surgió dentro de


Emerson, y se volvió contagiosa. Antes que se diera cuenta, todos se
reían, y finalmente se separaron y recogieron sus cosas. Cuando hizo
contacto visual con Rhys, se veía luminoso, tan condenadamente vivo,
como si los rayos del sol se filtraran a través de él.

272
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson tuvo el impulso de besarlo, de probar un poco de ese brillo


de sus labios. Tal vez también irradiara a través de él y finalmente llenara
sus espacios vacíos con paz.

Mientras saltaban de la roca, se volvió para mirar por última vez,


pero sus dos coloridos visitantes ya se habían ido.

273
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

27
Rhys
Se tomaron su tiempo para llegar a casa. Hubo más caminatas por
el parque, luego una parada para comer natillas hechas a mano antes de
aceptar un almuerzo tardío en un restaurante de carretera. Y se sintió...
Joder, se sintió tan bien, como si fuera parte de su familia pero en un
sentido más verdadero, ahora.

No estaba exactamente seguro de lo que había cambiado, excepto


que liberar esas mariposas fue liberador, terapéutico, incluso, junto con
admitir sus sentimientos a Emerson. Y cuando Emerson lloró...
Maldición, esas lágrimas casi hacen que Rhys empezara a llorar también.
Y aunque Emerson no tuvo la oportunidad de decir nada, Rhys se sintió
en paz con su confesión, especialmente porque cada vez que sus ojos se
encontraban, el rubor en las mejillas de Emerson se profundizaba de
nuevo. Por ahora, eso era suficiente para mantener su espíritu en alto.

Porque aunque Emerson se tomara más tiempo, Rhys sabía con


cruda certeza que ocupaba un lugar esencial en su corazón. Sabía en sus
entrañas que significaban algo para el otro, algo jodidamente profundo.

Lidiaría con el inminente ataque de emociones más tarde esa


noche, y tal vez dudaría de nuevo de su intuición o temería estar
equivocado. En ese momento, sin embargo, había poco tiempo para
pensar, porque los niños estaban llenos de energía, como si liberar las
mariposas hubiera sido una limpieza para ellos también.

Tuvieron un día divertido, y él lo disfrutó aunque estaba agotado al


anochecer. Así que cuando comenzaron a dormirse durante una película

274
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

en el sofá, y Emerson los acompañó a la cama, se excusó a sí mismo a su


habitación también.

Justo cuando se estaba acomodando en la cama y dejando de lado


los ruidosos pensamientos girando en su cerebro, escuchó un golpe
brusco en su puerta, y luego los pasos acolchados dentro de la
habitación.

—¿Estás despierto? —Emerson preguntó con una voz temblorosa.

—Sí. —Rhys estaba tumbado de lado de espaldas a Emerson, lo


que ayudó a disimular sus respiraciones irregulares.

—¿Puedo... te parece bien si me siento? —Sintió que el colchón se


hundía e inhaló fuertemente mientras asentía. Cuando Emerson levantó
las mantas, y se deslizó detrás de Rhys, casi gimió en voz alta.

Mientras la mano de Emerson sostenía su cadera, su boca rozó la


oreja de Rhys, haciéndolo temblar.

—¿Dime otra vez cómo nos enamoramos?

Su corazón tartamudeó.

—¿Nosotros?

—Uh-huh. Tú y yo enamorándonos.

—Despacio... —respondió con voz ronca—. Durante los grandes y


pequeños momentos de nuestras vidas...

—Y todos los espacios intermedios —murmuró Emerson.

Hubo un momento tranquilo y prolongado en el que Rhys sintió el


duro aliento de Emerson contra su hombro.

275
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—No sé cómo hacer esto —susurró Emerson—. Cómo no tener


dudas o no tener miedo. Como si todo se fuera a derrumbar de nuevo.
Pero cada vez que imagino que no estás aquí, conmigo, con nosotros, no
puedo respirar. No quiero... no puedo...

Rhys se retorció sobre su espalda para poder mirarlo a los ojos.

—Me tienes a mí, Em. Soy tuyo. —Alargó la mano para levantar la
barbilla de Emerson con el pulgar—. La pregunta es, ¿eres mío?

Emerson inclinó su cabeza, su mirada intensa, su boca


revoloteando junto al aliento de Rhys, y fue el más delicioso tormento.
Emocionante y desgarrador, todo a la vez.

Anhelar que el amor de tu vida te vea, te vea de verdad, tal como


eres. Y que te siga queriendo de todas formas.

—Siempre he sido tuyo —dijo Emerson, y Rhys se quedó sin


aliento—. Estoy enamorado de ti. Y quiero que estemos juntos, incluso si
tropezamos en el camino.

Gracias, joder. Rhys tembló mientras intentaba que sus labios


funcionaran.

—Ya hemos pasado por mucho, así que creo que ya hemos tenido
mucha práctica.

—Cierto —meditó. Y luego cerró la distancia para que sus bocas se


alinearan. Emerson acarició su mandíbula, humedeciendo sus labios y
lo besó dolorosamente lento pero con los dedos de los pies enroscados
hasta que Rhys se derritió contra él.

276
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Cuando se separaron, se miraron a los ojos y Rhys sintió la


necesidad de pellizcarse porque apenas podía creer que Emerson
finalmente admitiera sus sentimientos.

—Pareces cansado. —Emerson le pasó un pulgar bajo su ojo.

—Ha sido un día muy ajetreado. —Rhys sonrió, y compartieron una


dulce sonrisa.

—¿Te importa si duermo aquí esta noche? —Emerson preguntó con


una voz vacilante, lo cual fue entrañable. Todavía estaba inseguro,
incluso con los corazones de ambos desnudos—. Sólo quiero estar cerca
de ti.

—Diablos, sí. —Rhys ajustó su almohada, luego metió la mano bajo


las sábanas para empujar sus calzoncillos y sacarlos a tirones—. ¿Te
unes a mí?

Emerson sonrió con suficiencia.

—¿Desnudo?

—Por favor. Quiero sentirte.

Emerson suspiró, tirando al suelo sus pantalones cortos y su ropa


interior. Se deslizó detrás de Rhys, lo rodeó con su brazo, y Rhys se
acurrucó firmemente contra su cuerpo.

Pero el sueño no vendría para ninguno de ellos. En cambio, Rhys


estaba duro como un poste de luz y Emerson no estaba mucho mejor
mientras su erección se clavaba en la espalda de Rhys.

—Oh mierda —Emerson gimió cuando Rhys se retorció contra él.


Muy pronto sus cuerpos se presionaron lentamente mientras Emerson le
besaba a lo largo de la piel sensible de su nuca.

277
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys siseó cuando Emerson se adelantó y rodeó la dura polla de


Rhys.

—Déjame hacerte sentir bien.

El cuerpo entero de Rhys se prendió fuego cuando Emerson


acarició su polla con sus manos. Pero no parecía suficiente. Estaba
excitado y caliente y necesitaba más. Mucho más.

—Em, quiero que me folles —jadeó mientras apoyaba su culo en la


ingle de Emerson—. Por favor, fóllame.

La mano de Emerson se quedó quieta en su eje.

—Nunca he...

—No importa. —Rhys giró la cabeza y besó la mandíbula de


Emerson—. Somos sólo tú y yo, y quiero sentirme conectado a ti ahora
mismo.

—Yo también quiero eso. ¿Estás seguro que no te haré daño? Tus
costillas...

La mano de Rhys llegó a la cadera de Emerson, y lo atrajo hacia él.

—Justo así. Desde atrás, bien y despacio.

—Ni siquiera duraré mi primera vez— se quejó, dentro de su propia


cabeza, y Rhys se sintió culpable por preguntar, especialmente si no
estaba listo—. Probablemente estarás tan apretado...

—Es totalmente genial si esperamos. Lo siento. Sólo quería sentirte


dentro de mí, sin importar cuánto tiempo duraras. Tenemos años para
practicar y mejorar nuestra resistencia. Pero esta noche se siente tan...

278
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Especial —susurró Emerson mientras le besaba el hombro—. Yo


también te necesito y quiero intentarlo.

—Sólo si estás seguro.

Con la mente en su sitio, Emerson movió sus caderas hacia


adelante, y luego se reajustó para que su eje se deslizara entre sus
mejillas en un movimiento de balanceo. Rhys apretó los dientes.

—Se siente tan jodidamente bien.

—Oh Dios. —La voz de Emerson estaba llena de lujuria y anhelo,


haciendo temblar a Rhys. La mano de Emerson se posó en su cadera—.
Oh mierda. No tenemos ningún condón.

Rhys continuó presionándose contra él, disfrutando del


deslizamiento de su polla dentro de sus mejillas.

—De acuerdo con mis registros, con los que desafortunadamente


me he familiarizado demasiado en las últimas semanas, mi última prueba
de ETS fue hace tres meses. Pero entiendo que si no quieres...

—Definitivamente quiero hacerlo. Confío en ti, y obviamente no he


estado con nadie en años —respondió, y sólo escuchar a Emerson decir
que confiaba en él hizo que el corazón de Rhys se hinchara en su pecho—
. ¿Qué hacemos para lubricar?

—Tu polla está muy húmeda —señaló Rhys—. Eso y un poco de


saliva en tus dedos serán suficiente. —Además, Rhys no podía esperar a
pasar por el estiramiento y el ardor. A veces era fan del sexo rudo, pero
esa era una conversación para después, mucho después. En ese
momento, sería suficiente para sentir a Emerson dentro de él sin nada,
piel contra piel. ¡Santo cielo!

279
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Escuchó el lascivo sonido de Emerson chupando sus dedos, y se


acarició la polla para evitar su respuesta. Diablos, sólo imaginar en lo
que podrían meterse en el futuro era suficiente para hacerlo correrse.

—¿Así? —Emerson preguntó con una voz tímida mientras sus


dedos revoloteaban entre sus mejillas, y luego acariciaron su agujero.

—Oh, mierda. —Cuando Rhys se retorció en reacción a su toque,


la punta del dedo de Emerson rompió su defensa, y sus ojos casi se
pusieron en blanco—. Sí, justo así —respondió mientras Emerson
empujaba su dedo más adentro. Lo metió y lo movió, volviéndolo loco.

—Ahora con tu polla. Por favor, te necesito dentro de mí.

—Santo cielo —Emerson gimió mientras sacaba lentamente su


dedo del agujero, y luego le sujetó su cachete—. Estás tan caliente.

Rhys respiró por la boca, intentando frenar su pulso acelerado. El


hecho que Emerson se sintiera tan atraído como Rhys por él, sólo
aumentó la expectativa.

Emerson chupó el punto sensible entre el cuello y el hombro de


Rhys, sus dedos temblando contra su cadera.

—No puedo creer que esté a punto de estar dentro de ti —susurró,


y había maravillas en su tono.

—No puedo esperar. —Rhys levantó su rodilla hacia su barbilla


para ayudar a aliviarlo por dentro. Colocando su polla en su agujero y
presionando hacia adelante, Emerson le envolvió el brazo alrededor de su
cintura, tirando de ellos al ras. Sentir su piel caliente y desnuda contra
él, su rodilla contra su pecho, era exactamente el tipo de cercanía que
Rhys necesitaba.

280
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Ve a tu propio ritmo.

Así que Emerson lo hizo, con un cuidado meticuloso que casi


derritió su corazón.

Rhys gimió por la quemadura inicial cuando el eje de Emerson se


metió en su agujero. Se agarró de la mano que sostenía su estómago y se
la llevó a la boca, besando la palma de su mano.

—Tan bueno.

—Maldición, eso es... —Emerson arqueó su espalda, sus dedos


temblaban mientras acariciaba el pecho de Rhys. El corazón de Emerson
estaba golpeando contra los omóplatos de Rhys mientras inhalaba un
aliento tembloroso y volvía a avanzar.

Ahora con Emerson a mitad de camino, Rhys apretó su mandíbula


mientras las estrellas flotaban frente a sus ojos. Sus cuerpos estaban
finalmente conectados en un nivel diferente, uno profundamente
significativo, y era todo lo que imaginaba que sería. Tan jodidamente
bueno.

—Maldición, esto... te sientes increíble —dijo Emerson, bombeando


su ingle en empujes poco profundos, mientras pequeños latigazos de
calor eléctrico se encendían a lo largo de la columna de Rhys. Gimió y se
agachó contra él, completamente abrumado por la sensación.

Respira, Rhys. Respira. Quería sentir cada momento de la primera


vez con Emerson, cada jadeo, gemido y escalofrío. Quería que esta noche
contara como uno de esos momentos en los que se enamoraron más
profundamente.

Una emoción asombrosa corrió a través de él.

281
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Te amo, Em. —Emerson suspiró, sus dedos se enredaron con los
de Rhys.

—También te amo. —Luego se sujetó en sus caderas, robándole el


aliento a Rhys.

Emerson gimió, sus empujes eran descuidados y desiguales.

—No aguanto... voy a correrme.

Rhys masturbó su propia polla y se lanzó al olvido mientras


Emerson gritaba, su corrida brotando en lo profundo de Rhys. Joder, le
encantaba cómo se sentía. Era la primera vez que se sintió así.

Emerson jadeó contra su hombro, su polla palpitaba dentro de él,


y Rhys se estremeció cuando su propio semen salpicó sobre su estómago.
Se agarró a los dedos de Emerson, besando sus nudillos y murmurando
su nombre mientras yacían enredados, jadeando.

Cuando Emerson hizo el movimiento para moverse, Rhys apretó su


mano más firmemente.

—Espera, por favor. Todavía estás medio duro. Quiero que te


quedes dentro de mí un minuto más.

—Perfecto. Me gusta cómo se siente. —La voz de Emerson se sentía


ronca y somnolienta mientras depositaba besos contra su hombro y
cuello.

Rhys cerró los ojos en un suspiro, amando ese sentimiento de


plenitud, antes de irse a la deriva hacia un sueño saciado.

282
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

28
Emerson
Emerson abrió sus ojos al crujido de las hojas y ramas fuera de su
ventana, y fue recibido por brillantes rayos de sol. Eso sólo podía
significar que iba a ser otro bonito día. Aunque nada podría superar el
día de ayer para él. El parque, las mariposas, la declaración de
sentimientos, y lo que pasó después.

Por primera vez en años se sintió... cautelosamente optimista, y tal


vez un poco mareado, para usar una de las palabras de Audrey. Era de
los que se protegían de las apuestas, pero al escuchar el suave aliento de
Rhys, la seguridad surgió en su interior. Tal vez después de todo lo
horrible que había sucedido en sus vidas, estuvieran destinados a
encontrarse a través de la niebla. Para siempre, en lo que a él respecta.
No quería asustar a Rhys o a sí mismo con ese pensamiento, pero que se
joda si la sola idea no lo hacía sentir todo emotivo y soñador, lo cual no
era propio de él.

Se sintió sonrojado cuando recordó lo de anoche. No solo como la


primera vez que hicieron el amor. Eso había sido extraordinario en sí
mismo, sino el mejor sexo de su vida, aunque no hubiera tenido mucha
práctica y hubiera disparado su carga demasiado pronto.

Tenemos años para mejorar nuestra resistencia.

Emerson suspiró. Embotellaría la sensación de anoche si pudiera.


Era como flotar por encima de las nubes, el estómago cayendo en picado,
los sentidos en alerta máxima, mientras el universo entero se extendía
ante él. Bien, un poco dramático. Pero ciertamente le ayudaba a apreciar
las aventuras de Rhys un poco más.

283
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Era la segunda vez que se lo imaginaba ahora, cuando había usado


su mano para desahogarse en medio de la noche, después que se
despertó en un estupor, se tropezó con el baño para orinar, y luego mojó
una toalla para limpiarlos, no es que les hiciera ningún bien. Tendrían
que lavar las sábanas porque, Dios mío, hasta la habitación olía a sexo,
y eso no era algo que pudiera proclamar demasiado a menudo.

La silueta de la musculosa espalda de Rhys y su hermoso trasero


se había exhibido por completo mientras se tambaleaba de vuelta a la
cama. Su polla había estado entre esas mejillas regordetas, y ahora
estaba dura otra vez con sólo mirarlo. Había usar la toalla para limpiar
los muslos de Rhys, que se veían pegajosos desde la corrida de Emerson,
no es que Rhys se quejara.

Rhys se veía tan adorablemente tranquilo en su sueño, que


Emerson no pudo evitar inclinarse hacia adelante y rozar sus labios
contra su hombro, y luego su espalda. También habría mordisqueado la
parte carnosa de su trasero si no lo hubiera despertado.

No podía esperar a tomarse su tiempo con él.

Rhys había tarareado y se había puesto de lado, y Emerson se


había sentido culpable por molestarlo. Pero cuando Rhys se acercó y se
empujó contra su piel dormida y caliente, no había duda de que su polla
se endureció. Emerson había gemido mientras sus pollas se
masturbaban juntas, y pronto estaban húmedas, duras y excitadas.

La voz de Rhys había sido ruda, sus ojos ardientes de deseo


mientras guiaba la mano de Emerson alrededor de sus pollas.

—Haz que nos corramos.

284
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Así lo hizo, sus caricias descuidadas y arrítmicas y malditamente


satisfactorias cuando Rhys había lamido su clavícula, sus uñas clavadas
en su piel mientras se movían juntos.

—Creo que he creado un monstruo —había meditado Rhys, cayendo


de espaldas contra las sábanas.

Estaba dormido antes que Emerson tuviera la oportunidad de


limpiarlos de nuevo.

Ahora sintió que Rhys se movía a su lado y sonrió. No estaba seguro


de si se acostumbraría a dormir con él así en un futuro próximo.

—Buenos días —Rhys se arrastró, entrecerrando los ojos ante la


luz.

—Buenos días. —Emerson se movió para ajustar su erección


mañanera. Cristo, tal vez había creado un monstruo.

—No me digas que esperas otra ronda. —Rhys sonrió con


suficiencia—. No creo que mi cuerpo pueda soportarlo.

Se sonrojó rápidamente, y Rhys se rio, pasando un dedo por su


mejilla.

—Me encanta eso de ti. Inocente en la calle, un tigre entre las


sábanas.

—¿Inocente? —Emerson se mofó y luego saltó sobre Rhys, a


horcajadas en sus caderas—. No te escuché quejarte.

Se congeló cuando Rhys gimió y protegió sus costillas.

—Mierda, lo siento. No debimos...

285
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—¿Estás bromeando? —Su mano apretó el muslo de Emerson—.


Sólo un poco de dolor residual. Anoche fue increíble.

Emerson se mordió el labio, tratando de contener una sonrisa.

—Lo fue, ¿verdad?

—Mírate, orgulloso como un pavo real.

—¡No me estoy exhibiendo! —Emerson soltó una risa y giró de lado


cuando Rhys intentó hacerle cosquillas en sus costados.

No había hecho esa mierda desde la infancia. El cabrón lo conocía


demasiado bien.

Los dos se acostaron de espaldas, mirando al techo.

—Necesito levantarme antes que los niños.

Aún no se han movido. Se sentía demasiado caliente y feliz en su


pequeña burbuja, y Emerson sospechaba que Rhys sentía lo mismo.

—Necesito tomar una ducha —dijo Rhys—. Tengo tu semen sobre


mí.

Emerson le dio un codazo juguetón.

—Lo siento, no lo del semen.

Rhys de repente se puso serio mientras entrelazaba sus dedos.

—Nunca he hecho esto antes. Sin un condón.

Emerson sintió una punzada en su pecho.

—¿Nunca?

286
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sólo contigo... —murmuró, y luego movió el culo—. Y me gusta


recibir tu corrida dentro de mí.

—Maldita sea. —Emerson se pasó las manos por la cara—. Detente


o nunca saldremos de esta habitación.

Rhys sonrió con suficiencia.

—Hmm, no es una mala idea.

—¿Trabajas hoy? —preguntó Emerson.

—Um, sip. Turno de la tarde —respondió Rhys—. ¿Qué vais a


hacer?

—Creo que voy a llevar a Sam a esa exposición en el museo de


ciencias de la que no para de hablar, y Audrey pidió que viniera un amigo.

—¿Maddy? —preguntó Rhys—. ¿O Kevin?

La mirada de Emerson se dirigió a Rhys.

—Espera un minuto, ¿sabes lo de Kevin?

—¿De qué crees que hablamos en nuestros paseos? —Rhys hizo un


gesto con su mano—. No te preocupes, señor Rose, estoy en ello. Lo tengo
cubierto.

—Joder, gracias. —Era como si le hubieran quitado un peso del


pecho. Finalmente podía compartir con alguien esta responsabilidad,
esta constante preocupación que giraba en torno a la crianza de los niños.

¿Pero Rhys lo quería? Solía tener una vida plena antes de... todo.
Emerson empujó esas feas dudas hacia abajo y finalmente mordió la bala.

—¿Podemos hablar del elefante en la habitación?

287
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys arqueó una ceja.

—¿Tu preciosa polla?

—Detente. —Emerson se rio entre dientes, y se le formó un rubor


en las mejillas de nuevo—. Sé serio.

—Estoy hablando en serio. —Rhys levantó la mano de Emerson y


le besó los nudillos—. No puedo esperar a experimentarlo de nuevo, a
experimentar tantas cosas contigo.

—Me siento igual. —Emerson no pudo evitar suspirar. Era como


todo lo que siempre quiso escuchar, y de alguien que podría ser un
verdadero material para compañero—. ¿Pero qué hay de las otras cosas
en tu vida?

Rhys resopló un poco.

—Te refieres a la escalada, ¿no?

—Sí —admitió—. Está bien si no estás listo para hablar de ello. Sé


que estás asustado. Y estoy aquí para ti.

—Sé que lo estás —respondió Rhys en un tono brusco.

Aun así, siguió adelante.

—Es sólo... es parte de ti, y no quiero que sientas que estás


sacrificando algo o perdiéndote a ti mismo. Especialmente si nosotros...

—No te atrevas a decirlo —advirtió, y Emerson cerró la boca,


sintiéndose como un imbécil necesitado. Permaneció en silencio, dejando
que Rhys reuniera sus pensamientos y dejando de lado la otra pregunta,
sobre su regreso al otro lado de la calle. Demasiado y muy pronto—.

288
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Supongo que, ahora mismo, estoy siendo temerario de una manera


diferente... haciendo esto contigo.

Ciertamente era un riesgo que ambos estaban tomando. Emerson


intentó que su garganta no se cerrase mientras el tono de Rhys se
suavizaba.

—Y lo único que puedo hacer es tomarme mi tiempo. Tal vez quiera


volver a subir ahí arriba otra vez, y tal vez no. Estoy cansado de pensar
en ello.

—Te entiendo. No estresarse por ello es una buena idea.

—Lo dice el más preocupado de la familia.

—¡Eh! —Emerson cogió uno de los cojines decorativos y la presionó


ligeramente sobre su cabeza.

—No estoy equivocado. —La voz de Rhys fue amortiguada bajo el


material.

No, no lo estaba en absoluto.

—¿Qué hay de los niños... en realidad, Sam? —dijo Rhys, lanzando


el cojín al suelo.

—¿Qué? ¿Te refieres a contarle lo nuestro? ¿Quizás Audrey ya lo


hizo?

—No lo ha hecho —respondió Rhys, y Emerson se mordió la lengua.


Él podría estar en una base de necesidad de saber en lo que respecta a
su relación. Confiaba en Rhys. Confiaba en él con su vida.

Emerson se obligó a sentarse.

289
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Veamos cómo se desarrolla el fin de semana.

—Suena como un plan. Aquí hay otro, yo me ducho aquí y tú te


duchas arriba.

Emerson se puso de pie y alcanzó sus pantalones cortos, dándole


una mirada de conocimiento.

—Siempre y cuando, inmediatamente después, lleves estas


sábanas a la lavandería.

Subió a ducharse y a cambiarse, y luego comenzó el desayuno


antes que los niños se levantaran.

Aparentemente estaban durmiendo hasta tarde esta mañana.

—¿Tostadas francesas? Ahora tengo mucha hambre —comentó


Rhys, entrando a la cocina, recién duchado y con un olor increíble—. Tal
vez deberías quedarte con los desayuno, y yo puedo hacer... casi todo lo
demás.

Otra vez sintió esa sensación de mariposas dentro de él.

—Trato hecho.

Rhys se puso detrás de él y le envolvió los brazos alrededor de la


cintura. Acariciando su oreja, lo vio dar la vuelta a un par de pedazos de
pan. Emerson inclinó su cabeza y apretó sus labios en un largo beso.

—¡Oh Dios, mis ojos! —Audrey exclamó mientras se separaban


rápidamente. ¿En serio?

—Avisa la próxima vez. —Emerson se giró hacia la sartén, pero no


antes de notar cómo sonreía de oreja a oreja. Sacudió la cabeza, sus
labios se volvieron hacia arriba en las esquinas.

290
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Suspiró. Podría acostumbrarse a esto.

—¿Qué ha pasado? —Sam preguntó con voz somnolienta, mientras


entraba en la cocina.

—Los atrapé besándose de nuevo —respondió Audrey. Escuchó un


jadeo y luego un silencio cuando se volvió para ver la mano de ella sobre
su boca, los ojos bien abiertos, y a Sam apretándose el puente de su
nariz.

—Está bien —dijo Rhys, lanzándole a Emerson una mirada de


“ahora es probablemente el momento”. Emerson colocó cuidadosamente
la espátula, tratando de reforzar su valor. —Sam, Rhys y yo...

¿Estaban juntos? ¿Citas? ¿Novios?

Maldición, eso sonaba bien.

—Os amáis el uno al otro —respondió Sam, agitando su mano—.


Duh, ¿quién no lo diría? —Puso los ojos en blanco para hacer efecto
dramático y luego se dirigió hacia un taburete—. Tengo hambre. ¿Qué
hay para desayunar?

Emerson, Rhys y Audrey se quedaron congelados en el lugar.

—Bueno, eso fue más fácil de lo que pensé —dijo finalmente


Emerson, dando un suspiro de alivio. Luego siguieron con su día.

291
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

29
Rhys
—¿Qué es esto? —preguntó Emerson mientras Rhys deslizaba un
folleto hacia él poco después que entrara por la puerta del trabajo. Era
jueves, y solo la segunda vez en toda la semana que Rhys había llegado
a tiempo para unirse a ellos para la cena.

—El otro elefante en la habitación —respondió con una mirada


aguda. Emerson echó un vistazo a la cabecera del colegio comunitario.

—¿Qué?

—Escuela de enfermería. Jill, mi compañera en Flying High, se


matriculó en el semestre de invierno y me dio la información. Obviamente
puedes comprobarlo tú mismo en la página web.

Alejó el folleto con un sonido frustrante.

—No puedo...

—Sólo piénsalo. —Rhys templó su tono, sabiendo que tendría una


pelea en sus manos si presionaba demasiado. Emerson nunca
consideraba su propio futuro, pero tal vez ahora que él estaba
involucrado, podría ablandarse un poco—. Hay un programa de dos años.
Siempre puedes empezar ahí. Algunas clases están en línea, y antes que
digas algo sobre los niños, te ayudaré. En todo.

Audrey echó un vistazo a su hermano desde su asiento en el


mostrador.

—Em, sería totalmente increíble.

292
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí —añadió Sam, mirando por encima de la pantalla de su


ordenador—. Mira lo bien que nos has cuidado y a Rhys.

—Me estás presionando —refunfuñó Emerson, pero Rhys notó


como sus hombros se desenrollaban una fracción. Esa era una victoria
en sí misma—. Lo consideraré.

Tan pronto como Emerson subió a cambiarse, Rhys chocó los cinco
con los niños antes de volver al horno, donde su bandeja de macarrones
con queso caseros estaba burbujeando. Era una de las recetas favoritas
de los niños, y también podían tener comida para otro día, lo que le daba
un respiro a Emerson cuando Rhys tuviera turno de tarde en Flying High.

Después de la cena, se dirigieron al otro lado de la calle para hacer


un recorrido por el piso de arriba ahora que el trabajo estaba hecho, y
Rhys le había prometido un FaceTime13 a su madre para poderlo ver en
primera persona. Era un tema que Emerson y él habían estado evitando,
y Rhys se sintió un poco melancólico por regresar, lo cual era ridículo
porque estaba literalmente a un tiro de piedra. Excepto que de alguna
manera la casa ya no se sentía como su casa, no tanto como la casa de
los Rose. Pero era mejor no ser melodramático al respecto. Tenían mucho
tiempo para resolver su relación, y él no quería parecer demasiado
necesitado. Emerson ya tenía suficientes asuntos que atender.

Además, probablemente todavía se quedaría a dormir a veces... y


aprovecharían bien el dormitorio principal, eso era seguro. Y Emerson
podría haber tenido la misma idea, mientras se arrastraban de vuelta a
la cocina, porque besó su mejilla, y luego miró por encima de su hombro,
asegurándose que no tenían público.

13
FaceTime. Es una plataforma para hacer videollamadas.

293
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Audrey estaba ocupada poniendo la mesa, y Sam estaba guardando


su portátil.

—Mi turno esta noche —susurró mientras casualmente apretaba


el culo de Rhys.

—Mmm —respondió Rhys—. Cuidado, o te arrastraré al dormitorio


ahora mismo.

Aunque sus primeros momentos íntimos habían sido dulces y


cautelosos y perfectos, la última noche había sido muy buena. Emerson
se estaba sintiendo más cómodo en su propia piel y algo más audaz,
supuso que era la comunicación, pidiendo exactamente lo que quería, lo
cual era muy caliente. Se había convertido en un pequeño y sexy
descarado justo frente a los ojos de Rhys.

Jesús, los gemidos que Emerson hacía mientras la boca y la lengua


de Rhys lo golpeaban, saboreando cada parte de su piel a la que podía
llegar hasta convertirlo nada más que en gemidos y un tembloroso
desastre... Como si nunca hubiera sido complacido antes. Y tal vez no lo
había sido, no de esa manera. Porque Rhys nunca había querido a nadie
tanto como a Emerson. Así que se lo mostró, besando el centro de su
pecho, chupando sus pezones, prestando especial atención a sus muslos,
la parte inferior de sus rodillas, y sobre sus bolas mientras Emerson se
retorcía y maldecía. La piel de Emerson estaba hermosamente enrojecida,
desde las manzanas en sus mejillas hasta sus muslos mientras le rogaba
a Rhys que le chupara la polla. Había enredado sus dedos en el pelo de
Rhys y con impaciencia lo alimentó con su polla, aliviando la cabeza
hinchada entre sus labios, aparentemente justo donde le gustaba.

—Tu boca se siente demasiado bien —había gemido, embistiendo


sus caderas en empujes superficiales en un esfuerzo por no meter su

294
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

polla hasta la garganta de Rhys, aunque Rhys no se hubiera opuesto a


ello.

Rhys había ahuecado sus mejillas para llevarlo más adentro


mientras acariciaba el saco de Emerson, luego rozó un dedo contra su
agujero.

—Oh, joder. —Emerson se había estremecido, claramente le


gustaba cómo se sentía. Debidamente anotado.

Antes que gritara y se corriera en la garganta de Rhys, Emerson le


había apartado el flequillo de su frente, tanto afecto y gratitud en su
mirada que el corazón de Rhys se había sentido hinchado y dolorido.
Después, solo había necesitado el agarre de Emerson en su polla y el
susurro de su cálida boca contra la cabeza para hacer que se corriera
sobre los labios y la barbilla de Emerson. Joder, necesitaba mejorar en
eso. Emerson podría haber estado de acuerdo.

El temporizador del horno despertó a Rhys de sus excitantes


pensamientos, y buscó un guante de cocina para sacar el plato que
estaba hirviendo.

En la cena, Sam anunció que tal vez había hecho un amigo, un


chico nuevo que se sentó a su lado en la clase de ciencias.

—Pregúntale si quiere venir alguna vez —sugirió Audrey, mientras


la cara de Emerson se llenaba de esperanza... esperanza contenida, pero
esperanza de todos modos. Joder, era un buen padre. Y un ser humano
increíble. Rhys se sentía tan jodidamente afortunado de haberse ganado
su afecto.

Limpiaron los platos y estaban a punto de ponerse los zapatos para


cruzar la calle cuando un golpe en la puerta lo asustó.

295
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Escuchó a Emerson caminar hacia el pasillo y abrir la puerta.

—¿Sra. Lancaster? ¿Está todo bien?

—Todo está bien —Rhys escuchó su respuesta mientras dejaba


caer sus zapatillas y se dirigía a la puerta.

—¿Mamá? ¿Qué estás haciendo aquí?

Emerson se veía tan aturdido cuando abrió la puerta para dejarla


a ella y a su maleta rodante entrar.

Sonrió tímidamente, ofreciendo a Rhys sólo su perfil, por lo que él


no pudo ver correctamente ninguna emoción en sus ojos que pudiera
darle un aviso.

—Pensé en sorprenderte con una visita y comprobar la casa en


persona.

Sintió que Emerson se movía incómodamente a su lado. ¿Por qué


aparecería su madre sin anunciarse de esta manera?

A menos que... Miró hacia la entrada.

—¿Está Carl contigo?

—No, yo... —Ella finalmente lo miró de frente, y él encontró


resolución en sus ojos, y un poco de tristeza también—. Decidí que
necesitaba algo de tiempo con mi hijo.

Antes de que pudiera sacar otra pregunta, Audrey llegó volando a


la esquina con Sam en sus talones.

—¡Sra. Lancaster! ¡La extrañamos!

296
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—También os extrañé, chicos. —Se inclinó para abrazarlos uno


tras otro mientras Emerson le echaba una mirada desconcertada.

—¿Te quedas? —Sam preguntó.

—Si me aceptas... O tal vez al otro lado de la calle si es habitable.

Vale, definitivamente algo va mal.

La llevaron a la cocina y le ofrecieron algo de beber, mientras Sam


hablaba de que habían liberado las mariposas y luego de alguna otra cosa
científica.

—Sam —dijo Emerson en tono de advertencia—. Démosle a la Sra.


Lancaster y a Rhys un minuto para hablar a solas. —Mientras guiaba a
los niños fuera de la habitación, le echó una mirada a Rhys por encima
del hombro—. ¿Tal vez quieras llevar a tu madre a dar una vuelta por la
calle?

—Buena idea —respondió él, y ella lo siguió hasta donde había


dejado sus zapatos, y luego a la puerta.

—El techo parece nuevo —comentó ella mientras caminaban hacia


el patio trasero y miraban hacia el cielo en el la luz tenue del atardecer.

—Debería, después de lo que ha costado. No sé qué habríamos


hecho si el seguro no hubiera cubierto la mayor parte.

—Habríamos encontrado la solución —respondió Rhys mientras la


acompañaba dentro de la casa por la puerta trasera—. Siempre lo
hicimos.

Como si se dieran cuenta de lo que llevó a su madre a hacer una


visita sorpresa.

297
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

La llevó a casa para revisar el piso de arriba, y se sorprendió


gratamente por los modernos accesorios del baño. Luego la llevó al
dormitorio principal, donde dormía antes, pero ahora tenía manchas de
agua en el suelo de madera más cercano al pasillo, ya que se había
llevado la peor parte de la inundación.

Miró al otro lado del pasillo a la habitación de su infancia, que


ahora casi se sentía... juvenil. ¿Qué demonios le pasaba? Había tenido
suerte de quedarse en esta casa como adulto, sin duda, pero ahora sólo
sentía una punzada de nostalgia por las cuatro paredes familiares con la
pintura fresca y el edredón que olía como su mejor amigo.

—¿Qué te ha pasado? —preguntó, sentándose en la silla


desgastada que había heredado de su abuela y en la que lo había acunado
de bebé. Ciertamente había nostalgia aquí.

Como si estuviera al otro lado de la calle. Ella suspiró.

—No soy feliz en Florida.

Asintió, sabiendo que eso era bastante cierto.

—¿Qué hay de tu trabajo?

—Me recortan las horas otra vez. —Ella miró hacia otro lado con
culpa, como si hubiera algo más que eso—. Echo de menos a las chicas
de mi antiguo trabajo. Pensé que tal vez podría pasar a almorzar mañana
y ponerme al día.

Había mantenido el mismo trabajo de gerente de oficina durante


años antes de conocer a Carl. Fue un torbellino después de eso. Antes
que Rhys parpadeara, estaban formalizando la relación y se mudaban
fuera del estado. Y sí, él todavía se sentía un poco triste por todo eso. Ella

298
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

siempre había sido muy generosa en el departamento de relaciones, y en


su opinión, obtenía poco a cambio.

Hablando de eso...

—¿Y Carl?

Sus ojos se abrieron y se humedecieron, y estalló en lágrimas.

—Ya no lo sé.

Dio un paso adelante y la llevó para darle un abrazo.

—Está bien.

Se limpió la nariz.

—Siempre dijiste que sacrificaba demasiado de mí vida.

—Por supuesto que sí —estuvo de acuerdo—. ¿Es así como te


sientes ahora?

Ella asintió. Supuso que eso explicaba todas las extrañas


vibraciones que había estado recibiendo últimamente. O tal vez, siempre,
ya que todavía estaba perdido un año entero de su vida.

—¿Cuánto tiempo te has sentido así?

Se retiró.

—Por un tiempo, pero me costó tu accidente para poner algunas


cosas en perspectiva, supongo.

—Háblame de ello. —Compartieron una sonrisa—. ¿Sabe Carl que


estás aquí?

299
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí. Le dije que necesitaba tiempo.

—¿Quizás darle un par de días y ver cómo te sientes?

—Suena bastante bien. —Echó un vistazo a la habitación,


pareciendo insegura de sí misma, lo que le sorprendió.

Pero tal vez tampoco quería estar sola en esta casa ahora mismo.

—¿Qué tal si te instalamos en casa de los Roses el fin de semana?


Hay mucho espacio.

—¿Estás seguro? No quiero molestar...

—No lo harás. Lo prometo —respondió, y luego apagó las luces—.


¿Qué tal unas sobras de macarrones con queso? Tú receta.

La comida de consuelo hizo el truco sobre su estado de ánimo, y


después que la acompañaran con un vaso de vino, Emerson la llevó a su
habitación arriba, donde había estado ocupado cambiando las sábanas.
Ella no protestó, lo que probablemente significó que estaba exhausta. O
simplemente asumió que Emerson se quedaría en el cuarto de Rhys como
cuando eran niños.

Definitivamente ya no eran niños.

Y cuando se acostaron, susurrando hasta tarde en la noche, Rhys


supo que estaba justo donde debía estar. Este chico que había amado
toda su vida había recogido los pedazos de su corazón y se los ofreció
para que los guardara. Y él apreciaría cada uno de los pedazos, siempre.

300
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

30
Emerson
Era sábado por la mañana, y acababan de terminar un desayuno
de huevos con tocino cocinados por su servidor. La Sra. Lancaster se
había retirado al solario para atender una llamada mientras los niños
preparaban un juego de Uno 14 en la mesa del comedor, algo que les
encantaba hacer con ella, y estaba bastante seguro de que era mutuo.
Había sido una sorpresa que ella apareciera de la nada, y escuchar la
verdadera razón de su tristeza. Pero Rhys lo intuía y obviamente conocía
bien a su madre. Emerson se alegró de que ella volviera a casa para
solucionar sus problemas, y se sintió bien al tenerla de nuevo cerca.

—Creo que ya es hora —dijo Rhys mientras estaban de pie junto al


fregador.

Emerson se detuvo con un plato en la mano.

—¿Para contarle a tu madre sobre nosotros?

Habían estado eludiendo el tema desde que ella llegó, tratando de


encontrar el momento adecuado porque estaba pasando por problemas
en su relación y Rhys no quería abrumarla. Pero Emerson sabía más.
Ella siempre había sido una fuerte presencia en la vida de Rhys. Ella
había criado a Rhys como una madre soltera en un hogar cariñoso que
rivalizaba con el suyo. Rhys sin duda necesitaba un recordatorio de eso.

—Sí —respondió Rhys, con cautela en sus ojos—. ¿Por qué da tanto
miedo hablar con tus padres de estas cosas?

Uno (estilizado UNO) es un juego de cartas estadounidense desarrollado en 1971 por


14

Merle Robbins en Reading, Ohio. El juego es un producto de Mattel desde 1992.

301
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Porque simplemente es... Estará feliz de tener buenas noticias.


Piénsalo de esa manera —le aseguró Emerson, a pesar que tenía algún
miedo propio. La historia de su vida.

¿Y si pensaba que era una idea terrible tener una relación con un
amigo de toda la vida? Excepto que todos sus miedos ya habían sido los
de Emerson. Probablemente los de Rhys también.

Y hasta ahora, todo bien.

La tía Janice apenas pareció sorprendida cuando Audrey le dio la


noticia ayer después de la escuela cuando la recogió para ir al centro
comercial con su hija. Sólo le guiñó un ojo, besó la mejilla de Emerson y
le susurró:

—Mereces ser feliz. Ambos lo merecen. —Y se había hundido en el


alivio.

Se sirvió otra taza de café y caminó detrás de Rhys hacia el solario.

Encontraron a la señora Lancaster en una de las sillas de mimbre,


mirando por la ventana con vistas a los árboles, lo que creó un pintoresco
telón de fondo en el otoño, lo mismo que se perdió después de mudarse.

—¿Todo bien? —Rhys preguntó con dudas.

—Creo que me voy a quedar —respondió distraídamente—. Echo


de menos vivir aquí, y las chicas creen que puedo recuperar mi antiguo
trabajo. —Según Rhys, se fue a almorzar con sus viejas amigas y volvió
con un aspecto mucho más animado.

302
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Rhys se sentó en el love-seat 15 frente a ella y le hizo señas a


Emerson para que se uniera a él, sabiendo muy bien que se cuestionaba
si debía o no hacer un retiro y dejarlos hablar en privado. Pero ella no dio
ninguna indicación de que sus pensamientos eran sólo para su hijo, así
que Emerson ocupó un espacio y apoyó sus pies en la mesa de café.

—¿Está bien? —preguntó pareciendo un poco nerviosa—. ¿Estás


dispuesto a vivir con tu madre otra vez?

—Por supuesto que deberías quedarte si eso te hace feliz. —Rhys


lanzó a Emerson una mirada de reojo—. Y yo...

—Esperábamos que Rhys se quedara aquí con nosotros —dijo


Emerson con voz inestable. Mierda, ¿realmente había dicho eso en voz
alta?—. Quiero decir, si es algo que quiere.

—¿Es la noticia más nueva? —Rhys guiñó un ojo, y Emerson


tímidamente se mordió el labio. Cuando los ojos de Rhys se arrugaron en
las esquinas, Emerson supo que había tomado la decisión correcta.

La señora Lancaster aclaró su garganta, y Rhys se giró


bruscamente en su dirección, posiblemente avergonzada por haber
presenciado ese momento de afecto entre ellos.

—Mamá, necesito decirte algo —dijo Rhys, y sus cejas se


juntaron—. Emerson y yo... estamos... uh... —Joder, maldijo en voz baja.

—Juntos —dijo Emerson, entrelazando sus dedos, esperando


ayudar a reforzar su coraje—. Enamorados. —Se sonrieron tontamente
el uno al otro. Maldita sea, adoraba al hombre.

Love-seat. Un sofá con una particular medida con espacio para que una persona esté
15

cómoda y dos personas también puedan estar sentadas juntas. Se llama asiento del
amor, porque su función era esa, que dos enamorados pudieran estar sentados juntos.

303
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Su madre miraba como si estuviera trabajando la información en


su cerebro.

—Vosotros... ¿estás en una relación? ¿Desde cuándo?

—Simplemente sucedió —respondió Rhys. —La parte de la


relación, no la parte de los sentimientos. Eso es una larga historia.

—¡Oh Dios mío! —exclamó y luego aplaudió con entusiasmo—. Esto


es increíble.

Emerson apretó su mano mientras Rhys se inclinaba hacia


adelante.

—Lo siento si no era el momento adecuado para...

—Por supuesto que sí. Vosotros dos estáis hechos el uno para el
otro.

Emerson le echó a Rhys una mirada engreída. Te lo dije.

—De hecho, tu madre y yo... —Ella se detuvo, sus ojos se


engancharon en una foto en la pared de su familia, mientras su pulso
palpitaba en su cuello. La foto enmarcada había estado allí tanto tiempo,
que Emerson casi la había olvidado, junto con todas las demás de la casa
que nunca había almacenado. La tía Janice le había animado a
guardarlas como un recordatorio por el bien de los niños, también por el
suyo. Era el año de su decimosexto cumpleaños, si su memoria recordaba
bien. En la foto, estaba sosteniendo su permiso de conducir, una enorme
sonrisa en su cara, e incluso Rhys se había metido de alguna manera en
la foto, probablemente a instancias de su madre. Cristo, míralos. Tan
jóvenes e inocentes. Y ahora, seis años después, sabía lo brutal que podía
ser la vida. Y también lo hermosa que era.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Por favor —dijo Emerson con un toque de desesperación en su


tono—. ¿Qué pasa con mi madre?

—Bromeamos sobre ello, ¿sabes? —reflexionó—. Dijimos que si


sólo nuestros dos chicos fueran gays, tendríamos una pareja hecha en el
cielo. Quiero decir, la forma en que vosotros os habéis cuidado el uno al
otro durante toda vuestra vida.

Mierda. Emerson parpadeó lágrimas.

—Sería feliz si nos estuviera observando ahora mismo, dondequiera


que esté.

Emerson comenzó a limpiar sus ojos, lo que sólo creó una reacción
en cadena en la habitación. Rhys, y luego su madre, también empezó a
resoplar mientras Rhys se enrollaba el brazo alrededor del hombro y le
besaba la sien.

—Oh, cariño —dijo la señora Lancaster—. No quise ponerte triste.

Emerson negó con la cabeza.

—No estoy triste. —Bueno, tal vez un poco. Vale, mucho. Pero sobre
todo fue por el asombro—. Gracias por decirme eso. Significa mucho.

—Por supuesto. Lo vuestro me hace muy feliz. —Su madre se


levantó, besó a cada uno de ellos en la cabeza, luego se disculpó y salió
de la habitación, quejándose de tener que volver a aplicarse el rímel.

Una vez que ella se fue, se sentaron en silencio, cada uno perdido
en sus propios pensamientos.

—¿De verdad quieres que viva aquí? —murmuró Rhys.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sólo si quieres. Siento haberte soltado eso. Tal vez no era el


momento...

—Siento que aquí es donde pertenezco. ¿Está bien así?

—Está más que bien. Es la mejor noticia que he escuchado.

Rhys levantó la mano de Emerson y besó su palma

. —Este es uno de esos grandes momentos de nuevo, ¿no es así?

—¿Dónde nos enamoramos más profundamente?

—Total y completamente.

Enredaron sus brazos en un fuerte abrazo, llenando todos los


espacios entre ellos.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Epílogo
Seis meses después
Rhys
—Puedes hacerlo, Audrey —dijo Rhys desde al lado de ella sobre la
alfombra.

Una vez con su arnés, se había frustrado, mirando hacia la cima,


que no era una cima en absoluto, sino sólo el techo sobre el muro de
escalada en un gimnasio local.

Aun así, la pared habría parecido empinada a un grupo de


adolescentes que nunca habían hecho nada más que caminar por
diferentes senderos, a veces a una mayor altitud pero mayormente sólo
en terreno sinuoso y escarpado.

Se mordió el labio.

—No creo que pueda hacerlo.

—Subiré contigo. —Una vez tomada la decisión, extendió la mano


al instructor que conocía de Flying High, y luego se ató a un arnés.

Algunos niños de su grupo de excursionistas aplaudieron con


ánimo. Audrey era la última en subir, habiendo estado observando toda
la tarde, a pesar de que la escalada había sido su idea para empezar y la
mayoría del grupo estuvo de acuerdo en intentarlo.

Su grupo de adolescentes había empezado a caminar a finales del


otoño, y se las arreglaron durante los meses de invierno, siguiendo los
días más cálidos y los senderos más traicioneros sin pavimentar.

307
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

El excursionismo había llenado a Rhys de maneras que nunca


había imaginado, además de estar con el grupo de adolescentes, la
mayoría de los cuales eran entusiastas y divertidos. Aquellos que no
podían pasar el rato normalmente abandonaban, lo que era lo mejor. Los
había animado a intentarlo de nuevo al año siguiente.

Audrey había conseguido que su amiga Maddy se uniera, así como


Kevin, que sólo había aguantado dos semanas, porque según Audrey, no
era lo suyo. Emerson trató de no instruir a Rhys sobre el chico, pero Rhys
sabía que estaba preocupado, así que le aseguró que Kevin y Audrey eran
sólo amigos, lo que a su edad era lo mejor, aunque ella pondría los ojos
en blanco si él se lo decía. Además, no quería arruinar su estatus de novio
guay, de padre y madre. Tenían una buena relación, y aunque Audrey
intentaba ocasionalmente dividir y conquistar a ambos, Emerson y él se
habían mantenido unidos.

Maldita sea, era difícil ser padre. Pero le encantaba.

Sonriendo para sí mismo, recordó la conversación que tuvieron una


noche acerca de tener hijos propios algún día, en el futuro. Concedido,
había elegido un momento particularmente difícil para sacar el tema,
después que Emerson castigara a Audrey por sus privilegios telefónicos,
por lo que su expresión había sido bastante divertida.

Después de atarse el casco, Rhys levantó su pie hasta la primera


clavija y cerró los ojos para centrarse.

Esto no era nada comparado con lo que había hecho a lo largo de


los años. Ya era hora.

—Sigue mi ejemplo —le dijo a Audrey mientras subía más alto,


usando las clavijas directamente en su camino. Cuando ella se acercó y
se puso a la altura de él, él sonrió. Ella estaría bien.

308
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Concéntrate en tu próxima mano y en tu punto de apoyo, y sigue


hasta que llegues a la cima.

—Bien —respondió con dudas—. Tampoco voy a mirar hacia abajo.

—Buen plan.

Y entonces empezó a escalar, y se sentía tan natural, que


probablemente podría haberlo hecho mientras dormía. Vale, no era
exactamente una buena idea. Pero había una subida de adrenalina que
no había experimentado en casi... bueno, dos años, adivinó. En realidad
fue un año, pero como los meses anteriores al accidente eran una página
en blanco en su cerebro, sólo podía pensar en los tiempos anteriores. No
te centres en eso. Ya has hecho las paces.

Miró a su lado donde Audrey se detuvo a nivel de él, respirando con


fuerza, sus dedos temblando ya sea por el miedo o el esfuerzo. Tal vez
ambos. La escalada en roca usaba músculos que ni siquiera sabía que
tenía, y justo entonces los suyos también se estaban ejercitando.

Luego se perdió en el ambiente de la escalada y sólo estaban él y la


montaña, o en este caso, la pared. Aun así, hizo el trabajo lo
suficientemente bien, imitando las condiciones aunque un poco
demasiado perfectamente. De ninguna manera estos puntos de apoyo
estarían tan precisamente colocados o tan bien pulidos en la naturaleza.

Jadeó suavemente en la parte superior, esperando a Audrey.


Audrey gritó cuando se acercó.

—¡Lo conseguí!

Cuando vio la enorme sonrisa en su cara, sintió una profunda


satisfacción que hizo que le doliera el pecho.

309
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

—Sí, lo conseguiste.

—Y tú también —respondió con una voz engreída.

—Espera un minuto —se burló—. ¿Era este algún plan retorcido


para hacerme escalar de nuevo?

—Tal vez. —Se dio la vuelta para ocultar su sonrisa. El pequeño


diablo.

—Bueno, funcionó. —Suspiró, sintiéndose jodidamente increíble,


lo que podría haber sido en parte por el aumento de la adrenalina—. ¿Sólo
fingías tener miedo?

—¡Claro que no! Eso fue real. —Sus ojos se abrieron de par en par
con la ansiedad—. No tengo ni idea de cómo haces esto. Ahora bájame.

Rhys se rio mientras le hacía señas al instructor de abajo, y ellos


la bajaron lentamente al suelo. Rhys se tomó un momento más para
mirar alrededor del gran gimnasio, imaginando cómo sería si en su lugar
inhalara aire limpio de la montaña y se sintiera más cerca de los cielos.

Malditamente estimulante.

Podría considerar dar otra oportunidad a la escalada en los meses


de verano, pero en una colina más pequeña. Ya no tenía pesadillas, y sus
costillas y cabeza se mantenían firmes, así que lo consideraría. Tal vez.

De vuelta en tierra firme, todo el mundo estaba animando y


abrazando a Audrey. Un par de chicos incluso le dieron palmaditas en la
espalda. A esta altura ya conocían la historia de su accidente y podrían
haber apreciado lo importante que habría sido para él esa simple
escalada.

310
Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Una vez que todos los niños fueron recogidos por sus padres, metió
a Audrey y Maddy de nuevo en el coche y sacó su móvil para comprobar
un mensaje de Emerson.

¿Cómo ha ido?

Genial. Audrey estaba un poco asustada, así que subí con ella.

Lo sé. Me envió un mensaje de texto.

Miró por encima del hombro con una sonrisa, pero ella estaba
ocupada comprobando algo en el teléfono de Maddy.

Apuesto a que te veías genial ahí arriba. ¿Cómo se sintió?

Bien. Realmente bien.

Su emoji corazón fue seguido por algo que le hizo reír.

Apuesto a que tu trasero se veía bien en ese arnés también.

¿No te gustaría saberlo?

Podía imaginarse el rubor que se extendía por las mejillas de


Emerson.

Te burlas. Eres bienvenido a sorprenderme alguna vez.

Joder, este hombre iba a ser su muerte.

Trato hecho. Voy a dejar a Maddy, y luego nos iremos a casa.

A casa. Le encantaba esa palabra.

La madre de Rhys había creado un hogar de nuevo al otro lado de


la calle, en lugar de la casa de soltero que él le había dejado y parecía

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

más activa que nunca. Supuso que finalmente hacerse cargo de tu propia
felicidad hacía eso. Se entretenía con sus amigos del trabajo e incluso
salía un poco con más precaución, se había dado cuenta. Carl se había
tomado muy en serio su ruptura y había volado para intentar
solucionarlo. Rhys pensó que habían vuelto a estar juntos durante las
vacaciones, hasta que ella le dijo que pensaba que se merecía algo mejor
y envió a Carl a hacer las maletas de nuevo. No conocía los detalles de su
relación, sólo que ella había sido un felpudo demasiadas veces con los
hombres, así que, maldita sea, estaba orgulloso de ella.

Cuando Audrey y él llegaron a casa, su madre y Sam estaban


ocupados dibujando en la mesa del comedor. Los dos se habían acercado
y salían cada vez que tenían una noche de cena familiar. Él había
olvidado que su madre amaba dibujar, así que no le sorprendió que ella
se relacionara con Sam, quien también disfrutaba del arte, no más que
de la ciencia, por supuesto.

—¿Dónde está Em? —preguntó.

—Solarium. Estudiando —respondió Sam.

Emerson se había inscrito en el programa de enfermería y había


decidido matricularse en una asignatura para ver cómo se sentía, y hasta
ahora, Rhys podía decir que lo estaba disfrutando.

—Voy a hacer la cena —le dijo a Emerson, inclinándose para


besarlo. Estaba sentado en su silla favorita, mirando al jardín, con su
portátil abierto con un capítulo en línea.

—¿Pizza? —preguntó, y Rhys asintió. Ya había hecho la masa y la


había dejado en el mostrador para que se asentara para poder cocinarla.

—Perfecto.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Puso la temperatura del horno y empezó a cortar champiñones


para la porción de Sam y pepperoni para las de los demás.

Luego miró la última imagen que Sam había pegado en la parte


delantera del frigorífico, dos mariposas monarca expertamente
coloreadas en amarillo y naranja y perfiladas en negro, y pensó en la
conversación de Sam con su madre que había escuchado ese día.

—Y dos de las mariposas se quedaron en la roca cerca de nosotros


—dijo, contando ese día en Hawkeye Hill—. ¿Crees que mi teoría es
posible? Va en contra de toda probabilidad científica.

—La creencia y la esperanza no se pueden medir, inocente —había


respondido su madre, y maldita sea, la amaba por eso. Ella le dio a Sam
una perspectiva que ni él ni Emerson podían ofrecer—. Tus padres
definitivamente nos están cuidando a todos. Apuesto a que incluso me
empujaron a mudarme de nuevo aquí para que yo también pueda
cuidaros.

Después de meter las pizzas en el horno, abrió una cerveza y tomó


un largo trago mientras se apoyaba en el mostrador. Audrey estaba
hablando por teléfono, sin duda con Maddy otra vez aunque se acababan
de separar, y Sam estaba ayudando a su madre a sombrear en un área
en alguna página de colorear. Pronto su familia se reuniría alrededor de
la mesa de la cocina, comiendo y hablando y riendo, algo que siempre
había visualizado de niño.

Todavía estaba en modo soñador cuando Emerson entró en la


cocina y unió sus dedos.

—¿Estás bien? Parece que tienes mucho en ese cerebro tuyo.

—Sí —respondió besándolo en sus labios.

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Emerson arqueó una ceja.

—¿Escalando?

—No. Sólo la vida en general y lo jodidamente feliz que soy.

Los ojos de Emerson se suavizaron.

—Ugh, mi corazón. Uno de esos pequeños momentos otra vez, y te


amo por ello. —No era pequeño, era grande. Enorme. En una especie de
forma eterna. Rhys atrajo a Emerson a sus brazos y suspiró en su
hombro.

—Siempre te amaré, Emerson Rose.

—Ew, mis ojos —dijo Audrey, y se separaron, riéndose.

Fin

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Staff

Soñador
David

Revisión y Diseño
Lelu

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Christina Lee Un Calidoscopio de mariposas

Sobre el autor
Érase una vez, Christina Lee era una estilista de vestuario en la
ciudad de Nueva York. Pasaba sus días arreglando ropa, llamando a
taxis y buscando el brillo de labios perfecto, que se convirtió en una
adicción, junto con los libros y el café. Siempre la podías encontrar en la
esquina de su restaurante favorito tomando un tostado oscuro 16 y
leyendo.

Actualmente vive en el Medio Oeste con su marido y su hijo, sus


dos chicos favoritos. Ha sido trabajadora social clínica y profesora de
educación especial y aunque es muy gratificante, no se sentían
exactamente en su hábitat. No fue hasta que empezó a escribir una
columna semanal para el periódico local que las campanas sonaron en
su cabeza. Por fin pudo aprovechar sus experiencias de la vida real y su
vívida imaginación para escribir ficción, y nunca ha mirado atrás.

Christina escribe el romance en diferentes subgéneros, pero sobre


todo con personajes LGBTQ porque la representación importa. Todos
se merece un “felices para siempre”.

16
Café tueste oscuro: es un café con sabor y matices a chocolate oscuro y mucha
textura.

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