Está en la página 1de 8

Doctorado en Semiótica

Semiótica y Sociocrítica
Subjetividad, alteridad y temporalidad en la teoría de Mijaíl Bajtín

Autor: Lic. Guerra, Franco


Correo electrónico: franco34990270@gmail.com
Profesoras: Dra. Pampa Arán de Meriles, Dra Adriana Boria
Un breve recorrido teórico por el pensamiento de Mijaíl Bajtín
En el presente trabajo se buscará delinear un breve recorrido a través de
algunas categorías esenciales de la teoría planteada por Mijaíl Bajtín (1895 –
1975). Plantea el autor tres áreas de la cultura humana: la ciencia, el arte y la
vida.¿referencias? Para Bajtín estas áreas solamente cobran unidad
solamente a través de una personalidad que las hace participar en dicha
unidad. Sin embargo, esto no evita que el vínculo pueda llegar a ser mecánico
y externo.
Plantea el autor: “Un todo es mecánico si sus elementos están unidos
solamente en el espacio y en el tiempo mediante una relación externa y no
están impregnados de la unidad interior del sentido” (Bajtín 1982: 11). Es
decir, el teórico entiende que el arte y la vida pertenecen a dos órdenes
distintos, pero deben convertirse en algo unitario, dentro de la unidad de la
responsabilidad del sujeto.
Entonces, Bajtín se pregunta: ¿Qué es lo que garantiza un nexo interno entre
los elementos de una personalidad? Y responde a través del concepto de
“responsabilidad”. El autor relaciona el concepto de “responsabilidad” con la
culpa. Plantea que tanto la vida como el arte no solo deben cargar con una
responsabilidad recíproca sino también con la culpa, en este sentido, “la
personalidad debe ser plenamente responsable” (1989:11).
Cabe aclarar que, para el autor, la responsabilidad individual no se traduce en
una especie de “individualismo”, sino que está refiriéndose a una
responsabilidad del ser in situ. O sea, la base del pensamiento de Bajtín está
en la propuesta de “ética participativa responsable”. ¿referencias? El autor
posiciona al sujeto semiótico en una suerte de frontera entre lo individual y lo
social. No diría que es una frontera, porque en B todo lo individual es
social, no hay oposición
Se puede decir que, oponiéndose a algunas categorías trascendentales
kantianas, Bajtín está pensando en una filosofía de la acción participativa. Es
decir, una filosofía moral que se pregunta acerca de la relación de cada sujeto
con otro, en el conocimiento y en la acción concreta cotidiana e histórica. En
este marco, desde esta perspectiva Bajtín busca la relación que tiene la obra
de arte con la cultura.
Es justamente en este momento de sus reflexiones ¿cuándo sería? que el
autor conoce a sus principales colaboradores: Voloshinov y Medvedev.
Estos pensadores postulaban el carácter ideológico del signo solamente
Voloshinov. Entendían que las cosas del mundo físico podían ser percibidas
como imagen de algo, y en este sentido, configurarse como producto
ideológico.
Plantea Voloshinov: “(…) Cualquier cuerpo físico puede ser percibido como
imagen de algo, digamos, como imagen del carácter inerte, rutinario y necesario
del mundo natural reflejado en un objeto singular. Una semejante imagen
simbólica y artística de la cosa física determinada representa ya un producto
ideológico. La cosa física se convierte en signo. Sin dejar de ser parte de la
realidad material, esta cosa muerta en cierta forma refleja y refracta la realidad”
(1992: 26).
Bajtín entiende que la Ideología implica valoración social, es decir, hace alusión
a una “atmósfera de valores” dentro de la cual se materializa el acto
enunciativo. El autor entiende que el concepto de valoración social “impregna”
el hecho literario.
Es decir que para el círculo de pensamiento bajtiniano, el área de la ideología
(como conjunto de valores culturales) coincide con la de los signos.
Siguiendo con esta idea, ellos entendían al signo como un fenómeno del mundo
exterior al sujeto, en tanto que todos los efectos producidos por el signo
suceden en la experiencia externa del entorno social. De este modo, los signos
surgen en el proceso de interacción entre conciencias individuales, por lo tanto,
la conciencia solo deviene en cuanto tal a partir de un contenido ideológico
(sígnico) que se produce solamente en el proceso de interacción social. Es así,
que la palabra se materializa, para estos autores, como el fenómeno sígnico por
excelencia. Dicen entonces: “Para comprender la función de la palabra como el
medio de la conciencia se requiere un análisis profundo y detallado de la
palabra como signo social (…) No existe un solo signo cultural que, al ser
comprendido y conceptualizado, quede aislado, sino que, al contrario, todos
ellos forman parte de la unidad de una conciencia estructurada verbalmente”
(Voloshinov 1992:35 -36).
Los pensadores del círculo bajtiniano, entienden que la palabra se expresa
como el indicador más sensible de las transformaciones sociales, ya que es
capaz de registrar todas las fases transitorias de dichas transformaciones. De
esta forma sitúan la manifestación de la ideología social en la palabra, en el
gesto, en la acción. En este marco, para su trabajo, delinean una suerte de
principios metodológicos que son sumamente relevantes para la comprensión
del pensamiento bajtiniano: “1 – No se debe disociar la ideología de la realidad
material del signo (por ubicarla en la “conciencia” o en otros dominios difusos e
imperceptibles); 2- No se puede separar el signo de las formas concretas de la
comunicación social (ya que el signo es parte de la comunicación social
organizada y no puede existir sino en ésta, convirtiéndose de lo contrario en un
simple objeto físico); 3- No se puede separar las formas de la comunicación de
sus bases materiales” (Voloshinov 1992: 44).
No está de más reiterar que para estos autores, todo signo es ideológico.
Entonces, al expresarse en el proceso de la comunicación social, este signo
termina siendo determinado por el horizonte social de una época dada y de un
grupo social dado.
En la teoría bajtiniana, el texto literario se define como una forma particular de
enunciado (enmarcado en lo histórico social) que establece un diálogo histórico
puntual con el lector, por un lado, y un diálogo poético virtual con las demás
obras literarias, por el otro. El autor entiende que el lenguaje literario es en sí
mismo evaluación ideológica. Aquí conviene aludir a la noción de poética
social
Entonces, para Bajtín, el lenguaje no es un medio para transmitir ideología, sino
que el lenguaje es ideología. La literatura, por lo tanto, está inevitablemente
cargada de valoración ideológica, de valoración social.
Plantea el autor: “El texto como el reflejo subjetivo de un mundo objetivo, el
texto como expresión de una conciencia que refleja algo. Cuando el texto llega
a ser objeto de conocimiento para nosotros, podemos hablar de reflejo de un
reflejo. La comprensión del texto es precisamente un reflejo adecuado del otro
reflejo. A través del reflejo ajeno, hacia el objeto reflejado (…) El objeto real es
el hombre social que habla y se expresa también con otros medios. No hay
posibilidad de llegar a él y a su vida (su trabajo, su lucha, etc.) sino a través de
los textos sígnicos creados o por crear” (Bajtín 1982: 305).
Bajtín entiende que el género que da forma y sentido totalizador a un texto, es
intencional e ideológico y sólo definible de manera dinámica a partir de lo
histórico. Es entonces, en esta dirección hacia lo histórico, que la obra se pone
en contacto con la realidad, con el contexto social y con los demás sistemas de
valores.
Podemos decir que para Bajtín el componente básico de la obra literaria es el
enunciado, es decir la obra literaria como organización particular de
enunciados. De esta forma, el enunciado está dirigido a alguien en un contexto
determinado, o sea, es social; mientras que lo ideológico, la representación
axiológica del mundo, es el sentido de la obra literaria.
Bajtín entiende que un enunciado nunca es un simple reflejo de algo que ya
existe, sino que un enunciado siempre crea algo nuevo e irrepetible. Para él,
tanto el objeto de la creación como el poeta y su visión del mundo se están
creando en el proceso mismo de producción de la obra. Es decir, entendiendo a
la palabra como elemento interindividual, se plantea entonces la comprensión
como un todo dialógico.
Siguiendo con esta línea de pensamiento, se puede decir que para ilustrar sus
postulados Bajtín posiciona el peso de su teoría en el análisis del género
novelesco. Es más que eso. Si lees “La palabra en la novela” verás que la
novela representa para B una forma de resistencia al lenguaje único de la
verdad, que es el del poder (político, mediático, etc) De esta forma plantea
que: “(…) el discurso del autor y del narrador, los géneros intercalados, los
lenguajes de los personajes, no son sino unidades compositivas
fundamentales, por medio de las cuales penetra el plurilinguismo en la novela;
cada una de esas unidades admite una diversidad de voces sociales y una
diversidad de relaciones, así como correlaciones entre ellas (siempre
dialogizadas, en una u otra medida). Esas relaciones y correlaciones
espaciales entre los enunciados y los lenguajes, ese movimiento del tema a
través de los lenguajes y discursos, su fraccionamiento en las corrientes y gotas
del plurilinguismo social, su dialogización, constituyen el aspecto característico
del estilo novelesco” (Bajtín 1989:81).
Es decir, el autor entiende al género novelesco como la expresión de la
diversidad social, organizada artísticamente, del lenguaje. Así, Bajtín le atribuye
suma relevancia al género novelesco en tanto barómetro de las crisis y
conflictos sociales.
En términos de lo planteado anteriormente es sumamente ilustrativo el texto
bajtiniano acerca de la obra de Rabeleis titulado: “Introducción a La cultura
popular en la Edad Media y el Renacimiento” (1987). Allí el autor toma la obra
rabelesiana para analizar la expresión de lo que él llama “realismo grotesco” en
términos de los ritos carnavalescos de la Edad Media. Dice al respecto Bajtín:
“Rabelais ha recogido directamente la sabiduría de la corriente popular de los
antiguos dialectos, refranes, proverbios y farsas estudiantiles, de la boca de la
gente común y los bufones” (1987: 7). El autor sitúa al carnaval en una especie
de frontera entre el arte y la vida, o más bien lo define como una presentación
de la vida misma a través de elementos lúdicos. Es una utopía de la
abundancia, del valor del cuerpo y una inversión del orden medieval.
Responde a cierta cronotopía de los géneros carnavalizados o cómico
serios de larga tradición helénica.
Lo interesante de dicho texto, más allá del análisis acerca de la carnavalización
de la cultura, es cómo Bajtín trabaja las nociones de polifonía y cronotopo en la
novela.
En este marco, plantea el autor: “Vamos a llamar cronotopo (lo que en
traducción literal significa ≪tiempo-espacio≫) a la conexión esencial de
relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la literatura”
(Bajtín 1989:237). Según Bajtín, es en el cronotopo artístico literario donde tiene
lugar la unión de los elementos espaciales y temporales en un todo inteligible y
concreto, es decir, que determina la imagen del hombre en la literatura, imagen
que será siempre, en algún sentido, cronotópica.
En línea con lo anterior, Arán plantea que el cronotopo literario “consiste en el
modo particular en que la creación verbal y, en especial, el género de la novela,
configuran la percepción de la dinámica del tiempo en el espacio a partir de
posiciones enunciativas concomitantes, pero diferenciadas, del autor y del lector
como sujetos dialógicos tangencialmente situados con la obra” (2016:135).
Es decir, el cronotopo es entendido como una intervinculación esencial de las
relaciones temporales y espaciales que se asimilan artísticamente en el
fenómeno literario. El tiempo entendido como la cuarta dimensión del espacio.
Sin embargo, el cronotopo no produce solamente la puesta en escena del
espacio-tiempo representado; también regula la aparición de sujetos y discursos
en situaciones cronotopizadas, en un período y en un sitio determinado. Dice
Arán: “(…) se descompone en multiplicidad de «motivos cronotópicos» o figuras
textualizadas, que se pueden reconocer en grandes unidades compositivas
ensambladas en la novela como son la organización argumental, la variante
genérica a la que suele servir, los rasgos identitarios de los personajes y las
variaciones polifónicas” (2016:143).
Retomando la obra acerca de Rabeleis y cómo se resalta allí el carácter
polifónico del género novelesco, podemos decir que la polifonía en Bajtín no se
trata de una simple inserción/superposición de niveles lingüísticos dentro del
discurso monológico del autor; sino que hablamos de una diversidad de
conciencias en acto que no expresan la ideología de quien escribe sino la
propia conciencia del personaje que se vuelve así contradictoria y polémica. El
texto abordado de esta forma, se transforma en una suerte de espacio en el
que resuenan múltiples voces; existe una pluralidad vocal, una polifonía, en
términos de una metáfora musical. Este concierto polifónico lo encuentra
plasmado finalmente en Dostoievski
Otra noción sumamente relevante en el pensamiento bajtiniano es la de
intertextualidad. B, nunca empleó este término que es de Kristeva Se plantea
entonces que todo texto literario se inscribe en la corriente histórica de otros
textos -previos o contemporáneos – con los que se establece un diálogo. En
términos de su polivalencia entonces, el discurso otorga sus diversos sentidos,
enmarcado en ese contexto histórico-cultural. Podemos decir que estamos
inmersos como personas, como hablantes, en una suerte de corriente de los
discursos ajenos, repetimos palabras de otros. Un libro cita a otros libros y a su
vez él mismo será citado en obras contemporáneas o posteriores. En este
sentido, expresa Voloshinov: “La comprensión del signo es el proceso de
relacionar un signo dado que tiene que ser comprendido con otros signos ya
conocidos; en otras palabras, la comprensión responde al signo mediante otros
signos”. (1992: 29).
A modo de conclusión podemos decir que la teoría bajtiniana resulta de suma
utilidad para abordar el análisis semiótico desde una postura crítica que permite
pensar la complejidad del texto en términos ideológicos, considerando la
interacción con su contexto, con otros textos y con la práctica dialógica
cotidiana entre sujetos.
Bibliografía
- Arán, P. (2016) Cronotopías literarias. La herencia de Bajtín. Reflexiones y
migraciones. Córdoba: Edicea, pp.135-148.
- Bajtín, M. (1982) Arte y responsabilidad. Estética de la creación verbal,
México: Siglo XXI, pp.11-12.
- Bajtín M. (1982) El problema del texto. Estética de la creación verbal,
México: Siglo XXI, pp. 294-324.
- Bajtín M. (1987) Introducción a La cultura popular en la Edad Media y el
Renacimiento, Madrid, Alianza edit., pp.7-57.
- Bajtín M. (1989) La palabra en la novela. Cap. I La estilística
contemporánea y la novela. Teoría y estética de la novela. Madrid,
Taurus, pp.77-93.
- Bajtín M. (1989) Las formas del tiempo y del cronotopo en la novela.
Ensayos sobre Poética histórica. Teoría y estética de la novela. Madrid,
Taurus, pp 237-239.
- Voloshinov, V. (1992) Cap. 1. El estudio de las ideologías y la filosofía del
lenguaje. El marxismo y la filosofía del lenguaje, Madrid: Alianza edit. pp.
31-40.

Evaluación
Es un recorrido conceptual muy amplio y bien organizado. Algunos
conceptos habría que revisarlos a la luz de nuevas lecturas si la
teoría bajtiniana te interesa a futuro, pero para los objetivos del
curso has respondido con agudeza y responsabilidad.
Afectuosamente, Pampa
Calificación; 10 (diez)
Córdoba, 24 de noviembre 2022

También podría gustarte