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DOSSIER
Escuela de Cadetes “Coronel Lorenzo Lugones”
Propuesta Académica Escuela
UNIDAD I
LA HISTORIA. EUROPA, SUCESOS IMPORTANTES.
Historia: definición. Periodización de la Historia. Edad Media: origen y fin, características. Feudalismo. Edad
Moderna: origen y fin, características. Renacimiento. Iluminismo. Revoluciones Burguesas: Industrial y
Francesa.
LA HISTORIA
¿Qué es la Historia?
El significado de historia se refiere tanto a la disciplina de las ciencias sociales que estudia y relata los
acontecimientos pasados de la humanidad, como a las narraciones de los hechos y sucesos verdaderos
o ficticios. La palabra historia deriva del latín historĭa, la cual surgió del griego ἱστορία (historía), y cuyo
significado indica investigación, información. El término historia es bastante amplio, por tal razón es
importante exponer cuáles son sus diferentes usos según sea el caso, ya que, en términos generales,
siempre va a hacer referencia a un hecho pasado. La historia también puede ser entendida como el
ejercicio memorístico que permite realizar conexiones, análisis, así como para resguardar y transmitir
los acontecimientos que anteceden y originan los que ocurren en el presente. Otro uso de la palabra
historia tiene que ver con el hecho de que una persona o acontecimiento deje una huella, cambiando
paradigmas, para ser recordado por mucho tiempo. Por ejemplo: “Usain Bolt ha hecho historia al ser el
hombre más veloz del mundo”. También, en el área de la medicina se reconoce fácilmente el término
“historia médica” cada vez que somos atendidos por un médico, bien sea por una consulta habitual o por
un síntoma en particular. En dichas historias los médicos y especialistas redactan el estado de salud del
paciente y cómo ha evolucionado a lo largo de un tratamiento, en caso de tener alguna condición en
especial.
PERIODIZACION DE LA HISTORIA:
(M. Alonso, R. Elizalde y otros. Historia. La antigüedad y la sociedad Feudal, editorial Aique, segunda edición)
Para poder contabilizar el paso del tiempo, no bastan las unidades de tiempo. También hay que
seleccionar un punto de partida, un hecho en función del cual ordenar todos los demás. Cada civilización
ha establecido como punto de partida un suceso, real o imaginario, considerado fundacional para su
identidad o muy importante para su historia. Tal es el caso del Nacimiento de Cristo para los países
cristianos, la fundación de Roma para los antiguos romanos o la huida del profeta Mahoma de la ciudad
de La Meca para el mundo islámico.
En el calendario cristiano, los años comienzan a contarse a partir del nacimiento de Cristo.
Por otro lado, la historia de la humanidad, tiene miles de años. Para estudiarla sistemáticamente los
historiadores acostumbran dividirla en grande etapas o periodos. Por eso se habla de periodizar (dividir
en periodos) y de periodización (división en periodos).
La periodización que suelen presentar nuestros libros de texto es válida para las civilizaciones que
integran el llamado mundo occidental. Es que esta periodización se originó en Europa y se utiliza en
América y en lugares de otros continentes colonizados por los europeos.
Esta periodización parte de una gran división entre tiempos prehistóricos e históricos propiamente
dichos. Tradicionalmente se llamó “Prehistoria” a la etapa en la que la humanidad desconocía la
escritura y por tanto no quedaron documentos escritos. Como este término significa “anterior a la
historia” su empleo puede inducir a error porque pareciera que la aparición de los seres humanos y sus
primeras formas de organización y de relación con las naturales no formaran parte de la historia. Por
esto es más conveniente referirse a la Prehistoria como “etapa ágrafa”, es decir, sin escritura.
Los llamados tradicionalmente “Tiempos Históricos”, en los que ya se ha desarrollado la escritura se
dividen en edades. Una edad es un periodo en el cual hay continuidades que, al mantenerse, le dan rasgos
característicos que nos permiten distinguirlos de otros periodos. Al largo de cada edad, ocurren cambios
graduales que dan origen a otra. Aunque, en general, los historiadores eligen un hecho puntual para
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separar una edad de otra (la caída de un imperio, una revolución, etc.) el cambio se da a través de una
transición, un pasaje lento entre una edad y otra.
Las edades en las que se divide la Historia occidental son: Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y
Edad Contemporánea.
EDAD MEDIA
¿Qué fue la Edad Media?
Se llama Edad Media a la etapa de la historia europea que comienza con la disolución del Imperio romano
de Occidente, en el año 476, y concluye, según distintos autores, con la invención de la imprenta en 1440;
con la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, o con la llegada de los europeos a América, en
1492. Este período comprende más de diez siglos y se extiende entre la Edad Antigua y la Edad Moderna.
El concepto de Edad Media fue creado por los humanistas europeos de los siglos XIV y XV, quienes
pensaban en su época como un Renacimiento de la antigüedad grecorromana. Entre esa antigüedad
llamada clásica y su época, la del Humanismo y el Renacimiento, se extendía una edad intermedia que
era menospreciada por la influencia que había ejercido la Iglesia cristiana en todos los campos del saber.
• Políticas: las costas del mar Mediterráneo fueron disputadas por tres grandes centros de poder:
los reinos romano-germánicos, los califatos musulmanes y el Imperio bizantino. A pesar de los
intentos reunificadores de los emperadores bizantinos (como Justiniano) y de los reyes
germanos (como Carlomagno), la cuenca del Mediterráneo permaneció fragmentada a lo largo
de toda la Edad Media.
• Religiosas: la Iglesia cristiana, encabezada por el obispo de Roma o Papa, fue muy poderosa y
tuvo gran influencia en todos los aspectos de la vida política, social y económica. El sistema de
pensamiento imperante era el teocentrismo, una forma de pensamiento que consideraba a Dios
como la única fuente de conocimiento verdadero.
• Sociales: la esclavitud, característica de la antigüedad, fue reemplazada por la servidumbre. Así
se formó una sociedad estamental constituida por la monarquía, la nobleza feudal o religiosa y
los campesinos, que podían ser siervos o libres. Los siervos debían pagar tributo en productos a
su señor feudal.
• Económicas: las principales actividades productivas eran la agricultura y la ganadería. La mayor
parte de la población vivía en el campo y trabajaba la tierra con arados tirados por bueyes. Entre
el 476 y el 1100, el comercio no tuvo mucho desarrollo. La gente consumía lo que producía e
intercambiaba productos con sus vecinos. A partir de las Cruzadas, los comerciantes italianos
comenzaron a traer de China e India distintos productos como telas de seda, porcelana, joyas
con incrustaciones de piedras preciosas y especias para condimentar las comidas.
• Demográficas: la dieta de la población europea era muy inadecuada. Al estar mal alimentadas,
las personas se contagiaban todo tipo de enfermedades. Las epidemias y las grandes pestes eran
muy comunes y solían matar a millones de personas. Por ende, la esperanza de vida era muy
baja.
El Feudalismo
¿Qué es el Feudalismo?: El Feudalismo es un sistema por el cual se crea una obligación de obediencia y
servicio por parte de un hombre libre al que se le llama Vasallo, hacia otro hombre libre pero más
poderoso llamado Señor. Normalmente el vasallo debía cumplir obediencia y servicio en cuestiones
militares. A cambio el señor deberá proteger y mantener al vasallo, la mayoría de las veces a través de
una concesión de terrenos para su sustento, esta concesión se llamaba Feudo.
El sistema Feudal que en principio era de carácter militar, terminó siendo un sistema en el que era el
señor quien impartía justicia, lideraba militarmente, llevaba la administración de su feudo y cobraba
tributos a los vasallos, que terminaron cultivando sus campos y pagando a cambio de protección. El
término feudalismo viene de la palabra feudo, que era el nombre que se les daba a los territorios que los
reyes medievales entregaban a los nobles a cambio de sus servicios.
Los Vasallos
Se trataba de una especie de contrato por el que el señor proporcionaba protección y manutención al
vasallo a cambio de ayuda y consejo. La ayuda era siempre de carácter militar, ayudando a su señor en
las batallas, así como defender las propiedades y la de sus vasallos. Los grandes señores eran poseedores
de numerosos vasallos, con lo que contaba con grandes fuerzas para defensa. Este servicio militar que
realizaban los vasallos era reclamado cuando el señor necesitaba ayuda, los vasallos debían presentarse
con armadura y montura, al servicio de su señor. Cuando un señor caía prisionero, los vasallos debían
pagar el rescate de su liberación, también tenían que contribuir para la armadura del primogénito del
señor cuando era armado caballero, o para casar a la hija mayor o contribuir para pagar las incursiones
en Tierra Santa. Realmente el vasallaje era una relación que se mantenía entre dos señores, eso sí de
distintas categorías, donde el señor de mayor categoría se convertía en señor y el de menos categoría se
convertía en vasallo.
Los Feudos:
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Los feudos podían ser derechos otorgados por un señor o bien podían ser tierras cultivables, bosques,
villas, fincas, pueblos o villas, etc. En la Edad Media los feudos estaban delimitados por fortalezas o
castillos. Verdaderos complejos compuestos por talleres, caballerizas, hornos, molinos, patios,
almacenes, etc. Los feudos se concebían como unidad económica y de producción. En este caso el vasallo
recibía el nombre de siervos. Se trataba de un contrato, por el cual el señor ofrecía protección al siervo
a cambio de que este trabajase las tierras, fuese sumiso y obediente. Por lo que tenemos dos tipos de
vasallos: Los vasallos nobles, que a su vez eran señores de los siervos y los siervos, que eran meros
trabajadores de las tierras de su señor. Uno de los rasgos que caracteriza al feudalismo es que la nobleza
(la clase social dominante) ejerce un monopolio exclusivo de la ley y la justicia. Esto quiere decir
que sólo los miembros de la nobleza podían imponer la ley y la justicia. En contrapartida, los
campesinos no podían acceder a estos privilegios.
EDAD MODERNA
¿Qué fue la Edad Moderna?: Se llama Edad Moderna a la etapa de la historia europea que va desde
mediados del siglo XV hasta finales del siglo XVIII. Los sucesos que marcaron el final de la Edad Media y
el comienzo de la Edad Moderna varían según distintos autores, pero en general se consideran la
invención de la imprenta en 1440; la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, o la llegada de los
europeos a América, en 1492. Por otro lado, sí existe consenso para tomar la Revolución francesa de
1789 como fecha de finalización de este período y comienzo de la Edad Contemporánea.
Algunas de las características más importantes de la Edad Moderna fueron las siguientes:
Renacimiento
¿Qué fue el Renacimiento?: El Renacimiento fue un movimiento artístico-cultural que, desde Italia, se
extendió por Europa Occidental a partir del siglo XV. Fue la manifestación cultural de un cambio en la
mentalidad europea que pasó de una concepción de mundo teocéntrica, propia del periodo medieval, a
una antropocéntrica. Este cambio, manifestado en la corriente filosófica humanista, se considera el inicio
de la Edad Moderna. El pensamiento antropocéntrico ponía énfasis en la facultad humana para acceder
al conocimiento del mundo a través de la razón. En este sentido, las personas del Renacimiento se
consideraban herederas de los valores de la cultura griega y romana.
• El Quattrocento, o Primer Renacimiento: desde 1400 hasta 1480 aproximadamente, tuvo como
centro a la ciudad de Florencia.
• El Cinquecento, o Alto Renacimiento: desde 1480 hasta 1520, que se centró en Roma desde
donde se extendió por Europa.
Entre las principales características del Renacimiento podemos destacar las siguientes:
Ilustración o Iluminismo
¿Qué fue la Ilustración?: La Ilustración fue un movimiento intelectual, filosófico y cultural que se
desarrolló en Europa durante el siglo XVIII. Tuvo gran influencia sobre los procesos sociales y políticos
de Europa y América hasta principios del siglo XIX. Este movimiento es conocido también como
«iluminismo» porque consideraba que la razón era la luz que iluminaría el conocimiento humano para
sacar a la humanidad de la ignorancia y de esta manera construir un mundo mejor. Por esta razón, el
siglo XVIII suele ser llamado el «Siglo de las Luces».
Características de la Ilustración
• Se difundió entre burguesía y sectores de la aristocracia. Sus ideas se discutían en los salones
organizados por señoras de clase alta donde se reunían filósofos, científicos, artistas, literatos,
etc. Estos grupos se transformaron en grandes consumidores de libros.
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Revolución Industrial
• Causas Políticas: Por una parte, la Revolución burguesa del siglo XVII había triunfado, dándose
con ello la abolición del sistema feudal. El sistema se basaba en una monarquía que había
desechado el absolutismo que se daba en otros países europeos. Como consecuencia, Inglaterra
vivió una época de estabilidad, sin sobresaltos revolucionarios y con unas mayores libertades
civiles.
• Causas Socioeconómicas: Por otra parte, Inglaterra disfrutaba de una situación de abundancia
de capitales, dada su supremacía comercial. El control del comercio con las colonias, dio lugar a
un proceso de concentración de capitales en manos de algunos empresarios. Fueron
importantes las fortunas que tuvieron su origen en el comercio de productos como el té, el
tabaco o, incluso, los esclavos. Igual de importante fue la existencia de una abundante mano de
obra. Las innovaciones que se produjeron en el campo permitieron un aumento de
productividad que significó la producción de más alimentos. Este proceso se conoció como la
revolución agrícola, dando como resultado un aumento de la población. Este aumento de
población supuso, a su vez, un aumento de mano de obra disponible que no resultaba productiva
en el campo. Lo cual terminó provocando un importante éxodo rural con el trasvase de
importantes contingentes de población desde el campo a las ciudades. Esta población
desplazada se convertiría en una bolsa de mano de obra disponible para realizar los trabajos
industriales.
• Causas Geográficas: La existencia de determinadas materias primas en el territorio de Inglaterra
también facilitó el proceso. El hierro y carbón fueron fundamentales para permitir el desarrollo
y la generalización de innovaciones como la máquina de vapor.
Además, al tratarse de un territorio insular partía de una situación de ventaja para comerciar con sus
productos en el ámbito internacional gracias al barco de vapor.
• Mecanización del trabajo y grandes fábricas: La producción mecanizada generó un descenso del
trabajo artesanal. Esta nueva forma de producción dio lugar a que los talleres fueron
desplazados por grandes centros fabriles. Ello incidió, a su vez, en que se produjese un aumento
de la producción en diferentes tipos de productos, especialmente en el textil.
• Cambios en la estructura económica y en la sociedad: Con la expansión de grandes centros de
producción industrial, se creó una nueva clase social: el proletariado industrial. Las
características de estos trabajadores, concentrados en estos espacios, rompían con la naturaleza
de los trabajadores de épocas anteriores.
• En la aparición de esta clase y de sus peculiares condiciones de trabajo y de vida podemos
situar el origen del sindicalismo y de nuevas ideologías, como el socialismo.
• Crecimiento de las ciudades y éxodo rural: Por otra parte, las ciudades comenzaron a crecer de
forma muy importante. Si la llegada de población rural a las ciudades fue una de las causas de la
Revolución Industrial, este fenómeno se multiplicó posteriormente. Al mismo tiempo que la
mecanización del campo caminaba pareja a la introducción de nuevas tecnologías, aumentaba la
mano de obra excedentaria.
• Como consecuencia, el éxodo rural hacia las zonas industriales modificó la estructura y el
tamaño de las ciudades. Este hecho provocó que las condiciones de vida, especialmente desde
una perspectiva higiénica y sanitaria, fuesen muy precarias. Muchas personas conviviendo en
espacios reducidos en un entorno donde los servicios, como el alcantarillado o el acceso agua
potable, eran deficientes y eso generó importantes problemas de salubridad.
Revolución Francesa
¿Qué fue la Revolución Francesa?: La Revolución francesa fue un movimiento político, social e ideológico
que se desarrolló en Francia, desde el año 1789 hasta 1804. Se inició con la Toma de la Bastilla, el 14 de
julio de 1789, y culminó con la coronación de Napoleón Bonaparte como emperador de los franceses, el
2 de diciembre de 1804.
La Revolución francesa tuvo como protagonistas a opositores y partidarios del Antiguo Régimen. Este
sistema político, social y económico se caracterizaba por la monarquía absoluta y una sociedad
estamental dividida legalmente en sectores privilegiados y no privilegiados. La Revolución francesa
puso fin al absolutismo, el feudalismo, la servidumbre y los privilegios del clero y la nobleza. Sus lemas
fueron «libertad, igualdad y fraternidad». Junto a la Revolución industrial, marca el comienzo a una
nueva época de la historia europea, conocida como Edad Contemporánea.
• Una gran desigualdad social debido a las fuertes cargas (impuestos, tributos y diezmo) que
recaían sobre los campesinos franceses, quienes con su trabajo debían mantenerse a sí mismos
y a los grupos privilegiados: la nobleza y el clero.
• El descontento de sectores intelectuales por la falta de derechos y libertades. Estos intelectuales
estaban muy influidos por las ideas de la Ilustración.
• La crisis económica y financiera en la que se encontraba Francia. Los excesos de gastos de la
Corona y los gastos provenientes de la participación en la guerra por la Independencia de
Estados Unidos habían provocado un déficit presupuestario.
• Una serie de malas cosechas que provocaron aumentos desmedidos del precio del pan, que era
el principal alimento de los sectores populares.
• Las aspiraciones de una burguesía en ascenso que deseaba que su posición económica se
correspondiera con su situación social y sus derechos políticos.
• Fin del sistema feudal: la Revolución francesa suprimió todas las expresiones del feudalismo,
entre ellas la servidumbre, el pago de tributos, los privilegios del clero y la nobleza.
• Declaración de nuevos derechos individuales: libertad, igualdad ante la ley, abolición de la
esclavitud, entre otros. Estas ideas se expandieron por toda Europa e influyeron sobre los líderes
de las revoluciones de independencia en América.
• Supresión de la monarquía absoluta y establecimiento de un sistema republicano con división
de poderes, elección de los funcionarios por parte del pueblo y duración limitada en los cargos
públicos.
• Ascenso de la burguesía, que paulatinamente se transformó en el grupo social predominante en
Francia.
UNIDAD II
HISTORIA AMERICANA
América: Descubrimiento y Colonización. Revolución de Estados Unidos: causas, consecuencias. Reformas
Borbónicas: objetivos, consecuencias. Virreinato del Río de La Plata.
Coincidiendo con la unificación política lograda en la península Ibérica por los Reyes Católicos, España
se lanzó a una empresa de gran envergadura y trascendentales consecuencias: la conquista y
colonización de América.
EL DESCUBRIMIENTO
Cristóbal Colón (1451-1506) fue el gran director de la empresa descubridora. El convencimiento de
que la Tierra era redonda le hizo concebir la posibilidad de hallar la ruta occidental hacia las Indias.
Tras intentar sin éxito, recabar la ayuda de Juan II de Portugal (1481-1495), Colón solicitó el apoyo de
los Reyes Católicos (ver t24), con quienes firmó las Capitulaciones de Santa Fe (1492).
El 12 de octubre de 1492, al mando de las carabelas Pinta, Niña y Santamaría, Colón llegó a la isla
de Guanahaní, en el archipiélago de las Bahamas. A continuación, descubrió Cuba y La Española, y en los
otros tres viajes posteriores que realizó recorrió las Antillas y las costas septentrionales
de Sudamérica y de Centroamérica.
El descubrimiento de América fue completado con los llamados viajes menores. Los principales fueron:
• Pedro Álvares Cabral (h. 1460- h. 1526) descubrió Brasil en 1500.
• Juan Ponce de León (h. 1460-1521) descubrió La Florida en 1512.
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• Vasco Núñez de Balboa (1475-1517) cruzó el istmo de Panamá y descubrió el océano Pacífico en
1513.
• Juan Díaz de Solís (m. 1516) descubrió el Río de la Plata en 1515.
LA CONQUISTA
Desde las Antillas, los españoles organizaron las expediciones de conquista al continente americano. Su
interés se centró en las áreas civilizadas: el Imperio Azteca y el Imperio Inca.
• La conquista de México: en 1519, Hernán Cortés (1485-1547) se internó en México y, tras vencer a
los tlaxcaltecas, entró amistosamente en Tenochtitlán, donde apresó al emperador
azteca Moctezuma II.
Los aztezas se sublevaron y los españoles tuvieron que huir en la Noche Triste (30 de junio de 1520).
Cortés venció a los indígenas en la batalla de Otumba y, tras recabar el apoyo de los pueblos que
habían estado sometidos al Imperio azteca, reconquistó Tenochtitlán después de un largo asedio
(31 de agosto de 1521).
• La conquista de Perú: Francisco Pizarro (1476-1541) inició su expedición en 1531. Aprovechando
la guerra civil entre los incas Huáscar y Atahualpa, los españoles pudieron apresar a éste último.A
continuación se apoderaron de Cuzco y fundaron la nueva capital, Lima, en 1535.
El dominio completo del territorio fue difícil, debido a la resistencia de los indígenas en las
montañas. El extremo sur, Chile, fue conquistado con gran dificultad por Diego de Almagro (1475-
1538) y Pedro de Valdivia (h. 1500-1554).
COLONIZACION Y ORGANIZACIÓN
La economía de las colonias americanas se basó en:
• La minería del oro y la plata, sobre todo en el Norte de México y en Potosí (Bolivia).
• La agricultura y la ganadería, trabajadas por indígenas o por esclavos negros traídos de África.
Para administrar los nuevos dominios los españoles crearon dos instituciones:
• La Casa de Contratación (1503), con sede en Sevilla, regulaba los asuntos económicos.
• El Consejo de Indias (1524), también en Sevilla, se encargaba del gobierno. Una de sus tareas más
importantes fue la redacción y recopilación de las Leyes de Indias.
reconocida por Gran Bretaña, que envío tropas a América del Norte para recuperar los territorios
perdidos.
Así se inició la guerra de la Independencia, durante la cual los Estados Unidos fueron apoyados
por España y Francia, que buscaban recuperar los territorios perdidos durante la guerra de los 7 Años.
En 1783, Gran Bretaña admitió su derrota y firmó el Tratado de París, por el cual reconoció la
independencia de los Estados Unidos.
Entre las principales consecuencias de la Independencia de los Estados Unidos se pueden destacar las
siguientes:
• El debilitamiento de Gran Bretaña que, tras la pérdida de sus colonias norteamericanas,
reorientó las bases geográficas de su Imperio colonial hacia Asia, África y Oceanía.
• La sanción de la constitución estadounidense de 1787, que estableció la forma de
gobierno republicana, representativa y federal; y la creación de tres poderes independientes
entre sí: ejecutivo, legislativo y judicial.
• La consagración de derechos elementales, inspirados en las ideas de la Ilustración: libertad
de expresión, de prensa y de reunión, además del derecho a peticionar a las autoridades y a
la posesión de armas. Pero, ninguno de esos derechos regía para los esclavos.
• El inicio de un proceso de desarrollo económico que posibilitó la creación de un poderoso
mercado interno y la expansión territorial hacia el oeste en busca de materias primas para
alimentar el incipiente desarrollo industrial.
• La incidencia de la Independencia de los Estados Unidos en el desencadenamiento de
la Revolución francesa, debido a la grave crisis económica provocada en Francia por el apoyo
militar dado a los colonos rebeldes.
• La influencia que los Estados Unidos ejercieron sobre las colonias hispanoamericanas, al
servir como inspiración y modelo para los criollos que deseaban terminar con la
dominación española en América.
colonias americanas, amenazadas por la expansión de Portugal y los ataques de piratas ingleses y
franceses.
Las consecuencias más importantes de las Reformas borbónicas fueron las siguientes:
• El incremento de los flujos comerciales entre España y América, como consecuencia de la
flexibilización del monopolio.
• El desarrollo de algunas actividades económicas beneficiadas por el comercio atlántico,
como la ganadería rioplatense.
• La reorientación de los circuitos comerciales de la región del Alto Perú (la actual Bolivia) del
océano Pacífico al océano Atlántico, a través del puerto de Buenos Aires, que se abrió al
comercio directo con España.
• El ascenso de ciudades que habían quedado relegadas por el sistema anterior, por ejemplo,
Buenos Aires, que de ser una ciudad marginal del Imperio colonial español pasó a ser una
capital virreinal en la que residían el virrey, su corte, una audiencia, un consulado y una
guarnición militar.
• La decadencia de las reducciones, pueblos de indios, los cuales habían sido administradas
por los jesuitas en distintas regiones americanas, especialmente las de la gobernación del
Paraguay, que habían tenido una enorme expansión.
• La intensificación de los conflictos entre España y Portugal por el dominio de la Banda
Oriental, que tuvieron lugar antes, durante y después de la guerra de los 7 Años.
• El descontento de los indígenas ante el aumento de la presión impositiva. Este malestar se
tradujo en el estallido de una gran rebelión que entre 1780 y 1782 encabezó Túpac Amaru y
que fue duramente reprimida por las autoridades coloniales.
• El recelo de muchos criollos ante la preferencia de la Corona por los peninsulares para
ocupar los cargos más importantes de la administración colonial (virreyes, oidores,
intendentes). Esto llevó a algunos criollos a desarrollar ideas independentistas, tomando
como modelo la Independencia de los Estados Unidos (1776) e influenciados por las ideas
de libertad e igualdad difundidas por la Revolución francesa (1789).
• La autorización a las naves extranjeras que traían esclavos a comerciar con productos
locales, en 1791.
• La creación del Consulado de Buenos Aires, en 1794. Esta institución trataba las cuestiones
comerciales y proponía medidas para mejorar la economía.
El virreinato del Río de la Plata comenzó a disgregarse a partir de la Revolución de Mayo de 1810. Sin
embargo, mantuvo autoridades españolas (aunque no reconocidas por todo el territorio) hasta 1814.
Causas
Algunas de las causas de la creación del virreinato del Río de la Plata fueron:
• La necesidad de la Corona española de ejercer un control más eficiente sobre la región:
o Por un lado, las pretensiones territoriales de las potencias europeas, como Inglaterra, Francia,
Holanda y Portugal, requerían un control efectivo del territorio. Para lograrlo, se necesitaba
instalar autoridades locales que pudieran responder rápidamente a las amenazas.
o Por otro, en la región del Río de la Plata, el contrabando y el comercio ilegal desviaban hacia
otras potencias recursos económicos que España necesitaba.
• La ruta comercial atlántica tenía cada vez más importancia y se hacía necesario para la
monarquía española establecer y controlar los puertos de la región, así como redirigir la ruta de
los metales obtenidos en Potosí.
• La necesidad de organizar una burocracia eficiente que mejorara el control administrativo de
las colonias.
Consecuencias
Las consecuencias que trajo la creación del virreinato del Río de la Plata fueron las siguientes:
• El virreinato tuvo un fuerte crecimiento económico a partir de su creación. Se reorganizaron
los circuitos comerciales y se intensificaron los intercambios comerciales entre las regiones.
• Los ingresos de la aduana beneficiaron a la ciudad de Buenos Aires, que creció y
se modernizó. Se instalaron allí la primera imprenta, el Colegio de San Carlos, iluminación
pública, empedrado en algunas calles y un teatro, entre otras instituciones.
• La circulación de información gracias al puerto y la autonomía obtenida por sus habitantes,
entre otras causas, hicieron que Buenos Aires se convirtiera en uno de los centros más
importantes de impulso independentista de Sudamérica.
UNIDAD III
HISTORIA ARGENTINA
“Revolución e Independencia”. Invasiones Inglesas. Revolución de Mayo. De la Asamblea General
Constituyente al Año XX. El Congreso General Constituyente. Constitución de 1819-. Presidencia de
Rivadavia.
“La Época de Rosas”. Primer Gobierno de Rosas. Segundo Gobierno de Rosas. Pronunciamiento de
Urquiza y caída de Rosas.
“Buenos Aires y la Confederación”. Acuerdo de San Nicolás. La Constitución Nacional de 1853.
Presidencia de Urquiza. Batalla de Cepeda y Pacto de San José de Flores. Pavón y la crisis de la
Confederación.
“Argentina 1862-1880”. Principales acontecimientos durante las presidencias de Mitre, Sarmiento y
Avellaneda.
“Hacia la Argentina Moderna”. La década del 80. Las reformas liberales: Ley 1420 de Educación
Común, Leyes de Registro Civil y Matrimonio Civil. La expansión económica. La Ley Electoral (Sáenz
Peña). La inmigración europea, periodos inmigratorios. La creciente concentración urbana.
INVASIONES INGLESAS
¿Qué fueron las Invasiones Inglesas?: Se conocen como «invasiones inglesas» a dos expediciones que
realizaron fuerzas de la Armada británica en los años 1806 y 1807 con la intención de ocupar la
ciudad de Buenos Aires, en ese momento capital del Virreinato del Río de la Plata.
En el contexto de las guerras napoleónicas, después de vencer a las fuerzas franco-españolas en
la batalla de Trafalgar, Gran Bretaña consiguió el dominio del espacio atlántico. Sin embargo, el bloqueo
continental impuesto por Napoleón Bonaparte les impedía comerciar con los países europeos.
Como consecuencia, los británicos iniciaron una política agresiva en busca de nuevos mercados donde
proveerse de materias primas y vender su producción industrial. En 1806, ocuparon Cabo de Buena
Esperanza, una colonia holandesa ubicada en el sur de África. El éxito de esta acción los alentó a intentar
la conquista del Río de la Plata.
La Segunda invasión inglesa se produjo al año siguiente. En febrero de 1807, una nueva fuerza
tomó Montevideo. En esta ocasión, las tropas eran mucho más numerosas y la flota estaba acompañada
de barcos mercantes.
El 28 de junio de 1807, se decidió iniciar la conquista de Buenos Aires. Las fuerzas británicas, a las que
se habían sumado otras procedentes de Ciudad del Cabo, estaban al mando del general John
Whitelocke. Desde Ensenada, donde desembarcaron iniciaron el avance hasta la ciudad.
En Buenos Aires, Martín de Álzaga convocó a los vecinos a resistir la invasión mientras las milicias, al
mando de Liniers se preparaban para la defensa de la ciudad. Se abrieron trincheras y barricadas en los
cruces de calles y se reunió todo el armamento disponible.
Gracias a la acción de los vecinos y de las tropas porteñas, las fuerzas británicas no pudieron avanzar
hasta la Plaza de la Victoria (actual Plaza de Mayo) que era su objetivo y ante el importante número de
bajas, el general Whitelocke decidió rendirse. El acuerdo de rendición incluía la liberación de la ciudad
de Montevideo, que se realizó en septiembre de ese año.
REVOLUCIÓN DE MAYO
¿Qué fue la Revolución de Mayo?: Se llama Revolución de Mayo a un proceso que se desarrolló
en Buenos Aires, en mayo de 1810, y que concluyó con la destitución del virrey español y su reemplazo
por una Junta de Gobierno local.
Fue una revolución de carácter municipal, impulsada por un sector de criollos revolucionarios de
Buenos Aires, que estaban influenciados por las ideas difundidas por la Ilustración y la Revolución
francesa.
Esta revolución fue el inicio de un proceso emancipador que concluyó seis años después, cuando el 9 de
julio de 1816 el Congreso de Tucumán proclamó la Independencia de las Provincias Unidas de
América del Sur.
francés Napoleón Bonaparte. Esta Junta, que se había formado en 1808, había designado a Baltasar
Hidalgo de Cisneros como virrey del Río de la Plata en 1809.
Durante los días 19 y 20 de mayo, un grupo de criollos revolucionarios, que se había reunido en secreto
la noche del 18, presionó al virrey para que convocara a un cabildo abierto. Este se reunió el día 22 y
luego de arduos debates votó la destitución de Cisneros y encargó al Cabido la formación de un nuevo
gobierno. Durante los debates, los criollos Juan José Castelli y Juan José Paso sostuvieron la tesis de la
retroversión de la soberanía al pueblo en ausencia del monarca, según la cual, si falta la autoridad
legítima, el poder vuelve al pueblo que tiene derecho de designar a nuevos gobernantes.
El día 25 los criollos movilizaron al pueblo de Buenos Aires a la Plaza de Armas y utilizaron sus milicias
para amenazar a los cabildantes con abrir fuego si Cisneros insistía en quedar al frente de un nuevo
gobierno.
Finalmente, se anunció la renuncia de Cisneros y la formación de una junta de gobierno local,
integrada por siete criollos y dos españoles y encabezada por el militar americano, Cornelio Saavedra.
Los integrantes de esta junta local, llamada Primera Junta, juraron fidelidad al rey cautivo, Fernando VII
de España. El objetivo de esta maniobra era ganar tiempo mientras consolidaban su posición frente a
los realistas, que defendían el derecho de los funcionarios españoles a seguir gobernando América.
La Revolución de Mayo fue el inicio del proceso emancipador, que luego de avances y retrocesos,
condujo a la Independencia de Argentina, proclamada en 1816 y asegurada tras las campañas
libertadoras a Chile y Perú.
Consecuencias
Entre las principales consecuencias de la Revolución de Mayo se pueden destacar:
• La destitución del virrey español Hidalgo de Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta,
que se hizo con el poder en la capital virreinal.
• El inicio de la disolución del Virreinato del Río de la Plata, un proceso que dio lugar a la
formación de cuatro Estados independientes: la Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
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• La eliminación del monopolio y la instauración del libre comercio, que posibilitó, entre
otras cosas, que los estancieros rioplatenses exportaran sus productos a las potencias
europeas.
• El rol jugado por Buenos Aires en la Revolución acentuó su papel de «hermana mayor» del
resto de las ciudades del Virreinato. Durante el proceso revolucionario, los dirigentes
porteños oscilaron entre fomentar la participación de los dirigentes de las otras ciudades y
tratar de imponerles su autoridad y sus directivas.
CONGRESO DE TUCUMÁN
¿Qué fue el Congreso de Tucumán?: El Congreso de Tucumán fue una asamblea
constituyente convocada por el Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata con el objetivo
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CONSTITUCIÓN DE 1819
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El 22 de abril de 1819 el Congreso de las Provincias Unidas, que en 1816 proclamó la independencia,
promulgaba en Buenos Aires la primera Constitución argentina, que sería jurada el 25 de mayo
siguiente. De carácter unitario, la Constitución despertó el enojo de las provincias, celosas de su
autonomía y aceleró el surgimiento de un grupo heterogéneo de caudillos, que se transformó en el
sostén de las ideas republicanas y federales enfrentadas a los intereses porteños. A continuación,
transcribimos fragmentos del libro Historia de Belgrano, de Bartolomé Mitre, sobre la Constitución de
1819.
Fuente: Bartolomé Mitre, Obras Completas, Volumen VIII, Edición del Congreso de la Nación,
1941, págs. 245-246.
La Constitución que el Directorio de Pueyrredón legó como herencia a sus sucesores, en vez de un pacto
de unión, fue una nueva bandera de discordia que se levantó en el campo de los principios y en el terreno
de los hechos. Obra de sofistas bien intencionados, que soñaban con la monarquía, no pudiendo fundir
en sus moldes convencionales los elementos sociales refractarios, creían eliminarlos no tomándolos en
cuenta, y de aquí su ineficacia. Bosquejo de un centralismo rudimentario, sin órganos apropiados a su
funcionamiento, en presencia de la masa informe de un federalismo rudimentario y anárquico, que era
una negación del ideal y un desconocimiento del modelo, no satisfacía las exigencias teóricas ni
prácticas, y de aquí que pugnase con los hechos, sin satisfacer las conciencias. Sin fuerza sólida que la
sostuviese ni fuerza moral que la propiciara, era una fórmula vacía de sentido que no contenía los
gérmenes de la vida presente ni futura. Sin embargo, ella fue jurada con entusiasmo patriótico el 25 de
mayo de 1819, así en Buenos Aires como en las provincias, con excepción de las de Entre Ríos, Santa Fe,
Banda Oriental y Corrientes, y los ejércitos de los Andes y del Perú le prestaron homenaje.
Belgrano fue el primero que juró la nueva Constitución al frente de su ejército. Luego que hubo cumplido
con este deber, decía, hablando con uno de sus jefes: “Esta Constitución y la forma de gobierno adoptada
por ella, no es en mi opinión la que conviene al país; pero habiéndola sancionado el Soberano Congreso
Constituyente, seré el primero en obedecerla y hacerla obedecer”. Y fijando su vista en el blasón
argentino que tenía delante de sí, expresaba pintorescamente su idea con estas palabras: “No me gusta
ese gorro y esa lanza en nuestro escudo de armas: quisiera ver un cetro entre esas manos que son el
símbolo de la unión de nuestras provincias”. Estas eran las ideas candorosas de un hombre que creía
como Rousseau, pensaba como Montesquieu y obraba como Franklin, aspirando a la libertad y al orden
y subordinándolo todo al deber, y eran también por otros móviles las de los mismos que habían
formulado la Constitución del XIX.
PRESIDENCIA DE RIVADAVIA
A finales de 1824 la necesidad de crear un gobierno unitario se hacía inminente debido a los conflictos
con Brasil. Es por eso que, a partir de este año, se redactó una nueva Constitución donde se creó la figura
de un presidente. Este cargo lo ocupó Rivadavia en febrero de 1826. Inmediatamente a su designación
comenzó una serie de reformas liberales. Entre estas destacan la Ley de capitalización, que decretaba a
la ciudad de Buenos Aires como capital del Estado. Esta normativa generó mucho más descontento del
bando de los federalistas, puesto que con ello se eliminaba cualquier tipo de pretensión independentista
de las provincias más pequeñas.
REFORMAS
Otra de las reformas implementadas fue la nacionalización del ejército y de las tierras. Con este decreto
buscó poner fin a los terratenientes y hacendados, quienes habían sido dueños de gran parte de las
tierras de la república desde la Conquista. Dentro de las reformas que repercutieron de forma directa
en la economía nacional está la creación del Banco Nacional a partir de 1826. El mismo le permitió al
gobierno obtener un capital que sobrepasaba los 10 000 000 pesos; también permitió la capacidad para
emitir billetes y monedas. La libertad comercial y la nacionalización de los puertos permitieron el
control absoluto de la principal arteria comercial a la vieja clase portuaria. La misma se había visto
fuertemente golpeada por las anteriores políticas económicas de la Corona española. Esta y otras
reformas liberales significaron un avance al nuevo Estado, pero también generaron fuertes disputas
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internas. Todo esto llevó a que Rivadavia adoptara la decisión de renunciar al cargo. Esto sucedió el día
27 de Junio del año 1827.
Al mismo tiempo, ejerció una política exterior proteccionista y fuerte que le granjeó la admiración y el
reconocimiento de José de San Martín, quién, después de la Batalla de Vuelta de Obligado, en la que
enfrentó una escuadra anglo-francesa que pretendía navegar los ríos interiores argentinos sin
autorización, le envió una carta felicitándolo por su defensa de la soberanía.
Batalla de Caseros
La batalla de Caseros fue un enfrentamiento armado ocurrido el 3 de febrero de 1852, en el cual el
ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas —gobernador de la provincia
de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina—, fue
derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas de Brasil, Uruguay, las provincias de Entre
Ríos, Corrientes y Santa Fe y los unitarios exiliados, liderado por Justo José de Urquiza —gobernador de
Entre Ríos, quien se había sublevado contra Rosas el 1 de mayo de 1851 en el Pronunciamiento de
Urquiza—, y que tuvo como consecuencia la renuncia inmediata de Rosas al gobierno y su exilio en Gran
Bretaña.
Considerando:
Primero: Que la actual situación física en que se halla el excelentísimo señor gobernador y capitán
general de Buenos Aires, brigadier don Juan Manuel de Rosas, no le permite por más tiempo continuar
al frente de los negocios públicos dirigiendo las relaciones exteriores y los asuntos generales de paz y
guerra de la Confederación Argentina;
Segundo: Que con repetidas instancias ha pedido a la Honorable Legislatura de aquella provincia se le
exonere del mando supremo de ella, comunicando a los Gobiernos Confederados su invariable
resolución de llevar a cabo la formal renuncia de los altos poderes delegados en su persona por todas y
cada una de las provincias que integran la república;
Tercero: Que reiterar al general Rosas las anteriores insinuaciones, para que permanezca en el lugar
que ocupa, es faltar a la consideración debida a su salud y cooperar también a la ruina total de los
intereses nacionales, que él mismo confiesa no poder atender con la actividad que ellos demandan;
Cuarto: Que es tener una triste idea de la ilustrada, heroica y célebre Confederación Argentina, el
suponerla incapaz, sin el general Rosas a su cabeza, de sostener sus principios orgánicos, crear y
fomentar instituciones tutelares, mejorando su actualidad, y aproximando el porvenir glorioso
reservado en premio a las bien acreditadas virtudes de sus hijos.
En vista de estas y otras no menos graves consideraciones, y en uso de las facultades ordinarias y
extraordinarias con que ha sido investido por la Honorable Sala de Representantes de la provincia
declara solemnemente a la faz de la república, de la América y del mundo:
• Que es la voluntad del pueblo entrerriano reasumir el ejercicio de las facultades inherentes a su
territorial soberanía delegadas en la persona del excelentísimo señor gobernador y capitán
general de Buenos Aires, para el cultivo de las relaciones exteriores y dirección de los negocios
generales de paz y guerra de la Confederación Argentina, en virtud del tratado cuadrilátero de
las provincias litorales, fecha 4 de enero de 1831.q
• Que una vez manifestada así la libre voluntad de la provincia de Entre Ríos, queda ésta en actitud
de entenderse directamente con los demás gobiernos del mundo, hasta tanto que congregada la
Asamblea Nacional de las demás provincias hermanas, sea definitivamente constituida la
república.
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CONSTITUCIÓN DE 1853
La Constitución argentina de 1853 es la constitución que sentó las bases jurídicas del Estado de la
actual República Argentina, con el nombre oficial de Confederación Argentina. El texto actual incluye
reformas realizadas en 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994.
La Constitución de 1853 fue aprobada por representantes de trece de las catorce provincias
argentinas entonces existentes (actualmente Argentina está conformada por 24 jurisdicciones de
primer orden, 23 provincias y una ciudad autónoma con ecuánime rango a cualquier otra provincia),
con la importante ausencia de la Provincia de Buenos Aires (cuyo territorio y extensión no eran en ese
entonces igual que en la actualidad), que se separó de la Confederación Argentina y constituyó el Estado
de Buenos Aires hasta 1859. Fue sancionada por el Congreso General Constituyente, reunido en Santa
Fe, y promulgada el 1 de mayo de 1853 por Justo José de Urquiza, a la sazón director provisional de la
Confederación Argentina.
La Constitución de 1853 tomó como modelo la Constitución de Estados Unidos que establecieron
los padres fundadores, inspirada en los principios del liberalismo clásico y la doctrina
política del federalismo. Estableció un sistema republicano, en una época en la que predominaba
universalmente la monarquía, con división de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, con
predominio del Poder Ejecutivo conformando un régimen presidencialista, limitado por un congreso
bicameral, con el objetivo de equilibrar la representación poblacional (Cámara de Diputados) con la
representación igualitaria de las provincias (Cámara de Senadores). Paralelamente estableció
una federación de provincias autónomas cada una de ellas con sus propios poderes ejecutivo, legislativo
y judicial, con facultades exclusivas y también compartidas con el Estado nacional.
El modelo, elaborado por los convencionales a partir de los ensayos precedentes de orden constitucional
y de la obra pionera de Juan Bautista Alberdi, ha sido objeto de reiteradas críticas: se ha objetado al
mecanismo elegido para la dinámica federal y se ha afirmado que careció de verdadera efectividad, al
intentar imponer un modelo íntegramente basado en experiencias extranjeras a una Argentina cuya
peculiaridad histórica la hacía muy distinta de las colonias británicas en Norteamérica. Sin embargo, la
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importancia histórica del proyecto constitucional ha sido incuestionable, y virtualmente todas las
disputas acerca de la práctica y la teoría políticas en la Argentina moderna han incluido una toma de
partido acerca de las que subyacieron a la Constitución de 1853. La Constitución de 1853 tuvo vigencia
continuada, con reformas, hasta 1930, cuando un golpe de Estado derrocó al gobierno constitucional,
elegido bajo el sistema de voto secreto y obligatorio establecido en 1912. Desde entonces y hasta 1983,
sucesivos golpes de Estado interrumpieron todos los procesos constitucionales.
Desde el 10 de diciembre de 1983 rige plenamente la Constitución de 1853, con las reformas realizadas
en 1860, 1866, 1898, 1957 y 1994. El documento original de la Constitución Nacional de 1853 se
encuentra inserto en el Gran Libro de Acuerdos, Leyes y Decretos del Congreso General Constituyente, el
cual está expuesto desde el año 2005 en un templete en el Salón Azul del Palacio del Congreso, junto con
la Constitución de 1994 y los pactos preexistentes.
PRESIDENCIA DE URQUIZA
Justo José de Urquiza (Talar de Arroyo Largo, hoy Arroyo Urquiza, Virreinato del Río de la Plata, 18 de
octubre de 1801 - Palacio San José, Caseros (Entre Ríos), Entre Ríos, 11 de abril de 1870) fue un militar
y político argentino. Fue varias veces gobernador de la provincia de Entre Ríos, líder del Partido
Federal y presidente de la Confederación Argentina entre 1854 y 1860.
Lideró en 1852 el Ejército Grande con el que derrotó a Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros, lo
que puso fin a sus 17 años de gobierno. Al año siguiente convocó un Congreso Constituyente que aprobó
la primera constitución nacional argentina, la constitución de 1853. En 1854 fue electo como primer
presidente de la Confederación Argentina, cargo que ocupó por seis años, por lo que también se
convirtió así en el primer presidente constitucional argentino, aunque el país no incluía a la provincia
de Buenos Aires que había decidido separarse.
Batalla de Cepeda (1859)
La Batalla de Cepeda del 23 de octubre de 1859, ocurrió durante las guerras civiles argentinas y fue la
segunda de las dos llevadas a cabo en la cañada del bonaerense arroyo Cepeda (afluente del Arroyo del
Medio que divide las provincias de Buenos Aires y Santa Fe), a 45 km al suroeste de la ciudad de San
Nicolás de los Arroyos (norte de la provincia de Buenos Aires).
Se enfrentaron fuerzas del Estado de Buenos Aires, separada del resto del país, y de la Confederación
Argentina, genéricamente identificada con el partido federal.
La otra batalla de Cepeda (del 1 de febrero de 1820) había iniciado la época de la disgregación argentina
y de la preeminencia de los caudillos.
El ejército porteño fue derrotado y tras varias negociaciones, se llegó a una transacción a través
del Pacto de San José de Flores, que reincorporaba la provincia de Buenos Aires a la Confederación
Argentina.
Pacto de San José de Flores
El Pacto de San José de Flores, a veces denominado también Pacto Unión San José de Flores, Pacto
de Unión Nacional, Convenio de Unión o Pacto de Familia, fue un "convenio de paz y unión" firmado
entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires el 11 de noviembre de 1859, luego de la
victoria de la Confederación en la Batalla de Cepeda. Mediante el Pacto la Provincia de Buenos
Aires (cuya extensión territorial era mucho menor a la actual y además en ese entonces incluía a la
actual Ciudad Autónoma de Buenos Aires) se declaró parte de la Confederación Argentina y se
comprometió a aceptar la Constitución de 1853. Todo esto sucedió luego de que una convención
constituyente especial analizara las reformas propuestas por la provincia. Aún sin mencionar
expresamente la eventual federalización de la Ciudad de Buenos Aires (lo cual ocurriría en 1880,
separando definitivamente la Ciudad de Buenos Aires de la Provincia de Buenos Aires) que disponía la
Constitución de 1853, el Pacto reconoció la integridad territorial de la provincia, aceptando que
cualquier división de la misma debía ser consentida por la legislatura provincial.
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El Pacto de San José de Flores fue complementado pocos meses después por el Convenio
Complementario del 6 de junio de 1860 y ejecutado el 25 de septiembre de dicho año, al realizarse
la reforma constitucional de 1860, ratificada por Buenos Aires el 21 de octubre del mismo año. En 1861
una nueva guerra entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires, finalizó con la victoria
de los porteños en la Batalla de Pavón del 17 de septiembre, causando el derrocamiento de las
autoridades nacionales y la toma de facto del poder de la Confederación, por el hasta ese momento
gobernador del Estado de Buenos Aires Bartolomé Mitre, reunificándose así ambos estados
definitivamente.
BATALLA DE PAVON
¿Qué fue la Batalla de Pavón?
La batalla de Pavón fue un enfrentamiento armado entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación
Argentina, que tuvo lugar el 17 de septiembre de 1861, al sur de Santa Fe.
Los bandos que se enfrentaron en esta batalla fueron los siguientes:
• El Ejército confederal: integrado por tropas de las provincias que formaban la
Confederación Argentina. Estaba al mando del gobernador de Entre Ríos, Justo José de
Urquiza, y contaba con unos 18.000 hombres.
• El ejército del Estado de Buenos Aires: al mando del gobernador porteño Bartolomé Mitre.
Estaba integrado por unos 15.000 hombres.
La batalla fue particularmente extraña ya que cuando el resultado todavía era incierto, Urquiza alegó
sentirse enfermo y se retiró del campo de batalla, dejando la victoria en manos de los porteños. De
hecho, Mitre estaba a punto de replegar sus tropas cuando sus asistentes le comunicaron la retirada del
jefe entrerriano.
Algunos historiadores sostienen que Pavón fue una puesta en escena para cubrir una decisión que
Urquiza ya había tomado de antemano: retirarse de la vida política nacional y dejar el liderazgo en
manos de Mitre y del Partido Liberal porteño.
El resultado final de la batalla de Pavón marcó el fin de la Confederación Argentina y
la unificación del país bajo el liderazgo de Buenos Aires.
PRESIDENCIAS HISTÓRICAS
BARTOLOMÉ MITRE (12 de octubre de 1862 – 12 de octubre de 1868)
Elección y Asunción
En agosto se realizaron las elecciones de electores presidenciales y el 5 de octubre se reunió el Colegio
Electoral, eligiendo por unanimidad a Mitre como presidente constitucional de la Nación. Como
vicepresidente fue elegido Marcos Paz.
La presidencia de Mitre fue la cuarta de las presidencias constitucionales y la primera de las tres que
suelen denominarse presidencias históricas. Estas presidencias históricas, que —junto con las
de Domingo Faustino Sarmiento y Nicolás Avellaneda— fundaron el Estado argentino moderno y
restablecieron la hegemonía política de Buenos Aires sobre el resto de las provincias, perdida luego de
la Batalla de Caseros. En conjunto, estas cinco presidencias suelen reunirse con el nombre
de Organización Nacional.
Mitre asumió la presidencia el 12 de octubre de 1862. Tres de los cinco ministros que lo acompañaban
eran porteños; los otros dos eran provincianos que residían en Buenos Aires, uno de ellos desde hacía
cinco años y el otro hacía cuarenta años.
Domingo Faustino Sarmiento fue propuesto como candidato a la presidencia de la Nación por un grupo
de políticos del país, a iniciativa del coronel Lucio V. Mansilla. Mientras se encontraba en los Estados
Unidos, fue elegido para el cargo en las elecciones nacionales de abril de 1868, y asumió el cargo el 12
de octubre de 1868.
La presidencia de Sarmiento fue la segunda de las presidencias históricas de Argentina. Estas
presidencias históricas o fundacionales del estado argentino moderno tuvieron tres claros objetivos o
metas: “nación, constitución y libertad”. La nación entendida como la unión definitiva de las provincias
argentinas como entidad superior a las partes que la componen. La Constitución como las bases de los
derechos de las personas y del poder. La libertad concebida como principio del liberalismo que dio paso
a la “civilización” y relegó a la “barbarie”.
Dos días después de la asunción presidencial, el Congreso se reunió para una breve sesión
extraordinaria, durante la cual se aprobó el presupuesto para el año siguiente, un crédito de cuatro
millones de pesos y una suba en los derechos aduaneros, para solventar la continuidad de la Guerra del
Paraguay.
Tuvo a su cargo las más importantes funciones políticas, económicas, militares y religiosas,
manteniéndose en el poder mediante el fraude electoral. Pese a la creciente oposición, nucleada en lo
político en torno a la Unión Cívica Radical y el Partido Socialista y las
corrientes sindicales anarquistas, socialistas y sindicalistas revolucionarias, ejerció el gobierno durante
más de tres décadas a través del Partido Autonomista Nacional, hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña,
de sufragio secreto y obligatorio para varones, impulsada a instancia de sus propios representantes
como respuesta a la presión de las revoluciones radicales, que marcó la transición a la Argentina
contemporánea.
liberal que terminó de organizar un modelo agroexportador, compatible con la división internacional
del trabajo impuesta por el Imperio británico, que poco antes había derrotado al Imperio chino en
la Segunda Guerra del Opio (1856-1860).
El país concentró su actividad económica en la región pampeana con eje en la ciudad-puerto de Buenos
Aires, con el fin de producir carnes (ovinas y vacunas), cuero, lana y granos (trigo, maíz y lino),
principalmente para el mercado británico, a cambio de importar manufacturas industriales. Mientras el
95% de las exportaciones eran de productos agrarios, Argentina importaba el 77% de su consumo textil
y el 67% de su consumo metalúrgico. Simultáneamente el capital inglés se hizo cargo de la mayor parte
de las actividades logísticas, como los bancos, ferrocarriles, frigoríficos, etc.
Mientras el 95% de las exportaciones eran de productos agrarios, Argentina importaba el 77% de su
consumo textil y el 67% de su consumo metalúrgico. Simultáneamente el capital inglés se hizo cargo de
la mayor parte de las actividades logísticas, como los bancos, ferrocarriles, frigoríficos, etc. En 1888
Argentina era el sexto exportador de granos, pasando a ser el tercero en 1907, sólo superada por Estados
Unidos y Rusia.
El modelo liberal agroexportador ha sido criticado desde diversos sectores por no impulsar
suficientemente los eslabonamientos, principalmente en los sectores textiles y metalúrgico.
El modelo agroexportador argentino fue impulsado y sostenido principalmente por
los latifundistas bonaerenses (llamados estancieros), organizados en la Sociedad Rural Argentina, la
primera entidad gremial del país, fundada en 1868. Los estancieros lograron bloquear el proyecto de ley
de tierras del presidente Domingo F. Sarmiento (1868-1874), que bajo el lema de "¡Cien Chivilcoys!",
pretendía entregar tierras a los inmigrantes con el fin de establecer un sistema de
colonias chacareras (granjas) trabajadas por sus propietarios. La Ley de tierras N.º 817 de Nicolás
Avellaneda canceló ese proyecto y consagró el dominio de la estancia.
Sin embargo, la utilización de estas políticas económicas librecambistas propiciadas desde el gobierno
fueron complementadas por el grupo gobernante con un claro refuerzo de la acción del Estado en
aquellas áreas que se consideraban esenciales al contrato social Los diversos tratados con los países
vecinos pusieron fin a las principales cuestiones de límites, afianzando el control del territorio nacional
y trayendo paz a la población, a diferencia del permanente estado de beligerancia que experimentaba la
Europa de entonces.
La generosa y amplia política basada en las ideas liberales permitió el adecuado fomento de
la inmigración, cumpliendo las prescripciones contenidas en la Constitución Argentina; empero este
amplísimo régimen de promoción de entrada al país de millones de nuevos habitantes fue parcialmente
limitado con leyes represivas como la «Ley de residencia» de 1902 y la «Ley de defensa social» de 1910,
a fin de controlar la expansión del socialismo y del anarquismo.
La enorme expansión poblacional dio nacimiento a movimientos obreros que comenzaron a reclamar
por la mejora de sus condiciones de vida, en especial, de trabajo incorporando en sus acciones a
la huelga como herramienta de presión social.
La inmigración dio paso, gracias a las políticas públicas implementadas por la Generación de los 80, a
que en el lapso de un cuarto de siglo, se produjera un fenomenal movimiento social ascendente que dio
paso a la poderosa clase media argentina, que llegó al poder con el radicalismo.
El concepto de universalidad, sin embargo, no era exacto, ya que solo los ciudadanos argentinos, nativos
o naturalizados y mayores de 18 años tenían derecho al voto. Estaban excluidos de este derecho
las mujeres, los habitantes de territorios nacionales y los extranjeros, que constituían un porcentaje
alto de la sociedad de la época.
A pesar de estas restricciones, constituyó un avance importante con respecto al sistema electoral
anterior.
Hasta la sanción de la Ley Sáenz Peña, el voto era voluntario y «cantado», es decir, el votante mencionaba
el nombre del candidato ante las autoridades de mesa. Estas condiciones favorecían la práctica de
diversos mecanismos fraudulentos, algunos de los cuales eran:
• La necesidad de empadronarse e integrar un Registro Electoral para poder votar generaba
la manipulación de esas listas en las que se solía eliminar opositores e incluir como votantes
a ciudadanos ausentes o, incluso, muertos.
• La presencia de grupos organizados para atemorizar a los votantes quienes, al ser público
su voto, no se atrevían a expresarlo libremente.
• El cambio de votos al realizar el conteo.
Estas prácticas desalentaban la participación ciudadana y comenzaron a provocar fuertes protestas de
los partidos y grupos políticos opositores al gobierno.
Las primeras elecciones realizadas bajo la ley 8.871 fueron legislativas. Por primera vez, triunfó la
oposición en tres distritos: la Unión Cívica Radical en Santa Fe en 1912 y en Entre Ríos en 1914, y el
Partido Socialista en la Capital Federal en 1913.
Objetivos de la Ley Sáenz Peña
Roque Sáenz Peña, que había cumplido funciones diplomáticas en Roma, estaba influido por las ideas
de modernización de las instituciones que circulaban en Europa y pretendía aplicarlas en la Argentina.
Era consciente de la necesidad de adaptar los mecanismos electorales a las demandas de la sociedad que
se manifestaban de manera cada vez más violenta, como había sucedido en las revoluciones radicales
de 1893 y 1905.
Al ser elegido presidente, en 1910, Sáenz Peña se reunió con Hipólito Yrigoyen, que era el
representante de la Unión Cívica Radical, para negociar una alternativa a las insurrecciones armadas
como reclamo político. Yrigoyen se comprometió a vehiculizar la protesta a través de las urnas si se
garantizaba un sistema electoral democrático y transparente. De ese modo, Sáenz Peña se aseguró el
apoyo de gran parte de los grupos trabajadores frente a un proyecto de ley que era muy discutido dentro
de su propio partido.
Causas y consecuencias de la Ley Sáenz Peña
Causas
Las principales causas de la sanción de la ley Sáenz Peña fueron las siguientes:
• La frágil situación de las elites gobernantes que, frente al avance de las protestas
violentas de representantes de la oposición como el partido radical, el anarquismo, y en
menor medida el partido socialista, buscaban dar una salida a la tensión social.
• El interés en institucionalizar el conflicto social favoreciendo la aparición de partidos de
oposición con los que fuera posible negociar acuerdos dentro del ámbito del congreso.
• La preocupación de las clases dirigentes por la escasa participación de la población en las
elecciones provocada, en parte, por el fraude y manipulación de los votos.
• La creencia de la elite gobernante de que incluso con la aplicación de la ley podrían ganar las
elecciones.
• El clima de reformismo que circulaba entre una clase intelectual que no provenía de los
tradicionales grupos de poder.
Consecuencias
Las principales consecuencias de la ley Sáenz Peña fueron las siguientes:
• La eliminación de gran parte de los mecanismos de fraude electoral que se habían utilizado
hasta ese momento.
• La ampliación del padrón electoral.
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La Inmigración Urbana
El volumen de la inmigración, constante desde mediados del siglo XIX hasta finalizado el primer cuarto
del XX, significó en términos demográficos que la población argentina se duplicara cada veinte años. En
el padrón nacional, según el censo 1914 del INDEC, los nacidos fuera de la Argentina representaban un
30% del total de la población argentina. Según el censo de ese año en la Ciudad de Buenos Aires más del
60% de la población eran inmigrantes, en su mayoría de origen europeo, mientras que
en Rosario sobrepasaban el 47 por ciento de la población de la ciudad en 1910 (Censo Municipal del
Centenario) y el 42 por ciento en 1914 (Censo Nacional) con la particularidad de que el 55 por ciento
del total de extranjeros en la ciudad eran italianos. La ciudad del sur santafesino pasó de una población
de 9.785 habitantes en 1858 a 222.000 en 1914, es decir, experimentó un crecimiento poblacional del
2.169 por ciento en solo 56 años y en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe el 30% de la
población de estas eran inmigrantes europeos.
Sin embargo, la falta de un programa centralizado de colonización y el reparto completo de las tierras
ricas de la llanura pampeana alteraron las condiciones a las que los migrantes se veían sujetos; puestos
ante la alternativa de contratos de arrendamiento rural de muy corta duración —no más de cuatro o
cinco, en los que el colono estaba obligado a labrar la tierra, cultivar cereal y forraje, y devolverla
plantada al vencimiento del contrato— muchos de ellos se asientan en las ciudades, especialmente
Buenos Aires, su punto invariable de entrada al país. Más de la mitad de los migrantes se radicó en
la Ciudad de Buenos Aires o en la Provincia de Buenos Aires. Fuera de la región litoral la Provincia de
Misiones se destacó por el alto porcentaje de inmigrantes en su población; sobre una población total de
190.000 habitantes a comienzos de la década de 1940, 80.000 (42 %) eran extranjeros, con predominio
de paraguayos y, en menor medida, brasileños, polacos, ucranianos y alemanes.
Hacia 1895, la población argentina que vivía en centros urbanos alcanzaba el 42 %, y para 1914 había
superado la mitad de la población, llegando al 58 %, una tasa superior a la de cualquier país Europeo
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con la excepción del Reino Unido y los Países Bajos. Esta relación se debía en buena medida a los
inmigrantes; frente a su participación de un 30 % en la población del país, en Buenos Aires eran el 50 %
—un millón de los dos con que contaba la capital— y en otros núcleos urbanos llegaban a ser cuatro de
cada cinco. Entre estos predominaban los italianos (68,5 % de los cuales se afincó en Buenos Aires)
y españoles (78 %); la distribución se reflejaría en la estratificación social futura de la nación.
UNIDAD IV
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El territorio de la actual Argentina fue poblado por indígenas hace más de 13.000 años. Muchos de los
diversos pueblos adoptaron formas de vida nómada o seminómada, y otros llegaron a desarrollar
formas de vida sedentaria y una economía agrícola. Los que se destacaron entre los agrícolas fueron los
que habitaron la región del Noroeste, que abarca las actuales provincias de Jujuy, Salta, Catamarca,
Tucumán, La Rioja y Santiago del Estero.
La historiadora Silvia Palomeque, sostiene en su investigación sobre el “mundo indígena”, que, entre
los pueblos originarios del norte argentino, los pueblos de la Mesopotamia santiagueña son los primeros
asentados en tierras bajas. La Mesopotamia Santiagueña, como su nombre lo indica, estaba situada en
las tierras bañadas por los ríos Dulce y Salado en la actual provincia de Santiago del Estero. Hace siglos,
esta zona consistía en una extensa planicie cubierta por un denso monte de algarrobos y chañares. Su
elevada temperatura en los veranos, donde improvistamente se alternaban periodos de sequía o de
humedad, originaba dos tipos de ciclos y el acceso a distintos recursos en cada uno de ellos.
Alrededor del siglo XV, los pueblos que habitaban esta región establecieron una alianza con el Estado
Incaico, colaborando en la defensa de la frontera oriental del imperio contra los avances de los
chiriguanos y también en el control de las poblaciones serranas conquistadas en los valles Calchaquíes
donde fueron instalados como mitmaqkuna, recibiendo tierras y otros privilegios.
Los españoles que vinieron a estas tierras después de la conquista de las ricas zonas centrales de los
Imperios Azteca e Inca eran aquellos que se habían visto obligados a avanzar hacia nuevas tierras por
no haber alcanzado los beneficios esperados o por ser miembros de conflictivas facciones de españoles
enfrentadas entre sí.
La exploración y conquista de actual territorio argentino fue realizada por tres corrientes de
colonización española, que tuvieron como punto de partida España, Perú y Chile. Para asegurar el
control territorial fundaron ciudades, muchas de las cuales fueron atacadas por los indígenas y
relocalizadas por los conquistadores.
Los primeros asentamientos fueron resultado de la denominada corriente colonizadora del Este, que
procedente de España, ingresó por el Rio de la Plata y prosiguió hacia el norte, explorando el Rio Paraná.
Los mismos debieron ser trasladados a causa de la resistencia indígena. Esta expedición terminó
fundando Asunción (1537) en las tierras de los sedentarios y agrícolas guaraníes. Desde allí partieron
nuevas exploraciones que concluyeron en la fundación de otros centros urbanos, como la liderada por
Juan de Garay, quien, en 1573, creó la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz y, en 1580, refundó Bueno
Aires.
Alen Lascano sostiene, en su obra “Historia de Santiago del Estero”, que las posteriores corrientes del
poblamiento definitivo iban a llegar del norte. Como ocurrió en la conquista incaica, desde las altas
tierras del Perú bajarían las huestes destinadas a pisar suelo virgen. Diego de Almagro, quien en ese
entonces era aspirante al dominio peruano, compañero y después rival de Pizarro, fue el precursor de
las exploraciones en las tierras del norte, ya que buscaba camino terrestre desde el Perú a Chile. Esta
expedición, señaló las primeras referencias concretas de la existencia regional del noroeste.
Santiago del Estero se integraba a la región histórico- geográfica del Tucumán. Como parte de ella, fue
“descubierta” en el siglo XVI y constituida por las corrientes colonizadoras provenientes del Perú y Chile.
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La geopolítica del virreinato se articulaba en esa forma en un plan orgánico abierto hacia Chile, Paraguay
y Tucumán, paso previo a la conquista del Rio de la Plata, destinada finalmente a coronar las empresas
hispanoamericanas en el Sur continental.
Luego del fallido intento de Diego de Rojas por explorar y colonizar la región del Tucumán, la confianza
fue depositada en Juan Núñez del Prado, quien penetró a territorio tucumano y fundó al sudoeste de la
ciudad de Monteros, la Ciudad del Barco el 29 de junio de 1550. Hoy, de acuerdo a la investigación del
Licenciado Gastón Doucet, realizada en los archivos de la antigua Audiencia de Charcas (Sucre, Bolivia),
no cabe duda alguna que esta fue la fecha matriz que engendró a Santiago del Estero bajo la paternidad
de Don Juan Nuñez del Prado. Al respecto Doucet sostiene que no hay más que una ciudad, la del Barco-
Santiago del Estero, mudada varias veces y, en una de éstas, el año de 1553, rebautizada por Francisco
de Aguirre con la denominación que hoy conserva.
Cabe aclarar que Santiago del Estero, luego de su fundación en 1550, fue trasladada tres veces por
diferentes motivos en 1551, 1552, 1553 por de Núñez del Prado, y definitivamente establecida por
Francisco de Aguirre en 1553. Como podemos analizar fue fundada por una persona y rebautizada por
otra, esta última está grabada en la memoria colectiva como el verdadero fundador.
Por otra parte, es necesario destacar que esta situación se da como consecuencia de un conflicto
intestino entre el Perú y Chile, quienes reclamaban tener influencia sobre esta zona. Esta disyuntiva,
tuvo como desenlace el arribo e ingreso de noche y por sorpresa de Francisco de Aguirre (representante
de la gobernación de Chile) al Barco (III) el 20 de mayo de 1553. Se apoderó de ella sin resistencia, ya
que Núñez del Prado no se encontraba en ese momento, aprendió a las autoridades y despojó de sus
armas a todos los hombres. De esta manera tomó posesión de la ciudad convocó a todos los vecinos y al
Cabildo, les notificó de su designación por parte de Valdivia (Gobernados de Chile) y la agregación de
esta ciudad a la Gobernación de Chile.
A mediados de 1553, Aguirre resolvió mudar la ciudad del Barco III, trasladándola al actual territorio,
debido a las continuas crecidas del Rio Dulce y para una mayor seguridad debido a las amenazas de los
indios Lules.
Una vez emplazada definitivamente, llegaron armas y herrajes. Inició Aguirre su primer gobierno con
exploraciones al salado, las tierras de Sanavirones, Córdoba y el Paraná al sur y el cauce del Rio Bermejo
a su retorno. Tres veces fue gobernador del Tucumán en 1553 - 1554, en 1563 -1566, y en 1569 – 1570.
Es menester resaltar el papel de las personas que se desempeñaron como gobernantes a lo largo del
siglo XVI y XVII, ya que fueron quienes continuaron con las expediciones de exploración y fundación
ciudades del interior mediterráneo, muchas de ellas son capitales de provincia en la actualidad.
En 1565, Francisco de Aguirre encomendó a su sobrino Diego de Villarroel para fundar en el valle de
Ibatín, la ciudad de San miguel de Tucumán; en 1573, el gobernador Gerónimo Luis de Cabrera fundó la
ciudad de Córdoba de la Nueva Andalucía; en 1582, Hernando de Lerma fundó San Felipe de Lerma en
el valle de Salta; Juan Ramirez de Velazco fundó la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja (1591)
quien envió en 1593 al capitán Francisco de Argañaraz y Murgía al Valle de Jujuy para que allí fundase
el 19 de abril la ciudad de San Salvador de Velazco; finalmente, el gobernador Fernando de Mendoza de
Mate de Luna, clausuró el período de las expediciones fundadoras y completó el establecimiento de las
ciudades de Tucumán con San Fernando del Valle de Catamarca en 1683 y con el traslado de San Miguel
de Tucumán a su nuevo asiento en La Toma en 1685.
Por todo ello, Santiago del Estero merece con justicia ser considerada “Madre de Ciudades”.
Durante la segunda mitad del siglo XVI, comenzó el afincamiento misional y civilizador de las órdenes
religiosas. De esta manera, la creación de la diócesis del Tucumán y el arribo de su primer pastor con
sede en esta provincia, allá por 1582, da inicio, en lo que hoy es la República Argentina, el apostolado
oficial de la Iglesia. De esta manera, y de acuerdo al profesor Néstor Achával, así como Santiago del
Estero fue honrada con el título de “Madre de Ciudades”, de igual modo le corresponde el no menos
glorioso de “Madre de la Iglesia”. Y ello, no solo porque aquí residieron los primeros sacerdotes y
religiosos que iniciaron el apostolado misional, sino porque en ella tuvo su sede el primer obispado y su
catedral fue madre de todas las que después fueron erigiéndose a través de los años.
En 1577 el monarca español encontró en la persona de fray Francisco de Victoria el titular para
proveer la sede episcopal que seguía vacante hasta ese entonces, el mismo fue confirmado por Gregorio
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XIII al año siguiente. Victoria era dominico y a él le corresponde el honor de ser el primer obispo que
apoyó su báculo en la diócesis del Tucumán.
Su personalidad no provocaba indiferencia. Debemos tener presente que dicho obispo acompañó e
impulsó el desarrollo económico de Santiago del Estero, le cupo la gloria de inaugurar el intercambio
con el extranjero mediante la exportación de productos de la gobernación enviados en carros al puerto
de Buenos Aires. Este cargamento constituyó la primera exportación de artesanías nativas al exterior.
Su salida se hizo en navíos fletados al Brasil el 2 de septiembre de 1587, fecha instituida con este motivo
“Día de la Industria Argentina”.
Con respecto a este tema podemos mencionar que las condiciones del suelo y el riego permitían la
aclimatación ganadera y el sembradío de variados productos agrícolas. Al apropiarse los españoles de
las técnicas y producciones indígenas, esa actividad de vio enriquecida después con las variedades
traídas de Chile y Perú por las nuevas corrientes colonizadoras.
Siempre está unida a este desarrollo la importancia del algodón como cultivo central de la época
hispana, hasta llegar a ser un elemento predominante en la economía. Fue utilizado para hilar y tejer
ropas destinadas primero al uso personal y luego al comercio, muy solicitado como ropa de trabajo por
la población minera de Potosí, ya que nuestro comercio se orientaba al Alto Perú. Al conjuro de esta
riqueza nació el obraje, nombre dado al repartimiento de indios dedicados al tejido, hilado y teñido de
los paños de algodón, se lo considera como una verdadera fábrica de tejido de la producción
precapitalista.
El siglo XVII tiene, en la historia santiagueña, dos características esenciales: fue el siglo descollante del
obispado y de las creaciones culturales, como consecuencia de la acción civilizadora religiosa. Años
febriles que giraron en torno de la iglesia catedral y la fundación de colegio seminario de ciencias
morales. Para ello se necesitó del esfuerzo inteligente, culto y laborioso de los operarios de la Compañía
de Jesús que contaba con el apoyo entusiasta de recién llegado obispo fray Hernando de Trejo y Sanabria.
Sin embargo esta situación fervorosa no se extendió por muchos años, ya que en una primera instancia
por motivos económicos y luego por intereses personales de los obispos al mando, a saber Ulloa y
Marcadillo, se decidió y efectuó el traslado del Seminario y de la Sede Episcopal a la provincia de
Córdoba, dando lugar al comienzo de la larga decadencia que afectaría al pueblo santiagueño desde
entonces.
A comienzos del siglo XVIII, Santiago del Estero tenía acreditada una existencia sesquicentenaria. Sus
habitantes vivían sus días apoyados en la fuerza de su pasado, que era el principio espiritual donde
abrevaban sus hijos en sucesivas generaciones, fortificados para esperar el porvenir. Alen Lascano
sostiene que Santiago del Estero en el siglo XVIII (el siglo que llamaría “de las luces”) sobrevivía a la
mezquindad geográfica, al despojo y al olvido oficial, gracias a esa fortaleza social imponderable que
nutría a sus hijos. Aquellas “luces” seculares no llegaban a la vieja aldea mediterránea, ni alumbraban
tiempos mejores. Sus reflejos europeizantes tampoco cegaron la autenticidad de un pueblo ansioso por
reencontrar su destino de grandeza, que había contribuido a levantar la paria verdadera en aquel vasto
territorio.
A esta altura, Santiago no sólo había perdido la sede episcopal y cultural sino también con el nuevo
gobernador Gaspar de Bonahora en 1702, se llevó fuera el asiento gubernativo. La más alta autoridad
comenzó a establecerse en Salta o en ocasiones alternativas en Córdoba, según preferencias personales.
Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca y San Miguel de Tucumán, en cada una de las cuales ejercían el
mando subdelegados en reemplazo de los antiguos tenientes gobernadores.
Sin embargo, para fines de siglo, Santiago del Estero se encontraba atravesando un proceso económico
en desarrollo, caracterizado por la comercialización de productos artesanales integrados en el mercado
interregional. Recordemos que el algodón era el producto básico de la estructura agrario - ganadera,
pero su trabajo albergaba grandes cambios. Los viejos obrajes de indígenas desaparecieron y fueron
suplantados por la estancia y los telares hogareños, compuestos por mano de obra criolla. Por otra parte,
una actividad económica que se encontraba en auge en ese momento era la invernada de ganado, que
consistía en transportar caballos y mulas desde el litoral y hacerlas engordar en las praderas
santiagueñas para luego ser comercializados en las gigantescas ferias del Valle de Salta.
En la primera década del siglo XIX todavía subsistían gubernativamente formas tradicionales del
protocolo hispánico en la vida santiagueña. Eran las últimas manifestaciones sobrevivientes del rico
pasado histórico que poco a poco sufrieron alteraciones hasta desaparecer después de 1810. Entre las
mismas podemos destacar las fiestas patronales de Semana Santa y Corpus Christi, la fiesta del real
estandarte, el juramento de obediencia prestado en la asunción al trono de cada soberano, etc.
Sin embargo, Santiago del Estero no estuvo al margen de las conmociones vividas en todo el virreinato
a consecuencia de los sucesos internacionales. Las guerras de España en Europa repercutieron en el
interior del país. Al conjuro de la Capital cobró fuerza la exaltación patriótica, las ofrendas de armas,
bienes y hombres.
En 1806, el gobernador intendente Villacorta, avisaba del desembarco británico sobre Buenos Aires,
ordenaba recoger los caudales y organizar tropas para marchar en defensa del virreinato. Sin embargo,
llegadas a Córdoba, recibieron órdenes superiores de regresar. Esta experiencia se revistió de
importancia pues despertó el genio militar de quien sería el gestor de la autonomía provincial, don Juan
Felipe Ibarra, a quien nos referiremos más adelante.
Pero la lucha con los ingleses no terminó allí, ya que en 1807 llegó a Santiago la proclama del Cabildo
porteño que informaba de la toma de Maldonado en la Banda Oriental y la inminente caída de
Montevideo. Se pedía urgente ayuda material. Nuevamente se sacaron fuerzas de flaqueza y
demostraron una vez más su noble patriotismo.
El triunfo de las fuerzas acaudilladas por Liniers, Álzaga y Saavedra despejaba ahora los nubarrones
del horizonte rioplatense.
En 1808 se inició la heroica resistencia española derivada de la lucha por su independencia, razón por
la cual España pasó a ser ahora aliada de Inglaterra en contra de Francia. En Santiago el 15 de septiembre
se conoció la real cédula de abdicación del rey Carlos III en favor de su hijo Fernando VII, con declaración
de guerra a Francia.
Ya, en 1809, llegaron los documentos informativos de la instalación de una junta central en España, que
gobernaría en nombre de Fernando VII, ahora cautivo por tropas francesas.
De estos hechos podemos destacar que los pronunciamientos santiagueños marcharon al unísono con
los sentimientos mayoritarios de los pueblos hispánicos y virreinales. El patriotismo reaccionó
igualmente fervoroso contra Inglaterra primero, y luego contra Francia. Por otra parte, y no menos
importante, luego de las invasiones inglesas el Cabildo porteño adquirió singular primacía política y
gubernativa.
La nueva historia santiagueña comenzaba a escribirse poco antes y su protagonista era Juan Francisco
Borges. En 1781, cuando era Ayudante Mayor de Infantería de los ejércitos del Rey, estaba a las órdenes
de su padre en la ciudad de La Paz cuando esa ciudad fue asaltada dos veces por las fuerzas de Túpac
Catari, como parte de la revolución de Túpac amaru II. Fue herido al tratar de romper el sitio a La Paz y
tomado prisionero, pero logró escapar, mientras que su padre murió en la campaña. El 15 de febrero de
1783 fue ascendido a Capitán de los Ejércitos del Rey.
Viajó en 1802 a España, donde revistó en la “guardia de corps” del reyCarlos IV y le fue conferido el título
de Caballero Cruzado de la Orden de Santiago. En 1807 el rey le otorgó un privilegio económico por sus
servicios a la Corona.
Producida la Revolución de Mayo, la noticia de la misma llegó a Santiago del Estero el 10 de junio de
1810. Adhirió inmediatamente a ella y, junto con Cumulat y Lorenzo Lugones, presionó al Cabildo local
para que reconociera la autoridad de la Primera Junta, lo que recién se ocurriría el día 29 de junio.
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El 23 de febrero de 1820 se firmó el Tratado del Pilar por el cual se reconocía la autonomía de las
provincias, se aceptaba el principio del federalismo y se convocaba a un congreso general que se reuniría
en San Lorenzo (Santa Fe) para reorganizar el gobernó central.
Tras la disolución del Congreso, el Gobernador Intendente de Tucumán, coronel Bernabé Araoz, erigió
el 22 de marzo de 1820 la República Federal del Tucumán, integrada por los territorios que formaban
la gobernación intendencia (Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán), sancionando una Constitución
el 6 de septiembre de 1820.
El comandante Juan Felipe Ibarra inició una revolución que declaró la autonomía de la Provincia de
Santiago del Estero el 27 de abril de 1820. Ese mismo día un cabildo abierto lo designó gobernador,
separándose de la jurisdicción tucumana y uniéndose a las demás provincias argentinas. Aráoz intentó
recuperar Santiago del Estero, pero en 1821 fue derrotado por Ibarra.
Juan Felipe Ibarra ejercerá este cargo de manera vitalicia entre 1820 y 1851, con algunos interregnos,
ratificado por sucesivos pronunciamientos populares. Fue un caudillo que realizó innumerables obras
de gobierno, entre las cuales podemos destacar: el primer decreto de gravámenes sobre textiles
ultramarinos competidores de las artesanías santiagueñas, la primera acuñación de monedas de un real
y de medio real, buscando impulsar el comercio, ratificó la vigencia de los derechos ciudadanos vigente
en la provincia, sancionó diversos castigos a las borracheas escandalosas, dirigió ofensivas contra los
indios del Chaco, creó la Municipalidad de la Capital, creó el departamento de policía, entre otros.
No debemos olvidar que fueron años sumergidos en una dinámica vertiginosa en el ámbito nacional
y este gobernador estuvo a la altura de las circunstancias, defendiendo fervorosamente la idea de
autonomía y federalismo frente a los atropellos de los unitarios.
El padre de la autonomía santiagueña falleció el 15 de julio de 1851 y con este acontecimiento se dio
inicio a pujas por el poder que tenían lugar dentro de su misma familia. Las mismas salieron a la luz en
el momento de elegir al nuevo gobernador. Reunido el pueblo resultó elegido don Mauro Carranza.
Biografías complementarias:
“En la pequeña comitiva que había sacado Lamadrid de Santiago venía un religioso dominico, el Padre
Ibarzábal, quien debía ofrecer sus servicios al desgraciado Borges; mas como por su edad y poco
ejercicio en el caballo, no pudiese acompañar la rápida marcha del comandante, se convino en que se
quedase en una chacarilla que tiene el mismo convento, a dos leguas de la ciudad, debiendo Lamadrid
traer allí al reo, para que fuese ejecutado después de hacer sus disposiciones cristianas.
“Bien poco agradable me había sido la comisión que se me había conferido, así es que aproveché sin
trepidar la ocasión que se me presentaba de eximirme. Yo había creído que la declaración que se
mandaba tomar al prisionero era para que sirviese de precedente a un juicio que, aunque fuese muy
breve, llenase en cierto modo las formas; pero, desde que sin esperar éste se había extendido la
sentencia y se mandaba ejecutar, ya era inútil todo esclarecimiento de un hecho que estaba juzgado. Me
retiré pues, antes que viniese Borges, y antes de mediodía estuve en Santiago, sin la declaración que
había ido a tomar.
“Bustos se conformó con la explicación que le dí, pero el teniente gobernador, teniente coronel don
Gabino Ibáñez, que acababa de ser restituido a su empleo, se aferraba en que otras personas del
vecindario habían tomado parte en la conspiración, y exigía que, sin embargo de la sentencia, declarase
el reo sus cómplices. Sin embargo de haber sostenido yo la opinión contraria, venció en el ánimo de
Bustos el modo de pensar de Ibáñez, y a las once de la noche recibí orden de trasladarme muy temprano,
con un secretario, a la chacarilla de los dominicos, donde ya debía estar Borges. Tuve que conformarme,
y serían las seis de la mañana cuando llegué al lugar en que debía ser el suplicio de aquel desgraciado
jefe. El comandante Lamadrid me salió al encuentro para decirme que había llegado esa madrugada con
el reo y que inmediatamente se le había puesto en capilla, con dos horas de término, las que iban ya a
cumplirse. Me pareció cruel y hasta bárbaro turbar los últimos momentos de un hombre, en aquella
situación, con preguntas que si él satisfacía, comprometían a sus amigos, y si negaba podían conturbar
su conciencia. Por otra parte me constaba que el General en Jefe nada de esto había prevenido, antes
por el contrario, dando por concluida la rebelión, había promulgado una amnistía. Tomé, pues, sobre
mi responsabilidad, y esta vez sin remisión, porque el declarante iba a desaparecer, evitar la declaración,
y sin bajarme del caballo, volví las riendas para la ciudad de donde acababa de salir.
“Cuando llegué a la chacra de Santo Domingo (1) estaba ya designado el lugar del suplicio, a unas cuantas
varas del rancho que ocupaba el reo, bajo un frondoso algarrobo, a cuyo tronco estaba atada una mala
silla de cuero, que debía de servir de banquillo. El comandante Lamadrid me dijo que, cumplidas ya las
dos horas, el reo iba a ser ejecutado. Cuando me despedí se formaba ya la escolta, y no había andado ni
un cuarto de legua, cuando oí la fatal descarga. Borges murió con entereza y protestando contra la
injusticia de su sentencia y la no observancia de las formas, pero con los sentimientos religiosos y
cristianos.
“Antes de una hora estuve en Santiago y en casa de Bustos, a quien di cuenta de lo sucedido. Manifestó
por ello la más cumplida indiferencia; no así Ibáñez, quien, a pesar de nuestra relación de amistad,
reprobó mi procedimiento, lo que dio lugar a acaloradas disputas. Mas no fue este el único punto en que
discordó, como lo voy a referir.
“El mismo día llegó el parte de haber sido detenidos y presos en Ambargasta, jurisdicción también de
Santiago, Gonsebat y Lugones, que muy luego llegarían a la ciudad. Al primero no lo conocía yo, pero el
segundo era oficial de mi regimiento, y había sido antes de mi compañía; había sido también mi
particular amigo, aunque en el tiempo precedente se hubiesen resfriado nuestras relaciones, por efecto
de esas ideas anárquicas que empezaban a fermentar en su cabeza.
“A más del interés que me inspiraba Lugones, mis principios y mi corazón me hacían desear que no se
derramase más sangre. Creí, pues, que debía hacer algo para detener el golpe terrible que lo amenazaba,
cuya gracia naturalmente sería extensiva a los otros exceptuados. Me llegué al coronel Bustos a rogarle
con el mayor encarecimiento, que, al dar cuenta de la prisión de Lugones, lo recomendara al General, y
me empeñé con los comandantes Lamadrid y Morón para que me secundasen en mi solicitud. El coronel
Bustos me lo prometió, y estoy persuadido de que lo hizo; el hecho fue que Lugones perdió su empleo,
quedando destinado a servir como “aventurero” (2) en el ejército, y subsistió así por algún tiempo,
quedando al fin, de nuevo, en su clase; siendo ésta la única pena a que se le condenó. Gonsebat y
Montenegro salvaron también sus vidas a costa de algún tiempo en prisión y privación de sus empleos.
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“El general Belgrano no debió arrepentirse de la indulgencia con que trató a los últimos, siéndome
sensible no poder decir lo mismo de la sentencia (si puede llamarse sentencia un decreto de muerte, sin
juicio, sin forma alguna y sin oír al reo) precipitada que hirió a Borges. ¿Creyó acaso el General que la
demora de la ejecución, podía dar motivos a nuevas turbaciones? No lo sé; pero si así fuese se equivocó
completamente, pues la rebelión estaba tan terminada, como el caudillo había sido arrestado por sus
mismos paisanos y en el mismo teatro de sus aspiraciones. De cualquier modo, nunca podía faltar
tiempo para que se juzgase sumariamente y se oyesen sus descargos. Lo singular es que el General, que
tanto predicaba la obediencia y la observancia de las leyes, las violase invocándolas, sin que ninguna
autoridad superior le hiciese cargo”.
Borges, en cumplimiento de las órdenes de Belgrano, y sin juicio previo ni defensa, fue fusilado el 1º de
enero de 1817.
Su esposa era Catalina de Medina y Montalvo, con la que tuvo un hijo: Juan Francisco Segundo Borges,
que años más tarde llegaría a ser gobernador de su provincia.
Juan Francisco Borges hoy es reivindicado en su provincia natal como uno de los precursores del
federalismo nacional.
Referencias
(1) Hoy Departamento Robles, Santiago del Estero.
(2) Voluntario con equipo, armas y caballo propios.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Paz, José María – Memorias póstumas – Tomo I – Campañas de la Independencia.
Portal www.revisionistas.com.ar
Tagliotti, Guillermo José – Semblanza santiagueña.
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar
Ibarra, Juan Felipe. Matará, Santiago del Estero (Argentina), 1.I.1787 – Santiago del Estero
(Argentina), 15.VII.1851. Brigadier.
Nació en Matará, jurisdicción de Santiago del Estero. Fueron sus padres Felipe Matías Ibarra,
comandante de la Frontera del Río Salado, y María Antonia de Paz y Figueroa. En 1801 ingresó en el
colegio de Montserrat, en Córdoba (Argentina), pero debió de abandonar sus estudios en el segundo año
por escasez de recursos. En 1806 formó parte de la compañía de milicianos santiagueños que marchó a
Buenos Aires para luchar contra los ingleses. En octubre de 1810 se integró al batallón de “Patricios
Santiagueños”, primera milicia del interior incorporada a los ejércitos nacionales. Participó en la Guerra
de la Independencia en el Alto Perú, durante la cual recibió ascensos y distinciones.
En 1817, ya capitán, fue designado comandante general de la frontera Santiago del Estero, para
garantizar esa línea frente a los malones de los indios. Con ese objeto se creó el fortín de Abipones, donde
Ibarra desarrolló su tarea. Como parte de ésta, realizó en 1818 una expedición al Chaco. En 1820 el
grupo urbano de autonomistas santiagueños le pidió ayuda contra las tropas enviadas a esa ciudad por
el gobernador de Tucumán. Ibarra acudió en su auxilio con la guarnición de blandengues de Abipones y
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tomó la ciudad. El 31 de marzo fue electo teniente gobernador de Santiago del Estero, el 27 de abril se
proclamó la autonomía de la provincia —separándose de Tucumán— y el 1 de mayo Ibarra fue elegido
gobernador, cargo que ejerció hasta su muerte, con breves interrupciones como consecuencia de los
enfrentamientos de la época. Casó con Ventura Saravia, salteña, hija del doctor Mateo Saravia y de Inés
Arias.
Durante su gobierno enfrentó repetidas veces a los indios abipones, participó activamente en la lucha
entre los caudillos norteños por la hegemonía en esas provincias y defendió el proyecto federal de
organización nacional. Como consecuencia de esta postura, la polémica sobre su figura ha sido extrema,
acusándolo algunos de ignorante y cruel, mientras que otros lo reivindican como guerrero de la
independencia, caudillo indiscutido y patriarca del federalismo.
Bibl.: G. A. Puentes, Juan Felipe Ibarra, Buenos Aires, Universidad, Facultad de Filosofía y Letras,
1944; J. Newton, Juan Felipe Ibarra, Buenos Aires, Plus Ultra, 1973.
El lunes 20 de enero de 1868, el fúnebre tañido de las campanas de nuestra Señora de la merced
anunciaba a la ciudad de Tucumán el deceso del coronel Lorenzo Lugones, del que podríamos llamar el
“Coronel de las cien batallas”, dignísimo hombre de armas que no ocupa un lugar de privilegio en el
recuerdo de las generaciones argentinas, en la medida de lo que fue su riesgoso quehacer patriótico.
Sus restos reposan en el cementerio en aquella ciudad.
Su ruidosa etapa guerrera fue publicada en 1855 dentro de la “memorias póstumas del Gral. José maría
Paz”, en su obra “Recuerdos históricos sobre las campañas del Ejército Auxiliar del Perú”.
En 1888 fue reeditada, refrescando el hondo sentir patriótico que agitó su preciosa existencia.
Había nacido en Soconcho, lugar vecino a la actual Atamisqui, Santiago del estero, el 10 de agosto de
1796.
A los 14 años se incorporó al Ejército Libertador a su paso por Santiago en clase de cadete del Cuerpo
de Patricios creado por el coronel Juan Francisco Borges, bajo la tutela del secretario de guerra, doctor
Vicente López y Planes,
Recibió su bautismo de fuego en Yuricoragua el 6 de junio de 1811 y Nazareno en enero del 12. En la
batalla de Las Piedras tuvo su ascenso a portaestandarte y con ese grado brilló en las batallas de Salta y
Tucumán, mereciendo se ascensión a alférez.
Quiso marchar a Cuyo, más debió permanecer en el norte como ayudante de campo del general Belgrano,
quien lo enviaría a reclutar un pelotón de lanceros para aplacar una sublevación del coronel Borges.
A las órdenes de Rondeau asistió a las hazañas de Puente de Marqués, Venta y Media y a la funesta de
Sipe – Sipe. (Las tres libradas en 1815)
A las órdenes de Aráoz de Lamadrid intervino en Chuquisaca, Tabuco, Ichupampa y Sopachuy en el Alto
Perú.
Quiso el destino que, recalando en Tucumán, más pese a su afección vehemente al fragor de las batallas,
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encontraría solaz en el amor de una tucumana, doña Eulalia Drago, con quien contrajo matrimonio en
1818, fecha coincidente con el embarazo del amor de Belgrano, otra tucumana a quien debió
abandonar justo en el nacimiento de la hija de ambos, al partir por orden del gobierno de Buenos Aires
el 1° de febrero de 1819. Después de la muerte de Güemes en 1821, Lugones se incorporó como sargento
mayor al Ejército de Dragones que mandaba el coronel Alejandro Heredia con el objeto de defender otra
vez las fronteras del Alto Perú.
Envuelto en la persecución atroz de las fuerzas de Oribe, contra los vencidos de Famaillá, atravesó la
frontera de Bolivia en busca de asilo, permaneciendo allí hasta los últimos estampidos del cañón de
Caseros.
De regreso a su patria pasó por Tucumán y Santiago hasta que una larga carta del general Paz le
aconsejaba regresar a Buenos Aires, más prefirió dar un descanso a su alma de guerrero y en la ciudad
de Rosario estableció una agencia de comisiones que mantuvo hasta 1856, porque en ese año el gobierno
de la Confederación en reconocimiento a sus méritos le otorgó despachos de coronel de caballería. Luego
de Cepeda en 1859 se retiró a Tucumán con el propósito de vivir tranquilo, sus últimos años y así lo hizo
hasta que falleció el 28 de enero de 1868.
Sus restos descansan en el cementerio de aquella ciudad.
Ya había comenzado tiempo atrás a escribir su biografía en una obra “Recuerdos históricos sobre las
campañas del Ejército Auxiliar del Perú en la guerra de la Independencia, en esclarecimiento de las
“Memorias del brigadier general don José María Paz” que publicó en 1855, que contiene además un
hermoso panegírico del general Belgrano. Obra que fue reeditada en 1888.
Su nieto, el poeta Leopoldo Lugones le rindió homenaje con estos versos:
“Al coronel don Lorenzo Lugones/ que en el primer ejército de la Patria salió / cadete de quince años,
a libertar naciones / y después de haber hecho la guerra , la escribió / Y como buen soldado de aquella
heroica edad / falleció en la pobreza, pero con dignidad /
Bibliografía:
Yaben: “Biografías Argentinas”. Tomo III. Pág. 523 –527. El Coronel Lorenzo Lugones 1796 – 10 de
agosto 1896. Publicación autorizada por el Gobierno de la provincia de Santiago del Estero. Noticia
biográfica.
Escuela de Cadetes “Coronel Lorenzo Lugones”
Propuesta Académica Escuela