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La demanda de felicidad y la promesa analítica.

Saturday, August 19, 2023


12:41 PM

Se comienza el texto explicando que, en el análisis, el terapeuta debe pagar algo para conseguir
la cura.
Paga con sus palabras, sus interpretaciones. Paga con su persona, pues mediante la transferencia
es desposeído de ella. Además, debe pagar con su juicio, que es literalmente su análisis. Se
propone hablar de los dilemas éticos que surgen de la relación con el inconsciente que establecen
los analistas tal como la propuso Freud.
¿Cuál es el fin del análisis? ¿Es lo que se nos demanda? En este caso, la felicidad. Es complicado
definir la felicidad pues - en su época - devino en política No podrá haber satisfacción para
nadie fuera de la satisfacción de todos. Esto me parece especialmente relevante pues implica que
de cierta manera el concepto de felicidad se encuentra actualizado a la época en la que se postula.
¿Cómo definiríamos felicidad hoy en día?
El autor menciona la disciplina de la felicidad política - aristotélica, que está lejos de ser tan sólo
un justo medio, o un proceso ligado al principio de la evitación de todo exceso, sino que debe
permitir al hombre elegir aquello que razonablemente puede hacerlo realizarse en su bien propio.
En el análisis buscamos permitir al sujeto ubicarse en una posición tal que las cosas le vayan
bien, y que las tome del lado adecuado.
La sublimación hace alusión a una posibilidad feliz de satisfacción de la tendencia, aunque en su
noción esotérica en Freud sea transformar los deseos del hombre en bienes comerciables.
La otra formulación de la sublimación es la satisfacción de la tendencia en el cambio de su
objeto, sin represión.
El problema del cambio de objeto es el cambio en sí mismo, el deseo no es más que la
designación del discurso de la demanda.
Ejemplo de verbo. Hay de comer, en el deseo el sujeto pasa a segundo plano, ni siquiera hay
sujeto, podría haber de comer un libro.
El problema pasa a ser entonces qué es el deseo, que se plantea siempre desde una perspectiva de
condición absoluta. La demanda siempre demanda otra cosa, en toda satisfacción de la necesidad
exige otra cosa, que la satisfacción se extienda. En la satisfacción del deseo está inserto una
noción de final absoluta, de muerte.
Entonces queda claro que la vida, la configuración de la misma, tiene una relación con la muerte.
Pero el autor se va a enfocar en la segunda muerte, en aquella que se consigue incluso después de
que la primera ha sido lograda.
La propia relación con la muerte se puede conocer por la virtud del significante, y bajo su forma
más radical. En la medida que el sujeto articula una cadena significante, palpa que él puede faltar
en la cadena de lo que él es.
El autor propone volver tangible la función del significante en el acceso del sujeto a su relación
con la muerte, mediante la función de lo bello. Esta nos indica el lugar de la relación del hombre
con su propia muerte.
Para esto menciona una anécdota en la que se encontraba de visita - junto a su esposa - en una
casa victoriana en las afueras de Londres, con un clima radiante. La esposa le menciona que un
profesor antiguo se encontraba en la casa junto a ellos, a lo que el autor le pregunta cómo lo
sabe. La esposa responde: "vi sus zapatos" A lo que el autor responde con escepticismo, cómo
era posible identificar una individualidad mediante sólo unos zapatos universitarios dejados en la
entrada.
Este paso entre la universalidad propia de un par de zapatos abandonados, a lo absolutamente
particular de la persona del profesor, nos permite pensar en los viejos zapatos de Van Gogh, con
la que Heidegger nos introdujo la idea de belleza.
Estos zapatos abandonados son al mismo tiempo una presencia y una ausencia, el significante ni
siquiera es ya el significante de la marcha o de la fatiga. Solamente a partir de la aprehensión de
lo bello en la puntualidad de la transición de la vida a la muerta podemos intentar restituir lo
bello ideal.
El límite de las posibilidades de lo bello es la forma del cuerpo humano, es la envoltura de todos
los fantasmas posibles del deseo humano, las flores del deseo están contenidas en ese florero
cuyas paredes intentamos fijar. ¿Qué sienten cuando ven la figura del cuerpo humano?
¿Es acaso esa misma sombra, esa figura que el cuerpo representa, esa misma imagen la que
forma una barrera o la otra-cosa que está más allá?

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