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Copiar el trabajo de otra persona, robarse un proyecto y hacerlo pasar como propio.
Secretaría de Cultura envía una carta a la empresa española instándole a retribuir a “las
vestidos.
Herrera o la diseñadora francesa Isabel Marant ya han estado en el centro de la diana con
acusaciones de plagio y expolio cultural a las comunidades. Ahora el dedo señala a Zara, a
quien la Secretaría (Ministerio) de Cultura mexicano envió la semana pasada una carta con
motivo de un vestido de su última colección al estilo de los huipiles bordados a mano por las
públicamente “con qué fundamentos se privatiza una propiedad colectiva”, cuyo origen “está
identificado en diversas comunidades oaxaqueñas”, así como “los beneficios que serán
enviado esta semana cartas similares a las estadounidenses Anthropologie y Patowl, identifica
incluso el origen concreto del supuesto plagio: los patrones de la cultura mixteca del
municipio de San Juan Colorado, en el Estado occidental de Oaxaca, uno de los territorios
con mayor población indígena y una fuerte tradición artesana que, en muchas casos, se
cintura y su elaboración puede tardar más de un mes. En el caso del vestido de Zara
denunciado, México reclama que se usan espuriamente símbolos relacionados con el centro
del universo, agua o veredas, “símbolos que se han transmitido e generación en generación y
utilización de diseños de pueblos indígenas en colecciones de moda. Hace dos años, Cultura
también envió una carta parecida a Carolina Herrera. El motivo de la discordia fue en este
caso los diseños de una sarapes que, según México, plagiaban un bordado proveniente de la
comunidad de Tenango de Doria (Hidalgo). En 2015, una túnica y una blusa de la francesa
Isabel Marant generaron muchas críticas en las redes sociales. Los diseños de las prendas
bebían de los utilizados por mujeres mixes del poblado de Santa María Tlahuitoltepec, en la
miércoles en el Centre del Carme de Valencia la destrucción simbólica de casi 300 obras de
arte que le fueron plagiadas, una iniciativa con la que ha querido manifestar públicamente
en rojo, en un acto con el que pone punto final a un proceso judicial que se ha extendido
durante más de diez años y tras el cual ha podido sacar de la circulación 300 obras, que le han
colgaban de una clínica estética en Valencia e interpuso una denuncia por un delito contra la
propiedad intelectual, tras lo que se abrió una investigación que le ha llevado a localizar cerca
de 300 cuadros repartidos por las diferentes franquicias de esta clínica en toda España.
ante la duda razonable de que el dueño de las clínicas conociese la obra de Rosa Torres.
millonaria. Y es que en la actualidad, las lagunas legales en torno a este tema pueden