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Reflexiones sobre la democracia en la actualidad 40 años

después del retorno de la democracia.


Autora: Rocío Candela Talía González Quiroga.

Pensar la democracia en nuestro país , una democracia ininterrumpida que cumple 40


años, nos expone a una serie de interrogantes que nos interpelan, hoy más que nunca.
Escribo en un contexto electoral que nos coloca en un plano de incertidumbre respecto al
futuro del país, con voces que claman que cualquier cosa es mejor ante la galopante crisis
social que vivimos y otras que alertan sobre los embates que puede sufrir la democracia si
gana un candidato de ultraderecha.

Hoy, leía en una publicación en estado de WhatsApp que “peligroso y triste era que en
dos días nos aumentaran doblemente los precios” y yo, en respuesta, en mi red social
personal publicaba otra frase que rezaba:”!Que tu voto bronca no me quite tus derechos”.
Así, en esta disyuntiva en la que la crisis socioeconómica actual amenaza la vigencia de
los derechos adquiridos; retorna nuevamente la pregunta sobre qué implica la
democracia: ¿con ella se educa y se cómo también?

Habiendo planteado este interrogante sobre los alcances de la democracia; elijo traer a
colación un hecho posterior a 2013 que puso en jaque algunas de las banderas de la
democracia: la desaparición forzada de Santiago Maldonado, en 2017, en el marco de la
represión a una protesta indígena en Chubut. Tal hecho no se relaciona con la
observación expresada en los párrafos introductorios del presente escrito, que pone de
relieve las deudas de la democracia en torno a la realidad social; pero trae a colación otra
de las materias pendientes de la democracia: los derechos humanos y los derechos de los
pueblos originarios.

En el libro propuesto, el ejercicio n°16, pone en diálogo el reconocimiento de la


preexistencia de los pueblos originarios al Estado Nacional en la Reforma Constitucional
de 1994; con la restitución de los restos del Cacique Inakayal. Aquí propongo poner en
tensión esos logros de la democracia con los hechos ocurridos en Chubut en el año 2017.
Por un lado, se pone en evidencia la realidad que viven las comunidades originarias frente
al reclamo de sus derechos, teniendo en cuenta que no sólo debemos pensar en las
demandas respecto a las tierras ancestrales sino también en la situación de pobreza e
indigencia de muchas comunidades. Asimismo, también ha de destacarse la
discriminación y racismo instalado en la sociedad, la persecución y la estigmatización.

Entonces, para retrotraernos al año 2017, es fundamental pensar en cuál es la realidad


que siguen viviendo aún los pueblos originarios. Justamente el pasado 31 de julio, se
aprobó la extradición de Facundo Jones Huala, cuyo procesamiento había motivado
originalmente el corte de ruta realizado por los miembros de la Comunidad Cushamen, en
la que participó Santiago Maldonado. A este hecho, podemos sumarle otros: como la
detención de las machis de la Lof Lafken Winkul Mapu (en Villa Mascardi, Río Negro),
estando una de ellas con trabajo de parto y otra con un bebé lactante. En este caso
además, se produjeron los traslados de las detenidas desde Río Negro a Buenos Aires de
forma ilegal, no sabiéndose su paradero por tres días. Finalmente, por agregar otro caso
más de injusticia, ha de nombrarse el asesinato a Rafael Nahuel, el 25 de noviembre de
2017.

Creo fundamental que podamos reparar en la magnitud de estos hechos que contradicen
muchos preceptos básicos de nuestra democracia. En particular el caso de Santiago
Maldonado, resonó al haber permanecido desaparecido 77 días luego del operativo de
desaloje de un corte de ruta. Es decir que su desaparición y muerte se dieron en el
contexto de una “intervención estatal en cuyo desarrollo se hizo uso de herramientas
dotadas a los agentes estatales para la prevención y represión de los delitos” (Diario La
Nación. 6 de septiembre de 2019.)

Rápidamente el hecho removió los fantasmas de una de las prácticas del terrorismo de
Estado, la desaparición de personas, principalmente activistas, como Santiago. Mas
cuando miramos más de cerca, vemos que los derechos humanos vulnerados no fueron
ni son únicamente los de este joven, sino que advertimos cómo han asolado a miembros
del pueblo mapuche que continúa en su lucha.

Para cerrar creo que lo acontecido en agosto de 2017, puso de manifiesto que la lucha
por la memoria, la verdad y la justicia no está acabada, poniendo en tensión la estabilidad
de nuestro Estado de Derecho. Asimismo, advertimos los límites de una democracia
donde los derechos políticos, civiles y humanos de los pueblos originarios de nuestro
país, cuya preexistencia es reconocida en la Constitución Nacional; siguen sin respetars

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