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Ufología Ancestral

Selección de Javier E. Stagnaro

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Introducción
Desde el punto de vista iconográfico los Platos Voladores y los Marcianos
conforman una asociación que se ha instalado en la cultura popular de toda
la humanidad, de manera casi indisoluble.
Más allá de su existencia probada o discutida, lo cierto es que los mismos
han sido retratados a través de distintos medios de expresión en un amplio
abanico que cubre desde el relato novelesco a la noticia periodística,
pasando por el humor gráfico, el cine, la series de TV, las historietas, las
figuritas, los dibujos animados (cartoons), la publicidad y un profuso
merchandising u objetos coleccionables que adornan vidrieras comerciales
o vitrinas de museos particulares.
“Inspirado” en la obra de Eric Nesheim y Leif Nesheim: “SaucerAttack!”,
en la gráfica del diario Crónica y en la obra de Ray Bradbury, he compilado
este trabajo bajo el título de “Crónica Marciana: Platos Voladores y
Marcianos en la Cultura Popular y su repercusión en la Argentina”.

Los analistas del fenómeno OVNI han hecho hincapié en las descripciones
de ciertos textos sagrados de la antigüedad, como en crónicas de
historiadores griegos y romanos o en los textos sumerios, egipcios, chinos o
hindúes- por nombrar algunos- de portentos o fenómenos aéreos inusuales
cuyos formatos corresponden a discos o escudos volantes (“clipei
ardentes”, decían los romanos del Imperio) y a seres que son descriptos
como dioses o extranjeros de ignota procedencia.

Los Platos Voladores y Ovnis a través de la Historia según lo interpretó para un poster
la Revista “2001-Periodismo de Anticipación”, Nº28 (Nov. de 1970) y por Hugo
D’Adderio para la Revista “Cuarta Dimensión” de O. N. I. F. E. en 1974.

En algunas obras renacentistas como “La Madonna e San Giovannino” (La


Virgen María y San Juan niño) atribuida por algunos al pintor Filippo Lippi
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(1406-1469) -quien trabajó con el Maestro Masaccio-según otros a
Doménico Ghirlandaio (1449-1494) contemporáneo de Leonardo Da Vinci,
la cual se halla en la sala del Palacio Vecchio de Florencia, se puede
observar a un hombre junto a su perro que miran en el cielo un objeto
redondo y fulgurante.

En una ampliación de la misma podemos ver con más detalle la escena.


Un mural del año 1350 donde se presenta la crucifixión de Cristo, pintado
dentro del Monasterio de Dechani en Yugoslavia, los ángeles y los
apóstoles observan con temor unos extraños objetos semejantes a naves
espaciales del siglo XX -en los inicios de la exploración del espacio
circundante a la Tierra- que no se corresponden con ninguna tecnología de
aquella época o simbolismo religioso conocido.

Mural de la Crucifixión de Cristo en el Monasterio de Dechani, donde a la derecha del


mismo se observa un objeto que nos recuerda a una nave espacial al estilo del satélite de
la U. R. S. S. “Sputnik” lanzado en 1957 seguido de otro, similar a un cometa pero
ambos tripulados, ubicado a la izquierda de la obra de arte religioso.

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Detalle de los objetos voladores retratados en el mural de Dechani. Aunque el objeto (aquí a la
derecha) lleva en su diseño una medialuna –tal vez representando al satélite natural de la
Tierra- y el otro (aquí a la izquierda) con sus rayos representara al Sol, lo que sorprende es que
ambos están tripulados.

A la izq. el cuadro del artista flamenco Aert de Gelder (1710) que ilustra el bautismo de Cristo,
donde se observa un objeto circular que desde arriba proyecta haces de luz hacia el Mesías y los
participantes del ritual, ajeno a la iconografía clásica para representar el Espíritu Santo. A la
derecha detalle del objeto y tripulante que parece observar al que viene detrás mientras su mano
derecha acciona o se apoya en algún tipo de comando (mural del monasterio de Dechani en
Yugoeslavia de 1350 D. C.).

La literatura fantástica o de ficción no dejó de lado esta posibilidad y


utilizó éste género para proponer conceptos filosóficos o esotéricos donde
hacía participar a alienígenas que habitaban primero en nuestro satélite
natural: La Luna, y luego en otros planetas de nuestros sistema solar.
Sin embargo la mayor producción literaria en el género de la ficción estuvo
dedicada a relatos donde los extraterrestres tenían su origen en el planeta
Marte. De tal suerte el término Marciano vino a convertirse en sinónimo de
habitante real o ficticio procedente del espacio exterior y sus naves fueron
evolucionando desde los tímidos cohetes a los sofisticados Platos
Voladores que hasta el presente suelen utilizarse también en los Films
basados en esas obras.

Selenitas representados en 1918 en la revista francesa “La Baionnette” (la Bayoneta) y


escena del film: “Los Primeros Hombres en la Luna” dirigida por Jack Leigh en 1919,
basada en la novela del mismo nombre de Herbert George Wells publicada en 1901.

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Grabado aparecido en un periódico neoyorquino en el siglo XIX que afirmaba que era
una escena de los habitantes de la Luna observada a través del telescopio del famoso
astrónomo Herschel; al centro, diseño de un Selenita (mezcla de pollo y langosta) para
el film de George Méliès (1902), a su lado, publicidad de modelos de “Selenitas” en
material plástico de la firma Trovador en revista “Billiken” de Buenos Aires (Oct. de
1961).
Aproximadamente en 1896 o 1897 se edita en francés una obra de ficción
titulada: “Un Mundo Desconocido. Dos Años en la Luna” escrita bajo el
misterioso seudónimo de Pierre de Sélènes (que significa Piedra de las
Lunas), profusamente ilustrado por el dibujante francés Gerlier-sin
embargo también aparece la firma mas tenue de un tal Ruekert S.C.-,
traducida al castellano en 1898 y publicada por la editorial española:
Montaner y Simón, Editores, calle de Aragón, Nums.309 y 311de
Barcelona, sin ninguna referencia al original, ni de su autor. En una nota
publicada en un periódico de Buenos Aires (Clarín o Nación) en la década
del 80 por Edgardo Goyechea y posteriormente por Francisco Mañez (autor
de libros sobre los platos voladores terrestres) en la Revista española
“Nueva Dimensión-Karma 7”número 278 de Enero de 1996, sugieren que
bajo el seudónimo de Pierre de Sélènes podrían esconderse el propio Julio
Verne, autor de las obras “De Tierra a la Luna” y “Alrededor de la Luna”-
ya que en la obra se utilizan elementos de las mismas o bien, del célebre
astrónomo francés Camille Flammarión (1842-1925)- autor de varias
obras, como “La Atmósfera”, “Urania”, “Viaje Pintoresco por el Cielo”,
“Las Maravillas Celestes”, “El Planeta Marte y sus Condiciones de
Habitabilidad” (1878), etc.-, contemporáneo de Verne, ya que algunos
dibujos suyos fueron incluidos entre sus páginas, además de hacer gala de
una gran profusión de observaciones técnicas y datos científicos de ese
período temporal”.

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Portada de la obra de Pierre de Sélènes, primera página editorial y dibujo de los
accidentes de la superficie lunar, posiblemente realizado por Camille Flammarión.

Retrato de Camille Flamarión (con un asombroso parecido físico con Julio Verne) y
algunas de sus obras reeditadas: “Las Maravillas Celestes”, Ed. Maucci, Barcelona,
“Urania” Ed. Buchieri, Bs. As. 1945 y “Viaje Pintoresco por el Cielo” Ed. Humanitas,
Barcelona, 1990.

En la primera obra de Verne mencionada, en 1865, los personajes de


Barbicane, Ardan y Nicholl, serán los primeros astronautas que pisarán el
suelo lunar, emulados 100 años después, en el viaje del cohete Saturno 5
del proyecto denominado “Apolo 11”- del 20 de Julio 1969-, por los
viajeros espaciales Armstrong, Aldrin y Collins enviados por la NASA
(Administración Nacional del Espacio) de los EE.UU.
En “Un Mundo Desconocido, Dos años en la Luna”, la aventura es
protagonizada por los franceses Marcelo y Santiago y el inglés Lord
Douglas Rodilan. “El primero, Marcelo, había encontrado, durante su
trabajo de ingeniero en las Montañas Rocosas, un proyectil con un mensaje
que parecía proceder de la Luna”- nos cuenta Mañez-, curiosamente los
astronautas del “Apolo 11” harían algo similar pero a la inversa.

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A la izquierda diseño presentado en la obra “Un Mundo Desconocido, Dos años en la
Luna” de 1898, donde los Selenitas muestran su ubicación en el espacio cercano a la
Tierra. A la derecha: Placa “conmemorativa” rectangular, fijada en uno de los pies del
módulo lunar Columbia, donde lleva grabado el siguiente texto: “Aquí, hombres del
planeta Tierra han puesto por primera vez el pie en la Luna. Julio de 1969.D.C.Hemos
venido en son de Paz en nombre de toda la Humanidad”. Siguen las firmas de Neil A.
Armstrong, astronauta, Michael Collins, astronauta, Edwin E. Aldrin Jr., astronauta,
Richard Nixon, presidente de los EE.UU.

Sin embargo, otra placa enviada al espacio con la sonda Pioneer X (Pionero
10) el 3 de marzo de 1972, por los técnicos de la NASA (ideada por Carl
Sagan –Director del Laboratorio de Estudios Planetarios de la Universidad
de Cornell- y por el Prof. Frank Drake- Director del Centro Nacional de
Astronomía) , contenía un mensaje para ser interceptado por alguna
inteligencia alienígena, donde se mostraba como eran los seres humanos de
ambos sexos y la ubicación del planeta Tierra dentro del sistema Solar y la
distancia que media entre el Sol y el centro de la Galaxia de origen. ¿Se
habrán inspirado en la obra de Pierre de Sélènes?

La sonda Pioneer X y la placa enviada, mostrando la ubicación de los habitantes del


Planeta Tierra dentro del Sistema Solar, similar a la presentada por Pierre de Sélènes en
su obra.

“Utilizando los mismos medios descritos por Julio Verne, que facilitaron el
primer intento de llegar a nuestro satélite, y la misma nave-en la que se han
realizado algunas mejoras-, nuestros tres aventureros logran por fin
alunizar, pero lo hacen en un hondo abismo donde están a punto de perecer,
hasta que son rescatados por los selenitas y conducidos a una hermosa

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ciudad subterránea rodeada de montañas, valles y lagos iluminados gracias
a una luz eléctrica proporcionada por la propia naturaleza. Por primera vez
se ha producido un contacto entre habitantes de la Tierra y seres de otro
mundo”.

Los hombres de la Luna recuerdan a los filósofos de la antigua Grecia. La belleza y


sensibilidad de las selenitas recuerda a las tradicionales hadas y ninfas. Una tecnología
basada en la electricidad ha permitido construir un aerodinámico tren que recorre el
subterráneo mundo lunar circulando sobre un solo riel (derecha).

Gracias a ultraligeros aparatos de vuelo (Izq.), los selenitas se desplazan por el aire. La
televisión por cable (derecha) permite que ambas personas se vean mientras hablan.

Los adelantos tecnológicos presentados en la obra del misterioso Pierre de


Sélènes o bien de Julio Verne, nos muestra una intuición que nos asombra,
a la vez que nos guía por un lugar habitado por sabios, donde “todo era
sencillo, todo noble, todo grande”. Acaso el tiempo le esté dando la razón –
comenta Mañez -y en verdad haya que viajar a la Luna, o más lejos para
encontrarlo”.
Con el correr de los siglos y el avance de la ciencia astronómica, la
posibilidad de vida extraterrestre se aleja cada vez más, siendo
considerados actualmente los llamados planetas extrasolares ubicados a

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millones de años luz de distancia de la Tierra, como los mejores candidatos
para albergarla. Sin embargo “los marcianos”, aún no descubiertos por las
sondas enviadas por las agencias espaciales de nuestro planeta, son los que
han invadido el inconsciente colectivo de los terráqueos desplazando a
Selenitas, Venusinos, o a Ganimedeanos del satélite Jupiteriano.

Retrato de H. G. Wells, portada del Magazine de Hugo Gernsback (1929) y de la


novela: “La Guerra de los Mundos” (The War of the Worlds”), edición de los 70.

Portadas de la novela de Wells: “la Guerra de los Mundos” que van de 1960 al 2000
donde se han incorporado Platos Voladores que no aparecen en la versión original de
1898.

Sin duda quien más ha influenciado en esta corriente de pensamiento fue el


escritor inglés Herbert George Wells con su obra: “La Guerra de los
Mundos” (The War of the Worlds) de 1898, donde se alertaba sobre los
peligros a los que se enfrentaría la humanidad ante una invasión de
horripilantes y hostiles marcianos.
A esto se sumaron las teorías del astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli
(1835-1910) quien propuso la idea de los canales marcianos- diseños
lineales captados con su telescopio- que sugerían la posibilidad de la
existencia de ríos o vías de comunicación.

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Giovanni Schiaparelli y su trazado de los canales Marcianos a su lado el astrónomo
norteamericano Percival Lowell.

A su vez, el astrónomo norteamericano Percival Lowell (1855-1916)


continuador de las ideas del anterior construyó el telescopio en Flagstaff
(Arizona) que lleva su nombre, dedicado exclusivamente a estudiar las
orbitas marcianas, induciendo en la opinión pública la creencia de un Marte
habitado o bien, donde pudo florecer la vida en algún momento de su
historia.
Tanto Guillermo Marconi (1874-1937) como Nikola Tesla (1856-1943)
han pasado a la historia, no sólo por la gran cantidad de inventos y
descubrimientos que brindaron a la humanidad, sino porque ambos
desarrollaron lo que conocemos como aparatos de radiodifusión,
disputándose luego su invención, con los cuales creyeron captar señales
procedentes del espacio, particularmente desde el planeta Marte; si bien
Marconi, lo manejó con cierta discreción, con Tesla, la prensa americana se
ensañó ridiculizándolo, de tal suerte que de nada sirvieron sus maravillosos
logros, teniendo que refugiarse en Europa donde siguió con sus estudios.

Retratos de Guillermo Marconi y del sabio Nikola Tesla.

Según se cree, Marconi que no había olvidado esas extrañas señales que
escuchó en 1919, retomó la investigación de su procedencia en 1930,
fletando un gran barco llamado Electra, que se convirtió en el mayor
laboratorio flotante que jamás haya existido con el cual se dirigió a las
costas de Australia. Allí, no solo utilizó ondas de Radio con las cuales
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Intentaba superar la ionosfera terrestre, sino además la utilización de
potentes focos de luz con los que pretendía enviar señales a quienes
pudieran observar la Tierra desde el espacio. Dado el velo de misterio que
rodeó a su persona en sus últimos años, no sabemos si realmente logró
comunicarse o no con los “Marcianos” u otros seres de lo que
aparentemente Marconi no dudaba que existieran.
Otro hecho que reavivaría la polémica fue el ocurrido la noche de
Halloween del 30 de octubre de 1938, cuando salió al aire el programa
radial: “Orson Wells and the Mercury Theatre on the Air” (Orson Wells y
el Teatro Mercurio en el Aire), donde presentó la dramatización de la obra
de H. G. Wells: “La Guerra de los Mundos” antes comentada. La misma,
tomó por sorpresa a la audiencia de Nueva Jersey que creyó realmente en
una invasión de marcianos hostiles, provocando una histeria colectiva que
afectó a más de un millón de personas con consecuencias de antología.

Orson Wells interpretando La Guerra de los Mundos en su programa radial,


y la grabación en vinilo del teatro leído la trágica noche de Halloween.

Portadas de discos de vinilo con la grabación del programa radial y la versión musical
de Jeff Wayne de La Guerra de los Mundos con la voz del actor Richard Burton.

De acuerdo a algunas versiones en 1971 la sonda espacial norteamericana


Mariner 9 sacó una serie de fotografías del suelo marciano donde se
apreciaban unas estructuras de forma piramidal y algo que parecía un rostro
gigantesco que miraba hacia arriba, de tal modo que el astrónomo

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estadounidense Carl Sagan las incorporó a su libro “Cosmos” con el
comentario que dada su aparente artificialidad deberían ser estudiadas
detenidamente. Sin embargo otras fuentes opinan que recién en 1976 la
sonda espacial norteamericana Viking 1 que también llegó a Marte, fue la
que sacó en una nueva serie de fotografías de la región de Sidonia, aquella
que hizo el descubrimiento de la supuesta escultura marciana e indujo a
pensar a algunos analistas de la NASA en la similitud de las pirámides y la
esfinge del valle de Gizeh en Egipto con las estructuras que se observan en
el vecino planeta. Recién en 1998, la sonda Mars Global Surveyor, también
enviada por U. S. A. que volvió a pasar por dicha región del planeta Rojo
pudo fotografiar con mayor nitidez lo que resultó ser una curiosa formación
rocosa-en realidad una montaña- que descartaba que se tratara de una
escultura realizada por los marcianos.

El astrónomo Carl Sagan junto a la sonda de U. S. A. Viking 1, a su lado la sonda en


suelo Marciano.

Primeras imágenes en color del planeta rojo de la sonda Viking 1y a su lado la primera
fotografía de los accidentes de Marte que semejan un rostro humano.

La montaña que semeja un rostro y estructuras piramidales en suelo Marciano.

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Imágenes de la montaña designada en un principio como la cara de Marte, que en
sucesivas fotografías retocadas por programas de computación y mostradas por la
NASA se fue desdibujando (Mars Global Surveyor). De hecho, un lector de la revista
española Más Allá… (Nº152 del 10/2001), el Sr. Antonio Tejada de “A Coruña”,
detectó lo que considera lo más antinatural de dicha foto, y es “el ángulo recto” que se
observa en la parte superior de “la cara”, supuestamente una montaña desgastada por la
erosión a lo largo de siglos o milenios.

Aun así el resto de las estructuras allí descubiertas sigue generando


polémicas sobre su origen y el descubrimiento en la Antártida en 1996, de
un meteorito marciano de dos kilos de peso (el ALH 84001) que según los
biólogos de la NASA, presentaría evidencias de microorganismos
procedentes de dicho planeta con una antigüedad de 4.500 millones de
años, colocó en el tapete nuevamente la creencia de que Marte albergó
algún tipo de vida extraterrestre, al menos en su pasado.

Meteorito ALH 84001 procedente de Marte, hallado en la Antártida.

La desaparición o el fallo de algunas sondas, tanto rusas como


norteamericanas enviadas posteriormente, las extrañas imágenes captadas
de objetos que orbitan Marte, las peculiaridades de sus satélites (Fobos y
Deimos) que hacen pensar que son huecos y artificiales, el descubrimiento
de Agua -tanto en Marte como en nuestra Luna- en sus casquetes polares,
siguen aumentando las especulaciones y la mitología de la existencia de

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unos “marcianos de color verde” que sin embargo provienen de un planeta
que se nos presenta teñido de color “Rojo”

Fotografía de una extraña sombra en cercanías del satélite marciano Fobos, captada por
la sonda espacial rusa Fobos 2 en 1989 que sugería la presencia de un objeto discoidal o
en forma de habano conocido en la jerga ufológica como nave madre o nodriza, a su
lado imagen de Fobos.

En 2003 llegó a Marte la sonda Mars Express, enviada por la ESA (La
Agencia Espacial Europea), la cual encontró agua congelada en el Polo Sur
y registró vapor de agua en la atmósfera marciana.

Artículos periodísticos de los diarios Clarín y Nación de Bs. As. de 2003 y 2004.
A la der.: Publicidad del documental de National Geographic Channel de 2004.

En 2004, llegaron las sondas-robot norteamericanas: Spirit y Oppportunity,


las que a lo largo de su exploración detectaron huellas de agua en diversas
rocas e incluso en regiones donde pudo haber lagos y mares con agua
salada donde en el pasado podrían haber albergado formas de vida. La
sondas recorrieron Marte durante cinco años, una proeza que sorprendió a
los ingenieros de la NASA que no preveían que tales ingenios pudieran
funcionar tanto tiempo, incluidos los percances sufridos por las tormentas
de arena y polvo a que fueron sometidas durante la misión, donde se
tapaban los paneles solares que proveían de energía a los vehículos
terrestres. Sin embargo, pese a las evidencias registradas, la respuesta a si
Marte tuvo o tiene vida orgánica en la superficie o en su interior debía
esperar algún tiempo más.

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El primero en escalar una montaña en el planeta rojo no fue un ser humano sino un
robot.

Artículos periodísticos de los diarios La Razón y Clarín de Bs. As. de 2004.

Tal vez la misma nos la pueda dar la sonda-robot Mars Science Laboratory
(MSL) o Curiosity, lanzada el 26 de noviembre de 2011 por la NASA, la
cual amartizó el 6 de agosto de 2012, y en este momento - a cinco años de
su llegada-está fotografiando Marte desde su superficie, con una resolución
nunca antes vista y analizando sus capas geológicas con el instrumental de
última tecnología con que cuenta.
Un grupo de científicos de la NASA y distintas Universidades y
Laboratorios de U.S.A., el 28 de Septiembre de 2015, publicaron en la
Revista Nature Geocience-Letters, el artículo fruto de sus investigaciones
y análisis de las muestras recogidas por el MSL con el siguiente título:
“Spectarl Evidence for Hydrated Salts recurring slope lineae on Mars”
(algo así como: Evidencia espectral de huellas de corrientes lineales de
agua salada en suelo marciano), firmado por: Lujendra Ojha, Mary Beth
Wilhelm, Scott L. Murchie, Alfred S. Mc Even, James J. Wray, Jennifer
Harley, Marion Masse y Matt Chojnaeki.
La noticia de la evidencia de huellas de agua salada en suelo marciano,
plantea un sinfín de interrogantes, sin embargo no es indicio de vida como
la conocemos en la Tierra, pero si la posibilidad de lograr una
supervivencia humana en el planeta rojo o bien de desarrollar sistemas de
vida. Ya hay proyectos de enviar misiones espaciales a Marte, que por el
momento sólo lo harían en condiciones de colonos que no tienen asegurado
su regreso, lo cual convierte al viaje en uno de ida, hasta que desarrollen la

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posibilidad de generar combustible a partir del hidrógeno líquido (agua)
para regresar. Estas especulaciones ya fueron pensadas o imaginadas por el
genio de Ray Bradbury en su célebre novela: “Crónicas Marcianas”.

Sonda-robot norteamericana MSL o Curiosity analizando suelo Marciano (2012).

Autores como el Astrónomo francés Camille Flamarión (1842-1925),


fundador de la prestigiosa Sociedad Astronómica de Francia en 1887,
publicó una gran cantidad de trabajos entre los que se encontraban
“Historia del Cielo”, “Las Maravillas Celestes” y “El Planeta Marte y sus
condiciones de habitabilidad” (1878), siendo de los cuerpos celestes de
nuestro sistema solar el que más interés despertó en su persona.
Ya entrado el siglo XX, varios autores y científicos abocados al estudio de
la Astronomía y la Cohetería Espacial como el Profesor Hermann Oberth-
mentor de Werhner Von Braun (creador del Cohete V-2, primer misil
intercontinental en 1941 y del Saturno V, primer cohete de varias etapas
que puso al Hombre en La Luna, 1969), quien había leído con pasión a
Julio Verne en su juventud, y luego los trabajos de Robert H. Goddard
(U.S.A., 1911) y de Konstantín Tsiolkovsky (U.R.S.S., 1903), no sólo
como sus colegas se interesaba en la Física y la Ingeniería, sino que
también meditaba en conceptos filosóficos y en la posibilidad de
desarrollar vehículos espaciales para explorar otros cuerpos celestes y
tomar contacto con posibles habitantes, entre los cuales figuraban los
imaginarios “Marcianos” o “Uranidas”.
Entre tantas obras publicadas sobre estas posibilidades, a modo de ejemplo
podemos mencionar un trabajo publicado en 1962 por la Enciclopedia
Popular Ilustrada (serie P 11), Ediciones G. P.- Barcelona, España,
titulado: “¿Hay Habitantes en Marte?” de Allen Webster, con ilustraciones
de García Garante (esta colección de libros de bolsillo, también había
publicado un trabajo de Antonio Ribera con el seudónimo de Anthony
Simmons bajo el título: “Los Platillos Volantes”).

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Algo similar, fue editado por la Editorial Ráduga (Moscú, URSS, 1976 y
traducida al español por S. Fermín con ilustraciones de V. Korolkov en
1986, bajo el singular título de: “¡Déjense ver, Marcianos!” de Pävel
Klushántsev. Esta obra incluía comentarios sobre las obras de H. G. Wells
(La Guerra de los Mundos) y de Alexis Tolstói (Aelita, escrita después de
la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917, y de la cual se hizo una
versión fílmica en 1924) donde se relata la aventura de dos habitantes de
Petrogrado (Leningrado), el Ing. Loss y su ayudante –un soldado de la
reserva-de apellido Gúsev, quienes construyen un cohete que los llevará a
Marte donde conocerán a la hija de Tuskub, el Zar del “Planeta Rojo”
llamada “Aelita” , quien se enamorará de Loss.
Además de los trabajos de Tsiolkovsky, los desarrollos aeronáuticos y
espaciales que pusieron al primer hombre en el Espacio (el astronauta Yuri
Gagarín) y el primer satélite artificial “Sputnik” (1957), así como las
sondas espaciales enviadas a Marte en la década del 60 , tanto rusas como
americanas, la obra incluye las teorías del profesor de la Academia de
Ciencias de la URSS y autor de libros de Ciencia-Ficción Alexander
Kazántsev quien sentó las bases de la llamada “Astroarqueología”
popularizada por Pauwells y Bergier (El Retorno de los Brujos) y luego por
Erich von Däniken (Recuerdos del Futuro), donde se planteaba si existían
en la Tierra evidencias de la visitas de “Dioses-Astronautas” en la
antigüedad.

Portadas de las obras de Allen Webster y Pävel Klushántsev

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Portadas de la obra de Johannes von Buttlar y magazines norteamericanos como The
Economist, Monográfico de la revista española Más Allá… de 2002, Time y
Newsweek, donde se preguntan si tras el encuentro del meteorito Allan Hills
84001(HA-84001) encontrado en la Antártida en 1984 por Roberta Score es posible que
haya microorganismos en Marte que pudieran haber llegado a la Tierra en el pasado
remoto.

Así como algunos autores se plantean si en Marte pudo o puede existir


vida, también otros, han desarrollado teorías conspiracionistas sobre lo que
la NASA oculta a la humanidad en cuanto a sus descubrimientos, tanto
como sobre su accionar en nuestro satélite. Las obras de Don Wilson (La
Luna una Misteriosa Nave espacial), George H. Leonard (Alguien más está
en La Luna) o la de William Brian II “Moongate” (el escándalo Lunar),
plantean la posibilidad de una Luna Hueca o bien un satélite más artificial
que natural de la Tierra, la posible existencia de construcciones alienígenas
en la Luna o el fraude de la conquista Lunar a través del análisis de las
fotos presentadas por la Nasa de las misiones Apolo, ya que las mismas
presentan incongruencias técnicas, solo detectadas por especialistas.

Portadas de las obras de Wilson, Leonard y Brian II sobre los enigmas lunares.

Otro tanto se ha dicho sobre las fotografías del planeta Marte enviadas por
las últimas sondas, como las del Rover Curiosity en las que algunos creen
ver un cielo más celeste-tal vez con una atmósfera más aceptable a la vida
terrestre –y un terreno menos rojizo como el presentado por la NASA en
las anteriores misiones.
El 19 de Octubre de 2016, llegó a Marte la misión “Exo Mars 2016”,
enviada por la Agencia Espacial Europea (ESA), cuyo módulo denominado
Schiaparelli-en homenaje al astrónomo italiano-, tocó suelo marciano, pero

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no logró emitir señales, posiblemente por un fallo mecánico, del que sólo
se evalúan algunas especulaciones, que van desde un accidente generado
en el sistema de aterrizaje (Amartizaje), a un problema técnico en el equipo
de transmisión. Al margen de los detalles que se puedan averiguar al
respecto, Marte sigue poniendo obstáculos a las sondas humanas que
intenta saber si hay o hubo posibilidades de vida en el planeta rojo.
Es decir, que con todo lo que se imaginó en un pasado -si se quiere más
ingenuo- sumado a concepciones de carácter filosófico del lugar que ocupa
el hombre en el Cosmos, y la posibilidad de planetas habitados tanto dentro
como fuera del sistema solar-ahora contemplados por la ciencia sólo en los
llamados extrasolares- que dicho sea de paso, superan los cientos y quizá
miles -por no hablar de millones-dentro de nuestra galaxia que podrían
albergar vida o estar en condiciones de tenerla- la idea de unos habitantes
extraterrestres que por cuestiones de proximidad fueron denominados
“Marcianos” y la posibilidad de un desarrollo tecnológico superior a la
ingeniería terrestre en cuanto a naves que pudieran surcar el espacio sideral
y que vulgarmente se denominó como “Plato Volador”, fue ganando la
imaginación de las generaciones humanas y se fue plasmando en una
multiplicidad de manifestaciones literarias y artísticas de diversa índole.
Esto constituye en lo que se ha dado en llamar “La Cultura Popular”, por lo
tanto , la idea del presente trabajo es considerar todo aquello que el hombre
a creado y producido alrededor de estos conceptos y los resultados
alcanzados en el campo de lo empírico que pudieran sustentar la existencia
de los mismos.
Sin embargo, estas últimas conclusiones las dejamos para que el lector las
pueda elaborar a su criterio; como el título de la obra lo sugiere “Los Platos
Voladores y los Marcianos” están íntimamente arraigados en la cultura de
la humanidad más allá de toda discusión sobre su real incidencia. Por lo
tanto, ya sea para divertirnos o reflexionar, aquí presentamos una buena
dosis de toda data útil o inútil que vio la luz a lo largo de los siglos y que
hasta hoy nos hace pensar si estamos solos o no, en el Universo.

En cuanto a naves discoidales correspondientes a una civilización


extrahumana, encontramos una descripción de sorprendente similitud con
un Plato Volador en la obra del abad irlandés Jonathan Swift conocida
como: “Los Viajes de Gulliver” (1726) donde el personaje avista una Isla
flotante de formato circular que sus habitantes llaman Laputa (luego
suavizada por los editores como Liliput), quienes por medio de sus
telescopios han logrado descubrir que Marte posee dos satélites, 150 años
antes que el astrónomo Asaph Hall (1877) lo hiciera realmente. Debido a
este hecho que lo perturbó, el científico los registró como: Fobos (Miedo)
y Deimos (Terror) generando muchos interrogantes en torno a esta
curiosidad científica.
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Diseño de la isla circular descripta en la obra: “Los Viajes de Gulliver” del abate
Jonathan Swift, a quien vemos a su lado. A la der. , diseño “La Isla Volante” de
Granville, 1838, para Ed. Furne, París.

En 1896, el escritor francés Jules Verne publica “Robur el Conquistador”


donde hace mención de una nave denominada “Albatros” que tiene la
facilidad de moverse tanto en tierra, aire o en el agua que precede a los
dirigibles de Von Zeppelin (1900) y a los aeroplanos de los hermanos
Wilbur y Orville Wright, (1903), es decir que presenta la prestaciones que
por ahora solo son atribuidas a los platos voladores u ovnis.
En 1904 Verne retoma el tema con la obra “El Amo del Mundo” donde la
nave se llama “Espanto”, tal vez inspirado en una extraña oleada de
avistamientos de enigmáticos artefactos voladores registrados por los
cronistas europeos y estadounidenses entre 1896 y 1897 que asolaron
dichas regiones, generando el pánico entre los parroquianos, algunos años
antes que los mismos se presentaran oficialmente al mundo por parte de sus
intrépidos inventores.

Retrato del escritor francés Jules Verne y dos de sus obras: “De la Tierra a la Luna” con
un cohete de varias etapas en su portada y en la de “Robur el Conquistador” se ha
ilustrado la nave Albatros como un platillo volante.

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Portadas de las obras: “Robur el Conquistador” y el “Dueño del Mundo”, a su lado
afiche del film: “El Amo del Mundo” con el actor Vincent Price, donde se observan
diseños de aeronaves más acordes a las concepciones aeronáuticas a la época en que se
concibieron las mismas.

De acuerdo con el ensayista y crítico literario argentino Pablo Cappana,


autor de: “El Sentido de la Ciencia- Ficción” (Ed. Columba, Bs. As., 1966),
podemos encontrar la descripción de un platillo volante en la obra: “La
Roue Fulgurante” (La Rueda Resplandeciente-1906) del escritor francés
Jean de la Hire, quien en 1912 publicará además : “Le Mystère des XV” (El
Misterio del siglo XV) como una continuación de “La Guerra de los
Mundos” de H. G. Wells.

Portada de la obra de Pablo Capanna (Ed. Columba, Bs. As. 1966) y retrato al natural
por el dibujante y editor Claudio Columba, del ensayista de Ciencia Ficción.

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Portadas de las obras de Jean de la Hire (La Roue Fulgurante, France, 1906) y edición
donde se utiliza el término “Soucoupe Volante” (Plato Volador), a su lado “Le Mystére
des XV” (El Misterio del Siglo XV, France, 1912).

También en Francia hacia 1908 se publica la obra de Piérre Giffard


conocida como “La Guerra Infernal” con ilustraciones del visionario
Albert Robida (1848-1926), donde la aeronave denominada “La Tortue
Noir”(La Tortuga Negra) que también semeja el capacete de un hongo, nos
recuerda sorprendentemente a las polémicas fotografías presentadas por el
“contactado” norteamericano George Adamski, quien en 1952 decía que
había registrado las evoluciones de un plato volador y hablado con su
tripulante , un Comandante “Venusino”-alto, rubio, de ojos claros
almendrados y aspecto andrógino- a quien bautizó Orthon (se pronuncia
Orson), en proximidades del observatorio astronómico de Monte Palomar
en el desierto de California.

Retrato del dibujante y escritor Albert Robida, y diseños de algunas de las naves (1908)
realizadas por el artista (aunque revolucionarias para la época, ya que son aéreas, están
basadas en barcos y canoas a remos), sin embargo otras (similares en algunos casos a
los dirigibles), tienen cierto parecido incluso, al Plato Volador del polémico George
Adamski.

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Fanzine o folletín #1 de “La Guerra Infernal”, (Cap. El Corsario Negro), con guión de
O. Giffard e ilustraciones de A. Robida, donde vemos diversos objetos voladores con
forma de hongos o Platillos Volantes. Al centro: “Flying Saucer Have Landed” (Los
Platos Voladores han aterrizado o Aterrizaje de los Platos Voladores) de Desmond
Leslie & George Adamski, 1ªEd. Werner Laurie Limited. 1953, donde aparece la
imagen del Scout-Ship o Plato Volador “Venusino” ilustrado a su lado por Valentine.

Ilustraciones de Albert Robida para “La Guerra Infernal” de 1908 donde se aprecia el
Plato Volador (La Tortuga Negra) en vuelo sobre París , junto a otra nave en forma de
cigarro o Zeppelín, y el mismo objeto aterrizado donde bajan sus tripulantes, mientras
son observados por dos oficiales.

Ilustraciones reproducidas en la obra de Bertrand Méheust: “Science-fiction et


Soucoupes Volantes” (Ciencia Ficción y Platos Voladores), Mercure de France, 1978.
A la Izq.: Ilustración de Albert Robida para el folletín #2 de “La Guerra Infernal”
(capítulo: “Las Armadas del Aire), de P. Giffard, 1908.Al centro: Ilustración de José
Moselli, “La Fin d`Illa” en Science et Voyages, 1925, donde se aprecian objetos con
formas de platillos voladores lanzando haces de luz, mientras dos individuos se ocultan
en un sembradío de cereales. A la der.: “Aventuras Fantásticas de un Joven Parisino” de
Arnould Gallopin, Talandier, Paris, 1909, donde una nave antigravitacional asola un
poblado asiático.

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En 1912, Edgar Rice Burroughs (autor de “Tarzán, Rey de los Monos”),
publica por entregas en la Revista “All Stories”: la saga de “Una Princesa
de Marte” y John Carter de Marte” repleto de monstruos y diversas razas
alienígenas, acaparando la atención del público lector.
A partir de 1926 en Estados Unidos de Norteamérica comienzan a circular
los primeros fanzines o pulp-fiction (revistas o boletines, cuyo papel,
fabricado con la pasta o pulpa de la madera, abarataba los costos, costando
entre 10 y 50 cents. de dólar cada ejemplar, de acuerdo al año de edición)
que Hugo Gernsback presentaba como relatos de “Cientifiction”, luego
Science-Fiction y que conoceremos en castellano como Ciencia-Ficción.
Allí en las portadas de las mismas que llevan por títulos como: “Amazing
Stories” (Historias Sorprendentes), “Wonder Stories” (Historias
Maravillosas), “Galaxy” (Galaxia) o “Fantastic Universe” (Universo
Fantástico), aparecerán ilustraciones de marcianitos verdes tripulando
naves con forma de platos voladores y en cuentos cortos de la pluma de los
pioneros del género.

Retrato de Edgar Rice Burroughs autor de “Tarzán, Rey de los Monos”, “John Carter de Marte”
(der. ilustración de Druillet) y “Una Princesa de Marte” (Ilustración de Frank Frazetta).

“El Señor de la Guerra de Marte” y “Los Dioses de Marte” de Edgar Rice Burroughs
(Colección Misterio, Ed. Tor, Bs. As. 1940), continúan con la saga iniciada con “Una
Princesa de Marte” (1912). A su lado los primeros Magazines de Hugo Gernsback:
“Modern Electrics” (Dic.1911), cuyo diseño corresponde a un Plato Volador titulado
“The Space Flyer” (El Volante del Espacio o Volador Espacial) y su cuento: “Ralph
124C 41+- Aventuras de suspenso del año 2660” (1929).

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Fin del fragmento de “Ufología Ancestral” de Crónica
Marciana… Vol-1 © Javier E. Stagnaro, CABA, Rep.
Argentina, 2019-2023.

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