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Review: Una voz en el desierto

Author(s): Dunia Gras


Review by: Dunia Gras
Source: Renacimiento, No. 47/50 (2005), pp. 163-164
Published by: Libreria y Editorial Renacimiento S. A.
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40516072
Accessed: 27-06-2016 02:34 UTC

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de Galicia ni de Brasil. Leyendo La República UNA VOZ EN EL DESIERTO
nada se extrana, es más, todo es entrafia.
Con unos seres mentalmente floridos, Nélida Roberto BOLANO: 2666
Pinon se adentra en los laberintos de cada inteli- Anagrama (Barcelona, 2004), 1127 pp.
gência y, contada a varias voces, ritmos y espa-
si todavia no había
cios, anuda Ias vida de los antiguos, esos que
desde jóvenes parecieron mayores -así es quedado claro (a estas
Madruga: temprano, sóbrio y de traje desde el alturas): hay que leer 2666.
principio- con la de los nuevos -Breta, la nieta, Así de simple, no hay otra.
Ia legítima heredera del Brasil y de las leyendas Pêro no hay que leerlo por-
célticas, que recorre el Camino inverso al abuelo, que se trate dei supuesto
de Rio de Janeiro a Sobreira, muy similar al que legado narrativo dei autor, ni
en su dia deshizo Nélida-. porque fuera acaso su proyec-

Tan importante como la historia aparecen las to más ambicioso, ni porque


historias, mejor dicho, la reverencia a Ias histo- nos gustara o nos aejara de gustar los aetecnves
rias, a la narración, la memória dicha como salvajes, ni porque Roberto Bolano haya muerto
única forma de resucitar y sentar en la mesa a los - mierda, literariamente nunca ha estado más vivo

muertos. Los personajes de La República de los que en estas páginas-, o se haya convertido desde
Suenos son grandes contadores, y oidores, y otra entonces en objeto de culto -para glorificar, no
vez contadores, de relatos ancestrales. Saben obstante, en ocasiones, a sus circunstanciales cul-

desde siempre que la ceremonia dei verbo es tores- y esta sea su novela póstuma -no olvide-
comunión y tiene algo de eucaristia; que el rito mos que la muerte es, tantas veces, una puta
de contar, y de contar con pasión, con sumo res- oportunista-. Nada de eso. Hay que leerlo, como
peto, actualiza el mito. Ellos mismos, incluso, imperativo categórico, por nosotros mismos, por
dotan la vida con sus propios símbolos y los res- nuestro bien, porque nos hace mejores o, por Io
petan, pues conocen el poder de los signos para menos, nos hace sentir mejor: Ia escalada a este
cambiar el destino. Himalaya de más de mil páginas nos reconcilia
Ya la disfrutamos en sus cuentos imaginati- con el placer de Ia lectura, sepultado tantas veces

vos, que transcurren por caminos que ni son bajo montarias de novedades intrascendentes.
caminos, pêro esta suma teológica -que así ha En 2666, por otro lado, está todo Bolano. En
llamado Ia propia autora a su novela- nos trae cada una de Ias cinco partes en que se encuentra
anchamente y con buena voz ai Prémio Príncipe dividida formalmente Ia novela -«La parte de los
de Asturias de Ias Letras de este ano. A Ia mujer críticos», «La parte dei Amalfitano», «La parte de

brasilefia que inventa una república, Ia de los Fate», «La parte de los crímenes» y «La parte de
suenos, donde Io que aqui son las morrinas alla Archimboldi»- aparecen elementos ya familiares
son saudades. A Pinon, tantas veces acentuada, en su obra, como es natural en un proyecto
tildada. Y no. Pinon no lleva tilde. Pêro es muy narrativo total, como el dei autor. Está su fasci-

aguda. nación por el êxito y el fracaso -y sus dudas


sobre el penoso papel de Ia crítica en todo el
Carmen Camacho proceso-, Ia búsqueda de un escritor desapareci-
do, Ia obsesión por una biografia apócrifa, Ia
coartada dei relato policial, el aliento dei mal, el

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azar y, claro está, la muerte. Obsesiones, fantas- ples historias, anécdotas sin fin, dramas infinitos
mas, demónios rastreables a Io largo de toda Ia (personajes como, por ejemplo, cualquiera de los
obra bolafiiana - también en su poesia o incluso críticos -Pelletier, Morini, Espinoza o Norton-,
en sus textos críticos-. como Ia locura de Lola o, simplemente, como
«No sé que he venido a hacer a Santa Teresa» Lalo Cura), está también el ritmo de Ias frases,
(p. 21 1) se dice el personaje llamado el Amalfita- repetitivo, hipnótico, que dota ai texto de una
no, un profesor chileno de filosofia, apenas Ue- musicalidad sin igual, y están, adernas, Ias imá-
gado a esa ciudad fronteriza que se cobra, dia a genes poéticas que obligan ai lector a detenerse
dia, noche a noche, su peaje en sangre. Santa para tomar aire y permitir que se calmen, en Io
Teresa es el lugar a donde desembocan cada una posible -difícil-, las intermitencias del corazón.
de Ias diversas partes de Ia novela, como los rios Y ahí está, ai final, después de todo, una vez
manriquefios que desembocan en el mar que es más, Roberto Bolano, y Arturo Belano, su voz,
el morir. Santa Teresa es un agujero negro que una voz en el desierto, acaso solo B.
engulle a sus víctimas y escupe sus cadáveres. Las comparaciones son odiosas. Solo decir
Santa Teresa es también Ciudad Juárez, por que si Los detectives salvajes era un artefacto que
supuesto, donde, apenas hace unos meses, se explotaba en las manos (y podia dejar ai lector
logro, por fin, dar cuerpo a un primer informe con el pico hacia atrás, como el pato Lucas en
en el que se relatan cada una de las muertes y los dibujos animados), 2666 es, más bien, una
desapariciones de ninas y mujeres de toda edad y bomba de relojería que queda alojada en el cére-
condición. Bolano se adelantó en ese ejercicio, bro (hasta encontrar su momento Scanners) o en
necesario, transcendiendo Ia denuncia en «La el estômago (como en Alien), hasta que, en cual-
parte de los crímenes», donde logra que Ia enu- quier momento, en cualquier esquina, sorprenda
meración de los casos de más de cien muertas no ai lector su impacto súbito como una brutal
sea carne de morbo ni suene a simple letanía, implosion.
consigue, gracias a una supuesta asepsia y al dis-
Dunia Gras
tanciamiento, golpear directamente en la boca
de la injusticia y la vergüenza, alzar una voz en el
desierto, guiado por el periodista Sergio Gonza-
lez, autor de Huesos en el desierto, y que aparece
aqui transformado en personaje que actua como ESTRAGOS DE LA FE DERROTADA
mediador de la locura y el horror.
Todos los caminos llevan a Santa Teresa, Ia Luisgé MARTÍN: LOS AMORES
mera boca dei infierno. Incluso Ueva los pasos de CONFIADOS

Archimboldi, ese escritor de culto cuya presencia Alfaguara (Madrid, 2005), 298 pp.
misteriosa sobrevuela casi toda Ia novela, para
encarnarse definitivamente en la última parte de relatos sobre el poder destructor de los
Ia obra, donde se lleva a cabo Ia biografia (apó- celos, dei miedo y de Ia mitografía amoro-
crifa) dei autor, con Io que se logra enlazar el sa se confrontan en el juego de espejos dispuesto
principio con el final como si se tratara de una por un narrador con el objeto de purgar su pro-
espécie de cinta de Moebius sin fin. pio fracaso amoroso y comprender Ia naturaleza
Pêro no son solo los personajes que pueblan humana en sus desajustes más extremos. En una
cada una de Ias partes con sus pequenas y multi- variante dei paradigma stendhaliano que Io llena

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