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Ministerio de Música

Fundamento.
La música en la vida del hombre es expresión, un canal para llevar al exterior lo que no es posible transmitir
con palabras. En la vida de la Iglesia es canal por el cual Dios mueve el corazón del Hombre para atraerlo
hacia sí, y a través de la música el hombre puede acceder a un diálogo íntimo con su Creador.
La música es también herramienta, tanto para evangelizar, como para catequizar y animar, ya que nos
permite alcanzar a quien escucha para transmitir un mensaje o una enseñanza, por un nuevo canal, que no
viene a reemplazar los canales tradicionales, sino antes bien, a colaborar en el proceso de encuentro,
aprendizaje y oración.
Por tanto es necesario tomar conciencia de lo que la música significa en la vida de la Iglesia, ya que sólo así
entenderemos el llamado de Dios a quienes consagran su vida a Él a través de la música.
Ministerio viene de la palabra latina Ministrare, servir. En éste sentido "ministerio" está directamente
referido al servicio que se presta. Así, se reconoce que "Ocupan en la acción litúrgica un lugar especial: el
sacerdote y sus ministros, por causa del orden sagrado que han recibido; y, por causa de su ministerio, los
ayudantes los lectores, los comentadores y los que forman parte del grupo de cantores" (Musicam Sacram
13). En éste sentido entiéndase servicio cuando se refiere al ministerio de los cantores.
En los principales documentos eclesiásticos (Sacrosanctum Concilium, Musicam Sacram) no hay referencias
a ningún "ministerio de música", en esos documentos se refiere a los cantores, al coro o la schola cantorum.
Cuando aparece la palabra ministerio se asocia al servicio que se presta. Así en la instrucción Musicam
Sacram número 23, se establece que los cantores se sitúen en el templo de tal forma que "la realización de
su ministerio litúrgico sea más fácil" (MS 23)
En ambientes no litúrgicos, tales como asambleas de oración, se utiliza la expresión de "ministerio de
Música" para referirse al grupo de músicos y cantores que participan en la animación o en la dirección de la
alabanza.
En lo concerniente al servicio en esta parroquia, y para poder discernir mejor la misión y objetivos,
proponemos definir al ministerio de la música como sigue:
“El Ministerio de Música es un grupo de hermanos que ha tenido un encuentro personal con Jesús, que se
encuentran al servicio de la Iglesia Católica y guían al pueblo en la Alabanza y la Adoración con la mejor
música para Dios.”
● El ministerio de la música es un llamado hecho por Dios a algunas personas para dedicarse a servirle
en el culto día y noche.
● Requiere una consagración especial, apartar tiempo para el ministerio, y en algunos casos ser
exento de otros servicios para ocuparse del Ministerio de la música. (I Cro 9,33)
● Así como los cantores se agrupaban por equipos, familias y genealogías, para transmitirse unos a
otros la formación y el perfeccionamiento de su ministerio, así quienes participen del ministerio
deben reunirse, trabajar en equipos y transmitir lo que han aprendido.

Organización
En primer lugar el espíritu que rige este ministerio, como cualquier otro es el del Cuerpo Místico de Cristo:
Cada uno es sólo un miembro de este cuerpo, donde Cristo es la cabeza y quien derrama su Gracia para
hacernos fieles servidores. Por eso es fundamental entender que la organización de este ministerio es sólo a
los fines prácticos, ya que ninguno de sus miembros es diferente a los otros en cuanto a su dignidad, sino
que cada uno ocupará un lugar en el cuerpo de acuerdo al carisma al que El Señor lo llame.

Párroco: Es el Pastor, y por consiguiente, el responsable de guiar a la comunidad en el camino hacia Dios. Es
el principal responsable de cualquier actividad dentro de la parroquia, y la última palabra en cualquier
tema. Además, es la persona más capacitada ante la necesidad de un consejero o mentor para consultar en
caso de duda. El sacerdote, como líder espiritual de la comunidad, puede ser la persona más adecuada para
ofrecer asesoramiento. En caso de que el sacerdote no esté disponible para contestar una pregunta o duda,
puede consultarse con una persona educada en la fe y doctrina católica.
Consejo: Es un cuerpo formado por todos los integrantes de la comunidad ministerial, o dado el caso, por
algunos representantes, cuya responsabilidad será la de acompañar y ayudar al párroco en las decisiones
que tengan que ver con el servicio, en la definición de nuevos proyectos y en las diferentes tareas que
incumben al ministerio.
Coordinadores: Son los más obligados con el servicio al prójimo en la comunidad. Su primera
responsabilidad es el bienestar de cada uno de los miembros de la comunidad. Además del cuidado de las
actividades de cada pequeña comunidad que se conforme de acuerdo al carisma. Entre sus funciones se
encuentra la organización, en acuerdo con el párroco, de retiros, convivencias y alternativas de encuentro,
reflexión y oración para quienes participan del ministerio, y la colaboración en lo referente a las agendas y
actividades de cada carisma.
Carismas: Cada uno de nosotros recibe del Señor un llamado que es personal, y de manera especialmente
única, ya que somos creados únicos e irrepetibles, y así el Señor nos regala talentos para hacernos capaces
de responder a ese llamado. De acuerdo a cada llamado personal, se conforman cuatro diferentes carismas
o comunidades: Espiritualidad y animación, Liturgia, Formación, Evangelización.
Cada persona puede pertenecer a más de un carisma, siempre reconociendo cada uno los dones que el
Espíritu le ha dado, y dentro de cada carisma actuará de acuerdo a las mociones de ese Espíritu. Siempre
teniendo presente que cada pequeña comunidad es una célula, y entre todos formamos un cuerpo.
Por esta razón es que no es necesario tener talento musical para participar del ministerio de la música, ya
que cada carisma está guiado por la manera de vivir y rezar a través de la música, y no sólo a su capacidad
de interpretación, (si bien aquellos que se sientan llamados al canto o al uso de algún instrumento, SÍ
deberán estar preparados para ello)
Ante el surgimiento de cada carisma, se irán conformando pequeñas comunidades, las cuales serán
miembros del ministerio, que a su vez forma parte del cuerpo, que es la Iglesia (así como los dedos de una
mano trabajan en unidad, y la mano es miembro del cuerpo, que es uno). Es decir: cada grupo de personas
conformarán una pequeña comunidad, que responderán al llamado en diferentes actividades, de acuerdo al
Espíritu, quien inspirará y alimentará el sentido de familia, de pertenencia y de fraternidad entre los
miembros de esta pequeña comunidad, sin cerrarla en sí misma, esto es, teniendo siempre la noción de que
se es parte de un cuerpo, una comunidad formada por todas las pequeñas comunidades. Identificamos
cuatro carismas diferentes, pero a la vez complementarios:

Evangelización: Es el lugar de acción para aquellas personas que se reconocen llamadas a realizar
actividades que apunten a todo lo referente al uso de la música como instrumento de Evangelización, por
ejemplo, conformar bandas de música católica, promover a artistas católicos, organizar eventos como
festivales de música católica (cantatas), musicalizar eventos, discernir junto con el párroco y miembros de la
comunidad acerca de músicos a invitar a diferentes eventos, animar marchas y procesiones con música (ya
sea en vivo o no) y todo aquello que lleve la música a todos, católicos o no, para que descubran al Dios
Amor a través de la música.

Animación y espiritualidad: Son los que son llamados a servir animando distintas actividades no litúrgicas,
como encuentros y convivencias, pero también adoraciones y momentos de reflexión y oración. En esta
comunidad se pueden desarrollar contenidos diferentes, de acuerdo al carisma personal de cada integrante,
surgiendo de aquí animadores de marchas, encuentros y convivencias, como también músicos dedicados a
los cantos de animación para campamentos y similares, o fuertemente formados para la música de oración
íntima en adoraciones y celebraciones de oración de grupos, catequesis y cualquier otra necesidad que la
comunidad parroquial tenga.

Liturgia: Se conforma con quienes ofrecen sus dones al servicio de la música en las misas, y demás
celebraciones litúrgicas. Éste es el único carisma que en principio requiere buena disposición para la
interpretación musical

Formación: Congrega a todos aquellos que sientan el llamado a colaborar con los demás carismas, en la
formación en todos los aspectos relacionados al ministerio: lo coral (arreglos de voces, trabajo de voz, etc)
lo instrumental (enseñar instrumentos y buscar perfeccionamiento) y lo litúrgico (aprender los elementos
de la liturgia, y cuestiones al respecto etc.). Es un lugar especial para aquellos que tienen la vocación a la
enseñanza, y el talento, conocimiento y compromiso de una formación constante. Dado que será éste
carisma quien colabore con mayor fuerza en el crecimiento y desarrollo de los otros tres.

Para participar en alguno de estos carismas no es necesario tener habilidad para la música (excepto en
Liturgia): Por ejemplo si los que están llamados a la evangelización quieren organizar un encuentro de
bandas católicas no es necesario que tengan que conformar una banda, simplemente tener el don y la
capacidad de entregarse al trabajo necesario para realizarlo juntos y hacerlo, siempre con el acuerdo del
párroco. De la misma forma si quienes deciden dedicarse a la formación, entienden que es necesario un
taller sobre el canto en la Misa, no es necesario que sepan interpretar instrumentos o cantar, ya que no es
condición indispensable, basta con coordinarse, previa charla con el párroco (o los coordinadores en
segunda instancia), y se realiza; siempre en el marco comunitario de colaboración y cuidado mutuo. Todos
somos un cuerpo, pero cada carisma es un miembro y se desenvuelve como tal.

El lugar dentro del Ministerio

“Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en
particular como él quiere. Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos
miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque
todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo –judíos y griegos, esclavos y
hombres libres– y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
El cuerpo no se compone de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no formo
parte del cuerpo», ¿acaso por eso no seguiría siendo parte de él?
Y si el oído dijera: «Ya que no soy ojo, no formo parte del cuerpo», ¿acaso dejaría de ser parte de él? Si todo
el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el oído? Y si todo fuera oído, ¿dónde estaría el olfato?
Pero Dios ha dispuesto a cada uno de los miembros en el cuerpo, según un plan establecido. Porque si todos
fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?

De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.”

El Espíritu de la Comunidad

Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por espíritu de
discordia o de vanidad, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos.
Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás. Tengan los mismos
sentimientos de Cristo Jesús (Flp 2, 1-4)

Éste pasaje de la carta a los filipenses debe ser quien anime TODA relación en el ministerio.

Lo más importante es recordar que estamos llamados comunitariamente, por lo que es necesario cuidar el
espíritu de comunión, por lo que cada uno de nosotros está llamado, en primer lugar, a cuidar a quienes
participan del ministerio con él, a hacer actos de humildad y negarse a sí mismo por el bien común, y a
confiar y abrir su corazón al corazón de quien está unido a Él por Cristo en el ministerio.

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