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EL DISCURSO DE OTÁROLA EN MATERIA DE DERECHOS LABORALES:

DIÁLOGO CON LA CONFIEP, REPRESIÓN PARA EL PUEBLO

DIEGO MOTTA
Abogado y profesor laboralista. Ex Asesor del Despacho
Viceministerial de Trabajo del Ministerio de Trabajo y
Promoción del Empleo 2021-2022

El 10 de enero de 2023, en medio de la matanza de 45 peruanos perpetrada por el gobierno dictatorial de


Dina Boluarte, han pasado desapercibidos algunos aspectos del discurso del presidente de facto del
Consejo de Ministros, Luis Alberto Otárola Peñaranda, ante el Congreso de la República.

Haciendo gala de su consabido cinismo al hacer un “llamado a la paz social”, señalando que el gobierno
“no es un régimen autoritario” y ofreciendo “un programa de apoyo a las familias de las víctimas”,
aprovechó para reiterar su talante represivo al “respaldar totalmente a las fuerzas policiales”, e insistir
en un “plan de acción política para pacificar el país (…) sin ceder al chantaje de la violencia”. Ni una
sola disculpa por la masacre. Por el contrario, se insistió con el desprecio a las organizaciones sociales
al señalar que las protestas son impulsadas por “un sector minoritario de dirigentes sociales de base
dispuestos a recurrir de nuevo a la violencia con fines políticos. Es el caso, lamentablemente, de Puno.
Frente a ese temerario propósito, el Ejecutivo responderá con firmeza para contener y anular esta resaca
golpista”. Es decir, pura retórica; se trata de un diálogo falaz. La política de diálogo de este gobierno se
ha caracterizado por el desprecio a las organizaciones sociales o la instrumentalización de estas, así
como por graves violaciones de los derechos humanos.

No obstante, a quien sí se les ha tendido la mano es a los grandes empresarios de la CONFIEP. El


gobierno de facto ha planteado como uno de los tres ejes fundamentales del sector Trabajo el diálogo
social a través de la “reactivación inmediata del Consejo Nacional del Trabajo y Promoción del Empleo
porque es indispensable que inversionistas y trabajadores vuelvan a interactuar junto con el Estado para
consensuar las principales normas laborales”. Un primer problema de dicha afirmación es que olvida
que el propio Reglamento Interno de Organización y Funciones del Consejo Nacional de Trabajo y
Promoción del Empleo declara como objetivo el “impulso del diálogo social”, que tiene como pilar
fundamental el “reconocimiento de los derechos humanos”. ¿Cómo se puede hablar de diálogo social
mientras se masacra a manifestantes?

Un segundo problema, de acuerdo con las declaraciones del presidente del Consejo de Ministros, es que
el diálogo social se lograría con “el sector Trabajo y Promoción del Empleo corrigiendo varias medidas
que han afectado la toma de decisiones”.

¿QUÉ QUIEREN CORREGIR EN EL MINISTERIO DE TRABAJO Y PROMOCIÓN DEL


EMPLEO?

¿Algún presunto caso de corrupción que hayan detectado, de transgresión a la meritocracia, o alguno de
acoso sexual? Nada de eso. Recordemos que la CONFIEP se retiró del CNTPE el año pasado, exigiendo
que se “corrijan” los Decretos Supremos 001-2022-TR y 015-2022-TR, que sancionan y ponen límites a
la tercerización laboral, y el 014-2022-TR que restituía luego de 30 años de la reforma laboral
fujimorista, el ejercicio efectivo a los derechos de sindicación, negociación colectiva y huelga. ¿Por qué
les preocupó tanto estas medidas a los poderes fácticos y por qué se apresura hoy la dictadura para
querer “corregirlas”?

Puedo dar fe, pues participé junto al equipo técnico que creó, impulsó y defendió ambas normas desde
el MTPE, que estas respondían a criterios técnico-jurídicos como a problemas públicos reales. Por
ejemplo, de acuerdo con cifras del MTPE, en el sector minero la tercerización ha generado una gran
precarización laboral. Respecto a la estabilidad en el empleo, 9 de cada 10 trabajadores de una empresa
tercerizadora tienen contratos temporales, mientras que en la empresa principal son 4 de cada 10. En
materia salarial, las remuneraciones en la empresa principal son más del doble (118% más) que en la
empresa tercerizadora para trabajadores que realizan la misma función. En tanto que respecto a los
accidentes mortales, el 76% de estos se produce en las empresas tercerizadoras. En cuanto a libertad
sindical, en las empresas principales, la tasa de sindicalización es de 35%, mientras que en las
contratistas menos de la mitad, apenas 12%. Es decir, los trabajadores tercerizados tienen menos
derechos y menos instrumentos para mejorar esta situación. La aplicación adecuada del DS 001-2022-
TR, que prohíbe la tercerización laboral para el núcleo del negocio de las empresas, así como del DS
015-2022-TR, esta última que regula las sanciones para las empresas que mal utilizan la tercerización,
permite cambiar la situación discriminadora antes descrita. ¿Otárola aplicará su “diálogo” para
“corregir” estas normas?

Con respecto a la libertad sindical, antes de la dictadura de Fujimori, en 1990 la tasa de afiliación
sindical (es decir el porcentaje de trabajadores pertenecen a una organización sindical) llegó a ser en
Lima Metropolitana llegó a ser de 21,9%, mientras que el 2021 esta tasa a nivel nacional había
descendido a 5% en el sector privado. El DS 014-2022-TR, que modificó el Reglamento de la Ley de
Relaciones Colectivas de Trabajo, sirve como instrumento jurídico para cambiar esa situación y lograr
relaciones laborales más democráticas. La CONFIEP y sus estudios jurídicos fustigaron esta norma,
acusándola de que empodera excesivamente a los trabajadores, pues permite que los independientes y
practicantes se organicen, o porque promueve el derecho de huelga sin controles, ya que los
empleadores no podrán reemplazar a un trabajador para evitar la paralización de los servicios o la
producción, etc. Todas estas disposiciones forman parte del contenido esencial del derecho a la libertad
sindical, y se encuentran reconocidas en los tratados internacionales del sistema interamericano de
Derechos Humanos y de la OIT, así como en disposiciones constitucionales y legales. Lo que hace el
DS 014-2022-TR es corregir el reglamento fujimorista anterior, a fin de hacer efectivos los derechos y
que no sean solo declarativos.

El discurso de Otárola pretendería “corregir” esta norma también y otorgar a cambio el Plan Nacional
de Promoción de la Libertad Sindical, mediante el cual “se fortalecerá el ejercicio de este derecho
constitucional, mejorando el servicio del Ministerio de Trabajo a la gestión sindical, compatibilizando el
ordenamiento nacional con los instrumentos internacionales de derechos laborales”. Nos preguntamos
¿si se “corrige” el DS 014-2022-TR a través del diálogo de las balas y las botas, de cuánto servirá un
Plan Nacional de Promoción de la Libertad Sindical?

Todos estos DS fueron las normas del gobierno de Pedro Castillo más disputadas por las grandes
empresas, la derecha congresal y los medios oligopólicos. Así lo prueban las más de 100 demandas de
amparo, 8 acciones populares y más de 200 denuncias administrativas presentadas por las grandes
empresas, además de los tres Proyectos de Ley impulsados en el Congreso y las decenas de primeras
planas de los medios capitalinos contra las normas mencionadas. Sin duda se trataban de las medidas de
izquierda más importantes que implementó el MTPE en fiel cumplimiento del plan de gobierno que
ganó las elecciones del 2021; es decir, por las que la mayoría de los peruanos votamos y por las que el
movimiento sindical y popular vienen luchando desde hace varias décadas.

La “corrección” que ahora el Gobierno promete a la patronal no solo es el premio por su apoyo
incondicional a este gobierno dictatorial, si no también un mensaje aleccionador y vengativo: Los
trabajadores no deben nunca más impulsar normas y menos intentar gobernarse, solo deben someterse al
“diálogo” de las botas y las balas. El movimiento sindical, la CGTP, la CUT, la CTP, la CATP, la
FNTMMSP, etc. no deben someterse a ese tipo de diálogo y deben ser solidarios con el pueblo
trabajador del sur. Los trabajadores técnicos y honestos del MTPE deben tener presente el código de
ética de la función pública y no ceder a presiones.

*Cuando se había entregado este artículo para su publicación recibimos la noticia de la renuncia del
Ministro de Trabajo y Promoción del Empleo Eduardo García Birimisa. Saludamos la decisión, es lo
mínimo que se podía esperar, pero de manera fraternal lamentamos que haya sido un mes después y
50 muertos tarde. Respecto a algunas de las razones expuestas en la carta de renuncia, nos
preguntamos ¿Es un ministerio solo un cargo de responsabilidad política o hubo un programa
laboral que se defendió durante la efímera estadía? ¿Cuál fue la agenda que desde el sector se quería
implementar? ¿Cuál debería ser la agenda laboral para ese Perú que soñamos?

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