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INTRODUCCIÓN
No se pueden concebir hoy la generación ni la gestión del desarrollo institucional de los hos-
pitales como aisladas del contexto del enfoque empresarial. En efecto, lo ocurrido a lo largo de
los últimos años en los campos político y económico en la mayoría de los países del orbe
(especialmente en los de Latinoamérica) ha obligado al sector salud a reflexionar,
redimensionar, y aun, a radicalizar, en un cambio espectacular, el esquema de "beneficencia-
caridad" que traían sus hospitales desde hacía 500 años. En la región se han encarado, al fin,
los estigmas de la quiebra económica, la mala calidad de los servicios, la inequidad y la
ineficiencia; el sector salud ha entrado, de manera inteligente, ecléctica y racional, a
reinventarse un paradigma de tipo integral, en el que se articulan la nueva política del libre
mercado y un reordenamiento del esquema social tradicional, para llegar a una Empresa Social
de Salud.
Hasta hace algunos años, los sectores economía y salud mantenían una contienda bizantina y
un espíritu revanchista sobre cuál de los dos tenía mayor autoría y protagonismo sobre el plan
y procesos de desarrollo de un país.
Empresa es aquello que el hombre acomete, por lo general en común y que organizada- mente
sostiene de manera eficaz y eficiente, para producir con calidad, asumiendo eventuales riesgos,
bienes o servicios en beneficio del individuo (cliente) y del orden y desarrollo social en general.
Si son justos y distributivos los servicios sociales de la empresa, la recompensa que es el
retorno está significada en el pago de la prestación del servicio.
En otra obra, titulada Crear empresas: misión de todos, Jiménez, Lozano y Varela dan la
siguiente definición:
Para entender la concepción moderna de empresas, es bueno recordar que estas venían
tradicionalmente dividiéndose, de acuerdo con sus fines, en manufactureras, comerciales y de
servicios. De las primeras las manufactureras- se decía que generaban productos tangibles (por
ejemplo, muebles), que vendían en cantidades mayores a las segundas -las comerciales, las
cuales, a su vez, los hacían llegar o vender al usuario. Existía otro tipo de empresas que, según
se decía, producían servicios, y cuyos productos eran intangibles porque no se podían empacar
ni hacerse visibles.
Estos conceptos han sido revaluados, en el sentido de que toda empresa, por muy
manufacturera o comercial que sea, es, al mismo tiempo, productora de un servicio, pues, al fin
y al cabo, el usuario o la comunidad necesitan ese producto para sa bienestar o su comodidad.
En este sentido, Karl Albrecht dice en su excelente obra Servicio al cliente interno
Debemos abandonar por completo la distinción arbitraria entre empresas fabriles y empresas
de servicios. Con el advenimiento del modelo de empresas de servicios, esta distinción pasa a
ser absolutamente obsoleta. De hecho, no existe ninguna compañía que no preste un servicio.
Todas deben pensar en el servicio, definido como la suma de los valores proporcionados al
cliente, sean éstos tangibles o intangibles
Hoy, las empresas, que se venían calificando como lucrativas y generadoras exclusivas de
ganancias, están al tanto de que parte de dichas ganancias se destinan a obras sociales. Esto
ocurre cada día más en Latinoamérica y en el mundo.
A su vez, las instituciones prestadoras de ser vicios de tipo social no lucrativo, como las
estatales de salud, han entendido que no pueden seguir prestando servicios de mala calidad
con un modelo de quiebra y bancarrota que no les permite asegurar ni tan siquiera el pan de
cada día para sus funcionarios. Han surgido, entonces, el sentimiento, la necesidad y el
posicionamiento moderno de que estas instituciones enfoquen el servicio, sin perder ni su
configuración ni su función social, como un compromiso que conlleva una transacción: esa
transacción consiste en que las instituciones presten servicios de calidad, con valores
agregados para el usuario, pero que estos todos a su vez paguen los servicios recibidos, ya sea
de forma directa o subsidiariamente a los pobres, con valores monetarios que respondan no
solo a los costos reales del servicio, sino que permitan una utilidad que asegure la
supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de las instituciones para beneficio de la misma
comunidad. Las utilidades no se reparten entre socios, sino que se constituyen en inversión
para el pueblo mismo.
Un modelo como este, de transacción humana entre lo económico y lo social, puede integrarse
y desarrollarse por un Sistema General de Seguridad Social en el que se perfilen los siguientes
componentes
Con la primera dimensión, el hombre o el funcionario actual tiene la potestad de usar lo que se
denomina el pensamiento estratégico, configurado en un proceso mental lo que le permite ser
creativo, imaginativo, intuitivo y aun soñador; con esta jerarquía del pensamiento estratégico,
es capaz de visionar el futuro y de encarar las contingencias y los azares del cambio, al mismo
tiempo que generar las audaces transformaciones que requiere el ámbito empresarial; con la
segunda dimensión, la de la acción, el hombre o el funcionario toma el trabajo como la
realización agradable y feliz de su vida, como la prestación de un servicio que eleva su
autoestima. El trabajo concebido de esta forma es una fuente permanente de compensaciones
que lo convierte en un luchador tenaz, con un espíritu de empresa en pro del desarrollo de la
institución a la cual pertenece. En cuanto a la tercera dimensión, la social-afectiva, esta lleva al
hombre a trabajar en equipo, a apreciar a los demás, a escuchar y compartir sus inquietudes, a
discutir y discrepar para llegar a consensos, a anticiparse a los problemas y las crisis para
evitarlos; y por último, pero no menos importante en una empresa, le da capacidad para
negociar y concertar éticamente frente a los conflictos.
Para activar estas tres dimensiones y potencias del ser humano en pro del desarrollo
empresarial, cada hospital debe apelar a la inducción, a la creación de una nueva cultura, por
medio de la pedagogía de la participación, de la investigación-acción y del aprendizaje
continuo, mediante distintos proyectos educativos que le permitan a cada persona
reencontrarse con sus propios valores y dimensiones.
En síntesis, existen unos activos invisibles. pero que se sienten y se experimentan; unos
valores, unas dimensiones y unas potencialidades del hombre, que se requieren
inexorablemente para poder desencadenar el proceso de desarrollo de las instituciones, y, en
particular, del desarrollo empresarial hospitalario.
LA APARICIÓN Y LA INFLUENCIA DE UN NUEVO LENGUAJE COMO INDICADOR DE UNA NUEVA
CULTURA
Es interesante anotar la importancia que tiene el lenguaje cuando comienza a abrirse paso un
paradigma o modelo que antes no existía. Para confirmar este hecho, apelamos de nuevo a
Albrecht, quien en sus anotaciones sobre lenguaje y costumbres, indicadores de la cultura, dice
lo siguiente:
Un curioso aspecto de las culturas empresa- riales que merece un análisis más profundo que el
que ha recibido hasta ahora es el lenguaje de la organización: el entorno verbal que rodea y
penetra el pensamiento de todos los que trabajan en ella. Escuchando los procesos verbales de
la empresa, se puede comprender cómo funcionan y cuál es su cultura, con frecuencia, con
mayor precisión que si les preguntáramos a los ejecutivos. El lenguaje (la terminología, la jerga,
las formas de expresión y las metáforas que las personas utilizan a diario) es una ventana que
nos permite ver el inconsciente colectivo de la organización y su cultura.
Como ya dijimos, todas las anteriores palabras, con su rico contenido per se, ocupan, sin
excepción, importantes espacios en la hermenéutica del desarrollo institucional, pero entre
esta cartilla de vocablos queremos destacar dos, por su contenido innovador y las
circunstancias que las han acompañado, en su tránsito del ámbito empresarial al de la salud.
Ellas son:
CLIENTE
Por su parte, las instituciones también se sobresaltaron con la sustitución de términos como
funcionario, trabajador o empleado por el de cliente interno. A juicio también de las
instituciones, se percibía que surgía un nuevo tipo de relaciones, cuyas consecuencias, según
se presagiaba, iban a ser para ellas más amenazantes que los desafíos sindicales y gremiales
existentes. Ya no iba a ser el contrato convencional lo único que iba a primar, sino que también
aparecería un "contrato invisible" que establecería un nuevo tipo de relaciones.
BENCHMARKING
Generalmente, y en términos simplistas, la gente entiende que esta palabra, de origen foráneo,
significa mirar y observar lo que las empresas exitosas hacen, para ver cómo la propia puede, a
su vez, imitarlas creativamente y hacer cosas iguales o mejores. Spendolini, experto en esta
materia, concreta la definición así: "benchmarking es un proceso sistemático y continuo para
evaluar los productos, servicios y procesos de trabajo de las organizaciones que son
reconocidas como representantes de las mejores prácticas, con el propósito de realizar mejoras
organizacionales".
Los grupos de líderes para el cambio han constituido en el programa de mejoramiento de los
servicios de salud en Colombia una estrategia para canalizar la participación de todos los
funcionarios de un hospital en el mejoramiento efectivo de la institución, de la gestión y de los
servicios. En la actualidad, dicha estrategia ha sido llevada al proceso de transformación de los
hospitales estatales en Empresas Sociales del Estado (ESE).
Se trata de una estrategia por medio de la cual grupos de funcionarios se organizan para
comunicarse, transmitir información, analizar problemas de servicio y proponer mejoras de
soluciones en los procesos que conduzcan a consolidar la calidad total del servicio en las ESE.
Los grupos de líderes del cambio se forman con funcionarios de una o varias áreas funcionales,
utilizando una metodología de dinámica de grupo y apoyados por las directivas de las
instituciones.
El análisis de problemas y de procesos, así como de las soluciones que proponen los grupos, se
apoyan en un conjunto de herramientas para cuya utilización son capacitados. Entre esas
herramientas se mencionan la lluvia de ideas, el diagrama de Pareto, el diagrama de causa-
efecto (o espina de pescado), diagramas y gráficas de control de flujos, técnicas para manejar el
mejoramiento de procesos y de indicadores de gestión, etc.
La estrategia lleva no solo al mejoramiento del trabajo, sino al desarrollo integral de los
individuos y las instituciones.
Este tópico debería ir involucrado con el anterior, pero es tal su necesidad y urgencia, como
estrategia y área clave para lograr los resultados exitosos en el cambio, que bien vale la pena
darle por aparte relevancia y prioridad.
Si bien la educación continua, como lo hemos planteado, se convierte en el núcleo de una red
sistémica que dinamiza y difunde el conocimiento, las destrezas y las habilidades de forma
permanente, para que el personal en servicio sea agente del desarrollo, a los centros
educativos universitarios, ante este hecho y frente al fenómeno insistente del cambio sin
interrupciones, les corresponde encarar nuevos retos, nuevas formas de pensar y actuar, y,
sobre todo, nuevas "formas de formar"; valga esta redundancia necesaria y apropiada.
Muchos intentos se han hecho en el mundo para aproximar la formación del personal de salud
al desarrollo social e institucional, pero sin que se hayan obtenido mayores progresos.
El desprecio de las instituciones formadoras del personal de salud en el pregrado, así como en
las especialidades clínicas de posgrado, por los aspectos administrativos y por los modernos
enfoques de la economía en el campo de la salud las presenta hoy como instituciones que no
fueron capaces de anticiparse a concebir, o siquiera imaginar, los escenarios del futuro que hoy
son una realidad, y dentro de los cuales, con excepciones, los egresados deambulan como
extraterrestres.
El desarrollo empresarial hospitalario no puede ser llevado a cabo aislada y separadamente por
cada institución y prescindiendo de las otras. Por ello, dos estrategias salen a flote: una de ellas
se refiere a la concertación de la prestación de servicios entre organismos de salud ubicados
(por su grado de complejidad, por problemas económicos y por sus recursos tecnológicos) en
diferentes niveles; otra consiste en la asociación, la alianza o la constitución de redes
horizontales entre instituciones de iguales o diferentes niveles, ubicadas en distintos
municipios, localidades o áreas geográficas, para, mediante dicha estrategia, fortalecer la
calidad y la oportunidad de la atención a clientes que provienen de distintos entes territoriales;
cualquier tipo de asociaciones y alianzas permite fortalecer las instituciones hospitalarias y
presentarlas con un frente solidario ante organismos que quieran contratar sus servicios.
LAS ASOCIACIONES O ALIANZAS DE USUARIOS COMO MEDIOS PARA PROMOVER EL
DESARROLLO EMPRESARIAL HOSPITALARIO
Mucho se ha discutido acerca de la forma más acertada para que los individuos y la comunidad
participen y contribuyan de manera verdaderamente democrática en el desarrollo de las
instituciones de salud. En el presente, y tomando en cuenta el enfoque empresarial, se
considera un punto de partida importante la constitución de una matriz democrática que
induzca a la Asociación de Usuarios. Este tipo de asociaciones se conforman por medio de un
proceso de convocatorias que incluyan e involucren los diferentes grupos y tendencias de una
comunidad en un área dada. Su conformación se formaliza con un acto administrativo de
creación, con un reglamento interno, con una directiva y con actas de las reuniones. De esta
asociación se deriva, mediante elecciones, la designación de representantes para participar en
las juntas directivas del hospital y en otras agrupaciones de tipo comunitario adscritas a las
mismas instituciones hospitalarias. Simultáneamente, en los hospitales la comunidad debe
encontrar apoyo para influir en el desarrollo institucional por medio de la "oficina de atención
al usuario, oficina de quejas y reclamos" y de diferentes mecanismos de veeduría y de sistemas
educativos y de información.
Se pensaba hasta no hace mucho tiempo que el uso de la informática (de equipos
computadores y la adquisición de software), como elemento de un sistema de información,
formaba parte de decisiones que se debían tomar a muy largo plazo; eran algo así como
elementos de lujo, enmarcados dentro de un sueño institucional, acompañado del temor que
tenían los funcionarios a acercarse a una máquina cuyo manejo desconocían. Hoy, esta clase de
elementos forman parte del elenco de herramientas de emergencia para garantizar el
desarrollo institucional, articulados con instrumentos modernos de comunicación. La cultura
de la informática, como herramienta de un sistema de información, se ha abierto paso y
comienza a formar parte de la vida de las instituciones hospitalarias.