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La locura de Ana julia.

Ana Julia Restrepo era una mujer soñadora y bohemia a quien la vida jamás le tocó
fácil. Su más grande sueño consistía en ser una reconocida escritora. No obstante, le ha
tocado ser secretaria de una escuela, por obligación más que por vocación. Escondida
lleva en el armario del espíritu aquella vocación artística que le recorre incesantemente
todo el cuerpo; mientras tanto, desarrolla un gran acervo de historias y un mundo lleno
de infinitas posibilidades, - sola en su cuarto o en el baño de la escuela, cuando el resto
del mundo no la ve-. Pues habiendo crecido en una sociedad donde muy poco se valora
la esencia verdadera del arte y de la literatura, Ana Julia vive desde muy pequeña en una
confrontación constante consigo misma, al razonar detenidamente la posibilidad de
llevar a feliz término su propensión a graduarse en la universidad de una carrera
humanística. Aun así, su familia una vez tras otra la ha demandado encarecidamente que
ejerza una profesión que sea financieramente viable. Es precisamente esta la razón por
la cual Ana Julia ha venido a ser Secretaria de escuela, alejándose así definitivamente de
su inclinación humanística por ejercer las artes y la literatura. Aun así, a pesar de la
pesada carga que conlleva para ella el hecho de ejercer una profesión que le ha sido
impuesta por su entorno familiar y de las continuas reprimendas que ha recibido de ellos
a causa de su evidente vena artística, Ana Julia todavía sigue conservando los deseos
ardorosos de llegar en un futuro a convertirse en una afamada escritora; pero más aun,
conserva de igual forma las esperanzas casi visionarias de lograr sembrar valores
humanos y humanistas en la sociedad de aquella época, -en algún día no muy lejano-.
Rescatar el arte en aquella sociedad culturalmente desvinculada, es uno de sus objetivos
primordiales, y aunque todavía no se ha cumplido, permanece adormecido en su interior
– esperando el momento justo para despertar-. Lo cual sucedió en un momento en el que
su patria se hallaba conmocionada en exceso. Puesto que el hambre y la pobreza de
aquel país ya podían contarse en unos extremos tales que, la violencia de las gentes
comenzó desparramarse desenfrenadamente por las plazas y los bulevares; como una
especie de revuelta de gente indetenible que terminó finalmente por ensañarse con las
pocas bibliotecas, museos y galerías de arte que en aquel lugar habían. No sólo
revolvieron las estanterías y bajaron cada uno de los libros que allí se encontraban, sino
que además también descolgaron de sus sitios cada uno de los cuadros que se exponían
en las vetustas galerías de arte que ya casi nadie visitaba; y con todos ellos, después
hicieron enormes fogatas que los calentaran por un largo tiempo –protegiéndolos así por
un tiempo largo del frio de las calles donde permanecían vigilantes-. Desapareciendo de
este modo las obras literarias y artísticas más importantes, que existían para aquel
momento en ese país. Situación que acabo por indignar a la joven Ana Julia, quien
decidió expresar su descontento a través de una columna del diario escolar y que firmó
bajo el seudónimo de Juliana de Miró. Sus escritos se volvieron con el tiempo, tan
famosos y altamente cuestionados dentro del ámbito escolar, que rápidamente
transcendieron mas allá de las fronteras de la escuela. Pronto sus artículos irreverentes
y revolucionarios – en cuanto al medio artístico y la casi inexistente valoración estética
del arte que se tenía en la sociedad de aquel entonces-, estaban siendo muy solicitados
por los diarios regionales y nacionales. Ciertamente que, sus anacrónicos artículos de
opinión se hicieron prontamente conocidos por casi todos los ciudadanos de aquella
sociedad, ya que antes nunca nadie se había atrevido a cuestionar abiertamente el bajo
nivel cultural de aquel país. De modo que Ana Julia Restrepo, – o Juliana de Miró,
como era conocida entre sus lectores-, comenzó a tomar cada vez más fuerza dentro de
las publicaciones periódicas de aquel lugar, - las gentes ya pedían sus sardónicos
ensayos a gritos-; inaugurando así en los diarios de aquella nación un nuevo tipo de
artículo: el artículo de opinión, -que aunque no era nuevo en la trayectoria periodística
del resto del mundo, si lo era en la historia periodística de aquella nación; acostumbrada
ya a leer solo a las noticias de ámbito económico, político y social-. Pero sobre todo,
Ana Julia promovió la creación de una revista literaria y artística,-dedicada
principalmente a la investigación y crítica de los movimientos y estilos ocurridos en el
ámbito de la literatura y el arte universal-. Ana Julia bautizó dicha revista como:
“L’Vitrine artistique” y con ella fomentó la producción artística y literaria de aquella
tierra. Desde aquel momento, los bohemios y humanistas de aquel lugar ya no tendrían
que realizar labores que le fuesen irremediablemente impuestas. Ahora podrían
convertirse sin impedimento alguno en importantes escritores y artistas, pues desde
aquel momento las puertas le estaban favorablemente abiertas para convertirse ellos
mismos en pintores, escultores, bailarines, dramaturgos y también en reconocidos
escritores. Las casas universitarias abrieron Licenciaturas en Artes, plásticas, escénicas,
interpretativas e, igualmente de Historia y Critica del Arte. Con el tiempo llegaron a
ofrecer, de igual manera, carreras literarias. Ana Julia llegó a convertirse en miembro
fundador de dos escuelas, – con sus respectivos departamentos- especialmente creadas
para la dirección de dichas áreas. Paralelamente, fue nombrada Directora de la Escuela
de Letras y Miembro Honorario de la escuela de Artes, - donde figuraba en la lámina
conmemorativa como miembro fundador de ambas escuelas-. De igual modo, Ana Julia
impartía importantes cátedras en estas dos escuelas, aun cuando no poseía más
formación académica que la obtenida de los libros. Sus alumnos de la cátedra de arte se
hallaban conformados por: La Gioconda, - quien se encontraba realmente cansada de
haber permanecido durante tanto tiempo en aquella misma pose, y aunque no podía
negarse que se había vuelto tan famosa que viajaban de todas partes del mundo tan solo
para verla, se mantenía siempre relegada detrás de la figura de su creador Leonardo.
Empero, ahora era el tiempo indicado de pintar sus propios lienzos y convertirse ella
misma en una importante artista.-, también estaba en aquellas cátedras La Mujer
Adultera de Tiziano Vecellio,- la cual se sentía molesta de tanto ser juzgada por el
Sanedrín judío a causa de su pecado de adulterio, aunque al final Cristo siempre le
perdonase su pecado.-, igualmente se anexaron a este fantástico grupo de estudiantes
Crispín y Scapin, los picaros personajes pictóricos de Honoré Daumier, - quienes,
aburridos ya de planear y poner en ejecución innumerables bribonadas, deseaban
enseriarse en la vida estudiando una carrera artística.- Finalmente completaba este grupo
La Mujer del Columpio, de Jean Honore Fragonard, - la cual no sólo se hallaba
realmente hastiada de ser paseada por casi más de un siglo en aquel columpio por su
marido, - mientras que escondido en la grama la miraba ardorosamente el amante-, sino
que además la enloquecía en demasía tener que vivir constantemente repartida entre las
figuras del amante y del marido; ya el mundo había cambiado y no quería ser ya mas la
mujer trofeo. Así que decidió mejor irse por el camino de las bellas artes – dejando así
al marido y al amante en el aire-.

Su grupo de alumnos de Literatura,-aunque igualaba el número de alumnos de la cátedra


de arte-, se igualaba en excelencia a su otro grupo de Alumnos. El primero que lograba
contarse en aquel grupo literario era al gran Gregorio Samsa, de la Metamorfosis de
Franz Kafka,- a quien ya no le agradaba nada la idea de morir siempre vilmente
convertido en una cucaracha-. Luego le seguía Doña Bárbara, de la novela homónima
del escritor venezolano Rómulo Gallegos, - a quien le amargaba en exceso el ser vista
por los demás como la mujer hombruna del Arauca entero y, peor aún, de ser famosa en
el mundo por ser “La Dañera” que mantenía contactos diabólicos con un extraño
personaje conocido como “El Socio”. Por lo cual deseaba convertirse en escritora y, por
medio de sus obras, darse a respetar en todo el planeta.- Posteriormente, podía también
verse entre aquel privilegiado grupo a la joven Carmen Rosa Villena, de la novela
Casas Muertas – del también escritor venezolano Miguel Otero Silva-, su razón de estar
allí recibiendo Teoría Literaria era el simple hecho de no estar de acuerdo con los tantos
muertos que dejasen la perniciosa y la hematuria en Ortiz. Así como tampoco se sentía
totalmente resignada a vivir entre Casas Muertas, condenadas a la inevitable ruina y
destrucción, así como a la desidia y resignación de su gente – si es que aquellos seres
esqueléticos que quedaron después de tanta enfermedad y tanta muerte podían llamarse
gente-; pero Carmen Rosa mucho menos se encontraba resignada ante la idea de perder
de nuevo a su amado novio Sebastián por causa de la hematuria. Por lo cual, al
convertirse ella misma en escritora, escribiría su propia historia, - lejos de tanta
enfermedad y tanta miseria y junto al hombre que amaba-. Asimismo, de la historia
antes mencionado también se encontraba el joven Sebastián Acosta, - que no estaba
dispuesto a seguir muriendo a sus cortos veinticinco años por causa de la hematuria. Así
como de igual forma ya no estaba dispuesto a perder resignadamente a su hermosa
novia Carmen Rosa. Así que estaba allí, tratando de reescribir la historia que antes le
fuese impuesta, para recorrer su propio camino y proveerse el mismo de un destino con
el cual se sintiese realmente satisfecho-. Concluía este reconocido grupo la distinguida
dama Anna Karenina,- de la novela del escritor ruso León Tolstoi, la cual lleva el
mismo nombre-, quien habiendo sido antes sacudida por la locura del amor que siente
por su amante Alexis Vronsky y las obligaciones que esta tiene como esposa y como
madre, las cuales le mantienen irremediablemente atada a la insoportable vida que debe
de llevar junto a su marido Karenin; termina irremediablemente suicidándose bajo las
ruedas de un tren. No obstante, ahora piensa en sus dos pequeños hijos: - el niño que ha
tenido de su matrimonio y la niña que ha tenido de la relación con Vronsky-, mientras
tanto reflexiona en el hecho de que posiblemente exista algo que se encuentre siempre
mucho mas allá de lo moralmente aceptable. Aun así, quisiera regresar al seno de
aquella alta sociedad petersburguesa de su epoca, redimida de cada una de sus culpas y
con una profesión que le permita ser el orgullo de sus hijos-.

Desde un rincón, les sonríe Ana Julia, - maniatada no por una, sino por varias camisas
de fuerza-, les sonríe con aquella sonrisa de demencia en el rostro; les sonríe con la
satisfacción que siente de haber logrado cumplir sus sueños, - aunque fuese solo en su
cabeza trastornada por la locura evidente-. Ya que Ana Julia permanece desde hace un
largo tiempo recluida en una clínica psiquiátrica de alta seguridad; nunca pudo resistir la
quema de las obras artísticas y literarias más importantes que existían en su país.
De modo que, todos los sucesos antes mencionados, - así como los invisibles alumnos a
los cuales Ana Julia Restrepo les sonreía-, no existían más que en su trastocada
imaginación. Nada de lo que Ana Julia creía que había ocurrido, estaba pasando en
realidad, pues como ya se ha dicho anteriormente, todo lo que ella veía suceder a su
alrededor no era más que el producto de su desquiciada imaginación.
La sonrisa extraviada de la Mona Lisa.

Amaneció una mañana sin sonrisa, en el lugar donde anteriormente solía estar no había
más que un espacio en blanco, - solo faltaba aquel pedazo, el cual no parecía haber sido
recortado ni pintado de nuevo el lienzo con oleo de color blanco-, por una inexplicable
razón la sonrisa no estaba ya allí, si la magia en realidad existiese podría entonces darse
la explicación de que esta desapareció gracias al oculto arte de la magia. Sin embargo,
los catedráticos del Musee du Louvre se encontraban totalmente consternados con este
extraño hecho, ya que con la inexplicable desaparición de la sonrisa de la Mona Lisa se
consumaba una importante pérdida en la Historia del Arte universal; pues a la Mona
Lisa podían faltarle las cejas en su rostro e indistintamente de eso, nunca dejaría de ser
ella. Pero jamás volvería a ser la misma sin su enigmática sonrisa; miles de turistas de
todas partes del mundo van a visitar Paris atraídos por ese gesto indescifrable de su
rostro. Si llegase tan siquiera a descubrirse que la Mona Lisa ha perdido, - en
circunstancias realmente extrañas su sonrisa, esto se ternaría mundialmente un caos tal,
que solo podría ligeramente compararse a el que sucedería en Inglaterra, si un día
cualquiera, misteriosamente se desaparecieran las agujas del Big Ben.

Razón por la cual, el conservador del museo se las arregló para anunciar públicamente
que dicha obra estaría por un considerable lapso de tiempo fuera de la exposición,
mientras que le realizaban algunas labores de restauración.

Entretanto, la policía francesa gana tiempo para investigar secretamente el inexplicable


caso. Gabrielle Emile Savinien y Jean Auguste Leclerc son los detectives comisionados
para el proceso de investigación del caso, el cual debían resolver lo más prontamente
posible antes de que este pudiese filtrarse en las noticias y volverse un hecho público.
Por lo cual, su misión básicamente consistía en encontrar la sonrisa de la Mona Lisa así
fuese debajo de las piedras y devolverla de nuevo a su lugar habitual antes de que el
mundo entero se convulsionara por lo ocurrido.

Así pues, recorrieron en su búsqueda las principales calles y los lugares más importantes
de París, sin lograr ningún resultado satisfactorio. De igual forma recorrieron Abbeville,
Amiens, Hazebrouck, Montreuil-sur-Me Douai, Lille, Charleville, Sedan, Estrasburgo,
Reims, Lyon, Versalles, Chartres, Saint Germain en Laye, Le Mans, Châteaubriant,
Amboise, Dijon, Le Chaux de Fonds - en el país suizo-, Pontarlier, Saint Etienne,
Ginebra - también ubicada en la frontera de Suiza con Francia-, Digne les Bains,
Grenoble, Mónaco, Limoges , Limoux, Tolouse, Bordeaux, Dordoña, Bergerac,
Poitiers , Tours , Orleans y Fontainebleau. En fin, recorrieron toda la región francesa de
Norte a Sur – y algunas ciudades de Suiza-, sin obtener resultado alguno.

Mientras tanto, rostros grotescos ya no eran tan grotescos; en El Bautismo de Cristo


otras obras de Leonardo estaban sufriendo importantes cambios, como por ejemplo, los
rostros grotescos ya no eran tan grotescos; en El Bautismo de Cristo desapareció el
recipiente con el cual el Bautista imparte el sagrado sacramento al Cristo. En La
Anunciación, de un día para otro el Ángel Gabriel inexplicablemente ya no aparece
representado en el cuadro. En el retrato de Ginebra Benci ya no es posible apreciarle el
rostro. En la Virgen de Benois, ya no aparece la imagen de la virgen y solo puede
observarse al niño levitando en el aire; en La Virgen del Clavel desaparece de las manos
de la virgen el clavel, ante el asombro de los espectadores. En el San Jerónimo penitente
en el desierto desaparece San Jerónimo y solo pueden distinguirse el desierto, el león, la
piedra y la bruma. En la Adoración de los Reyes Magos desde ese momento solo
aparecen en el cuadro la virgen y el niño, pero no hay ni un solo rastro de los Reyes
Magos. En la Virgen de las rocas, se desdibujan, -aun en circunstancias mucho más
extrañas-, el ángel, San Juan Bautista niño, Jesús niño y las rocas, quedando solamente
representada a la vista la figura de la virgen; en el plano intermedio, con la mano
derecha extendida sobre el lugar donde alguna vez no muy lejana se ubicó su hijo y
abraza el vacio donde alguna vez se encontraba el Bautista. En La Dama del Armiño se
ausenta de las manos de Cecilia Gallerani el armiño. De la Bella Ferroniere , abandonan
el lienzo el cuerpo y el rostro de Lucrezia Crivelli, quedando solo sobre el lienzo negro
su mirada inquietante. De La Ultima Cena, se fuga la cena ante la mirada atónita de
Cristo y sus apóstoles. De Santa Ana, La Virgen, el Niño y San Juan, por alguna
misteriosa causa se esfuman Santa Ana, La Virgen y el Niño, quedando solamente San
Juan. De la otra versión de La Virgen de las rocas se marcha la virgen ante la mirada
sorprendida de San Juan Bautista, El Ángel, Jesús niño e, increíblemente, hasta de las
rocas. De su representación de Baco se vuelve imperceptible a la vista el joven Baco,
pudiéndose apreciar únicamente el paisaje. Y de San Juan Bautista se escapa, ante la
mirada atónita de todos, San Juan Bautista, quedando solamente el lienzo negro.

Desde ese momento, todos los museos de arte y galerías, pasando por la de Ufizzi en
Florencia hasta la Galería Nacional de Londres, se unieron a la investigación del
extraño caso de las desapariciones de algunos elementos, rasgos o personajes
principales de las obras pictóricas más importantes de Leonardo.

Sin embargo, en lo que respecta a las extrañas desapariciones de algunos elementos de


las obras que se encontraban en el Louvre, la prioridad seguía siendo encontrar la
sonrisa extraviada de la Mona Lisa. Por suerte en las otras obras, los elementos ausentes
aparecieron bastante pronto – en las mismas extrañas circunstancias por las cuales se
esfumaron de las obras-.

No obstante, la sonrisa de la Mona Lisa nunca fue encontrada y las causas de su


desaparición continuaron siendo totalmente desconocidas, ya que no fue posible, – pese
a todos los esfuerzos de los detectives Gabrielle Emile Savinien y Jean Auguste
Leclerc-, encontrar algún culpable de la extraña mutilación de la famosa obra de
Leonardo. Ni los Rayos X ni el A.D. N practicados arrojaban evidencias. Así que,
después de un considerable tiempo seguían sin lograr cerrar el caso, el cual termino
finalmente por ser engavetado en un viejo archivo.

La sonrisa de la Mona Lisa nunca apareció, en su lugar quedo definitivamente el


recuadro en blanco. Paradójicamente de lo que los grandes catedráticos del Louvre
pensaban, aumento considerablemente el número de visitas anuales al museo para
contemplar la nueva imagen de La Mona Lisa. Pues si bien, lo que atrajo antes la
atención de tanta gente fue su misteriosa sonrisa, ahora el hecho de no tener más que un
recuadro blanco en el lugar donde antes estuvo la sonrisa, la volvía aun mas enigmática
que antes, - tanto como la extraña desaparición de la risa de su rostro-. Gracias a este
inexplicable hecho, La Gioconda logró aumentar aun más su fama.
El pintor del ghetto.

Nací en el ghetto de Vitebsk en 1885, crecí como un niño lleno de miedo, me volví
adulto aun con mucho más miedo y, envejezco constantemente torturado por el miedo.
No puede ser distinto para quien nació, creció y pasó parte de su vida encerrado entre
las paredes de un gueto, así es al menos para mí. Era pues un niño débil y miedoso que
me escondía debajo de la cama ante cualquier ruido y, aun después de adulto lo hago
igual que cuando niño. Aun tengo miedo de que los guardianes de la paz me puedan
hacer daño, de que me hieran y me escupan en la cara. Pero mi cobardía iba mucho más
allá de aquello, a veces llegaba hasta el hecho de comprometer la seguridad de las
personas que amaba, como ocurrió aquella tarde en la que al salir de paseo con mi bella
prometida nos encontramos con una pandilla de cristianos bravucones, mientras que
pasábamos por la orilla del río; en aquel preciso instante siento que debo dejarla allí o
me golpearan, entonces es cuando siento que me dan un duro golpe por la espalda, – tan
duro que logra derrumbarme; mi novia corre en tanto que yo me recupero, para no ser
victima de aquellos truhanes. A pesar de ello, todo a mi alrededor se derrumbaba en
aquel momento, - yo mismo soy un ser bastante tembloroso que se derrumba facilmente
ante los sucesos de la vida-. Aunque a los trece años ocurrio un suceso que considero
fue fundamental para el resto de ella, - pues hizo de mí lo que hoy soy-, descubri el arte
gracias a un compañero de la escuela que siempre dibujaba en clases. Aquello significo
para mí ser libre del miedo, - al menos mientras pinto-, de igual manera el arte me
permitio expresar al mundo mis sentimientos mas reconditos, haciendo así catarsis en el
lienzo. Es allí donde puedo ser finalmente libre de mis traumas,- producto final de haber
crecido en un gueto, de los sufrimientos y de la miseria humana – aunque no hay peor
miseria que el miedo-. Aunque a esa edad y, aun en las siguientes, desconocía el
concepto de la palabra arte, - no sabia ni siquiera que lo que yo hacia con mis dibujos
era arte-, tampoco poseía para aquel momento el conocimiento de lo que es ser artista, -
hasta ignoraba que yo fuese uno-; mucho menos tenía conocimiento ni de lienzos ni de
cuadros, - pues nunca en mi vida había visto al menos uno, yo lo unico que conocía a
profundidad era la vida de aquel gueto-. En aquel momento yo solo expresaba mis
reconditos sentimientos a traves de aquello, más aún, por medio de la simple accion de
dibujar liberaba mis angustias. El arte fue para mí, a partir de allí, el modo más facil de
expresar lo que tanto me costaba manifestarle al mundo por medio del uso de palabras.
Lo que significaba exactamente el arte, viene a conocerlo años después en la escuela
comunal, cuando un compañero descubrió en mí a un verdadero artista. De cualquier
forma, el arte comenzó a ser el amor más grande de mi vida, - aún cuando ignorase
todavía el nombre y los conceptos-,

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