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Sin embargo, frente a lo antedicho, cabe preguntarse la razón por la cual las
acciones de los hombres son un canon que representan la historia y las
acciones de las mujeres no lo son.
A la hora de hacer historia de las mujeres no podemos concluir que una mujer
produce una historiografía distinta a la del hombre: “La historia de las mujeres,
al igual que todas las demás historiografías, debe cumplir con los rigores que
impone la disciplina de Clío: respeto a la contextualización, buen manejo de
aparato crítico, análisis pertinente de las fuentes, rechazo del anacronismo”
(Peña. A, 2016)
La historia de las mujeres estuvo vinculada con el desarrollo que tuvo la historia
social en el siglo XX. En un primer momento, la conformación de la Escuela
Francesa de Annales (1929), asimismo, las contribuciones del marxismo y el
desarrollo de las ciencias sociales permitieron una apertura hacia métodos,
temas y cuestiones que superan al positivismo político, reconociendo como
campos de la historiografía, a la sociedad, a la economía, a la cultura.
Otro aporte sustantivo hacia los años sesenta, fue el de la llamada nueva
historia, que empleó de manera multidisciplinaria, los métodos y técnicas de las
ciencias sociales, a la par que centró su interés en los procesos sociales de las
masas, más que en la élite y buscó la experiencia histórica de los grupos
subalternos tales como: campesinos, obreros, mujeres, maestros, etc.
La historia de las mujeres en sus comienzos tuvo como propósito rescatar sus
experiencias colectivas e históricas, intentando visualizar su papel como
agentes sociales. Sin embargo, lo que se hizo fue ponderar a las mujeres
notables y considerar a la mujer como elemento accesorio de los movimientos
sociales. Ello lo que generó fue; por un lado, poner a la mujer en papel de
víctima; y por el otro, en el papel de protagonista, no obstante, lo que faltó fue
ahondar en las complejas relaciones y cambios que vivieron en las sociedades
pasadas, haciendo una historia social en toda su complejidad.
Como interrogante final cabe preguntarse por qué la historia de las mujeres
pese a haber obtenido legitimidad y visibilidad se la sigue marginando.
Hoy en día es imposible escribir historias que no incluyan a las mujeres como
sujetos sociales del cambio histórico y como objeto de consideraciones
políticas. La historiografía sobre las mujeres en el siglo XX ha abierto un
camino muy importante, sin embargo, aún hay mucha reticencia y queda
mucho trabajo por realizar para incluir y considerar a la mujer como un actor
social de cambio que al igual que el hombre es un sujeto histórico que
conforma el entramado social.