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Universidad Nacional de Córdoba

Escuela de Ciencias de la Información


Profesorado Universitario en Comunicación Social: Taller de Práctica Docente II

Algunas consideraciones acerca del “ser y hacer docente”. La construcción


de la “identidad social y laboral”
Autora: EDELSTEIN, Gloria.

 ¿Qué es un docente? Algunas representaciones sociales, políticas e


históricas.
Uno de los elementos básicos constitutivos de una profesión es la conformación
de una imagen que le confiere un sentido social y le da un código de conducta
dentro del cual debe desarrollar su actividad específica.
No es únicamente la actividad o la experiencia del grupo sociolaboral lo que
constituye su propia imagen; también la sociedad se forma una idea de conjunto
de sentido común sobre cada grupo laboral, identificándolo con ciertos atributos y
ubicándolo dentro de la realidad, desde representaciones subjetivas y muchas
veces desde el prejuicio. Las representaciones mutuas de padres y maestros por
ejemplo, son determinantes de muchas situaciones de ajuste y desajuste de
metas a lograr en la escuela, tanto con los alumnos como con la comunidad. A
veces se dan valoraciones, a veces dolorosas y otras veces halagadoras para el
maestro.
La imagen que los maestros tienen de sí mismos es, entre otros elementos,
producto de la interacción de diversas representaciones surgidas históricamente y
que conviven.
Breve caracterización sobre el origen y los postulados que más han influido en la
determinación de la identidad laboral de los docentes.

• EL APÓSTOL:
Emerge como la figura de un verdadero sacerdocio. Esta es la representación
propia de la concepción del racionalismo y del liberalismo, que vieron en la
educación la salida para los problemas del hombre. Las funciones políticas de la
educación se colocan en un primer plano, con vistas a la formación del ciudadano
en una democracia individualista. La imagen muestra al educador como una
especie de avanzado de la cultura, de luchador incansable contra la ignorancia.
Es el propio modelo que se instala en los orígenes de nuestro sistema educativo,
cuyo fundamento reside en la implantación de una cultura homogeneizadora y
civilizadora, a partir del modelo europeo.
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• EL TÉCNICO:
Una concepción que tiene su origen en las teorías desarrollistas y visualiza al
docente como un técnico. Un práctico idóneo cuya función específica es la de
transmisión de conocimiento. En esta visión se piensa al docente como un experto
que domina una actividad práctica partiendo de ciertos conocimientos científicos,
en busca de una cierta eficacia. Es aquí cuando surge dentro del sistema
educativo la tercerización: elevación al nivel terciario de la formación de los
“recursos humanos” para el sistema.

• EL TRABAJADOR DE LA EDUCACIÓN:
Una concepción que nace junto con las organizaciones gremiales docentes, con
el propósito de superar la dicotomía entre trabajador intelectual y trabajador
manual. Acentúa su condición de asalariado y su inclusión en el grupo de
trabajadores con sus consecuentes crisis por bajas remuneraciones y situación de
riesgo, propias de la tarea.

• EL INTELECTUAL TRANSFORMADOR:
La imagen del docente como investigador y del movimiento de la pedagogía
crítica es una apuesta por la liberación respecto de condiciones de dependencia
política, intelectual, y por ende profesional, reconociendo el papel liberador que
tiene el caracterizar al maestro como indagador en las condiciones en que se
desarrolla su trabajo. La imagen del docente activo, crítico de su propia práctica y
de las condiciones del sistema en el que desenvuelve comprometido con su
realidad social, puede llevar a una imagen molesta para los poderes establecidos
que reaccionarían calificando esa noción de imagen política y no pedagógica.

• EL NUEVO APOSTOLADO:
A partir de la crisis del modelo del estado Benefactor y la puesta en marcha de las
políticas de ajuste, con la consecuente reducción de la intervención del estado en
el sostenimiento del sistema educativo, se ha generado una transferencia de sus
obligaciones a otros actores sociales
El discurso político actual parecería propiciar una nueva imagen apostólica del
docente. No ya del sacerdocio laico, sino la de un sujeto sobre el que recaen
responsabilidades que antes cumplía el Estado. Diferentes grupos sociales le
demandan al docente que satisfaga una multiplicidad de necesidades, tales como:
asistenciales, afectivas, técnicas, pedagógicas, etc.
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Esta situación ha generado en el docente una pérdida de la especificidad de su


tarea, y se ha hecho recaer en él toda la responsabilidad acerca del éxito o
fracaso del proceso educacional.
En las últimas décadas se han desarrollado estudios en educación que han
prestado atención a la “práctica docente”. Se analizan características de la tarea
docente, las condiciones de la misma, los modelos que se configuran en el “ser” y
“hacer docente”.
Al respecto, Deolinda Martínez plantea que la “identidad laboral” se va
conformando a través de la relación histórica de tres dimensiones sociales de
análisis: la profesión o el oficio, el trabajo concreto, el sector socio laboral.
- La profesión o el oficio estaría constituida por el conjunto de los
conocimientos que conforman el contenido básico de la formación, necesario para
realizar una labor determinada. Dependen en general de decisiones
epistemológicas e ideológicas y de decisiones políticas en materia de formación
de docentes.
- El trabajo concreto alude a las condiciones y medio ambiente de trabajo, la
distribución de las tareas, la remuneración, la división del trabajo, etc. El trabajo
concreto, las condiciones en que se realiza el mismo, ha comenzado más
recientemente a ser analizado como campo de estudio. Al abordar esta variable es
importante tener en cuenta que no se puede definir idealmente al docente, puesto
que el trabajo del mismo no se realiza en el vacío sino que opera bajo
determinadas condiciones que dependen tanto de la estructura y del contexto
social del sistema educativo, como de las relaciones existentes dentro de cada
escuela.
- Por último, el sector sociolaboral está formado por las personas que
trabajan en la misma rama o área de producción.
Los debates contemporáneos se orientan en reconocer que en el marco de las
transformaciones sociales, el sector docente como fuerza social significativa tiene
el desafío de incluirse y participar, lo cual supone ampliar el papel de animador,
facilitador, reconociéndose como “trabajador intelectual y de la cultura”, que no
solo debe enseñar sino que sabe lo que enseña; desde un lugar en los procesos
de transformación socio-políticos y culturales, aportar a la visión de lo que debe
ser y el lugar de la educación en dichos procesos.

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