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(*) Agradecemos a la Subdirección General de Formación del Profesorado (MEC) la subvención concedi-
da para la realización de esta investigación, así como al I.E.S. -Luis Manzanares- de Torre-Pacheco (Murcia) por
la colaboración prestada.
(") Universidad de Murcia.
Revista de Educación, núm. 320 (1999), pp. 335-352 335
retos que una sociedad en permanente su conducta, inestabilidad en sus juicios y
cambio demanda. La educación de actitu- está excesivamente influenciado por su
des es un tema escasamente cultivado por mundo afectivo. El adolescente siente la
los pedagogos en los últimos arios, salvo necesidad de certeza, de razonar por sí
contadísimas excepciones (G. Vázquez, mismo, de reconocerse y de que lo reco-
1986). Y entre estos temas está, sin duda, nozcan como persona con juicio propio y
también la educación cle la autoestima. autónomo. Y para ello pide ser reconoci-
Este trabajo pretende resaltar la ne- do, valorado en lo que piensa y hace. No
cesidad de abordar, desde el ámbito resulta extraño pensar que muchas de las
educativo, la autoestima como un valor situaciones »conflictivas» que se producen
fundamental en la construcción de la per- en el aula o en el hogar, traducidos en
sonalidad del alumno, especialmente en el comportamientos violentos o sumisos, no
período transitorio de la infancia a la edad sean sino modos habituales a los que recu-
adulta. La adolescencia es una etapa espe- rren los sujetos de baja autoestima para
cialmente problemática para el adolescen- »atraer la atención» de padres (Barber, 1992),
te. Es un período caracterizado por fuertes profesores, compañeros de clase, etcétera;
contrastes y enfrentamientos dentro del atención que se les niega con bastante fre-
propio sujeto; proceso en el que el adoles- cuencia. Lamentablemente, la investiga-
cente configura su manera de ser, de estar ción pedagógica, hasta ahora, en el ámbito
y actuar en el mundo y de relacionarse con de la educación de la autoestima, es esca-
los demás. Por ello, nada de la forma en sa, por no decir nula. Las investigaciones
que se consolida su modo de pensar, sen- dirigidas por el profesor Musitu tienen un
tir, decidir y actuar escapa al influjo de su perfil marcadamente psicológico, aunque
autoestima. Y es precisamente en este pe- presenten orientaciones educativas, pero
ríodo donde el adolescente no puede dejar no se inscriben en un modelo pedagógico
de pensar en sí mismo y de evaluarse, de concreto. Por lo que, en este trabajo, no
adoptar una manera de ser y dar sentido a nos es posible contrastar nuestros resulta-
su valía personal. dos con investigaciones análogas en el ám-
bito educativo.
Un sentimiento de valoración persona
escaso o negativo, o, por el contrario, per-
feccionista o escrupuloso (Hewitt y Hen, CONCEPTO DE AUTOESTIMA
1991), significa que alguien vive instalado
en un mundo en el que se siente inferior, La autoestima se ha definido desde diver-
abatido, insatisfecho o indeciso. Un senti- sas perspectivas, sin llegar a una definición
miento de confusión y perplejidad inunda de la misma unánimemente aceptada.
a las personas con baja autoestima. El mie- «Disponemos de una percepción bastante
do a equivocarse, la sensación de dejar al firme de lo que significa el término autoes-
descubierto los defectos propios, la rivali- tima, tal y como se revela mediante nuestra
dad-competitividad entre compañeros de propia introspección y la observación cle la
estudios, y la frustración que se produce conducta ajena. Pero cuesta mucho expre-
ante la ausencia del reconocimiento es- sar tal comprensión en términos precisos»
perado de los otros (padres, profesores, (Smelser, 1989, p. 9). Wells y Marwell (1976)
amigos, etcétera) son algunas de las mani- desarrollaron una clasificación de las dis-
festaciones más evidentes del sentimiento tintas definiciones de la autoestima basán-
de baja autoestima. Y en la adolescencia dose en dos dimensiones: los procesos de
este sentimiento es altamente preocupante evaluación y el afecto. Los autores conclu-
porque constituye una etapa de la vida ca- yen que existen cuatro formas de definir la
racterizada por signos de inseguridad en autoestima. La más básica es el enfoque
336
actitudinal. Desde este punto de vista, las Hasta ahora, el concepto de autoesti-
definiciones de la autoestima se basan en ma se ha vinculado al conjunto de atribu-
la idea de que el self puede ser considera- ciones (positivas y negativas), que el sujeto
do como cualquier objeto de atención para hace respecto de sí mismo. Esta concep-
el sujeto. El segundo tipo de definición de ción de la autoestima, de fuertes connota-
la autoestima la conceptúa como la dife- ciones psicológicas, la ha privado de otra
rencia entre el self real e ideal, siendo la consideración más radical y profunda: la
forma más habitual de definirla en la litera- autoestima como valor. Entendemos que la
tura específica. La tercera forma de definir autovaloración del sujeto no se limita al
la autoestima se centra en las respuestas ámbito de las cualidades o carencias (qué
psicológicas que las personas sostienen de tenemos o no), también nos valoramos y
su self. Estas respuestas se describen nor- estimamos por lo que somos. Y es el descu-
malmente como de naturaleza afectiva o brimiento de la persona como valor, el re-
basadas en el sentimiento de valoración conocimiento de su dignidad, lo que
personal: positiva-negativa, aceptación-re- constituye la raíz y el fundamento básico
chazo. Por último, Wells y Marwell manifies- de las demás valoraciones. Este aspecto
tan que la autoestima puede entenderse está del todo ausente en la bibliografía al
también como una función o componente uso sobre la autoestima, salvo muy conta-
de la personalidad. En este caso, la autoes- das excepciones (Rosenberg, Branclen), si
tima se considera como parte de uno mis- bien estos autores no entienden el carácter
mo o sistema del self, normalmente la radical del valor de la autoestima. Y en
parte vinculada a la motivación y/o auto- educación éste es un aspecto clave. ¿Cómo
rregulación. Para Block y Robins la autoes- de otro modo se puede hablar cle la acep-
tima es «el punto en el que uno se percibe tación de las propias carencias o limitacio-
a sí mismo como relativamente próximo a nes? ¿Cómo hacer ver a los educandos que
ser la persona que uno quiere ser y/o rela- las cualidades y carencias de los indivi-
tivamente distante de ser la clase de perso- duos no son realidades que los separan
na que no quiere ser, con relación a las entre sí, sino aspectos o dimensiones que
cualidades personales que valora tanto po- descansan sobre un elemento común uni-
sitiva como negativamente» (1993, p. 911). ficador: la condición o valor de persona?
•A pesar de todo, escribe Mruk, ni las tipo- El descubrimiento de la persona como
logías elaboradas, ni los atributos comunes valor permite fundamentar la autoestima
de mera identificación, nos ofrecen lo que sobre algo más sólido y básico que las cua-
se requiere: una afirmación clara de qué es lidades o carencias que nos atribuimos. És-
la autoestima» (1998, p. 20). tas pueden dejar de poseerse, aquélla, por
el contrario, en tanto que valor radical,
La autoestima se ha definido, hasta perdura. Esta concepción de la autoestima
ahora, como la autovaloración que hace el tiene sus consecuencias tanto en la peda-
sujeto de sus cualidades y sus carencias, de
sus posibilidades y sus límites. Es induda- gogía de la autoestima como en los instru-
ble que la autoestima tiene un origen exó- mentos cíe su medida.
geno al propio individuo: nadie nace con
alta o baja autoestima. Ésta se alimenta del
conjunto cle atribuciones que, a diario, se ESTADO ACIUAL DE LA INVESTIGACIÓN
reciben del entorno socio-familiar, siendo SOBRE LA AUTOESTIMA
los años de la infancia y adolescencia los
períodos claves en la formación de la au- La investigación de la autoestima, hasta
toestima, en dimensiones tales como la nuestros días, ha adoptado varias direccio-
académica, física, social, etcétera. nes: el análisis y validación de modelos
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teóricos que expliquen la estructura jerár- toestima es la aplicación de programas
quica y multidimensional de la autoestima educativos centrados en la mejora de la au-
(Byrne, 1984; Marsh, 1986, 1990a, 1993a; toestima (Carlton, 1981; Marsh y otros,
Marsh, Byrne y Shavelson, 1988). En la ac- 1986; Marsh y Roche, 1996; Marsh y otros,
tualidad, el Incliviclually Weighted Mociel 1997). En nuestro ámbito nacional desta-
(Marsh, 1993b, 1986; Pelham y Swann, can las investigaciones realizadas por Gar-
1989; Hoge y McCarthy, 1984) es el más cía Bacete y Musitu,1993; García Bacete
usado y el que explica una mayor varianza 1989; Pascual y Musitu, 1982 y Hernández
de la estructura jerárquica y el peso que y Báez, 1982. La mayoría de estos progra-
cada sujeto atribuye a cada área de la au- mas se han ocupado de producir una me-
toestima. A partir de este modelo, se han jora global o parcial de la autoestima
desarrollado investigaciones que han in- (autoconcepto académico, físico, artístico,
tentado evaluar tanto la autoestima global psicológico). Además, han logrado intro-
como las áreas o dimensiones que la com- ducir cambios importantes en las condi-
ponen (Marsh, 1990b, 1993a, 1997; Vis- ciones psicosociales del aula (ajuste
poel, 1995; Pope, McHale y Craigheacl, social, clima social) que se han mostrado
1996). Otra dirección adoptada es la de muy favorecedoras, principalmente, de la
identificar qué variables evolutivas y de la autoestima académica y del rendimiento
personalidad repercuten en el desarrollo escolar.
de la autoestima hasta la edad adulta El insuficiente tratamiento cle la au-
(Block y Robins, 1993; Alsaker y Olweus, toestima, desde la óptica de la enseñanza
1992; O'Malley y Bachman, 1983). Otras in- cíe valores en el seno del aula, y las caren-
vestigaciones se han centrado en compro- cias del profesorado para abordar la edu-
bar la repercusión de la dimensión cación en valores dentro del marco
académica de la autoestima (autoconcepto escolar, constituyen, para nosotros, los
académico) en el rendimiento escolar principales motivos que nos han llevado a
(Marsh, 1992a, 1993b, Marsh y Roche, la realización de esta investigación. En-
1996, García Bacete y Musitu, 1993, Frías tendemos que la investigación sobre la
Navarro y otros, 1991; Gimeno Sacristán, autoestima ha estado estrechamente vincu-
1976). También se ha comprobado que las lada al ámbito psicosocial, en vistas a la
expectativas de los profesores respecto a la identificación de los elementos y condicio-
realización de tareas escolares aumenta la nes que la configuran como construct° psi-
autoestima de sus alumnos (Brophy y cológico. Esta orientación, del todo
Goocl, 1974; Burns, 1982); lo mismo ocurre necesaria, es, sin embargo, insuficiente
con las expectativas cle los padres (Coo- para abordarla (autoestima) como valor
persmith, 1967), y de los iguales (Seymur, dentro del contexto escolar. Creemos que
1986). En investigaciones recientes se ha la autoestima debe ser tratada en el aula
comprobado una correlación positiva entre dentro de un proyecto de educación en va-
la autoestima académica del alumno, ren- lores, en el que las técnicas de enseñanza-
dimiento escolar y ajuste psicosocial (Gar- aprendizaje, las actividades, los instrumentos
cía, 1989; García, Musitu y García, 1990, de evaluación y la actualización del profe-
Rodríguez Espinar, 1982). .Junto a estas va- sorado son aspectos imprescindibles que
riables, el clima socio-escolar aparece en la deben ser ampliamente revisados desde
actualidad como una nueva variable que esta nueva orientación o enfoque de la
repercute significativamente en la autoesti- autoestima.
ma académica de los alumnos ( García Ba- La presente investigación ha estado
cete y Musitu, 1993). Por último, otra condicionada por un más amplio, y, a la
dirección de la investigación sobre la au- vez, más radical, concepto de la autoesti-
338
ma. En síntesis, ésta se configura en torno la muestra seleccionada y el marco escogi-
a tres núcleos fundamentales: do para la realización de la misma (marco
escolar), no permite que se pueda dispo-
• Descubrimiento y reconocimiento ner de situaciones realmente experimenta-
de la persona como valor. Más allá les. Por ello, seguimos el diseño cle dos
de las cualidades y defectos perso- grupos, pretest-postest, con tratamiento en
nales hay algo en todo individuo uno de ellos. Para la aplicación del progra-
que lo hace digno de una especial ma de autoestima establecernos un grupo-
estima: la condición de persona. aula al que se le aplica el programa (grupo
• Mis cualidades y defectos. El descu- experimental) y otro equivalente al que no
brimiento de cómo soy en mis posi- se le aplica (grupo de control).
bilidades y límites. La correcta
percepción de lo que los demás me
atribuyen y su adecuada aceptación.
• Mis expectativas y proyectos, como HIPÓTESIS
posibilidades factibles de realiza-
ción personal. • Constatar si los niveles de baja au-
toestima que se observan en la con-
Otros modelos, como el de Marsh y ducta de los alumnos seleccionados
Shavelson, 1985, al abordar la autoestima corresponden a niveles significati-
sólo desde el punto de vista atribucional vos de baja autoestima.
de cualidades y defectos, e ignorar el as- • Verificar si la aplicación de determi-
pecto más radical del valor de la persona nadas técnicas educativas, basadas
que aquí se contempla, no nos sirven en el autoconocimiento (habilida-
como marco teórico en el que fundamen- des sociales y estilo atribucional),
tar nuestro programa de actuación pedagó- en la comunicación persuasiva, par-
gica. Para nosotros, el valor es una creencia ticipación activa y en el aprendizaje
básica que, de alguna manera, orienta y di- cooperativo, favorecen un aumento
rige la conducta personal. Como tal valor, positivo de la autoestima a niveles
no se hereda, sino que es aprendido por satisfactorios y estadísticamente sig-
interacción personal. En otras palabras: la nificativos.
experiencia está en el origen mismo del • Comprobar si un aumento significa-
valor, y éste marca también el camino de su tivo de la autoestima en alumnos
enseñanza (Ortega, Mínguez y Gil, 1996). adolescentes produce también una
Quiere ello decir que la autoestima como mejora significativa de su pensa-
valor es el resultado de un proceso de en- miento moral, del clima y ajuste so-
señanza-aprendizaje en el que la experien- cial de los alumnos en el aula.
cia del mismo constituye una condición
indispensable. Nadie aprende a ser libre
sino desde el descubrimiento y ejercicio de
la libertad. Del mismo modo, la autoesti- VARIABLES
ma, como valor de la persona, solamente Establecemos como variables independientes
se puede aprender desde la experiencia de
la misma. el sexo, la edad, (variables atributivas) y el
programa educativo aplicado (variable ac-
tiva). Como variables dependientes: el au-
DISEÑO METODOLÓGICO mento o disminución cle la autoestima
general (variable criterio), el predominio
Nuestra investigación se ha ajustado a la de un juicio moral postconvencional o
metodología cuasi-experimental, dado que convencional, y el aumento o disminución
339
del clima y ajuste social en el aula (varia- para distribuir a los alumnos en grupos cle
bles efecto). aprendizaje cooperativo.
FASES DE LA INVESTIGACIÓN
POBLACIÓN Y MUESTRA
340
3." fase: Recogida y análisis de los resultados CONTENIDOS
341
Delimitada la meta a alcanzar, es necesa- porcentaje elevado de alumnos (43,5%)
rio organizar, razonablemente, las actividades cuya puntuación está por debajo de la
más adecuadas para conseguirla. Para ello, se puntuación media de grupo en el Cuestio-
han analizado qué técnicas y mecios son los nario de Autoestima, puntuación que se si-
más apropiados para la realización óptima de túa en niveles de baja o escasa autoestima.
las actividades, así como de los criterios de Estos datos nos sirven de base para justifi-
evaluación que permitan constatar si se ha car la necesidad de aplicar un programa cle
conseguido o no el objetivo propuesto. mejora de la autoestima en adolescentes.
Es necesario que todo programa de Sin embargo, si atendemos a la puntuación
educación, para que consiga los resultados individual de cada sujeto, se constata que
esperados, esté adaptado al medio, sea rea- el 22% del total cle la muestra, obtiene
lista, tenga una unidad de diseño y esté puntuaciones por debajo cle la media cle
concebido de un modo flexible. Por ello, grupo y con niveles de autoestima negati-
nuestro programa comienza con un diag- va. En otros términos: 2/3 cle la muestra se-
nóstico del nivel de autoestima que tienen leccionada manifiestan niveles bajos de
los alumnos, cuál es el clima social del aula autoestima, y al menos 1/4 de los mismos
y qué competencia moral tienen los alum- presenta un nivel de autoestima negativa.
nos. En este sentido, se procedió a conocer Estos datos son ciertamente preocupantes
los niveles de autoestima que los alumnos para nosotros, lo que, de nuevo, refuerza
presentaban antes cle la aplicación del pro- la pertinencia de aplicar un programa cle
grama. Los datos obtenidos nos revelan un mejora de la autoestima.
Niveles de autoestima
Por otra parte, los alumnos valoran el ción de conocimientos. Sin embargo, favo-
clima social del aula de modo aceptable en recer la autoestima en alumnos exige
sus distintas dimensiones. Merece destacar «otras» competencias pedagógicas del pro-
que el profesorado, en opinión de los fesor (Ortega, 1999), básicamente, en ha-
alumnos encuestados, no genera, de modo cer partícipe a cada alumno en lo que es y
suficiente, la participación en el aula y la hace, de modo consciente, responsable y
creatividad entre ellos. Según estos resulta- confiado en sí mismo. Por ello, la prepara-
dos, el profesorado refleja un amplio do- ción del profesorado en estrategias como
minio de habilidades para propiciar un las de participación activa, cle comunica-
clima favorable a la transmisión-adquisi- ción persuasiva y habilidades sociales,
342
constituye una de las tareas necesarias a desarrollo positivo de la autoestima. Inves-
realizar, para que el programa diseñado de tigaciones recientes (Pérez-Delgado y Mes-
autoestima cumpla su principal objetivo. tre, 1995; Pérez-Delgado y Mestre, 1993;
De los alumnos encuestaclos sobre su Feather, 1988) han puesto de manifiesto
nivel de razonamiento moral, se constata que el pensamiento moral postconvencio-
que uno de cada tres alumnos recurren a nal mantiene una correlación positiva con
criterios de moralidad postconvencional la autoestima como valor, por lo que la uti-
para tomar decisiones morales, mientras lización de los dilemas morales como téc-
que una amplia mayoría emplea razona- nica de enseñanza-aprendizaje, en nuestro
mientos de moral convencional ante dile- programa cíe mejora cle la autoestima, cons-
mas morales. El escaso uso de argumentos tituye un elemento necesario que contribu-
mOrales de nivel postconvencional en la ye, desde niveles de razonamiento moral
toma de decisiones sobre problemas mora- postconvencional, a descubrir y reconocer
les constituye un obstáculo notable en el la autoestima como valor.
343
• Orientar mi vida hacia un modo corresponde comprobar qué resultados se
valioso de realización personal han producido en los grupos experimental
y control cle ambos cursos escolares; a este
— Aspirar a metas realistas. momento lo denominamos como situación
— Ser consecuente con las decisio- postest. La medición de otras variables, de-
nes tomadas. nominadas «efecto» en nuestra investiga-
ción, es decir, el juicio moral y el clima
TÉCNICAS IITILIZADAS EN JA APLICACIÓN
social del aula, coincide con la medida del
DEI. PROGRAMA:
nivel de autoestima general, en ambas si-
tuaciones (pretest-postest). Estas variables
• Técnicas de aprendizaje cooperati- son consideradas como información adi-
vo (puzzle de Aronson, grupo de cional de los efectos producidos por el
investigación). programa. Debe ser tomado, por tanto,
• Técnicas de participación activa como un «valor añadido» al objeto central
(role-playing y estudio de casos). de este trabajo: la mejora de la autoestima
• Técnicas de comunicación persuasi- en alumnos de educación secundaria obli-
va (fotopalabra, audiovisuales) gatoria. El análisis de los datos obtenidos
• Dilemas morales. requiere, necesariamente, la selección de
• Prácticas de habilidades sociales: aquéllos más relevantes que aportan los dis-
estilo atribucional, modelado. tintos instrumentos cle medida utilizados.
De los datos obtenidos tras la aplica-
ción del Cuestionario de Autoestima, se
RESULTADOS desprende que se ha producido un au-
mento global de la autoestima en el grupo
Los datos obtenidos en esta investigación experimental donde se ha aplicado el pro-
proceden de dos momentos claramente di- grama educativo. Dicho aumento es signifi-
ferenciados: antes y después de la aplica- cativo a nivel estadístico (p < 0,05), mientras
ción del programa educativo para la que los resultados obtenidos en el grupo
mejora de la autoestima. Al primer mo- de control muestran una escasa variación
mento lo reconocemos como situación estadística, no significativa. A partir de es-
pretest, cuyo objetivo es identificar el nivel tos resultados, podemos afirmar que el
de autoestima de los alumnos de la mues- programa aplicado en el grupo experimen-
tra escogida. Una vez aplicado el programa, tal ha producido los efectos previstos.
TABLA I
344
Autoestima
Experimental
36,585
TABLA II
200,000
150,000
100,000
50,000
Por otra parte, los resultados obteni- mejorado sensiblemente las relaciones in-
dos tras la aplicación del cuestionario de terpersonales del aula entre profesor-alum-
clima social en situación pretest-postest, en no y alumnos entre sí.
términos globales, han sido heterogéneos. Por el contrario, los grupos experi-
Mientras que los resultados del grupo ex- mentales de y han mantenido el mismo
perimental de 3." señalan una escasa va- clima cle aula, con un ligero desajuste, es-
riación, no significativa, de las distintas casamente relevante, lo que nos induce a
dimensiones del clima social en el aula, señalar que este nivel cle enseñanza, por
por su parte, los grupos experimentales de razón de edad, presenta más dificultades
4., sí han mejorado el clima clel aula. Ello que los alumnos de 4.", para adaptarse a
nos lleva a pensar que los cursos escolares unas relaciones interpersonales entre pro-
son un elemento condicionante para la in- fesores y alumnos, basadas en un mayor
corporación de otras modalidades de ense- respeto, autonomía cle la tarea, responsabi-
ñanza-aprendizaje. A pesar de que el lidad compartida, participación en la ges-
programa cle mejora de la autoestima ha tión de las actividades cle aula y valoración
sido desarrollado, mayoritariamente, en se- de lo que aprenden y hacen en la misma,
siones de tutoría, los alumnos de 4." han como puede verse en el cuadro siguiente:
TABLA III
Por su parte, los grupos de control no han sufrido una variación, estadísticamente signi-
ficativa, del clima social del aula.
TABLA IV
346
Por último, los resultados globales tras puntuación media de los grupos experi-
la aplicación del Cuestionario de Proble- mentales. Sin embargo, este aumento sólo
mas Socionzorales, se pueden calificar es significativo, a nivel estadístico, en los
como positivos, al aumentar el uso cle los grupos 3." F y 4." C, por lo que cabe hablar
principios morales en la toma cle decisio- de aumento relativo de la moralidad de
nes morales. Si comparamos las puntuacio- principios en algunos grupos experimenta-
nes media del índice P del pretest con las les, como puede observarse en el cuadro
del postest, se constata un aumento de la siguiente:
TABLA V
Índice
Grupo Media Pretest Media Postest t Probabilidad
TABLA VI
347
Según los datos obtenidos tras la apli- constituye la estructura conceptual de la
cación del Cuestionario de Problemas Socio- autoestima y las distintas dimensiones que
morales, en situación postest, comparados la componen. Cada una cle ellas parece
con los del pretest, podemos hacer las si- que sea única, »creíble» y »autosuficiente o
guientes afirmaciones: capaz», en la comprensión de la autoesti-
ma. Pero, en conjunto, no ofrecen sino
• Se ILI producido un relativo aumen- »fragmentos» (insights) de la autoestima, as-
to de la moralidad de principios, es- pectos relevantes y diferenciados de la
tadísticamente significativo (en dos misma, que no recogen toda la compleji-
de los cuatro grupos experimenta- dad de esta dimensión cle la persona.
les, 3." F y 4." C).
• Sin embargo, este aumento de la La autoestima como valor no es un
moralidad de principios (índice P) supuesto que esté presente en algunas de
no es significativo si atendemos al las principales teorías psicológicas. El indi-
error estándar de medida estableci- viduo, según Rosenberg (1979), siente sim-
do por el autor de este cuestionario plemente que es una persona de valor,
(Rest, 1986). pero esta percepción, obtenida durante el
• Se constata una variación dispar de proceso cle socialización, es resultado de
los estadios convencionales de de- una valoración tanto de las competencias
sarrollo moral, tanto en los demás personales (cualidades y defectos), como
grupos experimentales como en los cle las atribuciones (positivas y negativas),
de control. que el individuo hace respecto de sí mis-
• Los alumnos de los grupos 3." F y mo. Para nosotros, la autovaloración, antes
4." C han experimentado una dismi- que en otra cosa, está anclada en lo que
nución significativa de los estadios soy, en la condición cle ser persona. Y esto
convencionales de moralidad. se descubre si partimos de que cada uno
• Los datos aportados sobre el desa- no deja de serlo porque haya tenido unas
rrollo moral, en los alumnos que u otras cualidades, o porque deje cle tener-
han recibido el programa de mejora las. Descubrir la persona como valor y re-
de la autoestima (grupos experi- conocer su dignidad constituye, de modo
mentales), parecen apuntar a una inevitable, el punto cle partida en la cons-
cierta asociación entre juicio moral trucción cle la autoestima. A su vez, es un
y aumento de la autoestima. modo realista que posibilita a los indivi-
duos el reconocimiento de su condición de
persona como algo valioso.
DISCUSIÓN Este punto cíe particla nos parece es-
pecialmente relevante cuando se trata de
Los resultados obtenidos en nuestra inves- formar-desarrollar la autoestima en adoles-
tigación muestran un modo distinto de centes. En efecto, el estudio longitudinal
abordar la autoestima en el marco escolar. de Block y Robins (1993) ha puesto de ma-
Durante bastante tiempo, las investigacio- nifiesto que los niveles cle autoestima de-
nes sobre la autoestima han destacado el sarrollados por adolescentes, en edades
particular modo de entender este construc- entre 14 y 18 años, siguen manteniendo los
to, frente a la aportación de datos válidos mismos niveles y patrones de autoestima
pl:ra la consolidación de sus afirmaciones. en edades posteriores (18-23 años). Este
Cada orientación teórica de la autoestima resultado les ha llevado a considerar que
(humanista, psicodinámica, sociocultural, los cambios biológicos, emocionales y so-
concluctista, cognitiva y fenomenológica), ciales, que ocurren a lo largo de la adoles-
pretende explicar, por sí sola, todo lo que cencia, no producen perturbaciones
348
psicológicas que repercutan, de modo sig- mente, de la aplicación de programas para
nificativo, en los niveles de autoestima. Por el desarrollo del juicio moral en la mejora
ello, la propuesta de un programa pedagó- de la autoestima. Sólo un estudio de Perry
gico, dentro del ámbito escolar, cuyo objeti- y McIntire (1995) aborda la relación entre
vo básico sea el aumento de los actuales juicio moral y desarrollo de la autoestima.
niveles de autoestima, en adolescentes, re- Por otro lado, a nivel teórico se ha puesto
sulta del todo pertinente; más aún, cuando la de relieve la importancia de las experien-
mayoría de los programas existentes, a este cias morales como modos de construir for-
respecto, presentan una marcada orientación mas de vida valiosa. A través de numerosos
psicoterapéutica (Mruk, 1998; Burns, 1993; trabajos empíricos se ha constatado la con-
Beclnar, Wells y Peterson, 1989, entre otros), veniencia de abordar problemas morales
de difícil aplicación en los límites del aula. para construir mejores formas cle vida. En
Los escasos programas educativos de otros términos: -la construcción cle la per-
mejora de la autoestima han reflejado, en sona moral parte de controversias morales-
conjunto, una correlación notable entre (Puig, 1996, p. 187). Y uno cle los primeros
autoestima y resultados en el aprendizaje es- procedimientos es el autoconocimiento,
colar (McGonigal, 1994, Friecllancl, 1992). En entendido éste como el -hacerse con una
concreto, la aplicación del aprendizaje imagen adecuada del modo de ser, sentir y
cooperativo en el aula conlleva cambios valorar- (Ibídem, p. 191). Para ello, la dis-
significativos en los procesos instructivos cusión cle dilemas morales constituye un
tradicionales. Estos cambios repercuten en recurso imprescindible en la construcción
aspectos motivacionales del individuo, y de una autoimagen moral. Además, dado
en el clima socio-afectivo del aula, ambos que el dilema moral desencadena un con-
relacionados con la autoestima. La imple- flicto cognitivo, obliga a un esfuerzo intelec-
mentación de situaciones de cooperación tual por revisar o reestructurar el conjunto
favorece una relación positiva entre profe- de razones o argumentos hasta ahora man-
sor-alumno, una mayor interacción entre tenidos por un individuo. Incluso, la discu-
iguales y un clima de mayor colaboración sión de dilemas y la exposición-diálogo cle
y aceptación de las tareas escolares (Hod- argumentos morales ayuda al sujeto a de-
ges y Wolf, 1997; Nichols y Utesch, 1998). sarrollar habilidades lógico-argumentativas
Estos resultados, análogos a los obtenidos (Escámez, 1998), tan necesarias para la
en nuestra investigación, refuerzan, una consecución cíe la autonomía moral. Por
vez más, el papel que las estructuras coo- ello, el dilema moral constituye una estrate-
perativas desempeñan en el aprendizaje de gia adecuada para el desarrollo de la autoes-
habilidades, actitudes y conocimientos, tima como valor, tal como hemos podido
con evidentes repercusiones en el aumen- constatar en nuestra investigación.
to de la autoestima. Junto a ello, la utiliza-
ción de la tutoría para abordar contenidos
más específicos y personales de la autoes- CONCLUSIONES
tima ha resultado ser una actuación com-
plementaria y de profundización en la Los resultados de la presente investigación
autovaloración y autoaceptación del ado- nos llevan al establecimiento de las si-
lescente. La identificación de percepciones guientes conclusiones:
negativas, errores cognitivos y falsas atri- • El programa de educación cle la
buciones, han precisado un tratamiento autoestima ha conseguido, sufi-
más individual y personalizado. cientemente, los objetivos para los
Por último, en la investigación sobre la que ha sido diseñado: la mejora de
autoestima se ha prescindido, práctica- la autoestima general, en alumnos
349
del segundo ciclo de la enseñanza cence: A cohort longitudinal stucly».
obligatoria. Journal of Researcb on Adolescence, 2
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