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I

UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

TESIS PARA OPTAR AL GRADO DE

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

Masculinidad, vínculo y duelo:

Experiencias subjetivas ante la pérdida por separación de sus parejas mujeres

en hombres adultos que asisten a grupos de crecimiento personal en el Instituto Wëm.

Esteban Navarro Díaz

A53941

Comité Asesor:

Director: M.A. Álvaro Campos Guadamuz

Lector: M.Sc. José Manuel Salas Calvo

Lector: Lic. Ruthman Moreira Chavarría

2014
II

Resumen

Los procesos de duelo por pérdida de relación de pareja son fenómenos actuales y

crecientes en la sociedad costarricense que por lo general implican grandes cambios en la

cotidianidad de las personas y sus seres cercanos. Asimismo suelen correlacionarse con periodos

prolongados de crisis y malestar en donde se experimentan alteraciones temporales a nivel físico y

psicológico. En hombres existen indicios que sugieren un aumento en la vulnerabilidad durante el

periodo de duelo por pérdida de relación de pareja (Moreira, 2011), lo cual se refleja en de

comportamientos autodestructivos, comportamiento violento y deterioro de la salud física y mental

(Ávila et al, 2010).

Tradicionalmente el duelo se ha estudiado desde una perspectiva clínica y basada en la

subjetividad en donde se analizan las dinámicas de los vínculos primarios; asimismo existen otras

aproximaciones que hacen énfasis en factores de tipo cultural y social. No obstante, son escasos los

estudios que intentan integrar ambas perspectivas y al mismo tiempo diferenciar el fenómeno por

condiciones de género. El presente documento intenta integrar ambas aproximaciones de tal forma

que se pueda comprender este fenómeno como subjetivo y social al mismo tiempo. Es decir,

pretende analizar la construcción social de la masculinidad y los vínculos primarios como recurso

para vislumbrar y delimitar los procesos de duelo desde una perspectiva dialéctica y compleja.

Se muestra los resultados de dos un grupo de discusión y cinco entrevistas realizadas a

hombres que buscaron ayuda en los grupos de apoyo del Instituto Wëm tras perder una relación de

pareja significativa, de modo que es un diseño de estudio de casos en modalidad colectiva con una

aproximación crítica/constructivista.
III

Se analizó la historia vincular y las dinámicas de interacción con los seres amados en la

infancia y la vida adulta al mismo tiempo que se indagó sobre los diversos factores de socialización

de la masculinidad que se relacionan con la vinculación de pareja.

Los resultados integran varios elementos de la construcción subjetiva del vínculo, la

construcción social de la interacción entre géneros y su incidencia en los procesos psíquicos del

duelo por pérdida de relación de pareja; por último se formulan una serie de conclusiones y

recomendaciones para brindar aportes teóricos y limitaciones en el estudio del tema. Se espera

haber posibilitado insumos para la creación de alternativas que ayuden a disminuir la violencia de

pareja e intrafamiliar en el momento de la separación para mejorar la calidad de vida de los

hombres y de quienes les rodean.


IV

Agradecimientos

Quiero agradecer a Dios por la oportunidad de la vida, de la muerte y la esperanza que

conllevan el amar a otros seres humanos.

A Sonia, Alfonso y Alejandra por ser incondicionales y enseñarme el significado de lo que

es ser parte de una familia.

A Ruthman, José Manuel y Álvaro por conformar mi equipo asesor y acompañarme durante

todo este proceso.

A todos aquellos hombres que buscan ayuda y demás personas que forman parte del

Instituto Wëm por haber inspirado este proyecto.

Y por último, a todos aquellos seres queridos que estuvieron en el inicio pero que ahora por

diversas razones se han ido. Porque la vida inevitablemente conduce a la muerte, porque la muerte

está llena de vida.


V

Índice
Contenido
Justificación .......................................................................................................................................9
Marco de Referencia ........................................................................................................................11
Antecedentes ................................................................................................................................11
Marco Conceptual ........................................................................................................................17
Construcción de vínculos primarios .........................................................................................19
Las representaciones del Objeto y el Sí-mismo ....................................................................19
Narcisismo, cuido y afecto en los vínculos primarios. ..........................................................28
Violencia, abandono y rechazo en los vínculos primarios ....................................................31
Procesos de vinculación de pareja: amor, pérdida y duelo........................................................33
Inicio del vínculo de pareja ..................................................................................................33
Conceptualización y delimitación del vínculo de pareja .......................................................37
Sobre las dinámicas de la crisis y la vinculación de pareja. ..................................................40
Duelo ante la pérdida del ser amado .....................................................................................43
Subjetividad y construcción social de la masculinidad .............................................................47
Últimas implicaciones teóricas: el movimiento dialéctico del fenómeno estudiado .................52
Pregunta y problema de investigación ..............................................................................................55
Objetivos ..........................................................................................................................................57
Objetivo General 1 .......................................................................................................................57
Objetivos Específicos ...............................................................................................................57
Objetivo General 2 .......................................................................................................................58
Objetivo externo ...........................................................................................................................58
Metodología .....................................................................................................................................59
Estrategia Metodológica ...............................................................................................................59
Tipo de estudio .........................................................................................................................59
Diseño de Investigación ...........................................................................................................60
Selección de Participantes en la Investigación .............................................................................60
Técnicas e instrumentos de recolección de información ...............................................................64
VI

Grupo de discusión ...................................................................................................................65


Entrevistas a Profundidad .........................................................................................................65
Procedimientos para la sistematización de los datos.....................................................................66
Análisis de los datos .................................................................................................................67
Validez y Confiabilidad ...........................................................................................................68
Protección a los participantes ...................................................................................................69
Propuesta para la redacción del informe final ...........................................................................70
Análisis de los resultados .................................................................................................................71
Descripción de los casos...............................................................................................................71
Caso: Rolando ..........................................................................................................................71
Caso: Eliseo..............................................................................................................................83
Caso: Octavio ...........................................................................................................................95
Caso: Roberto .........................................................................................................................105
Caso: Juan E. ..........................................................................................................................115
Análisis teórico de los casos .......................................................................................................130
Te pego porque te quiero: La dinámica de la violencia y la fantasmática de los vínculos
primarios. ...............................................................................................................................130
Violencia y vinculación con la madre y el padre. ...............................................................131
Violencia y el Sí mismo .....................................................................................................136
La erotización y naturalización de la violencia ...................................................................141
La violencia extrema y la marginalidad dentro del vínculo. ...............................................145
Príncipes que salvan princesas: La dinámica de la idealización y del amor del Objeto. .........149
Idealización y construcción de los primeros vínculos de pareja .........................................149
El caso de Juan E., la vinculación múltiple y la idealización. .............................................154
La voy a conquistar de nuevo: Las reacciones precríticas y su percepción antes de la crisis de
pareja. .....................................................................................................................................160
Reacciones precríticas y dinámicas inconscientes subyacentes ..........................................160
Negación y Seudonegación ................................................................................................162
Alejamiento y pérdida de interés ........................................................................................164
Paranoia y el tercero especular ...........................................................................................166
El rompimiento de los rituales entrañables y el rol del cuerpo ...........................................169
VII

La Fuga del vínculo ............................................................................................................172


Otros acuerdos colusivos: La fantasía de reparación e indemnización ...............................175
Sobre los procesos precríticos y su relación con la reparación. ..........................................177
La reedición de las dinámicas de la infancia en la precrisis. ...............................................181
¿Y ahora qué hago?: Fantasías y ansiedades durante el periodo de Crisis y la ruptura del
vínculo de pareja. ...................................................................................................................187
Sobre el contexto de llegada a la crisis. ..............................................................................188
La catástrofe del Yo y del mundo interno. ..........................................................................191
La cristalización de la crisis................................................................................................200
Gastar el Dolor: La elaboración del proceso de duelo y la reorganización de la vida cotidiana
...............................................................................................................................................207
Sobre la dialéctica del proceso del duelo, el espectro y sus polaridades. ............................209
El espectro del proceso del duelo por pérdida de pareja: La polaridad maníaca y compulsiva
...........................................................................................................................................212
La aceptación total de la pérdida y el Tercero como catalizador del duelo. ........................215
El espectro del proceso del duelo por pérdida de pareja: la polaridad depresiva. ...............219
La Integración y el proceso de elaboración del duelo .........................................................224
Duelo: la vida, el encuentro con la muerte y la esperanza ..................................................229
La elaboración del duelo y la violencia infantil. .................................................................232
El término del proceso del duelo y su elaboración: criterios y posibilidades ......................235
Reaprendiendo a ser hombre: Las masculinidades y el duelo por pérdida del vínculo de pareja
...............................................................................................................................................243
La socialización del vínculo, violencia y las masculinidades .............................................244
Dos paradigmas o modelos de vinculación de pareja con las mujeres ................................248
La crisis de pareja según la masculinidad hegemónica: cambio de roles y malestar ...........252
La masculinidad herida.......................................................................................................255
Masculinidad y elaboración del duelo : El cuerpo de la mujer como marcador de la
vinculación y la pérdida......................................................................................................258
Migración hacia un nuevo paradigma de vinculación .........................................................264
El duelo como oportunidad para la construcción de nuevas masculinidades: los nuevos
grupos de pares y la fraternidad entre hombres. .................................................................268
Conclusiones ..................................................................................................................................276
Recomendaciones ...........................................................................................................................286
VIII

Anexos ...........................................................................................................................................310
Anexo 1: Reseña del Instituto WEM ..................................................................................310
Anexo 2: Guía de Grupo de discusión ................................................................................312
Anexo 3: Guía de Entrevista ...............................................................................................314
Anexo 4: Fórmula de Consentimiento Informado (para grupos de discusión) ....................321
Anexo 5: Fórmula de Consentimiento Informado (para entrevistas) ..................................327
9

Justificación

La última década en Costa Rica se ha caracterizado por el aumento en el índice de divorcios

y separaciones. En el año 2010 hubo en promedio treinta y un divorcios diarios, once mil quinientos

en todo ese año, por lo cual se estima un incremento del sesenta y tres por ciento en comparación al

2001, es decir, un divorcio por cada dos matrimonios (Oviedo, 2011). Este incremento en la tasa de

separaciones y divorcios genera fuertes cambios en la vida diaria como la división de bienes,

pérdida de proyectos en común, delimitación de responsabilidades de cuido, y pago de pensiones

alimenticias; los cuales se asocian con crisis personales e implican procesos de duelo por pérdida de

la pareja (Moreira, 2011).

Por otra parte, la mayoría del corpus teórico, de la intervención psicológica clínica,

homologa los procesos de pérdida por separación del vínculo de pareja a los de pérdida por muerte

de una persona, al mismo tiempo que consideran que no hay diferencias significativas entre

hombres y mujeres. Lo anterior suele ser contradictorio ya que se ha determinado que estas crisis y

procesos se afrontan de distinta forma según factores culturales y sociales (Worden, 2002). Al

parecer son escasas las propuestas que integren las experiencias de duelo y pérdida acorde a la

socialización de género ya que comúnmente se delimitan como experiencias universales comunes

en todas las sociedades.

Los resultados de trabajo del Instituto Wëm han mostrado que los hombres consultan

mayoritariamente por conflictos en relaciones significativas de pareja y de igual forma reflejan una

marcada dificultad para elaborar el duelo por pérdida del vínculo (Moreira, 2011). Se estima que

tres de cada cuatro llamadas a la Línea de Apoyo para Hombres, de dicho instituto, se centraron en
10

temas relacionados con la pareja –celos, violencia, comunicación y consultas legales-y en la

dificultad de aceptar la separación y pérdida de la misma (Araya, 2010).

De acuerdo con R. Moreira (2011), muchos de los hombres que asisten a los grupos de

apoyo, aun estando separados, están en riesgo de ejercer violencia y presentar comportamientos

autodestructivos como ideación suicida, gestos suicidas, consumo de alcohol, consumo de drogas

ilícitas y conducción temerarias. Lo anterior se refleja en el aumento de la vulnerabilidad al daño

hacia sí mismo, a sus exparejas y a otras personas cercanas.

Por lo tanto es necesaria la investigación de los procesos de duelo por pérdida de pareja que

enfaticen la construcción de la subjetividad y su relación con el género para poder crear nuevas

aproximaciones teóricas y prácticas las cuales permitirán atender y visibilizar las necesidades de

una población que claramente se encuentra vulnerable ante estos sucesos.


11

Marco de Referencia

Antecedentes

Las investigaciones que abordan el tema de pareja, se centran en tópicos asociados con

celos, violencia, divorcio y crianza de los hijos y poblaciones específicas como personas

homosexuales, adolescentes, adultos mayores, hombres agresores y mujeres agredidas. Aquellas

que estudian la pareja en términos de vinculación, vivencia y duelo en la población general -mujeres

y hombres adultos, heterosexuales, de distintos contextos socioeconómicos-, son escasas. No se

encontraron, en la revisión llevada a cabo, estudios enfocados en la vinculación de hombres con

parejas mujeres, y su elaboración del duelo, luego de la pérdida.

Ureña (1993) indagó las crisis de veinticinco matrimonios, identificando factores

psicosociales que les facilitaran o agravaran su resolución, considerando aspectos como:

resoluciones míticas a los conflictos, el papel de los roles de género y la dimensión erótica de cada

uno de estos, y el papel del Tercero como generador de conflicto. Concluye que hay una marcada

diferencia en la vivencia erótica de cada miembro de acuerdo a su rol de género, una necesidad de

complementación con el otro, en la que en momentos se niegan las propias necesidades y en

momentos se niegan las del otro, y una dinámica del ejercicio del poder desde la masculinidad por

parte del varón, en la relación. La vivencia de pareja entonces, no es igual en hombres y en mujeres,

dando pie a la importancia de indagar cómo es ésta según el género de la persona y la socialización

de ésta. En este último aspecto no profundiza la autora.


12

Barrios & Núñez (1997) también hacen visible la importancia de considerar el género al

analizar la vivencia de pareja. Realizaron entrevistas a profundidad con diez parejas adolescentes,

con edades entre los dieciséis y los diecinueve años para indagar las concepciones y prácticas entre

los géneros en relaciones de noviazgo. Encontraron que éstas no difieren mucho de las que

establecen personas adultas, pues contienen algunos de los mismos aspectos: la pareja como fuente

de satisfacción de necesidades emocionales; el carácter idealista y mítico de la relación como único

medio de autorrealización emocional; las desigualdades de género y el ejercicio del poder por parte

del varón en la relación; la falta de diálogo y comprensión mutua; y la idealización del otro.

Concluyen que, “cuando se conforma la relación de pareja cada miembro vive su propio proceso

de desarrollo y el de pareja, de acuerdo con las normas culturales y con el desarrollo personal de

cada uno(a)” (p. 3). Destaca la similitud encontrada en el estudio entre estas parejas adolescentes y

las de personas adultas, en aspectos ligados a la concepción y significado que cada miembro le

asigna a la relación vincular y en cómo éstos significados están transversalizados por la

socialización y la historia personal de cada uno.

Siguiendo con estudios que analizan la pareja desde su dinámica vincular, Arce et al. (2006)

con base en la propuesta teórica de Lemaire (1986), reconocieron en el discurso de las parejas,

elementos que expresan la etapa en la que se encuentran, con el fin de estudiar dichas fases de

pareja y el papel que juega el amor idealizado en ellas. Encontraron que todas las parejas

estudiadas: a) iniciaron con el flechazo y las características de la primera etapa del amor -sensación

de amor a primera vista, erotización del cuerpo, alteración de la conciencia-; b) presentaron una

sensación de completitud en la que cada uno era salvador de la falta y la soledad del otro -en un

intercambio simbiótico-; c) tenían elementos propuestos por Lemaire en su teoría. Resaltan que “el

amor idealizado es la principal justificación que posibilita la construcción de un proyecto de

pareja, el cual devino de la infancia, a partir de la conformación y formación de los individuos en

relación con las figuras parentales y la interacción con la cultura” (p.277); nuevamente surgen
13

elementos de socialización y de historia de vida, como aspectos clave para la conformación de la

pareja.

Brenes & Calderón (2006) crearon un manual a partir de las cogniciones, conductas y

emociones funcionales y disfuncionales de parejas en transición al matrimonio. Los resultados

sugieren que existe una dificultad en el reconocimiento de éstas y una tendencia hacia cambios en

cuanto a los roles de los hombres dentro de las mismas. Recomiendan las entrevistas

semiestructuradas “como un recurso terapéutico evaluativo que permitirá obtener información

amplia sobre la pareja” (p.479) y mencionan que “a pesar de ser un tema de tanta importancia,

no se han desarrollado trabajos (…) con un énfasis en la vida de pareja” (p. 480). Llaman la

atención acerca de la relevancia de llevar a cabo investigación e intervención en este sentido.

Tres estudios consideran la dinámica de pareja y el vínculo afectivo en población

masculina, dos de ellos en hombres con orientación homosexual y otro más, desde el análisis de los

celos. Sandí & Venegas (2008) indagan la dinámica subjetiva de hombres celosos que ejercen

violencia hacia sus parejas; establecen la función que cumplen los celos, las reacciones que generan

y los factores que desencadenan la conducta violenta en estos hombres. Hallaron que en estos

hombres existe un temor a la soledad y que se da una pérdida de la confianza y de la seguridad

cuando la mujer trata de “liberarse”, se espera restaura la confianza al exigir la sumisión de su

pareja. Los celos, según los autores, vienen a ser una respuesta ante el temor, desde la masculinidad

hegemónica, de la pérdida de control hacia los demás. Mencionan que “estos hombres no se sienten

merecedores del cariño de su pareja, con lo cual la ambivalencia afectiva e inseguridad con

respecto a la relación de pareja se prolonga generando malestar” (p.160). Ponen énfasis en el

papel que juega la socialización masculina en los celos y recomiendan que se hagan estudios acerca

del tema de pareja, la socialización masculina y que se utilice una metodología grupal para abordar

el tema de la dinámica vincular en los hombres.


14

Alfaro & Cabrera (2002) analizan desde la óptica psicosocial el proceso de construcción y

desarrollo del vínculo amoroso en parejas de hombres homosexuales. Dicen que a) existe una fuerte

idealización del otro y de la relación de pareja como fuente de estabilidad emocional –elemento

hallado en otros estudios reseñados y que parece ser algo característico del vínculo sin importar

edad, género u orientación sexual-; b) se asumen roles y encargos de la masculinidad; c) se

reproducen patrones de interacción y encargos de la familia de origen; d) existe un vínculo

simbiótico, con relaciones en las que el sexo tiene una gran importancia y en las que, una de las

principales causas de las crisis, es el dilema de la fidelidad. Concluyen que “el establecimiento de

la relación amorosa en las parejas gays masculinas se construye y desarrolla de manera similar a

la de cualquier pareja” (p.194). Guzmán & Méndez (2003) analizaron la construcción del vínculo

de pareja entre hombres homosexuales, a través de explorar algunos elementos de su dinámica.

Nuevamente aparece una concepción idealizada de lo que es ser pareja en los hombres gay, con

“una clara determinación psicosocial de establecerse en pareja como intento de combatir un

sentimiento de incompletud perenne (…) heredado socialmente” (p.4). Encontraron que les es

difícil establecer los roles dentro de la pareja puesto que éstos tradicionalmente se han configurado

a partir de una complementariedad en las relaciones heterosexuales.

Enfocadas en el estudio de los procesos de duelo relacionados con la pérdida del vínculo

amoroso están las investigaciones de Sandoval (2009), Bonilla & Vargas (2009) y Alvarado (2002).

Sandoval (2009) explora la dinámica del duelo por fallecimiento de la pareja en hombres gay en

donde considera que la experiencia subjetiva de pérdida así como la dimensión social con familiares

y personas cercanas. Hizo entrevistas a profundidad con dos sujetos y encontró dos factores que

influyen en la dinámica del proceso de duelo: el posicionamiento desde la gaycidad y el tipo de

vinculación establecida. Reconoce la importancia de participar en los rituales sociales posteriores a

la muerte en el proceso de elaboración de la pérdida.


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Bonilla & Vargas (2009) indagaron las estrategias de afrontamiento usadas por personas

adultas mayores ante la muerte del cónyuge. Algunos factores que facilitan el sobrellevar la pérdida

son: una autoimagen positiva; una concepción madura de lo que significa ser pareja -fuerte

identidad e intimidad de pareja, entendimiento de las crisis como oportunidades de cambio,

proyectos en común, buena comunicación-; un fuerte componente de espiritualidad; y contar con

redes de apoyo. No encontraron diferencias según lo esperado o no de la muerte, ni se

profundizaron diferencias según el género de las personas entrevistadas. A pesar de que éste tipo de

investigaciones se centran en pérdida por muerte del cónyuge, plantean inquietudes en cuanto a qué

tan similar pueden ser las experiencias, vivencias y conclusiones en el caso de un proceso de duelo

por separación de la pareja.

Alvarado (2002) busca dar respuesta a estas incógnitas y elabora un estudio desde la teoría

psicoanalítica de las relaciones objetales en donde, mediante entrevistas a dos mujeres, buscan

comprender la experiencia subjetiva ante la ruptura del vínculo amoroso y analizar los procesos

afectivos, los mecanismos defensivos involucrados, y la percepción de la persona amada y de sí

mismas. Halló que: a) estas mujeres idealizan al objeto amado, sobre valorizan lo masculino y

desvalorizan lo femenino; b) hay un fuerte componente de la socialización en los roles rígidos y

estereotipados de género –dependencia y sumisión; y c) se identifican mecanismos de escisión,

negación y proyección; presencia de ira, temor, síntomas depresivos, y la negativa para aceptar la

ambivalencia de afectos hacia la persona amada lo cual genera temores y ansiedades. Esta

investigación abre las perspectivas acerca de la importancia de analizar la experiencia de la ruptura

del vínculo de pareja en la contraparte masculina.

Existen abundantes estudios centrados en comprender la manera en que se vinculan los

hombres en otro tipo de relaciones que no son la pareja (Ceciliano, 2007; Álvarez, 2006) y en otros

procesos de duelo que viven las parejas, como pérdidas de hijos o por enfermedad terminal o
16

privación de libertad (Gutiérrez, 2009; Córdoba & Rodríguez, 2008; Arguedas & Peralta, 2004;

Elizondo & Bonilla, 2003); o en el análisis de la vivencia de los hombres en otros contextos a la luz

de la masculinidad (Vargas, 2007; Calderón & Vargas, 2004; Contreras & Mora, 2003; Solano,

2003). Hacer una revisión exhaustiva de estos trabajos va más allá del alcance de ésta investigación,

no obstante se mencionan por ser acercamientos paralelos a algunos de los temas centrales del

presente estudio.

A partir de la exhaustiva revisión de los diferentes estudios cercanos a la temática de esta

investigación, se obtienen varias conclusiones compartidas por la mayoría de éstos:

1. Existe, independientemente de la edad en que se establezca el vínculo y el tipo de

pareja que se forme, una depositación de encargos de completitud, satisfacción plena y

felicidad total en ésta, encargos que al momento de darse la finalización del vínculo

tienen un fuerte impacto en el proceso de duelo.

2. Hay una variedad de conflictos que surgen en la pareja, relacionados con la toma de

conciencia –o la completa ausencia de ésta- de que esos encargos no serán satisfechos

en su totalidad por esa relación de pareja.

3. En la dinámica de pareja se expresa una serie de aprendizajes, fruto de la socialización

de género y de la historia personal de cada miembro. Estas expresiones suelen ser

motivo de conflicto en la pareja y de desilusión, crisis y resquebrajamiento del vínculo.

Falta analizar cómo influyen estos encargos en los procesos de pérdida del vínculo

amoroso.

4. Uno de los aspectos más conflictivos en las parejas estudiadas, es la vivencia de los

roles de género, principalmente, se da una referencia constante a lo problemático que


17

resulta la asunción de éstos por parte del hombre, pues ellos tienen vivencias de

ejercicio de poder, control y frialdad en el vínculo con sus parejas.

Hasta ahora no se ha indagado como es la experiencia de hombres de hombres heterosexuales

dentro de sus relaciones de pareja, cómo es el vínculo que éstos establecen, ni mucho menos cómo

es la dinámica del proceso de duelo una vez que se ha dado la ruptura del vínculo. De acuerdo con

Alvarado (2002) “sería importante (…) realizar una investigación sobre cuáles son las estrategias

de elaboración de las pérdidas en la masculinidad, cómo se vivencia el duelo (…) sobre los

vínculos que pretenden establecer hombres y mujeres, en su relación amorosa” (p.249)

Una investigación que considere las conclusiones y recomendaciones anteriores podrá

enriquecer los abordajes con hombres en torno a la vivencia de pareja y la experiencia de pérdida de

vínculo de pareja, más si se consideran los datos mencionados, relacionados con la afluencia de este

tipo de situaciones en el Instituto Wëm (Moreira, 2011).

Marco Conceptual

Para entender la construcción y el devenir de los procesos de duelo por pérdida de pareja en

la edad adulta es necesario analizar primero la forma en que se entablan los vínculos en la infancia

ya que estos son modelos de interacción que se mantienen a lo largo de toda la vida (Kernberg,

1995). Analizar cómo se organizó el sujeto ante las experiencias de abandono y de gratificación

brinda elementos estructurales que permiten ubicar el origen y la dinámica de poder subyacente que

se encuentra en la construcción de los vínculos. De igual forma reflejan lo que S. Freud (1914b)

denominó como “compulsión a la repetición”, ya que es la actuación y repetición de escenas

conflictivas que produjeron malestar a lo largo de toda la vida.


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A partir de las experiencias subjetivas de la infancia ante el malestar, el sujeto construye

estrategias de supervivencia (Miller, 1984) y diferentes formas de lidiar ante las situaciones

conflictivas. Dichos episodios de malestar se consideran crisis que se presentarán durante el resto de

la vida del sujeto. Por lo tanto, los procesos de duelo por pérdida de pareja también son crisis que

reflejan el dolor humano y de forma directa están mediados por las dinámicas subjetivas para

sobrellevar el malestar, las cuales fueron instauradas en la infancia y en la interacción vincular.

Acorde a lo anterior, aquello que es subjetivo se crea en el vínculo, el cual es

necesariamente social ya que implica el contacto y la interacción con otras personas. En

consecuencia, el vínculo se encuentra atravesado por ideologías que reflejan las relaciones

históricas de poder entre diferentes grupos y géneros por lo que se considera que la dinámica social

también es dinámica individual ya que una sobrelleva a la otra. Sin embargo, sería erróneo plantear

que lo subjetivo no influencia ni transforma a lo social ya que el fenómeno debe de ser visto como

un sistema que se retroalimenta mutuamente en una dinámica claramente dialéctica. Es decir,

aquellos cambios en lo social forman nuevas subjetividades y aproximaciones a lo vincular -las

relaciones de pareja, el amor y la paternidad- lo cual a su vez cambian las condiciones sociales que

le dieron origen de forma recíproca.

La presente investigación trata de abordar este fenómeno al ubicar y relacionar los

diferentes cambios en los roles y la interacción de género dentro de espacios considerados

tradicionalmente como privados y subjetivos como las relaciones de pareja significativas, sus crisis

y el duelo.
19

Construcción de vínculos primarios

Las representaciones del Objeto y el Sí-mismo

La construcción de vínculos humanos son procesos que transcurren a lo largo del ciclo vital

de tal forma que son la introyección de los roles de interacción con los seres cercanos (Kernberg,

1995). Su conformación data desde los primeros momentos de la vida por lo que contienen

experiencias gratificantes de afecto y cuido y al mismo tiempo experiencias de frustración y

abandono en la infancia (Klein, 1937; Segal, 1988; Kernberg, 1995; Winnicot, 1956). Se utiliza el

término “Relaciones de Objetales” para definir el resultado psíquico de la construcción del vínculo

(Klein, 1937) de modo que son las representaciones mentales producto de la introyección y del

desarrollo que posibilitan el surgimiento de otras instancias psíquicas como el Yo y el Superyó

(Palombo, Bendicsen & Koch, 2009).

M. Mahler (1963) señala que, desde el nacimiento, el bebé carga libidinalmente este tipo de

relaciones y establece una dependencia simbiótica con la madre 1 . En dicha fase simbiótica se

experimenta una sensación de completitud y homeostasis, por parte del recién nacido, debido a las

condiciones primitivas de la percepción y el desarrollo. A continuación se describen las dos

primeras fases de este proceso según M. Mahler (1963):

 Fase autista: inicia en los primeros tres meses de nacido por lo que se considera al

bebé como un organismo con respuestas instintivas y reflejas. De ahí que toda su

energía psíquica queda investida en sí mismo y el contacto con el exterior no es

mediado por instancias psíquicas complejas. Este proceso psíquico se relaciona con

1
El concepto “Madre” hacer referencia a una función de cuido y protección del recién nacido no se refiere
directamente a un género es especifico (Palombo, Bendicsen & Koch, 2009; Winnicott, 1965)
20

lo planteado por S. Freud (1914a) como “narcisismo primario” en donde el recién

nacido se catectiza a sí mismo con su propia libido.

 Fase simbiótica: acontece después entre los dos a cinco meses de nacido y se

caracteriza por la unión de la diada madre-hijo. Dicha unión o simbiosis se

caracteriza por la sensación de homeostasis y la configuración de las experiencias

placenteras y aversivas como buenas o malas respectivamente. Al inicio del

proceso el recién nacido no diferencia su ser como separado de la madre pero

eventualmente emerge el conocimiento de que existe una persona que lo cuida y

por ende surge la distinción entre el “Yo y no-Yo”. Se considera esta etapa como

“preobjetal” (Mahler, 1963) ya que inicia otros procesos de construcción del

Objeto de amor y el consecuente nacimiento psicológico del bebé. Esta fase

también se relaciona con la etapa de “dependencia absoluta” de D. Winnicott

(1965) en donde hace referencia al rol de la madre quien actúa como un espejo y le

refleja al bebé, mediante gestos y palabras, diferentes elementos que lo constituyen

narcisísticamente.

J. Bleger (1962) plantea el concepto “posición Glisco-cárica” para describir este periodo

como un estadio previo a la formación de la representación del Objeto en donde no hay diferencias

para el bebé entre lo que es la figura materna y él mismo. Es decir, el bebé no encuentra definición

ni delimitación de su ser tanto a nivel físico como psicológico por lo que se considera que todavía

no se ha dado paso al nacimiento de su propia subjetividad –nacimiento psicológico- (Mahler,

1963).

Conforme pasan los meses el recién nacido empieza a cobrar mayor conciencia de su

entorno y del mundo exterior e inicia dos procesos de desarrollo fundamentales denominados como

“Separación e Individuación” (Mahler, 1963). El proceso de separación implica salir del estado de
21

fusión y simbiosis materno para diferenciarse de la madre, desarrollar sus propios límites y

desplegar estructuras intrapsíquicas -incluyen procesos cognitivos como la percepción y la

memoria (Palombo, Bendicsen, & Koch, 2009)- de modo que esta etapa culmina con la creación y

delimitación de dos representaciones en el mundo interno que son el Sí-mismo (Kernberg, 1976) y

el Objeto de amor (Mahler, 1963). El otro proceso adjunto es el de individuación el cual conlleva el

crear y asumir la propias características relacionadas con la identidad y la autonomía por parte de

recién nacido; M. Mahler (1963) señala que este proceso implica la retención de dichas

características para el resto de la vida.

M. Mahler (1963) propone una última fase dentro de su modelo para poder explicar el

origen al nacimiento psicológico del bebé y las etapas de internalización de Objeto de amor:

 Fase Separación-Individuación: Acontece entre los primeros cinco y treinta y seis

meses de vida. Y suele dividirse en cuatro subfases que son:

o Diferenciación: sucede entre los primeros cinco y diez meses de vida y

marca la maduración del sistema sensitivo por lo que el bebé puede

empezar a sentir curiosidad, a descubrir el mundo externo y aproximarse a

él de formas diferentes.

o Ejercicio/Práctica: emerge entre los diez y dieciséis primeros meses de

edad y se caracteriza por la habilidad de desplazarse y alejarse de la madre

–gatear y escalar-. Se practican habilidades para separarse y reencontrarse

con quien lo cuida y al mismo tiempo se experimenta miedo ante la posible

pérdida o ansiedad de separación.

o Reaproximación: acontece entre los dieciséis y veinticuatro meses de

nacido y hace referencia al momento en donde el bebé se reúne con la

madre después del periodo anterior –ejercicio/práctica-, esto es el inicio del


22

reconocimiento de que la madre es una persona separada e individualizada.

En esta etapa se desarrollan elementos como la empatía y la vivencia de un

amplio rango de emociones además de darse cuenta de la existencia de la

figura paterna que configurará los momentos iniciales del complejo de

Edipo. Asimismo, se inician los procesos de escisión y ambivalencia hacia

el Objeto amado.

o Consolidación y constancias del objeto emocional: sucede entre los dos a

tres años de edad y se caracteriza por terminar de delinear los propios

límites del bebé y la madre. Igualmente implica la internalización de la

representación de la madre como un Objeto total e integrado por lo que

tiene mayor capacidad de tolerancia ante la frustración, mayor confianza y

seguridad ante quien lo cuida.

Durante este periodo el recién nacido ubica al pecho materno como primer Objeto de amor,

el cual es concebido como fuente de nutrición, amor, calor y placer inagotable. M. Klein (1957)

señala que de forma conjunta inician procesos de identificación con el pecho, es decir, el bebé lo

percibe como Objeto perfecto. En consecuencia surge envidia primitiva hacia éste ya que no logra

llegar a tal grado de perfección idealizada -el recién nacido no se puede convertir en fuente de

placer, completitud y simbiosis-. Posteriormente, se inician los primeros conflictos psíquicos, en

donde por primera vez, se empieza a descalificar al pecho materno con el objetivo de minimizar la

envidia primitiva (Segal, 1988).

A estos procesos M. Klein (1937) los organizó en dos “posiciones” psicológicas que

denotan la dinámica de relación del bebé con sus Objetos de amor, a continuación se describen:

 Posición Esquizo-paranoide: El bebé empieza a experimentar momentos de

ansiedad y miedo, producto de la realidad externa y el encuentro con la pulsión de


23

muerte -trauma de nacimiento, ida momentánea de la madre y demás situaciones

percibidas como amenazantes- (Klein, 1937). La pulsión de muerte experimentada

se convierte en agresión y luego es proyectada hacía el Objeto primario de

vinculación -pecho materno-. Al percibir al pecho como Objeto amenazador y

fuente de ansiedad, el bebé lo escinde para dar como resultado dos

representaciones del mismo: Objeto bueno -pecho bueno cargado de libido,

gratificante e introyectado- y Objeto malo -cargado con pulsión de muerte,

persecutorio, privatorio y doloroso- (Klein 1937; Segal 1988). La dinámica

resultante en este conflicto consiste en tratar de resguardar internamente el Objeto

bueno e idealizado y mantener, en el mundo externo, las representaciones del

Objeto malo y del Yo asociadas con la pulsión de muerte y lo aversivo. Por tanto,

la primera estrategia utilizada es el establecimiento de fantasías que son recursos

psíquicos para lidiar con la ansiedad de modo que conllevan la creación consciente

o inconsciente de una realidad imaginaria de lo que puede ser posible –contiene

sueños y aspiraciones-. La fantasía predominante consiste en el temor de

introyectar al Objeto malo y destruir al Objeto ideal y al Yo (Segal 1988). Durante

esta posición, el bebé desarrolla varios mecanismos de defensa primitivos para

protegerse de la ansiedad, los más usados son:

o Escisión: división de la representación del Objeto de vinculación primario

en bueno y malo.

o Identificación proyectiva: es la atribuirle elementos del Yo y del mundo

interno a los Objetos del mundo externo.

o Introyección: es la internalización de las cualidades e impulsos en el Yo

provenientes de los Objetos del mundo externo.


24

o Idealización: Implica percibir al Objeto como perfecto y carente de

errores.

La palabra “esquizo- paranoide” viene del griego σχίζειν (schizein) que significa

“dividir” y del concepto moderno de paranoia que refiere a ideas delirantes y

persecutorias, por lo tanto esta posición hace referencia al proceso inicial de

creación de las representaciones de los Objetos y del mundo interno en donde se

percibe al ser amado como una amenaza y por ende se le divide para sobrellevar la

ansiedad.

 Posición depresiva: Inicia cuando el bebé ya no necesita la escisión como

mecanismo por lo que el Yo se fortalece al creer que puede proteger al Objeto ideal

y empiezar a tolerar más el instinto de muerte y las ansiedades respectivas. Al

inicio se utilizan defensas maníacas que son mecanismos psíquicos que tratan de

proteger al bebé de la experiencia de ansiedad depresiva, culpa y pérdida; los más

usados son:

o Omnipotencia: fantasía en donde el bebé cree que tiene el poder y el

control de todas las situaciones que pasan a su alrededor –triunfo y

desprecio-.

o Negación: hace referencia a evitar enfrentar un acontecimiento o

sentimiento cercano que genere ansiedad.

Posteriormente dichos mecanismos empiezan a decaer en desuso y el bebé empieza a

reconocer a la madre como Objeto total producto de las experiencias cotidianas, es decir, trasciende

la percepción de Objeto como pecho para llegar a entender al Objeto como una persona integrada y

diferenciada del Yo (Klein, 1957; Mahler, 1963). Se percibe al Objeto bueno y al Objeto malo

como de una misma procedencia y empieza a integrar experiencias gratificantes y frustrantes, lo


25

cual permite la reducción del mecanismo de escisión para lidiar con la ansiedad, asimismo, se inicia

el duelo y la nostalgia por la pérdida del Objeto ideal. Al integrar ambas representaciones de los

Objetos se renuncia a la idealización de los mismos y se pierde la sensación de completitud y

noción de perfección total con el Objeto (Lemaire, 1986; Klein, 1957; Segal, 1988). Aparece la

culpa, al recordar los impulsos destructivos y fantasías persecutorias depositadas en el Objeto y

surgen intentos de reparación por parte del bebé hacia el Objeto amado. Al creer que sus propias

fantasías de destrucción dañaron al Objeto, se asume que el amor y cariño experimentados en el

inicio del vínculo pueden resarcir el daño. Dentro del transcurso normal de este proceso, se espera

que el bebé sobrepase la ansiedad y recupere las relaciones con los Objetos mediante la reparación

en el plano de la fantasía en el mundo interno, concretizada al mismo tiempo en la realidad externa

(Segal, 1988; Klein, 1957).

De acuerdo con M. Mahler (1963), M. Klein (1937) y H. Segal (1988), se espera que al

final de ambas posiciones el bebé pueda: a) Lograr mayor diferenciación del Yo -advertir su propia

existencia separada los Objetos- con lo que adquiere la capacidad de respetar y amar a las personas

como seres diferenciados; b) Reconocer sus propios impulsos y fantasías para distinguir entre la

realidad externa y el mundo interno; y c) Consolidar la conformación del Superyó al ser compuesto

por objetos ideales y persecutorios. Por último este proceso se define como inacabado dado que la

integración de la representación del Objeto nunca será y ninguna posición puede ser reemplazada

definitivamente por otra (Segal, 1988).


26

Cuando en el proceso de desarrollo no se consolida -la elaboración y transición por la etapa

depresiva- por lo general el bebé hace una regresión a la etapa Esquizo-paranoide y reexperimenta

la ansiedad persecutoria ante la presencia del Objeto malo y en consecuencia se dificulta y

problematiza el desarrollo ulterior (Segal, 1988; Klein, 1957).

Por otra parte, J. Bolwby (1969) plantea un modelo en que ha sido considerado por algunos

autores como una elaboración posterior de las posiciones de kleinianas (Palombo, Bendicsen, &

Koch, 2009) ya que caracteriza el proceso de apego, la separación y pérdida dentro del vínculo

materno. A continuación las fases planteadas (Bolwby, 1969; Bolwby, 1973; Bolwby, 1980):

 Protesta/Ansiedad de separación: es el momento inicial cuando el bebé es

separado de su madre por diversas circunstancias y se genera en él ansiedad por la


27

separación y deseos por volver con la figura materna. Este modelo incluye muchas

de las reacciones propias de la posición esquizo-paranoide en donde el bebé teme

por su bienestar (Palombo, Bendicsen, & Koch, 2009).

 Desesperación/Duelo y luto: después de la etapa anterior el bebé tiende a retirarse

y a sentirse más desesperanzado ante la posible llegada de la madre de modo que

empieza a tener signos de duelo y malestar ante la posible pérdida. Se asocian

muchas de estas reacciones con la posición depresiva kleiniana en donde aparecen

sentimientos de culpa y tristeza (Palombo, Bendicsen, & Koch, 2009).

 Desapego: Es un periodo posterior en donde el bebe se mantiene indiferente ante

una eventual llegada de la madre. Si el periodo se prolonga se disminuirá la

capacidad de discriminar a los cuidadores y se relacionará de forma superficial con

ellos por lo que se considera defensa ante los sentimientos de pérdida generados en

las fases anteriores. El resultado de este proceso varía dependiendo de las

experiencias de abandono que haya experimentado el bebé.

Cada uno de los modelos descritos anteriormente se configuran como mecanismos

primitivos y procesos psíquicos de defensa ante la ansiedad de la separación y la pérdida de ahí que

acontecen desde la infancia y algunos continúan como procesos psicológicos hasta el final de la

vida. Las fases propuestas por M. Mahler (1963) y D. Winnicott (1965) sugieren secuencialidad y

limitan el proceso a los primeros años de vida sin embargo dichos aportes se articulan a las

propuestas de M. Klein (1937) y J. Bowlby (1980) en donde las dinámicas con la figura materna se

reexperimentan a lo largo de todo el ciclo vital y durante todas las relaciones de Objeto. En

consecuencia los sujetos oscilan entre una posición/fase/etapa y otra por lo que las dinámicas

resultantes son elaboraciones adultas de las experiencias infantiles (Palombo, Bendicsen, & Koch,

2009).
28

Por último O. Kernberg (1976) retoma los aportes de M. Mahler (1963) y M. Klein (1957) y

elabora su teoría desde la construcción de la representación del sujeto y no del Objeto. Esto se debe

a que tradicionalmente las teorías de las relaciones objetales abordaban el proceso de la

construcción de la subjetividad a través del Objeto y del mundo interno (Palombo, Bendicsen, &

Koch, 2009) y dejaban por fuera los procesos referentes a la representación del Sujeto. De tal forma

que O. Kernberg (1976) aplica los mismos procesos de la formación del Objeto –escisión,

idealización e identificación proyectiva entre otros- a las representaciones del sujeto a las cuales

denominó como Sí-mismo. Es decir, el Sí-mismo igualmente se escinde y tiene representaciones

Buenas y Malas disociadas de ahí que también pasa por procesos de integración de dichas

representaciones a nivel yoico.

Narcisismo, cuido y afecto en los vínculos primarios.

D. Winnicott (1956) define el concepto “figura materna” como una función psíquica que

posibilita el desarrollo del bebé en los primeros momentos de la infancia. De esta forma la madre se

encarga de facilitar un ambiente de sostén para que el bebé pueda diferenciarse como un ser

individual y separado. D. Winnicott (1965) define tres funciones maternas asociadas al cuido y al

afecto en la infancia las cuales son a) sostenimiento b) manipulación/manejo c) presentación

objetal. Dichas funciones ayudan a la formación del Objeto y delimitan las interacciones sociales en

la vida adulta ya que pasan por la interacción de la madre, su cuerpo y el bebé.

Para ilustrar lo anterior se utiliza la metáfora del espejo (Palombo, Bendicsen, & Koch,

2009) en donde la madre, a través de gestos, palabras y contacto físico, le refleja al bebé elementos

que aprueban o rechazan su actuar y sentir. De esta forma, el recién nacido ve en el rostro y la

interacción con la madre aquellas características deseadas y valorados por terceros en su propio ser.
29

Este proceso también es descrito por J. Lacan (1972) y lo define como “estadio del espejo” en

donde a través del deseo materno y la respectiva investidura libidinal el bebé puede atribuirle

características e ideales al Yo.

Los procesos anteriores se relacionan intrínsecamente con el concepto freudiano de

“narcisismo secundario” (Freud, 1914a) ya que implican la investidura de libido del sujeto sobre el

Yo. A continuación se describe los momentos y dinámicas que subyacen a este proceso:

 Inicialmente el Yo despliega su libido sobre los progenitores y estos a su vez sobre

el bebé mediante afecto y cuido. Sin embargo dichas expresiones de afecto y cuido

de los padres también reflejan un deseo y demandas sobre lo que quieren de su

hijo/a.

 Estas demandas y deseos parentales se denominan “Ideal del Yo” ya que es un

modelo de actuar, pensar y sentir creado por los progenitores, al cual el bebé intenta

adecuarse.

 El proceso del “narcisismo” es la investidura libidinal del Ideal del Yo, su

identificación y la retribución de la propia energía libidinal sobre sí mismo. El ideal

del yo es una especie de filtro sobre el cual parte de la libido del sujeto se
30

direcciona de modo que constituye un elemento que delimita los procesos de

enamoramiento en la edad adulta.

En síntesis, las diversas expresiones de afecto y cuido son elementos constitutivos del ideal

del yo y del narcisismo, de modo que son producto de la interacción social entre la función madre y

el bebé. Los roles y funciones que desempeña la madre condicionan la formación del mundo interno

y sus Objetos ya que la madre actúa como mediadora entre el niño y el medio en que se

desenvuelve (Winnicott, 1965). De tal forma, estos procesos se articulan e introyectan en la infancia

sin embargo, en la edad adulta, se repiten de forma continua (Freud, 1949), en especial en la

vinculación de pareja adulta.


31

Violencia, abandono y rechazo en los vínculos primarios

De forma similar a la planteada anteriormente, el abandono, el rechazo y la violencia son

elementos que también constituyen la formación de vínculos de amor, de los Objetos y del mundo

interno. D. Winnicot (1965) plantea el concepto “madre suficientemente buena” para delimitar la

función madre que posibilita un ambiente de sostenimiento apto para el desarrollo, es decir,

describe a la madre que puede atender las necesidades del bebé, permitirles su expresión,

interpretarlas y al mismo tiempo es capaz de satisfacerlas de forma gratificante. De forma contraria,

una madre “banalmente dedicada” (Winnicott, 1965) es aquella que no atiende de forma oportuna

las necesidades del bebé, lo cual se puede observar en situaciones de castigo físico, abandono,

rechazo, humillaciones, chantajes y hasta tortura.

Según A. Miller (1984) el castigo físico es uno de los fenómenos más comunes en las

sociedades occidentales, de ahí que engloba no solamente el fenómeno de la violencia y la

desatención de necesidades infantiles sino que también despliega una ideología de dominación y

sometimiento de otro ser humano (Miller, 2001). Dicha ideología la denomina como “pedagogía

negra” (Miller, 1984) y se asocia con los significados y mensajes creados entorno a la violencia

infantil y la desatención de las necesidades por parte de los progenitores. A continuación las

características principales:

 El castigo físico es considerado como una forma de interacción normal la cual es

necesaria para el desarrollo de los niños/as. De ahí que cuando se ejerce el castigo

se mencionan frases como “por tu propio bien” para señalar lo normativo de esta

acción.

 El pegar es considerado como una forma de educación, disciplina y orientación

válida para los/as niños/as, por lo tanto se justifica su actuar bajo esta premisa.
32

 Se culpabiliza al niño/a por el castigo recibido y se victimiza al agresor por “estar

obligado” a ejercer violencia hacia el menor.

 Se aprende a obedecer mediante la violencia por lo que cualquier queja o resistencia

tiende a ser penalizada. Lo anterior implica la obligación de callar y silenciar el

propio malestar ya que la expresión del mismo trae consecuencias más dolorosas.

 Cuando el sujeto es adulto tiene la obligación de perdonar, aceptar, comprender y

agradecer a los progenitores por la violencia recibida durante la infancia. De ahí

que se le prohíbe a la persona cuestionar, reclamar, juzgar u odiar a los padres por

haber cometido este tipo de acciones.

 Se considera un modelo heredado de generación en generación de ahí que tiende a

ser validado por quienes lo padecieron.

El castigo físico trae consigo tres mecanismos psíquicos que posibilitan y articulan la

pedagogía negra dentro de los vínculos primarios (Miller, 2001). El primero de ellos es la

“represión del trauma”, la cual implica contención y traslado al inconsciente de los pensamientos,

imágenes, recuerdos y sentimientos que conllevan el haber sido violentado en la infancia; se

reprimen estas escenas como un mecanismo de defensa y supervivencia para sobrellevar el castigo y

los abusos. El segundo de ellos es la “idealización del agresor” la cual se caracteriza por elevar a la

perfección las cualidades y sobrevalorar a quien agrede con el objetivo de evitar la ambivalencia

hacia los progenitores. El tercer mecanismo es el de la “proyección/introyección” de las cualidades

aversivas del agresor sobre el sujeto u otros Objetos del mundo externo, lo cual da soporte a la

idealización y justifica a la violencia hacía sí mismo.

Por último, A. Miller (2001) conceptualiza algunas consecuencias a nivel psicológico de las

dinámicas propias del castigo físico por lo que crea el constructo “Ceguera emocional” para

describirlas en conjunto. La ceguera emocional se articula como el resultado de años de negación


33

de la violencia infantil por lo que se desarrolla en la edad adulta: a) falta de empatía ante el

maltrato; b) escasa expresión de emociones ante la violencia infantil; c) incapacidad de atender las

necesidades de cuido y afecto en otros vínculos –hijos/as- ; d) difícil acceso a la integración de las

representaciones de las figuras de cuido. A. Miller (2001) utiliza la palabra “ceguera” para denotar

la incapacidad de valorar y establecer contacto, a nivel emocional, con el sufrimiento de otro ser

humano ante la violencia infantil.

En síntesis, los procesos expuestos en los apartados anteriores delimitan la fantasmática en

la vinculación cuando el bebé crece y establece relaciones de pareja. Dichas dinámicas se reeditan

en la interacción y el vínculo con la persona amada por lo que llegan a entrelazarse y a formar una

compleja red vincular que conlleva experiencias de cuido, afecto, rechazo, violencia y abandono

(Lemaire, 1986).

Procesos de vinculación de pareja: amor, pérdida y duelo

Inicio del vínculo de pareja

Los procesos de vinculación de pareja en la vida adulta son el retorno de las experiencias de

los vínculos primarios en la infancia (Lemaire, 1986) de ahí que transiten los mismos procesos de

formación y constitución del Objeto a nivel intersubjetivo.

Inicialmente el proceso de selección de la pareja contiene elementos tanto intrasubjetivos

como socio/culturales –intersubjetivos-, los cuales se describen a continuación:

 Socioculturales: principalmente aplica el concepto de “homogamia” planteado por

J. Lemaire (1986) en donde las personas buscan características similares en sus


34

prospectos de pareja. Algunos ejemplos son la similitud en la clase social, nivel

educativo, profesión y procedencia geográfica. Este proceso de selección contiene

elementos constituidos en el ideal del yo (Freud, 1914a) de modo que se

construyen alrededor de demandas propias de familias, grupos sociales y naciones.

“Este ideal, además de su parte individual, su parte social: es también el ideal común de

una familia, de una clase social o de una nación.”(p.12)

(Freud, 1914a)

 Procesos intrasubjetivos: son características singulares producidas en la

vinculación infantil y la sensación de fusión inicial, por lo general, se relaciona

con el erotismo y la atracción a características como la estatura, el tono de la vos,

el color de cabello y demás elementos.

A este momento inicial se le denomina como “Flechazo” (Lemaire, 1986) ya que es un

proceso inconsciente que emerge de forma imprevista y ubica al sujeto como un ser deseante y en

falta. De tal modo, el sujeto anhela poder interactuar con la posible pareja e idealiza sus cualidades

al mismo tiempo que ignora otras posiblemente aversivas o displacenteras. Dicha idealización,

como proceso de construcción de pareja, comparte las mismas cualidades que las experimentadas en

los vínculos primarios por lo que es una identificación proyectiva de sus propios deseos y

necesidades –Ideal del Yo-.

“La idealización es un proceso que tiene efecto en el objeto, engrandeciéndolo y

elevándolo psíquicamente”. (p. 8)

S. Freud (1914a)
35

Según J. Lemaire (1986) y J. Puget (1998) el deseo será correspondido si ambas personas

pueden articular sus propias fantasías dentro de un mismo marco de interacción, esto es, si ambos

sujetos logran proyectar sus propios deseos, ideales yoicos y dinámicas vinculares primarias sobre

la otra persona y ésta a su vez corresponde con el mismo acto. Este fenómeno es definido como

“Fantasmática” (Lemaire, 1986), “Zócalo inconsciente” (Puget, 2001) o “Interfantasmática”

(Pichon-Riviere, 1985) y se estable mediante acuerdos inconscientes que tratan de sobrellevar

deseos infantiles insatisfechos, identificaciones históricas edípicas y representaciones

socioculturales relacionadas con el ideal del Yo.

“Se ama a aquello que hemos sido y hemos dejado de ser o aquello que posee

perfecciones de que carecemos2 (p. 12)

S. Freud (1914a)

La interfantasmática es el resultado de la afluencia recíproca entre dos subjetividades que

se encuentran en juego, de ahí que es la condición Sine qua non para formar un vínculo de pareja y

al mismo tiempo se convierte en terrero del inconsciente que pautará las interacciones cotidianas.

Una vez establecida la fantasmática inician las primeras transacciones erótico/afectivas en la

incipiente relación por lo que acontece la siguiente etapa denominada “Luna de miel” (Lemaire

1986) la cual tiene las siguientes características:

 Se reviven los momentos de la primera simbiosis materna.


36

 Se idealiza el vínculo de pareja como aquella fuente de satisfacción y placer

inagotable.

 Emergen fantasía de omnipotencia y triunfo.

 Se asume la tarea de llenar y satisfacer aquello que le falta al compañero/a,

mientras se espera que éste subsane las propias faltas y necesidades.

Durante este periodo se consolida la interacción desde la búsqueda del placer y la fantasía

de fusión y al mismo tiempo la pareja se define como “refugio” (Lemaire, 1986). De tal forma se

crea dependencia hacia el ser amado ya que es fuente de cuido, protección, afecto y reafirma los

procesos de construcción narcisista.

“La dependencia al objeto amado es causa de disminución de este sentimiento: el

enamorado es humilde. El que ama pierde, por así decirlo, una parte de su narcisismo, y

solo puede compensarlo siendo amado. (p. 10)”

S. Freud (1914a)

La dinámica y proceso de estructuración de la pareja, implica la confluencia de las

experiencias vinculares primarias de dos sujetos diferentes de modo que ambas fantasmáticas

encajan en un momento inicial y dan la sensación y promesa de completitud a través de la pareja

(Lemaire, 1986). Este momento de encuentro llegará cuando los sujetos hayan realizado el duelo

por las diferentes relaciones vinculares en la infancia, y les permita establecer vínculos más allá de

los primarios (Kernberg, 1995). Se ponen en juego los diferentes modelos parentales que cada

miembro ha internalizado durante la vida, lo cual incluye expectativas que tratan de reforzar al Yo,

narcisísticamente (Lemaire, 1986). La estructura diádica posterior, es el resultado de un proceso


37

regulatorio en busca del equilibrio ante las diferentes crisis e integraciones de la otra persona como

Objeto amado.

Conceptualización y delimitación del vínculo de pareja

El concepto Vínculo de pareja, que se estudia en el presente trabajo, hace referencia a lo

que J. Lemaire (1986) denomina como “Vínculo conyugal”, el cual es caracterizado por la

capacidad para soportar el sufrimiento y el conflicto generado en la interacción de los miembros -

presencia de la pulsión de muerte y destrucción-. Es decir, este tipo de vínculo se caracteriza por la

habilidad de sobrellevar las experiencias dolorosas y frustrantes, ser capaz de sobrevivir a través del

tiempo y tener la intención de permanecer juntos de forma indefinida. Asimismo, J. Puget (1998)

denomina a éste como “Pareja matrimonial”, la cual es el vínculo de dos personas de diferente

sexo con espacios intersubjetivamente construidos de ahí que sea la confluencia de dos mundos

subjetivos diferentes que forman una estructura dinámica distinta a cada uno de los miembros.

Para diferenciar al Vínculo de pareja de otros tipos de vínculos se enuncian las siguientes

características (Puget, 1998):

 Cotidianidad: implica tiempo y espacios comunes cargados simbólicamente de ahí que son

lugares y momentos dedicados al encuentro con la pareja.

 Proyecto vital compartido: son planes y proyectos a futuro, catectizados por ambos

miembros, asimismo son construcciones intersubjetivas que puede generar ansiedades y

fantasías durante los diversos períodos de crisis de la pareja.

 Relaciones sexuales: hace énfasis a la aceptación de la pareja como una persona diferente

de sí mismo y se comprende como una fuente renovada de placer.


38

 Monogamia: refiere a la tendencia y el deseo de simbiosis con el Objeto único y la

exclusividad en la interacción.

El vínculo de pareja estudiado conlleva dinámicas diferentes a lo que pueden ser vínculos de

noviazgo o de amistad ya que implican la convivencia y la interacción sexual/genital entres sus

miembros.

La dinámica y proceso de estructuración de la pareja, implica la confluencia de las experiencias

vinculares primarias de dos sujetos diferentes. Ambas fantasmáticas encajan en un momento inicial

y dan la sensación y promesa de completitud a través de la pareja (Lemaire, 1986). Este momento

de encuentro llegará cuando los sujetos hayan realizado el duelo por las diferentes relaciones

vinculares en la infancia, y les permita establecer vínculos más allá de los primarios (Kernberg,

1995). Se ponen en juego los diferentes modelos parentales que cada miembro ha internalizado

durante la vida, lo cual incluye expectativas que tratan de reforzar al Yo, narcisísticamente

(Lemaire, 1986). La estructura diádica posterior, es el resultado de un proceso regulatorio en busca

del equilibrio ante las diferentes crisis e integraciones del otro como objeto amado.

Por último, R. Sternberg (1990) plantea que los vínculos de amor están sujetados a una serie de

elementos constitutivos que delimitan su interacción y dinámicas. A continuación se describe cada

uno de los elementos:

 Intimidad: son sentimientos asociados a la autorrevelación y al acercamiento con el

ser amado. Implica el acto de dar, recibir y compartir de forma constante de modo que

permite el conocimiento mutuo de aspectos ocultados a la mayoría de las personas.

 Pasión: implica el deseo de fusión y unión con la pareja por lo que se relaciona con la

excitación psicológica y mayor intensidad en las emociones.


39

 Compromiso: es la disposición de estar presente en la vida de la pareja así como

establecer proyectos juntos. Se relaciona con el concepto de E. Fromm (1966) del

amor como una “decisión” lo cual implica estar al lado del ser amado a pesar de las

dificultades –en los buenos y malos momentos-.

Cada uno de estos elementos se encuentra en los vínculos de pareja, sin embargo su

dinámica tiende a cambiar conforme pasa el tiempo y aparecen nuevos momentos en el desarrollo

como la llegada de hijos/as o nuevos trabajos. Según el autor las relaciones de amor se pueden

configurar de formas muy diferentes en donde todas a las combinaciones son posibles, es decir,

pueden haber parejas con mucha intimidad pero poco compromiso y pasión o bien mucho

compromiso y poca pasión e intimidad y así sucesivamente. Lo anterior se ilustra con el siguiente

cuadro:

Tipo de amor Intimidad Pasión Compromiso Características

Cariño X Se relaciona con el concepto de amistad.


Hay cercanía pero no compromisos ni
pasión.
Encaprichamiento X Conocido como “amor a primera vista”.
Son deseos intensos sobre una persona
con la cual no hay cercanía.
Amor vacío X No hay sentimientos de uno hacia otro sin
embargo hay respeto y reciprocidad en el
trato. Solo están unidos por proyectos en
común
Amor Romántico X X Hay cercanía tanto física como emocional
pero hay renuencia al compromiso

Amor sociable X X Comúnmente visto en las relaciones de


pareja con amplia trayectoria de años. No
hay cercanía física pero se guarda cariño
y compromisos en común.
Amor Fatuo X X El compromiso es motivado por la pasión
pero no hay cercanía emocional ni
autorrevelación hacia la otra persona
Amor consumado X X X Se considera la forma más lograda de
amor, en donde todos los elementos están
presentes. Sin embargo es la forma más
difícil de mantener en el tiempo.
40

Por último, la teoría de Sternberg (1990) plantea los procesos de vinculación y amor como una

construcción de la pareja a lo largo del tiempo, lo cual los convierte en fenómenos dinámicos en

continua transformación. Un vínculo de pareja puede transmutar de muchas formas a lo largo de su

existencia de modo que se condiciona la interacción y la economía de la energía libidinal.

Sobre las dinámicas de la crisis y la vinculación de pareja.

Después de las dos etapas anteriores –Flechazo y luna de miel- (Lemaire, 1986) la pareja pasará por

otros momentos en la constitución de sus dinámicas, el primer de ellos se le denomina como

“Precrisis” (Lemaire, 1986) y se caracteriza por:

 El proceso de idealización de la persona amada se mantiene pero tiende a decaer conforme

pasa el tiempo dentro de la convivencia.

 Cada vez es más difícil ocultar e ignorar las carencias y elementos aversivos en la persona

amada de ahí que se emplean recursos defensivos como la negación, la escisión y la

disociación.

o Cada persona intenta varios recursos como discusiones y quejas para poder cambiar

en la pareja aquellas cosas que evidencian las carencias personales y mantener la

promesa inicial de completitud.

o Surgen promesas de cambio por parte de alguno de los miembros de la pareja, que

conlleva sentimientos de frustración, odio y enojo ante una eventual crisis o

separación.

o La demanda de cambio puede ser percibida como rechazo y disgusto, lo cual

acentúa el conflicto latente y prepara la antesala de la crisis.


41

La precrisis se caracteriza por desarrollar reacciones previas ante la pérdida y el conflicto de

pareja, por lo general son intentos que tratan de sobrellevar el malestar producido dentro de la

interacción mediante la represión de escenas aversivas y conflictos en la diada (Lemaire, 1986).

Durante esta etapa surgen “colusiones o acuerdos colusivos” los cuales son alianzas inconscientes

que permiten mantener la fantasía de fusión de pareja (Lemaire, 1986), algunos ejemplos se

relacionan con la evitación de las discusiones, negación de los sentimientos mutuos y sublimación

de la libido en otras actividades y personas fuera de la relación como hijos/as, trabajo y amigos/as.

En este proceso inicia también la “desidealización” (Lemaire, 1986) que remite a la

decadencia de la fantasía de fusión y al detrimento de las cualidades proyectadas en el ser amado.

Según varios autores (Lemaire, 1986; Campuzano, 1993) este proceso emerge a los años de

convivencia en pareja y puede tener varias causas las cuales se asocian al rompimiento de acuerdos

inconscientes o conscientes de cuido mutuo y satisfacción mutua o exclusividad.

Cuando los acuerdos colusivos no son suficientes para mantener idealizado al ser amado se

pone en duda la fantasía de fusión y la convivencia se dificulta de ahí que surgen deseos en los

miembros de la pareja de separarse o terminar el vínculo. A esta reacción se le conoce como “crisis

de pareja” (Lemaire, 1986) y se caracteriza por:

 La inversión del proceso de idealización y fusión, es decir, la energía psíquica se

traslada de la diada al mundo exterior y hacia otros Objetos.

 La idealización de la persona amada empieza a desaparecer y quedan en

evidencia sus carencias.

 Emergen sentimientos de enojo, culpa y frustración pues el proyecto de

completitud/fusión de pareja queda relegado al fracaso.

 Los sujetos sienten una pérdida de control en la interacción de pareja, es decir, no

encuentran solución viable que evite los problemas o la eventual separación.


42

Los procesos de crisis implican la pérdida del control y la ruptura en la cotidianidad de los

sujetos (Slaikeu, 1996), de ahí que emergen grandes montos de malestar y se altera el

funcionamiento psíquico, físico y social en las personas (Rocamora, 2012). A este fenómeno de

pareja I. Carursso (1989) lo denomina como “catástrofe del yo” ya que se caracteriza por la herida

narcisista que implica la separación, asimismo conlleva a la desesperación, pensamientos

apocalípticos, pérdida del Ideal del Yo y conflictos entre instancias psíquicas como el Superyó y el

Yo. Durante este momento los sujetos experimentan fuertes montos de agresividad, como un intento

de defensa ante la pérdida, indiferencia y resignación ante el conflicto.

A pesar de lo anterior, las crisis también constituyen ventanas de oportunidad para el

desarrollo de los sujetos a lo largo del ciclo vital (Erickson, 1985) de tal forma que la superación de

este proceso queda condicionado al acceso de la posición depresiva kleiniana, en donde la

elaboración del duelo ayuda a la integración del Objeto de amor y a asumir las propias carencias y

necesidades. Asimismo, la crisis no implica necesariamente la ruptura de la relación de pareja, ya

que su elaboración puede ayudar al cambio de la dinámica y funcionamiento de la misma.

Se espera que en el desarrollo del vínculo de pareja cada miembro pueda integrar los

aspectos ambivalentes y en consecuencia convertirse en Objeto Amoroso Unificado (Lemaire,

1986), en el que confluyen las dimensiones placenteras y aversivas del Objeto en una misma

representación.

Por último, la crisis de pareja pueden finalizar en tres posibles escenarios a los cuales se les

denomina en conjunto como “postcrisis” (Lemaire, 1986), a continuación su descripción:

 Muerte del vínculo: aumenta la agresividad y se descatectiza completamente el

vínculo de amor, de tal forma que los procesos de idealización no se reinician y

llevan a la ruptura, separación y pérdida del vínculo.


43

 Mantenimiento latente de la crisis: los miembros se distancian permanentemente y

la atención se centra en la realización de actividades cotidianas como el cuido y

crianza de los hijos/as, actividades económicas y sociales de ahí que los miembros

no vuelvan a invertir más energía en el vínculo.

 Reorganización del vínculo: conlleva a la elaboración del duelo y al desmontaje de

antiguos encargos de completitud dentro de la interfantasmática de modo que se

reinicia una nueva idealización del ser amado y se aceptan e integran características

referentes a la insatisfacción de la propia falta.

Las etapas planteadas anteriormente por J. Lemaire (1986) -flechazo, luna de miel,

precrisis, crisis y postcrisis- describen la organización de la diada y al mismo tiempo

conceptualizan los cambios en sus psicodinamias ante eventos críticos y de ruptura. El proceso de

duelo por pérdida de relación de pareja acontece cuando la diada no logra sobrellevar la crisis y la

pérdida del vínculo es inminente. En consecuencia, las experiencias gratificantes y frustrantes

vividas en los vínculos primarios, junto con las dinámicas de las crisis de la diada, configuran la

resolución y elaboración del duelo posteriormente.

Duelo ante la pérdida del ser amado

El término “duelo” en español hace referencia a un amplio espectro del fenómeno

estudiado, de ahí que la palabra engloba de forma indiferenciada procesos y estados emocionales

cercanos en el tiempo pero conceptualmente diferentes. W. Worden (2002) propone la

diferenciación de este término a partir los conceptos en inglés de “Grief, bereavement y mourning”,

de ahí que surge la siguiente delimitación conceptual del fenómeno:


44

 Malestar, dolor o sufrimiento: es el equivalente a la palabra “Grief” y hace

referencia a la experiencia catártica que sucede en el sujeto al darse cuenta de la

pérdida del ser amado.

 Proceso de duelo: es homologable a la palabra “bereavement” ya que delimita en

el tiempo a aquel malestar, dolor o sufrimiento –grief- tras la pérdida. Hace

referencia al proceso en donde se toma contacto con la dimensión emocional de lo

perdido.

 Elaboración del duelo: Es el momento posterior al proceso del duelo ya que

implica la disminución de la abreacción y catarsis emocional. Comúnmente es

traducido como luto ya que envuelve un periodo de simbolización, de rituales y

organización de la vida cotidiana tras la pérdida del ser querido.

La diferencia entre los procesos de duelo y las crisis psicológicas radica en las causas del

fenómeno estudiado ya que en las crisis el elemento central es el detrimento del control (Slaikeu,

1993) mientras que en los duelos el elemento central es la pérdida/muerte del ser amado (Worden,

2002). Ambos elementos se pueden traslapar en una misma experiencia, por ejemplo, un proceso de

duelo por pérdida de pareja puede implicar, en muchos casos, crisis psicológicas ya que se

menoscaba el control sobre situaciones como la convivencia. De forma antagónica no toda crisis

implica un duelo ya que la pérdida de control se puede dar de forma aislada sin una pérdida.

Los procesos de duelo comúnmente implican aceptación de lo perdido y una intensa carga

emocional relacionada con el dolor, tristeza, frustración y enojo (Fonegra, 2001). Los momentos

posteriores se asocian con el recordar las experiencias compartidas con el ser perdido, de ahí que

sean comunes las visitas a lugares habituales, búsqueda de fotografías y artículos que tienden a ser

atesorados y guardados. En algunas ocasiones las personas experimentan dificultades para aceptar

la pérdida y lograr la integración del Objeto, según Lemaire (1986) algunas posibles razones pueden
45

estar relacionadas con: la idealización apasionada, negativa de compromiso, parcializaciones del

Objeto y experiencias de carencia y frustración constantes durante la infancia.

El inicio del este periodo se caracteriza por la búsqueda y la reexperimentación de las

actividades y emociones asociadas al ser amado; I. Fonegra (2001) afirma que este instante es una

acción que ayuda al sujeto a dimensionar lo perdido ya que por lo general una pérdida sobrelleva a

otras pérdidas como proyectos en común, espacios cotidianos y estabilidad económica entre otras.

Posteriormente, los procesos de elaboración del duelo se centran en la reorganización de la

vida cotidiana de ahí que el sujeto toma una posición activa en donde le da un significado a la

pérdida y reinvierte, en forma de nuevos proyectos y otras actividades, los espacios que antes

compartía con el ser amado. I. Carusso (1989) lo define como “salida hacia adelante e

ideologización” ya que implica la elaboración de explicaciones y nuevos cánones de la experiencia

de pérdida.

En cuanto al proceso de duelo por la pareja, la experiencia implica la pérdida de múltiples

elementos del mundo interno que contienen a los Objetos y al Sí-mismo. M. Klein (1957) indica

que el trabajo del duelo por el vínculo se hace en la posición depresiva ante la pérdida de la

representación idealizada del Objeto. De forma consecuente, se renuncia a la simbiosis con el

Objeto parcial bueno y se da paso a la ambivalencia de afecto hacia un objeto en proceso de

integración. Simultáneamente, aparece el duelo por la interfantasmática instaurada en el inicio de la

relación de pareja y se pierde la expectativa de haber encontrado a una persona capaz de satisfacer

cualquier carencia existencial (Lemaire, 1986).

La separación implica la pérdida de parte de la identidad del Yo, quien se ha construido a lo

largo del tiempo en la interacción con el Objeto que ahora se ha perdido (Kernberg, 1995; Carusso,

1989). En este proceso emergen defensas maníacas, que son mecanismos puestos en práctica
46

durante la posición Esquizo-paranoide (Segal, 1988) y que retornan con el objetivo de evitar la

ansiedad ante la culpa por la pérdida y posibles ataques ambivalentes del Yo.

El proceso de elaboración del duelo concluye cuando la persona logra reorientar la energía

libidinal, depositada en el Objeto perdido, para invertirla en otros Objetos y actividades –incluido el

Sí-mismo-, por consiguientese construye una nueva forma de representación de ese Objeto, al que

no puede descatextizar del todo (Worden, 2002).

En la elaboración del duelo confluyen, además de los elementos planteados anteriormente,

procesos mediados por la sociedad y la cultura los cuales se relacionan con la expresión del

malestar y la simbolización del mismo. Según I. Fonegra (2001) la sociedad promueve rituales

culturales que posibilitan la expresión del dolor y por lo general se relacionan con la religión como

son los sepelios o los funerales, de ahí que la participación en los mismos se consideran recursos

factibles para sobrellevarla pérdida. En contraposición, S. Freud (1930) plantea que la cultura

también carga al sujeto con un monto considerable de represión ya que delimita tanto la expresión

de pulsiones de destrucción como de satisfacción libidinal y en consecuencia es coautora del

malestar humano.

Siguiendo los planteamientos anteriores, E. Worden (2002) propone el concepto de

“mediadores del duelo” para delimitar las particularidades de los procesos de elaboración acorde a

características subjetivas, sociales y culturales como la naturaleza del apego, el tipo de pérdida,

rasgos de personalidad, grupos de apoyo y creencias religiosas. Cada una de estos mediadores

pueden facilitar o dificultar la expresión del malestar de ahí que condicionan de forma directa el

proceso del duelo y su resolución.


47

Subjetividad y construcción social de la masculinidad

El concepto de masculinidad y patriarcado hace referencia a una construcción histórica,

social, cultural y psicológica que data hace más de cuatro mil años de antigüedad caracterizada por

el ejercicio del poder y el control sobre las mujeres (Lerner, 1990). Conlleva a la asignación de

características y atributos al sexo biológico de los hombres y las mujeres, de tal manera que se crean

roles de interacción que están cargados de guiones y normas de comportamiento que corresponden a

la forma de ser percibido/a y tratado/a por los demás (Campos & Salas, 2002). Lo anterior tiene el

objetivo de marcar una diferencia simbólica la cual se encarna en formas de pensar, sentir, actuar

así como características externas que delimitan divergencia y contradicción (Connell, 2003), por

ejemplo, cuando un niño o niña nace se establecen una especie de señalización claramente

diferenciada en donde se le asigna cierto tipo de vestimenta, corte de cabello y juguetes entre otros.

Al atribuir diversas características al sexo biológico se le permite a los sujetos ser

integrados e interactuar en el sistema social; a este proceso se le denomina como “socialización de

género” (Campos & Salas; 2007) y se determina por:

“La manera como la sociedad nos enseña y nos dice a los hombres cómo tenemos que

comportarnos, qué tenemos que pensar y cómo tenemos que manejar nuestros

sentimientos. Son mensajes, encargos, mandatos y roles que hombres y mujeres

aprendemos desde que nacemos acerca de cómo debemos de comportarnos los hombres.”

(p. 28)

Campos & Salas (2007)


48

Debido a que el sistema patriarcal imperante ha sometido y denigrado al género femenino

desde sus inicios (Lenner, 1990), se ha simbolizado a los masculino y al hombre como Ser superior

mientras que lo femenino y a la mujer como Ser inferior para reflejar esta dinámica de dominación

(Valdés & Olavarría, 1997). Según varios autores (Burin & Meler, 2004; Bourdieu, 2000) el

proceso inicial se centra sobre una dicotomía denominada como “diferencia sexual simbólica”, en

donde el patriarcado sitúa los géneros masculino y femenino como antagónicos. Aquello que es

considerado masculino se relaciona con lo socialmente deseado como la fortaleza, racionalidad,

actividad y lo público mientras que lo femenino se relaciona con lo opuesto, o sea la debilidad,

emocionalidad, pasividad y lo privado (Lagarde, 1990). E. Badinter (1993) señala que dentro de los

procesos de socialización de la masculinidad existe una ideología clara la cual exige el ejercicio del

poder y el sometimiento de otros por lo que al mismo tiempo sus atributos son considerados como

símbolos de poder.

Acorde a R. Connell (2003) existe un amplio rango de configuraciones simbólicas de la

masculinidad que intentan denotar el poder de dominio, el control, la territorialidad y demás

atributos. Muchas de estas masculinidades igualmente se construyen con base en diferencias a nivel

de clase social, educación, orientación sexual y ubicación geográfica de ahí que delimiten las

relaciones de poder no solo en contraste a las mujeres sino que también entre los mismos hombres

(Connell, 2003; Badinter, 1993).

A pesar de lo anterior, existe una representación catalogada como central y validada

ampliamente por el sistema patriarcal a la cual se le denominó como “Masculinidad hegemónica”

(Connell, 2003). Dicha representación se caracteriza por:

 Asociar la masculinidad con el poder de dominio y el control sobre las mujeres, sus

hijos/as y otros hombres. Implica el concepto de “Territorialidad” en donde se

asume la posesión de los hijos/as y pareja de tal manera que se les considera el
49

territorio al cual deben de proteger, controlar y apartar de terceros –otros hombres

principalmente-.

 Validar la expresión de valentía, fuerza física, agresividad, omnipotencia y

competitividad.

 La orientación heterosexual como obligatoria –heteronormatividad-.

 La negación de la afectividad hacia otros hombres y represión del miedo.

 Violencia dirigida hacia las mujeres, los niños/as y hacia otros hombres.

Al ser una justificación del dominio, la masculinidad hegemónica se encuentra siempre en

constante demostración, es decir, los hombres durante toda la vida tienen que demostrar su

“hombría/virilidad” y autoridad sobre las otras personas (Gilmore, 1994). La estrategia más común

es la diferenciación y evitación del mundo simbólico femenino, esto es, evitar asumir cualquier

característica asociada a las mujeres como la emocionalidad o la dependencia. Asimismo, se trata

de acrecentar los atributos vinculados a lo masculino a través de la competitividad entre pares, de

ahí que se crean los “rituales de virilidad” (Gilmore, 1994) que tienen el objetivo de probar a los

hombres como merecedores de su condición de género y brindar validación a nivel grupal –

validación homosocial-. La mayoría de estos estos rituales incluyen prácticas que se asocian la

fantasía de omnipotencia y a comportamientos de alto riesgo en donde se pone en peligro la vida y

la salud propia, algunos ejemplos son la conducción temeraria y consumo desmedido de alcohol

(Rivas, 2005).

D. Gilmore (1994) plantea que este proceso se desarrolla de forma particular en cada

sociedad y cultura patriarcal, sin embargo suele tener elementos comunes en donde al rol masculino

se le impone una serie de obligaciones o “mandatos” como:

 Ser procreador: se relaciona con los encargos que Campos & Salas (2002)

describen sobre la vida sexual masculina, los cuales se asocian con a) siempre estar
50

listo para el sexo; b) tener erecciones siempre; c) durar mucho tiempo antes de

eyacular; d) ser el responsable de brindarle la satisfacción sexual a la mujer.

 Proveedor: Se relaciona con ser la persona que aporta la manutención económica y

asume la mayoría de los gastos de los miembros del hogar. Este mandato se ve

cuestionado cuando la pareja gana más dinero que el hombre o bien cuando éste se

encuentra desempleado.

 Protector: implica el control sobre los seres queridos o cercanos y se ejerce

mediante la violencia hacia quien hace la amenaza o la invasión.

 Autosuficiente: conlleva el no pedir ayuda ni dejarse ayudar por otras personas, ya

que esto se puede asociar con la debilidad y vulnerabilidad.

Burin & Meler (2004) afirman que la masculinidad y su proceso de socialización ocurren

desde los primeros instantes de la infancia, sin embargo aseguran que es un momento el cual está

orientado a la vivencia de la adultez ya que el ser niño se considera como antagónico y previo al ser

hombre. De esta forma, la adolescencia se considera la cúspide de este proceso de socialización ya

que para estas edades los sujetos habrán experimentado diversos rituales de virilidad, violencia y

presión social (Burin & Meler, 2004).

En consecuencia de lo anterior, se puede explicar la homofobia, la misoginia y el adulto

centrismo como reacciones del mismo patriarcado ante el rompimiento de los mandatos de la

masculinidad hegemónica (Burin & Meler, 2004), es decir, ante la exigencia de la

heteronomatividad emerge la homofobia, ante la demanda por la virilidad surge la misoginia y ante

el imperativo de la autosuficiencia el adultocentrismo. Cuando un hombre o niño incumplen con las

demandas anteriores –se resiste a demostrar su virilidad y asume atributos femeninos- se ve

enfrentado a la exclusión, aislamiento y agresión por parte de otros hombres y demás personas, de

ahí que se experimente grandes montos de culpa y vergüenza (Campos & Salas, 2002).
51

Por último, E. Badinter (1993) considera que el mundo de lo masculino se encuentra lleno

de prohibiciones y mandatos los cuales traen consecuencias nocivas para los hombres, de ahí que

plantea el concepto “mutilación del hombre” para describir cómo el sistema niega de forma

selectiva la experiencias de vulnerabilidad y sufrimiento. Según Rivera- Medina (1991) y E.

Badinter (1993) el estatus de poder, control y éxito que ostenta la población masculina implica

también una cuota de malestar ya que conlleva a la negación de las emociones y al deterioro tras

continuas experiencias de riesgo y de violencia.

“el modelo de hombre superviril, desmadrado y desfaminizado, es fuente de un verdadero

malestar de identidad que causa una doble violencia: la que agrede a los demás y la que

se vuelve contra sí mismo (p.173)

E. Badinter (1993)

Campos & Salas (2002) mencionan que las ansiedades y fantasías que colocan a los sujetos

en estados de desprotección, amenaza y miedo son negadas socialmente e intoleradas por los

mismos hombres. De ahí que se minimicen las crisis personales, en especial aquellas relacionadas

con los vínculos de pareja. Esto se debe a que en todo momento los hombres tienen que demostrar

ser fuertes y negar las emociones de modo que el resultado es “la angustia, dificultades afectivas,

miedo al fracaso y comportamientos compesatorios potencialmente peligrosos y destructores”

(Badiner, 1993, p.174).

Por último J. Vílchez Cambronero (s.f.) propone el concepto de “coraza emocional” para

describir el resultado de este proceso de socialización en los hombres, en donde las emociones son

negadas y reprimidas. Muchas de las características se relacionan con a) la alteración de la


52

percepción y la empatía hacia los demás y las emociones que las otras personas pueden

experimentar; b) pérdida del contacto con el cuerpo lo cual significa aumento de tensión muscular y

enfermedades de tipo psicofisiológicas como la hipertensión, la cefalea tensiona y demás; c)

evasión de los conflictos de forma tal que se prescinde el hablar y comunicar el malestar; d) rigidez

en la forma de interactuar con las personas, es decir, actúan bajo un mismo canon de

comportamiento lo cual los hace muy predecibles, inflexibles y automatizados en el actuar; e)

rumiación entorno al displacer y aquello que se sale de su control ya sea en presente cercano o en el

pasado.

Últimas implicaciones teóricas: el movimiento dialéctico del fenómeno


estudiado

Al analizar los diferentes procesos psíquicos, anteriormente descritos, se propone el

concepto de “dialéctica” para englobar y describir la vasta mayoría de sus dinámicas. Según A.

Merani (1968) los fenómenos psicológicos engloban en su totalidad las características de la fórmula

dialéctica planteada a sus inicios por el filósofo H. Hegel y elaborada posteriormente por otros

autores como K. Mark y T. Adorno. De tal manera, que la psicología como ciencia no conlleva a un

entendimiento aislado e idealista de los procesos sino que se nutre de la interacción entre elementos

históricos, sociales y culturales ya que el sujeto se encuentra inmerso en todas estas dimensiones y

realidades.

Por lo tanto la dinámica dialéctica implica un primer momento el cual es la existencia de

dos contrarios: a) “Tesis” que es una tradición o estatuto antiguo que organiza al sistema actual; y

b) “Antítesis” que es el orden que emerge, contradice y problematiza a la Tesis. El fenómeno

resultante es la interacción y diálogo de ambas posiciones contrapuestas, de ahí que el proceso


53

siempre se encuentre en constante movimiento y cambio. El segundo momento se denomina como

“Síntesis” ya que trata de integrar ambos aportes y superar el estatuto anterior de la Tesis (Merani,

1968).

La dinámica anterior se puede ilustrar en los diversos fenómenos descritos en apartados

anteriores, por ejemplo:

 La dialéctica de la construcción del sujeto a través del Objeto: por medio de la

contraposición de ambos se genera el proceso de separación e individuación

(Mahler, 1963) de tal forma que el sujeto introyecta diversas representaciones del

Objeto de amor en su mundo interno (Klein, 1937).

 Dinámicas de la interfantasmática: es producto de la interacción de los

fantasmas/fantasmáticas de ambos miembros de la pareja (Bleger, 1962) y su

integración produce una compleja red inconsciente de significados y colusiones

asociadas a la fantasía de fusión (Lemaire, 1986).

 Procesos de duelo: la muerte de un ser querido implica un proceso de construcción

y reelaboración de la experiencia, de tal manera que tras la pérdida surgen nuevos

proyectos y vínculos que reflejan la vida y una nueva organización.

 Masculinidad contra feminidad: describe los procesos de socialización en donde se

establecen las dicotomías asociadas a los géneros de tal manera que refleja las

relaciones de dominación y poder subyacentes.

Lo que en su momento es una síntesis se convertirá en un futuro en una tesis al emerger su

propia contradicción –antítesis-, por lo tanto los procesos dialécticos describen el devenir de un

sistema y su cuestionamiento inherente. Algunas de las características principales se asocian a)

movimiento constante e infinito debido a los cambios continuos de entre tesis, antítesis y síntesis de

ahí que todo proceso no es universal ni rígido b) el fenómeno se entiende como histórico o
54

evolutivo lo que conlleva a sobre los antecedentes la oposición y conflicto c) la lucha de contrarios

puede conducir eventualmente a la unidad de un mismo proceso d) varios cambios cuantitativos en

un fenómeno producen un cambio cualitativo eventualmente.


55

Pregunta y problema de investigación

La pareja es un tema recurrente de investigación, ya que es una de las formas más comunes

de vinculación entre las personas. Abundan en el contexto nacional las investigaciones en torno a

ella, por lo que se centran principalmente en la manera en que se conforman las parejas, las

dinámicas y las crisis de éstas (Ureña, 1993; Barrios & Núñez, 1997; Arce, Capella, Chinchilla &

Rodríguez, 2006; Brenes & Calderón, 2006; Sandí & Venegas, 2008); o con énfasis en la

conformación de parejas diversas (Alfaro & Cabrera, 2002; Guzmán & Méndez, 2003). También

hay investigaciones que analizan un aspecto intrínseco de la vinculación de pareja, como lo es el

duelo (Sandoval, 2009; Bonilla & Vargas, 2009), pero consideran la pérdida por muerte del

cónyuge. Solamente se encontró una investigación (Alvarado, 2002) que analizó el proceso de

duelo por separación en población femenina.

Existen abundantes posiciones teóricas en torno a la pareja, algunas de ellas plantean que la

elección, dinámica y duelo por pérdida de la pareja están íntimamente ligados a las experiencias

tempranas de vinculación con las primeras figuras significativas y los roles de interacción

(Kernberg, 1995; Lemaire, 1986; Puget, 1998). Además señalan que la socialización de género

igualmente influye de manera significativa en éstos procesos (Campos & Salas, 2002; Valdés &

Olavarría, 1997).

Además, según W. Worden (2002) y R. Moreira (2011), la experiencia clínica muestra que

los hombres tienen mayor dificultad en la elaboración del duelo por pérdida de pareja, lo que

aumenta sus consecuencias negativas y deriva en muchas ocasiones en episodios de violencia hacia

sí mismos, sus exparejas y quienes los rodean.


56

No obstante la importancia de lo anteriormente reseñado, no se encontraron estudios que

analicen la experiencia de duelo en hombres y que consideren las vivencias tempranas de

vinculación y las características propias de la socialización masculina. Este estudio pretende hacer

dicha integración, para lo cual se plantea la siguiente pregunta de investigación:

 ¿Cómo es la dinámica subjetiva del proceso de duelo por pérdida del vínculo de pareja por

separación en hombres adultos que asisten a grupos de reflexión o ayuda?


57

Objetivos

Objetivo General 1

Analizar la conformación de los vínculos primarios y los vínculos de pareja significativos

en hombres adultos, para comprender la dinámica del proceso de duelo por pérdida del vínculo

de pareja por separación.

Objetivos Específicos

1.1. Indagar la dinámica de los vínculos primarios para analizar la construcción de los

vínculos de pareja.

1.2. Reconstruir la historia de las relaciones de pareja para identificar el significado del

vínculo amoroso y los procesos de idealización.

1.3. Conocer las reacciones precríticas y la manera en que estos hombres perciben la

situación de crisis de pareja antes de la separación.

1.4. Describir las ansiedades y fantasías presentes en estos hombres durante la separación

para entender la crisis ante la pérdida del vínculo de pareja.

1.5. Identificar las defensas y los intentos de reparación utilizados para la elaboración del

duelo posterior a la pérdida de la relación de pareja y la reorganización de la vida cotidiana.


58

Objetivo General 2

Comprender los aspectos de la socialización género de la masculinidad involucrados en los

procesos de vinculación, pérdida y elaboración del duelo de pareja en éstos hombres.

Objetivo externo

Aportar elementos conceptuales, desde la integración de las teorías de masculinidad y la

vinculación afectiva, para el abordaje de los procesos de duelo por separación en hombres, que

faciliten la creación de alternativas y políticas públicas que ayuden a disminuir la violencia de

pareja e intrafamiliar en el momento de la separación, y mejoren la calidad de vida de los

hombres y de quienes les rodean.


59

Metodología

Estrategia Metodológica

Tipo de estudio

La respuesta al problema de investigación se indagó mediante una estrategia cualitativa con

una aproximación crítica/constructivista. Los estudios críticos/constructivistas, según D. Marks &

L. Yardley (2004), asumen que el conocimiento es mediado por la subjetividad y al mismo tiempo

es construido socialmente dentro de la cultura, el lenguaje y la interacción. Por lo tanto, esta

aproximación se centra en comprender los diferentes significados y el contexto en el cual subyacen

los mismos.

Para lograr esta aproximación, se buscó analizar los diferentes elementos asociados a la

experiencia del duelo por pérdida de pareja, la masculinidad y los vínculos significativos en los

hombres participantes. El análisis crítico, dentro de esta aproximación, implica ahondar en las

relaciones de poder y los procesos macro sociales para crear reflexiones teóricas sobre los

postulados filosóficos, los propósitos y consecuencias de las diferentes actividades sociales e

individuales (Marks & Yardley, 2004). Tiene una función reflexiva que promueve consciencia

socio/política en torno a las necesidades de poblaciones vulnerables y desprotegidas.


60

Diseño de Investigación

Este estudio tiene un diseño cualitativo de estudio de casos en modalidad colectiva

(Cresswell, 2007 & Stake, 1998) lo que implica centrarse en la subjetividad, las experiencias de

vida y de pareja en hombres. Esta aproximación busca investigar de forma profunda y minuciosa las

dinámicas y aspectos relacionados a un mismo fenómeno, se estudian casos de forma de conjunta

con el objetivo de poder comprobar, contrastar efectos, relaciones y contextos en donde el mismo

fenómeno ocurre (Stake, 1998 & Cresswell, 2007). Es un diseño transversal ya que recolectó datos

en un solo momento y en un tiempo único; y narrativo, pues se recogió información sobre las

historias de vida y experiencias de los hombres que asisten a los grupos de crecimiento personal,

para describirlas, analizarlas y centrarse en un tópico común -la vivencia del duelo-. Hernández,

Fernández y Baptista (2006) indican que en un diseño de este tipo “el elemento clave de los datos

narrativos lo constituyen las experiencias personales, grupales y sociales de los participantes”

(p.702).

Como estrategia metodológica para el cumplimiento de los objetivos de este estudio, se

utilizará una perspectiva cualitativa, con diseño transversal narrativo y un alcance crítico/

constructivista.

Selección de Participantes en la Investigación

En los estudios cualitativos, al seleccionar a los participantes no es importante “la cantidad

de personas sino la composición de los grupos, ya que una mayor cantidad no supone más

información en el sentido de novedad, de conocimientos nuevos, sino que se observa mayor


61

redundancia o saturación” (Ito & Vargas, 2005; pp.32-33). Tampoco se busca la representatividad

de los casos, pues no se tiene la intención de generalizar los resultados; sino describir la

singularidad de cada uno de ellos desde su unicidad y peculiaridad (Rodríguez, Gil & García, 1999).

En un primer momento se llevó a cabo una preselección de doce posibles casos mediante la

referencia directa de los psicólogos que atienden grupos de crecimiento personal en el Instituto

Wëm. Por medio de dos sesiones de grupo de discusión en la que se trató temas generales del duelo,

se seleccionó cinco de ellos para el análisis individual de la dinámica del proceso de duelo; esta

selección final se hizo con los criterios de inclusión que se detallan más adelante.

Se profundizó la indagación de la dinámica subjetiva del duelo con cinco hombres, a partir

de la revisión de antecedentes (Sandoval, 2009; Bonilla & Vargas 2009; Alvarado, 2002) realizada

para este estudio, se determinó que este es el número de participantes recomendado cuando se

utiliza estudios de caso. Para la preselección, se escogió trabajar con doce hombres ya que es el

número máximo recomendado en cada grupo focal. (Álvarez-Gayou, 2003).

Los criterios de inclusión para la preselección serán:

● Ser hombre y asistir a algún grupo de crecimiento personal del Instituto Wëm.

● Haber buscado la asistencia a los grupos, por haber vivido una situación de separación de

pareja, en donde hubiera convivencia y no haya habido reconciliación.

● Haber cumplido un tiempo de entre seis meses y hasta un año entre el rompimiento con su

pareja y la participación en el estudio. No es relevante el tiempo de participación en los

grupos de crecimiento personal.

● Percibir una afectación significativa en las diferentes áreas de su vida, producto del

rompimiento con su pareja.


62

● Tener entre dieciocho y setenta años de edad.

● Estar dispuesto a ser grabado en audio durante el grupo focal.

De estos participantes preseleccionados, las características necesarias para profundizar su

caso fueron:

● Presentar una vivencia particular de elaboración del duelo: que se le haya dificultado, que

perciba que le esté afectando más de lo esperado por él, o que haya presentado una crisis

muy fuerte –afectación en lo conductual, afectivo, somático, interpersonal y cognitivo-

(Slaikeu, 1996) .

● Tener facilidad para recordar sus vivencias de la infancia temprana y su relación con sus

figuras de cuido significativas.

● Mostrar facilidad narrativa y de introspección al hablar de su historia vincular.

● Que tenga disposición y tiempo para asistir a las sesiones de entrevista requeridas.

● Estar dispuesto a ser grabado en audio durante las entrevistas individuales.

Finalmente, los criterios de exclusión serán:

● No asistir al grupo focal ni a las entrevistas en donde se recolectan los datos.

● No tener la edad establecida en los criterios de inclusión anteriores.

● No tener certeza de que haya pasado por una experiencia de ruptura de vínculo amoroso en

los seis meses a un año.

● No querer ser grabado en audio.


63

Las variables socio demográficas tales como la condición económica y el nivel educativo

no se consideran criterios de inclusión o de exclusión pues no son significativas en el planteamiento

del problema.

Como se ha mencionado anteriormente, este estudio fue llevado a cabo en el marco de los

servicios que ofrece el Instituto Wëm por ser una institución con experiencia en el trabajo en

masculinidad. De esta manera, los hombres que participaron en la investigación fueron contactados

en los diferentes grupos de crecimiento personal que posee el instituto, a los cuales asisten hombres

de entre dieciocho y setenta años con problemáticas diversas en donde la ruptura del vínculo

amoroso por separación es una de las más frecuentes.

Se consideró apropiado obtener el criterio de los expertos que aportaron su conocimiento

por lo que colaboraron profesionales en Psicología, adscritos al Colegio de Psicólogos que

contaban con experiencia comprobada en todos o algunos de los siguientes temas:

● Masculinidad y Género.

● Psicoterapia de pareja.

● Psicoterapia individual.

● Métodos y técnicas de investigación cualitativa.

El aporte de estos expertos fue la validación de las técnicas e instrumentos que se utilizaron

para la recolección de los datos.


64

Técnicas e instrumentos de recolección de información

Diversos autores (Hernández, Fernández & Baptista, 2006; Ito & Vargas, 2005; Vázquez,

2006; Rodríguez, Gil & García, 1999), afirman que en investigación cualitativa la recolección,

sistematización y análisis de los datos no son etapas puras, sino que se encuentran traslapadas y

mezcladas en una constante interacción dialéctica. Dichas etapas, para efecto de este estudio, se

dividieron de acuerdo a la propuesta de Rodríguez, Gil & García (1999):

1. Fase preparativa: etapa reflexiva en la que se define el objeto de investigación. Se inició

con la revisión de la información acerca del mismo y se hizo el diseño del estudio y de la

metodología que utilizada.

2. Fase de trabajo de campo: permite el acercamiento al campo y la recolección productiva

de los datos que dan sustento a la investigación. Para la recolección de datos se hicieron

técnicas e instrumentos, los cuales se detallarán más adelante.

3. Fase analítica: se inició desde el momento en que se recolecta la información, hace

referencia al proceso de sistematización y análisis de los datos.

4. Fase Informativa: es la culminación del proceso de investigación, incluye la

presentación y difusión de los resultados.

La Fase de trabajo de campo se detalla en este apartado, mientras que las fases analítica e

informativa se amplían en los siguientes. El acercamiento al campo trascurrió mediante la

asistencia del investigador a los grupos de crecimiento personal del Instituto Wëm, para conocer su

dinámica y tener un acercamiento al ambiente que reúne a la población participante. La recolección

de los datos se realizó mediante la utilización de dos estrategias cualitativas -ver protocolos en

anexos-
65

Grupo de discusión

El primer momento para la recolección de información consistió en dos sesiones de grupo

de discusión. En esos espacios se indagó, de forma general, aspectos propios de la dinámica del

proceso de duelo en la vivencia masculina y de la socialización de pareja en los hombres, así como

se seleccionó a quienes se les invitará a participar en las entrevistas individuales.

El grupo de discusión es una técnica utilizada para crear discusión en torno a un mismo

tema, se engloban aspectos de la vivencia individual en la convivencia grupal, se nutre de las

experiencias de cada uno de sus participantes, quienes comparten un tema y diversos elementos que

posibilitan el diálogo en el grupo. Permite compartir creencias, prácticas y percepciones en un

pequeño grupo de personas, e implica cierto grado de informalidad en el habla, pero al mismo

tiempo cierto grado de estructuración y facilitación provisto por quien investiga (Babbie, 2000).

También se utilizó como un paso previo a la entrevista personal debido a que la estrategia no aborda

temas que generen excesiva sensibilidad en los participantes (Mack et al, 2005).

La técnica de grupo de discusión contó con la participación de doce hombres, se realizó en

dos sesiones con temáticas complementarias -masculinidad y pareja; masculinidad y duelo- y

tuvieron una duración de dos horas cada una -ver Guía de Grupo de discusión en Anexo 2-.

Entrevistas a Profundidad

La técnica de la entrevista a profundidad con orientación clínica (Sommers- Flanagan,

Sommers- Flanagan, 2009) permitió ahondar en la temática a investigar. Esta técnica, de tipo

autobiográfico, indagó diversos aspectos de la vivencia particular de cada individuo, enfatizó en el

significado profundo de diversos acontecimientos que han marcado el devenir y la comprensión de


66

la vivencia misma, al configurar el pensamiento y la acción del sujeto (Galindo, 1998). Develó

además diversos aspectos de la vida del sujeto y los ubicó en una secuencia espacial, lo cual facilitó

la lectura de los datos y ahondó en aspectos propios de diversos momentos de la vida del

participante, como la infancia, la adolescencia o la vida adulta (Lulle, 1998).

La mayor riqueza de la entrevista a profundidad es, según Mack et al (2005), el permitirle

al entrevistador sumergirse en la realidad y la perspectiva que tiene el entrevistado, planteando un

tema general y dejándose llevar por el discurso de éste. El investigador asume un papel directivo,

únicamente al momento de plantear algunas preguntas esclarecedoras. Plantean estos mismos

autores que ésta técnica facilita la obtención de una perspectiva interpretativa de las conexiones y

las relaciones entre los fenómenos, los eventos y las creencias de las que habla la persona. El

presente estudio contó con dos entrevistas por cada uno de los cinco participantes seleccionados; en

la primera se indagó la historia vincular y de pareja y en la segunda, la crisis por pérdida del

vínculo. Cada entrevista duró aproximadamente una hora y treinta minutos, no obstante el uso del

tiempo fue flexible dado la cantidad de entrevistas necesarias y las características de expresión

verbal de cada participante -ver Guía de Entrevista en Anexo 3-.

Procedimientos para la sistematización de los datos

Vázquez (2006) propone, para la fase analítica de una investigación cualitativa, los

siguientes pasos: a) grabar los datos, b) escuchar y escribir la información -numerando y haciendo

comentarios al margen-, c) leer y organizar los datos, d) analizar los contenidos -construcción de

categorías-, e) describir los resultados y f) interpretar los resultados.

La sistematización de los datos contempló los pasos a, b y c. Se realizaron grabaciones en

audio de las sesiones de grupo focal y de las entrevistas individuales; además durante éstas, se tomó
67

nota de la información que no quedó registrada en audio -respuestas corporales, gestos, lenguaje no

verbal-. Al finalizar cada espacio se hizo la transcripción de las grabaciones y procedió a incorporar

las notas como comentarios al margen de la información contenida en las transcripciones.

Análisis de los datos

En esta investigación se usará la estrategia de análisis de contenido (Weber, 1990) que

consiste en la observación y lectura de los datos con el fin de encontrar el tema emergente y

recurrente en los grupos focales –se da énfasis en temas latentes- ; al mismo se utilizará el análisis

narrativo (Reissman, 1993) que busca reconstruir la historia individual y autobiográfica de cada

uno de los casos para analizarlos y contrastarlos entre sí. Se llevará cabo una categorización sin

usar técnicas estadísticas. Se utilizarán los pasos d, e, y f reseñados anteriormente:

● Construcción de categorías: corresponde con lo que Rodríguez, Gil & García (1999)

llaman reducción de los datos. Se identificarán dentro de la información recabada y a partir

de los objetivos planteados, categorías dentro de las cuales se puedan agrupar los datos;

implica también el establecimiento de subcategorías para un mejor manejo de éstos. Se

utilizarán resúmenes de la información, así como citas o ejemplos, según su frecuencia o

excepción.

● La descripción de los resultados o disposición y transformación de los datos: una vez que

se haya agrupado la información, se señalarán semejanzas o contradicciones en la misma,

dándoles un orden y preparándolas para la detección de conclusiones.

● Interpretación de resultados y obtención de conclusiones: se buscará dar un sentido a los

hallazgos, mediante el establecimiento de relaciones entre los datos y el desarrollo de


68

explicaciones. Se usará un proceso dialéctico donde la base teórica que sustenta la

investigación, se cruzará y enriquecerá con la información empírica y viceversa.

Validez y Confiabilidad

De acuerdo a Hernández et al (2006), el concepto validez se refiere a la capacidad del

investigador para lograr captar, en toda su dimensión y riqueza, la experiencia de las personas

participantes. Asimismo implica poder garantizar que aquello que se observa y analiza es real y no

una formación o proyección del investigador (Flick, 2002).

Para garantizar lo anterior se ejecutaron varios métodos de validez, los cuales se describen a

continuación (Flick, 2002):

 Validez de procedimiento: implicó escuchar los más posible y tratar de precisar las

intervenciones verbales de forma corta y directa para no influenciar el discurso libre del

participante en torno al tema tratado. Posteriormente, se trascribió de forma pronta los

hallazgos y las notas para luego compartirlas y discutirlas con colegas –en este caso aplica

en el equipo asesor-.

 Validación comunicativa: después de la entrevista con los casos se procede a presentar el

contenido por escrito a los participantes para que ellos puedan evaluar la fiabilidad de lo

que ahí se encuentra escrito así como validar la notas y señalamientos.

 Triangulación de teoría: se entablan múltiples hipótesis entorno a diferentes categorías de

análisis para contrastarlas y ver cuál de ellas explica mejor el fenómeno y sus dinámicas.

 Triangulación del método: se utilizaron dos métodos diferentes de recolección de datos –

entrevistas a profundidad y grupos de discusión- lo cual posibilitó la obtención de


69

información de diferentes fuentes que giran entorno a un mismo fenómeno. Esto facilitó la

reiteración de datos que reafirmaban diversas dimensiones de fenómeno estudiado lo cual

confirmaba su existencia y validez.

Por otra parte, la confiabilidad o dependencia, se da en la medida en que diferentes

investigadores generen resultados equivalentes con datos de campo y análisis similares. Para

asegurar la confiabilidad en la recolección y el análisis de los datos se recurrió a medios de

grabación y a la transcripción estricta de la información recabada en cada grupo de discusión y cada

entrevista para mantener las condiciones en cuanto a la aplicación estricta de los protocolos,

tiempos y condiciones propuestas en este documento. Lo anterior se le denomina como “fiabilidad

de procedimiento” (Flick, 2002) ya que implica rigurosidad en la calidad del registro de los datos y

estandarización de la forma de proceder para tomar las notas y llevar los protocolos.

Siguiendo las recomendaciones de estos autores, para garantizar la validez y la

confiabilidad en esta investigación el investigador fue constantemente respaldado con la experiencia

y la opinión de los expertos mediante chequeos cruzados de la información. Todo esto se hizo con

el apoyo del equipo asesor -que funcionó como un auditor externo (Hernández, Fernández &

Baptista, 2006, p.664) y acompañó los procesos de análisis y obtención de resultados-.

Protección a los participantes

En esta investigación se garantizará la protección de la privacidad y la dignidad de los hombres

participantes, a través de la utilización del formato de consentimiento informado de la Vicerrectoría

de Investigación de la Universidad de Costa Rica en el que se hacen explícitos los objetivos de la


70

investigación y la libertad de abandonar la misma, en cualquier momento, si el sujeto así lo desea

(ver Anexos 4 y 5). Además, se usarán pseudónimos y se omitirán datos personales o rasgos de las

historias, que puedan hacer identificable la verdadera identidad de quien las aporta.

La información que se obtenga mediante las diferentes estrategias y técnicas de investigación,

se manejará de forma cuidadosa y discreta, evitando que personas ajenas a este estudio tengan

acceso a ella. Los medios de recopilación de los datos (grabaciones y notas), serán destruidos una

vez que haya finalizado la investigación y se hayan expuesto los resultados.

Propuesta para la redacción del informe final

La fase informativa (Rodríguez, Gil & García, 1999) de esta investigación, se hizo de dos

formas: la primera de ellas mediante la elaboración de un informe final en el que, además de

profundizar lo contenido en el presente documento, se presentó el análisis de los resultados

obtenidos. Esto se hizo agrupándolos en diferentes capítulos de acuerdo con cada uno de los

objetivos planteados, además de un apartado final que resumió las conclusiones, limitaciones y

recomendaciones derivadas de la investigación. El segundo momento, fue una presentación oral de

los resultados, conocida como defensa de tesis, en la que, de manera breve y concisa, se expuso la

información más relevante obtenida de la investigación.


71

Análisis de los resultados

Descripción de los casos

En el presente apartado se hace un breve recuento de la historia de los vínculos significativos a lo

largo de la vida de los cinco participantes, asimismo describe, de forma breve, los acontecimientos

que pasaron durante la separación y pérdida del último vínculo de pareja por el cual se encuentran

en proceso de duelo.

Caso: Rolando

 Datos sociodemográficos: Hombre de cuarenta y seis años con educación universitaria

completa. Es médico de condicióne socioeconómica media. Practica la religión católica y

tiene un hijo varón de seis años.

Infancia y Adolescencia

La familia de Rolando está conformada por su padre, su madre y un hermano mayor con el

que nunca ha tenido una buena relación fraterna. Además su padre tenía otros cuatro hijos que había

procreado en una relación previa, con los cuales mantiene una relación cercana y afectuosa. Hay un
72

número desconocido de hermanos nacieron en el contexto de distintas relaciones extramaritales que

mantuvo su padre.

La madre nunca impidió que Rolando mantuviera una relación cercana con sus medios

hermanos por lo que facilitó que él visitara y compartiera con ellos y sus familias. Esta actitud la

explica a partir de la forma de crianza que tuvieron sus padres y el machismo predominante en su

familia.

“Mi mamá fue criada a la antigua, el hombre podía hacer lo que le daba la gana y la

mujer se quedaba en la casa. A papá nunca le vi ninguna actitud de arrepentimiento ni de

nada. Mi papá era machista, lo que él decía tenía que hacerse”

Rolando recibió afecto de su madre pero no de su padre por lo que describe su relación con

éste como distante y abandónica.

“(…) mi mama siempre nos decía que nos quería, nos abrazaba y nos besaba. Yo no

recuerdo que mi papá me abrazara o me dijera un te quiero”.

La relación con su padre era “fría y distante” por lo que la comunicación era escasa;

Rolando comenta que siempre sintió que su padre prefería a su hermano mayor, situación que le

duele profundamente y que no comprende por qué se dio.


73

“El hijo predilecto era mi hermano mayor, era el inteligente, el ingenioso (…) y yo era el

sorompo (…) duele saber que papá piense que uno es más tonto que el hermano, que papá

piense que uno es más limitado y el otro es su predilecto”.

Rolando habla de cómo a él le correspondía trabajar para poder ir a estudiar y tenía que

hacerse cargo de múltiples labores pesadas dentro de su hogar, mientras que a su hermano todo se lo

facilitaban puesto que iba a la escuela y al colegio sin la exigencia de trabajar para ello.

“Cuando yo estaba en el colegio, un colegio agropecuario, me levantaban a las tres de la

mañana a traer unas vacas. Mi hermano se quedaba acostado durmiendo y se iba al

colegio tranquilo, a mí me levantaban las tres de la mañana para ir a traer las vacas y

ordeñarlas. Después de que ordeñar las vacas tenía que llevarlas al potrero, luego me

llegaba a bañar y me iba al colegio a pie. No me daban plata para ir al colegio, era muy

poco. Si me iba en bus no podía comprarme nada, ni una empanada para pasar el día.

Tenía que regresar del colegio, quitarme el uniforme, tomar café, ir a recoger las vacas y

ordeñarlas de nuevo, y antes de que se fuera la luz del día tenía que cortar pasto y dejar

pasto picado para los animales (…) y después a estudiar”

Esta pesada jornada laboral y de estudio la llevaba a cabo diariamente, desde el inicio del

colegio hasta que entró a la universidad. Rolando narra con tristeza como tenía que llevar a cabo

esas labores sin importar las condiciones climáticas ni el día de la semana.


74

“(…) lloviera o no lloviera, nunca me compro una capa, me tenía que meter en una bolsa

plástica para no mojarme. Sólo el domingo me dejaban descansar un poquito más y

tocaba ir a traer las vacas a las cinco de la mañana, no a las tres (…) los domingos me

ayudaban un poco, mi hermano me ayudaba a cortar el pasto y a traerlo”

Asimismo, al ser una jornada extenuante y de mucha exigencia física, no era extraño que

Rolando sufriera heridas producto de las diferentes labores que llevaba a cabo.

“(…) era chiquitillo y flaco. Me acuerdo de cargas de pasto que me echaba al hombro tan

pesadas que tenía que buscar una peña, para que me cayera en la espalda y llevármela, si

se me caía había veces que no las podía juntar. Eran tan pesadas que no me las

aguantaba, las llevaba kilómetros al hombro (…) en la oscuridad, con un bombillo me

dedicaba a picar y tenía muchas cortadas en las manos y los pies”.

El hermano de Rolando no tenía esa carga de trabajo, lo que percibía como una preferencia

de sus padres hacia su hermano y como una forma de castigo de sus padres hacia él. Esto lo sentía

como un fuerte rechazo que, aunado a la falta de expresión afectiva que recibió, marcó su infancia

como una época sumamente dolorosa y desagradable.

“De mi mamá recibí poco cariño. De mi papá no recuerdo nada, compartía con nosotros

los domingos en el estadio, nada más, no recuerdo un beso ni un abrazo (…) No concibo
75

como alguien puede trabajar tanto tiempo y sólo te compre un pantalón y los zapatos

para todo el año”

Ante esta escasa expresión afectiva, fue un tío paterno y una vecina de Rolando quienes

más le dieron cariño, en forma de cuido, bienes materiales y tiempo compartido.

“(…) la vecina de la par, ella siempre nos regalaba un juguetito porque mi papá no nos

compraba (…) cuando llegaba a diciembre (…) luego me iba a la casa de mi tío a pasar

ratos de Navidad, jugábamos mucho y disfrutamos mucho. Hasta que llegó la época de

colegio en que teníamos vacas y mi hermano se iba a vacilar con ellos y yo me quedaba

atendiéndolas”.

Estas vivencias hicieron que Rolando construyera una estrategia en la que callaba y

escondía sus emociones pero al mismo tiempo consideraba al trabajo duro como la salida futura de

su condición de explotación.

“(…) me llegué a hacer una concha y con el tiempo no llegó a afectarme porque me

dediqué al estudio y hacer las cosas que tenía que hacer. Como si fuera un perro que uno

entrena (…) a callar y a hacer las cosas, me dije que yo no quería ser igual que mi papá y

que no quería trabajar en construcción. Me dije que me iba a despedazar la espalda para

ser lo que yo quiero para algún futuro darle algo mejor a mi hijo de lo que él me dio a

mí”.
76

Vínculos de pareja significativos

Rolando no tuvo pareja durante ese período debido a la doble jornada laboral durante toda

su adolescencia -el estudio en un colegio agropecuario y el trabajo de campo con el ganado de la

familia durante las madrugadas y las noches-. Los noviazgos, las amistades y las mujeres fueron

cosas desconocidas en esa época, situación que resiente aún hoy día.

“(…) tener novia no significaba nada porque nunca supe que era darle un beso a una

mujer, primero que nada nunca tuve plata; segundo tenía que entrar a siete y luego hacer

asignaciones porque tenía que estudiar. Era muy cansado porque tenía que levantarme a

las la mañana del día siguiente. No significaba nada, era una muchacha atractiva que las

hormonas mueve y a uno le llama la atención pero hasta ahí”.

A pesar que “se le movían las hormonas”, la timidez de Rolando nunca le permitió

acercarse a Saray, la compañera del colegio que siempre le gustó y ante la cual se sentía inseguro y

deseaba confesarle su interés. Una vez que Rolando terminó el colegio y se incorporó a la

universidad tuvo la oportunidad de empezar a generar la suficiente confianza en sí mismo para

poder empezar a acercarse a las mujeres.

En el segundo semestre del primer año de universidad, Rolando conoce a Amanda, su

primera pareja y su esposa durante tres años. Empiezan la relación siendo compañeros de un curso y

después de ese primer año la relación termina debido al miedo que tenía Amanda de llevarlo a

conocer a sus padres -era su primer novio-. Ante esta situación, Rolando se siente triste pero a la
77

vez aliviado pues no tenía que mantener una relación y podía trabajar más tiempo para pagar sus

estudios.

Durante cuatro años Rolando se concentró en su carrera y sus trabajos, hasta que se

reencontró con Amanda y retomaron la relación. En ésta segunda oportunidad, Rolando sí se acerca

a la casa de ella e inician entonces una “relación formal”. Él siente en Amanda un gran apoyo ante

lo que era su vida, ya que nuevamente Rolando contaba con un estilo de vida cargado de

ocupaciones.

“Los primeros años lo llevaba a medio tiempo porque tenía que trabajar otros medios

tiempos, lo que tenía que haber hecho en tres años y medio lo hice en seis años. Lo que

fue el último año de la carrera, en donde se veían las materias más profundas, y el

internado, lo hice en tiempo completo y trabajaba en la noche, estudiaba desde las once

de la noche hasta las dos de la madrugada en la casa, me acostaba de dos a cinco”.

Rolando valoraba mucho el apoyo, el cariño y los detalles que tenía Amanda con él, de

manera que apenas termino la carrera se casó con ella y empezaron la convivencia, esto a pesar de

que él hubiera deseado esperar un poco más tiempo y disfrutar el ejercicio de su profesión antes de

casarse. Al año, refiere Rolando, la relación empezó a “enfriarse” y dejaron de compartir tiempo

juntos por lo que de nuevo el trabajo tiene un papel protagónico en su vida.


78

“Me enamoré mucho de mi trabajo, será porque me acostumbré a trabajar mucho. Tenía

dos trabajos. La ruptura se dio porque yo le dedicaba mucho tiempo al trabajo y la

relación se enfrió. Yo sentía que era un poco fría y al final yo la terminé”.

La relación entre Amanda y Rolando terminó y entonces se separaron, principalmente

debido a la falta de tiempo en pareja, pero también dado que les fue imposible procrear a un hijo/a.

Además, para ese momento Rolando había conocido a Eva quien sería su segunda esposa.

Eva y Rolando se conocieron en el negocio de él, ella era una cliente que se acercó

buscando sus servicios. Rolando estaba casado con Amanda pero se sintió atraído hacia Eva, de

manera que ella fue el impulso para terminar ese primer matrimonio e iniciar una relación con ella.

“(…) yo venía perdiendo interés en esa relación y terminé la relación cuando vi la

posibilidad de estar con alguien más”.

La historia con Eva empezó cuando ella, en agradecimiento por curarle a su mascota le

regala una repostería hecha por ella. Esto resulta atractivo para Rolando, además del físico de Eva, a

tal grado que es un incentivo para iniciar un coqueteo. Ella tenía pareja de tal forma que la relación

se escondía de las demás personas, pero una vez que ella terminó con la anterior relación

mantuvieron contacto sexual y así, de acuerdo con Rolando, inició el vínculo de pareja.

La relación comienza e inmediatamente Rolando toma un papel de proveedor con ella y la

apoya dándole comida y dinero debido a una situación económica que estaba viviendo. Después de

un año empiezan a convivir juntos; ambos acordaron que él se encargaba de proveer alimentos a la
79

casa mientras ella se encargaba de los quehaceres domésticos. Rolando empieza, con el apoyo de su

pareja a crecer económicamente y a cambiar la manera de concebir el trabajo y el dinero por lo que

aumente la seguridad en sí mismo.

“Al lado de ella fui creciendo mucho en la parte económica, me apoyaba y estimulaba. Yo

no veía más allá de las narices, por lo que mi papá nos enseñó a nosotros que como uno

es pobre no tiene derecho a disfrutar cosas bonitas. Ella me apoyó y como el suegro

trabajaba en administración fui adquiriendo conocimientos a la par de ellos en

administración. Fui adquiriendo mucha seguridad”.

Rolando se sentía seguro, apreciado, valorado y respetado dentro de su relación, comenta

que sentía que con ella había mucha intimidad, mucho apoyo y mucho compromiso, además el

aspecto sexual de la misma era algo que satisfacía bastante a Rolando.

“Cuando yo la conocí era una persona muy especial, muy llena de Dios (…) dulce,

amable, me apoyaba y me enseñaba. Me sentía muy pleno a la par de ella, sexualmente

era increíble. Afortunadamente no había que irse a desahogar a la calle. Había que

ponerle mucho empeño para satisfacerla sexualmente. En la intimidad éramos una pareja

muy fuerte”.
80

Crisis de pareja y duelo

La crisis en la relación de pareja inició cuando Eva queda embarazada a los tres años

relación. El embarazo fue inesperado ya que ser madre no estaba entre los planes de Eva por lo que

ella empezó a rechazar al niño. Inmediatamente Rolando asumió el rol de cuido, encargándose

prácticamente de todas las labores relacionadas con el niño.

“Ella no quería ser madre, lo rechazó, lo quería abortar. Recién nacido el chiquito no

quería casi que ni atenderlo y yo empecé a asumir su rol. Hice funciones que no me

correspondían, funciones de la madre, por ejemplo, el bañarlo, el asolearlo y cambiar

pañales(…) lo hacía con mucho gusto pero tenía que cerrar en ocasiones mi negocio para

llevarla a ella con el chiquito al pediatra (…) Para ella era una vergüenza que la vieran

embarazada y se encerró en la casa y no salió más”.

El sentir un rechazo hacia él y hacia el niño empezó a generar en Rolando sentimientos de

enojo y frustración, “a veces daba ganas de agarrarla del pescuezo”, y fue el inicio de un proceso

de separación y distanciamiento en la relación iniciado, de acuerdo con Rolando, por Eva.

“Siete años después del embarazo no volví a tener con ella a un contacto genital, ni un

abrazo. En el momento anterior a salir embarazada éramos sexualmente muy activos. (…)

Luego salió embarazada y nunca más me dejó volver a tocarla. (…) Ella empezó a

alejarse en todos los sentidos, no quiso ayudarme en los negocios, a raíz de eso contraté
81

al hermano que al final me robó siete millones y medio, ahí fue donde empezaron las

dificultades económicas”.

Luego de siete años de llevar la relación de pareja de esta manera, Rolando se muda a un

anexo de la casa. A pesar de salir del núcleo familiar, él continúa apoyándola económicamente y le

facilita un préstamo de dinero para que inicie un negocio. Ella se asocia con un hombre, con el que

empieza a salir, lo que desata en Rolando la sospecha de que ella podía tener otras parejas y lo

llevan a generar reacciones de celos.

“El chavalo empezó a decirle que era una diva y que estaba muy jovencita y le llenó la

cabeza de humo. Después llegaba a la una o a las dos de la madrugada pero andaba con

el playo y yo decía -como es playo, no pasa nada. Pero luego me cayó la peseta, si el

playo anda buscando hombres y a ella también le puede llegar uno”.

En esos momentos Rolando se sentía rechazado y desplazado, pero se mantenía en una

relación de convivencia aunque ya no quedará relación afectiva alguna. Compartía con Eva los

espacios de alimentación y cuido de Paolo, su hijo; y estaba pendiente de cada cosa que ella hacía.

Fue hasta que Eva le dijo de frente que ya no lo quería y que hace muchos años había

dejado de hacerlo por lo que Rolando comprendió que la relación había terminado; hecho que

aceptó hasta que se dio cuenta que ella frecuentaba moteles con otros hombres.
82

“(…) muy duro, fue un golpe muy fuerte. Fue como que te metieran la mano y te

arrancaran las vísceras estando vivo. Estaba en shock, pensé que todo se fue para la

mierda, que mi proyecto de vida y el hijo que tanto adoro tal vez me lo vayan a quitar.

Eso lo que más me duele, yo no la pudo tener amarrada de un pie y que me siga

queriendo”.

En ese momento inició un proceso de deterioro físico y emocional en Rolando. Perdió más

de cinco kilos, padeció de males estomacales, no dormía bien. Tenía sentimiento de enojo hacia sí

mismo y hacia ella, hubo un descuido general de su persona. Curiosamente, a pesar de la crisis que

estaba experimentando, en ningún momento hubo afectación en su trabajo.

“Nunca fallé en mi trabajo. Nunca mezcle mis problemas con el trabajo, cuando llegaba

mucho trabajo eso me permitía no pensar en situaciones financieras y sentimentales. Me

refugiaba en eso para esconderme”.

Una vez que pasó este proceso doloroso y de crisis personal, Rolando empezó a abrir sus

horizontes a cosas nuevas, empezó a asistir a grupos espirituales y de apoyo emocional; a retomar

las amistades y las relaciones con su familia extendida. Además se ha dedicado a cuidar de su hijo,

compartir mucho tiempo con él y a recuperar espacios de entretenimiento que había dejado. Con

Eva mantiene una relación cordial centrada únicamente en aspectos relacionados con Paolo.

Al hacer una retrospectiva de sus relaciones, Rolando menciona que Eva, a pesar de haber

sido la segunda pareja en el tiempo, es la primera en cuanto a importancia ya que el apoyo que le
83

brindó fue vital en determinado momento de su vida. Ahora quiere estar un tiempo solo sin

embargo dedica momentos a pesar en las cualidades de la pareja ideal para rehacer su vida.

“Busco una persona que me llene espiritualmente, que me apoye en todos los sentidos,

tanto emocional como espiritual y económicamente. Y el apoyo que ocupo con mi hijo”.

Caso: Eliseo

 Datos sociodemográficos: Hombre de cuarenta años con secundaria incompleta. Es

comerciante de condición socioeconómica media. Practica la religión cristiana y tiene tres

hijos de dieciocho, nueve y seis años; y dos hijas de diecisiete y cuatro años. Los mayores

son de su primer matrimonio y los menores de una segunda relación de pareja.

Infancia y Adolescencia

Eliseo creció en un hogar compuesto por él, sus cinco hermanas, su padre y su madre; la

diferencia de edades entre las hermanas es de dos años, siendo el cuarto hijo. Cuando Eliseo tenía

seis años de edad, el núcleo familiar migró desde la zona costera hacia el centro del país en busca de

mejores condiciones de salud para su madre, quien padecía de asma. Las condiciones económicas

de la familia de Eliseo fueron de extrema pobreza, a tal grado que vivían “(…) debajo de la casa, en

una galera”.
84

Debido a las carencias económicas, Eliseo no contó con juguetes sino hasta los diez años,

por lo que lo asociaba con ser “demasiado peleón” debido a que “no tenía nada que hacer”. La

relación con sus hermanas estaba marcada por sus propias travesuras, él les jalaba el pelo y las

molestaba por lo que nunca ha tenido una confianza profunda con sus hermanas, de las cuales las

dos mayores viven con sus padres y las restantes están ya casadas y con hijos.

De la relación de pareja entre sus padres la describe como de “carácter muy feo (…) se

ofenden mucho”; sus padres nunca se separaron y aún continúan juntos. Su padre fue una figura que

infundía miedo hacia todos sus hijos/as; se desempeñó en lo que respecta al aspecto económico,

pero en lo afectivo su relación fue distante y ausente.

Su madre tampoco constituyó una figura cercana ni de confianza para él; la manera en que

le expresaban amor y cariño en la infancia era a través de cuidados como la comida y otras labores

domésticas, pero que nunca recibió besos, caricias ni palabras de amor.

“(…) no, yo siempre he dicho que me gustaría que mis papás me dijeran –te amo-, la

verdad es que nunca (…) o sea, yo sé que me aman, pero yo sé que mis papás nunca me lo

van a decir, yo sé que no (…)”.

El momento en el que se sintió más amado fue el día en que una tía política le regaló su

primer juguete -un carrito-. Al hablar acerca de la cantidad de tiempo que le dedicaba su padre a

pasar con él, cuando era niño, mencionó que era mínimo pues únicamente era en momentos de

revisión de su desempeño escolar –tareas y asignaciones-, actividad que generalmente finalizaba

con un castigo. De quien recuerda pasar mayor tiempo compartido es de un tío que siempre lo

apoyó en sus partidos y conversaciones de fútbol.

Para Eliseo el ser cuidado es contar con las mínimas condiciones de vida -ropa, comida y

estudio-, sin embargo afirma que le hizo falta más contacto y cercanía afectiva con sus progenitores.
85

“(…) Yo le agradezco a mi papá que nunca nos faltó la comida ni la ropa ni nada de eso,

pero como te digo, siento que en la parte afectiva faltó algo (…). Es que yo sé que me

quieren y me aman, pero que yo me acuerde, nunca hubo de eso, como le digo, quizá

porque a ellos les cuesta ser afectivos (…)”.

Aún a pesar de que el castigo físico fue bastante recurrente en esos años Eliseo no se sentía

rechazado. Cuando desobedecía o sacaba malas notas en la escuela, su madre le comentaba a su

padre y éste lo maltrataba.

“(…) sin preguntar agarraba la tajona, es un palo con un mecate gruesote amarrado a la

punta, y me pegaba, me pegaba muy duro (…) no era que yo sentía que era rechazado, pero

sí sentía que mi papá era malo o algo así. A mis hermanas también les pegaba, pero tal vez

con menos dureza que a mí; a mí me pegaba con frecuencia y más duro (…)”.

Dicha violencia era bastante frecuente, casi todos los días, y con mucha dureza;

generalmente acompañado de improperios y en complicidad entre su padre y su madre:

“(…) me agarraban de las manos y me decían -pedazo de huevón, para que aprenda- y

me daba; por cualquier cosa, mi mamá le decía -es que vieras que Eliseo no hace caso-

(…) entonces mi tata me pegaba mucho más duro (…)”.


86

Ante las constantes situaciones y vivencias de castigo físico, Eliseo desarrolló varias

maneras de reaccionar. La primera de ellas consistía en considerar a la violencia como algo normal,

cotidiano e indoloro:

“(…) de tanto que me pegaban ya como que me acostumbraba y ya no me dolía. Una vez

me dieron y yo me estaba haciendo que estaba llorando pero yo no estaba llorando (…) y

me dieron todavía más duro y más duro, hasta que lloré, mi papá me decía –¿No está

llorando pedazo de huevón?- y me golpeó, hasta que lloré. Ya al final no lloraba, porque

ya no me dolía (…)”

La segunda estrategia era la de la soledad, de modo que cuando lo maltrataban se aislaba:

“me iba para el cuarto o me iba para abajo y hasta que me pasara ya volvía (…)”. Eliseo

justificaba la violencia a través de comprender la manera en que sus padres actuaban, quitándoles

responsabilidad y validando su accionar.

“(…) muchas veces no era culpa de mi papá, él trabajaba mucho (…) desde las cuatro de

la mañana que se iba, y llegaba a las tres y quizá tenía ganas de sentarse o de tomar café

o de comer y de entrada le decían quejas de mí. Entonces él descargaba todo eso en

contra mía. Como le digo, yo no le guardo rencor, yo lo veo así, tal vez descargaba

conmigo (…) nadie sabía los problemas que traía (…).”


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Vínculos de pareja significativos

En su historia de pareja, Eliseo dice haber tenido cuatro relaciones significativas: Silvia,

María -su primera esposa-, Dora y Yarlery -segunda esposa-.

A la edad de diecisiete años, Eliseo ingresa a trabajar en un restaurante de comida rápida en

donde al poco tiempo se involucra en una relación de pareja con Silvia, una mujer de veintinueve

años, casada. Ella se convierte en su primera experiencia de pareja, y es una relación caracterizada

por ser romántica en la que se sentía aceptado y con mucha confianza.

“(…) me gustó mucho y teníamos el mismo horario (…) yo la invitaba a un helado o algo

así, y empezamos a salir, pero nunca tuve relaciones, solo besos y así (…)”.

Eliseo mantenía relaciones paralelas con otras mujeres, lo que conllevó el final de esa

relación luego de nueve meses. Su segunda pareja significativa fue María, a quien conoció mientras

estaba en la relación anterior. Después de seis meses de noviazgo deciden casarse por dos razones

principales: la experiencia sexual que habían tenido y la tentativa de salir de la casa de sus padres.

“(…) imagínese que con Silvia anduve más y con María menos, pero con María tuve

relaciones y con Silvia no, entonces me imagino que fue por eso (…) yo siento que no me

casé enamorado yo sentía atracción por ella pero, no estaba enamorado, apasionado por
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ella; duramos trece años casados y con tres hijos. Fue la persona a la que yo le hice más

daño en mi vida (…)”

Eliseo considera que no valoró el vínculo con María y que nunca le agradeció sino que

siempre fue irrespetuoso durante la convivencia.

“(…) yo tomaba mucho y empecé a conocer mujeres (…) llegaba a las tres o cuatro de la

mañana, y entonces María me dijo -no, esto no es un hotel y se me va-, ella me decía

siempre que cambiara pero como uno estaba en esas cosas, no le importa si es buena o

mala, (…) al tiempo me echaron de la casa (…)”

Eliseo considera que la crisis de pareja se dio desde el comienzo ya que no pasaron mucho

tiempo juntos ni tampoco se dedicaron a fortalecer los compromisos adquiridos durante la

convivencia.

“(…) El problema fui yo (…) nos disfrutamos muy poco, seis meses; después nos

casamos, y quedo embarazada (…) y ya no salíamos (…) entonces yo si salía y ella por

aparte. Luego muy rápido quedo embarazada (…) y yo continué saliendo solo (…) y me

aguantó tanto porque, tuve demasiadas infidelidades (…)”

Estando casado inicia una relación paralela con Dora, a quien conoció en el trabajo y con

quien empezó a compartir los fines de semana en las fiestas a las que asistía. Esta relación se
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mantuvo de forma paralela al matrimonio con María durante un año y medio. La relación terminó

cuando María descubrió la relación con Dora y lo puso a escoger. Eliseo finaliza la relación con

Dora, pero continúa saliendo los fines de semana hasta que María decide finalizar la relación.

Cuando termina la relación con María, Eliseo se fue a vivir a un apartamento y ahí conoce a

Yarlery con quien después de cierto tiempo inicia una nueva relación de pareja.

Crisis de pareja y duelo

A los cuatro meses de ser pareja de Yarlery, Eliseo fue testigo de una discusión de Yarlery

con otro hombre y ella le confiesó que ese otro hombre es su pareja y que ella está con Eliseo por

que le ayuda con los gastos económicos.

Ante esta situación Eliseo se aleja de ella, volviendo luego de unos días, ya que Yarlery le

aseguró que ya no estaba con nadie más. Luego de ocho meses de ser pareja, ella quedó embarazada

y le dijo no saber de quién es el niño pues aún mantienía relación con el otro hombre. Eliseo se

alejó nuevamente, pero Yarlery insistió en regresar.

“(…) ella llegó como a la una de la mañana, llorándome y se hincaba y me decía que ese

mae la había dejado botada (…) y se quedó conmigo y nació el bebé (…)”

Durante el embarazo, Yarlery hizo todo lo posible por abortar al bebé, se refería al niño en

forma despectiva y no quería verlo nacer. Ante esto Eliseo reaccionó de forma violenta en algunas
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ocasiones llegando a pegarle a su pareja. Con el segundo embarazo se repitió la historia y generó

conflicto en la relación de pareja.

“La relación siempre estuvo en crisis (…) nació y peleábamos constantemente (…) cuando

me dijo que no nos quería yo llamé un policía, un amigo, y el mae me mandó una unidad, y

cuando llegó la unidad se puso a llorar y a decir que la estaba maltratando y me sacaron a

mí. Yo me fui para donde una señora que es amiga mía pero yo no me lo podía creer (…)

¡A los dos días volví, a pesar de eso!”

Eliseo empezó a sentir que la relación estaba en problemas, y a pesar de todas las

situaciones –ausencia de comunicación, poca tolerancia y violencia intrafamiliar - él empieza a

tratar de mantener la relación y continuar con la convivencia.

“(…) yo llegaba del trabajo y llegaba a cocinar (…) me envolvió tanto ella (…) que yo

hacía cosas que no me correspondían para tenerla contenta y a mi lado (…)”

Eliseo comenta que la principal razón que lo mantuvo en la relación fue la parte sexual y la

atracción física de Yarlery; él se sentía admirado por tenerla a ella como pareja.
91

“(…) la parte sexual (…) que tenía más cuerpo que todas las que había tenido, me

llamaba la atención (…) bonita de cara, bonita de que tenía más pechos(…) yo salía con

ella y me sentía orgulloso, que dijeran -¡que mujer más bonita andas!-(...)”

A pesar de los constantes conflictos y peleas con su pareja, siempre se mantuvo con ella

hasta el momento en que empezó a sospechar que Yarlery tenía una relación cercana con su

exnovio.

“(…) como que yo sabía que era él (…) Yo estaba en mi trabajo y pensaba que se estaba

viendo con el mae (…)”

En ese momento inició un proceso de celos y control hacia su pareja, la llevaba a trabajar a

su negocio para tenerla todo el día a la par, daba cantidades altas de dinero para mantenerla a su

lado. Eliseo dice que no estaba consciente de la problemática de su relación y que se mantuvo con

la idea de que todo iba bien, hasta que un día descubrió que Yarlery tenía una relación con otro

hombre.

“(…) está en la computadora y yo veo la foto del mae, estaba chateando con él (…)

entonces yo entro y ella cambia la página, yo le pregunto -¿Usted anda con Mauricio

verdad?-, ella me hace -No, nada que ver, no es con Mauricio con quien ando. Hay

alguien que me tiene ilusionada pero no es él- (…) Ahí fue donde empezó a deteriorarse
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más la relación.(…) Al tiempo me dijo - Ya no quiero nada con usted, y a partir de hoy

vamos a dormir separados-.”

Eliseo no aceptó que la relación estaba por acabar y, a pesar que Yarlery le decía que ya no

quería estar a su lado, seguía en la casa, le compraba ropa y le daba dinero como una manera de

mantenerla a su lado. Describe esta situación como una obsesión en donde quería estar con ella.

“(…) obsesión, definitivamente sí, y eso me llevó a soportar, fui alfombra, fui de todo.”

Cuando Eliseo tomó la decisión de salir de su casa e iniciar el proceso de aceptación sintió

mucho dolor.

“(…) Me dolió mucho, me dolió mucho (…) yo siento que esa relación nació muerta, yo

la quise y de verdad me dolió mucho (…) en los primeros días pasaba a recoger a mis

hijos para llevarlos al kínder, pero yo no pasaba por ellos, yo pasaba para verla a ella

(…) yo sabía que estaba con ese mae; porque ya después de una semana el mae llegaba a

visitarla (…)”

Uno de los reclamos y quejas más frecuentes se relacionan al comportamiento de celos ya

que era eso lo que Yarlery le reclamó al finalizar la relación.


93

“(…) Ella la cortó, diciendo que me dejaba porque yo la ahogué (…) que yo la celaba,

que nunca la dejé en paz, que nunca la dejé crecer como persona, que ella nunca pudo

trabajar porque yo no la dejé, que no se ponía la ropa que le gustaba porque yo no la

dejaba (…)”

En principio negaba que la relación hubiera terminado y deseaba que la relación volviera a

ser lo que había sido. Le atormentaba la idea de volver a pasar por una situación de pérdida de

pareja nuevamente.

“(…) Pensaba que ojala no fuera cierto, que ojala fuera un sueño, que todo eso no hubiera

pasado, porque yo sentía que aún la quería (…) que era difícil empezar de nuevo con otra

persona y conocerse (…) pensaba que Yarlery iba a ser la persona que iba a estar conmigo

siempre y a pesar de todo (…)”

Se desarrolló en él un fuerte sentimiento de culpa ante la pérdida del vínculo, pues

consideraba que con sus reacciones y con sus comportamientos la había alejado, que había sido él el

responsable de la finalización de la relación. No obstante, se generaban en él sentimientos

contradictorios pues en otras relaciones no había sido celoso y dice que desde un principio Yarlery

le dio razones para desconfiar. Esta disyuntiva le generó mucho miedo e inseguridad ante futuras

relaciones y fue una de las razones que lo llevó a buscar ayuda. Otras emociones que refiere sentir
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al momento de la pérdida fueron dolor, decepción, miedo y vergüenza; asimismo, comenta que su

salud se vio afectada en ese momento.

“(…) fueron como dos o tres meses de dolor, bajé siete kilos, no comía porque no me

daba hambre (…) al principio no dormía bien, me despertaba, pensando en esas cosas, no

trabajaba y no me concentraba bien (…) me daba miedo, no aceptaba que estuviera con

otra persona (…) pensaba en el qué dirán (…)”

Eliseo describe las actitudes que le han permitido sentirse mejor luego de haber finalizado

la relación. Para él ha sido clave aceptar la pérdida y vivir el dolor, “echar para adelante”, retomar

la relación con sus hijos, ir al gimnasio y, en general, dedicarse tiempo para sí mismo. Ahora, a

varios años de la separación, ha retomado su trabajo, ha ampliado su grupo de amistades y ha

recuperado sus pasatiempos y sus actividades, las cuales había dejado de hacer por estar

controlando y vigilando a su expareja. Dice querer construir una relación agradable con Yarlery de

manera que puedan tener buena comunicación y negociar aspectos con respecto al cuido de sus

hijos.

La historia vincular de Eliseo es particular dado que ha tenido varios vínculos de pareja

paralelos; esto se correlaciona con la intensidad de los procesos de separación. Es hasta esta

segunda separación, que se permitió exteriorizar el dolor y darse un espacio de soledad para

reflexionar en torno al proceso de pérdida.


95

“(…) los errores que cometí con María fue por fiestero y mujeriego (…) me queda de

experiencia que tengo que ser más selectivo y cuidadoso (…) ver si somos compatibles, no

caer tan rápido (…) con las dos exparejas fue muy rápido, con la primera seis meses y me

casé, y con lo otra casi de una vez ya estaba juntado, no me di tiempo de conocerlas más

(…) entonces ahora yo quiero que nos conozcamos más y ver si somos compatibles(…)”

Él se plantea la necesidad de tomarse más tiempo para sí mismo, para sus hijos y para

conocer y relacionarse con futuras parejas. Él desea mejorar su situación, cambiar su pensamiento

machista y sentirse mejor consigo mismo antes de involucrarse con alguien más, así también

empieza a cuidar de su salud y a dedicar tiempo para sí mismo para luego poder amar a otra

persona, pues considera que nunca ha amado a ninguna de sus parejas. Eliseo expresa una nostalgia

por la pérdida de la relación con María, mujer con la que él considera que se sintió realmente

amado.

Caso: Octavio

 Datos sociodemográficos: Hombre de cincuenta años con secundaria incompleta. De

profesión técnica y condición socioeconómica media. Practica la religión católica y tiene

tres hijos varones de treinta, veintiocho y veinte años de edad producto de la misma

relación de pareja.

Infancia y Adolescencia
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Octavio creció en el seno de una familia numerosa conformada por su padre, su madre y

nueve hermanos. De ellos cuatro eran varones y seis mujeres con una distancia de dos años

aproximadamente entre cada uno; él es el séptimo de los nueve. La familia de Octavio vivía en uno

de los cantones más grandes del Área metropolitana y poseían grandes carencias económicas debido

a la cantidad de miembros en la familia.

“(…) era épocas muy duras en que todo costaba más y éramos más (…) costaba más la

parte económica, no teníamos casa propia entonces andábamos alquilando (…) todos

vivíamos juntos, todos en pelota en un cuarto”.

La relación con sus hermanos y hermanas es descrita como “buena” y eran los hijos/as

mayores quienes más se peleaban o discutían por cuestiones como ropa, artículos personales o

juguetes. Dice que lo más difícil de su niñez era las limitaciones económicas que vivieron conforme

crecían.

“Fue la parte más fea de la infancia (…) había muchas limitaciones económicas para ir a

la escuela, yo llevaba un pedacito de lápiz y un par de hojillas y estaba descalzo (…) a

veces comíamos bien, a veces ni comíamos”.

En cuanto a sus padres, Octavio refiere que en general la relación con ellos era bastante

buena, con excepción de algunos momentos en que su padre se tornaba agresivo -con sus hermanos

mayores principalmente-. A él no lo agredía, pero refiere tenerle cierto resentimiento por las
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limitaciones económicas, ya que no pudo concluir el colegio por esta misma razón. Este

resentimiento que Octavio guarda hacia su padre se agudiza cuando se entera que éste tenía tres

hijos con otra señora y una familia paralela.

“(…) mi tata tiene otra familia, porque la señora esa no se casó (…) tiene tres hijos con

esa misma señora y yo conocí a dos (…) me sentí como un perro (…) una vez le dije – Por

esa torta yo no pude ni estudiar, hubieron muchas limitaciones económicas (…) pero

parte de esas limitaciones era porque tenías otros hijos y nunca supimos- (…)”

Octavio se enteró de la otra familia de su papá a la edad de veintisiete años y le

correspondió a él, por ser el más allegado a su madre, darle la noticia. Al conocerse la noticia toda

la familia reaccionió negativamente hacia el papá, culpándolo de las carencias económicas al tener

que mantener trece hijos y dos esposas. La madre de Octavio, al enterarse de la vida paralela de su

esposo, le pidió que se fuera de la casa; pero luego lo volvió a recibir y así viveron juntos hasta su

muerte, hace dos años. Octavio percibió esta reacción de su madre como un acto de amor, mientras

que en las actitudes de su padre como falta de respeto hacia su madre.

Otra de las razones que llevan a Octavio a enfadarse con su padre fue el hecho de tener que

“andarlo jalando para todo lado, sacarlo de las cantinas”, y de ser testigo de varias infidelidades

de éste hacia su madre. En cuanto al afecto recibido, menciona que su madre lo chineaba bastante y

lo hacía a través de darle comidas y atenciones; mientras que su padre, a pesar de ser grosero, sí le

dedicaba afecto a través de tiempo y compañía. Refiere además que de sus hermanas mayores

recibía también afecto -“chineos”- y también algunos regaños; eran como “segundas mamás”.
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Para Octavio la forma en que su madre lo cuidaba, a través de chineos y atenciones -servirle

la comida, alistarle el café, acompañarlo al dormir- y preocupaciones por su bienestar, era algo que

lo hacía sentir valioso e importante. Incluso refiere que esos son los recuerdos más agradables y

valiosos que posee de su niñez. El cuido se convierte en un aspecto clave de su vida ya que para él

significa amor, cariño y protección, y cuando percibe carencia de cuido, se siente castigado y

rechazado.

Tras la llegada de la adolescencia, Octavio empiezó a laborar en diferentes oficios para

aportar a su casa. Esto lo definió como un cambio cualitativo en su vida ya que adquirió nuevas

responsabilidades y mayores libertades. Menciona que nunca tuvo novia durante la adolescencia a

pesar de considerar que era algo muy anhelado.

“En mi adolescencia yo no estaba muy entrenado para eso, era muy inocente en muchas

cosas, todavía yo a los dieciocho años no había tenido sexo. Siempre fui como muy

tranquilo. Yo me imaginaba que era bonito (…) tenía amigos que si tenían novia, pero a

mí no me salía nada”.

Octavio considera que lo fue difícil tener novia en la adolescencia debido a su inseguridad y

timidez así como no contar con la guía de una persona que le dijera como acercarse a las mujeres y

aprovechar el interés que estas puedan mostrar.


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Vínculos de pareja significativos

Octavio menciona cuatro parejas, de las cuales dos le son significativas. La primera de las

parejas significativas es su exesposa, Lidia, con quien empezó la relación a la edad de diecinueve

años, cuando ella tenía dieciséis; se conocieron en el barrio y comenzaron siendo amigos y luego

iniciaron una relación hasta que ella quedo embarazada y Octavio decidió casarse luego de un año

de noviazgo.

“Yo la andaba chineando de aquí para allá (…) cuando llegó el embarazo decidimos

casarnos, fue muy difícil porque no me aceptaron, todo me lo tiraron al suelo (…)

entonces ella decidió irse conmigo (…) Nos casamos, no fuimos a vivir donde mi mama”.

Durante esos primeros años de relación, Octavio se sentía seguro del sentimiento que

compartían y la aceptación que recibía por parte de Lidia. Además se sentía satisfecho por el cuido

que recibía de ella y la confianza que tenían en la relación.

La segunda relación significativa en la vida de Octavio se presentó cuanto este tenía treinta

y ocho años; ella se llamaba Sandra y eran compañeros de trabajo. Octavio menciona que fue una

relación meramente sexual y que ella insistió durante mucho tiempo hasta que él cedió.

“(…) ella pagaba todo. Me decía -Yo quiero estar con usted, tengamos sexo.- y yo le

decía -No, mire, yo soy casado tengo tres hijos.- (…) pero al tiempo caí (…) una vez ella

me dijo -¿Qué, usted es playo?- y yo le dije –No, te digo que tengo esposa y tres hijos (…)
100

pero se lo voy a demostrar ¿Qué quiere hacer?- y ella me dijo -Yo pago un motel, yo pago

la fiesta- (…)”.

No obstante, Octavio acepta que, más allá del mero acercamiento sexual, había con Sandra

una cercanía afectiva basada en actos de cuido -apoyo en trabajos, regalos y detalles-, en especial en

momentos en que él se sentía descuidado por parte de Lidia.

“(…) esa mujer se paseó en mi vida (…) ella se enamoró de mí (…) ella tenía todo

montado, yo nada más fui a la acción.(…) ella muy enamorada me dice -Te amo, estoy

enamorada- y yo le dije, -Ya le demostré que no soy playo, fue la primera y última vez que

me la cojo- (…) luego empezó a llorar (…) agarró la factura y habló con mi esposa y le

dijo -Aquí estuve con su esposo y nos acostamos- (…). Ese día llegué yo a la casa (…) y

me mi esposa me pidió explicaciones por esa factura.”

Después de ese episodio, la relación con Sandra terminó y al mismo tiempo inició la crisis

de pareja con su esposa Lidia que duraría varios años antes de la separación.

Crisis de pareja y duelo

Para Octavio el amar y ser amado tiene que ver con seguridad, compañía y cuido. Incluso

menciona que es importante sentirse necesitado y necesitar a la pareja. En un principio la relación


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con Lidia le brindaba todo esto, pues a pesar de las dificultades económicas en la que inició su

matrimonio y los esfuerzos laborales que tuvo q llevar a cabo para asegurar la manutención de su

familia, él se sentía correspondido en estos aspectos.

La relación con Lidia se caracterizaba por ser amena y cordial, pero esto cambió una vez

que sucedió el episodio de Sandra. En consecuencia la relación se transformó y la interacción se

caracterizó por la hostilidad y conflictos mutuos.

“Había muchas desconfianzas, siempre me lo estaba restregando, me echó tres veces de

la casa (…) cuando habían bronquillas siempre salía el tema ahí de esta mujer. Nunca

me pidió que saliera del trabajo, nunca me lo dijo pero si lo pensé. Me decía que me fuera

a acostar con la otra (…) Empezó a ser agresiva, ya después hasta me levantaba la mano

(…) yo mejor me iba para no hacer más el problema.”

A través de los doce años posteriores la relación entró en crisis, Octavio menciona observar

algunos cambios en la dinámica de pareja y al mismo tiempo se sentía incapaz de sobrellevarlos o

solucionarlos.

“Ella ya no quería ni aplanchar ni nada, si teníamos sexo era por complacer nada

más(…) eso han sido los últimos doce años. Yo le dije a ella -si no perdonó para que

volvimos doce años, arrastrando eso-. Éstos doce años yo he tenido esta situación ahí

pegada”.
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Octavio menciona que fue el amor lo que llevó a mantenerse en la relación y a hacer

cambios en su comportamiento, y principalmente se dedicó a comprar el amor de ella a través de

proveer económicamente y esperar un cambio que no se dio. El momento en que Octavio se dio

cuenta de la pareja estaba definitivamente en crisis, fue cuando hizo las tres mayores compras

posibles: le compró una casa nueva, le regaló un carro y le propuso renovar los votos matrimoniales

ante la iglesia católica. Octavio esperaba lograr resolver definitivamente el problema en la pareja y

sin embargo obtuvo desprecio, alejamiento y rompimiento definitivo.

“(…) El carro lo compramos y lo metimos al patio porque la choza es bien grande, son

mil metros; (…) pero ella no lo quería, me dijo que mejor lo vendiéramos (...) Yo me sentí

una decepción tan grande, un desprecio.(…)Yo esperaba que me abrazara, me besara,

una reacción bonita, positiva, del esfuerzo, porque es un esfuerzo que hace uno.(…)

después de eso, se vendió el carro (…) a los meses, cuando ya teníamos la casa lista, le

digo –¿Por qué no nos casamos? Mi mamá quería que nos casáramos y su mamá

también- y ella me dijo -¿Qué me va a dar? quiero un crucero de luna de miel, quiero

anillos caros y fiesta de compromiso- yo estaba dispuesto a cumplir con los requisitos.”

Se llevó a cabo la fiesta de compromiso y dos meses después el comportamiento de Lidia

fue cambiando radicalmente al punto de ignorar completamente a Octavio; conversaba por teléfono

y por computadora hasta altas horas de la noche. Luego Octavio encuentra una factura por un monto

alto de dinero y le pide una explicación a Lidia. Tras la confrontación Lidia decidió ir a dormir a un

cuarto aparte, le devolvió el anillo y un mes y medio después se fue a vivir fuera de la casa.

Ante estas situaciones Octavio se sentía impotente, frustrado, asustado y dolido. Tenía

miedo de perder a sus hijos puesto que, según él, Lidia les había dicho cosas negativas y se sentía

atormentado ante la posibilidad de que ella estuviera con otra persona. Ante el riesgo de perder la
103

relación con su esposa, Octavio siguió comprándole regalos y dándole dinero con el objetivo de

mantener a su lado.

“Le pagué las cuentas, porque eso la tenía muy estresada a ella (…) quería comprarla

(…) Ella dormía en un cuarto y yo dormía en otro cuarto (…) yo me levantaba en la

madrugada, salía de mi cuarto e iba al de ella (…) estaba con los audífonos y el celular y

a pesar de que mis insistencia ella nunca quiso volver a dormir conmigo (…) Ya yo le

lloraba en la choza y los carajillos me preguntaban qué pasaba”.

No fue sino hasta el momento en que Lidia le confesó que tenía una relación con otro

hombre, que Octavio se dio cuenta que ya todo había acabado. Se desarrolló en él una culpabilidad

muy grande pues consideraba que se merecía lo que estaba pasando al haberle sido infiel a su pareja

años atrás. No obstante, esa culpa decayó una vez que se enteró que muchos años atrás -quince

aproximadamente- Lidia le había mantenido una relación paralela con otro hombre.

Ante la eminente separación, Octavio hace un último intento de reparación pidiéndole a

Lidia que lo intenten de nuevo, pero ella le asegura que ya no lo ama y que únicamente lo aprecia

como el padre de sus hijos.

“(…) como si me hubiera pasado un tráiler por encima (…) con dolor, frustración,

desesperación, impotencia, fue fatal (…) me tiré al suelo, le dije -No siga con esa

relación, yo la perdono- (…) luego le dije -No me queda otra que irme. Ojalá que la

consciencia y Dios la juzguen por esto.-”


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Inmediatamente posterior a la separación Octavio se sentía desesperanzado, sentía que nada

valía la pena y todo había terminado; paralelamente se desarrolló un fuerte resentimiento hacia ella

y una enorme preocupación acerca de la manera en que iba a enfrentar la vida con sus hijos en el

futuro. Tenía además pensamientos recurrentes acerca de la manera en que ella se estaba

relacionando con la nueva pareja y cómo éste llegó a ocupar su lugar.

Actualmente, Octavio dice haber logrado una convivencia estable y agradable con sus

hijos, ha mejorado la relación con algunas personas a su alrededor como su familia extendida, sus

amigos y sus compañeros de trabajo. Con respecto a Lidia comenta que no desea volver a tener una

relación con ella y se está preparando para mantener esa decisión en firme por si ella regresara en

algún momento.

“(…)El fin de año, que fue el primero que lo pasamos sólo, nos fuimos para la playa, mis

hijos, mis nueras y yo, (…) y me gustó (…) por decirte algo, fui al gimnasio, y me gusta el

gimnasio, ando mucho en moto; he conocido más gente, amistades, amigos; me puedo

relacionar más (…)”.

Para Octavio la clave ha sido recuperar espacios que él mismo había ido cerrando durante la

relación y, lo que es más importante, volver a pensar en sí mismo y satisfacer sus necesidades sin

depender de una pareja en su vida.


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Caso: Roberto

 Datos sociodemográficos: Hombre de cuarenta y tres años con educación secundaria

completa. Profesional técnico de condición socioeconómica media baja. Adscrito a la

religión católica y tiene un hijo de cinco años.

Infancia y Adolescencia

La familia de Roberto está conformada por cuatro hermanos, Jessica, José, Carolina y

Camilo, y sus dos padres, él es el tercero de los hijos de la pareja. La hermana mayor y Roberto

nacieron dentro de la primera relación de pareja que tuvo la madre alrededor de los veinte años de

edad.

Al poco tiempo de haber nacido Roberto es abandonado por su padre biológico y

posteriormente la madre conoce a otro hombre, el cual sería su pareja y el padre de los tres hijos

menores. Según Roberto, este hombre lo adoptó a él como hijo y sería la pareja que mantendría la

madre hasta la actualidad.

La madre prefería no hablarle a Roberto acerca de su padre biológico por lo que lo llevaba

periódicamente a visitar a su madrina, quien era en realidad la hermana del padre biológico, es

decir, su tía. Las visitas tenían la finalidad mantener contacto con la familia paterna de Roberto y

llevarle noticias a su padre quien vivía mucho tiempo en el extranjero. De la misma forma Roberto

visitaba a la madre de su tía paterna de forma periódica sin saber que se trataba de su abuela hasta la

edad de ocho años cuando la madre le dice la realidad de sus familiares y conoce a su padre

biológico quien había llegado de visita.


106

Esta situación confundió mucho a Roberto cuando fue niño, al parecer la madre lo obligó a

guardar el secreto mientras él viviera en la casa. Al principio sintió culpa, ya que creía que estaba

engañando a su padre adoptivo, sin embargo conforme pasó el tiempo se fue acostumbrando a la

situación y dicha culpa desapareció.

“Yo me sentí como extraño, yo decía –Qué raro tengo dos papás ¿Cómo será eso?- (…)

mi mamá me decía -Pero no diga nada- y yo siempre vivía con ese secreto; todavía ahora

mi papá adoptivo no sabe eso, o sea que yo iba allá.”

Posteriormente, cada año Roberto iba a visitar a su padre biológico y recibía regalos de él,

generalmente ropa y dinero; comenta que nunca se creó una relación afectuosa con él, suele

compararla como un vínculo de amistad con transacciones materiales. No obstante dice que su

relación con sus abuelos paternos era mucho más estrecha debido a que ellos le daban mucho más

cariño y los frecuentaba desde hace mucho más tiempo atrás.

Durante la infancia Roberto peleaba y tenía muchos conflictos con su hermano José y su

hermana Jéssica; eran conflictos cotidianos con el objetivo de llamar la atención de la madre la cual

tenía a cargo a dos hijos recién nacidos. Cuando las peleas tenían lugar, la madre los regañaba y los

castigaba físicamente para que no se golpearan ni insultaran. Otro conflicto cotidiano ocurría

cuando el padre adoptivo de Roberto llegaba a la casa ebrio y peleaba con su madre; al parecer esta

situación fue común durante los primeros años de vida, sin embargo se aminoró conforme pasó el

tiempo.
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“Cuando llegaba se armaba la de san quintín y peleaban mucho y se gritaban y todo (…)

mi tata era muy violento y hubo maltrato físico entre ellos (…) Era entre los dos, pero yo

me acuerdo que mi tata era el que empezaba. Se gritaban y se agarraban.”

Roberto dice haber estado muy cerca de sus familiares maternos y que en muchas ocasiones

algunos de estos, tíos y abuelo principalmente, permanecían un periodo viviendo en su casa debido

a problemas de tipo económicos y maritales -separaciones y divorcios-. Experimentó la pérdida de

su tía y su abuela antes de la edad de nueve años, lo cual le dolió mucho debido a la cercanía de

ellos y el sufrimiento visto en los padres y hermanos.

La relación de Roberto con su madre la cataloga como distante, por lo general se remontaba

a poca expresión de afecto -no lo abrazaba, besada o manifestaba aprecio a él- y claras muestras de

actividades relacionadas con el cuido -cocinar, aplanchar, lavar y demás labores domésticas-

Mientras que la relación con el padre adoptivo era todavía menos afectiva e implicaba actividades

de proveedor económico. Son escasas las veces cuando Roberto compartía tiempo con sus padres,

sin embargo comenta que mucho del tiempo y afecto lo recibía de sus abuelos, tíos y primos

maternos con quienes jugaba y visitaba constantemente.

“Yo tenía un tío que era con el que íbamos a jugar mejenga, tío Roy y él nos quería

mucho; con él era el que nos íbamos a chirotear, y con los primos que nos íbamos a jugar

clavito y escondido y salve el tarro y todo el montón de primillos”


108

Roberto asegura haber tenido una infancia cómoda y sentirse muy seguro con sus padres,

para él fue importante saber que tenía un techo y comida disponible en cualquier momento, así

como que su familia estuviera unida a pesar de las disputas y enfrentamientos entre los miembros.

A inicios de la adolescencia Roberto comienza a tener mejores condiciones económicas, lo

cual repercute en el cambio de residencia. En ese momento viven en un lugar con mayor espacio y

la familia se encontraba construyendo su casa propia. Esta situación hizo que Roberto tuviera que

empezar a trabajar en labores de construcción como peón después de las jornadas lectivas en el

colegio.

Roberto empieza a manifestar su gusto por las mujeres en los primeros años de colegio,

comúnmente formaba parte de diversos juegos en donde besaba a compañeras y las acariciaba; las

relaciones de noviazgo implicaban enviarles cartas a las novias, compartir espacios de ocio,

obsequiar regalos y comida, sin embargo eran inestables en el tiempo y de corta duración.

“Me acuerdo que jugaba con una chavalilla que era la que lo apretaba a uno y ya ella

estaba más desarrollada entonces era la que se dejaba tocar.”

En más de una ocasión Roberto se sentía frustrado al no poner salir o relacionarse con

ciertas mujeres por las que se sentía atraído; por lo general trataba de ser atrayente por medio de

sobresalir en las clases de educación física del colegio pero esto en la mayoría de las veces le

resultaba inútil.
109

Vínculos de pareja Significativos

El primer vínculo de pareja significativo para Roberto fue con Virginia, ella tenía veintitrés

años y él veintidós; se conocieron en un supermercado, Roberto era display de productos y ella

demostradora. Al inicio Roberto la invita a salir y se da cuenta de que ella tenía una hija y que en

ocasiones esta situación le dificulta las salidas. Sin embargo al poco tiempo la pareja empieza a

frecuentarse más a menudo y Roberto decide presentarse ante la madre de Virginia como novio y

empieza visitarla en la casa de forma reiterada.

La relación de pareja entra en deterioro cuando ella comienza a ser celosa y a tratar de

controlarlo, al parecer no le gustaba que Roberto hablara con otras mujeres o que compartiera

salidas y fiestas con compañeros/as de trabajo. A pesar de esto Roberto siguió saliendo con sus

amigos e inclusive coqueteaba con otras mujeres. Al poco tiempo empezó a sentirse inseguro ya que

imaginaba que Virginia podía estar coqueteando con otras personas como él lo hacía.

Se separan por los deseos y demandas de Virginia en relación a la convivencia, según

Roberto, esta situación se agrava cuando había conflictos entre la madre y la hija. Roberto se

negaba rotundamente a convivir con ella y se sentía presionado, por lo cual, tras un tiempo decide

terminar la relación con ella y evitar frecuentarla en los diversos lugares de trabajo por lo que nunca

más se volvieron a ver.

A los dos años de terminada la relación conoce a otra mujer llamada Marcela, quien sería su

segunda pareja significativa. En aquel momento Roberto había dejado su trabajo de display y había

pasado por otras profesiones relacionadas con la seguridad de locales por lo que obtuvo un trabajo

de guardia de seguridad en un banco. Luego empezó a participar en grupos de fútbol en donde

conoce a Marcela y posteriormente deciden organizar citas.


110

Roberto comenta no sentirse atraído por Marcela desde el inicio, sin embargo prueba salir

con ella en reiteradas ocasiones con lo cual su amistad e interés se asentó. En aquel momento

Marcela era madre de un niño pequeño de cinco años de edad y vivía con su madre y abuela. Al

cabo de un año de relación Roberto empiezó a tener problemas y diferencias con su suegra quien

una vez lo llamó al trabajo para insultarlo, esta situación lo molestó demasiado y fue causante de un

distanciamiento en la pareja que duró quince días.

Roberto dice que esta relación de pareja para él no era de gran importancia, que

comúnmente la valoraba como pasajera y con poco futuro, de tal forma que a pesar de estar

vinculado más de un año con Marcela, salía con otras mujeres con las que se vinculaba

paralelamente.

Después del periodo de distanciamiento, Marcela decide convencer a Roberto para que

formalicen su relación, lo cual motiva a Roberto pedir condiciones como evitar contacto con su

suegra y demás situaciones que le resultaban incómodas. Poco tiempo después Roberto observa el

compromiso de Marcela y se empieza a apegar más a ella; decide hacer un préstamo y comprar una

casa para empezar a convivir juntos. Se acuerda que el hijo de Marcela, Rolando, sería criado por la

abuela.

Roberto se sentía inseguro al inicio de esta situación, sin embargo con el tiempo empezó a

confiar más en su pareja y a asumir más deudas para tener mayores comodidades -compra de

muebles y electrodomésticos-. A los pocos años Roberto y Marcela engendran a su único hijo al que

llaman Jesús, ambos se sienten muy contentos en ese momento y empiezan a dedicarle más tiempo

a las labores de crianza y demás cuidados de futuro hijo.


111

“También ella me dijo -¡Qué bendición, vamos a tener un hijo! (…) lo aceptamos muy

bien los dos (…)”

Crisis de pareja y duelo

La crisis acontece cuando se le declara cáncer terminal a la madre de Marcela, esta

situación termina en su muerte y la obligación del cuido y crianza de Rolando –el primer hijo de

Marcela-. Al inicio hubo un gran choque entre Rolando y Roberto ya que el primero no obedecía las

reglas y demandas impuestas por el segundo. Roberto comentó que al no ser el padre biológico de

Rolando, no tenía el derecho de regañarlo o bien ponerle límites y reglas, ésta situación producía

diferencias y discusiones con Marcela quien recordaba al fallecimiento de su madre y la necesidad

de comprender y mitigar los cambios para su hijo mayor.

“(…) entonces le decía a Marcela -Vea tenemos que cambiar con lo de Rolando-, ella me

decía -Sí, pero usted tiene que entender que él vivió allá y se le dieron muchos gustos-.”

Los reclamos posteriores a esta situación provenían de Marcela, quien se molestaba debido

a que Roberto “salía de fiesta” con sus amigos los viernes, a esto Roberto respondía de forma

evasiva e invitaba a Marcela a que hiciera lo mismo y cambiaran los roles, es decir, él se quedaría

algunos viernes con los hijos y ella saldría. A pesar de esta iniciativa los problemas continuaron y

Marcela empieza con nuevas solicitudes; en este momento ella quiere irse a vivir a un pueblo

cercano en donde se vivió cuando era niña, en ese lugar había una casa más espaciosa que le fue
112

heredada después de la muerte de su madre. Roberto no quería ceder debido a que eso implicó dejar

el lugar en donde viven y perder la cercanía con sus familiares y amigos de la localidad. Sin

embargo, al poco tiempo Roberto cedió esta condición y se fue a vivir al lugar donde Marcela

quería.

La situación se estabilizó conforme pasaron los meses, Roberto comenta que en ese

momento la cercanía afectiva, entre ambos, era constante. Posterior a la mudanza, Marcela decide

dejar de trabajar para criar a sus hijos hasta que fueran más grandes, a esto Roberto accede con

agrado. Al cabo de ocho años Marcela decide volver a trabajar y contratar a una persona para que

cuide a sus hijos y realice las labores domésticas.

Cuando Marcela inicia con el nuevo trabajo, Roberto nota que ella empieza a cambiar su

“forma de ser”, por lo general se distanciaba cada vez más, lloraba de forma esporádica sin dar

explicaciones, su estado anímico era predominantemente triste y cada vez era más frecuente sus

salidas nocturnas y llegadas tardías a la casa. Esta situación preocupaba demasiado a Roberto, el

cual se preguntaba por la condición de Marcela sin llegar a una explicación satisfactoria; él sabía

que había una crisis en su relación de pareja pero no entendía las razones y aún menos sabía cómo

afrontarla.

“(…) ella empezó con el celular (…) a veces como a las once y media de la noche (…) y

yo le decía - Deja ese celular ¡no te deja tranquila! Apaga ese chunche-.”

Conforme pasaban los meses los reclamos de Roberto por el comportamiento de Marcela

eran cada vez más constantes y llenos de frustración; pensaba en la posibilidad de abandonar la

casa, poco tiempo después encuentra en su cama una nota de Marcela que le pide que se vaya de la

casa.
113

“(…) y a mí me agarró una cosa aquí, un frío y después como que me hervía la sangre,

una reacción ahí rarísima y me dije -¿pero qué es esto? ¡Esto no puede estar

sucediendo!-“

Después de esta situación Roberto empieza a tratar de llamarla y a buscarla para pedir

explicaciones, al cabo de unas horas logra contactarla y al llegar a la casa ambos tienen una

conversación al respecto. Roberto se da cuenta de que su pareja le reclama por el tiempo en que

convivieron, ella dice que él ya no le habla y que se han distanciado mucho, a estas quejas Roberto

confirma su intención por querer cambiar y hacer un esfuerzo para que funcione la relación. Ambos

acuerdan seguir juntos, sin embargo Marcela continúa llegando tarde a la casa y Roberto empieza a

sentirse cada vez más celoso y le reclama con mayor molestia. A los pocos meses, en la época de

Navidad, Roberto descubre en el celular de ella la foto de un hombre y escuchó una conversación de

Marcela con su hermana en donde le dice que ya no quiere vivir con él; después de esa situación

Roberto decide irse de la casa en donde vivió.

“(…) yo me di cuenta que había sido infiel y de ahí en adelante, ya pasaron los pleitos y

todo; pero yo no me resignaba a perderla, digo yo -Puta, yo que al principio no quería,

ahora sí quiero(…) no, ese mae no va a ser más que yo, yo la voy a conquistar de nuevo-”

Después de salir de su casa Roberto confirma que Marcela tiene una relación con otro

hombre, situación que lo aqueja fuertemente pero al mismo tiempo lo motiva a seguir tratando de
114

acercarse y volver a encontrar la forma de regresar a su casa. Marcela dice no saber lo que quiere en

ese momento, sin embargo a los seis meses decide darle otra oportunidad y volver a intentar

convivir. Según Roberto la situación se repite de la misma forma, Marcela empieza a repetir los

mismos comportamientos que el año anterior, se muestra igualmente evasiva y llegaba tarde por las

noches; al poco tiempo Roberto se da cuenta de que Marcela tiene una relación con un hombre

diferente debido a que ella misma se lo confiesa.

Lo anterior motiva a Roberto a irse definitivamente de la casa en donde vivió, sin embargo se sentía

muy triste tras las separación, comenta que pensaba mucho en su expareja, dice que se sentía

traicionado, enojado, frustrado y que aún, meses después de los acontecimientos, mantenía la

esperanza de volver a la casa con ella.

“Me sentía muy triste (…) yo no fui un mae cabrón (…) pero mi proyecto de vida era

envejecer con ella y ver a los nietos (…) lloraba mucho”

Durante los meses siguientes Roberto esperó que Marcela se acercara para pedirle volver,

sin embargo esto nunca sucedió. Comenta sentirse muy culpable por el fracaso de su proyecto de

relación y pensar constantemente en las posibilidades de volver y las implicaciones que esto le

traería, pensaba en que los problemas se hubieran podido resolver con una buena comunicación y

que al mismo tiempo ella era la culpable de todo, que ella había vuelto a ser la misma persona que

conoció al principio, es decir, una mujer que salía y tenía varias parejas.

Además esto le trajo problemas para dormir, pérdida del apetito y pérdida de peso; pensaba

en que Rolando había ganado el pleito que tenía con él durante años, es decir, que había logrado

separar a Marcela de él; por otra parte pensaba reiteradamente en su hijo Jesús, al cual no lo tendría

cerca para mostrarle su afecto.


115

“Y con Jesús si sentía mucha tristeza, de tener que dejarlo sin un papá, sentía mucho

dolor (…) no iba a estar para muchas cosas con él (…) no lo iba a ver todos los días, no

lo iba a chinear y no iba a hacer un montón de cosas a su lado (…) toda la falta de amor

que no recibí y la historia se repite ahora con Jesús”

Roberto no aceptaba la pérdida de Marcela, aún esperaba que la situación se arreglara al año

de haber terminado con ella, recibió mucha ayuda y apoyo por parte de su familia de origen,

quienes lo acogieron en su casa. Igualmente compartía más tiempo con sus amigos cercanos y

empezó a buscar grupos de ayuda para hablar del tema.

Roberto dice tener dificultad para poder relacionarse con las mujeres, después de la ruptura

empezó a salir a clubes nocturnos y a bares con el objetivo de poder encontrar una pareja, sin

embargo no lo ha logrado. Comenta haber tenido sexo comercial con trabajadoras sexuales y

haberlo disfrutado; por otra parte dice haber encontrado mujeres dispuestas a vincularse con él pero

manifiesta haberlas rechazado a todas, dice no sentirse listo para entablar otra relación. En la

actualidad Roberto vive con sus padres y no mantiene comunicación ni contacto con Marcela ni con

Rolando, son escasas las situaciones en donde les habla, por lo general con el objetivo de lograr

comunicarse con hijo Jesús.

Caso: Juan E.

 Datos sociodemográficos: Hombre de cuarenta años con educación secundaria incompleta.

Empresario de condición socioeconómica media. Practica la religión cristiana Adscrito a la

religión católica y una hija de quince años y tres hijos de cinco, diez y once años.
116

Infancia y Adolescencia

Juan E. es criado por su Abuela materna inmediatamente después de su nacimiento ya que

sus padres biológicos -Ana y Eduardo- no querían asumir su cuido debido a que había sido

concebido dentro de una relación extramarital. Juan es el cuarto de cinco hijos por línea materna y

el tercero por línea paterna. Menciona que su padre nunca supo que su madre estaba casada con otra

persona hasta el momento en que él nació.

“Mi mamá nunca le confesó a mi papá que ella era casada. Cuando yo nací (…) él se dio

cuenta de que ella era casada. Cuando fueron a darme los apellidos, le dijeron aquí no

hay un Juan E. Muñoz Cruz, aquí hay un Juan E. Saenz Cruz (…) papá se molestó

bastante porque sintió que mi mamá lo había engañado y mi papá jalo, me dejó (…) mi

mamá me tuvo que dejar con mi abuela porque no podía verme ni criarme. En otras

palabras me regaló a mi abuela.”

La madre asume el cuido de las dos hijas mujeres María y Joseline, de las cuales la primera

era la única hija que es considerada como “hija del matrimonio”. Los otros dos varones Marcos y

Enrique fueron criados por las familias paternas respectivas. Juan comenta que el caso de él es

diferente ya que tuvo que vivir en varias casas de familiares maternos, en específico de tíos y tías.

De esta situación se desprende el hecho de no tener los suficientes recursos económicos para poder

pagar un lugar para vivir. De sus dos hermanos por línea paterna -Donald y Mario- comenta que

fueron criados por el padre, el primero de ellos falleció a la edad de treinta y tres años por adicción

a drogas.
117

“Vivimos toda una vida arrimados, muy pobres. (…) con mi tío, ahí vivían los primos, la

esposa de mi tío y así sucesivamente. Y después nos fuimos a vivir adonde mi tía, ahí

vivían mis primos.”

Durante su infancia trabajó para poder traer ingresos a su casa, desde los seis años trabajaba

vendiendo verduras, papel periódico, botellas y demás actividades. Al mismo tiempo estudiaba en la

escuela pero abandonó los estudios a la edad de dieciséis años para poder dedicarse a un trabajo

estable y remunerado en una empresa de procesamiento de madera.

Juan E. comenta que nunca se relacionó con sus padres biológicos hasta entrada la edad

adulta, dice no sentir resentimiento por lo sucedido. En cuanto a su padre refiere quererlo mucho y

visitarlo ya que vive en el extranjero; respecto a su madre menciona convivir con ella pero no poder

expresarle afecto alguno ya que el rol de madre de cuido fue ejercido por su abuela.

“A mami no le siento ese cariño de hijo. Cuando digo mami relato a mi propia abuela, es

mi propia mamá. Para mi padre y mi madre fue mi abuela (…)”

Además de las exigencias, del trabajo que realizaba, experimentó rechazo y violencia por

casi todas las personas con las que convivía. Menciona la humillación vivida por parte de los

primos y los tíos; la describe como abundante en aspectos relacionados con bienes materiales,

insultos y humillaciones.
118

(…) me hicieron sufrir mucho. Mucha humillación. Yo iba a la escuela con ropa que ellos

me regalaban y me ridiculizaban con los amigos míos. (...) me recuerdo que por ejemplo

daban arroz y frijoles y huevo (…) cuando aparecía un pedazo de carne llegaba un David

o un Héctor o José y me quitaban el pedazo de carne para dárselo a ellos.

Juan comenta que durante esta edad nunca se sintió amado, el afecto por parte de sus

familiares era escaso y solo se podía observar de parte de su abuela y su tía Zaida en momentos

esporádicos; por lo general la expresión de este afecto se manifestaba mediante las labores

domésticas –alimentación y lavado de ropa-. De igual forma menciona que nunca pasaban tiempo a

su lado, por lo general le hablaban y se acercaban cuando tenían que asignarle una tarea o trabajo a

realizar. Junto a lo anterior, también tenía muchas prohibiciones en su casa que limitaban las horas

de juegos y las personas con las que podía relacionarse; afirma haber vivido toda la infancia con

miedo a ser castigado físicamente y abandonado por su comportamiento.

“Pasar conmigo era - vaya haga este mandado, vaya a tal lado, haga la tal cosa- Todo

era prohibido para mí. Jugaba vendiendo chayotes, vendiendo culantro, jugaba con las

botellas, jugaba con los carretones del supermercado. Ese era mi juguete (…) tenía un

amigo que se llamaba José, pero me prohibían tener amigos. Ya después de cierta hora yo

no podía salir a jugar.

Por lo general el castigo físico era muy amplio y frecuente, era castigado prácticamente por

cualquier cosa que disgustara a su abuela o alguno de sus familiares; las acciones llevadas a cabo

incluían golpes con objetos, gritos, ofensas, jalones de orejas y demás. Comenta que le pegaban
119

diariamente y que por lo general la abuela era quien ejecutaba el castigo. Juan piensa que el castigo

recibido le ha ayudado a mantenerse “en buenos pasos” y se compara con otras personas cercanas

que no fueron maltratadas y que ahora se encuentran en situaciones de drogadicción y delincuencia.

“Hoy le agradezco al ser el Juan que soy. Veo ahora a mis compañeros de infancia, con

los que crecí (…) son personas que están perdidos en las drogas, el licor, abandonados y

no tienen en dónde caer muertos. Yo relato lo que mamá me decía y lo traigo a mi vida.”

En la adolescencia Juan empieza a compartir otros espacios que comúnmente le eran

prohibidos; a los trece años la abuela le da permiso para ir a una iglesia evangélica la cual describe

como “lo más bello de mi vida”. En este lugar conoce a personas de su misma edad y empieza a

sentirse amado y aceptado como nunca antes; este espacio lo anhelaba y perseguía con ahínco,

cuando la abuela le prohibió ir al culto de jóvenes, Juan habló con el Pastor y éste último convenció

a la abuela para que dejara a su nieto ir a las actividades en la noche.

En la misma época Juan entra al colegio y al final del curso lectivo abandona los estudios

debido a la cantidad de trabajo que asumía durante la tarde, hasta de dieciséis horas diarias, y la

asistencia al grupo religioso durante las noches. Conforme fue pasando el tiempo Juan empezaba a

tener más tiempo libre y a compartir más espacios con grupos de pares; las salidas comunes eran

visitas a sodas y momentos de receso en las actividades de la iglesia.


120

Vínculos de pareja Significativos

A los quince años tiene su primera novia que describe como su “primer mujer en todo”, su

nombre es Karla. La conoce en la iglesia a la que asistía y luego empieza a visitarla con mayor

frecuencia a su casa. La abuela no puso objeción en que Juan empezara a tener novia ya que éste

quería casarse con ella y comprometerse a formar una familia. Karla fue la primera mujer con la que

Juan tuvo relaciones coitales, esta situación fue conflictiva para él debido a que entraba en

contradicción con sus valores morales y religiosos.

“Yo ni sabía cómo se hacía el amor, ella me agarró en un cafetal y me dijo acuéstese ahí

y quítese los pantalones. Ella tenía experiencia.”

Cuando la suegra de Juan se da cuenta que éste había comprado algunas cosas para

amueblar la casa cuando se casaran -cama, refrigeradora y cocina- le revela que su hija no le fue

fiel, ya que en muchas ocasiones frecuentaba bares y besaba a hombres que no conocía. Esta

situación afectó fuertemente a Juan de tal forma que no quiso volver a ver a Karla y rompe su

relación de forma definitiva.

“(…) yo agarré el bolsillo y me vine y la escuché cuando venía detrás mío y le digo -aquí

Karla se acabó todo, mucho me duele, porque usted está jugando conmigo, yo quería

cosas con usted-“


121

A los tres años después Juan conoce a Marilyn mientras practicaba ciclismo, al inicio él no

creía que a ella le pudiera interesar, sin embargo ella empieza a frecuentar lugares en donde Juan

practicaba deporte. Posteriormente Juan decide buscar la manera de hablarle por lo cual decide ir a

la casa en donde ella estaba y en ese lugar le manifiesta su interés, el cual fue bien recibido. Marilyn

le da el número de teléfono a Juan para mantenerse en contacto debido a que vive en una zona

cercana a la costa y su estadía sería temporal; posteriormente mantienen conversaciones por

teléfono y al mes siguiente Juan decide ir a visitarla al pueblo donde vive y a pedir el permiso a los

padres para poder ser su novio. Después Juan se casa con Marilyn a pesar del rechazo de esta

situación por parte de la abuela. El matrimonio era una forma de vivir una vida que no podía tener

al lado de su abuela, era una forma de escapar ante tanto rechazo y violencia.

“El matrimonio era como mi carta de libertad como para poder salir del encarcelamiento

en que me encontraba con mi abuela.”

Vivieron seis meses en el área metropolitana, el ambiente no era favorable debido a que

Marilyn extrañaba a sus familiares. Al cabo de este tiempo Juan decide irse a vivir en el pueblo de

origen de su esposa, lo cual le trajo más problemas ya que el trabajo que tenía que realizar era muy

extenuante y mal pagado. Juan y Marilyn entran en conflicto dado que no podían ponerse de

acuerdo en donde vivir; esta situación dio como resultado la separación de la pareja. Juan vuelve a

vivir con su abuela después de seis meses de casado y continúa visitando a Marilyn

esporádicamente; a los dos años de separados nació la única hija del matrimonio. Durante este

tiempo Juan conoce a otra mujer con la cual inicia una relación de pareja, lo que lo motivó a poner

fin a su matrimonio con Marilyn años después.


122

El nombre de la mujer con la cual hace pareja es Lidia, ella tenía dieciséis años y Juan

veintiún años en aquel momento. Se conocen por medio de la madre de Lidia quien le alquilaba un

apartamento a Juan y a Marilyn cuando ambos vivían en el área Metropolitana. Cuando Juan retorna

a vivir con su abuela decide invitar a salir a Lidia y empiezan una relación de novios al mes

después. Juan comenta que durante los cinco años de relación con Lidia nunca se separó de

Marilyn. Afirma que ambas mujeres sabían de la situación y esto no lo afectaba directamente salvo

en algunas ocasiones cuando Lidia le pedía que se divorciara de Marilyn y se comprometiera en

matrimonio con ella.

“Ella quería que nos casáramos (...) A mí no me interesaba, sólo quería estar con ella

nada más.”

Al cabo de este tiempo Juan sentía celos respecto a Lidia, creía que ella le era infiel,

especialmente cuando la veía hablar con otros hombres, sin embargo dice que esto fue algo

cotidiano en todas las relaciones que tuvo durante esos años de vida. Cinco años después la relación

con Lidia acaba cuando conoce a otra mujer llamada Diana, la cual le da más “emoción a su vida”

ya que el vínculo con Lidia había dejado de ser intenso y no implicaba afecto para ambos.

“Se fue apagando el amor, ya era puro sexo. Ya no había aquello bonito, aquello tuanis.

Era sólo llegar y meterla y vámonos. Eso era todo. Por parte de ella yo creo que el amor

estaba todavía.”
123

Juan dice que mientras estuvo con Lidia se relacionó sexual y emocionalmente con otras

mujeres, sin embargo no se apegó con ninguna hasta la llegada con Diana. En aquel momento Juan

trabajaba en una empresa que se encargaba de hacer demostraciones de productos en los

supermercados, conoció a Diana porque ella trabajaba con la competencia como demostradora de

productos. Ella había terminado recientemente una relación con su novio quien era chofer de bus,

sin embargo Juan desconfiaba de esto; hasta que un día la investigó y la siguió hasta encontrarla

bajándose de un bus. La confronta y le pregunta si le es fiel, a lo que ella responde afirmativamente

y asegura que esa escena era la despedida con el exnovio.

“(…) Ya teníamos un mes de estar jalando. Yo sabía que ella estando conmigo se veía con

el mae. No sé si pasó algo, pero siempre mantuve mis sospechas.”

Al año Juan decide convivir con Diana, empezó quedándose un par de días a la semana y

luego, poco a poco, duraba más tiempo en la estancia; ella da a luz a dos hijos en los años

siguientes. Juan manifiesta, al día de hoy, no saber si es padre de esos dos hijos, ya que el tío de

Diana formó una secta en donde decía que era enviado de dios y en consecuencia todas las mujeres

de la familia tenían que tener sexo con él.

“(…) practicaban una religión rarísima y llegaba un tío de ella. Y el mae hacía una

pantomima, decía que le entraba espíritus. Y entonces ellas tenían que ir a tener sexo con

el mae (...). Siendo la sobrina, el mae se las coje a todas. Hasta a la hermana se cogió. Él

decía que tenían que tener sexo con él porque era el enviado. Él tenía que depositar en

ellas (…) Se mandó a todas.”


124

Al cabo de cinco o seis años de relación Juan decide dejar de convivir con Diana ya que la

situación de pareja se encontraba en crisis, no quiso darle sus apellidos a los hijos de Diana y

desconfiaba de su fidelidad. Previamente a la separación Juan conoció a Clara quien sería la

próxima pareja y la mujer que lo motivaría a separarse de Diana y divorciarse de Marilyn.

Juan conoce a Clara mientras iba en carro hacia su casa, él la notó desde lejos y se sintió

muy atraído hacia ella; le hizo un par de preguntas para iniciar la conversación y pedirle el teléfono.

Esta situación aconteció mientras Juan todavía vivía con Diana, posteriormente frecuentaron varios

lugares para verse “a escondidas”. Clara se había casado muy joven, a la edad de doce años, y

había convivido con su esposo por otros doce años, recientemente se había separado y

posteriormente divorciado de su exesposo.

Clara nunca supo que Juan estaba comprometido en una relación con Diana hasta un día, en

donde la última la llamó para confrontarla e informarle de su situación con Juan, este

acontecimiento es perdonado por Clara y continúa su relación con Juan.

“Clara es la mujer que más infidelidades me ha aguantado. (…) Clara llevó mucho palo

conmigo. Se ha dado cuenta de unas cinco infidelidades, pero fueron mucho más.”

Al poco tiempo de terminada su relación anterior Juan decidió casarse civilmente con Clara

y empezar a convivir, al cabo de un par de años ambos acordaron que Juan viajara y trabajara a los

Estados Unidos para ganar más dinero y crecer económicamente. En ese lugar Juan conoce a

Verónica con quien se enamora y convive los tres meses de estadía en el extranjero, luego ambos

regresan a Costa Rica y continúan frecuentándose. Juan tenía dos relaciones de pareja paralelas en
125

aquel momento hasta que al poco tiempo fue descubierto por Clara y fue obligado a elegir entre las

dos.

Juan se siente más atraído por Clara y decide terminar su relación con Verónica quien ante

la decepción decide volver a los Estados Unidos para casarse y residir de forma permanente. Juan

siempre desconfió de Clara ya que consideraba al exesposo una amenaza, los celos empezaron a ser

cada vez más fuertes.

Conforme pasaron los años Juan se involucró sexual y emocionalmente con otras mujeres

mientras convivía con Clara; hace un par de años conoce a Paola quien acepta la relación de pareja

a pesar que Juan conviviera con otra mujer. Hace seis meses Juan se divorcia de Clara, tras diez

años de relación, debido a los conflictos por las infidelidades descubiertas, el último incidente

ocurre cuando él llamó a Clara desde el teléfono de un hotel de playa y ella rastrea la llamada y

averigua que se está hospedado con Paola.

“Paola veía a donde yo lloraba por Clara. Y ella me decía –si tengo que hacer algo para

que ella vuelva con usted yo lo voy a hacer. Vuelva con ella-.”

Juan conoce a Paola en una pulpería que está administrando, dice que ella mostró interés

desde el principio a pesar de la diferencia de edades, él tenía treinta y siete años y ella dieciocho.

Después que ella lo llamó a su celular empiezan a frecuentarse en citas y viajes de trabajo a

diferentes provincias del país. Al poco tiempo de relación, Juan le regala una casa para que viva ella

con su hijo Elías que había nacido recientemente y poder visitarla más a menudo; en la actualidad

tienen ocho años de ser pareja.


126

Crisis de pareja y duelo

Juan afirma no haber dejado que Clara hiciera su “luto” por el matrimonio de doce años

con su exesposo Guido ya que se empieza a vincular con ella a tan solo semanas después del

divorcio y esto lo asocia con los sentimientos de inseguridad y celos que aquejaron todo el tiempo

en la relación. A Juan le molestaba ver a Guido entrar a la casa a visitar a los dos hijos del antiguo

matrimonio y conversar con Clara -Clara y Juan no tuvieron hijos en los diez años de convivencia-.

“Sus sentimientos están totalmente confusos, yo le pregunto -¿Qué siente usted por

Guido?- Y ella me dijo -No sé si lo quiero, lo extraño o me hace falta, no sé.- Para mí eso

fue un semillazo. (…) ese mae fue un fantasma (…).”

Juan asegura que, a finales del primer año de convivir, Clara se dio cuenta de su relación

paralela con Verónica y desde entonces ha vivido múltiples reclamos y demandas asociadas con el

tiempo que él dedicaba a pasar con ella y la expresión de cariño y compromiso al matrimonio. Dice

que en diez años hubo varias separaciones en donde Juan se iba de la casa por un mes y luego

reconquistaba a Clara y le pedía volver a la casa -en varias ocasiones le pusieron medidas cautelares

por violencia doméstica.

Los años posteriores se caracterizaron por la desconfianza y el alejamiento progresivo de la

pareja, sin embargo Juan nota la magnitud de la crisis hasta hace un año cuando descubre que Clara

le fue infiel. La situación inicia “por casualidad” cuando Juan le presta a Clara uno de sus carros

que tiene instalado un GPS, el cual le manda una señal si se desvía de la ruta; en esa situación ella le
127

había dicho que iba a visitar a su madre en el hospital. Sin embargo el GPS marcaba la dirección

hacia un motel, Juan decidió seguir el carro y vio a su esposa salir del lugar con otro hombre.

Poco después, en la noche, Juan confronta a Clara por lo acontecido y ella con mucha

vergüenza le promete nunca más volver a serle infiel, ambos quemaron las ropas que tenían puestas

ese día y tuvieron relaciones sexuales. Juan dice que el recordar esta situación lo llena de angustia y

molestia, ese recuerdo le ha costado mucho superarlo y todavía le genera aversión lo sucedido.

“(…) fue como León, como marcar la vara. Este es mi territorio, yo lo marco.”

Después de lo anterior Juan se siente triste, con ganas de llorar, desubicado y con dolor en el pecho,

pensaba en “llamar la atención” y planeaba quitarse la vida por lo que aceleraba su auto en la pista y

consumía altas dosis de pastillas. Esta situación le recuerda cuando era niño; las únicas veces en que

lo cuidaban era cuando estaba enfermo de gravedad, por ejemplo, cuando lo cuidaban por una

operación o cuando era internado en el hospital.

Juan dice haberse dado cuenta que su relación con Clara había terminado tan solo quince

días antes del divorcio, no obstante sostiene que su relación aún puede ser recuperada pero no

quiere hacer el esfuerzo debido al daño ocasionado.

Posterior a los continuos reclamos y mutuos rechazos, Juan decide pedirle el divorcio a Clara y ella

acepta; el trámite tardó menos de una semana y al cabo de quince días Juan estaba saliendo de su

casa con la mitad de los bienes del matrimonio y camino a vivir con su madre biológica. Juan

describe que la relación con Clara ha cambiado mucho y la cataloga como “fría, seca y de solo

hablar lo necesario”.
128

“(…) y si yo me pongo a luchar y trato que vea los cambios en mi yo sé que yo puedo

recuperarla. Pero ahora hay algo dentro de mí que no me deja, que me dice que deje las

varas así (…) Hay algo que me dice -Si ella es suya va volver y si no es suya no va a

volver, déjela-.”

Lo único que extraña en este momento de la relación con Clara es el sexo, manifiesta que

esta mujer es la que más lo ha marcado en la vida y que le recuerda a su abuela debido q que de

igual forma lo disciplinaba, controlaba y educaba.

Tras haber pasado varios meses del divorcio, Juan manifiesta sentirse culpable por todo el

sufrimiento que le ha hecho sentir a Clara y al mismo tiempo cree tener responsabilidad económica

sobre ella y los hijos que comparte con Guido. En ocasiones dice sentir ganas de conversar con el

Clara, mandarle mensajes o llamarla por teléfono para saber cómo se encuentra y oír su voz.

Después de esta situación Juan se ha concentrado más en actividades relacionadas con la

iglesia, un voluntariado y en el crecimiento de sus negocios y empresas, de igual forma se ha

dedicado a pasar más tiempo con sus hijos provenientes de las relaciones anteriores.

Después del divorcio sigue frecuentando a Paola, sin embargo afronta una crisis con esta

pareja desde que se dio cuenta que ella se comunicaba y tenía visitas conyugales con un hombre que

se encontraba preso en la cárcel. Juan descubrió esta situación cuando le revisó el celular y los

mensajes a Paola.

Juan ha querido irse a vivir con Paola a la casa que él mismo le había comprado no obstante

ella le niega el acceso aludiendo al miedo a vincularse con un hombre como él quien ha tenido

varias relaciones con otras mujeres mientras se encuentra casado. A pesar de lo anterior Paola dice
129

amar y querer al Juan mientras que él dice sentirse confundido, desplazado y rechazado por la

situación que afronta.

“Yo le hablé, le dije que me iba a ir y ella me dijo -No se vaya, usted es como mi esposo

sólo que no estamos casados, yo lo quiero a mi lado ¡Entiéndame! Yo no he estado

acostumbrada y no he estado con nadie, necesito cambiar esta actitud de parte mía-.”

En este momento Paola pidió a Juan un lapso de tiempo para decidir si dejarlo vivir en su

casa; él en cambio, ha prometido ser fiel y nunca volver a buscar a otras mujeres. Juan asegura que

ella ha sido su escapatoria en muchas ocasiones cuando la relación con Clara estaba en crisis pero

ahora se encuentra en un momento “difícil” en donde no quiere tener otra relación de pareja más

que con Paola.

Diagrama 1
130

Análisis teórico de los casos

El presente apartado recoge el análisis de los cinco casos estudiados y los dos grupos de discusión

realizados durante la recolección de los datos. Los primeros cinco grandes apartados retoman de

forma minuciosa las experiencias de los casos en detalle y el último elabora una síntesis del material

obtenido de los grupos de discusión.

Te pego porque te quiero: La dinámica de la violencia y la fantasmática

de los vínculos primarios.

“Pues mientras a un ser humano no le esté

permitido ver ciertas cosas, no le quedará más

remedio que pasarlas por alto, interpretarlas mal y

rechazarlas de cualquier modo.” (p. 23)

A. Miller (1984)

La construcción de la subjetividad mediante los vínculos primarios es un tema que pasa

necesariamente por la descripción y análisis de los diferentes patrones de interacción con otros seres

humanos (Kernberg, 1995), en la totalidad de los casos entrevistados se puede observar que dicho

proceso acontece dentro de la familia tradicional en donde tanto la figura materna como paterna

tienen protagonismo y ejercen roles diferenciados.


131

En el presente capítulo se analizan diferentes categorías y psicodinamias que influyen en la

formación de la representación del Objeto de amor y del Sí- mismo.

Violencia y vinculación con la madre y el padre.

“(…) yo sé que me aman, pero yo sé que nunca me

lo van a decir, yo sé que no”

Eliseo

En los casos analizados el primer objeto de amor se instaura en la madre quien es la primera

figura de cuido, este vínculo se caracteriza por aportar elementos básicos de protección que se

limitaban a la satisfacción de sus necesidades y derechos básicos como el alimento, techo y

educación.

Tradicionalmente la figura materna fungía roles diferentes a los del padre durante la

infancia, en su totalidad las madres cuidadoras eran amas de casa de clase media baja por lo cual la

presencia de ellas alrededor de sus hijos/as era constante y descrita como “cercana”. Sin embargo

esta cercanía no implicaba necesariamente atención, cuido y expresiones de cariño debido a que la

cantidad de hijos/as comúnmente sobrepasaba las cinco personas y el tiempo se dividía junto con

las labores domésticas.

La madre lidiaba con los problemas de convivencia fraterna, organizaba la distribución de

las labores y en muchas ocasiones alguna hermana mayor asumía el cuido de hermanos más

pequeños -igualmente ejercía roles de arbitraje y se encargaba de castigar, generalmente de forma


132

violenta, a los hermanos que no cumplían con los requerimientos-. La interacción con la madre

socializaba comportamientos tanto violentos como de cuido dentro del vínculo con sus hijos/as, por

un lado era capaz de proteger y cuidar al mismo tiempo que podía violentar y rechazar.

“(…) mi mama siempre me chineaba me decía - ¿papito que quiere?- y me daba comida,

bueno cuando había (…) siempre nos cuidó. De hecho la poquilla ropa que teníamos ella

nos la engomaba. (…) y sin embargo, la que me pegó fue mi mama, me dijo -papito pero

mire- y ¡plas!; siempre nos trataban así, con amabilidad. El castigo fue faja (…)

Octavio

En el caso del vínculo con el padre la relación es totalmente antagónica ya que permanecía

fuera de la casa la mayor parte del día y solo cumplía con el rol de proveedor. La expresión de

emociones y manifestaciones de cariño eran casi inexistentes hacia sus hijos varones y por lo

general era el encargado de ejercer los castigos ante faltas más graves.

En la mayoría de los casos la figura paterna era abandónica -se ausentaba por periodos

prolongados del hogar sin saber su paradero- y en otros era fuente de rechazo y desvalorización. Por

lo general se le tenía miedo a su presencia ya que era él quien los castigaba de formas más

frecuentes y violentas. El padre era una figura a la cual se hace referencia de formas ambivalentes,

por parte de los entrevistados, en muchas ocasiones se agradece e idealiza la función de proveedor y

por otro lado se recrimina su ausencia y la desmesurada violencia vivida.


133

“Yo le agradezco a mi papá que nunca nos faltó la comida ni la ropa ni nada de eso, pero

como te digo, siento que en la parte afectiva faltó algo (…) quizá porque a él le cuesta ser

afectivo.”

Eliseo

“(…) de las cosas que me duelen es que mi tata tomaba mucho, entonces a veces llegaba

a la casa y hacía unas cosas terribles. Cuando llegaba se armaba la de san quintín y

peleaban mucho y se gritaba y todo; mi tata era muy violento y hubo maltrato físico (…)

Roberto

El vínculo materno y paterno aportaron elementos claramente diferenciados en la matriz

vincular, ambos se caracterizaban por el uso de la violencia de forma sistemática –golpes,

humillaciones, chantajes y demás- pero se diferenciaban en la forma de cuido y nutrición afectiva

brindada.

La madre cuida y rechaza de forma simultánea lo que genera una dinámica relacionada con

el “dar para recibir a la que se le va a denominar como “Quid pro Quo”. El niño podía esperar

cariño y afecto si se cumplían con las exigencias las cuales consistían básicamente en traer dinero a

la casa, no hacer reclamos o demandas y evitar conflictos con hermanos. Al responder a la pregunta

sobre si se han sentido amados por sus madres los entrevistados, en su gran mayoría, responden que

sí y que dicho amor es tangible y visible –la comida preparada, la ropa lavada, abrazos y besos-. Sin

embargo, comentan que la interacción no era constante y giraba en torno a labores domésticas, esto
134

implica que el cuido y afecto percibidos eran esporádicos y poco frecuentes en comparación a los

episodios de violencia que acontecían de formas reiteradas.

El vínculo hacia la madre se caracterizaba por una constante búsqueda de cariño y por

conformarse con expresiones escasas y aisladas. La dinámica “Quid pro Quo” queda configurada

de tal forma que el cuido y afecto es una transacción, una mercancía, la cual tiene un elevado precio

y se paga con trabajo duro y sometimiento ante las demandas del vínculo con la madre.

Contrariamente, la relación con el padre es fuente nula de afecto, es abandónico y ejerce

funciones meramente castrantes lo que elabora, en los vínculos con los hijos varones, características

de tipo paranoides en donde se teme y no se sabe que pueda suceder al estar en contacto con él. Los

entrevistados no saben que esperar de sus padres más allá de actos violentos o de rechazo, la

sospecha al posible abandono asoció al padre con la traición, el vínculo no tiene pautas claras en los

patrones de interacción.

Las estrategias más comunes utilizadas reflejan mecanismos inconscientes como la

negación del odio ante el padre y la idealización de su figura para intentar dar lógica y sobrevivir

psicológicamente ante la violencia.

Según A. Miller (1984) las necesidades afectivas de los niños que han sido violentados son

precariamente satisfechas, en muchos de los casos entra en juego lo que se denomina “pedagogía

negra” (Miller, 1984), en donde se le culpabiliza al niño o niña por la violencia que va a recibir y se

victimiza la figura de los padres. Cualquier resistencia al castigo es prohibida y en consecuencia se

reprime la vivencia del malestar de la infancia.

En resumen, el vínculo materno se configura entorno a la cercanía física con sus hijos y

brinda tanto elementos de cuido como de rechazo por lo que se desarrolla una dinámica Quid pro

Quo; mientras que el vínculo paterno se ordena en torno a la lejanía física y la escasa afectividad
135

con periodos recurrentes de violencia y rechazo lo cual gesta una dinámica paranoide en donde el

padre es temido y evadido lo que conlleva mayores montos de represión

Ambos vínculos se reproducen de forma evidente dentro del grupo fraterno, es decir, las

hermanas reproducen roles propios de la madre y los hermanos roles cercanos a los del padre con lo

cual se instaura una matriz vincular que se replica de forma constante en la elección posterior de

pareja y otros Objetos de amor.

Diagrama 2
136

Violencia y el Sí mismo

“No es el sufrimiento causado por las frustraciones

lo que produce las enfermedades psíquicas sino la

prohibición de vivir y articular dicho sufrimiento.”

(p. 246)

A. Miller (1984)

En la totalidad de los casos la violencia recibida durante la infancia fue un hecho remarcado

y señalado de forma reiterativa. Los hombres comentan que fue constante recibir castigos tanto de

tipo físico, verbal -golpes, gritos, fajazos e insultos- y psicológico –humillaciones y chantajes- lo

cuales aumentaban en intensidad, duración y frecuencia conforme iba avanzando la edad. El

objetivo de estos castigos era poder crear límites y reglas para los hijos/as cuando estos cometieran

alguna falta, sin embargo en muchas ocasiones estos eran acusados de injustos y sobre

dimensionados.

“(…) me pegaban casi que todos los días por lo mismo (…) por cualquier cosa mi tata me

pegaba y siempre me quedaban marcadas las líneas y yo me iba para el cuarto y hasta

que me pasara volvía (…) y me aislaba (...)y seguro de tanto que me pegaban me

acostumbraba y ya no me dolía”

Eliseo
137

Durante este proceso la violencia cumple un papel formador en las relaciones entre los

progenitores y el hijo, es parte de las transacciones diarias y se utiliza para comunicar malestar,

inconformidad y conflicto. Se convierte en parte de la mirada que los padres despliegan sobre sus

descendientes con lo cual se carga el deseo y la consecuente formación del Yo ideal (Freud, 1914a).

Mediante la violencia los padres comunican que es lo que quieren de sus hijos/as, cómo quieren que

se comporten, las emociones a expresar y demás elementos de la vida cotidiana.

En consecuencia, la violencia se introyecta y modela las características primarias del

proceso de individuación (Mahelr, Pine & Bergman, 1975) y del Sí-mismo (Miller, 2001). A

continuación algunas características de las representaciones del Sí-mismo del niño violentado.

Diagrama 3

Los elementos “malos” de la representación del Si-mismo se elaboran en episodios

relacionados con momentos lúdicos -salidas a lugares y juegos-, de conflicto fraterno -peleas entre

hermanos- o de situaciones en donde tienen diversas necesidades sin ser satisfechas. El Sí-mismo

malo es aquel que disfruta o posee cierto grado de libertad en sus acciones, al mismo tiempo que se

enfrenta ante condiciones adversas o personas rivales. Esta posición es penalizada por las figuras de

cuido y por lo general se humilla y degrada con el objetivo de someter al niño a sus deseos y
138

demandas. Este es el punto central de la pedagogía negra (Miller, 1984) el cual consiste en alienar

al niño para que piense que sus propios deseos, motivaciones e intereses son erróneos y denigrantes,

se perfila al infante como “originariamente malo” el cual debe de ser corregido mediante la

violencia.

De forma paralela se promueve una antítesis en donde la representación del Sí-mismo

bueno es sumisa ante la autoridad y trabaja para los deseos de los padres, en esencia se establece un

vínculo de dominación en donde la violencia es la transacción habitual.

“(…) era una máquina, vaya, venga, haga, tome. No había nada (…) me sentía con

miedo, miedo que me pegaran, miedo a todo.”

Juan E.

“Yo era muy desobediente con mi mamá, llegaba de la escuela y me iba a mejenguear,

cuando ella me decía que no (…) iba a una finca con un amigo y nos íbamos a cortar

guayabas, y mi mamá me regañaba (…)un día mi mamá me iba a pegar y yo le quité con

lo que me iba a pegar y le alcé la mano, ese día me dieron duro.”

Eliseo

Los casos se identifican, en su mayoría, con el Si- mismo malo de forma sistemática debido

a la frecuencia del castigo recibido y se desarrolla una dinámica expiatoria, de forma muy semejante

a las figuras de mártires religiosos, en donde se paga las faltas con dolor y sumisión lo cual trae la

promesa posterior de beneficios de cariño, cuido y bienestar. Esta situación se articula con la
139

negación del dolor y la frustración del ser castigado y se obliga a agradecer a los padres por tratar

de convertirlos en sujetos adaptados y de “bien” (Miller, 2001).

Los entrevistados tratan de cumplir esta fantasía de forma ambivalente; desde su mirada

como adultos admiten haber sido víctimas de violencia pero al mismo tiempo la justifican y

naturalizan, era una lucha para poder identificarse y llegar a ser el Si –mismo bueno aunque esto

signifique reprimir su propio enojo y malestar. Esta situación trae consigo repetidas manifestaciones

de ambivalencia hacia el objeto de amor por lo que las personas entrevistadas afirmaron como

necesaria la violencia para su formación subjetiva debido a la naturaleza “mala” de su ser.

“Hoy le agradezco lo que sufrí (…) Veo ahora a mis compañeros de infancia, con los que

crecí (…) son personas que están perdidos en las drogas, el licor, abandonados y no

tienen en dónde caer muertos. Yo relato lo que mamá me decía y lo traigo a mi vida.”

Juan E.

El significado de ser amado era ser violentado, ya que el mismo maltrato era una forma de

adaptar al niño a la vida e integrarlo al mundo, los entrevistados refieren haber sido niños que

sufrieron mucha violencia y que reprimieron su propio malestar como estrategia de supervivencia.

“(…) al final yo no lloraba, porque no me dolía (…) luego analice que muchas veces no

era culpa de mi papá (…) yo no le guardo rencor, porque yo lo veo así porque tal vez él

descargaba eso conmigo (…)”


140

Eliseo

Acorde a S. Freud (1910) el ideal del yo es un modelo al cual el sujeto trata de amoldarse y

es construido por los progenitores y por la sociedad misma; en estos casos la violencia media la

construcción de dicho modelo basado en la negación del sufrimiento y de las necesidades de cariño

y cuido. La idealización del Yo resulta inalcanzable ya que deja de lado aspectos inherentemente

humanos como la resistencia a la violencia, el abuso y al sometimiento ante los deseos del otro.

Tratar de alcanzar este ideal cobró grandes montos de energía psíquica por lo que a mayor

idealización del Yo más represión del malestar y por ende más síntomatología neurótica –

ambivalencia, negación y ceguera emocional (Miller, 2001).


141

La erotización y naturalización de la violencia

El tema de la erotización de la violencia ha sido trabajado inicialmente por S. Freud (1919)

al hacer referencia al castigo infantil el cual se elabora en fantasía y se repite posteriormente en la

dinámica vincular de la vida adulta. La violencia se convierte en un acto continuo en donde el dolor

adquiere un significado particular al adjuntarle elementos relacionados con la expresión de afecto

dentro del vínculo.

Juan E. y Eliseo comentaron que el castigo recibido era tan frecuente que el mismo dolor

era “normal”, las opciones se limitaban a resistir el mismo y a intentar encubrir la falta que era

castigada.

“(…) a veces me pegaban, y seguro de tanto que me pegaban ya como que me

acostumbraba y ya no me dolía. Una vez me dieron y yo me estaba haciendo que estaba

llorando pero yo no estaba llorando y una hermana dice- papi vea, Eliseo se está riendo-

y me dieron todavía más duro y más duro, hasta que lloré (…)Ya al final no lloraba,

porque no me dolía ”

Eliseo

El naturalizar la violencia implica apreciarla como necesaria para la educación de los niños

y niñas por tanto se convierte en un modo frecuente de transacción entre los padres y el hijo/a. A

continuación se plantean la dinámica de dos roles dentro de la interacción vincular que se catectizan

y erotizan.
142

 Rol/posición del agresor: es quien ejerce violencia hacia otra persona y su contenido

inconsciente remite al castigo como un acto de “dar” amor e intimidad. Inicialmente la

posición la asume el Objeto de amor durante la infancia- las figuras de cuido-.

 Rol/posición del agredido: consiste en resistir actos violentos propiciados por los seres

amados y significarlos como “recibir” muestras de amor y cercanía. Esta es la posición

vivida durante la infancia por las personas entrevistadas.

Consecuentemente dar y recibir violencia simboliza ser amado y amar pero al mismo

tiempo conlleva a la relación, al apego y al compromiso por un vínculo. Al inicio de la infancia los

entrevistados experimentaron la posición del agredido, sin embargo esto cambia en distintos

momentos, en especial al relacionarse con hermanos de edades cercanas en donde los conflictos

eran cada vez más frecuentes.

Estos hombres comenzaron a ejercer roles que eran antes propios de los padres, por lo

general se replica el vínculo de dominación en donde se somete a la otra persona a la voluntad y al

deseo propio –en los primeros años de vida se evidencia en las relaciones fraternas, cuando un

hermano golpea y toma provecho del otro-. Esta situación adquiere complejidad conforme pasa el

tiempo ya que ambas posiciones –agresor y agredido- pueden ser vividas de forma simultánea en

una misma relación de Objeto e inclusive pueden variar en la frecuencia y permanencia a lo largo

de tiempo.
143

“Peleaba mucho con mi hermano menor (…) le decía tonto o que no servía o alguna cosa

de esas o yo me burlaba de él y entonces terminábamos peleando (…) luego mi mamá con

la faja venía a darnos a los dos.”

Roberto

En muchas ocasiones es tanta la alienación producida que se concibe al niño, quien es

agredido, como el incitador de la agresión y por ende responsable de su propio dolor y de “obligar”

a los padres a realizar tan incómoda y penosa acción -quien es agredido es concebido como agresor

a pesar de ser éste el único a quien se agrede-.

Las consecuencias psicológicas de este proceso vivido durante la infancia han sido

ampliamente documentadas por A. Miller (2001) y hacen referencia a dos mecanismos producidos

por la represión de las escenas traumáticas infantiles.

 Negación: Hace referencia a negar y minimizar el dolor sufrido por la violencia, se intenta

olvidar y ocultar los sentimientos surgidos de la vivencia traumática infantil.

 Idealización: Se exalta y crea cualidades positivas sobre la figura del agresor con el

objetivo de disociar y proyectar los elementos aversivos sobre el Yo y sobre otras personas

y situaciones.

Reprimir el recuerdo del trauma –castigos físicos, humillaciones y tortura- e idealizar al

agresor -la prohibición de expresar odio y malestar- son elementos comunes en la dinámica de la

violencia en la infancia (Miller, 1984) y tienen como objetivo lograr la supervivencia del infante

ante la violencia. Las consecuencias observadas en los casos analizados se asocian con el

empobrecimiento de ciertos recursos yoicos como:


144

 Capacidad empática: les es difícil entender y sentir lo que sus hijos/as y pareja pueden

experimentar cuando son violentados dentro del grupo familiar.

 Expresión de emociones: escasa expresión de emociones relacionadas con la frustración, el

miedo y la tristeza, se expresa mayoritariamente el enojo.

 Aceptación e integración: Se naturaliza la violencia, los hombres no la perciben como

dañina y en consecuencia se disminuye la capacidad de aceptar la frustración y el malestar.

Se concretiza en más violencia dirigida hacia los otros o hacia sí mismo --

comportamientos autodestructivos-.

 Atención de necesidades en el vínculo: se intenta satisfacer necesidades relacionadas con el

dinero –alimentación, techo o vestimenta.- y se deja de lado actividades como el cuido y

afecto hacia los/as hijos/as y la pareja.

La dialéctica agresor/agredido ha sido repetida de forma compulsiva durante toda la vida

de los participantes del estudio, en especial se puede apreciar como retorna lo reprimido en las

diferentes relaciones de pareja que acontecen durante la adolescencia y la etapa adulta (Lemaire,

1986). Es posible que dicha repetición de los roles y las dinámicas sean un intento de elaboración

fallida del trauma de haber sido violentado de ahí que la reproducción de la violencia puede tener

dos objetivos a nivel psíquico: a) la descarga abreactiva de los sentimientos reprimidos –frustración,

miedo y tristeza- b) restituir el control y así poder dar un desenlace diferente a la escena

traumática2.

2
Cuando las escenas traumáticas de violencia infantil aún permanecen reprimidas no se consolida desenlaces diferentes y por lo tanto
no se elabora la experiencia.
145

“Mi tata es de los que se golpea y despedaza, y yo era así, yo me golpeaba con algo y lo

agarraba a patadas”

Eliseo

La violencia extrema y la marginalidad dentro del vínculo.

De los cinco casos estudiados se destaca el de Juan E. por sufrir una situación de violencia

mucho más intensa y frecuente que el resto de los demás. Este tipo violencia trascendía a otros

niveles y prácticas. Las formas de violencia más comunes eran de tipo verbal o física, pero en este

caso implicaba otras manifestaciones de tipo patrimonial, simbólica y psicológica-.

“Mi mamá (…) no me daba amor, no me daba cariño, el amor de ella era porque me

daba de comer, porque me lavaba la ropa. (…) Ella me quemaba, cuando estaba

haciendo el arroz, lo hacía en leña y me decía -venga maricón para que aprenda- y me

tiraba y me quemaba con la manteca.”

Juan E.

Se ha decidido denominar a estas situaciones como “violencia extrema” ya que no se

somete a consideraciones el uso ni los medios para castigar al infante. Se considera como un acto

inflexible que no toma en cuenta las consecuencias de tipo físico y psicológico y va más allá de

evocar a un castigo o limitante al comportamiento. Pasa por la mirada de desaprobación y tiene

como única finalidad destruir a la otra persona. Juan E. considera a este tipo de violencia como
146

“imposible de evitar o prever”, y ha generado en consecuencia lo que (Seligmnan, 1975) ha

denominado “indefensión aprendida”, es decir, existe la creencia de no tener la capacidad y

recursos personales necesarios para poder superar una situación altamente agravante.

El vínculo se caracterizaba por ubicar a Juan E. en una posición “marginal” por

consiguiente su condición, sus necesidades y demás intereses estaban al margen de la figura de

cuido, siempre se anteponían ante los deseos de otras personas y de forma premeditada se le

excluía.

“(…) recuerdo que por ejemplo me daban arroz y frijoles y huevo (…) cuando aparecía

un pedazo de carne llegaba un David o un Héctor o José y me quitaban el pedazo de

carne para dárselo a ellos.”

Juan E.

Al igual que la palabra extrema hace referencia a lo periférico y aislado (Diccionario de la

real academia de la lengua española, 2001) la palabra marginal evoca los límites y lo secundario de

la posición. La marginalidad en la vinculación primaria se puede observar en reiteradas ocasiones

cuando Juan se autodenomina como “arrimado”, es decir, sus intereses, su placer y desarrollo se

encuentran ubicados al margen, siempre a misericordia y bondad de otras personas cercanas de las

cuales recibe violencia y cuyos deseos e intereses se sobreponen ante los propios.
147

“(…) me hicieron sufrir mucho. Mucha humillación. Yo iba a la escuela con ropa que mis

primos me regalaban (…) pero luego ellos mismos me ridiculizaban con los amigos míos.

(...)”

Juan E.

El vínculo marginal implica al mismo tiempo aislamiento del infante en su condición de

violencia, por lo general se le prohibía a Juan E. tener amigos y compartir momentos con ellos. No

existió la posibilidad que surja la figura que A. Miller (2001) denomina como “testigo auxiliador”,

es decir, el cuidador no brinda el espacio ni la oportunidad para que otra persona pueda ayudar a

sobrellevar la violencia y brindar un punto de apoyo que podría variar el significado de lo que es ser

amado y amar.

Las consecuencias de la violencia extrema y la marginalidad sufrida perfilan gran

ambivalencia hacia la figura cuidadora –se reprime el odio sentido y se idealiza al agresor- y de

igual forma existe mayor dificultad en consolidar e integrar una representación del Sí-mismo

estable –se autoevalúa como una persona merecedora de castigos y difícilmente se considera una

víctima de violencia infantil-.

Se observó que los hombres que viven mayor gravedad y frecuencia de violencia infantil

desarrollan una imagen más disminuida y devaluada del Sí–mismo así como una construcción

narcisista pobre por consiguiente son escasas las cualidades positivas y elementos que constituyen

el proceso de autoestimación.
Resumen 1
148
149

Príncipes que salvan princesas: La dinámica de la idealización y del amor

del Objeto.

“Se ama a aquello que hemos sido y hemos dejado

de ser o aquello que posee perfecciones de que

carecemos” (p. 12)

S. Freud (1910)

Las relaciones de pareja reviven las dinámicas iniciales de los vínculos primarios (Lemaire,

1986 y Puget, 1998) y por lo general constituyen una amplia red vincular en donde los fantasmas y

fantasías de cada individuo se entrelazan y forman así una compleja red de significados dentro de

la interacción que se denomina interfantasmática.

En el presente capítulo se analiza la construcción inicial de las relaciones de pareja y los

procesos de idealización que dieron origen a la interfantasmática.

Idealización y construcción de los primeros vínculos de pareja

En casi la totalidad de los casos analizados las relaciones de pareja significativas acontecen

a finales de la adolescencia -alrededor de los dieciocho años-. No se formalizaron relaciones de

pareja en los periodos previos y fueron escasos los episodios en donde se compartía afecto y

contacto erótico.
150

“(…) tener novia no significaba nada porque nunca supe que era darle un beso a una

mujer hasta después de la adolescencia (...) primero que nada nunca tuve plata ¿Cómo la

invitaba a comer aunque sea una empanada en la soda? Segundo tenía que entrar a siete

y luego hacer asignaciones porque tenía que estudiar. Era muy cansado porque tenía que

levantarme a las la mañana del día siguiente. No significaba nada, era una muchacha

atractiva que las hormonas mueve y a uno le llama la atención.”

Rolando

La interacción con las mujeres provenía de los grupos de pares -compartían espacios

colectivos en el colegio y en la comunidad- y por lo general se entablaban relaciones de amistad

para participar en actividades de ocio.

Esta situación cambió cuando los entrevistados iniciaron su carrera universitaria o

empezaron a trabajar; tenían que desplazarse a mayores distancias y contaban con mayor ingreso

económico por lo cual había mucho menos control por parte de los padres. Según Lemaire (1986) el

proceso de elección de pareja también pasa por componentes sociales de ahí que estos procesos

conllevan vincularse con personas de la misma clase social y nivel educativo -denomina como

“homogamia”-. En consecuencia las mujeres con las que establecen vínculos de pareja tienen

características y viven momentos similares a los propios en cada uno de los casos.

Los entrevistados conocen a las parejas en lugares lejanos a la comunidad de origen – en el

trabajo y la universidad- y empiezan a frecuentarse por mayor tiempo. En este momento todas las

personas entrevistadas vivían con sus padres y se encontraban deseosos de poder establecer nuevos

proyectos y vivir fuera de la casa.


151

Durante los primeros vínculos de pareja experimentaron cariño concretizado en besos,

abrazos y palabras lo cual fue tan abrumador que por primera vez en la vida estaban ante un vínculo

íntimo en donde recibían más afecto que violencia; la aceptación también jugó un papel importante

ya que permitía consolidar más seguridad y confianza hacía sí mismos.

“El que ella me aceptara sin esa seguridad económica es un apoyo enorme (…) ver que

la pareja que yo amaba me aceptaba en las condiciones que yo le ofrecía.”

Octavio

Las vivencias subjetivas dentro de la adolescencia tienen un carácter formador al igual que

las experiencias infantiles (Sullivan, 1974), estos casos posibilitaron nuevas formas de interacción

dentro de los vínculos de amor y plantearon la afectividad más allá de la violencia y su continua

represión.

Posteriormente los hombres construyeron planes a futuro de forma muy rápida y

comenzaron a idealizar el hacer la vida junto a su pareja mujer; según J. Lemaire (1986) y J. Puget

(1994) la idealización es un proceso inicial dentro de la relación de pareja y por lo general conlleva

la ilusión de realizar las fantasías de fusión y completitud. En el caso de la mayoría de los

entrevistados la idealización implicó aludir a la pareja como totalmente buena e incapaz de ser

violenta o aversiva con la cual se pueden fusionar bajo la promesa de nunca sufrir y vivir una vida

hedonista.

De forma simultánea los hombres no solo idealizaron la posibilidad de una convivencia

placentera sino que de igual forma construyeron una fantasía entorno a la “fuga” de la familia de
152

origen y escape de la violencia vivida en la infancia y la reciente adolescencia. El tener una pareja y

un proyecto en común era una forma, socialmente justificada, de salir de la casa y poder acceder a

mayores libertades. El vínculo simboliza inconscientemente la libertad perdida y el afecto que

nunca tuvieron en los años anteriores. La pareja es considerada como un “refugio” (Lemaire, 1986)

el cual tiene el objetivo de proteger a sus miembros en situaciones amenazantes que provienen del

exterior –dificultades laborales y disputas con la familia de origen-.

“El matrimonio era como mi carta de libertad como para poder salir del encarcelamiento

en que me encontraba.”

Juan E.

Para los entrevistados la pareja tiene el encargo de reparar 3 el rechazo y la violencia

producto de la infancia y al mismo tiempo los entrevistados asumieron la reparación de ella como

muestra de amor. Es decir, ambos seres pactan repararse el uno al otro, reparar un daño que no han

hecho, un daño producto de la vinculación y el haber amado a otras personas.

Freud (1914a) menciona que dentro del proceso de idealización se enriquecen elementos del

Yo –el ideal del Yo principalmente- y en consecuencia la autoestimación y el narcisismo se

fortalecen así pues tener una relación de pareja afianzó algunas fantasías de omnipotencia durante

este proceso –se creía que al lado del ser amado se puede lograr éxito en cualquier proyecto-.

3
El término reparación hace referencia a concepto de M. Klein (1937) en donde se le brinda amor y
cuidados al Objeto con el objetivo de que este olvide el dolor y el daño recibido.
153

Estas fantasías de omnipotencia se consolidaron en dos patrones o puntos de entrada a la

convivencia en pareja, a continuación una breve descripción de ambos:

 Embarazo no planificado: se observa en el caso de Octavio cuando su pareja, Lidia, queda

embarazada. A pesar de las dificultades económicas él se enfrentó al rechazo del suegro y

del resto de la familia. Decide llevarse a vivir a Lidia con él y buscar un mejor trabajo.

“(…) fue muy difícil porque no me aceptaron, todo me lo tiraron al suelo, la suegra y mi

cuñado (…) Cuando yo llegué a pedir la mano me dijeron –no ¿cómo usted los va a

mantener si trabaja en construcción y no tiene estudio?- de una vez me dijeron que no

servía para nada, me tiraron al suelo.(…) se supone que a Lidia la maltrataban en la

casa (…) ella decidió irse conmigo”.

Octavio

 Problemas familiares, económicos y con otras personas: Se observa en el caso de Roberto

y Eliseo cuando se vinculan con mujeres que han tenido hijos/as y viven con otros

familiares como tíos/as o abuelos/as. En estos casos se refleja la presión y las difíciles

condiciones difíciles que tiene que afrontar una mujer jefa de hogar por lo que ellos

decidieron convivir con sus parejas para mejorar su entorno económico y así amortiguar

los conflictos que tenían ellas con los familiares.

“(…) tenía miedo al futuro por todos los problemas que ella tenía pero la verdad es que a

mí me gustaba la chavala y me sentía bien y le entramos a la aventura. Me acuerdo que


154

un domingo yo le dije a mi mama que me iba a llevar las cosas y ahí dormimos un tiempo

en la cama mía (…) fuimos a un pueblito y compré unos muebles (…) mandé a hacer los

sillones y otras cosas que ella no tenía y ahí empezamos.”

Roberto

Vincularse simbolizó un acto de “rescate” del ser amado y se esperó que esta muestra de

amor trajera consigo una recompensa constituida por actos de cuido y afecto. Estos casos reflejan el

retorno de la dinámica “Quid pro Quo” propia de la infancia en donde el niño se sometía ante las

demandas de la figura cuidadora con la promesa que dicho sometimiento lo haría merecedor de

cariño y protección. La fantasía de “salvar” a su pareja de las condiciones que la atrapan no es más

que una elaboración omnipotente y mesiánica del Quid pro Quo en la edad adulta de ahí que los

participantes vieron como heroico ir a convivir con su pareja a pesar las dificultades que esto

conllevó.

De forma progresiva y pausada la dinámica de idealización decayó debido a las nuevas

exigencias que conllevan la cotidianidad como los conflictos de pareja, llegada de los hijos/as y

deudas económicas. Estas nuevas situaciones emergieron al poco tiempo de convivir, mostraron

discrepancias y distanciamientos en la pareja lo cual desencadenó posteriormente la crisis del

vínculo 4.

El caso de Juan E., la vinculación múltiple y la idealización.

4
Este tema será tratado en el próximo capítulo
155

El caso de Juan E. remite a procesos psíquicos un poco diferentes al resto de los casos

entrevistados en relación al tema de la idealización y la vinculación. Esto se evidencia desde el

inicio debido a las condiciones en que se cría –abandono, marginalidad vincular y violencia

extrema-.

Las dinámicas de los vínculos de pareja, en el caso de Juan, se ven permeadas por una

constante búsqueda de la libertad mediante la fuga de los vínculos. Su vínculo primario, relación

con su abuela materna, se caracterizó por la explotación y la sumisión total al deseo de ella. A Juan

no se le daban opciones ni tampoco premios o retribuciones, simplemente tenía que trabajar

mientras observaba la diferencia en el trato a otras personas -primos principalmente-.

“Pasar conmigo era -vaya haga este mandado, vaya a tal lado, haga la tal cosa-. Todo

era prohibido para mí. Jugaba vendiendo chayotes, vendiendo con culantro, jugaba con

las botellas, jugaba con los carretones del supermercado. Ese era mi juguete.”

Juan E.

El vínculo lo atrapaba y lo dominaba, cualquier iniciativa era castigada fuertemente, lo

único que podía hacer era resistir, no podía esperar más que castigo y rechazo de su madre.

“(…) me pegaba mucho, me agredían, me gritaban. (…) Una vez me llevaron a donde mi

abuela paterna (…) y me van sirviendo aquel plato con huevos, papas, carne y todo. Y me

las mandé todas ¿Cómo no comer si no me dan nada?(...) . Y después llegaron y me


156

cinchonearon todo en la casa, que porque me había comido todo (…) porque es una mala

costumbre comérmelo todo.”.

Juan E.

Con la llegada de las primeras relaciones de pareja Juan E. descubre que el vínculo tiene la

capacidad de ser mucho más nutritivo afectivamente. Llega vincularse con otras mujeres pero de

forma inconsciente asocia el vínculo con llegar a vivir la misma dinámica que con su abuela

materna por lo que teme quedar atrapado en una situación de violencia extrema.

Tras el rompimiento con Karla, se hace evidente la dinámica que va a construir con sus

parejas posteriores la cual consiste en crear nuevos vínculos de pareja paralelamente para huir de

los vínculos anteriores.

Ante la vinculación crea una fantasía de fuga, una especie de puerta o salida que le permita

seguir disfrutando del cuido y afecto del estar vinculado sin considerarse atrapado o dominado por

el ser amado.

Su primera fantasía de fuga acontece al casarse con Marilyn, él afirma que sabía que esa

relación iba a ser de corta duración ya que le dice a su abuela materna que volvería a vivir con ella a

los seis meses posteriores -algo que ocurre efectivamente-. Al inicio de los vínculos Juan

experimentó plenitud, cuido y amor, sin embargo cuando empezaba a vivir episodios monótonos y

conflictivos buscaba esa sensación de protección y cuido en otras mujeres con las cuales terminaba

vinculándose.

El resultado de este proceso fue una vinculación múltiple de pareja a lo largo de la vida

adulta; Juan E. estaba en búsqueda de una nueva pareja de forma constante -podía mantener hasta
157

cinco relaciones al mismo tiempo-. La nutrición afectiva de un vínculo no era suficiente, Juan

buscaba varias parejas para poder subsanar aquella violencia vivida en la infancia y la adolescencia,

sin embargo ante cualquier señal de violencia o conflicto él tendió a huir ya que lo asoció con la

explotación y el daño gestados en el vínculo materno del cual no pudo escapar; no había pareja que

lo hiciera sentir satisfecho por mucho tiempo, no existía la posibilidad de acceder a la fantasía de

completitud o fusión por largos periodos.

En consecuencia la idealización de las diferentes parejas se acorta en el tiempo, por lo

general el compromiso y proyectos en común varían, Juan E. busca lo opuesto a lo que vivió en el

vínculo primario: el Objeto totalmente gratificante. La paradoja de esta situación reside en la

búsqueda de un vínculo imposible -completamente gratificante e incondicional- al mismo tiempo


5
que huye de situaciones inevitables- conflictos y desacuerdos-.

A continuación se presenta una imagen que grafica las relaciones múltiples de parejas

significativas que ha tenido Juan E. a través del tiempo.

Diagrama 4

5
Juan convivió con la mayoría de las mujeres con las que se apegó, tuvo cuatro hijos y se casó civilmente dos
veces. En la mayoría de los casos no mantiene contacto con las exparejas, salvo aquellas con las que tiene
hijos y aún paga pensión. Visita esporádicamente a sus hijos e hijas.
158

El tema de la vinculación múltiple de pareja es abordado por Lemaire (1986) y Campuzano

(1993) y la describen como la como una defensa ante la fusión con el Objeto de amor, sin embargo

no precisa cuales son las causas subyacentes a dicha defensa ni las implicaciones que tiene dentro

del proceso de idealización. El caso de Juan E. puede dar explicaciones a algunos de estos puntos

pendientes:

1. La violencia extrema en el vínculo y la marginalidad asilan al infante y le imposibilitan la

aparición de otras personas que puedan brindar cuido y afecto –testigo auxiliador- Ante tal

carencia psíquica surgió una necesidad compulsiva por obtener cuido y afecto de fuentes

múltiples en la vida adulta.

2. Se le teme de forma paranoide al ser amado ya que la violencia infantil recibida no era

prevista ni se podía evitar.

3. La resistencia a la fusión y la idealización de corta duración es una defensa inconsciente

ante la marginalidad y la violencia extrema del vínculo primario.


Resumen 2
159
160

La voy a conquistar de nuevo: Las reacciones precríticas y su percepción

antes de la crisis de pareja.

La precrisis es un momento crucial a lo interno de las relaciones de pareja, tiene un carácter

formador y anuncia la entrada a escena de nuevas dinámicas (Lemaire, 1986). Cada individuo

aporta elementos propios de su subjetividad y su historia vincular para hacerle frente a esta

situación.

En este capítulo se analiza las diversas reacciones precríticas que se construyeron dentro de

los vínculos de pareja al mismo tiempo que se indaga su relación con la historia vincular primaria

de los hombres participantes del estudio.

Reacciones precríticas y dinámicas inconscientes subyacentes

El término Precrisis fue creado por Lemaire (1986) para indicar aquel momento en donde la

dinámica de pareja pasa por un periodo de cambio, la idealización como proceso empieza a decaer y

emergen nuevas formas de representación del Objeto de amor.

En la totalidad de los casos analizados, los hombres empiezan a percibir elementos

aversivos en sus parejas que generan malestar en la relación. En muchas ocasiones se vincula con

el hecho de no ser satisfechas algunas de sus exigencias o expectativas – discusiones, dificultades

para llegar a acuerdos, poca expresión de afecto y distanciamiento por parte de sus parejas-. Otra

serie de elementos que emergen se asocian también a las exigencias que sus parejas les hacen y que

ellos mismos no acceden a cumplir - mayor intimidad y más comunicación-.


161

Lo anterior desgasta los ideales con los que se inició la convivencia de pareja así como las

expectativas y promesas inconscientes que fundaron el vínculo –promesas mesiánicas, de salvación

y rescate de la pareja-. Se desvanece el deseo de fusión con el Objeto (Lemaire 1986, Puget 1998) y

cambian los patrones de interacción con el mismo, la interfantasmática se transforma y entra en

juego nuevas dimensiones del vínculo primario.

“Se puso a llorar, le dije que por mi trabajo tal vez no le dedicaba tanto tiempo. (...)

Trataba de que comiéramos juntos, la esperaba. Al final le dije que mejor nos

separáramos, que ella siga su camino y yo seguiré con el mío (…) No tuvimos hijos, yo

creo que eso fue una de las partes que nos separó un poquitillo (…)”

Rolando

Ante la eventual crisis estos hombres intentaban estabilizar las dinámicas vinculares de

pareja y retornar a los primeros procesos de idealización y anhelo de fusión. Son actos inconscientes

que se tramitan de formas tan diversas –palabras, gestos y miradas- que pasan por la expresión

verbal así como por el cuerpo. Es un intento de retorno al Status Quo de la relación y contención de

la inminente crisis ya que se enfrentan ante un contenido altamente reprimido, el cual es el fracaso

de la fusión con el ser amado y la promesa omnipotente de reparación y refugio.

La situación se torna mucho más compleja ya que estos procesos también acontecen de

forma simultánea en el psiquismo de sus parejas mujeres. Cada miembro de la relación pondrá en

acción sus propias dinámicas inconscientes que interactúan y se significan de forma paralela

(Lemaire 1986, Puget 1998). Los siguientes apartados son la descrición de las reacciones precríticas

puestas en la interacción de pareja por parte de los hombres participantes.


162

Negación y Seudonegación

El término negación ha sido abordado ampliamente por A. Freud (1960) e implica un

mecanismo de defensa ante un contenido reprimido, es el rechazo de un hecho que se impone desde

el mundo exterior. La negación de la cercana crisis es una reacción precrítica común y conlleva un

estado pasivo ante la situación, el contenido sigue siendo reprimido y por lo tanto permanece

inconsciente. Los participantes no visualizan, en el momento precrítico, la dimensión de la

situación, niegan rotundamente el malestar e inclusive suelen proyectarlo en sus compañeras -no

admiten su propia falta y le expelen la culpa–.

Por otra parte, la Seudonegación implica un grado mayor de consciencia, en donde se

visualiza la posible crisis de la pareja, la propia participación y autoría, por lo general conlleva

acciones relacionadas con la reparación y la racionalización de los hechos.

“Pues yo realmente la amaba, yo traté e hice muchos cambios; salía del brete y me iba

para la choza, salíamos a comer todos los fines de semana para que ella no hiciera nada,

empecé a comprarla, prácticamente; le daba tiempo, dinero, salga, vaya (…)”

Octavio

La Seudonegación implica silenciar el malestar de forma consciente; por lo general los

participantes evitan hablar del problema ya que no entienden completamente sus orígenes y

dinámicas. La reparación vuelve a remitir a la dinámica Quid pro Quo, en donde el rol de proveedor

se ejerce ante la espera de la recompensa que sería la re-idealización del vínculo.


163

Diagrama 5

Ante la situación de precrisis, los participantes esperaban que sus intentos de silenciar el

malestar y dedicarse a proveer fueran suficientes. Estos eran los únicos medios de reparación o

soluciones previas al desencadenamiento de la crisis sin embargo fueron insuficientes para evitar la

llegada de la misma. A pesar de lo anterior, dichos intentos sirvieron como acuerdos colusivos

(Lemaire 1986) que retrasaban la llegada de la crisis por meses, años e inclusive lustros.

La dinámica resultante, en la mayoría de los casos, remitía a la confrontación y discusión

por parte de las parejas mujeres hacia los hombres, al parecer ellas podían verbalizar mucho más

claramente el propio malestar. Ante tales demandas la Negación y la Seudonegación aparecían y la

interacción se volvía más violenta –gritos, insultos y palabras de desprecio. Retornaba la

naturalización de la violencia en el vínculo lo cual acentuaba la desidealización del ser amado.

Se forma una dinámica cíclica en donde la pareja trata de volver a procesos de idealización

pero al no conseguirlo se acentúan las reacciones precríticas y la violencia del uno hacia el otro. Es

importante resaltar que este mecanismo es el más utilizado al inicio de la precrisis de pareja por

parte de los hombres, por lo general el malestar no es nombrado y en la mayoría de las ocasiones se

intenta reprimir.
164

Diagrama 5

Alejamiento y pérdida de interés

Ante la imposibilidad y frustración de no poder cambiar la situación, los miembros se

distancian de forma progresiva, esto implica menor tiempo de contacto el uno con el otro y mayor

tiempo invertido en otras actividades – trabajo, cuido de los hijos/as o amigos/as.- Se comunican

cada vez menos, las expresiones de afecto disminuyen y el interés por las actividades y necesidades

de la pareja escasea.

Detrás de esta reacción los hombres esperan poder mitigar el conflicto y disminuir las

transacciones de violencia en el vínculo -algo que efectivamente ocurre-. Sin embargo las

consecuencias que conlleva este acto impactan en la relación de forma perjudicial, según R.

Sternberg (1990) muchas de las crisis de pareja influyen en elementos como la pasión y la

intimidad, es decir, la cercanía, la expresión de deseos, necesidades y la unión con la otra persona

disminuyen. En consecuencia R. Sternberg (1990) llama a este tipo de relación, caracterizada por la

distancia y pérdida de interés, como “amor vacío” -el motivo de la unión de la pareja reside
165

enteramente en un compromiso adquirido tiempo atrás y no contiene muestras de afecto ni

confianza-.

“ (…) ella decía que yo era poco comunicativo, que yo me esperaba para mañana lo que

puedo hacer hoy. (…) Tenía que ir a fincas a hacer trabajos, me iba a las tres de la

mañana y ya a las doce iba terminando, estaba en el volcán de Turrialba y luego me

venía como dos horas de viaje en doble tracción, con malos climas. Llegaba, me bañaba y

seguía trabajando en el negocio cansado (…)”

Rolando

Se consolida una fantasía en donde al dejar de lado la interacción con la pareja se

disminuirían los problemas y el daño causado dentro del conflicto de ahí que los participantes

esperaban que “con el tiempo las cosas mejoraran”. El carácter pasivo contrasta mucho con las

reacciones de las parejas mujeres, ya que en muchos momentos ellas optaban por verbalizar el

malestar e intentaban acercarse a ellos desde la queja, la demanda y la falta.

De forma similar a la reacción precrítica anterior, la dinámica resultante es cíclica y

ejemplifica claramente lo que V. Satir (1986) define como “causalidad circular”, es decir, la

dinámica es un sistema que se alimenta a sí mismo conforme va pasando los ciclos cumplidos, las

acciones de uno de los cónyuges alimentan las acciones, fantasías y miedos de la otra persona y así

acontece sucesivamente hasta que el sistema colapse y se necesiten nuevas formas de interacción.
166

Diagrama 6

Paranoia y el tercero especular

Esta situación se concretiza con la presencia de celos por lo que los hombres entrevistados

mencionaron que temían perder el amor de sus parejas durante este periodo. Ocurre posteriormente

al alejamiento y pérdida de interés por parte de sus parejas mujeres de ahí que en muchas ocasiones

ellas dejan de hacer demandas y acceden a la misma dinámica que sus contrapartes masculinas.

La mayoría de los hombres entrevistados experimentaron sentimientos de miedo e

inseguridad en la precrisis, temían que la pareja tuviera una relación con otro hombre. Al inicio

dicho temor paranoide se consolidaba en ideas recurrentes acerca del comportamiento de su pareja;

empezaban a indagar los momentos en que estaba fuera de la casa, las comunicaciones que

mantenía por mensajes de celular y las redes sociales de internet.

En muchos casos registraban el celular o el robaban la contraseña del correo electrónico de

sus parejas. La mayoría de los hombres entrevistados explicaban que el distanciamiento de su

compañera es por la intrusión de otro hombre –un Tercero- en su vínculo de pareja.


167

Al caracterizar a este posible Tercero, que supuestamente se inmiscuía en la relación, se

evidencia el carácter proyectivo y especular del mismo. Por lo general, el Tercero era fantaseado

como un hombre que se “aprovechaba de los problemas de pareja”, le daba aquella cercanía y

atención que no era provista por el cónyuge; era visto como una especie de invasor o estratega que

aparecía como un buen amigo de la pareja y que progresivamente adquiría el cariño, acentuaba el

desprecio y acrecentaba la crisis junto con el distanciamiento hacia la pareja masculina.

“(…) ella quiso trabajar otra vez (…) ella lloraba mucho y yo le decía que no era para

tanto y ella me dijo que se sentía como muy feliz pero muy triste (…) y siguió ahí con lo

mismo, con el mismo patrón, (…) y yo pensaba que era raro y la notaba distante y yo

pensaba que algo le pasaba a esta chavala y ahí fue donde pensé que le estaban

endulzando el oído (…)”

Roberto

El Tercero era una especie de enemigo a derrotar y con el cual se debía de competir;

muchos hombres trataron de acercarse más a sus parejas, pasaban menos tiempo fuera de la casa,

asumían labores domésticas, le daban más dinero a sus compañeras para gastos personales y

planeaban viajes en familia. A pesar de estos intentos de reparación el distanciamiento continuaba y

la crisis de pareja se volvía inminente.

Muchas de las características que envolvían la imagen del Tercero hacían referencia a la

propia falta de los hombres entrevistados, es decir el Tercero lo definían como aquella persona que

tiene cualidades, virtudes o condiciones que ellos mismos carecían.


168

Algunos ejemplos de los atributos proyectados al Tercero son:

 Características físicas: mayor estatura, facciones más perfiladas y mayor musculatura.

 Características de la interacción: mayor sentido del humor, mayor capacidad de escucha y

más empatía.

 Otras cualidades: mayor poder económico, mejor desempeño sexual y mejor habilidad de

persuasión.

Al igual que la imagen invertida aparece en el reflejo de un espejo, el Tercero hace su

aparición de forma especular mediante el mecanismo psíquico denominado como “formación

reactiva” (Freud, 1905), en donde los propios contenidos reprimidos del Sujeto se transforman en

lo contrario y posibilitan la interacción con el mismo. La propia falta se proyecta sobre el Tercero el

cual atormenta y persigue, la génesis de muchos de los problemas y conflictos de pareja se le

adjudican debido a su presencia.

Se teme que el Tercero pueda ocupar el propio lugar en la relación con el ser amado, la falta

habría sido fantaseada en torno a los momentos en que se le hizo daño a la pareja –desprecio,

violencia y distanciamiento-. Las dinámicas posteriores se caracterizan por la competencia con el

Tercero y emergen fantasías de omnipotencia así como de destrucción del mismo con el objetivo de

“recuperar” a su pareja.
169

Diagrama 7

El rompimiento de los rituales entrañables y el rol del cuerpo

Los hombres hacen referencia a una serie de actividades que realizaban al lado del ser

amado que se caracterizaban por ser exclusivas 6 –caricias, besos, sobrenombres y relaciones

coitales-. Dichas actividades se relacionaban con la idea de compromiso e intimidad hacia la

persona amada de modo que eran símbolo inconsciente de la fantasía de fusión y completitud.

Durante el periodo previo a la crisis los hombres comentan percibir algunos cambios

importantes en dichas actividades que realizaban junto a su pareja, en la mayoría de los casos se

66
R. Sternberg (1986) las define como “rituales entrañables” los cuales son gestos exclusivos que solo se
realizan con el ser amado y no involucran a terceros.
170

menciona la disminución en la frecuencia de las relaciones coitales y el contacto erótico – caricias y

besos-.

Acorde a lo anterior, la diminución de estas actividades denominadas como “rituales

entrañables” (Sternberg, 1986) implicó el rompimiento y la decadencia de la fantasía de fusión,

fueron al mismo tiempo formas de representación de la dinámica de pareja en el donde el cuerpo

toma protagonismo. Dependiendo de la dinámica existente, los rituales cambian de frecuencia y se

crea una especie de vaivén de los mismos en donde existen temporadas con mucha actividad y otras

con poca.

“(…) cuando yo me di cuenta de eso yo le hago a Clara el amor toda la noche. Ella

quemó la ropa que andaba, el calzón, el pantalón todo lo que andaba el día que fue infiel.

Ella no me quería ver la cara. Ella lo asumió con arrepentimiento y estoy seguro que ya

no más (…) - fue como un león, como marcar la vara. Este es mi territorio, yo lo marco.”

Juan E.

En el caso anterior el mensaje trasmitido por Juan E. es muy claro ya que el acto sexual era

un símbolo de fusión con el ser amado, una promesa de remediar el distanciamiento y solventar la

inminente crisis.

Muchas de las reacciones precríticas tienen un carácter conversivo o somático al modo

tradicionalmente planteado por S. Freud (1895) en la casuística sobre la histeria; los síntomas y el

malestar hablan a través del cuerpo y su relación es simbólica. Suelen haber momentos en donde la
171

dinámica de pareja se expresa por cansancio físico, dolor muscular, cefaleas y enfermedades de

gastrointestinales.

En resumen, el rompimiento y la decadencia de los rituales entrañables son una especie de

lenguaje no verbal en donde se intenta trasmitir el malestar por medio del cuerpo; dichos mensajes

son una simbolización de la ruptura de las fantasías originadas en la idealización inicial. El cuerpo y

la interacción misma representan un indicador del estado de las dinámicas de pareja, la forma que

interactúan y las actividades que realizan en común adquieren un significado intersubjetivo y

reflejan las estrategias de expresión del malestar y resolución del conflicto mismo.
172

La Fuga del vínculo

En varios de los casos analizados -Juan E, Octavio y Eliseo- comentaron que la

vinculación paralela con otras mujeres fue una situación vivida comúnmente en momentos previos a

la crisis de pareja. La relación con sus parejas se caracterizaba por ser distante y con escasa

comunicación; en muchos casos se prolongaba por mucho tiempo. Cuando esto ocurría algunos

participantes buscaban excusas para poder frecuentar a otras mujeres y pasar más tiempo fuera de la

casa. Esta situación era común y en muchas ocasiones se repetía de la misma forma en el caso de

sus pareja -ellas buscaban igualmente a otro hombre-. Este fenómeno se describe de forma amplia

por Campusano (1993) en donde la dinámica resultante se configura a modo de un triángulo –matriz

de vínculos- en donde la relación paralela brinda elementos afectivos/sexuales que evitan el

rompimiento con la primera relación.

El caso de Juan E. ilustra esta dinámica ya que cuando había problemas con Clara, él

frecuentaba y nutría la relación con Paola, salían de forma más frecuente y pasaba más tiempo fuera

de casa - Juan no visualizaba la posibilidad de terminar con las relaciones de pareja, casi en la

totalidad de los casos la decisión de finalizar el vínculo residía en las mujeres-. Por lo general esta

dinámica implicaba la construcción de una red amplia de vínculos en donde ambos miembros

sentían celos y buscaban la forma de demostrar el engaño por parte de la pareja.


173

Diagrama 8

Los diferentes elementos del vínculo –pasión, compromiso e intimidad- (Sternberg, 1986)

se construyen de forma diferente en cada uno de los vínculos de la matriz, lo que produce variedad

e interdependencia. Es decir, hay vínculos destinados a ser cargados con pasión –amor romántico-,

otros de intimidad –amor/compañerismo- y otros de compromiso –amor fatuo-; por lo general el

vínculo de mayor duración en el tiempo es el más cargado con compromiso – parejas como Paola,

Clara y Marilyn-.

Diagrama 9

En el cuadro anterior se puede observar la extensa red de relaciones de pareja que se

articula en el caso de Juan E. de forma que cada persona tiene por lo menos a un tercero/tercera el

cual le oculta a su pareja. Juan le oculta a Clara la relación con tres mujeres mientras que Paola y

Clara le ocultan a Juan la relación con otro hombre en cada caso.


174

En consecuencia los hombres mencionan negar la crisis de pareja e ignorar el conflicto,

esperar que las mujeres lo nombraran, en ningún momento asumían roles proactivos dirigidos hacia

el cambio, se fugaban y refugiaban en otros vínculos con mujeres hasta el momento en que la

situación era insostenible y las parejas se desgastaban.

“Después yo entro a trabajar y le dedicaba mucho tiempo. Ella me decía que yo no tenía

tiempo para ella y que no le sacaba ratos, que no le demostraba que la quería, que no le

demostraba que ella para mí era importante (...) casi todo el proceso de los diez años que

conviví con ella le fui infiel (…) empecé con Verónica.”

Juan E.

El proceso que antecede al rompimiento duraba meses e inclusive años, son escasas las

situaciones en donde se realizaban acciones concretas para asumir la falta, en muchas ocasiones se

centraban en identificar a los terceros con quienes sus parejas frecuentaban para luego forzar a

terminar esa relación.

Ante el malestar inminente y la escasa reparación del vínculo, la fuga mediante la

vinculación paralela era la alternativa seleccionada y conlleva a otros procesos de desgaste en la

interacción - el distanciamiento se agravaba y los mecanismos de negación se acentuaban-.


175

Otros acuerdos colusivos: La fantasía de reparación e indemnización

Los acuerdos colusivos son definidos por J. Lemaire (1986) como aquellas dinámicas

inconscientes en donde se acuerda la convivencia a cambio de ceder a las demandas y deseos de la

pareja de forma mutua; son psicodinamias que están orientadas a mantener la fantasía de fusión con

la pareja a pesar de la inminente crisis o daño hecho al Objeto.

Lo anterior se presentó comúnmente a través de situaciones en donde se descubre vínculos

paralelos por parte de los hombres. Estas situaciones implicaron la desidealización del vínculo e

introdujeron la inminente crisis con miras a la separación.

En consecuencia la pareja se distancia por un periodo de tiempo, evita hablar, desconfía e

investiga los acontecimientos para entender las dimensiones de la situación. Esto trae consigo

mucho malestar que se evidencia en las reiteradas discusiones, gritos, insultos y demás -la fantasía

inicial de simbiosis queda cuestionada-.

En la mayoría de los casos, los hombres piden perdón a sus parejas e idean escusas para

poder justificar la situación; muchas de estas van orientadas hacia el exterior y tratan de

visualizarlas como parte de la crisis de pareja por lo que es común escuchar frases como “es que

ella se metió”, “me sentía muy solo y no sabía qué hacer”, “fui un tonto no supe valorarte”.

En la totalidad de los casos las parejas mujeres deciden acceder a la disculpa de su

compañero y entra en escena el acuerdo de indemnización en donde el hombre accede a pagar el

daño causado a su pareja; esto implica una serie de acciones y comportamientos que se describen a

continuación.
176

 Pago material: acceder a todas las demandas y deseos materiales que la pareja pida. No se

cuestiona la utilidad o la rentabilidad de los mismos. Se incurre en deudas e hipotecas con

el objetivo de satisfacer a la pareja.

 Pago afectivo: acuerda no hacer solicitudes de afecto a su pareja, por lo general no se

reclama la pérdida de los rituales entrañables ni el poco contacto físico o sexual.

 Pago de espacio y límites: Los hombres dejan de lado comportamientos asociados con el

control y el poder en relación al tiempo que dispone su pareja. No piden explicaciones en

donde han estado ni limitan sus propios espacios.

 Pago en violencia: Se asume como castigo toda aquella violencia proveniente de la pareja

relacionada con insultos, gritos e inclusive golpes. Los hombres no hacen nada para limitar

este tipo de situaciones.

“Había muchas desconfianzas, siempre me lo estaba restregando, aunque ella me echó

tres veces de la casa, (…) pero cuando habían bronquillas siempre salía el tema de esta

mujer (…) empezó a ser agresiva, ya después hasta me levantaba la mano, yo mejor me

iba para no hacer más el problema”

Octavio

En la totalidad de los casos se presenta la fantasía omnipotente en donde se cree haber

resuelto los problemas si se encuentra conviviendo con su pareja bajo el mismo techo, los hombres

creían que cualquier salida de la casa desencadenaría una eventual crisis y agotaría los recursos de

la pareja para solventar el conflicto.


177

Este tipo de acuerdo cambia conforme pasa el tiempo, por lo general los hombres pasan de

una a otra estrategia para poder probar su eficacia y ver si esto resuelve el conflicto. Cada uno de

estos acuerdos o “formas de indemnización” se agotan conforme avanza la situación y en general

confluyen en una actitud cínica de los hombres ante el acuerdo.

“La última vez cuando volví yo le dije -se acaba esto… porque ya yo no ando con ella-

(…) o volvemos de una vez o me voy.”

Octavio

En ninguno de los casos, en donde los hombres tuvieron vínculos paralelos, se logró la

reparación del Objeto y la reidealización del vínculo, la duración de este proceso varía

enormemente de ahí que puede conllevar meses e inclusive años.

Muchas de las reacciones precríticas han sido descritas como cíclicas y secuenciales,

además son paralelas y de duración variable –utilizadas por meses y hasta por años- de modo que

no todas son experimentadas por los participantes y en muchas ocasiones retornan en su uso

dependiendo del momento y de la dinámica existente.

Sobre los procesos precríticos y su relación con la reparación.

El término reparación fue planteado por M. Klein (1937) para definir aquella acción

destinada a subsanar el daño hecho hacia el Objeto de amor; implica actos de cuido y protección
178

con el fin de guardar la integridad del mismo. Son demostraciones de amor que están cargadas de

un monto considerable de culpa por haber dañado a quien se ama.

La posibilidad de reparación es una gran interrogante dentro de cada uno de los casos

analizados, al parecer los hombres acceden a estas acciones al poco tiempo de estar en convivencia

y consideran que hay algo “que se le debe” a la pareja y que posiblemente explique las nuevas

dinámicas inconscientes en la precrisis.

“(…) me dediqué a comprar el amor de ella, le pagué las cuentas, porque eso la tenía

muy estresada a ella (…) ni comprándola. Ella dormía en el cuarto, y yo dormía en otro

cuarto, yo me levantaba en la madrugada como idiota, salía de mi cuarto e iba al de ella,

(…) le digo – ¿Qué haces?- ella dice -¡Nada! salga de aquí, salga no quiero estar con

usted-, yo le digo -Venga, vamos para la cama-, ella dice -No, no quiero estar con usted-

y así me tuvo mes y medio. Ya yo le lloraba en la choza, los carajillos me preguntaban

qué pasaba y yo decía - no sé qué es lo que tiene su mama-.”

Octavio

La reparación implica al mismo tiempo delimitar las coordenadas de aquello que es dañado

o la forma en que se daña; en muchos de los casos se desconoce por completo la falta y se procede a

reparar con la esperanza que cualquiera de estas acciones frene la crisis y el conflicto. Los datos

sugieren que el daño repercute necesariamente en los patrones de interacción así como en el cambio

en representaciones de la interfantasmática de pareja; a continuación se plantea tres líneas de

descripción de aquello que ha sufrido cambios y daño.


179

 Daño a la fantasía de fusión: Se daña el capital simbólico de la fusión de pareja, es decir, se

daña aquel sentir de unidad y confianza. Se puede evidenciar en múltiples situaciones como

al descubrir que la pareja se vincula afectiva y sexualmente con otras mujeres.

 Carencia de cuido y afecto: Se disminuye la intimidad y la pasión con la pareja de modo

que se bajan las expectativas de expresión de cariño y ya no se considera al cónyuge como

aquella persona que puede hacerse cargo de proteger y cuidar. Esta es una de las situaciones

que se manifiestan inicialmente en los casos analizados y por lo general es constante hasta

el final de la relación.

 Violencia y destrucción hacia el ser amado: no solo carece de cuido y afecto sino también

implica haber atentado contra la integridad física o psicológica de la pareja. La interacción

en la relación se vuelve más violenta y se aíslan el uno del otro.

Las relaciones de pareja están envueltas en actos constantes de construcción intersubjetiva,

es decir, no solamente se trata de acceder a una casa, automóvil u otros bienes materiales sino que

se trata de cargar con significado aquello logrado. Es la construcción de una fantasía heredada desde

la infancia primitiva; es la promesa de encontrar aquella persona que posibilite el desarrollo y

asociarla como fuente de felicidad y la completitud.

Por lo tanto, aquello que se daña también es de carácter simbólico e intersubjetivo, el acto

de agresión y daño es un acto de destrucción que se relaciona de forma dialéctica con lo que se

construye. Después de los procesos de idealización del noviazgo e inicios de la convivencia entran

en juego elementos destructivos propios de la precrisis y su desarrollo ulterior es la historia de esta

lucha constante por construir una intersubjetividad que corresponda a las fantasías, miedos y

ansiedades propias de cada uno de los involucrados.


180

Según J. Lemaire (1986) y J. Puget (1998) este proceso conlleva a la crisis de la pareja y la

única posibilidad de resolución, en donde se consolide a relación, es volver a idealizar el vínculo, es

decir, volver a encontrar en la pareja aquellas cualidades ideales que le den valor al Objeto y hagan

deseable volver a convivir. En la totalidad de estos casos este proceso nunca se dio, por lo general la

precrisis se consolidó por mucho tiempo y los diversos intentos de reparación no posibilitaron la

resolución del conflicto de pareja.

Surgen las siguientes preguntas ¿Qué sucede que ninguno de los casos logró reparar o

palear la crisis en la pareja? ¿Por qué el proceso de reidealización no aconteció? ¿Es posible la

reparación de un vínculo de pareja cuando han acontecido grandes daños hacia quien se ama?

Al analizar lo sucedido se puede denotar que la naturaleza de la reparación tiene un carácter

exterior y material, es decir, apuestan a reparar mediante dinero, mediante aislamiento e inclusive

mediante la aceptación de la violencia mutua.

En todo momento la reparación proyectó lo propiamente subjetivo, es decir, los hombres

del estudio buscaron dar aquellas cosas que ellos consideraban como reparadoras pero de su propia

subjetividad y momento de vida. El hecho de dar bienes materiales puede referir al malestar y

tensión generados por ser el proveedor, el hecho de aislarse y brindar espacios sin hablar puede

referir a la necesidad de momentos para desvincularse del problema y el hecho de no limitar el

comportamiento violento de su pareja se puede interpretar como aquella necesidad de expresión

verbal y aceptación de su propio malestar.

El fallo reside en que la reparación nunca apuntó a lo simbólico en el nivel intersubjetivo,

no se “reinició” el proceso de construcción conjunta mediante la idealización ya que nunca se

tomó en cuenta la subjetividad y el aporte simbólico de la pareja mujer. Se trató como una especie

de ensayo y error en donde se hacían diferentes intentos esperando que alguno reparara la pérdida

de confianza, la violencia ejercida y demás. Se esperaba que ella simbolizara de la misma forma y
181

le diera el mismo valor a aquellas cosas que ellos hacían de ahí que la dificultad residiera en que los

actos de reparación se hicieron de forma individual y unilateralmente cuando en realidad este es un

proceso de construcción conjunta..

“(…) nunca lo acepté, yo dormía aparte y ella me lavaba y todo, ella dormía con los

chiquitos y yo aparte (…) y yo le prometía y con tal de ganármela la metí a un curso de

maquillaje profesional (...) como comprándola, así y todo (…) yo seguía mendingándole

cariño, ella salía, y yo salía (…) pero ya no salía en paz porque yo me imaginaba que

andaba con alguien (…) estaba esperando algo que no iba a llegar (…)

Eliseo

El resultado de este proceso generó en sí mismo más malestar y disconformidad en la

precrisis ya que los hombres no lograron mayor cercanía con sus compañeras, hubo mayor

violencia y distanciamiento lo que terminó por acentuarse y dejar de lado las acciones reparatorias.

Las secuelas se aprecian en la forma en que los participantes perciben estas situaciones ya que en un

inicio no hay consciencia suficiente del problema y la demanda por lo que tras no encontrar

resultados positivos terminan por ignorar, minimizar la situación y habituarse al malestar.

La reedición de las dinámicas de la infancia en la precrisis.

El vínculo de pareja es un espacio habitual para que retornen fantasías y escenas reprimidas

(Lemaire, 1986) lo cual se refleja al desplazarle a la pareja mujer parte de los patrones de
182

interacción de la figura cuidadora, es decir, la forma de sobrellevar la violencia y el malestar en la

infancia se replica en la edad adulta adentro del vínculo de pareja. Cada una de las reacciones

precríticas correlacionan con procesos psicológicos, estrategias de supervivencia o secuelas de la

violencia experimentada en la infancia de estos hombres.

Parte de las secuelas de la violencia infantil se asociaron con la negación del malestar

vivido lo que evolucionó en una precaria expresión de emociones en la edad adulta, esta situación

se articuló dentro de varias reacciones precríticas en donde también se negaba el malestar de la

pareja o bien se utilizaron otras vías de expresión a nivel inconsciente como rituales entrañables y

regalos materiales. Los hombres trataron de reprimir el malestar y silenciarlo como una forma de

sobrellevar y evitar mayor daño al igual que en la infancia.

Para ilustrar lo anterior se contrastan dos fragmentos de la entrevista realizada a Rolando, el

primero hace referencia a la infancia y el segundo relata una escena de convivencia en pareja de la

edad adulta.

“Cuando me pegaban como que llegué a hacer una concha y con el tiempo no llegó a

afectarme porque me dediqué al estudio y hacer las cosas que tenía que hacer. Como si

fuera un perro que uno entrena (…) callar y hacer las cosas”

Rolando

“(…) ella me echó de la casa, yo me pasé a la parte de arriba del consultorio. Mientras

me acomodaba, saqué un préstamo al banco para hacer la casa nueva para que ella
183

hiciera un negocio de medicina alternativa (…) callaba esperando que algún día ella

cambiara.”

Rolando

Ambas escenas reflejan una misma dinámica ante el ser amado, por lo general se reprimía la

expresión del malestar y se trataba de desviar la frustración y la energía en otras actividades

relacionadas con lo económico y profesional. Queda claro que la expresión de afecto es escasa y en

consecuencia se utilizan otros recursos en su lugar.

El poco interés a las necesidades del otro y el aislamiento son otros elementos asociados a

la dinámica infantil ya que son consecuencia de la limitada habilidad empática desarrollada. Según

A. Miller (2001) al niño/a se le obliga a callar el sufrimiento y consecuentemente se disminuye su

capacidad de expresión y reconocimiento del daño vivido. Por lo que cuando se llega a la edad

adulta la violencia -dentro del vínculo de pareja- no se percibe como aversiva o dañina y no pueden

comprender la razón del dolor, la frustración o tristeza en el ser amado.

De forma similar la ambivalencia hacia las figuras de cuido se elabora en la edad adulta

mediante las vinculaciones paralelas y la paranoia por una tercera persona. La obligación para el

niño consistía en idealizar al agresor a pesar del daño recibido lo cual era una tarea imposible dado

que existían elementos claramente aversivos –insultos, humillaciones y golpes-. La alternativa a

esto fue el mecanismo de proyección, en donde todo aquello aversivo del ser amado tenía que

desplazarse a otras personas o situaciones. Posteriormente, en la vida adulta, se proyectan estos

contenidos sobre la imagen de un Tercero o sobre otro vínculo con otra mujer. Lo anterior se refleja

cuando la totalidad de los hombres hicieron elaboraciones en donde transferían la “culpa” o razón
184

de fracaso a otra persona –se consideraba al vínculo de pareja como víctima de la intromisión y

aprovechamiento de otras personas-.

“(…) cuando me pegaban sentía como que mi papá era malo; después comprendí que él

no lo era (…) me di cuenta que él no tenía la culpa (…) porque yo era muy desobediente

con mi mamá.”

Eliseo

“El problema fui yo, el matrimonio lo disfrutamos muy poco (…) con la otra mujer nos

conocimos en el trabajo y a mí me gustó (…) pero un día mi esposa me pescó (…) fue

también culpa de la amante, estaba en un momento difícil y ella se aprovechó y se metió.”

Eliseo

Por último se perfila que dicha reedición de las dinámicas infantiles acontecen en la vida

adulta de pareja debido a los fuertes montos de represión que traen intrínsecamente y la consecuente

dificultad de verbalización y conscientización de los hechos. Muchas reacciones precríticas estarán

destinadas a repetirse si no se accede a espacios de reflexión, análisis y expresión subjetiva de esta y

otras vivencias traumáticas –hacer consciencia mediante la palabra de aquello que se ha callado-.
Resumen 3.1
185
Resumen 3.2
186
187

¿Y ahora qué hago?: Fantasías y ansiedades durante el periodo de Crisis

y la ruptura del vínculo de pareja.

La crisis es un periodo crucial en el desarrollo de los procesos subjetivos, anuncian posibles

cambios y puntos de ruptura de diferentes psicodinámias así también implica restructuración pero al

mismo tiempo caos y catástrofe. La crisis conlleva al agotamiento de los recursos personales,

amenaza la integridad y el bienestar al mismo tiempo que asegura el desarrollo del Sujeto y sus

habilidades para la vida (Erickson, 1985; Slaikeu, 1996; Rocamora, 2012).

En el presente capítulo se analiza la dinámica que acontece durante los periodos críticos en

los hombres del estudio, se describe el proceso de pérdida y destrucción de lo cotidiano así como la

interacción que acontece con el mundo externo.


188

Sobre el contexto de llegada a la crisis.

Este periodo, en la totalidad de los casos, es cargado con grandes montos de significado por

lo que ha sido descrito como un punto de quiebre en donde la cotidianidad cambia bruscamente.

“(…) en mi vida no había experimentado algo tan feo, una tristeza tan grande; una

desilusión; no quería hacer nada. El problema es que se encierra uno en ese bache y no

quiere salir usted de ese hueco; porque le falta esa otra persona (…)”

Eliseo

El punto de llegada a la crisis se presenta con la separación de la pareja y la salida del

recinto familiar de ahí que frecuentemente se escuchan frases como “ya no te quiero”, “váyase a

vivir a otro lado”. Las diferencias de la crisis y los procesos précríticos son la apreciación subjetiva

que hacen los hombres sobre la capacidad de controlar la convivencia de pareja, es decir, el

contraste reside en mantener la fantasía de control de la situación y es la creencia de poder hacer

que la pareja “siga viviendo bajo el mismo techo” que ellos. Al caducar esta fantasía de control los

hombres ingresan en procesos cargados de malestar y disforia que acorde a Slaikeu (1996)

desencadenan crisis en otras situaciones y contextos.

Cuando se pierde el espacio de convivencia los hombres experimentan varias situaciones de

crisis, las cuales se enumeran a continuación:

 Crisis de pareja: el proyecto de convivencia y simbiosis se cuestiona de modo que no hay

certeza que del futuro de la pareja ni de su deseo y amor mutuo.


189

 Crisis individuales: aparece a nivel subjetivo en la herida narcisista y los ideales del yo se

destruyen. El mundo interno empieza a transformarse de ahí que se pierde la sensación de

seguridad y control sobre el mundo exterior.

 Crisis Laborales y con otros vínculos: acontece al poco tiempo de iniciada las dos crisis

anteriores, debido al deterioro del Yo y la substracción al mundo interno (Carusso, 1989),

se descuidan las responsabilidades laborales y otros compromisos como el cuido de los

hijos/as. Esto igualmente crea conflicto en las relaciones sociales y en ocasiones se

concretiza con el despido.

 Otras crisis no resueltas: Se revive el malestar y el recuerdo de otras situaciones y duelos

no elaborados por consiguiente algunas de las situaciones más comunes son los

sentimientos de culpa por la pérdida de una relación de pareja anterior, por la pérdida de

algún ser querido y situaciones similares.

“Me afectó todo (…) estaba inseguro, inestable, sin un norte, emocionalmente como me

siento ahorita, decaído, sin ganas. (…) me acordé de lo que pasó con Marylin y Clara y

como lo arruiné todo de nuevo (…)”

Juan E.

Al inicio el primer mecanismo utilizado durante la crisis es la fantasía de omnipotencia, los

hombres del estudio tratan de minimizar el malestar subjetivo y darle continuidad a sus vidas como

si se tratara de un hecho sin importancia o de poca gravedad. Algunos evitaban hablar de esto con

sus familiares y amigos; otros se dedicaban a evitar el contacto y expresión de emociones como el

dolor, la tristeza y la frustración. Igualmente evitaban hablar de la situación y en su lugar emergían


190

actos y comportamientos autodestructivos que ponían en riesgo su propia integridad como el alto

consumo de alcohol, uso de drogas ilícitas y conducción temeraria.

“(…) todo lo que yo he vivido y ni siquiera mi mamá, ni mi papá ni mis hermanas se han

dado cuenta de eso; nada más que terminé y listo (…)”

Eliseo

Posteriormente al ser amado se le minimiza y desprecia por haber sido abandónico, se

fantasea con la capacidad de hacerle daño, de igual forma se introyecta esta fantasía de destrucción

sobre el Sí-mismo y se trata de derrumbar aquello de carácter subjetivo que le recuerda el vínculo

que lo une con la pareja. Al inicio no existe la aceptación de la crisis y del problema de modo que la

fantasía de omnipotencia facilita desviar la atención sobre el dolor y focalizarse en las represalias.

“(…) y yo pensaba que era raro y la notaba distante y yo pensaba que algo le pasaba a

esta chavala (…) y yo decía que si tenía que irme me iba; yo decía eso, como macho (…)

ultimadamente si tengo que irme ella lo va a lamentar (…)“

Roberto
191

La catástrofe del Yo y del mundo interno.

Durante el proceso de separación y pérdida de la relación de pareja, la fantasía de

omnipotencia decae y en su lugar se establecen otros procesos psíquicos asociados al malestar. I.

Carusso (1989) define a este proceso como “catástrofe del Yo”, el cual es un periodo en donde las

personas experimentan la pérdida de elementos constitutivos de la identidad del Yo y del narcisísmo

-ideales del Yo-.

En los casos analizados resalta la forma drástica y dramática en que irrumpe este proceso en

sus vidas de modo que se carga de grandes montos de violencia y su cotidianidad cambian de forma

tajante. Para muchos de los entrevistados la ruptura implicó no tener un lugar en donde vivir,

escases de dinero y demás limitaciones materiales, igualmente implicó conflictos con terceras

personas.

El proyecto de vida se desarticula en cuestión de días ya que no encuentran razones para

mantener un trabajo, continuar con estudios y otras metas que deseaban para un futuro. Es un

proceso nihilista de destrucción y vacío de todas aquellas representaciones que formaban parte del

mundo interno de estos hombres. La destrucción no fue progresiva sino que fue total y devastadora

a tal punto que ellos no notaron su llegada.

“(…) no lo vi venir y después de eso yo me sentía el hombre más desgraciado de todos,

hasta cuestioné seguir con la vida, porque pensé que ella era mi vida. Todo lo que

tenemos es por ella; mis hijos, el progreso económico, la casa y todo, los nietos, todo

giraba en torno a ella; el centro de atracción de todo era ella.”

Octavio
192

Los hombres experimentaban culpa, vergüenza e ira por lo que muchos de ellos se

reprocharon esta situación e intentaron volver al estado anterior. En algunas ocasiones llamaban a

sus exparejas, hablaban con sus hijos e hijas y realizaban varios acercamientos para poder volver a

su casa pero la negativa de las exparejas fue constante y definitiva.

Esta situación se prolonga por mucho tiempo –meses- y trae consecuencias a nivel somático

que simbolizan la pérdida del ser amado de ahí que al dimensionar el quebranto del vínculo estos

hombres también pierden el apetito, el sueño, peso corporal y cabello; su estado de ánimo decae -

hipobulia-, se enferman con mayor facilidad –padecimientos gastrointestinales y cefaleas.- y

aparecen alergias. Tanto el cuerpo como las representaciones psíquicas mueren lenta y

conjuntamente ante un malestar que es callado y censurado de forma prolongada.

Acorde a J. Lemaire (1986) y J. Puget (1998) la pareja nutre de forma sustancial la imagen

que tiene el Sí-mismo de su propio Yo, es decir, eleva la autoestimación (Freud, 1914a) pero al

mismo tiempo hace que dependa este de la otra persona.

“En la vida erótica el no ser amado disminuye la autoestimación, y el serlo, la

incrementa. Ya hemos indicado que el ser amado constituye el fin y la satisfacción en la

elección narcisista de objeto. (…) La dependencia al objeto amado es causa de

disminución de este sentimiento: el enamorado es humilde. El que ama pierde, por así

decirlo, una parte de su narcisismo, y solo puede compensarlo siendo amado.”(p. 10)

S. Freud (1914a)
193

La consciencia de la pérdida de pareja trae consigo la consciencia de la muerte (Carusso,

1989), por tanto es la pérdida de un sinnúmero de elementos que fueron construidos durante mucho

tiempo en conjunto con la pareja. Se pierde gran parte del mundo interno y al mismo tiempo de

aquello que es intersubjetivo como los proyectos de vida, la fantasía de simbiosis y completitud, la

sensación de protección y seguridad.

La desorganización del Yo fue tan desbordante que regresa al sujeto a estadios primitivos

de vinculación como la posición Glisco-cárica planteada por J. Bleger (1962), en donde no existe

diferenciación entre el Sujeto y el Objeto de amor. En la mayoría de los casos no se sabe cuáles

fueron las causas, se gestan explicaciones y se cree saber lo que la pareja puede pensar ante la

separación. Lo inestable e inesperado de la crisis trae consigo el paso de un estadio a otro de forma

constante, de la posición Glisco–cárica a la Esquizoparanoide y de esta a la posición Depresiva y así

sucesivamente.

La totalidad de casos presentan grandes montos de culpabilidad a los pocos días de iniciado

el proceso de separación de ahí que remarcan y rumean la propia falta y se especula sobre cuáles

fueron las razones por las que se dio la separación. En la mayoría de los casos surge angustia ante la

pérdida y le atribuyen la causa de este proceso a situaciones como relacionarse con otra mujer en

plano sexual, ejercicio de violencia, poca intimidad y pasión en la relación, discusiones y

desacuerdos, embarazos no planeados, fracasos propios en el trabajo y otros proyectos de la vida.

La separación es interpretada como el castigo por haber hecho daño a la persona amada y

la culpa es reflejo de no haber cumplido con las exigencias de sus parejas.

“(…) prácticamente cuando me lo dijo por teléfono, que se iba de la casa (…) me monté

a la moto y me vine, ni siquiera había llegado y una desesperación en el teléfono, yo sentí


194

un vacío y pensé - tome por hijo de puta- porque lo primero que se me vino a la mente fue,

ojo por ojo, clavo saca otro clavo; (…) honestamente me sentía culpable (…)”

Octavio

El considerar la separación un castigo implica revivir escenas de violencia infantil, en

donde al no obedecer los deseos y demandas de la madre o el padre se sufre del dolor. Casos como

Eliseo y Juan E. parecen indicar que a mayor violencia vivida en los vínculos primarios mayor es la

violencia y los comportamientos autodestructivos dirigidos hacia el Yo durante los procesos de

pérdida y duelo de pareja en la edad adulta. La violencia y el castigo son introyectados en la

instancia psíquica del Superyó (Freud, 1923) y emergen en la edad adulta al convertirse en

comportamientos autodestructivos, ideaciones y gestos suicidas (Zúñiga, 2012). Como se mencionó

en capítulos anteriores la violencia se naturaliza e introyecta siendo esta una especie de penitencia a

pagar, para ser cuidado y protegido se tiene que sobrellevar el daño físico.

En síntesis, la catástrofe del Yo resalta por la psicodinámia del malestar en donde se calla

y se silencia al mismo tiempo que se acentúa y eleva por medio de comportamientos

autodestructivos. No solo se revive la pérdida y el daño actual con la expareja sino que también

proyecta las pérdidas y daños hechos al Si-mismo desde la infancia. El siguiente esquema describe

la dinámica caótica de este proceso de crisis en donde se transita de uno a otro estadio, la forma no

es secuencial ni tampoco ascendente y se puede expresar en lapsos breves.


195

Diagrama 10
196

La psicodinámica con el Objeto de amor durante la crisis.

En el periodo de crisis la ambivalencia hacia la pareja describe en su totalidad la amplia

gama de sentimientos, fantasías y ansiedades que experimentaron los casos estudiados de ahí que

implicó la lucha dialéctica entre el amor –pulsión de vida- y el odio –pulsión de muerte- presentes

durante todo el proceso de crisis y durante la elaboración de duelo posteriormente.

Cuando acontece la separación de la pareja se edifican dos procesos:

 Creación y re-fusión con el Objeto: Este proceso se describió ampliamente en el capítulo

anterior al hacer referencia a la colusión y los intentos reparatorios en la pareja; se presenta

de forma constante no solo durante la precrisis sino dentro de la misma crisis y el proceso

posterior de elaboración del duelo. Retrata los intentos de re-idealización del vínculo y un

retorno a la fantasía de fusión con el Objeto amado. Si se lograra la superposición de este

proceso sobre el segundo la crisis tendría una resolución que permitiría el retorno a la

convivencia y perduraría la vida de pareja (Lemaire, 1986). Los casos analizados describen

un estado de enamoramiento y representan a la pareja como “el amor de la vida”, “la única

que lo acepta como es”, “por quien daría todo”. Los hombres expresan gratitud y

dependencia hacia el ser amado y ansiedad ante la pérdida al mismo tiempo, por lo tanto

atienden al cuido y las demandas de la pareja- prevalece la posición Depresiva de M. Klein

(1937)-.

 Destrucción y separación con el Objeto: Este proceso se presenta intensamente durante la

crisis y por lo general se sobrepone en varios momentos al primer proceso. La mayoría de

los hombres del estudio experimentan enojo y se articula la fantasía de omnipotencia y daño

hacia la pareja, en muchas ocasiones se materializa por medio de ofensas verbales y


197

violencia patrimonial –destrucción de posesiones y daño a la residencia entre otros.- El ser

amado que consolidaba la imagen narcisista ahora cumple la función opuesta, según

Carusso (1989) “la supervivencia del otro es una ofensa narcisista” y por consiguiente la

destrucción y denigración de la pareja son consideradas las únicas formas de sanación de la

herida narcisista. Si este proceso perdura el desenlace llevaría a la muerte del vínculo y al

inicio del proceso de elaboración del duelo -prevalece la posición Esquizoparanoide de M.

Klein (1937)-.

La ambivalencia de ambos procesos se presenta de forma invariable en todos los casos y

expresa la escisión y la regresión a estadios anteriores de modo que los sentimientos de amor y odio

pueden ir y venir en intervalos de días e inclusive horas. El producto es el malestar por tratar de

integrar una situación psíquicamente ambigua -no saben si percibir a la expareja como fuente de

seguridad y protección o como una amenaza-.

Para ambos procesos la resolución es diferente, en el primer caso –Creación y Re-fusión-

los hombres, de forma progresiva, comienzan a desplazar toda su energía hacia otros vínculos

cercanos –hijos/as, hermanos/as y padres.- debido a que la separación de pareja aconteció y a la

negativa de un posible acercamiento o colusión de pareja. Por lo tanto empiezan a dedicar más

tiempo al cuido y a la atención de los mismos, por lo general la mayoría de los vínculos elegidos

son los hijos e hijas y algunos miembros de la familia de origen los cuales se caracterizan por haber

recibido cuotas significativas de agresión y haber estado en conflicto por mucho tiempo.
198

“Después de eso me encontré una hermana mía (…) teníamos dos años de no hablarnos y

nos dimos un abrazo como si no hubiera pasado nada, y lo necesitaba; donde la vi me

alegró (…) yo le di un abrazo y me dijo -mi hermanito como te he extrañado-; después de

eso todas mis hermanas se comunicaron conmigo; ahora llevamos una relación (…)”

Octavio

La reparación de los vínculos cercanos es una especie de sublimación de la pulsión de vida

ya que al no poder fusionarse con la pareja se buscan Objetos substitutos a los cuales catectizar o re-

catectizar. En el caso de los hijos e hijas la reparación y el acercamiento toma una psicodinamia

más compleja ya que los hombres homologan el malestar de los hijos/as –por la separación de sus

padres- al malestar propio que se experimentó en la infancia. La reparación del vínculo con los

hijos/as simboliza la propia reparación deseada por los hombres hacía si mismos durante la infancia

y adquiere así un carácter proyectivo.

“Me preocupaban mis hijos, me sentía triste, porque yo pensé que yo los amaba (…) yo

me di cuenta que estando en la relación yo no los valoré tanto como los valoro ahora.

Entonces me daba por pensar de que no iban a estar conmigo siendo tan pequeñitos (…)

Entonces yo decía -aquí yo tengo que mejorar- (…) no quiero que mis hijos sufran como

yo sufrí cuando tenía su edad”

Eliseo
199

En el segundo proceso –Destrucción y separación- los hijos e hijas también ocuparon un

lugar particular en la dinámica ya que en varios casos –tanto la madre como el padre- trataban de

socavar información sobre la expareja y al mismo tiempo los descalificaban en sus acciones. Los

hijos/as eran un terreno común en la disputa en donde los padres trataban de convencerlos sobre la

culpabilidad del progenitor contrario por lo que de esta forma se accedía a parte de la fantasía de

destrucción del ser amado.

“(…) los primeros días pasaba a recoger a mis hijos para llevarlos a la escuela, pero yo

no pasaba por ellos, yo pasaba para verla a ella y ver que hacía, estaba obsesionado (…)

la ex les dijo a ellos que me dejaba porque yo la ahogué, que yo la celaba, que nunca la

dejé en paz, que nunca la dejé crecer como persona, que ella nunca pudo trabajar porque

yo no la dejé, que no se ponía la ropa que le gustaba porque yo no la dejaba (…) yo

también les hablé mal de su mamá en su momento”

Eliseo

La pulsión de muerte se elabora en varios escenarios de modo que al inicio se trata de dañar

al Yo y al cuerpo a través de comportamientos autodestructivos y de forma paralela la energía

también se destina hacia la expareja y posteriormente hacia terceros como familiares o bienes

materiales. El proceso concluye posteriormente en la etapa de duelo que se explicará ampliamente

en el siguiente capítulo.
200

La cristalización de la crisis

A este punto se ha analizado el periodo agudo de la crisis, en donde los hombres perdieron

el control sobre su situación de vida y trataron de buscar la estabilidad anterior. El siguiente

diagrama retrata la secuencia del proceso vivido por los hombres antes, durante y después de la

separación de pareja.

Diagrama 11

El punto más alto del diagrama refleja la intensidad de los síntomas y del malestar sin embargo la

dinámica se caracteriza por ser mucho más irregular y presentar periodos de mejora momentánea así

como de recaída.

Diagrama 12
201

La palabra crisis viene del griego κρίσις (Krinein) y su significado se relaciona con la

ruptura y el cambio de las cosas (Rocamora, 2012), dentro del proceso se espera que el curso del

malestar se aminore conforme pasa el tiempo y a su vez se pueda hacer ajustes que eviten futuros

conflictos y retornar así al momento previo del quiebre (Slaikeu, 1996; Rocamora, 2012 y Lemaire,

1986). Acorde a lo observado en los casos, este periodo tiene la singularidad de ser prolongado y

determinado por elementos externos de modo que la búsqueda de la estabilidad es escasa y se

caracteriza por la pasividad de los hombres y la disposición a resistir el malestar.

El resultado de este proceso revela la prolongación del malestar por periodos alarmantes

que van desde meses que pueden sumar más de un año de ahí que la mayoría de los hombres

esperaban que la crisis terminara por sí sola, no pedían ayuda ni tampoco hacían cambios ante los

acontecimientos

Diagrama 13

Se propone el término “cristalización de la crisis” para describir este fenómeno en donde

los hombres se inmovilizaron ante la separación y la precrisis de pareja. La palabra “cristalización”

se toma de la química (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 2001) y explica el

proceso de transformación de un fluido o gas a un estado sólido en forma de cristal. El concepto

anterior pretende ilustrar como las dinámicas de pareja iniciales –idealización y luna de miel- se
202

transforman en reacciones precríticas que contienen a su vez patrones de interacción rígidos y

monótonos. A pesar de estar en un periodo de “ruptura” no hubo cambio o fluidez en su

comportamiento y por lo general esto los llevó a soportar grandes montos de malestar.

Los hombres no gestionaron su crisis hasta que fueran muy graves los daños o si estuviera

en riesgo la vida de ahí que en muchas ocasiones el deterioro físico era evidente e inclusive algunos

traían consigo diagnósticos relacionados con episodios leves de depresión, estrés y ansiedad de

varios tipos. En otros casos aumentó sintomatología e incidencia de enfermedades cardiovasculares

y gástricas.

“(…) fueron dos o tres meses de dolor, bajé siete kilos (…) yo no comía porque no me

daba hambre, yo no lo podía creer (…) me daba miedo, no aceptaba que ella estuviera

con otra persona y al final no hacía nada”

Eliseo

“(…) me dolió, me tire al suelo (…) era pura frustración, dolor e impotencia (…) le suda

a uno el cuerpo, le sudan las manos, un ardor en el estómago, bilis, una ansiedad de

saber dónde está y enojo (…)”

Octavio

“Mi estado físico se deterioró, al poco tiempo perdí catorce libras de peso, me daba

diarrea, comía y tenía que ir al baño, pasé mucho tiempo así.(…) No dormía bien, cuando
203

me llegaba mucho trabajo me permitía no pensar en situaciones financieras y

sentimentales, me refugiaban eso para esconderme.”

Rolando

En la mayoría de experiencias previas –pérdida de otras parejas significativas- se mantuvo

la crisis en su apogeo por mucho tiempo hasta que llegó a escena una nueva pareja mujer; en esa

circunstancia el malestar parecía disminuirse y un nuevo ciclo de enamoramiento iniciaba. Lo

anterior sugiere que los recursos utilizados para sobrellevar la crisis emergen de terceras personas y

de momentos imprevistos, al parecer casos como el de Juan E. retratan poca elaboración del proceso

lo que explica la repetición de muchas de las dinámicas y fantasmásticas posteriormente.

Por último, se considera que el aislamiento, la naturalización de la violencia y la poca

expresividad de emociones son componentes que mantienen la dinámica de la crisis cristalizada y

en consecuencia sustentan la represión del malestar que deviene del dolor de la pérdida. Esta

situación se puede asociar con los altos índices de riesgo de muerte y daño que viven los hombres
204

cuando se encuentran separados en comparación a los que están casados o tienen una pareja

estable (Stenberg, 1990).

Las crisis humanas son procesos de adaptación que fortalecen al sujeto y promueven la

concientización del contenido reprimido, si estos acontecimientos no generan lo anterior los

resultados serán más devastadores y dañinos que las causas que lo iniciaron.
Resumen 4.1
205
Resumen 4.2
206
207

Gastar el Dolor: La elaboración del proceso de duelo y la reorganización

de la vida cotidiana

“La muerte no existe en contraposición a la vida

sino como parte de ella.” (p. 37)

Haruki Murakami (1987)

El término duelo ha sido ampliamente utilizado en los trabajos de psicología científica

desde hace un siglo atrás (Freud, 1917b), sin embargo la palabra tuvo primero su asidero en la

sociedad y la cultura por lo que su significado y connotación tienden a variar de idioma a idioma.

En la lengua española la palabra duelo hace referencia etimológicamente a “dolor o sufrimiento”

(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 2001), sin embargo engloba otros

procesos psicológicos que se encuentran concatenados y diferenciados entre sí.

Tradicionalmente el vocablo comprende a tres procesos y circunstancias diferentes a nivel

psicológico, según W. Worden (2002) estas dimensiones pertenecen a las palabras en inglés

“Grief”, “Bereavement” y “Mourning”. A continuación se explica cada una de ellas y la forma en

que se utiliza en el capítulo su término homologable en español:

 Grief: esta palabra denota el dolor y el malestar que experimenta la persona al darse cuenta

de la pérdida de aquello que se ama. Es la catarsis inicial que en la mayoría de los casos se

concatena con las reacciones de la crisis de pareja por separación. Se diferencian de la crisis

de pareja por el concepto de “Aceptación” en donde la persona asiente la pérdida y lo


208

definitivo de la misma. Se utilizan palabras como “dolor”, “sufrimiento” y “malestar” para

referirse a este concepto durante el presente capítulo.

 Bereavement: el término tiene la finalidad de ubicar temporalmente al proceso de malestar

y dolor –grief- descrito anteriormente. Es un periodo de desorganización en donde emergen

diferentes emociones, pensamientos y acciones que se cargan de significado a nivel

individual. Se asocia con la concientización de la pérdida y la dimensión de los daños. Se

utiliza el término “Duelo” o “Periodo/Proceso de duelo” para indicar este aspecto del

fenómeno estudiado.

 Mourning: Define el proceso posterior en donde la persona trasforma y resignifica el dolor

experimentado anteriormente. El cambio se delimita por la disminución de la abreacción y

la catarsis e implica la reinversión de las energías psíquicas en otras actividades que

comúnmente están delimitadas por rituales y pautas culturales. El término suele ser

traducido como “Luto” ya que envuelve actos simbólicos y un periodo posterior de

organización de modo que en el presente capítulo se utiliza la palabra “Elaboración del

duelo” para hacer referencia a este proceso y señalar el carácter activo del mismo.
209

Sobre la dialéctica del proceso del duelo, el espectro y sus polaridades.

El proceso de duelo se caracteriza por la posición del sujeto ante su malestar, las acciones,

ansiedades y fantasías que este asume en los diferentes momentos (Worden, 2002). El curso de este

proceso no es regular ni secuencial y por lo general el sujeto experimenta diversos comportamientos

y emociones de forma paralela y ambivalente. La elaboración de este fenómeno psicológico es de

características dialécticas ya que tiene una serie de elementos contrarios que dan sentido de

transformación y movimiento; a continuación se enuncian algunos ejemplos.

 Preservación contra Destrucción: Hace referencia a la transformación de la fantasía de

fusión en la pareja así como todos aquellos elementos cargados subjetivamente durante el

vínculo. Por ejemplo, la renuncia a concretizar proyectos comunes que quedaron pendientes

como la construcción de casa, planes de viaje y procreación de hijos/as.

 Negación contra Aceptación: Corresponde a la percepción de la pérdida y abarca las nuevas

circunstancias que han cambiado recientemente. Por ejemplo, el nuevo rol de paternidad y

régimen de visitas o el nuevo vínculo de amor de la expareja.

 Manía contra Depresión: Corresponden al uso de la energía psíquica y el curso de las

fantasías y ansiedades correspondientes. Por ejemplo, la fantasía de omnipotencia como

búsqueda compulsiva por otros vínculos o la ansiedad paranoide como la dinámica de

competencia con un posible Tercero –nuevo vínculo de amor de la expareja-

 Esperanza contra Desesperanza: Describe la expectativa y el anhelo de reparación del

vínculo de pareja. Por ejemplo, la anuencia por agradar a la pareja y obtener su perdón, la

resistencia a realizar nuevos proyectos de vida de forma individual y los intentos de volver

a convivir con expareja bajo el mismo techo.


210

El ser un proceso de curso dialéctico implica constante movimiento de los diferentes

elementos, es decir, un vaivén en las reacciones, fantasías y ansiedades. Esta situación refleja

también el concepto de crisis ya que pasa de un estado previo, en relativa estabilidad, a uno en

constante movimiento y cambio para luego volver a estar en un proceso de estabilidad (Slaikeu,

1996). La confrontación de cada elemento y su contrario gestan al tiempo posterior la “Integración”

o “Síntesis” que en su efecto es el concepto de Elaboración del duelo y pretende ser la

concretización del cambio y una nueva etapa.

Se propone el concepto “Espectro” para delimitar y organizar teóricamente el proceso de

duelo; según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2001) el término es

definido como un “continuo” en donde no se puede dividir sus componentes ya que su

configuración es progresiva y constante. Para ilustrar lo anterior se propone como metáfora las

siguientes imágenes que son varios espectros del color.

Diagrama 14

Al analizar al espectro se nota que no hay un único color, sino varias intensidades del

mismo; y permite ver cómo, de forma progresiva, un color se puede degradar en otras tonalidades

hasta alejarse del color inicial. De forma similar las acciones, estados emocionales, fantasías y

ansiedades se comportan en los procesos de duelo, es decir, son continuos que van, de forma

progresiva, moviéndose de un extremo a otro en busca de la estabilidad dentro de la crisis o en


211

efecto su transformación. Por ejemplo, en el caso de las fantasías de omnipotencia, el sujeto pasa

por un momento inicial en donde busca nuevas parejas para luego, en otro momento, aislarse y

renegar del vínculo; de ahí que ambas formas son manifestaciones diferentes de una misma defensa

maníaca y describen diferentes usos de la energía psíquica y la catectización de los Objetos.

La naturaleza dialéctica no se permite una categorización tajante debido a que el contenido

se encuentra en constante cambio, solamente se puede contrastar dichos procesos desde sus

extremos y contrarios. Por lo tanto a cada uno de estos extremos se les ha denominado como

“Polaridades” ya que se contrapone el uno con el otro y muestran una dirección contraria en la

evolución de la dinámica psíquica.

Diagrama 15

El proceso de duelo contiene múltiples aristas y dinámicas dialécticas por lo cual se ha

decidido disponerlos en dos grandes Polaridades, en donde la primera tiene características de tipo

“Maníacas y Compulsivas” y la segunda tiene características de tipo “Depresivas”. Cada una de

estas polaridades tiene elementos centrales que identifican logros o condiciones alcanzadas como la

aceptación de la pérdida, la expresión de emociones y la verbalización del malestar.


212

El espectro del proceso del duelo por pérdida de pareja: La polaridad maníaca y

compulsiva

Los procesos de duelo y su posterior elaboración requieren inicialmente la aceptación de la

pérdida de aquello con lo que se guarda un vínculo en común. En la totalidad de los casos dicha

aceptación pasa por dos momentos cualitativamente distintos, el primero de ellos se ha denominado

“Aceptación racionalizada” o “Aceptación parcial” y ocurre en los momentos posteriores en donde

se ha vivido en separación –por semanas o hasta meses que superen la suma de un año-. Los

hombres aceptaron la pérdida inicialmente de forma racional y la asociaron a sucesos como la firma

del divorcio, el retiro de todas las pertenencias de la casa donde convivían o una nueva relación de

pareja con una mujer. La apreciación es enteramente intelectual, aún continúan las fantasías de

omnipotencia y las defensas maníacas por lo que la expresión del malestar y la catarsis no

acontecen en este momento.

El inicio del proceso de duelo ocurrió desde la negación de cualquier emoción que indicara

vulnerabilidad y malestar, durante la separación se empieza a anticipar este proceso pero se hace

desde la omnipotencia. En todos los casos fue la pareja mujer quien decidió terminar con la

convivencia, la ruptura se consideró como desprecio o traición por parte de ella por lo tanto la

propia supervivencia y el control sobre las emociones eran demostraciones del triunfo personal ante

esta supuesta ofensa.


213

“(…) fui al gimnasio, andaba mucho en motocicleta, conocí a más gente (…) no quería

tener una relación de ningún tipo con la ex (…) yo quería que volviera y viera que soy

otra persona, no la que dejó destruida (…)”

Octavio

Esta polaridad del proceso de duelo tiene cualidades maníacas y compulsivas ya que trae

consigo un amplio repertorio de defensas que se repiten de forma apremiante para evitar el malestar

y el dolor de este proceso. Tras la pérdida y la sensación de vacío del mundo interno (Carusso,

1989) algunos hombres trataron de buscar un vínculo de pareja casi que de forma inmediata,

frecuentaron bares y centros nocturnos para sentir que la situación “ya había pasado”. El concepto

de pareja como refugio (Lemaire, 1986) se ilustra en estos casos y sugiere que la compulsión a la

búsqueda de pareja es un intento de subsanar la herida narcisista producto de la separación.

Junto a la búsqueda inmediata de una nueva pareja se articulan otras fantasías en donde los

hombres acceden a tener contacto erótico con mujeres pero al mismo tiempo evitan vincularse

afectivamente, creen que si se sienten “enamorados” e idealizan a una mujer se verán envueltos en

una posición vulnerable que los haría repetir la historia que vivieron recientemente con su expareja.

Lo describen como una “medida de seguridad” y lo demuestran en poco interés por compromisos,

palabras de desprecio y rechazo hacia la nueva pareja; estos comportamientos de tipo misógino son

en efecto desplazamiento y sublimación del odio y frustración que no pudieron expresar en el

momento de crisis y pérdida de la relación de pareja.

“(…) en ese momento no tenía muchas amistades porque solo estaba en la casa; pero

después empecé a mensajear y a salir con chicas (…) no quería enamorarme por lo que
214

me pasó con la ex (…) me podían llamar pero no me comprometía con ellas porque creía

que eran peligrosas (…) había más apertura al mundo, era el inicio.”

Octavio

Lo paradójico de esta situación radica en que la vinculación múltiple y compulsiva con

otras mujeres es una estrategia para no apegarse en una relación de pareja de modo que la constante

rotación refleja la resistencia al enamoramiento, sentir afecto y recibir cuido. Este escenario sirve

para desviar la atención sobre el malestar y se acompaña de comportamientos de riesgo como el

consumo de alcohol, de drogas, manejo temerario y demás.

La dinámica anterior refleja contradicciones en el discurso y los actos, desde la fantasía se

recalca desinterés y despreocupación por lo que pudiera hacer la expareja pero en la cotidianidad

mantienen el interés y tratan de monitorear lo que hace al preguntarle por ella a los hijos e hijas,

visitar el hogar en donde viven y ofrecer favores como pintar la casa o reparar una gotera. De forma

incongruente mantienen todavía interés pero lo niegan en ese momento, muchas de las

preocupaciones oscilan entorno a lo disposición de la expareja a iniciar una nueva relación con otro

hombre, algunas de las preguntas que realizan a los hijos e hijas son: “¿Tu mamá sale mucho de

casa? ¿A qué horas sale? ¿Sale sola o con las amigas? ¿Habla/mensajea mucho por teléfono?

¿Pasa mucho tiempo en la computadora? ¿Qué hace con todo el dinero que le doy a ustedes?

Junto a la fantasía de omnipotencia posteriormente aparecerá otra de tipo paranoide en

donde, al igual que en la precrisis, se le teme a un posible Tercero –otro hombre- el cual tiene las

mismas características que las planteadas apartados anteriores. Es posible que la compulsión por la

búsqueda de una nueva pareja sea contenido proyectado a modo de “celos proyectivos” en donde se

especula y asume que la expareja realiza lo mismo que ellos hacen –salidas por la noche y visitas a
215

bares-. En consecuencia tratan de monitorear la situación y compiten fantaseosamente con el

Tercero mediante alardes de su nueva condición de “soltería” y el supuesto bienestar alcanzado.

Por último esta condición de manía y compulsión se prolongó por periodos variables y

sirvió como único recurso para sobrellevar el inicio del duelo, la mayor dificultad reside en que este

es un momento pasajero en el proceso y la permanencia en este punto aumenta los

comportamientos de riesgo y el desgaste físico/psicológico de estos hombres. Igualmente no se

posibilitan espacios para el trabajo reflexivo en donde se pueda resignificar y traer a la consciencia

muchas de las situaciones de malestar y sus respectivas fantasmáticas.

La aceptación total de la pérdida y el Tercero como catalizador del duelo.

El otro momento de la aceptación se le ha denominado como “Aceptación emotiva” o

“Aceptación total” y acontece en circunstancias muy claras y poco variable ya que en la totalidad

de los casos sucedió cuando los hombres vieron que la expareja tenía una nueva relación de amor.

Literalmente al “observarla” con otro hombre -tomada de la mano o dándole un beso- los

entrevistados experimentaron mayor intensidad en emociones como la tristeza, frustración y enojo.

Al parecer este tipo de aceptación solo aconteció a través de la vista ya que ellos se mantuvieron

incrédulos ante comentarios de terceros y frases que ellas mismas decían: “Ya no te quiero” “Lo

nuestro terminó” “Lo mejor es que cada quien siga su propio camino”.

“(…) nunca lo acepté, yo dormía aparte y ella dormía con los chiquitos (…) la metí a un

curso de maquillaje profesional (…) yo sabía que salía a las tres del curso y cuando ella

llegaba a las seis yo le reclamaba y ella me preguntaba por qué le reclamaba si no


216

teníamos nada (…) ella salía y yo salía pero yo no salía en paz porque yo me imaginaba

que andaba con alguien (…) yo siempre pensé que era con ese mae porque a mí se me

metió en la cabeza (…) hasta que un día la seguí y la vi besándolo a la entrada de un bar.

En ese momento supe que la había perdido para siempre.”

Eliseo

La diferencia con el concepto de “Aceptación parcial” reside en que no media

racionalización alguna y la expresión de emociones ocurren por primera vez en el ámbito público, al

parecer el dolor y sufrimiento se externalizan y se comparten con personas cercanas. Después de

esto algunos de ellos lloraban en público de forma imprevista –labilidad emocional-, empezaban a

conversar más ampliamente con sus amigos sobre el tema y recordaban de forma nostálgica

momentos agradables que pasaron junto a ella. Se denomina como “total” debido a que integra

elementos tanto del pensamiento como del afecto de ahí que incluye la verbalización de aquello que

se siente y las ambivalencias conjuntamente.

Parte del contenido reprimido se hace consciente, en especial aquel que describe el interés

que aún mantenían por ella después de la pérdida por tanto la aceptación total permitió que los

hombres renegaran de lo perdido, los ubica en una posición diferente en donde la culpa tuvo un

lugar predominante. De forma paralela se reidealiza a la expareja, se valora como un “tesoro

perdido”, algo apreciado que se ha ido por su negligencia y por no expresar su deseo de volver.

Los hombres hicieron un recuento de la propia historia para poder entender en cual instante

aconteció la pérdida por lo que la conclusión, en la totalidad de los casos, reveló que fue hace

mucho tiempo atrás –años-.


217

Este tipo de aceptación desestabilizó por completo la fantasía de omnipotencia construida

previamente, en ese momento los hombres utilizaron su energía en poder dar una explicación a la

situación, buscaron confirmaciones de lo sucedido al hablar con amigos y familiares cercanos a la

expareja, destinaron tiempo a imaginar cómo habría hecho el Tercero para seducirla y de forma

simultánea sufrían de mucha angustia al imaginarla disfrutando y conviviendo al lado de éste.

“(…) me enojaba, me daba un ansiedad al no saber dónde está, yo me acostaba en las

noches y decía -¿Cómo le estarán haciendo el amor? ¿Dónde estará?(…) Seguro le está

cocinando al otro y los hijos en la casa están solos.”

Octavio

La “Aceptación total” ocurre con el ingreso de un Tercero y la visualización del mismo,

esta situación es bastante distintiva y plantea las siguiente interrogantes ¿Qué simboliza el observar

a la expareja con otro hombre? ¿Por qué los hombres aceptan completamente la pérdida hasta ver

esta escena? ¿Por qué el rechazo previo concretizado en palabras y actos no es suficiente para

aceptar totalmente la pérdida? ¿Qué contenido de esta escena desarticuló la fantasía de

omnipotencia y generó nuevos procesos?

Este suceso ha sido descrito como “impactante” e “inesperado” y al parecer da nueva

información al sujeto sobre la situación, es posible que responda a las preguntas que se formaban

durante la separación “¿Me habrá olvidado todavía?”, “¿Podrá querer a otro hombre después de

mí?”. Es común observar que los hombres trataban de predecir el curso de los sucesos y las

emociones de la expareja, se considera que muchas de las indagaciones hechas a los hijos /as y el

control ejercido trataban de dar respuesta a estas preguntas pero no lo lograban completamente. Las
218

palabras previas y el rechazo de la expareja no fueron suficientes para que llegara la aceptación

total, por lo general permitían la especulación y en muchas ocasiones los hombres lo asumían como

mentira.

Por lo tanto el ver a la expareja con otro hombre se puede considerar como una especie de

mensaje nunca antes dicho en donde los elementos que lo constituyen son el cuerpo y su uso como

el besar, el tocar y andar de la mano en público. Al ver esto, los hombres dicen que “no queda

duda” de las emociones y acciones de la expareja, la pérdida se asocia al verse desplazados por otra

persona y observar que comparte las mismas muestras de cariño que antes les eran exclusivas. El

expresar afecto hacia la nueva pareja en espacios concurridos reafirma el carácter público del

mismo y demuestra también lo explícito del comunicado por lo que es asumido como definitivo y

formal. El cuerpo y su uso son la letra con la que se escribe el mensaje y el ver que otro hombre

disfruta y goza con el cuerpo retrata el significado del mismo.

“(…) yo creía que tenía a otro y casualmente me lo comentaron mis hermanas y mi mama

(…) creía que eran mentiras, muchas veces uno no cree o no hace caso (…) al día

después que los vi la busqué y la enfrenté, le pregunté -¿Qué pasó? ¿Cómo que tienes

otra pareja? ¿Cómo me mentías en la cara? ¿Has tenido sexo con él? Tanto engaño que

hiciste, tantas cosas que le dijiste a los hijos, mejor hubieras sido honesta- (…) ella me

dijo -Estoy siendo honesta, ese hombre lo conocí estando fuera de la casa, después de que

terminamos- (…) yo le lloraba y le seguía preguntando- ¿Y nosotros qué? ¿Cómo vamos

a terminar así? ¿Por qué me haces esto? ¿Y qué va a pasar con nuestros hijos y nuestros

nietos qué?”(…) yo me le hincaba, le lloraba, ella me decía que no me pusiera así, que a

ella le dolía pero nada más, ahí todo se acabó.”

Octavio
219

Por último se ha decidido utilizar la categoría “Catalizador del duelo” para describir al

Tercero y las dinámicas anteriormente explicadas, el concepto se toma de la química y del proceso

llamado catálisis el cual es la aceleración de una reacción química con el ingreso de un elemento

ajeno en pequeñas cantidades (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 2001). En

el caso del duelo, la presencia de un Tercero como alternativa de pareja, aceleró el proceso de

aceptación de la pérdida y en consecuencia la expresión del malestar aumentó, decayó la fantasía de

omnipotencia y se accedió más fácilmente a psicodinámias propias de la polaridad contraria -

condición depresiva-. La evolución de cada caso fue distinta, los tiempos de permanencia en cada

polaridad variaron enormemente, sin embargo queda claro que tras la llegada del catalizador el

proceso cambia tajantemente y lo perfila hacia nuevas reacciones que conducen a la integración y

elaboración de la experiencia de pérdida; por lo general hace que los hombres renuncien a la

fantasía de fusión con la expareja y obliga a reinvertir dicha energía psíquica en otras actividades y

personas.

El espectro del proceso del duelo por pérdida de pareja: la polaridad depresiva.

Tras la llegada del catalizador y la aceptación total de la pérdida, el proceso de duelo

tiende a orientarse primordialmente en esta polaridad, por lo general muchas de las defensas

maníacas caen en desuso y el sujeto se ve envuelto en una encrucijada por adaptarse a las nuevas

condiciones y utilizar nuevas estrategias de reparación.

En la mayoría de los casos los hombres cesan de buscar una nueva relación de pareja y de

vincularse de forma múltiple con varias mujeres además dejan de frecuentar bares y centros

nocturnos por lo que se aíslan socialmente. El deterioro físico y el desgaste psicológico también se

acentúan en esta condición por consiguiente el consumo de drogas aumenta, hay ideación suicida,
220

labilidad emocional y alteración de los ciclos de sueño y apetito. De igual manera la dinámica del

malestar tiende a cambiar de modo que se verbaliza con mayor frecuencia y se utiliza la energía

psíquica en actividades orientadas a la comprensión de la situación. En síntesis, la sensación del

malestar tiende a aumentar por lo que la expresión y verbalización de mismo fue un recurso viable

para mitigar el deterioro.

“(…) después de ese momento pude hablar más fácilmente (…) y me dije -No me queda

otra que irme, está bien- (…) las cosas dolían más porque me dejaba sentirlas.”

Octavio

Esto refleja un proceso de cambio en la economía de la energía psíquica de los hombres ya

que contrasta ampliamente con la polaridad opuesta, es decir, en la polaridad de manía y

compulsión la energía estaba dirigida hacia el mundo externo y se evitaba el contacto con la

situación de malestar mientras que en este momento la energía se dirige hacia el mundo interno lo

que propicia mayor contacto con la experiencia de pérdida. La descatectización del mundo externo

y la pérdida de las defensas maníacas hacen que el sujeto se encuentre en un periodo de aislamiento

y anhedonia por lo que la vulnerabilidad al daño se puede concretizar en episodios de “acting out”

al causar lesiones de tipo físico o bien detrimento de la salud mental.

La permanencia de los procesos anteriores y el deterioro alcanzado obligaron a los hombres

a pedir ayuda y a buscar otros recursos para sobrellevar el malestar de ahí que la totalidad de ellos

acudieron al Instituto Wëm. Durante este periodo comentan percibir diferencias tajantes en el

trascurso del proceso del duelo de ahí que, en la mayoría de los casos, la expresión del malestar

pasó por la búsqueda y articulación de nuevas explicaciones que dieran sentido a los
221

acontecimientos. Se crea entonces un espacio para resignificar la pérdida y apreciar sus

dimensiones.

“Y una señora fue que me dijo que fuera a Wëm y yo empecé a ir (…) al inicio nada de lo

que me pasaba tenía sentido para mí (…) pero después de hablarlo tanto empecé a

entender mi errores y en lo que había metido la pata (…) eso me dio tranquilidad y paz.”

Eliseo

El trascurso de esta polaridad permite que los hombres ahonden en el significado y las

causas de la pérdida lo cual posibilitó la elaboración posterior del duelo. Algunas de las

explicaciones que se articularon alrededor de este momento fueron:

 Sobre el rol de proveedor: Se cuestionaron las diferentes fantasías en las cuales el

hombre provee materialmente y asume que por esto es amado. Lo definen como

“comprar” amor y describen cómo esta condición está presente dentro de las relaciones

con los seres amados.

 Sobre el desinterés hacia los problemas de pareja: asociado a lo anterior hicieron énfasis

en el acto de llevar dinero a la casa y las escasas manifestaciones de afecto hechas hacia

sus seres queridos. Hablan de cómo “compraban las soluciones”, es decir, ante cualquier

demanda o problema ellos daban dinero o bienes materiales con el objetivo de que esto

paleara el conflicto o cesaran las exigencias.


222

 Sobre la violencia vivida en la infancia y su relación con la crianza de los hijos/as:

verbalizaron el significado de las experiencias de violencia infantil y cómo se

reproducían las mismas en la crianza con sus propios hijos e hijas.

 Sobre la poca disponibilidad a la comunicación: Describieron el aislamiento y el silencio

que guardan ante los problemas de pareja y de forma similar lo asociaron con la

dificultad a la hora de expresar emociones.

 Sobre la violencia intrafamiliar ejercida: comentaron los diferentes actos de violencia

que ejercieron durante la convivencia de pareja por lo que hicieron consciencia de formas

de agresión que comúnmente son naturalizadas como la violencia verbal, patrimonial y

psicológica.

 Sobre sus propios intereses de reparación y retorno: articularon su demanda relacionada

con la posibilidad de volver a convivir con su expareja además de la fantasía de

omnipotencia y venganza hacia el Tercero. Expresaron emociones relacionadas con la

frustración y el enojo por lo acontecido así como la vergüenza y arrepentimiento por

haber hecho daño a la pareja y a sus hijos e hijas.

 Sobre sus propios miedos y reacciones ante la pérdida: reflejaron ansiedades

relacionadas con el miedo a no volver a encontrar una pareja o alguien que volviera

amarlos. Identificaron sus experiencias de abandono y asumieron tiempo en soledad.

Acorde a lo anterior, los espacios de reflexión dieron la posibilidad del desplazamiento de

la mirada de los hombres hacia su propia condición subjetiva, sus emociones, sus fantasías y sus

ansiedades. Lo anterior contrasta ampliamente con el inicio del proceso en donde la mirada residía

en las circunstancias externas al igual que en las situaciones que vivían otras personas como sus

exparejas, el Tercero, sus hijos e hijas.


223

El desplazamiento de la mirada o foco de atención permite preparar la llegada al proceso

posterior de elaboración del duelo y asimismo posibilita mayor consciencia y “claridad” en las

dinámicas de reparación y culpa experimentadas. Con el paso del tiempo ambas dinámicas

cambiarán igualmente de perspectiva en donde la causas de la pérdida tienden a ser distribuidas en

varios actores –el mismo sujeto, la pareja, otras personas y el trabajo- de ahí que la lógica de la

reparación se centrarán en comportamientos de autocuidado y protección hacia el mismo sujeto. Lo

anterior contrasta con el inicio del proceso en donde se asumía la autoría total de la pérdida y se

intentaba cuidar y proteger al ser amado.

“(…) al inicio daba todo por volver con ella y que me perdona (…) creía que todo era

culpa mía (…) Una amiga mía me dijo que fuera a Wëm y que ahí me iban a ayudar. Al

poco tiempo de estar en los grupos fue cuando comprendí que tenía que curarme y

sanarme yo primero (…) y que nada podía hacer para que ella cambiara de decisión.

Empecé a ver las cosas diferentes, no todo era culpa mía, tuve que tomar decisiones para

estar bien y ayudarme a mí mismo.”

Rolando

Durante esta polaridad el principio de realidad (Freud, 1911) se antepone ante el principio

del placer debido a la llegada a la consciencia de nuevo contenido, en efecto, muchas de las

fantasías y ansiedades previas decaen y en su lugar aparecen nuevos elementos a los cuales se

destinará la energía psíquica. El principio de realidad se refuerza al integrar las nuevas

elaboraciones e insights gestados en esta polaridad lo cual se traduce en la renuncia a la fantasía del

fusión y reparación del ser amado en la fase de elaboración del duelo.


224

Por último esta polaridad es igualmente paradójica que la anterior debido a que la expresión

del malestar y la reflexión en torno a la pérdida posibilitan procesos posteriores que alivian el dolor

psíquico, ayudan a la integración de la experiencia y fortalecen al Yo.

La Integración y el proceso de elaboración del duelo

Acorde a lo analizado anteriormente, la crisis por pérdida de pareja desorganiza al Yo y

causa que muchas de las representaciones del mundo interno y del ser amado se escindan y

desorganicen igualmente. Cada una de las polaridades reflejan el proceso de escisión y los diversos

intentos de estructuración de la experiencia de pérdida por lo que se tomó como base los conceptos

Kleininanos (Klein, 1937) de “Posiciónes” y se reelaboraron bajo en concepto de Espectro y la

dinámica del movimiento dialéctico intrínseco. Por lo tanto el devenir del proceso de duelo es la

lucha dialéctica de cada una de estas polaridades que engloban dentro sí fantasías, pulsiones,

ansiedades y psicodinamias en general.

La síntesis dialéctica de las dos polaridades anteriores implica la integración de ambos

procesos y además la transformación del contenido y el estado en que se encuentra la persona. En

los casos analizados, el proceso acontece en periodos variables y la conclusión del mismo solo se

puede observar una vez alcanzados la mayoría de los Criterios de resolución que se describirán en

la presente sección.

De igual forma el proceso de Elaboración del duelo está íntimamente ligado al término

“Integración” el cual es planteado por M. Klein (1937) para indicar la incorporación de elementos

aversivos y placenteros dentro de una misma representación del Objeto amor. En los casos

analizados, el proceso de integración no solo incluye la representación de la expareja sino que


225

también trae consigo a varias representaciones del mundo interno del sujeto. El momento inicial de

la integración acontece al nombrar el malestar, darle un significado, una explicación subjetiva e

incorporarlo a las diferentes representaciones de los Objetos del mundo interno.

“(…) después de esto aprendí muchas cosas (…) creía que podía andar con otra mujer y

que mi ex no podía salir con otro hombre (…) ahora me pregunto ¿Soy más que esa

mujer? ¿Qué tengo yo que ella no? Tanto puede ella como yo (…) aprendí a quitar esa

parte de mí (…) hay personas que me dicen que no soy machista. Si solo supieran lo que

he tenido que pasar para llegar a esto...”

Juan E.

La integración aconteció en Juan E. al aceptar que la expareja tiene una relación con otro

hombre y que la vinculación de pareja no es capaz de garantizarle la certeza de nunca ser dañado

narcisísticamente. El proceso también pasó por experimentar la ansiedad ante la presencia de un

Tercero y la frustración ante la impotencia de reparar el vínculo perdido. Se refleja la

transformación de una creencia, ansiedad o fantasía y en su lugar acontece una elaboración que

integra elementos aversivos y placenteros de la experiencia.

“(…) después de ver todo este me doy cuenta que si quiero tener una pareja tengo que

tratarla bien, chinearla (…) que en muchas ocasiones descuidé la relación y por eso

decidí buscar a otras mujeres (…)”

Juan E.
226

Esta síntesis instaura nuevas formas de aproximarse ante personas a eventos que alguna vez

le resultaron aversivos, permite flexibilidad en la interacción con los mismos y refleja la

disminución del malestar al ser verbalizado. Se aleja de la fantasía de omnipotencia de la polaridad

maníaca pero al mismo tiempo no se paraliza por la ansiedad paranoide ante la llegada de un

Tercero. De forma similar el extracto anterior refleja la integración de representaciones buenas y

malas tanto en el Objeto de amor como en el Sí-mismo.

Se muestra el siguiente cuadro para ilustrar las diferentes dinámicas, fantasías y ansiedades

presentes en cada una de las polaridades y las integraciones logradas por los casos estudiados.

Diagrama 15

A continuación se describe el resultado de cada una de las síntesis:


227

 Aceptación racionalizada contra Aceptación Emotiva: permite integrar procesos de

sentimiento y pensamiento dentro de la misma representación de un acontecimiento de ahí

que el sujeto adquiere la capacidad de expresar las emociones y deja de lado la represión de

la vivencia del malestar. Disminuye el uso de la escisión y la identificación proyectiva

como mecanismos para sobrellevar la experiencia de la pérdida.

 Malestar silenciado contra Malestar verbalizado: posibilita la reflexión y creación de

significado entorno a las maneras en que los hombres expresan el malestar así como

explican las causas de la pérdida. Promueve la expresión emocional y alivia algunas de las

secuelas de la “Ceguera Emocional” (Miller, 2001) producto de la violencia infantil.

 Fantasía de omnipotencia contra Ansiedad por la presencia del Tercero: Permite la

concientización de la propia vulnerabilidad por lo que promueve la utilización de

comportamientos de cuido y preservación hacia el Yo en lugar de las comportamientos

autodestructivos comúnmente observados, es decir, el proceso integra contenido sobre las

representaciones del Sí- mismo, lo hace más funcional y mejor preparado para sobrellevar

las reacciones ante la crisis.

 Fantasía de destrucción contra Fantasía de reparación del ser amado: La integración

acontece cuando ambas fantasías desaparecen y se descatectiza a la expareja. Se puede

observar cuando los hombres desvían su energía hacia otros proyectos y renuncian a

monitorear las acciones de ella. El resultado es la convergencia de las representaciones del

Objeto Bueno y Malo en una sola representación.

 Catectización contra Descatectización del mundo externo: La síntesis se produce una vez

descatectizada la relación con la expareja y al crear nuevos proyectos o retomar antiguos.

La diferencia respecto al momento inicial de la polaridad maníaca reside en que la

vinculación venidera deja de ser compulsiva y no es utilizada como defensa ante la

sensación de malestar.
228

 Principio del Placer contra Principio de Realidad: se renuncia a realizar las fantasías de

destrucción y reparación con la expareja –principio del placer-. Se sublima la energía en

otras situaciones y se buscan Objetos sustitutos –principio de realidad-.

Por último, la elaboración del duelo es un proceso dinámico en continua transformación y

movimiento, por esta razón nunca podrá considerarse agotado o finalizado. Lo que es la síntesis o la

integración pueden convertirse en tesis al encontrar su opuesto en un momento futuro. El proceso es

infinito y en espiral ascendente lo que significa que los sujetos pueden volver a experimentar cada

una de las polaridades en una nueva crisis por pérdida de relación de pareja. Acorde a E. Erickson

(1985) el curso del desarrollo del sujeto se da a lo largo de toda la vida y el motor de dicho

desarrollo son las crisis, así pues las pérdidas del ser amado traen consigo la posibilidad de

fortalecer al Yo y atravesar la fantasmática gestada en la infancia, si por el contrario no se logra

elaborar estas experiencias de duelo el resultado será la cristalización de la crisis en donde el sujeto

se habitúa al malestar, se exacerban la sintomatología neurótica y se vuelve más vulnerable ante las

demandas externas.
229

Duelo: la vida, el encuentro con la muerte y la esperanza

“Levantando la tapa de un gran vaso que tenía en

sus manos esparció sobre los hombres las miserias

horribles. Únicamente la Esperanza quedó en el

vaso, detenida en los bordes.” (p. 56)

Hesíodo (800 A.C)

Los procesos de duelo son encuentros con la muerte y la destrucción (Carusso, 1989) pero

al mismo tiempo conllevan su opuesto que es la vida y la creación; varios autores (Fonegra 2001;

Worden 2002; Bravo, 2000) han señalado que dicho proceso llega a su elaboración cuando se

supera el periodo de crisis y se reorganiza la vida cotidiana. Lo anterior significa que el sujeto

reconstruye su entorno como un intento de reparación tras la pérdida del ser amado de ahí que al

mismo tiempo puede sobrellevar el miedo a volver a perder a un ser querido.

En los casos de duelo por pérdida de relación de pareja el encuentro con la muerte es muy

diferente por lo que a continuación se enumeran algunas particularidades del mismo:

 Rituales y manifestaciones sociales: En la sociedad costarricense no existen

manifestaciones culturales institucionalizadas que marquen una transición o simbolicen la

pérdida de la relación de pareja como acontece con la muerte biológica.

 Lo reversible de la muerte: En la mayoría de los duelos la muerte es considerada como

irreversible y definitiva sin embargo esto no sucede en los procesos de duelo por pérdida de

pareja ya que es común observar que muchas parejas se reconcilian y vuelven a convivir
230

después de periodos de crisis. Por lo tanto no existe certeza total en cuanto a la pérdida se

refiere.

 La presencia física de lo perdido: tras la pérdida, muchos hombres mantienen el contacto

con su expareja debido a que aún guardan obligaciones en común como la crianza de los

hijos/as y deudas. Se diferencia del duelo por un fallecido ya que aquello que se pierde aún

continúa vivo e interactúa con ellos.

Las características anteriores marcan una diferencia tajante en el encuentro con la muerte de

ahí que posiblemente no guarden relación cercana con los demás procesos de duelo salvo aquellos

que I. Fonegra (2001) ha denominado como “duelos por un desaparecido” los cuales retratan la

desaparición de un ser querido y la incertidumbre de su regreso, por ejemplo personas perdidas en

un naufragio, en una excursión en la montaña o tras un desastre natural. Según esta autora, el duelo

por una persona desaparecida es de más difícil elaboración y de mayor duración a través del tiempo

(Fonegra, 2001) de modo que su causa reside en mantener la esperanza en que algún día retorne el

ser amado.

Al parecer la Esperanza tiene igualmente un lugar primordial en la elaboración de los

duelos por pérdida de pareja ya que ubica al sujeto en una condición de espera incierta pero al

mismo tiempo es un recurso ampliamente utilizado para sobrellevar el malestar en la crisis. En

varias de las situaciones los hombres del estudio abordaron este tema y aseguraron que la

posibilidad de volver a tener una relación con la expareja puede ser viable sin embargo afirmaron

que esta expectativa los mantendría todavía inmersos en el proceso de duelo y malestar.

“(…) antes pensaba en la posibilidad de volver con la ex (…) yo no puedo decir de esa

agua no beberé pero si sigo esperando no podré avanzar ni rehacer mi vida (…) ya está
231

definido de parte mía porque yo ya viví el luto (…) dejé de mendigarle amor (…) es difícil

empezar de nuevo con otra persona (…) antes pensaba que la ex iba a ser la persona que

estaría conmigo para siempre y a pesar de todo.”

Eliseo

La esperanza de volver con la expareja después de la pérdida, en algunos casos, tendió a

ubicar al sujeto en una condición pasiva, retardó la elaboración del duelo y prolongó la crisis. Al

parecer la elaboración del duelo requiere trascender esta condición y tomar una actitud más activa

en donde la esperanza sea desplazada por la pulsión de muerte. Es decir, los sujetos realizaron actos

como quemar y deshacerse de objetos que le recordaban el vínculo perdido para integrar y

simbolizar la renuncia a la fantasía de reparación y el retorno a la fusión de pareja; igualmente

evitaron frecuentar lugares y actividades que acostumbraban hacer con la expareja así como

cualquier otra situación que les hiciera recordar el vínculo perdido.

Todas las manifestaciones anteriores referían a la cotidianidad y a una nueva configuración

de la misma de ahí que la destrucción del recuerdo y la esperanza posibilitan la catectización de

nuevos Objetos y la resignificación de la vivencia de pérdida.

En síntesis, los procesos de duelo por pérdida de relación de pareja guardan características

distintivas en cuanto al encuentro con la muerte y la esperanza de recuperar lo perdido por lo cual la

elaboración del duelo se consolidará al sustituir la esperanza –pulsión de vida- por la pulsión de

muerte. El renunciar a la esperanza implica abrir paso para la reorganización de la vida cotidiana y

nuevos procesos de integración. Al igual que varias de las versiones del mito griego de Pandora y el

ánfora la esperanza puede ser considerada un bien o mal dependiendo de contexto y la espera que

esta simbolice (García, 2003).


232

La elaboración del duelo y la violencia infantil.

Los procesos de duelo por pérdida de pareja en la edad adulta repiten una serie de

psicodinamias gestadas en los vínculos primarios de la infancia. En estos casos la presencia de

violencia infantil configuró fuertemente la relación con el ser amado y al mismo tiempo delimitó la

formación de las representaciones del Sí-mismo, a continuación se repasan algunas de las

consecuencias a nivel vincular que fueron descritas en apartados anteriores.

 Erotización y Naturalización de la violencia: las humillaciones, el maltrato físico y

demás manifestaciones de violencia se asumieron como muestras de afecto y cuido por lo

que se consideraron el único medio para ser socializado. En la edad adulta la dinámica se

elabora al recurrir a comportamientos autodestructivos en momentos de crisis y pérdida

del vínculo con el ser amado.

 Idealización de agresor: se justifica la violencia infantil y al agresor por lo que se

idealiza su figura, se reprime la experiencia de sufrimiento y se suprime cualquier

expresión de odio o resentimiento hacia quien los agredió. En la edad adulta se elabora al

ejercer violencia hacia sus hijos, hijas y su pareja mujer de ahí que justifiquen sus

acciones y deseos por ser valorados al violentar.

 Pobre autoestimación y narcisismo deteriorado: La violencia en la edad infantil deterioró

la representación del Sí-mismo ya que los padres adjudicaron las causas del maltrato

cuando eran niños. Se gesta la dinámica Quid pro Quo en donde para ser merecedores de

amor tienen que sobrellevar la violencia y sucumbir a las demandas del ser amado. En la
233

edad adulta esta dinámica se reelabora por medio de la culpa ante la pérdida y las

fantasías paranoides hacia un posible Tercero.

 Dificultad para atender y cuidar del vínculo de amor: La única forma encontrada para

sobrellevar la violencia infantil fue la represión de la experiencia de violencia y la

sumisión ante las demandas de los progenitores por esta razón, en la edad adulta, los

hombres atienden de forma similar al vínculo, es decir, procuran ejercer el rol de

proveedor y suprimen la expresión de afecto y cuido hacia los seres amados.

 Poca expresividad de emociones: Cada vez que los hombres manifestaron el malestar o

se resistieron a la violencia y a los abusos durante la infancia fueron posteriormente

sometidos a mayores castigos y humillaciones, por esta razón la poca expresión de

emociones y la represión del malestar fueron algunas de las estrategias de supervivencia

utilizadas para sobrellevar la violencia infantil. En la edad adulta esta dinámica se

presenta con la negación/seudonegación de la crisis de pareja, la pasividad ante la

búsqueda de posibles soluciones y la poca verbalización del malestar ante la pérdida del

vínculo.

 Falta de empatía: Conforme a lo anterior, la poca expresión de emociones disminuye la

capacidad de comprender y reconocer las emociones así como el malestar en las otras

personas. Al reprimir el propio malestar se limitó la habilidad de verbalización del mismo

y consecuentemente, en la edad adulta, los hombres no dimensionaron los daños hechos

hacia sus hijos, hijas y parejas al ejercer violencia ni tampoco expresaron el malestar en

los momentos de crisis, de separación y pérdida.

Las consecuencias anteriores impactan directamente en la elaboración del proceso del duelo

en la edad adulta ya que se ha observado que los casos que han vivido más violencia infantil
234

también han sido los que más defensas maníacas utilizan durante la separación y la pérdida, de

forma simultánea, también son los casos cuyos procesos de elaboración toman mucho tiempo en

resolverse. Entre más violencia vivida más consolidados están los mecanismos de represión,

idealización, erotización y naturalización de la violencia por lo tanto hay mayor dificultad para

poder asumir el propio malestar y el curso de la crisis. De igual forma los casos de mayor violencia

infantil también son los que más incurren en comportamientos autodestructivos en los periodos de

crisis en la edad adulta y al mismo tiempo son los que más carecen de estrategias de autocuidado en

dichos momentos adversos.

El caso que mejor ilustra lo anterior es el de Juan E. quien sufrió de violencia extrema y

marginalidad en el vínculo y años después vive procesos de duelo desde la búsqueda y la

vinculación compulsiva. Al parecer la represión de la experiencia de violencia infantil le dificultó,

en la edad adulta, expresar el malestar y asumir el periodo de dolor por lo que elaboración y

resignificación de la experiencia de pérdida suele ser escasa. Cada vez que había crisis y pérdida de

pareja Juan E. evitaba el malestar al vincularse con otras mujeres lo cual reiniciaba procesos de

idealización y dejaba de lado el trabajo de elaboración de duelo pendiente.

“(…) quiero formar una familia y un hogar (…) yo quiero ser fiel. Ya me estoy hartando y

cansando de esto (…) yo quiero a alguien en mi vida. Yo agradecería que fuera una

persona como la ex (…) tener estabilidad, sentirme en paz, tranquilo de poder andar con

mi esposa y poder presentarla (…) llorar lo que tenga que llorar, dar todo lo mejor de mí

y no caer en los mismos errores de siempre.”

Juan E.
235

El término del proceso del duelo y su elaboración: criterios y posibilidades

Asegurar que el duelo y su elaboración tienen una finalización definida en el tiempo es

poco sustentable a nivel teórico ya que estos procesos psíquicos se repiten en todos los seres

humanos a lo largo de la vida. Mucho del malestar ante la pérdida puede ser elaborado años después

o bien mantenerse reprimido de por vida, así también la experiencia de pérdida se continúa

resignificando a lo largo de los años, en especial, con la llegada de nuevas experiencias de pérdida

de seres amados. Se ha observado que durante la última experiencia de pérdida muchos de los casos

recordaron situaciones similares del pasado en donde también perdieron una relación de pareja

significativa. Por consiguiente, muchas de la elaboraciones realizadas en ese momento también

integraron contenido de las experiencias previas, de tal forma que el proceso de duelo por la última

expareja también incluía a la totalidad de relaciones de pareja previas.

A pesar de lo anterior hay elementos teóricos que pueden delimitar etapas alcanzadas como

el concepto de “Desapego” planteado por J. Bolwby (1980) en donde la persona deja de

experimentar afecto y cercanía hacia un vínculo tras un periodo de duelo. Este concepto ha sido

estudiado en niños y niñas para ejemplificar el desinterés y la indiferencia ante el regreso de la

figura de cuido por tal razón este elemento teórico también puede ejemplificar las diferentes

dinámicas que acontecen en los procesos de elaboración de duelo en la edad adulta.

“Con la ex no hay relación sentimental después de la demanda (…) solo una relación de

padres que cuidan a sus hijos (…) y yo me alegro de que ella ahora tenga pareja, ella

pasó mucho tiempo sola (…) ella se lo merece (…)”.

Eliseo
236

Al preguntarle a Eliseo sobre el final del proceso afirma no sentir los mismos montos de

ansiedad y malestar que sintió al inicio de la pérdida igualmente comenta que ahora puede acercarse

a su expareja y no sentir “deseos de estar con ella”, ni culpa ni arrepentimiento por el pasado. Al

parecer los cambios giran en torno a un estado emocional en relativa tranquilidad y estabilidad así

como la reorganización de su vida cotidiana y la dinámica de interacción con la expareja.

Conforme a lo anterior se puede asegurar que el periodo de duelo y el malestar son

reacciones ante una crisis de tipo psicológico las cuales disminuyen en intensidad acorde a la

elaboración del duelo.

Diagrama 16

El cuadro anterior ilustra cómo la crisis inicia con la pérdida del vínculo de pareja para

luego manifestar todas las reacciones de malestar y posteriormente terminar con la elaboración del

duelo que orienta la organización posterior de la cotidianidad.

Por lo tanto el retorno a la vida cotidiana y el desapego pueden ser los indicadores del final

del periodo de ruptura marcado por la crisis y al mismo tiempo delimitar criterios de resolución e

integración. A continuación se describen las características y dinámicas que sucedieron en ese

momento:
237

Sobre la economía pulsional

 Superación de la herida narcisista mediante nuevas vinculaciones de pareja con otras

mujeres sin ser estas de características maníacas o compulsivas.

 Disminuye la frecuencia de las fantasías reparatorias y de destrucción hacia la expareja o

bien no se busca la sublimación de las mismas.

 Se catectizan nuevos proyectos como la búsqueda de un apartamento, aprendizaje de un

nuevo oficio, búsqueda de un nuevo trabajo y demás. Cada uno de estos proyectos se

delimita por no incluir a la expareja y hacerlos en función a su el deseo propio.

 Desaparecen los sentimientos de ambivalencia –amor y odio- hacia la expareja de forma

que no hay sensación de apego ni se espera cuido o protección por parte de ella.

 Desvanecimiento de la ansiedad por la presencia de un Tercero en la vida de la expareja por

consiguiente cesan las preguntas hacia los hijos e hijas que tienen como finalidad el

monitoreo del quehacer de la expareja.

Sobre contenido consciente e incremento de la fortaleza del Yo

 Aceptación de la situación de vulnerabilidad y debilidad además de la desaparición de las

antiguas fantasías de omnipotencia.

 Disminución del malestar psíquico y el deterioro físico así como aumento de

comportamientos de autocuidado y preservación.

 Desaparece la culpa y el arrepentimiento por la pérdida de pareja lo cual se ve reflejado en

la disminución del pensamiento rumiativo entorno a la falta.


238

 Aceptación total de lo perdido y desaparición de la esperanza de un retorno a la

convivencia y al vínculo con la expareja.

 Nuevo contenido que emerge en la consciencia por lo que se resignifica la experiencia y

dinámicas presentes en el periodo de crisis.

No todos los casos alcanzaron la totalidad de los puntos anteriores debido a que los procesos

de duelo fueron diferentes en relación a la expresión del malestar y el tiempo destinado a la

reflexión y resignificación de las dinámicas de la pérdida. Igualmente el uso de las defensas

maníacas también varió en los casos de tal forma que quienes más las utilizaban elaboraron menos

contenido.

De lo anterior se puede asegurar que la pérdida de un vínculo de pareja puede desencadenar

malestar y periodos de duelo que a su vez son “oportunidades” para que emerja contenido

inconsciente y se fortalezca al Yo. En efecto la palabra Crisis en mandarín (Wéijī) ilustra esta

situación ya que está formada por dos caracteres (危機) que significan “oportunidad y amenaza”

de forma simultánea (Slaikeu, 1996). Por lo tanto los procesos de duelo se pueden considerar como

una “ventana de oportunidad” y al mismo tiempo un “momento de amenaza” para las personas

por lo que este proceso se condiciona por la posición del sujeto ante su malestar y la capacidad de

asumir el trabajo psíquico de la resignificación del mismo.


239

“(…) he terminado dos relaciones muy fuertes con parejas de mucho tiempo e hijos (…)

lo que me ayudó fue ir hablar de mi problema en los grupos y comprender los errores que

cometí (…) me queda de experiencia (…) que tengo que ser más selectivo, cuidadoso, ver

si se da con otra persona, ver si somos compatibles (…) es agarrar coraje y tomar el

problema de frente, aunque duela.”

Eliseo
Resumen 5.1
240
Resumen 5.2
241
Resumen 5.3
242
243

Reaprendiendo a ser hombre: Las masculinidades y el duelo por pérdida

del vínculo de pareja

La subjetividad es construida a través de los vínculos y patrones de interacción con los seres

amados (Kernberg, 1995), de igual forma dichos patrones traen consigo la ideología del sistema

patriarcal por lo que tienen el objetivo de replicar sus dinámicas en todos los ámbitos de relación

humana lo cual incluye a los vínculos de amor y a la convivencia en pareja. De tal forma, la

socialización de género de la masculinidad es un proceso constante a lo largo de toda la vida por lo

cual acontece al inicio en la familia y de forma posterior continúa en los grupos de pares e

instituciones sociales. Este proceso procura que las personas repliquen un modelo dicotómico

patriarcal en donde a los hombres adquieren roles y patrones de interacción muy bien delimitados.

En el presente capítulo se analiza los diversos aspectos que socializan el significado de ser hombre

y su relación con los vínculos de amor para poder identificar las diversas dinámicas que acontecen

durante la separación y pérdida del vínculo de pareja en la edad adulta.


244

La socialización del vínculo, violencia y las masculinidades

“Este ideal, además de su parte individual, su parte

social: es también el ideal común de una familia,

de una clase social o de una nación.” (p. 12)

S. Freud (1914a)

El núcleo central de la socialización de la masculinidad hegemónica se ubica en considerar

al hombre adulto como superior a la mujer (Badinter, 1993) por lo que los encargos y rituales de

virilidad que se realizan suelen ser expresiones de la confirmación de esta creencia (Gilmore, 1994).

De esta forma lo masculino se interpreta como aquello que es más fuerte y más racional (Campos &

Salas, 2002; Bourdiue, 2002) de ahí que se utilice la violencia hacia los niños varones como un

recurso necesario para trasmitir la ideología del Patriarcado.

“Me golpeaban de niño para hacerme hombre (…) para que sea fuerte y que después no

llore.”

Los participantes comentaron que conforme iban creciendo se les daba menos cariño y se

les golpeaba más y que dicha violencia debía de ser asumida desde el silencio ya que cualquier

queja o resistencia les causaba mayores castigos y humillaciones. Por lo tanto, la violencia y la poca
245

expresión del malestar son símbolos de la fortaleza del ser hombre, su racionalidad y su control.

Estas manifestaciones también se pueden observar con las descripciones de los grupos de pares

masculinos en donde la expresión del afecto se asocia a comportamientos violentos, choteo y

hostigamiento escolar.

Para vincularse con otras personas, en especial en grupos de pares, los hombres debían de

estar dispuestos a resistir la violencia generada en la interacción y en muchas situaciones agredir a

otros pares como estrategia de supervivencia y aceptación dentro del grupo. El enojo era la única

emoción permitida ya que se suele asociar a la violencia y el aislamiento era el último recurso a

utilizar cuando el dolor era sobrecogedor.

“En mi casa me pegan muy duro (…) también tenía que defenderme en la escuela porque

ahí también me daban duro (…) al final de la vida uno tiene que hacer cayo y dejar de

sentir dolor o la gente se le monta y le va peor.”

En capítulos anteriores se describió como la dinámica familiar silenciaba a los hombres y

los obligaba a soportar grandes montos de violencia infantil por lo que no es de sorprender que esta

misma dinámica se encuentre presente en los grupos de pares y en los procesos de socialización de

género fuera del hogar. En consecuencia ambas dinámicas se refuerzan mutuamente y configuran

un modelo de masculinidad basado en comportamientos violentos, con poca habilidad empática,

con limitada capacidad de expresión de emociones y con tendencias a aislarse socialmente cuando

el dolor es abrumador.

Esta experiencia de violencia de igual forma configuró a instancias psíquicas como el ideal

del yo (Freud 1914a) ya que reflejaron la mirada y el deseo no solo de los grupos de pares sino de
246

los mismos progenitores sobre el sujeto. De tal forma, este ideal fue la fuente narcisista y de

autoestimación de los hombres en donde se auto-valoraron a través de elementos relacionados con

la violencia: resistirla, ejercerla y guardar silencio.

Un modelo alternativo en donde los hombres verbalicen el malestar y expresen emociones

como la tristeza y la frustración frecuentemente es suprimido y violentado ya que estas

características son asociadas con lo femenino y transgreden la dicotomía que asocia al hombre con

la fortaleza y la racionalidad (Bourdieu, 2000; Gilmore, 1994).

Por otra parte el vínculo de pareja con el sexo opuesto y la interacción con las mujeres se

socializa de forma diferente desde iniciada la infancia, por lo general los padres mencionan una

serie de exigencias previas que los hombres tienen que cumplir para poder “tener novia o esposa”;

esto se asocia con los roles del ser proveedor y ejercer el control sobre decisiones relacionadas con

la vida familiar (Gilmore, 1994).

A continuación se citan algunas frases que ilustran lo anterior:

“Cuando le pregunté a mi papá cómo era tener novia él me dijo –Primero trabaje y tenga

dinero, luego hablamos-.”

“Yo sabía que no podía tener novia porque no tenía dinero para invitarla a salir”

“Para casarse hay que tener dinero (…) y casarse es la licencia para tener sexo”
247

Muchas de las citas anteriores aluden al trabajo y al proveer a otras personas como requisito

para el contacto erótico y afectivo con una pareja mujer. Acorde a lo planteado por E. Fromm

(1966) en el enamoramiento y el cortejo interactúa la lógica de la mercancía en donde se obtiene

cariño a través del pago material. Esto correlaciona fuertemente con la dinámica del Quid pro Quo

de los vínculos primarios en donde el cuido y el afecto se consiguen a través de someterse a las

demandas del ser amado.

“En una cultura en la que prevalece la orientación mercantil y en la que el éxito material

constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que

las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema de intercambio que gobierna

el mercado de bienes y de trabajo.” (p.6)

E. Fromm (1966)

Los participantes comentan que el acto de “comprar amor” no es “transacción a ciegas”

ya que también hay procesos de selección del ser amado en donde se buscan características y roles

comúnmente asociados a la sumisión, obediencia y pasividad en las parejas mujeres. Lo anterior de

igual forma condiciona a los hombres a buscar ganar más dinero y establece la creencia de que el

mismo es suficiente para mantener un vínculo con una mujer de por vida (Badinter, 1993).

“Mis papás me dijeron que buscara a una mujer que me hiciera caso (…) trabajé mucho

para que no le faltara nada en la vida pero eso no valió de nada al final porque ahora las

mujeres son diferentes y se van cuando quieren.”


248

Dos paradigmas o modelos de vinculación de pareja con las mujeres

En concepto Paradigma hace referencia a esquemas formales que tienen el objetivo

organizar el contenido y el uso del mismo (Diccionario de la Real Academia de la Lengua

Española, 2001). Aplicar este concepto a la vinculación de pareja implica un modelo de

organización que oriente las dinámicas de interacción entre la pareja. De tal forma, cada paradigma

está atravesado por ideologías y creencias que tratan de dar un significado a las acciones y

emociones experimentadas (Badinter, 1993) que de igual forma reflejan diferentes espacios de

socialización y discursos sobre lo que es el rol de los hombres y la amplia gama de masculinidades

subyacentes.

El análisis del contenido de las entrevistas demuestra la presencia de dos paradigmas en

cuanto se refiere a los vínculos de amor con una pareja mujer, a continuación se describe cada uno

de ellos:

 Modelo Familiar Romántico: Expresa los ideales de instituciones sociales y del amor

romántico, esto es el deseo de tener un matrimonio, engendrar hijos e hijas, darles

manutención y producir bienes materiales como casa y automóvil. Se socializa

principalmente en la familia de procedencia a través de los discursos parentales

relacionados con la importancia del trabajo y el compromiso en el matrimonio. El erotismo

y deseo en la relación de pareja se consideran aspectos secundarios por lo cual se silencian

de forma frecuente. Se construye un ideal en donde el hombre será servido por todos los

miembros de la familia y amado por proveer y ejercer el control (Badinter, 1993; Gilmore,

1994). Este paradigma es de carácter público ya que es validado por instituciones religiosas

y por figuras legales. El placer y el amor vienen del compromiso hacia sus parejas y el
249

correspondiente éxito material que lo respalda por tanto el consolidar este modelo

simboliza la virilidad y la fortaleza del hombre (Gilmore, 1994; Badinter, 1993).

“El hombre es el que tiene que llevar la comida y la mujer estar en la casa. Jamás le

hablan a uno de sexualidad, porque eso era coscorrón seguro.”

“Sobre el sexo y la intimidad en el matrimonio nunca me dijeron nada (…) en mi casa me

decían que hay que serle fiel a la pareja, que había trabajar mucho y darle lo mejor a la

esposa y a los hijos (…) yo los metí a escuelas privadas, a ella le compré carro (…) un

hombre de verdad era el que hacía todo esto.”

 Modelo evasivo: hace referencias a varios ideales de la masculinidad hegemónica los

cuales se caracterizan por evitar compromisos como el matrimonio y buscar relaciones

esporádicas con mujeres en el plano erótico/coital. Se socializa principalmente dentro de

grupos de pares durante la adolescencia y la edad adulta por lo que cada experiencia sexual

es una demostración de virilidad en este contexto (Gilmore, 1994). El vincularse se

considera como una especie de “cacería” en donde el contacto con el cuerpo de la mujer

es el símbolo de aquello que se “caza” no obstante cualquier manifestación de afecto e

idealización hacia dicha mujer se considera sinónimo de debilidad y en consecuencia se

evita, se reprime o se niega la experiencia. La vinculación con múltiples mujeres de forma

simultánea es un ideal a alcanzar por lo que se le relaciona con características como la

perspicacia, intelectualidad y la aventura así mismo se procura no tener hijos/as, formar

una familia o convivir de forma permanente con una sola mujer. El placer y el erotismo son
250

prioritarios pero solo se validan mediante el contacto con el cuerpo de la mujer de ahí que

se incurra en muchas comportamientos sexuales de riesgo y propio de espacios y contextos

privados. Este paradigma, al ser socializado principalmente dentro de los grupos de pares,

genera mucha validación homosocial (Valdés & Olavarría, 1997) por lo que es un

escenario de demostración de la masculinidad en casi todas las edades de los hombres. A

continuación se citan algunas frases dichas por los participantes para ilustrar.

“La mujer en la casa y el hombre de la calle”

“Cuando la de abajo se para la de arriba no piensa”

“Amarren las yeguas porque los caballos andan sueltos”

Al parecer existe una división tajante en la forma de vincularse con las mujeres en cuanto

relación de pareja se refiere, asimismo el planteamiento anterior coincide con lo propuesto por S.

Freud (1912) sobre el antagonismo entre la cultura y la vida pulsional del sujeto en donde se

“degrada” la elección del Objeto de amor. Esto es vincularse con una mujer desde posiciones

diferentes en relación al placer y al compromiso, por ejemplo varios participantes mencionan que

hay mujeres para “casarse”, “de una sola noche”, “para tener hijos” y demás.

Al contrastar cada uno de estos paradigmas se observa que son mutuamente excluyentes

pero al mismo se encuentran interiorizados dentro de una misma representación social de la

masculinidad hegemónica. Por consiguiente, los participantes manifestaron ambivalencia ante


251

ambos, es decir, los aceptaban como modelos válidos pero al mismo tiempo rechazaban elementos

de éstos por lo que se asumen de forma conveniente al contexto social en donde se encuentren en

ese momento.

El trabajo psíquico que realizan los hombres se relaciona con la integración de esta

contradicción y dar respuesta a preguntas como ¿Qué significa ser buena pareja, buen amante?

¿Cómo se ama a una mujer? No obstante la integración de ambos modelos nunca se logró previo al

perdido de duelo por lo que el resultado es la vivencia simultánea de ambas experiencias y la

disociación como alternativa.


252

La crisis de pareja según la masculinidad hegemónica: cambio de roles y malestar

Los hombres entrevistados asociaron la pérdida y la separación del vínculo de pareja en la

edad adulta con los nuevos cambios en los roles de género que se gestaron durante los años de

convivencia. Al inicio se socializaba a los hombres para esperar de sus parejas pasividad,

aislamiento y obediencia sin embargo esto contrastó con la nueva dinámica que acontecía durante la

convivencia en donde las mujeres asumieron un rol más activo e independiente, por ejemplo, la

incursión en el trabajo remunerado, ir a la universidad a estudiar y formar parte de movimientos

políticos o comunales.

“Es que antes aguantaba más la mujer porque tenía que hacer lo que el hombre decía

(…) a la mujer la golpeaban y le daban duro (…) el hombre era el que tenía el derecho

porque era su mujer (…) ahora el que lo hace va directo a la cárcel.”

“En ese tiempo la sociedad indicaba que la mujer tiene que estar en la casa (…) el

hombre era el que tenía que salir a trabajar y proveía todo lo demás. Contrario a lo que

pasa actualmente, ellas se han ido superando, han estudiado. Ahora ellas han adquirido

ciertos beneficios que no tenían en ese momento. Consiguen trabajos que en ocasiones

son mejores de los que consiguen un varón. Esa era la diferencia que habría en ese

tiempo respecto al actual. Ahora hay mujeres que manejan taxi y trabajan en lo que sea.”
253

Los hombres manifestaron sentirse “sorprendidos y desubicados” ya que esta dinámica

contrastaba con lo observado durante la infancia y el vínculo de pareja de los progenitores. Al

parecer surge malestar en los hombres al no saber cómo interactuar con sus parejas por consiguiente

surgieron conflictos relacionados con:

 Participación en espacios públicos: Frecuentemente se asociaba a episodios de celos en

donde los hombres temían perder su pareja o bien que esta se “enamorara” de otro

hombre. También se asocia a la pérdida del control y la imposibilidad de monitorear lo que

hacía su compañera sentimental por lo que las quejas se asociaban a la estancia de la mujer

en el hogar, a su forma de vestir para salir de la casa y a los espacios de ocio que compartía

con compañeros/as de trabajo o de estudio.

 Trabajo reproductivo: surgía conflicto en la organización y asignación de las labores

domésticas ya que la mayoría de los hombres pretendían que sus parejas, además de

trabajar o estudiar, también realizaran la totalidad de las tareas de mantenimiento del

hogar.

 Expresión de afecto y comunicación: Las parejas mujeres exigían mayores espacios para la

construcción de la intimidad en el vínculo de pareja, sin embargo los hombres tendieron a

desatender esta demanda y a trabajar para proveer mejor. Se aislaban y evadían los

espacios para conversar ya que los relacionaban con conflictos que eran difíciles de

resolver.

“Me excedí dando dinero (…) solía pensar que estaba a mi servicio, le exigía mucho (…)

fue por ser machista y celoso que me pasó esto.”


254

“Cuando llegaba a la casa y las cosas no estaban hechas yo le decía a mi ex -Pues

hágalas, ya sabe que tiene que hacer las cosas- (…) a veces no estaba hecha la comida y

el chiquito no había hecho la tarea (…) Yo la ayudaba a hacer la comida a veces

esperando que hiciera todo lo demás pero no arrancaba y le daba largas (…) Cuando ya

comenzaba a discutir, porque no hacía las cosas, yo me iba al cuarto y no le hablaba más

(…) nos aislábamos (...)”

Cada uno de estos conflictos se asocia a las manifestaciones de poder y control para las

cuales los hombres fueron socializados por lo que el malestar generado emergía al tratar de

sustentar esta posición. No mantener la condición de poder hacia la pareja compromete a los

hombres con los mandatos de la masculinidad hegemónica (Connell, 2003) por lo que ellos

utilizaban la violencia –principalmente verbal y psicológica- como estrategia para reproducir la

dinámica de pareja y los patrones de vinculación tradicionalmente socializados. Ante dicho

conflicto las mujeres opusieron resistencia y plantearon a sus parejas nuevas demandas; lo anterior

es la génesis del conflicto que articuló los procesos de desidealización previos a la crisis de pareja y

su pérdida.

A pesar del cambio en el rol de sus parejas, los hombres no cambiaron la forma de

interactuar por lo que recurrieron a los antiguos recursos de aislamiento y negación de malestar

descritos en apartados anteriores. Los antiguos paradigmas de vinculación no incluían dinámicas en

donde las mujeres desempeñaran un rol más activo por lo que la resistencia al cambio se asocia con

la culpabilización de las mujeres, es decir, los hombres adjudicaban, durante el periodo de crisis y

convivencia, la responsabilidad del conflicto hacia sus parejas ya que este cambio no era previsto en

ningún contexto socializador.


255

Lo anterior se relaciona con lo planteado por E. Rivera Medina (1991) en donde la

condición de privilegio de los hombres exige al mismo tiempo malestar ante la incertidumbre de

perder la posición de poder y control. Es decir, la socialización de la masculinidad implica continua

demostración de la misma lo que a su vez es el foco de su carencia y dolor (Gilmore, 1994; Rivera-

Medina 1991).

La masculinidad herida

La pérdida de vínculo de pareja llega tras un periodo prolongado malestar ante la separación

por lo que se experimenta al inicio desde la omnipotencia y la negación del dolor. Como se

describió en capítulos anteriores, dichos mecanismos psíquicos tienen la función de proteger al

sujeto del malestar a nivel narcisista sin embargo no perduran durante todo el proceso de duelo y

dan paso a otras dinámicas que permiten la integración y la resignificación de la experiencia.

En lo referente a los procesos de socialización de la masculinidad, la pérdida de pareja se

asocia al fracaso del paradigma o modelo de vinculación Familiar-Romántico lo cual conlleva a la

crisis de elementos constitutivos de la masculinidad hegemónica en los hombres. La pérdida es

considerada por los entrevistados como un símbolo del fracaso que a su vez se relaciona con el

cuestionamiento de las características que conforman la identidad del ser hombre como su virilidad,

fortaleza y poder.

“Cuando yo tuve que salir de la casa me sentí defraudado, con dolor (…) creía que yo

era culpable (…) pensaba en qué diría la gente de mí (…) me daba miedo que dijeran que

no pude con el matrimonio, que me quedó grande la yegua (…)”


256

La pérdida de la relación simbolizó para los hombres una posición en donde no pueden

ejercer el poder sobre la pareja y la consecuente pérdida de control sobre los hijos e hijas. Lo

anterior implica un nuevo escenario nunca antes vivido en donde la actuación7 de la masculinidad

entra en crisis y contradicción ya que el rol de los hombres cambia de forma tajante. Se mantienen

roles y mandatos como el proveer pero otros quedan limitados como la territorialidad, el poder y el

control. Los participantes percibieron como “injusta” esta condición ya que se veían obligados a

dar dinero pero no obtenían a cambio los privilegios comúnmente relacionados como la obediencia,

admiración, subordinación y docilidad.

La violencia es uno de los elementos socializadores de la masculinidad hegemónica

(Badinter, 1993) y así mismo consolida la construcción del narcisismo en los hombres ya que

contribuye a la formación del ideal del Yo. Socialmente se idealiza la representación del hombre

cuya fortaleza deviene de la resistencia al dolor, por lo tanto la construcción de este hombre ideal se

ha consolidado mediante las experiencias de violencia, su represión y el silencio al dolor que

generan. Durante la pérdida los hombres recurrieron a la violencia como un recurso común para

reconstruir y reafirmar varias de las categorías de la masculinidad hegemónica que fueron

quebrantadas, por ejemplo:

 Violencia hacia sí mismo: Manifestada en comportamientos de riesgo y autodestrutivos

como la conducción temeraria, uso de drogas, aislamiento y demás.

7
El término “actuación” hace referencia a los aportes de R. Connell (2003) en donde las masculinidades son
puestas en escena de roles y significados asociados al ser hombre.
257

 Violencia hacia la expareja, hijos e hijas: principalmente de tipo verbal y es ejercida

mediante llamadas de teléfono, interrogatorios a los hijos/as, discusiones por celos y

monitoreo de cuentas bancarias y tarjetas de crédito.

 Violencia hacia otros hombres: se concretiza en espacios públicos como la búsqueda

conflictos en el trabajo o peleas callejeras.

 Violencia hacia otras mujeres: acontece en espacios públicos y se manifiesta en acoso

callejero y la misoginia resultante al tratar de buscar una nueva pareja.

Se considera que la violencia hacia sí mismo, hacia los seres amados y hacia terceras

personas se utilizó como un recurso de reparación ante la herida narcisista y la identidad masculina

asociada a lo hegemónico ya que esto convocó diversas defensas maniacas como las fantasías

omnipotentes. Igualmente el expresar el malestar de la pérdida a través de la violencia replicó las

dinámicas de la infancia –castigo físico- y también los procesos de socialización de la masculinidad

entre pares. Se utilizaba la violencia como un recurso para volver al status quo anterior y al mismo

tiempo trataba de restituir elementos asociados a la virilidad y fortaleza en los hombres.

Por último los hombres idealizaron y visualizaron al modelo evasivo como alternativa a la

vinculación de pareja por lo que muchos buscaron contacto erótico de forma compulsiva y múltiple

con otras mujeres con el objetivo de reparar el daño narcisista hecho a su propia masculinidad

hegemónica. Como se explicó en capítulos anteriores, los hombres evitaban idealizar y apegarse a

potenciales parejas en ese momento, por lo que se consideraba a las mujeres como “peligrosas”

dado el sentimiento de inseguridad experimentado tras la pérdida. La misoginia resultante se

articuló a las fantasías de omnipotencia y ansiedades paranoides presentes en los primeros

momentos de la pérdida de ahí que varios aspectos de la socialización de género se ajusten y

refuercen la polaridad de tipo manico/compulsiva.


258

“(…) y salí con varias mujeres, una vez fui a un salón e hice amistad con una muchacha,

pero a la semana ya salió de mi vida (…) no quería nadar formal ni enamorarme de

nuevo (…) al más mínimo detalle en donde sentía que estaba fallando terminaba

mandando todo al carajo de una vez.”

“Hay tanto miedo de volver a vivir lo mismo (…) siento que uno se vuelve más detallista y

no le es fácil (…) terminaba asustándome cualquier cosita.”

Masculinidad y elaboración del duelo : El cuerpo de la mujer como marcador de la

vinculación y la pérdida

El cuerpo de las mujeres adquiere una connotación especial dentro del Patriarcado ya que se

asocia a la propiedad privada y a su consumo como mercancía (Arroba, 1996) de ahí que a lo

interno de la masculinidad hegemónica se busca el contacto y posesión de las mujeres y su cuerpo

mediante la vinculación de pareja, el sexo comercial y el acoso sexual callejero entre otros. El

acceder al cuerpo de las mujeres es un marcador de virilidad en la sociedad ya que es asociado a los

mandatos de territorialidad y poder de dominio.

Acorde a lo descrito en apartados anteriores, se observa múltiples planos de interacción con

el cuerpo de la mujer en donde se degrada y escinde la elección del Objeto de amor, por ejemplo se

puede observar que los entrevistados categorizan a las mujeres y a la interacción desde varios

puntos o condiciones.
259

 Mujer para casarse: se busca a una mujer virgen o que no haya tenido muchas

experiencias de relación de pareja previas. Tratan de encontrar a una persona con la cual

puedan tener hijos/as, adquirir deudas económicas e iniciar otros proyectos a largo plazo.

 Mujer para frecuentar esporádicamente: no es requisito la virginidad o la inexperiencia

sexual, por consiguiente se espera encontrar a una pareja la cual no quiera compromisos a

mediano o largo plazo –convivencia e hijos/as-. Es destinada para el placer pero al mismo

tiempo involucra elementos lúdicos y de enamoramiento propios de la idealización inicial

de pareja.

 Mujer para comprar sexo: la relación está únicamente destinada al acto coital por lo que el

pago monetario es el medio de transacción. No interesan los procesos de enamoramiento y

cortejo o bien frecuentarse en futuras ocasiones. Es una relación destinada únicamente al

placer del hombre y asimismo el compromiso no es opción alguna.

 Mujer para acosarla en espacios públicos: hace referencia al acoso sexual callejero en

donde los hombres esperan manifestar violencia sexual hacia las mujeres. No hay intentos

de entablar una conversación o bien el pagar por sexo por lo que la interacción se

caracteriza por un único encuentro.

Todas estas categorías tienen en común el contacto físico o visual lo cual se manifiesta al

tocar, besar y ver el cuerpo femenino. De tal forma, el cuerpo de las mujeres y la interacción con

mismo es un marcador de vinculación o de relación que al mismo tiempo implica una dimensión de

posesión o propiedad, es decir, dentro del Patriarcado se enseña a los hombres a “comprar” el

cuerpo de las mujeres pero al mismo tiempo a categorizarlo y a delimitar su interacción acorde a lo

pagado. Por ejemplo, el sexo comercial implica un flujo limitado de dinero por lo que la interacción
260

solo acontece por periodos cortos y el concepto de pertenencia o posesión solo remite al espacio del

tiempo comprado –una noche o unas horas-; otro ejemplo diferente trascurre cuando los hombres

eligieron a una mujer para convivir y formar una familia, por lo general ellos ejercieron el rol de

proveedor de forma constante, sus demandas fueron igualmente persistentes y la creencia de

posesión de la pareja implicó la totalidad de los espacios de la interacción –de por vida-.

Diagrama 17

En la presente investigación se analizó las dinámicas en los vínculos de pareja significativos

los cuales se encuentran dentro de la primera categoría denominada “mujer para casarse”. Las

características principales giran en torno a la creencia de la posesión del cuerpo de la mujer, su

exclusividad y la obligación de proveer dinero mientras perdure el compromiso. Así mismo la

insistencia y búsqueda de una pareja con poca experiencia sexual se asocia a la territorialidad en la

masculinidad hegemónica, en donde se considera a la mujer como aquella propiedad que debe de

ser protegida pero al mismo tiempo debe de cumplir con los ideales de la virginidad y pureza.
261

“La exigencia de que la novia no traiga al matrimonio el recuerdo del comercio sexual

con otro hombre no es más que la aplicación consecuente del derecho de propiedad

exclusiva sobre una mujer, es la esencia de la monogamia: la extensión de ese monopolio

al pasado” (p. 189)

Freud (1917a)

El patriarcado organiza a los géneros en dicotomías (Bourdieu, 2000) por lo tanto a la mujer

se le asocia dentro del campo de la inexperiencia sexual y al hombre dentro de su opuesto –la

experiencia sexual previa-. S. Freud (1917a) afirma que el tabú de la virginidad trata de establecer

una garantía social sobre la procedencia del cuerpo de la mujer ya que se espera que el rol del

hombre inscriba en el cuerpo femenino experiencias primigenias asociadas al vínculo y a la

sexualidad. Por lo tanto, la presencia de una historia pasada y otro hombre fractura la dinámica

anterior y en consecuencia los mandatos de territorialidad.

Las dinámicas anteriores -territorialidad y omnipotencia- se quebrantan durante el periodo

de duelo y pérdida de pareja debido a la finalización de la convivencia y la imposibilidad de

monitorear y controlar por parte de los hombres, sin embargo permanecen latentes durante un

tiempo variable hasta la llegada de un Tercero quien entablaría una nueva relación de amor con la

expareja.

Cuando lo anterior sucede, emergen nuevas dinámicas asociadas a la expresión del malestar

y a la aceptación total de la pérdida. En la totalidad de los casos, la llegada de un Tercero implicó la

interacción de otro hombre con el cuerpo de la mujer lo cual cuestionó directamente la

territorialidad y el poder de dominio de los hombres en duelo. Los entrevistados comentaron de


262

forma recurrente que mucho del malestar provenía de los pensamientos repetitivos asociados a

expareja y el contacto físico/erótico con el Tercero.

“Cuando me di cuenta no podía dormir (…) solo pensaba en lo que ella podía estar

haciendo con el otro mae”

“Me sentía como un idiota ¿Cómo no lo vi antes? ¿Cómo dejé que se metiera este

hombre? (…) no soportaba la idea”

“Es una pesadilla, pensaba en cómo le estaban haciendo el amor, cómo la besaba, qué le

decía (…).”

“(…) antes quería recuperarla pero cuando los vi juntos sabía que había perdido la

batalla, él me ganó”

La llegada del Tercero y el contacto físico/erótico con la expareja trajo nuevos elementos y

dimensiones a la pérdida, por lo general los hombres consideraron a su expareja, a sus hijos/as y su

antigua residencia como su propio territorio de modo que la presencia de un Tercero fue

interpretada como una “invasión” o “robo” de aquello que se posee. El hecho que otro hombre

conviva con la expareja e interactúe con sus hijos/as simbolizó la usurpación de roles hegemónicos

como el rol de proveedor que ejerce el poder de dominio y control. De igual forma, se interpretó

como una “derrota” ante las expectativas de volver a restablecer el vínculo de pareja perdido ya

que el indicador de reparación fue asociado con el retorno a la convivencia y el contacto


263

físico/erótico con la expareja. Los hombres no pudieron convencer a sus exparejas de abandonar la

su relación con el Tercero por tanto las ansiedades paranoides y la impotencia sustituyeron a las

fantasías de omnipotencia previas.

En síntesis, los hombres del estudio delimitaron los vínculos de pareja significativos a

través del contacto con el cuerpo de las mujeres que a su vez eran considerados mercancías que se

deben de comprar. La pérdida de pareja implicó la crisis de los mandatos de la masculinidad

hegemónica relacionados con la territorialidad y la omnipotencia por lo que la llegada posterior de

un Tercero terminó por descartar la expectativa de retorno al vínculo perdido.


264

Migración hacia un nuevo paradigma de vinculación

Tras la pérdida y la llegada del Tercero, la mayoría de los hombres comenzaron un periodo

diferente en la etapa del duelo caracterizado por espacios de reflexión, la expresión del malestar y

resignificación de la experiencia. En consecuencia, se elaboró contenido de modelos de vinculación,

roles de la masculinidad hegemónica y proyectos de vida futuros.

Al inicio se acentúan los pensamientos misóginos respecto a la vinculación de pareja e

incluso aparecen ansiedades paranoides asociadas a la pérdida de seguridad, la legislación y demás.

La resistencia a la vinculación de pareja aparece comúnmente durante el proceso de elaboración del

duelo por lo que el modelo evasvio de vinculación fue asumido durante este periodo.

“Tenía la intención de buscar una compañera, pero en esos momentos a mí no me

ilusionaba (…) tenía miedo que me volviera a pasar (…) que me echaran de nuevo la ley y

que me pusieran medidas cautelares.

“Yo estaba más quejoso, más selectivo (…) quería adivinar lo que ellas quieren de uno, si

era dinero, si era algún favor (…) creía que ellas estaban para ver que agarraban.

“Una vez llevé a dos chavalas hasta la casa y no pasó nada (...) un tiempo atrás, cuando

quería satisfacer sexualmente, iba y le pagaba a otra chavala para evitar el riesgo de

involucrarme de nuevo.”
265

La llegada del Tercero consolidó la herida narcisista la cual se trató de sobrellevar mediante

la vinculación con nuevas parejas. Interactuar con mujeres era símbolo de virilidad por lo que el

cortejo y las experiencias sexuales se definían como una “competencia” ante el Tercero. Dicha

competencia es una dinámica común entre los grupos de pares de hombres (Valdés y Olavarría,

1997) por lo que los condiciona a buscar elementos comunes que verifiquen la propia virilidad. Por

lo tanto, la llegada de nuevos vínculos implicó el retorno del mandato de territorialidad y un nuevo

escenario para sobrellevar la pérdida y la herida narcisista. Fue común observar la preocupación de

los hombres por ridiculizar al Tercero en sus conversaciones con sus amigos y personas cercanas al

mismo tiempo que hacían alarde de su condición de soltería y cortejo, al parecer el vincularse y

evitar el compromiso eran formas “venganza” dirigidas hacia la expareja por haber elegido a un

Tercero como alternativa.

“Yo tenía que ser más hombre (…) hablaba con mis amigos sobre la tontera que hizo ese

mae al irse con mi ex (…) alardeaba mucho, creía que ser soltero era lo mejor que me

había pasado (…) me sentía liberado.”

A pesar de lo anterior, los participantes comentaron sentir ambivalencia en esta condición

ya que de forma paralela anhelaban elementos del vínculo perdido. Por lo general, el modelo

evasivo decayó con el tiempo debido a que no cumplía con todas las expectativas, deseos y

mandatos a nivel subjetivo y social, por ejemplo se observó que muchos hombres manifestaron el

deseo de terminar la búsqueda y cortejo para dedicarse a una relación de pareja estable en el tiempo

con la cual se pudieran asumir compromisos.


266

Con forme pasó el tiempo, los hombres restructuraron una nueva experiencia del vínculo de

pareja por lo que emergió un nuevo modelo o paradigma de vinculación que es la síntesis de los dos

modelos descritos anteriormente. Este nuevo modelo surgió a partir de las experiencias de

vinculación posteriores a la pérdida y forman parte del contenido integrado de la elaboración del

duelo. Algunas características son:

 Procesos de idealización: Se establecen los mismos procesos de cortejo e idealización que

estuvieron presentes en los vínculos significativos anteriores. Se sigue considerando a la

pareja como refugio, fuente de cariño y cuido, asimismo se busca la exclusividad por lo que

ambos miembros acuerdan no entablar relaciones de pareja de forma paralela. El vínculo se

nombra de diferentes formas, por ejemplo, al inicio se le llama noviazgo pero conforme

pasa el tiempo pierde este nombre y se le domina como “pareja”.

 Evitación de la convivencia, procreación de hijos/as y compromisos a largo plazo: Cada

uno de los miembros de la pareja tienen domicilios diferentes, por lo general no planean

tener hijos/as, comprar una casa o adquirir una deuda en común. El convivir es considerado

como un “riesgo” ya que se asocia a la crisis y a la pérdida del vínculo, no obstante sí se

adquieren responsabilidades pero son a corto plazo y conciernen a espacios de ocio –pago

en conjunto de un club de viajes y tiempo destinado a compartir juntos.-

 Preocupación por las crisis de pareja: se considera a la relación de pareja como un vínculo

frágil en donde existe la posibilidad de ruptura en cualquier momento. Se abandonan las

certezas relacionadas con amor romántico y la propiedad del ser amado, en consecuencia

se utiliza mucha energía psíquica en evaluar la relación de pareja e identificar eventuales

reacciones precríticas.
267

 Aumento de espacios lúdicos e intimidad: el rol de proveedor cambia sustancialmente, lo

cual se refleja cuando las parejas mujeres comparten los gastos que conlleva el pasar tiempo

en conjunto. La mayor parte del tiempo se dedica a la construcción de la intimidad y a

momentos lúdicos debido a la ausencia de proyectos en común como la crianza de hijos/as,

deudas o negocios.

La convivencia de pareja adquiere una connotación distintiva ya que se evita de forma

sistemática en la mayoría de los casos estudiados. Durante la convivencia emergió la crisis de pareja

y por lo general los hombres la relacionaron con las situaciones de violencia, poder de dominio y

control hacia los seres queridos. Por lo tanto, evadir la convivencia en el vínculo refleja las nuevas

configuraciones de este modelo en donde los hombres temen repetir los mismos patrones de

interacción y revivir la incertidumbre ante los nuevos roles de género de la mujer.

“Ahora que tengo pareja es mejor que cada uno esté en su casa (…) no quiero volver a

convivir porqué ahí fue cuando se echa todo a perder (…) mejor de novios y cada quien

en su casa (…)”

De igual forma este modelo refleja espacios en donde la actuación de la masculinidad

hegemónica cambia de forma sustancial por lo que constituye una posible salida y construcción de

una nueva cotidianidad basada en modelos emergentes de masculinidades alternativas. Por ejemplo,

tras la pérdida de pareja muchos de los hombres entrevistados empezaron a hacerse cargo de las

labores domésticas en sus nuevos domicilios, del régimen de visitas a los hijos/as y de otras

actividades que comúnmente se asociaban al quehacer femenino, asimismo, dentro del cortejo y la

búsqueda de pareja, muchos abandonaron el rol de proveedor y compartieron los gastos en común.
268

Por último, la pérdida de pareja implicó una crisis en la convivencia entre los géneros, lo

cual posibilitó la creación de nuevos modelos de interacción, sin embargo es ilusorio plantear que

esto conlleve a la superación de la masculinidad hegemónica ya que de igual forma emergieron

nuevas manifestaciones de territorialidad, poder de dominio y control en los hombres que se han

denominado como micromachismos (Bonino, 1991) y hacen referencia a actitudes y

comportamientos sutiles en donde se coacciona, intimida y domina a la pareja. Algunos ejemplos

observados se relacionaron con la propia victimización, comentarios descalificativos y

culpabilización de la mujer así como la exigencia del control de gastos y detalles en los que se usa

la pensión alimenticia.

El duelo como oportunidad para la construcción de nuevas masculinidades: los nuevos

grupos de pares y la fraternidad entre hombres.

El duelo por pérdida de pareja es un proceso de deconstrucción y reconstrucción subjetiva

ya que implica cambios en el las representaciones del mundo interno y la elaboración de la

experiencia de crisis que conlleva. La pérdida crea una herida en el narcisismo masculino, el cual

es socializado mediante los mandatos de la masculinidad hegemónica, por lo que elementos como la

omnipotencia y la territorialidad también entran en crisis y en duda por los mismos hombres.

Consecuentemente, el duelo refleja un cuestionamiento a la convivencia de pareja y a los antiguos

roles de género los cuales fueron asociados por los hombres con la llegada de conquistas de varios

derechos de las mujeres y políticas destinadas a la equidad de género. Durante este proceso los

cambios son diversos y pueden ir en diferentes direcciones, sin embargo el elemento común es el

retorno a una nueva cotidianidad lo cual implica transformación en las interacciones con las

personas cercanas, en especial, con los seres amados –parejas, amigos/as e hijos/as-.
269

Acorde a lo anterior, el proceso de duelo requiere de la construcción de nuevos significados

entorno a la experiencia del vínculo, su pérdida y los roles masculinos, por lo que este fenómeno no

es solamente de características individuales sino que se relaciona dialécticamente con el contexto

social del sujeto. En los capítulos anteriores se describió como los procesos de duelo son

construidos a través de la interacción con otros seres humanos por lo que las dinámicas subjetivas

son producto de la internalización del vínculo. Consecuentemente, los cambios recientes en el

contexto social condicionan, de forma directa, la experiencia subjetiva de lo que es vincularse, el

significado de ser hombre y el proceso de pérdida.

Es posible que las transformaciones más notorias residieran en la organización de los

hombres y la búsqueda de ayuda para sobrellevar lo perdido. Los participantes comentaron que en

el pasado las experiencias de duelo por pérdida del vínculo de pareja eran poco frecuentes y por lo

general eran sobrellevadas desde el aislamiento y el silencio. En la actualidad, las experiencias de

pérdida de pareja y separación han aumentado en la última década (Oviedo, 2011) por lo que parte

de este proceso se refleja dentro de los grupos de hombres del Instituto Wëm, los cuales actuaron

como nuevos espacios de resocialización y de interacción masculina en relación a la experiencia del

vínculo con los seres amados.

Según los participantes, el sobrellevar la experiencia del duelo en un contexto grupal

posibilitó la ruptura con dinámicas tradicionales relacionadas con el malestar ya que facilitó la

expresión de emociones y al mismo tiempo fortaleció la empatía al escucharse mutuamente. Este

espacio resocializador ayudó a aceptar la condición de vulnerabilidad en la cual se encuentran los

hombres tras la pérdida de una relación de pareja, así mismo fue un espacio para la deconstrucción

conjunta de la masculinidad hegemónica y sus diversos mandatos como la territorialidad, ejercicio

del poder de dominio y el control.


270

“(…) muchas cosas cambiaron cuando empecé a venir a Wëm (…) cuando hablé enfrente

de los demás y luego escuché me di cuenta que no estaba solo (…) que no soy el único que

tiene este tipo de problemas (…) entonces empecé a relajarme y a seguir viniendo (…)

todo eso me ha ayudado porque el centro de atención soy yo y lo que siento en este

momento. (…) ahora tengo amigos (…) este proceso aquí en Wëm me ha ayudado a

sentir más, ser menos machista y a entender mejor a las personas (…)”

A continuación se contrastan algunas características de los grupos de hombres del Instituto

Wëm en relación a otros grupos de pares tradicionales descritos por los entrevistados.

 Grupos de pares tradicionales en la infancia y la edad adulta: la violencia era un medio

común de interacción y se utilizaba para expresar el afecto y la cercanía entre sus

miembros. Se promovía comportamientos de riesgo y se utilizaban como indicadores de

virilidad. Se evita hablar de los problemas y emociones como la tristeza, frustración y

miedo por lo que su aproximación se realiza desde la omnipotencia y la negación de la

propia vulnerabilidad; en consecuencia se reforzaba los esquemas de la masculinidad

hegemónica tradicional.

 Grupos de pares dentro del Instituto Wëm: las prácticas de violencia en la interacción

disminuyen de forma considerable por lo que se construyen nuevas formas de expresión de

cercanía y contacto entre hombres. Se promovían comportamientos de autocuidado y

preservación las cuales consistían en mejorar hábitos de alimentación, sueño y actividad

física. Se validaba el espacio para poder hablar sobre diversos problemas, en especial, sobre

las emociones, situaciones de crisis de pareja y malestar psicológico en general. Se


271

cuestionó y deconstruyó los diversos mandatos de la masculinidad hegemónica al mismo

tiempo que intentó construir, de forma conjunta, masculinidades alternativas.

Asumir el proceso de duelo desde la grupalidad fue una segunda escena de la socialización

de género ya que la dinámica se articuló desde otros puntos de interacción masculina, por

consiguiente, la competencia y la segregación, valoradas en el patriarcado, caen en desuso y se

promovieron otros elementos como la solidaridad y la fraternidad entre pares. Los hombres

comentan que al ser escuchados, verbalizar el malestar y no ser penalizados por esto transformó los

recursos utilizados para sobrellevar el duelo; al parecer la identificación con otros hombres en

situaciones de sufrimiento similar ayudó a cambiar de perspectiva sobre el malestar y a validar su

expresión.

W. Worden (2002) plantea que el duelo contiene mediadores los cuales son factores tanto

de tipo personales –características de personalidad y género- como interpersonales –apego y redes

de apoyo- que facilitan o dificultan la experiencia y elaboración del duelo. De igual forma la

interacción del grupo de pares y la construcción de las masculinidades subyacentes son elementos

que se articularon como mediadores en los procesos de duelo de los hombres ya que posibilitaron

nuevas estrategias para la resolución de la crisis y de los problemas emergentes, por ejemplo, los

participantes comentaron que durante el proceso aprendieron a aceptar la pérdida y a reorganizar

sus prioridades, en particular, aquellas relacionadas con el ejercicio de la paternidad con régimen de

visitas, la interacción con la expareja para la firma del divorcio o la división de los bienes

gananciales.

Se plantea el término “Fraternidad” para describir parte de la experiencia vivida en los

grupos de pares en donde se practican los principios de hermandad, afecto o cordialidad entre

hombres (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, 2001). El elemento


272

“hermandad” implica concebir a los pares como seres similares que comparten un mismo origen y

por ende una vivencia subjetiva cercana, por lo que esto se refleja en la concientización de la propia

socialización de la masculinidad y las experiencias de violencia a lo largo de toda la vida. El

elemento “afecto y cordialidad” conlleva la expresión de las emociones, empatía y al mismo

tiempo el cuido y protección de los pares debido a la capacidad de identificación de la experiencia

de los unos con los otros. En síntesis la Fraternidad hace referencia a cuido esencial (Boff, 2002)

que ejercen los hombres entre pares al conocer sus propias condiciones de género y el malestar

compartido.

“(…) un compa del grupo me dio posada en la casa por unos días (…) me decía –mae,

usted va salir de esta- (…) eso me ayudó mucho, ver como lo recibían cuando uno se

llegaba al grupo.”

Anteriormente los hombres fueron socializados bajo el principio de destrucción (Boff &

Muraro, 2004), el cual consiste en hacer daño y dominar en las relaciones con las personas y el

medio ambiente. Al parecer el espacio grupal ayudó a reconfigurar las formas de interacción con los

personas y el entorno de los participantes por lo que fue un intento de integración con el principio

opuesto, tradicionalmente asociado con lo femenino, que es el cuido y la preservación (Boff &

Muraro, 2004) de las personas y de aquello con lo cual se guarda un vínculo.

En síntesis, la grupalidad construida emerge desde la experiencia de la pérdida de pareja

por lo que es un reflejo de la crisis de la convivencia y los diferentes roles de género en la sociedad.

De forma conjunta este proceso psíquico incluye transformaciones en los roles de interacción y la

construcción social de la masculinidad por lo que brotan nuevas elaboraciones de masculinidades


273

alternativas que promueven comportamientos de autocuidado, verbalización de la experiencia del

malestar y prácticas de cuido hacia otras personas. El duelo se interpreta como un momento y una

invitación para construir nuevos significados entorno al ser hombre en donde se trascienda la

tradicional división y dicotomía masculino/femenino.


Resumen 6.1
274
Resumen 6.2
275
276

Conclusiones

Sobre la violencia infantil y su dinámica en los vínculos primarios

La violencia infantil refleja una ideología de dominación propia del patriarcado, en donde el

maltrato no va dirigido únicamente al género femenino. En la totalidad de los casos, los hombres

fueron víctimas de violencia con una finalidad muy clara, la cual es conformar la masculinidad

hegemónica y delimitar los patrones de interacción entre géneros. Acorde a esto, la violencia es

vista como un recurso más que gira en torno a “mandatos” o “cánones”:

 La violencia y el malestar generado debe de silenciarse: implica acallar el propio dolor

como estrategia de supervivencia.

 La violencia debe de ejercerse: igualmente es una pauta para obtener respeto y valía dentro

de los diversos grupos sociales como los pares o la familia.

 La violencia debe de resistirse: se relaciona con los rituales de virilidad y el riesgo para

demostrar la propia “hombría”, asimismo conlleva el buscar de forma activa experiencias

de este tipo durante toda la vida como recurso de satisfacción narcisista

En cuanto a los roles de los cuidadores se concluye que no existen diferencias marcadas en

el uso de la violencia proveniente de la madre o el padre, sin embargo sí se diferencian en las

expresiones de afecto y cuido. La madre proporcionó cariño y afecto de forma esporádica mientras

que la figura paterna se caracterizó por la escasa emocionalidad y abandono de sus hijos/as. De tal

forma, la violencia es un elemento que aconteció frecuentemente en la vinculación primaria con las

figuras de cuido, por lo que ante cualquier incumplimiento de las demandas parentales se castigó
277

con el intento de limitar, humillar y denigrar al infante. En consecuencia las necesidades afectivas y

de cuido quedaron desatendidas y el niño se comportó en función de evitar el castigo y reprimir

dicha experiencia traumática –estrategia psicológica de supervivencia (Miller, 1984)-.

Posteriormente, los hombres víctimas de violencia infantil naturalizaron el maltrato y lo

simbolizaron como fuente de afecto y cuido. El sometimiento a la voluntad de las figuras de los

padres y resistencia al castigo se configuró como la única vía de bienestar: erotización de la

violencia y dinámica Quid pro Quo.

El uso exacerbado de la violencia y el rechazo –violencia extrema y marginalidad del

vínculo – delimitaron las representaciones del Sí –mismo y el aislamiento del infante. A mayor

violencia infantil vivida se observó que más pobre es la construcción narcisista cuando adulto y más

agravantes eran las consecuencias producto de la represión del trauma –menor capacidad empática,

difícil expresión emocional y proyección de la violencia hacia otros y hacia sí mismo-.

Por último, se denota como lo subjetivo es construido socialmente, de ahí que las primeras

experiencias de vinculación en la infancia cargan, de forma reiterativa, con elementos distintivos

del patriarcado los cuales denotan un uso excesivo de violencia como recurso socializador de los

futuros vínculos.

Sobre los primeros vínculos de pareja y la idealización

Las primeras experiencias de pareja en la edad adolecente y adulta delimitaron nuevos modelos

de afectividad que crearon diferencias en patrones de interacción en donde el cariño y el cuido

predominaron más que la violencia en un momento inicial.

Posteriormente, las primeras relaciones de convivencia en pareja se configuraron como una

“fantasía de fuga y de omnipotencia” en donde los hombres esperaron adquirir más libertades y

experimentar más cariño y cuido que el brindado por los padres en la infancia -el vínculo se

construyó como un pacto inconsciente de la reparación de la pareja y del Sí-mismo-. De igual


278

forma, la convivencia inicial en pareja fue significada como un “rescate” de las condiciones

adversas que rodeaban al ser amado –embarazo no planeado, problemas económicos y violencia

intrafamiliar- por lo que se consideró como un acto de amor el sobrellevar la situación y se esperó

que esto fuera meritorio de afecto –dinámica adulta del Quid pro Quo-.

Por último, el aislamiento producto de la violencia extrema y la marginalidad vincular en la

infancia se pueden asociar con el detrimento en la construcción e idealización de los vínculos de

pareja en la edad adulta. El miedo a ser atrapado y violentado por la figura del cuidador emerge

como miedo a vincularse de forma permanente con una pareja por lo que se realizan conductas con

este significado inconsciente –vinculación múltiple e idealización de corta duración-.

Sobre las dinámicas de las reacciones precríticas

La mayoría de las reacciones precríticas configuraron una dinámica cíclica de ahí que se

repitieron en diferentes momentos y tuvieron una duración variable en el tiempo. En lugar de

disminuir el conflicto terminaron por agravarlo y aumentaron el malestar en la relación de pareja.

Asimismo, la construcción de las reacciones precríticas se sustentó sobre una dimensión simbólica

en donde el lenguaje verbal escaseaba de ahí que dicho mensaje fue transmitido mediante el cuerpo

y diversas acciones que fueron interpretadas de forma heterogénea y ambigua en cada uno de los

casos.

Se identificaron seis dinámicas precríticas que se describen a continuación:

 Negación y Seudonegación: implicaron pasividad ante la experiencia del malestar,

represión inconsciente o consciente del conflicto, proyección de la falta sobre su pareja,

racionalización e intentos incipientes de reparación.


279

 Alejamiento y pérdida del interés: la pareja compartió cada vez menos espacios en

conjunto, la comunicación verbal se hizo escasa y disminuía la expresión de afecto mutuo.

 Paranoia y el Tercero especular: aparecieron ansiedades relacionadas con la posibilidad de

perder la relación de pareja por lo que se ve acompañado de celos y control. De forma

paralela se creó una fantasía paranoide en donde entró a escena un Tercero quien es otro

hombre al cual se le adjudicaba la responsabilidad de la crisis de pareja por haber tratado de

conquistar y seducir a la pareja.

 Rompimiento de rituales entrañables: los rituales entrañables cayeron en desuso y se

activaron de forma esporádica en el trascurso de la precrisis. En consecuencia el cuerpo y

su sintomatología apareció para comunicar el malestar y el deterioro de la fantasía de

fusión.

 Fuga del vínculo: consistió en entablar vínculos de pareja paralelos con otras mujeres con

el objetivo de obtener el afecto y el cuido que escaseaba en la relación inicial.

 Otros acuerdos colusivos: Principalmente fueron fantasías de reparación e indemnización

por haber dañado al ser amado las cuales se concretizaron al acceder a las demandas

materiales, dejar de lado el control y no limitar las transacciones violentas en la pareja.

Por lo general los hombres no percibieron la crisis de pareja en sus momentos iniciales ya

que las diferentes reacciones precríticas como el aislamiento y la negación ayudaron a ocultar e

ignorar esta situación por periodos prolongados.

Por último, la reparación del vínculo de pareja no aconteció en ninguno de los casos ya que

muchos de los intentos no incluyeron la colaboración del ser amado o por lo menos alguna

valoración subjetiva de los mismos.


280

Sobre el periodo de crisis de pareja

La crisis por separación y pérdida de pareja se elaboró desde la negación, el aislamiento y el

silencio. Mucha de la energía psíquica fue desviada hacia conductas autodestructivas lo que trajo el

deterioro progresivo y prolongado de los hombres. Los fuertes montos de culpa y pensamiento

rumiativo en torno a la pérdida se asociaron a las escenas vividas de violencia infantil en donde el

maltrato hacia sí mismos se justificaba y se evaluaba como necesario para volver a ser amado.

El periodo de crisis trajo consigo grandes montos de ambivalencia hacia la pareja de ahí que en

cierto momento se intentó volver a vincularse y reidealizar el vínculo y en otros se articularon

fantasías de destrucción y omnipotencia. De tal forma, el resultado fue un periodo intensamente

caótico y oscilante.

Por otra parte, el malestar vivido por los hijos e hijas al ver que sus padres se separan fue

homologado al propio malestar vivido por los hombres durante la infancia y los episodios de

violencia infantil. Los intentos de reparación y cuido hacia los hijos e hijas fueron una elaboración

del propio deseo de haber sido protegido y cuidado en esta época.

Se creó el término “cristalización de la crisis” para describir el estado resultante de la pasividad

de los hombres ante la ruptura de la relación de pareja, esto se asoció a las secuelas de la violencia

infantil en donde a los hombres se les obligó a soportar el maltrato y a esperar que esto fuera

suficiente para evitar futuras agresiones y resolver los conflictos. Lo anterior aumentó la

vulnerabilidad y el malestar ya que no posibilitó la gestión de los recursos personales para disminuir

el daño.

Por último, es importante denotar que la pasibilidad y el deterioro gestados dentro de este

proceso responden de forma directa a las dinámicas de propias de los vínculos primarios y de la

violencia infantil debido a que estos hombres fueron socializados para resistir la violencia bajo

cualquier circunstancia. Es así, como las crisis no son gestionadas ni prevenidas ya que la
281

pasibilidad y resistencia ante el malestar fueron estrategias de supervivencia para sobrellevar a

violencia infantil dentro de la familia de origen.

Sobre el proceso de duelo y su elaboración

Se concluye que el proceso de Duelo es de características dialécticas, de ahí que sea un

movimiento continuo de trasformación que no se puede categorizar ni dividir. Es un vaivén de

defensas, fantasías y ansiedades las cuales contienen opuestos que ubican al proceso en un espectro

con dos polaridades. Cada una de estas polaridades implica una posición ante el malestar, la

aceptación y la integración de la experiencia.

 La primera polaridad es de características maníaco/compulsivas por lo que son fantasías de

omnipotencia y defensas maníacas ante el sentimiento de pérdida que tienen el objetivo de

evitar el malestar pero al mismo tiempo aumentan el deterioro físico y psicológico del

sujeto así como limitan la integración y la emergencia del contenido inconsciente.

 La otra polaridad es de características depresivas por lo que reflejan el desuso de las

estrategias anteriormente mencionadas. También posibilita mayor contacto con las

emociones y sentimientos de culpa lo que genera un espacio de reflexión en torno a la

pérdida e inicia el proceso de resignificación de la experiencia.

El proceso de elaboración del duelo fue la síntesis del movimiento dialéctico del encuentro

de las dos polaridades. Implicó la integración del contenido en las presentaciones del Sí – mismo y

el Objeto por lo que conllevó a la reorganización del estado de crisis en que se encontraba el sujeto.

Igualmente, el duelo es un proceso dual que requirió asumir la pulsión de muerte y de vida de forma

simultánea de ahí que desencadenó la construcción de una nueva cotidianidad, reorganización de la


282

vida después de la pérdida de pareja y sobrepasar las fantasías y esperanzas de reparación y retorno

con el antiguo ser amado.

Un elemento importante, en el desarrollo del proceso del duelo, fue la aceptación de la

pérdida ya que pasó por dos momentos en donde el primero –“aceptación parcial/racionalizada”-

fue una defensa intelectualizada y el segundo –“aceptación total o emotiva”- conllevó a la

abreacción y a mayor contacto emocional. La llegada del Tercero –nueva pareja de la expareja-

facilitó la aceptación emotiva de la pérdida al mismo tiempo que aumentó el malestar y la crisis. Se

consideró al Tercero como un catalizador del proceso de duelo debido a que tras su llegada se

aceleró la elaboración y la verbalización del malestar.

Otros elementos importantes fueron las experiencias de violencia infantil ya que trajeron

consecuencias en la elaboración de los duelos en la edad adulta. La represión de la experiencia de

violencia obstaculizó la expresión del malestar en los duelos posteriores y aumentó el uso de

defensas maníacas lo que dificultó la elaboración de la experiencia de pérdida.

Por último, no es posible delimitar una finalización del proceso de duelo de pareja debido a que

suele ser elaborado durante toda la vida en especial con la presencia de nuevas experiencias de

pérdida de pareja. Sin embargo hay criterios que pueden señalar la finalización de la crisis

intrínseca y el retorno a la estabilidad y la vida cotidiana. Dichos criterios se asociaron a la

reorganización de la economía psíquica que se orientó a nuevos proyectos y abandonó la realización

de fantasías y ansiedades relacionadas con la expareja. Asimismo, fortalecieron al Yo y

posibilitaron la resginficación e integración del contenido hecho consciente en las representaciones

del mundo interno.


283

Sobre las masculinidades, su socialización y el duelo por pérdida del vínculo de pareja

Los diferentes modelos de masculinidad, en los hombres, fueron socializados mediante el

ejercicio de la violencia tanto a lo interno de la familia de origen como a lo externo con los grupos

de pares. La dinámica resultante obligaba a los hombres a resistir, ejercer y guardar silencio ante la

violencia de ahí que estos mandatos se relacionaron con características de la masculinidad

hegemónica como la fortaleza y virilidad. Igualmente la vinculación de pareja fue socializada a

través de discursos hegemónicos de poder de dominio en donde el vincularse se asoció con el acto

de comprar una mercancía (Fromm, 1966) y ejercer el control sobre esta.

Se observaron dos modelos/paradigmas de vinculación los cuales son esquemas que orientaron

la interacción con las mujeres dentro del vínculo de pareja.

 Modelo Familiar/Romántico: implica la creación de una familia y el compromiso del

matrimonio los cuales se interpretaron desde la territorialidad y la posesión. Los atributos

asociados a la masculinidad hegemónica son el rol de proveedor y de control hacia su

pareja y sus hijos e hijas.

 Modelo evasivo: se caracteriza por evitar el compromiso de la convivencia con las parejas,

asimismo busca el contacto erótico/coital y establecer vínculos múltiples y paralelos con las

mujeres. Los atributos asociados a la masculinidad hegemónica se centraron en la búsqueda

y seducción continuas así como el desapego ante una posible pareja.

Posteriormente, cuando aconteció la crisis y pérdida de pareja, varios elementos constitutivos

de la masculinidad hegemónica como la territorialidad, el control y poder de dominio se

cuestionaron debido a que no fueron suficientes para sobrellevar y organizar la convivencia con sus

parejas. Lo anterior fue asociado, por los hombres, a cambios en los roles de género de las mujeres,

los cuales se caracterizaron por mayor acceso al trabajo remunerado, oportunidades de estudio
284

universitario y participación en movimientos comunitarios. Asimismo, los hombres interpretaron la

crisis y la pérdida de pareja como el fracaso del modelo Familiar/romántico.

Consecuentemente, la separación implicó una herida narcisista en la constitución de la

masculinidad de los hombres de ahí que ejercieron varas manifestaciones de violencia –hacia sí

mismo, a los seres queridos y a terceras personas- como una estrategia para poder reparar dicha

herida y sobrellevar el periodo de crisis.

El duelo y la pérdida se asocian al contacto con el cuerpo de las mujeres ya que la interacción

con el mismo es considerada un marcador de vinculación para los hombres. Como resultado se

tiende categorizar a las mujeres y la interacción con su cuerpo –mujeres para casarse, para

frecuentar esporádicamente, para comprar sexo y para acosar en espacios públicos-. La llegada de

un Tercero –hombre con quien la expareja inició una nueva relación- se asoció al cuestionamiento

de mandatos de la masculinidad hegemónica como la territorialidad y el control ya que implicaban

la dimensión del cuerpo de la mujer, su uso y goce por parte de otro hombre, por consiguiente se

generó, en ellos, ansiedades paranoides e impotencia ante la pérdida.

Lo anterior sugiere una especie de retrato filogenético en la especie, en especial en los hombres

y sus formas de competencia y de derrota. Al parecer la presencia de un Tercero y la interacción

con el cuerpo de la mujer conlleva no solo al sufrimiento sino a la simbolización de la propia

muerte, es decir, el perder una relación de pareja y ver ocupado su lugar implica la derrota la cual

debe de ser actuada mediante comportamientos autodestructivos que lleven al deterioro y al riesgo.

Por otra parte, durante el periodo de elaboración del duelo hay claras evidencias de la migración

y construcción de un nuevo modelo/paradigma de vinculación de pareja, en donde los hombres

evitan la convivencia pero al mismo tiempo promueven la exclusividad del vínculo y la

construcción de espacios lúdicos y de intimidad. De forma conjunta, emergieron nuevos modelos de

masculinidades alternativas en donde los hombres se involucraron en actividades como el cuido de


285

los hijos/as y labores domésticas, no obstante también surgieron micromachismos (Bonino, 1991)

que son nuevas formas de ejercer el poder y control hacia las mujeres.

Por último, los cambios producidos en los procesos de duelo y crisis de pareja posibilitaron que

los hombres pidieran ayuda y buscaran sobrellevar el proceso mediante los grupos de pares en

Instituto Wëm. Lo anterior promovió la fraternidad y solidaridad entre ellos lo cual llevó al cuido y

protección entre iguales al conocer su propia condición de género y malestar compartido. El grupo

de pares fue un escenario de socialización que actuó como mediador del duelo ya que modeló

comportamientos no violentos y de autocuidado, asimismo facilitó la verbalización del malestar, la

empatía, expresión de emociones y deconstrucción de la masculinidad hegemónica.


286

Recomendaciones

Violencia infantil en los vínculos primarios

La violencia infantil se ha mantenido escondida, naturalizada y silenciada a lo interno de

cada hogar, de ahí que la detección oportuna de situaciones abusivas es imperante para poder

abordar esta problemática de forma inicial.

Se recomienda la creación de estrategias de detección comunitarias de violencia en donde

se involucre a varios grupos regionales más allá de las tradicionales instituciones gubernamentales,

por ejemplo asociaciones de desarrollo, comercio, centros educativos, grupos religiosos y

organizaciones filantrópicas en general. Es importante involucrar a la mayor cantidad de actores

dentro de este proceso ya que esto aumentaría la participación de la sociedad civil en general y

posibilitaría la creación de redes, protocolos de detección y colaboración conjunta a nivel local.

Otro elemento importante sería la creación de campañas de prevención de la violencia

infantil en donde se utilice medios masivos de comunicación como la radio, la televisión y la prensa

escrita. Se recomienda abordar temas relacionados principalmente con las secuelas de la violencia

para las personas menores de edad así como las creencias y mitos asociados al castigo físico como

una forma de educación y socialización. Además dichas campañas podrían incluir temas

pedagógicos como las alternativas al castigo físico, las formas de denunciar los abusos, los tipos de

violencia más allá de la física y su naturalización en la sociedad costarricense.

Dado que el rol desempeñado por los padres fue descrito, por los entrevistados, como

“abandónico y altamente violento” se debe de priorizar el trabajo con los hombres y el tema de

paternidad en los diferentes escenarios educativos, laborales y de salud como la escuelas, colegios,
287

centros de trabajo y los equipos básicos de atención intención integral de la –E.B.A.I.S.-. El

objetivo de este tipo de intervenciones implicaría la promoción de nuevos roles de paternidad en

donde los hombres se involucren en la crianza de sus hijos e hijas y al mismo puedan aprender

alternativas al castigo violento.

Otro escenario a trabajar reside en los grupos de pares en la infancia, los cuales también

ejercen violencia entre sus miembros como estrategia de socialización de la masculinidad

hegemónica. Comúnmente suele denominarse como acoso escolar, riñas o choteo y el escenario

más común es dentro de los centros educativos. De tal forma, se recomienda trabajar este tema

desde un enfoque de masculinidad y prevención de la violencia pero orientado al trato con los

semejantes dentro de las escuelas y colegios, de ahí que es importante crear espacios para la

discusión y detección a nivel institucional e involucrar a profesores/as, administrativos y a

alumnos/as de forma conjunta.

Por último, se recomienda incorporar el trabajo de la subjetividad y de la masculinidad en

las diversas intervenciones con los padres, sus hijos y grupos de pares una vez detectada la

violencia infantil. En todos los casos es necesario crear espacios de reflexión en torno a las propias

experiencias de violencia infantil y promover los siguientes objetivos:

 Hacer consciente el sufrimiento y el significado de las propias experiencias de violencia

infantil para poder verbalizar el malestar reprimido y expresar sentimientos de tristeza,

miedo y enojo ante los abusos.

 Cuestionar y desidealizar el rol del agresor y modelo pedagógico al cual subyace –

Pedagogía Negra (Miller, 1984)-. Lo cual implica el análisis colectivo de las causas del

sufrimiento vivido y sus consecuencias para la creación conjunta y puesta en práctica de

nuevas alternativas a la violencia infantil.

 Rechazar tajantemente el castigo físico y otras formas de violencia.


288

 Fortalecer la autoestimación y la autoimagen ya que estas suelen verse afectadas cuando se

experimenta violencia infantil (Miller, 1984).

 Precisar los procesos de socialización de la masculinidad a través de la violencia para

identificar las diversas formas en que se reproduce en la sociedad y en la interacción entre

hombres.

Sobre la crisis y los procesos del duelo en la edad adulta

El comportamiento autodestructivo y de riesgo fue común en los hombres al atravesar el

periodo de crisis, pérdida y duelo de relación de pareja, de ahí que muchos de ellos experimentaron

deterioro tanto a nivel físico como psicológico.

Se recomienda la creación de políticas públicas que aborden el tema de los hombres y la

salud a nivel integral ya que existen índices que sugieren una brecha a partir del género en Costa

Rica (Ávila et al, 2010). Es necesario implementar un plan de acción en el sistema de salud a nivel

comunitario en donde se promueva la salud mental y el autocuidado ya que los procesos de pérdida

y separación son cada vez más comunes en todas las zonas del país (Oviedo, 2011) y por lo general

son sobrellevados por los hombres desde la soledad y el aislamiento. En cuanto a la detección de

esta problemática se puede utilizar varios entes gubernamentales como el Patronato Nacional de la

Infancia y los juzgados de violencia doméstica para captar la población general de hombres que

viven una crisis, de modo que se les posibilite recursos y espacios para promover la salud

integralmente y prevenir comportamientos de riesgo y de violencia hacia otras personas. Igualmente

se recomienda articular el tema en redes de instituciones regionales o a través de gobiernos

comunitarios en donde los diversos actores puedan gestionar recursos y proveer de atención a los

hombres en crisis y duelo.


289

Conforme a lo anterior, también se recomienda crear una campaña que publicite la

promoción y prevención de la salud en hombres en tres áreas: a) física, b) psicológica y c) social.

De modo que la población en general pueda visibilizar el tema de la crisis como materia de salud

pública y al mismo tiempo se pueda generar procesos educativos que motiven a más hombres a

buscar ayuda para sobrellevar este proceso.

Por otra parte, es importante apoyar las iniciativas de organizaciones como el Instituto Wëm

ya que contribuyen a la creación de un modelo de atención dirigido a hombres en grupos de pares y

trabajo comunitario. Por lo tanto, se recomienda fortalecer a esta institución y difundir su propuesta

en los entes gubernamentales y demás instituciones que atienden hombres en crisis y duelo con el

objetivo de concientizar a los funcionarios/as, brindar un mejor servicio y movilizar recursos para

bajar el riesgo y la vulnerabilidad en estos periodos.

Por último, durante el análisis del proceso de duelo sobresalió la dinámica de la negación

del malestar y los comportamientos autodestructivos en los hombres de modo que se recomienda los

siguientes puntos para el trabajo de esta temática en espacios para la atención del duelo y la crisis:

 Permitir espacios para la reflexión y la expresión del propio malestar y las emociones

subyacentes ya que fueron constantes los casos en donde se reprimió la experiencia y se

recurrió a comportamientos autodestructivos y de riesgo.

 Delimitar las diversas formas de violencia que se consideran “comunes o normales” dentro

de la cotidianidad -misoginia, micromachismos, poder de dominio y control-, visibilizar su

práctica y rechazar cualquier forma o expresión de las mismas.

 Promover comportamientos de autocuidado al momento de los periodos de duelo y crisis,

de igual forma se recomienda facilitar estrategias de resolución alternativa de conflictos y

dar seguimiento a las mismas.


290

 Fortalecer el trabajo entre pares ya que esto recrea espacios de socialización de género que

ayudan a deconstruir la masculinidad hegemónica y los diversos procesos subjetivos que

articula, así también posibilita la creación de masculinidades alternativas y nuevos roles

para la interacción de pareja.

Para posibles estudios y trabajo académico en el tema

Se recomienda ahondar en el tema de la experiencia subjetiva de la crisis y el duelo en

hombres y su relación con los procesos de socialización masculina pero extrapolándolos en otras

circunstancias y tipos de crisis como la pérdida de empleo, la jubilación, la muerte de un hijo/a y

demás situaciones de pérdida. Asimismo, se podría ampliar la población de estudio a lugares fuera

del área metropolitana y a grupos de edades diferentes como niños, adolescentes y adultos

mayores.

De igual forma, surge la interrogante sobre cómo serían estos procesos de duelo y

separación de pareja, en los hombres, si no hubieran asistido a los grupos de crecimiento personal

del Instituto Wëm. Por lo tanto, se recomienda realizar estudios con población y circunstancias

similares pero variando la condición de asistencia a los grupos para poder establecer luego

similitudes y diferencias en tanto al procesos sobrellevados con otros recursos más allá de los

analizados en el presente documento.

Por otra parte, se recomienda estudiar fenómenos como el femicidio y la violencia

doméstica desde la perspectiva subjetiva de los hombres ya que estos casos suelen asociarse con

periodos de crisis y separación en la pareja. También estudiar las secuelas de estos procesos en los

seres cercanos como los hijo/as puede ayudar a ampliar el entendimiento de las dimensiones de las

crisis y los procesos de duelo por pérdida de pareja.


291

Un tema mencionado en reiteradas ocasiones, por lo participantes, fue el la paternidad y sus

diversas aristas como la construcción de nuevas masculinidades, periodos de separación con los

hijos/as y las experiencias subjetivas en relación a la figura del padre agresor. El estudio de estos

temas posiblemente ampliará la comprensión del fenómeno de la construcción de nuevas

masculinidades y sus periodos de crisis.

Por último, a nivel metodológico se recomienda utilizar estudios longitudinales ya que son

escasas estas aproximaciones metodológicas y a su vez podrían ayudar a delimitar mejor la relación

causal existente entre los procesos de duelo de la edad adulta y las secuelas de la violencia infantil

experimentada en la infancia. También se sugiere incluir a las parejas mujeres o a sus hijo/as dentro

de la unidad de análisis ya que pueden aportar datos para la reconstrucción de las dinámicas de

familia y pareja y así dimensionar otros componentes dentro de la crisis y el duelo.


292

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grado de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Costa Rica.


310

Anexos

Anexo 1: Reseña del Instituto WEM

El Instituto Costarricense para la Acción, Investigación, y Educación en Masculinidad,

Pareja y Sexualidad -Wëm- es una organización que se ha dedicado por más de once años al trabajo

con hombres en temas relacionados con la masculinidad, pareja y sexualidad. La palabra “Wëm” se

deriva de la lengua indígena Bribri y denomina a aquellas personas de género masculino en la

sociedad – padres, amigos, hermanos y compañeros.- (Moreira, 2011).

Se funda en el año 1999 como parte del interés académico relacionado con la condición de

género de los hombres en Costa Rica y su vínculo con temáticas como la violencia doméstica, la

paternidad, la comunicación y otras observadas en la práctica clínica psicológica. Sus primeras

experiencias de trabajo con hombres acontecen con la creación de la Línea de Apoyo para Hombres

–ApH-, la cual tiene la función de brindar apoyo, asesoría y contención emocional a hombres que se

encuentran en crisis debido a temas relacionados con procesos de vinculación de pareja,

sexualidad, violencia doméstica y otros (Moreira, 2011).

Tras la consolidación de la línea, Wëm empieza a impartir talleres destinados a los hombres

que llamaban en busca de ayuda, se empiezan a trabajar temas relacionados con el manejo del

enojo, celos, paternidad, comunicación, construcción social de la masculinidad y otros.

Posteriormente, en el año 2003 se crean grupos de hombres destinados a la reflexión y apoyo mutuo

en temas de masculinidad y crisis personales relacionadas (Moreira, 2011).

En la actualidad el Instituto WEM ha realizado varias publicaciones e investigaciones en

temas como sexualidad, explotación sexual comercial, violencia doméstica y masculinidad en


311

general. Igualmente realiza campañas de divulgación e incidencia social relacionadas con la

prevención de la violencia, la creación de una cultura de paz, paternidad y salud masculina. La línea

ApH atiende en promedio 20 llamadas diarias, además se cuenta con nueve grupos de crecimiento

personal de hombres a la semana -alrededor de quinientos hombres en total- y se imparten talleres

destinados a hombres, mujeres, población indígena y adolescentes (Moreira, 2011).

El instituto WEM contribuye de forma activa y significativa en la creación de alternativas

para vivir la masculinidad en hombres en Costa Rica ante situaciones como la violencia doméstica,

paternidad y relaciones de pareja en general.


312

Anexo 2: Guía de Grupo de discusión

Socialización de Género, roles y pareja (Sesión 1)

Fecha:________________ Hora Inicio:__________________ Hora de

cierre:______________

Número de Participantes:____________

Facilitador:_____________________________________________________

Observador:____________________________________________________

¿Cómo se enseña a un niño a ser hombre y a tener novia?

¿Cómo nos dice la sociedad que tiene que darse una relación de pareja entre un hombre y una mujer

adultos?

¿Qué es estar enamorado de una mujer para un hombre?

¿Cuándo un hombres es una buen pareja y cuando es mala pareja?

¿Qué es cuidar y proteger a su pareja para los hombres?

Masculinidad, Pérdida y crisis (Sesión 2)


313

Fecha:________________ Hora Inicio:__________________ Hora de

cierre:______________

Número de Participantes:____________

Facilitador:_____________________________________________________

Observador:____________________________________________________

¿Cuáles son los problemas más frecuentes que viven los hombres en sus relaciones de pareja?

¿Cuáles son las causas de esos problemas?

¿Cómo afrontan las crisis de pareja los hombres?

¿Qué siente y hace un hombre cuando pierde su relación de pareja?

¿Cómo hacen los hombres para sobrellevar el dolor y el sufrimiento?

¿Cómo hacen los hombres para volver a relacionarse con otras mujeres después de la pérdida?
314

Anexo 3: Guía de Entrevista

Vinculación primaria y Vínculos de pareja (sesión de entrevista 1)

Fecha:________________ Hora Inicio:__________________ Hora de

cierre:______________

Seudónimo del participante:____________________________ Número de sesión de

entrevista:_____

Entrevistadores:___________________________________________________________________

Contexto familiar

¿Quiénes fueron las personas que cuidaron de usted en la infancia?

¿Cómo estaba conformada la familia con la que creció?

¿Cuántos hermanos tenía y cómo era su relación con ellos?

¿Falleció alguna persona cercana en la infancia?

¿Hubo divorcio o separación por parte de sus padres?

¿Hubo nuevos miembros en la familia, nuevas parejas de los padres?


315

Experiencias de afecto

Cuando era niño:

¿Cómo me expresaban que me querían?

¿Cuánto tiempo dedicaban a pasar conmigo?

¿Había otras personas aparte de mis padres de las cuales recibía afecto? ¿De quiénes y cómo?

¿Cuáles son los momentos en donde me sentía más querido y amado?

Experiencias de seguridad y cuido

Cuando era niño:

¿Fui cuidado en la infancia, cómo?

¿Qué tan seguro me sentía con mis padres y las personas que me cuidaban?

¿Por parte de quien me sentía más cuidado?

¿Qué hacía para sentirme seguro cuando ellos no estaban?

¿Qué significa para mí el ser cuidado por alguien?

Experiencias de rechazo y abandono


316

¿Alguna vez me sentí rechazado o abandonado por mis padres/cuidadores?

¿De qué forma me rechazaban o abandonaban?

¿Qué tan frecuente era esa situación?

¿Qué hacía cuando me sentía rechazado o abandonado?

¿Cuáles eran las razones por las cuales creía que me rechazaban o abandonaban?

Adolescencia

¿Cómo era mi relación con mis padres cuando era adolecente?

¿Qué significaba para mí las relaciones de pareja cuando era adolescente?

¿Tuve novias, amigas con derecho, alguna mujer que me interesaba en esa edad, cómo era esa

relación, que sentía y pensaba?

¿Tuve alguna decepción amorosa, rompimiento, frustración en relación a las relaciones amorosas en

la adolescencia?

 …cómo fueron?

 …cómo las sobrellevé?

 … cómo volví a relacionarme con las mujeres que me interesaban?

Historia de vínculos de pareja


317

¿Podría describir las relaciones de pareja más importantes que ha tenido durante su vida?

Sobre cada una de las relaciones podría describir:

● Edad en que se dio el vínculo

● Tipo de vínculo (matrimonio, noviazgo, amistad con derecho, amor platónico u otros)

● Tiempo de duración.

● Forma en que se conocieron, enamoraron y cortejaron.

● ¿Qué tanta seguridad/confianza sentía en esa relación?

● ¿Me sentía aceptado/rechazado en ese vínculo?

● Crisis de pareja, problemas y resolución

● ¿Cómo terminó el vínculo con esa persona?


318

Crisis, pérdida y duelo (sesión de entrevista 2)

Fecha:________________ Hora Inicio:__________________ Hora de

cierre:______________

Seudónimo del participante:____________________________ Número de sesión de

entrevista:_____

Entrevistadores:___________________________________________________________________

Última pareja (Crisis)

¿Cuándo fue que usted notó que había cambios en la forma en que se relacionaban usted y su

pareja?

¿En algún momento su pareja le hizo reclamos o le manifestó algún malestar referente a su relación

de pareja?

¿Cuándo se dio cuenta que había un problema con su relación de pareja? ¿Cómo fue que se dio

cuenta? ¿A través de qué/quien se dio cuenta?

¿Desde cuándo cree que había problemas en su relación de pareja? ¿Qué tipos de problemas había?

¿Según usted qué los causaba?

¿En esos momentos en que habían cambios, como se sentía usted? ¿Qué pensaba? ¿Qué hacía?

Pérdida y duelo
319

¿Cuándo se dio cuenta que su relación de pareja ya había terminado?

¿Cuándo y cómo aceptó que su relación había terminado?

¿Cómo fue el proceso de separación de la pareja?

¿Quién terminó la relación, en qué términos se dio la ruptura, cuánto tiempo duró el proceso de

ruptura?

¿Qué pensamientos tenía al momento de que la relación terminó?

¿Cuál era su opinión durante el proceso de la ruptura de:

 …usted mismo?

 …su expareja?

 …sus hijos(as)?

 …su proyecto de vida?

 …su familia extendida?

¿Qué emociones y sensaciones tuvo cuando se acabó la relación?

¿Qué ha hecho para sobrellevar estas emociones? (depende de las emociones que han dicho).

En general, ¿Cuál fue su estado físico y de salud desde el momento de la ruptura?

¿Cómo cree usted que ha influido la separación de su pareja, inmediatamente después del

rompimiento, en…

 …su familia nuclear (hijos y ex pareja)?

 …su familia extendida?


320

 …su trabajo? (entorno laboral y relaciones laboral)

 …sus diferentes grupos de amigos?

 …otras áreas sociales de su vida?

¿Cómo es la relación con su expareja, después de la ruptura?


321

Anexo 4: Fórmula de Consentimiento Informado (para grupos de discusión)

UNIVERSIDAD DE COSTA RICA


Escuela de Psicología
VICERRECTORÍA DE INVESTIGACIÓN

COMITÉ ÉTICO CIENTIFICO

Teléfonos:(506) 2511-4201 Telefax: (506) 2224-9367

FÓRMULA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO

(Para participar en los grupos focales)

Masculinidad, vínculo y duelo: Experiencia subjetiva ante la pérdida por separación de sus

parejas mujeres, en hombres que asisten a grupos de crecimiento personal en el Instituto WEM.

Nombre del Investigador: Esteban Navarro Díaz_____

Nombre del participante: _______________________________


322

A. PROPÓSITO DEL PROYECTO: Esta investigación es realizada por Esteban Navarro Díaz,

estudiante de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR). Por medio de este

estudio, se pretende obtener información acerca de la manera en que los hombres viven el

rompimiento de pareja y como les afecta en su vida. Para ello, es de suma importancia obtener

información respecto a algunos aspectos de su historia como la relación con sus padres y las parejas

que haya tenido, así como la forma en que se dio la última separación y cómo les ha afectado.

B. ¿QUÉ SE HARÁ?: Para cumplir con los objetivos de la investigación, ésta se divide en dos

partes:

A. Se hará dos reuniones grupales con 12 hombres, con una duración de 2 horas y en las cuales

se hablará acerca de la manera en que los hombres nos hacemos pareja de las mujeres y cómo

enfrentamos el momento de la separación cuando se termina la relación.

B. Se escogerán a 5 de esos hombres para llevar a cabo 2 entrevistas individuales y conocer de

una manera más profunda su experiencia de rompimiento de pareja, la historia de la relación con su

padre y madre y la historia de sus diferentes relaciones de pareja. Dicha entrevista tendrá una

duración aproximada de 1 hora y 30 minutos.


323

Tanto las reuniones grupales como las entrevistas, serán grabadas con el propósito de registrar de

manera exacta y veraz la información facilitada por los participantes. Apenas se utilice la

información obtenida a través de las grabaciones de audio, las notas y entrevistas, se procederá a

eliminarlas.

Para esta ocasión se le solicita su participación en la parte A de la investigación, esto es, en las dos

reuniones grupales que serán llevadas a cabo. Se solicita su participación dado que su experiencia

como hombre que ha pasado por una separación de pareja es muy valiosa y puede aportarle mucho

a la investigación.

Tome en cuenta que en caso que usted así lo decida, podrá retirarse en cualquier momento de la

investigación.

C. RIESGOS:

1. La colaboración en este estudio no implica riesgos directos para usted, no obstante, cabe la

posibilidad de que al hablar de situaciones que han podido resultar dolorosas, usted reviva los

sentimientos que tuvo en ese momento y sienta la necesidad de una intervención de apoyo más allá

de los espacios de la investigación.

2. Si este es el caso, los investigadores se comprometen a facilitarle el contacto con algún

profesional en psicología para que de manera gratuita le brinde el espacio de contención psicológica

que sea necesario.


324

D. BENEFICIOS: Como resultado de la participación en este estudio, usted no obtendrá

ningún beneficio directo, más allá del de aclarar algunos elementos para comprender aún mejor su

experiencia de vida y de pareja. Asimismo, colaborará para que otros hombres se puedan beneficiar

al obtener este tipo de información.

E. Antes de dar su autorización para este estudio, usted debe haber hablado con Esteban

Navarro y deben haberle contestado satisfactoriamente todas sus preguntas. Si quisiera más

información más adelante, puede obtenerla llamando a Esteban Navarro al número de teléfono

8879-4739, de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 4:00 p.m. Para cualquier consulta adicional puede

comunicarse a la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica a los teléfonos

2511-4201 ó 2511-5006, de lunes a viernes de 8 a.m. a 5 p.m.

F. Usted recibirá una copia de esta fórmula firmada para su uso personal.

G. Su participación en este estudio es voluntaria. Tiene el derecho de negarse a participar o a

discontinuar su participación en cualquier momento, sin que esta decisión afecte la calidad de la

atención psicológica que ha venido recibiendo en el Instituto WEM.

H. La participación en este estudio es confidencial, los resultados podrían aparecer en una

publicación científica o ser divulgados en una reunión científica pero de manera anónima.

I. Usted no perderá ningún derecho legal por firmar este documento.


325

CONSENTIMIENTO

He leído o se me ha leído, toda la información descrita en esta fórmula, antes de firmarla. Se me ha

brindado la oportunidad de hacer preguntas y éstas han sido contestadas en forma adecuada. Por lo

tanto, accedo a participar como sujeto de investigación en las reuniones grupales que forman parte

de este estudio

______________________________________________________________________

Nombre, cédula y sujeto

fecha

________________________________________________________________________

Nombre, cédula y firma del testigo fecha


326

______________________________________________________________________

Nombre, cédula y firma del Investigador que solicita el consentimiento fecha

_________________________

NUEVA VERSIÓN FCI – APROBADO EN SESION DEL COMITÉ ÉTICO CIENTÍFICO (CEC)

NO. 149 REALIZADA EL 4 DE JUNIO DE 2008.

CELM-Form.Consent-Inform 06-08
327

Anexo 5: Fórmula de Consentimiento Informado (para entrevistas)

UNIVERSIDAD DE COSTA RICA


Escuela de Psicología
VICERRECTORÍA DE INVESTIGACIÓN

COMITÉ ÉTICO CIENTIFICO

Teléfonos:(506) 2511-4201 Telefax: (506) 2224-9367

FÓRMULA DE CONSENTIMIENTO INFORMADO

(Para participar en las entrevistas)

Masculinidad, vínculo y duelo: Experiencia subjetiva ante la pérdida por separación de sus

parejas mujeres, en hombres que asisten a grupos de crecimiento personal en el Instituto WEM.

Nombre del Investigador: Esteban Navarro Díaz_____


328

Nombre del participante: _______________________________

A. PROPÓSITO DEL PROYECTO: Esta investigación es realizada por Esteban Navarro Díaz,

estudiante de Licenciatura en Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR). Por medio de este

estudio, se pretende obtener información acerca de la manera en que los hombres viven el

rompimiento de pareja y como les afecta en su vida. Para ello, es de suma importancia obtener

información respecto a algunos aspectos de su historia como la relación con sus padres y las parejas

que haya tenido, así como la forma en que se dio la última separación y cómo les ha afectado.

B. ¿QUÉ SE HARÁ?: Para cumplir con los objetivos de la investigación, ésta se divide en dos

partes:

A. Se harán dos reuniones grupales con 12 hombres, con una duración de 2 horas y en las

cuales se hablará acerca de la manera en que los hombres nos hacemos pareja de las mujeres y

cómo enfrentamos el momento de la separación cuando se termina la relación.

B. Se escogerán a 5 de esos hombres para llevar a cabo 2 entrevistas individuales y conocer de

una manera más profunda su experiencia de rompimiento de pareja, la historia de la relación con su

padre y madre y la historia de sus diferentes relaciones de pareja. Dicha entrevista tendrá una

duración aproximada de 1 hora y 30 minutos.


329

Tanto las reuniones grupales como las entrevistas, serán grabadas con el propósito de registrar de

manera exacta y veraz la información facilitada por los participantes. Apenas se utilice la

información obtenida a través de las grabaciones de audio, las notas y entrevistas, se procederá a

eliminarlas.

Como recordará, usted participó en dos reuniones grupales que consistían en la parte A de la

investigación. Para esta ocasión se le solicita su participación en la parte B de la misma, esto es, en

las dos entrevistas individuales que serán llevadas a cabo. Se solicita su participación en este

segundo momento, dado que su apertura para hablar de sus experiencias y la facilidad con que lo

hizo durante las reuniones anteriores pueden aportar en gran medida a profundizar los temas

tratados y colaborar con la investigación.

Tome en cuenta que en caso que usted así lo decida, podrá retirarse en cualquier momento de la

investigación.

C. RIESGOS:

1. La colaboración en este estudio no implica riesgos directos para usted, no obstante, cabe la

posibilidad de que al hablar de situaciones que han podido resultar dolorosas, usted reviva los

sentimientos que tuvo en ese momento y sienta la necesidad de una intervención de apoyo más allá

de los espacios de la investigación.


330

2. Si este es el caso, los investigadores se comprometen a facilitarle el contacto con algún

profesional en psicología para que de manera gratuita le brinde el espacio de contención psicológica

que sea necesario.

D. BENEFICIOS: Como resultado de la participación en este estudio, usted no obtendrán

ningún beneficio directo, más allá del de aclarar algunos elementos para comprender más mejor su

experiencia de vida y de pareja. Asimismo, colaborará para que otros hombres se puedan beneficiar

al obtener este tipo de información.

E. Antes de dar su autorización para este estudio, usted debe haber hablado con Esteban

Navarro y deben haberle contestado satisfactoriamente todas sus preguntas. Si quisiera más

información más adelante, puede obtenerla llamando a Esteban Navarro al número de teléfono

8879-4739, de lunes a viernes de 8:00 a.m. a 4:00 p.m. Para cualquier consulta adicional puede

comunicarse a la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Costa Rica a los teléfonos

2511-4201 ó 2511-5006, de lunes a viernes de 8 a.m. a 5 p.m.

F. Usted recibirá una copia de esta fórmula firmada para su uso personal.

G. Su participación en este estudio es voluntaria. Tiene el derecho de negarse a participar o a

discontinuar su participación en cualquier momento, sin que esta decisión afecte la calidad de la

atención psicológica que ha venido recibiendo en el Instituto WEM.


331

H. La participación en este estudio es confidencial, los resultados podrían aparecer en una

publicación científica o ser divulgados en una reunión científica pero de manera anónima.

I. No perderá ningún derecho legal por firmar este documento.

CONSENTIMIENTO

He leído o se me ha leído, toda la información descrita en esta fórmula, antes de firmarla. Se me ha

brindado la oportunidad de hacer preguntas y éstas han sido contestadas en forma adecuada. Por lo

tanto, accedo a participar como sujeto de investigación en las reuniones grupales que forman parte

de este estudio

______________________________________________________________________

Nombre, cédula y sujeto

fecha
332

________________________________________________________________________

Nombre, cédula y firma del testigo fecha

______________________________________________________________________

Nombre, cédula y firma del Investigador que solicita el consentimiento fecha

________________________

NUEVA VERSIÓN FCI – APROBADO EN SESION DEL COMITÉ ÉTICO CIENTÍFICO (CEC)

NO. 149 REALIZADA EL 4 DE JUNIO DE 2008.

CELM-Form.Consent-Inform 06-08

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