(Resumen extraído de Wikipedia). El complejo industrial La Brea y Pariñas es el nombre de un complejo petrolífero que explotaba los yacimientos situados en la pampa La Brea y la quebrada Pariñas, en la provincia de Talara, departamento de Piura, en el norte del Perú. A partir de 1890 fue explotada por la empresa anglo-estadounidense London Pacific Petroleum Co., y de 1914 a 1968 por la compañía estadounidense International Petroleum Company (IPC), subsidiaria de la Standard Oil de New Jersey. Los yacimientos llamaron la atención en 1911, cuando se descubrió que sus propietarios y arrendatarios explotaban muchísimos más lotes o pertenencias que las registradas originalmente, pese a lo cual, se negaron a pagar los impuestos a los que estaba obligada según las leyes peruanas. Incluso, la IPC logró ventajosas excepciones tributarias y de otra índole, arrancadas a gobiernos pronorteamericanos a lo largo de varias décadas. Ha sido, hasta ahora, el caso más escandaloso ocasionado por la penetración del capitalismo anglo-estadounidense en el Perú, lo cual tuvo un considerable influjo en la vida política de este país. En 1968, el gobierno del general Juan Velasco Alvarado ocupó militarmente las instalaciones de la IPC en Talara, poniendo fin al problema. Sin embargo, la empresa nunca pagó sus adeudos con el Estado peruano. La historia de estos yacimientos empieza durante los primeros años de la República, en los cuales se cambió varias veces de propietario, hasta que en 1873 pasó a poder de Genaro Helguero. A partir de los años 1880, posteriores a la Guerra del Pacífico, Helguero entró en tratos con los capitalistas ingleses, interesados en los yacimientos petrolíferos; empezó también a sanear y revalidar sus títulos sobre los terrenos. En 1888, el juez de Paita, por disposición del gobierno de entonces (el de Andrés A. Cáceres), ordenó medir las pertenencias de la Brea y Pariñas, constatándose la existencia de 10 pertenencias (cada pertenencia equivalía 10 mil metros cuadrados); e inscribiéndose así en el Padrón de Minas de Lima; se debía pagar 30 soles por cada pertenencia, como impuesto de ley. Esta mensura resultó errada, como después se descubriría, pues el terreno constaba en realidad de miles de pertenencias más; se dice que las causas del error fueron la falta de destreza de los mensuradores o desconocimientos de las leyes sobre el tipo de mediciones; aquello causa suspicacia, ya que el juez fue un empleado de Helguero. Lo cierto es que a partir de este error se originó uno de los casos más espinosos que enfrentaría el Estado peruano con empresas trasnacionales.
Irrupción del capitalismo inglés
El 3 de febrero de 1888, antes de cumplirse un mes de las mediciones del juez de Paita, Helguero vendió sus posesiones a Herbert Tweddle (estadounidense radicado en Inglaterra), por la cantidad de 18.000 libras esterlinas, operación que fue aprobada por el gobierno. En 1889 se constituyó en Londres la London Pacific Petroleum Co.'' de la que Tweddle era el mayor accionista, el mismo que luego se asoció con el súbdito británico William Keswick. Ambos, por escritura pública del 24 de enero de 1890, dieron en arrendamiento por 99 años a la London Pacific las propiedades de La Brea y Pariñas. Ese mismo año, Keswick adquirió los derechos de su socio quedando como único dueño de la London Pacific.
Estallido del pleito
El pleito estalló en 1911, cuando el ingeniero Ricardo A. Deustua denunció pública que la London Pacific explotaba muchísimas más pertenencias que las reconocidas por el juez de Paita y el gobierno en el año de 1888. Ante ello, el Ministro de Fomento mandó nuevamente medir la propiedad, siendo los encargados de realizarla los ingenieros Héctor Boza y Alberto Jochamowitz. Estos, pese a sufrir la hostilidad de los ingleses, que ordenaron a la población negarles incluso comida y agua, culminaron la labor con éxito, encontrándose con la sorpresa de que la mina no tenía 10 sino nada menos que 41.614 pertenencias. Por resolución del 15 de marzo de 1915, el primer gobierno de Óscar R. Benavides mandó inscribir la propiedad minera "La Brea" en el Padrón General de Minas, quedando su dueño obligado al pago del nuevo número de pertenencias remensuradas y cuyo monto arrojaba la cantidad de S/. 1'248,420 al año y no los S/. 300 que se había venido pagando. la London estaba operando sobre 1.000 pertenencias y había perforado 700 pozos. Eso hacía suponer que en realidad el canon a pagar debió ser de S/. 30,000 anuales, pero las cosas no se plantearon así en ese tiempo, afirmando lo exagerado de la pretensión del fisco, pues esos S/. 1'248,420 anuales calculados sobre las pertenencias tanto en producción como fuera de producción superaban con mucho a las utilidades que la empresa obtenía cada año. Así calculado por el gobierno peruano, se adeudaba, en consecuencia, un millonario impuesto, que la London Pacific Petroleum se negó a pagar por lo exagerado. Más bien, en 1914, vendió sus derechos de arrendamiento a la compañía estadounidense International Petroleum Company (IPC), subsidiaria de la Standard Oil de New Jersey. En 1924 la IPC se hizo dueña de los yacimientos, por compra que hizo a los herederos de William Keswick. El segundo gobierno de José Pardo y Barreda (1915-1919) se vio obligado a encarar la solución de este asunto. Por su parte, la IPC hizo intervenir en su favor a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña. El 26 de diciembre de 1918 las dos cámaras del Congreso del Perú aprobaron la Ley Nº 3106, que autorizaba al Estado a someter el asunto a un arbitraje internacional. De esa manera, el gobierno peruano se despojaba de sus facultades soberanas para resolver un asunto interno, llevándolo a la jurisdicción internacional, lo que traería nefastas consecuencias.
El Laudo de París o Ley de Petróleo de 1922
Pero sucedió entonces la ascensión al poder de Augusto B. Leguía, político notoriamente pronorteamericano, que no quiso cumplir con la ley congresal y prefirió llegar a un acuerdo transaccional. Este fue firmado el 2 de marzo de 1922, entre el canciller peruano Alberto Salomón y el representante inglés A. C. Grant Duff. Este Convenio Transaccional fue presentado al Tribunal Arbitral, que se reunió en París y estuvo conformado por el Presidente de la Corte Federal Suiza y los representantes del gobierno peruano e inglés. El 24 de abril de dicho año de 1922, sin mayor discusión, aprobaron el Convenio Transaccional al que otorgaron el carácter de Laudo cuyas condiciones obligaban a las altas partes contratantes como solución a la controversia surgida.