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Realismo Socialista Nelly Richard
Realismo Socialista Nelly Richard
¿Có mo interpretar el hecho de que esta obra de G. Díaz haya decidido convertir en
oficial -en “realista-socialista”- la sigla LGBTIQ de la disidencia sexual? La paradoja
nace, primero, del saber que la Revolució n del Proletariado cifró su ideología del
cambio en la clase social como ú nica posició n determinante, relegando así al á mbito
privado de la subjetividad las cuestiones de sexualidad y género que consideraba
menores y, ademá s, distractoras. Efectivamente, la Revolució n del Proletariado y la
izquierda que se inspiró en ella se cuidaron de que los laberintos psíquicos de la
sexualidad y del género no interfirieran perversamente con la cientificidad del método
marxista-leninista que se aplica estrictamente a la objetividad de las estructuras
sociales. De ahí la sorpresa del espectador al enfrentarse a la conflagració n semá ntica
que hace surgir la obra de G. Díaz en el cruce forzado entre “realismo socialista” y
“disidencia sexual”.
¿Por qué titular “Realismo socialista” a esta obra que exhibe la sigla reconocible de los
movimientos de la disidencia sexual? Cualquier teó rica feminista contemporá nea
podría interpretar el gesto de G. Díaz como un guiñ o crítico que alude al modo en que
el multiculturalismo, con su segmentació n flexible de identidades sexuales reducidas
a particularismos, torna dichas identidades fá cilmente asimilables al mercado
neoliberal de los gustos y las tendencias que despolitiza las luchas activistas con su
menú de opciones de consumo. La sigla LGBTIQ -enmarcada bajo el título de “realista
socialista”- connotaría este giro que convirtió a la diversidad sexual y a sus políticas
1
Este es un fragmento del texto “Octubre 2019. ¿Y el arte?” sobre la exposición “Notizen” de Gonzalo Díaz
(Galería D”1, noviembre 2019-enero 2020), que será luego publicado en su versión completa.
de identidad en un lugar comú n de las democracias liberales, tal como se expresa
internacionalmente en las distintas versiones de la Gay Pride Parade organizadas en
las principales ciudades del mundo. La sigla LGBTIQ que adorna las campañ as de no
discriminació n a las minorías sexuales, funciona como cliché del multiculturalismo
para la derecha conservadora que odia sus modas culturales de lo “politically correct”:
un término que, desde ya, ironiza con el anterior uso marxista de esta indicació n que,
en los tiempos de la Guardia Roja o la Revolució n Cultural, transmitía la obligació n de
que los grupos revolucionarios definieran cada aspecto de la realidad segú n lo
inflexiblemente dictado por su línea partidaria. Lo “politically correct” de las campañ as
de promoció n del respeto institucionalizado a las minorías sexuales en las que se
inscribe la oficializació n de la sigla LGBTIQ tendría entonces algo de “realismo
socialista”, debido a convenciones de lenguaje que, impositivamente, sancionan una
ortodoxia de la conducta y del discurso. Pudiese ser que las monumentales tipografías
en bronce de la sigla LGBTIQ de esta obra de G. Díaz ironizaran con ciertas modas
culturales que parecen querer aplicar el espíritu doctrinario del “realismo socialista”
al querer convertir las categorías en ró tulos, las definiciones en etiquetas, los estilos
de expresió n en moldes discursivos, las formas de ser en manuales de obediencia, las
particularidades diferenciales en series de logotipos y estereotipos.
Cualquier teó rica feminista contemporá nea podría, ademá s, leer la provocativa obra
de G. Díaz como una invitació n a retomar el debate sobre marxismo y feminismo entre
Judith Butler y Nancy Fraser: un debate a través del cual N. Fraser afirma que los
nuevos movimientos sociales que reclaman “reconocimiento cultural” para las
distintas identidades genérico-sexuales resumidas por la sigla LGBTIQ, abandonaron
el tema político-econó mico de la producció n social (un tema crucial para el
socialismo) o bien lo disolvieron en la artificialidad de lo queer. Para N. Fraser, sería
ya la hora que el postfeminismo vuelva a considerar la tradició n del feminismo de
izquierda, para confiar nuevamente en “un marxismo unitario y progresista que
retorne al materialismo de un aná lisis objetivo de clase”2. Por así decirlo, el llamado de
N. Fraser a que el feminismo se reencuentre seriamente con el marxismo podría
entenderse como una forma de exigirle “realismo socialista” al postfeminismo para
corregir así las distorsiones de género de lo queer graficadas en la sigla LGBTIQ de la
exposició n “Notizen”. Y podríamos, entonces, vincular la ironía de la obra de G. Díaz
con esta tensió n crítica entre, por un lado, el feminismo socialista (que atiende
“realistamente” las condiciones econó mico-sociales y sus estructuras objetivas de
desigualdad, por ejemplo, salariales) y, por otro, el transfeminismo (LGBTIQ) que
parece aplaudir con demasiado entusiasmo el sobregiro de subjetividades nó mades
que festejan la desintegració n del género sin fijarse lo suficiente en las estructuras de
opresió n que siguen explotando a la humanidad en general.
2
J. Butler en: Judith Butler - Nancy Fraser, ¿Reconocimiento o redistribución? Un debate entre marxismo y
feminismo, Madrid, Traficantes de sueños, 2000. P. 71.
que rige nuestra sociedad y sus instituciones (incluyendo las universidades), efectuó
una crítica transversal a có mo el modelo capitalista gestiona la relació n entre mujeres,
sexualidad, género, clase y raza. Al situar las siglas “LGBTIQ” en un campo visual que
incluye las palabras “Asamblea Constituyente” escritas en el primer muro de la galería
D21, G. Díaz nos ofrece la posibilidad de incorporar la reflexió n feminista sobre
sexualidad, género, política y subjetividad al actual debate político-nacional referido a
una Nueva Constitució n: una reflexió n que censuraron aquellas ideologías marxistas
nacidas al fragor de la Revolució n de Octubre y que, lamentablemente, el pensamiento
de la izquierda clá sica en Chile sigue marginando de sus debates sobre có mo ampliar
los contornos de la democracia garantizando valores de igualdad no só lo sociales sino
también genérico-sexuales. En la intersecció n virtual entre las palabras “Asamblea
Constituyente” que marcan el ingreso a la sala de D21 y la cita del “blanco sobre
blanco” de Malevich cuyo plano vaciado y flotante puede traducirse -
metafó ricamente- a la figura de la “hoja en blanco” de la Nueva Constitució n, la obra
“Realismo socialista” y su sigla LGBTIQ introducen en la sala de la exposició n de D21
el indispensable ángulo de visión del feminismo: la delimitació n estratégica de un
enfoque sobre có mo funciona en la sociedad la oposició n binaria masculino-femenino
con su jerarquía de dominació n y subordinació n y, también, la propuesta de una
nueva mirada sobre có mo romper el binarismo de la identidad y la diferencia
haciendo vibrar la línea de fuga de la alteridad para salir del asfixiado mundo de las
oposiciones excluyentes y de la sedentariedad de las categorías monolíticas, sin
fisuras.
Nelly Richard.