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Dicho lo anterior, es que para hablar de la temática a abordar e iniciar la reflexión en torno a
la Violencia hacia docentes desde estudiantes como dupla de trabajo investigamos sobre
casos actuales en el territorio. En el mes de junio de este año apareció en redes sociales y en
la prensa el caso de la estudiante de pedagogía en educación física, Alejandra Rodríguez,
quién tuvo un desahogo virtual contando su dura experiencia en su práctica profesional: “Son
niñas con educación privilegiada, pero en realidad fue la peor experiencia.” Además agrega:
“No doy más. Tengo un curso que es un séptimo básico, que hacen lo que quieren conmigo,
les doy lo mismo. Yo doy la explicación, porque en la práctica profesional tú tienes que hacer
la clase entera, y ellas me miran y me ignoran, siguen conversando. Cuando estamos
haciendo las actividades, no las hacen.” Nos percatamos de que violencia no necesariamente
se da en contextos de vulnerabilidad socioeconómica sino que las conductas no empáticas de
las estudiantes pueden venir desde cualquier rango social. Incluso el colegio privado despidió
a la practicante y no le permite el acceso al establecimiento por difamación de lo ocurrido, se
convierte también en víctima de una violencia laboral docente.
Este caso también le dió visibilidad a la rectora de nuestra institución, Elisa Araya en un
noticiario compartió las siguientes declaraciones: “Hay cursos, hay edades en que los
adolescentes tienen comportamientos… Vamos a decir, no quiero decir crueles, pero
probando el poder que tienen y probando el poder que tiene el adulto. Lo que están haciendo
ellos es probar al adulto… Y uno tiene instrumentos, tiene herramientas, o las debería tener,
las debería desarrollar en la formación inicial docente, para entender lo que va a suceder…
En la universidad también te pasa, esto no le pasa a ella, nos pasa a los que estamos
formando. Que tu sabes que el adolescente está diciendo: “A ver ¿cuánto vas a aguantar? ¿A
dónde me vas a poner el límite? ¿Vas a ser capaz de ponerme el límite?”. Podemos
evidenciar la problemática del adultocentrismo a prueba y la compleja realidad de los
docentes noveles, profesionales con menos de 5 años de experiencia en aula.
La rectora termina la entrevista recalcando lo siguiente: “La casa es la primera escuela, y para
que la escuela sea una buena escuela necesita a los padres. Hay que preguntarle no solamente
a los niños qué pasó ahí sino a los padres de los niños. ¿Por qué sus hijos se comportaron
así?” Los modelos en casa y escuela, abren la opinión: La doctora Damaris Collao, jefa de la
carrera de Educación Básica de la PUCV, comenta que debido al mundo laboral, "tenemos
chicos que no tienen modelos en la casa y sólo los encuentran en la escuela. Por tanto, los
planes de formación ciudadana que se trabajan en los colegios deben ser continuos si
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queremos que los niños entiendan el respeto. Un niño que está en proceso de la adolescencia,
está intentando transgredir normas, construir su propia identidad." La educación tiene mucha
responsabilidad en la formación con enfoque de derechos de toda la comunidad: estudiantes y
familias.
Nos parece pertinente reflexionar sobre el concepto de autoridad, según José Antonio Marina:
“No ha confundirse autoridad con autoritarismo. La dictadura familiar requiere poco talento,
pero es mala estrategia. Ser autoritario no otorga autoridad. Hay quien piensa que el éxito
está en que jamás le rechisten una orden. Pero eso es confundir la sumisión absoluta de los
hijos con lo que es verdadera autoridad, no saber distinguir entre poder y autoridad [...] [La
autoridad] se conquista meciéndola.” Debemos como adultos y adultas responsables y
garantes de los derechos de los niños, niñas, niñes y adolescentes, identificarnos como
personas que tienen una autoridad cercana y cariñosa, que no se basa en lo autoritario a través
del miedo y el poder adultocentrista.
También encontramos otro caso de un liceo de Buin, donde un profesor al tratar de separar a
estudiantes peleando en el aula, recibió golpes por parte de uno de los alumnos. Esta crisis
produjo un paro docente en el establecimiento en apoyo al docente y para exigirle a la
Corporación municipal más protocolos para enfrentar este tipo de situaciones. Un estudiante
opina: “Insólito porque igual hay gente que quiere estudiar… y por culpa de otras personas
no se puede estudiar.” Se ven pancartas alusivas al caso y gritos de estudiantes fuera del
liceo: “¡No más violencia!”. Respecto a los protocolos en Chile se publicó el día 17 de
septiembre del año 2011 la Ley Sobre Violencia Escolar (LSVE) establece que "el personal
directivo, docente, asistentes de la educación y las personas que cumplan funciones
administrativas y auxiliares al interior de todos los establecimientos educacionales
recibirán capacitación sobre la promoción de la buena convivencia escolar y el manejo
de situaciones de conflicto" (Art. 16 E) Algunos datos que podemos agregar a este
fenómeno, en palabras de Alejandra Arratia, Subsecretaria de Educación, comenta que están
al tanto de los problemas de aprendizaje y desarrollo de habilidades sociales e
interpersonales, debido a la pandemia. "Por eso el primer eje de nuestro Plan de Reactivación
educativa apunta a mejorar la convivencia y salud mental en las comunidades educativas, por
ejemplo a través del programa "A convivir se aprende". La cual tiene tres líneas de acción:
“La primera de ellas consiste en la constitución y fortalecimiento de redes comunales de
convivencia escolar, instancias de diálogo y capacitación que agrupan a los equipos de los
diferentes establecimientos ubicados en una determinada zona geográfica. En segundo lugar,
se encuentra el acompañamiento focalizado por parte de las universidades en aquellas
comunidades educativas que requieren mayor apoyo. Y la tercera línea consiste en talleres
dirigidos a docentes, equipos de convivencia, equipos de gestión, profesionales de apoyo
psicosocial o asistentes de la educación con relación a temáticas como por ejemplo: abordaje
de la violencia escolar, resolución pacífica de conflictos, intervención en crisis, participación
y vida democrática y salud mental escolar.” Vemos que son grandes los esfuerzos para poder
enfrentar el clima socioemocional que trama las redes relacionales en las escuelas y liceos del
país. Además el doctor en filosofía Alfredo Gaete, del campus Villarrica de la UC, suma que
en Chile tenemos la tasa de abandono de la profesión docente más alta del mundo, el 40%
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abandona durante los primeros 5 años. "Una de las grandes razones es el ambiente de trabajo.
Otro problema es la convivencia escolar, que después de la pandemia se hizo muy difícil. Es
urgente construir ambientes de aprendizaje apropiados, agradables, inclusivos y eso es muy
difícil si seguimos en el sistema antiguo." El campus laboral se ve afectado para los docentes
noveles.
Respecto a que el arte puede ser una vía para tratar los problemas de convivencia escolar es
que nos apoyamos en la investigación “Estrategias de arte terapia para disminuir las
conductas agresivas en alumnos y alumnas del NB1 del colegio Fernando Duran Villarroel”
(2011) de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, en el caso planteado por la
investigación, se señala que se plantearon elaborar un proyecto que les permita mirar a les
alumnes desde una perspectiva de aprendizaje no tan rígida, de esta manera se pretende llegar
al tratamiento de conductas de desadaptabilidad o conductas violentas, en la interacción con
sus pares o personal educativo. A través de dicha herramienta es que:
Esta intervención con sesiones de arte terapia como una herramienta pedagógica que
da la oportunidad de interactuar con los alumnos y alumnas en el aquí y ahora, ya que
el arte permite pesquisar los posibles conflictos que provocan la agresividad en
determinados niños o niñas.
Además, compartir las causales y el resultado de este proyecto nos da la posibilidad
de hacer un trabajo también con la familia. La familia, al involucrarse y apoyar el
desarrollo del “taller arte terapia”, los resultados del niño o de la niña en el ámbito
socio-afectivo y la habilidad de expresar sus sentimientos e ideas y así resolver
conflictos que se presentan en ellos, se reflejará positivamente en la escuela y en el
hogar (Robles, 2011, p. 4).
Conclusiones
Bibliografía