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Desde una edad temprana mostró un gran interés por la economía y las inversiones.
Tales han sido los éxitos alcanzados por Warren Buffett en el mundo de las
inversiones que es considerado el mejor inversionista de todos los tiempos. Debido a
sus acertados consejos y orientaciones sobre inversiones, se ganó el sobrenombre de
El oráculo de Omaha.
Ahora bien, pese a poseer una inmensa fortuna, Buffett se caracteriza por vivir de
manera austera, sin mostrar opulencia.
Warren Buffett nació en la ciudad de Omaha en 1930. Por aquel entonces, Estados
Unidos atravesaba un contexto económico terrible, pues acababa de sufrir el crack del
29 y el país quedaba sumido en la Gran Depresión.
Sin embargo, desde muy pequeño, Warren Buffett tuvo visión para las inversiones y
espíritu emprendedor. Así, Buffett comenzó su andadura empresarial vendiendo
chicles y, posteriormente, refrescos.
Buffett, fascinado por las inversiones, leía libros de inversión con tan solo 10 años al
tiempo que seguía con interés la bolsa. No mucho después, con tan solo 11 años llevó
a cabo su primera inversión, de la cual extrajo importantes lecciones. Todo comenzó
cuando Warren Buffett compró acciones de la empresa Cities Service Company
valoradas en 38 dólares la acción. Inicialmente, la cotización se desplomó hasta los
27 dólares y Warren terminó vendiendo las acciones por 40 dólares. Sin embargo, si
hubiera esperado un poco más, podría haberlas vendido a 200 dólares la acción.
A pesar de las dudas, ingresó en The Wharton School para, finalmente, terminar sus
estudios en la Universidad de Nebraska.
Si hay alguien que ha tenido una influencia en la visión de las inversiones de Warren
Buffett, ese es Benjamin Graham, quien impartía clases en la Universidad de
Columbia. Su figura llevó a Buffett a matricularse en dicha universidad.
Buffett había leído el libro El inversor inteligente de Benjamin Graham y compartía sus
ideas del value investing, aunque luego tenían divergencias respecto al tamaño y la
profundidad de las inversiones. En resumidas cuentas, ambos coincidían en comprar
acciones a bajo precio que, en un futuro, cuando el mercado descubriese su potencial,
aumentasen de valor.
Buffett buscaba una cierta permanencia de sus inversores, por lo que no les permitía
retirar el capital hasta llegar el 31 de diciembre. Tampoco les decía en qué invertía y
su fuente de ingresos era el 25% de los beneficios siempre y cuando se situasen por
encima del 6%. La filosofía de Buffett era clara, pues aplicaba el denominado value
investing.
Con el tiempo, Buffett Associates fue creciendo, dejando de ser una pequeña sociedad
de inversiones con 7 socios para, en 1962, administrar hasta 7,2 millones de dólares y
contar con 99 socios.